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Con la frase Rafael pombo.

Imagen de apoyo de  Radionovela Por salvar la patria - Capítulo 31

Radionovela Por salvar la patria - Capítulo 31

Por: |

En este capítulo, Sabaraín conversa brevemente con Arcos —respecto al enigma de quién fue el enamorado de Policarpa, se mencionan la tragedia del escritor José Domínguez Roche y las memorias de Rafael Pombo—. El cura José de los Ángeles se entrevista con Sámano para hacerle dos solicitudes: no exponer en la horca el cuerpo inerte de su hermana y permitirle una sepultura con mayor religiosidad. Los condenados son conducidos a la plaza mayor, en este momento Policarpa le pide perdón a Arcos. Cuando María Ignacia divisa a Sabaraín, cae enferma —según tres fuentes, la joven quedó herida de parálisis y murió el 4 de marzo de 1818—. Bibiano se lanza entre la multitud que abarrota la plaza. Allí, el cronista Caballero toma apuntes de todo lo que ve y escucha. José de los Ángeles se acerca a Policarpa para informarle que su voluntad fue concedida, la absuelve y la bendice.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Audios

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Radionovela Por salvar la patria - Capítulo 31

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Así éramos los Zenúes

Por: Carmen María Jaramillo Jiménez | Fecha: 1987

‘Así éramos los Zenúes’ es relatado por un niño zenú que en compañía de su abuelo recorre los territorios de este gran grupo indígena. En su viaje, ambos conocen las diferentes manifestaciones culturales, religiosas y políticas que existe en la región así pertenezcan a una misma etnia. Este libro pertenece a la Colección Rafael Pombo, producida por la Subgerencia Cultural del Banco de la República y la Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales (FIAN), la cual contiene cinco fascículos que narran –a un público infantil- la vida cotidiana y las costumbres de cinco grupos precolombinos. Consulte los otros libros de esta colección en las siguientes url: Así éramos los Quimbayas: http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/p17054coll18/id/502 El mundo selvático de los Huitotos: http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/p17054coll18/id/519 Así éramos los Muiscas: http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/p17054coll18/id/531 El mundo Tairona: http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/p17054coll18/id/534
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Libros
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Así éramos los Zenúes

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Así éramos los Quimbayas

Por: María de la Luz Giraldo de Puech | Fecha: 1988

‘Así éramos los Quimbayas’ describe la vida de los de los diferentes grupos precolombinos que conformaron la Cultura Quimbaya previa a la llegada de los españoles. La historia es narrada por Tatita, una niña perteneciente a esta etnia, quién se encarga de exponer las diferentes actividades económicas, expresiones culturales y organizaciones políticas de cada sociedad que hace parte de esta comunidad. Este libro pertenece a la Colección Rafael Pombo, producida por la Subgerencia Cultural del Banco de la República y la Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales (FIAN), la cual contiene cinco fascículos que narran –a un público infantil- la vida cotidiana y las costumbres de cinco grupos precolombinos. Consulte los demás libros de esta colección en las siguientes url: El mundo selvático de los Huitotos: http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/p17054coll18/id/519 Así éramos los Muiscas: http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/p17054coll18/id/531 Así éramos los Zenúes: http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/p17054coll18/id/504 El mundo Tairona: http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/p17054coll18/id/534
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Libros
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El mundo Tairona

Por: Alicia Dussán de Reichel-Dolmatoff | Fecha: 1988

‘El mundo Tairona’ hace una inmersión a la vida de los habitantes del grupo Tairona y su hogar en la Sierra Nevada de Santa Marta a través de Tanacique, un niño perteneciente a una de las tribus. Se describen las organizaciones políticas, la religión, los cultivos y demás actividades que realizaban las comunidades. Este libro pertenece a la Colección Rafael Pombo, producida por la Subgerencia Cultural del Banco de la República y la Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales (FIAN), la cual contiene cinco fascículos que narran –a un público infantil- la vida cotidiana y las costumbres de cinco grupos precolombinos. Consulte los demás libros de esta colección en las siguientes url: Así éramos los Quimbayas: http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/p17054coll18/id/502 El mundo selvático de los Huitotos: http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/p17054coll18/id/519 Así éramos los Muiscas: http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/p17054coll18/id/531 Así éramos los Zenúes: http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/p17054coll18/id/504
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Libros
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El mundo Tairona

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  • Exclusivo BibloRed
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Educación emocional en la práctica educativa del docente del nivel preescolar

Por: Ediciones Universidad Cooperativa de Colombia | Fecha: 2023

Este artículo es producto de una investigación que tuvo como objetivo comprender cómo se presenta la educación emocional del docente del nivel preescolar en su práctica educativa, específicamente en la I. E. Rafael Pombo (La Estrella, Antioquia). La metodología investigativa fue de corte cualitativo desde el paradigma fenomenológico, con un alcance descriptivo transversal, a través del cual se interpretó la realidad emocional de cuatro docentes. Se utilizaron técnicas de recolección de datos tales como la entrevista semiestructurada y la observación participante. Para la investigación se partió de unas categorías preliminares, que son descritas como las competencias que conforman la educación emocional según la teoría de Bisquerra y que posteriormente dan paso a las categorías emergentes. En síntesis, se concluye que el docente necesita de herramientas y estrategias para el manejo de su emocionalidad y, asimismo, que en su afán de reinventarse encuentra que su estado de ánimo es variable, así que requiere de métodos para canalizarlo.INTRODUCCIÓNHoy la apuesta fundamental de la educación se centra en la concepción de formación integral; así que ha superado las viejas disputas sobre la predominancia de lo academicista y los contenidos sobre la formación del ser. Esta nueva ruta propone que en el acto educativo se atienda al pleno desarrollo de la personalidad y se incluyan los elementos culturales, sociales y personales que garanticen el cumplimiento de los derechos y deberes consagrados en la ley; aquellos elementos suponen una mejora en la calidad de vida en la medida en que se fortalecen a través de la educación los ámbitos físicos, intelectuales, afectivos, éticos, cívicos y psíquicos del ser, con lo cual se potencia el desarrollo social y económico de la región (Batalloso Navas, 2006).A pesar de lo anteriormente planteado, el sistema educativo colombiano sigue enfrentando grandes retos que dificultan una apuesta por el desarrollo humano en todas sus dimensiones. La utilización ineficiente de los recursos financieros y la distribución inequitativa de oportunidades de acceso, permanencia y aprendizajes han causado grandes problemáticas sociales que se ven revertidas en una sociedad con dificultades estructurales (Izquierdo, 2012). Conscientes de ello, la mirada del Estado y de importantes organismos privados propone que una alternativa para estrechar las amplias brechas sociales e ir superando las problemáticas que nos aquejan como sociedad se dé a través de las apuestas educativas para la primera infancia, lo cual implica que los niños y niñas de cero a seis años tengan atención integral.
Fuente: Revista Virtual Pro Formatos de contenido: Otros

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Imagen de apoyo de  En busca de Thomas Reed : arquitectura y política en el siglo XIX / Alberto Saldarriaga Roa, Alfonso Ortíz Crespo, José Alexander Pinzón Rivera.

En busca de Thomas Reed : arquitectura y política en el siglo XIX / Alberto Saldarriaga Roa, Alfonso Ortíz Crespo, José Alexander Pinzón Rivera.

Por: Alberto Saldarriaga Roa |

El presente libro trata de un arquitecto y su obra. Thomas Reed trabajó como arquitecto e ingeniero en Venezuela, Colombia y Ecuador entre 1843 y 1878. La mayor parte de su obra la forman encargos gubernamentales. Dada la importancia de los edificios públicos, su nombre es referencia obligada en los textos de historia de la arquitectura del siglo XIX de los tres países en los que residió y en cada uno de ellos se le asigna un grado especial de importancia. Su obra de ingeniería no es tenida en cuenta. Reed no ha sido, hasta ahora, objeto de un estudio particular. Los edificios son más reconocidos que su autor. Capitolio Nacional, Salón para la Cámara de Representantes, Reforma de la Catedral de Zipaquirá, La Sede para la Sociedad Filarmónica, La Penitenciaría de Cundinamarca (Museo Nacional de Colombia), Casa de Rafael Pombo, El Obelisco de Los Mártires, Tres casas en Bogotá, Puente de madera, La Ermita de Guadalupe.
Fuente: Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC) - Arquitectura y Urbanismo
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  • Arquitectura

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En busca de Thomas Reed : arquitectura y política en el siglo XIX / Alberto Saldarriaga Roa, Alfonso Ortíz Crespo, José Alexander Pinzón Rivera.

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Museo de cuadros de costrumbres y variedades

Por: José María Vergara y Vergara | Fecha: 1866

Un año después del nacimiento de José Asunción Silva, en 1866, el impresor Foción Mantilla, célebre por imprimir textos legales y compilaciones literarias a mediados del siglo XIX, sacó a las librerías el Museo de cuadros de costumbres. Este volumen de dos tomos agrupa noventa y siete textos costumbristas escritos por varios de los hombres (no figura ninguna mujer) fundamentales de la literatura y el periodismo colombiano de entonces, y publicados entre 1846 y 1866. Entre ellos están Rafael Pombo, Ricardo Carrasquilla, José Manuel Groot, Ricardo Carrasquilla, José Manuel Marroquín, Eugenio Díaz y José María Vergara y Vergara, quien también fue el compilador y prologuista de los textos, entre otros. Entre esos nombres sobresale también el de Ricardo Silva, padre de José Asunción Silva, y uno de los escritores costumbristas más leídos de la Bogotá de esos años. Ricardo Silva distribuyó su tiempo entre sus comercios, las tertulias literarias y la escritura de artículos costumbristas. Publicó sus textos principalmente en El Mosaico, el periódico que tomó el nombre de la tertulia que lideraron Eugenio Díaz y José María Vergara y Vergara en 1858, y de la que el mismo Ricardo fue miembro y promotor. Son justo estos textos recopilados en periódicos y revistas los que nutren su participación el Museo de cuadros de costumbres y los que, diecisiete años después, reunió en su libro Artículos de costumbres, editado en 1883 y dedicado a su hijo José Asunción Silva. Esa idea de recopilación, de recortar en periódicos para luego editar un libro, es la que le dio forma a este libro, pensado por José María Vergara y Vergara como una suerte de cuadro familiar de la Colombia de entonces, con sus historias, usos lingüísticos, fragmentos, sucesos cruciales y lugares significativos. Pero fue también un intento por mostrar a Europa, y fundamentalmente a España, una noción del país que heredó y reprodujo la cultura hispánica. Vergara y Vergara insiste en el prólogo, y en sus otros libros, en ubicar a Colombia como una prolongación americana de la cultura española: forjada alrededor del castellano, la religión católica y el pensamiento conservador. En el prólogo del libro se lee: “Como, según lo hemos dejado ya vislumbrar, abrigamos la esperanza de que nuestro libro sea leído por españoles europeos, queremos dirigir a éstos dos palabras en descargo de nuestra conciencia” (p. III). Los textos que aquí se reúnen, entre esos la primera publicación de Manuela (1858), de Eugenio Díaz, dan cuenta de esa iniciativa, pero sobre todo encarnan una empresa literaria sin la que hoy no podríamos rastrear buena parte de la historia literaria de Colombia y de la que el padre de José Asunción Silva fue pieza clave.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Libros
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Museo de cuadros de costrumbres y variedades

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Los Lunes del Correo - N. 2

Por: | Fecha: 27/11/1905

RepÚ.blicatde Colombia LOS LUNES DEL CORREO SUPLEMENTO LITER.AR.IO A "EL CORREO NACIONAL" Dlreotor·Redaotor, B. PALACIO URIBE J30GOT Á, J"{OVlEMSRE 27 DE 1905 ~ )" ÚMERO 2. 0 •rur:ma, por G. Martinez Sierra.-Al _l)asar, lpor Guillermo Valencia.-Las manoa, por Eduardo Zamacols.-En un ál· bum, por Vlotor M. Londoño.-.A.mado Ncrvo, por Luis G. UrbiDa.-Reeurreccionea, por Julio Fl6rez. - Ellibro de Ru­bén Darlo, por Francisco Navarro y Ledesma- A una g'lta­n~ por B .. Palacio Urlbe.-El retrato oval, por Edgar Poe. ¡ \¡UO vadia 1 por .Antonio G6mez Restrepo.-Los disparates de Rubén Darlo, por Fray Candil.-Mi verso, por .Amado Nervo,-Gaapar y Lucia, por Enrique Alvarez Henao-Cre­púsculo de Agosto por Mfguel Costa.-El olvido, por Rafael Pombo.-La noehe principia •••• , por Jesúa Bemprum. Mañana de ve1·ano: fuéra, en los jardines del Palacio Real, hay un desbordamiento de plantas floridas, y tantas mal'ipo~:~tts como fiorea ; y sobre los pétalos y sobre las alas llueve del cielo polvo de lnz. No se sabe ni cuándo ni o6mo un poco del aire caliente q?e está junto al suelo se inquieta, y em­plaza á moverse; pasa sobre un plantel de h_eliott·opos, y levanta un motín ae fragan­Cia&, alborotando los al'omas qne dormían en las cabezuelas mondas; las col'olas cabe­cean, levemente indignadas, y !e uq uietan despuéa. Mas en alto la fugitiva ráfaga azo­ta laa dores de un macizo, y, torciendo á su antojo tallos y voluntades, junta una rosa blanca y un clavel rojo, y one los búcaros de una madreselva, marfileños y locos, al tnciopelo austero de una dalia color de ad­\' iento; estremece después las azaleas que hacen mal'co á los miradores de la Reina· troncha los zarcillos de una enredadera qu~ se atrevió á prenderse nada menos que en la cimera del Escudo Real, y satisfecho de !us hazañas, Jas celebra, riendo á más y me­JOr, entre las ramas altas del más et·guitJo de los álamos. Dentro, en el salón de estudio, la Prince­sa Lesbia y el Príncipe Orlando oyen con atenci6n bien semejante á melancolía, las lecciones de un p1·eceptor viejísimo. -Altezas-dice la voz eefática y casca­da, como tañido de campana rota,-ved aquí cómo ei E&ipto antiguo simbolizó el enigma pavoroso y consolador á un tiempo mismo de la resurrección, la vida que surge de la muerte ... Bien lejos del salón de estudio, mucho más lejos que el Egipto antiguo, e1o1tá. el es píritu de los Reales discípulos en aquella hora. Las palabras del preceptor rompen el silencio, mesuradas y lentas, como agua de noria que cae del canjilón al pozo; pero el agua que cae encuentra abajo el agua y en . gendra júbilo, y las palabras viejas caen en cerebros jóvenes y engendran tedio. - . .. La vida que surge de la muerte ... Sin embargo, al oír la tremenda palabra, !Jesbia y Orlando levantan la cabeza y bus­can sus ojos al maestro: entre él y ellos un rayo de sol, que ha entrado del jardín, tien­de una frontel'a de luz ; espada de fuego con que la vida cierra á la melancolía del saber el paraíso de la dicha, que existe por. que ignora. -Aquí está el símbolo, prosigue la voz, estas esculturillas de metal y de piedra son la enc8l'nación del enigma. Representan el escarabajo sagrado, el sér quo de la podre· dumbre de la muerte saca las energías de fiU vivit· ... Lesbia y Orlando han vuelto á sumirse en su abc.•trRcción indiferente ; ella, menudi­ta y rubia, está sentada en un severo sitial de roble ; su cabeza, hecha de luz y rosas, descansa sobre las esculturas del alto res­paldo ; tiene los ojos clavados en la cara del sabio, y el alina en sus dedos de muüeoa, que se ooupan en rizar blandamente los bu­cles dorados que le caen sobre el pecho. Or­lando se yergue sobre los cojines de un ta­burete; también mira al sabio, pero como los pies no le llegan al suelo, juega á tra­mar con ellos en el aire trenzados imposi-ble&, y tampoco oye. " Estos dijecillos, Altezas, servían de amu · leto ... El rayo de sol tuerce su camino y se des­panama por la mesa de estudio, arrancan­do centelleos é irisaciones á la bisutería pe­l'egrina que sobre ella yace ; entonces los escarabajos sagrados, como traídos á la vida por conjuro mágico, parecen moverse y ale­tear; los hay l'Ojos, blancos, verdosos, color de tiel'ra y color de cielo ; muchos de ellos despliegan, separándolas del ouerpecillo oblongo, alas descomunales : unos son de b1·onoe, otros de pórfido ... Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Los Lunes del Correo -Servían de amuleto; sobre la túnica de los Faraones, prendidos en collares de sacerdotes, guerreros y mujeres, sobre el pecho mismo de los muertos como prenda y promesa de inmortalidad. Ved, Altezas, las figurillas que el tiempo ha guat·dado para nuestra ciencia en el seno de las sepul­turas seculares, y ved estos papiros en que con signos raros nos habla la voz de las genera­ciones pretéritas; estos son los famosos je­l'eglíficos, la escl'itttra sagrada que encierra las tremendas verdades de Isis, la historia de un gran pueblo sabio y triste: aquí está el misterio ... El loro favorito de la Princesa Lesbia, encaramado en lo alto del sitial, ha cerrado los ojos y dormita; unas cuantas moscas que revoleteaban por el salón se han pren­dido á loi cortinajes y están q nietas. Todo calla, todo duerme ó se aburre; sólo la voz del Tiejo continúa desgranando en el aire conceptos huecos ; el aire los trae y los lle­va de una pared á otra, y las paredes se ríen al recibir el choque de la oratoria cam­panuda. Que al cabo cesa : Altezas,· vuestra aten­ción me llena de gozo; espero que podréi~ escribir una disertación interesante; aq m quedan, para que podáis consultarlos, esca­rabajos 1 papiros; trabajad y meditad, Al­tezas, que en la historia vieja duerme la eterna sabiduría. Y sale satisfecho. Pasa una hora; el maestr·o vuelve, prece­diendo á los Reyes, ganoso de mostrarles el fruto de su sabiduría, el tt·abajo de la augus · ta prole, la concienzuda di ertación histórica que, sin duda, han escrito los príncipe . Abre la puerta; pe1·o apenas traspasado el umbnl, rompe en un grito trágico:-¡ Al­tezas !-Sus Altezas se ríen, amparados por la luz triunfante del sol, que inunda el sa­lón, poco antes sombrío; las ventanas, cóm­plices de la vida, están abiertas de par en par, y muchas de las mariposas del jardín t·evoletean lc.cas, rompiendo, con sus alas multicolores, las telas de araña que tendie­ra el tedio en la estancia. El maestro es como nn murciélago asustado por el ama­necer, y tiembla de ira. Porque en su ausen­cia, Lesbia y Orlando, estudiando, sin duda, escarabajos y papiros, han resuelto el enig­ma y han hallado sentidu p.uevo al viejo símbolo y á la rancia escritura. Desprecian­do Lesbia las tremendas palabras vida y muet·te que ellos evocan, ha prendido á sus bucles los dijecillos de bronce y de pórfido color de tierra y color de cielo, y pavonea su cabeza de luz, orgullosa del peregrino tocádo que forman para ella los fragmentos de una historia olvidada, las huellas de una grandeza rota y de una religión hecha poi- , vo. Y Orlando junto á ella, se yergue triun­fante- Ma~te junto á Ven us;-se ha hecho con el papiro casco de guerra, y protegida bajo el misterio del jeroglífico 1 sueña su frente conquistas famosas. 10 El maestro huye, los t•eyes sonríen y como himno fanfarrón de la vida joven, acompa. ñan al viejo en su fuga las carcajadas cris­talinas de Lesbia y los ecos de una marcha bélica que clarinea Ol'lando, haciendo bron­ce del hueco de sus manos pecadoras. o. HARTINEZ SIERRA ftL PAS.A.f\ En una azul mañana de primavera, con el ojo triste por la codicia que en el alma humana aun á olvidar las sombras se resiste, seguí, sin detenerme, la figura de una mojar que en la revuelta vía llevaba entre los brazos la blancura fantástica de un niño que dormía, cuya primera cona el hueco fue do llevan las que-olvidan sus entrañas, al hijo sin fortuna después que de sn amot· le desanidan. Jamás de mi memoria la imagen de ese niño podrá arrancar la insustancial historia de mi vida. Sin frases de cariño, sin un beso siquiera -fue de la sangre que el amor inflama­vi vimos en silencio nuestro drama al encontrarnos por la vez primera. Yo soy el fuerte iluso que adue1·me la serpiente de 1 a vida, y él, es sólo el intruso que bosquej6 oon mano enternecida el pálido monarca del Abruzzo. Yo el hombre, el duro, el mago, _ comprendo la gentil delicadeza del niño, dulce y bueno; Yo, el árbol deshojado por la lluvia, ansío la belleza de las palmeras de melena rubia. Yo lo que vive y siente y piensa y calla y lucha y sufre y llora euvidia lo inconsciente, el nenúfar del lago transparente saturado de paz enervadora. El cifraba el enigma que mi sér melancólico arrebata, yo sabía so estigma que no muere y que mata. Y pensé en el destino que da cardos y rosas ; en las tocas de lino, en las almas piadosas q ne recogen los niños sin amparo, y dije: Qué piedad ! para sus malta hallarán blandos leohos Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 11 , entre los hospitales y para sus dolo1·es del alma cuando crezcan en la vida, el cargado panal de los amores. Y con mente serena, mientras el albo niño se alejaba me puse á repetir : La vida es buena ! GUILLERMO V AL ENCIA Maupaasant escribió un cuento inolvida­ble, donde hablaba de una maJ]o negt:a que cierto inglés tenía sujeta á una pared de su dormitorio con una cadena y á la que casti­gaba todas las noohes á latigazos, como satisfaciendo en ella un antiguo renca1·. tr na mañana, el inglés amaneció estrangulado; la mano había desaparecido; la cadena es­taba rota. La antropología otorga atención prefe­rente á las manos, y no porque estos órga­nos tengan enrevesada y difícil anatomía, aino por las seguras relaciones que guardan con la complexión moral del individuo y la punzante elocuencia de que son capaces. Ocupando, como se hallan, los extremos de la red nerviosa, y siendo los principales agentes ejecutivos de cualquiera volición, las manos lo dicen todo: el furor, la impa­ciencia, el abandono, el miedo, la perple­jidad. Las manos hablan sin rebozo : in­conscientemente tiemblan, aprietan los de­dos de coraje, los abren de sorpresa, a pete­oen encogiéndose, insinuando sigilosamente un perfil de garra; 6 desdeñan, vol viendo sus palmas hacia abajo. Las manos no saben mentir : en ellas leeremos más de una vez aquella emoción que los músculos de un semblante taimado, inmovilizado po1· un es­fuerzo hipócrita, no quisieron decirnos. El poeta Verlaine habló mucho de las manos: á su juicio, ellas constituyen uno de los primo1·es más delicados y atrayentes de la arquitectura femenina: las manos blancas y largas, sombreadas de hoyuelos, terminadas por dedos finos, prometedores de oarioias. Los nigromantes y adivinos de todos los tiempos p1·etendieron leer en las rayas de la mano lo futuro ; actualmente, los discípulos de Lombroso aseguran que las manos, verbigracia, del criminal nato, tienen rasgosconoretos, inconfundibles, apre· oiables á primera vista. ¿Y por qué no habl'Í.a, en el fondo de tan diversa& supersticiones y teorías, una gran ve1·dad? Laa manos mantienen comercio perenne oon nuestra vida interior; ellas desean, re­chazan, suplican, esperan ; todas nuestras emociones repercuten allí; son, en cierto modo, una prolongaoi6n de la. voluntad. La carne infantil es cera fácilmente moldeable, ¿Por qué, pues, el eapíritu, que á todo mo­~ llto utiliza las manoet no había de ir mo­dHlo, ndolas hasta imprimh· en ellas, por os TJUlles del Oorreo modo inconcuso y evidente; el sello de su personal distinción ó rústica y acaso crimi· nal grosería? Las manos de Rodin son admirables : hay en ellas algo sobrehumano, impreciso, como ese ensueño .de otra vida que magnifica la frente atormentada de sus cariátides. Tiene manos coléricas, suplicantes, tranquilas; manos de agonía ; manos convulsionadas, terribles, de gigantes entenados vivos; una de ellas, como la vengativa mano negra de Maupassant, parece caminar. Y todas aparecen saliendo de un trozo de piedra, atrayéndonos con la emoción trágica de una verdadera mano que hallásemos corta­da en medio de un camino. Hablando de ·esto, no puedo abstenerme de citar La mano de Dio1, una de las genia­lidades más dichosas de Rodin. Es una mano gigantesca, blanca, sin ru­gosidades, llena, simultáneamente, de for­taleza, paciencia y bondad. En la cóncava superficie de la palma, bajo los dedos enor­mes abiertos delicadam~nte, hay un trozo de arcilla donde van modelándose los cuer­pos de la primera pareja humana. ¿Cómo concibió Rodin á nuestros prime­ros padres? ¿Fue llorosos, avergonzados de su desnudez, ajenos á las perfecciones que cada cual apreciaba en el otro, ó simple. mente indiferentes y como atontados por las nieblas del despertat? N o: Eva y Adán no parecen indiferentes, ni atónitos, ni menos pesarosos de haber nacido ; sino que, desde el pl'imer momento, se buscan y abrazan, de modo que sus cora. zones no palpiten muy separados el uno del otro . Entre los dedos del Creador, el barro va modificándose poco á poco: el escultor dio al mármol apadencias•tales, que la piedra, priva da repentinamente de dureza, se ahíla y sutiliza, vapol'izándose en siluetas antro­pomórficas, flexibles como contornos de nubes; hay trozos informes, pesados, com­pactos, que interpretan el elemento mate­rial de las figuras ; otros, en cambio, aque­llos donde el espíl'itu va :encarnado, son diáfanoEI, transparentes, oomo una evapora­ción de la arcilla. Pr.ra Rodin, Dios, todo omnisciencia y ar. monía, no pudo formar al hombre solo, para luégo modificar so obra y corregir su imprevisión y ligereza, fabricando á Eva. Desde el primer momento y auancándoles del mismo trozo de barro, el creador cons­truyó al P.rimer hombre y á la primera mu­jer, significand0 así que nacieron el uno para el otro, qne ca~ cual hallará en su compañero las perfecoiones que en sí propio no tiene y que el amor, en suma, es insepa­rable de la vida, pues que nació con ella. Todo esto dicen la Eva y el Adán de Rodin, buscándose en la noche de su instinto ape­nas despertados de la Nada; y lo confirma, sella y rubrica la anatomía de la divina mano. No es la mano áspera del Dios hebreo, pro­picio siempre á manejar el rayo y á_desen­oadenar los ~ientos; sí, la mano de un Dios Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. , Los Lunes del Oorreo 12 EN UN 11LBUM (INÉDITA) Triunfadora guirnalda circuye tu cabeza, Y entre los hombres cruzas, grave como el Destino, Otros temen el gesto de tu labio divino, Yo sueño en el poema que alabe tu belleza. .. _. - --!-. _, helénico, paternal y alegre, para quien no hay plegaria más dulce q ne la canción de las risas ; un dios abuelo, m~nso, indulgen­te, compasivo, fácil al enternecimiento, inaccesible al odio, que s6lo bendice á. los buenos que, imitando su ejemplo, aman y perdonan ..... . "La linda mano de Laura-decía Petrar ca-cautivó mi corazón." El padre 1\Iontaigne también reconoce la alta misión psicológica de las manos; ellas ganan nuestro sustento; ellas nos re. oiben y agasajan ; ellas nos despiden. Tie­nen la elocuencia de la palabra: no hay interjección ni frase que expresen la cóle­ra, el entusiasmo ó la fe, como un puño ce­nado; y, por el contrario: ¿qué elegía ni qué suspiro traducirán el cansancio, la t rieteza 1 postración y rendiruieutcs totales de una voluntad, mejor que los dedos inmó­viles de una mano abierta? EDUARDO ZAMACOIS· --@- Hace dos noches el andén de la estación del ferrocarril rebosaba de gente inquieta. Hapía, sobre todo, muchos jóvenes; y era de llamar la atención el abigarramiento de tra­jes, entre los cuales superaban los hongos de anchas alas y las corbatas sueltas. Todo ello dejaba indicar que en aqu~lla reunión andaban codeándose los artistas. En efecto los representantes de Ja cultura metropolita~ na, desde el Ministro Sierra. hasta. los estu­diante~ poetas, babíanse citado allí para despedir á uno de nuestros más gloriosos li­teratos: á Amado N ervo. Todas las clases sociales é intelectuales habían mandado á la estación sus diputacio­nes: Los hombres públicos, Jos diplomáti­cos, los políticos, los ~arJamentarios y los tnúsicos, los pintores, los que labran el mát­mol y los que labran la rima, querían dar un abrazo á este muchacho bueno, noble dulce, que ha paseado aristocráticamente s~ musa por Jos salones, por las calles, por los talleres, con una suelta y suprema elegancia que se parecía al desdén, sin serlo, por su­puesto en la altiva indiferencia con que este Búckingham regaba las perlas de su ex­quisito talento. VÍOTOR M. LONDOÑO Amado N ervo era uno de los grandes ca­riños de la ciudad. Cuando iba por las ca­lles, distraído y sonriente, con la mirada puesta en no se qué invisibles y aéreas es­cenas..? Jos transeúntes cuchicheaban el nom­bre ~el poeta, que es dueño ya de una po­pula. nda~ fina, de boulevard, y algún ami­go nsueno sacudía al abstraído y le gritaba un afectuoso saludo. El soñador despertaba un breve rato para charlar deshilvanada y deliciosamente de cualquier futileza, en la que él espolvoreaba chispeantes átomos de ingenio. A poco amlar, el incansable ensi­mismamiento volvía sobre su presa, y Ama­do N E>rvo tornaba á sus mudos monólogos interiores. Las vías principales de la capital lo cono­cían íntimamente. Flaneaba por ellas, á pie, de pie, mejor dicho, en una brumosa nube 4e ensueñ?· Volvió de París más poeta, más trabaJador y más triste. Se ha.bfa coD­quistado ya amigos, simpatías'! admiracio­n~ s : todo ello sólido y definitivo ¡ Qué bien piensa, qué bien siente, qué bien escribe e~te esplénd~d? nar~ador, este poeta nuevo, smgular, ongmalís1mo, un poco neurótico, un poco exéntrico pero siempre artiat", de­licado y sutil ! Ahora se nos vuelve á ir. La ciudad en· vió á sus representantes á la estación, y la despedida fue rumbosa. Amado N ervo ha alcanzado su mejor vic­toria : ser querido y ser admirado de los grupos intelectuales es una rareza. El esfuerzo de mi amigo fraternal no ha sido, pues, infructuoso. Ese recuerdo lo a.~o!Dpañará como un buen compañero de Vl&J~. -¡ Hasta la vista, hermano mio ! LUIS G. URBINA México, Agosto : 1905. ~ fL LIBRO DE ~UBÉ~ PARÍO Honremos al altísimo poeta. Honré­mosle y démosle gracias. Sobre los poetas menores, pequeños y quejum­brosos que nos afligen, sin darnos som­bra ni fresco, música ni fruto, se alza Rubén Darío como un olmo aopudo, como un cedro venerable, como un Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 13 Los Lunes del Oorreo ------- ~-- --- - ---- --------------~--~- :EESU RRECCIONES Algo se muere en mí todos los días; la hora que se aleja, me arrebata del tiempo en la insonora catarata, sl\lud, amor, ensueños y alegrías. Al evocar las ilusiones mías, / pienso: "Yo, no soy yo!" ¿Por qué, insensata, la misma visJa con su soplo mata mi antiguo sér, tras lentas agon' as? Soy un extraño ante mis propios ojos, un nuevo soñador, nn peregrino que n yer pisn ba flores y hoy .... abrojos ! Y eu todo instante, es tal mi uescoucierto, que ante mi muerte próxima, imagino que muchas veces en la viua .... he muerto . • (De Cadosy Lirios ) poderoso almer de lustrada co'rteza, con frondos de color de esperanza, en un bosquete de sauces llorones. l\Iuerto Oampoamor, la lengua caste­llana cuenta, por fiu, con un gran poeta de ideas y de sensaciones ; con un poe­ta fecundo, sabio en el modular, ines­perado y sorprendente en la rima, lleno de felicísimos repentes, audaz cómo los primerizos y variado y maestro como los curados de espanto. Ni el mismo Zorrill~ le igualaría en el sentido musi­cal; '-Vagner, á quien Zonilla descono­ció, le ' ha en se fiado ous discordancias negativas, sus inarmonías inquietantes que excitan los nervios de la gente' ca­nónica y preceptuosa, y luégo, es un poeta vivo, de hoy, y aun de mañana. Y sin embargo es un poeta nacional, español, pero mucho más espaüol que todos Jos otros. Aprendan de él garbo y españolería los que viven chupando la sustancia de este 6 de aquel libri­to con tapas de color de mayonesa. Cantos ele vida y ele es11eranza es la madurez del genio de Rubén Darío; mas por fortuna suya y de la poesía, no es una madurez correcta, oclusa, de­finitiva, académica. No es éste un li­bro sin desmayos, grat}ias á A polo; ni de él se pueden sacar recetas, ni su autor ha adoptado un amaneramiento cómodo para no seguir luchando por la idea y peleando con la forma. El hierro está rojo, el yunque bri­llante, el horno encendido. El poeta ha • .TULlO FLOREZ • trabajado; y trabaja, y seguirá traba­jando seguro de que ha dicho la mitad de lo que sentía y pensaba, consecuen­te de que la perfección es inasequible, y de que sólo para sepulturas s~ labran mármoles clásicos. Canto~ de vida g de esperanza, es, en fin, libro generoso, piadoso, optimista, confiado. Es un inmenso, un inaprecia­ble servicio prestado á España. ¿Para cuándo y pa1 a quién están las grandes cruces de Alfo u_ so XI r 1 ¡ Piensa en esto el respetable Sr. J\:Iontero Ríos, que posee tan alta distinción 1 ¡Piensa en esto el discretísimo Sr. ~Iellado T Ru­bén Darío con su ·libro honra á España. Nosotros, españoles, honremos al altí­simo poeta. FRANCISCO NAVARRO LEDESMA -~®<>- ~L fl.ETRA TO OVAL El extraiio oastillo adonde me había conducido mi sirviente, oasi á la fuerza, paru impedirme pasaí- uua noche al descu­bierto en la situación de cansancio en que me encontraba, era uno de eeos edificios, mezcla de grande~a y de melaocolia que yerguen sus frentes ceñudas en los Apeni­nos y en las novelas de Mistrees H.:ldoliffe y que según todas las apariencias acababa de ser abandonado. - Mi criado y yo nos instalámo! en n na de la:s hl\bitacionea más peq neñas y menos Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Los Lunes del Correo A UNA GITliNA PARA. M. LVTONIO DEL CORRAL Doliente gitana que cruzas perdida Por los laberintos oscuros del Mal, Tus ojos me dicen la eterna partida De alguno que duerme bajo el saucedal .... ,. - Y cantas la triste canción de la Vida -Sonriente-con una amargura fatal. ... Tn rostro está. entermo, pareces vencida, ¡Preludias, gitana, ya tu funeral! .... Déja tu p ndero .... Qué esperas, qué ansías, ¡ N o son tus hermanas las melancolías f ¡ AcaRo tú quieres vivir sin pasión ! La vida sin flores, sin sol, sin mañana N o debe vivirse .... descánsa, gitana, N o sufras, no llores .... déja tu canción .... 1905 ' suntuosamente arregladas. Dicha habitación quedaba en una torre del edificio. El deco­ndo era eu extremo rico, aunque un tanto antiguo. Los muros estaban cubiertos de suntuosos tapices y de numerosos trofeos heráldicos, auí como también de un!' oanti· dad prodigiosa de cuadros modernos, llenos de expresión y colocados en ricos marcos de oro. F'l'onto me dominó profundo interés, quizá á cansa del delirio que empezaba á apoderarse de mí, por aquellas pinturas, pinturas que estaban suspendidas no sola· mente sobre los muros principales, sí que también en una multitud de rincones que la rara arquitectura del castillo hacía casi invisibles. _ Ya en el lecho, le ordené á mi criado que cerrara las pesl.\doa persianas de la ha· hitación y que encendiera (pues había en· trado ya la noche) un gran candelabro de varias bujías colocado á mi cabecem. ·ram· bién le di orden de que descorriera los grandes cortinajes de terci6pelo nogro que rodeab!ln el lecho. De esta manera, en caso de desvelo, podía divertirme con la con· templación de esos cuadros y con la lectura de un folleto que hlibÍa encontrado sobre la almohada y que contenía la apreciación y el análisis de ellos. Leí largo tiempo, largo tiempo; y estu­dié la pintura religiosa, devotamente. Las horas volaron 1 á pidas y pronto ll~gó la media noche. La posición del candelabro me disgustaba y, extendiendo la mano sua­vemente para no despet·tar á mi criado · dormido, coloqué la luz en un sitio conve­niente para que los rayos cayeran sobre el libro en que leía. Pero esta acción produjo un efecto abso· lutamente inesperado: los rayos de las nu­merosas bujías (pues había muchas) caye­ron entonces sobre un nicho de la habita- B. ?-LACIO URTBE • oión, nicho que hasta aquel momento, cu­óierto como estaba por una de las columnas del lecho, había permanecido en la obscuri­dad Y pude percibir con entera precisi 'n un cuadro en el que no me había fijado al · J:trincipio. Era el retrato de una jo en que todavía no es mujer. Por un segundo con­templé el cuadro, luégo cerré los ojos. El por qué no lo comprendí entonces; pero mientras que mis párpados permanecieron cerrados, analicé rápidamente la razón que me los hacía cer ·a1· así. Era un movimien­to involun rio para ganar tiempo y para pensar, para asegurarme de que los ojos no me habían engañado, para calmar y pre· parar mi espíritu á una contemplación más fría y más segura. Al cabo de gunos mo­mentos volví á oontemplar la figura con máR atención que antes. Yn uo podía dudar, aunque lo hubiese querido, aoetcl\ de 1" preoi~ión de mis ojos, pue8 el primer rayo de luz sobre el lienzo había disipado por completo el estupor de sueño en que estaba sumido mi cerebro y " me había llamado á la realidad. El retrato, ya lo he dicho, era el de una joven. La cabeza se diseñaba firme sobre los hombros y el todo estaba pintado en ese estilo que 1:1e llama en lenguaje técnico esti­lo de viñeta; había algo de· la manera de Sully en sns cabezas de predilección. Los brazos, el seno y los bucles de oro oscuro de la cabellera se fundían insensiblemente en la sombra profunda que servía de fon­do al conjunto. El marco era. oval, mag­níficamente doradb y heoho al gusto moris­co. Como obt·a de arte, no se podla ver en realidad nada más admirable que aquel cua­dro. Pero es muy probable que no fuera ni Ja ejecución de la obra ni la inmol'tal belle­za de la fisonomía lo que me impresionó tan súbita y fuertemente. Todavía es menos Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 15 LoB Lunes del Correo ~-------· -------· ·- ---- quo VADXS? -- Al. Sn. Da. D. RAFAEL :M. CARlU!IQt:u.u. .. El alba apenas con temor despunta Cuando Simón, á quien la edad hun1illa, Deja d~l Tíber la sangrienta orilla, _Lasos los miembros y la faz difunta. Celeste luz por el sendero a'punta, Y ya de Cristo la presencia brilla, Tiembla Pedro, y doblando kl. rodilla 1 . -¿A dónde vas ?-al Redentor pregunta. --A Roma voy, á recibir la muerte, Dice ] esús, y en la respuesta asoma El Se!ltimiento que en la fa~ se aavierte. El viejo Apóstol sus recelos doma, Y torna atrás, enardecido y fuerte, Como tomando posesión de Roma. a~_misjble la~hipótesis de que mi imagina­cton, aletargada por el sueño, hubiera toma­d? ~quella imagen por la de una pereona vtvlente. No 1 los detaUeR del dibujo, el estilo de viüeta y el aspecto del maroo, hubieran disipado inmediatamente semejan­te encantamiento, y me habrían preservado de toda ilusión, por morueutánea que fuera. Una hora quizá permanecí haciéndome es­tas reflexiones, sentado en el Jecho con las pnp~lns Cl8 vadas en el retrato, h;sta que, pudtendo ~.xplioarme por fin el secreto de su efecto, me vol vf á recostar de nuevo. llabía ad.ivinado <]Jle el eucanto de la pin· tura ?o~s1stía en una expresión de vitalidad prodtgwsa hasta el milagro, expre8ión que desde luego me había confnndido, sub­yugado, espantado. Con p1 ofundo y re&pe­tuoso terror voll'f á coloear el candelabro en su primera posición; y habiendo quita· do así de mis ojos la causa de mi profunda agitación, busqué vivamente el folleto que co~tenfa el análisis de los cuadros y su his­tol'la. Pronto encontré el número que de­signaba al retrato oval, y en la página co­rrespondiente leí la vaga y singular narra· ción que sigue : ''Era una joven de mauvillosa hermosu- 1' y no menos amable que bella. Maldita sea la hora en que ella conoció, amó y ae unió al pintor. El, apasionado, estudioso, austero, feliz de haber encontrado una es­posa en su arte; ella, una joven de mara- .. villosa hermosura, no menos amable que , bella ; llena de luz, d& sonrif:as y ágil como una corza amaba todas las cosas y no odiaba más que al a1·te, su rival; detestaba Ja paleta y los pinceles que la privaban de AN'l'UNIO GOMBZ l~ESTREPO la presencia de so adorado. 'J]errible fue para ella elmo E. ('rrad ucc:ión tle E. Uastillo.) j}ASPAR ~ ~UCÍA (OOLORICA IXF.!Hl'.\) (Especial para Lo r,~r:-~Es u~r. UoltUO} Con fuego Gaspar la amabn, Ella tambión lo quería, Mas la niña noche y día suspiraba, suspirnba .... G na vez con e m beless los encantos y coronas de astnles resplandores para todos los genios y los ssn tos . Yo trabajo, mi fe no se mitiga, y tro!iuelando estrofa! con mi sello, u u verso acuñué del que se diga : tu verso e~ como el oro sin la liga: radiante, dítetil, IJOliforme y bello. .A.l\fADO NEH VO pxsPftRATES DE ytusÉ~ pARÍo Siempre tuve á Rnbén Darío por un grafómano presuntuoso. Carece de ori­ginalidad. Casi todo lo que "escribe" parece -y tal vez lo sea-mal trau nci­do del francés. ¡Qué manera tan deli­ciosa de estropear el castellano! ¡ Qné exuberancia tropical de galicismos, qué vegetación de metáforas cursis! No en balde sostiene que el castellano es una lengua pobre, incapaz de expresar las complicaciones del alma moderna. Cla­ro; para él. que 110 ha estudiado el idio­ma, que ignora sus secretos, el caste- 11ano tiene que parecerle una lengua indigente, uua lengnaJ_lescolorirla. Su instrucción peca de atropellada y superficial. Es una instrucción adqui­rida de prisa .Y corriendo, más eu revis­tas que en libros. De todo habla con un aplomo sin igual: de pintura, de his­toria, de música, de arqueología .... Si discune bien {t veces es porque copia. En sus Peregrinaciones despoj;l á T,,¡. ue oon el mayor descaro. Yo le tengo señalado en sus di ver­sos librillos un " montón" de robos li­terarios. Lo que más irrita en este vanidoso grafómano es el aire de sufi­ciencia, lo hueco que se pone cuando se dirige á los hispanoamericanos, cuya representación intelectual se arroga. Es un gran adulador. En España, por ejemplo, denigra á América y alaba ¡á quién! dirán ustedes. ¡A Felipe II! Ea América denigra á Bspaña y alaba á todos aquellos suramericanos que pueden servirlo. Es un vividor, sin con- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 17 Los Lunes del Oorreo ~ --------------------------~------------------- ciencia literaria, sin ideas propias, sin personalidad artística. Ha imitado á todos los poetas decadentes ; ha imita­do á Góngora y á Zorrilla ; en sus ver­sos hay cierta melodía, cierta libertad métrica, cierta com"binación pictórica de las palabras, que al pronto descon­ciertan á los que están habituados á la monotonía de los clásicos españoles. Dentro no hay nada : ni ideas ni emo­ciones. "Es un sinsontle americano con plumaje parisiense," como le llamó un . crítico español. Ha ejercido un influjo desastroso en gran parte de la juventud hispanoame­ricana, que ha tomado por lo serio sus teorías estéticas, que no son suyas sino de estos "fumietas" del boulevar, be­bedores, como él, de ajeBjo y de whyski. ¿Qué puede salir de un cerebro impreg­nado de alcohol? Rubén Darío es de los que empinan el codo de firme. Así se explica la incoherencia de sus ideas, lo inconexo y desaliñado de su estilo, lo fluctuante de sus reflexiones. N o de la realidad sino al través de Jos vapores del ajenjo. Hay que leer sus descripcio­nes de viaje, atiborradas de falsas sen­saciones, de citas equivocadas, de imá­genes barrooas, de brochazos efectistas, ofensivos al ojo. Todo esto y algo más que me dejo en el tintero para cuando escriba mi segun­do tomo de Los grafómanos de Améri­ca, se me ha ocurrido al leer en La Na­ción de Buenos Aires, un disparatado ar­tículo suyo (como todos los que hace) á propósito de una traducoión de Las mil y una noches. Oopio al azar : "Los árabes ven toda cosa bajo su as­pecto hilarante. Ver "toda" cosa no es castellano. Y verlas "bajo" u u aspecto es un desa­tino. Tiene la palabra R. J. Ouervo : '' Siendo el aspecto de un objeto su apariencia ó el lado por que se presenta á la vista, así del cuerpo como del alma, no se dirá: ''consideremos la cuestión " bajo" otro aspecto, sino ' por otro as­pecto' ó 'en otro aspecto)' (Apuntacio­nes Críticas sobre el lenguaje bogotano." Página 231, Ohartres 1885. ''Hilarante," por festivo ó reidero, no es castellano. De modo que en dos líneas hay tres disparates. "Cualquiera 'que,' artista, ha vaga. do y conocido los viajes y cultivado amo. rosamente los bancos agujereados de los adorables ~afés populares " en " las ver-daderas ciudades musulmanas y ára-bes ...... " " Cualquiera 'que,' artista," es una de­testable construcción gramatical, aten­tatoria á la índole de1 castellano. Darfo debió decir : "Todo artista que ha vagado._ .. _." i Qué 4uiere decir eso de "cultivar los bancos de Jos cafés " en " (de, Sr. Darfo, de) las ciudades musulmanas 7 Se cultiva la tierra (lo que usted de­bía hacer), se cultivan las artes, se cul­tiva la amistad; pero cultivar bancos agujereados, sólo se le ocurre al que asó la manteca. "Unico un sentimiento domina toda la existencia ; una hilaridad loca." Un sentimiento único, hubiera dicho cualquiera. Pero Darío lo dice al revés. La hilaridad se le ha metido á Darío en la cabeza y no hay poder que se la saque. Honradamente díganme ustedes si entienden palabra de este galimatías : "Y la embriaguez os hace, suscitada por las palabras, por los sonidos, por el perfume 6 la afrodisía del aire, por el subolor-(¡ Qué será eso de' subolor'f,­discreto del haschich, dón último de Allah. _. Y si es navegante aéreo en la noche .. _ . _ ...... . . _ .. (Será algún murciélago). Allá no se aplaude, ese gesto bárbaro, inarmó­nico y feroz, ese vestigio innegable de las razas caribes, ancestrales, danzando al rededor del poste de colores (poste de colores; muy bonito), y del cual la Europa ha hecho el símbolo del horrible gozo burgués, amontonado bajo el gas, es esencialmente desconocido. El ára­be,- á una música, notas de cañas y de flautas, á una queja de "kotun " ó de " ud," á un ritmo de " darabuca '' profundo, á un canto de muezín, ó de almea, á un cuento coloreado, á un poe­ma de aliteraciones encascadas, á un olor sutil de jazmín, á una " danza de flor ó vuelo " buka " profundo, á un canto de muezín, 6 de perla de una só­lida cortesana undosa de ojos estrella­dos,- responde, á la sordina, con toda la voz por un Allah ! ............. _ .. . Largo, sabio, modulado, estático, arqui­tectu? il.I. Es que el árabe es intuitivo (¡ Oálla !) pero afinado y exquisito. Ama la línea pura y la adivina, irrea­lizada. Pero .... él estrecha, sin pala-bras infinitamente ... ___ .•. - - - - - ..... . Todo es en este Darío enrevesado y oscuro. Diríase que escribe medio en chino, medio en nicaragüense ¡ Y cómo les Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Los Lunes del Correo gusta á los argentinos esta jerga gau­cho- decadentista! Oomo que por allá no hablan en otra lengua .... Para concluir : ''Pues ¡dónde encontrar en un tra­ductor el genio simple, anónimo y libre de'' la niaise manie de son nom!" Más por las dificultades del terruño original (quien lo entienda, que lo compre), tan duras para el profesional " en théme," ellas no sabrían en los dedos del ena­morado del oriental parlar, concentrar­se en más espera que las precisas al gozo de desatarlas en cuanto á la aco­gida ...• " Darío se burla de los lectores argenti­nos. ¡Señor, que haya periódicos que pu­bliquen estas iaioieces catedráticas, público que las lea y (lo que es más la­mentable todavía) crítico que las co­mente! .FRAY ÜANDIL r-L OLVIDO J. M. eh Hereilia Sobre el peñón el templo derruido, Y al pie mármol y bronce se han mezclado De dioses y héroes que adoró el pasado Y esconde hoy ya la zarza del olvido. Sólo un pastor que trajo aridecido Al sacro antiguo pozo su ganado Con trigte s6n, de un caracol lanzado, Llena el éter azul y el mar dormido. I Fiel á sus dioses, como madre .,n duelo La tierra, en cada Abril, de nuevo acanto Los capiteles mútilos decora. , Pero al patrio ideal ya el hombre es hielo ; Ni aun oye al Mar que en noches de hondo Por sus Sirenas desolado llora. [encanto JI..UAEL POMBO ~ PREPÚSCULO DE jlGOSTO Del sofocante día cansado el horizonte, alaol que declinaba. eon pompa festejó; y aun hay velos de púrpura tendidos en el monte por donde aquél tirano sublime se ocultó. ¡Hora. suave! En calma todo otra. vez respira : las plantas se transmiten un ósculo de paz ; rec6gense las a ves J y fresca el aura gira, desparramando esencia. de ensueños y solaz. / En tanto que á Poniente se esfuma y descolora el último celaje con blanda. lentitud, allá á Levante surge como nocturna aurora, y asoma ya la luna su roja plenitud. La noche penetrada. de luminosos ra.atros, un velo de pen~J:>ra tan tólo va á tender' ain enlutar la tierra, va' descubrir loa a.attoa, que el véspero ndi&llte ya-invita á aparecer. 18 -------------------- ~ De su labor regresan cansados jornalero•, al fin seca. la frente del ímpr<,bo sudor. Ganado que retoza, por campos y senderos, á. los nocturnos pastos conduce ya el pastor. Esquilas y validos resuenan vagamente; se pierde en las colinas el rústico cantar; lejano suena el A.ng11Zus; y tlotl\ en el ambiente arcana melodía que el alma hace vibrar. Cual bálsamo compuesto de Jlanto y de ambroaía derrámase en la mente, ungiendo el corazón ...... Y surgen los recuerdos de fiel melaneoHa, y vuela al éter pálido la vaga aspiración. KIGUEL COSTA ~A l\{_OCHE PRINCIPIA •••••• La noche principia. La media luna tiene un inmenso pesar : su faz incompleta se atedia sobre los sollozos del mar. Al lejos la vela latina Que cruza el lejano confin, En la uniformidad marina parece un errante jazmin. El viento del mar le confia su pena al confuso cocaJ, y la onda, con brusca energfa, se quiebra contra el peñascal. La roca, impasible, se yergue. Del viento fugaz al rumor, en mi alma procuran albergue memorias de un caso de amor. Memorias del tiempo ftorido : el nido y el pájaro y ...• Dio cuenta del ave del nido el hambre de un viejo nebli. Resonga· á lo lejos la angustia vibrante del pito de un tren; y en mt alma el recuerdo se muatia, y Diana se mustia también. La voz de la brisa remeda quejumbre de un sordo laúd que rasga á la noche de seda la maravillosa quietud. Se cubre de vaga tristeza el viejo semblante del mar, y el pueblo, á mi espalda boateza bajo la tristeza lunar ...• J-ESÚS SEMPRU.M ~ Y OOES DE ALIENTO ]j]l Gorreo Nacional, El· Nuevo Tiet!.fi~O, ]j]l Porvenir y El Artista, nos han dedica­do, con motivo de la aparición de Los Lu · NES DEL GORREO, fr&&eB encomiástica~ que nos honran sobremanera. A tan respetados colegas sabremos agra· decer esos conceptos, loa cn•les son mú bien una muestra de deferencia par& .con u~1· otros. -- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 19 · Los Lunes del Correo PRODUCTOS Y. PREOIOS DE VENTA Bogotá, Septi~mbre 20 de 19ú5 Oerveza Pílsener, Lager y Book, docena de medias botellas ...• $ lOO de botellas dobles.. . . • . 190 Doppel Stout de medias botellas. . . . . 130 Oulmbaoher (marca Tigre)­Higiénica ~Jn barril, Pilsener, Lager y Bock, el litro ..••........• Agua ga~eosa pura docena de medias botellas ••... Agua ~aseosa con diferentes jarabes- Sparkliug Bavaria Kola Ginger Ale Bavaria Oider (Oidra espumosa) Extracto de Malta 130 180 10 60 66 100 100 120 420 Hielo por mayor, la libra .....• :............................ . 6 .. Oarb6n mineral y vegetal de Zipao6n, vendemos á los precios co­rrienteH y á domicilio. ' Descuentos sobre los productos embotellados ~ por 100 en diez 6 más docenas. 10 por 100 en cien 6 más docenas. PREOIOS: son los corrientes del día del despacho, aun en el caso de anticipaciones de dinero. BOTELLAS: Vendemos y alquilamos botellas cerveceras. BARRILES: Para la venta de nuestra cerveza en barril, hay barriles desde oi neo li troc. OOROHOS Y LUPULO: Vendemos á muy buena calidad y á dife­rentes precios. CEBADA: Oompramos al contado y á los mejores precios de la plaza grandPH cantidades de cebada en grano. DEUTSCH COLUMBIANISCHE BRAUEREI G. m. b. H. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Los Lunes del Correo OQ!!~~u.r~~~~~~.Q!;@Q!!~~3:.:!Y.I.!'!.QI!~~~- ~ . CERVEZA TIVOL.I ~ ~ Hemos instalado nuevamente nuestra Fá.brioa Tívoli con maquinarias ~ y aparatos modernos apropiados para fabricar una magnífica cerveza que, r; después de la Bavaria, ocupará sin duda el primer lugar entre las demás ~ ~ cervezas del país, pues Tí voli cuenta con los elementos importantes é in- ~ ~ dispenl!lables que le suministra Bavaria, como la levadura y el hielo. ~ La cooperación de la Bava1·ia y las economías introducidas con las máquinas y aparatos de la Fábrica Tívoli, nos permiten ofrecer hoy al pú- ~ ~ blioo ~n; ;e·~;d;~~~·~~zaD~e~·;~l~;·:o~;~~:; SI N ENVASE ~ ~ En compras de diez ó más docenas, á $ 65 ~ ~ La mejor recomendación que podemos hacer de nuestra oet·veza Tí- ~ voli, es la de que su fabricante es el Sr. Santiago R. Kirhpatrick, que ~ cuenta con la práctica de diez años en nuestra Fábrica Bavaria, de la que l.~ il fue Jefe cervecero. · ll\ Nuestra cerveza Tívoli es fabricada con las mejores materias pl'imas, j¿f como lúpulo de Alemania y Baviera y superior malta de cebada colombia- ~ na que la hace muy alimenticia y la más nutritiva después de la Bavaria, 1~ según su comparativo con las demás cervezas. ~ 6 El agente general para el expendio de nuestra cerveza 1'ívoli es el ~ conocido y simpático Sr. ADOLFO VENTUR0LI eon quien pueden en. ~ tenderse los oomprado1·es en la cat·rera 6.\ númet·o 217 . ~ Bogotá, Noviembre 15 de 1905. ~ , DEUTSOH OOLUMJJlANISCII.E BRAUEREI- 0 . m. b. H. i¿f ~ · El Gerente, LEO SIEGFRIED KOPP fil ~::iii(';~:i(7~~~~~~~~@'¡¡rl'.i{'i~~~~~~:if$':;¡¡~~ 0 " COR Es M. Y c. A FAPELERIA TIFOGRAF:IA SELLOS DE CAUCHO . - Calle 13 números 182 y .184 - DESPACHO DE •rR.ABAJOS TIPOGR.AFICOS E:N LAS !IIEJORES OON.DIOlONES PARA LOS OLIBNTES CONDICIONES Sal e todos los lunes . Suscripción á Ja serie de 25 números .. $ tOO . .. Número suelto......... .. .. ... ... ... ......... . .. 5 .. . Avisos, la palabra...... .. ............. ... ... .. o 40 Centímetro lineal de columna....... . .. .. . 4 ... Gacetilla, la palabra.. ........................ 1 .. . Para los suscriptores de El Correo Na· eional la serie de 25 números.................. 90 ... Los agentes tienen derecho al 20 por 100 de Ja 8 sumas que recauden. m mm Advertencia Los suscriptores á El Co'n·eo Nacional que reciban el presente número de Los Lu­NES DEL CORREO, y no 'dieren aviso algu­no dentro de los ocho primeros dias, serán ~nsiderados como tales á este suplemento; 1gual cosa rogamos á los de provincias, quie­nes deben hacerlo á vuelta de correo. Los que no gusten aceptar la suscripción, deben devolver lo más pronto posible los nú­meros que reciban. Cigarrería y Papelería , DEL ATRIO El mejor y más variado surtido de ·útiles de escritorio. 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Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Prensa

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Los Lunes del Correo - N. 2

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El Nuevo Tiempo Literario

Por: Ismael Enrique Arciniegas |

El Nuevo Tiempo Literario se publicó por primera vez el 24 de mayo de 1903 como suplemento literario del periódico El Nuevo Tiempo. Entre 1903 y 1915 estuvo bajo la dirección del liberal Carlos Arturo Torres y el conservador Ismael Enrique Arciniegas. En 1915, el suplemento fue suspendido debido a dificultades económicas, aunque, como lo señala Bedoya (2010), los lectores de la separata pudieron encontrar textos literarios, la mayoría traducciones de autores franceses, en la sección “Páginas históricas” de El Nuevo Tiempo. En 1927, Ismael Enrique Arciniegas emprendió el relanzamiento del suplemento con la ayuda del crítico y poeta Eduardo Castillo publicando textos de Miguel Antonio Caro, Rafael Pombo, José Manuel Marroquín y Tomás Carrasquilla, entre otros. Dos años después, en 1929, el suplemento dejó de imprimirse. Esta separata se distribuyó de manera gratuita con la edición dominical de El Nuevo Tiempo. Su objetivo, como se anotó en la editorial del primer número, fue cambiar las deliberaciones políticas, sociales y económicas que tanto agitaban el periódico por “páginas serenas, no contaminadas con la acerbía de la pasión, sino colocadas allá en esa región superior del arte, en donde no hay culto sino para la belleza y por consiguiente para la verdad”. Generalmente, el suplemento se disponía en un cuadernillo de entre quince y dieciséis páginas, algunas de ellas con una ilustración o un grabado de una figura cultural o literaria destacada, aunque en ediciones especiales o conmemorativas la extensión se ampliaba. El investigador Gustavo Bedoya (2018) recuerda que el periódico vendió pastas de encuadernamiento y los índices de sus contenidos para incentivar que los lectores coleccionaran el suplemento, en un eco enciclopedista y recopilatorio propio de las publicaciones ilustradas del siglo XIX. El Nuevo Tiempo Literario fue una de las publicaciones culturales más influyentes, no solo por su propuesta estética y editorial, sino también porque amplió la conversación cultural, redefinió los modelos del intelectual de la época y estableció la figura del crítico literario como un agente específico en la vida intelectual colombiana (Bedoya, 2010). Además de haber sido dirigido por algunos destacados intelectuales como Eduardo Castillo, o los mismos Torres y Arciniegas, también plasmó géneros literarios diversos escritos por autores (la mayoría varones) tanto nacionales como internacionales que iban y venían entre el realismo, el romanticismo y el modernismo. José Asunción Silva, por ejemplo, fue un nombre recurrente en el suplemento en los años en que se publicó la novela De sobremesa. También aparecieron en el suplemento los textos de Antonio Gómez Restrepo, Baldomero Sanín Cano, Julio Flórez, Rafael Pombo, Emile Zola, Víctor Hugo, Friederich Nietzsche o Rubén Darío.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Otros
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Radionovela Por salvar la patria - Capítulo 13

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En este capítulo, soldados de la tropa realista inspeccionan la casa de Rosalía Sumalave y Belén, madre de los hermanos Almeyda, y se la llevan junto con sus hijas para ser interrogadas. Ellos dos finalmente son apresados en su propia hacienda, y el plan del gran golpe fracasa. El regimiento de la infantería del batallón de Numancia incrimina a diez soldados granaderos desertores por el delito de infidencia y, además, procesa como causa militar el caso de los hermanos Almeyda para que sean juzgados con severidad por el consejo de guerra verbal. Policarpa se empeña en liberar a todos estos patriotas, para lo cual le pide ayuda al oficial Arcos. Entretanto, el patriota Alejo Zabaraín le confía a su amada María Ignacia Valencia el secreto de que Policarpa es una espía virtuosa y valerosa —en este punto se lee un fragmento del testimonio que Rafael Pombo escribió en el correo nacional el 20 de julio de 1824 sobre el vínculo afectivo de Ignacia y Alejo—.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Audios

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