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Bogotá Ilustrado - Serie II N. 8

Por: | Fecha: 29/06/1907

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. REPUBLICA DE CCLOMEl A -=====--- rmmmmm~~m;;~=~ PA1'F.ÓN-EI Ilmo. r. Arzobispo de popaYán-1 Al Pastor, oneto, por F. Martínez Rivas-EI De· partamento de Quesada y su Exposición-La Srita. I Ester Flórez Alvarez-Razón y amor, por F/()yalba- I I Facultad de Medicina: El Rector, por F. dé P. Ba· rrera; en la Facultad-Goterones, por Francisco ~iraldo-EI General Lucio Velasco, por E. aran· ]0 M. -Consagración de Monseñor oler Royo, por Eparquio Gonzá lez-Po tal, por ergio A. Burba· no-Galería de la Prensa-En la tierra baja, poe· sía, por Julio Vives Guerra- upcial. Ilustraoiones: Dr. Jacobo de la Parra-D. Emi· lio Fergusson-D. Evar isto Escobar-D. Fi lemón BUÍlrago-D. Leonidas Gutiérrez-Mr. J . T . Ford ­G; nera ll\1igue l l"r ontoya-General José María Do· m\llg<1ez-Ur. Manuel A . Rueda J.-Ilmo. r. Ar. boleda-General Manuel Brigard-D. Rito A. Me. dina-EI monumento de Quesada - Srila. Ester Fió. rez Alvare¿-Dr. Lui F. Calderón-Grupo de Pro. fesores: Dres. l'ompilio Martínez, Luis F. Ca ld erón y Juan E. ;\lanrique- ala de Cirugia-Laboratorio de CIInicas - Gene ral Lucio Vdasco-I1mo. Sr So· ler Royo-D Jorge Reinales-D. Víctor A. Delgado. S ' flrIlIIIl1llIU¡¡¡~WlWlmmmmWlImnIu 111 UIII! (I!j!!IlIDmU1IIIW~ Bogotá junio 29 BOGOTA -=--- Serie 2,a - J'fo 8.° ~mmmmmmm mm~llITImrnm CONDICIONES lImcro uelto ... oo .............. oo' 20 Id. en papel exll'afino............ 50 SI u .cripci~n.á.la crie dc 5 númel'o ... lOO AVI o ,paO'lna ..................... 200 I - i id ............................................ 100 1 - ~ id....................... 50 8 Palabra en small-pica. . . . . . . . . . . . . . .. 60 I Ayi O' ilu trado ,precio convencional I No e admiteu remilidos. La corre pondencia debe dirigir e al Admini - lrador de BOGOT.\ ILu TRADO. A parlado de correo núruel'o 159, Teléfono número 849' Para todo lo relacionado COn aviso enten­derse con el r. PedroJ.Jllendoza, calle 13. número 157, ó en la administración del periódico. OMINISTI\ACIÓN: CarIo Tama o, Calle ID, II Parque de anlander, acera NOI'lr, 1 .0 100·\. \¡ smmmmwmwmmwl!IIDWjJlwmmm , wmmmmmmwUl~ IMPRENTA ELÉC'¡'RICA-I68, C LLE ro 19°7 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOGOTA . ILUSTRADO I avarla ---------- PRODUCTOS Y PRECIOS DE VENTA Bogotá, A brillo o de 1907 I I Ceneza Pi) ener, Lao-er y Bock, docena de medias botella .... 100 I " " " docena de botellas doble ....... 190 I " Doppel lout docena de medias botellas...... 130 " Culmbacher (marca Tlgre) docena de medias botellas ...... 130 " Tre Emperadores docena de media botellas ...... 200 I Higiénica docena de medias bolellas ...... 180 " en barril, Pi¡ ene!', Lager y Bock, el litro ......................... JO Ag'ua gaseo a pura, docena de medias botella ...... 60 Agua ga 'eo a con diferen Le jarabes, docena de media botella ...... 80 parklinO' Bavaria Kola, docena de medias botella ...... 60 Gino-er Ale, docena de medias botella ...... 80 Bavaria Cider (Cidra e pumosa), docena de medias botellas...... 120 Extr::lcto de lalta, docena de medias botellas ...... 420 Hielo, por mayor, la libra .................................................................. 6 arbón mineral ' vegetal de Zipacón, yendemo á lo precio cornen­le y á domicilio. Descuentos sobre los productos embotellados :> por 100 en diez ó más docena 10 por 100 en cien ó más docena on lo cOIfientes del día del de pacho aun en 1 ca o d anticipacione de dinero. B TELLA : Vendemo y alquilamo botellas cervecera. B RRILK : Para la enLa de nue tra erveza n barril hay barriJe desde cinco litro . • OR II Y L P L : endemo de Inn buena calidad y á di-fer n t preclO. A ~BAD : ompramos al contado y á lo m"jore pI' cio de la plaza crrandes can ticlade de cebada n grano. DEUTSCH COLUMBIANISCHE BRAUEREI G. m. b. H. El Gerente, LEO SIEGFR.IED KOPP Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Serie 11 REPUB~ICA DE COLOMBIA Número 8.u ~~~~~~vv~~~vv~~~~~~~~~~~' ~v·~~~ _ ~~~~~~.~~ " Bogotá ' Ilustrado _ ..... ,.- éftMLio de {gol @úc;e!'()Úrf, ~r6'l8/(U'tic4 $Ó/U?t():Jft d«j?nán -ct1?e¿clrll, d!r. @J(a¿'¡~t7 ~Vq~ 'Pante6n Con profunda pena, que marca en nuestro espíritu la gotá, en donde hizo sus estudios y entró luégo, cuando ya los terminó, á trabajar con decisión y constancia absolutas en la entonces poderosa casa de Fergusson, Noguera & C ... , á la cual le debió el comercio del país inmensos é impor­tantísimos servicios; después fundó su hogar, que fue mou delo de virtud y de felicidad, y cuando todo le sonreía á sa alrededor, vinieron los conflictos económicos de la guerra de los tres años, y entonces vio naufrag-ar casi por complet­el capital de su casa de comercio. De alma templada al fuego de los grandes caracteres, no lo abatió la desgrada como no )0 había envanecido la prosperidad, y la mu ¡'te lo sorprendi6 sereno en el trabajo, decidido á levantar de nuevo para su joven esposa y para sus hijos el ruino o edi­ficio de su fortuna. De inteligencia feli z y muy amplia­mente cultivada, fue bueno, fue noble, fue generoso. De aquí que su corta vida fu era vida de abnegaci6n y de virtud. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. l 22 ( 'BOGOTA ILUSTRADO JUAN ANTONIO PKÑARREDONDA muere también muy joven, cuando aún pareda tener derecho á l ar~os años de exis­tencia; de pronto, sorprendWo "en sus labores de campo, sin más compañía que la de su joven esposa y de sus tie r­nos hijos, lo aprisionó la muerte traidora me nte, en altas horas de la noche, arrebatándolo a l cariño de los suyos y de cuantos al gozar de los destellos de su bondad y de su inteligencia, supimos apreciarlo en 10 mucho que valía . Descendie nte de aquellQs varones abnegados, D. Antonio y D. Bruno Espinosa de los Monteros, q ue en su imprenta publicaron Los derechos del hombre, trad ucidos por Nari~o, heredó de ellos las santas virtudes del hogar, la modestia más delicada, y amplio espíritu de justicia para juzg a . cuanto lo rod eaba; de aquí que su desaparición haya sido sinceramente lamentada por la sociedad bogotana . '" ~ ~ 1 k *~ 7, * ~ v ~ ~ ~ ~ 8, ~ "- ~ ,~ ,/ ~ ~ '/ ~ " ~ X /' .' € ~ '/ , I t D_ Evari Lo E cobar En medio de las 50rpresas dolorosas que diariamente nos reserva la humanidad, también nos ofrece ejemplares de pura viI tud, que son clara luz en el cuadro negro de la existencia. De estos ejE mplares fue uno completo el S r . D. EVARISTO ESCOBAR, patriota sincero, caba lle ro acabado, miembro inmejorable de la ociedad y de la familia, Cúpo­nos el honor de conocerlo en las prisiones del Panóptico, cuando todo respeto humano roda ba pisoteado por las pa­siones ensoberbecidas del momento, y ntonces, mejor que en ninguna otra ocasión, pudimos apreciar la ecuanil'I"idad de su carácter, su grandeza de "lIma y su fe en el cumpli­miento de las leyes morales, que de ahí para acá, y según él)o deseaba, han acentuado su dLminio al amparo de la paz y del espíritu nuevo que nos ha devue lto la patria á los que entonces, en el rigor de la , guerra civil, la teníamos perdida. JUAN PABLO GÓlllEZ es otro nombre que consignamos también con respetuoso cariño, como el de colombiano que supo honrar á su patria en dond quiera que vivió, y á ser­virla consagró sus sfuerzos en varios campos de la acti­vidad humana, y especial m nte n 1 de la Prensa, en el cual fue sorpr ndido or la muerte cuando seguramente aún estaba húmeda la pluma con que scribiera su último editorial. De ~abios y prud nt s es star sie pre listos para recibIr la muerte con 1 brazo n acci6n y atento á satisfacer 1 afán de cada día. Funestos han ido n los últimos tiempos los aires ex­tranjeros para la patria colombiana, que ha visto d sapa­reccr lejos de su u 10 amable muchos d su hijos distin­guidos. En España murió el Sr. l '. EUGENJO AENA, hom­bre público d valiosos quilat s, que sirvió con acierto im­portantes cargos administrativos y poHtic s, yen todos e\1os mereció aplauso general como muestra de respeto á sus:­talentos y á sus méritos; en viaje de regreso al paí~ murió el Sr. D. NICOLÁS SÁlil-lZ, financista muy notable, fundador - . del Banco de Exportadores y una de ' las personalidades­más salientes de nuestra sociedad; de inteligencia podero­sa y muy bien culti vada , puesta al servicio de prendas de · caba lIe rosidad nada comunes, su vida fue verdaderamente­benéfi ca para el p rogr~so nacion a 1, y por 10 mismo, su des­aparición es justo-motivo de duelo para cuantos tuvimos el gusto de tra tarlo. E n Parfs murie ron otros tres colombianos­bien conocidos en Bogotá, .los Sres. LXONIDAS GUTIÉRREZ,_ FILI!MÓN BUITRAGO Y J UlIO A. PARRA, miembro este último muy conocido y a ¡: reciado del ccmercio de Bog otá . BUl7RAGO fue un ,'erdadero h ijo de sus obra s, y g racia s­á e\1as alcanzó una posición á que otros, mejor dotados por la fortu na , a penas pueden aspirar, Muy joven, la lucha por la vida lo llevó á las cajas df! una imprenta, y allí, ganando . la vida con el sudor de su frente, fue aficionándose á la li­teratura , y comenzó á Escribi r, ya e'n pro~ a ó ya en verso y na turalmente con gran descorifianza en sus propias fu er zas, Poco á poco fue avanzando en el camino emprendido, y entonces fundó El Zipa, periódico que sostuvo por va rios a ños, y que le dio puesto de honor en el period ismo colom­biano, siquiera hubiera de vencer tontas r esistencias, y aun en ocasiones, la maja voluntad de los que hallan el mundo ­estrecho para sus a spiraciones y quisieran cerrarle el paso á los demás, D es~ u és sostuvo aquí El Smzanario y luégo ET Globo, en Guayaquil, en asocio de Enrique Valenzuela Pombo, otro colombiano distinguido que también murió ­lejos de la tierra querida, en París; Les deux A11leriques y luégo otra vez aquí, La Tribzl1Ia, y esto sin per juicio de colaborar en muchos otros periódicos nacionales y extra n­jeros. Su labor en la Prensa, que es la faz más notable de­su vida, sin detenernos á r ememorar los puestos públicos que desempeñó, es lección y es ejemplo de todo lo que puede el esfuerzo propio en el campo de la inteligencia , servido por la constancia consciente y el absoluto empeño de surgir. Como tal lo presentamos hoy al honrar las co­lumnas de BOGOTÁ con la publicación de su retrato. D, Filcmón Hui lr!lgo Por camino fác ih al par cer, ¡Jera en oca~iones con­traproduc nt e ~, i om uel uced r los favor cidos de la fortuna 610 ntr gan á gozar d 11a, conqui t6 puesto de honor n nu stra soci dad 1 r. LEO IDiI G TIÉRREZ, menos p r u riqueza y la mil comodidades que la suerte le diera, qu por u in truc ión, u amor a l trabajo y la práctica d la virtud, Mode to n m dio del lujo de u I Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOGOTA ILUSTRADO elevada posición, fue bondadoso con cuanto!> lo trataron y -j>r'udente en todos los a ctos de su vida: muy joven fundó 'su hogar, y en él supo cumplir sus deberes de esposo amante y padre cariñoso ; de amplia instru cció n y decidi- -da afición á la li t':! ratura, es::r ibió fácilmente en prosa y en -verso, y no fue raro leer e n la prensa pe rió Ji ca de la ciu-dad alg unas de sus poesías. La mu ~ rte lo sorprendió en la plenitud de la vida, y al arrebata rló de en medio de los -suyos, pudo ll evar la seguridad d ~ haber cum pl ido su de­ ·b er sobre la tierra. t D. Leonidas Gu liérrez MR. JAMES T. FORO era súbdito inglés: nació en K ings­ton, capital de Jamaica, y recibió esmerada educaci6n en Londres. De su vida nos da, con su g alan tería habit ual, el Sr. D. Antonio R. Blan co, a ctual ecretario General de'l Departamento de Bolí var, los sig uientes interesantes datos: Durante siete años consecutivo') ocupó el puesto de Ingeniero primer Ayudante del conocido Sr. Menocal, quien-como se sabe-fue de 105 más e ntu siastas v com­petentes propagandistas del proyecto del Canal por Nica': ragua, en compete ncia con la vía de Panamá. Esa conti­nuada labor al lado de un famoso ingenie ro, dio al Sr. FORD los conocimientos é idoneidad especiales en la cues­tión canal, que más tarde hubo de poner de manifiesto y ,al servicio de Colombia. En el año de 1892 vino al país el Sr. FORO para en­cargarse de la dirección de la Compañía del fe rrocarril de Cartagena á Calamar. E poca era esa en que aquella empresa, sal vad:>ra para el porvenir comercial de la Ci u­dad Heroi ca, agoni.zaba víctima de pésima administración y de la apatía, por decir lo menos, de las empresas de na­vegación que debieron vincular á ella su suer te : la falta de tráfico era tál, que l1egó á pensarse en abandonar ese ferrocarril, construído pocos años antes. Entre las múltiples dotes del Sr. FORD, el espíritu de organización era de las más notables : á impulsos de su acertada dirección, la Carlagena Magdalma R ailway C.o sufrió en breve tiempo la salvadora reacción ; el tráfico aument6 rápida y constan temente; y el Director de la Com­pañía del ferrocarril, para unificar la necesaria labor, fun­dó la Compañía Fluvial de Cartagena, depend iente de aquélla, por compra que hi zo de los vapores de la a ntigua '-Compañía del Dique, primero, de los de la Empresa Mar ­tínez Bossio, después ; y por alianza con la E mpresa Pine­-~ a Vargas & C.·, radicada antes en Barranqui\1a. L\légQ , el Sr. FORO rea lizó una transformación completa de la Compañía á su cargo, haciéndola pásar de manos del Sin­dicato nortea mericano, concesionario, á las de una asocia­ción de capitalistas ingleses, con notoria ventaja para este país, al cual demostró siempre especial afecto. Cuando Colombia entera fijaba su mirada en el tras­cendental problema del Canal de Panamá, el Sr, FORD ofreció gratuitamente sus servicios al Gobierno de ésta su patria a doptiva. Como Ingeniero Consultor de Colorn'bia ad ItOnorem, concurrió á las conferencias de París, estuv~ en la Legación de Washington al lado del Dr. Carlos Mar­tCnez Sil va, y los documentos oficiales de aquella época pregonan su eficaz y desinteresado contingente en aquellas labores de altísimo interés nacional, al servicio del cual puso el caudal de conocimientos y de experi encia adquiri­dos en largo período de su vida profesional. E5e solo ras­go es ba~tante para empeñu la tradicional gratitud del pueblo colombiano. Cartagena, la ciudad de las preferentes afecciones del Sr. FORO, acaba de inaugurar una de las obras de su ínfatigable actividad ; el a cueducto, que satisface secular necesidad de aquella rabI ación. Casi al mismo tiempo que los a bismos del mar recogían el último aliento de aquel obrero del Progreso, en las calles, en las plazas, en los parques, en las casas de la Ciudad H t:: roi ca saltaban las pltt1ttIZS del precioso líquido, como h eraldos de trascenden.­tal tra nsformación en la hi stórica capital: allá, el agua que a sfixia al ' luchador incansable; acá, como postrera energía de su brazo, el agua que vivifica á un pueblo en­tero .. .. Las úl timas concepciones de aquel cerebro privilegia_ do: 10 relacionado con el ferrocarril de Girardot, la nave­gación del Alto Magdalena, el ferrocarril de Antioquia, etc. etc., bie n conocidas son del país por lo importantes y por lo recientes. Hoy .... Pero nó, s610 la posteridad es agradecida: en.. 10 por venir, el nombre de JAMES T. FORO descollará entre lOS de los redentores de la Patria colombiana . t Ir. James T. Foru El Cauca ha visto desaparecer en los últimos tiempos tres de sus hijos más rlislinguidos : PAcÍ:¡"lCO RIVERA, liberal de gran va lor, en cuyo honor reproducimos las sentidas frases que César Sin~hez Núñez le consagró á su memoria, Y los Gent:rales MIGUEl. MONT~YA y)o E, ~1 ." R'I :\.D Ollrr'N GUEZ, á quienes consagra Carlos Vlllafane las JustICIera líneas que con g Ul>to incluImos en esta revista de duelo. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 124 BOGOTA ILUSTRADO -------------------------------,,-------------------------------- En su necrologla, Un pueblo d( dudo, trae Sánchez Núñez, entre otras, estas frases: PAciFICO RIVERA G. era hijo del malogrado Pacífico Rivera, el león destrozado en la célebre llanura de Lo~ Chancos en 1876. Se educó en el célebre Externado de Nicolás Pinzón, el ma estro de frente iluminada dei Rec­torado liberal. Consecuente con sus ideales, murió con todos los ata­víos del tr~je doctrinario, para dar ejemplo al pueblo de ser hombre honrado á carta cabal. Su carrera de abogado fue lucida, corno fue su verbo airado siempre, y lumino~o. Tenía el poder del rayo que purifica, corno hijo de la tempestad que hace otro tanto. Sólo el granizo entumece ó paraliza. RIVERA tenía ideas diamantinas. Amigo leal, se embriaga ha con nuestros renglones, si bien henchidos de sinceridad, desva lidos de la erudición diabólica tinterillesca. " Guardo todo lo tuyo corno en un relicario," nos de­da y" te aplaudo con los míos, en expresivo silencio." Er~ perfil de oro del pueblo caleño 1 Hijo y hermano ejemplar, RIVERA deja hondo vado, profundo hielo en su honrado techo solariego. Los suyos deben Ilorarlo hasta morir. Es un sant0 deber que no debe impedirse. Debiendo todo tener fin, prefirámoslo inmacu­lado. Los suyos y el pueblo de Cali, con quien vivimos en retozo de espíritu, llórenlo y cúbranlo de flores, sobre todo encarnadas, para no desconcertarlo en ninguna hora, y más que todo recuérdenlo y recuerden su ejemplo luminoso. r .. 'l' General 1iguel Montoyn obre la tierra que MONTov/\ sur o humedecer con el sudor de su frente-nido d muy alto ideales/- se incli­nó ¡Jara siempre este di stinguido colombiano cuya vida, llena de merecimientos, conquistado n labores de prov - cho para sus semeja ntes y para la Patria, es una saluda­ble enseñanza para los que hasta ahora empezamos á transitar el camino de los años. Ciudadano : fundó un hogar que hey s prez y gala de una soci dad distinguida y culta ; prop ndió, con cari­ñosa solicitud, á la ed ucación de us hijos, n In sfera de las más altas virtudes, yante d erra r los ojo por la úl­tima vez, miró con inten o r gocij que no había sembra­do en tierra r b Ide á. 11). cos cha , y qu lo frutos de su sangre s guirfan s renos por la nda d I dcb r y del bién. Patriota: fu de Jos prim ro n r ponder á lista cuando sus principios políticos r iempre oportuna ele su spaJa . La leal-tad- esa hermosa y rara virtud-fue para MONTOYA una especie de religión predilecta. En ~u alfange de militar­no hay una sola sombra que pueda demeritarlo ante el concepto de la posteridad. Limpio lo empuñó por la pri­mera vez, limpio lo esgrimió en las luchas por sus ideas,_ y sin mancha lo deja en poder de sus hijos, para que en manos de ellos escuche la voz de la historia. La vida de MONTOYA está estrechamente ligada á la vida política de Colombia durante los últimos veinte años. Ocupó altos puestos en las esferas del Gobierno, y en to­dos ellos puso de relieve las múltiples capacidades que hi­cieron de él un eminente. servidor público y una fuerza útil al organismo patrio. Magistrado: la justicia yel derecho fueron los dos . puntos cardinales entre los cuales laboró CJmo jurisconsul_ to. En los archivos de los tribunales donde él funcionó · como Magistrado, no se encontrará, de seguro, una sola providencia, un solo auto que no consulte el más estricto ­sentido de aquella parábola divina que manda dar á Dios­lo que es de Dios y a·1 César lo que es del César. t General Jo é l\'Jaría Dominguez Fue el General Do~d 'GURZ uno de los servidores pú blicos más meritorios que ha tenido el país durante los úl­timos tiempos. Desde muy joven empezó su carrera mili­tar, y en el año de 1857 combatió, por la primera vez, en defensa de sus principio~ poJ(ticos, y más tarde, en la a-uerras de 1860 y 1865 prestó á su causa el valioso con­tingente de su espada. u comportamiento y los méritos que conquistó en distintas campañas, le sirvieron para al­canzar, en 1885, un alto puesto en la jerarquía militar . . Durante la rpvolución de e te último año y en compañía de quien es hoy el primer Mandatario de la ación, com­batió en Paso de M01'eno y Roldanillo y asistió también á los hechos de armas de ilvia y anta Bárbara de Cartago. Larga y brillante es la hoja de servicios políticos prestados por este modesto ciudadano. Cuando en 188$ entró en esta capital con el Ejército del Atlántico, el Dr. José María Samper, eminente orador y político de alto bordo, saludó al Genera l DOMÍ GUEZ, con las siguientes honrosas palabras : "Ciudadano General: ois la prueba viviente de ese patriotismo que enaltece á Colombia y que arrastra á us hijos á convertirse sllbitamente, de acau. dalados y modestos comerciantes ó laboriosos agricultores, en soldados que desafían todo peligro y que ponen al er­vicio del ciudadano la inteligencia, la calma en los conflic. tos, la modestia que se hace perdonar todo mérito y la honradez que ll eva la probidad y el orden á los campa­mentos. ois una g loria más d I auca, y lo único que tie­ne de malo la que habéi O"(\ nad,), s que lastima y "fu ca vu stra humildad e. cesiva." En 1895 y 1 99 prestó igual. mente sus servicios en elevado y difícil s cargos militare. Larga también y muy honrosa fue su labor en la Ad­minisiración pública, especialment como Presidente de la C¡,Ímara de Representante y como Miembro del Consejo de Estado. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOGOTA ILUSTRADO 12 5 Una vez apagado el vivac d e la rev úe lt'\ , el General D01t!íNGU EZ tornaba á su tierra nativa, en d O:1 l e el am:>r de los suyos y la paz de sus campos-que él am ba entraña­blemente- le atenuaban el peso de los padecimientos físi­cos, que las campañas le ocasionaron. D e ja el General Do?tlíNGUEZ, al desaparecer de entre los vivo, hij os en pleno vigor de la vida, que sabrán tran_ sitando lo mismos caminos del padre, ser element~s de provee ho n el seno de la sociedad y de la Patria. En el campo de los institutores la fatal segur abrió ancha y dolorosa brecha . Primero nos precedió en el ca­mino de lo desconocido el Sr. D . FRANCISCO MARULANDA que c nsagró su vida entera, con toda la fu e rza de su~ virtud s y de u inteligencia, á las labores del profesorado, y lu ~go MANUEL ANTONIO RUEDA, aquel abnegado servidor d~ la civilización, que con José Herrera Olarte y Nicolás Ptn zó n W. formó centro de luz, de purfsima luz para la juventud colombiana. t Dr. Ma nuel Antonio Rueda Jara Estudiante consagrado é inteligente, RUEDA coronó su carrera de Ingeniero á la edad en que otros la empiezan, y pronto, muy pronto, advertido de su verdadera vocación, se entregó de ll eno á la educación de la juventud, con tal constancia que en servicio d e ella consumió todas sus fuer­zas y adquirió la enfe rmedad que lo llevó á la tumba, y con éxito tan completo y feliz, que no hay rincón del país en donde no vibre e l etO de sus enseñanzas en el corazón de alguno de sus disclpulos . Numerosos fueron éstos, y en tán­to apreciaban al Maestro, que se apresuraron á hac er ac­to de presencia para venir en su ayuda y su consuelo cuando vieron que sobre é l se cernía el halo d e la desgra­cia; entonces promovieron una ovación en su honor y una suscripción nacional que el Sr. General Reyes, espíritu siempre noble y justiciero, se apresuró á encabezar con la cuantiosa suma de cien mil pesos de nuestra moneda. Qué mayor galardón á sus m éritos ni qué mejor consuelo para su familia en la hora negra de su desolación, que esta espontánea manifestación de cuantos fueron sus dis­cfpulos y sus amig-os I En Guayaquil murió NUMA P. LLONA, poeta que dio lustre á la literatura americana y que supo honrar á su pa (s y hacerlo apreciar en todo Suramérica, en donde Juan Montalvo y tántos otros escritores eminentes, pllsie­ron en alto las letras ecuatorianas. Ante el cadáver pro-nunció nuestro apreciado amigo Juan Ignacio Gálvez Cón. sul de Colombia en aquella ciudad, esta vigorosa p~esía: En nombre de mi patria, L'l. de Pombo y Valencia, Isaacs y Silva donde el rumor del viento es un arpegio' que modula la brisa cuando hiere las lianas de la selva, que son las cuerdas de salvaje lira ; en nombre de esa tierra que mi t: ntras más lejana es má¡; querida, que fue para la infancia del poeta una tierra propicia, donde aún s~ oyen sus vibrantes cantos¡ allá donde sus versos se recitan ' en nombre de Colombia, ' como una ofrenda que e l dolor inspira, sobre el féretro negro, que es crisálida de una transformación en nueva vida del poeta, d epo ngo un~ corona de mirto y siemprevivas . • • • Los poetas no mu eren; cual las lIu vias. del cielo, que la tierra fecundizan ó el mar salobre e ndul zan, y que luégo Sp evaporan, y en copos de neblinas suben para formar un nuevo cielo desciende n lC's poetas á la vida ' y á su canto florecen en las almas capullos de ternuras y alegrías, renuevos de amarguras y tristezas, reverdecen de gloria las encinas. Natura está de fiesta porque ella es la cantada en es as rimas ; ellos en tanto van regando rosas coronados de espinas. Hasta que al fin se van, y son Homero, Virgilio, Dante, Byron y Zorrilla, Hugo y Verlain, y Bello, Olmedo y Caro,. Calcaño y más, que hicieron con sus liras­la interminable escala que al empíreo se alza orgullosa cual la escala bíblica. Por ella hoy sube LLONA el que cantó la lucha de la vida, cuyos heroicos versos suben desde los valles á las cimas, y son de la robusta y nueva raza cantos de epifanía. • • • Vivir, cuando existiendo en el mundo mortal, se nos olvida, esa es muerte: morir, y que se cierren á los lampos del sol nuestras pupilas, y se a bran á la vida ¿el recuerdo y á la gloria futura, esa sí es vida. ...... Los poetas no mueren : LLONA exist::: mientras haya memoria; las andinas selvas pueden al fin ser descuajadas, la mar, fiera y bravía pudiera devorar el continente, que en la inmortal altura del Pichincha los cantos del poeta cual arca luminosa flotarían. Larga, muy larga es la lista que dejamos trazada en' estas líneas de duelo, y sin embargo en ella faltan muchos nombres de miembros meritorios de la sociedad como e l Sr. General LES1t!ES y el Sr. Dr. DE LA ROCHE, de quie­nes hablaremos en el número próximo, y los señores MOISES BARBOSA, DANIEL BOADA Y DAVID SILVA TRIANA, que con el sudor de su frente, en el divino yunque d el trabajo, cumplieron como buenos su mi sión sobre la tierra. Entre las damas de la culta sociedad bogotana, lujoso ornato de ella, debemos recordar los nombres de las seno­ras JULIA VARGAS DE ECHEV ERRI y BL ANCA SANTAMARfA DE PORTO CARRERO, cuyos retratos publicaremos en el próximo número, si nos fuere dado conseguirlos.-RKG Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 126 BOGOTA ILUSTRADO • T El Excmo. r. Rafael R"yes, cono erlor intim? d¿ lo~ ex.:epciona les m ér i lo ~ dt:l r. Dr. Manllel Antonio Arboleda, soli­citó del Vaticano-petición de todo punto lalldable -,ll consagración epl'scopal, y Itoy 2.9 de los corrientes, en nuestra ¡[flesla Primada, se verificó tan solemne fiesta, qficiando elllmo. Jl/onseíior Ragonesi, y siendo padrino del consG[frado el Excmo. Sr. Presidentl' de la República. Desde la hora en que, bajo la divina inspira,.ión qlle {Jlliab.1. SIlS pasos, en lrJ por el arduo camino del sacerdocio, h'1.Sta la !tora presente, en que su cabe::a se cubre con la sagrada mitra aNobispal, el Ilmo. r. Arboleda ha logrado hacer de su vida, toda puesta en las manos del Seiíor, IUI lllTf!lnfJW engarce de merecimientos, un espléndido ha ~ de virtudes, p orque sus (Jidos, !tecitOs para las voces de lo alto, supiProT! oírla palabra qlle desataran los labios del Cordero: "Serás mi representante en la tierra," y porque Sil cora;:ón todo empnpado en las bendl'tas aguas del Amor nico, Ita sabido Itumilde, amplia y mansa­mente cllmplir la larea de bien, de piedad !/ de consllelo que enseñó á los !tombres de buena voluntad el Pastor de Bethania i se mira atrás en el camino que lleva anriado en ,11 pocos años el Ilmo. Sr. Arboleda, ve uno brillar toda esa senda como aqllella del Pais del En ueño P')I' donr/(! 1111 R 'Y fllstllOW p ara In'l.r.:ar Sil huella, pasa regando puñados de piedras pre­ciosas. El rebaño de almas que á sus manfJS Ilngidas confia Itoy la Providencia, habrá de verse suavemente guiado por sen­das sin abrojos, !J se apacentará en ameno~ prados en verdecidos por la fe de su Pastor, Y abrevará en pacificas .lI dulces agaa& suscitadas mila[lrosamente al [¡olpe del b·'tculo Úlll'eJO que lleva el. lpóstol. Y er.tonces, según la palabra del libro: "la gloria de vosotros me glorifica á mi," lodo el bien, torLa 1'1. lu :;, toda la gloria qlle pon[la el nuevo Pastor en el alma de su gre!l. se lornará en bien !J en lll:: !J en gloria parn su propio espíritll. 'R. DR. 1\J 1 EL A TONIO A R130LEDA 1 ..tastor f ti ~ ~ 11 11 ~ Para el Ilmo. r. Iau lIel ntonio rboleda 1I11~1/ lta!Jas ¡Ii! [liOl'lO O Pastor, (1 Uf' C,J.I/ tllS !lIlII/O.' .w¡/J/'s, "omo .~llpLCran las mallo.~ cid lI"bll/(J, .¡1('I'l'allWI' el A" eite de la al'acUl., !/ el 1 11/0 -Ile la r:I"fIlcf/"ia, sob/'e los dolores /¡ IWHI1WS. Bien Ita!/as tti que pa as, como en ellas lejanos pasnl'a en tl'e los hombres el Cordero Divino ablandando con pélalos de la vida el camino porque 110 se lastimen los pies de La hermanos. PlI 'tOl': I'l/lIlIdo deucf/[la la noche de 11/ "idrt ('()f/r!lIl'Irú tn (¡áelllo, por la rlttCljlora{a tÍ la Ca.w dd Pod, e, tll r('b(/fio pacien te. ) el Pod/'(' q al', á la puerta, vif! ila ftl rey I'eso, eOll 1/ f/ beso 11I///'1ble l (ll/ UIl (/, d '1'/1 le ( (;" 0 , ('omo á ,(n Ilfjo glle torf/O, ti' besar,; en la/rente. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. I ) I / I r (-, J J [ /. J BOGOTA ILUSTRADO Jo) l' ' - _ * f' ~, , .~l '"¡~:~R~r:té.m~nt~{ de ~uesa.da' , I )¡ 't ('.,')'1 1(11 ) -. I : , I f', ~ -~( I ¡ 11 11 ~ ~ 11 11 11 ¡¡J , I >!f 1I 1I 11 I I , 11 11 ~r. (O. c • J l. GE:'\ERAL 1) . MA'\ Ufl L BR IGAJ{lJ Gobern ador de Quesada El 15 de Junio úlLi rno, Quesada ll egó al segundo año de su vidacomoentidad depar lamen tal, y al tocar en esa fecha, sus hijos gozaron la íntima satisfacción de mirar cómo el camino en que se ha venido traji­nando es todo él camino de progreso, camino de éxi­tos, donde la común labor cumpl ida de buena volun­tad bajo un superior experto, ha dejado huella g lo­riosa de obras imperecederas. Quesada, unánime en este sent Ir, ha tenido, al re­contar en tal fecha los méri tos de u Gobernador, una sola voz de aplauso y una sola voz de agradecimiento para quien de modo tan firme ha ll enado su fructuo-sas tareas. 1 ruede deci r e que la obra!'; de más decisiva im­portnncitl para el bien del Depa r tamen to, e han cul­min ado el bajo la Gobernación Brigard: los caminos, antes desc uitlados en ab oluto á pesar de ser ellos de alla neces idad, se hall an pres tando un servicio del todo sa ti factorío. E to supone para Quesada el pro­g reso y la riq ueza que ftca rrean á un centro determi­nado las fáciles vías de comunicación. Sobresalen en­tre estos can:ino , como de la mayor importancia, el q ue conduce all\feta, por donde el comercio con el Ll ano e hará pronto y sencillamente, y la vía que unc:\ uC ada, en su parle doode e.s más floreciente la ind lIs t.ria ca fetera, con el río Iagdalena. Por donde Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOGOTA ILUSTRA DO ... :/" ;{ .. - ' \ quiera se han tendido puentes, se h an ensa nch a d o vías se han lórnado en cómodos cami nos l os qu e a n­tes ~ran desfi laderos y encrucijadas. Es.t o lo d e s upe­rior importancia para el avance ma te n a l d e l D e pa~­tamento' la facilidad de com ulli cacio n es hará r eah­dad el e~grandeclmicnl() soñado por llrigar? 'para Quesada. En otro orden, rcsa lta e n esa A d rnlnls tra- @ -- - __ o D. RITO A TONlO MEDINA ecreLaf'io de la Gobernación de Quesada -c ión algo del má eminente valor qu~ erá]a pied:a firm e y luminosa en que e a S eccIón de Colombla pondrá mañana sus dos pies para levantarse myy alto: la Ins trucción Públ ica. B r igard es nn espin tu -convencido d e que los pueblos necesitan que por las redes de s u organismo circule ]a inst rucción profu samente; él es tá empapado en l a verdad -que enseña ómo por entre las tinieb la de la ignorancia o pueblos n o avenluran ni un p aso h acia la ivilización, y co no ce, ha la s u fondo, el principio de que para ene-rand cer á un país es necesario engran d ece r pnmero á t o ­dos sus hombre , por que sólo de la s uma de las individ u a lidades va liosas se obtiene la gra n­deza lotal. Po eedor de e to ]audabilisimo sentimientos, Drigard ha íJuerid que la Ins­trucción se difunda pródi cra mente 1 mi mo en la capital que en el rincón más partado. Lo s hechos hablan ahora: n II ada e is­ten por el e fuerzo d Brigard dn cien las ci n­- cuenta scueJas pública y cuarenta es tab lec i­mientos privados, d onde se educan di ci iete mil och oci ntos nifios de uno y otro se ' . Podría bien- p ensamos nosotros-suprimírsela .á la. Adminis tración Brigard el mérito que su- - p une la a pe rlura de camin os, la co n s trucció n de puen-tes, e l fo m ento d e las indus trias, y a ún quedaría en pi e y capaz de hacer el bue n n o mbre del g obernante, es le m é rito de querer la luz para altos y bajos, para pollres y ri c os. Tarea d e csa ma g nitud, cumplida con tal éxito dignifi ca po r s í s ola ~ o da una Administra­ción~ Cerca de sí, prestá ndole en s u tarea a.poy o efi­caz, el General Brig ard ha tenido como s u Se creta­rio á D. Rito Anlonio Medi,na, polític o d e g r a n va lía, es píritu vi g oroso, patriota auté ntico, que s in os ten­t ación y evitando para sí el apla us o, labo r a sin des­ca nso y ll eva co mo única mira, y qui e re co mo única reco mpen sa para s us esfu erz os e l prClg reso d e Que­sa d a . Las múltiples y e ntus ias tas ma nifes t ac iones que fr ec u enteme nte dirige n los hij os d ~ Qu esada , y a al Sr. Go b erna d o r del D epa rtam en to, y a a l E xcmo. S r. Pres id ente d e la R epúbltca, p or la b u e n a marc h a d el D ep a rta me nto, trae s ie mpre, ent re ap la nso y el og ios, i ndudabkm en t e merecidos, el n o mbre del Sr Rito A. Medin a . P a ra celebra r el J 5 d e Junio se veri ficó en Z ipa­q u ir á un a fie sla d e c u yas p a rtes fu e. ro n, s in d uda, las má si m pá ticas y las d e mayo r trascend encia, la Ex­po ición agrfco la y pec u a ri a que derno Lró bell a m e nte el adela nt o d e Quesada en es t as im po rt an tísi mas in­du stri as, y la colocación so lemn e de la primera p iedra p ara nn m o n u mento conm emora ti vo en la P l aza de la F l oresta, d e Jo cual darn os hoy á los lec tores informa­ción gráfica en uno de nu es tros fo tograbados . lo- u a l me nLe, y eguros de qu e co n ell o cumplimos el deber q ue impone rendir homenaje á quien trabaja por el bien común, honramos h oy estas p áo-inas con lo retratos del r. General Brjga r d y de su activo ecretarÍo, D. Rito A . Medina. La falta de espacio no impide publicar la fotografía d el be ll o Puente Bri­gard, con lruielo en Zipaquirá, obre el Rioneg ro. Debe er aLi facción del todo inlen a para un gobernante ver, como ha logrado yerlo el G eneral Brigard, que en cada año de u admini tración e re­gí tran nuevas y va lio a reformas y se afianzan más y má la ad m ir ación J la gratit ud de Jos gobernados. Cuando Quesada haya obtenido u biene lar de­finiti o; cuando e l progre o haya entado allí de modo firme su rea le ; c u ando en lodo y por todo la obra mpezada hoy e té co n clu ida, los h ijos del D epa rta­mento, grato como ellos so n , l a u darán unánimemen ­te e l nombre de q uien con h razo seg uro a eotó las primera ~ a e , y abrió el primer surco para la pri­mera semil la. LA REDACCJÓ Monumento d uo nda (e n onstl'ucción) Zipllquirá. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOGOTA ILUSTRADO 1 29 Venida al mundo en un Templo de MuslIs en donde al igual y por p:l~ejo aficiaban con el rl~ctro en alto, á modo de miLico IDcen arto, su padre, el conocIdo poeta D. LeonidDs Flórez arrastr~do á la 10 a cuando aún nuestra litel'aLura esperaba mll ~ cho .de el, y s.u m~dre, la . 1'3 D." Mer?edes IVl\rez, que rOIll pió su lira al exLlDgUlr e la Vida del que lue amante compañero la Srit.a. Ester Flórez Alvnrez trae en u Dngre el doble Lalento: la I I ~ ~ 11 ~~ 1m ~ ~~ 1/ ~'l<> 1I mi 1m ~~ fu, ;: ~$:' rica in spiración que animó á sus genitores, y que en ella se ha revelado desde niña por sus aficiones literarias y su indiscuti­ble mérito como cuentista fácil, de exquisito estilo y tramas te­jida con episodios siempre humanos. Reúne Floralba, que este es el nombre con que la Srita. Flórez firma sus cuentos, doble auréola de belleza por su gracia y simpatía y por su innegable talento, de la cual dan pá1ida idea el grabado y el cuento que publicamos en seguida. RAZON y AMOR Susana miraba al través de los cristales las ma­cetas del jardín. Una llu via menuda acumulaba grue­sas gotas en las corolas de las flores, que estremecién­dose tenuemente, la dejaban resbalar como silencio­sas lágrimas. Las flores lloraban sin pesar, en tanto que ella, al parecer impasible, sufría esa dolorosa conmoción de toda alma que en la juventud advierte el aspecto amargo de la VIda. Era una hermosa joven, sonrosada y rubia, cuyos ojos, del suave color de la turquesa, pero con la transparencia del cristal, daban la gozo a impresión de una radiante mañana. Entreabrióse la puerta y apareció una muchacha de fisonomía altiva, que la miró fríamente. -¿Andrea, te ha enviado él? la interrogó con in­quietud Susana. -Sí, vengo en favor suyo, mas también impulsa­da por el interés que tú me inspiras. Te niegas á re­cibir á Santiago, te obstinas en ocultarle el motivo de tu rompimiento .... ¿por qué? Yo soy su hermana y tu mejor amiga .... confíate á mí, Susana. Pero Susana, que miraba distraída un arabesco de la alfombra, movió melancólicamente la cabeza. Entonces su amiga le objetó colérica: -Callas porque no tienes cómo disculpar tu vo­lubilidad : eres frívola, insensible. Susana levantó con asombro sus hermosos ojos, empañados por el llanto, y entre sollozos exclamó: -No, no .... i tú no sabes! 1 tú no sabes! los juramen­tos son farsa, el amor es mentira ..... Conmovida ante aquel dolor desborda'nte, la inter­peló dulcemente -:-¿ Me perdona? He debido comprender ue Santla~o era el culpable á pesar de sus prolestas q - Te ~ngañas, la replicó Susana. Ni él ni yo .... Int~rrt1mplóse, mas tomando nervio amente una r eso­lUCión, agr~g? :. ye, nun.ca te habla hablado de ello porque la IntImid ad del hogar es sagrada pero iem­pre he pensa~o qllt- ~is ~adre~ se detestq~ y que sólo el parecer b~ell les ImpIde abofetearse á cada paso. Apenas se reunen en la mesa, y si llegan á hablarse lo ha ce~ con una frialdad que hiela, cuando fJU con pro­vocativa asper~za. No qUlCre decir eslo que á toda hora estén de rtña. 1 ó. Lo han hecho alguna vez pero al presente se soportan aunq~e viven en IJerpetu~ des­~ cuerdo .:. es una desavenencIa oculta, que se adivina IrreconCIlIable. Cuánt~s veces, ~l ver e to, me pregun­taba: ¿cómo han podIdo reUOlrse? ¡ Ellos no e han amado nunca! Mas ~o me atrevía á interrogarlos pen­sando que Jos humIlIarfa, puesto que el matrimonio s610 debe hacerse por amor. . Levantóse y sacó ele un escritorio un cuader­milo que .entregó á su .a mig~, diciéndole con amar­gura que Ignoraba la eXI tenCla de ese memorandum . ({si Jo conozco ant~s jam~s hubiera dado oídos á los ju~ ramentos de antlago Jll le hubiera prometido amor eterno. Llena de ilusiones, pob~e loca de amor, pedí á mamá la . ]]ave d.e un arma,r1O para buscar con mi mano una ,Joya antIgua que dIese interés á las nove­dades de mI trousseau, y halJánd?me en esto, tropiezo con ese cuaderno relegado, olvidado........ Lo abro. ~amá, ~omo. yo, llevaba un diario. Pro igo y em­piezo á InqUIetarme, y acabo llorando y arrojando lejos ?e m~ la argolla que me comprometía á contraer matnmomo. -Pero tu madre creía en el amor en la felicidad le objetó su amiga, mostrándole una página abierta aÍ acaso. -Como yo, le in.terrllmpió Susana. Y mi padre la amaba. como SantIago me ama á mí, y le Juraba como me Jura él, no tener ot!,a voluntad que la suya, obedecerla en todos sus caprtchos, ser su esclavo siem­pre, siempre! Y ya ves .... Llevó Susana el pañuelo de encajes á sus ojos. Andrea le replicó ape adumhrada: - Quizás tu padre tiene un carácter d uro, acaso tu madre es fría, quisquillosa .... -No, mi padre e bondadoso para lodos meno para mamá, y ésta, aunque dulce y ufrida, se hace áspera con él. i Dios mío! ¡Amor, sueños, juramentos~ para llegar á esto! Prefiero en trar á un conven too Quiso Andrea replicar á su amiO'a: ella no la dejó. -Eres joven como yo y no sabes nada del m an­do. Creemos en todo y todo nos enO'aña. 1 Oh! nue - tros padre debieran impedir e to, ¿no es verdad? De - cubrirnos la falsía que nos rodea fuera menos cruel que dejarnos engañar. ,. . Con el arpegio vibrante y fluido de una flauta reía Susana. Era feliz, en tanto que Santiago e mira­ba en sus claro ojos como en las encantada aguas de un lago de leyenda germánica. No pensaba en el tiempo fatigoso y largo que trae los desengaño , en la vida áspera y dura que se desgasta en la vejez. Todo desaparecía de la realidad dejando imperar dulcemen­te á sus corazones. ¿Qué había pasado? A u oído murmuró él un reproche, y ella, con una ingenuidad adorable, exclamó: -¡Qué cosas tengo I Perdóname. i Pen al' que tÚ' eras igual á los demás hombres 1 I La eterna historia! Un niño ciego había burlado y puesto en fuga á la razón, soberana de la luz. FLORALBA Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 13° B0Cé),f~ 'ILU.;TRAD'O ----- -- Facultad de Jytedicina EL RECTOR El Dr. Luis Felipe Cal:lerón, actual Rector de la Fa­- cultad de Medicina y Ciencia~ Naturales de Bogotá, está en toda la plenitud de la vida. Con la energía y entusias­mo que logra producir el cariño por la profesión que se ha escogido, reúne en sí todas las prendas que nacen del .asjduo cultivo de la rama más importante de las (-iencias humanas. Purque es cierto que el carácter de un hombre tiene que perfeccionarse con un largo estudio de los pro­, blemas m1s complicados y difíciles, con la asidua costum­bre de ver todos los dolores de la enfermedad, con la ob­servación minu ciosa de los más pequeños pormenores, has­ta el extremo de que cuando los sentidos, á pesar de estar educados correctamente, no alcanzan á dar la solución vienen en ayuda del médico, para presentarle base segur~ . Por otra parte, ese es ya asun to de la selección que se opera en todos los géneros, en todas las especies, en los individuos todos, como que es ley de vida y prog reso. - Eso, hablando en tesis general, ó, por mejor decir, natural ; de otro modo sería lega lizar la guerra , y no siempre se puede . .. -Líbreme Dios de afirmar lo con­trario. De la lucha vivimos y por medio de la lucha nos perfeccionamos ; necesí­tase, eso sí, que el combate sea fecundo, y provechoso no para un individuo ni para una especie: para el género ínte. g ro. La g uerra , la supremacía de la f uerza sobre la fuerza, fu e el motor de la humanidad en los primeros tiempos. Los pueblos perdían capitales y brazos para ganar brazos y capitales. Eso es selección, eso es ley; selección que pue­de hacerse y se hace, en veces, hoy día; ley que puede cumplirse y que dadas ciertas circunstancias, se cumple en nues­tros tiempos, eso sí, :nás moderada­mente. Labor atorio de las lloicas. Jorgc brLÍocz, Dr. Gabriel Mejía, Luis Salcedo, Gabr iel Toro, y Dr. Gómcz, Jefe de Clíoica. Por dicho se da que en nada me re­fiero á esas revoluciones intestinas, á esas peleas de hermanos, en que se pierden brazos, capitales y cerebros para obte- Estos ligeros datos sobre el nuevo edificio y quienes en él han de trabajar en bien de la humanidad doliente, y las vistas de los jóvenes practicantes que allí prestan sus servicios, dan c1a ra id ea de la importancia de la obra llevada á cabo por el r. Rector de la Escuela, á quien enviamos sincero a plauso. R EG (S(oterones La llovizna se al ejó cañada abajo, y alg unas ventole­ras empezar'>n á sacud ir a tropelladamente los árboles de alIado, con lo cual llovi eron és tos sobre nosotros g randes gotas como las con que principian los chaparrones. Nues­t ras cabalgaduras se animaron. Una revuelta, y el camino se introdujo por entre arquerías de bambúes y chusques. Es, e n aquella parte, guijarroso y siempre ensombrecido. Los ramos, entretejidos, abrazados arriba, fingen el plafón de un tem plo salvaj e. Las batati llas hanse agarrado á los troncos, y apretado, estrang ulado las cabell eras de és­tos, con sus dogales de hojas corazonadas y campanitas a zules. -lIé aquí una vivienda de hadas. Qué clase de ar­tista es la Naturaleza-arti culó uno de mi compañeros chupando su habano y arrojando por boca y narices copos aromosos de humo. -Como que es la madre y nodriza del a rte- contest-5 el otro -La Naturaleza crea, combina; de la misma muer­te hace brotar chorros de vida; para élla no hay destruc­ci6n sino mera transformación, mero proceso evolutivo, siempre constante, de los elementos. 6, acaso- y esto sig­nifica ría más fue rza y grandeza-de a lgún principio de . ner .. . qué? mutilación y pauperismo. Véase SI á algún cerebro de caudill ejo trasnochado se le ocurre que estas dos negaciones puedan ser ganancias. Estas carn icerías entre los miembros de un mismo hogar son más q ue crimen, una insensatez. Por fortuna, entre nos­otros, parece que, en realidad, la cuerda de los tontos haya fenecido definitivamente, Sacó un pañuelo, e!>tornudó, y prosiguió, señalando allá lejos, á la derecha, una cuchilla cubierta en su mayor parte de carrizales y yarumos.-En ese al to se efectuó uno de los combates más horrorosos de la pasada g uerra ; el machete partió cráneos, picó tibias y fémure'); la bayone­ta atravesó estómagos, la sang re se despeñó en arroyos. ¿ Para qué ? Responda á esto la ambición, el deseo de pelechar de algunos. A más de que, después de la revuel­ta, las nulidades siguen vagando en la al tura á q ue las a rro­jó el ventarrón y la covachuela chupa, exprime con sus suc­tores enormes la última gota de sang re-si es q ue ha quedado a lg una-que se desliza lenta y penosamente por las venas de la patria. H:;¡.bíamos llegado á una casa pajiza constru ída al lado derecho del camino sobre una como plazoleta, desde donde se dominan el puente de madera y zinc pintado de ocre y varios chorros y charcos del río atormentado y ru­gidor. Era ya tarde. Un viento tibio venía de lejos, ras­gueaba bambucos en los rastrojales, robaba plumas de ni­dos y vertía en derredor nuéstro un olor pegajoso de sa via desbordada. El s"l e envolvía en gasas á ras de las sierras, y la luz caía sobre los montes cercanos como un diluvio de ámbar. Nos acercámos á la vivienda. -1 Buenas tardes I-gritó el que hasta allí había lle­vado la palabra, como cansado de tanto decir, al mismo tiempo que dándose ciertos aires de suficiencia . Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOGOTA 1LUSTRADO 133 -Se las dé Dios, Doctor-contestó una voz gangosa, desde el interior de la cocina enhollinada. A poco salió al patio una viejecita de frente amplia y ojos azules. Vestla corpiño flojo de fui a y cubría la cabeí:a con un pañuelo rojo y amarillo, que descendía en ángulo agudo á anudár­sele debajo de la barba. Por fuera, sobre los senos laxos, golpeaban rítmica mente un escapulario de lana y una camándula de gruesas cuentas de roble. -¿ Conque tan pronto se nos vuelve el Doctor para esos Bogotaes? Eh I Así no vale la pena un viaje tan largo. -Qué hacer, señora. ¿ Iremos de día al puente? -Quién sabe-dijo la anciana meneando la cabeza- Ya es tarde, y el camino no está tan bueno que digamos. Quédense aquí ; se resuelven á pasar uua mala noche, y usted, Doctor Toribio, me le receta á esa muchacha ; en esto viene. Mirámos á Toribio fijamente. No se inmutó. Qué iba á inmutarse aquel hablador adorable que de todo sabía: era una enciclopedia. Do~ años hacía que estaba en la Facul­tad de Medicina y habla perdido los cursos del primer año. Aun antes de empezar estudios profes ionales ayudaba al médico del pueblo, en las vacaciones, á practicar altas operaciones quirúrgicas. Entend(a de Leyes algo, y de Literatura, no poco. Según los tópicos le tocaran, hablaba de Marey y su zapato, criticaba á Cuvier, amaba á Duval por su teoría del sueño, adoraba á Macaulay, y sin haber hecho estudios muy serios del idioma, y fastidiarle los clási­cos, odiaba á los decadentes. ¿ Por qué este odio? En cier­ta ocasión había escrito un soneto que él se figuró su obra maestra, en que rimaban la1Jlpadarzo, herbolarzo, mis6foro, lir6foro ... etc. No se lo publicó una revista decadente. Des­de entonces encontró que el decadentismo era el palenque de los asnos, y no sé qué periódico le publicó, por ahí en la sección de remitidos, una crítica formidable contra la escuela asnal. Harto admirado me traía con las frases más 6 menos hiladas, más 6 menos lógicas, que había pro­ferido antes, sin las antítesis, retruécanos y regueros de nombres propios de que- en ciertos momentos y según el auditorio-soHa hacer gala. Sin duda D. Joaco, el otro compañero, tan ilustrado como discreto, le había puesto vallas á su erudición. Diré que este D. Joaco, aunque doc­to, no era doctor; no había querido formar en la cuerda luminosa de los titulados. Le mirámos, no se inmut6. ¿ Conque Petrilla sigue mal ?-dijo desabrochándose las polainas.-La veremos, la veremos. Un momento después nos hallábamos sentados en el corredor, bajo el al ero de pa.ja que se estremecía al vien­to. Las bestias en el fondo del patio comían india fresca, produciendo, al molerla entre las mandíbulas, algo como la caricia de un redoble lejano. Caía la noche. Bandas de pájaros negros se alejaban en.el aire gritando. En la media luz se dibuj6 una sombra: era Petrilla. i Qué rapaza, Dios ~anto! Alta, de músculos opulentos, caderas amplias y redondas que cantaban un himno á la curva, labios grue­sos y mojados como teñidos de guinda, ojos grandes y relucientes como bolas de azabache, y una revolución de pelo negro, en aquel instante volandero. Era la concre­ción de la vida, el triunfo de la carne. Sin embargo, esa vida iba mal, esa carne pedía drogas. Cinco 6 seis veces, en los pocos días de vacaciones, había tenido que hacer Toribio las cinco 6 seis leguas que distan del pueblo para venir á re cetaria, y con todo, cada día la muchacha de mal en peor. -Vamos, Petra, vuelvo á examinarte-dijo Toribio levantándose.-Si parece que no tuvieras nada. Estas en­fermedades son, en verdad, el tropiezo de la ciencia. Va­mos- continuó-empujándola suavemente hacia la sala. Al entrar volvió la cara hacia nosotros, nos hizo un guiño -de ojos, nos sonri6 bondadosamente y se relamió los labios de la manera más natural. -Sí, Doctor, vea qué es 10 que tiene esa cisl'Ilática -grit6 la anciana desde la cocinfl.-Siempre es buer1Q -que enciendarl la lamparita. -No hay necesidad, señora-se apresur6 á contes-tar Toribio.-Para auscultarla narla más, que es lo que por ahora se puede hacer, con la luz que hay basta y obra .... D. Joaco y yo nos quedamos en silencio, mirándonos. . Al cabr¡ de un rato me dijo en voz baja: la guerra, es clert , se acab6 entre nosotros, pero la matanza sigue. Pas6 lo que pudiéramos llamar ch:lrlatanerla bélica pero ha quedado la charlatanería científica. ' -Mera evoluci6n, D. Joaco-Ie contesté-nada más que mera evolución, como diría el Doctor. FRANCISCO GIRALDO 0/ {}ene'taL J;ucio ClleLaóco Tiene este distinguido colombiano la fortaleza del roble y lleva en sus venas sangre de una muy ilustre familia que ha dado á la Patna hijos preclaros y á la Iglesia colombia­na uno de sus más ilustres varones. Educado para las armas, ha consagrado á esta carrera sus más preciados años, sin que nada amengüe u brillante hoja de servicios. De una vol un tad incontrastable ; ceñido en sus actos á disciplina severa; de caracter franco y leal, se nos ocurre e tipo de) soldado esclavo de su patria y su deber. El sol de muchas campañas ha dado á su fisonomía ti n­tes de bronce y en ella se trasnparentan sus energías. En 1895 lIev6 á cabo una de las hazaña~ más distingu.idas .de esa campaña, y en la pasada revolucIón ,fue guardIán In­quebrantable de nuestra frontera; el LeOIl del Sur se le lla­mó entonces. Hoy ostenta lujosamente las estrellas y charret:::ras de General en Jefe, que sobre sus hombros han co!ocado los servicios á la República, y actualmente comanda la Zona Militar del uro En Cali, su ciudad natal, se propone conc1u(r una . obra iniciada á sus esfuerzos, el cuartel de esa plaza, y aSI toca á esa ciudad viril el honor de contar, la primera en el país, con un edificio militar hecho con todas las condi~iones del arte. - Y él que nunca h3. soñado con la glona de empleos honoríficos en las más altas esferas, y que al con­trario, ha esquivad() tales distinciones, alternando á. sus f~e~ nas militares el trabajo honrado, siente una satlsfa~cló n muy noble sirviendo á su patria desde los apartados nnco­nes de su terruño. E. NARANJO M. Bogo/á, Mqyo de I907. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 134 ~on..sagraci6n.. d.e .Jy'tOn..SeñOr d(tan..asio 1Ticen.te 50lér ~O~G Ellg del presente mes,!/ en la Iglesia Metropolitana, fue consagrado Obispo de Cilari%o y VicariO Apostdlico de la Goajira Monseñor Atanasio Vicente Soler Royo, cuyo ,retrato -honra hoy las col?lmnas de­B OGOTÁ ILUSTRADO. Cuanto pudiéramos decir acerca de esta solemmdad, á 19- cual asistid lo más selecto de la sociedad bogotana, está contenido en la correspondencia que el r. D. Eparquio Gonzále.z dirIge á (( R igo/ello'" de Barrcmquilla, la que acogemos y publt'camos á continuacidn con verdadero placer. Para el virtuoso Apdstol de Cristo que en cumpliml'ento de su difícil y elevada misidn, salid hace­poco de la capital, consIgnamos aquí nuestro respetuoso saludo y nuestro voto sincero por que sus manos reco­Jan amplios y bellos/rutos en /a grey espiritual de que va á ser agrado Jefe. , I ,roN Eí\on ATA ASID YICE TE OLEn noyo consag¡'ado bi. po de Citarizo y icario Apo tólico de Iv oajira Rogot:\, 20 d Mayo de 1907 r. Director de Rigoletto-Barronquilla Muy eñor mío: Saben ustedes allá que el Revum . Padre tana­sio, de la Orden de Menore apu hin o , fue elegido por Su Santidad hispo de ilarizo y Vicario Apo - tólico de la Goajira, y que con tal m ti o vino á ta capital á recibir ]a consagración de lan el vado Minis­terio. La solemnidad que revi lió el acto á que nos re­ferimos nos mueve á recoger n esta linea las impre­siones nuéstras, {>ara transmitIrla en ]a columna de su ilustrado diarIO á )08 amigos de]a osta, en cuya ampliam nte conocido re petado el ilu tre ml I n ro de an Franci co de A í . Eran la. nueye de la mañana J el 19 de 1ayo, fic ta ele Pente o té , hora fijada para la ceremonia 11 la tarjeta d invi ta ión cuando una electa COllCU­rr ncia invadió las naye de]a Catedral. Estaban allí ]a clegan t dama los Ministro del D spacho Eje­cutivo, di tin O'uido caballero de esta ociedad una multitud de arte ano . gente de piedad La anta Icrl sia atedral empavesada con la ari - lo racia de u arco dorados, con los pa ajes híblicos que a anzado pío ele trazaron cn la suntuo a cúpu­la, y con u vario altares de belleza artística inimi­table, con agrado al uerpo Eucarístico á los Apó - toles d nue tra anta religión. En estas cir unstan- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. B'~Jr~UJIILUSTRAD0 -cia ofició, de rigurosó Po~.tifi~al, el Delegad? Apos­tólico y Enviado Extraor~lOafl.o an te el GO~lCrno de la República, Monseñor. l~ ranCISC(~ R~~onesl. El Re­verendísimo Padre Seglsmundo, hngul ta y geólogo, .que ha venido ejercie,ndo con notable i~teligencia las funcione de Secretano de Fra ' AtanaslO, y que con­tinúa en el delicado encargo de Secretario del nuevo Obispo, leyó la carta a~tó~rafa de Su Sal~tidad, men­- sajera de las bulas pllntlficlas, y acto contmuo Monse­ñor Raada las felicitaciones de sus admiradores y amigos, que le fue­ron llevadas además en alas de la poesía por los Sres. Dr. Toblas Valenzuela, Ministro de Hacienda y Tesoro j D. Samuel Velásquez y D. Ernesto Ponce Pérez. El Sr. Dr. Valenzuela dijo: Escúchame ~ina: Los tenues cendales de gasa que velan discretos tu faz y que vagan flotantes nimbando con nítidas gamas de plácida lumbre tu cuerpo de ninfa, de virgen Driada que alegres mecieron con ritmo de amores las ondas del Cauca, semejan los blancos fulgores que lanzan del Ande eminente las cumbrel: ne\'adas, cuando al casto beso del sol se disuel ven en líquidos tumbos, en rubias madejas formadas con bloques de aljófar, con hilos de plata. La nívea corona, fragante guirnalda que oprime tus sienes teñidas de leche y granada, refleja en tu frente serena, la mística llama de amor, que tu seno de virgen agita y levanta. Así, la diadema tejida en los cielos por dedos sutiles de púdicas magas, con lampos de aurora, con anchos jirones de azur y de escar~ha, refleja del monte lejano en la cumbre la esquiva y amante sonrisa del Alba; del Alba, que, envuelta en mullidos plumones de nubes y nieblas rosadas, despierta á las dulces caricias del astro que amante la sigue, y con besos de fuego disuelve en raudales de lumbre suS labios de grana. Calandria inocente : temprano abandonas el nido de blandos vellones, de musgos y lianas, y el aire llenando con místico trinos, al vacuo cerúleo el vuelo levantas. o apaguen los duros rigores de Invierno el himno sublime de castos amores que lejos del bosque nativo te llama, ni el árido soplo de Otoño marchite las ramas del árbol do espera tu amante batiendo las alas. Ondina , le alejas dejando las pi ayas en donde tejieron tu cuna con frágiles mimbres y suaves encajes de liquen las hada , y alegres mecieron los silfos del bosque tus sueños de infancia. El légamo impuro que bajo las ondas azules se e tanea no enturbie Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOGOTA ILUSTRADO los limpios cristales del lago que surca tu g6ndola blanca, ni el Noto, en sus iras, desgarre con furia inhumana su regio velamen, su casco cuajado de níveas escamas. Gentil mariposa, libélula casta que rompes tu cárcel de límpidas gemas, de perlas y nácar, y en pos de los vagos azules en rápidos giros alegre te lanza buscando en el éter fugaz, tornasoles que tiñan en iris el albo fulgor de tus alas. Agudas espinas á veces traidoras se incautan, bajo el terciopelo vivaz que decora del bosque dormido las ramas. No puncen sus dardos tu cuerpo de virgen, tu carne amasada son ricas esencias de lirios y rosas de Arabia, te rasguen tu peplum de tules de nie ve, tu manto de novia, tu veste inviolada. Las flores que ansiosas el cáliz levantan al tenue rüido de tus titilan tes antenas doradas, te ofrezcan los suaves matice. del iri te brinden su almíbar, te den su fragancia y el polen fecundo que, de sus estambres inquietas arrancan con tímidos besos triscando las auras. El jown Ponce Pérez e expresó a í: Del coraz6n augu.;ta soberana, Bajo el cendal de nieve de tus velo, emejas una flor dulce y lozana, O un astro desprendido de los cielos. Hoy, cediendo á tus férvidos anhelo, Con el donaire de la flor temprana, I altar te acercaste sin recelos, imbada por el sol de la mañana! Con ardiente fervor pido de hinojos Un cielo para ti. ..... corno tus ojos, Al mismo Dio que te form6 tan pura! Que te acompañe perfumada bri a ... .. . y halles en toda boca una sonrisa y en todo coraz6n una ternura! '1 poeta Velásquez ofreci6 para las blanca manos de la desposada, este aromado ramillete de sus flore es­pirituales : C6mo brillan tus joya de lonos varios, y á tus pies, alba niña, refulge e l arte! Aquí eslá el Padre Ensueño que viene á darle Un collar luminoso de solitarios. La ventura en lus ojos tímido arde, y de tus labio brota ándido ruego, na plegaria blanca de calma y fuego, Hecha de par. y rayo:; como la lard . Llena de fe, proba le d I dulce hechizo De una v rtiginosa copa de oro, y vas dici ndo alegre con tv tesoro : Para soñar el alma ólo s hií\o. Nosta lgia d viol las hay en las er s, rfandad d magnolias en los jardin , Relnembranza n los huerto d albos jOr,mine ', iud ;>; de lirios blancos en la praderas, Madrugaron las flores con su blancura, Cariñoso rebaño tras la pastora, A buscar la montaña consoladora Donde florece el árbol de la ternura . Montaña, azul montaña, pomo de olores, A ti va la pastora que alegre sube Hecha de luz y gasas como una nube, Haz que florezca el árbol de sus amores. Es bupna y es sensible; pisa las huellas De la noble matrona de donde arranca, y garza que h'i venido de garza blanca Tiene siempre en las plumas color de estrellas. Difícil sería hacer la relaci6n de los numerosos caba­lleros que circulaban por los salones del Palacio en aquel I inolvidable día, y entre los cuales se hallaban distinguidas personalidades del clero, de la diplomacia, de la polí­tica, de la milida, etc. etc., y aun más difícil recordar á todas las elegantes damas, señoras y señoritas que rodearon á la joven desposada en aquellos momentos, y sin embargo, seguros de no recordar sino mínima parte de ellas, queremos honrar nuestra pálida relaci6n ha­ciendo méritos de que allí vimos á las Sras. de Marlins, de Soares de ouza, de Andrade, de Rodríguez Mendoza, Jones de Valenzuela, Sánchez de Manotas, Tanco de To­rres Elicechea, Carrizosa de Vásquez Cobo, Conde de Gieseken, Piñeres de Pombo, Espinosa de Castello, Cortés de la Torre, Tanco de Malo O'Leary, Tanco de Mancini, Tanco de HerrlOra, Ortiz de Bonnet, Fonseca de Posada, Zerda de Losada, Ponce de Fonseca, Ponce de Castro Uricoechea, Suárez de Coronado, Lorenzana de Manrique, I Uribe de Lorenzana, Ordóñez de Lorenzana, Muñoz de la Torre, Urdaneta de Gamboa, Schroeder de Aya, Maine de García, Hoyos de Soto, Mallarino de Delgado, Valen­zuela de Carrizosa, Angulo de Guzmán, Piedrahita de Sa­nln, Arboleda de Restrepo, Ana de Brigard de Uribe, Inés de Brigard de Uribe, Holguín de Koppel, Fonseca de Gutié rrez, de Cajiao, Calder6n de Márquez y Tejada de Calderón; de uárez; y á much'\5 y bellas señoritas, entre las cuales, forzando la memoria en el kaleidoscopio de nuestros recuerdos, se nos presentan éstas: María Valen­zuela Jones, María Teresa Manotas, María Teresa Pom­bo, Beatriz ralo O'Leary, Fandy Castello, Elena Hol­guín, Delfina de Angulo, Graciela de Angulo, Inés y Lu­cila de astro, Carmen Herrera, Manina de la Torre, Inés d~ la Torre, MaO'dalena y Josefina Garda, Soledad, 1Iaría y Ana oto, María Lui a Vega olano, Elena Uri- , be de Brigard, Lucía de ngulo, Isabel rboleda, Belén y Ana antamaría, Josefina Restrepo, María Teresa Lon­doño, María Teresa áenz, Pepa y licia Botero, ofía Célrrizosa V. y Jos fi.la u~rez B. Poco á poco, y ya a I caer la ta rde, los numero o in­vitados fueron retirá ndose, y cuando el tíltimo present6 sus I expre ione de de pedida y la familia Reyes se reuni6 en íntima fruici6n al red dor del J efe del hogar, es seguro que I alma cariu.,. a de la madre ausente onri6 de satisfac­ci6n al ver la manera acertada y feliz como éste ha sabido hacer veces de madre abnegada con us huérfanas hijas, y deposit6 sobre la frente de la rita. Nina el mismo beso con que n antes y en iguales solemnes momentos bendi­jera á las rita. malia y ofía. En los hogare. de sus I hija erá siempre eO'ida de felicidad el santo recuerdo de la ra. ofía ngulo de R eyes, la mujer fuerte y noble 'lue desde el ielo las cubre con el manto inmortal de us virtud s. Pó 'a111' muy ntido y cariño enviamo á la familia de la di linguida matrona ra. Pilar lvarez de Montaña, que ha bajado á la tumba despué de larga vida d virtudes y merecimiento. Gal ría I:: ' EL 1'1 ~ R RIO " ANGEL MARIA CABALLERO 1 -*5 19 6 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. I I I ---, BOGarA ILUSTRADO ------- -- P RODUCTO S Y PR EC IOS DE V ENTA Bogotá, A bril1. o de 1907 Cerveza Pilsener, Lag er y Dock, docena de media bOlellas .... $ roo docena de botellas dobles....... 19 0 " " " " " Dorpel Sloul docena de medias botellas ...... J 30 " Culmbacher (marca Tlgre) docena de medias botellas ...... J 30 " Tres Emperadores docena de medias botellas ...... 200 " Higiénica docena de medias botellas ...... 180 " en barril, Pilsener, Lager y Bock, el litro ......................... JO Agua ga cosa pura, docena de medias bolellas...... 60 Agua gaseosa con diferentes jarabes, docena de medias botellas...... 80 Sparkling Bavaria Kola, docena de medias botellas...... 60 Ginger le, docena de medias botellas...... 80 Bavaria Cider (Cidra espumosa), docena de medias botellas ...... 120 Extracto de MalLa, docena de medias botellas ...... 420 Hielo, por lnayor, ]a libra ...................... .. ................................ .......... 6 Carbón mineral y vegetal de Zipacón, vendemos á los precios corrien-tes y á domicilio. Des cuentos sobre los productos embote llado s 5 por 100 en .diez ó más docenas 10 por 100 en cien ó más docenas PRECIOS: son los corrientes del día del despacho, aun en el caso de an lici paciones de dinero. BOTELLAS: Vendemos y alquilamos botellas cerveceras. BARRILES: Para la venta de nuestra cerveza en barril hay barriles desde cinco l itros. . . 1I CORCHOS Y L UPULO; Vendemos de muy buena calidad y á di-ferentes precios. I CEBADA: Compramos al contado y á los mojores precios de la plaza grandes cantidades de cebada en grano. II DEUTSCH COLUMBIANISCHE BRAU ER EI G. rn. b. H. El Ger ente, LEO SIEGFRI E D KOPP Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Publicaciones periódicas

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Bogotá Ilustrado - Serie II N. 8

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REP UBLICA DE COLOMEl A ============~~=== ?jgmmmmmmm mmmm IIlrnmlIllIlrnmrnrnlIllIl mmrnm III ~ CONTENIDO j ue tra crónica; Linea de duelo. Tiempo anlo. Cricket. Fiesta amable. Galeda Diplo- I mática. Digno homenaje. ~eeuerdo del a­quetá, por Reg. Bogotá nnt(O'uo, por Alfredo Ortega. Libro y Revi la , por F. Martinez i Riva. Ilustraciones: amuel F. CoIlin , Lorenzo Codazzi. Instantánea de emana Sanla. Jun'a-I I~ rlore de Cricket. rita. Ian ina de la Torre Cort6 . D. Lui Tanco Argáez. D. Florentino Calderón. General Rafael Reye . D. Elfa Re- I yeso D. 6slor Reye. D. El1I'ique Reye . Plazuela de an Cado . PiJa de San iCIO- ¡ rino. Casa del Bal'ón de IIumbollcl. Ba tione y jal'din de San Francisco. Ca a del Marqués de San Jorge. Ca a de {oneda. 9 mrnmmmrnmm mm mm~ Bogotá, ~ bri 1 35 I I ¡ BOGOTA =----=---=--=---=-~- ~mmmmmrnrnrnrnrn rnrnrnrnrnrnmmmrnM 8 CONDICIONES úmero suelto. . . ... . . . . . .. . . . . . • .. 20 Id. en papel extrafino .•••.. ,.. . . • 50 u~cripci~n.á la serie de 5 números . .. 100 I 9 1 lE AVIsos, pagIDa ............. oo ...... 200 13 - t íd .. " .................... 100 I - t íd....................... 50.. 91 I Palabra en small-pica. ..•...•... ... .. 60 ~ ~ Avi os ilustrados, precio convencional 9 1 I lose admiten remitido. 91 I~ La cOl'1'espondeneia debe dirigirse al Admini trador de BOGOT,t tLuS'I\ADO. Apartado de 9 :~ correos número 159, Teléfono número 849' EJI I~ Para todo [o foelacionado J con avisos enten- EII [ derse con el Sr. Pedro J.lJlendoza, calle /3, 9 I númerq /57, ó en la q.dminislración del periódico. EJI 91 I I AO~IINISTI\ACIÓ:-¡; Carla Tamayo. Calle 16¡ 9 Parque de antander, acera Norte, .0 112. si I g \lI!:!lwrnrnWlI1WglQ¡rnrnwrnrnrnrnrn m¡¡¡rn~, IMPRENTA ELÉCTRICA-168, CALLE 10 1 9°7 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOCOTA ILUSTRADO • ~avarla PRODUCTOS Y PRECIOS DE VENTA Bog otá, Abril 1. o de 1907 Cerveza Pilsener, Lager y Dock, docena de media. bo tella ... . $ 1 00 docena de botell as dob les ... .. . . 1 90 " " " " " Doppel Stout docena de media h otell as ... ... 130 " Cu l mbacher (marca Tlgre) docena de medias botell a ...... 1 30 " Tre Emperadores docena de medias botellas ... ... 200 " Higiénica docena de medias bo tell as .. .... 1 80 " en barril, PiJ. ener, Lager y Bock, el litro ............. .......... .. 1 0 Agua ga eo a pura, docena de medía botellas ... ... 60 Agua gaseosa COQ diferentes jarabes, docena de media botell a ..... . 66 Sparkling Bavaria Kola, docena de media botell as .. .. .. 80 Gin ger le, docena de medias botellas.. .. .. 80 Bavaria Cider (C idra e . puma a), doceua de media botel las ... ... 120 Extracto de !alta, docena de media botellas ...... 420: Hielo, por mayor, la libra ........ .................. .. ....... ..... ... ............. ...... ... . 6 Carbón minel'al y veo-etal de Zipacón, vendemo á lo precios corrien-te y él domicilio. Descuentos sobre l os productos embote llados 5 por 100 en diez ó má docenas JO por 100 en cien ó má docena PRECIO : on lo corriente del día del de pacho, aun en el caso de anticipacione de dinero. B TELL ndemo y alquilamo botella cervecera. BARRILE : Para la enta de nuestra cer reza en barril hay harril~ dellde cinco litro . CORCHO Y L UP L : Vendemo de muy buena calidad y á di­ferent s precios. CEJ3ADA: ompramo al contado y á lo mojores precio de la pl aza gra.ndc~ can tidades de echada en grano. DEUTS CH CQLUMBIAN ISCHE BRAUEREI G. m . b. H. El Ger ente, LEO SIEGFRIED KOPP Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Serie 1 Bogotá Ilustrado . . ...... ~ ........ .... '" _ • , ••• t • _ J;gb'til de fgo7 @d&&¡;;¡í&d-, ~~&t/ 8~ftír/o. 8ó/u:'ttJ.rJft d upt?Úf, -~4&hí, $." ~(aíéMt., qpÚtad- LINEAS DE DUELO Caprichosa la muerte y altanerll , ya abate el &rbol -grande, ya el pequeño, cuando no frondoso arbusto ~ hu­milde planta rastrera ; de todo cae á su paso fatídico é ineludible, sin que nada ni nadie fuese crf>ado para la in­mortalidad. Entre montones de montones de vidas, para nosotros indiferentes, á nuestro lado acaba de arrebatar algunas que dejan huella imperecedera en el medio en que por largos años se agitaron, y dos especialmente sim­páticas, vidas de jóvenes, con pleno derecho á larga du­ración, que han terminado por la fuerza bruta de lo im­previsto, estrujadas no por el desgaste normal de cada día, sino por ataque inesperado de la sue rte aleve y tor­nadiza. ALFONSO PARDO DEFRANCISCO, alma sencilla, de ingé­ni ta bondad, que aún creía en los mentidos halagos del mundo, cae inerte á la fosa después de meses y meses de rudo sufrir, quizás llevando consigo el recuerdo de amigos puntillosos del a zul de sus escudos, que le disputaron el derecho de pagar una copa de champagne ...... Más feliz JUAN JosÉ LAGos, j0ven también, Il~no de bondadosa sinceridad, rindió su jornada en las turbias aguas del F unza, y de seguro en la angustia de su lucha final, tuvo algún cariñoso r ecuerdo para los que fueron sus amigos. Era miembro del simpático C. de los E. E., club que oficia en e l altar de la, amistad, y bien sabía que las lágrimas de sus consocios aumentarían, cuando fueran ellos á buscar su cadáver, las qui etas ondas del apacible río, siempre traidoras. Los dioses que quieren, según e l decir del poeta, la muerte de sus escogidos en plena juventud, cuidarán con cariño de la memoria de LAGOS y de PARDO, á cuyas fami­lias enviamos sentido pésame y nuestros votos por que la santa resignación cri stiana sea bálsamo de consuelo para su justo dolor. ~ I Salnuel F. CollillS Nació el 10 de J unio de 1834. Hijo del Coronel Sa­mllel Coll ins, el compañero de Páez en La Cruz, el Caño­fístolo y los pasos de Apure, y de BoJfvar en toda la cam­paña del Sur. H eredó de s u noble padre junto con la me­dalla de los R estauradores d<;1 P erú y. con la oruz de los Libertadores de V f> nezuela, las cualidades características del verdadero cabal1e ro ing lés. Recibi6 su educación en ~I antiguo Colegio de los Jesuítas, y desde niño tuvo que librar dura lucha para sostener á su madre viuda. En 1860 fue Ayudante dpl General Mosquera, y le toc6 colo­car en la Plaza de Bogotá la bandera de la Revoluci6n triunfante . La rectitud de su carácter, su honorabilidad reconocida y su ha bilidad en el manej o de los números, hicieron que desde muy joven ocupara puestos' de respon­sabilidad que desem peñó siempre con lucimiento. Pocos meses después de la fundación del Banco de Colombia fue nombrado Cajero auxiliar y luégo Cajero principal, puesto que, á satisfa cción del Banco y del público, ocupó hasta su muerte. Murió e l 3 del presente, dejando en su hogar y en la sociedad en que vivió, el dulce r ecuerdo de sus modes­tas virtudes. Lorenzo Coclazzi Nació en . París el 28 de O.;tubre de 1840. Hizo sus pr,imeros estudios en el notable Instituto del Dr. José Joa­quín Qrtiz, y en otros Colegios de Bogotá. Ttabajando al lado de su ilustre padr,e lIeg-ó á ser uno de nuestros mejo­res ingenieros prácticos. Como aquél, consagró su vida servir á Colombia. En Oici mbre de 1865 fundó un hogar que fue mode lo de virtude . Italia, cuna de su distinguido padre, supo aprovechar las bellas cualidades de su cora­zón y de su inteligencia, y en varias ocasiones le confió el puesto de Cónsul General y de Encargado de Negocios. En 1904 le dio plenos poderes para el canje de los trata­dos de amistad y comercio entre los dos países. El Go­bierno italiano reconoció el acierto revelado en el desem­peño de estos puestos, y le confirió en Julio de 1892 el título de Caballero de la~ órdene~ de an Mauricio y an Lázaro, y en Marzo de 1904 el de Caballero ·de la Orden de la Corona de Italia. Fue también miembro del Instituto y de la Sociedad Geográfica de Colombia. y miembro fundador de la Sociedad de Ing-enieros. Murió e1 3 de Abril de L907, ha biendo dejado como ciudadano,oomo Ingeniero y ~omo Institutor una hlJella de Lu z y de Citriño ~ Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOGOTA ILUSfRADO en realidad de verdad son sencillo resultado de la entrevista que tuV() la amabilidad de concedernos. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOGOTA !LUS'TRA·nO· simas, á duras p'enas dominada "la fatiga pór el vigor de la juventud, sentí recompensadas tantas penalidades al abrazar en las cercan ías de Mocoa á mi tío Enrique Reyes, encargado entonces de la direcci6n de los trabajos de la 'Compañía en aquellas localidades. Puesto á sus 6rdenes como pequeño auxiliar, ya que mi corta edad á nada mejor daba derecho, me encomendó una comisi6n á Yun­guilla, caserío de indígenas á orillas del río Caquetá, en donde se encontraba mi hermano José María, el mayor de la familia, q uien muri6 poco después á consecuencia del paludismo contraído en aquellas selvas. Allí, con un baño -en las correntosas aguas de nuestro gran río que va á morir al Amazonas, saludé la aurora del año nuevo de J875, creyendo hallarrr.e al principio de la realizaci6n de lmis sueños. D. Elías Reyes Desde entonces y siempre á las órdenes de mi tío Enrique, un titán para el trabajo en la lucha con la natu_ raleza, la vida no fue de sosiego ni de placeres, fue de lucha sin tregua, de sacrificios de toda clase y de sinsa­bores que á duras penas pueden imaginarse. Teníamos á nuestro servicio centenares de hombres sin Dios ni ley, ajenos á toda autoridad, cuyo manejo traía cada día un nuevo problema de valor, de destreza 6 de táctica diplo­mática para mantener por sobre todo la disciplina y á la vez complacer en lo posible las justas exigencias de aque­llos indispensables compañeros. Así pasé año tras año, todos llenos de privaciones y sufrimientos, hasta fines de 1878, en que 11'1. Compañía, viéndome ya capaz de despre­ciar el peligro y de afrontar toda suerte de penalidades premi6 mis servicios haciéndome su socio industrial y m~ encarg6 honrosa expedici6n hacia el Amazonas. 11 E21 efecto (I~, en Jos pr~meros días del año de 1879, ac~mpanado por mi noble amIgo D. Antonio Angulo, hoy residente en el Sur del Cauca, partímos de Mocoa, capital del territorio del Caquetá, provistos de har ina de trigo y de cebada, sal, escopetas, municiones, p6lvora, fulminan­tes, anzuclos y un botiquín con quinina, ipecacuana y lini­mCAto. La distancia de Mocoa á Puerto Guineo es de unas seis leguas, que recorrimos á pie en un día. E n aquel (1 ) Del (olleto publicado en 1902. puerto, sobre el río del mismo nombre, tribut¡{ri6 de{Pu­tumayo, casi en su nacimiento, tomámos una pequeña canoa, manejada por indios de ese caserío. Después de dos días de na vegaci6n, llegámos á Cuembí, sitio habitado por indios semisalvajes y donde pueden atracar vapores que no calen más ~e cuatro pies. De este punto al Ama­zonas mide el río Putumayo, navegables por vapor, 1,200 milla~; y esa distancia íbamos á recorrer, provistos de una canoa m ~ s grande que la que tomámos en Guineo, y tripulada por ocho indios, á los dos días después de nuestra llegada á Cuembí,-último caserío en donde residen indios medio civilizados, partímos lanzando la embarcaci6n á la mitad del río. Ibamos á recorrer una enorme extensi6n : momentos por momentos nos alejábamos más y más de todo sér civilizado; pensábamos en los diferentes peligros que nos amenazaban, tales como la fiebre, un naufragio, el hambre, un ataque de los salvajes 6 de las fieras. En nuestro interior nos despedíamos tiernamente de lC's nués­tros, distantes centenares de leguas, y decíamos adi6s á nuestros compañeros de trabajo; nos encomendábamos á Dios; y sin tener por delante más que el inconmensurable desi e rto, no sin terror, avanzámos hacia su centro. Nave­galldo sin tregua todos los días y algunas noches, cuando la claridad de la luna nos señalaba el rumbo, vendamos aquellas enormes distancias; unas noches dormíamos en las playas, con harta zozobra por el temor á los salvajes y á las fieras; en otras, que navegábamos, nos turnábamos en la vig-ilancia con Angulo ; en las mañanas, acercándonos á la orilla del río, hacíamos grandes provisiones de aves, como camaranas, paujiles, pavas, etc., lo mismo que de zaínos, venados, conejos, etc., y en la noche nos proveía­mos de pescado. Con frecuencia encontrábamos en las pla­yas numerosas tribus de antropófagos, que se ocupaoan en la pesca de tortugas; entonces dirigíamos la canoa á la ribera opuesta y nos ocultábamos en el rancho 6 cu­bierta de aquélla, para evitar que nos hiriesen las flechas envenenadas que nos dirigían; á una temperatura de 3~ á 35 grados centígrados, el calor era la mayor de las pena­lidades que nos acompañaban, sin que dejara de mortifi­carnos también la inmensa cantidad de mosquitos y la estrechez de la embarcaci6n . sí pasaban los días sin que encontráramos signo alguno de la proximidad al Amazo­nas; á veces nos afligía 6 desesperaba el no saber cuándo se pondría término á tan penoso viaje, hasta que al fin, después de veintiocho días de navegación, en una bellísima mañana, al dominar una gran curva del río, se present6 ante nosotros el gigantesco Amazonas, y pocos momentos después, muy fatigados, pero llenos de júbilo, desembar­cábamos en Santo Antón, donde fuimos cariños~mente acogidos por sus habitantes, especialmente por D. Salva­dor Ferreira, anciano portugués. Nos hallábamos en aquel puerto esperando uno de los vapores que debía bajar de Iquitos, para encaminarnos al Pará, donde habríamos de conseg-uir el vapor 6 vapores que necesitábamos para subir á Cuembí, cuando una no­che, sin esperarlo, atracó un vapor que subía el Amazo­nas. Era el vapor Ca1l/tllláll, que nuestros. consignatarios en el Pará, los res. Manuel Pineiro & c.n, habían despa­chado para el Putumayo por orden y cuenta de nuestra Casa. Con mis compañeros de viaje me instalé á bordo, y al día siguient .. á la madrugada empezámos á zurear las ondas del Putumayo, el cual recorrímos, aguas arriba, en 32 días, navegando únicamente en el dta, hasta llegar á Cuembí, lugar en que se debla tomar e l cargamento de quinas. Hicimos ese viaje sin tropiezo alguno; el vapor, con toda su carga, tenía un calado de cuatro pies, y entre los pasajeros figuraba el célebre explorador francés M, Jules Crevaux, con quien penetrámos hasta alguna tribus de indios. Precisamente no puedo olvidar aquí los incidentes ocurridos en una visita que hicimos á la tribu de antrop6- fagos llamada Benedó: atrac6 e l vapor en un punto con el fin de proveerse de leña; alguno de los indios que habían bajado el río conmigo observ6 que se notaba un e trecho sendero que demostraba la existencia de a lguna tribu cer­cana; y como el vapor debía demorarse algunas horas anclado, se nos ocurri6 ir á buscar la tribu. En éfecto, sal­támos á tierra, provistos de escopetas, e l r. Crevaux, su Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOGOTA ILU8TRADO 97 _ -sirviente, llarri~do Apatau, D. Demetrio Salamanca, An­gula, unós seis marineros y yo, y nos dirigimos, sel va adentro, por la vereda; después de caminar unas rlos millas, encontrámos una gran semelitera de plátano, yuca, piñas y chontaduro (palma) ; penetrámos al centro de ella, y de pronto vimos cuatro enormes casas pajizas, de forma redonda, cubiertos en parte los flancos por guaduas, con muchas entradas; luégo sentimos grande algazara, obser­vando al mi mo tiempo que las indias hufan presurosas al bosque con los niño á cuestas, y que los varones se apres­taban con us armas-lanzas de guadua, grande macanas y flechas -para el ataque ó para la defensa; pero nos. otros, colocados en fila al frente de una de las casas llenos de terror ante lo numeroso de la tribu y el aspect¿ de los salvajes, resolvimos, fingiendo amable sonrisa, per­n: tanecer cnmpletamente quietos, con los brazos caídos y Sin hacer el más ligero movimiento ó ademán que pudiera parecer hostil. Entonces, d espués de pocos momentos, los indios bajaron un poco la voz, se colocaron en la entra­das de las casas, y por la que quedaba enfrente de nos­otros fueron acercándosenos dos gigantescos indios, ador­nados con plumas y dibujos en la piel, hechos con achiote y barro de diversos colores, hasta que, ya á nuestro alcance, empezámo de manera muy suave á tocarles el ho~bro y hacerles señas que les demostrasen que nue!:tra actItud era completamente pacífica. Persuadidos de ello, ~ueron . tomándonos de uno en uno de las manos y nos introdUjeron á la morada del Cacique; nos sentaron en sus hamacas ó chúlcltorros, y empezaron á hacernos los ho­nores regalándonos ollitas llenas de veneno que usan para la caza, plátanos en sazón, piñas, plumas, cuerdas aparen­tes para anzuelos, y pajaritos disecados con la mayor perfección. Cuando esto pasat a, nos sentíamos menos amenazados y algo repuestos de la impresión de terror; pero de cuándo en cuándo nos sobresaltaba la manera brusca con que ya varios indios á nuestro derredor exami­naban abismados nuestra ropa, la que suponían hacía parte integrante del cuerpo, así como les causaba grande admiración el color de oro de la abundante barba del Sr. Crevaux y el color de Apatau, negro fino y corpulento, de las Guayanas, que tan importante papel exhibe en las obras de aquel malogrado viajero, asesinado por los indios Tobas del Pilcomayo. Momentos después abandonámos los cómodos asientos en que nos habían colocado, y con paso muy mesurado, sin perder de vista los ademanes de los indios, que nos seguían en continuo hablar, empezámos á recorrer la h'l.bitación del Cacique y de los que constituían su dinastía y de los empleados de gobierno, los cuales se dis­tinguían por los adornos de plumas y por los dibujos hechos sobre la piel, más abundantes que en los demás de la tribu. Como dije atrás, la casa era muy grande, de forma redonda, muy aseada, llena de pilares, donde, una debajo de otra, colocaban las hamacas de palmicha, admirable­mente tejidas; en el centro tenían grandes ollas llenas de plátanos, yuca ó chontaduro en fermentación, con lo cual preparan el licor con que se embriagan, y una especie de barbacoa, encima de la cual había cantidad considerable de carne de zaínos, dantas, venados, monos, conejos y pes­cados, sometidas al humo y á un fuego lento. Nos dieron carne de zaíno, que aceptamos, y quisieron en vano que tomásemos su chicha, licor espeso que fermentan después de mascar sus componentes; pero luégo 'nos sorprendieron mostrándonos un arca hecha de maderos de palma, en la cual tenían considerable cantidad de cráneos humanos, que constItuían los trofeos de sus luchas con las tribus vecinas, cuyos prisioneros eran asados en medio de gran­des fiestas, y comidos en parte, menos la cabeza, que con­servan como reliquia, emblema del valor. El Sr. Crevaux se acercó al depósito de los cráneos, tomó uno, y en el momento el indio que tenía á su lado se lo q uitó con tal fuerza, que el viajero vino al suelo. Después visitámos las otras chozas, y encontrámos muchos trozos de piedras muy finas, con filos cortantes, que les servían para derri­bar, á costa de mucho esfuerzo y de mucho tiempo, los seculares árboles que destruían para hacer sus plantacio­nes. Los indios que en ellas estaban experimentaron las mismas impresiones que los otros; pero fueron menos --------- cu~plidos, porqu~ cuando ya resolvimos despedirnos, me q.ulté un saco de hno que llevaba puesto y se lo di al Ca­cIque, personaje que no nos abandonaba un instante; y al ver esto, los otros se arrojaron sobre nosotros á quitarnos y á pedirnos li\. ropa que usábamos. Dímosles casi todo, á excepción de los pantalones interiores; y risa nos causaba ver cómo se arrebataban y ponían esas piezas: unos se colocaban los pantalones como turbantes; otros se a taban los pies, metiendo cada uno de ellos en las mangas de las camisas, y los más mordían las telas acaso para averiguar qué sabor tenían. Eran ya las tres de la tarde, y como el vapor debía continuar su viaje, nos despedimos, instándoles por medio de señas que nos siguieran; pero ninguno quiso hacerlo. L1egámos á bordo sin olra mala nov~dad que el estrago causado por los mosquitos, que tan amplio campo encon­traron una vez que la mayor parte de nuestra ropa había quedado en manos de los visitados. Poco después de las cuatro y media de la tarde se movió el vapor para na ve­gar unas dos horas, y cuando ya estábamos en medio del río, acudieron unos trescientos indios de todos sexos y tamaños: era la misma tribu que, llevada sin duda por la curiosidad, iba á conocer nuestra embarcación; pero en­tonces se presentó con gritos, acaso de entusiasmo ó de cordialidad, y con las mujeres y los niños, todos en com­pleto estado primitivo. Di orden al car>itán del buque que atracara nuevamente, con el propósito de atraer los indios á bordo, y así lo conseguimos. Tendida la plancha para saltar á tierra, y juzgando que las hachas y cuchillos podían ser para ellos un alici ente, puesto que, como dejo dicho, se servían de piedras cortantes para segar los mon­tes, tomé un hacha ame ricana, nueva, con empuñadura, salté á tierra, y con toda mi fuerza empecé á cortar un árbol. Por el momento todos se quedaron quietos; mas al ver el servicio que el hacha prestaba, se arrojaron sobre mí, :ne la quitaron, la pusieron en manos del Cacique y éste empezó á experimentarla. Volví á bordo, tomé otra hacha, y desdE! la mitad de' la plancha empecé á llamarles la atenci6n y á ofrecérsela. Acercóse el Cacique, quiso tomarla; pero yo no estaba en tierra, y él no se atrevió á seguirme; á mis señales de ofrecimiento y en su deseo de obtenerla, hizo que una de sus mujeres, hermosa india de veinte años, entrara á la plancha ó puenle. Cuando ya estaba en la mitad, empecé á retroceder poco á poco. La india, con una mano sobre el hacha, me seguía asustada, hasta. que estuvimos á bordo. Mientras esto pasaba, los indios, estupefactos, nos miraban en completo silencio, y yo me empeñaba en hacer subir á la india por las escaleras que conducían á cubierta; al fin lo conseguí. Una vez allí, con el capitán y otros empezámos á obsequiarle espejos y abalorios y todo aquello que le podía llamar la atención; le dimos una copa de vino que bebió, galletas y azúcar; luégo la tomé de la mano, y colocándosela en el manubrio de una caja de música II organillo que tratamos, empezó á tocar. Se asustó la india al principio, pero después sigui6 tocando sola. Los indios que estaban en tierra hacían esfuerzos por entrar á bordo, pero no se atrevían. alté á tierra, tomé de la mano al Cacique, y sin mayor esfuerzo conseguí que entrara al vapor. 1 ver esto, los demás lo siO'uieron con estrepitosa gritería y, cuando menos lo pen­s: mos, el vapor tenía á bordo casi toda la tribu. Siguió sonando el organillo tocado por la india; todos se acerca­ban á examinarlo, pero siempre cautelosos y asuc:tados. Les dimos lo mismo que á la india, agregando tabacos, aguardiente, hachas, machetes, cuchillos y ropa, artículos que el buque traía en gran cantidad para nuestros qui­neros. Todo lo que veían en el bUéjue les causaba admira­ción , como era natural; pero lo que más le.s ma.r avillaba era por qué podían estar en un segundo piSO Slll caer, y frecuentemente pisaban con fuerza la cubierta y la toca­ban con las manos, se acercaban á dos espejos grandes que había en el saloncito y se miraban con la mayor sor­presa; hacían g estos, se ponían las manos en la cara-y palpaban y lamían el espejo; paseaban por todo el bu­que, mirándolo y cog iéndolo todo, con el deseo de lIeYar~ cuanto vefan. Mas como ya avanzaba la tarde , emprendl- ( ¡gue en la págIna 100) Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOGOTA ILUSTRADO El alma de NÉsTon REYES, i finnmente cultivllda pOI' su e ludio que ostentaron las de sus hermanos en las faenas, en la advel"idad y en de su raza con el mismo vigor, y hada florel'or en u corazón, igualmente rolsmos increíbles. I I I , en BoO'ot.1 y Tueva York, mostró la entereza indomable, 1 peliO'ro; en su ér golpeaba la excepcional y r ica sangre e pléndida , las flore de lo grandes anhelos y de los 1e- Abandonándolo todo, entró con us herm:lnos en In ohra de exploración, y con ello marcó hacia de conocidos horizontes su rumbo~ animado por ese soplo de mi trio y de gloria que han de ntir quiene así, hermo :lmente audaces, de afían lo i"'noto y miran cara á cara su propia suerte. El, cOJ!l0 sus compañeros, hall? en e a ti rra que ,ello ~anab!ln para el proO're o l~umaoo, adver idade~ y sufrim~ntos; él soportó 1:1Ir.1>16n las rudas faena y VIO d filar len la!'; é Inlel'm lOahle las hora ele anO'u tIa J' de e peranza, baJO la marana de e-as selvas para ellos hostiles; él tarnJiién, fuert ó inflexible inl ió pa ar loda la amar""uras d aquellos días, sostenido iempre por una superior esperanza, consolado por la seguridad d que, i fl'aC:l Sa l'nn todos ello" u Patria había recibido un beneficio, P ara él tambión vino, en aquellas comarca " vlrl?cnes, la hora del único re po o' la Muerte también le buscó allí, pero no como á su hermano Enrique, callada y suave, s ino de rnod Inc pel'ado y tl'árrico, Entre el silencio solemne de la montaña, hnjo el amparo de un ~I'hol enorme y viejo, ti hermano Rafael dio á esa tierra, an­tes no ,violoda, los restos de aquel oll'o héroe que ofrendó ni bien de todos u vida, gallarda y bravamente como cumple á lo héroe auténtICOS. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOGOTA ILUSTRADO ------------- - - 99 El\1\IQUE RE) ES fue un "itroros? lu chador, que de de ~1~y temprana edad oportó en. u !J1'azos, intrénüamenle aptos para las grandes faena, el peso de los más dehcado debere: u. e 'ptrllll, prcmaturamente .fortalec.ldo plH' la bl'etra y lleno de e a erenidad y ese valor que ponen) en lo más hondo del sér, los sUfrtn11entos temprano, .marco, con pIe firme) c1camino áspero que hubo de señalarle la vida. Alma qué ~aba el combate y donde holg'adame~l~ cambIan lo Olá altos anhel? ' domó siempre el re io obs­táculo y apartó la maleza eneml~aJ seguro de hallar, tl'as la ruda lidia en que se de trarraban u ngore, el amplio y bello éxito que corona á quienes así luchan her?ica y ~all~damente. " " . J unto con sus hermano~ r~ahzó la ttlántea ~x'ploracl~n ?rl Amazona, y ?p.:>rto. con ánun,0 ,Inquebrantable y con inquebran­table serenidad, todos los sufrImientos de aquel Viaje, sufl'lmlento que, por u ¡nten ¡dad, se dma olorado má allá de la re is tencia humana. Cuando empezaba á mirar de cerca su triunro, JogTado á travé de lanto increíble e fue/'zo, ,ino para su e píritll el de ean'o definitivo. La misma Muerte que llegó á bu carie así, en lejanas tierras ad"er a ,lejo de todo lo qnp. amó, cuando us manos tocaban la cumbre no logró hacer que vacilara su alma hel'oica. En la cubierta de u buque, tranquilo, re -ignado, anle las selvas que miraron su aud;cia) bajo el cielo indiferente y extraño, vio llegar la Muerte y le tendió los brazo que no vac ilaron entonee ,los brazo que 'DO habían vaCilado nunca, sus fuert es hrozos hecho rnra domeñar el Pc"t i nn. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 100 BOGOTA ILUSTRADO mos la tarea de poner en tierra á nuestros visitantes, 10 cual conseguimos no sin trabajo, aunque siem pre con la mayor suavidad. Cerca de las seis de la tarde zarpó nue­vamente el vapor, navegámos hacia arriba unas cuatro míllas y fuimos á anclar á la ribera opuesta, pues no era prudente hacerlo en la otra. Al día siguiente ~ la madrugada levó anclas el vapor y continuámos nuestra lenta y monótona marcha ; llevá­bamos ya quince días navegando en aguas del Putumayo, viendo el mismo,bosque, matando de los mismos mosquitos, soportando el mismo calor y siempre angustiados con el mismo temor de que el buque encallara ó fuera su casco he­rido por algún tronco oculto por las aguas. Mas á veces esa monotonía desaparecfa en presencia de indios que salían á las playas, de tigres, dantas zaínos, venados, monos de diferentes cIases y tamaños, culebras de varias dimensiones y colores, y otros cuantos animales del de­sierto que encontrábamos á nuestra vista . Así continuámos muchos días más, hasta que al completar 32 de na vega­ción en el Putumayo, lIegámos á Cuembí, donde nos espe­raba Rafael Reyes, Director Gerente de la Empresa y fundador de la navegaci6n por vapor en aquel río. Preci­samente el primer vapor en que él lo subi6 perteneció á la Empresa, lo lIam6 TUlldama, y hoj' se halla hundido en La Sofía, puerto situado doce leguas arriba de CuembL Al día siguiente á nuestra llegada empezámos á car­gar de quinas el vapor. Terminada esa C'peración, se fijó la hora de partida para el Amazonas, y se dispuso por el Gerente de la Empresa que yo debía regresar é ir al Pará á hacer armar en sus astilleros un vapor que en ews días debía haber sido despachad,o de los Estados Unidos por cuenta y orden de la misma Empresa, vapor que se pidi6 en reemplazo de El Colombz'a, también de la Empresa, ar­mado en"\ illmington y que naufragó pocos días des pués de haber salido de an Thomas, sin que e hubiera sa lva­do ninguno de los tripulante~. Al favor de una gran creciente del río, zarpó el Ca- 1lUmál1, y empf>zámos nuevo viaje, llevando yo el pec;ar de la ausencia de los míos, de mis compañeros de trabajo y de la Patria. A los seis días de na vegaci6n, aguas abajo, llegámos al punto de nuestra entrevista con la tribu Bme­ció; al acercarnos vimos dos indios que levantaban los brazos, y al llegar á la orilla notámo que la tribu, con las herramientas que les habíamos dado, había preparado una cantidad considerable de leña, que el vapor embarcó. Mientras esto sucedía, de pronto se nos pre entaron nueva­mente los indios, festivos, sin miedo, muy confianzudos y llevándonos piñas, plátanos y otras cosas. En esta vez no hubo necesidad de invitarlos á venir á bordo; apenas lle­garon, pasaron el puente, subieron la escalera y se repitió por completo la escena de la primera <,casión. Embarcada parte de la leña, y ya dispuestos á continuar el viaje, nos ocupámos todos, de!>de el Capitán hasta el último marine­ro, en poner en tierra á los indios, haciéndolo con la ma­yor suavidad, á fin de que no les qu~dase el menor recuer­do desagradable. Partimos, no sin tristeza, al ver que los ¡nfelice volvían á continuar su vida absolutamente salva­je, sin que sintiesen como signo de civilización más que el favor de las herramientas y de los abrigos que en buena hora les obsequiámos. Cinco días después, haciendo un viaje muy rápido, de­bido á lo crecido del río, terminámos la navegación del Putumayo y entrámos en el Amazonas; en Tunantins, puerto sobre el río del mismo nombre yafluénte de aquél, tomámos algunas provisiones y continuámos nuestra mar­cha, navegando día y noche sin tropiezo alguno, atracan­do únicamente en los puntos en que deblamos embarcar combustible y en alguna de las bellas poblacione que tie­ne el Amazonas en sus orillas. En aquella época navega­ban este río y sus afluentes 170 vapores, aparte de los transatlánticos que subían hasta Manaos, importantísima ciudad situada en la desembocadura del Rionegro, lo cual hacía que lñ navegación, lejos de ser mon6tona y cansada, como acontecía en el Putumayo, nos fuese animada y di­vertida. Todos esos vapores que surcaban las aguas de los ríos afluentes del AmMonas, iban provistos de víveres mercancías é inmigrantes, y regresaban al Pará plena: mente cargados de caucho, castañas 6 nueces de! Pará, manteca de tortuga, maderas finísimas, cacao, bálsamos de Copaiba y de Tolú, zarzaparrilla, ipecacuana, tagua, maderas de tinte, etc., y todo esto constituía una enorme riqueza en fruto~ de exportación, que en halagadora abun­dancia se encuentran en las riberas de los ríos Putumayo, Caquetá y sus afluentes, especialmente en la zona cercana al Amazonas. Siete días después lIegámos a~ Pará, distante apenas de la desembocadura del Amazonas en el Atlántico unas sesenta millas; y por demás sería enumerar las variadas y agradables impresiones que experimenté, después dI'! tantos años de desierto, al llegar á una ciudad bella, de gran movimiento, y que ?frece todas las comodidad e!> hijas de la civilizaci6n. Pasadas unas cinco semanas, lleg6 el vapor desarma­do, á bordo de un gran buque de vela, y fue desembarca­do en el astillero, donde se emprendi6 en seguida la ar­mada; cuatro meses después se echó el buque al agua, registrado con el nombre de Caquetá, y aquel día se hizo la prueba acostumbrada. Lleno de júbilo, y acompañado por el Gobernador de la Provincia, sus Secretarios y los empleados superiores del Arsenal de Marina, veía yo que el vaporcito-izada la bandera :colombiana á proa y la brasil era á popa-recorría la bahía, pasando por en me­dio de algo más de cien barcos que estaban anclados. Cumplida mi misi6n, únicamente esperé que llegara un considerable cargamento de mercancfa que la Casa había pedido á Europa y á los Estados Unidos, para em­prender el viaje, en que tenía que recorrer, ~guas arriba, unas 2,100 millas de Amazonas y 1,200 de Putumayo. Convenientemente tripulado el vapor, y con provisiones para tres meses, zarpámos del Pará á la madrugada, que es la hora adecuada para pasar la bahía de Maranhao en calma, y no sin muchas penalidades, por causa del excesi­vo calor, de los mosquito, de una alimentación dañina, etc., rendímos el viaje á los 52 días de navegación y llegá­mos á Cuembí. En el PutuITlayo visitámos varias tribus de salvaj es, y, como en la de Beneció, encontrámos bastante leña prepa­rada por los indios de e a tribu, demorámos en aquel punto algunas horas y fuimos visitados nuevamente por aquélla: Estaba ya catequizada, y en esta vez nos volvie ron á ob­sequiar con lo mismo que en las demás ocasiones, agre­gando algo de caucho y de sarrapia, que usan en la parte superiúr de los brazos como adorno y como perfume. Un poco más acá de aquel punto, penetrámos en las chG'las de la tribu llamada Orejones, cuyo nombre se debe á que desde que nacen les perforan las orejas y van introdu­ciéndoles con frecuencia palos cada vez más g ruesos, has­te que con el tiempo les cae la oreja casi al hombro; pero esta tribu vive á la orilla del río en chozas pequeñas de vara en tierra; en el día permanecen en sus hamacas, á causa de la enorme cantidad de mosquitos, y por la no­che se consagran á la pesca, único medio de alimentación que tienen. Horror nos causó ver en ellos s6lo espectro consumidos por el hambre y por la tisis. Descargado el vapor, se llenó luégo de quinas, y se embarc6 en él mi tío, el abnegado y laborioso Enrique Reyes, quien poco después y de regreso del río Yabari, rindló su vida á causa de una fiebre, á bordo de una lan­chita- vapor en que subía el Amazonas en direcci6n á Iquitos. Partió el vapor, y yo permanecí en Cuembí acompa­ñado por los indios de aquel caserío. Después de disponer 10 conveniente para subir hasta Guineo, en pequeñas ca­noas, el cargamento de mercancías, compuesto de unos mil quinientos bultos, emprendí mi viaje en una canoita, y á los nueve días de navegaci6n á p¡tlanca lIeo-ué á Guineo, de donde al día siguiente continué viaje de á pie hasta Mo­coa, centro rle las operaciones de extracción de quinas. Justamente, en aquella época fue cuando hicimos podero­sos descubrimientos de quinas cupreas, con abundancia verdaderamente increíble: en la ribera oriental del Ca­quetá, al partir de Desc nse hasta la desembocadura de Horleguaza, es decir, en una extensión de unas 500 millas, á una temperatura de 24 á 30 grados centígrados, descu- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOGOTA ILUSTRADO 101 brimos quinales abundantísimos que, al hacer los respec­tivos análisis, nos dieran un resultado de 4, 3t , 4, 4t Y hasta 6 por 100 de alcaloides; estos quinal es existen en la base de la cordillera y en los lugares planos de hoya del do Caquetá; luégo, ascendiendo á una temperatura oe 16 á 18 grados centígrados, se encuentra la quina na­ranja, que en lo general da un resultado en alcaloides del t3 por 100, y después', ya en la zona fría, á una tempera­tura de 12 á 14 grados, se halla la quina tuna, de una ri­queza del 3 al 4 por 100, también de alcaloides. Quizá no esté lejano el día en que esa gran riqueza pueda ser nue­vamente explotada con ventaja. Llegado el caso, se verá la importancia y utilidad del estudio que sobre las quinas de Colombia public6 el Dr. Nicolás Osorio." Ganando siempre terreno continu6 sus trabajos la com­pañía empeñándose en fomentar la navegaci6n de los ríos, hasta 1882, época en la cual sal{ á Buenaventura con la em­presa de llevar gentes hábiles para el manejo de canoas en el Caquttá y sus afluentes; alll catequicé, por decirlo así, contra la opini6n de muchos comerciantes de la localidad, sesenta bogas del Dagua, de esos de quienes deela D. Julio Arboleda que cada boga es U1l héroe y cada palancazo un milagro, y los embarqué en el vapor inglés Glala con rumbo á Tumaco ; subí luégo por los ríos Patía y Telembí hasta Barbacoas, de donde, ya provisto de cuanto la Em­presa requería, asumí el oficio de capataz Ó domador, y en tan poco envidiable compañía, emprendí viaje á pie por la montaña hasta P/edra-ancha, pequeño caserío á ocho leguas de Túquerres, y después á Pasto, en donde se encontraba el jefe de la Casa entonces, mi tlo el Sr. Ge­neral Reyes, quien en vista de la clase de gente que me acompañaba y temeroso de los desmanes que pudiera cometer en la ci1ldad, me excit6 á seguir viaje inmediata­mente. Acepté tan prudente indicación, á pesar de lo mu­cho que necesitaba algún tiempo de descanso, y tomé camino del Caquetá. Mis compañeros, habituados á la vida mon6tona de sus canoas en el Dagua, sentían dolor intenso á cada paso que daban en los senderos del desierto, y bien se comprende cuántos sinsabores me ocasionaría la transi­ci6n harto penosa que aquellas gentes experimentaban en sus hábitos y en su género de vida. Después de quince días de viaje por montaña casi virgen, que ahora recuerdo como una pesadilla, agobiados por la fatiga, las escaseces y las penalidades del viaje, lIegámos á Puerto Lll11ón, ca­serío de indios á la margen derecha del caudaloso Caque­tá ó Yupurá, y allí distribuí mi gente y organicé la manera como debía prestarse el servicio para navegar ese río y sus aftuente~; en servicio de la Empresa, cuyos negocios marchaban cada día con mejor éxito y ya contabla para sus trabajos con algo más de mil hombres, fuera de lo!:. indios catequizados, con varios buques de vapor y un cre- , cid o número de embarcaciones> menores, y con suficientes centros de operaciones 6 agencias, provistos todos de se­menteras de plátanos, yucas, arroz, maíz, caña de azúcar, café y pastos que ya empezaban á alimentar ganados lle­vados desde Pasto casi en hombros, si ' vale la expresi6n, de gigantes humanos. Entonces, cuando todo pareela sonreímos y la Com­pañía creía asegurado el premio de sus labores, que vidas tan preciosas habían costado y tantos esfuerzos y tantos sacrificios, amén de ingentes sumas de dinero, vino como un rayo devastador, de aquellos que se desprenden sin lluvia, el enorme desastre que abatió no s6lo á Colombia sino también al Ecuador: la baja de las quinas, causada por las plantaciones hechas en la India con semillas lJeva­das de Pitay6, sitio cercano á Popayán ... Con profundo dolor puse término á los trabajos de la magna empresa, seguramente la de mayor trascendencia que hasta ahora haya visto el país entre las de su clase, iniciada y sostenida con admirable constancia por los her­manos Reyes-Elías, Rafael, Néstor y Enrique-de los cuales tres rindieron la vida en su servicio; enterré allí los dorados sueños de 'Tli niñez, y abandoné para siempre las inmensas selvas del Caquetá, que á ¡ni juicio, Y á pe ar del desastre sufrido, son promesa de redenci6n para el progreso de Colombia. / En efecto, (/ el territorio del Caquetá (1) es la vasta regi6n comprendida entre la cordilJera de los Andes y los ríos Ag-uarico y Napo, por el Centro y Norte; el Amazonas­por el Sur, hasta la desembocadura del río Caquetá Ó Yu­purá; y este río, aguas arriba, por el Oriente hasta su nacimiento en la mencionada cordillera. Esta in~ensa ex­tensi6n de terreno está regado por los mencionados dos y sus afluentes, y, además, por el río Putumayo ó Icá y sus tributarios; todos eUos pueden ser en la parte baja en relaci6n á la cordillera, navegables por lanchas de v~por en trayectos más 6 menos largos, y por canoas hasta muy cerca de la conlil1era. El clima del Caquetá es ardiente y algo maisano so­bre todo en los cambios de la estación de invierno á I~ de verano : son meses de verano los de Octubre á Marzo y de invierno los seis restantes del año ; la naturaleza del terreno es plana en casi toda su extensi6n, y anegadiza en su mayor parte durante la época de invierno por conse­cuencia de lo .,; grandes desbordes de los ríos; la fertilidad del suelo es asombrosa; el cacao se encuentra en estado­sil vestre; el b~nano, la . caña de azúcar y todos los pro­ductos de las tierras cáhdas se desarrollan allí admirable_ mente; en la regi6n q'ue bañan los ríos Aguarico afluente del N~po 't San Mig,uel, que ll eva sus aguas al P~tumayo, hay nquíslmos alu vlOnes de oro, lo mismo que acontece en el río Caquetá y m~ chos de !>us t ributarios. Asimismo en toda la ex~ensi6n d~1 territorio se encuentran, en mayo; Ó menor cantidad, segun la zona, el caucho de diferentes calidades, la zarzaparrilla, la ipecacuana, sarrapia, bálsa­mo del Tolú y de Copaiba, nueces llamadas del Pará, ta-. guas, fihras y superiores maderas de tinte y de construc­ción. La riqueza en quinas es verdaderamente sorpren­dente: encuéntranse en abundancia extraordinaria y de calidades diversas, según la zona, en una extensión de más de quinientas millas, partiendo del caserío llamado Des­canse, sobre el río Caquetá, casi en su nacimiento, hasta la desembocadura del Horteguaza, su tributario. El caucho abunda en toda la región bañada por los ríos Caquetá Ó Yupurá, Putumayo 6 Id, apo y sus afluen­te,>, siendo de advertirse que, tanto la calidad como la can­tidad de árboles, es superior en la parte baja de los ríos á la de las cercanía!> á la cordillera, donde no se encuen­tran agrupaciones considerables de árboles; pero se ha observado que la región más rica en caucho es la hoya del río Caquetá y la parte baja del Putumayo, partiendo de Cosacuntí hasta el Amazonas." Todo convida en el Caquetá para el trabajo. y pued~ aSf'gurarse que de esas regiones, hoy incultas, surgi rá et progreso de Colombia el día en qU t:: comience á dar sus fru tos la lección de valor y de constancia para el bien que allí nos dieron los abnegados hermanos Reyes, y que con su vida grabaron Nést"r y Enrique en las playas solitarias y silenciosas que los vieron morir. Bien lo ha comprendido así el Gobierno, pues desde fines del año de 1890 el Congreso expidió la Ley 103, de 22 de Diciembre, que autoriza al Gobierno para crear misiones y policía en la región regada por los ríos Putu­mayo, Caquetá y sus afluentes; en ese año desempeñaba el cargo de Ministro de Gobierno mi estimado y respeta­ble amigo Dr. Antonio Roldán, y él, movido siempre por los más altos sentimientos de progreso y de patriotismo y queriendo llevar á la práctica lo dispuesto en aquella ley, solicitó de mí una exposición sobre el establecimiento de la navegación en los citados ríos, así como de colonias y de misiones, la cual tuve el gusto de pasársela con fecha 10 de oviembre de 1901, pero desgraciadamente, en aquella época, nuestro Tesoro estaba muy exhausto, y no fue posible allegar los recursos que la ejecuci6n práctica demandaba. Posteriormente, en Enero de 1893, una respetable casa de comercio <':stablecida en Nueva York solicitó tam­bién de mí una relación sobre el territorio del Caquetá y sus productos, y hube de enviársela con fecha 29 de Abril de aquel año. De entonces para acá esta labor oficial ha continuado, y de seguro pronto será coronada con éxito brillante. (1) Del folleto citado ' ANca DE Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 102 BOGOT A ILUS fRADO Bogotá anti euo APUNTES DE ARQUITECTURA Por las obras de arquitectura que aparecen de vez en cuándo en Bogotá, puede medirse el progreso material que ha venido transformando á esta ciudad, haciéndole perder el aspecto de antigua villa y dán­dole un carácter más en armonía con las modernas -exigencia sociale. El an tiguo estilo español (fig. 1), de pesadas manifestacione y de severidad casi monástica, va Plazoleta de San CarIo desapareciendo diariamente, y no e tá tal vez muy lejano el día en que el arti ta ó el poeta que de een evocar el pa ado, vayan á ci udades de eo'undo ord'en á hu car aquella vetu las casa que, en la noches de luna, se iluminan melancólicamente y "iyen como en­vuelta en añeja ' mi terio as leyendas. Antigua pila de San ictorino En la Revista CO/tlempOrÚnN{ t u vi mos la o a­sión de hablar de aquel estilo d no dificil cla i11 a­ción y del cual da ulla idea BOGOTÁ IL "mAD n Jos gra~ado~ (IlH' nos .pr~ nta. Ello, m jnr que una larga y. ~lOuclO sa deScflpclón, nos hacen on cer la di po­slclón qu se daba á la fachada de e a vieja mansio­nes que, encorvadas por los años, ven apar er á u lado nuevas generaciones de casas de distin tos estilos y esperan sonrientes y adornadas de flores las venta­nas y de ramos benditos los balconeS, el momento en que habrán de ser demolidas. Esas habitaciones ca­racterísticas de la época colonial están llamadas á desaparecer muy pronto de esta ciudad. Las innovaciones en arquitectura se acentúan cada vez más en esta capital: la elegante fuente de bronce reemplaza , hoy el sitio ocupado por aquella pila histórica, que presenció los primeros retozos de nuestra independencia y que costó algunos reales al ca nónigo Andrade. El cin cel que activa la r forma que imprime á la piedra el genio, y la pi­queta que diariamente esboza la faz que pre­sentará en lo futuro Bo­gotá J de truyeron en breve el conj u n Lo de cal y canto que adornaba la Plaza de Nariño. Aquel pilón dórico (fig. 2) presentaba has­ta la altura del caveto un aspecto agradable, aun cuando su corona­miento era un estéril montón de piedras, so­bre el cual urgían, con un roto farol, algunos vasos de tierra cocida, motivo ornamental muy empleado en la arqui­tectura del siglo XVllI. Ostentaba en uno de u fren te el escudo de arma de la ciudad. Una láp ida memorativa qt¡e interrumpía la metopas y triglifo del fri. 0, con el' aba la huella que en mo­mento de exalta.ci?n patriótica dejó el ardor bélico, al respetar la Cifra JH y borrar la in cripción. El ba amento, que el u o de un iO' lo dejó de­truído, la de moronada taza y lo muro aO'riet.ados y Ca a que habitó el Bl\rón de IlumboldL cubierLo. de liqu n, 1, daban un carácter Il1U ' pinto­re co y propio como fo ndo d animada e. cena de fon­tanera, 011 su cánlaro rojo caña de bambú con embud el lIemo. E a fu nt no alcanzó d m '¡,('cer lo honore d un mu OJ pero . 11 Ilomhr , por lo meno fue recogi­do por la Hi. toria. on una r tauración hábil hubiera c. perado el momento en qu 1 hronc , que con ervará la actitud que a umió el h r en Pa to, viniera á r mplazarla. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOGOT A ILUSTRA [ O ----------------------~~-----------~ 1°3 La casa aristocrática que hospedó el Barón de ~umboJdL (fig. 3) ha venido á menos con el tiempo y sirve hoy de modeslo mesón de provincianos. Las res­tauraciones que le han hecho manos chapuceras no la li?rar~n de la demolición á que está condenada por su sltuaclón central, que reclama un mejor edificio. Los muros viejos caen y ceden su sitio á esbel­tas reja metálicas (fig. 4) que pI'otegen los jardines hechos en lo antiguos ba lIrero, y lo ro­sales cubren h o y de pétalos los machones agrietados, que fueron erigidos hace a mu­cho tiempo, por nues­uos antepasado, c n honor de su eguridad personal, gravemente comprometida por los temblores de tierra. La ventana de hie­rro que cantó el poeta y que ostentaba en su parte más alta un in-descifrable blasón y un I'arque del Ob ervatorio ramo bendito, e de-rribada de su pue to para ser transformarla en cla­vos y herradura ,g-racia al e p(ritu de mercantilismo que informa el iglo actual. El afán de reformar el p tilo antiguo también invade las iglesia. Lo altal'e de líneas r.omp/icada se reemplazan por otros que guardan mejor armonía con la estética; los decoradores ejercitan continua­mente su arte en las volutas y acantos de lo capite­les ó en la cornisas de los templos. Desgraciadamen­te el buen gusto no dirige iempre la innovacione , y por la imitación se cometen lamentable errores: los cielos rasos de nogal tallado se pintan con tierras de colores, y las bóvedas de piedra ó de ladrillo que cubren las torres, semejan mezquinas techumbre de hoja de lata, bajo la pintura de aceite con que e ha tratado de imitar la cubierta galvanizada de las man­sardas construídas recientemente. La casa en que vivió el Marqués de San Jorge (fig. 5) puede presentarse como el mejor modelo de la arquitectura á que nos estamos refiriendo, y deseamos que el progreso pase por su lado Sin tocarla más que con los ligeros hilos con que á modo de tela de araña la envuelve. Otra casa que conserva también su carácter anti­guo, no obstante las reformas que se le han hecho en distintas épocas, es la Casa de Moneda (fig. 6), de la cual no se sabe con precisión la fecha en que fue construida. De Jos documentos del archi, o de esta casa, apa­rece que en el año de 1622 eran Tesorero el Sr. Alon­so TruxilJo de Tebra, y Escribano Estacio Sanguino Rangel. En aquel tiempo figuraba como Presidente, Gobernador y Capitán General del extin~uido Nuevo Reino de Granada el Sr. D. Juan de BorJa y Caballe­ro (de la orden de Santiago). . Fu! restaurada en 1756, según se deduce de la sIguiente inscripción, que lleva el friso del pórtico de la entrada: REINANDO DO FERNAD DO VI EL JUSTO SE 1 CORPORO EN su REAL DOMI "lO no REDIFICO AMPLIO'1 A ESTA REAL CASA DE MONEDA A-OD·1.756. I I ,I y en el arquitrabe se lee lo siguiente: SIENDO VIRl\EY EL EXmo Sor DU JOSEPll FOLCIID CARDONA y Pl\I¡\fER SUpor INTENDENto EL SEÑOR MIGUEL DE SANTISTEVA . Eo medio de esla última inscripción estaba el Escl~do Real d~ E paña, que fue destruido por los patnotas.del an? de ~9, y quedó converlido en testi­go de la mlran 1gencla humana. Respecto. de la ~aquinaria de la caM, consta que los e pañoles llItroduJ~ron de Sevilla lo que necesita­ron durante l.a Colo,ola. De aquélla existe solamen­te ,una máquma para hincar los troqueles, que fue tralda en 1784. La demás fue introducida por el General Mosquera en 1848 Y por el Presidente Otálo­ra en el año efe 1883 (r). . De e ta última fecha en ad el.ante muy poco se pi eocuparon Jos Gobernantes anterJOres al Gobierno del ,Excmo. General Reyes, del local y de su maqui­n~ fla, hasta el .extremo de quedar esta última casi ol­VIdada en los rIncones del edificio. Casa que habitó el Marqués de San Jorge RI local de la Casa de Moneda era amplio y ha .... bia allí capilla, juzgados, cárcele , etc. etc. c~n sus correspondientes empleados, los cuales, a í 'como los obreros, gOZ& ban de fuero especial. Hoy e tá dividido en cuatro secciones distinta, una de la cuales ocupa la Litografía Nacional de de la época en que está vi­gente el régimen del papel moneda. En el año próximo pasado se hizo restaurar es ta casa, y se arregló la maquinaria, que ya peligraba quedar convertida en ferralla inútil, por la capa de herrumbre y polvo con que el tiempo, á modo de su­dario, la cubría hacía ya más de vein te año. Todo aquel maravilloso mecani mo de pertó nuevamente, y dócil á la voluntad del hombre, ha continuado su in- (1) Estos datos nos fueron uministrados ~alantem ente por el Sr. D. Alberto \Villiamson, Admini trador de la Ca a de [0- neda-N. del A. • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 1°4 BOGOTA ILUSTRADO terrumpida marcha en tonando alegre un himno al .trabajo, entre los vetustos muros y techos refecciona­ ·dos últimamcnte. Casa de Moneda EIl\1inisterjo de Obras Pública, para rememo­rar este h echo, hizo colocar en el ve tíbulo del edifi­- cio una placa de mármol con la iguien te inscrip- -ción (2): IlANC DQ;\LUN AO MONETA CVDENDAi\[ DE YO IN Y U;l1 IN T A Vl\A YIT RAPIIAEL REYES PRAE ES A l OMe 11 ALFREDO ORTEGA (Continuará) Bib iografía. Libros y Revi tao -El libro de la Sra. Mary Faythe Ideas y sClllilllzentos, es una amable colección de prosas que dan un conjunto delicado y senci llo. oso tras no sabemos cuánto peque este libro contra Jos actuales procedimientos iiter~rio~ y cuánto de 10 que haya en él no sea motivo de admlracl6n para el exigente lector de ogaño ; nosotros s610 sabemos que esta obra pone en evidencia que la Sra. Faythe es un excepcional esprritu que ha marchado ga­llardamente por la difícil selva de la Belleza y que ha sa­bido traer, en sus manos transparentes, un mont6n fresco de flores, que así no tengan ex6tico aroma, perfuman y consuelan. Bien haya el alma femenil que bajo este medio enemigo se pone de pie firmemente y echa á andar por el camino del arte sin vacilaCIones y loado sea ese esprritu si cumple bellamente su faena. El libro de la ra. Faythe es demasiado frágil para aventurarse en medio del recio trá­fago literario de hoy; pero, y SU autora naja más quiere, es uno de esos libros que se abren carilosamente en las calladas y suaves hora cuando en el hogar hay fuego y hay en torno del fuego amadas y se ncillas cabezas que se aprestan para escuchar. (2) Esla inscripción fue hecha pOI' ,,1 Secretntio d J Ministc­l'Ío, el J r. Jlflll'lln I\cslrcpo Mcjla, hábil , pcdngogo y liog(lisln. lj! * * En los viejos caminos, por sobre cuyo silencio ha.n desfilado generaciones y generaciones; en los viejos carru­nos, invariables cauces por donde corren ríos de almas; en los viejos caminos, llenos de fatiga y de silencio, hay una honda tristeza que es como hecha con las huellas de to­d~ s las tristezas que han pasado por ahí ; hay una silen­cIOsa melancolla que dijérase formada con todas las gotas de sa ~g re , de suqor y de . llanto rendidas sobre su indi­fe renCIa por tanto peregrino tortura do; dolor de las cara­va nas que pasaron en dolor ; ang ustia de los se res angus­tiados que lo recorrie ron ; hambre, sed y cansancio de los miserables que lo márcaron, todo va, como quedándose ahí metido baj o el polvo, enredado entre los guijarros prendido á los árboles, ocu lto en los matorrales, para uni­fica rse luégo y formar un so lo espíri tu de honda tristeza, ¡Lo que saben esos viejos caminos! ¡Qué humano habrá en cuyos recuerdos más amados no estire su g ris cin ta un camino! sendero lleno de sol y de flo res por donde toda fresca pasó una mañana la bien amada de nuestro cora­z6n; ca mino alegre y luminoso que desandaiste jubilosos el dfa del retorno; ruta por donde se os fue para no vol­ver el sér más querido; camino que pisaiste soñando y llorando el día de la separaci6n ; send ero de felicidad 6 ruta de abrojos, en vuestros recuerd09 habrá siempre un camino. Ricardo Arenales fue espíritu de poeta que sabe oír esta callada melancoHa de las cosas, prest6 su oído, y en cualquier mañana de sol 6 no im porta qué noche de luna, oy6 las voces lánguidas del sendero, y se dej6. como de sutil malla de lino, enredar en esas voces, y dej6 penetrar en su coraz6n el doloroso y trágico espíritu que manaba del sendero. De ahí su poesía. En sus versos reg6 esa melancolía de los viejos cami­minos que han visto muchas cosas; puso en sus versos esa pena sin palabras; lIen6 con esas angustias las venas de sus versos. En La tristeza del camino vibran las voces que se quedaron entre los guijarros y l o~ matorrales y los árboles del sendero donde el poeta escuch6 la maravillosa revela­ción. ¿ Que anotemos los defectos de la ejecuci6n? o, no los anotaremos. Bachilleres tiene la Santa Madre Iglesia que querrán hacerlo. osotros hemos gustado el espíritu de ese poema, sin ver si aquella línea se tuerce 6 ésta ~e exagera, hemos gustado el perfume 'que da ese montan de flores, sin inclinarnos á tnÍrar si hay ababol es entre ellas. j, Está bien? ¿ Está mal ? y á usted le ~strechamos las manos cariñosamente, amigo poeta, que ha puesto en su flauta la quej1lmbrosa cantinela de los pobres caminos, de los viejos caminos, cargados de silencio, de fatiga y de tristeza. **/If Arturo R. de Carricarte, el vigoroso escritor cubano que ahora y siempre ha sostenido de gallardo modo la bella idea de acercar á todos los que en la mérica Lati­na hacen su faena en los medios del Arte, acaba de fun­dar en la Habana un nuevo peri6dico literario, América, en cuyo primer número, que galantemante se nos ha enviado, hallamos las firmas de los más di tinguidos poetas y escri-­tores de aquella amable tierra cubana . La R evista Crítica, peri6dico que a quí se ley6 con vivo interés, había hecho conocer ya 'el nombre de Carricarte como avanzado perio­dista; y el haber sido iniciador y fundador de la muy im­parlante asociaci6n li teraria I'ntcrllacz'ollal América había hecho que en el g rupo de intelectuales bogotanos se le admirase y se le quisiese como á espíritu amplio donde caben con holgura ideales tan hermosos como el de unifi­car á todos los que en mérica son hermanos en nuestra eñora la Belleza. América ganará bellos lauros. El amiO'o Carricarte conoce ya muy bien I camino por donde se va al triunfo. Iz. númcro comi nza la cO'unda que cobral,á n el cur o del Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. aOGOT A ILUSTRADO Los l\ETl\A TOS de los Sres. Enriqu(; y Nést()r Re­yes nos fueron pre tados galantemente por el Sr. Di­rector de El Correo Nacional, y el dd General Re­yes pOI' el Sr. Director de El Imparcial. Gracias, cole­gas. Lo demás grabados son trabajo e peci al para BOGOTÁ ILUSTl\ADO, del siempre amable artista P ~dro Carlos Manrique. Agradecemos á los Sra. Pedro A. Pedraza y Jorge Barr'iga Mac Alli ter las in Lantá­neas que nos obseqwaron para esLe número. En nue tro número próximo publicaremos las ilustraciones de lo Juego Florales, el camino del Ca,l'ar{} y 11;\ mpresa del Sr. Tavera Nava, y los pro­gresos de la E cuela de Medicina. EN EL Al\TiCULO Lioros y Revistas que publica­mos en este mismo número, e escap aro n, entre otros, los iguienLes errores: Arenales fue espirita, etc., léase: Arenales fino e píritu, etc. Cemo de sl¿til malla, léase: como en sutil malla. De ah! su poesta, léase : de a,hi su poema. O no importa qué noche, léase: ó no importa en que, etc. En los medios del arte, léa e: en los predio del arte. EN EL MUNICIPAL ha conLinuado actuando el apa­ralo cronofónico con nuevo y noLable reper torio y bajo la dirección acertada de nuesLro galante amigo el Sr. Morales. Que la Empre a siga, como hasLa hoy, lo­grando aplauso y peselas, son nuestros sinceros deseos. EN LA DOS TAl\DE de lidia la nueva cuadrilla que di.rige el primer espada D. Antonio Olmedo, ha lo­grado un éx iLo, que si no se puede calificar de com­pleLo, débese en gran parte á las pocas condiciones de los bichos. Valentin es un diestro fácil, alegre y acer tado con el trapo; cuelga unos pares superiúrísimos; maneja la flámula como hay que manejarla; gasla unos riñones tremendos; pero en cuanlo entra á malar .... mejor es no meneallo. Moreno bien con el trapo y los pinchos; con los trastos de muerte, ioferiorísimo. Pulga, Cartu­janeJ y SOlO, muy bien. " Trofeus " REVI TA DE LITERATURA COLOMBIANA Y ({XTR ANJ KRA Direct0res : Víctor M. Londoñll>, Ismael Lóp 'z-Esta Revista ha publicado en los ~ e is (.lrimeros números l- scri­tos inéditos de D. Rutino J. Cuervo, D. Miguel A. Caro, B. Sanín Cano, Antonio Górnez Restrepo, Guillermo Va­lencia. Carlos Arturo Torres, Eduardo Posada, Max Gri­lo, Di ego Uribe, Javier Acosta, Pacho Valencia, etc. etc. El valor de la suscripción á la nueva serie de 12 números, que principió en el 7.°, se ha rebajado de 180, que valía antes, á 5 120. El númp.ro suelto, de $15, á 10. Se despachan suscripciones y números sueltos á cual­quier lugar de la República donde haya estafeta, siempre que la solicitud venga acompañada del valor respectivo. La correspondencia debe dirigirse así,' Trof eos, Apar­tado 334. Por telégrafo: Trofeos. ~~~ DECRETO LEGISLATIVO NUMijRO 47 D~ 1906 ( 1 2 DE SEPTIEMBRE) ~aere pren'sa ( Continúa) Art, 44, Cuando la pené\. que deba aplicqrse al delito teng-a máximum y mfnimum, deberá declararse el1l~ s~ntel'Jcia el grado del delito. Art. 45. En cada uno de los delitos habrá tres grados: el primero, ó el más grave de todos; el segundo, 6 el de inferior gra vedad, y el terce ro, 6 el m@"g~ ~r,ª v~ Aa tl>clg§, ,I Art. 46. Al d.elito qe primer grado se le a?licará el m.áximum. de la pena; al de segundo grado, el término medIO, y al de te rcer grado, el mínimum. Art. 47. Cuando se señale pena fija y determinada no será necesario expresar el grado del delito. ' Art: 48. Cuan.a~ la pro d ucc~6n subversiva origine Ó contribuya á ong(nar los delitos de rebelión, sedi­ci6n . motín 6 asonada, además de las penas estable­cidas en este Decreto, sufrirán los responsables las señalada" en el C6digo Penal para los delitos de esta clase , las cuales les serán impuestas por el Ministerio de Guerra, de a cuerdo con la Ley de Alta Policía Nacional. TITULO VI Del pr(lcedimienlo para la aplicación de las penas Art. 49. Son llamados á juzgar de las contra ven­ciones al presente Decreto y á ordenar la imposición de las penas en él señaladas : 1.° El Ministerio de Gobierno, en todo el territo­rio de la República, y el de Guerra, en el caso del art(cu lo 48 ; .~ ( Continuará) cr: e u te e bn ro E e o u ..r.o., e <1) ::: U Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOGOtA' ILUS~fRADO CARBON MINERAL DE ZIPACON Este carbón es el mejor de la Saban~; con su uso se obtiene una economía del 20 al 30 por 100 sobre cualquier otro: Desarrolla gran cantiq.ad de calor en poco tiempo; al quemarse no deja laja ú otras sustancias incombustibles, sino apenas una ceniza fina; no contiene, como los demás carbones, grandes cantidades de azufre y, por consiguiente, no ataca las parrillas ni destruye las máquinas. Diríj anse lo pedidos á :BAVABIA En el Veloz Expreso encuentra us ted relojes de bolsillo~ despertadores HELOJJ~S DE TODAS CLASES, GARANTIZA.DOS POR 25 AÑOS Pluma S vigné. Utiles de scritorio baratísimos y ~ l~ m ~® IL ----- ---- JOYERIA DE PABLO BAQUERO S. El más variado y completo urt.ido de joya, Sus talleres de Platería, Relojería y Grabado se hacen cargo de toda clase de trabajos de e ta e pecie, garantizando esmero, prontitud y cumplimiento. alTera 6 ~ , número 292 CIRUJANO DENTISTA DE L.i FACULTAD DE BOGOTA - Primera Calle Real, nú­mero 239. Altos del almacén del Sr. A. Maguin. . Extrél;cci0r:es sin dolor. nestésic0;J y nalgésicos. (Somnoformo, Dentundo y V/hit). Orifica- Ciones, edlftcaciOnes, cal zas de esmalte, amalgamas y cementos. Trabajos en caucho y celuloide. TRABAJO DE PUENTE Y CORONA LOS TRABAJOS SON GARANTIZADOS Y LOS PRECIOS EQUITATIVOS! ' Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Publicaciones periódicas

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Bogotá Ilustrado - Serie II N. 6

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Imagen de apoyo de  Croquis de Santafé de Bogotá

Croquis de Santafé de Bogotá

Por: Anónimo | Fecha: 1600

En el año de 1540, el Rey de España, Carlos III, asignó a Santa Fe la categoría de ciudad. Diez años después adquiere el título de capital, centralizando los poderes administrativos, judiciales y eclesiásticos del Nuevo Reino de Granada. En el mapa se puede observar el trazado urbano en damero, propio del estilo de las colonias hispanas. La ciudad se congrega en torno a la plaza mayor, donde se reúnen los poderes religioso y civil, lo que hace que se constituyera en el centro de las dinámicas urbanas. El croquis releva la importancia principal del catolicismo, evidenciada en el gran número de iglesias y conventos en relación al tamaño de la ciudad. En las esquinas del mapa incluye recuadros con convenciones.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Mapas
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Croquis de Santafé de Bogotá

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Versiones del Bogotazo

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Antología de canciones Caribeñas : Segunda temporada 1988, Bogotá 450 años / Orquesta Filarmónica de Bogotá

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Orquesta Filarmónica de Bogotá / Alcaldía Mayor de Bogotá. Fundación Filarmónica Colombiana

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Imagen de apoyo de  Análisis del transporte masivo y la movilidad en Bogotá.

Análisis del transporte masivo y la movilidad en Bogotá.

Por: Javier Jolonch Palau | Fecha: 12/04/2013

En este artículo se propone un análisis del sector del transporte masivo y la movilidad en la ciudad de Bogotá desde un punto de vista prospectivo a 2025, considerando aspectos como la evolución de la ciudad, la situación en la que se encuentra la región de Cundinamarca y el ámbito socio-político del país, tanto a nivel nacional como internacional. El artículo presenta los resultados del análisis, establece un escenario optimista y emite recomendaciones para alcanzar dicho escenario y mejorar la movilidad en la ciudad de Bogotá.
Fuente: Universidad del Rosario - Revista Universidad y Empresa Formatos de contenido: Artículos
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Análisis del transporte masivo y la movilidad en Bogotá.

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Alcaldesa de Bogota y congresistas de la bancada Bogota definen linea de trabajo conjunto

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Alcalde de Bogota y alcaldes locales acuerdan acciones para sacar adelante obras de la Nueva Bogota

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Imagen de apoyo de  Bogotá moderna. Carrera 7 (Séptima). Foto 4

Bogotá moderna. Carrera 7 (Séptima). Foto 4

Por: Gumersindo Cuéllar Jiménez | Fecha: 1940

Vista de norte a sur, de la carrera 7 (séptima) entre calles 34 y 35, costado oriental, barrio La Merced. En esta imagen, se aprecia la casa esquinera, en donde actualmente (2017) funciona una de las sedes de "Universitaria de Colombia. El Barrio La Merced, está ubicado en la zona oriental de Bogotá, entre la calle 33 y el Parque Nacional. Fue construido en la década del treinta del siglo XX. Se caracteriza por la arquitectura de estilo inglés, también conocido como Neo Tudor. Cuéllar título esta fotografía “Bogotá moderno”. En efecto, estas viviendas del barrio La Merced corresponden al periodo de desarrollo de la arquitectura moderna en la ciudad, en los años treinta.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Fotografías
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Bogotá moderna. Carrera 7 (Séptima). Foto 4

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