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Fecha:
07/02/1858
AÑO I. Bogotá, 7 de :febr ero de 1858 . NUM. 6.
E l romance.
NECE IDAD DE QUE LO POETAS SURA lERICANOS
CULTIVEN ESTE JENERO.
Las coleccione de romances antiguos españoles
son rara , dúícile de leer, difusas en su mayor parte,
i mezcladas con piezas d ' biles i de escaso interes.
Es preciso tener un entujasmo casi fanático
por la poesía antigua pañola, para echarse a pechos
un volúmen entero de la Silva de 1·omances
viejos, ele la Silva de ·romance va1·ios, de la Flo resta
poética de R ebolledo, de los R omances de Quevedo,
i de tantas i tantas otras colecciones mas o ménos
antigua , mucha de e llas incoherentes i desgreñadas,
en maJo~ tipos i peor papel.
D e las edicione modernas que se han hecho i se
hacen diariamente de las poesías antiguas no es po·
sible tratar con detencion , por no permitirlo un si mple
artículo de periódic?;. pero séanos permiti_do
tribu ar nuestro reconocimiento a los hombres In·
telijentes i dotados de un fino gusto, que en sus
e cUI·siones filosófica. van a bu ~car entre el polvo
de las bibliotecas, públicas o particulares, libros
viejos i deteriorados para compulsarlos, i publicar
lo mas sustancial que ellos contienen. (* ) No hablamos
tampoco de las colecciones de romances orijinales
modernos, como la del autor del Aloro Espósito,
porque el mérito de e te tr_abnjo es de o_tro
jénero, i sus título~ a nuestra adnnracwn son_ diferentes,
por no decir mayores. Saavedra ha reJU ve.
necido i rehabilitado el ya casi abandonado 1·omance
antiguo.
Nadie ignora de cuánta importancia es el estudio
de estos antiguos romances, como que en ellos
está la verdadera poesía naciona l de España, la
poesía de los campos, de los castillos i de la choza
humilde del pastor, i la poesía que asiste a todas las
reuniones, que se halla en todos Jos labios, que exalta
todos los espíritus. Cervántes, hablando del romance
de don Gaiferos, dice que andaba en la boca
de todo el mundo, i que aun los niños lo repe tinn
por las calles. Tan populares, tan consustanciales,
digámoslo a í, han sido siempre en los países españoles
de Europa i de América estos cantos en que
se pinta su jenio i se retrata su carácter, como en un
espejo, que nunca la edad , ni e l sexo, ni profesion
alguna se han sustraído a esa afic ion innata, a ese
impulso natura l e irresistible, ya a componer, ya a
r ecitar romances.
Todos los rec uerdos de la E spaña están en esos
romances; es su tra di cion, su h istor ia flo rida, digámoslo
así, su epopeya nacional, su libro de Jos héroes
; allí están sus cuentos caballer escos, ll enos
de graciosas imájenes i de g loriosos hechos de armas;
allí están sus cantos de amor, en que las hijas
de los reyes suspiran, miéntras bordan las em·
presas para sus amantes, en que el trovador cuenta
sus penas i cu itas al compas del acordado instrumento,
al pié de la ventana de su inaccesible dama;
i allí, en fin, Jos puentes levadizos, los briosos corceles,
las fiestas i torneos, Jas bandas i celada3, los
(*) Véase, por ejemplo, el "Tesoro de romanceros" publicado
por D. Eujenio de Ochoa.
< javalíes i aleones, i el amor, i la g loria, i la pieda d,
i la nobleza, i la j enerosidad i la gallardía. Aquí es
el Cid, vencedor de Jos Moros, dueño de Valencia;
allí s Bernardo del Carpio, cerrando el paso de los
Pirin eos, venciendo a Carlo Magno, que venia en
busca de la corona de Leon, i a quien el mozo leones
g ritaba en el campo : "ven por ella," i despues
ele la victoria se pre entaba a su rei dici éndole:
"La respue ta que la Francia nos ha dado la traemos
escrita en nuestros pechos.') Allá es el reí moro
llorando por la pérdida de Alhama i oyendo aquel
terrible r proche : " no la supiste conservar como
hombre: i la lloras como una mujer." O bien Rodrigo
huyendo del campo de batalla donde fué ven·
ciclo, i esclamando con lágrimas de desesperacion :
': yer era rei de E~paña, hoi no soi nada ; ayer
era dueño de ciudades i castillos, hoi no poseo un
palmo de tierra .11
Hai otra clase de romances a la cual pertenecen
las composiciones puramente caball erescas : Ja h istoria
de Lancelote, de Tristan, de Amadis. E l pueblo
por un in tinto natural formulaba así sus sentimientos,
reinando la locucion, fluida, sencilla, espontánea.
Los nobles i grandes señores tenian en
sus castiJJos largos romances escritos en vitela , orlados
de florones i guarnecidos con finos arabescos.
Los trovadores can taban al pueblo congregado sus
estrañas aventuras, cuentos de amor i de guerra,
compuestos, segun el gu&to popula r, en ver&os asonantes.
Esta poesía, a campo ra ·o, digámoslo así,
no se escribía jamas; i el autor de Ja rapsodia, satisfecho
con Jos cándidos aplausos que recibía de la
multitud, muchas veces ni aun se daba a conocer ¡
pero los homb res del p ueblo recojian .fielmente sus
cántigas i las redactaban, por el cl ia en sus horas de
ocio, i por la noche en sus veladas.
lVlas su~edi ó una cosa estraña, i fué que esos manuscritos
copiados con tanto arte, i conservados con
tan to esmero, se perdieron en su mayor parte, i solo
quedó la tradicion popular, tan vaga i tan instable
de suyo ; i a fa lta de libros fu é preciso recurrir a la
memoria de los viejos . D espues que Jos palacios se
habian quemado, i destruídose los monumentos primitivos
del arte, se buscó esa poesía de los tiempos
an tiguos, i se h alló que a lg una pobre mujer del
pueblo podia repetirla palabra por palabra bajo el
humilde techo de su cabaña, o que un infeliz ciego
la cantaba pidiendo limosna por los caminos reales.
Otra série de romances, correspondiente sin duda
a una época distinta, es Ja de los romances moriscos:
j énero variado, numeroso, interesante. Es el
cuadro de la vida árabe con todo su brillo prestijioso,
esa vida risueña i caprichosa, como la caprichosa
arquitectura de la Alhambra, pero seve1:a al mismo
ti empo, como esa montaña en que el mfortunado
Boabdil se detuvo para volver los ojos por última
vez a Granada, i que desde entónces se llama el
Monte del suspi?·o. Vida de contrastes i peripecias :
tan pronto las fie stas deliciosas i embriagantes, i las
horas de amor en los jardines de palmeras i naranjos
: tan pronto el grito de· guerra, i la coraza de
acero reluciendo al sol i el penacho flotante en medio
de los combates. A la vista de estas fic ciones
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46 BIBLIOTECA DE SEÑORITAS.
seductoras de la poesía árabe, Jos españoles olvidaban
su enemistad, i d8jándose llevar del encanto de
ese paganismo cabnlle resco, cantaban la gloria de
los abencerrajes, como habrían podido cantar Ja de
sus propios héroes. No dejaba el espíritu relijioso
de reprocharles e~ta inclinacion ; pero el pueblo,
aberracion estraña en aquellos tiempos! rehusaba
entrar en estas discusiones teolójicas; i cuando le
echaban en cara su propen ion a aprender o a imitar
los cantos de Jos infieles, respondia con injénua
candidez:
"Caballeros granadinos,
Aunque moros, hijosdalgo."
Despues de haber pasado por la tradicion histórica
i por la leyenda caballeresca, el romance sufrió
una nueva trasformacion : dejando a un lado Ja
lanza i la espada, se convirtió en pacífico habitante
del campo, i a Jos cantos de guerra sucedieron
Jos pastoriles. Algun tiempo despues descendió un
poco ma8, i ya no fué sino una e pecie de jácara
llena de concepto.~ i retruécanos, en que se pinta·
ban los usos i costumbres de la P.poca, i a que servían
muchas veces de argumento las escenas mas
comunes i vulgares, como lo vemos en los roman·
ces de Quevedo; en lo cual el romance español no
hizo mas que seguir Jos pasos del teatro, que desde
la trajedia griega fué de ... cendiendo poco a poco
hasta la comedia moderna de costumbres, i desde
el alto coturno de los héroes i príncipes, hasta la
zarzuela i el s inete andaluz.
He aquí una brevísima reseña histórica del romance
castellano, de e e tipo de la poe ía nacional
española, en que se exhala el jenio i se pinta 1 carácter
de nue tro~ padres como n un daguerreotipo:
brevísima, porque apénas hemos querido que ella
sirva de preámbulo a la e8citacion que nos proponemos
hacer a nue tras jovenes literatos para que
culti en e te jénero tan fácil, tan sencillo, tan cómodo
para e ~ cribir las crónicas i la hi toria ; i porque
no nos estaria bien e~ tendernos mas en u na
materia en que todo lo ha dicho ya el célebre don
Anjel Saavedra al escribir el prólogo de sus Romances
históricos. El ejemplo del éxito feliz i completo
que obtuvo este literato distinguido, debe ser
un estímulo que mueva a los poetas surnmericanos
glorias nacionales, para popularizar nuestros interesantes
hechos históricos ! El romance es, no lo dudemos,
Ja epopeya moderna de los pueblos hispano
americanos.
Por Jo mismt' que el romance exije un gusto puJido,
u na delicadeza e~ trema, i no ha de humillarse
hasta las jácaras i coplas vulgares¡ por lo mis~o
que estejenero de compo::,icion ht...ye del estilo ~1~chado
i ampuloso, de la vana afectacion i del np10
i palabrería sin sentido; por e lo mismo ha de contribuir,
si se cultiva con per everante esmero, e
imitando lo buenos modelos, a crear el buen gusto,
i a correjir los mui notables vicios de nuestra poesía,
imitadora servil, por lo ordinario, de estranjeras
i espurias escuelas.
Como todo conocen los elojios que del romfl-nce
han hecho eminentes poetas antiguos i modernos,
tales c0mo Juan de la Cueva, Lope de Vega, Martínez
de Ja Rosa. el va citado Saavedra, i otros; i
tambien las regl~ , pi·eceptos i con"ejos que para su
compo. icion han dado, omitimos decir lo que no
seria mas que una innecesaria repeticion, o el deseo
de ostentar de nue .. tra parte una necia e importuna
erudicion.
Varias son las composiciones de este jénero en
que se han ensayado algunos de nuestros comp3.·
triotas, i ellas demuestran que él no es estraño a
nuestra literatura, i que la lectura de buenos romances
ha dejado el fruto apetecido, si ya no es
que por in tinto natural el jenio americano brote
en un terreno que le es propio, denunciando la herencia
que recibió de sus antepasados.
En un ti e mpo tuvimos la idea de hacer una coleccion
de todos ]os que se han dado a luz en la
Nueva Granada, ya serios, ya fujitivos i que andan
dispersos en varios pen ódicos, i en otras publicaciones;
pero motivos que no es deJ caso mencionar
nos retrajeron de e .. te intento. Si algun curioso, con
mas tiempo i mejor criterio que nosotros, quisiese
prohijar esta idea i llevar a cabo el proyecto, haría
un servicJO notable a la literatura, formando por Jo
ménos un volúmen escojido, que en cualquier tiempo
haría honor a nuestro país.
YARILPA.
a rejenerar, o a fundar; si e quiere, en este conti·
nente el romance, como medio infalible de popularizar
la poesía, de enseñarla, de incrustarla, digá- >
moslo así, o amalgamarla con nuestra historia na- (
cional, con nuestras gloria , dando forma, animacion,
vida i carácter a nuestra incipiente literatura.
A ..... •..
Oh! Si pudiera obtener
Con intelij ncia suma,
Que ver o~ mil de mi pluma
Bellos se vieran nacer,
Como al primer arrebol,
En las mañanas ele abril, Ya lo han dicho varios escritore : la epopeya PS
un jénero exótico, imposible en estos tiempos; Ja
ci vilizacion ha ido Techazán olo poco a poco, i en (
proporcion de los progresos que esta ha hecho, aquel ~
se ha retirado de la e~cena. La epopeya era la for- S
ma propia de los tiempo~ de lo maravilloso i de lo!
ideal, forma que no se a viene bien con los tiempos
de lo positivo. El siglo de Homero fué el siglo de
la epopeya, de entónce para acá el jénero 'pico ha
ido decayendo, i la Henriada misma, como dice un
picante escritor frances, no es mas que una Gaceta
elegante.
Pero nos queda una forma adaptable a nuestra
época, i que puede mui bien reemplazar a aquella
hasta cierto punto: el1·omance. ¡Cuánto no se presta
este jénero, que parece humilde, para consignar
en él nuestros recuerdos, para inmortalizar nuestras?
Se ven nacer mil a mil
Los vivos rayos del ol,
Entonce, amiga, al pulsar
De oro la lira tremente,
Que hoi se ajita blandamente
Como un pecho al suspirar,
Yo te diera en cada son,
Grito del ánima mia,
Un piélago de armonía
En que ahogar el corazon!
I te cant ría mas
Que nunca nadie cantó;
Que nadie nunca cual yo
Fué para cantar audaz;
Ya que es la llama del sol
La del vate Amencano,
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BIBLIOTECA DE SEÑORITAS. 47
I e su cantar oberano
Como cantar E pañol!
Cantara el cielo turquí,
El cielo que al erlo admira,
El cielo que al verlo inspira
Porque o lo se ve aquí.
L as flore de .. parramadas
Cual mil e trellas caida ,
Las dulce fuentes dormidas
I las onantes ca cadas,
I aque .... tas noche~ de tul
En que los mundo celestes
D espliegan ws áureas vestes
Por la ancha bóveda azul;
Con toua esta inmensa z ona ,
Cuna i tumba de valientes,
En que no hai esclavas frentes
Ni frentes ha i con corona;
Esta tierra-para Lo
Que es del munuo el corazon,
D espertada de improviso
A los pasos de Colon ;
Do nunca muere la luz,
Donde los libres son g rande s,
Do se de~tacan los And es
De p edestal de la Cruz! ••••
Tal vez, hermosa estranj era,
P erfume de flor au ente,
Onda de leJana fuente
En que otro sol reverber a,
En la América gloriosa
Dejarás vi va tu huella
S eñalada en una rosa,
Dibujada en una estrella!
Hora contemplo tu frente
Que un ignoto pensamiento,
Como a las olas el viento,
Hace temblar de repente,
Ahogado por tu sonrisa
De tu patria oigo el sdspiro,
Que ácia ella va en blando jiro,
En alas de ajena brisa.
No beb en tus lindos ojos
La luz de tu lindo cielo,
Las flores de estraño s uelo
Son para tu planta abrojos.
¡Pobre pájaro perdido,
Mas no en la red prisionero,
Que del árbol estral)jero
N o quier es colgar tu nido.
Vuelve al nativo horizonte
I vierte tu melodía
En ]a hojo "a selva umbría
I en el alto espeso monte!
Marchita hoi tambien )a flor
Don tuyo, al partir, la pierdo .....
Dime tú si así el recu erdo
Perderás de tu cantor!
1850.
Lope de Vega.
Tenemos a la vista el testamento de Lope otorgado
en Madrid a 20 de agosto de 1675 ante el escribano
del número, don Francisco de Moráles.
En él se dice que fué casado con doña Juana de
Guardo, la cual le trajo de dote 22,382 reales de
plata doble, dándole él de arras 500 ducados: que
de eete matrimonio tu vo por hija única a doña Feliciana;
que e ta casó con Luis Usátegui, a quien
ofreció al tiempo de tratar e] casamiento cinco mil
ducados de dote, comprendiendo en ellos Jo que a
su d1cha h1ja le tocase de su abuelo materno; pero
que por haber e .. tado alcanzado no le habia pagado
aún cosa alguna, sincmbargo de haber recibido
varias cantidades de la herencia de su suegro. Por
e tose ve qne el buen Lo pe de Vega, a pesar de haber
ganado, con solo sus comedias i sus autos, noventa
i 5eis mil du cado , no contaba entre sus buenas
cualidades la de la economía. Verdad es que
dejaba por heredera universal a su hija; mas si n
duda no seria mucho lo queJe hubiese de tocar en
la sucesjon,cu anuo se Jee en el testamento la cJáususiguien
te : "Declaro que el rei nuestro señor (Dios
lo gua rde) usando de su benignidad i largueza,
ha muchos años que en remuneracion del mucho
afecto i volunta(con que le he servido, me ofreció
dar un oficio para la persona que casase con la dicha
mi hija, conforme a la calidad de la dir.ha persona;
i que con e. ta esperanza tuvo efecto el dicho
matrimonio, i el dicho Lu is de Usátegui, mi yerno,
es hombre principal i noble, i está mui alcanzado,
suplico a S. M . con toda humildad i al Escelentísimo
señor Conde Duque, en atencion de Jo referido,
honre al dicho mi yerno haciéndole m erced como
lo fio de su g rand eza. " No sabemos si el rei
cumplió esta m anda i la palabra que tantos años
atras había dado, en lo que parece que S. "!vL se
mo straba algo fl aco de m emoria,
Era Lope de jenio apacible i suave, lleno de
amable corte~anía en e l trato, i aunque tuvo detractores,
pension comun a todos los grandes jenios;
no conoció nunca la envidia, prestándose siempre
gustoso a alabar a los demas poetas, entre los que
a la verdad sobresalió tanto que no tenia para que
temer rivalidad nin g una.
Sinembargo, si JJ egó a lo sumo el aura popular
de Lope durante su vida, despues de su muerte,
cuando hubo d esaparecid o e l asombro que producia
su prodijiosa fec undidad, cua ndo otros poetas se
presentaron en ]a escena superiores a él en dotes
dramáticos, cuando en fin empezaron a cundir
principios literari os mas ajusta dos al buen gusto i a
la sana critica, en t ónces las alabanzas se convirtieron
en vituperios, i no fa!tR.quien quisiese confundir
a tan grande hombre con los mas despreciables
dramaturgos. Injustici a fué es ta mucho
mas inescusable que el desmedido aplauso que se
le tributara en vida : al ménos este se fundaba en
un mérito r ea l, en el prestijio que no puede ménos
de granjearse el jenio, en las facultades portentosas
de este jenio, que si abusó la timosamente de ellas,
el mismo abuso demue.:.tra cuán grandes eran i po·
derosas. Libr es ahora a la par de aquel prestijio i
de toda preocupacion n aci da de doctrinas literarias,
apreciamos a Lo pe en lo que vale, i juzgamos de
su mérito con imparcialidad.
Si consideramos solo el número de sus escritos,
la historia literaria no presenta otro ej emplo semejante
de una fecundidad que casi parece fabulosa;
i aún cuando no tuviese otro mérito, su nombre viviria
siempre en la m emoria de los hombres como
uno de aquellos prodijios que la naturaleza no ofrece
mas que una ve z sola. No hubo jénero de poesía
que no abrazase; desde e l madrigal hasta la oda ,
desde la égloga hasta la com edil'l , desde la novela
hasta la epopeya, todo lo recorrió, i en todo dejó se-
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48 BIBLIOTECA DE SENORIT AS.
ñales de su privilejiado talento. Se lee en el prefacio
de un l ibro impreso en J 604 que a la edad de
42 años pasaban de veintitres mil hojas los versos
que hasta entonces había hecho para el teatro. En
1618 asegura él mi moque llegaban a ochocientas
las comedias que llevaba compuestas, i en 1620 a
novecientas. Cuando en 162~ publicó la vijésima
parte de sus obras dramáticas, decía que le quedaba
toda vía tiempo para escribir hasta mil i setecienta
. Por último, en 1635, año de su muerte, afirman
Pérez de Montalvan i el sábio D. Nicolas Antonio
que ascendía a mil ochocientas el núme ro
de sus comedias. Estas son en tres jornadas i en
verso; todas ellas se representaron, i la mitad se
imprimieron. De ellas hubo ciento que no le costa·
ron mas que un dia de trabajo, como él mismo lo
asegura en estos versos:
I mas de ci ento en horas veinticuatro,
Pasaron de las musas al teatro.
A estas mil ochocientas comedias hai que añadü·
cuatrocientos autos sacramentales i un gran número
de intermedios, muchos poemas épicos, didácticos
i burlescos, entre ellos la Jerusalen conquistada
i !a Gatomáquia ; epístolas, sátiras, disertaciones,
composiciones sueltas e infinidad de sonetos. Se ha
calculado que en los 70· años de su vida, le tocan a
cada di a ocho páj inas i casi todas de poesía. Sus
escritos todos componen el número de 133,000 pájinas
i 21 millones de versos. Para tanto escribir
parece que su pluma debia correr tan sueltamente
que jamas se parase ni hiciese enmiendas. Existe
sinembargo en poder de uno de nuestros mas acreditados
literatos un 1 ibro en blanco donde solía hacer
sus borradores, i en que hai composiciones suyas
de toda especie. A juzgar por esta muestra,
pocos poetas habrá que corrijan mas sus composiciones,
pues todas están llenas de multiplicados borrones
: se vé ademas qne en algunas de sus comedias,
si no en todas, escribia primero el })lan, no
por actos ni escenas, sino formando una pequeña
novela.
A la fecundidad añadió Lope otras dotes de poe·
ta que no le dan ménos gloria. Su poesía es por
lo jeneral dulce i fluida, como el agua limpia
de una fuente pura que sale sin tropiezo alguno:
su esprecion deja pocas veces de ser clara, intelij ible
para todos: i flsenta de los defectos del culteranismo
i mal gusto que afearon a muchos escritores
de su época i la siguiente: los argumentos de sus
dramas son variados i muchos de ellos felices; los
caractére de sus personajes, si no perfectos siempre
en la ejecucion, bellos en la invencion i con rasgos
admirables que arrebatan: el diálc>go es fácil: una
galantería fina i culta sobresale en él, no ofendiendo
nunca el decoro: i por lo jeneral hai una sensibilidad
viva i delicada que mueve e interesa, sin
que le falte a veces fuerza i sublimidad. A vuelta
de esto se le pueden notar grandes defectos que
deslucen tantas bellezas, def¡ ctos nacidos todos de
su funesta facilidad, pues funesta puede llamarse,
cuando fué causa de que, entre tantas obras, no
compusiera ninguna perfecta, ninguna que no ofrezca
ju to a idero a la crítica; i tanto mas funesta todavía,
cuanto que no erraba por ignorancia, sino a
sabienda~ i a despecho de lo:s sanos preceptos que
se vanagloriaba de conocer i quebrantar.
Para juzgar debidamente a este gran poeta es
preciso atender al &tatlo en que encontró el teatro,
i lo que era ántes de él la comedia; examinar las
co'tumbres de su siglo i la especie particular de civilizacion
que entónces existia; comparar con sus
obras las que se escribían al mismo tiempo en las
naciones estranjeras; i considerar el influje> que
han ejercido sus compo,iciones dramáticas sobre
toda~ las demas que poste riormeute se han publicado.
No es de este lugar el emprender tan prolija
i filosófica tarea. Baste decir que hasta que ' 1
apareció en la escena, no se r epre entaban mas que
farsas indecentes; que fué el primero que supo inventar
un argumento complicado e interesante, enredarlo
i desenlazarlo con injenio, dar al teatro decoro,
presentar n él altos personajes i caractéres
bellos. Si no siguió Jos modelos que nos habia dejado
la antigüedad, no fu é porque Jos de~conociese,
pues su erudicion era vasta, sino porque los ensayos
hechos anteriormente habían sido infelices, convencié
ndole de que no convenían ni a la índole ni
a las ideas de los españoles de aquel tiempo. Adivinó
el gusto de sus contemporáneos porque estudió
sus costumbres i sus sentimientos, i reprodujo aquellas
i estos en sus comedias; i siendo la po esía dramática
un vivo reflejo de la civilizacion de la época
en que se escribe, logró agradar porque logró
presentar la imájen verdadera de su época. A
Lo pe se debe la gran diferencia que separa al drama
antiguo del moderno aun entre aquelios poetas
que mas han blasonado de seguir el gusto griego,
i mas han vituperado al mi ~ mo Lope, al paso
que cedian mucho mas de lo que ellos pensaban
al impulso datlo por su jénio poderoso. El interes,
la variedad, los encontrados afecto ,los profundos caractéres
i la invencion brillante que tanto realzan
el teatro moderno i le hacen tan superior al antiguo,
son debidos ciertamente al jemplo i a la influencia
de Lope de Vega.
Si por otra parte se comparan sus comedias con
los informes ensayos que se hacían en las demas
naciones, r esaltarán todavía mas su mérito i su gloria.
Solo un rival tuvo Lope entre sus contemporáneos,
este rival fué el ingles Shake pea re. Ménos
fecundo, pero mas sublime, Shakespeare venció a
Lope en la tragedia sin igualarle en la comedia, le
escedió en la pintura de las pasiones fuertes, mas no
le igualó en la invencion ni en la variedad amena.
El bardo ingles aterra, miéntras el poeta español
solo procura deleitar in pirando nobles i suaves
afectos; pero una circunstancia esencial coloca al
segundo en una e fera superior a la del primero:
la influencia que ejerció sobre la literatura de su
siglo. Shakcspeare permaneció ignorado fuera de
su patria, i Lope fué la admiracion de toda Europa
procurándole imitar cuantos escribían para el
teatro. La situacion polltica de las dos naciones
debió sin duda tener gran parte en esta diferenc~.
El nombre de Lope acompañaba por todas partes
al nombre español acatado por do quiera: el de
Shakespeare no pudo cobrar mas fama que la que
entónces alcanzaba su patria: tnn cierto es que hasta
para llegar a la cumbre del Parna ·o se necesita
pertenecer a una naeion poderosa. Como quiera
que sea, unidos en Lope de Vega el poder de su
patria i el poder del jénio, formaron de él un coloso
que todo el mundo acató, quE> solo durante algun
tiempo ha podido ser ultrajado, pero que con
todas sus imperfecciones se alzará siempre firme i
radiante para admiracion de los siglos.
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BIBLIOTECA DE SE~ORIT AS. 49
El alma.
Amor! sentimiento noble i puro con que plugo
~1 Omnipotente dotar al ser racional para que en su
mocencia e uniera a él; sentimiento por el cual
quiso se le rindiese culto i holocausto en el ara sagrada
del corazon de aquel a quien había criado a
su imájen, de aquel en quien tiene sus complacencias.
I ¿por qué otro sentimiento sino por el
del amor se une la criatura a su Criador~ El alma
es el amor; por el amor es que el hombre es
superior al animal, no por los sentidos· sentidos
tiene el bruto: i tal vez mas perfecto~, i ménos
espuestos a sufrir.altel:acion o a dañársele; pues
observamos que mfin1dad de los descendientes del
m~} aventura
1
do bAdan yacen ciegos, sordos, &,
mtentras que os rutos, a pesar de sus duras fa tigas
i enfermedades, conservan ilesos la vista el
oído, el tacto, el gu~to i el olfato. tNo nos conv~nceremos
de que en los sentidos no reside el alma
destello u blime del amor, i que si la criatura hu~
mana es imájen de Dios, no es por los sentidos sino
por el amor? De lo contrario el tigre i todos los
animales erian imájenes del Criador; porque serian
capaces de amarlo, esto es, de conocerlo. Pero no
sucede a í, porque la vista concedida a la materia
es sumamente limitada ; i i podríamos con ella
distinguir al que es espíritu, i al que tiene su morada
a una distancia incalculable hasta para el mismo
matemático, cuando no ha alcanzado con mil
instrumentos diferentes a ver de qué está compuesta
la luna que es uno de los cuerpos celestes ménos
distantes del globo que habitamos~ 1 si Ja vista,aún
ayudada de magníficos telescopios, es ünpotente para
ver i conocer al Supremo Hacedor, qué diremos
de los otros sentidos? Esfuerzos impotentes deljénero
humano en la grande obra de conocer a su Criador,
como lo son Jos del náufrago que sueña asirse de
las olas embravecidas !
Dios quiere quC' lo ame la criatura, i para eso le
dió el sentimiento innato del amor, i la amó primero
para enseñarla a amar, i Je dió la libertad de
amarlo o no amarlo: he aquí el libre albedrío;
pero el hombre ha degradado este sentimiento hasta
el estremo de prostituirlo: él no ama a su Criador
como debe, ni a su semejante segun el espíritu
de Dios. El hombre ama como ama el bruto, es
decir, satisfactendo la necesidad de sus sentidos i no
se acuerda de su Criador para tributarle con ~mor
las gracias por Jas bondades que de él recibe.
Cuando Dios vió que el hombre no era capaz
de hacer el sacrificio de una fruta prohibida por
amor ácia a él, fulminó la sentencia terrible contra
el culpable i sus hijos desgraciados: sentencia cuyos
re~ultados han sido horribles hasta para el mismo
Dws: pues por ella se condenó a hacerse hombre
desgraciado, ultrajado, vilipendiado, pobre i
sujeto a la muerte mas ignominiosa.
_ La muj.er, al comer la fruta vedada, quiso ser
1gual a Dws, cosa que le hizo creer la astuta serpic.
nte ;_ pero ~1 hombre t qué quiso ser? nada; no
qmso smo satisfacer uno de sus sentidos, e1 del gusto,
el del paladar; i así se ha quedado pues la
d . ' norma e sus accwnes es la de satisfacer sus senti-dos:
el amor lo dejó en el paraíso aún ántes de
gusta: el fruto prohibido. Pero a la mujer qué le
sucedió? todo lo contrario de ]o que le sucedió al
hombre: ella se hizo mas sensible i mas amante en
su destierro: ella amó a su compañero: ella buscó
en ~~ el consu.elo i el apoyo que perdiera con el
enOJO de su Cnador. Mas, yermo estaba su corazon
al paso .que eran de fuego sus sentidos. 1 ni aún la
sentencia de Dios irritado. condenándola a los dolores
de la maternidad, la lÍa hecho sufrir tanto como
ese corazon de hi elo, i esos sentidos de fuego del
compañero de su destierro!
La mujer ha sido considerada por el hombre en
todas la~ naciones, como instrumento para satisfacer
Jos sentidos des~ dueño caprichoso; pues en unas
partes se la encierra en un harem sujeta a lavoluntad
de un déspota, i en otras se
1
la vende en los
mercados al lado de los rebaños, privándola hasta
?el goce de un paraíso imajinado por el bárbaro, el
1mpostor Mahoma!
. Los Il_lismos teólogos, dice Aimé Martín, "pareClan
olvidar un momento que Jesucristo participaba
de la humanidad por medio de su madre." Esto
sucedía en épocas en que se pretendía poner en
duda el alma de Ia mujer.
i Ha sido puesta en duda la existencia del alma
de. la muj~r? Sí. ¡Qué absurdo! suponer que el
rms:ffiO Dws, hech~ hombre, escojiese para morada
el Yien~re de un am.mal! El que podia escojer sus
ascendientes ¿ habna ~e tomar por madre a la que
no fuese toda amor, smo a la que, mas feliz que
Eva,supo conservar pura su alma es decir su amor
ácia su Dios, ácia este Dios que ~enia a ~·edimir ei
alma i no la materia?
Una .mujer, de nombre MARÍA, despues de Dios,
es la pnmera perso?a d~. los cielos. Una mujer, i
n~ un hombre, fu.e eleJida por el Altísimo para
al1mentar en su vientre al Dios humanado· para
l . ' rec mar ~n_ su pecho su cuerpo bendito i llagado ;
para part1c1p~rle sus congojas i sus penas; para que
lo comprendiese, lo amase i Jo consolase como madre
, ti~rna i am?ros~; para que lo acompañase en
su ';llt1ma agoma ; 1 pa_ra que se compadeciese de
la 1ngrata descendencia de Adan, i presentase al
Omnipotente sus lágrimas de amor fuente de mi·
sericordia para el desgraciado. '
Conociendo Dios que el único móvil que hace
obrar al hombre es el deseo de satisfacer los senti~
os, i que es incapaz de compadecerse por mucho
tiempo de la desgracia ajena i de amar con abnegac~
on, no fué elejido para que de él naciera el que
habla de nacer en un establo i morir en una cruz.
Si Dios lo hubiese juzgado superior a la mujer,
con una alma mas grande, i noble, i amorosa que
Ja de ella, lo habria eJejido. .
~J que. con s~lo su poder hace todo cuanto quiere,
.1 c~mbJa el orden de la naturaleza segun sus
desJgn.ws; que separ.a las aguas del mar rojo
para hbrar a los Israelita~ de la persecucion de F~raon
; que mantiene a su pueblo por cuarenta años
en el desierto con el maná del cielo· que conserva
los ves~ido~ de este mismo pueblo ddrante esa larga
peregnnacwn; que, por favorecer a su pueblo ya
que tanto lo amaba, cambia el órden de la n~turaleza
i no podría, por ~u propio amor, cambiar este
mismo órden, i hacerse criatura humana en el seno
del hombre i no en el de )a mujer?
1 ipor qué no lo hizo?
Porque Dios quería que lo amasen, i solo la mujer
es capaz de amar: porque sabia que por el amor
es que se conoce al Criador, i que la mujer es Ja
ún1ca que sabe amar: porque sabia que el hombre
para creer en el Mesias necesitaba milagros como
la resurreccion de los muertos Lázaro i la hija de
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50 BIBLI TECA DE SE ORlTAS.
Jairo, &, &; miéntras que María lo conoceria con S lagando con la belleza de la huríes los sentidos d
el amor no mas: ella no necesitaba para con ven. S u ectarios. Con las huríes, ,jempre hermosas
cerse de una verdad revelada, ino del sentimiento > moradoras del paraíso, i dadas en pr mio a los qu~
innato del alma, el amor. Tampoco quiso nacer de S qui,i sen seguirlo! onoció mas: conoció que el
un hombre, por no verse abandonado, porque El s hombre e deslumbraba con los ncantos de la mu·
queria vivir i morir al lado de una persona que lo jer, i que cuando estos se marchitaban, él la des ·
comprendiese i lo amase: quiso la muerte de cruz, preciaba, i por esto dijo: 11 Que la mujer estaba es·
la prefirió al tormerJto de ver,e abandonado por cluida del paraíso que él se imajinaba, porque la
una persona tan allegada i querida como su madre. mujer no tenía alma, i era solo la hembra del va·
Dios, hecho hombre, se c.:ompadeció de la desgra· ron." Es decir, que era animal como todos los bru·
cia que hacia pesar sobre la mujer el varon, tratán· tos, i como ellos: útil para el servicio del hombre.
dola como a sclava, por lo que dijo por boca del I 'lo lo dijo, para que no creye~en us corr lijiona·
apóstol en una de u epístolas que e lee en la ríos que a ese paraíso, que él les mentin, iban vieceremonia
nupcial: "compañera os doi, i no sierva." jas, feas, o marchitas; i con tal impostura siPorque
Dios vió que el hombre habia abu ado de guiéronlo mile. de fanáticos, i lo seguirán; i la
la debilidad de su compañera imponiéndole un yu- mujer en el riente vivirá encerrada en un har m,
go insoportable. El vió roa , i todo el mundo lo ha de la misma manera que en nue tras gallineros se
visto tambien, i fué que ninguna mujer pidió contra encierra a las gallinas (prototipo de tolerancia): i
El,ni lo acusó de nada; que,por el contrario,muchas la impusieron un silencio tan grande, como el gallo
mujeres lloraron por El lágrimas verdaderas que a las gallinas, para que no se quejen de la abyecllamaron
la atencion de aquel a quien no se puede cion a que las condena.
engañar, i volviéndose ácia a ellas les dijo: "no Es de notar la gran diferencia del modo como
Jloreis por mí, llorad por vosotras i por vuestros Dios, hecho hombre, trató a Ja mujer, i del modo
hijos." como la trató el hombre Nlahoma.
"¿Llorad por vosotras, i por vuestros hijos," les Jesus la amó i la defendió, i no la despreció, i la
dijo? -¿ I cuántos significados se le pueden dar a esta hizo igual al hombre, i se la dió pen· compañera, i
oraciot1? -¿les diria que 1lora5en la desgracia de le concedió una dignidad que al hombre le negó;
tener ellas corazon, i los hombres sentidos? miP.ntras que 1 impo~tor la degradó, la humilló,
Sí. Jesur.ri. to hablaba en parábolas, i esta es una la esclavizó i se la dió al varon como animal útil.
de sus parábolas: llorad, porque el que debía ¡Ojalá que los hombres imitasen a Jesus, i no a
ser vuestro compañero, vue .. tro -apoyo, vuestro es- Mahoma!
poso, es i será vue tro verdugo. Lo que le debe la mujer a Je5us s incalculable!
Diría el 1\tfesias: -¿Si el hombre fué capaz de Padres de familia, si quereis seguir a Jesus, uniof!
crucificarme, de no compadecerse ni del dolor de la entre sí para educar el corazon de vue tros hijos,
madre, ni del hijo; será estraño que no e campa· para que vuestras hijas no tengan la mi .. ma suerte
dezca del dolor de su compañera? que las hijas del Oriente; pues si aquí no hai hare·
Por la compasion que la Magdalena manifestó nes, sí hai sentido~, i miéntras estos sean los que
por su pasion i porque le unjió la cabeza con per- se exalten, vuestras hijas serán desgraciadas, i vuesfume
de nardo, la molestaron; i algunos de los tros hijos degradados. Llenos de ha tio correrán
presentes, dice el Evanjelio, 'se irritaron interior· de placer en placer, o de disipacion en di ipacion,
mente," i dijeron: "¿a qué fin desperdiciar ese no encontrando en ninguno de ellos sino remordiperfume,
siendo así que puede venderr.e en trescien· mientas i lágrimas. Es necesario que por la educa-tos
denarios, i dar e e ta suma a lo pobres?" cion vosotros les hagais comprender que tienen
Mas Jesus les dijo: "ipor qué la mole ... tais ?" alma i que la mision que Dios le dió, no fué la
"En verdad os digo, que doquiera que se predi- que le dió al bruto. Educad el corazon de vuestros
que este Evanjelio, en todo el mundo, se contará hiJOS i hareis mas por ellos i por vosotro~, que si
tambien en memoria o alabanza de esta mujer lo les diéseis una grande ilu .. tracion; no es el hombre
que acaba de hacer." ilustrarlo el que hace la felicidad de su familia, sino
Jesus alaba a la mujer j en tanto que el hombre el educado en la moral.
trata de acusarla i humillarla ante El; pero El DoLORES CALVO DE PIÑERES.
confunde al hombre i defiende a la mujer: esta
consideracion debe hacer conocer a la mujer su
dignidad, i al hombre su inju ticia. Injusticia conque
desprecia a su compañera, i cuyos reflejos hieren
sus sentidos i enervan su c01·azon; de,hojando
la flor de sus ilusiones por su pue to se hace d -
graciado, pues no se puede sembrar de ... gracias i
cojer felicidad s.
No se siembran peras para cojer uvas. Si el hombre
siembra despre io, por la lei establecida por la
naturaleza de cojer del fruto de la simiente ¿qué
fruto cojerá • .••••.•••.• 1 Si s feo i se mira en
un espejo ¿pm· ventura se cambiará su imájen en
hermosa, solo porque está delante del cristal? no
por c.ierto.
No he sido yo la primera que ha dicho: que el
único móvil de las acciones del hombre es la satisjaccion
de los sentidos. Mahoma lo comprendió así
mejor que ningun otro, cuando fundó su secta, ha-
BANCO DE L REPUBUC
81BUOTfiCA LU S- A"IC~l ARAN
"~',.... ~ '··- GO
- ,"f\,; - Pf""''r- - ,_ --.;-- ..
El canto de la Sirena.
BALADA.
Y a e alza Ja luna
De la cumbre del monte vecino;
Su rostro divino
Refleja en la mar.
Mi Delio reposa
En su barca, que envuelve la bruma,
I ya puedo, cantando amorosa,
Batiendo la e puma,
Su sueño arrullar.
¡ Bendita la noche !
¡ I benditos Jos tibios fulgores
Del astro de amores,
Que arjenta su sien !
Entre olas levanto
Mi cabeza a su lumbre indecisa,
l suspende, si entono mi canto,
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BiBLIOTECA DE SEÑORITA . 51
Su vuelo la brisa,
La mar su vaiven.
l\Ii voz de irena
Es Ja voz del arroyo i d 1 ave,
Del aura üave
Jimi ndo en la flor.
R eposa, bien mio
I mis ecos e cucha rjsueño;
De tu barca la ondas desvío,
Y o velo tu sueño,
Soi tu ánj el de amor. . . . . . ................. . ........................
l\1i nombre fué Aurora,
De mi padre la barca mi cuna;
Mi ola fortuna
Tu amor i la red.
1\Ii dicha inocente
De mi lancha Jo varios azares,
O contigo, soñando Ja mente,
Perderme en los mares
Del viento a merced.
En rápida danza
¡ Cuántas veces! en esa ribera
Mi planta lijera
La arena grabó.
El libre cabello
De azabache flotaba en mi espalda;
I la bri ... a besando mi cuello,
Jugando en mi falda,
De amor su piró.
Mas ai ! del que fia
De este mar que los astros refleja,
Si incauto se aleja
Bogando al azar :
Si el ábrego ardiente
En su vuelo los mares abarca,
I las o las encrespan su frente,
¡ Adios de la barca,
Que rueda en la mar !
Bramó la tormenta,
Retemblaron la playa_i)a cumbre,
Del rayo la lumbre
La niebla rasgó.
Es vano el lamento:
Nadie escucha mi triste querella,
Entre rocas, juguete del viento,
Mi horca se estrella,
Mi barca se hundió.
Vagar sin ventura
De la mar en el fondo es mi síno,
Mi eterno destino
Tu rumbo seguir.
Tu leve barquilla
Con mano in visible yo guío,
Soi el jenio que sal va tu quilla:
Si el viento al bajío
La empuja a morir.
Ignoro en mi arcano
Si soi ánjel, mujer o sirena,
Si mi alma enajena
Placer o dolor.
Tu vida es mi muerte,
1 aquí aguardo tu instante postrero,
Mas salvarte doquier es mi suerte,
1 amansa el mar fiero
Mi acento de amor.
Del tiempo en la esfera,
Cuando mire de Dios soberano
La próvida mano
Tu hora borrar;
De arcánjel mi galas
Ya veras como ti ndo en el cielo,
I levanto tu aliento en mis alas,
D jando en mi vuelo
La tierra i la mar.
ENRIQUE DE SAAVEDRA.
La Música.
IL
La música en lo primeros siglos- Union de la música i
la poe ía- emidioses músjcos de los griegos- De los primero
bardos - La llíada i lo. Odisea hacen mencion de
música i de músico -·De Tbe~miro, Demodoco, FemioVacío
en la hi toria de la mú ica- e Thaletas i ~us descubl
imiento en música- Del otro Thaletas, tambien músico-
Arquíloco, su vida i compo iciones- Tineo- Terpandro-
De cubre la anotacion musical ·- Contiendas musicales
en lo Juego olímpicos i píthicos - Primera separacion
de la música i la poesía,
En la primeras edades del mundo: la principal
ocu pacion de los príncipes era la de apacentar sus
rebaños, i divertir e con canta'res agrestes, acompañado
de rú tiros instrumentos. Con el lapso del
tiempo, la música i la poe ... ía estendieron su influjo
desde lo.::s campos ha~ta las ciudades, i se las empleaba
en cantar los misterios de la relijion i las
hazañas de los héroes. La denominacion de canto ,,.
se aplicaba igualmente al músico i al poeta; porque
no se escribía poema alguno que no se cantase,
considerándose la música como compañera inseparable
de Ja poesía. Se han mezclado tantas fábulas
con los primeros mú icos i poetas, que . hasta se
ha Degado a dudar de la existencia de estos; i apénas
debiéramos maravillarnos de que los ignorantes
hubiesen deificado a personas a quienes veían
capaces de producir en ellos sentimientos de espanto,
embeleso i admiracion de tal naturaleza, que
les parecian inesplicables i superiores a todo humano
poder.
Los nombres de Chiron, Anfion, Orfeo, Lício i
Museo nunca se olvidarán, aunque la tradicion haya
arrojado una luz tan dudosa en torno suyo. La
lira de Orfeo, e pecialmente, h ermo!;eada con todas
las bellezas de la ficcion i la poesía, se celebrará
siempre como la lira que pudo acallar al Cerbero,
suspender los tormentos del Tártaro, i aún hechizar
a las torvas divinidades del infierno.
Se su pone que la ocupacion de Jos primeros poetas
i músicos de la Grecia se asemejaba a la de los
ba1·dos entre los celtas i jermanos, i a la de los scalds
entre los islandeses i escandinavos. Eran cantores
que cantaban sus <>bras en las ciudades i los palaejes;
se los trataba con respeto, i se los miraba como
inspirados.
Tales fueron al principio los trovadores de Provenza
i Langüedoc, i los cancioneros de otros países,
i tal fué tambien Homero cuyos poemas son la prueba
mas auténtica que existe, en los anales de la
antigüedad, de los tiempos en que vivió i escribió.
Siempre que en la Ilíada i la Odisea. se hace
mencion de la música, es con e m bele~o i 1 los poetas
i músicos que nombra Homero, se hallan en el
rano-o de los bardos de la Grecia que florecieron en
tied: po de la guerra de Troya. Los instrumentos
que con mas frecuencia menciona, on la Jira, la
flauta i el caramillo de cañas o syrinx. Los dos úl·
timos son ciertamente de oríjen jipciaco: aunque
los grjegos atribuían la invencion de ellos a sus divinidades.
Parece que en el sitio de Troya aún no
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52 BIBLIOTECA DE SE:&ORIT AS.
conocían Ja trompeta; pues los primeros signos de
bata1la en las anti g uas guerras eran antorchas en·
ce ndidas, a las cuales suc edieron las conchas de
caracoles que se tocaban como trompetas. No hai
uno solo de todos los banquetes i fiestas públicas de
9- ue habl a Homero, en que no se encuentre música
1 un bardo. Todos sus héroes son músicos así como
sus divinidades. Los d ele(J'ados de Ao-amenon a
Aquiles o o
Le hallaron mu ellemente divertido
Con el son armonio so de su arpa,
D el arpa bien labra da que viniera
De la ve ncida T é bas, i de plata
El marco pulidísimo tenia,
I con la cual la cólera d el alma
Lograba su a vizar, cantando en ella
D e los h éro es i reyes las hazañas.
I!omero llama a Tamyris, ''el que toca la cítara."
Nació en Trá cia, i fu é hijo de Filamon ; pero habiendo
desafiado a Jas musas a una prueba de habilidad
en la poesía i la música, ellas le privaron
de la vista por presuntuoso .
Se ha creído j eneralmente que en la persona de
Demodo c(j) el ba?"do, a quien Homero introduce en
- la Odisea, él qui o representarse a sí mismo; pero
s ea de ello lo qu e f uere, é l atribuye el canto de Demodoco
a la in spir ac ion, i le exalta hasta Ja cima de
la gloria humana. R e preséntale teniendo un lugar
distinguido e n la corte de Alcinoo, sentándose a la
mesa del rei, i prece dido siempre de un heraldo.
Tambie n m e nci ona Homero en té rminos de la
mayor alabanza a F em io, que vivió en Itaca. La
ven eracion en qu e eran tenidos Jos bardos, i el gusto
de los anti g uos p or la música, SE:' manifi estan
suficientem e nte e n tocl os los e . critos d e Homero.
Desde el tiempo de Homero hasta el de Safo bai
casi un vacío tot a l en la literatura. Del período d e
mas de cie n añüs, trancurridos entre Safo i Anacreonte,
nin g un as producciones litera1ias se han
conservado ent eras; i luego, entre Anacreonte i
Píndaro, hai otro vacío de cerca de una centuria.
Vino d e .. pues un período de trescientos años durante
los cu a l es a delantaron las artes gradualmente,
i en que flor e cieron los mas grandes po etas trájicos,
historiadores i filósofos de la Grecia. Desde Ja muerte
de Fídias hasta el tiempo de Alejandro el grande,
continuaron las artes i Jas ciencias en estado de
perfeccion, e inmediatamente despues comenzaron
a declinar.
En estos primeros siglos la poesla i la música
estaban unidas de tal modo, que eran necesariamente
músicos de profesion todos Jos bardos líricos,
elejíacos i aun épicos. El primero de estos poetasmúsicos
de que se tiene noticia, de pu es de Homero
i Hesíodo, fué Thaletas, natural de Creta. Platon
i Plutarco están de acuerdo en celebrar su habilidad
así en la música como en la poesía, su voz
cautivadora, i sus odas a las cuales daba vigor con
la dulzura de sus melodías.
El inventó las Pceans, i nuevas medidas en el
verso así como los ritmos en la música. Los espartanos
continuaron por largo tiempo cantando sus
árias¡ i él fué el primero que compuso el hyporchemes
para la danza armada o militar. Esta era una
especie de poesía, compuesta no solo para cantarse
al son de flautas i cítaras, sino para bailurs al propio
tiempo. El término italiano baliata, el frances
ball~e, el ingles hallad, i el castellano balata o ba·
lada, tuvieron en lo antiguo la misma significacion,
esto es, la de canto cuya melodía se d estinaba a
regular el tiempo de una danza.
Tambien hubo otro músico i po eta llamado Thaletas,
que vivió en Creta 673 años ántes de Cristo.
D ecíase de él, que con la dulzura de su lira había
libertado de la peste a los lacedemonios.
Arquíloco nació como 6 6 años ánte::; de Cristo,
e inventó la melodía dramática, qu e , en lenguaje
moderno, podría denominarse 1·ecit a tiv o ajustado a
estricta medida. Fué hijo de T elesicla s, pe rsona de
alto mngo: i de la esclava Enisso, i nació en Páros.
Habiendo entrado al ejército, despl egó mas lijereza
que valor en el primer encuentro que tuvo con los
enemigos, i perdiendo el escudo, es capó con la vida.
"Es mas fácil, dijo él, "hac erse a un escudo
nuevo que a una nueva exist encia," por lo cual perdió
su reputacion, i la hija de Lycambes, que le
estaba prometida, no quiso admitirlo por esposo.
Su vida no fué sino un t ejido de deshonra i l'esentimiento,
pues estaba en gu erra con el mundo, así
como el mundo con él; i la rabia de A1·quíloco vino
a ser una espresion proverbial. Provocar al satirista
se comparaba a pisar una serpiente .
El hizo muchos de scubrimientos útil es en la música,
como por ejemplo, en la súbita transicion de
un ritmo a otro de d i stin ta e s pecie, esto es, de tiempo
diferente; como del tiempo triplo al tiempo comun,
lo que en la música antig_ua se llamaba, del
ritmo yámbico al ritmo dactílico.
Arquíloco era vencedor jeneralmente en los juegos
píthicos, i, en los olímpicos, cantaba en pleno
auditorio su famoso himno a Hércules, lo cual le
procuraba la guirnalda de Ja victoria i el aplauso
de toda la Grecia, donde su nombre se tenia en tanta
ven eracion como el d e Homero.
Tirteo, jen eral ateniense, adquirió gran celebridad
por la composicion de cantos i árias militares,
así como por la man e ra como los ejecutaba. Se
dice de él, que inventó una nueva flauta militar, o
clarín, a cuyo sonido animador atribuy eron los espartanos
su victoria sobre los mesenios, 685 años
ántes de Cristo.
Todos los escritores antiguos están de acuerdo en
celebrar los talentos i de .. cu brimientos músicos de
rrerpandro, que nació 671 años ántes de Cristo.
Asegúrase que añadió tre s cuerda8 a la lira, o que
fué, por lo ménos, el primero que introdujo en Lacedemon1a
la lira de siete cuerdas. Tambien S6 dice
que in ventó la anotacion, con la cual se conservó
la melodía, que ántes dependiem de la memoria, o
de la tradicion. Muchos niegan, sinembargo, el
mérito de este invento a Terpandro, i Jo atribuyen
a Pitágoras que vivió dos centurias despues.
En los juegos olímpicos las contiendas musicales
formaban la parte principal de las exhibiciones, i
hasta el emperador Neron llegó a disputar en ellos
el premio, eJ cual, podemos aventurarnos a cteer,
se le concedía sin dificultad alguna.
En los juegos píthicos, el premio se otorgaba al
que habia escrito i cantado el mejor himno en ala·
banza de A polo. Al terminarse la guerra o·risseana,
propusiéronse premios por los Anfictiones, no solamente
para aquel1os músicos que cantasen mejor
acompañados de la cítara, lo cual era al principio
la única contienda en los juegos pithicos, sino tambien
para aquellos que cantasen mejor con acompañamiento
de flauta, e igualmente para los que ejecutasen
mejor en la flauta sola. Esta fué la primera
separacion entre la música i la poesía.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente:
Biblioteca Virtual Banco de la República
Tipo de contenido:
Prensa