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Audiograma Rebeca - Red de colisión de aves

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Audiograma Paqueros Bogotá

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La Barra - N. 65

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Audiograma Cúmulo

Por: Red Distrital de Bibliotecas Públicas. BibloRed (Bogotá. CO). Línea de Cultura Digital e Innovación | Fecha: 27/08/1904

tj~;,,--:¡;~t ~ OLIMAOO SOTO BORDA ~~ • • Correspondencia : So-ro BoaoA, Bogotá-Apartado número .. . ?-Se sil-ven suscripciones en las oficinas del periódico, carrera _6.ª, número 37 S , Envío de canjes: call.e 15, número 79-Preoios y hora los de costumbro-Pagos anticipados ESTA BA.RRA · CONTIENE: ' 1 • Muzo- Billetes-Alejandro Echeverría ante Vélez y y ante Reyes - Cordovez Mou1'e defendido - Músicas po1' toda la Compaiiía-El Teatro Colón- El acue1·do μiunicipal de los impuestos nuevos, etc., etc., etc. ---- -------,------~---~-------------_.::._----,----,-,;-:----;----- EN SERIO VOLVA.l\lOS SOBRE MUZO Auténticamente se conocen ya los espléndidos rendimientos que por aho­ra está dando la célebre mina., más un futuro pr6ximo de prosperidad, en que se clecuplicarán esas riquezas, al comen­zar á trabajarse los nuevos bancos des­cubiertos. El muerto resuella todavía., todavía está caliente y jadea! En medio del desastre, la ruina y la desolaci6u en que estamos, por la infernal administración Marroquín, se destaca hoy, como única luz ó mecho de candileja, esta riquísima propiedad Na­cional, que ha sido para los colombia­nos nueva cueva de Montesinos, á don­de todavía no ha bajado un Don Qui­jote de esta tierra cou la espada de la ley en la una mano y la linterna de Di6genes en la otra. Lo que quiere de­cir, que no se ha hecho, ni se hace, 1a luz necesaria sobre esta verdadera ma­ravilla del Mundo, única sobre el haz del planeta. Esa luz la necesitwy la requiere LA BARRA., y con ella toda la N aci6n, pues entendemos que esta Golconda nués­tra continúa siendo uua propiedad na­cional, aunque no lo parece por el mis­terio bochornoso en que la llan envuel­to los que la han venido usufructuando. Sabemos que los actuales encargados de este nuestro Potosí, Junta de Amor­tización y Sindicado contratista-siguen con i a teoría del misterio-por el dos­cientas treinta y nueve veces pueril (de ptteritia, puerilis, infante, niño, párvu­lo, rapaz, chicuelo, bebé) argumento 6 sofisma chiuo 6 razón de pata coja, de que si se sabe qué tántas son las esme­raldas admirables que está produciendo :.. -la mina, estas piedras, únicas en los mer­cados del mundo, se abaratan, y enton­ces no las podemos vender .... Reclamamos, como contribuyentes y hasta como es tetas: en los ojos con Béc­quer y en los ajenjos con Alfredo de Musset, que se manden levantar pla­nos minuciosos y completos de las Mi­nas de Muzo y terrenos adyacentes; qu-e estos planos, en reducción del tamaño de LA BARRA, se hagan litografiar y se repartan á los colombianos todos, par­ticularmente á los viajantes, caminan­tes, Consulados y Ministerios en el ex­tranjero, para los fines consiguientes, que no hay necesidad de decir cuáles son. Sabemos de un Sindicado de jóve­nes arruinados por el papel moneda que están dispuestos á pagar á un Car­tógrafo competente este trabajo de pura necesidad. El mismo Sindicado (que no lo es por delito común) p:iga1fa de fü bCJlsillo la publicación mensual del Informecil'cunstanciado que DEBEN pasar cada 31, ~8 6 30 de mes corrien­te y moliente los encargados eu la Mi­na. de los trabajos técnicos. ¡ Afuéra misterios ! El silencio m~ ta y el espíritu vivifica. Hoy por hoy los encargados k -esta reliquia, saivada del naufragio más milagrosamente que J onás, dan plenas garantías por su llon­radez y competencia. Terminamos haciendo votos por que con el producido de esta finca nacional uo se sigan rematando puchitos de bi­lletes, sino que él sirva de garantía á uu empréstito de 8 millones de dólares, que podría u conseguirse fácilmente, desembrujando á Muzo, como espera­mos que se llesembrujará. Nosotros no somos hacendistas, ni siquiera fondistas, pero no somos pan­cistas. Que se deje el Congreso de pro­yectos y I ucubraciones fantasmag6ri­cas; q ne deje el billete como la moneda nacional, en concunencia con todas las otras, habidas y por haber, mediante la libre estipulación de los particulares; que fije, una vez por todas, y como la verdadera verdad en la deuda, el valor de ese billete en oro, esto es, que los 800.000,000 de lo uno valen 8.000,000 de lo otro, oomo el Comercio nos lo tiene prácticamente demostrado en es­tos dos años; y que, con las Minas de Muzo, en anticresis 6 en hipoteca, y con las esmeraldas en prenda, inroba­ble al acreedor, se consigan esos ocho millones de patacones para recoger lqs "Ocbooientos susodichos, antes de que un año nuevo nos ponga otras arrugas en la pata de gallo. Retamos á todos los arhitristas y economistas que se cantonean por ahí, especialmente al que le hiciera al Ge­neral Vásquez Cobo la Memoria del 'l'e­soro ( capítulos referentes á la :1ey 33 sobre moneda),:á que refunfuñen contra este pla,n y propongan algo que tenga la enjundia de este proyecto de nos­otros, que humildemente ofrecemos gratis al público lector, á los Congre­sistas analfabetas y á los Ministros que resulten batuecos. -§3- A. P. ÉCHEVERRIA 1 escribe así, desde Nueva York, á A. J. Restrep9: "Nueva York, 22 da Junio de 1901 Sr. Dr. Antonio José R-estrepJ-:Bogot, Mi querido,, amigo: ... ········· ········· ..... ············ ........... . El 5 d, ios ool'rientes nos comunioó el cable ]a notioia de la elección del General Reyes para la Presidencia de ese país. Des­de que empezó la luoha eleoto1·al enti·e es­te General y el Sr. Vélez, me incliné, con mis simpatías platónicas, á la candidatura Reyes, porque no he creído que el Sr. D. Joaquín Fernando, ooo su partida bautis­mal apolillada por sus setenta y pioo de existencia, ni con sus ideas antoorátioaa é intolerantes, tan perfectamente ex.hibida11 en la Gobernaoión de Bolívar, pudiera 1e1· la salvación del país en forma algun No arguye lo anterio1· q ne yo tenga plena con­fianza en que el Genernl Reyes oumpla to- • . / ! ., das las ofertas que públicamente ha hecho, inolusive á mí en persona, de inaugurar en Colombia ~ régimen de conoo1·dia y de orden, basado en estrictas prácticas de to­lerancia y de reformas políticas. Pero mien­tras el General Reyes no demuestre en su Administración ejecutiva lo contrario, me figmo .que los liberales que no andamos á caza de mendrugos, debemos aoompañar­lo y secundarlo en sus ~uenoa propósitos. Si desgraoiadamente el General Reye1 tam­bién tomare por el atajo, como sus prede­cesores de los últimos veinte años, ya ten­dremos tiempo para coger otro rumbo. La situación en Colombia es delicadísima por más de un concepto, y si Reye~ no po­ne remedio al mal con ... patriotismo y sabi­duría, vendrá, como conseouencia, una nue­va desmembración en el país, pues ya los Departamentos de la Costa están hartos de los cacicazgos muiscas y obibohas. Quien no viere eso, que se compre un par de an­teojos. ......... ........................... ............... Tengo escrito un tnbajo bastante bien estudiado sol;,re la industria del Henequén, que, como usted sabe, constituye hoy la fuente más próspera de recursos para Yu­catán, industria que podría establecerse fá­cilmente en Colombia, en donde se encuen­tra silvestre la materia prima. Va este tra­bajo acompañado de unos veinte fotograba­dos, necesarios para la mejor inteligencia del lector, y el todo formaría un folletito de bastante buena apuiencia. Oomo aquí no puedo publicarlo, pol'que la publicación me costaría. cerca de $ 200, se lo mandaré á usted para qae lo publique en su perió. dico por entregas ó como se pueda. Tam­bién tengo preparados 9tros estudios sobre el cáñamo de Manila, el lino, el ganado la. nar y tr~s 6 cuatro indusbias que serían provechosas en nuestra Patria; pem se quedarán inéditos probablemente. Por correo de la semana entunte le en­viaré los catálogos que desea para una ma­quinaria de cm1ir oneroti, así como toda información que pueda serle útil en et asunto. No van por este correo, porque la carta de utSted la recibí antes de ayer. ················· ·········· ········ ·············· En .oposición á la candidatura de Mr. Roosevelt, por los republicanos, han pre- · sentado los demócl'atas la del Juez Par~er, que paree~ contar con buenos elementos de lucha, sobre todo después de la declaración hecha por · el candidato de que no pertur­bará á las gen tes de W all Street con in . novaciones en la moneda, y que seguirá la corriente de los que sostienen el talón de oro. Si tu viere humor, escribiré el día 7 de Agosto próxinw, y publicaró en Las Nove­dades un artículo para despedir al funesto Marroq nín dal Palacio de San Carlos. Le · mandaré á usted copia oportunamente. Saludo á Uribe y me repito de usted su amigo afectísimo, A, P. Ecm:vERRÍA. Antonio Jose Reatrepo No le sú po bien á nuestro distinguido amigo y colaborador, la reproducción qlie hicimos de un fragmento de carta 11uya á La Saeta de Honda; y nos dice que ratifi­ca todo lo dicho allí, menos lo relativo al General Marceliano V élez, cuya conducta en el Senado sobrepuja en republicanismo á cutnto se esperaba de 4migos y enemigos. Para Restrepo-así lo dice-el General me- 1·ece bien de la Patria. Muy bien! LA BARRA Pro bono PÚbllco El Teatro Colón, ese admirable coliseo que nos costó un ojo y parte del otro, ahora qne eatá pasando la bonasca proteccionista, es en. la actualidad objeto principal y prin­cipalísimo de la atención de'°ªº el mundo. 1 El asunto es serio, porque uno de los principales teatros de Suramérica, uno de nuestros más valiosos bienes nl\cionales, esa maravilla que cuesta tanta plata nacional, debe preocupar un poquito á goben~antes y gobernados, á güelfos y gibelinos. Entendemos que altas potestades civiles se ocupan seriamente de esta cuestión, y que si genios maléficos no lo evitan, no muy tarde llegaremos los habitantes de.la capital, sin más transformismo, ni cinematógrafo, sin más 'banobelazos á la tierra prometida de h Opera fina, de la comedia moderna ó siqnie: ra de la completa Zarzuela. . Conversaremos con nuestro vie30 amigo el público sobre estas ouestiooes y socaliñas, que deben preocupará todo Cristo, del próxi­mo número en adelante. Bueno es culantro, pero no tanto I Por el pueblo Elaborado estaba ya un artículo, Desacue,·­do municipal, en que tratábaruoli del cél~bre titulado acuerdo ó lania en que nuestros Edi­les arremeten á fuerza de impuestos sobre la población ; iba camino de las cajas el tal escrito, recién sacado del horno y echando humo~ cuando un viejo y buen amigo nuós­tro, Concejero municipal por añadidura, n.os ofreció un ·1·eportaje acerca del maldito acuerdo J todos sus enredos. De acue,-do con eso suspendemos tal pun­to, que se tratará en el próximo número, aunque á última hora se ruge que el tal Acuerdo municipal con todos sus intríngu­lis se irá á trompetear al Cal vario. Cario• Vllla~afie Cuatro .días hace está aquí Carlos Villa­fañe: el poeta, médico, loco, viajero, peram · bulante, escritor y redactor de La Bat'm Calentana, de grata memoria. Primeramente LA BARRA saluda al simpático Juan Gil (tal su seudónimo) le desea. paz y tranquilidad, y manifiesta al respetable público, que con motivo del regreso de Villafañe, y por ra­zones claras, esta hoja ha demorado un poco su regular salida. Para el fntnro, -oomo los sastres, puntualidad y · esmero y extracoio· nes sin dolor, gratis para los pobres. Juan Gil y De la Ba,Ta quedan de nuevo á .las órdenes de su numerosa clientela. La nueva Admlnlstrac1Ón Está situada en las oficinas de LA BARRA, ojo á la dirección· da la _carátula; sólo en elhry-eon el Administrado1·- aotual pueden y ~n entenderse anunciadores, susoripto­rés, motejados, ·motejadores, perso~as de mal genio, rectifioantes y demás santos y santas de la Corte periodístio11. ' El Indio Esteban Vemos en diarios panamenses que el Ex­celentísimo ó Ilustrísimo Sr. General Dr. D. Esteban Huertas, Libertador de- un Oou­tinente- estilo Judas-se d.espide para Nor. teamérioa y Europa. Buen viaje. Atención Marco A. Lobo avisa á todos los amigos del Molino Rojo, deudores antiguos, que si no cancelan sus cuentas antes del primero de Septiembre, publicará sus nombres, ape ­llidos y el número de los anfitrionados á costillas de él. El Sr. Lobo espera qμe se le tenga oonsi deración y no lo obliguen · á proceder de modo tan insólito. Jueces en .... berlina Un amigo nuéstro, el Poder Judicial, se está muriendo de liambre. En lo suce1Sivo, pues, será sinagogo de Maestro de Escuela ! · No paguéis y no tendréis Juzgados. A Mebe Sabá TURCA DE 18 AÑOS Eres tú la a.dora.ble Bienvenida de Oriente; la que con el prestigio de sus ojos, á. Tirios y á. Troyanos cautiva ; la que div_inam.ente . en mi hl\ encendido el f nego de mdec1bles ma!h-r1011. Eres la flor ex@ia de Beyruk; rudos sirios como Otelo celosos á mi anhelo vehemente Te roban, pues prefiere tan fatídica gente . . mej.:>r que-,rer te mía, verte en tre cuatTo cu1os. Pero ií pesa r ·a.e toda la f '.'1-lan~e. enemi~a~ eres t-ií la esperanza que m1 esp1ntu abriga_ y el único meteoro que por mi mente surca, Tuya es mi vida y ella con, ~evoción s i':1c~ra ha de seguir t us éx:ile, pero sí nos admiramos que, no habiendo pasado las cosas así como las refiere la '' inserción de El Nuevo Tiempo, no haya protestado contra lo que ella asevera. Por las publicaciones que han hecho alCYunos de los 'caballeros á q llÍenes se les hi~o el cargo de atacantes, ha .visto laªº: ciedad, y de ello está persu!'-~1da, que m Gregorio Arbeláez y Baud1ho Zulu~ga, ni Rafael Bet ancur y Arturo J a ramillo? ni Ramón González y Pedro Duque, m Luis Echeverri y Alejandro Giraldo y Juan Castaño cometieron el irrespeto so· cial y l eO"al de que han querido hacer­los auto;es; y que por encima de i~sultos y vejámenes, ellos, los nueve estudiantes, son y serán honra de la Escuela á que pertenecen -por sus talentos y b1;tena con­ducta, y caballeros muy apreciados por .sm amigos y condiscípulos.-B. Oh tirano campanero % El de San ta Bárbara no tiene paz con na­die ni con sus oampnnas. Es una fiera para repicar y no dejar á nadie un instante de calma. Suelte, por la.virgen el badajo ·un mo­mento y que el cura se lo pague. En las mismas estan en la Tercera, San Francis-co, Sauto Domingo y sabe Dies en que otras partes. Más , eligión y menos bo­chinche. La Reina Draga El domingo pasado al coronar la bri. llante carrera de SUBID.A. rindi6 el a; iento la Reina Draga de Merino. Dolorosamen. te sorprendidos deploramos de todo cota· z6n esta desgracia. · / ===========:====::====L=A=,~=-=R=R=A===== ================º El talon dolar El General de Castro Todavía echa humo. Acaba de bajar en este instante del Ferrocarril; mañana s~rá en el Ministerio de la Guerra, que bien se merece y en el cual contribuirá á la buena marcha y lustre de la actual Administraci6n. Se saluda atentamente ~l Ministro y cordialmente al amigo. Oa10 literario El siguiente soneto de Mac Deuall, que apareoi6 en el Almanaque de El Aho,·,·o Mu­tuo, y que hace referencia á Mr. Mason, simpático obrero del progreso entre nos­otl'os, y joven muy estimado de cuantos le conocen, fue contestado poi· el poeta Juan Frollo, de una brillante mano1a1 como tenía que ser. Van á oontinuaoión ambas producciones: SHAKESPE.A.R 1t Tu gloria no se eclipsa, dulcísimo poeta, La. clara luz que esparces desde el azul del cielo Disipa de las almas el tenebroso velo, Del corazón exhibe Ja fibra más secrt ta.. Las amorosas ansias nos pintas en J ulieta Las amorosas furias en el ardiente Otelo, ' En Macbeth la tortura que al c1·iminal inquieta .En Hamlet el delirio del incesante anhelo. ' Ya formas el encanto de cien generaciones, Y vivirá tu nombre del mundo en los anales Mientras existan vicios, afectos y pasiones. Tú más q' Homero, Dante Virgilio y Mil ton vales, Pues· ~oy cambié con Mason por unos pantalones El tomo que contiene tus obras illmortale~. R. M.Ac DouALL Q.UIÉN ES MA.SON r ... Es Mason el gallardo y altivo. caballero, De gran mostacho blondo y ojos de azul profundo, Que.un taller tiene ahora cual los del viejo mundo Y que huy e!I en Colombia de todos el primero! Fn sus manos nerviosas se ennoblece el acero, El acero bendito del trabajo fecundo : No el acero temible qu~ se clava iracundo, En el pecho fogoso del ceñudo guerrero ! El trabaja y trabaja minuto tras minuto, Sabe que el ocio es causa de pavorosos males Y que es noble y sagrado de su fatiga el_frut.o. Nunca envidió los partos de las altas molleras: Pues hoy hasta de Sbakespeare las obras inmor­tales, Se cambian por las obras que e1cribe11 sus tijeras! Ru•la y JapÓn ÚLTIMAS NOTICIAS POR CABLE (De nuestro servicio doméstico) Agosto 7-Tuerto Arturo, buque Ma· rrocachofI, lleg6 rucio á Chefoo en un jun co chino con 31 extranjeros; cuentan que vieron un vapor de vela con los mástiles y las vergas en mu.y mal estado; ellos se apresuraron á ponerrn en aguas japone. sas. Todo regular. Mikado con deugue amarillo, pide, para dormir · mejor, uua bota de las de Luis Oaray y la otra de las de Juan C. Osorio. Se puso las botas. Más allá de Jo debido En la Circul,a·r que nuestro nuevo Mi. nistro de Relaciones Exteriores ha pasa. do al Cuerpo diplomático.(Diario Oficial, nlÍmero 12,146) hallamos lo siguiente, que es excesivo y deprimente en gran manera: "PermitiéJdome esperar que V. E. me aco'rdará su benévola confianza, me sh-. vo de esta oportunidad para ofrecerá V. E., etc." Quien le ha de otorgar su benévola - confianza al Sr. Cortés no son los Minis­tros extranjeros residentes cerca de nues­tro Gobierno. Es el país, es Colombia, y · no más. El que mucho se agacha ....• / El tal6n dólat· es un tema que ofrece bue­na ocasión de que la pluma corra un poco. Así se hará sí el tiempo lo permite. Entrada por 1allda Ofrecimos aclarar en algo aquello de que D. J oaq nín Efe hizo salir del Senado á D. En­rique Coa·tés. El Dr. Velez nos dice que aque­llo no fne sino una simple indicación al Sr. Ministro del Exterior, de que faltaba la for. malidad de enviar al Senado por el Minis­terio de su cargo, la notade estilo dando cuen­ta · del nombramiento y posesión. Et pas plus. Otros oreen que la nota estaba ya sobre la mesa de la Secretaría. Que habrá en el fondo? Rafael Rnfz L. Murió hace algunos días este laborioso é inteligente joven liberal, querido de sus amigos y respetado de todns. Paz á sus ce­nizas. Cou mucho gullto LA BARRA Fusagairngá, 22 de Agosto de 1904 Ladrones no penetraron á oficina de Caja Banco Sumapaz De Gerencia llevá. ronse una caja que rompieron extramuros poblaci6n y de allí robironse dos alhajas de oro, algunos pliegos papel , r--ellado y suma billetes menor de seiscientos peso~. Ruégole publicar esta. aclaraci6n. Fabio Lozano Siempre hubo robo con fractura, no 1 O fue sencillamente un diidoque 1 INSERCION IMPORTANTE SIN 00.M:ENTAHIOS En el peri6uico Monsermte, q11e se edi. ta en esta ciudad, y en el cual se agravia á la sociedad bogotaua, en muchos de sus mien1 hros más respetables, vifJ la luz pú­blica. el ~ábado último uu rnelto agresivo y ruin, en que Ee pretende mancillar, con fines determinados, la reputación del Sr. Subsecretario del Tesoro, D. José María Cordovez Moure. Los postulantes á ese honroso puesto hacen lo posible por que la admirable Administración. Reyes ~e ri'1'e de un importante colaborador. Dicen así, los documentos que publica. mos, para que se aprecie, como debe, al probo cuanto distinguido caballar", vícti ma hoy de la maledicencia que se alberga en orrña atávica en las razas inferiores del orgánismo social : Bogotá., Septiembre a de 1900 Sr. Dr. D. José María Cordovez Moure-S.111. Los abajo firmados nos hacemos el dij. her de manifestará uste.J la pena con que hemos sabido su se paraci6n del puesto de Jefe de la Secci6n 2: del Ministerio del Tesoro, Director llel Crédito Público. La mma honradez con que usted mane­ja ha dicha oficina, la probidad en to los sus actos, la consagración y laboriosidad en el ejercicio de su empleo, erau garan. tías muy grandes y que los infrascritos nos complacemos en reconocer y apreciar, desde luego que tuvimos en esa Secci6n asuntos relacionados á la índole de los negocios adscrjtos á ella. Servidores públicos como usted son ga­rantía para el Gobierno y seguridad para los asociados; por tanto, aplaudimos cor-dialmente el merecido a '-censo de usted á la Subsecretaría del ·Tesoro. Reaiba, pues, este modesto testimonio con que nos suscribimos : tIJ o (/J e( .J . tIJ o o:: o ~ tIJ :e . ~ .J -.e..:.,. = 1.1.1 ce c.:, 1 ........ 1 EXPORTADORES l 1-A visamos que po­demos firmar á los exportadores cono­cimientos direotos de Honda á todos los puertos del Exterior, evitando así desem-bolsos inmediatos y haoiendo economías co­mo de tres dólares e11 tonelada. Próxima­mente podremos firmar conocimientos di· rectos desde Girardot, de tal manera q ne el exportador no recibe cuentas de comisionis­tas de ninguno de los puertos del tránsitos l\foURE flERlI!NOS POR PURA CALAVERADA Vendo la primorosa casa acabadn de oon­trufr en la carrera 3.n, en Belén. Entenderse con Carlos García en la calle 13, números 119 .Y 121, Bogotá. , M-OURE HERMANOS - Comisionistas. l. Oficinas en Bogotá y Honda. Tienen magníficos depósitos para el despacho rápido de los efectos que les consigñen. Cuentan con especiales facilidades para el embarque 1 de frutos del país y mercancías en el Alto y Bajo Magdalena. Oficina prinoipal, calle 13. número 168, Bogotá. ~'fJE :(,A ·$IRVAN }AA PBRVEZA "~OSA J3LAf'lCA Es higiénica - Es cómoda - Es bueua nl paladar y al bolsillo . . Se conserva eu todo sol y en todo clima, y tieue su Agencia en el Puente de San Agustín PARA MATRIMONIO La casa número 59,
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Prensa

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La Barra - N. 66

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Revista de Tequendama: periódico municipal y órgano de los intereses del Departamento - N. 22

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Revista de Tequendama: periódico municipal y órgano de los intereses del Departamento - N. 526

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Imagen de apoyo de  Lectura y Arte - N. 1

Lectura y Arte - N. 1

Por: | Fecha: 1903

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. A CO DE LA 1 LfOTECA LUIS A ,. .. oc . c;c•s•- _H ___ M _ .-1::. ___ ..,..__ SALUDO -------- Los Directores de esta Revista se com­placen en ignificar aquí sus agradecimien­tos á la prensa de esta ciudad que tan bon­dadosamente anunció la aparición de Lec­tura y A rte. CONDICIONES DE ESTA REVISTA . . Suscripción por un año ...... $ 120 Después de publicado el tercer número, un año vale. . . . . . . . . . 150 Número suelto ..... ______ ... 12 ~ ú me ro viejo __ .. __ . _ . __ . . 1 5 Se devuelven los originales, cuando su dueño ac::í lo exija. Se admiten avisos para las tapas inte­riores. Agente general, . FRA. ' CI. CO A. LA TORRE. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. MEDELLIN - JULIO DE 1903 . Vencidas las dificultades con que hu­bimos de tropezar en un principio, presen­tamos al público el número primero de Lectura y Arte, periódico que con inusita­da benevolencia fué anunciado por la pren­sa de esta ciudad. Empezamos hoy la dura y laboriosa tarea que nos hemos impuesto, de hacer una publicación mensual especialmente de carácter artístico y literario, á la vez que campo adecuado para las producciones de interés patrio universal que nuestros cola­boradores quieran confiarnos, toda vez que deseamos para nuestra Revista no solamen­te lo agradable y lo ameno, sino también lo de marcada utilidad general. Que se califique de atrevimiento loco el que nos dejemos ir por esta vía á todas luces ingrata, poco nos importa, pues que buscamos sólo el bi n final; sino que sol­tando un poc de rienda á este amor de or- 't'fe. ~·a~ or el más ingrato de los cultivos 6(). en Colombia, el cul- J~ tivo del e píritu, deja- . ~ n;os á u~ lado el inte- , · · -~ re propto, y nos e- /IJ: chamos en pos de un ({ · de luz para noso- 1 y para los demá . Seguimos el ejemplo de El Reperton.'o Ilustrado y de El Montaiiés, de simpático recuerdo; pero confiamos en que no será ni la indiferencia del público por una parte, ni lo insustancial de nuestra publicación por otra, los males que den en tierra con esta empresa. Sería conveniente para estos fines, que nuestros colaboradores se acomodaran al consejo de un pensador del día, consejo que nosotros procuraremos seguir igualmente: "Para ejercer influencia eficaz sobre los es­píritus modernos es necesario escribir corto, escribir claro, y escribir culto." Esta Revista, creemos un deber de­cirlo, no pertenece á ninguna escuela; aquí tendrá cabida todo lo bueno. Al lado del cuadro y de la caricatura, publicaremos el retrato de la personalidad del día, del hom­bre que esté en alto, justa ó injustamente, como nota de actualidad, sin loas, sin re­proches, sin comentarios. Puede llegar á nuestra mesa algo que pugne con las ideas nuestras, que será pu­blicado, si es bueno, en espera de algo que le haga controversia, para que venga la luz, para que resalte la verdad. Como se vé, nuestros pro­pósitos son modestos, y espe-ramos dejarlos cumplidos .. Medellín, Julio de 1903. \ Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. M. O. V. TEMAS DE CON ­VERSACION. SE SOLICITA UN APOSTOL. + + + + I Un poder de abstracción apenas infe­rior al de i\.rquimedes, necesítase para po­der pensar hoy en este país en ciencias, ar­tes, literatura, en cualquier cosa, en suma, que no sea la miseria del momento: la si­tuación; la asfixiante situación política, fiscal, económica: social, en una palabra. Yo, por mi parte, confieso no tenerlo ; y comparto con mis conciudadanos la honda preocupación con que el inmenso desa tre ha venido á acabar de entri tecer el carác­ter de la raza, ó mescolanza de razas, me­jor dicho, que puebla á Colombia. Y por lo que vivo preocupado, estoy atento á los remedios y soluciones que á cada paso están proponiéndose para el de­sastre ese. Y me parece que todos los bien intencionados doctores se han quedado, co­mo quien dice, á flor de piel; que 110 han bajado á las raíces del mal. Porque yo con­sidero el caso nuestro sencillo y terrible: es, simplemente, que estamos enfermos de barbarie. Búsquese, si no, la alida de cual­quiera de las dificultades actuales, y á poco andar se tropieza con esa verdad. Por ejemplo, el papel moneda: U ni­versalmente conocidos son los remedios para este mal. Pero todos ellos requieren la seguridad de que no se emitirá más: e decir, que el Gobierno podrá y querrá vi ­vir de sus rentas. Lo que, en un país tan pobre como éste, presupone un Gobierno que sea, entre otras cosas, honorable y po­pular; que pueda sostenerse sin gran ejér­cito é inspirar confianza; que administre mucho y politz"quée poco; y partidos políti­cos cultos y honrados~ respetuosos de la ley y de sí propios ó sea, por lo pronto, respeto al sufragio. ¿ Pero siquiera hu­bo nunca entre nosotros sufragio popular respetable? ¿Puede haberlo hoy, en nues­tro actual estado de civilización, es decir, de barbarie ? .... __ Y llegamos á la con­clusión: La enfermedad de Colombia es. bar­barie ·: barbarie maligna. Ese, el diagnóstico; que por lo que hace al remedio, no hay más que uno: ci- 4 vilización. Pero la civilización no se compra he­cha, como ropa de cargazón; por más que muchos sí lo crean. Ella tiene que ser pro­ducto indígena; resultado de una cultura razonada y consciente del alma colectiva de la nación. Pues para mí, civilización es comprensión y tolerancia; y civilizar es, por tanto, un procedimiento por el cual se le ensanchan las entendederas al vulgo-y cuidado que vulgo somos todos, ó casi-­y se le hace capaz de asimilar idea que no nacieron en su cerebro ó en su medio am·­biente; y de tolerar y respetar opiniones que no comparte. Civilizar es educar las masas. Pero para educar la masas, hay que empezar educando á los educadores. Por supuesto, que educadores no quiere decir implemente los maestros de escuela. Los educadores de un pueblo son aquella porci 'n del pueblo mi m o que por su inte­ligencia y su energía-y por su riqueza á vece -se destacan incon;:,cientemente de la línea común, y vienen á constituirse sin pensarlo en modelos de lo demás; encar­nando por 1 momento la a piraci 'n-el ideal inmediato, podría decirse-que bulle informe en la mente de todos. Y conform ·ean nobles ó mezquinos esos modelos, así será elevado ó rastrero e e ideal inmediato, e a meta hacia la cual corren ellos arra. : trando tras sí al pueblo. Por e o educa­dore es por los que hay que empezar. De modo que si yo hubiera de civilizar á Colombia, empezaría por educar á A n­tioquia; ya que por circunstancia , que no hay hoy e pacio ni ocasión de detallar, la considerq en condici nes más propicias pa­ra el caso que cualquiera otra porción del país. Y en Antioquia, empezaría por esa porción de ella que está verdaderamente en estado de comprender qué es y cuánto va­le la educación. Lo que es decir que fundaría una ver­dadera U ni ersidad; la cual sería la prime­ra que hubiera existido en el país; ya que los establecimientos de enseñanza superior que en él han llevado aquel nombre, ape­nas si lo merecen. Aquella Universidad, ricamente dota­da, autónoma, abierta á la verdad sin te­mor, libre de influencias oficiales y de sec­tarismos, habría de ser la expresión más elevada del pensamiento antioqueño. En ella se estudiarían y se investigarían, con espíritu amplio y métodos modernos, to- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. das las cue. tiones científica , artísticas, in­dustriales, sociales que interesan á Colom­bia. Allí se discutiría con razones y sin có­lera; y tendría derecho á ser oída toda voz que el saber autorizara. Allí se iría for­mando el gusto estético, de que tan en ab­soluto carecemos; se irían haciendo fami­liares los métodos científicos r.wdernos; se escudriñarían las ignotas riquezas de nues­tro territorio, y la manera de explotarlas; s~ estudiaría el modo de sanificar y sua­vtzar nuestras costumbres, de salvar la vi­talidad material y moral de la raza-que tan de cerca amenazan hoy el alcohol, la abyección y otros enemigos-; y, fomen­tando todo vigor fisico, moral, intelectual, se iría haciendo la ida en esta tierra más útil y más dulce: más vivible. Esa Universidad, tal com yo la figu,ro sería no ya la fábrica oficial de copartida­rios, ó el semillero de aspirante á los em­pleos públicos, ni oficina de patentes para p eudo-sabio rutineros y pretenciosos, i­no el cer bro mismo de Antioquia: vivien­do la vida de ella, é infundí ' ndosela nu va. Allí .lo graduados ejercicios de t la laya de arrollarían los músculos, la energías y las facult~des de los que llegaran encogi­dos estud1antes ; y en el rcsp to por el al- 1/~a matcr in pirarían el r spet de sí pro­ptos, fundamento único de la dignidad d indi iduos y nacione . De allí saldrían hom­br s s.a,no. de e. píritu y de cuerpo: una ge­neracJOn de audaces y pacientes; los e u­cadores del pueblo ; lo conq ui tadores dC' esta naturaleza tropical, insidiosa y hostil. Habría quizás entone s menos doctore que hoy ; pero habría más hombres. ... se fuera el principio de la curación de Colombia. Y el principio de e e principio ¿cuál es ? Un apóstol. Un entusiasta, que poseí­do de esa idea, no repose hasta ponerla por obra, entusiasmando á los otros · men­digando, inventando recursos: un Pad're Ra­bagliati de la Universidad. ¿Surgirá? .... Tal vez otro día pueda entrar en de. talles sobre todo esto. Hoy falta espacio. S. RESTREPO . SOM ­BRIA . """" "" "" Habían ido centenares de veces á esa ribera magnífica del río, que acogía sus amo­res con una indulgencia paternal en sus márgenes severas y apacibles. Aquella tarde bajaban también, apre­su. rados, abstraídos en sus propios pensa­mtentos, Tonio y Silvia. Tenían la misma edad,-trece años. El era esbelto blanco y rubio. de ojo esplendorosament~ azules que contrastaban con sus mejillas ardientes. Ella un poco morena, de labios encen­didos, con una cabellera de rizo perfu­mados y profusos. Todos lo conocían en el pueblo y sa­bían sus amores inocentes y sonreían de ello . '1, lo amenazaban en bromas con que le quitarían su novia. A ella, le decían que él la olvidaría por otra, antes de mu­cho. Los dos escuchaban indiferentes aque­llas amenazas que carecían de ignificación para sus almas aún nueva·. . . De camino, llegando Gasi al río, dijo tlvta: ¿ abes? dentro d una semana nos vamos á ivir allá-y s ñaló e n la ~ano una vivienda del otr lad del río, á ¡oca. cuadra · obre la falda oriental. Venían a ·id s del brazo. Tonio la sol­tó rep ntinamente y en medio del camino ·e plant ' á contemplarla con una especie de admiración e túpida. 6 -Qué? dij nada mas, por último. Silvia repitió con naturalidad:-Que nos vamos á vivir allá, á aquella casa del tr lado. -Y entonces? preguntó él_. on voz de alarma. -Pues-dijo ella-entonces tu viene aquí al puente, y yo también vengo aquí al puente. Aquella solución inesperada arranc' un suspiro de satisfacción á Tonio:-Yo si que soy bestia! exclamó; y haciendo en se­guida una cabriola, se inclinó rápidamente cogió una piedra y la despidió tan vigoro~ samente que produjo un silbido al atrave­sar el aire. Ella lo contempló un instante, enorgullecida del vigor que manifestaba. . S~guieron su camino mas de prisa, ca-st c~rr~end? para.ll_egar al puente que ya se dtstmguta. Pns10neras entre márgenes abruptas, corrían las agua del gran río, re - Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. dta . l\\ ~+:\ ,/~ ~l··~ ·~ ~~lf'A[f;; -· ~' \ · \ 1 . --~·- - V . ~ \. _ _::,- / .l' · l.. - jt, ' con un arrullo medita- ~ , ;:" : .. ~' . ndo y pausado. El horizonte de la tarde / ~~t. dllataba sobre el mundo sus senos de azul ::;r;! pálido, con una nube aquí y allá, como una '-UD~' isla vaporosa. Allá abajo-dijo Tonio indicando las riberas explayadas, á media milla del puen­te- se ahogó el domingo un hombre. -Como? interrogó Silvia. -Bañándose-En la orilla no es pro-fundo .... y fué entrándose .... y fué en-trando y ... . Tonio no concluyó, sino que hizo un gesto vago que ind~caba el naufragio fatal, lo irreparable. Silvia fijó entonces los ojos en el lugar designado, con un leve movimiento de mie­do en las facciones, como si hubiese con­t~ mplad~ la cara de un traidor, de un ase­smo. Un ruido de alas los hizo mirar hacia la altura. La tarde moría ya; y bandadas de palomas cruzaban el espacio, volando al palomar. Venían de dos en dos, lentas y graves, deslizándose en el aire largos tre­chos, sin una trepidación, como si una fuer­za invisible las hubiese conducido. tras se­guían luego, más veloces, pre u rosas d lle­gar al final de su carrera. Las últimas cru­zaron como saetas. -¡V é! ¡ míra! exclamaban los dos al­ternativamente, contemplando los vuelos de las aves. Cuando éstas dejaron de pasar, dijo Tonio: Yo ya tengo cien palomas. otro día· no tenías sino ochenta, observó Silvia. -Sí-pero he conseguido más. . ..... -Y son tuyas solas? interrogó ella aún. --Mías -afirmó Tonio con énfasis. -Me regalas un par? volvió ella de un modo provocante. Otra vez Tonio la miró con sorpresa. Permaneció como un minuto en suspenso. or último exclamó: -Es que son mías, pero para ti, por suppesto. Ella se echó á reir con una risa blan­da de placer y de victoria. Se habían acer­cado el uno al otro. Familiarmente le echó él el brazo sobre el hombro y el cuello, y los dos inclinados miraban en silencio hacia las aguas oscuras que seguían entonando su cántiga apacible bajo los arcos del puen­te. Habían aparecido en el cielo algunos as­tros; y las últimas nubes de la tarde, teñi­das de fulgores vespertinos, reflejaban sus formas luminosas en la corriente tranquila. A lo lejos, río abajo, las aguas se rompían . con clamores tumultuosos en una barrera de peñascos. -Oyes ?-preguntó Silvia sobresal-tada. -Qué? dijo él. -Creí .... me pareció, dijo ella, que habían hablado allí. El tendió el oído. Con voz firme afir ­mó luégo: Es el río en los saltos-é indic' hacia el lugar de donde venía aquel sonido. En el silencio dé la noche las ráfagas de bri. a les traían los ec s alte rnos de las aguas. Tonio había parecido varias veces re­coger sus fuerzas para decirle algo. Había querido decírselo en verdad; pero se ha­bían detenido en sus labios las palabras. Por fin, medio titubeando, empezó: Silvia . ... -Qué? - .... dime .... nos vamos? -Sí; ya es tiempo, contestó ella; y se volvió para ponerse en marcha. Pero él l.a cogió con suavidad de un brazo. Bueno, dt­jo; pero antes de irnos dime .... y se con­tuvo aún, incapaz de formular la pregunta. -Qué quieres que te diga? le pregún-tó ella. -Yo .... dime Silvia: tu te casas con­migo? articuló él por último, con una rotun­didad que revelaba la indecisión y el temor. Ella permaneció un instante cohibida. Por último, medio tímidamente, le preguntó á su vez: no te dije ·que iÍ desde la otra tarde? -Tú? exclamó Tonio asombrado. Silvia se quedÓ' pensativa unos instan- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. tes. ¡Cierto que nó 1 dijo por último. Fué que soñé que tú me habías preguntado y que yo te había dicho que sí. El exhaló un ah! de convicción y de satisfacción profunda; y se pusieron en mar­cha. Iban de prisa, temerosos, seguros de mano mayor, risueñamente, lo que Tonio proyectaba. El chico volvió á escaparse co­lérico y desolado como antes. y no vol~ió á decir nada, pero una angustia confusa le lle­naba el corazón al pensamiento de que no hacían sino rei ando él hablaba de sus Sil que serían reñidos porque tardaban~~?~/ ... --.~- ceso. ~~..:;.,2 ~-· , ' ~ 2..!"" ~~ --N o ves? decta ella- / ~~ Cuando nos vamos para el otro le.do, podrás venir todos los días des-de temprano, y no.s estamos en el puente toda la tarde. La casa es ahí, muy cerca. La idea del amor era para ellos inse­parable del río, del puente, de la tarde, que habían sido los pretextos de aquellas excur­siones vespertinas. · Ahora, el pensamiento de que Silvia se casaría con él, llenó á Tonio por comple­to. En verdad que sería después, cuaqdo estuvieran grandes, como su hermano y la hermana de Silvia que se habían casado un año atrás. Pero con esa carencia de perspectiva que tiene el tiempo en los primeros años, l{más tarde," para Tonio, era un tiempo tan cercano, que se le hacía indispensable con­templarlo e mo inmediato de de lueg . A los p cos días, dijo á s u madre, formalmen ­te, con una gravedad soberbia: Yo me oy á casar con il vi a. -¿De veras? exclamó ella con acento de irrisi 'n; y s ltó la carcajada. Tonio se sonrojó vivamente y salí ' huyendo. U na sensación turbia de cólera se apoderaba de él. Después, hizo muchas preguntas á s u hermano. Quería saber cómo había hecho él para casarse. Cómo había dicho á su no­via; cómo había dicho en su ca­sa. La madre oyó un día sus preguntas y di-jo al her- En las tardes había llovido. N o podía ir al puente (}n busca de ella, que ya vivía del otro lado. Un sábado, camino de la es­cuela, tropezó con el párroco en la calle. Era un sacerdote joven, afable, de rostro jovial, risueño, y franco. Conocía mucho á Tonio. Tonio al verlo, dió con el pié vigo­rosamente en el suelo. Le había ocurrido una idea. El cura era quien hacía los ma­trimonios. Sombrero en mano se le acercó. Pero le daba vergüenza. Sinembargo, con rodeos y vacilaciones, acabó por exponerle el caso: yo tengo ganas de casarme, dijo. El cura lo contempló con admiración. -Tienes novia? le preguntó. - í señor, contestó él; y en voz baja, co n dulzura, murmur' despué : Silvia. El cura abri ó los ojos desmesurada­m ente. Record ' que los muchachos eran novios, que tenían sus amore infantiles, conocidos de todos en el pueblo. - Ja, ja, ja,! prorrumpió en una nor­me carcajada. Tonio, confuso, inclinó la cabeza, rien­do un poco también, pero irritado, y tenien­do como jamás la sensación del sarcasmo. El Cura fué á hablarle, á preguntarle más para divertirse. Pero Tonio se marchó sin despedirse. Al medio día, cuando vclvió á la Escuela, supo que el maestro estaba enfermo. Había vacaciones hasta el lunes. Miró al cielo. Estaba nebuloso. Llovería de seguro. Se encogió de hombros con violen­cia. Qué importaba? .... y se lanzó á toda prisa en dirección al río. N o pensaba, no sentía nada, sino que iba á ver á Silvia y á .. _ ----- ~ .. -. ~- => . con versar con ella. Cuando llegó al puen­te, se le ocurrió, por primera vez, que ella no sabía su venida, que no lo esperaría sino en la tarde. De­cidió entonces subir Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. hasta su casa, en busca suya. Había que eguir un trecho por la ribera, río abajo. Estaba agitado; sin aliento: tan rápida ha­bía sido su carrera. De tiempo en tiempo se detenía á respirar, á ecar e el udor que le rodaba por las mejillas. En un leve reco­do de_l sendero, repentinamente, hizo alto con brusquedad y dejó escapar un grito. Había visto á Silvia, acababa de distinguir­la, al travé de unos arbustos, bañándo e en el río. Sin detenerse, poseído de un júbilo incontenible, corrió, llamándola por su nom­bre, hacia ella. -¿Tú? exclamó ilvia, atónita, sin a­ber que hacer; y añadió con premura, ¡' é­te! véte! -N ó! ¡ y e! I le venido á buscarte, dijo él con voz de angustia y acercándose á la orilla. U na ola inesperada, de e n cicla de regocijo le había dominado al descubrirla tan cerca y solitaria. Ella, viendo u agita­ción, se quedó entone s indecisa. Qué hay? le preguntó. Tonio no sabía cerno empezar. Sentía y pen aba confusamente una multitud de cosas. Lo había acompañado en su carrera la esperanza de que encontrando ' á ilvia, encontraría un alivio, una olución para el problema incompren ible que le venía tor­turando. hora, en frente de lla, no hacía mas que mirarla, y admirarla, absorto, perdida la hilación del pensamiento. Le parecía asombrosa de hermosura, medio oculta en­tre las piedras cercanas á la orilla, con los brazos y el cuello descubierto , y los cabe­llos intensamente negros, abrillantados por el agua. -¿Qué ha sucedido ?-vol vi ' ella á preguntar, viendo en el ro tro del mucha­cho pintada la confusión de emocione . -Ah! ¡N o sabes! empezó él. Ahora verá . ¡N o podemos casarnos! Ella sonrió. ¿Por qué? dijo distraídamente en e­guida. El, entonces, con palabras entrecorta­das y en desorden, le contó lo ucedido. Interesándose en la narración, ella se acer­có lentamente á la orilla, hasta sentar e, con los pies sumergidos en el agua, sobre una de las piedras. Agitaba lo cabellos en el aire con una de sus manos. Parecía haber­se preocupado también, pero menos que el muchacho. Grandes árboles sombreaban allí la margen. El agua se detenía en un reman­so como un lago, y estaba cubierta, á gran­des trechos - de juncos y nenúfares. De tiempo en tiempo, una trepidación fugaz agitaba la muchedumbre de las corolas acuáticas. -Y por qué viniste hoy? preguntó Silvia. Tonio á esas palabras pareció volver de otro mundo, despertar de un largo ueño. Siguió ~u relación: el maestro enfermo, su carrera veloz, su ira, su miedo y acabó por pre untar: ¿qué hacemos? 8 Ella e encogió de hombros. -Qu' importa? dijo. Esa expresi 'n le desconcertó por com­pleto. No quiso mirarla y volvió los ojos su­cesivamente á las cumbres remotas de los montes, á lo. senos profundos del espacio y á las aguas. Soplaba una brisa muy te­nue, haciendo tremolar los xtremos uti­le de los juncos y las rama · menuda de 1 s árboles. ilvia le miraba, absorta, 1S1- blemente e nmovida por esa convulsión in­terior que le parecía inexplicable. Los ojos azules del muchacho continuaban extravia­do , dirigiendo sus errátiles miradas don­dequiera. P r fin, lo fijó en ella otra vez. Quiso llamarla articular u nombre¡ Silvia! Silvia! como si ella hubi se huido, como . i fue ya lejos. Pero u oz ·e ahogó en un llozo invencible, y . u · pupila . e 11 naron de lágrima. ilvia, ent nce , e pu en pie, páli-da, conmovida por la cxplo ión de e ·e os­curo pe ar cuya amargura p rcibía en to­da su inten idad por último. ó! ¿ Por qué llora. ? -¡ Cálla, Tonio! Y no acertó tampoco á decir más, es­trangulada su voz por el contagio de la tri - tez a. Se quedaron silencio os, ella acaricián­dole el rostro y la cabeza con la mano, limpiándole las lágrimas, recogiéndolas en las yema delicadas de los dedos á medida que brotaban. El agua lenta en el remanso, parecía gemir también, ahogadamente, acariciando con suavidad la ribera silenciosa y el reba­ño de nenúfares dormidos. A veces, sobre las aguas, pasaba una rápida sombra. Gran­des pájaros, de alas cenicientas, atravesa­ban el aire, sobre el río, en direcciones oblícuas. .Silvia se estremeció un momento. V é- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. te allí, espérame, dijo con suavidad. Tengo frío, pero me vestiré en un instante y nos iremos para el puente ó para la casa juntos. El se desprendió de ella y dió un pa­so para irse, pero volvió aún á mirarla. En la expresión de su mirar había una especie de honda súplica, un grito-no me olvides! ¡no me dejes! imposible de articular en pa­labras. Silvia miró de nuevo al río. El sol des­tellaba sobre las aguas que seguían desli­zándose .soñolientas y henchidas con una especie de voluptuosidad serena. -Me voy? dijo Tonio, comprendien­do que ella vacilaba. -Espéra, contestó Silvia. Voy á ba­ñarme otra vez, un momento. -Pero míra, añadió luego: aquí,-y señaló bajo la sombra de los árboles,-es muy profundo. Para allá,-y rle ·ignó en sentido opuesto-es más bajito, pero hay piedras y me da miedo de caerme. Dáme la mano para pasar un pedacito. El entró al agua apre uradamente, lle­vándola con tiento, explorando el piso él mi mo é indicándole 1 camino palmo á palmo. e había levantado un viento fu rte, que agitaba los cab llos d la muchacha sobre ·us hombros y su e paldas, ciñ 'n­d los á vece , como un d gal rle seda en derred r del cu llo. En torno de ellos la onda· turbias se rizaban con una agitación e mo un estr mecimiento n rvioso y seco­r naban de e pum a . -Espéra, dijo ella con tem r, miran­do hacia la ribera que parecía ya lejos. Do pájaros e habían detenido s bre la rama de un árbol que avanzaba en el eno del río casi á flor de agua. Los dos cantaban, la eterna canción, inolvidable é invariable, de las parejas aladas; Tonio y Silvia e quedaron mirándolos y oy 'ndolos. El canto se prolongaba, in ·istía, dila­tando en el espacio sus vibraciones cris­talinas. Sobre la rama, los bellos cantores revoloteaban. e miraban de frente, silen­ciosos, un instante; acercaban los picos, me­nudos y brillantes, hasta tocarlo . Era el tiempo de los nidos. Tonio miró á u compañera ávidamen­te. El empuje de las aguas la hacía á ella oscilar, balancearse como una hermosa plan­ta de aquellas que elevaban su talle esbel­to y ágil en el seno de las aguas. El viento seguía sacudiendo sus cabellos, esparcién­dolos, agitándolos como un negro turbión 9 en redor de su cuello y de sus hombros y sobre sus brazos desnudos. -Silvia, te quiero mucho, con toda mi alma, exclamó él por último, apasiona­damente; y la cubrió de caricias atrayén­dola á sus brazos. Ella reía, abandonán.do­se, agitan do las aguas con los pies y deján­dose besar complacida en los labios y en los ojos. -No ves? decía-Yo también te quie­ro mucho y no me casaré sino contigo. ¿Qué importa que se rían? Tonto! .... ton-to!. ... llorar. ... un hombre .... tú!. .. . Insensibles ·habían ido avanzando, de­jándose llevar más y más lejos, atraídos por el esfuerzo de la corriente. Cuidado! dijo Tonio de pronto. Házte acá. No sigas, que allí fué donde se ahogó el hombre. Y quiso volverse teniéndola de la mano. Inconscien­temente habían cambiado de posición, que­dando ella con la espalda vuelta al río. En ese instante, al retroceder atray 'ndola, vió él un gesto rápido de terror sobre los ras­gos de ella y sintió que se hundía, que se iba, llevándoselo consigo. - Tonio! ténme! socórreme! grit' ella agarrándose de él violentamente. El e echó atrá , buscando bajo las ondas desespera­damente una piedra, cualquier cosa en que apoyar e para poder contenerla. Habían pasado la zona de las piedra y pisaban un banco de arenas movedizas y de fango, cu­yo borde había cedido. Tonio luch' aún por un in tante, intiendo que el . uel se hundía bajo us pie , agarrándose convul­. ivament de ella, como ella ·e agarraba de 'J. U na vez y otra sacaron las cabezas. espués, las aguas inmen as se e rraron so­bre ellos impasibles. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 1 1 ·' 1'1 1/ '• ,, 1 1 1 1¡ .. \1 ¡ 1 1 ' 1 1 IJ Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. CARLOS E. RESTRE ­PO . CERA Y DIA ­MANTE . "- "- "- "- Rafael Giraldo y Viana nació en Ma­rinilla el 7 de Mayo de I 8 59 y murió en Bogotá el 24 de Abril de 1903. Entre estas dos fechas se encuadra una vida dulce, delicada; tanto, que el escritor teme profanarla al referirse á ella, como se teme empañar, si se toca, la brillantez y tersura de la seda blanca; pero al mismo tiempo se encuadra una vida fuerte, enér­gica, ...JUe desafía aun al hierro quemante de la calumnia. Giraldo y Viana tenía contex­tura de acero cubierta de armiño. Y entre esa contextura, un corazón formado de igual maravilloso modo: de ce­ra para el sentimiento, de diamante para la resistencia. De lo blando nacían con mansedum­bre la modestia, la humildad de su carácter; el amor desinter sado-un amor de virgen núbil, ardiente y candoro~o-á la familia, á la Patria, á la humanidad y, po~ sobre to­d o, á Dios. Aquella suavidad lo hizo poeta; de a llí e manan estro fa como e stas, in spiradas por la arti sta ra. T . L. de G. •E s á vec es tu voz blando murmullo de cris talina fuente, ó el arrullo de tímida torcaz ; e á veces, la múltiple arme . ; ,1 Que forma la grandio a sinfouía del anchuroso mar. E el s u urro d e la brisa 1.. · que blandamente resbai · ... . , mueve • las hoja del p..i mtar, ó cuando agita el bosque centenario. de la tranquila sol edad ~antuario, la voz d rl huracán. Mas .... silen cio: las hondas emocione · no puedo, y las dulcísimas fruicione , pintar del corazón cuando, sobre el teclado, ágil resbala tu blanca mano y tu garganta exhala temísima canción." Con lo diamantino del corazón resis­tía Giraldo y Viana-con serenidad de hé­roe y de mártir que recibió por atavismo­todo cuanto para su alma de hombre hon­rado y de cristiano, debía resistirse: la fuer­za de la sangre, las adversidades, la fasci- 11 nación de los abismos y el vértigo de las alturas. Era una voluntad, pero una voluntad sin contracciones: la ejercitaba con fácil sencillez, porque así debía ser, no impor­tándole- poco ni mucho-el efecto produ­cido. Siempre obró lo mismo, como en los dos 3.Ctos que abrieron y cerraron su carrera pública. Fue el primero cuando, ya casado, re­gentaba la e cuela primaria de San Pedr , después de 1876. El partid vencedor, ex­altado e n los recientes triunfos, y ávido de ensayar ideas nuevas, no quería que las escuelas fueran dirigidas por personas co­mo Giraldo y Viana, vencido y del credo añejo. Se le notificó que había opositores á la escuela, con título de Normal, que él no poseía; robó entonces muchas horas al sueño, en poco -tiempo se preparó con sufi­ciencia, se presentó á examen y obligó á sus contrarios á extenderle título de Maes­tro graduado. Volvió á la escuela y, ven­cedor en el ataque, se retiró prontamente. Fresco está el otro hecho: quiso un su­perior jerárquico obligarlo á que opinara como no opinaba; aquél se enardeció por­que lo supusieran susceptible de error; exi­gió la renuncia al inferir levantisco, y éste la hizo en términos tales que el renunciante fué aclamado al salir como ningún Gober­nante de Antioquia lo fué al entrar. A los pocos días el cadáver de Giraldo y Viana recibía del Gobierno Nacional los honores de General de División y de Gobernante inmaculado. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Diez y seis años há, cuando Giralda y Viana era casi un adolescente, publiqué su m iniatura. Hombr e maduro á su muerte, merece que de él se d iga lo mismo. ¡Tan poco así lo afectaron las cosas y los hom­b res; el lodo del tiempo no empañó el can­dor de su a lma! Héla aquí: "El que entra predica su abolengo; es el hijo de un mártir. Figura curiosa es este Rafael Giraldo y Viana; t iene rostro de Cristo sin padecer; las mucltaclzas lo quieren Lien y se le arri­man, porque aunque es un buen mozo, no inspira tentaciones: es un armiño. Heredó de su padre las aficiones mi­litares, y tánto, que cuando ha querido li­brarse de una multa, dice que le tiene más miedo "Que al ruido estruendoroso del combate." Gusta imaginarse erguido entre nubes de balas y adormecido con el tronar de los cañones. Y se lo creo. Pues aunque es sentimental como él solo, se pli ga, d 'cil, al recuerd de u in­fancia, de su colegio y de su madre, y es afectuoso como una niña; su sentimentalis­mo no es de es romancesco ni neu rós ico que empalaga: cu corazón tiene fibra u­tile , delicadas, que e extremecen al me­nor contacto, per . on de acero bi en tem­plado; ¡vibran agitadas por las graneles en­saciones, pero con firmeza inqu e branta­ble." (El Casino l,itn·ario. I 887.) Ahora que ha muerto, su familia debe lamentarlo, y lo lamenta con el estrem c·i­miento de las ruinas domésticas totales. Gi­raldo y Viana la multiplicó sin contarla, encomendando á su fé robusta lo proble­mas de una prole numerosa; y á ésta, pura y gentil, 1~ trasmitió esa fé que ha de sal­varla del cataclismo en que fue abi mada. Colombia debe lamentarlo; en esta bancarrota de hombres y avería de volun­tades q u e atravesamos, menos vi ibles pero más.profundas que la bancarrota fiscal y la avería financiera, una voluntad y un hom ­bre como Giraldo y Viana hacen falta in­decible. Por él ¿debemos lamentar su muerte? E n los grandes nau fragios, cuando, ro­tos hélice y casco, estalladas las calderas, 12 la pérdida de todos los tripulantes es irre­mediable ¿serán de lamentarse los que mue­ren primero? Medellín, Junio de I 903. ENRIQUE W. FER ­NANDEZ. A RAFAEL GIRALDO Y VIANA. Te ta gallarda, olímpico emblante, Ojos ingenuos cual la luz del día, Boca viril en que el valor reía, Busto como el de Apolo, de lumbrante; Alma como el reflejo del diamante, Corazón como el oro y la ambrosía .... ¿ Y un sér a s r de tán ta y tál valía Se hunde y muere y se borra en un in tan te? ¡Oh no, jamá ! El ánimo maltrecho Gime y tiembla al mirar las sepulturas, Ese tu.rhión tan lóbrego y estrecho Que e traga v oraz, la vestiduras ; Pero el sér mora siempre en nuestro pecho Y titila sin fin en las altura . Bogotá, Abril 25 de 1903. ANGEL MARIA CASTEL L. PEREZ GALDOS Y LOS EPISODIOS NA CIONALES . Pérez aldós, el ilu tr m a e ·tr , e· l a p r o­nificación de la actividad y d e l trab a jo. En es te tiempo se le podría ver pas eando al g ún ra to por la tarde, p ro el pa~eo le ·irv para ir á correg ir pruebas ó dar instrucciones en la impr nta donde imprime sus obras en la Carrera de San Franci sco, ó para dar una vuelta por su casa editora! de la calle de Hortaleza. Viv e en una casa no muy lujo­sa del Pa eo de Arenero , y en ella trabaja muchas horas del día in recibir visita que forzosame nte le di traerían de :.,~1 estudio · y de sus trabajo . Por rarísima e ·ccpción, quiso recibirme un día de la emana p a ·ada. E1 , r las diez de la mañana, y el insigne :critor lleval, a dos h')ras de trabajo, según me ," : 1 criado .... cuando hicimos la pa-c s porqu • ímo ·. sin reñir el fiel servidor del maestro y ·o. : {e lo negó el criado, y ya estaba en la calle u: .. do salió tra. de mí llamándome. D . Benito hah ~ · 1.ntado la con · irrna en mi obsequio. Dio se l1. 11, ·•n e y el santo del día. El criado ha­bía cum~ h · ') ~u deber . N o cabía enojo de mi par­te. } ,i autor de los Episodios uacionales trabaja P n "'11 uarto de e tudio y dormitorio á la vez: una gran sal a sin drapería ni lujos pero con mucha luz, mucha ventilación y, en uma,' mucha hirriene. La cama á un lado · al otro la mesa, creo que de pintado pino, y sobre ella una cartera, un tintero , muchas cuartillas y un atril muy sencillo, sobre el Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. que había colocado algunas de aquella ya termi­nadas · en diversas sillas, libros y periódicos en montón. Con tanta modestia vive el que por u ta­lento y con sus libros es uno ele lo escritores que má dinero ganan. Tenía entre manos Los duendes de la Camari­lla, el tercero de los Episodios de la cuarta serie. - Se publicará- me dijo-á mediados de Abril y comprende los años de 185o, 1851 y 1852 hasta el mes de Febrero, que es cuando el cura Merino atentó contra la vida de la Reina Isabel.. .. el 2 de Febrero de aquel año .... E muy interesan-te la historia de los suceso. relacionados con aquel regicidio. Este libro es de lo que me han costado má trabajo. La palabra camarilla que he pue to en el título obliga á mucho, y es preciso explicar todos sus misterios .... A este libro serruirá La re71olución de Julio, que es una relación de los uce os de 18 54 la su­blevación militar del Campo de Guardia· el ma­nifiesto de Manzanare el oriaen de la Unión li­beral .... A La re11olución de Julio seguirá O Donnell, la historia política de aquel caudillo que llegó á con - tituiru no de lo, gabinetes má. duraderos de la Espa­consti tucional. El s xto libro será Aita Tettauen ó sea La guerra de Africa. He adoptado el título en árabe, porque erá un r lato de aquella rosa y Versos es deliberada, hija del estudio y la reflexión, que le han mostrado donde está el gusto castizo de sus paisanos. Aho­ra bien, como Jo entiende el mismo señor Ospina, la obra del poeta popular es in­consciente, los cantos de él no nacen de la reflexión, son espontáneos y primitivos co­rno los gorjeos de las aves montañesas; ca­suales como le sonó la flauta á Epifanio Mejía cuando compuso el canto del antio­queño. • "" "" Hemos oído decir con insistencia que la publicación de El Recluta fue un fiasco. No lo estimamos nosotros así. La publica­ción de El Recluta fue un triunfo, el triun­fo de D. Tomás Carrasquilla sobre todos los que escribimos por acá. En ese libro se presentó un certamen que tuvo más efica­ces resultados que el Concurso de La iJ!Iis­celáuea [aquel en que ganaron medallas de honor D. Samuel Velásquez y D. José An­tonio Gaviria] porque al juzgar El Recluta, el jurado calificador fue el público, y en lu­gar de medalla hubo la consagración defi­nitiva de nuestro gran literato. Ante todo admiramos á Carrasquilla por su cuento A la plata. Por supuesto que ese cuento es poco antioqueño: aquí don­de el sentimiento de familia está tan arrai­gado, donde el hombre es altivo y pundo­norosn, la mujer honesta y recatada, el ca­so del cara tejo Langas y su hija, es muy raro, fenomenal. Pero A la plata es un cuento muy bonito! Tememos, eso sí, y esto nos amarga ~1 gusto, que en otras partes tomen el asun­to del cuento como ordinario en Antioquia. Dios nos perdone el elogio de la obra si se ha de dar á ella tan desusado alcance. Entre los escritores antioqueños hace excepción D. Tomás Carrasquilla en punto á moralidad. El libro El Rec:luta, que era jardín de inocentes flores montañesas, lo echó -á perder con su cuento A la plata (para lzombres solos). pues no se atrevieron los padres de familia á llevar á sus casas el precioso libro. Nosotros, como somos hom- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. MODAS. Señoras y amigas mías: Los directores de Lectura y Arte han tenido á bien elegirme para que presente á Uds. esta sección de su periódico, y yo lo hago gustosa en la creencia de que aceptaréis agradecidas este esfuerzo tan simpático y tan Íttil. Hoy no podré dar en materia de modas otra cosa que la copia de algunos figurines de los que vienen de Eu­ropa y Estados Unidos, figurines que por sí solos se explican y que no exigen para su confección otros conocimientos que los que feliz­mente poseen nuestras modistas. Otra vez, si aceptáis este comienzo con ei cariño con que se os ofrece, entraré á hacer algunas indica· ciones, que si van dirigidas en parte no pequeña á la s modista s , son quizá más indispensables á aquellas que las c.cupan. Hoy faltan es­pacio y tiempo para ello. Quedaría yo muy contenta si en cambio de mi esfuerzo en favor del periódico Lectm .. ay Arte, Uds. lo recibie­ran con la simpatía que yo siento por él, y aún agradecería muchísi· mo las indicaciones que me hicieran las amigas por medio de cartas enviadas á la Dirección. S. S . S. y amiga, FIGURINES . No. I · Blusa para señoras, de !wláll, muselina ó cualquier otro género lavable. N
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Prensa

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Lectura y Arte - N. 1

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Audiograma Centro Cultural Newén Mapú

Por: Red Distrital de Bibliotecas Públicas. BibloRed (Bogotá. CO). Línea de Cultura Digital e Innovación | Fecha: 2025

Centro Cultural Newén Mapú - Ubicado en la cuenca media de la quebrada Chiguazá. Audiograma parte de la exposición digital "Cartografías del asombro. Un recorrido por la ciencia comunitaria en Bogotá" que ubica distintas iniciativas ciudadanas en la ciudad.
Fuente: BibloRed - Colección Digital Formatos de contenido: Audios
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