Por:
José Eustasio Rivera
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Fecha:
1921
José Eustasio Rivera fue poeta antes de convertirse en novelista y ser una de las principales voces de la denuncia contra la explotación cauchera. Con la poesía empezó a ganar reconocimiento de figuras como José María Rivas Groot y Miguel Antonio Caro, sin cuya aprobación y recomendación posiblemente no habría publicado este libro. Tierra de promisión fue el primer compendio de la obra poética del escritor huilense. Apareció en enero de 1921, en Bogotá, bajo el sello de la Casa Arboleda y Valencia, de Miguel Santiago Valencia y Abelardo Arboleda, editores cercanos a Rivera y promotores entusiastas de su obra.
Esta edición de 123 páginas incluye 55 sonetos que Rivera escribió a lo largo de casi una década durante sus viajes y recorridos por el sur del país. La contraportada incluye una lista de futuras obras del autor a publicar (el segundo volumen de Tierra de promisión, el drama Juan Gil) y de otras que estaban en preparación (el tercer volumen de Tierra de promisión, un poemario titulado Los cantos, y los dramas Los escarabajos, Las arrepentidas y El virrey). De esos proyectos, sólo Juan Gil llegó a la imprenta, y ya cuando su autor no estaba vivo. El libro también incluye una fotografía de un joven José Eustasio Rivera, que tenía 33 años cuando publicó el libro, y una dedicatoria a sus padres: “Padres míos: A perfumar vuestra santa vejez va el primer retoño de este arbusto que disteis al mundo”. Esta es la misma dedicatoria que aparece en el manuscrito de la pieza dramatúrgica Juan Gil, recuperado en 2024 por la Biblioteca Nacional de Colombia.
Como refieren, entre otros, Eduardo Neale-Silva (1960), Ricardo Charria Tobar (1963) y Ordoñez (1987), los primeros poemas para Tierra de promisión datan de 1908, cuando Rivera se recibió como maestro y regresó al Tolima Grande. Pese a sus dificultades económicas y el duelo por la muerte de su hermana Inesita, empezó a componer sus primeros poemas, que no solía escribir, sino que se los aprendía de memoria y los pulía sobre la marcha. Rivera dejó ver sus imágenes, texturas y metáforas recurrentes en versos tempranos como “Gloria”, “Águila andina”, “Tocando diana”, “Ante el ara” o “El mirlo viudo”, que publicó en revistas y periódicos del Huila, Tolima y Bogotá. En cartas y documentos, fechados en 1911, Rivera ya hablaba de una obra concebida orgánicamente, distribuida en tres partes temáticas (selva, llanura y cumbres) y compuesta por 100 sonetos. Serían, escribió, “descripciones de esa tierra (el Caquetá y el Casanare) que sólo conozco en la imaginación”. Para 1918 esa cifra llegaba a 168 sonetos, de los que mantuvo 55, conservando esta última distribución con la apareció el libro en Bogotá en 1921 (Neale-Silva, 1960).
Desde su aparición, Tierra de promisión tuvo buena aceptación de críticos y de lectores. Por ejemplo, el poeta Rafael Amaya escribió sobre la conmoción que produjo la obra de Rivera en la capital colombiana: “Era como si el viento de la selva hubiese penetrado de improviso en una sala hermética, donde las flores raras rimaban con los cortinajes exóticos”. Pero no todo fueron elogios, Manuel Antonio Bonilla, bajo el pseudónimo de “Atahualpa Pizarro”, criticó fuertemente al libro desde las páginas del periódico Gil Blas y acusó a Rivera de no ser un verdadero poeta, sino solo “un hacedor de versos”. Rivera contestó estas críticas con igual intensidad y también mantuvo polémicas con otros críticos como Eduardo Castillo (1921), que desde las páginas de Cromos dijo de Rivera que su “cultura mental es una deplorable deficiencia” y que era “un cantor de cosas desmesuradas y sublimes”.
Fuente:
Biblioteca Virtual Banco de la República
Formatos de contenido:
Libros