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Imagen de apoyo de  Acueducto Nuevo de Bogotá. Embalse de "La Regadera". Foto 8

Acueducto Nuevo de Bogotá. Embalse de "La Regadera". Foto 8

Por: Gumersindo Cuéllar Jiménez | Fecha: 1938

Obras de construcción del Embalse de la Regadera. El Acueducto Nuevo fue el nombre que se dio a las obras realizadas entre 1933 y 1938, para mejorar el abastecimiento de agua potable en Bogotá. Dentro de este proyecto, se adelantó la conducción del Río Tunjuelo, mediante una presa. Así, entre 1934 y 1938, se construyó el embalse de la "La Regadera", en la confluencia de los ríos Curubita y Chisacá, en la cuenca alta del río Tunjuelo. Se trata de una “presa de tierra de 31 m de altura […] la cual forma un embalse de 4 millones de m³, con un rebosadero del tipo Morning Glory” (EAAB, 2015). El agua de este embalse se conducía, mediante un sistema de tuberías, hacia la planta de tratamiento Vitelma, en San Cristóbal. Distintos momentos del desarrollo de las obras del Nuevo Acueducto fueron registrados por la casa cinematográfica Acevedo e hijos, en la cinta “Construcción del Nuevo Acueducto de Bogotá”, rodaje financiado por el Ministerio de Obras Públicas. Esta cinta fue restaurada y se conserva en la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Fotografías
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Acueducto Nuevo de Bogotá. Embalse de "La Regadera". Foto 8

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Acueducto Nuevo de Bogotá. Embalse de "La Regadera". Foto 6

Por: Gumersindo Cuéllar Jiménez | Fecha: 1938

Obras de construcción del Embalse de la Regadera. El Acueducto Nuevo fue el nombre que se dio a las obras realizadas entre 1933 y 1938, para mejorar el abastecimiento de agua potable en Bogotá. Dentro de este proyecto, se adelantó la conducción del Río Tunjuelo, mediante una presa. Así, entre 1934 y 1938, se construyó el embalse de la "La Regadera", en la confluencia de los ríos Curubita y Chisacá, en la cuenca alta del río Tunjuelo. Se trata de una “presa de tierra de 31 m de altura […] la cual forma un embalse de 4 millones de m³, con un rebosadero del tipo Morning Glory” (EAAB, 2015). El agua de este embalse se conducía, mediante un sistema de tuberías, hacia la planta de tratamiento Vitelma, en San Cristóbal. Distintos momentos del desarrollo de las obras del Nuevo Acueducto fueron registrados por la casa cinematográfica Acevedo e hijos, en la cinta “Construcción del Nuevo Acueducto de Bogotá”, rodaje financiado por el Ministerio de Obras Públicas. Esta cinta fue restaurada y se conserva en la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Fotografías
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Imagen de apoyo de  Acueducto Nuevo de Bogotá. Embalse de "La Regadera". Foto 7

Acueducto Nuevo de Bogotá. Embalse de "La Regadera". Foto 7

Por: Gumersindo Cuéllar Jiménez | Fecha: 1938

Obras de construcción del Embalse de la Regadera. El Acueducto Nuevo fue el nombre que se dio a las obras realizadas entre 1933 y 1938, para mejorar el abastecimiento de agua potable en Bogotá. Dentro de este proyecto, se adelantó la conducción del Río Tunjuelo, mediante una presa. Así, entre 1934 y 1938, se construyó el embalse de la "La Regadera", en la confluencia de los ríos Curubita y Chisacá, en la cuenca alta del río Tunjuelo. Se trata de una “presa de tierra de 31 m de altura […] la cual forma un embalse de 4 millones de m³, con un rebosadero del tipo Morning Glory” (EAAB, 2015). El agua de este embalse se conducía, mediante un sistema de tuberías, hacia la planta de tratamiento Vitelma, en San Cristóbal. Distintos momentos del desarrollo de las obras del Nuevo Acueducto fueron registrados por la casa cinematográfica Acevedo e hijos, en la cinta “Construcción del Nuevo Acueducto de Bogotá”, rodaje financiado por el Ministerio de Obras Públicas. Esta cinta fue restaurada y se conserva en la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Fotografías
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Acueducto Nuevo de Bogotá. Embalse de "La Regadera". Foto 7

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Imagen de apoyo de  Tomo VI. Fiestas. Viaje al Tolima. Transcripción

Tomo VI. Fiestas. Viaje al Tolima. Transcripción

Por: José María Gutiérrez de Alba | Fecha: 1995

Las primeras páginas de este tomo, que corresponden a los días comprendidos entre el 7 de marzo y el 7 de abril de 1871, Gutiérrez las dedica a exponer su posición frente a la situación en Cuba, que desde 1868 se encontraba en Guerra con España; relata los días de Semana Santa en Bogotá; y también transcribe una carta que el escritor colombiano José María Vergara y Vergara le envió desde España. Entre el 29 de abril y el 5 de mayo Gutiérrez realizó un viaje a Pandi. En su diario relata su paso por Fusagasugá y la impresión que le causó el Puente natural de Icononzo, sobre el río Sumapaz. Después de tres meses de estadía en Bogotá, El 7 de agosto de 1871 Gutiérrez emprendió la 'Expedición al Tolima', la cual culminó el 11 de septiembre. De esta la expedición dedica varias páginas al relato de su paso por el Lazareto de Agua de Dios, y de la visita en Chaparral, a las que el llamó las 'prodigiosas’ Cuevas de Tuluní. Finalmente, otra vez desde Bogotá, emprende un corto viaje para conocer las piedras de Facatativá, entre el 27 de septiembre y el 2 de octubre. Manuscrito de este tomo: http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/p17054coll16/id/466
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Libros
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Tomo VI. Fiestas. Viaje al Tolima. Transcripción

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Tomo VI. Fiestas. Viaje al Tolima

Por: José María Gutiérrez de Alba | Fecha: 1871

Las primeras páginas de este tomo, que corresponden a los días comprendidos entre el 7 de marzo y el 7 de abril de 1871, Gutiérrez las dedica a exponer su posición frente a la situación en Cuba, que desde 1868 se encontraba en Guerra con España; relata los días de Semana Santa en Bogotá; y también transcribe una carta que el escritor colombiano José María Vergara y Vergara le envió desde España. Entre el 29 de abril y el 5 de mayo Gutiérrez realizó un viaje a Pandi. En su diario relata su paso por Fusagasugá y la impresión que le causó el Puente natural de Icononzo, sobre el río Sumapaz. Después de tres meses de estadía en Bogotá, El 7 de agosto de 1871 Gutiérrez emprendió la 'Expedición al Tolima', la cual culminó el 11 de septiembre. De esta la expedición dedica varias páginas al relato de su paso por el Lazareto de Agua de Dios, y de la visita en Chaparral, a las que el llamó las 'prodigiosas’ Cuevas de Tuluní. Finalmente, otra vez desde Bogotá, emprende un corto viaje para conocer las piedras de Facatativá, entre el 27 de septiembre y el 2 de octubre. Transcripción de este tomo: http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/p17054coll16/id/470
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Otros
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Tomo VI. Fiestas. Viaje al Tolima

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Imagen de apoyo de  Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año V Serie II Tomo II N. 6

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año V Serie II Tomo II N. 6

Por: | Fecha: 10/08/1901

@;"' ~"<9-~ ~ Bogotá, 10 de Agosto de 1901 cet. +----cr--f)i' ~i._ ----e-+ ~t ~oletín !Hitar d t 1 b' i ¡ i Organo del Minist•rio de Guerra y del E;é:ci\: on¡ Ja 1 1 J'VVVVVVVVVVVV'A ~' ;;; DIIUCTOR JO 1101\.0ilEM = ~ Franciz;:o J. Vergara y Velaaco •.1-t ~ 1 Oeuml do '"''"'"•'· ~.::· S<>ciodarl., Ci"W .. u -~ 'f on colaboradom de t te r~riódico los Jtrtt 1 Oficialta dtl Ejirwt ----- DECRETO NUMER 8ó2 DE 190 r (I DE JULIO) P'>r el cual s~ hace un nombramiento 8.7 1 pz"ctjwnidmlt dt /(z Rtpúlh'ca, enctzr. radc dd P1dtr EjuuHvo, Artículo único. 6mbra e Comi ario Pagador <.le la 3 ... Divi­sión del Ejército ,n opera ion s sobre el Tolima, al ._r. D. Jo~é !vfaría E cobar, asimilaclo á Coronel I ara los fcct s fisc:alc . Comuníquese y publfques . Dado en Bogotá, á r8 de Julio de 1y01. JO E MANUEL MARROQUlN El Ministro de ucrra, JosÉ VrcE ... t'E ONOIA DECRETO NU:t-.1ERO 872 DE 1901 (20 DE J LIO) por el cual e llama al servicio activo á un Jefe y :,e le dtslina El Vzáprt.ltdmlt dt la RepltbNca, wcargado del Pcdtr EjteultVI, DECRETA Artículo único. Llámase al servicio activo al Sr. General Ole- TOKO JI-1 1 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. eotetin !nilitar be ~oiombia '- 162 _) rario Ferreira, y nómbrasele Gobernador militar de la plaza de Honda. Comuníquese y publíquese. Dado en Bo2"otá, i 20 de Julio de I90I. JO~E MANUEL MARROQUIN :11 Ministro de Guerra, josi VICKNTK CoNCKA DECRETO NUMERO 878 DE 1901 ( 2.2 DE JULIO) por el cual se confiere un ascenso El Vzápresidente de lct Repz¿blz'ca, encargado del Poda· E.Juult'vl, DECRETA Artículo único. Asciéndese á General en Jefe del Ejército de la República al de Division Sr. Diego de Castro. §. Dése cuenta de este ascenso al Senado, en us sesiones próximas, para los efectos constitucionales. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 22 de Julio de Igül. ]OSE MANCEL MARROQUIN El Miniitro de Guerra, jo x VJCK. 'TE CoNCHA. DECRETO NUrviERO 883 DE 1901 (22 DE J '1.10) por el cual se hace un nombramiento El Vzápt·estamle de la Repúbhw, tncargado del Podn · .E.fecult'vo, DECRETA Artículo único. Nómbras·c Habilitado de la Compañía suelta de Quipile al Sr. Juan Paulo L. VeJa, asimilado á Capitán para los efectos fiscales. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 22_ de Julio de 190f. ]OSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, Jo & VICENTE Co~CHA Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 13otetin lntiibu be €olombi• '- 163 _) DECRETO NUMERO 884 DE 1901 (22 Dlt JULIO) que refunde la tropa del BalallJn Co!,mbia en el Bota/Un C•n•l El Vüepre.n'dmil dt la Repúblz'ca, encargado dli Podtr Ejuult'v#, DltCIRT.A. Artículo único. Refúndese la tropa del .Bala/Ión Ct (24 DE JULIO) obre servicio médico obligatorio El Vt'apresüimü de la RepríbHca, encargado dtl Podtr Jljuuliv1, CONSIDERANDO Que el · ramo de Sanidad en los Hospitales y Ambulancias castrenses es un accesorio del servicio militar, y así como éste es obligatorio á todos los individuos que estén en aptitud de llevar armas, el de sanidad también debe serlo á quienes sean aptos de prestarlo; Que hay en varios lugares de la República hospitales donde es insuficiente el personal de Médicos y Practicantes destinados á ellos, por ser creciente la proporción numérica de los enfermos, con motivo de las epidemias que están azotando el suelo colombiano; y Que en el grtmio de Médicos, Cirujanos y Practicantes, pocos son los que ofrecen con voluntad su contingente para secuir lo¡ movimientos de las tropas en campaña, 6 para cambiar siquiera precariamente su residencia á. lu2'ares ocupados por guarni ~ iones, DECIET.A Artículo único. Desde la publicación del presente Decreto y hasta que se restablezca el orden público, es obligatorio á todos los Médicos y Cirujanos colombianos, y á los Practicantes, prestar loi servicios de su profesión en el Ejército cuando sean requeridos para ello por cualquiera autoridad civil ó militar, so pena de ser considerados y tratados como hostiles al Gobierno. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 24 de Julio de 1 go 1. JOSE_MANUEL MARROQUIM El Ministro de Guerra, JosÉ VICENTE CoNCHA Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~o[etin ~ilitar be ~olomóia '-- 164 _; DECRETO NUMERO 892 DE 1901 (25 DE jULIO) por el·cual se hacen dos nombramiento El V~epresüimte de la Repúblzca, encargado dtl Poder Ejuulz'v#, DECRETA Artículo único. N6mbrase al Teniente Coronel Guillermo Gon­¡ ález T. Ayudante general de la Comandancia en Jefe del Ejército expedicionario sobre el Occidente de Cundinamarca; y Destínase al Sr. Jesús M. Vargas al puesto de Habilitado del Cuartel general del mismo Ejército, con la asimilación de primer Jefe de Cuerpo para los efectos fiscales. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 25 de Julio de 1901. JOSE MANUEL MARROQUIN 1 Mini tro de Guerra, JosÉ VICENTE CoNcHA DECRETO 1-UMERO 902 DE 1901 (26 DR JULIO) or el ual se hace un nombramiento .El Viuprtsidmle de la República, mcargado dtl Poder :E}uull1J1, ))l~CRETA Artículo únic . Nóm rase Habilitado del .Escuadrón Hcrrán al Sr. Manuel de J. Zapata, asimilado á Capitán para los efectos fiscales. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 26 de Julio de 1901. JO E MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, JosÉ VICENTF. Co. ·cHA DECRETO NUMERO 912 DE 1901 ( 26 DE JULIO) que elimina el Cuartel general de la 8.a División El Vzápr1Sidenle de la República, mcargado del Poder .EjecuHvo, CONSIDERANDO Que á excepción del Batallón Cedaio, los demás Cuerpos que formaban la 8." División han sido agregados á otras Divisiones, y es, por tanto, innecesario que continúe existiendo el Cuartel gene-­ral de ella, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~otetin !Jliritar be ~o!omóia '- t65 _) DECRETA Art. I. o Suprímese desde hoy el Cuartel general de la 8. a Di­visión del Ejército. Art. 2.° Concédense Letras de Cuartel y licencia indefinida á los Jefes y Oficiales del Cuarte! general de la misma División que quedan excedentes; y Art. 3. 0 Incorpórase el Batallón Ceddio á la I .a División del Ejército. Comuníquese y publíque e. Dado en Bog·otá, á 26 de Julio de 1901. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, Jo 1~ VICENTE CoNCHA DECRETO NUMERO 937 DE 1901 (29 DE JULIO) por el cual se llama un General al servicio acti,·o y se le destina .1!.'/ Viaprest'dttzlt. de la Repúbhca, azcargado dd Poder Ejecult'vo, DF.C.RET~ Artículo único. Llámase al servicio al Sr. General ~.foiséii He-r ra, n 'r br s le o er a o· il' ar. de l l .a d irar o . Comuníquese y publí ues . ado en Bogotá, á 29 de Julio de 190r. JO E MANUEL MARROQUIN El Mini tro de Guerra, JosÉ VrcF.NTE ONCHA DECRET NUMERO 945 DE rgo1 (31 DF. JULIO) sobre aumento tic sueldos á los empleados ci\'ile. El Vt'ctptnr'dtnlt de la Rtpt'tbl/ca, mcargado dd Poder Ejeculzv,, En uso de su facultades constitucionales, y CONSIDRRANDO I . 0 Que el actual estado de sitio en que se halla la República exige mayor trabajo á las Oficinas públicas para atender debida­mente al restablecimiento del orden; 2. 0 Que el alza indefinida en el precio de los artículos de primera necesidad ha establecido enorme desproporción entre el valor de los sueldos asjgnados á los empleados civiles y el de eso¡ mismos artículos; y Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~oldin !nititat be G:olombid L r66 __; 3. 0 Que tal deficiencia ~-~n la remuneración de los empleadoi ha sido causa de abandono de varios destinos, lo que produce po­sitivo trastorno en la administración pública, con perjuicio eviden­te para el restablecimiento del orden, DECRETA Art. I .0 Desde el 1.0 de Julio corriente los empleados civiles aacionales gozarán de un aumento de sueldo en la siguiente pro­porción: 100; Los sueldos no mayores de $ roo mensuales, en un 70 por Los de 1 IOI á$ 200, en un 6o por 100; Los de 201 á $ 300, en un 50 por 100. Los de 301 á $ 400, en un 25 por roo. Art. 2. 0 .No gozarán de este aumento los siguientes empleados: El encargado del Poder Ejecutivo;. Los Ministros de Estado; Los del Ministerio público ; Los de la Junta de Emisión; Los de la Sección s: del Ministerio del Tesoro; El Pagador Central ; Los que tengan sueldo de $ 450 ó más mensuales ; Los que reciben sus sueldos en oro 6 en plata; y Aquellos cuya asignación haya sido fijada 6 aumentada con posterioridad al 17 de Octubre de 1899 y estén gozando de au­mento en la actualidad. Art. J. 0 Tendrán derecho al aumento de que trata este De­creto: Los Jefes de las ecciones 2." y 3.", el Oficial 2.0 de la 1." y el Cajero principal de la s: del Ministerio del Tesoro; Los Jefes Civiles y Militares de los Departamentos, con e.·- cepción del de Panamá, que tendrán el 50 por roo de aumento: Los empleados subalternos de la Pagaduría Central ; Los Subdirectores de Telégrafos y de Correos; y El Administrador y el Superintendente de este último Ramo. Art. 4. 0 De los empleados comprendidos en el Departamento de Justicia, sólo gozarán aumento de sueldo lo5 Magistrados y em­pleados de los Tribunales de Distrito Judicial y los Juzgados Su­periores y de Circuito con residencia en las cabeceras de Distrito Judicial. Este aumento será de 20 por roo, sea cual fuere su re­muneración actual. Art. 5. 0 Ningún empleado civil puede percibir del Tesoro nacional más de un sobresueldo; los que tengan asignado más de uno, tienen derecho á optar, de una yez y defir.itivamente, por uno solo, cuando la concesión haya sido otorgada por Ministerio dis­tinto del ramo á que pertenezcan. Art. 6. 0 Declárase incluída en el Presupuesto de Gasto de 1901 y 1902 la partida de S 550,000 que se calcula como necesa­ria hasta el 3 r de Diciembre del presente año para dar cumplí- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~oietin !Jtititat ~' io(om~ia \..._ 167 _) miento al presente Decreto; pero el Poder Ejecutivo podrá dispo­ner que de esa fecha en adelante continúe surtiendo sus efectos, si no hubieren desaparecido las causas que lo motivan, caso en el cual se ampliará el crédito correspondiente para el resto del bienio. Art. 7. 0 Suprímese el destino de Subtesorero de la Tesorería genera) de la República, creado por Decreto legislativo m1mero 226 (bis) del presente año (31 de Mayo). Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 3 r de Julio de 1901. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Gobierno, GuiLLERMo QuiNTERO C.-El Ministro de Relaciones Exteriores, ANlONIO JosÉ URIBE-El Ministro de Ha .. cienda, encargado del Despacho de Instrucción Pública, MrGU!L AnAnlA MÉ. ·nEz-El 11inistro de Guerra, JosÉ VrcENT.E CoNCHA­El Subsecretario del Ministerio del Tesoro, encargado del Despa­cho, JosÉ M. CoRDOYEZ M. NUEVO MINISTRO DE GUERRA RtpúbHca dt Colombia-Mzizislen'o de Guerra-Secció1z I."- Cz'rcu/ar mímt' ro ... - Bogold, 5 de Agosto de I90I . ñor ... . Tengo el honor de comunicar á usted que hoy me he encar­gado de la Cartera de Guerra, puesto para el cual fui nombrado en propiedad por el Excmo. Sr. Vicepresidente de la República, encargado del Pmler Ejecutivo . . oy de usted atento servidor, PEoRo NEr. ÜSPINA 1 LA DIRECCION DE LA GUERRA i:XPO ICIÓN SUCINTA DE SUS PRINCIPIOS Y MEDIOS DE EJECGCIÓN, 1'0& , EL Gl<: •• ERAL COLMAR BARON VO!'l DER GOLTZ (Traducido para el Bo!dl11 fifilitar) Continúa La ofensiva táctica muestra todavía más claramente que la. ofensiva estratégica el fin común. En tanto que predomina la segunda, apena~ se puede supo­nerla \·iendo las dispo iciones que toma el jefe; en la ofensiva Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~o(din !Jlilitar be ~o(ombia L 168 _;) táctica todos ven el punto en m1ra, y esto disminuye el·peligro de que algunas fracciones se aparten por error en el curso de la lucha. En la ofensiva táctica, la sorpre a constituye un factor más enérgico que en la ofensiva estratégica, porque el enemigo dispone de menos tiempo para corregir y reparar los errores que su falta de previsión y de perspicacia le hayan hecho cometer. En la ofen­siva táctica también se dispondrá de los medios especiales de ata­que, que consisten en abordar al enemigo por varios lados, en en.­volver una de sus alas ó las dos á la vez, en colocarse simultánea­mente sobre el flanco y la línea de retirada del defensor. Una ventaja muy seria que ofrece la ofensiva táctica es que á medida que van acentuándose el movimiento y la percepción del punto en mira, despiertan la concentración de los fuegos. Los gran­des alcances, sobre todo el de la artillería moderna, permitirán aun á tropas que no hagan parte de aquellas que realmente atacan y que no hayan avanzado con ellas, contribuír hasta con su fuego á la decisión del combate. En fin, la ofensiva táctica tiene también 1a ventaja de escoger el punto en donde llevará á cabo su deci ión, y aún más que por la ofensiva estratégica, la victoria le está asegurada desde que sobre el punto escogido por Ella, obtenga un triunfo decisivo. Más toda vía que en la defensiva estratégica, la posición del defensor formará en la defensiva táctica un todo que se encontrará roto en sus bases desde que se destruya una de sus parte ó simple­mente ·e rompa su enlac . La derr >ta de una de las ala , el hecho de dejar cortar uno de sus flancos por 1 adversario, decide habi­tualmente de la suerte d la jornada. V e m os también que el de­fensor retrocede y se repliega cuando ólo un cuarto de su posición ha sido cortado, en tanto que el ac metedor r chazado n los tres cuartos e:._ su frente, triunfa del todo, porque· obtiene la victoria en el último cuarto de la lín ea . E to fue lo qw· ~ 'ontenció e1 18 de Agosto de 1870 en Gravelote y n St. Pri ·at. La vía de penetra­ción natural, que conduce al punt .1 donde ti ne lugar el choque sobre la línea de batalla ncmi()'a, st' muestra á t oda las fracciones de las fuerzas acometedoras; la oo¡ ración, la combinación de todos los esfuerzos, es la consecu "n\·ia de la marcha, del curso de la acción. La impulsión moral qu -.! rl ulta del triunfo hace que el golpe dado por una fuerza tC!Jag·a un ,·alor considerable. La ofensiva táctica, por !)U naturaleza misma, tiene puntos dé­biles. La primera causa de ' debilidad estriba para ello en el mismo movimiento de avance. El acom tedor, antes de alcanzar á la lí­nea enemiga, pierde por causa de la fatiga n la marcha, una parte de sus fuerzas. E ta pérdida de fuerzas puede ejercer una influencia capital si la tropa después de haber llevado á cabo una larga marcha para llegar al campo de batalla, tropieza en el te­rreno con obstáculos insup rabies que tiene que vencer, como suce­dió á una de las brigadas de la divivisión Schwatzkoppen el 16 de Agosto de 1870. Muchos soldados agobiados y exhaustos caye­ron en las manos del enemigo, al cual no pudieron oponer la me­nor resistencia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. tJo[etin !JHritat be ~o(ombia '- I6g __) Otra causa de debilidad, sumamente grave, es que durante el movimiento de avance se vea uno obligado á suspender el fuego casi totalmente ; por cierto tiempo el acometedor está expuesto á la acción de los fuegos enemigos, sin poder responder. Además, necesita, en su marcha de avance, renunciar á apro­vecharse de los abrigos que ofrece el terreno. Estos dos hechos combinados son causa, de ordinario, de que el acometedor sufra pérdidas mucho más considerables que el defensor, hasta el mo­mento en que él haya cortado la línea enemiga. La mayor parte de las vece no se podrá restablecer la balanza sino después de este primer triunfo, y el defensor sufrirá, á su turno, pérdidas superiores al adversario, quien se habrá puesto en movimiento y sentirá do­blemente los inconvenientes de este movimiento, que será. retró­grado. Otra causa de debilidad para la ofensiva táctica, es que va unida á un asunto de tiempo. De ordinario -s prcci~o que la tarea se desempeñe en el mismo día. Una batalla que queda indecisa, se transforma frecuentemente, al ponerse el sol, para el defensor, en batalla ganada; para el acometedor, en batalla perdida. Si la batalla de Grave lote t. Privat se hubiese librado en día de invier­no, es má que probable que los France e hubie en salid vence­dores. Si poco después de la toma de Saínte- Marie-Au --Chenes, hubiese sobrevenido la noche, extranjero. La defensiva encontrará au,·iliares en los habitantes, auxilio que serán un gran socorro, principalmente en cuanto al sen icio de no­ticias y para el abastecimiento de sus tropa . D ordinario tendrá también á sus órdenes toda la administración de la zona que cons­tituye el teatro de operaciones, y e e per-onal pu de prestarle grandes servicios para ayudarle á acantonar y alimentar el ejér­cito, á reparar sus pérdidas, á preparar y organizar lo tran por­tes de grandes masas de tropas.- Conlz1nía. • Lo contrario no c;e verifica sino cuando los do artido~ di ponen de re-cursos materiales desproporcionado , como en la guerra de Secesión. Una de las condiciones e: enciales pario1. el éxito final de la defensiva estratégi~a, es estar en capacid~d de poder sostener la fuerza por un tiempo suficicnttmente largo .. i u puede, st no falta este elemento de fuerz), es prub1.ble el triunfo definitivo. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. eoteHn !nHitar be ~otombia '-- 173 _; • REGLAMENT() MEXICANO PARA EL SERVICIO DE CAMPAÑA ( Contimla ) Dirigir las pequeñas secciones de ingenieros ó zapadores que para reparar los malos pasos le hayan destinado, pudiendo obli­gar á este trabajo, en defecto de aquéllos, á los paisanos, carrete­ros, arrieros y soldados que vayan con los equipajes. Prohibir y vigilar que individuo alguno del ejército destine para sí, como guardia particular de su equipaje, á ningún soldado, cabo ó sargento. Impedir que los carros ó acémilas se carguen en el camino con objetos particulares de las tropas, aumentándose el peso pre­venido para las acémilas ó carros. En general, los trenes de los batallones, regimientos, Estados 11ayores y Cuartel general, marcharán á retaguardia de la colum­na, escalonados en el mismo orden que las unidades á que pertene­cen y en esta forma: Para tm balallón (l regt'mú:nlo- Vívere~ . n carro ó acémilas. Equipaj - .,n arros ó acémilas. Efecto . Para ww bngada-Acémilas ó carruaj s del Estado Mayor. Acémila ó carruajes de lo batallone , en el orden antes indi-cado. /{zra tmtz Dt'vúz'ón-Víveres para un dfa, del Cuartel general. Acémila 6 arruajes del 'eneral en Jefe. Acémilas ó carruajes del Estauo Mayor de la División. Acémila ó carruajes del Estado Mayor de artillería. Acémilas ó carruajes d 1 Estado Mayor de ingeniero . Acémila ó carruajes del per onal sanitario. Acémilas ó carruaics de la admini traci6n. Acémilas ó carruaj : del preb ste. Acémilas <) carruajes con ·ívere de r .... serva del Cuartel ge­neral. Para 1111 cuupo de tjúctlo-Víveres para un día, del Cuartel eneral. Acémilas ó carruajes del General en Jefe. Acémilas ó carruajes del Estado Mayor del cuerpo de ejército. Acémilas ó carruajes del Estado Mayor de artillería. Acémilas ó carruajes del Estado Mayor de ingenieros. Acémilas ó carruajes del servicio de sanidad. Acémilas 6 carruajes del servicio de administración. Acémilas 6 carruajes del preboste. Acémilas ó carruajes con los víveres de reserva del Cuartel 2'eneral. Las órdenes para la reunión y partida de los equipajes, se da­rán por el Estado Mayor al comandante de los equipajes; y á lo5 conductores de los trenes de división, brigada, &c., por los Estados Mayores respectivos. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. eoldiK !Jtil\iu be 50"'tMÍ4 \._ 17-4-' Los equipajes del Cuartel general podrán llevar una escolta, si así lo ~dena el Estado Mayor. Los de las divisiones, brigada' y batallones serán cuidados por los conductores de los carruajes y por los hombres que por al~una circunstancia no tuvieren destino en las filas. · La gendarmería sólo se empleará en los equipajes como fuer­za de policía y no como escolta. 66. Parques y convoyes-Los parques y convoyes formarán iempre columnas separadas. Las diferentes subdivisiones de los parques y convoyes esta­rán mandadas, respectivamente : El parque de artillería, por el oficial superior del parque del arma. El parque de ingenieros, por el oficial superior del parque del arma. El grupo de hospitales de campaña, por el médico de mayor categoría. Los convoyes, por los j fes uperiores del servicio de admi­nistración. Las panaderías de campaña y servicio de ubsistencia y ga­nado d~ reserva que pertenezcan á los convoyes, por el oficial 5uperior del tren de transportes militares, ó por el jefe de la es­colta si éste es superior en categoría á aquél. Cuando se reúnan en una sola columna los parques y convo­yes de las diferentes armas, y no se haya designado por la upe­rioridad quién deba tomar el mando, lo tomará, en lo relativo á la dirección general y policfa en la marcha de la columna, el jefe militar de mayor categoría, con excepción de los jefes de los ser­vicios de sanidad y administración ; á igualdad de categoría, el más antiguo de los jefes mencionados tomará el mando con iguales excepciones. En general, los parques y convoyes de un cuerpo de ejército se agruparán en varios escalones ó formarán varias columnas dis­tintas. Estas colu:nnas ó escalones irán á las órdenes de jefes es­pecialmente designados para ello. La orden de movimiento para cada columna de parques ó convoyes, determinará el itinerario y el orden de marcha de las distintas subdivisiones 6 escalones; indicará la hora á que de­berá ponerse en camino la cabeza de cada subdivisión ó escalón. Cuidarán los convoyes, destacamentos que entrarán en la com­posición orgánica de cada uno de ellos. Cuando las circunstancias lo exijan, se les podrán dar escoltas especiales. No deberán marchar con los parques y convoyes sino los ca­rros ó acémilas reglamentarios; cada jefe de escalón ó subdivisión ~e asegurará trecucntemente de ello, así como de que ningún carro ó acémila lleva más objetos que los de la carga que le corresponde. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. &lriiK !7hntar ~t €owMbia ~ 175 ~ TITULO VI Es 1 a e ,·o n lz m i t n 1 o CAPITULO I-CONSIDERACIONES GENERALES 67. Las tropas en reposo acantonarán, acamparÁn 6 viva­quearán. En el primer caso, se alojarán total ó parcialmente, en pue­blos ó lugares habitados, cuyo conjunto toma el nombre de acan­tonamiento; en el segundo, se establecerán por más ó menos tiem­po, en despoblado, abrigándose en tiendas ó barracas. Cuando las tropas reposen á la intemperie, el estacionamiento toma el nombre de vivac. No deberá adoptarse esta última forma de estacionamiento sino como excepción en casos extremos de combate inminente, 6 cuando las circunstancias oblig•1en á tener las tropas muy agrupa­das y á la mano del General en jefe. Por regla general, se deberán utilizar loi pueblos y lugares, y siempre los abrigos de toda clase, especialmente ¡Jara las tropas montadas. Ordinariamente, la instalación de una tropa en campaña com­prenderá, á la vez, lo tre medios: por ejemplo, el grueso de una columna acantonará; sus destacamentos y avanzadas acamparán 6 vivaquearán. Las disposicione sobre el tiempo, modo y lugar en que haya de estacionar un ejército, corresponderán al General en jefe. Den­tro de aquéllas, los Generales comandantes de cuerpos de ejército, de división, de brigada ó de sección y los de columnas sueltas, se­ñalarán las localidades que deberá ocupar cada tropa, así como los pormenores y advertencias que en cada caso convengan al más pronto y puntual cumplimiento de lo dispuesto por la superioridad. En todo estacionamiento deberá evitarse la aglomeración excesiva de fuerzas, subordinando, siempre que se pueda, las exi­gencias tácticas á las de comodidad é higiene. Cada jefe de tropas repartirá la zona de estacionamiento en­tre las unidades colocadas bajo sus órdenes. Lo¡ Generales en Jefe de ejército, cuerpo de ejército 6 división, fijarán los emplazamien­tos de los cuarteles generales de las unidades que les estén inme­diatamente subordinadas. 68. Se llaman castrametadores los individuos encargados de preparar un campamento, acantonamiento 6 viYac. El grupo de castrametadores de un batallón ó regimiento se compondrá del ayudante, un sargento y cuatro hombres por cada compañía 6 escuadrón; el de un cuartel general de ejército, cuer­po de ejército, división ó brigada, de un oficial con las clases y soldados necesarios. La composición de estos grupos podrá modi­ficarse, según las circunstancias; en general, se reforzarán con fracciones destinadas á constituír la guardia de prevención del acantonamiento, campamento 6 vivac. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~otetm !JlHitat ~e lotom~ic '- 176 _¡ Cuando se deban concentrar varios cuerpos de tropas en un mismo acantonamiento, el conjunto de los grupos de castrameta­dores irá mandado por el más antiguo de los ayudantes; sin em­bargo, si formare parte de los grupos de castrametadores el de un cuartel general, el oficial de Estado Mayor, jefe de este grupo, to­mará el mando en igualdad de categoría. 6g. Acanlonamz"tnlos-La disposición de conjunto de los acan­'< lnamiento · que deb rán ocuparse, dependerá de la situación tác­tica, de la marcha del día y de los proyectos ulteriores del Gene­ral en Jefe. Será ventajoso muchas ve.;es hacer acantonar las tropas en profundidad, á lo larg-o de los caminos que sigan y por los que han de continuar su marcha al día siguiente. A gran dis­tancia del enemigo, los acantonamientos podrán extenderse de manera que procuren á las tropas buenos abrigos; cerca del ene­migo, los acantonamientos serán más cerrados. En cada localidad ¡e podrán utilizar todas las superficies techada , pero nunca se obligará á los ha itantes á dejar los cuartos y camas en que ten­gan costumbre de dormir, para darlos á los oficiale y tropa, ni se les exigirá nada má de lo que las tropa estén autorizadas para pedir. 70. Prtparaáón del acanlom1m z~nlo-Al llegar á la localidad en que una tropa deba acantonar, el grupo de ca trametador s e dirigirá inmediatamente á la antoridad política, cuyo concurso so­licitará el jefe del grupo; á falta d e e ta autoridad, r unirá con el mismo obj e to á tr _ de los vecinos más caracterizados; en se­guida, este je fe, en vista del acuerdo celebrado, 6 por u propia autoridad, si se le niegan los alojamientos, procederá á repartir el acantonamiento entre las compañías, escuadrones ó baterías, ha­ciendo que sus ubordinados tomen los datos que para el efecto sean necesario ; fijará el lugar en que ha de situarse la guardia en prevención, el lugar en que deban establecerse las acémilas, y reconocerá 6 hará reconocer los abrevaderos y lu~ares en que la tropa pueda:tomar agua y lavar su ropa. Cada sargento reconoce­rá las casas en la parte de acantonamiento que se le ha asignado, y en cada una de ellas señalará, por cualquier medio, el número de hombres y caballos á ~ue cada una está destinada y la fracción á que pertenezca. En los alojamientos destinados á jefes ú oficia­les, se inscribirá el nombre y categoría de los que han de ocupar­los. Cuando deban acantonarse varios cuerpos en una misma loca­lidad, el jefe de los grupos de castrametadores hará el reparto entre los diversos cuerpos y servicios, teniendo en cuenta las nece­sidades de cada uno de ellos; si algún cuartel general debiere instalarse en la localidad, escogerá con cuidado el local que se le ha de destinar. Las regla~ principal s :í que d eh Prá sujetarse todo oficial en ­cargado de la preparación de un acantonamiento, son las siguien­tes : apostar centinelas en las salidas del acantonamiento, para la vigilancia y para evitar, en caso de que la proximidad del enemigo lo exija, toda comunicación de los habitantes con el exterior. Ase­gurar á cada unidad ó servicio una zona que limitará con el mayor Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. eo(din 511i1itar be toloml>ia '- 178 _) solo, al modo de esos templos maravillosos cuyas vidrieras policró­micas encierran la medula de cien generaciones. De igual suerte, el automóvil es la peno.a integración de los esfuerzos, y como idea, como tend ncia, tiene un abolengo se­cular que el ilustre conferenciante historió sumariamente con la dicción Jara, suelta y preci a que le distingue. Al ~iglo xv se re­montan los primeros vcstigi s del mecanismo automotor, atribu­yéndo e su concepción embrionaria al talc:nto univ rsal de Leonar­do de Vinci. Pero este intento, y otros acometidos hasta lo hábiles trabajos del ingeniero Vaucanscn, deben considerarse tan sólo como una vidente aspiraci6n, cerno un germen que no podía des­arrollarse mientras no vinie e á fecundarlo la fuerza motriz del vapor. Al advenimiento de e ta forma de la energía suc d n las primeras tentath·as serias, y ap na albon·a la máquina de vapor, se ve al automóvil tomar cu rpo en l fardicr de Cugnot. Y aquí el Sr. Man·i n< uentra coyuntura para repetir lo que ya observó en u primera 1 (( i 'n, á .al r: que la n ilic·a C!:l factor principalísimo d 1 pr gT so; 1uc la hLtoria de la gu rra la his­toria de la civilización · que las arm<:: , 11 ct rna busca d l temple mejor, han atizado i mpr'"' la fragua de Prom t o, y que el filo de la pada ha servido m u has v ce . para rasgar se velo miste­rioso que recata los pechos fe undo de la madre Naturaleza. L El automóvil, como la lo omotora, se deben al brazo mi-itar orque se d b n á José Cuo ncA, Of~cial de Ingenieros del ejército francés, que en 1769 n. tn1yó ,¡ primer carruaje movido por el vapor d agua y de tinado á circular n caminos rdinarios como transporte de artillerfa. La ¡,ruebas oficiales fuer n ~atis­factoria., bien que para corr gir algunos defectos del carro se devolviese á su autor, el cual hizo un s gundo modelo que no pros­peró á causa de la caída del Duque de Choi ul, :Ministro de Gue­rra, y también por los trastornos políticos de aquella época. El vehículo estaba reducido :\ un bastidor de madera que cargaba sobre tres ruedas, dos traseras y una delantera, provistas de resal­tos para aumentar la adherencia con 1 terreno. La última recibía el movimiento mediante dos cilindros alimer tados por el vapor de na misma caldera. u A pesar de los inconvenientes debidos á la escasa vaporiza­ción, á b falta de tiraje y á la tosquedad de los órganos transmiso­res, e t~· carro es el verdadero punto de partida del actual auto­móvil, y el mérito del autor descuella en toda u grandeza si se atiende rrl estado naciente ele la mecánica del vapor en el último tercio d c: l siglo XVIII. on el propósito de ha e r rcc.altar de idamente la importan­cia d aquel im ento, r seña el Sr. :Marrá la evolución de la apli­cacion s del vapor desde la eobp/!a de I Ierón de Al jan dría ( I 20 años antes de J. C.) hasta el carro de Cugnot. Aunque las obras de Aristóteles, Lucrecio, Leucipo y otros filósofos de la antigüedad contienen los gérmenes de muchas verdades que se reputan mo­dernas, es lo cierto que la fí ica de Arquímedes permaneció esta­cionaria durante algunas centurias, porque no eran estímulos pro- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 58oldin militat be ~olombict \._ 179 _) píos á sacarla de su postración la ignorancia general, la necesidad de expatriarse para adquirir conocimientos, las preocupaciones que asendereaban la inteligencia, la falta de libros é instrumentos de enseñanza, y la vinculación de la sabiduría en el hierático misterio de los templos ó n el hogar de las familias que la conservaban á manera de mon f->Olio, de tal suerte que los filósofos pobres podían decir como Bia : "Todo lo traigo conmigo." Pasando á lo sio-los de la Edad Media, nota la fatídica ne­grura que en vol vía á la humanidad, el desprecio á las 1 tras, el carácter diabólico atribuído á las ciencias, y el corto número de camino , uni ·ersidades y e ntros instructivos que obligaban á los abios á ilu tra ~ e viajand con el bato al hombro y el espadín al lado, y á pr guntar, como Paracelso, á los anciano , á lo barbe­ros, á los · quiladores y á 1o verdugo . Recuerda la est~ril obse­ión de a ellos e r ·br s atiborrado~ de metafí ·ica, e. ·traviados n la o cun1 marañad ' una e coli ti ca tan sutil e m o infe cunda ; los, nll t atr el . a q ue lla t nive1· idad "' d nde e p . rdía 1 tiempo di cuti e nclo la fo rma el h. gracia. / aqu e llos sabios que tenían por la.b ratori la ¡·e ort del soplador, p or instrum nto .1 astrola­bio por métod la fórmula cabalíst ica, por aspiración la piedra filosofal,¡ or 1 y las -uerzas oculta , y por corías el horror al vacío, 1 flogísti~,; y la ac c ión catalftica. La id e a de qu lo que ·e escapaba de una va ija caliente era aire, su sis tió, pue ~ , hasta el advenimiento del método experim ntal que impulsó á la humanidad por la vía del progreso, haciéndola marchar pr cipitadamentc de conquista en conquista . ...,ícru las el Sr. rviarvád\:; de la primera y fundamental: el de cubrimiento de la presión atmosférica debido á Pascal y á Torricelli. De cribe la im­perfecta máquina de Huygens, aplicada en Versalles á la subida de aguas, en la cual los ga es de la pólvora movían un émbolo en el interior de un tubo, máquina que sugirió á Papín la idea de sustituír aquella fuerza e.·pansiva por la del vapOJ de agua· la bomba elevadora de Sa ·ery, concebida en vista de las ideas de Papín y u ada con éxito escaso en las minas de Inglaterra; la má­quina de Ne ~comen, con cilindro abierto por arriba, llamada at­mosférica porque la presión del aire impelía el pistón hacia abajo cuando el vapor que lo había Je,·antado, condensándose por medio de un chorro de agua fría, producía el vacío. Menciona la favora­ble acogida que tuvo esta máquina, y su empleo exclusivo durante sesenta años, los cuales transcurrieron sin que se pudiera corregir la deficiencia del úmple efecto, hasta que la invención de los termó­metros de Fahrenheit ( 17 14), Reaumur ( 1 730), Celsio ( 1741 ), y la teoría general del calor fundada por Clarck ( 1760 ), echaron las bases de la mecánica del vapor, sobre las cuales el genio de Vlatt levantó la verdadera máquina de aquel nombre, mediante la con­secución del doble ifecto, el regulador de fuerza centrífuga, el cilin­dro hermético, el condensador s~parado y demás mejoras que convirtieron un simple artefacto de agotamiento, en motor re~ular, constante y de aplicaciones universales. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~lettn !)'H(it,n ~· €olombia I80 J Estos adelantos completaban. la máquz1za fija, pero dejaban in­tactas las dificultades de la mdqu./na móvz'l, resueltos en principio por el solo esfuerzo de José Cugnot, lo que demuestra el relevante mérito de este Oficial francés, el cual habría llegado positivamente á un tipo de automóvil práctico, i Napoleón r, harto fiado en su ¡:-enio, hubtera prestado su apoyo al desvalid inventor. Continuando la historia del automovilismo, recuerda el Coro­nel 1Ianrá el ~co que aquél halló en Inglaterra, las tentativas he­chas por vVatt en I 784, el carro presentado pocos años de pués por Evans n Filadelfia, y los progresos que fueron engendrando la locomotora. h ·plica el antiguo ist ma de vía con bandas sa­lientes, al principio de madera y después ue hierro, u ado en In­glaterra para el transporte de materiales en las minas de hulla ; los primeros tipos de locomotora con ruedas dentadas para engra­nar en cremallera, evitando 1 patziwjt, egún las falsas id as do­minantes acerca de la adherencia, error d shecho por Blackct en 1813; la capital mejora introducida e n la cald ra tubular por h1arc eguin .en 182 7, q 1e p ·mitió 1 Yar la producción del va­por, y, finalmente, el tiro forzado, aprovechando aquél d pués de actuar en los émbolo , mejoras que p rmitieron á te h n ·on pre­sentar la locomotora Coheü, con casi todo los el mentos que cm­ponen la que hoy conocemos. Ilustrando las explicacion s e n gran e pía de figuras, igue la evolución del autornovili mo en e;} período de 1811-36, y obser­va cómo los mejorami ntos de la locomotora embargaron el inte­rés público, haciendo que el problema primitivo d ~1 carro camine­ro de vapor fuera derivando hacia las rfas férr a . Esto no obs­tante- dice-nuevo tipos vinieron á demostrar que no se abando­naba la materia. Des ríbe el de Griffiths (1821), el de Bur tall (1824), el de Gurney (1825), y algún otro, tímidas perfecciones del carro de Cugnot, los cuales, á pesar de us def ctos, permitieron instalar servicios de viajeros entre Glócester y Cheltenham, y otrél líneas de Inglaterra. Pero el automóvil e taba eriam nte amenaza­do; la opinión suge tionada por el triunfo del Cohete, le volvió la espalda; la locomotora se proclamaba soberana de la tracción, arro­llando á su paso la pesada galera, la torpe diligencia y el nacient automóvil. La ley hcomotz've act (1836), que imponía á éste limita­ciones de velocidad, precauciones estor osas y recargo tributa­rios, fue ya el golpe de muerte. Pero ni los hombres ni su leyes pueden torcer la índole de las cosas cuando éstas empapan la vital esencia del progreso. A despecho de todo, el automóvil, olvidado un in tante, resurge de · su propia virtualidad como el fénix de sus cenizas; se yergue de la mano de Lotz en 1856, entra en París ·1 año 1867, da el aldabo­nazo en las puertas de la Exposición universal, reanima sus órga­nos con el fluido eléctrico en 188 1, nutre sus entrañas con petróleo en I 886, y así, vigorizado con todos los específicos de la energía emprende su marcha triunfal y sale al encuentro de la gallarda locomotora para decirle: "Párate y sígueme."-Cotzlznúa (De la Revista t(mica dt Infautala y Caballeda, de Madrid). Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~ote titt !niiitcu be l:otombia '- 18~ ___) memorativa de: la campaña, la medalla militar, una citación, &c. ; esta esperanza le sostiene; sueña también con la alegría del regre­so; en estas condiciones, con tal que los víver s no le hagan de­masiada falta, que tenga vino, café y tabaco, las fuer7as morales se mantendrán; los cuidados que está obligado á tener con su equipo, u calzado y sus armas, los trabajos múltiples que repre­sentan la instalación y transportes diarios al ivac, t do e t 1 ocupa, le di trae, le impide soñar con otras co as. En tales momen­tos l soldado vive de la provi ión de alud qu\; tenía almacenada antes de su marcha, y durante te período el mejor modo d mantener la moral es asegurar con el cuidado más grande las dis­tribuciones. Se tiene, por otra parte, notado con mucha frecuen­cia que hay relativamente pocas enfermedad~.:s entre la tropas en marcha. Pcrv d S1)u é: d e un g rand e esfu r zo es cu ndo l período activo t rmina; ntonces se suspe nden las operacion de guerra para ¡ on e r las trop·1 · n reposo en 1 s campos, acantonamientos · pue t ; ese e s ·1 momento n que las e nf rmedade e declaran, y con tanto mi fu e rza y más iolencia cuanto es may r el haci­nami n to, e · decir, ue la aglomeración d e hombre. y caballos es má con siderable. En m mentes tales la iniciativa de lo que mandan tiene un ¡-ran papel que jugar, y e cuan o conviene no descuidar la apli­cación estricta d las regla de higiene recomendadas por la ciencia. Es preciso vigilar con gran cuidado el agua que se emplea en la alimentación. El agua potable es la cuestión capital; se debe evitar por to­dos lo medios posibles que no e a ensuciada por las deyecciones humana , inmundicia , detritu de ~oda clases, ni por la inmersión de adáveres, carroña<;, ni por el lavado de prendas de vestir, &c. Todas la inmundicia (ré:stos de anímate , &c.) deben ser incine­radas ó desinfectadas y enterradas lo más lejos posible de los punto de aguada, de suerte que las infiltraciones no puedan venir á contaminar el agua de los arroyos 6 cur~os de agua. i e des­cuida el cumplimiento de estas prescripciones, el agua que se con­sume llegará á ser bien pronto el ·ehículo de todas la nferme­dades. Supongámonos en invierno, en el período de stacionamiento en un campo ó puesto militar. El momento es el llamado á e tu­diar Jos medios que han de emplearse para manten r la moral dt.: los soldados, qu , dicho sea desde un principio, no tardará en er deprimida si éstos quedan completame nte deso upados; lo e n­cial s lograr mantenr-o rlo en cierta a r. tividnd sin producirle can ­sancio. Este punto es capitalísimo; s prcci o á toda co ta ocupar lo · hombres si se les quiere librar del spleen. En circunstancias tales no faltará á lo jefe ocasion es en qué hacer notar su ge¡,io orga­nizador. El hombre de guerra, el soldado, _ b·t·neralm nte lJu ·n y Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. t1~>tetin mlilltar be ' owmóia '- I83 _ _; e compadece de las le gracias del prójimo. Fuerte y vigoroso, experimenta la nece. idad de tomar al débil bajo su protección, párte voluntariament lo poco que tiene, alimenta á los pobres y no es raro verle adoptar un niño pobre abandonado y criarlo; sirva de te ·timoni el ejemplo dado por los soldados del 200°. Separado de u fe: milia, .xperimt::nta el soldado la necesidad de trasladar sus afectos i un sér cual uiera, tal e mo un perro, un papagayo, un mon ; los Oficial no deben oponer e á. .e tas adopciones; deben tolerarla , y aun m L, fomentarlas, cuidando de que la presencia de estos animllles n sea causa de molestias ó desórdenes. Puesto que las re 0 las de la higiene proscriben en los países itertr pica.! es el e:tacionamiento al sol y los trabajos penosos, fuer­za es vitarl , a í e mo también las siestas demasiado prolonga­das ; eh h ra~ on suficientes, de once á una por ejemplo ; las res­tante d-:. calor deberán ser empleadas en jugar, á la sombra, á lo bolo , á la piola, al salto, al lurmcqué, l·c. Dcspué , cuandu e cansen de esta distracciones, se puede reunir ~i lo olJ os .. no para enseñarle~ teorías que les aburren, sin para leerle diario 6 alo-una novela interesante ; este es un gén r d distraed 5n muy d su ao-radq. e nven rá también aprovechar la horas de calor, durante las cuales nadie trabaja, en adelantar el ensayo de canciones y piccecitas de t atro q e se representarán los domingos y días d fiesta; per com n 1 todos tienen aptitudes para presentarse en las tabla , se 'ejará á aquellos que carezcan de ellas que se en­tretengan en la confección de trajes, adornos, y en arreglar sus efecto , u ropa, sus armas, &c. Puede también ~ermitirse que jueguen á las cartas, á las da­mas, al domin' y e n preferencia á la lotería. L::t lotería, má de lo que generalmente se supone, tiene un atractivo particular; los bufones, al cantar cada número, lo acom­pañan de refle.·iones de un gusto más ó menos dudoso, pero que hacen reír á sus camaradas, y en campaña siempre es bueno reír. El hvmbre que ríe no se desmoraliza. La lotería tiene, además, la ventaja de permitir á los soldados indígenas, que en todos los países on excesivamente jugadores, tomar parte en esta diversión y aprender de paso á leer nuestras cifras. E.1 las cuchujlelas, como en los motes que acompañan al nom­brar cada número en el juego de la lotería, por inclinación natu­ral muestran la mayur parte de los soldados su preferencia por aquellas que s n soece . Es bastante difícil al oficial ocuparse de ello. Es sabido, cuanto más injuriosas, inmorales ó ridículamente idiotas son las canciones, más probabilidades tienen de é.'ito; es, sin duda, el gu to fin de siglo que se infiltra en el ejército como en cualquiera otra parte; si se quiere adquirir el convencimiento de ello, no hay má que entrar en un café-concierto cualquiera . ... in embargo, hay felizmente excepciones, y si entre los jefes y Oficiales hay quien tenga aptitudes especiales, podrá, en armo­nía con la circunstancias y acontecimientos que e desarrollen, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~o(din !Jlilitar be ~olombia '- 184 _) componer para la tropa, ya sea una piececita, ya sea una canción. Esto obtendrá buen éxito. Al fin indicado, algunos días antes de mi partida del r8. 0 , com­puse una canción que tiene por título La Malgache. Esta canción, que conocéis, era cantada con mucha alegría por mi compañía ; pero debo reconocer que si logró algún éxito (lo cual me decidió á hacerla imprimir), lo debió á los bellos sentimientos que en ella se expresan, sin que esté desprovista de sandeces y ligeras picar­días. ¡ Cómo ha de ser! ... Quien quiere el fin, quiere los medios; me propuse hacer cantar á mis soldados, y lo conseguí. (Aquí no he tenido tiempo que dedicar á tales asuntos). Desgraciadamente mi canción no tiene ya razón de ser; puede que tenga ocasión, cambiándole algunas estrofas, de adaptarla á otra situación. La última palabra no está dicha; 1 o ible es que vayamos á hacer conocimientos con los negros de la Costa de Oro y del !\1ar­fil, ó con otros-Conll'mía. • ME110RIAS DEL GENEP AL!'; 1~LO !vlORILLO (Cuntimía) R fE.'U .·x Al Excmo. Sr. D. Pablo Morill > Bogotá, 26 de Enero de 1821 Mi estimado amigo : He sabido con gran sati::,facción, que al fin ha logrado usted volver á su querida patria, para disfrutar allí del placer Yivo y puro de volver á ver el suelo natal y á su querida familia. Reciba mis felicitaciones por su fdiz vuelta á la Corte de :rvfadrid, e donde sin duda será recibido por el Gobierno de su ación como lo merec por sus en·icio y sacr'fki . l\1e ¡ ··omcto que usted contribuirá en mucho á poner en claro lo~ asuntos de la guerra en América, y que los informes que dé producirán algún resultado ventajoso para la desdichada provincia de Venezuela. Con pena manifiesto á usted que no he recibido ninguna co­municación en que se me participe su partida para Europa; sólo Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. '8o1din mliHtat be €olombia L 186 _; gencia la voz de Colombia, que pide su existencia política. . M. debe ver en la expresión de mis sentimientos lo votos más since­r0s de mi corazón *. Tenga la bondad, mi 'querido amigo, de ponerme a los pies de su ad )rabie esposa, y de aceptar los sentimientos de cordiali­dad con que m ~ repito su más adicto servidor. SUIÓN BO LIV AR I.ESU.MEN DE LAS NEGOCIACIO.'ES QUE SE EFECTUARON E.' 1820 ENTRl~ EL 1 o J::ICMOo SR. CONDE DE CARTAGE. A, GENERAL E.' JEFE DEL EJERCITO DE COSTA FIRME, Y SIMÓN BOLIVAR, PRESIDENTE DEL GOBIERNO DE COLO fBIA ; POR D. ' 1 JOSE DOMLrGO DIAZ, SECRETARIO DE LA JUNTA DE CARACAS La Provincia de Venezuela, despu¿ de haber alcanzado, en tiempos más felices, un grado de pro peridad, de civilización y de opulencia que la nov dad de u descubrimiento no permitía esperar tan pronto, era presa de los horrores de la guerra civil ; u ruina entera parecía inevitable, cuando los aconte imicntos políticos que acaecieron en Madrid en el mes de Marzo de 1820, parecieron anunciar el término de su. mal s. Se habían proclamado ¡ rincipios constitucionales; ·1 Rey acababa de consagrar, por medio de su juramento, una nueva forma de gobierno que n1 dejaba pelextos á las declamaciones de los disid ntes; debíamos esperar que el genio del mal iba á hufr de nuestras riberas, ante el deb ·r huma­nitario tan nec sari en nuestras transacciones políticas. El día 6 de Junio, día que no se borrará nunca de nuestra memoria, fue designado para solemnizar ta grande época . . E. el Conde de Cartagena, G~..neral en Jefe del Ejército d~ la Co ta firme, acababa de recibir, con fecha del 1 1 ele Abril, una ordenanza real que le encargaba c.·presamentc trabaja e por to­dos su" medio n la pacificación de estas provincia ; con esta ordenanza venían in trucciones dictadas por la más gen "rosa hu­manidad, que probaban ha ta la última ,:idencia cuánto ·e preo­cupaba S. M. de la paz y de la tranquilidad de la l\1onarquía. La e.'tremada delicadeza de . E., y su ardiente deseo del triunfo, le sugirieron la idea de formar una junta de autoridades principales de la capital y de la provincia, pat·a estudiar y decidir de los medios de dar término á la empresa más importante que se haya formado n}lnca en inter~s de estos paíse . Tuve el honor de er nombrado Secretario de e ta Junta, y nunca olvidar-é ni los • Bolívar, aproYechándo e de la misión Cvntiada á. sus cmi Mios, asegur!\ haber dirigido al Rey \lna carta de felicitaci1\n pu su advmim1mf(J al trono dd amor y d~ la lty, carta por medio de la cual le suplica tscuclu co1t t'ltdulgmcia la voz de Colom',ia que pidt una exutmcia polltica. La lectura de e t~ pasajé puede dar una idea Yentajosa del que lo ha escrito; pero aquí B.Jlívar carecía de buena fe; y olvidando sus ofertas y su p:tlabra, rompió un armisticio acordado bajo los más solemnes auspicio o A lo cuarenta y tres días solamente de haber dirigido ~sta cnta al Rey, recomenzaba las hostilidade , y hacía pesar una vez más, sobre los desdichados habitantes de Venezuela, el azote de una guerra fratricida. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 'Botetin IDlHitat be ~oromóút \..._ 187 _J sentimientos de lealtad y de buena fe que animaban á sus miem­bros, ni sus sinceros votos por el restablecimiento de la paz. S. E. el Conde de Cartagena creyó en seguida, de su deber, dirigir el 17 del mismo mes el despacho siguiente al Gobernador de la MarO'arita y á los Generale y Jefe disidentes que se men­cionan: D. José Antonio Páez, D. José Francisco Bermúdez, D. Pedro Zaraza, D. Tadeo Monagas, D. Manuel Cedeño, D. Andrés Rojas, D. Domingo Montes, D. Mariano Montilla. El despacho es el siguiente : " Quizá los acontecimientos que se han sucedido en el mes de Marzo en la España europea, no son todavía conocidos por V. S. El Rey, siempre ocupado del bienestar de sus queridos súbditos, acaba de renunciar por propia iniciativa al poder de que sus pre­decesores gozaron por tre siglos; él ha JUrado cumplir la Cons­titución política de la 1-fonarquía, ancionada por las Cort s el 18 de Marzo de 18 I 2, y generalmente des ada por la Nación. Nin­gún soberano ha dado nunca prueba tan positivas de la sinceri­dad y de la rectitud de sus intenciones ; jamás un soberano ha­bía hecho un sacrificio más heroico en favor de sus pueblos. " La Península española ha prestado inmediatamente el mis­mo juramento, y las provincias de la E paña americana han se­guido este ejemplo en medio de las aclamaciones públicas ; una conducta tan noble aleja todo temor d ~ una guerra civil que pu­diera esperarse. Los periódicos que nvío á V. . le atestiguarán la exactitud d estos hechos. " entado en el trono constitucional d las E paña , el Rey, en medio de Jos numeroso é importantes trabajos que ocasiona un cambio de ley fundarnencal, ha vuelto sus miradas, desde los pri­meros instantes, hacia esta parte d us Estados que devasta una guerra nacida de la fatalidad de las circun tancias ó de un error de cálculo ; él ha visto de qué modo la reacción de lo partidos y el fune to espíritu de venganza ha eng ndrado los actos de cruel­dad y fomentado los odio ; él ha comprendí o que si no ponía término á esta guerra suscitada por erróneos principios, no termi­naría sino con la ruina de Venezuela. "Penetrado de dolor ante el aspecto de los males que aniqui­lan esta Provincia de ·u vasto reinos, 1 Rey, para calmar su pa­ternal corazón, ha querido abrir todos los tesoros de su benevolen­cia, y poner por obra todos los medios de restablecer la paz. Por esto, su primer movimiento ha sido dirigir á sus pueblos la procla­ma que V. S. encontrará adjunta ; en ella reconocerá la bondad y la moderaci6n que despertarán á ]a vez el reconocimiento de los súbditos de S. M. y la admiración de los pue los extranjeros. "El Rey no ha querido fijar estrechos límites á la generosi­dad de sus intenciones; me ha autorizado para tratar particular­mente con los Gobernadores disidentes, y para que me entienda con ellos para tratar de borrar hasta el recuerdo de los tristes su­cesos que se han cum¡.>lido. "Con el propósito de cumplir en un todo las intenciones de . 11. y de satisfacer mis propias intenciones, me dirijo hoy á las Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~o(din mlilitnr be ~o(ombia L 189 _l en donde por causa de una hendidura del terreno, las capas afee· tan la forma de una gotera. La abundancia de las aguas depende dé la extensión del terreno que uministra el agua á la fuente. To­das provienen de las lluvia ó d 1 rocío que se deposita en lugares más altos; y cuando aparece una fuente en la cima de una monta­_ ña, basta echar un vistazo al r dedor para confirmar la existencia de terrenos más levantados, de donde ·e desprende. En los viajes subterráneos que el agua ejecuta de e te modo, disuelve una pequeña parte de lo cuerpos con los cuale se encuentra en contacto, at-ra. tra las partículas más ligeras que 11e­nan lo inter ticios de la capas más resi tentes. Por el frote conti­nuado largo tiempo, ga ·ta esa mi mas capas y forma allí va­cíos, abre canale , pequeño al principio, que se van ensanchando, e juntan y dan al fin raso á masas de agua más grandes. En el largo curs de los tiempos, los terreno má duros, los que ofrecen más resistencia al d t rioro, acaban por roerse á sí mismo , y agr ndado los canal e , dan nacimi ento á as fuent e s que causan asombro p r el volum n normt: d a
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Publicaciones periódicas

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año V Serie II Tomo II N. 6

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 158

Por: | Fecha: 30/06/1900

ARO IV Bogotá, Junio 30 de 1900 NUM.158 ORGANO DEL MINISTERIO DE GUERRA Y DEL EJERCITO DuacToR AD·HONOUM, FRANOISOO J. VERGARA Y V. Geue1•al, Miembro de la Sociedad Colombiana de Ingenieros Son colaboradores natos de este peTiódico todos los Jefes y Oficiales del Ejército de la República República de Uolom.bin-.llinifoJterio de G1lB1Ta- Sección 1 ~-Nú­mero 3:13-Bogotá, 22 de Junio de 1900 Señor Pre~ideute de la Cotte de Cuenta_ Para evitar tropiezos y dificultades á Jos re:;ponsahles mi. litares al Emrio, manifiesto á '"1-;ía que . ·iendo el Boletín Jllili­tar órgauo oficial de e:-,to l\Iini ·t _.rio, las piezas que cu él se encuentren publica(la :111 la s<'cción Ojicial haeen f~ como si lo estuvieran en el JJia'rio Ojioial, y, por lo ta11to, hu tau á los in­tere ados que la. pretSenten eu esa Corte para los efectos legales. Dios guarde á U sí a. MANUEL OASABIANCA ...... 11 HOSPITALES :CE SANGn:m DECRETO NU:\1ERO ... DE 1900 por el cual se establece un Ho pital de Sangre en Girardot bajo el nombre de La Cruz Roja El Jefe Civil y Militar de Girardot CONSIDERANDO Que en el campo de batalla de A.mbato ha quedado gran número de horidos do una y otra parte, y que es urgente orga .. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 786 BOLETÍN MILIT A.R nizar un Hospital para recogerlos y atenderlos debidamente como cumple á un Gobierno civilizado, DEO RETA Art. 1.° Créase un llospital de Sangre que se denominará de La Oruz Roja de Gi'ra'rdot. Art. 2.o El Hospital estará servido con el siguiente per-sonal: ' Un ~índico ad honorern. Un :Médico Jefe, con la asignación de$ 400 mensuales. U u ~fédico auxiliar, a. imilado á Coronel para los efectos fiscales. . Un Practicante, asimilado á Teniente Coronel. Tres Practicante auxiliares, asimilados: uno á Capitán y dos á Sargeutos seg-undo . Cuatro Ordenanzas: a imi:ados á Sargentos; uno de los cuales estar{t al servieio esp cial del Médico Jefe. § La admini~traeíón interior del Hospital estará á cargo del iguiento p rsonal: Una admiuktnul ra, asimilada á Teniente Coronel. Una auxiliar de la. Di•· ctora, a imitada á Sargento :Mayor. Dos enft>rmera~, asimiladas á S:ug-ento segundo , y Una sirdenta, a-;imilalla. }l • o Ida do. Art. 3. 0 Son atribuciones y deberes del SíniN1do má!-1 qne cuatro horas de clistan­cia, no haríau falta en anclo se neee, itcn. Que clig·no del nomhre ele t{tl." En lo ejércitos moderno~, af.\Í c0mo ent.re los antiguos romanoR, es la primera necl•sidagos vencieron á A ia y gob<'rnaron al mundo. Quizá será tri te considerar que para manteuer en nue~­tros días la disciplina e necesario acudir á ht se,.,.era repre~ión del Código Penal; sin (>mbargo. lo mismo nceleza~ de su~ oluados, Roma exigia an recompon ·a· para estimular la, hon­radez y los acto" a.l. En una palabra: la disciplina, tal como existe en los eji}rcitos moder­nos, á pesar de los más severo artículos del código, es muy tlulce comparada cou la que sujetaba á la \'erdadera nobleza romana. Sin dejar de reconocer que la arg·o, la l1i" toria. nos refiere el inconcebible terror que ~ apoderó de ellos en Villars, de pués de hab r ganado la hat.aJia de ~...,ri ulingen en 1702, y en 'Vagram, también lespnés tlel triunfo y cuando t l enemigo se declaraba n eom pleta. re ti rada., si ~u e lo lo más extraordinario, según no uice Jomini, la d rrota do 1 07 bri­gada, en el sitio s palitbras: "Hé aquí lo qne tengo que de­ciros. ¡Veis esos franceses l Pues bien, . i uo los matáis, ellmt os matarán." Esta sencilla alocnción fue reeibida con uu ver­dadero entu iasmo, mezclado de cierta. alegría, y produjo su efecto, pues aquellos soldados respoutlieron inmediatameute á lo que de ellos se esperaba. Cuando lo olda.<.los e8tán dominados por una. verdadera disciplina, un llamamiento á su ánimo no aumenta en nada su val<;>r: la resignación en lo .. ufri mi en tos, en la fatigas y en las privaciones, y la tranquilidad de espíritu en medio c.le las contrarie<.lade , son los caracteres de las tropas bieu discipli. nadas. . Es forzoso convenir que la di~ ciplina. en el ejército belga no se encuentra á la altura que sería de de ·ear; circuustancia dispensable hasta cierto punto, dada la juventud de los solda­dos y el poco tiempo qne permanecen eu las filas, particular Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ,92 BOLET.f.N MILIT.A.B mente en las de infantería, donde no sirven sino dos años sobre las armas 6 en activo, en cuyo tiempo uo es posible formar un soldado; para conseguir, pues, el ohjeto son necesa­rios tres aiíos, pinzo del que 110 debiera prt"scindirse jamás, porque en el primero y S<)guntlo el recluta no lla podido olvidar Jas coRtuml>re libres de Ja vida civil, y por cousig-uiente, mu­cho menos conocer la importancia que tiene eu el ejército la di8cipliua. La cuestión se comJ)lica todavía, atendida la considera­ción de que la mayor parte de lo~ reclutas que entran hoy día al <)jército~ además Jo por sacudir todo (lominio.y por mostrar repugnancia á lo que sea guardar respeto á Jos magis­trados, dignidades de la nación y {-., los jeft~s militares,. no se comuniea al ejército y debilita :su tlisciplina! Lo contrario sería pedir un impo il>le. A n uet'tra V< z pregu u tamos: 'es factible que Jos jefes y oficiales puedan corregir y modificar estas ten­dencias eu dos años, tiempo máximum que, como dejámos dicho, deben permanecer los soldados de infantería en el servicio ac­tivo' Las estadL ti ca acusan un descenso en el número de re­clutas procedente de la clase que en otra oca8iones formaba el nervio del ejército, es decir, los labradores; ahora, por el contrario, arrojan las cifras un aumento en la proporción de obreros de fábrica, mecánicos, estuuiantes y jóven~s pertene· cientes á las clases entregadas á costumbres licencio as y pro­picios á influeucias desmoralizadoras, defectos desconocidos para los individuos que antiguamente constituían las dos ter-ceras partes del (._jérci to. . Todavía. existen otras. causas especiales de indisciplina. La proporción de los ~oldado.s jóvenes es mucho mayor que en otras épocas, y por otra parte, los soldados veteranos, para quienes la disciplina se tornaba una costumbre, se hallan conta­giados por los primeros; de snerte que estos últimos carecen de la iuflueucia que ejercían en tiempos pasados. El recluta pasa. un período tan sumamente corto &obre las armas, que no es posible pueda considerar al regimiento como Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BO.U.ETÍN MILITAR su propia familia, perdiéndose, por consecuencia, ese poderoso espíritu de cuerpo que nne á los oficiales y oldados con gran ventaja. Otra circunstancia más que se opone á la perfflcta constitución del fl-jércifo, es que cada (lía que pasa es más di­fícil formar buenos sargentos; todo rl ()Ue tiene alguna idea de la profesión mili!.ar, sabe que la fnerza efectiva y la disci­plina depende sobre to(lo de la ealidad de los cuadros de sar­gentos, que con razón se les llama. los nen·iN~ del ~jército. Son necesarias muchas condiciones para llenar cnmplidamente di­cho empleo, condiciones que no se a<.lquier~n en tres ni eu cna­tro años; el ~argento <.lebe tener Ja voz fuert~, buen estilo de maudo~ aire militar, energía para rPprimir las más pequeñas faltas de sus sul>ordiuados, saber in pirarle re peto, y tener cierto tacto; por otra parte, debe po, eer una mediana instrue­ción, alguna inteligencia y amor al oficio. Extraño es hoy en­contrar en los iudividno:s estas cualidades reuuidas, por cuya razón es nmamente (lifícil á los jefes de cuerpo Ja. elección en­tre los canuidato á la clase ele argentos, y eu lo más qne pueden fijar e es en el carácter y el temperamento. Las r nuucias al empleo do cauo ·on tan numerosas, que ]os coroneles so ven obligado á nombrar do ofic.io para e te cargo á lo que uemuestran tener a Jguna aptittu.l para Rn des­empeño y saben leer y escribir correctamente; por lo tanto, es imposible que hombre, obligado~ por Ja circunstancias á nnn po ición á la <}ue 110 eH án habituados, dejen de abmmr en oca­sione de ·u autoridad; así que, en vez de unir á la firmeza ue carácter, eJ tacto y la moderación, tan itHli~pen al>le para los que mandan, á fin de aco~tumbrar iusensiblemente á los recluta á la obediencia, los exasperan con frecuencia y les obligan á ejecutar actos 6 á pronunciar frases que, en interés de la discipliua, deberán reprimirse . everamente. R~ timen de las con, ideraciones expuestas: la 'disciplina no es ya lo que en otras épocas, y las causas de tan deplora­ble estado de cosas se hallan íntimamente ligada con lás con· diciones actuales del ejército y de su composición. N. ADTS (belga) ~·· En épocas de revueltas y discordias civiles Jas ciudad~s popu­losas y los centros fabriles suelen ser teatro de luchas sangrientas é irregulares, producidas por las masas que con cualquier pretexto se declaran en abierta rebeliün contra el gobierno y hacen nece­saria la intervención de la fuerza armada. El empleo de ésta (sujeto en tales ca&os á consideraciones de índole varia) presenta serias dificultades al Jefe superior que la dirige, pues además de que pocas veces podrá tomar con la debida oportunidad las medidas preven ti vas, si la excesiva tolerancia ó el Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIM MILITAR deseo de restablecer el orden por medios pacíficos ha dejado á los revoltosos tiempo y libertad bastantes para organizarse y hacerse fuertes, al entrar en acción se ve precisado á hermanar la energía con la prudencia, respetar al vecindario pacífico y evitar toda vio­lencia injustificada, que envuelve para él una grave responsabilidad. La agitación sorda que precede siempre á un motín popular debiera ser síntoma suficiente para tomar cuantas disposiciones concurren á sofocarlo, ocupando militarme:nte los barrios revoltos sos, impidiendo la reunión de grupos y la formación de barricada­y prendiendo á los primeros alborotadores, lo cual bastaría para hacerlo abortar; mas sucede de ordinario que, por respeto exce­sivo á la ley, por sostener el prestigio propio ó por evitar la efu­sión de sangre, la autoridad civil no resigna el mando hasta adqui­rir convencimiento de su impotencia y cuando la conflagración es general. Entre tanto, las precauciones se han reducido á encerrar las tropas en los cuarteles, las barricadas se han hecho, el paisanaje, poseído de audacia, creyen~o debilidad lo que sólo es prudencia y conmiseración, se ha armado y reunido en ellas, y la ciudad pre- · senta un aspecto amenazador. Llegado este extremo, es inútil apelar á los retenes y patru­llas, que sólo sirven para exponer las tropas á los insultos de la multitud y desprestigiarlas, y por sensible que sea, se debe obrar con toda energía, mirando sólo por el bien general y por el solda­do, cuya vida es preciso economizar á todo trance y reservarla para empresas de más gloria. Hechas las intimaciones de la ley y prevenidos los habitantes pacíficos para que se recojan á sus hogares, salen las tropas de los cuarteles, se reúnen en los puntos designados de antemano, que p9r su situación dominan mejor los focos principales, y desde ellos entran en acción resueltamente. Hay que tener en cuenta que la fuerza de las barricadas no consiste en ellas mismas, que son unos imperfectos parapetos, sino en su situación y en el apoyo que reciben de las casas laterales, por lo que bastan algunas para convertir un barrio en fuerte ciudadela. Es, pues, temerario atacarlas de frente y penetrar l Clesc hierro en las calles que dominan, porque si bien subsistirá siempre la ven­taja que tiene la tropa organizada sobre los paisanos, será muy cos­tosa su conquista. Los puntos de partida para su ataque deben ser los edificios fuertes, situados en las calles y plazas principales que se ocupan con las tropas, y desde los cuales se parte simultáneamente con­forme á un plan, que se dirige á aislar y envolver el barrio ó la zona teatro de la insurrección. La infantería, auxiliada por los ingenieros, avanza metódica­mente de unos á otros puntos hasta llegar al foco principal y des­truírlo. La caballería rodea el exterior cerrando las salidas y carga sobre los grupos que acuden á reforzar á los revoltosos y sobre los Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETiN MILIT.A.B TOI fugitivos. La artillería se emplea s ún las circunstancias; lo na­tural es que obre desde fuera, pero en ciudades grandes puede com­batir dentro, ocupando las plazas y calles anchas para facilitar la acción de la infantería, batiendo los puntos más fuertes y acompa­ñándola en sus progresos, aunque sin encerrarse donde no pueda maniobrar. La artillería de montaña es más útil para esto que la montada, porque circula mejor y puede establecerse en las encru­cijadas. El ataque directo contra las barricadas no debe intentarse • si no se tiene la persuasión de que están mal defendidas, y aun así, se efectuará con el apoyo de algunas casas laterales tomadas primero, avanzando á la desfilada por a m has aceras para presentar menos blanco ; mas si la resistencia es fuerte, se debe renunciar á este medio, que sería muy costoso, y asaltar las dos primeras casas que forman la e m boca dura de la calle, tomadas las cuales, se avanza por las demás derribando paredes medianeras y haciendo fuego sobre las barricadas desde los balcones. Bajo esta protec­ción, las reservas adelantan por la calle y ocupan aquéllas al aban­donarlas los insurrectvs. Al encontrar una calle transversal, se rompe un fuego nutri­do contra la casa de enfrente que distraiga á sus defensores, mien­tras una fuerza provista de útiles y cartuchos de dinamita la ataca por la calle, ro m pe las puertas y la toma por asalto. Este procetlimiento, por varias calles á Ja vez y en dirección convergente, va estrechando á los insurrectos en el centro de su zona, el que de ordinarío abandonan sin defensa, por miedo á ser cogidos, buscando la salvación por las salidas, donde la caballería que los espera completa su derrota. El combate de barricadas por la noche es imprudente, si viene sosteniéndose desde el Clía ó el enemigo es muy fuerte; mas hay ocasiones en que un ataque súbito y bien estudiado, en hora inesperada para el adversario y cogiéndole en tal de cuido que sea fácil sorprenderle con la bayoneta á la vez que con el fuego, pue­de dar buen resultado y ahorrar una lucha larga y penosa. ANTONIO MORENO CHURRUCA SOBRE EL EJÉRCITO ALEMÁN (Continuación) Después de las inspecciones de escuadrón * se pasa á los ejerci­cios de regimiento, que duran de diez á quince días. No he podi­do asistir á ellos personalmente, como tampoco á los de brigada • Las cuales terminan la escuela de eaouadr6n, propiamente dicha, y de laa " qua bablar.mos más. adelante. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR que les siguen, pero según lo q de ellos sé por las noticias que he recogido, se distinguen también por su extrema animación y por la mayor rapidez posible en la ejecución de las formaciones. Se ve, pues, que la escuela de escuadrón es para la caballería como la de compañía para la infantería, la base de toda la instruc­ción de maniobras. Así pues, se le consagra el mayor tiempo posi­ble, porque además de las seis semanas que se le reservan de una manera exclusiva, se vuelve á ella con toda la frecuencia que sé: puede durante el curso del verano. Los ejercicios de regimiento, por el contrario, y con mayor razón lo~ de brigada, tienen por exclusivo objeto dar á los capita­nes, como en general á todos, una idea de las reglas que deben observarse y de los medios prácticos que cieben ponerse en obra para dirigir simultáneamente varios escuadrones reunidos, y por consiguiente no se pierde en ellos mucho tiempo. Así, se juzga por completo suficiente destinar cada año á los ejercicios de regi­miento catoru días, durante ]os cuales el coronel alcanza á mandar unos diez ó doce ejercicios. De estos catorce días se toman en la guardia diez· durante la primavera, y los cuatro restantes en el otoño. En la línea no se hacen estos ejercicios en ]a primavera, es decir, antes del período del servicio de campaña, y los catorce días que se les destina se reservan para el período de los ejercicios J¿ oto­ño, es decir, hacia la segunda mitad de Agosto. Los coroneles no tienen derecho á hacer practicar mayor númtro dt ~itrcicios de regimiento, porque para efectuarlos tendrían que sa­crificar una parte del tiempo reservado á otras·enseñanzas. U na sola semana por año se consagra á las evoluciones de brigada, ·que únicamente comprenden cuatro días de ejercicio. La artillería á caballo toma parte en los dos últimos. Estas evolucio­nes de brigada, así en la guardia como en la línea, no tienen lu­gar hasta el otoño, á continuación de las de regimiento. Para eje­cutarlas, los regimientos de la línea se reúnen temporalmente, lo que obliga á ciertos cuerpos á efectuar algunas jornadas. Los ejer­cicios de regimiento deben, por lo tanto, terminarse para el día de la partida; ó bien, si por consecuencia de las circunstancias locales no pueden hacerse en la guarnición, el regimiento debe presen­tarse en el lugar de concentración designado con bastante antela­ción para ejecutarlos antes de las evoluciones de brigada. En cuanto á los ejercicios de división, no se hacen jamás, aun en puntos donde se reúnen divisiones de caballería, teniendo en cuenta, en efecto, que es impo5ible hacer obrar simultánea­mente una masa tan considerable, y que operaciones de este gé­nero entran en la categoría de las maniobras de guerra*, como lo veremos más adelante. • O grandes maniobra·, esto es, las qne se hacen en un terreno cualquiera, con fin táctico, por oposici6n á las evoluciones que no son más que maniobras de e::.cuela ejecutadas en el campo de ejercidos. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLE1íN ~ITAB Toda la caballería, á excepción de los coraceros, está ejerci­tada en la práctica del combate á pie. Sabido es que en Prusia los dragones y los húsares, entre los cuales no hay más diferencia que el uniforme, constituyen en reali­dad una misma institución, por completo análoga á la representada en Rusia por los dragones. * Son, pues, realmente 43 regimientos de dragones * los que posee Alemania. Para la ejecución del combate á pie, tres hombres de cada cuatro echan pie á tierra, á saber: toda la segunda fila y los n ú­meros impares de la primera. Hé aquí, por lo demás, cuál es el mecanismo de esta operación. A la voz de prepararse para comba­tir á pie, Jos números pares de la segunda fila no se mueven; todos los demás avanzan hasta que se encu~ntran separados un Cuerpo de caballo uno de otro. El escuadrón se encuentra así formado en cierto modo en cuatro fil~s; delante los números impares, y detrás de ellos los números pares de la primera fila, después los números impares y detrás lo pares de la segunda. A la voz de pie á tierra (abge¡en ), todos se desmontan, á excepción de los números pares de la primera .fila, que quedan para guardar los caballos, y á los cua­les los números impares de esta misma fila les confían sus caba­llos, dando media vuelta y presentándoles las riendas por el lado izquierdo. Los números impares de la seg•mda fila, por el contrario, des­pués de haber pasado sus riendas por entre las de los números pares de su fila, se las entregan por el lado .derecho á los jinetes de los caballos de mano. Cada uno de éstos debe, pues, manejar con la mano tres caba1los, uno · á la izquierda y dos á la derecha. El hombre no tiene, sin embargo, en las manos sino dos pares de riendas, á causa de la manera como se han pasado unas dentro de otras en los caballos de la segunda fila. El pelotón del escuadrón ó el escuadrón del regimiento que debe permanecer á caball.o para proteger á los caballos de mano, se designa en cada circunstancia por el capitán ó el coronel. En los regimientos ~e hulanos, los 32 hombres del escuadrón que están armados de carabinas, son los únicos que echan pie á tie­rra, dando cada uno de ellos su caballo y su lanza á su inmediato vecino de la derecha. El escuadrón se encuentra entonces disminuí do en 64 jine­tes, y los 32 de los caballos de mano se reúnen á retaguardia de sus compañeros que han quedado á caballo y que deben cubrirlos. Como no hay en el ejército prusiano sino 19 regimientos de hulanos, de los cuales 3 son de la guardia y 10 de corac::eros, de éstos 2 de la guardia, resulta que la caballería prusiana es en su mayoría caballería ligera. • Es decir, forman la caballería ligera clel ej6rcito alemán. En el ruso, por el contr;~rio, los htísares son la caballería de línea. • Veintiséis regimientos de dragones, de los cuales dos perteneotn 'la Ínat· dia, y diez y siete de h1Ísares, de ellos uno de la guardia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. T9S BOLETlN MILITAR Véase aquí, por último, cuál es la disposición normal admi­tida para la ejecución de una carga y á la que se someten en los ejercicios del campo de maniobras. Para iniciar el ataque se toma la distancia de 1,soo pasos (1,200 metro-; del enemigo). Los primeros 8oo ó I,ooo pasos se hacen al trote; se recorren además 6oo ó 400 al galope, y los 100 últimos al aire de carga. Estas reglas están muy lejos de ser absolutas, y no hay rna­n~ obra alguna en la ql;Je no se . haga cargar. á la tropa d~sde la posición de á pie firme, hallándose el escuadrón en las más varia­das formaciones y en el momento en que los soldados menos Jo esperan. Se obliga á todos así, á estar constantemente atentos á la vez que se llega á arraigar en la mente de todos la convicción de que la caballería puede cargar por todas partes, en todas las di­recciones y cualquiera que sea la formación en que se encuentre. Se ve, pues, en resumen, que los ejercicios de escuadrón, más que cualquier otro ejercicio, exige de parte de los hombres y de los cab. llos una manifestación de vigor y energía considera­bles, y constituye en su consecuencia la mejor preparación para Jos trabajos del período de strvicio de campaña qnc aeben seguirle. Los caballos de la remonta antigua toman parte en estos ejerci­cios; así pues, con el objeto de no hacerles pasar súbitamente á un experimento demasiado rudo, muchos capitanes cuidan de dar de cuándo en cuándo algún reposo á aquellos que lo necesitan. Aprovéchanse para esto los caballos que dejan disponiblr.s los en­fermos ó ausentes, á los cuales se hace ocupar el puesto de los que se trata d dejar en descanso. Las inspecciones En la caballería como en la infantería, puede decirse que la primavera es en cierto modo la estación por excelencia para las inspecciones. Así pues, y aun cuando cierto número de ellas tengan lugar en otras épocas del año, creemos conveniente pre­sentarlas todas aquí en conjunto, tanto más cuanto no sabría­mos hacerlo mejor para dar una clara idt"'a de la instrucción de un regimiento de caballería en general y de todo lo que sus jefes exigen de él. Véase aquí, pues, en primer lugar su enume­ración con sus fechas aproximac:ias. * Fin tle Diciembre-1. 0 Inspección de los reclutas (trabajo en silla y bridón), pasada por el jefe del regimiento. A principios de Enero-2. 0 Inspección de la primera clase de equitación (trabajo en silla y bridón), por el jefe del regimiento. Fin de Enero-3.0 Insper.ción de la tercera clase de equita- • Se comprenderá que éstas no son en efecto sino las fechas medias, que Tadan realmente en uua decena de días, en uno 6 en otro sentido, r;egtín Jas exigen­cias de los jefes de cuerpo y los ptogresos que tenga hechos la instrucción de lo:~~ Jeolutas. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETíN MIL IT A.R . El regimiento de caballería designa á este efecto uno de sus más antiguos tenientes, quien dos ó tres veces por semana hace montar á caballo á todos los oficiales de infantería. * Esta instruc­ción comienza hacia el 1.0 de Octubre y dura próximamente seis meses. Los caballos Jos proporcionan los escuadrones, y en los úl­timos días del curso el oficial instructor presenta 'los oficiales de infantería á la inspección del jefe de brigada. Gracias á este sistema, aplicado rigurosamente por to~as . partes, puede decirse que . no hay en todo el ejército prusiano un solo oficial que no sepa montar á caballo . .A principios ó á mediados de Mayo- -8. 0 Inspección del escua­drón á caballo por los jefes de regimiento y brigada, y en la guar­dia por el comandante general de la división. Fin de Mayo ó principios de ]unio~9. 0 Inspecciones del regi­miento á caballo por los jefes de brigada, y en la guardia por el .Emperador ó un delegado suyo. En la línea esta inspección sólo tiene lugar en el otoño. Fin de Mayo-Io.0 Gran parada pasada por el Emperador, sólo para los regimientos de la guarnición de Berlín. En ]unio- 1 1.0 Inspecciones de brigada, pasadas en la Guar­dia por el Emperador, y en la línea, donde sólo tienen lugar en otoño, por los generales de división ó de cuerpo de ejército. En fin, en Mayo, Junio ó Julio- 1 2.o Inspección de detalle, pasada cada dos años por el jefe de la brigada, al cual se le agre­gan en esta ocasión algunos funcionarios de la intendencia. Esta inspección se limita á un detenido examen de todo el material del cuerpo, y no se refiere ni á los hombres ni á los caballos. La atención del insp~ctor se contrae principalmente á todo lo que respecta al equipo del regimiento en caso de movilización. No hay en la caballería más inspecciones que las que acaba­mos de enumerar. Sin duda, la instrucción de las tropas á caballo comprende toddvÍa otras especialidades; * pero para juzgar del estado de las cosas desde estos diferentes puntos de vista, los gene­rales ó jefes de cuerpo se conforman con asistir á los ejercicios · habituales del regimiento, lo cual hacen frecuentemente, sobre todo durante el período del servicio de campaña. Todo lo que he dicho al hablar de la infantería, respecto á la manera como se pasan las inspecciones, puede aplicarse entera­mente á la caballería, y en su consecuencia no lo repetiré aquí. Siempre y en todas ocasiones se mantienen los mismos principios, y para dar á conocer las ideas reinantes en Prusia respecto á la caballería, me bastará describir algunas de estas inspecciones pa­sadas por oficiales cuyos nom brcs tienen autoridad en el ejército. • N o se hace aq u! referencia de los capitanes de infantería, que, como e. sa­. bido, on plaza~ montadas y no nece itan de estts lt>ccione patticulares de equita. ción, ba.tándoles su servicio haqitual-\Nota de Mr. J.e Marchancl¡. ··• Como por ejemplo los ejetcicios de tiro al blau.:" y servicio de campllña, tlel c¡ne hablaremos más adelante. (Continúa Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR 801 • EN EL COMBATE ( Contiuuación) Sin embargo, no hemos de pasar en silencio que la aplicación de estas prescripciones y de estos principios no se ha hecho nunca en la guerra, hasta el presente, sino en situaciones poco importan­tes; y que los más amplios ejercicios de paz sobre el terreno no per­miten deducir conclusión alguna válida acerca del mejor medio que puede emplearse en la guerra para que el jefe de batallón no deje al suyo sustraerse de su acción directa.* En los ejercicios dei tiempo de paz va con facilidad á caballo hasta las guerrilla , ya para dirigirlas, ya para ver las disposiciones to,nadas por el adver ari ; y esto le permite dar directamente las órdenes necesarias, yendo montado de unas compañías á otras, ó bien enviando al Ayudante con las pre c ripcione más precisas. Puede corregir fácilmente todo error; d e tener á tiempo cualquier fracción que avance dema iado ; dejar á Io ~ sostenes que sigan mucho más pró,·imos d~ lo qu e . e ría racional en la guerra ; lle­varlos al frente, en un in stante Jado, al pa o ligero ó á la carrera, en el preciso momento de ser inJispensable la pre encía de los mis­mos (cosa que en la guerra no sería muy factible por impedir la demasiada distancia un paso muy precipitado); modificar sin in­conveniente cualquiera orden dada, y por último, y aun en los ejercicios, hacer ejecutar con facilidad cambios de dirección bajo el fuego; en una palabra, puede facilitarse hasta el infinito la tarea del mando de su batallón, con medidas que le es absolutamente imposible emplear en la ~uerra. En esta última situación, en efecto, todo error cometido por eJ jefe de batallón es fatal, puesto que da por re ~ ultado privarle de alguna fracción Je su tropa. Añádase á esto, que más de un detalle de ejecución, que en otros tiempos era :1plicado como regla, y yue muchas veces lo es todavía en el campo de maniobras, puede ser precisamente en la guerra una falta capital. Entre esos detalles se cuenta el que anteriorm~nte hemos mencionad , es decir, la demasiada prema­tura dispersión de las fracciones al iniciarse el combate, operación que en pasadas ép:.>cas tenía iugar siempre tan luego como había de hacerse u o de las guerrillas. Esto obedecía á que no se conocían sino dos clases de formaciones de combate: la columna sobre el centro, ó las columnas de compañía con distancias enteras. Débe- • E·te estudio es anterior á la guerras modernas, en donde han figurado los m~-; re~iente~ progr~~o• en m Lt e ri :l de arm:t nento, y sin ecnb:1rgo guarda su actu:~.­\ idaltá oo;ervarlo ellectH que lo cútej1 C;>U lo sucedido en ellas. ~ IANCO Ut Rt: PUBL& Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 802 BOLETíN MILIT A.R se también contar entre dichos detalles, el despliegue de compa-. ñías enteras, en previsión del combate, á una gran distancia del enemigo; maniobra esta favorita del campo de instrucción, donde la voz tal compañia, al frente en g-uerrilla (sin indicación de un objetivo determinado), llegó á ser tan habitual, que se perdía por completo de vista que, con sólo esa voz de mando en la guerra, su:,traía el jefe de batallón toda la compañía á la acción de su capitán ó comandante, y con mayor razón á la suya propia. Por último, preséntanse en la guerra casos e~1 que, á ~onse­cuencia de una preparación insuficiente, las compañías se escapan, durante la ofensiva, á la acción del capitán más hábil, sin culpa alguna de éste; y en que el jefe d~ batallón se fatiga en vanos es­fuerzos para obtener una acción colectiva. Por ejemplo, en el instante en que llega bajo el fuego, ordena á una compaitía que avance en una dirección determinada, para atraer el del enemigo y poner al batallón al abrigo de sus disparos. El comandante de la compañía, cuya tropa ha ejecutado quizá de un modo admirable la instrucción en orden abierto en el campo de maniobras, dispone en seguida el despliegue de uno de sus pelo­tones; pero se olvida recomendar eficazmente al oficial que lo man­da, que conserve á toda costa la dirección que se le haya fijado. ¿ Qué sucederá entonces? El pelotón de tiradores, que empezó por avanzar rápidame!1te1 se detiene á poco en una ondulación del terreno, porque cada soldado ha aprendtdo individualmente á aprovecha~ todos los abrigos, y cree que debe hacer aplicación de lo que se le ha enseñado en los ejercicios doctrinales; y qe aquí resulta que el comandante de la compañía se ve en breve obli­gado á reforzar la guerrilla con su segundo pelotón, tanto para cubrir las bajas, como para conservar la dirección primitiva; con lo cual hace concurrir esta se.gunda fracción á un objeto secunda­rio, que la primera debió ser suficiente para conseguir. Entonces, si su teniente es bastante emprendedor para empeñar, por su propia autoridad, una parte de su gente en una dirección distinta de la primitivamente ordenada (para aprovechar, verbigracia, cierta configuración del terreno), con el fin de prevenir el ataque, puede suceder que el comandante de la compañía (á quien es impo:;ible el envío de órdenes), opine que debe apoyar este ataque aislado con su tercer pelotón; y de esta suerte, la mayor parte de su fuerza, á consecuencia de actos insignificantes de autoridad privada, dictados muchas veces por un excelente espíritu de iniciativa, se hallará empeñada en dirección completamente distinta de la que se le señaló. El jefe de batallón que ve esto no puede hacer otra cosa que enviar otra segunda compañía en la dirección que debió seguir la primera; y coll'o ésta se encontrará casi siempre ante un enemigo !uperior, aquélla se verá, en ocasiones, precisada á sostenerla en un punto hacia ~1 que no pensaba en modo alguno avanzar. En una Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR 803 palabra, bien pronto no tiene el jefe bajo su mano sino la úl­tima compañía, que guarda en reserva para llevar refuerzos allí donde las bajas sean más numerosas; y así se encuentra con su batallón empeñado por entero en un combate de tiradores sin ob­jeto, sobre el que no ejerce influencia alguna, sino es por medio de la compañía que tiene en reserva. Si entonces avanzan al ata­que, e _l una dirección bien observada, las compañías de un batallón de la segunda línea, puede lograrse que todas estas porciones descosi­das de tiradores se agreguen por sí mismas á dicho batallón, y con­curran con él á la acción decisiva; pero al jefe del anterior le será muy difícil, en semejante circunstancia, volver á reunir bajo su mano más de una compañía_ ¿ N o será este caso de los más frecuentes, si en las enseñan­zas del tiempo de paz continua:nos acostumbrando á las compañías á no observar en el campo de maniobras sino una sola orden, la del jefe del batallón, y no á obrar, por el contrario, sobre el terre­no y en el caso en que la orden de dicho jefe no puede ya ser oída, sino con arreglo á las circunstancias ? Pongamos un segundo rjemplo: el de un batallón que forma parte de una gran reuuión de tropas, y avanza en formación cerra­da. Un ayudante llega con e~ ta orden: "que despliegue todo el batallón en tiradores en dirección de tal altura;" ó bien con esta otra: "que forme el batallón en columnas con intervalos de d~s­pliegue." Hé aquí órdenes que privan por completo al jefe de batallón de hacer uso determinado de sus compañías, y que sin embargo deben ser cumplidas al pie de la letra ; tanto, que en un abrír y cerrar de ojos se queda sin otra alternativa gue la de coger un fusil y agregarse á una fraccic5n cualquiera. Por esto e:- por lo que Von Scheríf hace notar, con mucha energía, que el arte del combate moderno exige, no sólo que las fracciones de tropa no sean empeñadas en la refriega por simples órdenes del comandante f!n jefe, sino que además reciban come­tidos claramente definidos. rfercer ejemplo: El jefe de batallón ha mandado avanzar (sin duda por carreras sucesivas) una compañía de vanguardia hasta 300 metros de una posición enemiga, y se esfuerza en llevar suce­sivamente al frente, aprovechando hábilmente los abrigos del terreno, sus otras tres compañías, y hacia un punto de ataque designado, con el objeto de poner lanzarlas á la vez sobre la posi­ción y apoderarse de ella. Para la preparación de este ataque cada compañía ha debido ante todo reforzar con un pelotón la guerrilla de la compañía de vanguardia; pere enwnces el comandante de ésta, viendo á su gente animada por estos primeros refuerzos, piensa que no debe dejarse arrebatar todo el honor del movimiento, y manda la carga á la bayoneta sin esperar la orden del jefe de batallón. Si la carga tiene buen éxito, quedará demostrado que el mencionado of.cial Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 804: BOLETÍN MILITAR supo discernir exactamente el momento oportuno; pero por el contrario, si el ataque no fuere afortunado, muy difícil le será al jefe de batallón preparar de nuevo una carga bien combinada de todas las compa.íiías. En efecto, la confusión de un ataque malogrado se comuni­cará generalmente á las fracciones que no han tomado parte en él; y bajo la extremada violencia del fuego enemigo, gran trabajo le costará lograr á lo sumo sostenerse y romper un fuego ge­neral que, según la experiencia;no podrá . ser transformado en un movimiento ofensivo sino por la llegada de nuevas reservas. Por esto también es por lo que Von Schedf no tiene por buena una iniciativa de este género pvr parte de los coman­dantes de compañía, á no ser en el caso en que estén en impo­sibilidad material de recibir órdenes oportunamente. Cuarto tjemplo: El jefe de batallón, después de haber conse­guido llevar sus cuatro compañías á un ataque simultáneo y envol­vente contra el linde de un bosque ó de una aldea, ha logrado apo­derarse de él. Puedesucederentoncesque las compañías se entreguen, ora á combates aislados, ora á una persecución desordenada del adver­sario; y que ning•.:ín oficial piense en reunir y disponer sin tar­danza la tropa necesaria para dejar la posición conquistada á salvo de una reacción ofensiva de algunas reservas enemigas. Esta pres­cripción se encuentra seguramente en todos los libros de táctica, como igualmente en el reglanJento; pero por una parte, no ha sido puesta en práctica durante la paz; y por otra, el triunfo engríe <{e tal modo á la tropa (habituada á sobrada independencia en el ser­vicio de campaña), que apenas presta atención á la voz de mando de sus jefes para hacer alto y reunirse. El mismo jefe de batallón, que se encuentra á pie, da órdenes en vanu. Entonces atacan dos compañías enemigas; y ¡ espectáculo extraño! bastan para recha­zar á todo el batallón, á pesar de la bravura de cada cual indivi­dualmente considerado, y para inutilizar, en muchas ocasiones, todo ~1 trabajo de la jornada. Después de un descalabro tal, siempre hay tendencia á creer que se ha sido rechazado por fuerzas superiores; cuando se debe atribuír el fracaso, más que á nada, á que no se había llegado al punto decisivo para hacer frente victorioso á las fuerzas enemigas, y á que ya no se disponía de una fracción siquiera en orden cerrado. Todos estos ejemplos, q:.1e ciertamente no son íntegramente producto de la imaginación, y en apoyo de los cuales se pudiera citar todavía gran número de otros análogos, ofrecen ancho campo á la reflexión. Hoy es cosa demostrada que en la guerra no es tan fácil como en tiempo de paz conservar hs fracciones constantemente en la mano, y que es un deber urgente dar solución á las siguien ... tes cuestiones: Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETíN MILITAR 806 1.• ¿Cómo, por qué medios y con qué disposiciones podrá conseguir el jefe de batallón tener siempre sus soldados bajo su autoridad? 2. • ¿ Cuáles son los princtpios que deben observarse y po­nerse en práctica durante la paz, por las compañías, dada la necesi­dad del pronto despliegue que impone el combate moderno, para obtener una acción colectiva por parte de las mayores fracciones, y adquirir la posibilidad de hacer resolver con orden, por estas últimas, un gran número de problemas tácticos que se sucedan sin interrupción ? • En nuestra opinión, no hay mejor preparac10n para un futu­ro éxito que exigir: 1.0 Que los jefec; de batailón, en su calidad de jefes llamados á obrar en primera línea, puedan hacer ejecutar por sus compañías todas Jas operaciones sobre que tengan por con­veniente; 2.0 Que adquieran cierto aplomo y cierta práctica en el empleo correctamente táctico de sus compañías en el combate, y que comprendan realmente lo que el reglamentó les exige, á saber: por una parte, que su tropa no salga nunca por completo de su mar o; y por otra, que sepan sacar el mayor partido pos1ble de la pericia y de la iniciativa de sus capitanes. Según todas las previsiones, lo· jefes de batallón que tomen parte en la primera guerra que estalle, formarán todavía parte del actual período de tran ición; pues la· diversas corrientes de apre­ciaciones y de opiniones producidas hoy en teoría y en práctica, no habrán podido, para entonces, ser todavía condensada<> en un todo general y correcto . .Es, por consiguiente, muy verosímil que hallarán, tanto entre sus superiores como entre sus subordinados, opiniones muy dife­rentes acerca de la manera de dirigir las tropas en el combate ó en la batalla, opiniones que habrán de tenerse en cuenta. Al lado de las antítesis m:is extremas en las apreciaciones, queriendo unos que el combate, así como la batalla campal, sean,~ en cuanto quepa, dirigidos hasta el último instante por órdenes exactas como sobre el campo de maniobras, y deseando otros, por el contrario, que se otorgue b mayor libertad posible á las compa­ñías para que puedan obrar siempre con arreglo á las circunstan­cias, surgirán indudablemente toda especie de gradaciones y de matices intermedios, apoyados en argumento5 más ó menos claros. Cada apreciación, para revestir mayor autoridad, se basará, ya en una interpretación particular del reglamento, ya en experimen­tos de guerra, ya en tradiciones y en usos del tiempo de paz, ya, en fin, en instrucciones especiales á ciertos regimientos y á ciertas di visiones. El jefe de batalión que' dure n:1ucho tiempo al frente del suyo, no dejará nunca de conocer en gran parte las opiniones de sus superiores y de sus subordinados, por p::>co que haya asistido (lo que ciertamente es muy frecuente) á un cambio de apreciaciones personales. • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 806 BOLETÍN MILITAR No sucede Jo mismo al que se encuentra en una situación completamente desconocida. En el nuevo cuerpo á que llega, quizá está admitido aún que el mando en campaña puede ejercerse siem­pre por el mismo jefe, con tal de que la tropa se halle habituada á la más rigurosa disciplina en los ejercicios; en este caso le es muy difícil prepararla, con la mira del combate, para una acción y un concurso inteligentes. O al contrario, el batallón ha aprendido quizá antes ciertas formaciones metódicas de combate, propias para asegurar más la acción colectiva, pero que exigen siempre cierta práctica é instrtcción preparatorias. En este último caso deberá el jefe conceder muy particular importancia á la eistribución y al ejercicio del mando en la guerra; y en el anterior, á la habilidad independiente y á la destreza del soldado en general. En el uno, debe fiar en las buenas formaciones de combate; en el otro~ pre­ferentemente en la inteligencia de los oficiales y de la tropa. En ciertos regimientos puede ser que no se crea necesario introducir modificación alguna en el sisferna de preparación que dio las victorias de W oerth, de Gravelotte y de Sedán; y en otros, se observará e~trictamcnte que todos los jefes de batallón empleen en el combate, por lo que concierne á sus subdivisiones en orden cerrado, medios conducentes á disminuír las pérdidas bajo el fuego enemigo, en la persuasión de que una solicitud tal, en vez de per­judicar á la disciplina y al valor de !a tropa, no hará, por el con­trario, sino desarrollarlos. Más de un jefe de batallón se dedicará entonces á prescribir, para distancias dadas, formaciones también dadas, sin dejar por ello de indicar á su gente, en ciertas circunstancias, que avance en línea desplegada; Y< en otras, q 11e se sirva de un repliegue del terreno para avanzar e.n columna; cuando con frecuencia, y á una distancia más larga, ha tomado una formación dispersa, para desde allí poder, á la menor seí1al del jefe, y en . un punto fijado, for- •marlo indiferentemente en línea ó en columna; ó bien igualmente ordenará para el momento del ataque, numerosos altos en el mo­vimiento al frente, con el objeto de disminuír la eficacia del tiro del enemigo. En una palabra, el resultado de semejante divergencia en las opiniones no puede dejar de conducirnos á no dar valor, desde el punto de vista del mando y de la ejecución, sino á aquello que sea sencillo, á lo que salte á la vista de todo el mundo. En lo que se refiere á la marcha, por más que el asunto sea digno de interés, toda tentativa de inmixión en dicho servicio sería, por parte del jefe de batallón, un gran error; un estudio á fondo del reglamento, hace ver que solamente le prescribe "em­plear sus comandantes de compañía de tal suerte, que se obtenga todo el partido posible de la pericia y de la iniciativa privada de los mismos." (Continúa) voN ARNIM (alemán) Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETtN MILITAR HISTORIA AP"''N'I'AMililN'I'OB PAitA LAS MEMORIAS SOBRE COLOMBIA Y LA NUEVA GRANADA (Continuación) l\Ii dt'cisión, pnes, fue ir-revocable, y á la salud ele la patria sacrifiqnó la popula.l'i(lad qne podía habenue reportado otra conducta funesta a.l porvenir dd paí~. E..,te proeetlimit>nto me ha granjeado ciertamente odios, euemistades y calumniaR, y se ba llegado á atrihuír á \'engan7.a lo qno no fue sino uu deseo ardiente de matar la.s re\Toluciora.s. Si yo, por 'lesgracia, hubiera sido dictador en aquellas C'ireunstaucias, sólo hahrfa ht.cho castigar al jefe de la. eouspiracióu c.le dt-jar que ohrase la acciór de la ley, por falta. do 1111 mothTo especial de couveuien­uia pflblica. para conmutarles la pena . .?tlurió también como conspira(lor el jo,Ten Angniano, cuya ~jecución me arrarwó lúgrima~ de pesar. Bra el único militar en servicio activo que había tomado parte en (!l crimen. y de un modo tan eficaz, <]ue sit>JHlo Ayudante :Mayor del Escua­P)' Ón. 1.0 de Jlúsa,res, había ofrecido ei1tregarlo armado y muni­cionado á lo~ conspira,loJ·es. Al delito, pues, do conspirador, ren.nía el ele tra.ieión á su iuranH ntos y d berea como militar activo. Unas veces me inciiuab:.~. á con'muta.rle la pena, y otras me dec1clía á que se ejecutase, para rcMtablccer la disciplina militar, tan relajada durante las convulsiones políticas por laa defecciones da los Ouel'pos ía impuesto el Tl'ibunal. Forzoso, pues, fne tlejar obral' también á la ley en este ca.so, y llenar mi deber ele cuidar de la pública seguridad á costa do cualquier sacrificio penwual. ¡Qué t rrible es la conclieión de nn }iagistrado á quiou ss.._le tmcargan deberes tan sen~ibles y doloro8os! La. historia podrá tacaarme de ev~ro; pero no po­drá uega.rme ~1 mérito de haber procura(lo afianzar el orden y la s~guridad pública para. lo futuro, después de táutas agi· tacioues y trastornos. "" Acaeció en e8os días amarg-oa un suceso, que no hay día en que lo recuerde que no me despedace el corazón, y qne ni lo mencionara aquí, si mi enemigos no me llubieran atriuuí•lo parte en él. Hablo de la muerte del Sr. Mariano París, esposo Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLET.fN MILITA& 809 varias campañas: habría bastado sólo la naturaleza. del hecho para que me buhiera eausado el mayor disgusto y pPsar. No me quedó otro partido que doplorarJo, y hacer que 86 procediese por la. autoridacl correspondiente á las indagaciones necesarias para. que se ca tiga e al culpable. Se procedió, en efecto, por el .Juez Civil del Cantón, l tomadas las declaracio­nes del Capitán Calle, clel Cabo Velásquez, del Cabo Muñoz, del soldado Antonio Guarín, dt~l Cabo Franci co Ardila, del paisano Anacleto Díaz, t.le su padre Frauci~co de Borja Díaz, todos mayores de ed:.td, se pa arou á. la autoridad militar, la cual, conformárulo ·e con el dictamen (lel Auditor de Guerra, Dt·. Antonio Plaza y l~acines, rellevar el yo; no conoce más accidente gramatical que el llamado gerundio; así es que gerundia siempre que habla el espafiol co las desinencias en ando y en endo. Terminaremos estas ligeras indicaciones acerca de los in­dics del Chocó, con otras más, refereutE:'s á los Cunas. E~tos cuentan sobre los otros la doule ventaja de ser más beli~osos y ¿e estar en la co ta., con la facilidad de traficar por entre am­uo océanos; traen su origen iurreceu, y que les son inferiores en valor, en número, en ac1ividad y t'n industria. Lo· cocos, el cacao, el maíz, el carey, el caucho y otras resinas, son los princip.ales artículos que canbian poe armas de fuego, espejos, cuentas de vidrio, ropas y licores. Las muchas tribus, por decir así, de los Cunas están un das en alianzas; cada una tiene nn jefe, no escaseando en­trf ellos los médicos y los adivinos. Son exactos en 808 prome· ea& é irreconciliables en sus odios. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 814 BOLETÍN MILITAR Aún se conserva memoria de las antiguas venganzas dle de los Ounas y uo su persecución, con la que lograron aterrorizaar~ar basta poblaciones enteras. Uno de Jos suyos, que fue azotadlo do por el Alcalde de Pavarandó, quedó Yengado con el iucendiio lio de este pueblo, lo que sucedió á fines del siglo pasado. En Ua la época eu que se estableció una a~uaua en las bocas del Atratoo, to, los empleados en ella estaban tan intimida(los de los Cuna s, .1.s, que les compraban todas las provisiones que les llevaban , n, ann .ue ellos lo hacían adrede en mucho mayor cantidad de Ua la que los .empleaclos podían consumii· . . Gracias ~~ gran ¡n·estigido rio que entre los indios del Oaimán han gozado ~1 Mayor Fernánn- .n· dez y el Capitáa Letllan, no.. ha sido de truída la aldea dde de Turbo. Los OuuaN aprecian á lo8 e ·tranjcro , y aun se hatn an visto algunos entrar de marinos, y hacer el servicio muy forr- >r­malmente en los buques costaneros durante algunos año . Noticias históricas-Porvenir del Chocó-Observaciones geológica• Una Provincia tan importante corno la del Chocó, cuyro y o contorno mide 360 leguas, de la que 143 ou de costa sobrce re ambos mares, comprendiendo un territorio de 1:900 leguass · s cuadrada~, qne so eomunica con el, Atlántico y el Pacifico poDr or dos grando caualt)B naturales, qne la cruz~m en stt mayo»r r longitud de N. á S., ·eparados el uno del otro por un cortco to istmo, y juntaudo entre ambos, Atra.to y San Juan, las agua s liS de nua superficie de más de 1,500 1 •gua cuadradas, que less .s tributan en la extensión de 212 leg-ua.H, que entre los dos reco l - o­rren cerca de ~00 ríos y más de 000 grandes quebradas ; quee te contiene riquísimas miuas de oro y do platina, y la. más varia - da y prodigios~ abundancia de vegetales útiles; .una Provincial ia tan importante así, decimol4, que ~e encuentra á los tresciento >S cincuenta y dos años de su descttbrimieuto en tan laineutablee le atraso y abandono, que más de las dos terceras partes de suss 18 terrenos permanecen baldíos, y que sus habitante.', ca i todoss )8 de raza, etíope, son en tan pequeño número, relativamente, quee e tomando la totalidad de su territorio eorre pondeu apenas 233 !3 por cada legua cuadrada; con la notable circunstancia dee e haber sido ele las que primero visitaron los conquistadores, yy y de haberse fundado en MUS costas la ·egunda de las poblaeio · nes de Tierrafirme, da necesariamente lugar á u u examen serio, o, para averiguar lo que fue al tiempo del descubrimiento, lo quro e realmente es en la actualidad, y lo que está llamada á ser nol o muy tarde. Si consultamos la Historia, vemos que esta parte de la1. a Nueva Granada fue teatro de notables sucesos, y que alguno> o (le sus puntos puede considerarse como que sirvió de e cala a para atrevidas exploracion~s, que si descabelladas las unas, ;, fueron muy dignas las otras, y obtuvieron un éxito feliz. Ell H sevillano Rodrigo de Bastida fue quien primero, en 1501, visitó> ó el Golfo de Urabá, en cuya costa, 11ueve añi)S después, fnndó , ó Alonso de Ojeda la población de Sau Seha.stiáu, á la que dejó 5 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETíN MILITAR 81G el mismo nombre de la tribu indígena; la que, como que era de raza carib stián de Urabá. De la nueva San Sebastián partieron Francisco Cesar en 1537 á des­cubrir la rica Antioqnia, atravesando la cordillera de Abibe, y un año deRpués Vadillo, nien se internó basta Cali. De la '·illa de Sauta Ana de lo UaballeroR, entonces recientemente fundada, hoy Ansermaviejo, salió, por orden de Robledo, en . 1539, el Oapitán GómPz Fernáudez para las montañas de Jos Cbocoes, habiendo sido derrotado en Ohamí; siendo d consig­narse aquí lo que á e te respecto dice el cronista Herrera en su libro vu de la Década TI: "Habiendo Jorge Robledo Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 816 BOLETÍN MILITAR vuelto á los indios la mayor parte de su hacienda, y asentada paz con los del Valle de Apia, teniendo aviso qne Ocuzca y Umbruca, otro principal señor, se juntaban contra la villa de An!errna, volvió á ella, y euvió mensajeros á todas parte , tlando á entender cuánto holgaría que estuviesen t>acíficos, y lo que Je pesaría que llegasen {t térrniuos de guerra; porque no ueseaba hacerles daño, y con su buena maña los pacificó, con que pudo atender á lo que de eaba, que era descubrir las tierras que había, pasada la conlillera que está hacia la parte del Nor~e . de AnHerma; y .para. esto onlenó á Gómez Fernández, que con cincuent~l soldados rodeleros y baile teros fuese á des­cubrir la Provincia del Chocó; y saliendo con ellos Jorge Ro­bledo hasta el valle de Santa. María, á donde le fue uu indio de paz, y le dijo que era el señor Umbt·uca, tt'atóle muy bien, é hizo muchas demostraciones ue amor; pe1·o sabiendo que no era éJ, le mandó quemar. Gómez Fernámlcz llegó á la. montaña de Oima, que es muy frago~ a, con muchas asperezas, y á donde siempre llueve, y I!ay wuchas hostias fieras, monos y otras tales, y los indios a rulan d •s1nHlos, y 8ou muy rú~ticos; vi ven en casas sobr~ árbole8; y dando en una dft aquellas ca­sati, un solcla(lo dicho Alonso Pér·ez tomó una. india, la cual sintió tanta congoja. de verse cautiva, qne se despciló por aque­llos grandes riscoM. Au
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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 158

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La Rebelión: noticias de la guerra - N. 86

Por: | Fecha: 12/05/1900

~~~~~~A.~~=p= ~~llUtiOO3tlll&'MlftiP!'i9.!l1I!l ~~~~~. ... ...........,., wa_a_~_~ _ ~N~!W!'''i!!iil~~"'~~''1'''!I9'''\ff~!!':?:-r:'!4J~~ ( . ¡.~ N oticias de la Guerra " '. Bogotá, l\[ayo 12 de 1900 Número 86 . " ,. .t I República de' Colombia - Telég~rafos Nacionales - Pamplona, 10 de~ Mayo de 1900 Sr. Director general Anteayer obtuvieron nuestras afInas espléndido triunfo en Chinácota sobre guarnición revolucionaria de Cucuta. Sus órdenes. Atento servidor, J0SE LEAL Pamplona, 10 de l'tlayo de 1900 Sr." Ministro de Guerra--Bogotá , . Nuestro amigo . Villamizar Gallardo, el del Oso, tomó ' . . á sangre y fuego á Chinácota. Hubo 40 muertos,. P 'ROSPERO PINZON República. de Colombia - Telégrafos Nacionales - Urgentísi~o '- Gamarra, 10 de , " Mayo de 1900 " Sr. Joaquín Molino Recibí su telegrama del ' cuatro. Barranquilla, Carta­gena y Santa Marta ocupadas por fuerzas Gobierno, y bien . fortificadas para resistir cualquier ataque. Revolucjona~ , , rios apenas encuéntranse en Riohacha en estr~cho círculo, y no han podido . abrir operaciones. El río completamente ,despejado. Mañana debe pasar por este . puerto vapor . "Enrique" con destino á La Dorada. ·Ya tenía noHcia de haberse encargado del Ministerio de Guerra ' el General " Casabianca, á quien feUeito compla,cido, por su honorable conducto. Agradezco noticias que comunícame.. ientras I • " haya comunicación tendré á usted al corriente de cuanto OCllrra. El GeneI~al Jefe, . ARTURO SALA~AS IMP~ENT A NACIONAL- 1 900 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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La Rebelión: noticias de la guerra - N. 62

Por: | Fecha: 14/02/1900

• , . N oticias de la Guerra { -- ... ,,,,,,,,, ... ,,,, .. ,,,, ... ,,"'-"-,, Bogotá, Febrero· 14 de ' 1900 . NÚln.62 ==y.. ,,5?"W'TiYD"'& ~ = ;¡r.~ -. te .. .TTT= ", .TOLIlVIA (Río Magdalena) República deCoIOlnbia.-Telégrafos N acionales.-Ambalema, 12; HOllda, 14 de Febrero de 1900 · Ministros Guerra y Gobierno - Bogotá, Tena · , . Como lo }labía ofrecido a S. S" recuperé esta plaza. Desde las 5.30 p. m. me avisté :con el vapor «Venezuela.» El cómbate. por aglla y tierra duró tres fLoras: me apoyé en una línea de tiradores del Batallón «Palacé,~» que previamente 11abía mandado por la ballda oriental del río. Ataqué en el pequeño va.por « ~obar» á Ambalema, que tenía defelldido todo Sll ·frente y atrincllerado; elcombaté con el vapor « Venezl1ela,» . que tenían los liberales, y que . estaba perfectamente blindado, era desigual con mi barco. Tres veces se nos ·VillO encima conpode~'}oso empu~e, pero mi vapor defendió su casco con habilidad. Perdí al caballeroso Sr., 01 encio Hennessy, Capitán del vapor, y veillt~ entre Jefes, clases. y soldados, mue-rtos y heridose Del enemigo 110 sé con exaetitud sus pérdidas, pues arro,~aba sus muertos al . río, y los 11eridos los llevó consigo, menos los muertos que encontré en la playa y en el vapor, ' .los cuales fuei~on enterrados . inmediatalnente.Restablecí las autoridades del lugar, y pongo á disposición de S. S. la, plaza de· Ambalema y ·el vapor «Venezuela.)} Mandaré detalles. Atento servidor" P. A. PEDRAZA. SANT,ANDER Comandancia general de la División Holguín.-Vélez, · 13 de Febrero de 1900 Sefior .. Minis tro de Guerra 'Complázcome en comunicarle lo sig11iente: Ayer tuvo un encuentro la pri­mera Compañía del Batallón Vélez nflmero 1.0 entre Chitaraque y Santana, con los malhechores que ésta iba á perseguir, los cuales .estaban al mando de Emilio Berml1dez. Dichos bandidos fueron derrotados: muerto Berlnü.dez y "'otro ·Oficial y cinco peridos. De 11uestra parte lamentamos la, IDllerte del Cabo .Alltonio ~riz9J y un soldado herido. Los pocos que quedaron dispersos serán perseguidos. , ( Servidor, F. AGUILERA H. Imprenta Nacional-I900 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Prensa

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Los caminos del Rionegro: Historia del Ferrocarril de Cundinamarca, 1847-1953

Por: Oswaldo Escobar Muriel | Fecha: 2018

Los caminos del Rionegro relata la aventura de buscar la comunicación de Bogotá con el río Magdalena a través de la rica y agreste región del valle del río Negro desde los tiempos de Tomás Cipriano de Mosquera. Cuenta cómo el francés Antoine Poncet primero y unos años después Indalecio Liévano se abrieron paso por este vasto territorio del noroccidente de Cundinamarca y cómo, con rústicas herramientas y equipo, señalaron la ruta del futuro Ferrocarril de Cundinamarca, el mismo que con nostalgia es recordado por quienes en la década de 1960 hicieron el romántico recorrido entre Bogotá y la costa atlántica. Sobre la troch a abierta por Liévano sesenta años antes, la casa alemana Philipp Holzmann, una de las más grandes empresas de ingeniería del siglo , construyó gran parte del ferrocarril y con esta obra selló su fugaz paso por Colombia,después de haber hecho una exitosa presencia en los países del Cono Sur del continente americano.
Fuente: Digitalia Formatos de contenido: Libros
  • Temas:
  • Historia

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