Estás filtrando por
Se encontraron 3289 resultados en recursos
El deber de Cleto Páramo en Madrid era estudiarDerecho. Para eso, y no para otra cosa, le había enviado a la Corte, con el subsidio de cuatro pesetas diarias, su tío el señor cura de Villafán. Si hemos de ser enteramentefrancos, el cura hubiese preferido verle ingresar en el Seminario de ladiócesis, tenerle allí bajo el ala, cuidar de su alma y de su ropa interior y hacer de él un misacantano. ¡Porque ese Madrid! ¡Esaperdición! ¡Lo que allí hará un muchacho suelto! ¡Y cuando vuelva al lugar, qué va a traer sino las camisas y los calzoncillos en un puro jirón y en la conciencia un cargamento...
Fuente:
Digitalia
Formatos de contenido:
Libros
Compartir este contenido
Irracional
Copia el enlace o compártelo en redes sociales
La clave
Calixto Silva se enteró — al regresar de un viaje que había durado cuatro meses— , de que su tío y tutor, aquel excelente don Juan Nepomuceno, a quien debía educación, carrera, la conservación y aumento de su patrimonio y el más solícito cuidado de su salud, iba a casarse. . . , ¿y con quién? , con la propia Tolina Cortés. . . , la casquivana que de modo tan terco había tratado de atraerle a él, Calixto, mediante coqueterías, artimañas y diabluras, cuyo efecto fue contraproducente, pero cuyo recuerdo, ante la noticia, le causaba una impresión de temor y repugnancia. Su tío no le...
Fuente:
Digitalia
Formatos de contenido:
Libros
Compartir este contenido
La clave
Copia el enlace o compártelo en redes sociales
El frac
Fragmento de la obra: Le conocí, y le conocíamos los pocos aficionados a cierta clase de estudios, en los cuales él era indiscutible maestro. . . Pero decir que le conocíamos no significa que estuviésemos enterados de ninguna intimidad suya; casi no sabíamos las señas de su domicilio. Era, para todos nosotros, un señor algo huraño, tímido entre gentes, vestido con el descuido propio de los sabios; y a lo mejor no le veíamos en tres años, a no tropezarle casualmente en alguna librería de viejo o en los pasillos de alguna Academia, un día de recepción. . . Ni frecuentaba cafés ni sitios públicos, y se...
Fuente:
Digitalia
Formatos de contenido:
Libros
Compartir este contenido
El frac
Copia el enlace o compártelo en redes sociales
Cuentos nuevos
Fragmento de la obra: La niña mártir No se trata de alguna de esas criaturas cuyas desdichas alborotan de repente a la prensa; de esas que recoge la policía en las calles a las altas horas de la noche, vestidas de andrajos, escuálidas de hambre, ateridas de frío, acardenaladas y tundidas a golpes, o dilaceradas por el hierro candente que aplicó a sus tierras carnecitas sañuda madrastra. La mártir de que voy a hablaros tuvo la ropa blanca por docenas de docenas, bordada, marcada con corona y cifra, orlada de espuma de Valenciennes auténtico; de Inglaterra le enviaban en enormes cajas, los vestidos,...
Fuente:
Digitalia
Formatos de contenido:
Libros
Compartir este contenido
Cuentos nuevos
Copia el enlace o compártelo en redes sociales
Cuentos del terruño
Fragmento de la obra: El día era radiante. Sobre las márgenes del río flotaba desde el amanecer una bruma sutil, argéntea, pronto bebida por el Sol. Y como el luminar iba picando más de lo justo, los expedicionarios tendieron los manteles bajo unos olmos, en cuyas ramas hicieron toldo con los abrigos de las señoras. Abriéronse las cestas, salieron a luz las provisiones, y se almorzó, ya bastante tarde, con el apetito alegre e indulgente que despiertan el aire libre, el ejercicio y el buen humor. Se hizo gasto del vinillo del país, de sidra achampañada, de licores, servidos con el café que un remero...
Fuente:
Digitalia
Formatos de contenido:
Libros
Compartir este contenido
Cuentos del terruño
Copia el enlace o compártelo en redes sociales
Cuentos de Marineda
Mientras residí en la corte desempeñando mi modesto empleo de doce mil en las oficinas de Hacienda, pocas noches recuerdo haber faltado al paraíso del teatro Real. La módica suma de una peseta cincuenta, sin contrapeso de gasto de guantes ni camisa planchada — porque en aquella penumbra discreta y bienhechora no se echan de ver ciertos detalles— , me proporcionaba horas tan dulces, que las cuento entre las mejores de mi vida. Durante el acto, inclinado sobre el antepecho o sobre el hombro del prójimo, con los ojos entornados, a fuer de dilettante cabal, me dejaba penetrar por el goce...
Fuente:
Digitalia
Formatos de contenido:
Libros
Compartir este contenido
Cuentos de Marineda
Copia el enlace o compártelo en redes sociales
Cuentos de la patria
Fragmento de la obra: En aquellos días de angustia y zozobra, surcados por relámpagos de entusiasmo a los cuales seguía el negro horror de las tinieblas y la fatídica visión del desastre inmenso; en aquellos días que, a pesar de su lenta sucesión, parecían apocalípticos, hube de emprender un viaje a Andalucía, adonde me llamaban asuntos de interés. Al bajarme en una estación para almorzar, oí en el comedor de la fonda, a mis espaldas, gárrulo alboroto. Me volví, y ante una de las mesitas sin mantel en que se sirven desayunos, vi de pie a una mujer a quien insultaban dos o tres mozalbetes, mientras...
Fuente:
Digitalia
Formatos de contenido:
Libros
Compartir este contenido
Cuentos de la patria
Copia el enlace o compártelo en redes sociales
Cuentos antiguos
A nuestro padre el zar. Cuando nació el príncipe Durvati primogénito del gran Ramasinda, famoso entre los monarcas indianos, vencedor de los divos, de los monstruos y de los genios; cuando nació, digo, este príncipe, se pensó en educarle convenientemente para que no desdijese de su prosapia, toda de héroes y conquistadores. En vez de confiar al tierno infante a mujeres cariñosas, confiáronle a ciertas amazonas hircanas, no menos aguerridas que las de Libia, que formaban parte de la guardia real; y estas hembras varoniles se encargaron de destetar y zagalear a Durvati, endureciendo su cuerpo y su...
Fuente:
Digitalia
Formatos de contenido:
Libros
Compartir este contenido
Cuentos antiguos
Copia el enlace o compártelo en redes sociales
Cháchara de horas
El grupo de las veinticuatro hermanas se ha detenido delante de la puerta por la cual va a salir el Nuevo Año. Charlan y se miran con curiosidad, pues como nunca están reunidas, dijérase que apenas se conocen. Las doce de la noche. (Morena ya algo madura, fresca todavía, vestida de morado oscuro, y que empuña una escoba. ) Yo, hermanas mías, más he perdido que ganado con los adelantos de la civilización. Antes era la hora de las orgías, de la magia, de la citas apasionadas y de los crímenes aromáticos. Antes, mis doce campanadas hacían alzarse a los espectros de sus tumbas, y a las hechiceras,...
Fuente:
Digitalia
Formatos de contenido:
Libros
Compartir este contenido
Cháchara de horas
Copia el enlace o compártelo en redes sociales
Consejero
La silla de posta se detuvo a la puerta del convento con ferranchineo de ejes, entre repiques apagados de cascabeles y retemblido de vidrios, que gradualmente cesó. Un lacayo echó pie a tierra, y arqueando el brazo y presentándolo ayudó a descender al nobilísimo señor don Diego de Alcalá Vélez de Guevara, sumiller de cortina del rey, de su Consejo, y comisario general apostólico de la Santa Cruzada, y cuarto marqués de la Cervilla. Sus flacas piernas vacilaron al dar el salto, y su cara amarillenta, pergaminosa, se contrajo penosamente al herirla un picante rayo solar. Sus ojos, negros y duros,...
Fuente:
Digitalia
Formatos de contenido:
Libros
Compartir este contenido
Consejero
Copia el enlace o compártelo en redes sociales
Selecciona las Colecciones en las que vas a añadir el contenido
Para consultar los contenidos añadidos busca la opción Tus colecciones en el menú principal o en Mi perfil.