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  • Exclusivo BibloRed
Imagen de apoyo de  Ash & the Army of Darkness Annual 2014

Ash & the Army of Darkness Annual 2014

Por: Shannon Eric. Denton | Fecha: 2014

Stranded in the 1300's, Ash Williams leads a war against evil as he searches for a way home to the present day. Ash's search is complicated when his soul is stolen by three witches and the only way for him to go home is to follow them from time period to time period and recover the parts of his missing soul. Ash must once again rise up against the forces of evil and their army of darkness if he is to have any hope of ever returning to the modern world he left behind.
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Ash & the Army of Darkness Annual 2014

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  • Exclusivo BibloRed
Imagen de apoyo de  My Little Phoney: A Brony Adventure

My Little Phoney: A Brony Adventure

Por: Steve. Seeley | Fecha: 2014

Welcome to the world of the Horse-He, middle-aged men who share an unusual devotion to My Little Phoney. Though the line of sparkley and adorable horses was made for young girls, nothing stops the Horse-Hes from adopting this lifestyle. When a dispute ignites over which clan of Horse-Hes are truest to the Horsey creator's original vision, the game of one-upmanship gets bizarre, and apocalyptic. Now, the Horse-Hes must travel the barren wasteland to discover who the truest Horse-He is.
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My Little Phoney: A Brony Adventure

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  • Exclusivo BibloRed
Imagen de apoyo de  Jim Butcher's Dresden Files: Storm Front Vol 1 #4

Jim Butcher's Dresden Files: Storm Front Vol 1 #4

Por: Jim. Butcher | Fecha: 2014

If circumstances surrounding a crime defy the ordinary and evidence points to a suspect who is anything but human, the men and women of the Chicago Police Department call in the one guy who can handle bizarre and often brutal phenomena. Harry Dresden is a wizard who knows firsthand that the everyday world is actually full of strange and magical thingsmost of which don't play well with humans. The final chapter of Storm Front Vol. 1: The Gathering Storm.
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Jim Butcher's Dresden Files: Storm Front Vol 1 #4

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Dejah Thoris and the Green Men of Mars #11

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Cryptozoic Man #4

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Army of Darkness vs Hack/Slash #6

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Imagen de apoyo de  Sherlock Holmes: Moriarty Lives #2

Sherlock Holmes: Moriarty Lives #2

Por: David. Liss | Fecha: 2014

Stranded in Switzerland, his criminal network in tatters, and with the world believing him dead, the world's most notorious villain, Professor James Moriarty, faces his greatest challenge yet - taking care of an orphaned child. Bound by a solemn promise, and determined to seek revenge against a local madman, Moriarty begins a clever campaign to work his way inside his enemy's fortress. The trap is set, and Moriarty is determined to succeed, but is he villainous enough for the task?
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Sherlock Holmes: Moriarty Lives #2

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Grimm #10

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Imagen de apoyo de  Jennifer Blood #36

Jennifer Blood #36

Por: | Fecha: 1903

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. -.,. ...... ,.· . . }\ECUERDO DE PARIS. rver¡te de la pJ~~a ael Observat(.)rio.- Cvadro de f.A.CANO Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LECTURA Y ARTE MEDELLIN, AGOSTO 1903. Junta Directiva: Antonio J. Cano. Francisco A. Cano. Enrique Vida!. Marco Tobón Mejía. CONDICIONES DE ESTA REVISTA Suscripción por un año ______ $ I 20. Número suelto .. __________ . 12. Número viejo ____________ . I 5. Avisos: se admiten para el fo-rro según estos precios: Pági~1a e~t:ra, cada vez_ _ _ _ _ _ 170. Med1a pagma ____ . ______ .. _. 90. Un cuarto de id. ___________ - 45· Un octavo de id____________ 23. --Pagos anticipados-- ... " Lectura J' A rtc no hace solidari­dad con todas las ·opiniones que emitan sus colaboradores, especialmente en asuntos de Arte, en los cuales el perióctico e ecléctico. Se devuelven los originales cuando su dueño así lo exija. Agente general, l .. R.\. · crscn .[\. L.\ T 1' RE. .._ "-.._LOYAL -BRO­TES JNTIMOS"-" II'IIA .... Cuando estoy en mi ca. a de ·pués de la faena, y me rodean mi madre, mi mujer y mis hijos, siento un placer . ano que me es muy conocido y qu quiero (Ljar pa. a.r como inc n ciente. Generalmente estoy cansado, lo que tne hace á veces desear un cuerpo más vi­goroso del que me ha tocado n suerte, y con él un temperamento de nervio que vi­bren menos-menos sen iblemente- en ocasiones-á las influencias del m dio am­biente, para gozar mejor .. __ 1\Ii casa es mi refuu·io y los míos mi alegría. Son éstos no obstante á veces mi pesar, pues viene á cernirse sobre ellos co­mo un complemento del placer que siento ó de mi sensibilidad morbosa, mi pensa­miento despedido á manera de ondas lumi­nosas de reflejos encantadores sobre un es-pacio triste. __ _ "A veces es la dicha Santo padecimiento" l\1i dicha es, pues, para mí y en n-gor un bello cuadro de la vida, un cuadro comparado de la vida con mucha luz y mu­chas sombras establecidas en él p_or mi pen­samiento con sus deficiencias de una nos­talgia dulce sobre las figuras que en él jue­gan, mi madre, mi mujer y mis hijos .. _. Ah! si faltara á Llluz la sombra, el cuadro de mi casa no sería quizá la dicha humana que disfruto y que contiene mi pa­sado, mi presente y mi futuro ó sea aque­lla unidad que, para el alma sana, constitu­ye sin vacilacione la e ·pcranza. ¿N o es esto lo que dice la caricia de lo ojos triste de la abuela puestos sobre los hijos que juegan de ·cuidado á su redor, la faz sonriente de la ma.dre que los mima al reprenderlos y la delicia que me embar­ga el pensamiento y lo concentra á veces r celo ·o sobre el porvenir de ellos, confia­do á mis esfuerzo ? La die/ta-la que <.:S mía-es el cami­no que debo recorrer, y ella trae o suelo y paz. GABRIEL LATORRE. A GUISA DE PROLOGO Esta. lfnea~ ~ir en de intm lucción á alguna e:-ccna. de un clrama- frc:;quecito y aún inédito­de Efe Gómez. qu e ofrece h y á sus abonado: Le,­tura y Arte. Efe Gtímez es bien conocido en este nuestro pequeño m mdo lit rario, para que tenga­m s que hacer su prc ·cntación; y. á jur.garse pre­cisa.. no seríamos ciertam nte nosotros lo~ llama­do., á recomendarlo. Fuerza es, con todo, ya que á este fragmento se le considera incli:pensable su prólog ; que, in tados,";í fu r ele amigos del autor y conoceclore. del crt'nc. is el~ su obra para 11 nar la pretendida lacruna rompamos nuestro sabroso si­lencio ele contempladores inofensivos de la belleza, y volvamo ·, aunque no !"'-a sino ocasional y bre\'e­mente, á la tarea de c ~,ct ibir, que . icmpre fué para nosotros tan penosa. Mucho dudamos q te entre tántas cosas mtes­tras como poseemos los antioqueño (uuestra raza, 1111estra honradez, 1111crtra laborío ·idad, uuestro va­lor, nuestra inc~epemknci;'l, ele. te., etc.) tenga­mos tambié'1 una mt,'slra literatura. Con ele­mentos tomauos d~ f.t .ra 1 no siempre someti­dos á prcv- rlimielltos ele adaptación que lo hagan viable.., e:1 medio tan di ·tin t de aquel en que co­mo frutos naturales se produjeron entremezclados con nuestros propios aborto5 y raquitismos, hem s formado esa colcha de retazos que con el pomposo título de "literatura antioqueña " bautizamos. Las excepciones-y bien descrraciados habríamos de ser . i no las tuviésemos-no in firman la tesis: que no bastan obras aislada para formar ese todo, homo­géneo dentro de su inmensa variedad, que se lla­ma una literatura: conjunto armónico de innúme- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ro factores á un mismo centro convergentes, y en cuyo s product os todos deben brillar esas dos cua­lidades esencialísimas sin cuya presencia e l Arte fuera un mero fantasma : originalidad y concien­cia. Y ya que en Colombia está todo por crear­h asta el sentimiento de patria, que es el alma misma de los pueblos,- pongamos algo de consciente en nues tra laboriosa evolución, tratemos de ayudar á la naturaleza con el reconocimiento siquiera de que somos, tansolo embrión que se trasforma; y hagá­monos, al .fin, una patria, dotémonos de leyes que puedan ll amarse nuéstras, arranquemos del servili - mo al Arte Colombiano, demos originalidad á ma~s­tra l iteratura. Contingente valioso para el logro de esa ne­cesaria originalidad es el nuevo drama. Nuevo, y p r imero, y único en Antioquia. La empresa, que á tanto equivale como á la creación de un nuevo gé­nero literario es de las más audaces que en el campo de las letras pudiera acometerse, y es no poca fortuna para nosotros que haya sido un autor de los quilates de Efe Gómez quien haya coloca­do la primera piedra. La mojigatería literaria, aún existente á pe ar de Carrasquilla, Samuel Velá quez y el mismo Efe Gómez, y que tan funestamente obra, reduciendo el campo de acción y falseando los caractere , quita al dramaturgo buena parte de ese inacrotable cau­dal que ofrecen á u ob ervación lo hechos huma­nos. Lo postizo de nuestras costumbres burguesas, la carencia de relacione sociale y la sistemática separación de los sexos, a í como la monotonfa de nue tra vida ciudadana; la vaguedad de carácter de nue tra. cla e intermedias· la. vulgaridades de nuestr pu blo . on ob táculos poderos os para la forma ramática y peligro. eminentí · imo de fr a­caso para el autor. Y porque las empresas difícile para lo · a · lientes fueron hechas, estaba re ervado para un e - critor cuyo atrevimiento le ha obligado á conser­var inéditas bien herm as produ'cciones, cuyo estreno en la publicidad fué ca · i un escándalo pa­ra nuestras hipocresías, y cuyo odio á los carneris­mos y convenciones corre parejas con el amor que profe a á la Verdad y al Arte el dotar á nuestra embrionaria literatura de una producción original y como todo lo suyo, verdaderamente consciente, en ese género que hizo gloriosa la tierra de Calde­rón é inmortalizó la patria de Shakespeare. Tiempo hada que la idea de forjar un drama espoleaba u espíritu, convirtiéndo e al fin en ver­dadera obsesión; y es tra de madura meditacione y perseverante labor como ha urgido la obra, uno de cuyos más hermo os pasajes adorna hoy las pá­ginas de esta Revi ta. El drama es trágico por su acción y de un inte­ligente realismo. Desarrólla e en un caserío minero situado á orillas del Cauca, y sus personajes perte­necen á la plebe ó á las clases rica ó educadas de provincia. Bueno será, para prevenir escr úpulos, manifest ar que la mo ral no sufre el mín i mo ultraje. La e cen as escogidas constituyen un episodio completo de la pieza, y aunque su enlace con lo r estante no es muy estrecho, juzgamos precisas para su cabal intel igencia algunas exp l icaciones. Leonar do Aguirre y Carlota Zamora se amaban . Gentes infames hicieron creer á ésta que su novio, 23 1 • tj 7t ·~· á quien obligaron por medio de \mentiras á ausen­ ·tarse se había ca ado con otra. De hecho en par­te el enredo de lo embu tes, torna Aguirre á su cabafia de minero, en compañía de su madre, o­ña Camila y de u hermana, Ro a, con ánimo de verificar . u enlace con Carlota, que continuaba creyéndolo infiel, y, sin embargo, atí. o amaba. El episodio que luégo se ins • · t arranca del momento precise de la lleO'ada l. ..~"•• irre y los ·uyos á su modesta vivienda. cio ·o fu e ra que pre m1 ·emos explicar la. b e lleza. de este pa. aje- • w verdad arranca­do por la hábil mano d t · ·ttor á la vida mi - ma :-e tán al alean< d L ,. lo , y ba. ta un poco de corazón para sent " · L a t mura la delicade-za la gracia la artísti tturc:d idad de esos diálo-go · evocan el calor cito ' :re del hogar y traen á la memoria el recuerd o ( ,. ' ·. seres queridos que ya no. faltan. ¡ Magnífico pa aje. ! Tuviéramos mucho co­mo éste y entonce í que podríamos afirmar: exis­te una literatura antioquefia. ·~· HOQUE YDBZD DRAMA EN TRES ACTOS Y EN VERSO por 1::1'1: GO:MI:Z ~ 0'--+---- ACTO TERCERO. ESCENA V Aguirre. DoñaCamila. Rosa . AGU IRR E . ( En la puerta. ) Han ll egado U . U ., pues, á mi p a lacio. D~ CAMILA. Por fin. Que sea Di os b e ndito. Q u é cami no m ás e t e rno! \ ~- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ROSA. (Entrando y observándolo todo) Aquí has vivido tú? AGUIRRE. Durante todo un año. ROSA. Eres un héroe. D~CAMILA. Cuánto dista de aquí la población? AGUIRRE. Unas ...... quince cuadras. ROSA. De suerte que será mañana cuando veremos á tu novia ? AGUIRRE. Pues si Uds. quieren, desde ahora. Porque la cuestión es hacer las cosas bien hechas y aprisa. ROSA. Si por ti fuera .... D~ CAMILA. V amos á ver : cómo has pensado ? •••• AGUIRRE. Mañana se madruga Manu 1 á traer al Sr. Cura, les parece? D~ CAMILA. Bien y .. __ .. AGUIRRE. De suerte que pasado mañana mar­tes. _ .... ROSA .... Ni te cases ni te embarqu s. AGUIRRE .... lo dispondremos todo, y el miér­coles muy de mañanita .... ROSA. Tablea u! AGUIRRE [A Rosa J. Verás, refunfuñona, cuánto te va á gustar mi novia. [A las dos]. Y pensar que á punto estuvísteis, picarillas, de hundir todos mis proyectos! D~ CAMILA. Ahora lo haremos mejor todo. AGUIRRE. Cómo se va á reír Carlota cuando se­pa que vosotras la creíais una negra bru­ja, ocupada en atraerse con bebedizos y sortilegios las voluntades de los mucha­chos incautos como yo. (A D~ Camita). Mañana verás á la yerbatera, mi viejita, y te convencerás de que de hechiceras co­mo élla, es imposible no dejarse robar el corazón, porque ..... . ROSA ( Tapándole la boca). Alto ahí, por Dios, querido. No te pongas ahora á enu­merar las perfecciones de tu novia porque no acabarías. Te conozco mucho. D~ CAMILA. [Riendo. A Leonardo y cogiéndolo del brazo J. Camina cuéntame á mí, deja ésa .. _ . [ e eutrau por la puerta del fondo de la ca baila]. ROSA (Sola en la sala). Bien pueden lle­varse su muchacha. No se las necesito. (Paseándose y revolviendo eu los rinco11es). Bueno, bueno. Ríanse allá y no me cuen­ten .. _ . Yo también puedo conseguir .... Así se hace, mamá, U d. como ya no pien­sa sino en la nuera, como está chochando con élla .. _ . __ [Canta J. Me dice Marié la O Que es más bonita que yo .. [Inclinándose á recoger algo]. Eh!. ... [se queda miraudo lo que a!::ó del suelo] pero qué grande ___ ... [En 7-'0/:: más alta J. Re-cuerdas, Leonardo, los anzuelo que te empataba para pescar en Nochebuena? AGUIRRE (Desde deutt'O ). Sí. RO Pero e to son unos tolémpanos .. __ Y dí una co a: con éstos es con los que pescan esas doradas grandes en el Cauca? AGUIRRE. (Desde dent1YJ ). Con ésos. ROSA. (Examinando el anzuelo á la luz, que será ya poca. Oscurece). Y tú has cogid ? AGUIRRE. Muchas. RO A. (Examinando más atentamente. Cattta ). Bajo las sombras negras De tus pestañas Dos asesinos vivf!n Que matan almas. AGUIRR . (Hace segzt?tda desde dentro.) ROSA. Eh ! Pero este anzuelo no se de­ja .. __ .No ve? Ya se me enganchó en la falda. AGUIRRE. (Saliendo y ay?tdando d Rosa á dt.·s­prenderse el an:::uelo). Qué mala pescado­ra eres. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ROSA. Te parece á tí. Verás qué novio el que me pesco mañana en el pueblecito. Y tú te vas á ver la novia ? (Salen juntos al patio). Pero qué lindo es todo esto. Cada rato me parece más. _ _ Ese rio Cauca! No quería creer que hubiéra­mos llegado á sus orillas. · Tan grande y ca­si no suena. Hace más bulla la quebrada de mi pueblo . .... _ Y qué árboles tan al­tos. Primorosos! Y qué tantos! Selvas por todas partes. Y allá á lo lejos selvas, sel-vas._._._ y el pueblecito._. ___ ese mon-tón de casitas allá regadas en la playa .. __ Encantador ! AGUIRRE. V é, yo te muestro. (Rosa se le acerca. Juntan las cabezas y él comzim.z a á se­liala t ). Ves aquella casa más grande, en la playa, hacia el río? ROSA. En la placita, á la derecha, junto á un puntico blanco que parece una res? AGUIRRE. Exactamente. ROSA. Sí. AGU'rRRE. Esa es la casa de Carlota. Aquí me salía yo todas las tardes y me esta­ba horas y horas viendo para allá. Sabía que élla estaba en las mismas, puesta en el balcón. Y aquí me quedaba hasta que la noche lo borraba todo: río, casas, selva .... ROSA. . Pues hombre __ me parece lejitos para coquetear. AGUIRRE. Y ves más acá, fuera del poblado un árbol más coposo, cerca á la vuelta del río? ROSA. Sí. AGUIRRE. Ese es el Guayacán. A su som­bra leímos la historia de :María y allí cerca la vi por vez primera, hace un año ya casi. Estaba recién venido á estos mon­tes y andaba por ahí solo y aburrido. Me de tuve un momento á encender un ciga­rrillo, y cuando alcé la cabeza tropezaron con élla mis miradas. Venía con su prima, del río, de bañarse: la cabellera, suelta por la espalda, jugaba con el sol y con el viento; con la derecha recogía la falda y avanzaba con su andar cimbrador de ca­lentana, con un andar aéreo que dejaba ver á cada paso sus pies desnudos, lindos y 25 cuidados, asomar donosos · por debajo del blanquísimo borde de la enagua crujidora. Luégo, en una vuelta del sendero, se detu­vo como distraída y me atravesó con su mirada: negra. ROSA. (Poniéndose la diestra abierta tras la oreja correspondiente, como para escu­char. Suenan campanas á lo lejos.) Oí E te ? Ah sabroso que suenan las campanas en estas soledades.! AGUIRRE. El A 1tgidzes yá. ROSA. Descúbrete, pues, hombre. (Le qui­ta el sombrero. Mirándolo á la cabe­z a.) Y te ibas á ver la novia así con ese pelo ? Eso sí no. Espérate un momento yo te peino. Es necesario que vayas bien buen mozo. (Entra corriendo á la cabalia y canta desde adentro ) Tus ojos son ladrones Niña querida, El alma me robaron (Sale cantando.) Hace ya días_ ... AGUIRRE. {Cantando) Hace ya días .. _ . ROSA. [Acercándose á Aguirre con el peine en la derecha y poniéndole la izquier­da bajo la barba.] Agáchate á ver yo te hago el partido .. Ya no te voltea el cabe­llo. Pero cuánto tiempo hará que no se peina este angelito .. Ah ! .. como que es que la raya es más abajo. . Eso es .. Así sí. (Se aparta u1z poco pa1'a co1ztemplar su obra. Canta. Agztz"rre acompalia ). ~o digas que son buenos ojos tan negros, .Porque jamás los .tales Limpia · la hicieron. f Acercándose de nuevo á Aguirre). Pero qué es esa corbata, niño por Dios ?(Se pmze á anudársela. Apartándose de ?tttevo) Eso es .... , D:'- CAMILA. ( SaNe1tdo). Si vieras hijo: vas á de­jarnos con cuidado. Por qué no dejas esa ida para mañana? (Se va oscureciendo). ROSA. Sí, sí. Haz le caso á tu madre ( co­giéndolo del brazo). Camina para adentro, y mañana voy contigo, vamos todos jun­tos. [ Agztz'rre se deja llevar sonriendo]. A ver: dáme donde se acueste mi madre que ya se morirá de cansancio. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Vam s, pue Ttí y Ro-sa o: recogerei en mi apo ·cnt , yo me extiendo en e ·ta hamaca; para lo que he de dormir. . . . (A Doiia Camita). Cierto que · duerme poc en ví peras del día que n . ha de traer tanta ventura ? R A (A J)o¡/a Camila ). Y despu '. os-tiene que no le dieron yerba . (A rruirrc conduce á su madre J' á Rosa !tasta la puer­ta del fondo de la cabmJa. Rstas desaparecen en el interior. Aguirre se í. uchx y se de­ja caer t Jt la Ita maca. A poco torna á salir } osa, trayendo luz; rueda ltlt asiento arca de Aguirrc y se le sienta al lado.) ESCENA VI Rosa , Aguirr e. RO A. i vieras: estoy de e sí ima de co­noc r á mi cuñada Carlota. AGUIRRE. De veras? ROSA. Debe er un milagro vivo. Cuan­do ha logrado in ·pirarte un amor tan largo y tan serio á ti á quien no ha lurado jamás un amor más de ocho día . AGUIRRE. No me desacredites así, querida. ROSA. Es que con ese afán con que lo cojes. . . . Recuerdas á las Ramiritos? Esas í fueron serenatas y paseos y u pi­ros ¡ Mariá antísima ~ Yo que te tuve qué aguantar las confidencia . o me dejabas dormir; todavía tengo sueño .... Y á los quince días .... enamorado de otra y lué­go de otra y otra .... fuera de las que ten­dr' ~ cuando e tabas en el Colegio y que nosotra. no abemos. El amor ha sido en tí una verdadera vocación. AGUIRRE. Yo creo lo mismo. ROSA. De otro modo no e explica tu constancia. Un día me quedé admirada; tenía una novia .... á ver .... cuál era .. Qué vas á recordar tú. En fin : vivía por 1 · lado del matadero. Yo iba por allá á pa­gar una visita. Era medio día y el s 1 pa­recía candela. o había en toda la calle z6 una, una sola alma ...... Ah ! sí. Había o : en el caballete del matadero un pobre gallinazo bostezando y echando por sobr el hombro miradas codicio as á 1· s cocina" y demá: luga,.re. codiciable. de l s interio-r · le la población ___ . __ y tú, avergüén-zate hombre, y tú plantado en n.cdia ca­lle como una e taca, e q u_teándole á una entana con bastidor. ___ .. , UIRRE. Con r na. 1<. Por so cuando fueron á d - cirnos que tí te estaba· ca ·ando aquí con una vieja bruja, le dije á mamá: de 1 más fácil, era lo únicc que le faltaba á Le - nardo : enamorarse de una bruja. Pero cuando fuiste y nos contaste la cosa y te vi tan entusiasta y tan decidido, y supe que la n via era un ncanto; me entraron unas ganas horribles de verte bien casadito y bien formal, bien hogareño, como dice 1 amigo Alon o Robledo ; saliendo á pa ear todas la. tardes con la mujercita; pagán­dole vi itas á los vecinos; fumando taba­cos doblado por la señora; ayudando á cargar el palio en las renovaciones ; ha­blando de la cosecha con D. Hermógen s ; leyéndoles el periódico á lo viejos de mi pueblo en la tertulia de D. Ramoncito .... En fin, vuelto un ciudadano d licio o. AGUIRRE. Dime ladina ¿y tú te piensas que- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. dar para tía ? ROSA. Si ía. Aqu~ donde me ve ya ten­go visto mi viejo. Porque con muchach no hay ni riesgo de que me case. Qué cuen­to de muchacho empezando á trabajar: un viejo rico, eso es lo que hay. i las mucha­chas de ahora no somo como tú, que se enamoran, que leen la María. _____ la Ma-ría de nosotras es un viejo millonario __ . _ Mientras más patoniao mejor ____ . _ Algo de trabajito da cariados y atraerlos. Por-que él_Ios son tímidos y desconfiados. __ _ Hay que hacer la cosa con mucha, mucha diplomacia. Hay que hacerle creer que una de deña por amor á éllo á gentes que 'alen mil veces más ______ l~ero cuando una ha logntclo enlazarlo ______ eh! son un encanto! ______ Qu' le parece : un con u viejo, que puede tenderse bocarriba á hacer e la con entida, y la tolerada y la moñona eh! ni an palo güeno !. _____ No creas que te envidio tu muchacha. ____ _ Pero é una cosa: lo que í ti nen que de­ ·ar e ese cuento de casarse á 1 s cuatro d la mañan<1 · no hay ni bamba. Eso p r­ué, amo á er? Es que los hombres no aben hacer la cosa·. Mañana verá · com 1 le· meto á esa gente. por el ojo de na aguja· y 1 !ambo al i jo; y le adulo t 13. vi ja y 1 coqueteo á los muchachos, i e _ tán ahí, y . . .. quién quita? e m o de e a a e han vi to ! Tal vez uno de e ·os te-ribl s enem igos tuyos sea mi media na-ranja. Y en un instante lo arreglo todo y se pueden casar á las diez del día con har­to chorro. Eh! que te parece; con lo linda que va á quedar mi ahijada con todo lo que la pienso encachacar. Va á dar más golpe ! Y tú bien cuadrado, llevándola del brazo ______ Esa fiesta no se puede per-der. Ni riesgo pues. ESCENA VIl Dichos , Carlota . [Aparece Carlota por· el sendero de la dt7reclta. J CARL TA. ( Avan::ando an!telantc, llena de te- 1'ror ). Imposible ! Verlo á él, á mi Leo­nardo, feliz al lado de otra .. __ y aquí. __ . aquí __ . _ ! (Llega al frente de la puerta de la cabaila J' se pone tras 111t0s arbustos. Ade­lanta caute!osamcute la cabe:::a J' obser'ua el intttior). ROSA. ( 1 Aguirrc ). Pero está dormido hombre? Todavía no se te ha quitad se vicio ? A ver: ...,ué fué 1 último que te dije ? Eh ! no re pon de. _____ el chiq ui-tico ! ( 'e ll' áctrc.a J' co11 la borlita de la punta dd látiuo, que mín llc1'a sujeto á la muilcca, le !tace cosquillas t:ll la cara. A uui­rrc sonríe, !tace que se despierta de impro'l i­so y le cojc las manos. Ríen. Es el mo¡¡u•;/to en que se aso111a Carlota). ARLOTA. (Con u" ligero grito). Se acarician ! Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. DMITRI DE MEREJ­KOWSKY. EL HER­MANO PARFENO ... En el monasterio vecino, de ·puertas y venta­nas herméticamente cerradas, resonaban las ora­ciones de los religiosos, dominando el ruido lejano de los cantos báquicos. Para apagarlos los monjes unían sus voces á un quejumbroso gemido. " ¿ Señor, por qué nos has abandonado? ¿Por qué ha descendido Tu cólera sobre el rebaño de Tus ovejas? "¿Por qué nos has ofrecido en deshonra á nuestro vecino, incorporado á los paganos? ¿ Por qué nos dejas ultrajar por la humanidad?" Las antiguas palabras del Profeta Daniel to­maban un sentido inesperado: "¡El Señor nos ha entregado al rey Repro­bado, el más astuto de toda la tierra!" Y a entrada la noche, cuando el silencio se ex­tendía por las calles, los religiosos volvían á sus celdas. El hermano Parfeno ni siquiera podía pensar en dormir. Tenía el semblante pálido y dulce; en sus grandes ojos, puros como los de una virgen, leíase una triste perplejidad cuando hablaba de las gentes. Hablaba poco, indistintamente y de manera inopinada, siempre de cosas tan pueriles, que no se le podía oir sin sonreír. A ve~es reía sin motivo, y los monjes le preguntaban. -¿Por qué te sonríes? ¿Es para agradar al diablo? Entonces explicaba tímidamente que se reia de sus mismos pensamimtos, y esto convencía á todos de la enagenación mental de Parfeno. Poseía un gran arte: el de iluminar los ma­nuscritos, y aquel arte del hermano Parfeno pro­porcionaba al monasterio, no sólo dinero, sino también la consideración en las provincias más lejanas. El no sospechaba esto, y si hubiese podi­do comprender lo que es la gloria, se hubiera más bien asustado que regocijado. N o consideraba sus operaciones artísticas, que le daban bastante que hacer-el hermano Par­feno llevaba hasta un punto supremo la perfeción de los detal.les--como un trabajo, sino como una distracción. No decía: -Voy á trabajar, Sino que decía al anciano superior, Pánfilo, que le quería con ternura: -Padre, bendíceme; voy á jugar. Cuando acababa alguna combinación de ador­no difícil, batía palmas y se daba á sí mismo el parabién. Al hermano Parfeno le gustaba de tal modo la soledad y tranquilidad de la noche, que había aprendido á trabajar al resplandor de una lámpara. J:"os colores tomaban tonos inesperados y no per­judicaban á los dibujos fantásticos. En su reducida celda, Parfeno encendió la lamparilla de barro y la colocó sobre una tabla, al lado de frasquitos, finos pinceles y cajas de colores de bermellón, de plata y oro líquidos. Se persignó, mojó con precaución su pincel y se pu­so á pintar las colas, en forma de abanico, de dos mariposas, encima del frontispicio de una p_á-gina. Las mariposas de oro · sobre campo verde bebían en una fuente azulada, levantaban sus trom­pas y tendían los cuellos. Otros rollos de perga­mino esperaban inacabados. Era todo un mundo sobrenatural y encantador. Al rededor del texto se entrelazaban creaciones de fabulosa arquitectu­ra, árboles y animales fantásticos. Parfeno no pensaba en nada cuando los creaba; pero una ale­gre serenidad transformaba su semblante. La He­llade, la Siria, la Persia, las Indias, Bizancio re­finado y la confusa visión de los mundos futuros, todos los pueblos y todos los siglos se fundían en el paraíso del monje, que brillaba con el reflejo de piedras preciosas al rededor de las letras ini­ciales de 1'1- Escritura santa. Allí estaba representado el Bautismo: San Juan vertía el agua sobre la cabeza de Cristo, y al lado el dios pagano de los ríos inclinaba un án­fora con amabilidad, así como el anciano propie­tario de la ribera tenía dispuesta una toalla para ofrecerla al Salvador después del bautismo. El hermano Parfeno, en su inocencia, no te­mía á los dioses antig~os; le agradaban y le pare­cían convertidos al cristianismo desde hacía tiem­po. Indefectiblemente colocaba en las cimas de las colinas al dios de las montañas, personificado por un adolescente desnudo. Cuando pintaba el paso del mar Rojo, una mujer con un remo represen­taba el mar, y un hombre desnudo con l a inscrip­ción "Bodos", debía figurar el abismo tragándose á Faraón; en la playa estaba sentada una mujer triste, vestida con una túnica de color de arena: el Desierto. Por aquí y por allí, en la curva de un cuello de caballo, en el pliegue de un vestido, en la po­sición sencilla de un dios tendido, apoyado en el codo, filtrábase la elegancia antigua, la gracia de la desnudez. Aquella noche eljue,go no interesaba al ar­tista. Sus dedos infatigables temblaban: la sonri­sa no aparecía en sus labios. Prestando el oído, abrió un cofre de cedro, sacó de él una lezna, que servía para encuader­nar, se persignó, y cubriendo con la mano la lla­ma sonrosada de la lámpara, salió cuidadosamente de su celda. Hacía calor en el pasillo silencioso; oíase úni­camente el zumbido de una mosca cogida en una tela de araña. Parfeno bajó á la iglesia, alumbrada por una lámpara única, colocada ante el viejo díptico de marfil esculpido. Dos grandes zafiros alargados en la aureola de Jesús, sentado en los brazos de la Virgen, habían sido sustraídos por los paganos y transportados á su lugar originario en el templo de Dionisos. Aquellos hueco~ negros en el marfil amarillo parecieron á Parfeno heridas en un cuerpo vivo. - ¡ N o, no puedo ! murmuró, besando la ma­no del niño J esús.-N o puedo; ¡ más vale morir! Aquellas huellas sacrilegas en el marfil le atormentab.an, le indignaban más que violencias en un sér humano. En un rincón de la iglesia descubrió una es­calera de cuerdas que servía para encender las lámparas de la capilla. Llevando aquella escalera, salió de un estrecho corredor que conducía á la sa- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. lida, ante la cual, sobre la paja roncaba el grueso hermano cillerero Coris. Parfeno e deslizó como una sombra; la ce­rradura de la puerta rechinó con sonido metálico. Coris se levantó, abrió y cerró los párpados y de nuevo cayó sobre la paja. Parfeno franqueó un clau tro bajo de techo y se encontró en la calle, desierta á aquella hora. La luna llena brillaba en el cielo. El mar brama­ba. Dió la vuelta al templo de Dionisos hasta el lugar sumido en la sombras, y arrojó la escale­ra de cuerdas ele manera que se enganchase á la acrotera de metal que adornaba aquella esquina· la escalera quedó u pendida á la pata de la esfin­ge. El monje trepó al techo. A lo lejo cantaron unos gallos; un perro la­dró · de pués reinó la calma de nuevo, dominada por los gemidos del mar. Parfeno arrojó la escalera al interior del tem­plo y bajó. Los ojos del dios, dos zafiros alargados, bri­llaban con luz viva á la luz lunar, y parecía que miraban fijarnente al monje, impresionado por el silencio imponente. Parfeno estremeció ·e y se per ·ignó. Trepó al altar en que Juliano había hecho el ·acrificio, y sus talones ·intieron el calorcillo de las cenizas apenas apagadas. El monje acó la lezna del bolsillo; los ojos del dios brillaban muy cerca de su rostro, y el artista vió la descarada sonrisa de Dioniso, y todo u cuerpo de mármol. Y admiró al dios antiguo mientras que quitaba los zafiros, u mano involuntariamente acaricia­ba el mánÚol seductor. Por último, el terror se apoderó de Parfeno· parecióle que alguien lo observaba. Saltó abajo clel altar, corrió á la escalera de cuerda trepó, la arrojó al otro lado ·in tener tiempo de aseaurar­la lo que ocasionó que se cayera en los últimos e ·calones. Lívido, con los hábitos en desorden, sucio, llevando en las manos los preciosos zafiros, atra­vesó la calle como un ladrón y precipitóse hacia el monasterio. El portero no se de pertó, y Parfeno escu­rriéndose, entró en la capilla. Al ver de nuevo el díptico se estremeció· intentó nuevamente colocar los ojos de zafiro de Dionisos en los orificios; en­cajaban admirablemente, y de nuevo resplande­cieron en la aureola del niño Jesús. Vuelto á su celda, Parfeno apagó la lámpara y se acostó. De repente, en la oscuridad, enco­giéndose sobre sí mismo y ocultando su cara entre sus manos tuvo un acceso de risa ahogada, como ríen los niños contento de un engaño y que te­men que lo descubran. Durmióse con esa sonrisa. Cuando Parfeno se despertó, las olas mati­nales de la Propón tida brillaban á través de la re­ja de la ventanita· las palomas agitaban las alas arrullando. La sonrisa de la noche estaba aún en el co­razón de Parfeno que corrió á su mesa de traba­jo, y con alegría contempló los arabescos sin ter­minar; era el paraí o terrestre. Adán y Eva e ·ta­ban sentados en un prado. Un rayo de sol cayó sobre los arabescos, que se iluminaron de oro, de púrpura y azul. Parfeno, trabajando, no notaba que daba al cuerpo de Adán la antigua y soberbia belleza olímpica del ale+<• Portadas. Como hemos ofrecido á nues-tros abonados, todos los números de Lec­tura y Arte llevarán portada distinta. Deben, por tanto, guardarse, para en­cuadernarlas como un solo cuerpo con el resto del periódico. • • • Canjes. Hemos recibido los de La Múcelánea, Anales de la Academia de Me­did1la, La Patria, La lnformadÓ1l, El Cla­rín y La Prensa de esta ciudad. Gustosos retornaremos. • Ultimamente hemos sabido que el agraciado fué el Sr. Hora­do M. Rodríguez: lo felicitamos. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. A. J. CRONICA POLITICA .-.. -.. La atención pública está toda puesta en el Congreso, de quien se espera traiga al país el bienestar ó al menos le dulcifique el padecer. N o va harto mal el Cuerpo So­berano que de tan extraña manera se constituyó. La opinión nacional pedía la improbación del contrato Herrán-Hay y por voto unánime el Senado lo improbó; no debía hacer otra cosa en su carácter de manda­tario del pueblo. Queda ahora planteado un gra­ve problema: ante la actitud ame­nazante del pueblo americano ¿ qué hará el Gobierno de Colombia? En previsión de un conflicto el Congre­so ha dictado ya una pr->videncia que tiende á que se conserven las relaciones cordiales que ha ta hoy han existido entre los Gobierno de Colombia y los Estados Unidos. To­davía puede ir más lejos el Congreso: puede dar una ley, con instmcciones secreta , que autorice al Ejecutivo para que é te haga una nueva con­vención con el Gobierno americano sobre bases de equidad. Los colombianos no . e oponen á q~e el Gobierno celebre un contra­to para la apertura del Canal de Pana­má ni se niegan á que el contrato sea con el Gobierno americano (aun­que les gustaría más una Compaf'Ha que un Gobierno fuerte)· ·ólo exigen que la N ación no pierda la prenda más valiosa de su territorio dándo­la por un precio ínfimo que se equi ­para á una limosna, Algo má , benéfico, puede ha­cer el actual Congre o. Dará no lo dudamos, una ley tan sabia cuanto es posible, obre libre estipulación de monedas extranjeras de oro y plata en las convenciones particula­res. En favor de esta medida se ha pronunciado universalmente la opi­nión pública y la Prensa del país ha ilustrado con harta discusión los beneficios industriales que traerá el legislar sobre esta materia. Lucidamente y con aplauso ge­neral terminaría su obra el Congreso si redujera á leyes las reformas que el Excelentísimo Señor Marroquín propuso á las Cámaras de 1898. De esencial importancia es, ante todo, la reforma electoral, que cimentaría de­finitivamente la República. * * * N o está lejos el período activo del debate electoral para Presidente Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. y icepresiden te de b República. T ada serio hay todavía sobre tan interesante a unto. Se ha hablado de varios personajes importante como candidatos probable . El Gral. P afael P eye., politice harto conocido, e el que primero ha sonado, pero no e muy común que quien ue­ne primero suene última y definitivamente otra vez. Se ha hablado, también, ele la candidatura del Dr. Lui Carlo Rico. E. os como candida­to. del partido conservador para la Presidencia. Para Yicepresidente, como candidatos del mi mo partido h;;n sonado los Grale.-. Ramón Gonzá­lez \ alencia y Pedro Tel Ospina y el Sr. Lo­renzo Marroquín. El partido nacional tiene como candidato indi cutible para b Presidencia ele la República al Sr. Miguel A. aro, que ha trata­do de rehabilitarse fundiénd se en los moldes de la amplitud y la tolerancia y mostándo. e muy nacional y caro á b Patria, que ante era sólo caro de us amigos. Los liberales COJTIO que no se menearán en el debate. Sin emba go, scrLt sabio considerar que también ello. s n colon:l.>ianos. ·:f ·Ji' ·:ti En el actual infortunio de la Patria, <Í que todos han ontributd con sus pasiones y sus yerros, los partidos políticos se acercan. Las xag raciones van m u riéndose, gracia. <Í Dios; ha habido signos del tiempo nuevo, con­soladores. Es tan grande el desastre público de Colombia que será menester cambiar por com­pleto el ori nte de l:t políti a. Se imponen las representaciones nacionales. Los programas de xclusión están harto desacreditados y lo. lcadt:rs de todos los partidos cntiendt'n que hay que cle­jar á las minorías q 1c mi tan su voz y echar a.-í las bas s del régimen rcpuLlicano netamente parlamentario. En punto á constitucicín hay tendencia. ge­neral <Í la descentralización, punto antes de ca­pital debate, hoy en sazón de unir á todos los colombianos bajo una sola bandera nacion
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Prensa

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Lectura y Arte - N. 2

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Mocking Dead #5

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