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Sentencia de Unificacion SU427 de 2016

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Imagen de apoyo de  Sentencia de Unificacion SU428 de 2016

Sentencia de Unificacion SU428 de 2016

Por: | Fecha: 1897

REPUBLICA ng J,01\fBIA-DRPAR1'A1\íEN'fO Dl~ ANTIOQUIA. jlEVI _ A DE L T E"R. TURA-1 Jr-r-.T DIU.ECT ~P AÑO l. Medellín, Octubre d Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. DE LA EDU A IO"X l)E LA ED 0[:-; t H~O p ·1-tene<.: . Ln Educctci6n leh <.:.Hforzar. · ,- pern1lti huf' r ]0-('11 ·nlti\~:u la. fe nltacle.~ 1ná8 Je\Trt la.· d ·1 hnrnan : ,n prinJ ra lfn a l an1or al Bi n 'lP ~ te1nprana y In nut~ tr:tK ~nd .ntal, y luégo -eorn lía y d ~ nl n r eonRe ·u u ·in . oeia.l- el muor ~ ]¿ \ "\ruad Cit ntífi a. E. to e. hí nlejor tlicb , y el prograrnn adnlinl­blenleut r~. Ulllido .u ln fi'c ~ ~ eon . e gra.la- Lo prinl 1'0 111 1·alizar, y lo . ~gundo it .·trnfr.' la edad del 1nás joYPn de lo ahnnno. ·1ne 1ne hn-een 1 honor d ~ 'U('hanne no· pm·e , p · int re " antt~ ,:-;ta frc e tánt~ . vect. oíd.. de. ·d . la R uela le pri m ra~ l •tra ·. Por lo d n1á l alun1110 no puede acog rla. in al- ,:, Esta piPZ:t rne prPp:lratln p~ll'll ( ( .\. o Públi ·o c1P distribncimio - (}('la l 'ni­\' C'r id;ltl de• .\11Lioquil1 en 1 94. ('in·un tatwius 4':¡ ci:tiP.· impis .. '· hnbÍ;\ ¡wrliHln •eido. lta · ta 1 o_, . . inédita y tll'. <'O IH ·iua para Pi públic·o. E'l Jlontañ&~ st' c·on ·idPra tllll\' :1rorlunndo porqm• IC' h;l,\'ll to<'aclo en Sllf'J'tc• er C'i prinwro I'JI darla :í. la publicidncl: '1'<'<' ra,·orC' •p¡· con <•lla ú. ns lt><:tor •;;: y al 1\ ·ogPrl:t <'JI sus p:il:!inns. qui •r<'. ante todo. e usngrar un tributo d<> admiración .'· tlt ·ariño ú in nwmoria dC' ·u ilu trnuo au- 1ot·. tc•mpr~ummPnlP an-Pbatatlo IÍ l:t Yiua .• \1 mi · tlO tit'mpo. pr sc'ntn · n · agTadecimiPntos ii la dignísima , · iuda dPI doef r Pét'PZ .' · :.ti h 'rmano . Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. gún reer 39 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. GO fin, e. a robra con luí- ]a: no ' ino un cau &1 que la l niv r idad re ·ib eon la oblio·a ·ión d(.} afianzarlo : acrecentarlo con1o-para eguir n1i ·on1paración- . tá obligada á ·ontinnar C'n '(:"'fínnd< ~i hablar, inculcando 1 prin ·1p10 fil "·ófi ·o."' del idio1 1a y ~:Jriqn ·iend el · a o vocabuluri le] ndol , cent . LR fa ulta 1 111 ralo "on pr· 111atura t>u el or ·to á la in.·teu ·ci6n i ntífi ·a li-t ..)rnria y a1·tí ·ti.ea. Al tratar 1 , ta ·e und" p rte de la .Educa i ~n, yo qui ·iera "1111 ezar reelanw.nd lo. ler ·bo, ]e la Ili iene, s ntan lo un af ri 1110 r"no,·ado ele Ilip6- crnte.· : "Lo jJJ'Ín¿ ro, no lutr· r dalio á la .-;alud." l\{nehft.' ,·ece:· .. e ha dich que la n1orn.lioad e, la hi­o ·it>t1<: lcl a ltua. )_"O lo J'6f Ít gn. ·to.·o, a T( o·, n U\" ele la ultura del . . ntin1iento del Bi u y el ·onoc·i­lllÜ nto de la ve1· le i1u por­t< Ul¡Í · n "'1 nalte .imient int.eleetu~ 1, 'lll ln. ·, ln 1 d •l ent>rp 11 unüld ,nl nt . ~ in . r hiO'ieui t~ d . fi ·i I-Ierbcrt ~p ·nc· .r ha n1o. trafiriC>nd me: la.· de,·n., ­tro~ • .- ·on cu .u ia de ntH nplieacic5n iut l ·etn, 1 <'. ~e> i va . .A nteH qu él, Ro u.·.· an th•, .Pué: numero ·o. r n.ntorizc lo~ e ·· rit r han h ello ennnt e put>d por il u.~ trar á .. te r~ ·p ct la 1 i ui ~ n de· lo, i 1stitutore~ · padres le fa1nilia. ~obre n unto tan bien ono<:io no n1 • e1n efl·u·é yo <: t~ oenpar Jnojo ¿ 1n nte v u e ·tl'a atención, · -- <>lo a puntan~ lu, dat) 1ue · n. idero indi 1 n ·ab1e para 1ni pr pó :to. Fi.·iológi an1 nte tod ór nno que 1nl>nja .·in 111edida pro Yo ·a un de equilibrio a n ral ' La fu rza · vi t.. le. , on litnitc da. ,' di e aquel aut 1 ; "la nat.un leza 11 \~a una uenta riguro a, y ·i "e le exig qu ga. te <1 . un lad re~- table e la balanza con ded n ·ion~.· ~n otro ea 1 ítnlo. ' La 111 jor den1 trc ción l e ta 1 , ' l\'t> r perf <'­<:' l( na . ARí 111 . E' .' plito 1 or qu ~lo: grandP-. ho1nhr ~ n na­<-' en .n Patn~unin d<:> cntr 1 ) · h<: r ·úh· ~ el Rcenlient ,' <.1} u u¡ oli •:'in, nido ... nsauehc nd ) leni< llH nte In. enpa ·i­dad intelectual. llc..• insistido .. < ... lions <•n itnpn:-.nnr un: fral4 lit rarin, pon p1e :u aut< r la re pPtía C' 11 snti . ·far>ci6n a tribu -~nloh~ 1nal iHitnulndo.· alean'(.): d ar6n1lH~nto t•t uol<)o·ieo 11 ·on­trn d la ·ultnra so ·ial ·y porqn<~ el C'OJnbatÍJ' c ... ~t ·pes ' IniR· n1o an i ·i~ntífko n1 dal a ocn ,··ión ~ 1 on .r <:n e la ro l< 1 n­ ·flneucia Li nh ·h ra c1 una Edu a ión íi:in1óo·i ·an1 nte li­ri :ri la :o hre 1 Jc. en Yoh· ituient > intelectnal de L. pe ·1u Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 64 DE LA RD n 1a:s Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. EL ~10NTAÑES 65 "pencer orazón hunutno ha.y trabarla lueha pe­renne entre la t. ndon ia de la naturaleza degrxdada y la e le. te~ aspira ·ion8. ha ia la region ~ de la B 11 za y lel Bien. Kl ariño paternal d · Dio~ a Ít-ite solí ·ito á la. p •·i p~ ia. de aquella l Ul lHt, atento á 1 nt .rvenir n cada in - tanü~ y. e lo;:;; lejanu~ orbe .. A í, pa.·n :i ]HI~ ¡Í \·e e . , de pri ,·a tmubién en oca. i - u , · l<~mue: Ri .mpr·e a.' idoR ccu·ifío , an1 . ntt~ por .1nan in­vi ibl y tod podcrosn n. ·endrmos la ~ · cala en enya ú - pide nda. ·ér humano la1'á de :-;Í la nota 1u~L alta qn aqu 1 in:strnnte nto ha e de hacer r .?onar en el on ·ierto tel'n . L:-1 labor· liiviua, nlcH'fl\' Ílla d . d .lí •al za y d nli"t - rio. as ont<.--\Inporizaeione . , .~ e acomoda á la8 dot dnra. prn .ba . · .· on 1 H prt>dile - o . del Padr ? Ya Lt antigiiedad p :1aana, ann on 111 n . n i u ' de la._ pet'fec ·i >ne. ' i ,-¡nas <] ne la. nné~tra.;; ha­bía ~·ancionado con1o e Ttet·o 1 or bn .. a de uno d :u Yt­< lent , e. te in tinto dd ·or~ ; z1n. In. tint C]Ue no ,-cl.eilo en ·u lo nt' qu otro de < n d p (~ nden la ' verJad tación. ¿ Por c1ué Cl''-' .m .· en la xit;ten ·in. e e t h nno"o uni\·cr·,·o que arroba nn tra~ alma ? Por razone"' que á YeC<:':-1 no re ·i ·ten á las fn.ta ·ias del . ofi ·tn., á qui u en últi- 111 t ~rmino, nc opon 1110 má que te o·i·ito de angustia : ¡ .._ i to lo fuer._ una il u ión, un neñ engaño. , Di ha­bría burlado de , u hijo poniendo n . u en el in tinto 1rre. i ti le á cr er n ta. e a·! Y a í con1o el edificio de la ci ncia repoRa entero en la cte n Ia 1nqu brantab]e en ln. v ra idad di,·ina, la olu- 3 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ción de los. enign=ti:l del d . tino bumat'JO yaee 11 la fe de que Dio , corno padr . y con1o n1ni1 t nt , aca dé adn. ituaci6n el mejor par~ido po ·ible. A la luz de e tatS verdaJ. extrañaremo meno que la o i dad haya sido defraudada en . u 1ná ' fundada ts- . . p ranzas, qu una gtan cultura, un gl'an cornzón y un her­JDO o arácter hayan d aparecido .·in producir lo azona­d . frnto qu<::. e perábamo . ingún hombre nac para ulti \-ar Ja cien ·ia 6 el arte, ni para a tunular riqueza, Dj para ser · lun1na o ial, ni para ninguna de tanta nli. ion de grandeza hutnana tl·as Ja. cnale._ OJT nlo. . ue tro de. tin e n1á alto, pn " o- 1 1 s para Di , y deb n1o llegar á . aeiarno a e la n1i "ma vida divina. En la planta humana la ' lunt. d e 1 frut , y la p .rfel' iones naturale e 1110 el follaj d J árb l. ,uando el ol de la nli rieordia ha tnadura o el frut , 1 diYiuo jardinero lo coge, y d ja al r:-nnaje vu .lva á la tierJ'a de que alió. ¿ Qué el re h tienen lo qu . v n r er el árbol, y e n<:antan á la vi ta l~l follaje, 1 ara. de ir al jardín ro que l fnlt( no , ·tá aún ,n . c1z6n . El o lo n.b d <:lfi .. , d , díns d. e hora. . El hace cuaud le agrada, IU 1 fruto madure en bre es hora . . A no ... tro , i ten 1 1 : l cruro in, t1nt(> filial, no. t ca entr . \- r la lab r d. ::;u di tra en el d ·ti no d Ru. (-'l gid S. A -í yo, en Ju amargura de u· últi1na hora n1e e 111- l h z o P-n ntr ver la n1an d 1 lapidario que tallaba de pri~a la· fac ta o. qu(:, faltaban al dia1nant e~ eogido C)U iba á fijar en la corona inn1ortal del ru ificado. · ..,.. al verlo on uma1· on ent .reza. ubrazándo e á la Cruz, el holo ·au .to de cuanto hnce anutbl la vida; al e njeturar el íntimo y lento Inartirio eon qu u mi mo · afectf) lo tor­turaban, he apreciado en lo que vale u h nuo o de tino. Y qu ri nd honrar u metnoria á tui 1uan .ra, he reen1 plaza do la corona de frágiles flore que e ofr en á los que parten de este valle de llanto con una de p n~a­miento y p .sares, que, i en 1ni mano estuvieia, n1anten­drían ivo u recuerdo, rui.entra haya eres ·a pace de apre­ciar en lo que valen lo grandes <~orazonés y la lutnbrera de la ciencia. J E MARIA E. ovAR. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. EL :Vf NTA~E. '75 últ1tn , <Í: ello, he 1 o aquel e x6ti · un tui . t .rio. Era y.. ] no ·he enanclo el pract1 ante de tuedi ina ~ntr6 á , o lRa, habitn ión d · ('. tud~ant arreglada y • 1 ia. 'f nía una pieza aiRlantre­t .ugo 1uirnndo, al tra,~é · de la e ' ena. vulgare ·, el ti nl­po que 1 a é en n1i tierra, e:n tierra· de la -· tnaiíanns brillan­te y de la ex u beran in d vida. ·Entonces [¡ imn pr · n­tone . , nun<"a ahoT~a !] ,.i, ía 1ni n1adre y e. taba yo enan1o­rado de Anita, 1ni veciu .. , de quien tánta:s \Tec t he h(­blad . Si yo fuera un gran talento, olvidaría l paRauo, pa­ra vivir cotnponiendc un futuro gl ri o. Per no pue lo reha ·er mi cerebro. E. to · ólo un ()'rito ] in1potenein; n1a humanas ROn la tri 't za. , y e e. criben 1 ara 1 R au Í· O' O R. "Ilaré re u r loR c1u~, tí ,.e ·e,. ~on rebr ·omo qne 11enl sn diario p:u·a a¡ untar ·i rta · fecha,' rar, .. '. d~1na,'i·1do rctrn:-; para ser num .r ~a.-. 7 :e apunt 1niento e in· n cient 'y extraño, ptw·· h eh(:· . in1ple: de nut>,'tra ,-ida externn . ;rraban para ~i(•n11 re Pll la 111 m ria ·on un:l fij za r al (1<: fl't ,··eos anti ()'nn~· · .El 19 de eti 1nbr pnra mí una d· ~a · fec:ha · imboTrall~ , . Te quiero 11 ,·ar á ' , día ¡día arat ! en qne n,w16 en 1ni corazón, por priin ra y úniea Yt>z, la 1 a ióu amoro::-~:1, ->:a pa ·,ión tímida d lo. quinc año , ta11 1lena l_, (~ncanto . , que timnpo de pués (lU r 11)0' ver (1eH¡ ertnr y tH) de pi I'­ta, porqu ha 1nu rto con ht eda(] que la ngendl'ó! Lo (l u e Jo, poeta han llan1ado p;·imr:r amor, lo que lo espiritua- 11 tn 11:Hnan a JJVJJ' 'l r:NlctrleJ o, y ey~á :ÍE 1npr indefinible, pe­ro profuudan1ent hun1ano. Quizá lo <1ue ng ndr6 en la." far.ltn "Ía antigua" la id .a d 1 Paraí"o. Por e o es bello el de pertar de Adán, por 1n e: una co1no ínte ·is sitnbólica de e fondo comúu del corazón del hninLr ! on tan b >n-ita 'Üt in1pre~i ne qu<:>, i no fu .ran tnn per. onalP.' formaría ·on ella· un libro 1Jeno de E'ntimi n- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ¡ 1 to d licado, un libr on "1 que, e~·p1otandola l)artenuí:~ .. en i b1e del corazón, tal \·t>z l1€ ríe llo rnr ! Cuanuo. ·o cono í ~i Anita yn erft hn<.:;rfnno d(' nw. ~re, lo e~? (pt> te pa.~a. le dijt>.-Pue .... n¿ da ..... . qn l gr·it e~1 n­t< tllt'O .·ali<.l l =-\ lo nt¿Í h nd > agud y dulce á la ,. z, fu 1 ara mí uu ]ntcnt de'nprn1af­li •]dad ! }~. e grito, ,- z d 1 e r~,z6n un rn. - ~r que •nun ·a podré ol­vidar, porqu 111e io 111á~ pla<: r del f]He me hubiera podido dnr un b , o. ¡ Qu~ voz tau dul­ce! '¡ hnbi<:>l'r .·u <·nln1o! En alo·uu·l.· o­bra · :·. 1\1aro·aritn-la creación de Go th -enamo:;:·ada d l DI'. Fat ;;to, tiene ra - go humano c1 n \·a a d ii"-'Ctamente al cornz . -:~1. R ,)c T·;·clo Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 7S LA JERT~(ll TLL.\ DE PTIA YAZ uno 1n u y hermo o. U na \Tez q u 1o~ enmnorndo · , p ·1 · a­ban en lo jardine. de Marta, lar ligi "'fl Margarita pi lió al Doctor 11"'au to ·u nta d su reli ión. E te, que había h eh o pa to on el Diablo l dijo 1nil tE;rnc zas y Mru·garita eon la mayor canc1i 1E'z aoTeg6: ']~.> nlÍ tno di ·p el ·m'it P .ro con otra:-; pala ra:-;. E. o:-s autor , han querido pintar ,l an1ot hurnano <1ne ti8n . el la cc.ndidez : ·an lidPz inte1i ·ente, sin' ridad .., ternnra. P ro todo .. o e. nece~·ario . entirlo, y Pntirl ~1 la dad en qu eH . n mor :-; tit>l1(-'11 c,tbil'ato qn ~ el TeRione .. lV[H ...... qnt> importn! ~o Ü-' pn-l't> ee? X . p.- ra el púb1i · ; .srribiré al nzar;. i .· 1 r mpt: ln cn<->nla tt>n1plndn ie la n:n ra ·ión t l · njnnt , ni nH:•no~ n<•t'YÍo~o p ro ntá~ ,-enlaclt>ro. }~ n1e 01 cnnt< l l< s >rden! Temo .'Í ("'Xtf'IHl( rmc dt>nllviado y f nnn.r nnfl <· >mo nH~~n, n·nH·l n 1nwgen dt> mi <·<~r 'bro. ·l) .. nü atll r td sab<:: lo tlenüi.' : 'o e~tt~r - mPno . n n1or <·Rpont (-'1 nislnn1iento e:· llll · po~ib1e. l rinc:Í] ié por dejar la~ relacione.· con nlttjen .. ·, ptu·~ tollns < {llerfn¡... ·abPr por u~ no ,.i \' O eon10 l< , detn~tR. \T ho) lo· hotubn~~ nuL ·u¡·io:o.· <1ne ln, 1nnjere., ll~o·nn hn~ta nqní parn informar e de lo qu · yo n1e hag . Quit'e oh·idar n1i arnnrgura y rni in1pot ncia c:r ñndon1e una \~ ida espeeia1 cort,t pero feliz . no n1e dejan: la ola hu1unna p~·netra en mi exi tencia y quÍPI' arra~ti .. irm al remolino vulgnr . .En e ta tierra otuo que e oblign i6n vi,·ir t do · d io·nal m~nPr~l! Yo er" un Iuon .... trno porC]_n no aozo Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. EL 'tONTA~ES 81110 11 lns ~mo ·ion , r~ras. Y bi n, que lll\:, llan1en de­gen raJo ó 11101.~. truo, como . <: l . antoje, no t pa1 ece ? Pero qu • no n1e mol t n, .que no 1 e bu ~ quen, que no n1e j nterroauen. A la. mujer< hngo uona ·ión de miR atnig ' ) :1 mnigo regaJo lm~ 111 uj r s (1 u e n1e pndi ran to ar flll ·uerte. Y o no q ni ero participa!' d 1 on1 .rcio d lo índi­Yiduo ; no pn do tol ~ rar la llHHlotonfa de la ,~ida re 0 ular, f' e af:.tn diario pur con, eguir un algo Rin eneant . y ca 1a vez n1á~-; 111 n6tono. , , · ·· ' Alguno día no pu do . op rtar la tt·ist za; rne a ·o­IIH: 3te in cau a nin ·una y e apodera de mi erebr . H n vapor . de amargura <¡ue ub n ha ' Ül. ·1 ·ráneo, quizá d pr ndi lo U( 1 r botad , din1nntc tlt\ n1u ha an1argura .. n un1ulada,· en el fondo d . 1ni oro·ani~mo por el tra •ur de nniCha . genen1 ·ione . Y tni pndre ha qu rido apr ve­char e d .. tui enfermiza i nt 11 en ·ia par el ilu "' trar 1 ap lli­J de la fatnilia. A_ í 1ne ha hflcho ufrir! "Al cabo el tántos añ de tudi tne he 11\~ n ido d qu oy itnpot~nt · para todo. 1\fe r o in apaz de lu-har e n l . <: 1 tnent )S . UJ eri r ' Je la int ligenci, hulna­na para n ~-.uir un 1 or Cl nir gl rió o y taru ién 111 , . i n­t ' ineapaz dP <'Onlbinar y forl:ar lo -.lenHmt ,· 1nateri~ lt' ' para ha ·er f rtuna en Jllent 1'(-lZa, comun y rdina­l'io en lo titan del trabajo, n1e llen de nvidia, 11 una en,,. idia , anta, porque e una a pira ·i6n e¡ u <·ondu ·e mi pen atniento por e ~ cala de fuego á la grand za hu­n1ana. "~i el pa.í auduvi~ra al der cho Jn , lanzaría á la ac­ción. Pero, qué quier ~ Hoy la intriga ha reern¡ lazado al trabajo ; la virtud ívicacs provocan la ri a ; lo. nu \TO Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. o lite1 at s hablan de la~ b llezas azu 1~ en lenn·uaje re1n ni­no 6 hermarr dita ; lo políti ·o piden de rodilla~ p<)l'CJlH~ no aben estar de 1 i<: .s, ni luchar ; y lo jóvene .n .,-ez do atTI}lJ' á la 1nuj re honrada··, ~ó \yen n brazo inmundo ... , 1 erdim1do la poca:s nergía (lU le'"' qne lan. Dultro de 1 co tiempo habrá que r( ar una ari ·to t·ncia qu~ ha. ta ~:h ra ha vivido curu. la nri.·to racia de la aluJ. '•E, t n tiene remedio: 1ni 1 "caden ·ia e~ la imagen ue ]a de ad neia , ocial ¿ o con1prende que h y lo hornbr s honrado . ou horn t>J'e . ridí ·ul · . ".El párrafo que e· tibe para a ni mar m · e~ una prue- 1 a d . tu 'alor n1otal, pero d .bo ·on1padec rte por tu ·an­d. idez rayana en liti~ 1110. ; 'friunrare1no -n1 Jj( e._ .-La itua ·i6n a ·tual una 1 r·ueha á qu stiín on1etido los hon1bre. 1 , tal nto, d :.o Yirtud y de ·ien ia. El 1" iuad Je lo. Ial'._'ante I 0 e t :.rno !' ~-. i tú ti lle la virtud d , }a pa­eÍen ia y la e~pe1·anza d 1 tt~iunfo, apártate 1 , n1í: pu Jo • 1 tagiarte d nli l pra, y has d aber ue el p in1i . n1o es in ·urabl ! . '\,.. ._ ría feliz i hubiera nací l en otra -p ca, be: j nn r ... ·in1 n que e tiniular·a á 1a jnv ntud. h ! 1 ero c1ué ilu 'ion " 111 (lU <.le ·n. qué n1 anima á vi,·ir? 'le hablar' on rr~~nqu z . l."' oh , p .ruido toda iniciatiYa, ~ toy n la 111i t.ria no t ng e~per·nnza de 111<.--'.iornr 111Í . ncrt y .... lo a. pir á n1orir n una e ... pe i le ' 1 u I tu ~·idad ! ' -:f * * \1ando a ab6 de --ribir, aqu lla no ·h -diju P.ntre uient ' ' hablando . n igo 111l.'lllO:- '· N } hny r '111 lío, la 1 e i, t ncia e , iiup ible .... ' y l ajón df~ la Jnesa <1ue e d16, abriéndo , á l . tr •, til'one de la mano pren lida del botón azul, ac- un pequeí1 e ·tu ·he lll contenía una j ringuilla de PraYaz, pata 1 n r in y , ci n s hipo l"nui-a .. 'fo1n6 una cub ta de cri .. tal, y, en un re to de agua limpia que allí había, hiz rápidan1 nte una o1 u'ci6n d morfina. \ i ··ibl temblor agitaba lat"; extr rqidade de , us d do , parecía pr -xi1no á un t rribl ~pa m o' uervio o. En . eguida clavó la aguja de la jerin uilla, con placer en­ ·rerinizo, en u carn pálida d m6rfinó1nano. Poco de pué recorría la calle ·, solü, l~nto, lejos de la realidad, onámbulo voluntario r corriendo una ciudad Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ¡ '' 'l ,. l Jonui da. 'l'enía, n t d > . 1 a~pecto d un borrach . Canli­na a tan1baleándo. · á Yece e ed1¿ ba á un lado porque ' e le v nía en. ·ima una ventana; entía que 1 faltaba e1 pi o · de repente el ruiJo de uno pa. o l hacía abrir lo· ojo. <1ue con en-aha ·t>rr:H .. io ~ , y la lnz ']P. un far l 1 pare­ ·ía una gl'ande hoo-twi·a. En Hn e<~rebro había r'" uda .· n<'e­, ión dt' idea y onl binación c1 proyeet ~ ahsurdoR. 8el'í:t la nH\l' ndcr unn an.~ntnra no turnu y í· lo~ p co:-; pn. ·o .· s de '\'anecí·:tn. A par lció u u -perro n ~J'I'O. . • • • . nada, al d , ·~ngarl un ::::olpc e n el ba tón, . f' ei6 : Ah ! Ri fuera Mefi- ~t --f~leR en Íonun. ('anina- pen 6.-QuP npa­r nt . ~to. - yo ]H11'L un J)r. Faut')to! k 1 ría feliz en uw lío de u u aq nelanTé' !" J)ejó d pa · ar, e, y 1nuehu rat .· ~ e.·ttl\-.0 ~n un . olo punto, Ro, ü·nido E:>ll el bnHt6o doblándos .1~ la. pierna .. La, imágenes le nst>diaban, e .·uc •clían in01' el in­('(-> Udi ) 1 e rti ipa a dt• la h nda melan('olía U<~la. :· 1 da­de . ·alein;ula . . P , u'4ando (:'Il la igl ·~ia c1ne 8.:-- taLa. ahí e r­<' a, a ·a~o ¡)orla. campanada. d(:ll reloj (pH h~ recordaban la t-xi ·t u ·ia de 1 ·xten~o, . ·u inwgi na 'i6n . e pobla a le fnn a. ' lllh.· ecl"~iá.·ti ·o .· : oía la.· nota. ln ·uhl'e .-· d ,.1 órfrano, Y le• par Ía YCI' hacÍa adéhtnt una Inultitud Ue bulto, ll - gro·, p .·tl'auo.· n <:=xt:-vi .· ...... más alhí Pl \· aci) ..... . la inn1 n ·a n rura, lo )¡p;i~ible n1ucl y lct iln~i6n d .· a­n ida de 1 t rno .. _ .. Confu.·i .. n le imámba azul: veía el ma1 ilinlitauo · pt->ro no t>lmal' 1ue d crih(:ln lo poeta , •pn Rn. t .. nnino " con\·"ncionnle ·, ni el 1nar l]Ue han vi , t lo viajen>.', ill'·, nu mar ideal qu · co­rn de. conoc1d( tenía al fornHHR en la f. nta ía todo.· l ::S e O'J'E'O'ado del l hTI nÍtO, Jatent~, tOdcl " )a, p tf (' 'l0l1 S d l Íanta" nu1 ubjeti\· o Ílubolo d f licidad. Un 1n 1n .n­to d . tiniebla .. . Lu 'o· una proce. ión el r .· tro hun1ano in ten, atnentP- 1 á lid ,·. Eran lo: pe, i111i~ta~ <1 u e RieRrdo o­nocícl, lo nf nuo · á abienda e un icleali. n1o ilnr ra tj­cable, lo que habían rennneia 1o á hu. ear la ft>lieidad n 4 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. , :2 L _\ JERING l JLLA DE PR A Y AZ una vida :sana, lo:; enamorado. d Baud laire 1 r1ue era to1nador de hnschi. h. H.ápilam ut bajaba á una llanura donde á intervalo brillaba el sol; veía coJno un lienzo bo­rro o, regado d ceniza, con par ·he negro . En gnid:, una lluvia de In ·e y , O In bra en e u le brilla · el ·olor , como la iluminaci ne lé ·tri a en lo tubo d eiR:sler. ' Súbita1nente qui tud y aumento de luz .... rná luz .... un · 1 n angrentado, coro en la t~u·d .. de ] ebrero, al trav ~ de densa ·npn. de hun1o; gt~itos d gu rru, t que de ta1n hure y cornetaR y d ·file el .. ejét·cito organizado · : ldados lentú:, nuHl .', esda,~ o , de la con ·igna, ·on la· arma, brillante , lo pantalo.n s rojo , marchand > e nti­nuai 1ente con de sp rante xa ·titud d n1ovi nli nt ; uno batallone. n~vaban e tandart roj , otr ', tandar­t . negr ... Y d spué · un ruido horrib1 , el e tru Jndo, la lu ha ci a, hutno, . angr , polv y e nfn~i6n. Ri ardo al­z6 J ba tón en actitud an1enazante y grit6: "Fuego! ", n­are!" Le pare ·ió oír un teri'ible toque d lla1nada militar; 'lni o correr ob de ·iendo á lla, lan~ar e á lo n1~i rud <1 la luche , ncontrar l p li r y € erifiear su vida p I' la, i l a nueYa : ' I~a juv ntud r br, ,_· u. d r~ ·b :-;. ¡\ i\·a la juventud.!" Perdió .l eqnilibri é iba á •aer ·n~tn l un policía l ogi' del brazo. H.ie< rd< a bri6 lo ojoR y Y io un agent de la autoridad, n1á ... l j s O) ó el pitid h~ tr r n . 4 ' DíO'ainc . eñor - d cía l ng(' nt d poli ·ía- d6nde · , u ca. a· y lo ac 1npañnré para qu ~ n . e hn o·a daño. -x­ ·:f * La cond u ta d I practicante atención n la ~a a. de hué pede. . ou fre oencia lo en- ·ontraban dormido n Ja pi zn, , ... .. ntado n unn silla, e n un papel 6 un libro n la n1ano, la cabeza aída obre el p .cho. AlO'una noche. Jo oían agitar e en 1 1 ·ho, gri­t~ r, quejar. y dar golpe._, e tuo pn· n d un ataque n r­VlO 1). En el día p rmanecía en ei rado en la CURa; no ... alía , in de nocb y andaba ie1npre ' olo. 8u " comida eran á de, hora , d arr gla.da y r0ducidas. Si le pr guntaban p r u alud, re pondía furio o <]U él nada ufrín. ; otra veces, cuando lo de arreglo d ht economía anin1al lo obligaban á retirar. e á toda pri a de la compañía de la Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 83 per oua , decía, que le habían hecho daño lo alimento~. qu la~ dio· ti.one irregular , que la di pep ia. Su andar era · lento y aeilant . Su n1odo dieinn. ,upier n que neo tlunbrnba pon r e inye ·iont' <.1'"' 111 lrfin ·1 en anti larl . · tóxica, . U na i5Írvi n­ta de la ca a de hué pede. decía : "\ .\.l~u1 eótu e:·tá el ui-ñ Ri. •ardo tlt . <->n n~a nte á 1 ( on ·ourt. H,i ·ard e. taba nnulad . Era uno le . OH t' l1Í< nuo .. de tii t za que n tierien n1á.' ren1eclio . de la lucha, y t>ntreD"al':""i€ al en nefío, .. ~ .. ntir la. \·ibra i n _. d l e· ,r bt·o, y ane 'tt>siar la sen~ibilidad: e a era la ida de Hi­car o. El practicante d ~ n1edieina ~e ui idaba 1 ntan1ente, llltltc .. ~'1 la en rgía que no 'abía ocupar. rr' nía un ol heroí 1no l heroí~tno del .· uici 1 , que n lo~ añ . 1 pre­para i6n obardía. El sui idi.o no al anza la pl nitud de u na virt1.1d heroica i no en po d la errotc, I ara fl\' i­tar la vergüenza~ como lo practicaron lo .. oT<-HlLle~ \ n iJo del antiguo mundo. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. f,.J. L.'\ .lEnTNGl TLL.\ D~ PTI .\ Y _\Z Pic:at· ]o ( 1npC:'í.::aba á po ·tntr~e. L ~t pn.ráli v. uto y en ~lla t , 1<: o· tolo nli pn.­ti ·i nH>ni 1e 1111 · ria~ . . t'('O qn .· P. acC't ·a rni h<. rd, : la in<'te ·i6n, eon1o un< cmni~·m d<' ueJ·za n1P n1. atando poco :í pt ro en p] le:> ·ho; pronto m atal'}l con C'< ., l ~na~ itHh•. 'truetibl ~~. ~.,'í :unigo, . · , a. ·erc:a le pnrálisi tenu . •Mi el l r . ~ d<: . ~eonoci l >. o tun: rela ·ionPs poeq·¡p· no podía sonreír y <Í la oci rle ·1 ros­tro risueiío a.nnn .. ·er­Yirá nlÍ trabajo . ~i Anita no se hubiera casado tal \~ez .·e hubi ran r no\·ado 1ui. an1L)J'el:'l ... Yo no ]o ', ni na.diP. lo ~abe, p r al 111 no , t .ndtía una p ranza. Amar- á ot1·;t. ,· prov car d n;añ > con - i nte : no hay do· arn re, i ·ua1e : 1 amor ("'.' tan fngiti \ 01no un ~ . tado 1 . ánimo, ' carnbia. con la fi onomíc1.: da Y z qu · e 1 .. arrolla .s de uoa 1nanera di tinta al ·o r novaei ne · , U('e ·i\ a de un ta o lat nt . ., ~ 1"oda' ía 1n la tin1a. en lo n1á hond el recu rdo de la 1nuert , d 1ni madre. ·veo n nü interior el cuadro n1or­tuorio: ella tendida U el ataúd, tnaje. tuo a y uul' ~ C01110 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. EL M: O~ TA~ E ' 85 i . u ,-iI'<~IHlu· ·1 d , pecho <1u An tui ef:'relH'O ha inc-ubado ]a inqwtt>ncia. Desearía pr Jducir, ante~ d ·wabarmP, nn gr·ito . ". i ni<·ian en la C:4eu la le ln. i u felicidad, e ·a tencl8ncia qne I' ~J S. 'l'e han . '1'~ snpli('o, e~o . í, que• no ll) Ji\·nl::,u e8 : 111 ~ harías mn ·ho mal. Por lo <..l<•Jnú,8 ti~il s razón e-n cornpa una manu·a n1o·a y anónima - :·e ella á In. 1nuj8T'P. por por que; n todo ex<·P.'O hny b Tní.·mo. na YeZ lll<' pn.· <-' 1nornnn por euri l"1l ud y 111 , o·u. t6 ~ a ml ria ·ut>z eh li eacla qn ~e 1nanin ta por· una per za a o-radabl ., la tPnsióll de l >. párpado', n n ·alor suave q u · sub en olenntor.tJ..O de la nnriz. Ll clín , ignient , fu . uno d " a cpH-•Ho en que la, amnro-t.11·a ~ . in eaLL'a n1c. ponían en · un ,.~tado de de "liento • el nwlhumo1· iusnfribl ~ . Recurrí al ane.· ­t5.1 ·o 1 ara calilla!' n1i organi,· ¡uo, p .n 'ando en JU m1 tri;:-¡tezaN (lu1zrí no ten ¡·í:tn c.:am.-a 111oral , ino un s;in1ple r - 1ajami<~uto fbiC'O. Ah! ) HmhnJ'o'~)' hay (1ne , egnir adelaut , flgrn\-HlH1) l n1~l 111 ren1 .dio, porqn~ ) a no ~e veJ'~í la luz del. ol que e d al anzar hu yen o 1 ell~. '~Y o a boiT0zco t>l "·iC'io, : he vPni l á q u dar atado á .- n mT J . tni el'Í€i,. o 1 ude alcanzar las O"randeza, hu­nlana , y n1e l té ie ), tnaté lo, sentid •·' y no 1 ude Illatc r el pen~n­rnieuto. Qué perver. a e, la voluptn , idad! La n1bria­O'Uez 111~ atz·ajo eon1<_1 atriH~ una 1nnjer b ni a, 111 , envol\''Íó n ,. u~ brnzo , nH~ lió granel<:' . pln erf'. ; ah ! poro la in. a­ ·iabl no tue '\Toh·ió ~l. · ltar, , us de. eo no t .nían líinÍtf', u atra ~ión auntf'nhl La on (:>1 1nal recihía tanto tná- fu .rt ·nanto n1á. saciada: a u nq u , tratt~ le . · . ltann . tod e::sfu~rz fuf' inutil t nía qu m rir <:'n , u~ rnzo:-;: • 1 de. eo . i >'tÚ6 la nE'ce;;;i lad ti la 11(->l'<:' ,'Í lad <. l Yi ·io al \·i i Lt f'nf rm dc1d á la enf~rnl('>dad f-'1 f'SJHl. 1110, al ~.·pa.'lllO 1 l lirio :hoy . u u m o eu bntz . Je la in._·a ·iable ,~ luptuo­, idad Jn --1 le h fantcí ·ti ·o d lo.· .·uefíos d opio. ''ll Rido una "í ·tima ) no nn h n1 br~. Mis ide, 1 .. n1e 11 "~ar n al en. u ,fi y 1 e ·u :;¡iío- - ¡ e~a cosa ütn b nita !­nle perdió. El idea]i. 1110 nc .. ita reYolu ion R, r~ ra 11· , an ·h~rt'i en la liberta 1 qne e.· n tópi<'O de ,-i-la;. r idea­l i "tH ·la\·o ele la . tiniebla... 'I <:'n<:'r indepencl n ia de Ce rá ter \' i \' Íl' haj o la aristo racia J. e lo~ faz\ anteR, e · . T' de la lH i.· ría. o é por qué en le hi t ria d tni vida veo un 'Ílnbolo de la .·itnaeión de la H. ,pública. Unando j \T n entu~ia , ta ideali~tf•, esencic lment<... republicana, teniendo co1n u w.ayor bien 1 . .. r honraua, , ozando de la pa. i · ne · ,n illa aunqu int ,n. a . . y on le e p ranza d m j · re día . .f-Io. --tú lo ~ab . 1n j n' que yo- ,ntr ~ada á los goce artificial ._', irnprovi ando e le rid de:s edificando capital -cotno . o su ños- obre ruina · tod 1 1nnndo n an -.j .dad perpetua y lo mi~tn s partidario d 1 pro- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. gr·e .. o indefinido d · para tener i<1ui ra tnpezar. "Yo qui r que te i.nformeR qniero que m con p(1d zca . fiando el p o n rn1 qu . 111 o d la rigid(\Z d , 1 lS nluE:'rt h. tal mi decau ncÜ1 que mi corazón n ti en fuer­Z.' l. . para latir, ho r, . niYerl:'ario . HOTado. Ile \· i~to t:l 1'(-ltra­t le Anita y una cinta azul que aún on .rv , y he nti­do, p r aLlá n ny h nd , la frui i6n 1 li nda del r eu rdo, a . i , in fuerza, ·in ahento viril.' E:ta .arta"' no fu ron eü \' Íad(. , á , n Je tino p rq u e H.ica.rdo t .n1ía, ·on1o un "' U 1 r ,111 Iua1, er o m pa e ·ido. KÍ lllllY Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. S9 la Inanía de \' Íajar, qu él entía. AuncJUe á jornada: rr rta:-; r corri61nueha tierra,. vio de cerca la obra del tl'itbajador antio ueñ , que en terre­no . poco apropiado á 1n agri ultura hacp prodiaio-.. pat·a t ner la Yida y e n ·~gnir din<'ro. Llegó á ~u de ·tino y pu, o trabajo~, 1( jo. u toda 1 o­blaci ... n, en 1n dio th una seh·a Í.1npun trabl :.1 (1ue iba á d , tnontar para eon \'<: rtir uno_· tPIT ·no, ba1Jío · en fin ·¿v dt> labor. Allí .·e había tnt"ladado H.icanl e n un 1 s peon - ~ . o llevó libro~ ni pre rva j,-o · ·ontra hu.; enf r­lneclade ·, ui HU letnPnto de vi la. L j rincrn ilLt de Pra vaz. enlpez6 á trabajnr materialm nte éon un ardor in­creíb1€, <.~."'ótic·o <Í ~n e taJo d , le adcneia. F.J ánin1o l ha ·fa todo el ·ne:·po 1noría ; ~u " nlÍelubt·o ~ nu t~ . nían fl - xibi1ida 1 y la~ fuerza:-; lo ab~ndonabD-~1. \ Í\' ir , in 1norfina ern para él, ·o m o, 1 arn lo~ d tn:L vivü· . in comer. A los enatro días de t> ,· tar e llí uando ya había c1 spedido s i.· p ne. de lo~ a •omndHJ'Oll lo ,• ( ':-.; p ne , l Jl Pjor po~ibh~, arr r1án lole un l ·ho <1<> hója.· · ~ a . . 8 ·ntía u u 1nale,' ÜU' (f n .red y nna dehili la l -'Xtl'ema. { na ra · ·azón h rri le rec l'l'ía t >do :·n <'uerp , y pe(1ín_ xa~pcl'ado 1n ·le dieran 1 (>I·fina. Quería nr'I'an<.:ars lo . 1~ peclnzo , y .. en 'e- n­ha <' ntra el ue1o. A la: IH gati , ·a. lo lo · p eo ne. cuan :lo pe lía 1norfina. e ntc:taha furio · , un (fU­sano en . u lecho de h ja~ ~ ·eras. Bu eahn con la viHta por toda, 1 arte .. , ·nmo. ncruaJ·tlando nn auxilio. adn. L . .lva itnpenetrable ·t>rraba por toJos lado· el horizonte· .'olanlen­t nl tra\·és de : lgu 10~ tronco ' de át'boles veía jirono,' de 1elo nzu1. H.i :trdo \'Ol vía lo, ojo.. hnci<·~:-do o·e. tot-i hoiTÍ­hles gr·itaba y pedía Inol'fiua, · si'l­dad, una caricia íntirna del ane,· té! i o · it.al; que ·u ·ruel an1uda le e ITara lo ojo'; quería e la ·ar'e la aguja, en­tir as nder a1 cerebro el ·a1orcito del veneno. Muehn.- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. !)) L el1o , por Dios! la última inyf>cción, para n1orir tl'anc¡uilo. l{ :. vient 'n caballo·; ·'l la priiuel' Loti ·a. yuince ee nti rnuuo. de clorhidrato le n1orfinc1; oy á f rn1ular ...... Corran! Una propina ent r1ne al qu prin1ero \ u~h a . . . h! graeias á J)i R ! QtH~ jel'i n nilla tan l i ndn, y <1 u~ morfina tn u pura. \ y á hace!' una ·olu ión e n1o 1 ara pon rl inyec i >ne.· á la Virgen . Y qué b .lla cubet:t; si nH~ par e <}U e la e 1nba d ] ci .lo. Yo le.· noTadeijC'O nnH:ho JllU ·hach ' . 'oy á tener un ·u í1o divino ...... Qué bub ? Ah! : ~nalla , 111 hau engañado. Mis rable. · iuútil , , n trajel'on nada ? o hny n1 H'finn n e ' te n1undo ? ' u 1 van, p1·onto; n . e 1 ~ · lvicl : r•lo1 lu'rlntto de 'IJLOJ:finrt. M nn¡ ro, rn , \~ oy á n1 - rir; si nto un frío horrible quo 111 in\ aue, 'e llle tá h ,­Jando el corazón. Morfina! Morfina! que 111e paraliz ! N o habrá n1orfiua en 1 i J . ' 1 A la e n1m~ón y al d lirio , <._)gnínn violeuto. . ·pn~' nH . neJ' io . Llevaba tr S lín d" z' la Yen~ Dt>tén ·anla. E horrible- n1e rnita por e._ a 6rbita ~· Yc fe éOn un . arca n1 inf rna1. ¡Ah traidora, infmue! Ah! Di s 111ío! Dio ., mí ! ...... E tnuy lé il, C>xtt·angilleu1a, n1n- ·cbaeho ; no an flojo.· . . .... Denn1 • nloiilna, uu poquit ; qui ro adortu cernH: para n .. ntir .~::v gmTa . \ ~an, yn 111 . \-a á coger. rrn.n! M rflna ! Ay ! DiP n1ío ! nita ! Mnd r~ n1ía ! ' Jo.' E Mo .~. T YA. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. EL MONTA~ES DE UN PARRAFO l)E 'Te DHAL r á A R'rl RO J OliNNO:X J ~: nue. t;·n ju,·~·nt~1d n 'o ,-ah,ro. n. . . '~s¿::: \ 110 cbgü~n~ ltu · >barde n1ara. 1uo, 1-.- esta o·eneraci6n .ntriste ida Uru~a baj la pnra luz Jel cielo Ila tiada de la Yidu. La. pa. ion~ . au >'U . tn~ do, El mi Jo ,·il que engendnt el c•g í n1o. Y r¡u , e. n. ahna. fría. no concib n Que lo, nü. 111 . de, he ·ho, h uracane De durla: doloro. ·a · y n un ojo llora y con otro repica r Así será. No diO'O ni sostengo lo contrario, porque no soy hombre de polémicas, réplicas, contrarréplica,s ni luchas que no s an por la 'ida. Pero os lo cierto que En las minas, pr - ciosa y delicada miniatur:1 literaria, lleva en sí el germen de lo O'randioso y lo enérgico. Sus pormenores adquieren al ins­tante en el pensamiento las proporciones sublimes y heroi­cas de un cuadro gigan tese~ p eca veces soñado por el genio del realismo,-no el vulgar sino aquel realismo noble, seve- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 93 ro y vivificador qu - , i aparta la mirada d las sentinas, r ci­b , n cambio, de fr nt y sin e gars como inf liz l chuza' la clar~ luz d la v rdad; un cuadro n qu se exhibe magi. - tralm nt , con xtraordinarla p rf cción artísti a, l infor-unio d l part n1á ana, más ' l rosa y má útil de esta raza d montafiese . Bi n C8mpr ::1.de Ud. que 1ne r fi ro á l ::-11 d sdichada porci6:1 en qul n lo Gobi rnos j r n l i m­pr torcido der cho de r clutar; la pcrción que sirv d bas al cómputo la suntu8sa rv::J.t d licor s d stilados y á toda,s las iniquida,r1 s que su len hacer irrisorio l título a 0 Tado de R pú' li ' . la porción qu } sin u ja.r e d u du­ra su rt , cumple lit ralmv t la prhn r alío t8, 6 mo xr r sivam n-t di en los d tas br ña .... , sin 1 ru\ ,. los tarro. y entregar lo Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. A EFE GO:VfEZ l ticia oficial· amamo, Su af cti imo vi jo amigo DON JUAN DEL MA TILLO. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. EL MONTA:ÑE. "EL MORO .. DE MARROQUIN y VT 'IOH o 'UL'I'OS LL.DfADO. RE HlBl'TORT N. 95 iciu ·1r; Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ' 'EL ::\'fORO" DE s si-o ·ui no sirva d .un ol o Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. EL MONTAÑES 97 Elllrfanteqtdllo 6 El heque, que así se llamó también el in­tteligen te animal d que he hecho refer ncia, cél bre por las }peripecias en que se vio, notable por la exquisita sensibili.­( dad y excelente criterio de que dio muestras en su carrera }pública, y admirabl por l l no-uaje cervantesco y elocuen­tte en que nos refiere sn vida, proc dió "d estirpe g n rosa, u padr descendía del Guainás, orgullo d las márg .nes d l JBauca; y su madre, del Tundama, gloria del valle que riega (el Sogamoso. ' "Nació moro, por lo cual en su infancia parecía negro; 1raro ora,n los pelo blanc que anunciaban que á él le ha­lbia d uced r lo -que á los individuos d la especie humana, (e to 0;.:., qu con lo ~fios, el pelo que lo cubría habría de ir- ·e enbütnqu ciando. Su alzada rala de aqu llos que, si ndo E-"SONALIRI 1 S) . •. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 100 voam t:1nt:::> se va g n - ·tará -ntrando á la misma, :1ndidato qu 6 ha. ido los A r tt­tas hn,n r mo , s i Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. EL MONTARES librito tan h r1nosor Puo l -- B K..IOT.:CA LU S- 101 1 sus ver os ntre otro hubjerad r._?UBL\C Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 1ll0 '-. Lc;,~· E e m:.1y lo jo d~.:l P~t~·~~t . · J, picli r(.¡J p nL Inis v r ·e· vi­iL!.. Ct m i propit!.. Yidtv, .... "':1:.t d n1i propia a.lma. ;,Pu ~ cru : no :' el po ta., som j:. .. nto á Iz::. f 1, .,qucl aL g l el l Cor án 'lt.,s ilbl"tS u y or_ zón ran un laúd .... . . · ·~ P - ~· o tni. r·li Uirulu ·a ~ i es i~1 urabl f'l ! Q L yo no iba á h, .. bL r li~"l'¡_ S . .... . a do lL iudad s qu <16 n Y r n1o · ,pu :-:; Y' p~ ci . M p • . ·ó l o cr~ al (Yn,t d u pí:1: 111 tu r • O PR L G S . ... J ! ' .. TA l~ED.\ ' TOHA I>E 'br. Mo.~T.\. 1•:: . ' Extra to <. '1 ~veta, nú1n r o IV c. ~ 1 día ü d / o-vimnbr d·• 1 9 7) ' :La, Junta H,"clact ra el . 'Bl Mont:. n ' s · ~ :-,1 1 v : 2. o Ac pt:1 o l a part r c·oluti\·a del Iniormo >' la. ,Ju ntu ) 1 ~~·rctn (z, Uenc:;u,·n ac r a dcln1 .... nus •rito ti t ul' do '' TJ:tcrat UJ'(t • • n via.d por un Colabor"~c cr pn,ra. s :\r ias rtudo n 1 P l'ió ­di o. 3. o de] actn. do l· sión n qu JUNTA EnRETA DE · ~NSU A Vl'dc!Nn, Ociu ú ?'C ,_-.>
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Prensa

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El Montañés: revista de literatura, artes y ciencias - N. 2

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El Montañés: revista de literatura, artes y ciencias - N. 3

Por: | Fecha: 1897

R vista d Literatura, Artes y Cie11cia Dil"tECTOR ®abriel Jraforrr. AÑO l. Medellín, .Noviembre de 1897. Número 3. TO:M \..S C .. A.RRASQUIJJI.J.A_ (.'PoTO.- EL :.\IACO. -FRUTOS DE II TIERRA.) hube deseado hallar en las produccione li­terarias de Colombia la combinación artística de lo ele­mentos indígena · que dejara el extranjero de impri-ut~ §~ mir u sello en nue tra obra original, como si estuviéra- ~ 1mo condenado á la imitación eterna! Siendo la conti-nua lectura origen de fastidio, no era natural que se bus­case con tanta frecuencia en el contenido de los libros lo ele- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 106 mentos de la obra literaria; es má. proclucti,·o á los eres c;;st­ble que han nacido para el arte refugiarse en la naturaleza, donde la fruiciones de lo bello no gastan la vida en tan gran-les proporciones. Vi iendo en América, en la cumbre de los nde , será una audacia de talento pintar un paisaje de las ori­llas del ilo ó narrar con exacto realismo un cuento árabe, pe­r á nada conduce ese esfuerzo de la fantasía allá á esas lejanas tierra , cuando tenernos bello paisajes, cuentos amorosos toda­vía frescos como el campo que les sin e de fondo, tragedia de guerras y de crímenes y por toda parte n1anifestaciones indí­genas del corazón humano, ese fondo común de novelistas y poeta . En la vida de las ciudade · estaba todo sin explotar antes de la aparición de Carrasquilla en el campo no elesco de C lornbia. Y no es que carezcamos de lernentos a imilables á la obra de arte · pue para el artista no hay imp ible en el des­arrollo artí tico del elemento real y prueba de ell es Ft-utos d (} 1ni 1 icrra, no la stéticamente bella y agradable á p ar de que su autor no buscó las hermo uras de nue. tra vida, ino que al contrario, parece gozarse en pintar los tipo más repugnante. de nue tra sociedad. Lo ordinari e 1 campo de la moderna literatura y d e allí hay qu xtraer con gran dificultad las obras de arte, como : e '" trae el oro de la arenas minerales. Es preciso hac r palpi­tar en el libro la vida del ambiente, en ayar croquis del natural y conformar ·e con lo humilde del cuadro, que "el val r del ar­te no e tá en el número ni en el tamano de las obras, sino n la , ·erdad del detall y n la armonía del conjunto": e te princi­pio e un lugar común de la crítica contemporánea, p ro no hay que echarlo en olvíd porq u e la tabla de salvación artís tica. Ouizá el anhelo de novedad-dandismo literario-ha hecho nacer~entre nosotros lo e critores ~rráticos que buscan 1 asun­t en países extranjero , olvidando que la novedad artística no e ·tá en lo raro del modelo sino en la excelente man ra de ej - cutar: un ~ to viable de cinco m se puede ser una no\·edad, pe­ro no e bello. El co rnopolitismo literario en Europa s una nece idad porque lo europeos tienen gastados lo asuntos pro­pios y deben bu car en tierras lejanas y vírgenes el altna nu va de la obra artística. Para nosotros, la gran cuestión e explotar nuestra propia existencia en favor del arte. Tomás Carrasquilla inicia e ta labor. Ha publicado dos produccione artí ticas que perdurarán, porque son jirones de vida propia: Simón elltf'ago, cuento original y Frutos de m ·i T ·ierra, no\ ela de costumbres muy bien hilvanada y mejor sentida. El trabajo intelectual del autor que me ocupa satisface en ntioquia el deseo de sensaciones artísticas que experimentan todos lo pueblos cuando han alcanzado cierto desarrollo. Y o Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. T 107 he vi ·to evorar con an ·ia n la capital ntioq uia la nue\·a producción literaria, como anles había visto leer con entu ia m rayano en delirio novelas france as en traducciones dete table . Lo que prueba que el pueblo ti ne afición á la lectura y e in­teligente y de pon enir. Por fortuna para Carra quilla hay má. dzicttalltcs que artista . Los inteligente estaban entregado á la lectura d produc-ione extranjera , y siempr que medían el porte á la literatura propia la hallaban din1inuta. Per no dejaban de 1 er, porque le quedaba una e peranza. El dia de eado no llegaba, al con­t: ·ario, la dccadcm:ia iba penetrando entre nosotr . , como un ~:.ls asfixiant . La irilidad e iba e.~tinguiendo, dijéra:e que los nue\·o literatos eran de_graciado eunuco que guardaban para otro el templo pagano de la letra . Y el público a. í lo com­orendía. Carrasquilla escribió para e:te públic , qu taba muy bien preparado para r cib'r cualqu: ra obra original e. crita e 11 talento. En Frutos de mi Ti.Tra el autor rompió de ·d luego la ca­tni sa de fuerza de las imitacionc · y de la literatura decad nte, y ' te su mérito ~ ncial. Quizá d:cha obra s un obj to de lujo n e:te tiempo cuan­do la ·ación atra 'Íe a una cri i · p:)!ítica y ce nómica qu n la d ja dedicar ·e á sen. aciones delicada·, puc. t rKl cnsueil. e: pérdida de fuerza y la d-...bilid , d en 'p ')Ca· crítica· es cÓn1- l lice del d lito. ntioquia debe n to o tiempo, e ·o ·í, gratitud á Tomás arrasquilla qu · le ha calmado un de. eo, 1 de gozar intelec-tualmente con los objct que nos rodean, presentado bajo su a ·pect artístic . Ha terminado Ia 'poca de 1 s mal s cr o que si aún ~e publican y á no ·e leen; es tamo hartos de cuento· y ele chi tes de mal gusto. y llega la n vela, popeya de la vida, que la única forma literaria que puede atisfacer á lo de content · d hoy, porque es tnás amplia y má · completa que lo no e.' ige, como los versos, facultades máxima . 1 salir á luz Frutos de mi Tierra el público ha aplaudi o y con razón, porque Carrasquilla ha volad muy alto en la región de la 1 tra . Los críticos de imprenta y e chi me n lo deja­rán extasiar e en u vuelo á las regiones del arte. El que sale al público no tiene y á tranquilidad. Quizá lo que lo alaban ha. t2. con ertir la crítica en panegírico serán los má fa tidio os á Ca­rra quilla, pues el mode to autor de Frutos de 11Ú Tierra tiene el talento uficiente para no lanzar e al aire con ala· de humo. Y lo fastidiarán, e toy seguro de e to. inguno de u críticos da­rá en el clavo, lo alabarán por lo que á él meno le gu te y no les llamará la atención, ó rechazarán, aquello de que '1 e tá sati - Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 10. EL MON'l'.A"S:É. fecho y por lo cual con idera digna de con en·ar e su obra. Esa e una de las de gracia de lo arti ta : que nadie iente como ient n ellos y que ca i nadie se encariña con la produccione: á que el arti ta ha con . agrado todo su amor. Pero eso no tiene r e n1edio: el que e lanza á la publicidad pertenece al público. T o má Carra quilla ha dejado de er el bohemio de Santodo ­ming ·o en Anti quía, para ser uno de los primero no\·elistas d e C o lombia. El autor de Frutos de mi Tierra se ha hecho por completo á una vida de artista, lo que es raro en nuestra tierra. Se man­tiene ajeno á las ocupaciones ordinaria de las gentes de esta. m o ntañas; no . igue exaltad amente los debates de la política; ni e mezcla e:-1 la · guerras civile ; no viaja como lo · judío erran­te de ntioquia; ni bu ca en los vicio · el olvido del talento que lo pone en de equilibrio con sus compatriotas. e dijer2. que e feliz i no fuera artista, como se puede d cir d una mu­j r que es dichosa cuando no ama, porque no i nte. Lo arti ·­ta r finados ti nen alg·o de la delicadeza femenina, de esa en-ibilidad nervio a que á la mujer hac encantadora y á lo: arti ta felice , pues la única felicidad de un e critor tá en la e ncepción artí tica en frente de la belleza reaL Tomá ~ arra quilla ya h mbre y arti ta con agrado e . el n1i mo muchach cons entido d l . abro o cuento .. imón el J1Iago : ' ... _ T o n la ca a me querían, á cual m á iendo y e l mi m y la plata labrada de la familia· ____ " "Al darme cuenta de que yo era una persona, como t o d o hijo de\ ecin , y qu podía ser querido y querer, ncontré á n1i lado á Fruto , que, má que t dos y con e pecialidad, parc ­cióme no t ner má destino que amar lo que yo ama e y hac e r lo que se me antojara. _ .. " "Re petadí imo. eran en ca a mis fueros. Pretender lo con­trario, e tando Fruto á mi lado, era pensar en lo imposible. _ . _" "Al amparo de tal patrocinio iba sacando yo un geniecillo tan amerengado y voluntarioso que no había trapo con qué agarrarme!" Aunque Carra quilla, al e cribir, suele no tomar la vida á lo serio, á mí se me antojan e tas líneas como la íntesis de una autobiografía infantil del autor de Frutos d e 1ni Tierra .. Y esto da la clave de la personalidad literaria de Tomás Carra quilla. Un hombre que crece y se educa regal adamente y á u gu to, para vi ir lu .ego en circun tancias que no son las del poderoso, y en una tierra donde no hay elementos de comodidad, ni de regalo y placer artí ticos, tiene que producir, cuando escriba, páginas desconsoladoras. Solamente las dificultades para la Yida desde Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 109 los prin1eros año forman los espíritus luchadores. El mimo y aga. ajo de la primera edad engendran el pe imismo. De lo mi­mados .. urgen los arti tas melancólicos que no pueden crear si­no figuras histéricas que se muevan en un ambiente triste. El e n entido, al salir al mundo p.ien a encontrar un círculo de acción llano y fácil, como el que á su contorno formaba la fami­lia, y por todas partes tropieza con dificultades; no sabe mo er­ ·e en el áspero campo vulgar, y acaba por creer que el único desenlace de las cosas es el desenlace trágico, cuando no el ri-dículo que quizá es peor. El mimo á Carrasquilla io hizo pesi­mista. Por e o creó los desesperantes personajes de su no ela: Agustín Alzate, desgraciado usurero víctima de su oficio que lo di loca de la sociedad y lo arrastra á la locura; Filomena, aman­te histérica á los cincuenta años, como epílogo á la vida d co­mercio, y Nieves, tipo de abnegación que existe en todas las fa­milias; alma cándida que par ce no tuviera más ideal qu atis­facer á los demás á costa de sí misma; que es, en su e clavitud irremediabl , de una verdad exacta y desconsoladora. Y estos p r onaje ·e o tienen con una pcr istencia de monómano . Es­te modo de e cribir está previsto en Súnón el JV!ago, cuando 1 niño protagoni ta quería morir para sustraer e al ridkulo de haber fraca ado en su vuelo á las regiones azul s; el pobre niño quiso. ubir al ciel y e hundió en el fan0 o. I~l modo como .vé los objet un artista da la clave de su talcnt y de ·u bra, die M. Taine. arra. quilla, como lo acabo de indicar, ve la má veces el lado ridículo ó dolora o de la cosa , ca i nunca lo tranquilo ó 1 sublime. veces .hace r ir. vero no e humorístico sino satírico. Y cuando toma las co a á lo . rjo es pe imi ta ha ta el exceso y puede ~er intransigen­te como Flaubert y desconsolador como Zola. LC:t.s mujere y los paisajes son lo único realmente bello que tiene l\1ed llln, y Carrasquilla apenas lo deja adivinar en u no­vela, se e pacía en lo feo como en terreno propio; parece que quisiera dar á comprender que si hay mujeres bonitas, la mayo­ría es de feas, que si hay paisajes bellos en la naturaleza, los de una ti nda de comestibles ó de usura no lo ·SOn. Lo que se mue tra siempre Carrasquilla, es artista. Al pa­o que la n1ayoría de los antioqueños ve en todas partes 1nedios de especular para conseguir dinero, Carrasquilla ve á todos lados la belleza utilizable y las faltas de belleza. En el arreglo artificial mira Carrasquilla el conjunto, cuan­do el vulgo mira el detalle ó la riqueza de las joyas; y no quie­re esto decir que como artista él dé la preferencia al conjunto, pues si se le compara con otros artistas ó cerebros creadore se­rá de los que más importancia dan al detalle, hasta el punto de Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 110 EL :MONTA~É:' ---- -- ------------------------------------------ que algunos e n ideran á Frutos d~" mi Tierra como una erie d · cuadro de costumbres. n la descripción de una función relígiosa con todas la vulgares agitacione de la m.uchedumbre, Carrasquilla no ti ne para las turbas el desprecio y los arcasmos á lo l\1auppac:;ant. sino al contrario, explotando lo que tiene de artí tico la reli­gión, hace pasar por el cerebro de la multitud una ráfaga de cielo. Las escenas vulgare tienen marco de oro, como que el aulor sabe comb:nar con gran pericia lo elem nto. humanos; al lado de la codicia y de la en idia de Agustín y ~ il mena, po­ne la ublime abnegación de Nieves; D. Pacho E canelón, un viejo verde, tiene por hija á la encantadora Pepa, una muchacha casi fea que no ob tante atrae y enamora á los lectore ma culi­nos con tra esuras int ligentes. Creo que este per. onaje d la obra ele Carrasquilla s el que más impatía ha de pertado en el público, y e razonable porque Pepa es la figura clá ·ica d 1 idilio antioqueiio en su de arrollo natural. Comprende arras­quilla todos los postizo del tocado de las mujeres, sabe los pliegues que dañan la escultura de la ~ rma · y aprovecha ·ta d licadeza de entid para hacer de una mujer fea como Pepa Escandón, un bell figurín, de spíritu caprichos y travíe. o e~ verdad, pero ante todo un figurín. Hay que habla1- claro, Pepa "'.­canelón e una figura de ob er ación compleja, dificil de e nce­bir en la práctica. A mí e me antoja una. átira contra el moclo de ser e la mayoría d nu . tras mujeres, tímida. ·!n ser ino­cente._ y mimo a sin gracia. E que las no elas de Carrasquílla on una sátira acerba contra nue tra costumbres. Ilay trozos que deb ~ n dese . perar á ciertas gente , si entienden lo que le n. E Carrasquilla un e critor aparte en u mod de hq,c r n - vela. Tendrá relacione con muchos autores extranjer y qui­zá con alguno ó alguno nacionale , pero á nadie imita. Hace no ela naturalista por temperamento y porque cada siglo tiene u sistema, al fin del décimo nono ca i todo lo píritu cul-tivados están por el reali mo en literatura. o cumple sinem­bargo Carrasquilla con lo preceptos del naturali mo puro cuyo modelo-segtÍn e ha dicho-es .111adame Bo·uary de Gu tavo Flaubert, es más bien á e tilo de los naturalista· primiti ·o co­mo escribe Carrasquilla, lo que prueba que no igue por píri­tu un sistema, obedece á su talento. Copia la 'ida para qu sus obras pe.rduren, bien sabe él que lo seres di locado ó re­torcidos mueren pronto. Creo también que el reali mo e Ca­rrasquilla es un realismo indígena. Cada paí tiene u in1patía. literarias, conformes á su manera de ser y de pensar. Los habitan­tes de Antioquia tienen un espíritu demasiado práctico que le Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 111 prohibe lanzarse á un ideali mo ne~ulo o ó á un decadentismo enervante. La obras literarias genuinas de Antioquia no po­drán ~e r ideali ta ; entre no otros no e pre tará más atención á lo ideal que Ja necesaria para hacer obra artística. La literatura que no gu. ta á lo antioqueños es la que nos hace reír á costa de lo demá . Escribe el diálogo, Carrasquilla, en lenguaje familiar, á la manera de la obras de Zola que forman el monumento de un puebl9 y la flor de un siglo. Se ha querido tachar este modo de escribir, en mi e ncepto sin razón alguna, pue no deb censu­rarse lo que e un elemento de verda 1 y no peca contra el arte. Tiene Carrasquilla el talento para dar unidad á la obra de arte. En u libro no hay acción dramática ni tesis dominante que encadene lo capítulo para producir obra docent ; no hay ·ino el enlace natural de la vida, la uce ión no interrumpida de palpitaciones, y á ese curso vital se entrega el lector, dejándo e arra trar n bu ca de un fin, á la manera que en la naturaleza ·e per igue el n1ovimiento hasta la muerte. Y el final de los per- - naje no se trasluce e mo en las novelas vieja , viene ine pe­radam nte con1o en la vida, ó no se sabe, á imitación de lo que ...:u cede en pintura, que terminado un cuadro se despide al mo­elo yá relajado para eno-endrar ten iones nerYiosa ~ productoras de arte. omo buen autor reali ta, Carra. quilla exhibe con luci­nli nto la muchedumbre, ya el rebaño de la igl sia cuand de cribe una función de cuarenta horas, ya la multitud curio a de las call en Es ZLll 'ucizo, ya toda la población alegre y 21- uorotac.la en unas fiestas. Siempre sabe l autor caracterizar la n1uchedumbre por us elemento senciale y preci o .. Y 'ste es un punto de contacto con el gran maestro del naturali:mo francé , no sucede lo mismo con los otros elementos del pro­cedimiento creador. En la pintura del amor de Filomena. por ejemplo, pasión póstuma á la edad de los amores, con ribetes de histerismo, Carrasquilla expresa la intensidad del deseo de aquella hembra cincuentona, con caracteres alarmantes, sin lle­var al lector ha ta la crudeza de la posesión, cotno lo haría Zola. Los literatos antioqueños, como lo hizo notar Jesús Ferrer en La Bolzemia A leg1'e, se han distinguido por cierto temor al público que los induce casi siempre á ocultar sus propios nombres y á publicar con seudónimo ; no sé si esto lo harán por pudor literario ó si los impele á ello cierto espíritu aristocrá­tico que repugna popularizar los nombres propios. Tomás Ca­rrasquilla siguió este procedimiento cuando con el seudónimo de Carlos Malaquita publicó su Sz"?nón el Mago. Hoy ha adopta­do otro procedimiento en la publicación de Frutos de 1n-i Tierra, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 112 EL )'fO~J"fAXÉS y Tomás Carrasquilla es lo que es: Tomás Carra quilla, autor de un tomo de literatura genuinamente antioqueña. Todos aguardan las nuevas producciones de Carra quilla. Y o no las aguardo ni deben aguardarse, y voy á decir por qué. Frutos de 1ni Tien"a es de la escuela de M adame Bo·uary y ya ·e . abe que Flaubert produjo solamente cuatro novelas de consi­cieración en una larga vida de trabajo constante. Los colombianos no pueden ser fecundos literato~, los climas de la zona tórrida enervan; las dificultades para el de ·a­rrollo de los estudios y para la publícación de los libr :, des­consuelan; el éxito improbable, escribiendo para el público, en ·u generalidad iletrado, desanima, y el ridículo, . i no se obtien éxito ante la minoría ilustrada, desespera. Hay ejemplos de lo que digo en los dos literatos que han de ·collado en primera línea en Colombia, Jorge Isaacs, de quien no conozco hasta ahora más que la María y Eugenio Díaz, au­tor únicamente de la Ma1lucla. í Carrasq uilla escribe otra-E obras el públíco aplaudira, e. o í, y ería una fortuna para el país que no fuera unigéni <.t la no\' la antioqueña recién nacida. JO E lVI ~TOY A. PERFILE .. ..\.NTIOQG.F~ EJ.~ E 'T ~DIA..L.,.,.rE ( Efe Gúmcz) Lleva la hern1osa frente le antada, A nadie teme, nada le horrípíla · La faz noble y severa, la pupila, Del horizonte en el azul clavada. En la regia altivez de su mirada Al condor de los Andes se a. imila, En la burla su labio hiel destila Y da pavor su hiriente carcajada. En los claustros activo y diligente Se muestra del estudio en la faenas; Aguarda el porvenir indiferente._ .... Y si le habláis de Cuba y sus cadenas, Veréis la indignación sobre su frente, Y her ir la sangre en sus hinchada vena .. . . _ . ! ToBíA.- ]IM É~Ez. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BLA1\ A 11:3 BLANCA. (A i.~.t\S bAn1AS DE ~IEDELLÍN) I entre monumento y parque, Alza e in1· ponente; se extiende blanqueando sobre el pretil de un granado, La caja en que le vino á papá El Mldico Práctiro es lá ha e; el primer cuerpo, el molde de hojalata, alto y estriado, en que mamá funde budine y nati­llas; el segundo, un tarro de alm. n; forma el cimborio una tacita de porcelana b ~a-.. abajo; y por remate y cor namiento dQ ~¡1 , estupenda con trucción, e yergue t1ca,. e tirada, las manitas puestas, el r , _lit)\ 41 cie­lo, la •·Virgen M ría" de tcrrcu .. -a ttn .. r gal . de "Maximito hermoso". Es.p sura ·. de e - ~~~~~~íl~ rrollo de hinojo, cárnl>~ll ~g.;de fu cia y de heliotropios, m ~taf>. n ca arone de huevo rodea.Jll ({l g·randi · o monu­mento. A un no estái satiSfecho el genio crea-­dor que !01 }({va:nta. Como alomón ell Templ0, Santo,. quiere embellecerlo 1 todas. las riquezas imaginable . Corre al t jardín, y, sin t~mer e pinas ni gusanos,.. t~oo.c-ba" con los. JJP. X> . ~ ~Iia..~~ 1!>~ co y de albahaca. V~!€l"at ~D. ~.rr t,. :¿r~ ll'eq;oge cuanto plumón d~_t:jo abierto, si algo menos violento no se interpusiese: á más ele los nombrados, otros árboles menores enfilan adelante. Y es de ver cómo pulu­lan t.n el esqueleto de los azucenas aquellos gusanos de felp't negra bordados de corales; y cómo el mirto se gloría con 1 clásico del fruto y del follaje artí tico, y el azahar de la India, con l0s copos virginale que recargan el aire de oriental fragan­cia. Por ell s trepan y con ellos e entrelazan el norvio, el cun­deamor y el recuerdo y otras varias sutiles enredaderas ·d nom­bre incierto y altisonante. Formando escuadra con la ancha faja de ~rbole florido , e extiende y ondula de poste á poste, á lo largo del corredor, un e rtinaje de bellí ima, que aquí cuelga en tallos. allá se abullona n ramillet es, para luégo recoger e en guirnaldas. Colonia ru­morosa de in. ectos enreda y explota con in sana codicia aquella Capua de miele y perfumes; en tanto que las mariposas lo ­quean en el aire, besan á su hermanas vegetativas, ponen en juego sus cambiantes, y, como el anhelo humano, se largan vol­tarias, caprichosas, en pos de nuevos ideales. La niña, una vez terminada la magna obra, celebra la con­sagración, como si dijéramos. De rodillas, las mano puestas co­rno la irgencita, reza con atragantamiento de [! rvor el Beudita sea tu pnrc~a · repítdo más apurada todavía; sigue con el pa­ctrenue tro; luégo, con frases y palabras sueltas de oraciones y jaculatorias, en arta un disparatorio: cuyos vacíos inarticulados llena con una monserga que sólo María puede entender. N o le basta esto: cual i alguno de los ángeles de J acob la poseyese, se desata en desvarío cómico-celestial. "¡ Virgen María queri­dita! ¡Virgen linda de mamacita y de papá! ¡Virgen María de Pepito y de 'Maximito hermoso', de Alberto, de bebé y de Car­litas!" Tan pronto alza la voz en una octava y la emite metáli­ca y vibrante; tan pronto la quiebra en ruidos secos linguo-pa­latinales ó la modula en zumbidos de caricia; á veces canta, á ratos murmura, por momentos conversa, y, sea apurada ó vaci­lante, declama siempre. En la improvisación menciona á todos lo de la casa, sin olvidar á Pedro, el asistente, sin oh·idar á sus amigas, ni mücho menos á Clzeres, su madrina. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BLA ~cA Almamfa, el amigo íntimo, el de los juegos delicados y caprichosos, el de la blancura de algodón boricadn, el de las manita de felpa, se le acerca con volte­retas y movimientos de trapo; hace el arco, ronca, y, pa ándole el lomo por los bracitos, le pone el hocico y el bigote hirsuto en las mejillas. Ella lo carga, lo estrecha, y con él cargado, prosigue u plegaria. En el corredor trasiega la niiíera con el bebé en lo brazos, dándole biberón, sin parar mientes en la algarabía ni en las fie. tas de la niiia. Es la planchadora la ·que, al ir á avivar la hornilla, oye 115 quello. ale y se encanta. "¡Vean esto, por Dios! Lo que ) o le vivo diciendo á m isiá Ester: e ta niiia no e cría." Y corre en bu, ca de la señora para que venga y admire. E ter, me lias y aguja en la mano, aparece en el corredor. levanta la co rtina de la bellbima, y e a oma al patio. Permanece un in . ­t a nte ilencio a, y luégo, con e a voz, ese acento fingido d mi­mo tan tonto como sublime de las madre , exclama: ''¡Mi Rei­na, te va. á a oliar! ¿ Para qué escogió ese punto tan malo paréL hacer el altar ? ______ Tan bella, tan devota de su 'Virgen l\1aría'. Mi Blanquita, mi grandeza, mi terciopelo precioso". Porque es­ta niiia era una veces divinidad incomparable, otras palomita de la gloria, otras agua de azúcar, fuera de los mil dictados á cual má , inaudito que inventaba la madre en su locura. De Dios y ayuda necesitaron seiiora y sirvienta. para que la niiia trasladara el altar al corredor. Con esa volubilidad de la niiíez, deja Blanquita el santuario, y dando zapatetas, mostran­do aquellos calzones con rodilleras y arrugados en la corva , corre por el patio persiguiendo un gorrión que se ha posado en la rama de un hicaco. "Voy á traerle arrocito," grita entusiasma­da. Y en un instante está en la cocina, mete la mano en los espon­jados granos que muele la cocinera, los hecha en el delantal y torna al patio. El pájaro se ha ido; pero en el tejado de la casa colindante brinca, negro y neurósico, un gallinazo, y la niña le grita: "Bajá, cochinito, paquete comás el arroz." Y larga una carcajada de burla, al ver aquella ave tan tri te, tan desampura­da. "Bajáte, que yo sí te doy." Parece que el ave recelosa no la entiende: da un aletazo y se lanza. Suelta la niña los granos, y, tendiendo la mirada por el cielo, exclama: "Miren lo lindo que está el cielo, barrido, barrido. ¡Miren lo lindo! ______ Allá e tá Carlitas con la Virgen." Y cerraba los ojos, deslumbrados por aquel azul reverberante. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 116 EL MO~T- NÉS li . No tuvo el encanto de la media lengua, porque antes de cumplir un año articulaba con claridad admirable. Inventaba los verbos y los participios más extraños, rara vez usaba el pro­nvmbre de primera persona y sus declinaciones, así como tam­poco la inflexión verbal correspondiente, sino que se llamaba á sí misma "La Niña." "La Niña tiene la bata rotada/ La Niiia e tá librando [leyendo]; álct>nla, cárguenla." Su voz timbrada. armoniosa, con ese acento de la niñez que parece el capullo d el habla, se adaptaba, sin embargo, á todas las modulaciones. Era una ocarina articulada y acariciadora de una belleza indecible. El alborear de aquella inteligencia, de aquel sentimiento, augu­raba un carácter complexo, hondo, artístico, delicadamente fe­menil. Apenas si le gustaban las muñecas: lo predilecto, lo atra­yente para ella eran los animales, las flore~, los astros y, en gene­ral, la naturaleza; y por sobre todo esto aparecía el ideal: "La Virgen María." Mamá la tenía en su cabecera con los ojos llenos de lágri- . mas y el corazón clut:::ado y de coron1t3. · ella la había visto en la Catedral con su manto azul rodeada de muchachitos ; ella la \ eía en la Vera-Cruz, como una señora de verdad, tan linda, tan preciosa, con aquel niño cargado; ella la veía en todas par­te ; mamá le había dicho que las e trellas y la luna eran el manto de la Virgen ; las flores del jardín toda eran para la ·vir­gen María, porque ella las había isto en los ramos de la igle­sias y en el oratorio de mamá. La Virgen, la que le traía los niños á la señoras, y que si se los volvía á quitar era para guar­d á rselos en el Cielo cobijaditos con su manto, como había hecho con Carlitas; la Virgen, la que le había traído el bebé á mamá, _e bebé que era un muñeco que comía y que chillaba y que no era un muñeco; esa Virgen á quien ella, y Albertico, y mamá r zaban por la mañana y por la noche; á quien ella quería tán­to, tánto! Aquel corazoncito para todos alcanzaba. A mamá mucho amor; mucho á papá últimamente; con su hermanito mayor t enía intermitencias; con bebé se enloquecía; pero su afecto, la nata y espuma de su ternura, de sus coqueterías, eran para Pe­pito, el abuelo, para Máximo, el tío, el más fanático, el más to­cado de idolatría por esta muñeca, que vino á ser en la familia el blanco y el centro de todos 'los afectos. Alberto II, inquieto, brusco, voluntarioso, cuyas pasiones hípicas lo arrastraban á grandes atropellos, empalagaba un tanto á Blanca con sus cari­ños de lienzo gordo, con sus juegos en que la echaba por tierra y le ensuciaba el 'estido, punto éste de enorme gravedad, que la limpieza, la pulcritud parecían ·en esta niña parte integrante Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BLAXCA 117 de su sér. Cuando 5e le antojaba que la bata estaba c11suciada, eran el llanto y el gemir desconsolado. El comer era un marti­rio, porque se le voh ía un desafuero chorrear la servilleta ó el delantal. Pero esto era nada para lo que sufría la niña cuando su hermano le a eguraba, por hacerla rabiar, que la Virgen no la quería. Corría entonces á la madre, y, anegada en llanto, ex­ponía iempre u querella en esta forma: "Alberto la molestó." Y lberto soltaba la carcajada, porque era é tala grac· a que más le celebraba. Carlos, el hermanito muerto ocho años antes de ve­nir ella al mundo, era para la niña la tradición gloriosa de la fa­milia; le llamaba, lo nombraba con frecuencia, lo hacía figurar en · us juegos, cual si estuviese á su lado en cuerpo y alma. A pesar de su blandura no dejaba de ser turbulenta á las veces, sobre to­do cuando e las había con el gato; cuando contemplaba los ternero y los pájaros, parecía que la acometieran ansia de co­rreteo, de trisca y de uelo. Bran especiales us facultades artística para la declama­ción. l\Iaravillaba tánta memoria en esa cabecita rubia, de to­que gri es e mo la da in cardar, cuyo bucle en tirabuzo­ne e esfumaban en nimbo de gloria. Y qué rayos de dulzura d spedían . us ojos claro d un azul etéreo, indefinible. Obrac - m é ta no la prodiga naturaleza: las líneas rehenchidas de aque­lla e cultura de carne tierna diseñaban yá la mujer antioquei1a, alta, e. belta, de movimient s lánguidos y cadencia o · 1 cuell y el pecho ondulaban en e ponje de paloma cuando arrulla; la boquita, de labios un tant gruesos pero correctos, se plegaba con el mimo y la monería que . ólo la inocencia sabe producir, mostrando un dientecito que parecían miaja de la pulpa del coc ; movía e. as man pompa , d palma sonro adas, con la gentileza, !a n).aña y la travesura de una gatita; y cuando, in­clinada la cabeza, proyectaba aquellas pe tai1as ere pas, largas y de color atortolado, hubiera servido de modelo para una \ irgen niña. III Aquel e píritu que flotaba sobre la aguas en los días del Géne is parecía ahora apacentarse, como en remanso espejado, en el hogar de lberto Rivas. Sentíase por doquiera, refulgía en las conciencias y en los semblantes, y, cual si su providencia fuese e pecial para aquella familia, derramaba, al par que lasa­lud y la fortuna, sus dones y sus frutos. Ester era una perpetua oblación; á cada golpe del reloj, hablaba con Dios en ellengua­j mudo del fervor, y le ofrecía sus felicidades, como le ofreciera e otro tiempo sus desgracias. Nacida en la cumbre ocial, arrullada por los halagos de la opulencia, por los cuidado de amantísimos padres, despertó á Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 118 la vida por un choque que, dejándola por tierra, pro y ct' en su juven+ud una sombra tenebrosa: la muerte de u madre. Vino luégo otra mujer á ocupar aquel puesto. El corazón de Ester se ublev.:tba. En su bondad, se reprochaba á sí pr pía aquel sen­timiento de antipatía, aquel tributo al barro miserable. Casada á lo dieci iete años con el hombre á quien amaba desde los nueve, creyó alcanzar la dicha, y tod la diputaban por la no ia venturosa. Cómo no, si Alberto Ri\·a reunía cuan­to puede apctecerse. La estatura prócer, el porte garrido y arr gante, 1 ro tro agitanado de p rfil enérgico y de ojos de árabe, el brío y regocij del carácter, las seducciones de la alcurnia y del dinero, 1 pres­tigio de lo viajes, ese refinamiento, esa mil nonadas que cons­tituyen el buen tono, hacían de "el negro Riva ," el popular "n gro," el gran partido de Medellín. Empero, bajo la áurea· urdimbres que de lumbran, bajo alfombras de rosas qne em­briagan bien puede solaparse la lepra que lacera. El ntido moral dormía en Albert Rivas. El placer era u meta; am ' por el placer; por el placer se unió á aquella niña inoc ntc y pu­ra cuya belleza moral uperaba á la fí ica. Tra la embriaguez vino el cansancio, el de vío. La nfermedades te I• t r com­pletaron la obra. En la primera época del matrimonio, fluctuaba la joven entre el de encanto y la sorpresa. o . abía i amaba al marido como había ama lo al novio, per ind dablemcnt !la tenía una noción muy distinta del amor. La maternidad vin á revelarle la felicidad conyugal á dejársela entrever apena , que á los s is mese de nacido murió u primog 'nito· vino lu 'go otro hijo, débil, enfermizo, para quien temía la mi ma suerte. E tos frutos seguidos prometían la cosecha sin tregua de la [! cundidad antioqueña. Mas no Ele así: naturaleza pareció r si tir e; y para aquella esposa tan joven, tan sana, principió una etapa de do­lor callado, de agonía moral. Cuanto una mujer delicada y ca - ta puede sufrir con la in ter ención médica· las humillaciones, las miserias de una e posa enferma; las dudas que surgen en u espíritu cuando se cree burlada en la más santa de sus aspira­ciones; el temor, sugerido por un corazón que adivina, de que su compañero ha de ver en ella un sér inútil, d preciable, re­pugnante; los alarmas de la conciencia al pensar en la disipa­ción del esposo; el ver al único hijo, enfermo, en manos merce­narias y extrañas; el forzado abandono de los deberes domésti­cos; todas estas penas, complexas, tenaces, realzada por una sensibilidad exquisita, las sufrió Ester, sola, ai lada, allá en los profundos de su alma, durante siete años. N o podía Dios desoír los Íntimos clamores de una alma atribulada. Un día se inició la salud en el hijo, y, cual si ele Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BLANC'A 119 ella dependiese la de su madre, tornó Ester á la vida, lozana, radiante de belleza, como en gloriosa resurrección, y vino Blan­ca. En ella cifraba Ester su dicha; cuanta terr.ura comprimida acendraba d e razón de esta madre le parecía poco para aque­lla hija predilecta de sus entrafías. El retorno á la alud y á la belleza de la e posa, la apari­c: ón cie Blanquita no fueron parte á devolver al extraviado es­poso el prí tino entu ia mo. Aun no tenía un mes la pan·ulilla y ya Alberto emprendía su tercer viaje á Europa. Dieciocho meses 1 engolfaron metrópolis y balnearios, para ,·olver á su tierra con la no talgia de la ajena. Regaios suntuosos para !::l. es­posa y para lo hijo . mu bies, artística chucherías de alto pre­cio para la casa; todo aquello lo estimó Ester en un principio como fineza de e po ·o y de padre, mas pronto su experi ncia, la intuición de u amor le enseñaron cuánto más vale la dádiva de un corazón que toda las riquezas del mundo. :'-:o importaba: t nía á . us hijo : si con su Alberto no le bastaba en antP ·. con .-u Blanca, e e ¡.>resente con que Dios la favoreciera, tenía ahora 1 )ara cobrarse con creces la indiferencia, la algidez mortecina del e po ·o. Qué importaba que el Club y el s1;ort lo absorbie en, que pa ara las noche. fuera de ca a, que recibiera carta · y foto­grafía parisien es, que sirena plebeya de acá lo hechiza en e n . u canto: qu " importaba, . i ella sobre la coraza de su virtud lle­, ·aba aqu el tali ·mán, aque lla pureza. aquel armiño del Ci l o. Que­jar e , manife tar siquiera en el semblante la ocultas herida d su dignidad, ra regatearle á Dios el galardón aquél inmerecido . ....... ué importaba _____ -Y sin embargo, cuántas veces la fr nte in-maculada de la nifía recibía, al par que el beso, las lágrimas de .-u madre ; cuántas, la fra~e amante y delicada de la esposa, al di­rigir e al infiel á quien adoraba, moría ahogada por un ·ollozo que e tallaba de lo más profundo de su alma. Qué importaba .... y in embarg , cuántas veces en la alta noche, de rodillas en u lecho de e po a abandonada, pedía á Dios, no la vuelta del e. - poso, sino el r e ,·ocamiento de un castigo que en su conciencia creía imninente para el culpable, para ella, para sus hijos ino­centes. · Si el pr. dre no apreciaba aquella hija, aquel te oro, si prefería á las fruicione antas los miserables devaneos, el abuelo, el tío, la madrina, lo amigos, todos, competían con la madre en aquel afecto entrañable, que más que afecto semejaba idolatría. Faltaba en aquel concierto la nota cariñosa de la abuela: Alberto había perdido á sus padres tiempo hacía; Ester era hi­ja de primeras nupcia ; pero su padre (Pepito, que le de­cían sus dos nietos) amaba él solo á Blanca por los otros abue­los que faltaban. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 120 EL 1\IO~TAÑÉ.' IV Se ha dicho que los matemáticos, á fuer de imbuídos en abstracciones numéricas, tienen carácter reseco y enfadoso. Má­ximo Santalibrada (único hermano de Ester por padre y madre) desmentía el aserto, y no porque fuera ingeniero á medio untar. Era un mozo ingenuo, con una de esas delicadezas vestidas de niñería , de frivolidades; risueño, alborotado, travie o; era una grandeza de espíritu e maltada de pequeñeces, ur~ corazón. Aca­baba de llegar de Norte-América cuando nació Blanca, y él mismo se ofreció com:::> padrino. Mercede , la hermana menor de Alberto, fue su compañera de pila. ¿ Sería e ta circunstancia germen de amor en el corazón de la joven ? Ella misma lo ig­noraba; el12 misma no sabía definirse; pero es lo cierto que tu­vo que confesarse á sí propia al fin y al cabo que amaba á Má­ximo. Corría el tiempo, y Mercedes, á pesar de las muchas oca­siones que de tratar á l\1áximo tenía, nada lograba descubrir en él que revelase siquiera inclinación por ella, nada, ni siquiera coqueteo. de muchacho. Varios adoradores se le presentaron: á ninguno hizo caso: algo le decía interiormente: esp 'ra, espéra. Era una morena acanelada, de ojos adormidos de una tris­teza vaha y extática; el cabello espeso y alborotoso; alta, lán­guida, de movimientos rítmicos más provocativo que maje tuo­sos; redondo, negro, como dibujado con tinta china, lucía un lunar en la mejilla. Era una niña nervio a, mimada, impre iona­ble. Según su fe de bautismo, contaba dieciocho años; moral­mente apenas tendría nueve. Demasiado espigada yá para ha­bér ela con muñecas de trapo ó de cartón, se le iban las hora en juegos con su ahijada, muñequita de carne y hueso. La ado­raba, no sólo por esa ternura que inspira la niñez, ni por aque­lla e pecial que inspiraba el angelito, ni por el instinto materno tan pronunciado en Mercedes, sí que también, y quizá más que por todo_, porque veía en la niña algo como un vínculo que la unía á su amado. ¿No era Blanca ahijada y sobrina de ambos? ¿ N o tenía cariño entrañable por los dos? Para el corazón de la joven era esto argumento irrefutable. Ello estaba como en la at­mósfera. Blanquita misma llegó á sentirlo. Un domingo, después de misa de ocho, se hallaban en el corredor, Ester, los padrinos y la ahijada. Mercedes le arreglaba á ésta una canastita de flores; Máximo, que había estado bo­beando con la niña toda la mañana, entró en juicio, repantigó­se en una mecedora, levantó la cabeza hacia el cielo del corre­dor como si contase los portaletes, y dando golpecitos con los dedos en los braz:)s de la silla, á guisa de acompañamiento, e puso á silbar el Dúo de los Paraguas. Hallaríase en los astros, en Norte-América, en cualquier parte, menos en la casa. Blan- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BLA~ .A 121 quita .· entretenía en hoj e arle el devocionario á u madrina, ad­mirando lo regí tro . De repente toma uno, el primero que ha­lla á mano, lo pone entre las flores, se acerca de lado á Máximo, lo acude, lo vuelve á la realidad, y, con una chu~cada, con un gesto d risa contenida que le alumbraba la carita, le dice al oí­do en un st.cJ·eto su urrado, aparato ~o, que todo oyeron: ' E - to e · que te manda CltCJ-'es." Y le pone el regalo en las rodilla . La niiía lo hizo de tal rnodo, que Má . ~imo, á p e ar de su aplo­m o , no d jade inmutar. e un tanto; l\1ercedes baja los ojos en-cendida; y el diablillo agrega con mucho dengue: "Papá y ma­má son novio · ' Maximito hermoso' y CIL crcs son novio tam ­bién · la Niila quiere que sean novios." Y volviéndose á Ester: "¿N o es cierto, mamacita, que Clteres y ' Maximito hermoso ' van á ser novios?" Sin esperar la respuesta, y á carcajada ten­dida, corre saltando hasta el extremo opue to del corredor, tor­na hasta la mitad, y, escondiendo la carita tra los tal!os fibro-o~ de una iraca que de parramaba us plumajes tropicale por encima de un aparato á e tilo rústico, y señalando con el dedo 3 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 122 EL MONTAÑÉS á us pacirinos, grita con tono burle co: "Hi ! hi ! hi! son no~ vios, son novios!" Suena la campanilla del contra portón, y apa­rece el abuelo. La niña se le aboca, lo ase con un bracito por una pierna, y, siempre señalando. repite: '·¡V éalos, Pepito; véa­los: ¡ on novios, son novios!" Máximo estaba lo que se llama corrido ; Mercedes palidecía; Ester, viendo que yá no era posi-ble disimular, exclama: "¡Esta sí es la muchacha .. ____ " Pepito-que se da cuenta, sonríe maliciosamente, quiere decir algo y na, da dice. Máximo siguió pensativo, y ni siquiera hizo caso cuan­do Blanquita fue á recitarle al abu lo el Bias y Blasa que el mi _­mo Máximo le había enseiiado. A poco se despidió, y, pen ando en el significativo rubor de Mercedes y en su propia inesperada turbación, esta pregunta surgió en su mente: "¿Por qué no?" La escena, como todo lo relativo á Blanquita, fue en la ca­a mu'y comentada, y todo ello aumentaba el entusia mo y la admiración por aquella muñeca, con quien todos chocheaban. V Todos nó: Alberto continuaba indiferente á los grandes acontecimientos de la casa: por entonces sólo lo preocupaba el sport rodado: era el número uno de los ciclistas de la ciudad. uand , con el traje del caso, pedido especialmente á • uropa, laba por esas calles, fantástico, trasfigurado, saludando, go­rra en 1nano, á us muchas admiradora , parecía "el e gro Ri­,. a·" un fi¡~ de sialo con ertido en meteoro. ¡Ah, N gro elegan­te y cachaco! Pero ¡ oh brevedad de los tabores hurnanos ! Un día lo llevaron á la casa en guandos. ¿Cómo fue aquello? un­ca se ha averiauado bien. Ilubo g lpe en la rodilla, y yá se sa­be __ ~ ~ _ .líquido! Desde que oyó á los médicos la palabra ate­rradora, todo lo vio entenebrecido; humores negros, espline de lo más británico, neurosis franco-antioqueña le acometieron en g3.villa. ero no hubo remedio: tu o que encarnarse. Aquí de n1is deberes, se dijo Ester; y principió una de esas venganzas inconscientes de la esposa amante y abnegada, de la mujer an­tioqueña, que tiene el talento en el corazón. Y como si obraran de concierto, por un acuerdo tácito de us almas, Ester y Blanca se unieron para consumar aquella ven­ganza. Apenas si salía la niiía del cuarto de papacito; en todo quería intervenir; metía sus manitas para ayudar á mamá y á los médicos á hacer las ligaduras; traía la servilleta cuando le llevaban las comidas; anunciaba la visita del facultativo; le ofre­cía á Alberto cigarrillo y le acercaba el cenicero; acariciábale el cabello y los bigotes; lo cobijaba como á un niño, y á cada pa­so se le oía: "Papacito ¿está aliviao? ¿Quiere que la Niila cie~ rre la ventana para que se duerma ?" Y aquella vocecita daba Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BLANCA 12;3 el tono de la caricia, del halago, de la tierna compasión. En su . olicitud, todo lo refería á papacito; quería rodearlo, envolver­! en lo que ella más amaba; traíale á la cama las flores, los abanicos-anuncios que le regalaban en las boticas, su favorito A !mamía, ·las estampitas de la Virgen. Hablábale de los palo­tnos, de los gansos y del chivito de la casa de El Poblado,- le tocaba en la guitarrita de pino que le había regalado Pedro, el asistente; denigraba la bicicleta, esa bicicleta fea y malcriada, e a descarada que había tumbado á papacito; lo obsequiaba con barras de caramelo, metiéndoselas en la boca para que chupara; regañaba á Alberto JI por los estrépito , por el taconeo que no d jaban dormir á papacito; quería que éste librara cada rato en unos papeles muy grandes que tenían viejos y anitnales pintado ; lo imponía de la alida y de la entrada de la yegua rucia y del aballo alazán ; y cuando en la calle se sentía ruido de carro , e rría á cerrar la ventana para. que á papacito no le dieran las , .¡ ruela . Fue una escena enternecedora y cómica la aplicación del t e rmo-cauterio. Blanquita vio los preparativos, con esa curio i­dad de lo desconocido, peculiar de la niñez· pero cuand los puntos de füego iban calcinando la rodilla enferma y empezó á sentirse en la alcoba ese olor de carne chamuscada, la niña pro­rrumpe en un grito vehemente de pánico y conmiseración: 1 o maten á papacito, no lo maten por Dio ! ¡ Pobrecito ! " Y loca, arre batada, e abalanza obre aquellos ((de carado " que acababan con papá. Y cuál e vieron los m ' dicos y E ·ter para nsolarla. De ahí en adelante había que sacarla del cuarto con cualquier pretexto, cuando se trataba de la chamusquina. Todos los conocimientos que "Maximito hermoso" le ha­bía trasmitido, los rezos que mamá le enseñaba, los cantos de la dentrodera, los cuentos de la planchadora, todo se lo ofrecía á papá como fuente de distracción; y, acomodada en la silla de asiento de peluche con "fioritas pegadas" que le había comprado Pepito, principiaba muy satisfecha: "Esta era una señora que tenía dos muchachitas, una buena y otra mala ______ " O bien, poniéndose en pie, con la cabeza ladeada, los bracitos caídos, ajustándose en todo á los preceptos de Máximo, declamaba: "N o hay burlas con el amor. Tontería! Cuando Calderón lo dijo Estudiado lo tendría. Todo esto, sin contar el hechizo de la infancia, esa poesía, esa delicia indefinible de la travesura, esos exabruptos, esas des­proporciones de una inteligencia, cuando asimila, cuando busca Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 12-! E:L l\10XT A~ÉR la relaciun de la· co a , cuando ·e abre á la inve ·tigación. Y ¡cuidado i Blanquita era investigadora! Má que la belleza y la gracia infantil, má que la blandura de aquel corazoncito, mara­Yillaba tánta inteligencia en aquella criatura que aun no había cumplido cuatro ai).os. Como bien podía decirse que Alberto no la había tratado, la manifestacione de ese carácter fu ron para él otras tantas novedades. Su amigos de casino, de sp01~t, de jolgorio poco má le acompaiíaban: si al principio le visitaron unos cuantos, pronto e vio reducido al círculo de la casa, y, como no tenía el dulce , ·icio de la lectun., si se e. ·ceptúa la de periódicos europeos, pa­. aba las negras horas de reclu ión con su mujer y con u hija. I·J primer mes que e tuvo reducido á la cama, parecióle aquello insoportable, imposible; del segundo en adelante, cuan­do ya le permitieron los médicos estirarse en u:1a silla, todavía llevaba en su espíritu alguna nubes negras; y cuand con el cuerpo principiaba á hacer pininos, iba despuntando por allá en e -as oscuridades un alborcillo plácido y tranquilo que lentamen­te se iba avivando y diÍundiendo una emoción nueva, ente:-amen­te desconocida para él. Tenía nota melancólicas, tal ez tri ·tes ; p ro, así y todo, lo vivificaba, le infundía calor, ánimo, aliento; descubríale horizonte , 1 ntananzas que nunca contemplara en su vida, cual si el hombre moral se viese de improviso n alta cumbre que dominase extenso, dilatado panorama. En aquel corazón donde ante pulularan lar a _, cizaña, flores de enven - nadas efluvio ·, brotaba poco á poco, e mo á influjo de mágica prima era, una eflore ccncia de dulces, de elevados e ntimicntos. Cual emanaciones fecun antes, aquellos sentimientos se elevaron á u cabeza, y formando corriente , conden_ándose, re olviéron- ·e en agitado torb llino. Por varios días se encont~ó en completo e tado de turbación, y en sus insomnios, aquel cerebro fermen­tado hervía como la almáciga cuando el jugo de la madre tierra la hace reventar. Eran tan puros, tan luminosos los vapore que e alzaron de aquel corazón, que el intelecto de Alberto Rivas tuvo un instante de clarividencia. Replegado, sobrecogido en sí mismo perisÓ, y por la vez primera contempló el mundo, se con­templó a sí propio con miradas de reflexión; tendió la vista al pasado, y todo aquello que en antes lo halagara, todo aquel cúmulo de sucesos en que puso su encanto, se le iba antojando pálido, tedioso, mentido. Tornando al presente encontraba á Ester, á su hijo, su familia, su casa y, por sobre todo, á su Blan­ca, á u hija, destacada, luminosa, como en tranquila noche de verano la estrella salvadora del marino. El hogar se le definió; la noción del deber se le impuso, y, como si la conciencia hubie­se abierto un dique, una ola saludable de remordimiento lo inundó por completo. Alberto se sintió redimido, esposo y padre. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BLAN A VI 1 ,, ... -·> Once me.es de ~ pué del percance del ciclista-que ya no \ . laba en ruedas-nació bebé. Este sí que podía llamarse el hi­jo del amor. Blanquita estaba trastornada: en su cabeza se anudaban en tnaraña de confusiones, Carlitas, bebé y la "Virgen l\1aría." ¿Era bebé el mismo Carlitas que le guardaba la "Virgen María" á mamá? ¿Era otro Carlitas nuevo? ¿Estaba Carlitas allá en el Cielo arropadito con el manto de la Virgen, ó era el mismo que dormía en la cuna, con la gorrita, la camisita blanca y los paña­les cosido por la Virgen y traídos por ella misma en aquel ca­nasto tan bonito la mi ma noche que trajo á bebé? Confusión de ideas! A todo preguntaba, á todos requería; la niña compa­raba las distintas ver ione , y más y más se ofuscaba. Al fin, "Maximito hermoso" se lo explicó todo con circunstancias de tiempo, de lugar y de per ona, con detalles de ociosidad artísti-co- infantil que asombraban á la niiía. Sí era un Carlitas nuevo. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 126 EL MONT ASiÉ. ' Era aquello un poema teológico, una á modo de cosmogo ­nía de mt1ñecas, de pajaritos, de ángeles, dictada en más de una conferencia. "El niiio Máximo ha vuelto al estado de !' inocen­cia", decía la dentrodera, al oírle los disparatorios con que él se embelesaba, embelesando á Blanquita. La leyenda aque­lla tenía efectos estupendos. En el patio se oyó una música muy bella; papá y mamá fueron á abrir, y ahí estaba la Virgen con un envoltorio bajo el manto de estrellas y de luna; dos an­gelitos alumbraban con faroles; otro tenía el paraguas· otro tc') ­caba la campanita; una docena más atrás, cornetas y tambore. ; y unos pajaritos muy lindos hacían pío, pío. La Virgen, calladi­ta, se entró á la alcoba; se arrimó á la cuna; puso adentro á bebé con mucha maña, y el canasto de ropa sobre un taburete ; y se salió, calladita como había entrado ; y ella, y los ángeles, y los pajaritos se volvieron v0lando para el Cielo. Blanquita, qu e no era pródiga en sus besos, se los daba entusiasmada á aqu e l mae. tro tan sabio, tan enterado de todas las cosas de la Virgen María. Fue entonce cuando él le regaló la de terracotta y un devocionario tamaño como una galleta para que librara en misa. Quería que le dieran á bebé para cargarlo, para estrecharl o entre us brazos, para comérselo á besos. Era un desb rdamien­to, una locura de ángel. Aquel bebé con sus pie itos tan chirrin ­gos, con sus uñitas como las lentejuelas rosadas que le había re­galado Clu:rcs, y que chillaba como Almamía cuando e lo tra­j la plancnadora; la Virgen María que traía y guardaba mu­chachito ; aquel Carlitas del Cielo, vinieron á ser para la niña como un delirio. U na mañana, á tiempo que Ester la peinaba, dij con aire de pleno convencimiento: "Mamacita, la l v'úla es­tuvo con la Virgen y con Carlitos."-"Sí, sí, mi ángel, los has vi - toen la Cruz", dijo Es ter, creyendo que se refería á la e tatua de la Virgen del Perpetuo Socorro venerada en esta Iglesia. "Esa nó, mamacita : la A.,iila los vio durmida, en el Cielo, y la Virgen María la cobijaba con su manto como á Carlitas." (Porque Blanquita para expresar que soiiaba decía que había -uisto.) En ella se recrudeció la ternura, la devoción, el afecto por la Virgen. Entró en tal estado de fervor y misticismo que sus temas, sus juegos revestían el carácter religio o : todo era admi­nistraciones, misa, altares, procesión y Mes de María. U nas ve­ces era sacerdote, otras campanero, monaguillo con frecuencia. También Almamía desempeñaba diversos papeles, lo que daba lugar á grandes conflictos, porque á las veces se le antojaba á Blanquita que el turpial de papá, que estaba en su jaula adosa­da á la pared del patio principal, por allá muy arriba, ó que el canario de mamacita. cuya jaula colgaba de la ventana del cos­turero, tomaran participación en sus fiestas religiosas, pues en su instinto estético se le figuraban estas dos aves canoras y sus ele- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BLANCA 127 Yadas pri ione . algo a í como el coro que había visto en la iglesias, á donde la llevaban con frecuencia. Bien se comprendía que Blanquita era mujer de esta época de las fiestas religiosas, del embolismo de devoción y de cofra­día que por ahora nos acomete; y si ella se chiflaba por este la­do. no le iba Máximo en zaga en esotra chifladura literaria en ·carne vi a que padece esta nueva Atenas de caja de fósforos ita­lianos. Sí, señor; Máximo era uno de tantos, y para Blanquita componía poemas regionalistas al par que decadentes, cuentos de la montaña y hasta discursos en que salía á figurar aquello de la dura ce r v i z , d el gran ca1'ácter, del ltOgar C7'lstiano, de esta nuestra influencia antioqueña, av~salladora, definitiva en los des­tinos del mundo .... Como se ha visto, el hogar de Alberto Rivas estaba en el cenit de la felicidad. Esttr sentía estremecimientos nerviosos de dicha. Su mat·ido suyo, enteramente suyo, reconciliado con Dios, dedicado á ella, á us hijos, á su familia, refíido con el Club, ac­tivo y metódico en sus trabajos; las horas de vagar para su ca­. a, dando la bendición á sus hijitos cada noche, rezando el rosa­rio con frecuencia, acompañándola en sus contadas visitas. Pa­recía más joven y más bdla; sencilla y de prendida, le halaga­ban ahora lo bie nes de fortuna, el gusto y la elegancia de u casa. En ella e r cluía, como temerosa de que en otra parte pu­diera aporar e tanta ventura. Y Ester, de suyo tan hacendosa y ordenada, tan pulcra, tan fanática por el aseo, como buena mede llinense, e taba ahora más exagerada con aquella vivienda tan cómoda que Alberto había hecho refeccionar con todo el lu­jo y las invencione moderna . Todo esto era para Ester un sueño, un milagro, obrado tíni­camente por mini terio de Blanca, que la abnegada esposa nin­guna parte se atribuyó en la providencial mudanza. Pepito, para quien no se habían ocultado las íntima~ penas de su hija, y que nunca le había hecho á ella la más mínima alu­sión á ste respecto, estaba rejuvenecido con la tra formación de aquel hogar. Reverdecía en sus nietos y en Máximo y Mer­cedes, á quienes yá veía casados-que el matrimonio de los pa­drinos de Blanca al fin se había arreglado definitivamente con aplauso universal. VII Blanquita, á pesar de la traslación de la santa casa de la Virgen al Loreto de la sombra, seguía en el patio contemplando el cielo tan barrido. Más que barrido parecía lavado, bruñido: la luz con que Dios alumbra nuestro valle se prodigaba en un derroche de gloria; las zonas luminosas de todas aquellas pare­des recién enlucidas, eran de una blancura incandescente; el fo- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. J28 llaje de ·írb0.es y trepadora·. los fruto·. la. flor s. el e'. ped, he­ridos por aquel resistero, semejab:i.n una egetación de talco, nno de esos pai aje con incru:-.taciones de nc1car que lucen en el fondo de algunos pisapapeles de cristal. La r~i:.ta bajó de los cielos á la tierra. ]u:1to á la base de un poste del corredor, en la juntura de dos ladrillos. había repunta­do como por encanto un hormiguero, aun no d b(?laclo por la escoba del a istente. Verlo y entarse á contemplarlo, todo fue uno. ''¡Mír nlas que tan form;des, cómo llevan ~u comidita!" e. - clama entu\"\'11.. ......... ,- u bían las letras cuando lograban apretarle la cincha. tt'!j~~Con lo que í no e pudo profanar su lomo fue con la carga. Era, pues, El lVIoro, por lo poco que se ha expuesto y por lo mucho y útil que verá el que lea completa su Autobio ­grafía, un caballo demasiado apetecido, á pesar de que él se con­sideraba á sí mismo como un ér absolutamente despreciable, no porque le faltaran atractivos ni careciera de las cualidades que hacen distinguir á los individuos de su especie, pues cotno e ha vi to los poseía en grado superlativo, sino porque era ca­lcador, defecto que El Moro colocó al nivel del infortunio ó de desgracia irreparable, y á veces confundió con la infamia y el crimen! Vaciló para confesar su pecado por primera vez: "Aquel diabólico abuso de las e puelas y aquel· maldecido bozal de hierro me hicieron ____ me hicieron __ .. ¿ me atreveré á decirlo .. __ ? ¡ Me hicieron coleador!" Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 1-10 U ó de reticencias y de circunloquio cuando á fortiori te­nía que hablar de su malhadado vicio, y en no pocas ocasiones ocurrió á estratagemas para ocultarlo ó para hacer creer á los circunstantes que sus coleadas eran sacudimiento enteramente naturales ó guarapazos, en forma de reprimenda soberana, di­rigidos á los insectos que sobre él se po ·aban. El Moro, cuando fue potrico, se sumergió en un tremedal, y para sacarlo de allí "le tiraron de las orejas y de la cola con toda la fuerza nece aria para encer el pe. o de u cuerpo y pa­ra de pegarlo del lodo glutino o en que estaba sepultado." Vio · en aquella vez en el firmamento más e trellas de la que había visto al nacer; "sintióse muy quebrantado y molido, pero 1 que más lo atormentaba era el dolor de las orejas y o­bre todo el de la cola." "Ay, aun no sabía yo-decía-que este último era no sé si principio, ó más bien negro presagio y fatídico anuncio d los males que me había de ocasionar esta de ·dichada parte d e mi cuerpo." En la operación de rasura y arreglo de ca cos que se eje­uta en los potro. y en la cual quedan éstos como de viaje pa­ra e l otro mundo, olvió á ufrir El Moro fuertes tirone de la c o la (" ¡su dedo malo! "). e r ncio, que pa aba por amansador y por picador (vulgo chalán), fue 1 primer Maestro de El Moro. Empezó por en e­fiarle á obedecer á la rienda: "para ello tomábala de un lado, la ponía á la altura de u rodilla y tiraba ha ta que lo obligaba á doblar el pe cuezo y á volver el cuerpo." D. Ce áreo (segundo dueño de El Potr ) p rmitía que Ge­r o ncio lo arreglara. "En menguada hora tomó tal determina­ci ' n, pu á ella e debió la de gracia que acibaró la exi stencia de El Moro y que no permitió que aquél sacara de ser dueño suyo las ventajas que e había prometido." "Geroncio para ponerle boca, según él decía, como para arreglarle el pa o, ocurrió á darle se11tadas, esto es, á tener bru · ­camente la riendas echando el cuerpo para atrás, con lo que lo obligaba á pararse en seco, doblando demasiado los corvejo­ne ." "Ignoro, decía El Moro, qué efecto esperan los chalanes que á la largJ. produzcan las sc1ttadas/ lo que sé es que á mí me hacían seguir andando con miedo, de suerte que me iban de­teniendo de cuando en cuando, pues yá me parecía que iba á entir el ofrenazo, sobre todo al percibir cualquier movimiento del jinete.". "Mi amable Institutor dio en que, para enseñarme á ir so­bre la rienda, debía usar espuelas." Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ' EL :J[QRO' DE MARR QUÍN 141 ''Me he detenido de propó ito, agrega, contando stas co­sa ·, porque no creía que llegara nunca el punto en que habh de palpar el más funesto de los resultados que tuvo la torpeza de tni élman ador. N o puedo hablar de esto ni siquiera recordar­lo, sin llenarme de ,-ergüenza y de despecho. Pensar en ello e pensar que mi suerte, que pudo ser de las más envidiables, vino á er de las más negra ; que mi carrera quedó truncada y per­dido mi porvenir." Fue entonce · cuando El Moro exclamó tra pa"' ado de agu­da melancolía, y viendo en miniatura seguramente á u verdugo y victimario Geroncio: "Aquel diabólico abuso de las spuelas y aquel maldecido bozal de hierro me hicieron ___ . me hicieron ____ ¿me atreveré á decirlo ____ ? ¡me hicieron coleador! " De aquí en adelante el coleo de El Moro fue público y pri­Yado, de pensamiento y de palabra, de obra y aun por deseo. Col ó en las p ebreras. Col ' en lo mom ntos en que Morgante 'afeaba á Meren­gue el re abio que tenía de resistirse, cuando iba tras otra bes­tia, á salir del itio en que lo montaban y de otro sitios en que ~e le antojaba parar e, encabritándo e, andando haci't atrás y ]e,·antando las anca cuando lo azotaban, defecto que eslucía ]a· buenas prenda de lVIerengue, y que e uno de lo que de - pojan á un caballo e todo el alor que pudiera ten r, y coleó en e ta vez de t1.l man ra, que dio un suspiro, y, á ser posible, ·e hubiera pue t colorado." Coleó delante de u segundo l\1ae tro, Antera, "viejo pica­dor que había cerrado yá su e tudio ", cuando D. Cesáreo arre­glaba e n aquél su educación final y la corrección del resabí de que adolecía, lo cual fue motivo en esta vez de que D. Ce á­reo maldijese á Geroncio y blasfema e de suerte qu "las bla - femias formaran contraste con su fi onomía monjil é hicieran que todos se espeluznaran, hasta los animales que las oyeron." 1 coleo estaba en todo su vigor cuando D. Antero, en persona, hizo entr ga de El Moro á D. Cesáreo, con diplon1a extendido de caballo de silla, razón por la cual éste "al paso que descubría más prendas" en el por tantos títulos famoso ani­mal, pre cindiendo, por su puesto, de la actividad de su extre­mo flotante, "má se aumentaba su despecho contra el villano que había tenido la culpa de que tales prendas hubieran que­dado empañadas para siempre", y pasó por su mente el deseo fraudulento de uzeter un clavo con él. Coleó en el momento más crítico y delicado, aquel preci­ ·amente en que D. Cesáreo pensaba re1naclzar el clavo, ocultan­do el vicio tántas veces mencionado de El Moro, para lo cual había dispuesto que D. Antero, que como yá sabemos era hábil Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 142 picador, montase el caballo y lo pasease por la calle d Bogo­tá, en donde ocurrió lo que con tánta amargura refiere el mi ·m o l\1oro. "Yo estaba bastante bien adestrado para que á n i jm te no le fuera necesario ir moviéndome la rienda, ni estimulánd.ome de ninguna manera; pero como yo no había visto nunca una población como Bogotá; como en las calles me en tí aturrlido por el estruendo de lo carros, por las voces y el andar de: la muchedumbre que iba y venía, y se cruzaba por donde quiera· como entre lo objetos que iba viendo por entre una e pecie cie niebla que casi me cegaba, había algunos que me sorprendían , me puse torpe, indeciso y renuente; D. Antera consideraba que, si me hacía entir el bocado ó me amenazaba con el talón ó con el azote, yo haría público lo que con más diligencia debía ocul­tarse. Mi jinete, usando de una prudencia que nunca podré en­carf" cer bastante, me llevó como pudo y sin que ocurriera nove­dad de de la Plaza de Bolívar hasta la extremidad Norte de la 3~ Calle Real. Allí, en un almac ¿ n, e~taban haciendo t:em o tre ó cuatrv aficionados de los más inteligent s; y, como fue ­sen conocidos de D. Antera •. lo obligaron á que se detuviera. De..:pués de haberme examinado aquellos seiiore con gran pro­ligidad y de hab r dado vuelta n torno de mi cuerpo para con­t mpiarme bien, hicieron á D. Antera muchas pregunta sobr mi orirT en y mi s condici o nes, y 11 garon á indaga r si mi dueiío me daría por cierta c:uma que á mí me parecí ' exhorbitante, con lo qu me llen é de orgullo. De pidióse al cabo D . ntero, y cuando con un suadsimo toque á la rienda m si Tnificó que de-bía eguir_ _____ ¿me atreveré á decirlo? Coleé. Mi . admirad o - res soltaron la más in ultante carcajada; y un condenad pillu e ­lo que, arrimado á la puerta del almá.cén, había e ·tado presen­ciándolo todo, prorrumpió en alta voz: "Nlírenlo: si e bi ·po. Vean como va echando bendiciones." Volvió á colear frenéticamente, cuando despu 's de cuatro días de riguroso ayuno y de forzado repo o obre empedrado. y fangales, El Moro había perdido el vigor y la salud : los pies le dolían agudamente y no podía ponerlos en el suelo sin expe­rimentar estremecimientos. Se hallaba en poder del Tuerto Gar­mendía, terror de su existencia, quien para ''curarlo y restituír­le el aliento, le daba con fuerza rasgones y latigazos y renega­ba como un condenado contra el viejo D. Cesáreo, porque le había metido carísimo un caballo, sin advertirle que era colea­dar, y magullaba el rabo y el anca á garrotazos." * ( ·. ) ... ~o. e hhbla nqní del claw qu quería m ' i ¡·D. e , ;h o, puf>:, at contrario, el famo o Garm ndín, tipo mejmtte A P p Vega, de Tiel"fa, Virgen, l compró :í. aquél El .Moro, poniendo en jne~w el dolo y la iutimi­dncl6n, y e lo coleó. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. e EL l\1 RO' DE l\IARROQUÍN 143 ''1-<.1 rabeo estuvo en todo su auge, cuando D. Cesáreo, de - ¡..>ués rle que el cá.ballo permaneció á cuerpo de rey en el potre­ro y habíc. recobrado su vigor y sus carnes, lo montó para pa­. ear en su tinca. En esta vez, como en otras, el amo se lamentó de que con e ·e defecto El Moro se aplebeyase, y desluciese sus buenas prendas." Pen ó en el condenado coleo, y al acordarse de él, coleó, omo había coleado cien mil veces cuando el Sr. Avila, otro de ~us dueños, decía á su mujer "que era preciso enviar algún re­galo á D. Cesáreo, pues no le quedaba duda de que sólo á la benevolencia y ob equiosidad de aquel bello sujeto, debía el ha­ber e hecho, por un precio relativamente moderadísimo, á un caballo que, en concepto suyo, era el cúmulo de la perfeccione que pueden adornar á un individuo de su e pecie." leó en un paseo al Salto del Tequendama cuando llevaba {t cue tas á la encar: tadora Mercedes, hija del r. A vi la. "A true­que d no haber coleado en esta ocasión hubiera consentido El 1\1oro en permanecer por una semana en poder del Tuerto Gar­mendía." V lvió á colear cuando fue montado por un militar, en oca­_ · ión solemne en que se erificaba Junta de Oficiales y Magis­trados para encabezar una fiesta. "Vio en esta vez el Moro que el oficialete calzaba botas con e . poline , y aunqu é te no e atr ió á emplear! s, la sola idea de que 1 tenía tan cerca de :u icntre, lo hizo colear desaforadam nte. Tuvo, sí, el e nsuelo de notar que los más de los caballos de los otros militar s colea­ban poco meno que él." Y vuelve á colear cuando ofrecido por su amo se prepara­ba el novio de Mercedes para ir en él á presenciar unas carre­ras. "E taban viéndole ensillar su futuro jinete y unos amigos ~uyo muy currutaco que lo acompaiiaban. Montó aquél para examinar si las aciones estaban en el punto conveniente; El Mo­r coleó apenas sintió encima al jinete, y los amigos escandali­zados de que él fuera á dejarse ver en un caballo coleador, lo persuadieron, no sin gran trabajo, á que desistiera de exponer­se á las zumbas de todo el público. Uno de los amigos le ofre­ció puesto en el coche en que pensaba ir al hipódromo, él acep­tó el co~vite y El Moro fue vergonzosamente despedido." Por este suceso y por otros de que el lector puede impo­nerse en las páginas que se citan al fin, "El Moro devoró, deses­perado é iracundo, el ultraje que se le había hecho sufrir y mal­dijo de todo corazón, y por la cienmillonésima vez, á su torpe amansador" (páginas 1 6o, 1 6 r, 162 ). El Moro experimentó una impresión que lo hizo colear con furor: ((con la cola hizo molinete y con ella se disciplinó hasta que le quedó adolorida y como descoyuntada", cuando Morgan- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 144 EL ~fONT A -.ÉS te hace una bella y admirable descripción de lo Llanos de Ca­sanare, en donde ''la na tu raleza parece haber e querido apare­jar en esa planicie sin fin un escenario de us magnificencias ", y refiere que "para el acto de enlazar una res se procede corno n la Sabana; pero que una vez enlazada, se le u jeta, no en la cabeza de la silla, sino á la cola del caballo, y así, éste siem ­pre resi te los tirones y arrastra á la vez volviéndole la grupa. " El rabeo llegó á su máximum de actividad cuando un man­cebito, á quien sus compañeros llamaban Pepe, consiguió "qu e D. B rnabé", antepenúltimo dueño de El Moro, ''le alquilase 's­te para un paseo." "Por desgracia de Pepe y El Moro, la mon­tura que á éste se le había procurado era matadora, y lo ech ó de v r muy pr sto; y yá puede barruntar el lector qué efecto produciría el escozor y la incomodidad que empezó á experi ­mentar.'' "Todos los nervios del rabo de Ell\1oro e contraj e ron y :e declararon en rebelión é hizo con ella evoluciones imposible. , como si á la vez le hubieran picado todo los in ecto que pu ­lulan en la tierra, en cierta ocasión en que un amigo de su am o (D. Borja) contemplando el tronco que formaban el Album y él, decía que, siendo, como eran, bastante parecido~ y ambos el e buena estampa, quedarían de muy buen Ycr si e les corta la cola." "Cuando el editor hizo ánimo de dar á la estampa la Aut - biografía de El Moro, que de graciadame nte halló inconclu a, _e intió tentado á a eriguar que uerte había c
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Prensa

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El Montañés: revista de literatura, artes y ciencias - N. 3

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