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Sentencia 122 de 2023

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Imagen de apoyo de  Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 172

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 172

Por: | Fecha: 06/10/1900

BocoTÁ, OCTuBRE 6 DE I 900 ----------------- --- - -- ---------- -~~~------ ---- ----------- ----------· Ore-ano del llliAisterio de Guerra y del Ejército ion colaboradores de este periódico los Jefes y Oficiales del Ejército Dlrecto,r ad honorem Francisco J . Vergara V. General de IngPnieros, Miembro de varias Su_ ciedades Cient.ifica2 N"UJ.VL. l. 7 9 l.ID1a@~~~:Q) ~a0 • • LID~ TI.®®® ( 2 7 DE SEP fiEMBRE) por el cual se honra la memoria del Sr. General D. José Santos El 17icepresidente de la República, encargado del Poder Ejecuti'V~ CONSIDERANDO Que el General en Jefe Sr. José Santos ha fallecido el día 26 del corriente; Que durante su carrera pública ocupó altos puestos en la je­rarquía militar, en la magistratura, en las Cámaras legislativas, en el ramo administrativo, y en todos ellos prestó muy i:nportantes servicios; Que siempre se distinguió por su patriotismo y amor á la causa conservadora, DECRETA Art. !.0 El Gobierno de la República lamenta el fallecimien­to del Sr. General D. José Santos, n=:conoce los importantes servi­cios prestados por él á la República, y tributa homenaje de grati­tud á su memoria. Art. 2. 0 El Pabellón nacional permanecerá izado por nueve días á media asta en los edificios públicos; el Ejército llevará luto por el mismo tiempo; el Batallón I . 11 de Artillería acantonado en esta plaza hará al finado los honores que le corresponden como General VIII-27 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAh ~ en Jefe, y las Bandas de Música tocarán retretas fúnebres en los mismos días; Art. 3·° Copia auténtica del presente Decreto será enviada á la familia del Sr. General Santos. Publíquese. Dado en Bogotá, á 27 de Septiembre de 1900. JOSE 1\1ANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, PRÓSPERO PINZÓN .....:::J~~C2]g~ OOTE:I:N A~ ~..:::}.) - ~A~llilm Jm~~m>Am Los principios del mando, un arte, no se enseñan en nues­tro ejército; se euseña1·áu tal vez, más tarde, en nuestra escue­la de guerra, pozo de lágrimas de todas nuestras deficiencias, esperanza de tod.os los espíritus bieu intencionados. Lus alféreces qne saleu de las filas, salvo los de talento excepcional, no pueden saber mandar, puesto que han sido for­m~ ulos eu uua atmósf~ra en que este arte se iguol'a. Los que saleu del colegio militar lo saben menos aún, si es posible, y to­dos creen que mandar es imponer su voluntad. 6 castigar, y obe­decer es acatarlos. Ignoran eu absoluto la parte esencial, mo­ral, de sus atri uucioues, lo que explica y uetermina las reglas de @.U función. No tieueu la menor idea de la naturaleza del mantlo, del caráctet y del papel del oficial, ó lo que saben es como un pre ·tmtimieuto intnitiv en los que tienen el espíritu abierto y ~~ corazón bien colocado. ¡Por qué este vacío eu la instrucción y educación del oil· cial! Porque para enseñar es n cesario saber, y la ciencia del mando es rarísima. .A.uemás, nociones u e esta clase, de na tu­raleza moral, no podrían ~er materia de exámenes, puesto que el valor útil de estas nociones consi~te eu la convicc161~ del que las posee y uo en su manera de exponerlas. Bien se sabe que todo lo que no da lugct.r á examen, á cla­sifiéación numérica, está excluído de nuestra escolástica mili­tar, que no compreuue siquiera la~:; reglas le del servicio militar, pues no tendrá tiempo Sión tieue t Supongo que \"' Ítme us­ted disptw to á ser bueu soldado~ . .. . AJg·una' palabra ' de alieuto, y ya e. i ·te álgo entre ~1 ca­pitán y el soldado; éste tiene la idea fürtitieaute y saludable de que 110 s le cousi(l •ra sólo como mat ría in e rte c.lcstitHHla á er sometida á una serie de operacioue m "Cáuicas; que, al con· trario, irá al recluta y lo formará: el cuartel continnacióu de la familia, el batallón et.i­cuela del soldado. E!:ita ntanera de proceder con Jos recluta seria g~neral si en vez de obedecer á ciertas tr:Hlieiones quo siempre fueron malas, y hoy sou algo peor, ·upiéramos comprender las ideas que deben presidir á la incorp raciou J etlucacióu, idea que no son nuevas y que inspiraron la mayor par~~ de nueBtros gene~ Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 412 BOLETIN MILITAR ~ rales, que consideran como timbre de honor el haber sido lla­mados p:-tdres del r-;oldado. Y cosa que parem•rá absolutamente lógica á los que cono­cen un poco el corazón humauo, estos padres del soldauo tsiem­pre fueron y son aúu los leotws del ejército. El ejército de línea, en el coucepto modt·rno, es nna escue­la- rle guerra, sin duda,-pero escuela. Eutre nosotros, con el servicio de seis me~e:s, pasan por sus filas la tercera parte de los ciudadauos; maíietna, cou el servicio de tres mese~, pasarán por ellas todus tus ciudadanos para aprender el más importante y difícil tle sus th•lwres. Ptws hien, todos debemos suponerles con buena voluntad, de niuguua u\anera dispue tos á r<•belarse cofltra us deberes militares, que uosotros, los oficiales, tenemos mis1ón de enseñar­les y bacerlt>s pr:-tcticar. Esos jóvenes de veinte años son alum­nos que vienen á pouerse l>a;jo las órcleues de uu instructor para aprender lo que todo ciudadano debe sal>er. ¡Por qué recibir­los en són de guerra, y como si las relaciones entre el oficial y la tropa fuera u forzosamente eueruigas '? Es un error gravísimo, ó más bien una falta imperdonable, que compromete todo el edificio del servicio, y el oficial que trate mal al soldado, come­te uuo de los más graves delitos militares. Estos alumnos son taml>ién soldatlos, sometidos á la disci­plina y la ley penal: es neeesal'io y lo saben. Pero la represión disciplmaria y penal, la amonestación ó el consejo de guerra no se emplea u sino eu casos excepciouales, pues la regla es el buen · servicto: por consiguiente, no es útil ui lógico aeog~r á los re. clutas como á futuros cn tpal>les, poner siu necesidad cara {ero· ce á un nemico que no pitle siuo qne se le permita obedecer; es, en fin, como jóveues argentinos, destinados á ser más tarde buenos soldados, que debemo considerarlos y tratarlos . • • • E sólo por perversión completa del seoti(lo exacto de las cosas, nacida de rancias tra.dicione y de prácticas crimiuales, que pueden acoger e mal á lo reclutas, tratarse ásperamente los soldados. En efecto, ¿no e muy natural, al contrario, que el oficial les demue tre iuterés y simpatía t Tomaudo á us fami­lias á todos los jóvenes-aunqne sea por tre mese , ó por dos meses, como en Suiza-el Estado asume uua grave responsabi­lidad; se sustituye á la familia, prot ctora y guía moral del jo­ven, y se sustituye únicamente á ella para. formar soldados: to­do lo que á ello uo contribuya está prohtbido, y como Jos malos tratawiento no producen sino malos soldados, el Estado que los tolera comete un deJito, que puede llegar á tener la grave­dad de los que son causa directa de desastres nacionales . • . .. Así pues, los oficiales deben asumir con afectuoso interés la dirección material y moral de los reclutas, y ésta no es posi- • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ 413 ble si no saben adquirir su confianza y asión. Si el oficial se da cuenta Cth·o regln mento ~oh re , Pr\"'ic~io t~n rio el(; Guc~rra: " PH reee q lW el reg-la rnen to de he contf..'IIPT' m~s bien r<>~las gen<•ral<·~ qne presc:ripciotJ(:'~ formalt.>. qne poclría11 no cOti\·Prdr á la~ cin:nn.· tnn(:ih,' tan val'iHthv (le la. g·twn·a, y aun p}lra­lizar la ÍlliBiath•a eh~ lo,' oficiales talleE-~, y el mando .·uperior tomar{t la inic..:iativa rrninar aqn !los ele motlo adecuaclo cou In si­tuueión. O <'11 otro~ tér·minm~, la. pieth'H furHlHment.al sPrú P.n e~te asunto (h•jar> la iuiciati,·a á todos los grados de la jerarquía. militar. En ef, cto, la inieiati\'a de lo snhaltt>rnos tlebe f~le,·ar~ á la ca.te~ol'1a de prirwipio fundamental. El jefe que encarga nna. comisión á un subordinado no puede prever todos los detall~s Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 414 BOLETIN MILITAR '-y--" de la ejecución, que de seguro variarán de una situación á otra, y entonces lo natural es que se abstenga de proscribir di., posi­ciones que no pueden tomarse siLto en pre~encia de los aconte-cimientos. . En la guerra se necesita el concurso de todas las volunta­des en per~ecución de un fin comúu, siendo por lo mismo de la mayor importancia desarrollar la iniciativa en los iufe riores y aprobarla hasta cuando es ejercida de ruauera poco feliz: no dabe temerse, además, que vaya nunca muy lejos, pues será siempre cont"nida por el temor rle la re ponsabilidad. El oficial, cualquiera qne ~ea su grl:ldo, cuidará por regla general de no dirigirse directamente al :soldado, al cual hará lle­gar sus órdene~ y ob erva.ciones por conducto ll la obligación de tomar la iuiciativa en la8 medidas conduceutes á ahorrar fatigas á la fuerza. EmpPro, si la situación Jo exige y el enemigo está próxi­mo, prP-cil'o es sacrificar 8iu vacilación la comodidad {, , la nece­sirlad de mantener la tropa lista. para el combate. EntoncPfl, para dil"minuír la profundirlarl d~ lt\s columnas y acelerar la lle­gada df> las tropas al campo de batalla, se a .nmentará f>l frente á 6 ú 8 hümbres, y ann se formará columna. de mayor frente si el terreno lo permitie. e. Talf>s movimientos fatigan muclw al soldado, a 1 que fa Ita e11tonces el aire, y como impic.len los des­plazamiento~ laterales, todo mal paso se convierte en encon­trón. EMas tleS\"' entajas aumentan si la tropa marcha en parte fuera uel camino, por lo cual conviene evitar tales operaciones, pero recordando que si la situación las impone, se las aceptará sin vacilar. Oa.ballería-La caballería marcha. por 4 en las carreteras, por 2 en los caminos más estrechos, y en desfilada en los que así lo imponga el terreno. Arti/le,·ín. y parque-Las piezas atalajadas ó á lomo de mu­la mar(.¡l.n1n en una fila, bi e n qne á proximidad del enemigo con­ ·iene hacefla~ mover por rlos ele fr~nte. LaR ~ee<•iones de municiones qne no deuen entrar al campo de batalla marchau siempre en una fila. ' z. 8 - Manejo dt la tropa ~n marcha Toda grande unirlatl, ~s rlecir, que cnPnte algunos miles de hombres y número proporcionado (lt> bag-HjP~ , oenpa sobre nn camino nnwhos miles rle metr·os; y si la fnPrza (}~aquélla eH mny consill la infantería pn<>de IJeuarsP. tlicha eondición, pP-ro du ­rante t•l movimiPr~to tal lougit.lHl se amuE:'uta, .V t~n esto cou is­te el rrlnrgmniento ó prolongación <1 las cohtrnnaR. En eft>eto, Pll PI momento dP romperse la mareha catla uom ­hre t-~JH'J'a. instintiva111ent~, para poner e ~n mo,:iutieuto {1 que el qu P~tá delant~ le dt>j( e;.~er algúu ol•.i~>to J Ko indine á rPcogt'rlo, etc., para que SP JH·odnzca. uua l alargamiento sino limit.ar los inconvenientes que puede presentar en las tro­pas rminan las circunstancias y la clase de operaciones que se trae entre ma­nos ejecutar. La caballería, como aires de camino, tan sólo emplea el pa­so y el trote: el galope sirve únicamente para maniobrar y com­batir. El paso del caballo depeude de su talla, y por lo tanto no es posible uniformar el movimi nto en las c.live.rsas subH 9'5 n ; la den· "r· va, eu 8'2"; y qne todas tre8 franquean el kilúm..-tro, al tl'otf>, en 4'1V'; al galope, en 2'56"; y al galopP de carga, en !¿'16". Como la carga que el jinete equipHdo impone al ca hallo es causa d~ fatiga para el auirnal, hay interé~ en ar los dif~rent R aires en loN suelos favorahlt>s, pnt>s el trotf>, por regla general, se reserva para lo· terreuo · plauos. Por ic.lén tico motivo, si el enemigo está l~jano, las di~tancias eutre los pelo-. toues, y cou mayor razóu ent.re los esemulrones, se anruent»n aún para que ningún elemento de la. columna tenga que sufri~ . con el polvo levantado por el que l~ precede. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 418 BDLETIN MILITAR ~ Cuando se hacen alternar el paso y el trote, la velocidad de marcha, aunque varía con la naturaleza del terreno, se esti­ma que de ordinario alcanza á 8 kilómetros por hora, en las columnas de algún efectivo, si el suelo no es muy quehrauo. El trayecto de 8 kilómetros por hora presupone que la columna marci.Ja más bien con lentitud; pero lo que res pc~ cta {t la alter­uabilidad de los aires queda á la iuiciativa de los oficiales, {~ quienes sólo se impone la obligación de euidar que su tropa se encuentre siempre en estado de l!brar combate, de abordar vi­gorosamente al enemigo y de perseguirle en seguida, cualquiera que haya ~ido la duración ó velocidad ele] movimiento auterior. Por esto, cuando tal condición no puede llenarse, H adic. trada. y con regulares bPstia~ pnede reeorrer de cincuenta á se!'letlta kilómetro:; eu las veiutieuatro horas si ol ea mino es bneno y el uelo no mny que­brado . .b}n totlo caso, hneuo c.· tener preseute que las largas marchas no vneden so8teut\r~-;e sino clnrante nn eorto período de campaña, so pena unco de pareceres si una línea de comunicaciones debe existir ó nó. * X. Ejemplos de ejércitos que se han privado de sus comunicacio­nes durante un tiempo considerable-Pero en el caso de la marcha de Sir D. Stewart, de que se ha hablado antes, y de la marcha de Sir F. Roberts de Kabul á Kandahar, algunos meses más tarde, la duda no podía existir. Las columnas abandonaron del todo sus lí­neas de comunicación, y quedaron perfectamente aisladas. Durante cierto tiernpo desaparecieron en medio del país enemigo, y para el extranjeru su situación y sus progresos estuvieron perdidos ú ocul­tos hasta el momento en que aparecieron de nuevo cerca de su ob­jetivo. Tales hechos son muy raros en la guerra regular. El único ejemplo de una operación semejante, en e tos últimos años, ha sido la famosa marcha del General Sherman hacia el mar, al través de la Georgía. *Sin embargo, en tanto que un ejército está completa­mente equipado, listo para la empresa, y en capacidad de luchar con eficacia contra toda resistencia susceptible de oponérsele, la operación no es obligadamente peligrosa, ni aun difícil; y cuando la columna marcha sobre un punto determinado, en donde espera restablecer sus comunicaciones, la operación puede ser muy senci- • Luego no se ab·1ndon6 la líne a de com1tnicaciones-L. D. • Jamás se ha discutid •> el punto por los peritos en !a m :1teria ; la línea de co­municaciones no puede abandonan¡e so pena de ca tástrofe-L. D. • Error: Sherman no abandonó su línea de comunicaciones¡ cambió de base de operaciones y nada más.-L. D. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 425 lla. * Así considerada, la marcha de la columna de auxilios de Ka­bul á Kandahar difirió mucho á la marcha de la Ghuzní Field Force; pues el objetivo de Sir F. Roberts era una fortaleza .itiada y no simplemente el reunirse á un ejército amigo. La última guerra de Afghanistán suministra un ejemplo tal vez mucho más resaltante del abandono de las comunicaciones. Este fue cuando Sir F. Robcrts marchó por primera vez del valle Kurran sobre Kabul. Como no pudtese di5poner de tropas sufi­cientes para guardar sus comunicaciones, organizó su ejército en columna vola1ite, y avanzó así contra una gran ciudad de Oriente, considerada como un centro de oposición, defendida por tropas considerables, bien armadas, y rodeada de tri bus guerreras cuyo encarnizamiento hacía temer que tratasen de vengarse de los inva­sores de su país. En este caso se hacía necesario un golpe decisivo, y era esencial dar lo pronto. Las circunstancias obligaron á la co­lumna á privarse de sus cumunicaciones. La toma de Kabul fue una hazaña señalada, un hecho de armas memorable; pero la ope­ración era algo aventurada; y ella es más bien ejemplo de los re­sultados sorprendentes que se obtienen cuando se dan pruebas de vigor y de resolución, que no modelo que haya de tenerse en cuen­ta en lo futuro, salvo el caso de que no se pueda proceder de otro modo. XI. Peligros del abandono de la línea de camunicaciones- Un ejército sin comunicaciones, en un pa1s enemigo, se encuentra en una situación muy delicada en caso de conflicto, sobre todo cuan­do la población no espera sino una oportunidad para levantarse en masa y aplastar al invasor. La col umna de Hicks Bajá parece que efectivamente fue destruída en el campo de batalla de She­lc. án, * pero aislada como e5taba en el desierto, sin línea segura de retirada, es muy improbable que ese infortunado ejército hubiera podido volver al Nilo, aun en el supuesto de que el resultado del comb-ate fuera menos desastroso. La función, no la me.nos impor­tante, de una línea de comunicaciones, es servir de línea de reti­rada en caso de necesidad. Los puestos escalonados á lo largo de esta línea, fortificados como lo están habitualmente, ofrecen un refugio al ejército que se bate en retirada. Una columna .:¡ue no dispone de esa línea, puede verse obligada á abrirse paso, con 1 s armas en la mano, por en medio de fuerzas superiore , que aumen­tan sin cesar, hasta llegar á su punto de partida: no tiene á su in­mediata disposición un refugio momentáneo, donde pueda re · pirar y reponerse de la derrota, y corre el riesgo de ser completamente destruída. La desastro'ia retirada de Kabul en 1842 es de ello un ejemplo particular. • Es claro, porque no h11y abandono de la lí nea de comunicaciones-L. D. • Véanse Las E:rp1diciones ingl•sas en Africa, págs. 342 y 343. VIII-lS Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 426 BOLETIN MlltTAR ~ XII. lnconveniéntes que pueden resultar de la imposibilidad qu1 tiene la columna de comunicarse con los cu erpos que la ayudan-Otro punto conviene indicar al tratarse de la cuestión de que un ejérci­to abandone sus comunicacio11es: es lo difícil que se hace la coope­ración de dicho ejército con otras columnas de operaciones pvr­que sus movimientos no son conocidos, ni puede estar impues­to de los acontecimientos y cambios en la situació•n militar, pues ignora complP.tamente los progresos de la guerra. Todas las con­diciones estratégicas de la campaña pueden cambiar .sin que su jefe tenga conocimiento de ello, y sin que le sea fácil comunicarse con las otras columnas, con las cuales tendría que combinar sus movi­mientos en caso de modificación del plan de operaciones. Este incon-veniente se pone en evidencia notoria en los acontecimientos de la última parte de lo que puede llamarse el período de los combates de la expedtción del Nilo, á principios de 1885. Las columnas que vartieron de Kortí, respectivamente sobre Metemma y hacia Abu Hamed, eran columnas volantes. Las co­municaciones entre dlas y Kortí exigían algunos días. Cuando se supo la caída de Khartum, la situación militar cambió del todo, y el objetivo de la expedición, es decir, la salvación de esta fortaleza, cesó de existir. Resueltu el Gobierno inglés á acabar con el Ma­dhi en Khartum, Lord Wolseley decidió que era preciso una cam­paña en el otoño. El ignoraba que la columna de Metemma había sido obligada, durante este tiempo, á batirse en retirada con sus transportes desorganizados, y á abandonar en el Nilo los vapo­res que habían bajado de Khartum. Por eso dispuso que esta co­lumna marchase sobre Berber y que allí se reuniese á la columna del río. Cuando después supo este movimiento de retirada, igno­rando el grado de desorganización de los transportes, resolvió que la columna del desierto volvierél cerca de Kortí para que siguiera á la columna del río á lo largo del Nilo, y dio sus órdenes para esto. Sólo fue días después cuando supo que la columna del desierto estaba en incapacid..td total de moverse. Ignoraba también que la columna del río hab1a tropezaJo con dificultades imprevistas y que su convoy de vituallas era quizás insuficiente. Al recibir esta últi­ma noticia se decidió á llamar á las dos columnas á Kortí. Así pues, dos veces consecutivas, se dieron órdenes de detall fundadas en una apreciación errón ea de la si cuación. Esa apreciación resul­tó de que las dos columnas eran columnas volantes, que no tenían comunicaciones directas é inmediatas con el Comandante en Jefe. XUI. Conclusiones relativas al abandono de las comunicacio­nes- Es evidente que se encuentran objeciones para que un ejér­cito que marcha en columna volante, abandone sus comunicaciones. En ciertas circunstancia::. este procedimiento está perfectamente justitic~do. En las pequeñas guerras se pre entarán condiciones <¡ue imponen tal manera de proceder. Así se impide el agotamien- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 427 to de la columna, que con la vigilancia de la línea de comunica­ciones no se puede evitar. Pero no es una maniobra estratégica que deba em?renderse á la ligera, salvo, sin embargo, como un expediente momentáneo ó en una peqlleña operación de guerra; y es esencial que una columna que se priva así de sus comunica­ciones sobre el teatro de la guerra, posea una organización que le permita hacer frente á las necesidades especiales del caso lo que se funda en el perfecto conocimiento de las condiciones de la cam­paña- Continúa. ------··~------ TIPOS DE VOCES DE MANDO (COntinúa) 'Tiro regulado por medio de diJparos fusmJttJ Capitán, á la izquierda,"") Jefe de l a 3.• Sec- Jefe de la 2.• Sec- Jefe de la 1.• manda: 1 ción cióu Sección Tirofu.sante, á 2,200 me-tros, 1·ompan fuego. Repite las voces de Corran el ojilln 8 m.m. á 1 mando, menos la la izquierda, destupen (el de rompan fuego, cohete). . ejecuta la conec-Áumenten la duración (del 1 ci6n de durac:ión cohete) ;3 décimos. ohre la regleta 6 a pieza Fu.ego. y nH nda: Vitnrio el C.1pitán que el 1 G.• pieza. Devlapen di paro de lll 6.• pieza 1 á 9 segundos 8. estalló alto y no pudo 1 Carguen. observarse la ditecci6n, manda: Manda: 5.• pieztJ. 5. • pieztz. F•tego. ~ De.vt"pen á 9 se- Vléndo!.e que el proyectil 1 gtturlos 8. Car-c talló á bul'na alturu, guen. pero que la di recci6uitO pudo observarse, man- 1 Repite: Aumenten da: l la durac1ón 4 dé- .Aumtt~z!e'~ 4 décimos la du- l cimos, y ejecuta racto•t. 1 la corrección o- 4. • pieza. Fut'go. 1 bre J a re61eta . El ,li paro re ulta largo, manlhl: Id. !d. Manda: 4.• pieza. D1•stapen á 1 Ose­gtmdos 2. Car­g¡. en. Anuncia: 1weva escala. Id. Id. Id. íd. A 2,000 metros, de.ytapen. Repite: 2,000 m:mrl¡~: 3 'pieza. Repite: 2000 j Repite : 2,f 00 y JJe,t ape11 á 9 se-gzmdt• l. C:trguw. E 1 Capitán procede á regular el fuego, y asf qu~ obtiene la tenaza de 100 me­tros, t:ntre lo.; 2,000 y los 2, lOO metro~, h~;~cc la separactóu de la b:~telfa. 1 Id. íd. disminuye la 1¡ duración 3 déci­mos sobre la re- 1 gleta } manda: El Capitán m~nd.t : L Repite: 2,050 y A mi ordm. Corran A 2,500 (metros). 1.• y 2.• r m~tnda: el ojillo tantos m. Seccione,, tiro jusa11lt 1 6.• pieza. Destape11 m. á la izquierda. normtJl. 1 á 9 segundos 4. D est11pen á 9 st- ) Cargue/l. gumios l. Car- 8ue,_ Id. íd. Id. íd. (pero haciendo co­rrer el ojillo á la derecha). Id. íd. CMtinÚ4 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ SOBRE EL EJÉRCITO ALEMÁN (Continuación) A partir del I.0 de Febrero, cuando la instrucción á pie de los reclutas está bastante avanzada, se empieza á hacerles tomar parte en los ejercicios de la misma naturaleza ejecutados por los soldados antiguos. No implica esto, sin embargo, su admisión en las filas de la batería; no tiene más objeto que el de instruír á to­dos los hombres á la vez. Es también á partir de la misma época cuando se ejercita á los reclutas á montar guardia ; se les enseñan los deberes del cen­tinela y se les inicia, en el mismo patio del cuartel, en todos los detalles del servicio de plaza. No están, sin embargo, obligados á saberlo sino de~pués de terminado su período de instrucción, que dura de dos meses y medio á tres meses, como lo hemos dicho, y cuanrio pasan á las filas de la batería. Se aprovecha la diversidad de enseñanzas que los nuevos soldados deben recibir simultáneamente, para variar los ejercicios cuanto sea posible y evitar la monotonía de ocupaciones que fa­tiguen su atención. Hacia el fin de e3te período se les enseña también f. cuidar los caballos y se les hace conocer las reglas del servicio de c~adra; se les ejercita á enganchar y á cargar los ca­rruajes con los diferentes utensilios de la artillería. En las baterías á caballo los ejercicios á pie y los trabajos de gimnasia con aparatos y sin ellos se ejecutan como en la artillería montada y según los mismos principios; pero el estudio del volteo es más completo y profundo. o se pasa á la instrucción del 3ervicio de piezas y de puntería sino al cabo de seis semanas, en lugar de cuatro, porque ocupados también los hombres en los ejercicios de equitación, les es preciso más tiempo para adquirir el suficiente conocimiento de los prime­ros elementos. Dos semanas después de su entrada en el servicio comienzan la equitación, cuyo curso se dirige absolutamente conforme á los mismos principios que en la caballería. Durante las seis primeras semanas se monta sin silla, luégo con silla y bridón, y el 1.o de Enero, s~gún sea posible, se pasa al trabajo con brida, y des­pués con armas. Con re pecto á la equitación, los reclutas de una batería á ~aballo constituyen una clase especial. No empiezan esta in&truc­ción sino después de haber sido adiestrados en los ejercicios á pie, "1 entonces la tienen seis veces por semana. Interésanse sobre todo Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ en sacar die~tros jinetes, firmes en la silla y bien enterados del uso de las rie:1das. Cuando estáo suficientemente adelantados se pasa á la equitactón con armas y ejercicio del sable; se Jes enseña á saltar con ligereza á tierra y á volver á montar lo mismo por la derecha que por la izquierd.1, á entregar rápidamente sus riendas al inmediato, ó á tomarlas, etc. Es pr("ciso que á principios de Abril se ~ 1cuentren en e5tado de tomar parte en las maniobras del conjunto de la batería. Todo lo que concierne al servicio de cuadra, la asistencia de los caballos, la manera de ensillarlos, de enganchar y cargar los carruajes, etc., es objeto de ejercicios que empiezan en las baterías á caballo seguidamente después de la incorporación de los hombres. A partir del 1.0 de Enero, continuando los mismos ejercicios, se principian lo5 movimientos de avantrén, siguiendo la misma pro­porción que en la artillería mont~da. Después, hacia el fin del pe­ríodo de instrucción, s~ pasa á los ejercicios de fuerza, servicio de guardia, esgrima á pie y á caballo y carga de cajas. Respecto á es­grima, Sf': limita, por lo demás, á enseñar á los hombres á dar dies­tramente golpes con el sable sobre un objeto real. Primero lo ha­cen á pie, así que ha adquirido cierto hábito en el manejo de sus armas; después á caballo, como término de su curso de equitación. Al finalizar su período de instrucción se ejercita á los reclu­tas de las baterías á caballo á acompañar las piezas en?;anchadas, y se hace pasar á los hombres sucesivamente por to~os los pl1estos. Si ha faltado el tiempo para ejecutar este ejercicio en el fin del período de instrucción de los reclutas, por él se empieza el período siguiente. De conc:ierto con estas maniobras se hace m' rchar, tanto en las baterías montadas como en las de á caballo, la instrucción teóri­ca, cuidando de reglarla á los ejercicios prácticos correspondientes, que debe n ·iempre enseñarse un poco antes. En lo que se refiere á los conocimientos militares de orden general, no se difiere de los que se dan en la infantería y caballería, pero se les agrega como es pe cialidades relativas á la artillería, algunas nociones sobre la organi­zación de lo afustes y de las piezas, la nomet.clatura de todas sus partes, los proyectiles, y en general todo lo que tiene relación con el uso, entretenimiento y reparación del material. Más tarde se completan estas inciicacione con algunas generalidades sobre el servicio de artillería, los diferentes tipos de carruajes, etc., á lo cual se agrega también, en las baterías á caballo, cierto número de lecciones sobre la limp1eza y entretenimiento del sable y pistola. En todas estas instruccione. se evita cuidafirién(lose al jt>fe de éstas. Sabido es que en la mañana del 18 de Ago~to de 1878·el 2.0 ~jército H lPmñ u, fuerte ele sois cuerpos ( tle t>jérci to) y de dos (livisiotH's de caballería, t>staha reunido en vivac, con frente al Norte-, ocu¡nuu1o 12 kilómPtro tle CPrca ele RPzonville (dt>recha) á ct>rca d • Ht1tnp-'iiar~e, 'lespnés ll~l rne(lio s ele infantería, desde la compañía ha:-;ta 1: di\' isióu, e~tén ejf'reitadas en volnciouar t n ma a, no eomo antt-~~ con las minuchts 'le u u reglamento anticna.(lo, siuo mecliaute proceH del éxito en las batalla~ eh 1 pnrvenir t·eside en las ínti 111as eom hiuacrottf'S dt~l tiro <1<~ <·año· nes y fu.'ilt•s, para adquirir, en lo~ momento: que pl'eeetlt>lt á los gratHh•s at:HJnes, una surwriorida\tra­tégico, la. tllt•cdón d l• puntos de atHr¡ue e desprend(.), fe ha po(li•lo tija1' h.~ nn modo caH· c1 t·to la. exteu ión del frc11te ocnpado por t•l 11etuig-o. La eoudieióu Oi:'t:~ueial para qne un ataqne teugn éxito, es qne ea ceutro de e~fut-t'ZOB Bimultátwos y convergeutes. EL ataq uP de UlH:t ala realiza tal desideratum cuando el enemigo, por falta de precauciones, no ha preparado un 13sca- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 432 80LETIN MILITAR ~ Ión desbordante y de fuerza suficiente á retaguardia del ala amenazada . . Mas la eon ,·ergeucia de los esfuerzos del asaltan te puede eonsegmr ' e sobre uua zona central l del defen~or puede pone.r en juego en la misma zona, por causa. de las formas del terreuo. Eu tesis g·eueral, la locJJa principiará en todo el frente por comba,tes tle artillería que no dejarán en medio campo sino para débiles vanguardiad usiva reforzada con trabajos de campaña y su división de la derecha (la 28.11) debía, en parti­cular, resistir á toda costa para que las divisiones 29, 26 y 27 pudieran maniobrar tratando de envolver la línea enemiga. E m pero, así que las di visioues 26 y 27, es decir, el XIJI cuerpo, llegaron á la vista del enemigo, el emperador, trastrocando los papeles, les asiguó la misión de contener el ala derecha del XV cuerpo, y á las divisiones 28 y 29 envió la orden de atacar con todas SIJ.S fnerzas la aldea de Hochdorf, que bacía parte de las líneas del euemigo, entre su centro y su izquierda. La dicha localidad e8tá constrnída en la cumbre de una extensa colina cubierta de bosque al S. y al O., descubierta en el resto y con las peuclientes inferiores de estos últimos lad~>s muriendo en forma de salieute sobre la llauura. Una depresión en forma de foso rodea la base de tal coliua en una longitud de 3 á 4,000 metros y ofl'ecía á la infantería del XIV cuerpo una excelente plaza de armas para disponer el ataque. El XV cuerpo no podía ilmeute varias cañadas qne les permitieron caminar á cubierto hasta. el foso que por el E. y el NE. rodea la colina ue Hochdorf. Y fue de ese fo o que partieron suceRh·amente tre~ líneas de ataque, escalona,las á poca, c~utetmH d~ metro' unaH de otras, la primera compuesta de eujam hrp" de tir;ulor('s, la 8e· gunda de batallones de plegado t-u líut>a. y la tel'ct>ra clP co­lumnas de compañía. Una re. ervc en masa t~ompacta Ht>:¡uía la extrema derecha. "Contra semejan te pro.recti 1, el ad \'orsario nada poclía hacer." Un antiguo militar prn iauo flt> ·crihió e e ataqne eu lm~ tér­minos t:~iguientes: " ... pa o de carga, handt~ra cle~ple'-!ada Y t~mbor batiente, J.-gione~ qno pareeiall ~mlir del ceutro dt3 la tierra, emergían del fondo del valle para e.·calar la altura en masa profundas; salíau de toda pal'te8 . . Ante e~a marca, a cenueute, el enemigo rt>tiró aprt>snrndo sn batullont>~ basta la .cresta y preparó á retaguardia de ella po1:3iciones de re­pliegue." AgTeguemoR que dnraute e e g-rande at:.,qnc Pjt-cutado eou ver~, tle posieión e u posición, ~jecutall(lo á la carrera lm:~ altos iutermedio8, que erau de corta amplitud. Dira.se qne tal ma.niohra ~ra nua reeclicióu del at.aqne oe Saint-Privat por la gnanlia alemana; pero no:::;otros responde­remos : sí y nó. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 434 BOlETIN MILITAR ~ / Sí, si la artillería encarga•la fe11sa y limitaudo fiU acción á ro111 per las teja8 de la al< lea escogicla como objt>ti YO. :Nó, si la prt .. paraeión coufi.atla á la :urillería se ejecutó debidamente y Jos enjambres de tiradol'es que á haf>lla dis­taneia precedíHu el at:H}lH:~ propiamellte dicllo, ~npi ~rou llenar á balazo su misión de reconociLUit=mto y prote(~ción. Mas SPa de ello lo que fuere, los grande:>s resultado~ tácti­cos se oht.it.•rtt>u pouiet.do en oura simnltánea.m .ute gr~nde¡.¡ me­dios de dt--Htrucción, aplicatlo8 contra nu solo punto cuya pér­dida Pntrañt> para el eu migo la pérdida de toda Ja, po~ieión. La hábil reuHJÓn dt-' la~ tropas IIHnJ:tjc<.mtar un grande ataque, el tli~positivo <]U<~ con,·it~rw _darlt .. ', •1 artg, t·n ñu, de hacerlas obrar cou ,-¡g·or y n1 pitlPz, talt-s St'l'áll en lo sncesi vo las condiciones <'Sellcialt·s para gana•· batalla:-.. De lo antt·dicho ~~ p~n11ititlo t•onelttít· que Pn lo fntnro, si los preliminat·e~ de la batalla pr tli<·ho, qtwrlnrfí rt:'ño~ eho­ques aislado:-;, :sin otra relaciótJ eutre ·í que l~t l't>l:mltante de nna cotuúu teurlo en la imposibilidad de dis­lJOIIPl' de su recurRos eu apoyo de lo puutos especialmente alllella~atlos. Eu el primer ca o las unidades inferiores de infantería se verán como ahogada · en u u v:u·~to si~t -'ma y no podrán poner f'll ollra si11o sus cualidades morales y maniobrera , en tanto qub en el segundo los jefes de cuerpo y los capitanes erá.n Jos Yetuaderos direc:ores de la lucha. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOlETIN MILITAR ~ Los ataques en masa sobre los puntos decisivos y los ata­ques parciales sobre los demás lugares del campo de batalla, constituyen, pues, dos modos ue acción muy diversos y que no conviene confundir; bien que para el soltlado no hay sino una sola manera racional de combatir: luchar lo mejor que pueda contra el adver8ario que tiene al frente y más cercano. El ataque decisivo no tiene por o~jeto exclu ivo abrir bre­cha en la posición que se quiere conquistar; su misión es más devada y con 'iste en, apenas coronarla la brecha, ensancharla desplegando eu abanico las tropas del choque, conservadas basta entonced en formación concentrada, á fin de hacer irre­para~ le al enemigo el revés que sufriera en el punto de ataque. La~ unidades en masa que siguen á las líueas sucesivas de un ataque decisivo, e tán por lo tanto de~tinadas á rebasarlas apenas se conquista un punto de la posición enemiga y á ve­rificar, en formaCión ro . • • • El e~tnclio verdaderamente práctico de lo. mil detalles de la. educación del solda(lo no presentará, pues, atnwtivo p~ra eipr·to número de jóvenes ofieiale que gn~tan JH'efl•rentement • fle los trabajos intel~ctu á Labateca y Borotá la una, h tcia la Loma y Capacho otra, sobre el Capote y las Cañas la más fuerte, y rumbo Jc: Bramón la última. Bien combinado el mo­vimiento y mejor cubierto á los ojos del enemigo, produjo la ocu­pación de la erranía que separa el Táchira del 'rorbes, por lo cual el ejército venez !ano, que intentaba defender á San Cristóbal, ante la perspectivaJe ser envuelto y copado de su principal línea de Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 437 operaciones, el camino de La Grita, retrocedió rápidamente á ocupar formidables posiciones en el Zumbador. Parecía que la conquista de aquellas agrias serranías iba á demandar grandes esfuerzos y sacrificios, cuando el movimiento de dos divisiones colombianas sobre La Florida y valle de San An­tonio hizo retroceder de nuevo á los venezolanos, que aún no ha­bían recibido los ansiados refuerzos, por lo cual pasaron á estable­cerse en las crestas del páramo del Portachuelo, donde verificaron su reunión con las tropas esperadas, por lo que entonces pudieron cubrir la línea del Palmar á los Alineaderos, por Latalita. A nadie se ocultó que estaba próxima una batalla decisiva y adt!más larga y sangrienta, dadas las posiciones de los venezohnos y la fuerza enfrentada de ambos contendores. Las tropas colom­bianas establecieron su cuartel general en La Grita, pero la falta de un ejército de reserva obligaba á cubrir con el de línea las co­municaciones en unas cuantas leguas de territorio hostil, por lo cual apenas 1 s,ooo hombres que daban disponibles para el supremo esfuerzo. El Generalísimo colombiano, en vista de los informes recogi­dos, dispuso que una columna se adelantara hacia el páramo del Batallón, por el valle de Aguascalientes, para buscar el extremo de la izquierda enemiga y, si era posible, la flanqueara por ese lado ó á lo menos le distrajera fuerzas y le llamara seriamente la atención por esa parte. El grueso del ejército se distribuyó en dos masas que se hicieron adelantar, la una á Sabanagrande y la otra hasta las lomas de Pozo-Azul. Las avanzadas venezolanas que cubrían todos esos valles, retrocedían poco á poco, y mantenían las fuerzas inva­soras de vanguardia empeiiadas en continuo tiroteo. Las alturas de La Quinta, fuertemente atrincheradas, eran la plaza de refugio de los colombianos para caso de un revés. El plan de los colombianos era correcto pero exigía grande precisión en lo movimientos : la columna de Sabanagrande de­bía avanzar hasta Llanolargo, atacar de frente el Portachuelo del Palmar y extender su derecha á enlazarse con la coiumoa de Pozo­Azul, la más fuerte, que debía ocupar á Porqueras, para atacar el Portachuelo de i\1armolejo, secundada por la columna de Aguas­calientes. Las dos columnas principales apenas distaban 9 kilóme­tros, y su objetivo real era coronar Jas alturas culminantes entre los dos Portachuelos y tentar una irrupción sobre lo que parecía centro enemigo, para arrojar éste sobre Bailadores. El ejército venezolano había ocupado sólida y hábilmente la línea de cumbres que trataba de defender, pero su frente de com­bate resultaba exagerado para los 13,000 hombres que lo guarne­cían, y seguramente no creyó posible la toma de las cimas culminantes por los colombianos, puesto que en ellas apenas colocó algunos destacamentos. Para ligar sus masas aprovechó la depre­~ ión transversal que corre de Pueblohondo á Cebada y mejoró Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 438 80LETIN MILITAR ~ el camino de Latalita. En la cima de Batallón construyó un re­ducto. El Cuartel general quedó establecido en Marmolejo. U na legua debían recorrer las dos principales columnas co­lombianas para abordar al enemigo, pero como la de Aguasca­lientes tenía que recorrer un trayecto tres veces mayor, se la puso en movimiento la víspera, con orden de acercarse al pie del pára­mo, pasar allí la noche y emprender operaciones formales el vier­nes á primera hora. El tiempo, que no presentara extrema reciura los días ante­riores, se dañó de repente el jueves, de manera que las tropas prin­cipiaron sus movimientos formales azotadas por un violento tem­poral. La columna de la izquierda atravesó con trabajo los panta­nos de V enegara, y á las 9 de la mañana dio sobre Llanolargo, donde la recibió con nutrido fuego una avanzada venezolana bien apostada: principiaba el combate. La columna, de acuerdo con las órdenes recibidas, comprometió de frente la división de vanguar­dia, mandó oblicuar á la izquierda la 2.a, prolongó el frente á la derecha con la 3·\ y envió la 4.•, apoyada por la caballería, á dominar el espolón de La Grita, á fin de dar la mano á la fuerza principal. Con la 4.• división marchó la batería de montaña, que no sin dificultad franqueó los 3 kilómetros que median hasta la Me­seta, donde se estableció para romper sus fuegos, á 2,400 metros, sobre el Palmar, y secundar así el avance de las tropas de infantería. Cerca de s,ooo hombres ocupaban en esa zona izquier del cam­po de batalla un frente de ca i una legua, de la cual apenas un ki­lómetro lo era de combate real. La columna principal, apenas principió á franquear la cañada de Pozo-Azul, dio con fuerzas venezolanas que defendían el cami­no, y aunque las arrolló con su masa, esto no pudo hacerlo tan pronto como se esperaba, de suerte que eran las 1 o a m. cuando su cabeza llegó á la explanada de Porqueras, á 2 kilómetros de la principal posición de los venezolanos. En la explanada se estable­cieron tres baterías lo mejor que se pudo, porque el terreno no era favorable, y 6 divisiones de infantería se desplegaron por los vallejuelos para emprender el ataque, el cual á me,lio día se daba la mano con el de Llanolargo, no obstante las dificultades del fragoso suelo que separaba los dos campos. En reserva que­daban 5 division'!s. Ya el caí1ón tronaba lúgubre en esas altas regiones, el com­bate se. desarrollaba c0n forzada lentitud, y sólo se esperaba la lle­gada de la columna de la derecha al punto de su cita para compro­meterlo á fondo; pero el tiempo corría sin que ella apareciera, y las tropas colombianas luchaban á un tiempo contra la naturaleza y contra un enemigo resuelto á defender su posición. Por fin á las 2 p. m. se oyó fuego hacia 1(]¡ cumbre de Batallón, pero á distancia que parecía enorme. ¿~é había sucedido á las do~ divisiones por 4lllí empeñadas? La marcha hasta el pie del páramo no tuvo mayor Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. bOLETIN MILITAR ~ tropiezo, pero el viernes al amanecer, cuando la columna se puso en movimiento para escalar las alturas, el Jefe se dio cuenta de que allí no existía camino, y que el sendero considerado como tál no daba paso á la artillería. Desprovista la columna. de herramientas, envió por ellas á La Grita, pero allí se le dijo que tampoco Jas había, y que las pocas del parque las conducía la columna principal. A fuerza de buscar, unas pocas se consiguieron en el poblado, y con ellas se principió la tarea de componer la senda á las 8 a. m. Con extrema lentitud se ascendió el páramo, izando la arti­llería con maromas en más de un punto, y á las I 2, cuando el Jefe esperaba haber vencido las mayores dificultades, se encontró con que había desembocado á un lugar de la cumbre separado por in­franqueable barranco del Alto que ocupaba el enemigo, en el camino de Latalita. Falto de cartas de la región, sin buenos guías y no queriendo descubrirse á dt.!:>tiempo al enemigo, no permitió el jefe que el cañón hablara hasta no hallar modo de acercarse á las posiciones venezolanas. Por fin á las 2 p. m., después de inauditos esfuerzos, encontró modo de abrir e paso, ordenó un movimiento envolvente á una Je las Jivi iones, y mandó romper el fuego de cañón, mas el terreno era desfavorable, el re:-ulrado no fue gran­de, y los venezolanos, advertidos del peligro, concentraron á tiempo lo destacamentos que ten tan en esa parte, y se aprestaron á defen­der con brw el Alt') del páramo. Confiado d Generalísimo, al oír aquel fuego, en que la ope­ración de la columna de la derecha no habta encontrado ob táculos i nvenci bi es, mandó avanzar la· re!)er\'a · y principiar el ataque deci­sivo, lo que al efecto se hizo, de manera que á la. 4 p. m. Ja batalla e raba empeñada de modo formidable. Por desgracia el conoci­miento del terreno era incompleto, y más de una vez los batallones comprometidos en una dirección tenían que retroceder á buscar un pa'o que el suelo le~ negaba en la primera, y la lucha se pro­longaba sin esperanza' de próximo éxito. A las 5 n. m. el fuego principió á di, minuír de intensidad en la izquierda: era 4ue las municiones escaseaban, porque los tiro­teos de los días anteriores habían disminuído el parque de la co­lumna y las bestias de transporte no eran suficientes. Además, una sola batería no había podido desbaratar las trincheras blinda­das con tierrct que defendían el Portachuelo ~el Palmar. Preciso fue dejar que la lucha ~e prolongara convertida en tiroteos intertanto llegaba la noche para, á su amparo, mover parte del parque de reserva que estaba en La Grita y reforzar la artillería de la izquierda. Enormes fueron los sufrimientos de] ejército esa noche, por la reciura del tiempo, la falta de toldas y de víveres, la escasez de los medios para evacuar los heridos y la vigilia causada por los conti­nuos alertas en las líneas avanzadas. Como compensación de tán­tas fatigas, la columna de la derecha apenas pudo ocupar el Alto Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 440 80LETIN MILITAR ~ del páramo, operación que por lo demás no dio el resultado que se esperab.1, porque los venezolanos tuvieron tiempo de constituír un segundo punto de apoyo á retaguardia, en la cima de Porqueras. Por causa de l soscenido temporal la lucha no pudo reanudarse en firme hasta hura avanzada del sábado, de suerte que este día apenas se consiguió tomar el Portachuelo del Palmar, replegándose los venezolanos á Pueblohondo, pues en el puerto de 1\1.armolejo resistieron con éxito debido á la falta de una artillería ligera de montaña que secund~ra los esfuerzos de la infantería entre aquellas breñas. Sin embargo, el jefe venezolano, comprendiendo que la situa­ción se le agravaba por momentos con lo sucedido á su izquier­da, resolvió aprovechar la noche del sábado para replegarse á !as cumbres del Guerrero y atrincherar las alturas de Pueblohondo y La Cebada, de manera que en ese espolón intermedio de la cordi­llera constituyó un campo fortificado que dominaba las cabeceras de lo3 valles de Escalante y Mucuchíes. El Generalísimo colombiano, al examinar el domingo la nueva posición del enemigo, comprendió que con el ejército, re­ducido por la anterior lucha á poco más de Io,ooo hombres váli­dos, no podía intentar operación seria, y tuvo que h<'lcer alto para esperar refuerzos que no sabía cuánto tardarían en llegar. Por sn parte lo venezolanos, bastante quebrantada su moral con las pér­didas de la jornada, tampoco podían con sus 7,ooo hombres tomar la ofensiva por lo pronto. Y fue durante esa forzosa susp e nsión de hostilidades cuando nuestro Ministro resolvió interponer su amistad, para lo cual de Cutagena, á donde arribaba en ese momento, telegrafió á Bogotá y á Caracas, y obtuvo la ape rtura de las negociaciones que dieron por resultado el tratado de La Grita. El Presidente de la República francesa, árbitro en el litigio de límites con Costarrica, dictó fallo en que reconoció la justicia que á Colombia asistía en su reclamación sobre límites en la Amé­rica Central, según se de duce de l siguiente cable que comentare­mos detenidamente en el próximo número : "París, 14--Bue,wve ntura, 14· de Septiembre-Bogotá, 3 de Octz, bre de 1900 " Presidente Colombia-Bogotá "Quedan á Colombia territorios hasta Punta Carreta, com­prendido todo v , !le Sixaola, sigue línea por Cordillera termiuando Punta Bu rica. Sociedad respetable ofrece Gobierno siete millones por explotación territorios demarcados-JULIO BETANCUR." Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Publicaciones periódicas

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 172

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Resolucion 251 de 2024

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Sentencia 4 de 2024

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