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Con la frase Poesía.

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Lamentación de Pubén : escrita y dedicada en Quito en 1820 a una sencible y respetable quiteña, por un pubenano o popayanez, la da a luz un colombiano, con la mira de que cesen las ruinas de este país, en beneficio de la prosperidad de Colombia / [José María Grueso]

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Al Escmo. sor. Simón Bolívar, libertador presidente de la República de Colombia jeneral en jefe de sus ejercitos y de los del Perú

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Elegías nacionales peruanas / por el doctor José Fernandez de Madrid

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Fábulas políticas y morales / por un Injenio[sic] de Guatemala

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Imagen de apoyo de  La Espada de Holofernes - N. 3

La Espada de Holofernes - N. 3

Por: | Fecha: 11/02/1830

, • • Pág. 17 • LA ESPADA DE HOLOFERNES . • [ Núm. 3.° ] , E Trim. l.0] SantaJé de Bogotá 11 de Febr¡;ro de 1830 . • ---ooo-~- Heu! patior telis vulnera Jacta meis. Ay de mí! que padezco herida con mis flechas.-0vIDIO. Contillúa el Parágrafo 5.0 del núm. allterior. , - 1 R qussealt. En los misterios que chocan con la ra­zon, su coutradiccion misma la ohliga á .entrar en sus ti. mit~s. Ella tiene todas las penas imaginables, para sentir que no existen. Por que aunque no se pueda ver una cosa absurda, nada es tan cTaro como el absurdo. Todo hom­bre que dijera que creía seo)ej.antes misterios,. engaña y no sabe Jo que se dice. Tales son los principios adornados con todas las gra­cias de la poesía, con todas las riquezas del estilo, y que no se pueden tener por sospechosos. Pero, ¿ quien no ve quan victoriosos son contra los Deís­tas ? Todo pues" hasta el mismo Atéo, sirve con utilidad al christianísmo. El nos enseña lo que nos importa saber, que los Deístas no son mas que una tropa de charlatanes, que gri­tan alta y continuamente ,·azo//., VErdad; pero que despues de haber prometido la evidencia, ellos mismos se ven obliga­dos á exclamar con nosotros: i oh abismo! i oh profundidad! Sus quiméricas promesas podian seducirnos: ma3 el Atéo nos con"\'ence de que la verd ad estaba solamente en los lábios dtl Deísta, no en su corazon: que conserva el nombre y no la realidad. Así, el chri~tiano tranqu ilo com­bate al Atéo con el Deísta, y al Deísta COll el Atéo. Hi ere el eslabon la piedra, y salta la (·hispa; del mislllo modo, del choque del Atéo y del Deísta se ve salir luciente la verdad. , ]8 Objeciol;~s §. 6.° desp¡'eciables, porque nacen de y son nuLas para el Sabio. z• gl1oral1Cz•a • Cuantas cosas hay que á los ignorantes les parecen grandes dificultade , y argumentos incontrastab!t!s contra la Religion, y esto sucede por que la ignorancia. es la que los propone á la ignorancia. Donde el vulgo ignorante vé una gran dificultad, el Teologo profundo y el filósofo sensato ilus­trados, el uno por la fé, y el otro por la razon, no ven sino las maravillas de Dios en el órden de la gracia, y en el de la naturaleza. Oigamos lo que dice el Canciller Bacon: "La pocafi­loso/ ia puede hacer á un Ateo, y La //lucha conduce al conocimien­to de un Dios" Cuando se cree, con Epicuro, que el acaso lo hace todo, y que el mundo se gobierna por si mismo con la materia y el movimiento, no se puede creer que hay pro­videncia; pero luego que se supo bien que un hongo es obra de una abiduria infinita, del mismo modo que el mundo ente­ro, los que piensan han adorado donde sus antecesores bla - femaron. Los 6 icos han llegado {¡ ser los heroes de la Provi­dencia: y desde que se estudia y se conoce algo la naturale­za, casi desconocida de lo antiguo, se vé que nada puede na­cer sin gérm en; y de consiguiente que hay una causa prime­ra, que es el principio de todos los seres. ¿ Qué recurso le queda al . ? j Cuanto errores han inundado el campo de la 610s06a, que ulla ignorante malignidad, ha querido transmitir al del Evangclio ! Uno han querido contar las estre lIas, otros mo­yer los cielos, quienes poner inmoble el 01, quienes la tierra: para uno la materia es di 'isible l asta lo infinito, para otros indivi ible. El de partido ha sembrado no solo la di cord ia, sino que ha producido tambien el espíritu del error: él ha atribuido {, la lnquisicion ex esos de horror, que no há cometido. Se halla en mucho libros, que Constantino Por.ce, contesor de Carlos V. fué acusado al santo oficio ante Felipe lI, por haber dic tado el testam nto del Emperador su Padre. Todo esto es falso . Eslo tambien lo atribuido á. Felipe III • • , 19 con motivo de haber asistido á un auto de Fé. Estas y otras muchas falsedades, se cuentan solamente en libros sin reputacion, 'y en aquellas falsas memorias impresas en Ho­landa bajo tantos nombres falsos. ( Ensayos, tomo 4.°) . Pero aun cuando la lnquisicion haya cometido exce­sos ¿ la Religion los há aprobado? ¿ Qué parte há tenido tampoco en las desavenencias sobre lo acaecido con el Obis­po de Saltsburgo sobre la existencia de los Antipodas, y sobre otras muchas cuestiones de este jaez? Acriminar so­bre estos puntos á la Religion, es confundir hechos en que ella no ha tenido parte, porque ni las decisiones particu­lares de algun Papa, que 6 por prudencia, 6 poco ad­vertido haya dictado, son dogmas de la Religion, como pa­rece quiere suponer el autor del sistema de la Naturaleza • A pesar de todo, la juventud insensata se sonríe desde­ñosamente, des pues de proponer tales dificultades, é in­sulta lo que ella llama necia credulidad de las gentes de Iglesia. Objeciones de esta fuerza, no hacen triunfar sino á la ignorancia 6 á la incuria. ,. Son suaves estas dos almoha­das, dice Montaigne: si se echa en ellas la cabeza, es seguro el dormirse, y aun soñar toda la vida." Seríamos interminables, si tratáramos de aclarar in­finitos hechos desfigurados ya por la ignorancia, ya por la malignidad de nuestros enemigos. No podemos omitir el hablar sobre la poblacion de la América por los habitantes de la Asia. ¿ No separa estos dos contillentes un espacio de ochocientas leguas? ¿ Se podia navegar atravesando el Ocea­no en pequeñas canoas? ¿ Podrian unos salvajes hacer una navegacion tan larga y peligrosa? Esta objecion tan repetida se halla especialmente en las btvestigaciollesjilosijicas sobre los Ame/·icanos. El célebre marino, el mas famoso navegante, des pues de Cristoval Col6n, el Capitan Cook, en sus viajes ordenados por el Rey de Inglaterra, determin6 esta dis­tancia de la Asia á la América, y resol vi6 esta duda de una manera sin réplica. Rectific6 el engaño de los que dis­cuten sobre el Asia y la América, pero desde Sus gabinetes. Es constante, segun su relacion, que los dos continentes solo distan á lo mas trece leguas. Hay harta distancia de trece á ochocientas, y no puede justificarse este error de cál- 20 cu 10. Aun este corto espacio de trece leguas está lleno de islas intermedias. Hay mas: las innumerables poblaciones ael Occano Pacifico hablan los idiomas de una misma lengua, lo que tambien prueba el mismo origen . He aquí r.educido á. menudo polvo el argumento de los que han pretendido hacer creer á los menos advertidos, que Moisés se habia engañado cuando pone por Padre de todo el género hu ­mano á Adan. ¿ No es tambien una extravagancia ridicu ­la y afectada q Ilerer tiznar la verdad de la Reli gion, por que el , Obispo de Maguncia haya declarado por herege á Virgilio, ántes de que f,llese Obispo de Saltsburgo, por que enseñaba que habia Antípodas? Solo una ignorancia crasa, t anto de los bechos históricos, como de la Religion, puede acriminarla de este modo. Esta declaratol'ia no se versaba sobre si habia 6 no antípodas; sino inferirse de aquí que estos no serían en tal caso descendientes de Adan . Asi es que el autor del sistema de la IITatul'ale::.a escribiria con mas ver­dad, si no tuviel'a tanta malignidad. ¿ y qué dirémos del enmascarado Milord Bolinbrock? el) En su E.ráme/l importante, dice que Jeremías babia ayudado á Esdras en la composicion del Pentateuco, siendo así, que J eremias habia muerto cerca de mil y trecientos años <Íntes de la llegada de Jos Reyes á J e l'll~a lén; y el Pentateuco, como lo saben hasta lo niño de escuela, no es obra de Edra, sino de Moysés. La exactitud de Milor.d Bolimbrock en sus AnacronIsmos es muy parecida á la del autor de la historia C'r!'ica .lfe J esltchristo, pues tráta de Prote tante á lIelvidio que xisti6 en los primel'os siglos de la Igle ia, siendo así que los Prote' tantes tuvieron su principio en la luju ­ria de Enriq ue Octavo, Rey de Inglaterra, y en la sober­bia eJe Lutero, Frayle Ap6 tata en Alemánia, ~en el siglo 16. El autor del Christianíslllo sin velo, escribe que se puede oponer á los milagros de Moyse , y á los de N. S. Je­suchri to, los que hizo Mahoma delante de toda la Meca junta: y segun el Alcorán, y por confesion del mismo 1\1a- ( 1) Mr, Voltairc ha escrito vDri •• cosas bajo el nombre de Milord Bolin­brock, ~e ha enma.carado para poder RlIIS libre 6 iopunemeute decir meutiras COI1\t& la Rcligion. , • 2'1 homa, este nuevo legislador no hizo mil agros. Por un des­cuido, harto singular, MI'. Voltaite transform6 un hombre en un libro. Zoroast,·o, dice él, en sus escritos conservados por Sudder; siendo así que Sadder es el mismo título de la obra, y el autor de Sadder es conocido bajo el nombre de Melischah. El Mago ni aun pretendi6 conservar los escri­tos de Zoroastro, sino hacer un compendio. Yo apostaria á que MI'. Voltaire no ha leido el Sadder. ~. 7.° Los aóusos y e.vecesos cometidos óajo la capa de Re­ligiol1, nada argll!Jfll contra ella. Cuando el Leon vi6 la pintura de otro Leon ven­cido por un hombre, como cuenta la Fábula, dijo: que bien se conoce que entre los leones no hay pintores. No­sotros exijímos no como gracia, sino como justicia que se nos debe, que no se forme juicio de la Religion por la pintura infiel, que nuestros enemigos se complacen en ha­- cer, los cuales la pintan con rasgos diferentes de los que la convienen. Ella es santa, razonable, justa, acomodada á las necesIdades, é intereses del hombre, es dulce, cari­tativa, y consoladora: no confundamos pues, los Ap6sto­les con los hereges, no sus augustos misterios, y sagradas -ceremonias cou las ridiculas supersticionps, no el zelo ar­diente con el fan asolador: observémos su fiel retra­to en el Evangelio, y en las decisiones de la Igl es ia de todos los siglos desde el Concilio de J erusalen ha ta el ele Trento. Es perfecta su uniformidad en la enseñanza, y e ve reinar en elJa el mismo espíritu de paz, de moelera­cion y de caridad. ¿ Es este el retrato que hacen de- elJa sus enemigos? "Estos, dice RO/lsseou en el Emilio, burlándose los unos de los otros, t6elo lo quieren reducir á su pal adar, no pudiendo nada, feroces, afirmativos, dogmáticos, no pre­sentan mas que los ininteligibles ~istémas, que ellos han criado en su imaginacion. ¿ C6mo su moral podria ser á U11 mismo tiempo sana, y filosófica? Con sus desoladoras doctrinas, los filósofos aniquilan, destruyen, y hollan con • • • 22 sus pies todo lo que los hombres respetan; ellos quitan á los afligidos la última consolacion de su miseria, á los po­derosos opulentos el solo freno de sus pasiones; ellos ar­rancan del fondo de los corazones los remordimientos del crimen, la esperanza de la virtud; y sin embargo se alaban de ser los benefactores del género humano. " N ada parece que habia que añadir á las expresioJ Des de este Corifeo de la impiedad, y cualquiera que haga un paralelo entre los males que ha causado la feroz filo­sofia de nuestro siglo, y los que falsa 6 equivocadamente se atribuyen á la Religion, conocerá hasta la evidencia la diferencia enorme que hay entre ellos. " Yo abro los anales de la Iglesia, decia un célebre eSe/·jtor el! la Francia, desde su orígen hasta nuestros dias. j Cielo ! cual es mi sorpresa! Infieles pintores, vosotros' me habeis engañado! Veo que la sangre de los christanos es la que no se ha de derramar: á ellos es á quie­nes no se ha dejado de atormentar. ¿ Y qué oponen á la persecuciones? La mansedumbre del Cordero. ¿ Las ma­DOS de los Ap6 toles vencedores del mundo están armada de espadas, 6 e hallan penetradas por ellas? Lejos de es­tender su Imperio 6 de triunfar por la violencia, $olamente se valen de los consejos y de la persuasion. Los prime­ros discipulos de Ap6stoles, se vengaron de sus ene­migo deseandoles la bienaventuranza y proporcionándo ela. Nada hay mas sufrido, ni mas dulce que los mártires. ¿ Se quejaron jama, le dieron en cara alguna vez sus enemi­con la rebelion? ¿ Se hall6 un solo christiano entre tanta sediciones, entre tantas guerras civile, entre tantas conjuracione como hubo en el espacio de tres siglos? No, no se verá uno que haya sido c6mplice en las conspira­cione formadas contra tantos emperadores, que ca i todos ensangrentaron su trono. Siempre persegu' jamas per­seguidore , se mo traron lo ma sumi o de lo hombres." y yo digo que cerrarla de buena gana los anal e de la his­toria por no leer en ello los sangrientos horrare , y lo males incalculables que han causado lo enemigo del chri tianísmo en todo el mundo. Dejando aparte los que cau aron lo Empe­radores Romanos en los tres primeros siglos de la Iglesia, y • • , 23 oe que triunfaron tan gloriosamente mas de trece millones de Mártires; ¿ quien puede oir, sin llenarse de herrar los estrá­gas de los hereges Arrianos, la .supersticiosa crueld ad de los Jacobitas, la execrable tirania del ).\1ahometísmo, las impías persecuciones de los Iconoclastas, los furores de los Calvinistas, las crueles liviandades de Henrique VIII, Rey de 1 ngl.aterra, los estrágos, crueldades, tiran ías, impieda­des, abominaciones y ,todo género de maldades de los li­bertinos Jacobinos en Francia, España, Italia, y casi en el mundo entero? .¿ Y qué respondeJ:l á esto los enemigos de la Cruz de Christo? Qué? Nos recuerdan millares de Americá­nos as.esinados con el , pretexto de que no querian hacerse christianos: nos dicen que al frente de un exército .con.tra los Val.denses, se vieron r.eligiosos animandu 'á cometer homicidios, y prometiendo indulgencias por ellos: DOS traen á la memoria los estr{lgos de los españoles en la conquísta del nuevo mundo, paliados con el sagrado velo de la Religion; excesos reprobados aun por el mismo Mo­narca que los .enviaba, N os ponen á la vista los crímenes de algunos Papas, que deberia ocultar el respeto filial: Ya nos hablan de las guerras llamadas de Religion, na­cidas en las C.6rtes, y nutridas por los intereses de Jos Grandes: ya nos hacen ver las espadas ensangrer¡­tadas .en la horrible matanza de San Bartolomé, en la que no tuvo parte el Clero, Y responder así, es responder de buena fé? ¿ Acaso la Religion es la que ha puesto la espada en las .manos de Conquistadores ambiciosos, de Prin­, cipes feroces, y de religiosos fanaticos? Y qué, ¿ habrémos de creer cuanto nos dicen sobre estos puntos, escritores apasio,nado.s, faltos de crítica, que imputan muchas veces los hechos de los tribunales legos á lo,s Eclesiasticos, y que lo desfiguran todo, por acrimin'arlo todo ? I ¿ Y 110 es una malignidad conocida la que exajera los abusos inevitables en un gobierno ejercido por hom­bres? Mr, Voltaire lo confiesa, • Sé que en la Iglesia abusos han reynado, El Fleury con franqueza lo ha nQtado, , 24 Cargar la mano en ellos yo he podid", ¿ Pero que autor en esto es comedido? J Suponer todos Jos abusos en el par~ido que se ataca, y no suponer ninguno en el suyo, es un sofisma bien torpe, grosero y ordinario, de que debe guardarse todo hombre sensato. Se puede decir de todas estas acriminaciones y de las guerras de religíon, lo que dice Rousseau de las de Fran­cia. "Examinad todas estas guerras, llamarlas gue/Tos de religion, y hallaréis que no hay nada q~ e no haya tenido su orígen en la C6rte, y en las intrigas de los Grand es. Las intrígas de gabinete suscitábati las discordias; y despues los gefes amotinaban los Pueblos á nombre de Dios" (No­no/ arto Re/igioll. ) El espíritu del Evangelio es espíritu de paz, voces. de paz fueron las que resonaron en el. nacimiento de su Autor, la paz fllé el legado que dejó en herencia á los suyos, mi paz os dijo, la paz fué su carácter, y siendo Maes­tro de todas las virtudes, quiso serlo especialmente de la.. humildad y de la mansedumbre. ¿ Y se podrán gloriar de tan dulce y suave privilegio las falsas religiones que no se vieron coronadas en su nacimiento con Ja verde oliva de la paz, sino ensangrentadas con las espinas del furor y de la rabia? La paz es la felicidad de esta vida y de la otra. Así Jo observa Montesquieu: "Mientras que los Prlllcipes Mahometanos, dice, dan sin cesar la muerte ó la reciben, la Religion entre los christianos hace los Principes menos tímidos, y por consigui ente menos crueles. El Príncipe cuenta con sus vasallos, y los vasallos con su Príncipe. i Cosa ad­mirable! El christianlsmo, que al parecer no tiene otro objeto que la felicidad de la otra vida, nos hace tambien dichosos en esta. " ( CO/lti/luará. ) ---0--- CON LA LICENCIA NECESARIA. • ¡"'pr, de B,.ullo Espinosa, por JOjé ,Ayarza.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Prensa

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La Espada de Holofernes - N. 3

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Imagen de apoyo de  La boliviada : poema en tres cantos / [José Scarpetta Roo]

La boliviada : poema en tres cantos / [José Scarpetta Roo]

Por: José Scarpetta Roo | Fecha: 1831

"Son tres cantos, en silva; luego un himno de gratitud, en romance asonantado y al fin 49 notas al poema. Diatriba violenta contra el Libertador y sus adictos. Los versos estan bien medidos, son fáciles y tienen alguna elegancia y nitidez. En el canto tercero hay un testamento, en boca de Bolívar, en el cual se menciona a Urdaneta, Castillo, Leiva, Defrancisco, Pey, Ramirez, Briceño, Montilla, Fernández, Blanco, Peralta, Murgueitío, Mosquera y la señora Sáenz." -- Bibliografía bogotana (1925) v.2, p.383
Fuente: Biblioteca Nacional de Colombia Formatos de contenido: Libros
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La boliviada : poema en tres cantos / [José Scarpetta Roo]

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Recital de poesia de Victor Mallarino / Ministerio de Educación Nacional

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Biblioteca de Señoritas

Por: Felipe Pérez Manosalva | Fecha: 1831

La “Biblioteca de Señoritas” es considerada la primera publicación periódica dirigida a las mujeres colombianas, circuló semanalmente entre el 3 de enero de 1858 y el 30 de Julio de 1859, en medio de este periodo se suspendió entre los meses de octubre a diciembre de 1858, para ser retomado en enero de 1859. Este periódico fue redactado y dirigido por Felipe Pérez, Eustacio Santamaría y Eugenio Díaz. Editado inicialmente en Bogotá por la imprenta Ovalle y Compañía y luego por la imprenta Pizano y Pérez a partir del número 38. La publicación contó con un total de 67 números, sin embargo, tras su clausura como publicación autónoma en 1859, se une al periódico “El Mosaico”, el cual adquiere a partir del número 39 del 1 de octubre de 1859 el título “El Mosaico, al cual está unida la biblioteca de señoritas”. La “Biblioteca” cumplía con el objetivo de ofrecer lecturas “apropiadas” para las mujeres. En sus páginas se publicaron poemas, cuadros de costumbres, biografías, novelas y discusiones literarias, adicionalmente ofrecía consejos sobre los cuidados del hogar, educación, buenas maneras y moda. Contó con algunas secciones que se mantuvieron a lo largo de la publicación como “Diccionario de Curiosidades” y la “Revista Parisense” redactada por Soledad Acosta de Samper. Colaboraron varios escritores y escritoras como: Enrique Saavedra, María Josefa Camacho, Manuel Gamboa, José Joaquín Borda, Dolores Calvo de Piñares y José David Guarín (Vidal). Incluía traducciones de obras internacionales de autores como: Evelina Ribrecout y Alejandro Dumas. En los presentes números se incluyen algunos suplementos de la “Biblioteca de Señoritas”, desde el número 6 hasta el 24. Se adiciona además grupo de suplementos del año 1858, que no contienen numeración ni fecha.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Prensa
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Biblioteca de Señoritas

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Soneto patriótico

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A la grata memoria del ilustre hijo de Cartajena el señor Doctor José M. del Castillo y Rada

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