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Vida Intelectual - Año II N. 23

Por: | Fecha: 15/07/1905

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Ailo 11 S:lnl:l Fe, Julio 15 de tOOS Núm. z! <\) ida Intelectual ~ J REVISTA QUINCENAL ~ DE LITERATURA, DERECHO Y CIENCIAS SUMAR I O DECADENCIA MORAL-Domingo G. Silva ......... . c-.RA BLANCA-José Zahonero ...•................. LA HIJA DE ESPANA (poesía)- AibOI'( O Risco . . ... . EN LA TABERNA lpoesia)-Lols V. M ohando .... .. ALUIZIO AZEVEOO Y PtREZ OALOÓS - G. A. M ar- UnC.t zu, iría ................................ . HACIA LA CUMBRE (pocsia)-JUU\l Aymerlc h .... . LA ODISEA DE UN QUINTO- IIe rnúndoz VillaOSéUSll. PRESAOIOS (poesía)-A. M lguén s Pnrrado ...•. .• EL CAUDILLAJE AROENTINO- J OSÓ M. !llonzón •.•.. FLORES Y NIDOS (poesia)- F. A COl> la y Ltll'll. .. .. VISIÓN PAMPEANA (pOObÍU)-JosÓ M. Queved o ... . UNA CARTA JuliO Vt•rn c ............. .. ......... .. lES CESIBLE LA ACCIÓN REIVINDICATORIAI-ZullÓO :.t:utlrtl'/. ...................................... . VOCES IJIIJl'SÍ:II-CUsiUIIO :\IOOC~al ............... . LA UNICA AMIQA LEAL (poos ía)- J. S. LÓpOz dO Gvlll!ll'll ....................................... . • • • (pvt"•ÍIIl Antonio NQricga V u roJa ........ . LA LENOUA DE CERVANTES-AntoniO d O Val buena EL POEMA DE MI TIERRA(POOSÍU)-l'cdr o N. B orr o ttn LA SOBERBIA DEL CÓNDOR (pOOSÍil)-Luls !lhll'tilll':t. ~l:trc·v;, ....................................... ·· CORO NEL JOS~ M. AOUIRRE- H:tUIÓII J 1...1.,'Íll)-C"arlo., 0 \"ÓIIJI: ... EL MINISTER IO FISC,t.L Julio A . llU.,:tlliCh€' .••••. PROVINCIAS HERMANAS (f10CSÍ3)··0lllldl ll o VÚ:t.IIUCZ l.mhwiin . . .. . .. ........ .. Pág. 1 S li zo 30 39 ~o ~ il s.; g¡; 87 89 113 JIS ll:i II G m 139 ll:l 151 IGI 1G8 170 l i l 11 i li!l JH8 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. VIDA INTELECTUAL EL ANGEL DE LA RESIGNACIÓN-Eduardo 11 . Du ffau LOS VOLCANES- V. López Bormú<.lezoo. oo. oo 00 oo .. CREER EN SI MISMO- José G. Paz .. oo .. oo oo oo oo 00 • EL CANALIZO DE GEL VES-AntoniO Cursachoo oo oo DE LIRIOS Y NENÚFARESSpoesía)-Ramón Bergman SECRETO MÉDICO- José l. Pi cazo ... .... . .. .. • •.•.. INGENUIOAOES-AlcidCS Arguedas ............... . MARIANO MORENO-Nicanor llloHnas (hijo) ••... . · ZAPIOLA-5. Ecllegaray ................... ....... . YO PECADOR-Carlos Maria Ocanto:¡ ............ . NUESTRO ANIVERSARIO· ........................... . SANTA FE Imp. LA VELOCtoAo-Umberto 19. y·s. Luis 1e o es Acaba de aparecer 199 202 205 209 213 215 228 230 213 248 249 Rimas be Amor P oR G. A. M ARTfNEZ ZuviRfA 2.a EDICIÓN AUMENTADA EJEMPLARES DE LUJO En papel d el J npón, encuadenwción piel de Hus ia, cantos dorados, agotada. En papel Yelin, ene. AmateUJ', S 3.00 En papel de hilo » , Edición común, rúst.ica, .. )) 2.00 1.00 Se remite fl'an co de por te al que envíe su importe en bonos postales al Sec•·eta•·io de VIDA INTELECTUAL, y á todos los suscritores d<> la rovista que pag.uen un semestre adelnntndo. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Año 11 Santa Fe. Julio t s ele t 90S Núm. 23 VIDA INTELECTUAL LITERATURA- DERECHO - CIENCIAS Olrect o,.e a: DR. RAMÚ:'< J . LASSAG A DR. Ju1.10 A. BUSANICHE RAMÓN J. DoJ.DAN Secr•tarJo: Adml nlttrodor: G. A. MARTÍ :' • corazón que lo noble sólo e nct e rra, enamorada música del nido, Dios e n la eternidad! m ad r e en la tierra! ¡Ay! del huérfano errante, en su locura, cuando e l pesa r s u corazón taladre busca r á en vano con filial ternura los e ntreabi e r tos brazos de su madre! Y ante la realidad desoladora - e ntristecid a e l a lma hasta la muerte,­fuera de sf, ma ld eci rá la hora que vino al mundo con tan n egra s uerte!... Cuando in vade al espíritu agi tado una amar g·a y g lac ial m e lancolía, y e l corazón en fe rmo y a ngustiado apaga e n nu es tros labios la alegría! Buscamos las felices e m ociones, y al hallar solamente s u s des pojos , se ntimos que se Yan las ilus ion es y se ll e n a n d e lágrimas los ojos! V e n m e dio á ese destierro tan profundo, no pudiendo s ufrir ta nto d es ,·elo, levantamos los ojos d e est e mundo pidie ndo una palabra d e cons u e lo. En ese instante, e n que al do lor se entrega la voluntad y e l co razó n estalla, ¿qui é n es e l ángel q u e á an imarnos lle o-a •· desafiando e l furor de l a bata lla? l:> Es nu estr a madr e. Una muj e r s incera que po r s u hijo h no:; ta •m v ida inm o la ... Y o la perdí! ... y mi ex istenc ia di e ra . ' r o r mtrarla una ve.%, una \'e% sola! Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. VIDA INT'ELIWTUAL I V L as lágrimas moj a ron las m ejillas, miré á Egmundo, y 'lo v i que solloz aba,­l a luz a bría s u broc he, y e n puntillas la rubia auro r a e n l a t a be rna e ntra ba. Es~e nio, dij o e nto n ces: «S i los bue n os d e b e n s ufrir, c u a l bestias, r esigna d os, y o prefiero se r mal o , porqu e a l m e n os tendré la libe rtad d e los m a lvados ! Y presinti e ndo una desdic ha e te rna, co nte mpló á s u adve r sario d e hito e n hito, y a b a ndo n a nd o Juego la ta be rna se a lej ó r e pitie ndo «estoy m a ldito !» Llevaba la m e le na a lb o rota d a, y e n s u a ltiva actitud, so le mne y ruda, parecía aquella alma desolada e l espectro dolie nte d e la du da! E ra inme n so s u grave d escon s u el o, é invadió nuest r as a lmas ele t a l s ue rte, qu e sentimos s u gélido desve lo c on e l tris t e sil e nc i o d e la mue rte . H ast a que v in o a l fin á d ecid irnos e l sono ro tin-tá n d e un a ca m pan a, y juzgam os prude nte de s pedirnos con la fra nca es pres ió n: ¡ha s ta maí'ía né\1... A fu e ra. P o r la s call es, e n legio nes, multitudes de h o mbres y muje r es, o s t e n tando s us rús ticos b la s o n e s d es fil a b a n ca n tando á lo s ta ll e r es. Mi e ntras e l ast ro-re y, des p a rra ma ndo sobre el mundo s u lumbre tan qu e rida , ihn tra nquil a m e nt e de s perta ndo <:\ los p o bres me nd igos de la \·ida. 29 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ' 30 VIDA I NTELECTUAL Las brisas al pasar l os arru ll aban con plegarias de amor y de consuel o, y las o-randes usin as salpicaban la magestuosa claridad del cielo. Lms VENTURA MoHANDo. En Buenos Aires, lOO& . ALUIZIO AZEVEDO Y PtREZ GAiDóS l CASUAL IDAD Ó PLAGIO r Acabo de leer Doita Perfecta de Pér ez Galdós ¡Rara coincidencia! Hace dos días l eí la última página de El lllulato de Aluir.io Azevedo, en la Diblioteca de La Nación. Y digo rara coincidencia, porque á n o haber sido casi simultán eas ambas lecturas, creo que n o habría observado la semejanza sorpren dente de las dos novelas, la exacta cot't'espondencia d e los tipos que en ella figuran. Voy á d emostrarlo, sin entrar ni por un mo­mento en las peligro::.ns honduras de la originalidad artística; qui::.iera alejar h n<, ta la más •·cmota idea del vlagio, que ::.iempro deja ver tímidamente l a punta de una oreja en lu s lontananzas imaginativas d ol l ecto r malicioso. Hago constar únicamente que Dona Pe,.fecta es del allo 76 y El ~,lfulato del 80. Y con todo, á no conocer estas fechas, s i se ofre ­ciera la duda, habría ascgurndo que Pérez Galdós, lomó de Azevedo los Ct\I'ACtercs y hasta el argu- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. VIDA IN1.'ELECTUAL 31 menlo de su novela, tan vigorosos y sueltos se pre­sentan en El Mulato los mismísimos personajes que se asoman descoloridos y algo enredados en Dof!a Pe1'{ecta. En la novela de Galdós, cedámosle la primacía por su mnyor ednd, las principales figuras son las de Pepe Rey, Ro sarito, el Canónigo Don Inooencio y Dofta Perfecta. En la novela de Azevedo son las de Ra.imundo, Ana Rosa, el Canónigo Diego y .... en r ealidad hay otras. pero estas tres bastnu. Pepe Rey es un ex celen te joven, que frisa en los treinta y cuatro nftos; de complexión fuerte, arrogante, todo un buen mozo. Lo que más se ad­mirli en su rostro son sus ojos, que parecen negros sin serlo. Sobrio de palabras, no admite retrué­canos en el pensamiento. No conoce la dulce to­let ·ancia del condescendían te siglo que ha in ven­tado singulares velos de lenguaje y de hechos para cubrir lo que á los vulgares ojos pudiera ser de­sagradable. Este es en extracto la pintura que de Pepe Rey hace su creador. Lo que sigue no lo dice, pero se desprende. Educado en el más revolucionario de los siglos, en todas sus obset'Vtl.Cioncs se adivina un a t·dien te anhelo de ver renovado el mundo y hechos nilicos los antiguos moldes de ai\ejas conciencias, para fundit· las modernas en modei'Oos troqueles, con la marca dol L'iglo. Mucho aftin por regenerar ni hombre, mucho amor á la humanidad, mucho des­precio por las creencias que á él se le antojan su­persticiones. Item más: es honrado, caballero y simpt\tico. Ct·ee en Dios y ha viajado mucho. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 32 VID A I NTELECTU AL El Dt•. Raimundo J osó Da Silva, t ambi én li a viajado much o y tambi6n cree en Dios, allá, en un Dios á ~u manera, dulzóu y acomodaticio. Tiene veintis éis a t1 os, es alto y elegante; as­p e cto de fuerza é inte li~encia. El r asgo ca rac ­terís tico de sh fisonomía son sus ojos gran des, lle nos de sombrns azules. Sus modales son cultos y sobri os, s u manera de hablnr es en voz buja y si n vueltas, a l pttn, pan y al vino, vino, no importa qué efecto produzcan s us pn labt·a:s. Es t e es ol r er.rato quo hace el autor. .Además se cl esprende que es hijo ama n te de ~u s iglo, que od ia la sup <'rst'ición , y po r odia1· la Sl;pcrst.ición, des precia la r eligió n; qu<' quie!·e libertar las con­c iencias d e los viejos yugos, s njett\udola , pQr su­puesto, 1\ los m od ern o::; ¡ qu e quiere regene r a t· la humanidad y que ama al h o mbre. EH do s pal!tbras : Raim.tlndo es ol mi¡¡ mís imo Pept> Rey, un p oco más j oven , y 111\da tm\ s. Hosnrito <'3 UlHI. muchacha d e apariencia d eli ­cada y d é bil , que anuncia inclinacion es á lo que l os portuguesel.> Jlaman sauclacles. No es preci s n m ente h e rm osa , pero al verla tan dulce y tan m odesta no se echan d o me nos l as perfe cciones de que cn. rece. E~ m u y apegada á las cosas de r e ligi ón. · Ana R osa es una mucl1n chn no h ermosa d e l todo, P<'l'O linda y agradable; un poco so t)adora. muy dulce, muy amante y muy r c ligios n. Su ecl nd es más ó menos la d e Ros arito, t\ In que ('H J' CSl.lll1 idas e u en Lns os en todo igual. El Oanónigo Do n l uocencio es un s anto ntrón, algo m 1\s qu e scx.agcn nr io1 viejo amigo do la casa, en la que s u pnlnbra es la m :\s auto rizada de spués d e la U<' Oio s liábil, s ugn z, it·ónico y antip1\t ico, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. VIDA INTELECTUAL 33 - como suel e n serlo todos los sacerdotes que in Yen tan estós mansos novelistas volterianos. El Canónigo Don Diego es otro santo varón, de sesenta. ailns á lo menos, bastante ilustrado, bas­tante sagaz y bastante antipático. Muy amigo de la familia de Ana Rosa de l a cual es consejero y para la. cual sus conse,ios son ieyes, y muy amigo también de sazona.¡· s u conversación con latines, exactamente lo mismo que Don Inocencio, a l cual se parece como si l os dos fuer an jemelos. Tenemos, pues, que los t 1·es personajes princi­pales de la novela. de Azevedo son los mismos que figuran en la do Galdós. Queda e n la do éstn Doíla Pel'fecta, madre do Rosarito, carácter amasado con religiosidad ex­trema, altivez y blandu1·a, que MB i en junto, no tiene similar, digamos, on la n ovela de Azevedo, poro que podemos reco n st1·uir amasando las cu.a­lidades que tienen pot· su parte 1\fan u el Pescada, padre de Ana. Rosa, y Doila l\laria Bárbara. s u abuela, que suministra por s í sola toda la b1 •a.vezn. y a ltivez y religiosi dad del carácter d e Do11a. Perfecta. En l a. novela de Galdós hay dos ó t1·es perso­najes más que no dejan de encontrarse entre los doce 6 t r ece quo aún nos quedan en la de Azevedo. P er o para la masa , tanto ele Doíla Pe1'(ecta, como de El .Mulato, tenemos ya la. harina, la. leva.· dura y la sal. P epe Rey va t\ Orbajosa á conocer á su prima Rosa.rito, con quien debe casarse, por haber sido asi dispuesto por sus solícitos papt\s. La muchacha es do perla:;; 61, buen mozo; y es claro, se enamoran , y Jo que a n tes fuera voluntad do li)S padr·es se t r ansforma en anhelo de l os hijos. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 34 VIDA I NTEL I!lOTUAL E l mismo día de la llegada 61 se lo dice, y e lla le contesta, usí, sobre e l pucho, comv par 0s que a lgún lecto t· q uisqu illoso podl'ia poner á aqu e l amo r f ulminante como e l pict•nto de potas a. Azevedo, más conoc~dor de l cot•azón b um~mo ó más paciente que Pét·ez Galdó:S para elabo r a r las pasiones de s us h éroes, no 11os so rp r endo<\ las p ri­mer as da cambio con una d ecla1·ación tan i n ver osí­mi l; con todo su Ana Ro ~ a r•s mas adelanLada que Rosar ita, pues so le declara t\ Rtlimun do· antes qua el primo le haya dicho : «p o r ahí te pud t·ac::. » ·Pero el caso es el mismo. En la novela de G a ldóR, Dorul P e rfecta favore ­ce los a mores de s u ilija con s n obl'ino, pePo d o gcrl­pey zu mbido: IMtitnada po r unn observació n d o P epe R ey acerca d e l os inconvenie ntes de po n e r pantalones A los Nii'los Dios y t~zuzuda po r e l can ó­nigo D. Inoce ncio, que pon e de re!it>ve In irt·cli gio­s idad de l sob t in o, r esu elv e aco rtat·la rienda~¡ aque­llos desbocados corazones y ha~ta r omprr d e una vez el n oviazgo por e ll a amas ntl o; y e n cuatno é l rendid o galán acude á. so li ci tttt' la mano el e la mu­chacha, l a r esq uemada señ o ra se la nit>ga r e d o nda­m ente. En la novela de .Azevedo n o h ay n i ngu na Dotla Perfe cta que favorezca l os sec1·etos amores do Rai ­mundo y Ana Hosa; pero en cuanto trn cicnden afuera, lns circunstancias se nive ll\n: e l pad r e d e l a muchaclta y su abuela. azuzados t a mbién por el omni'p ote nte canón igo D. Di ego, so op onen y quie­r en co t·tnt·l os á to do trnnCl', nunque por n\ZOnos más só lidas qu e las de Doi\a P orfecLn. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. VIDA INTELECTUAL 35 Los pes puntes d e P é r ez Galdós son muy flojos; e l lectot no halla razonabl e que la graq s e)'l.ot·a s e e ntre tenga en jugar á escondidas con los co razon es d e los muchachos, fraguando un matrimo nio y rom­piéndote des pues p o'r s i fueron ó no fu eron artísti­co s l!nos calzo nes pues ~o<. p or ella al ;Nii19 Dios de l~\ Cate dral. La n o v e la de Az ev e d o e3 d e co¡; tut·a más firme. Cuando e l e namorado Raimtt11d o pide t\ Ma;nu e} P escada In mano de s u hija, él se la nieg a, al prin­ci pio s in d e cir p orqué, d espués d a ndo la r nz ó n: s u hija no pue d e c a sarse co n un mul11 to . Rnimundo J osé da Silva es hijo d e una esclnva . , P e p e Re y, fui·~oso co n la n egativa d e n tía, se muda d e :, u c n ~a y c omi e nza á fr aguar po r c n.r t as un plan para casarse co n s u pri mn, con t t·.a vie n to y mare a. Raimundo da Silva, furi oso con la n cgntiva d e s u t-ío, s e muda d e s u casa y comie nza á ft ·agua r po t· cat·tas un plan para c a~ ar.s o cr> n s u pl'ima, ~o ntnt vion to y runrea. En ambas nove las loJ dos padres buscan d os novios para s us tituir t\ los d eE airud os primos. En ambas s e ins inúa el escáncl tl lo c o m o callej ó n sin raás salida que el matrimonio. P e ro e n In no v el!\ do .Aze vedo, )nas cruda, e l esc1\n da! o se vu e lve un hecho cuando en la d e Galdós n o p á.; A. d e un a mur­muración. Los d os pt·et endi cn te3 proyoctnn un rapto. La n och e d es ignada p a ra e ll o, a l ll egar lll lll>t 'a, Aq1\ R os a, e n un 1\ c t·u el indecis ión, c~ t 1\ 1\ pnnto el e r eve­lt\ rsel o t od o¡\ s u padre. Rosarito e n me dio d e h\ mi s ma crudclis imu ang us tia, so lo c ue n t a t o d o t\ u mndre. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 36 VIDA I NTELECTUAL Pepe Rey á media noche snlta las tapias de l a. casa de su tía y p e n etra en 11\ quinta. Detrás de él viene Caballuco, un semi bandido, á quien guarda e n la casa D. l11oCencio y á qui en el poco favoreoido canónigo ha la nzado contra Pepe Rey, lavándose antes las manos , como Pilatos. P e pe Rey es muerto de un balazo por Caballuco y se hace c ircular la noticia d e un s uicidio. En la n ovela de Azevedo también se frust r a e l rapto, y también po r la inte rv e nci ó n d e l otro canó­ni go que bnce sorprender por la policía á Raí­mundo . . E sa noche mis ma, vagando el desvenrurad o p o r las calles, es mue rto de un balazo po r Diaz, el p r e­sunto novio d e Rosarito, á quien ha armado y d eci­dido el también poco favorecido canón igo D. Diego, que, como el otr o, se la vtt las manos, aunque no lo haga notar el autor. La mue t•t e de Raimundo se hace pasa r por u n s uicidio. Las dos novelas están completas en su acción principal. En las dos juegan las mismas pasiones: amor y ambición; en las dos enredan la trama las m ismas iutl'igas: el fanatismo y e l descreimiento; en las dos el escrúpulo 6S h ábilmente sembrado pOl' dOS Can ó ­nigos en e l co razón d e dos p ad r es, que se oponen a l matrimonio de dos hijas, con dos pl'imos: iguales personajes é id énticos cat·actercs. Otra casualidad: el teatro de la acción es el p ueblo d e origen de lo s do s pl'imos, e l Ma rañón y Orbaj osa. Allí se los a is la, se los odia, se les arma intrigas, porque con s u espí ri tu !\lLivo, co n s u cere­bt ·o p o<\er oso, CQJl s u corazón n obl e, hace n so mbra 1\ l os vecinos ignol'antes, ta im ndos y vulgares de Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. VIDA ~ELKCTUAL 37 aquellos anincouados poblachones de provincias: pueblo c:1ico, infierno grande. Viendo tantas casualidades en las dos novelas, se me ''ier.e á la memoria el cuento de aquel palut·­do que tenia la camisa llenE! ... ele casualidades. La tesis en la novela de Galdós se resume en sus últimas línea.c:: •es cuanto por ahora podemos decir de las personas que parecen buenas y no lo son». -Doña Perfecta. El alma de la novela de Azevedo,es una canden­te diatriba contra los prejuicios de raza.-El Mulato. Las dos me desag1·adan por su carácter de po­lémica anti-religiosa. En esto Galdós es tibio y di­solvente; Azevedo es brutal y explosivo. Pero como obra de arte prefiet·o El Mu-lato á Dofla Perfecta. Pérez Galdós es una de l as grandes figu1·as de la novela contemporánea espadola; su obra es colo­sal; ha sido traducido muchas veces¡ Dofla Perfec­ta, no más, tiene á lo menos diez traducciones ... y sin embargo (diganme hlas femo, trátenme de bát·­baro los feroces adalide3 d el naturalismo galdosia­no, no importa) n o puedo leet· sin bostezar, sus no­velones pastosos, chirles, en que su estilo d esmaya­do, leñoso y flojo va envolviendo u.l lector en una niebla de aburrimiento desesperante. Confieso que para mi Pórez Galdós es opio. Yo no sé si influirá en ello la parte material del libro, impreso en esa edición característica de las ohras de Ga ldós , en papel amarillento, sucio, lus­troso, con t ip os pesados, s in asomo de esa elegante resurrección elzeviriana que ha inundado la tipo­grafía mode1·na, edici()nes plagarlas de er1·ores tipo­g ráficos á pesar de anunciM en la carl\tula una esmerada corrección que no aparece. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 38 VI DA I NTELECTUA L S us d escripcio n es-exac tas tod o lo que se quie­¡ ·a- so n abt·uma. d o ra. s, hechas á mat·tillazos, en f rio. com o el g ar.p a c ho, s in mno r d e a t·t is ta. L os d iá logos-r eales tod o l o qu e se quiera-so n ma tad o r es. Sus perso naj es n o habl a n co mo ~1 común d e l as g e n tes : di ce n el iscu r sos. ¡Qu é en o rme dif~re n cia entre es tos d iálogos y l os ditUogos d el 'inimi t abl e P et·e da, esos diálogos ll e n os d e sang r e, d e vida, d e ue r\li os d e l g rll.n mon ­t a t1 és, e n que tan d e r eli eve se d es ta c an aquell os impag- ables tipos d e s n Li e l'l'u c a ! . P et·ed a es tod o fibra y colo r is ta exim io . bolo ma es vibra nte, Mmoni oso y s ttb y ngado r. A larcó n es elegan te y am e no . La Pat·d o Ba z 1i n es traviesa y cálida. P é r ez Ga ld ós, frío si empre, en oca si o nes ama­n e t·ado, con sus t ira das d e una pi eza . s in articu la­cion es, p eca mi l veces de r a mpl ó n. Ado t·o los e.>t il os flu id os y c ali e ntes que corren com o b r o::c e den et!d o con mús ica d e campanas . Ado r o las plumas q ue g r a b a n co mo buril e s en la im agi nncíón del lccto t· I M fi g uras y los pai saj es d e sus cr eaciones. Alu izio Azoved o es maestro en ~:> ll o . Alicer s u Mu lato, u no se d etie n e sor·prendido y a dmit·ado de q u e aque l lib1 •o t a n bi e n ca rpin teado como n ovela y tan bi en escl'i to, sea obra. d e un ce­r ebt·o de vein te ai'i os . E3 d e lamentar h ondnme nte qn e sea tan cr u d o e n a lg un os do s us pasaj es y tan brutal en s us accesos d o hid t·o f1> bi a a n Li-t· e lig io a . San t u v~·. 11)05 G. A. MAR'rtNE Z Zm·r RtA . Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. VIDA INTELECTUAL HACIA LA CUMBRE 1 Alta la frente en que la luz chispea De ins piración a ugus ta y soberana, A conquistar los la urns del mafiana Va el excelso cruzado de la idea. No le arredra la lu c ha gigantea: Bajo e l mis t e rio de la noche arcana, Ya vislumbra la me t a no lejana Donde el sol de la gloria centellea 39 Los <\s p e ros zarzales de l camino Ensangrientan los pies del per~gdno Que ya la cumbre de s u sueiio alcanza. Huye la sombra por la luz vencida, Y alumbra el derrotero de s u vida La g randiosa v is i ó n de la esperanza! JI Helo en la cumbre. Su acti tud se r e na Es la del fiero gladiador des nudo, Cuando e mbrazaba e l fulgurante escudo Del ci r co antiguo en la sangrienta arena. H ondo clamor bajo s u s plantas suena, Y el o rbe entero le contempla mudo, Al yer que a l fin de s us fatigas, pudo Asi r el lauro y a nulat su pe na. Allí, desde la c umbre solita ria, Escruta s u pupila visionaria D el universo e l s ingula r prosceni o. Y es e n la roca de s u excelso rito, Sacerdot e que e leva al infinito La hos tia co nsagr ada de s u genio. Córdohn, l!IOS JuAN AYMt::RtCH. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 40 VID A I NTELECTUAL LA ODISEA DE UN QUINTO Después de la Misa mayor, todo el pueblo se había re unido en l a plaza, fr e nte á la pue rta del Ayuntamiento, esperando que se abriera para ver cóm o terminaba la fun c ión: la guerra civil ard ía más encarnizada que nunca, e l Gobi erno había decretado una quinta numerosá, y el Do­mingo aque l era el sei\ alado para el sorteo de lo s mozos. . L a con curre ncia se h abía disgregado en corrill os, entre los cuales pululaba un e njambre de beduinos desarrapados con los ojos encen­didos y las orejas de á palmo, atisbando sem­blantes, r ecogiendo palabras, y dispuestos á tomar por asalto los b,1 ncos de la esc ue la , ins ta­lada e n e l salón de sesiones de la casa concejil, con el propósito d e no perder detalle alguno de aquel espt::ctácu lo tan interesante, y ser los primeros e n esparcir á los cuatr o v ientos l os no mbres de los seis quin tos con su núme ro correspon di en te. En todos lo s semb lantes se pintaba la · a n­s iedad propia de las circuns tancias; e l Gobierno pedía tres soldados, caso nunca visto en el pueblo,y cualesquiera que fuese n los conden ados á cargar co n el maldecido chopo, despertaban v ivísim as s impatías en a que ll os sencillos cora­zones, entonces oprimidos por l a más terrible incertidumbre. D e aqur que apena s se habla ra entre los h ombr es, pues la cnridad prohibía echar cálc ulos sobre materia tan espi n osa para 110 (orsar la s u erte,· en cambio, un grupito de dejas Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. VI DA I NTELECTUAL 41 . que nada tenían que perder ni que ganar en el as unto habían hecho ya el sorteo varias veces , aunque no de una manera definitiva. · - ¡Apuesto y gano-decía una bruja más fea que Lucifer-á que el número uno le toca á Colás! Colás era el mozo más apuesto, el tai'iedor de guitarra más notable, el jugador de pelota más valiente, incansable y ágil de l pueblo; pero con un alma tan pura, con un corazón tan sencillo, que todo el mundo lo amaba por su candidez de nii'io de dos ai'ios,por su encantadora ingenuidad, por sus nobles y ger.erosos sentimientos. Una de sus frases favor itas lo retrataba de cuerpo entero: estaba tan convencido de su inutilidad para to:lo lo bueno, por lo mis mo que e ra bueno de verdad, que al echarle en cara alguna de sus muchas y meritorias acciones, contestaba al cnnto, más rojo que un pimiento.- «¡Pe ro s i yo no sirvo pa m\, pa naica de es te mund o !• En cambio sabía amar con toda s u alma á Rosalía, una rosa á medio abrir, pequei'iita, com­pungida, con cara de Magdalena p e nite nte y ufl.itas de gata melindrosa. La afirmación de la bruja fué aceptada sin oposición. por las comadres. -Lo mesmico pienso yol-dijo otra vieja cuya nariz de ave de rapifl.a abrigaba propós itos de artic u larse en breve con el extre mo de s u barba. -¿Querréis creer lo qu e he sofl.áo es ta noche?-agregó una te rcern. - Figuraos qu e ese bendito de Dio es tU\' 0 ronda ndo la c all e de la VJrgen hasta las dos y cuarto d e la madrugá, y copla \' a, copla viene, pos que en tóa la Qo che me Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 42 VIDA IN'l'EJ, ECTUAL h a dejáo pe gar e l ojo, has ta qu e se des colgó con la siguiente, s a c á de s u cabeza, por supuesto: Ca ll e cica de la Virge n, ¡cu á ntas v eces te h e r o ndáo y l as que te ronda r é, s i no me ll e v a n soldá o! A bando nó la ca ll e; m e d o rmí en s eguía con e l á nim a e n un puño de puro acongojá por el sentimie nto d e la co pl a , y e n el mesmo ins tante, m e se a parece e n s u efl. os ese v e nturáo de Dios, vestfo d e me litar, co n una g orra azul llena 'de ga lones, un s abl e á la c intura y unas botas de m o ntar que relumbra ba n como un s ol. ¡Reina S a ntís im a, qu é g u a po mozo es taba! --¡T oma ! -excla m ó l a de la nariz de cimi­ta rra-¡Com o que no h ay o tro e n cien leguas á la la r eónda qu e l e m oj e la o r eja! -Pues d ej a á ése y t o ma al otro, á Vicentillo O liY~\ -a ñ a di ó 1a bruja de los s ue ñ os-Yo' lo s i e nto po r l a p obre Juana. ¡Mujer, lás tima da de ve rl a ! ¡Qu é p oc a co ncenc ia tiene n los go­bie rnos !.. .. ¡Desc rís mese os t é e n c ri a r un hijo pa que luego ve ngHn con s u s ma nos limpias es o s sef"i orones d e l os Ma<.l ri les á ll e v á r selos á la g uerra !.. .. ¡M a l ra yo los p a rta!. .. . ¿Porqué no van ellos con s u tro m pa? -¿Ellos?.... ¡G üe na es ésa!-ex c lamó una a lfe ñ i que co n más bilis e n el c uerpo qu e s angre e n l as ven as.-¡ P os si el qu e má s y e l que me nos es tln calzo nazos que e n S il vida le ha vi s to las o r ejas a l lobo! -¡ Pos que vavan sus hi jos! - ¡P e ro s i los gobie rn os no ti e n e n hijos , muje r! Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. VIDA INT{!:LEOTUAL 43 - ¡Pos que r evienten! - ¡Am~n!-conte s taron todas con profundísi-mo r ecogimiento. La aparición de los quintos en la pla za mató en seco todas las conversat'iones. Pre entáron­se e llos muy. engala nados y animos os , p e ro las sonrisitas de conejo qu e se dibujaban en s us la­bios demos traban bien á las cla ras que la proce­s ión iba por dentro. Descqll a ba sobr e todos Co­lás por lo airoso y varonil de s u pe rso na y e l convencimiento d e que todas l as miradas iban dirigidas á él como no vio presunti\'o que era de la h e rmos a y dis putada Rosalía. Abrióse l a pu e rta d el Ayuntamiento para dar paso al alca ld e, á los concejales y al secr eta­rio, qu e ll evaba un lío de pape les bajo el brazo. L os quintos atravesaron lo s co rrill os: la ansie­dad e ra muy grande; lo s hombres desfilaron l e n­tame nte cq n el co razón oprimido y e l semblante taciturno como c: i fueran» presenciar una catás­trofe; las muj er e > se ar r e m o linaron e n l a puerta ávidas de vislu 11brar lo que pasaba dentr o ; á Coh\s se le oyó m urmurar por lo bajo: •¡Si juera posible ... si eso juera po sible ! ... • Era de tod o punto imp os ibl e lo que deseaba e l bu e n Colás, y así se lo hic iero n co mpre nde r a l ma nifes tar él i woluntariamente su nobilís imo propósito. •¡Si jue r a ¡10S ibl c, - murmuró e n voz alta, co mo .:; i soi\ ar a, - si juera pos ible ... iría yo por tóos!• -Te has gtle lto loco?- le dijo un vejete en­t.- nrándo se con é l. Coll\s se sobresalt ó, comprendiendo a l punt o, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 44 VIDA INTELECTUAL no que había dicho un dis parate, sino que era un dis parate muy laudable, indigno de s u nulidad. Abie rta la sesión y leídos los artícu l os de la ley, r efe rentes a l acto y otros muchos papelotes que solo tiene n por o bj e to prolongar la agonía de lo s quintos, un nif'ío de seis años sacó un nom­bre, el de Colás, y otro de la mis ma edad, un nú­me r o, e l seis: e ra e l m~\s a lto. Todo el mundo se extrañó: Colás bajó humi­llado la cabeza, y al verse libre, no se alegró; le parecía imposible tanta s uerte. --¡Vicente OJival - leyó el secretario des do­blando la s egunda papeleta que le alargaba el nif'ío. -¡Eluno/-murmuró al instante enseñando el número. En un ex tre mo d e la sala se oyó resonar un soll ozo co mprimido: era el padre de Vicente. Dirigióse hacia é l e l mozo, con la cara más ama­rilla que la cera y tambaleándose como un beodo; estrech ó al viejo e ntre s us brazrJs, y sacando fu e rzas de fl aqueza, díjo le: -¡Animo, pa dre, qué d emonio ... no mueren tóos e n la guerra, y c u a ndo no; con aflojar la m osca ! ... Y soste niéndose mútuamente, se dirigieron á la call e. Colás l os vió salir co n tanta p ena, que, no pudiendo r eprimir un impuls o de su corazón, ech ó tras e llos. -¡Colás, aspérate un ins tantel-gritóle un co mpa ñ e ro, con el rostro desencajado porque acababa de escuc ha r su n o mbre s acado de la · urna. -¿Y qué tengo yo que hacer aquf?-le con- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. VIDA INTELECTUAL 45 testó vol viéndole la espalda, a l mismo tiempo que el sec retario decía: -¡El dos! -¡Es verdál-exclamó el otro.-¡Ná tenemos que hacer aquí los dos! Y siguió á su compaflero Un instante des pués, otro quinto abandonaba el local sonriéndose con expresión tan forzada, que daba ganas de llorar el verlo. 11 No fué necesario prego nar e l resultado; bien claro lo demostraban l os quintos, muy á pesar suyo, con la a legría ó la tris teza que r evelaban s us semblant es. Pero aunque parezca inconce­bible, el más angus tiado de todos era Colás des­de que el alcalde l e había asegu r ado que era im­posible ir por todos á la guerra; no le cabía aque­llo en la cabeza, ó mejor dicho, en el co razón. cNo soy hombre pa trabajar por cuatro?-se decía?-Pos ¿qué razón ha de haber pa que no pueda ir uno por tres? Se dirá: cc uantos más hombres vayan, má s t iros tirarán•. No está mal pensáo; pero vamos á cuentas: supongamos que en la primera, ó en la segunda, ó en la t e rcera batalla matan á lo s tres; pos he aquí que ya tene­mos al gobierno sin nenguno. Y pedirá más? ... No por cierto. ¿Y no pierde con esto?... Segura­mente, porque, á lo qu e yo pienso, más fácil es matar tres que uno, porque al fin y al cabo, tres hacen más bulto ... ¿Y cuántos gas tos no se a horra­ba el gobierno? ¡Y aún dicen que esto es im­posible!...• Y cuando pensaba no s ólo en que no iria por los tres, sino en que nj siquj e r a había caído s ol­dado, exclamaba en s u interi9r lleno de asombro. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 46 VIDA INTELECTUAL «¡Eso si que es imposible, pachol» ~sta ba tan ac.o.stumbrado el pobrecillo á los n dos embate3 de la sue rte!. .. No había conoci­do á s us padres, y de los veinte años que tenía, quin ce al menos lo~ b~bía pasado cotno up. perro vagabundo, sin de.recho ni (l pens~r en las deli-, c ias que lleva consigo ·la vida de familia. Es ver­dad que amaba á Rosalía con toda la fogosidad de.su apasiqnado y s!ncero corazón y que á los. ojos de sus c~!lve~inos pa?;:toa. por novio s uyo, pero ,«J?aCh91 S ~ bie.fl á erechas no le habia dicho entoa~í~ !1-á,_l,o que se dice nál... ¿Quién era él pa_ Ro.s.alía? .. » .- · . Dornin~clo por sus incompa rables sentimien­tos, se entretuvo en dar tumbos por la plaza, re­cibiendo lol5 plácerl}e~ de todos, 1 asta que (ué á topar de manos á boca con el · grupito de las brujas . · - ¡Coh\s;_-díjole de sopetón ~a de• los· ·sue­ñqs- tú debes ser soldáo! -¡Eso mesroo pienso yo, pacho, y no lo quieen cr eei-! -¡Tú debes ser soldáo, ·porque esta noche pasá te h e visto en sueñ9s vestío de melitarl -¡Pero si se lo he <;lícho al alcalde y ma dicho que no! ... -¡H as de ser melitar ... y de á caballo! «Toma;-murmuró para sí Colás viendo ful­gurar en su mente una idea favorable á s us ex­t rañas teorías-¡pos si los tres son de á caballo, vaya un gasto!, .. ¡Ahora si que no me dirán que es imposible!» Y como una flecha, se dirigió á casa del al­calde. Hallábanse en aquel momento comentando Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. VIDA INTELECTUAL 47 graciosa m ente la·s!llida de Colás : Vicentillo OH­v a, sobrino d e l alcalde, se encon t r aba alli, más rt bien mue rto que vivo. -Córc holi s,r- dijo-s i quis i é ra ir por . mí , de gtiena ga na lo dejaba; ve rd~í , p adre? -¡No está mal pensáo! -contestó éste lanza n­t. do un s uspiro tremebundo. Entró Co h\s, y ya iba á so lt ar e l disparate corregido y aume ntado con la nueva idea, cuan ­do oyó qu e le decía Vicentillo Oliva. - H o mbre. ya que tantas ga nas ti e nes de ir ¿porqué no vas e n mi lugar? - P.os ¿c uántas veces lo tengo que decir, pac ho? Encontrábase por· fortun a en la r e unión e l seí'i.or cu ra, y co mprend iendo que entre todos ibanle á jugar una mala pasada a l pobr e mvzo, díj ole: -Mira, Colás : quítate d e la cabeza eso de ir por tres , p e ro s i á tanto ll ega tu buena volunta d, y hay alguno que, p udiendo, no qui e ra ir, que p ague In sustituci ó n. - ¡A tóo m e conformo, sef\ or c ur a! P oco des pu és, que daba ce rrado e l trato: por cien duros, iba Colás en lu gar d e V icentillo Ol i va. De casa del alcald e fuese derech ito e\ yer á R osaliu . Entró co n decis i ó n, como por tt:rreno co nquistado, é l, que siempre pasaba po r aquella pue rta mi rando<\ hurtadilla s y como s i lo persi­guiera un t oro; pero e ntonces ca min aba Yiento e n popa; en prime r lug Rr, porque i lo r ec ibía co n cn ra d e vin agre ... ¡co n to mar las de Villadie­go y largarse a l quinto in fier no donde pudiera d evo rur e n s il e ncio s u amargura!... ¡y de p ués, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 48 VIDA INTELECTUAL porq~ee :ya había servt'do df algo bueno en este muttdo. Vicentillo Oliva lo había abrazado llo­rando de alegría ... «¡Pacho, qué alientos daba aquello!» Así que entró, le salió al paso Rosalía, y enseñándole una escarapela, le dijo: -¿La ves? .... La guardaba para tí por si te tocaba bola negra, pero, gracias á Dios, ya sólo si rve para el fuego. Aquella revelación lo anonadó: dos lágrimas asomaron á sus ojos. ¡Rosalla se había acordado de él! ¡Rosalía lo amaba!.. . Aquello era una de­claración á quemaropa, clara, terminante, cate­górica. Por un momento, vió fulgurar en su fantasía todo un mundo de ventura: una familia, un hogar, una· mujer amante, hijos cariñosos, amigos fieles; todo, todo el poema de felicidad que encerraba él como un tesoro en el fondo de su corazón temeroso de que alguien se lo robara, asombrado de que pudiera poseerlo, ruboroso de pensar tan .sólo en él. Largo tiempo estuvo sin saber qué contestar, y únicamente cuando Rosalía complacida del efecto que habían producido s us palabras en su amante, se dirigía á la cocina para echar la esca­rapela al fuego, logró salir de su abstraccióÓ. -¡No;-exclamó abalanzándose hacia ella­no la quemes, dámelal La joven se detuvo extrañada de su actitud y de sus palabras. - ¿Porqué lo dices?-preguotóle. -¿Porqué? ¿porqué?-murmuró con deses-peración-¡ Porque soy soldáo!.... -¡Pe ro eso es imposible!.. .. ¡No, no: imposz"ble era lo otro! .... Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. YIDA INTELECTUAL 49 Y luego, cambiando radicalmente d e tono, exclamó: -¿A qué pensar en ello? .... ¡Estaría de Dios! - Pero ¿qué ha pasáo? .... Mi padre me ha dicho .... -Que tuve el núme ro ~eis. ¡Es verdá, pero me he ,·endío!. ... -¿Tú has hecho eso s in contar conmigo? Colás sintió que le desgarraban las en-' trañas .... ¡Ella tenía derechos sobre é l, y él nada sabía! La compungida Magdalena echaba fuego por los ojos: Colás te nía miedo. Ella avanzó pas ito entre pasito ha la colocar s u adorable cab"'cita debajo de la barba del jigante, y exten­die ndo e l brazo hac ia la puerta. díjole con nterradora deci<;ión. - ¡Sal de aquí, y no t e acuerdes ni del santo de mi n o mbre! Colás no se movió: bastábale un so plo para anonadar la figurita que te nía debajo ele &u s ojos; pero só lo Yeía aquel braci to de e u bierto ha ta el codo, rígido, fulgurant e, co mo una flecha tendida en d arco y dispue<>ta á atravesarle el co razón. -¿Has oído?-exclamó ella ton m nyo r fi e­reza-¡ U\rgate de aquí! Cohls dió media vuelta, y se dirigió ni portal: allí se detuvo, volvió la vistr., y al notar que oscilaba entre los dedo tembloroso de lajove n, cual enc;angrentada banderola de una lanza, la roja ec;carapela, díjole con humildad enter­necedora. -¿1\le la da ? - ¡Vete al diablo con ella! -exclamó la fie-rccilla. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 50 VIDA INTELECTUAL Y arroj!\ndosela á los pies, le volvió la es­palda. El p obrecillo la r ecogió, y como s i fuera una reliquia venera ble, la besó y se la metió en el seno. Aque lla noc he los tres quintos organizaron una ronda monumental. Pasado e l primer mo­mento de angustia y d e dolo r, se e ntrega ron á la· más frenética a legría, quizás para a bogar e n ella sus p esar es. Los otros dos tenían n ovi a: uno de ellos cantó e n la pue rta de la suya No llores porque m e a usente ni porque á la g u e rra vaya, · que mientr as m e quieras tú no h a de tocarme una bala. Coh\s s uspiró pensando que nadie lloraba p or é l. En una de las vueltas, cantó el otro debajo de la ventana d e s u a mada, la tan celebrada seguidilla El a mor que te tengo p a r ece sombra, cuanto más apartado más c ue rpo toma, la ausencia es aire que apaga e l fu ego c hico y aviva e l grande. c¡Ay!- decía Colás para s us ade ntros-si yo pudiera apaga r el mío!. ... » La r o nd a se dettnro e n frente de la ventana de R osali a : e ra ya muy tarde. - Ahora te toca á t í, Colás-le dijo un com­p<. i'\~ro. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. VJDA IN TELECTUAL 51 -¡Es tará durmie nd"'!-murmuró e l pobre­cilio, no s abiendo cómo d is imular s u cru e l infor­tunio. -¡Ni p e ns arlo!-replicó el otro. Colás se animó, y con toda la delicadeza de s u alma, cantó la siguiente copla: En las andas d e la Virgen h e d e c olgar mi guitarra. s i vengo, te güelvo ~\ve r y no t e encuentro casada. Todas las novias habían salido á las ventanas á d espedir oficialmente á s u s novios : Colás esperó e n vano. La comitiva emprendió d e nue vo s u carre ra; él fu é retrasando e l paso por si podía Yi lumbrar una espe ra nza a ntes de abandonar la calle: n ada se movi ó; las tinieblas h e n chían e l espacio, y únicamente á la vuelta d e la esquina se oían co mo un pre ludio de amor los armoniosos acordes d e las gu itarras. Colé\s lanzó un s us piro y se in co rporó á s us compañeros. 111 "¡Una, dos, tres, cuatro! ¡Una, dos, tres, cuatro!'' ¡Sie mpre lo mis mo! Co lás no ente ndía palota y se equivocaba á cada p aso. El ofici al que dirigía e l ej e r cicio se r eía, porque e r a un bue n h o mbre y sabíH lo que rost aba meter e n ci ntura aquell a pobr e gente acos tumbrada ~\ r espirar el aire libre y á tende rse <\ la pata la llana donde le venía~\ m a no: adem ás, le había cobrado afecto á aquel zangua ngo, que parecía un leó n d e ma zap<\n; pero e n cambio un a fig urilla biliosa, un mequ e tre fe d e tres a l c ua rto, me tido Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 52 VIDA I NTELEC'rUAL en unos pantalones fenomenales y en un chaque­tón de empeño, con un gaÍoncito en cada boca­manga, le tenía una tirria endemoniada, porque el bueno de Colás, con 'aquella santa inocencia que era su nota mas fuerte de carácter, al ente­rarse de que aquel hombrecillo era su jefe, dijo todo asombrado á sus paisanos. -¿Quién, ese? ... ¡Si paece un espantajo me­lonero! La bromita no había caído en saco roto, y el irascible cabo había jurado cobrársela con creces. Al tercer día de ejercicio, Colás; poseído de una murria imponde~able, ni veía ni oía nada: se acordaba de Rosalía, y ensimismado y abstraí­do · en sus recuerdos dolorosos, no echó de vet~ que se quedaba rezagado sin marcar el paso, en tanto que sus compafieros avanzaban murmuran­do sordamente: «i Una, dos, tres, cuatro/... ¡Una, dos, tres, cuatro/» «¡Estaría de Diosl»-murmuró el infeliz corno si despertara de ün profundo sueño y dando un s uspiro profundísimo, se plantó. Pero en el mismo instante vaciló. dió media vuelta y se oscureció su Yista como si hubiera anochecido repentinamente, á la vez que le zum­baban los oídos con estrépito infernal. ¿Qué ha­bía sucedido? El hornbrecín de los galones que marchaba detrás del pelotón de los quintos, al reparar en la distracción del J;>Obrecillo y en la ausencia del oficial: díjose: «¡esta es la rníal»; y apretando el paso, akanzó á Colás, enderezóse sobre sus pies, y descargó sobre la mejilla del in- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. , VIDA IN'l'&LECTOAL ó3 feliz una terrible bofetada, pillándole de m edio á m ed io toda la oreja d e r echa. -¡Pac ho, qu é bruto! -exclamóCoh\s acaban­do d e dar la vuelta. Y s in quererlo, s in imaginarlo siqui era, mo­vido por e l ins tintivo se ntimiento de defensa, impul sado por el do lor atroz d e l castigo y la ver­güt:: nza del oprobio, ciego, o fu scado, loco, alzó su tremenda mano y la dejó caer, c ual maza des­tructora, sob1·e la cabeza del me que trefe; y tanto apretó, que reduc iéndose con rapidez s u per­sonilla como un anteojo que se encoje, dió con ella en tierra, dejándola red'lcida á un fardo mal forjado. Aquella noche Colás durmió e n el calabozo: todos le auguraban co n razón un resultado la­mentable . Pero co mo en a qu ellos g lorio sos tiem­pos la disciplina militar no andaba por las nubes; como e l alcalde d e s u pueblo, que, p or c as uali­dad, se enco ntraba en la capital de la provincia, temeroso por s u· sob rino Vicentill o, re m ov iera cie lo y tierra, y co mo e l oficial que dirigía el ej e rc icio se e mpe ñara e n salvarlo, la cosa no pasó á may.ores: trasladósele al arma d e caba­ll e rla para salvar las apariencias, y todo qu.edó en calma, contentándose é l con murmurar al r eco rdarse d e l s u e fl. o d e la vieja: •¡ E s taría d e Dios!• A l os tres mese sali ó ¡\ campafl.a, y p ocos días después rec ibi ó el bautismo de fuego. Mucho le había cos tado aprender rt tenerse sobre la s illa, p e ro no habían \'li Cll o 1\ in ultar man os humanas aquella cara vir~e n d u la injurias de s u sem e­jantes, s i dejamos<\ un l ad o l a brutal agresió n d e l espa ntajo m elo n •ro de infant eríu; grandes Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 54 VIDA INTELECTUAL vergüenzas le habían producido sus caídas del caballo e n los prime ros días de ejercicio, pero había acabado por m o ntar co mo un gaucho, y a unque h a bía adquirido fama de cobarde, porque temblaba e\ la sola idea de qu e s u sabl e pudiera h e ndir un cráneo hum a no, s us j e fes lo querían muc ho por su incomp a r a ble bondad de corazón, y porqu e nadie le aventajaba e n cuidar con ver­dadera ternura á s u caballo , a l que d edicaba s us canciones favoritas . El bautis mo d e fuego fué terrible: habla e m­peza~ 0 el fandango con un ligero tiroteo de las gJ.IerriPas sorprendidas á la entrada de un valle po r el e nemigo que h a bía tomado posidones á uno y á otro lado, a l ab rigo de un espeso pinar que poblab a ambas ve rtientes; p e ro la cosa se gen e r a lizó a l punto: rug ió e l cañón, y las d es­car gas cerradas h acía n r etemblar el s ue lo. El escuad r ón se h ab ía co locado e n una pequefta llanura cubriendo e l ala izquierda de la columna para evitar un movimie nto envolvente, e n tanto qu e la infantería trataba de d esalojar al enemigo de l as ventajosas posiciones que ocupaba. Al prime r caft o nazo sintió Colás un esca­lofrío terrible en t odo e l cuerpo, mudósele e l colo r , erizósele e l cabe llo , y puso un gesto de v inagre que daba espanto. Algunas balas per­didas pasaban por e ncima de s u cabeza; Col}tS vol vía instintiva m ente la ca ra al otro lado cada vez qu e el estrid e nte s ilbido tl e l plomo pas aba p o r cerca el e s u or eja; s us bruscos movimie ntos llam a ron la atención de un - a rge nto veterano quien le pregun t ó so nrie nd o burlonamente: -¿Ti e nes miedo, r ec lu ta? .... ¡La 4uc silba no m ata! Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. VIDA INTELEC'rUAL 55 El pobrecillo lo miró azorado, p ero en el mis mo ins tante e l s arge nto lanzó un grito, abri ó los brazos y cayó desp lomado d el cab allo: estaba muerto. Colás no sabía darse cuenta de Jo que le pas aba: aquello l e parec ía un suefio; tenía el corazón e n un pufio, y s us ojos, desmes urada­me nte abiertos, se vohrfan á todas partes como preguntando s i la humanidad se había vuelto lo ca, ó había pasado é l r epe ntiname nte á vivir en un mundo imagin a rio. Oyó una orden que sabía de m emoria, y aprcsuróse á cumplirla s in que pud ie ra darse ct:e nta de s us movimie ntos; el escuadrón cambió de fre nte, y se alejó de l punto de p eli g ro s in cuidarse del sarg e nto ni de tres ó cu atro infe­lices que qued aban e n e l campo. Agrupados en una hondonada espe r aba n la hora propi cia para lanzarse sobre el e ne migo; éste, e nvale ntonado con aque lla retirada, abandonó s us pos iciones y cayó como un alud sobre las guerrillas que tu­vie ron que replega r se á la carr era sobre el núcleo de la columna. Trabóse una lucha formidabl e cu erpo á c u e rpo; pe rdiér on se los cafiones y empezó la desbandada, p ero e n aque l mom e nto, e l j efe d el escuadrón g ritó : - ¡Ahora, ahora!.... ¡A la ca rga! Y co mo una tro mba, sali ó d e la ho ndona da el pelotón de caballos, y come nzó ;l acuchillar c;in piedad á l os que se ll e,•aba n los ca ti o nes. La victoria pareció po r un mome nto decidida, pe ro todo aquello no h abía s ido más que un nrdid admirablemente prepa rado p o r el e nemigo que dec;e abn atrae r 1\ In rabnll e rí a ni ca mp o del combate, convencid o de 4uc no podía vencer sin Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 5G VIDA INTIDLECTUAL exte rminarla . Pronto la estratagema s urtió su efecto: un centena r de excele utes tiradores se habían posesionado de l os primeros pinos, y desde ell os fu s ilaban á l os húsares con perfecta impunidad; n o hubo otro r e medio qu e ceder y volver grupas, mome nto que aprovechó e l ene­mig. o p a r a d a r o tra ca rga vigo rosa y rec uperar d e o u evo los cañon es. C o n v e rdadero asombro obsen·ó Colás que ll e vaba la h oj a del sabl e tinta e n s angre ; había cargado en prime ra fila y no se había portado del t0do mal, pe ro la sa ngre ardfa todavía en s us ·venas, y no se apresuraba á seg uir~\ s us compa­ñ e r os, á pesar de qu e e l e n e migo iba á la zaga, y d e que multitud d e combates parcia les, horro­ ·r osame nte encarnizados, trabábanse po r do qllle ra. D e r e pente oyó una voz amiga que -gritaba: -¡Colá s, Colás; sáln\me, ten piedad de mí! · Era su paisado, e l d os, as í ll a m ado por el número que le tocara e n e l so rteo. Colás vol vió la cabeza, y vió que se lo lle,·aban pris ion e ro. Sin e n com e ndarse á Dios ni al diablo, di ó media vuelta, y car gó con biznrría s in i g ua l sobre el e n e migo; descuidado ést e, n o pudo hacerle 'frente y soltó la presa: e l dos, listo como e l pe nsa­mie nto, saltó á la grupa del cab a ll o, y dijo á s u sal vador con un pav o r que daba ri sa: . -¡Co rre, corre, que van á Yolverl - ¡Nad a temas!-contestó é l con la serenidad ,d e un esparta no. Decididam e nte había d ejado de ser cobarde; s u n oble y vale rosa acció n fué celebradá por s us compa í'\. e ros q u e e m pezar on á mirarlo co n r es­p e to, y tu vo la sa tisfacción de que e l mis mo Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. VIDA INTELI!:CTO AL 57 comandante pus i era e l sello á s u fam a, dicién­dole al frente del escuadrón. - ¡R ec luta, eres un valie nte ! Colás no lo quería creer, p ero al observar que todos lo miraban con en,·idia, pre guntóse á sí mis mo. • ¡Si se r á verdáb• Luego p ensó que l o que acababa d e hacer no tenia importancia alguna, y murmuró en un arranque de s ublime conformidad con una vo­luntad infinitamente superior á la s uya: «¡Estaría de Dios!» Porque • ¡Paclrlo, s i é l no servía pa mf, pa ·naica de este mundo!.... • IV Cerca de un año se pasó Colc\s d e H e rodes á Pilatos, p er s iguiendo al enemigo, y si e ndo pe r­seguido por él: ll evaba ya me dia docena de escaramuzas, aunque ninguna tan enconada y tenaz como la prime ra. A pesar d e todo, seg uía s ie ndo tan bonachón como a ntes : te mblaba como un azogado al oir el primer tiro; le daba horror la sangre, y r eza ba tod as las n och es para que los hombres n o se mata ran co mo perros. Pero tocaban ~ cargar y nu estro ho mbre se tra nsfo r­maba por completo, e mbis ti e nd o co mo un toro h ostigado po r e l tába no. Sus j efes, qu e le co­noc ían á fondo , le daban muc h a broma po r s us cambios r e pe ntinos, y él se co nt e ntaba con r esponde t: -¡Pacho, cuando se trata de s al '' ar la p ell eja, t óos se mos vali e ntes ! Su constante preoc upaci ó n era la c hiquiti na Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 58 VI DA INT~LECTUAL ·Rosa lía; soñaba con ella cada noche, y junto á un escapulario que le diera el señor cura, guar­daba él como oro en paño la maltratada esca­rapela, allí , cerquita de s u corazón. ¡Era todo lo que poseía e l infe li z! Rabiaba por escribirle alguna carta y contarl e sus proezas, que al fin y al cabo, hombre era, y de barro como los demás, y s i tenía su alma en su almario, ¿porq u é no en­vanecerse de ello? P ero, pacho, cómo hacerlo, s i nunca había saludado é l d jesús, y no sabía distinguir las l etras del silabari o? ¿Había de irle con e l cuento á otra persona? ¿Pa qué? ¿Pa que no comprendiera sus sentimientos y se le burlara en sus narices? ¡Pacho, qué gusto! Y aluego, que él pudiera decirle al escribiente: «E s to y lo otro y lo de más acá y lo de más allá quisiera yo escribi rl e;» pero seguro estaba de que no abriría la boc~t, y se moriría de \·ergüenza antes que manifestar lo que ocu ltaba é l como un tesoro en el fondo de su corazón. Y aluego, que ella recibiera mal la cana y juera peor lo r oto que lo d escosí o. ¿Quién era é l pa Rosa lía? ¿Qué derechos tenía sobre ella? ¡Si él hubiera sabido escribir, del mal el m enos! Pero ¡s i n o le habían hecho cabo porque le estorbaba lo negro de los ojos!.. .. ¡Pacho,qué burros son algunos hombres!. .. En una de s us muchas y penos as correrías llegaron muy cerca de su idolatrado pueblecillo. ¡Ah, cómo le latía e l corazón al acercarse á aquella tierra tan querida! ¡Si pudiera ir, aunque fu era un minuto! ¿Qué es un minuto de tiempo en la vida? Antes sabía algunas noticias por s us compañe ro que reci bían d e \'CZ e n cuando ca rtas d e s us familia s en la que le daban expre­s i o ne s¡ pe ro como él no te nía ni paure ni maure .... Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. VIDA INTELEC'l'OAL ~9 ¡ni á nairle en este mundo, pachol, y como á sus paisanos los habían tras l adado á otra columna, hacía ya medio af!.o por lo menos que vi vía en el limbo, sin saber s i e r an todos mu ertos ó todos YÍYOS. Se atr evió, y en un descanso, pidió audiencia, y dijo: -Mi comandante, de aquí al pueblo, si­guiendo la carretera, hay dos h oras de camino; pero, s i osté me diera pe rmiso, por unos veri­cuetos que yo me sé, en media hora me plantaba ~tllí, y antes de que la columna se pus ie ra en marcha, estaba yo de güelta. Creyó volverse loco de alegría cuando el comandante le contestó: - Maf!.ana á las diez en punto has de esta r de vuelta. Al otro día al áma necer e mprendió Colás l os vericuetos, y a l salir el sol e ntraba él en el pueblo caballero s obre su caballo, con toda la proso popeya de un paladín d e la Tabla Red o nda. ¡Qué maf!.ana tan h ermosa! É l había visto tefiirse e l firmamento de purísimo a rrebo l y baf!.arse en doradas tintas la s c imas d e los monte s; allá, e n el fondo de la vertiente, se de­sarrollaba el d elicioso valle donde pasara los días más fe lices de s u vida, co m o un jardín e n­cantado, tapizado d e verdura, esmaltado d e sob e rbins a lam edas, s urcado por un rí o cris ta­lino, cuyo curc;o tonuoso indi caba una espesa capa de bruma parecida al humo de l caiión que se ag lomern e n e l espacio para qu e los c i e lo s no contemplen las iniquidades d e los h o mbres; multitud de invis ibl e ruiseñor ec; cantaba n e n los bos ques y en ramadas que g uarn edan los ve ri - Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 60 VIDA INTELECTU AL cuetos .que hacía escalar y descender á su caballo¡ las casas abrían s us puertas para recibir el saludo de la aurora; era domingo y sus pai­sanos se dirigían pres urosos a l pueblo para oir Misa, y el so nido de la campana de s u pueblo r esonó en su t'Orazón co mo un himno de gloria, cual s i celebrara su ll egada pregonando s us proezas .... ¡Qué ma ñan a tan hermosa aquella inolvidable m a í'tana d e su vida! Colás e ntró e n e l pueblo saludando á s us ve­cinos con su s impática sonrisa¡ corrió la voz como una exhalación, y todo el mundo salió á su encuentro; los chiquillos lo miraban embobados, los grandes le ha cían mil preg untas á las que le era poco m e n os que imposible contestar; él es­taba loco de aleg ría , pero de vez en cuando sen­tía en mitad del corazón a lgo así como la mor­dedura de una víbora, y se preguntaba interior­m ent e: «¿á qué he Yenid o yo? ¿po rqué m e mira n con lás tima? ¿qué ha pasado aquí? » No sabia dónde dirigirse, pero, como buen c ris tiano, pe nsó qu e lo m ejo r que podía hacer e ra entrar en la i g lesia, oir Mi sa y rezar una sal­ve á la Virgen del Rosa rio, s u patrona. Y _dicho y hecho: ll egó á la plaza, en co me ndó el caballo á un m oz uel o amigo s u yo, y penetró en e l t e mplo. E l señ or cu ra decía la l\Hsa, y sobre la tarima del presbiterio vió Colás arrodilladas c uatro pe rso ­n as, dos muj e res y dos h o mbres; detrás de ellos había también arrodillada muc ha gente. El co razó n l e d ió un sa lto terrible, como es­taban d e espa ld as, npenas i podía co no cer á al­guno, pero su corazón acababa de advertirle d el p eligro, y aquel pobre corazón no se e qui\·ocn ba nunca. Era segurr1 su desgracia: orientóse y lo Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. VIDA INTELECTUAl. 61 comprendió todo; Rosalía se casaba, pero ¿con quién? Un hombre pequeñito como ella, pero ex­ces ivamente grueso, estaba é\ s u d e recha. Colás mi r ó bien, y lo conoció: era Vicentillo Oliva. E l casamiento de Rosalla y la llegada de Colás había r e unido en la igles ia !1 casi todo el pueblo. El primtr impuls o del pobrecillo fué huir, volar por aquellos vericuetos, i ncorporarse á su columna y no volyer á pisa r de nuevo aque­ll a tiern1. No tu,·o valor para tanto, y se quedó pl antado allí, s in ver ni oír nada, pero devoran­do, devorando hasta las heces el cáliz de amar­g u ra. Poco des pués, todo había t e rminado: la boda salía de la igles ia, y me dio pu e blo detn\s de ella; el otr o medio prefirió contemplar el s uplicio mo­ral del infe liz. De r e pente se levantó, y se diri­gió á la s acris tí a: el señor cura se qu edó muerto al contemplarlo. • • •••• o o •• o •••• o •••• - ¡Si! -contestó é l tartamudea ndo--una güel­ta pa ver á los amigos!... E stabamos ce r ca, y ¿qué ha de hacer uno, s ino aprovechar las circuns­tancias? - Que porqu é he venío?-volvló ~\ co ntes­tar.- Pos ya lo s abe osté; pa ''er á los amigos. · -¡No, no sabía ná del caso!... Y dígame osté, se fi o r c ura; ¿me guarda osté aquellos c ien duros( ¿Que qué quieo ha cer con ellos?.. . ¡Pos dár­selos á Rosa lía, esa es mi voluntál • o • • • • • • • • • ••• o • • • • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 62 VIDA INTELECTUAL Pos mire os té: si e ll a no los quiere, se los degüelve osté á Vicentillo, y pa el caso es lo m esmo. Besó la man o al seño r c ura, y apretando l os die ntes para no dar paso a l comprimido llanto, s alió de la sacristía, y se dirigió á la puerta de l a igles i a. Antes de s alir, Yolvió sus ojos á la iz­quierda, y vió en una capilla la im ~\ gen veneran­da de la Virgen de los Dolor es con s u Divino Hijo muerto e n brazos. Torció e l rumbo, y arro­dill< índose á s us pies, rezó con todo el fervor de s u al ma una salve á la d esco nsolada Madre de los a fli gidos. Se le\antó con el corazón más sose­gado, y sali ó d e l te mplo: g ran parte del pueblo le esp e raba en la plaza. Colás montó e n su ca­b a ll o, y sin mirar á nadie d ij o: - ¡Si no n os vemos m ás, r eza r un padrenues­tro por mi a lm a! Y partió como una exhal ación . V Desde aquel mo m e nto, t odo cambi ó para Colás. No era é l hombre que s upier a dominar s u corazó n y po r Jo mis mo, e l r ecuerdo de R osa lia seguía llen a nd o s u exis t e nc ia ; pero co nye ncido de que nada podía ni debí a esperar de e lla, y s iéndole im posible vivir por otra parte sin objeto d eterminado que absorbi e r a la actividad y ener­g ía de su corazó n , pus o todas s us complacencias en su caballo, al que a mó desd e entonces con toda la ternura y fogosidad de s u a lma purísima y s in cera. Aquell a mi s ma noche, al retirarse á descan­sa r después de una inútil corre rí a e n busca de enemigos, tuvo el infe li z un amago d e tris teza Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. VIDA INTELECTUAL 63 que po r p oco acaba co rr s us días. H a bía proc ura ­do n h ogar e n e l fo nd o d el a lma s us pesa r es, aco­g otando con d ecis i ón improp i a de s u débil v o­luntad Jos rud os e mbates de s u corazón qu e pugna ba n po r e nsefi o rearse de é l y r e ducirlo á afiicos; e l s ue fi o huía d e s us pá r pados, y un a a n­s ieda d mo rta l le devo r ab a l as e n t r a fi as. C o n ve n­cido d e que no d o rmiría e n toda la noch e, se levantó y co m enzó á p asea rse po r e l pa ti o de s u a loj a mie nto donde e l escu adró n t e ní~ los caba­llos. Hacía u na l una m agnífica, y e l canto d e los g all os y e l lej a no la drido d e l os pe rros y e l a pa ga ­d o r um or d e una acequia qu e la mía las p a r edes d e l e difi cio, des pe rta ba n e n s u m e mo r ia r ecu er­d os t a n q ueri dos, q u e el alm a e nt er a, pr esa de h orro r·osa a ngusti a, a menazaba escap~\rse l e del c ue rpo. D iri g i óse á su caba ll o, y dé\ n do le un gol­pecito carifioso e n la fre nte, d íj ole co n expresi ón co nm o v e do r a . -¡Tú solo m e quedas e n el m undo!• El n o bl e bruto pa r eci ó com pre nde r la aflic­c i ó n d elinfe Uz; un te mblo r co n v ul s i vo se apod er ó d e él, y r e linc h a ndo so rda me nte, r efr egó s u ga­llarda ca beza co n t ra e l pech o de s u a mo. Co lás se a brazó á s u c ue ll o, no sabi en do demostr ar le de otro modo s u m uda g ratitu d, y mojó con s u escaldado ll a nto las pequ efi as o rej as del caba ll o. A"i pe rm a n ecieron ambos largo r ato, cual s i tra ta ra n de consol arse m útuamente de sus do­lo rosos info r tun ios. De r e pente el caballo se estre m ec ió y de s us n arices pa lpi tar.tes brotó u n tr e me ndo reso plido de co r aje; Coh\s p restó o idos, y á poco el rumor de un a des<'arga le ind icó lo qu e ocurría; e l e n e mi go nmagaba un n sorpresa. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. .. 64 VIDA IN'l'ELECTUAL El g rito de los centinelas y el sonido de las cornetas puso en movimiento á todo el mundo: la confusión era espantosa; los soldados corrían por las galerías y los patios á medio vestir con las armas en ln mano; los de á caballo abalanzá­ronse á s us monturas, y empezaron á ensillar medio dormidos; todo el mundo gritaba y nadie se entendla, y entre tanto el enemigo forzaba las puertas del alojamiento, y se apoderaba de los puntos extratégicos del pueblo. U na compañía logró á fuerza de heróicos esfue rzos despejar la pequeña plaza que ho.bía delante del cuartet; un cuarto de hora más tarde la caballería se formaba en la puerta, sin saber á dónde dirigirse: aquello era un infierno; las balas silbaban por todas partes¡ las d"escargas se oían en todas direcciones; órdenes contra­dictorias corrían de un punto á otro, y los sol­dados, sin dirección para el combate, disparaban sin concierto, se fusilaban mutuamente, ó arro­jando las armas, huían presurosos hacia el campo,·donde caían prisioneros. Al ver que todo estaba perdido, la caballería salió del pueblo, abriéndose camino '\ sablazo limpio; C o l~\s no se descuidaba, pero un terrible presentimiento se había apoderado de él, y más que de matar enemigos, cuidábase de rezar por su eterna salvación. Emprendieron la can·e­tera que corría por una espaciosa llanUI·a, esmal­tada de huertas y sembrada de trigo, pero á medio kilómetro del pueblo, vieron formado en apretado núcleo el grueso de las fuerzas ene­migas, cerrándoles el paso: era necesario pasar, ó rendirse á discreción, pues en el pueblo sólo se Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. VIDA INTELE CTU AL 65 o ía n ya a lg unos tiros d esperdigados, lo que in­dicaba que la columna acab a ba de capitula r . El j e fe del escuadrón dió orden de cargar: l a luna a lumbraba el campo de batalla, r e flejando s us plateados r ayos sob r e l as bayonetas ene­migas y los bruñidos aceros de la cab allería: el escu adrón se la nzó á la carre r a sobre l a fuerza que cubría e l ca min o, p e ro una terrible descarga de l as avanzadas oc ultas e n l os sembrados y parapetadas e n los árb ol es y e n las cercas, sembró la co nfus ión y el espa nto e ntre los bú­sHes, a l mi s m o tie mp o qu e e l e ne migo for maba el c uadro e n la ca rrete ra y reci bía la embestida con una llu via de plomo. E l grito fatídico de «¡sálvese e l que pu eda!» c undió entr e las fila s, y lo s so ldados, abando­nando la fo rmación, huí a n á uña de caball o por las hue rtas, sembrados y senderos de la llanura. Colás, que era de los últimos, entróse p or un seoderillo veci nal que atr avesaba un hermoso campo de trigo: h"lb [a m etido el sable en la vaina y no se preocupaba g 1 a n cosa de salvarse. D e repente sintió que la luz huía de s us ojos, y soltando las rie ndas, murmuró: «¡Di os te nga piedá de mil • In s tintiva me nte se h abía ll evado las m a n os á la cabeza, pero al instante perdió e l ap lomo, y cayó a l s u elo com o un peñasco que se derru m ba d e la c umbre. El caball o se detuvo, y dando m edia yue lta, inc linó la cabeza, encogi ó e l cu erp o, humill ó s us patas d e l a nte ras, y r e lin ­chando tris te m e nte, co nte m pló con expr esió n do lo r osísima a l infe liz. Cuando d o~ ho ras después, á la clara lu z del sol, un gru po de e ne mi gos acertó <\ pasar por Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ,, 66 VIDA IN'I'ELIW'l' UAL aquel punto1 encontraron e n la mis ma actitud a l n~ble bruto que parecía velar y proteger e l cadáver de su dueño, demos trando co n s u dolor e l sentimie nto de no haber podido seguir s u mis m a suerte. MoDESTo H. VILLAEscusA. Barcelona, Mayo de 1905. PRESAG IO S Detén-hl hermosa y grande Argentina viril, hija del Aude-un momento e l rol ó de tus destinos; detén ese desbande de esperanzas que pueblan tus cami n os! Quiero ver si respon d e á mi voz el mi ste1·io que se esconde e n tu seno de v irgen impoluta; quiero 8aber á dónde va á p a r a r el secr eto de tu ruta. Con tus r egios pensiles, tus mineros, y campos y r edi les tal vigor ft>cundie:,imo prego nas que en requiebros gen t.il es demandan tu favor todas las zonas. Ayer nacidn, tienes en t u seno la fuente de los bienes y en tus venns los rí os de 1~ vida; tianes magia de eden es y larguezas de Tierra prometida. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. VIDA INTELECTUAL 67 ¿Por qué fibra no vaga la pas ió n de que r e rte? ¿A qui é n no halaga l a visión d e tus graci a s y d o naires? ¿Quión no admint ¿\tu maga, tu opulenta, tu r e gia Buenos Aires? L os que e l santo embe l es o en e l al m a sentís d e l cas to b eso del átomo de luz que s e d esata en el sol d el progreso, ¡ve nid á ver la náyade d e l Plata! D e s u afanar, apenas el son or· o trajín d e las colme nas !ov o icloa e n l os ánimos evo ca ... ¡Tal corre po r s us v e nas del inten so vivir el ans ia IOCtl! C ual se es po nj a la blanda ola d el an c h o m a r , e ll a se agra nda y dispo n e e l albergue placcnte r·o que e n continut'l d e manda t\ s us puertas m e ndig a <'1 o rbe e nter o. En la brega diiirna el fr·agor el e las máquinas &o turna con las vo ces que a so rdan los es pac ios, y e n ~a. calma n o cturna s on man&i one.;; d e fada s us pal aci os. Las r·azns d e In ti e rra, con el ft'i o ego ís mo e n san tn g u e rra, &e r ocueb tan á un tie mpo <'ll b U r t-gazo: ella los brazos c ie rra y las fundC' al calo r d o aque l a b razo . ¡Mir·ad c u á l la profi e re <'ntro mil ol Progr· cso, y In r c qui c- r·c­dc amo r es, y el e g é rm en es lu inlliHitl! Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 68 VIDI). INTELECTUAL ¡Mirad c ómo la quiere y la h~ce d e s u luz madre fe cnndal ¡Oh Pueblo! ¡Ya adivino á dónde yas ! ¡Ya sé p o r qu é camino te condúce n d e Dios las hondas trazas! ¡Ya leo en tu des tino, o h criso l d e n acio nes y de razas! Oye, pues o h divina. ti erra d e b endición , tie rra Argentina d e tu excelsa misi ó n mi buen pres agio ! ¡En ti oh a1·c a ced1· ina, _ salv a1·ánse los restos ele wn naufragio! D e aquel naufrag io enorme que ha de sumir la. Euro pa en un informe y caótico m a r d e tempes tades, que su solar t r a ns fo rm e e n purgado so la r d e áurea s edades . En éxodo grandios.o, á través del a t lante proceloso, arribará á t u s playas bienh echoras un mund o bullicios o de esp e ranzas ri s ueih\s y canoras. Ento n ces ¡c ó mo al punto d e tu fu t uro o límpi co e l trasunto v er ás de t u presente e n l(•S d e tall es ! ¡Qué col osal co njunto, e l de tus se rranías y tus vall es ! Y en to n ces ¡qué fragancia tus ti e rras manarttn , y qué abundancia d e l arado al sentir el h ondo taj o! ¡y co n qu é exubcrnn cia colm a r ils In e~ p c nm za d e l trnbnjo! Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. VIDA INTELECTUAL Sen\n fértiles huertos tus m edrosos y vírgenes des iertos: y al hacer tel'l'aplenes y desmontes tesoros encubier tos te darán las entrañas de tus montes. Tu Pampa florecida vcráse on mil sentidos recorrida por la esbelta y audaz loco motora que alzará en su corrida el rubio cereal que el mundo adora. P a ra que por tus ríos conduzcas tus riquezas, de navíos te surtirán tus bosques seculares, y tus cerr os brA.víos, de lanas que tejer en tus telares. De tus fi e ros torren tes y cascndas las rápidas vertientes sumisas baja!·án por nuevos tramos, y on saltos imponentes moverán maquinarias y dinamos. Los pueblos que hoy aldeas, y ni aldeas acaso, giganteas ciüdades serán, ricos e mporio s en dondela~ideas con el músculo harán suS: desposorios. Y seguros baluartes del Progreso -vendrán de todas partes los productos del mar, selvas y campos á p<'d i 1' 1\ tus a r·tes é industrins el1·etoque do s us In m pos. Y templos de las ciencias-como lámparas santa<> hw con ciencias 69 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 70 VIDA INTELECTUAL radiarán e l amo r de un Ideal solo, que en divinas cadencias los hijos cnntarán del bello Apolo. Cttntar1\ n ol sublime ldenl que ge n era~· quo redime, y los pueblos asienta y fortifica, y 1\ la$ a lmas exime del dolor, y á los hombres dignifica. ¡Esa es la PAz! ¡La calma que endulza el ccrazón é inunda e l alma de armoniosos aco r des soberanos! ¡la v icto ri osa palma de la santa igualdad de los hermanos ! ¡Esa es la P Az-¡ Oh T ierra enemiga sublime de la guerra! ¡Tu porven i r encierra ese gran día! ¡Tu po r venir enci crr~ la auro ra boreal de la armonía!.. .. ¿Qué no lo ves? ¡No impor ta! ¡Después la humanidad l o ver á absorta! ¡Ya lo marca el retó de tus destinos! ¡Ya lo vé quien te e xho rLa á seguir adelante en tus camino~! ¡Adeln.n te, y no ceses de manar de tu seno oro de mieses, de crecer tan viril, tan fuerte r grande, que la cúspide beses del huma.no progreso, h1jn del Ande! ALEJANDRO .MmoÉxs PARRADO. Córdoba, Junio do 1905. PI'OShÍlCl'O, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. VIDA I NTELECTO AL 71 CO NTR I BUCIÓN AL ESTU DIO DEL CAUD I L LAJE ARGEN TI NO Apuntes críticos-La Comtuistn Americana fuá obra de los caudí llos españoles­Hechos quo convien e establecer para determinar el orlgon dol caudillaje. L eyendo los opúsculos escr i tos á propósito de l caudillaje argentino, (de nota bl e factura algunos) un espíritu ecu<\nime e nco ntrará que hemos e mpeza do por donde deberíamos co ncluir. En efecto: no solamente los escritores d e a í'i os atn\s, s ino los de hoy, han se dejado dominar á menudo por el espíritu m eta fí s ico de l as v iejas escuelas, desdeñando lastimosame nt e e l mé todo científico de investigación, p erfectame nte apli­cable á la hi s toria. En vez de reunir e l may o r núme ro de h ec h os posibles para deducir, después de analizarlos, sus exactas r elaciones d e causas y efectos según ya lo aconsejara Baco n (afo­ris mos) para las Ciencias Naturales, lo s esc ri­tor es argentinos, en s u g ran m ayoría, partiendo de pretendidos princ ipi os abso lutos y de s u­pues tas verdades, no dem os tradas, h a n cr eído posib le llegar á las grandes sín tes is y conclu­s ionep extremas; s uced iendo que, p ar a demostrar lo previamente determinado, h a nse visto ob li­gados á s uplir muchas veces los h ec h os con afirmaciones antojadizas, desp r ovistas de todo valer científico, cuando no á ad ulterarlos por defici e ncia s de info rm ación ó ca r en<' ia de espí­ritu c rítico . E n tre nu estros his tori adores, e l Dr. López, por ejemplo, afirma que la lu c ha p or In or ga- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 72 VIDA INTELECTO AL nización nacional fué un Simple levantamiento de caudillos bárbaros surgidos de los bajos fondos sociales, sin más propósito que el de ahogar en sangre la civilización; y que el loca­lismo de las provincias era un 11sentimiento estrecho", mientras el localismo de Buenos Aires era un u noble y elevado localismo na­cional". ¿Eso es his toria? El General Mitre, más ecuánime, considera á los caudillos como simples representantes de turbas anárquicas. El Deán Funes, olvidando haber sido por­t. ador de la nota con que el presidente Rivadavia investía al General Quiroga de un eminente cargo en el Ejército Oriental, vé en los caudillos los únicos obstáculos de la organización na­ci0nal. E l Dr. José Manuel Estrada no vé surgir de entre «las turbas provincianas», sino tinieblas, miseria y sangre. Sarmiento, aun cuando sujeto al lirismo de joven atiborrado de revoluciones griegas, ro­manas, francesas, se detiene un momento en medio de sus magistrales apóstrofes contra la barbarie, para dejar un rastro de su genio y de la honradez de su alma: (
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Publicaciones periódicas

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Vida Intelectual - Año II N. 23

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Vida Intelectual

Por: Ramón J. Lassaga |

“Vida Intelectual” fue una revista cultural publicada en Santa Fe Argentina, dirigida en conjunto por Ramón Lassaga, Julio Busaniche y Ramón Roldán con la colaboración del Gustavo Martínez Zuviría como secretario. Esta revista de frecuencia quincenal circuló durante dos años, su primer número salió al público el 9 de julio de 1904 y finalizó en febrero de 1906. Su objetivo principal fue la divulgación de textos literarios en prosa y verso de autores nacionales como Isaac R. Pearson, José Cibils, Rodolfo Alcides, Eduardo Hector Duffau, María Aliaga Rueda, Ramón Bergman, Juan Julián Lastra, Jorge Leyro Díaz, Teófilo Trol, entre otros; se contó también con la participación de autores internacionales, algunos latinoamericanos y españoles en su mayoría. Adicionalmente la revista incluyó algunos artículos jurídicos, científicos e históricos que ofrecían un panorama sobre las vicisitudes sociales de la nación y de la provincia.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Publicaciones periódicas
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Vida de Rufino Cuervo y noticias de su época - Capítulo 1

Por: Rufino José Cuervo Urisarri | Fecha: 1892

En este capítulo se describe a la familia del doctor Cuervo, el desarrollo de la educación y los grados que recibió. Sus primeros cargos al servicio de la educación pública y el ingreso al servicio público. Se describen sus afiliaciones literarias y como término su afición a la poesía.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Otros
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  • Historia

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Viaje al corazón de una ciudad

Por: Programa Crea. Formación y creación artística | Fecha: 2019

Antología conmemorativa en la que se recogen textos escritos entre 2015 y 2019. El libro cuenta con una exquisita selección de poesía, cuento y textos diversos; fruto del trabajo de jóvenes autores que han hecho parte del programa Crea y que en su proceso formativo han compartido sus palabras y saberes a lo largo de cinco años.
Fuente: CREA - Idartes - Procesos de creación Formatos de contenido: Libros
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  • Poesía
  • Literatura

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Viaje al corazón de una ciudad

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  • Exclusivo BibloRed
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Viaje a la poesía de Neruda : Residencias, calles y ciudades olvidadas

Por: Bernardo Reyes | Fecha: 2004

Este libro es una "guía turística" particular. No contiene recomendaciones sobre los mejores restaurantes ni el detalle de las calles más hermosas. Se trata de un viaje urbano por los lugares que habitó y recorrió Pablo Neruda: las pensiones, el Instituto Pedagógico, las casas que construyó y, también, aquellas que habitó durante la infancia en el sur chileno.
Fuente: Digitalia Formatos de contenido: Libros
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Viaje a la poesía de Neruda : Residencias, calles y ciudades olvidadas

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Viaje : canción donde unos labios me miran / [Eduardo Carranza]

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Véspero [recurso electrónico] / [Rafael Pombo]

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Veterinaria [recurso electrónico] : receta infalible contra la esterilidad de las gallinas / [Rafael Pombo]

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Versos populares de Colombia [recurso electrónico] / [Rafael Pombo]

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Versos populares [recurso electrónico] / [Rafael Pombo]

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