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Con la frase historia de colombia.

Imagen de apoyo de  Foto Sady - Recuerdos de la realidad

Foto Sady - Recuerdos de la realidad

Por: Banco de la República (Bogotá). Subgerencia Cultural | Fecha: 2014

Sitio web especial dedicado a la exposición "Foto Sady: recuerdos de la realidad", presentada en la sala de exposiciones bibliográficas de la Biblioteca Luis Ángel Arango entre el 4 de abril y el 31 de julio de 2014. La exposición "Foto Sady: recuerdos de la realidad" presenta una selección de cien de las mejores fotografías de Sady González (1913-1979). A través del lente de este fotógrafo multifacético, los colombianos conocieron algunos de los acontecimientos más impactantes de la historia nacional, como los eventos del 9 de abril de 1948. González se convirtió en uno de los fotorreporteros más importantes del país. Sus fotografías se publicaron y circularon en los medios de comunicación más influyentes, como las revistas Cromos y Semana, y los periódicos El Siglo, El Espectador y El Tiempo.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Interactivos
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Foto Sady - Recuerdos de la realidad

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Imagen de apoyo de  De la Colonización del Género a su Resignificación “Desde lo Afro”

De la Colonización del Género a su Resignificación “Desde lo Afro”

Por: Doris Lamus Canavate | Fecha: 2019

El artículo sintetiza un trabajo de investigación empírica titulado Construir el género desde lo afro: Una propuesta de doble cambio cultural de las organizaciones de mujeres del Caribe colombiano. Examina los procesos de apropiación y resignificación que tienen lugar en la incorporación de la categoría género como “práctica” y pregunta: ¿cómo se articula el proyecto étnico (las prácticas tradicionales ligadas a su historia, lengua y cosmovisión) y de género (que supone la búsqueda de equidad entre hombres y mujeres) en este contexto?, ¿cómo adoptan y adaptan el uso de la categoría género en el propósito de construir este “desde lo afro” en agrupaciones de hombres y mujeres del movimiento afrocolombiano?
Fuente: Biblioteca Digital Feminista Formatos de contenido: Artículos
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  • Ciencias sociales
  • Investigación de género
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De la Colonización del Género a su Resignificación “Desde lo Afro”

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Imagen de apoyo de  La Miscelánea - N. 5

La Miscelánea - N. 5

Por: | Fecha: 15/07/1893

lOb ¡4- /J'- lJ\ MISOELJ\'NEJ\- DI~ECTOR, LI NO M. DE LEON. TOMO Ir. i !Z.artagena, 15 de auli o de 1893. } NÚMERO 5. I. E~te periódico no admite suscriptores, ni de la ciudad ni de fuera de ella. 2. Se vende, voceándole, en las callee;. Tiene también por pun­tos rle venta, la FARMACIA DE RU~ÁN, la FARMACIA DE DELGADO Y la CIGARRERíA DEL ~IQUE. . 3. Ningúll original sf'rá devuelto, publíquese ó no: 4· Saldrá, por ahora. en la primera s:!mana de cada mes. aprovechan­do pa!'a ello el dia domingo. S, Toda la correspundencia debe dirigirse al Director. 6. Cada ntllnero vale veinte centavos. --_._- IOTAS VAllAS J..l O pretendo estudiar á Rafael N'úñez como político. f Para ello necesitaría escl'ibir la historia contempo- . l'ánea de Colombia, Íntimamente ligada con la vida ~~ tde este ilustre ciudadano. Pero es fuerza que Io •• ~ confiese desde el principio mi admiración por el pensador, por el hombre de estado, por el políti­co- tanto más cuanto que debo prescindir de esa faz del genio en el resto de estas notas. .Es indudable qu~ la l.abor política de R~fael Núñez ha sldo una. labor pacwnte, de análisis y de observación; labor grandlOsa que ha tenido siempre en actividad su bien organizado cerebro. ; . Conocedor pl'Ofundo del corazón humano, con .su es­p~ ntu observador, su poder de deducción; su clarividen­cm de !? porveni:; su exquüüta sensibilidad, su vasta i­lu:; traclon .y su blen templado caráéter ha podido efectuar en ColombIa una reforma esencial cuyos benéficos resul­tados nO;3 hablan con la abrumadora evidencia de los hechos. . Se ha discutido tánto sobre esa evolución política que me parece innecesario estudiar á fondo la cuestión sob:e tO(~O cuando mis notas son y deben ser simplemen~ te hterart~s. Pero creo indispe~sable poner los puntos sobre las les antes de prosegUIr. Soy de los que creen que los pechos y las cosas se entrelazan con misterioso , rínculo. ; ;Desde qu~ Rafael N úñez principió á figurar en la pol~t1Ca del pals, sus ideas y sus hechos no se han sujeta­do Jamás al estrecho molde de una tradición ó de u na fórmula matemática invariable.-Encarnó el ideal de su época.-No se atuvo á viejas creencias: buscó ·nuevas verdades. . . ~odos sabémos que una convención liberal se hizo l~fahble en 1863, declarando . irreformable la constitu­CIón que saliera de su seno. . Todo sabemos cuán amal'O'os frutos cosechó · la, Re­pública durante el régimen d~ aquella aciaga carta y frescos están en la memoria los recuerdos de la última desastrosa g':lerra que terminó con el triunfo de la Rege­ración. Cuando Rafael N úñez desde los balcones del palacio de San Carlos dijo con voz solemne que la constitución de 1863 había dejado de existir, no cometió traición, sino puso la primera piedra del orden sobre las rui­nas de la República por tanto tiempo prostituída, demos­trando un valor moral y un patriotismo raro en los tiem­pos á que habíamos llegado, impulsados inexorablemente por los acontecimientos. y si en vez de perseguir el hermoso ideal que hoy vemos realizado hubiera alimentado bastardas esperanzas, Rafael N úñez habría podido en aquel momento ser un apóstata en vez de un elegido. Dada la desmoralización del país, una dictadura pareció inevitable, pero surgió la luz. Tales fueron los acontecimientos y es ésa la pretendi­da traición de Rafael N úñez á la bandera liberal. Como si los principios y las ideas de un estrecho círculo de ilu­sos fuera el obligado ídolo de los grandes. Los hombres no son números; los acon:ecimientos no son cantidades y por lo mismo la política no puede estar spjeta á la rigidez de la fórmula m'ltemática. Rafael N úñez.. es idealista ; p~ro sabe apreciar los he­chos y 1::\ ~ circunstancias y no se atiene sino á la expe­riencia. H.e tenido que hablar ligeramente de su labor política porque me admira esa dualidad grandiosa que hay en él: el político y el poeta. Difícil se nos hace comprender cómo un cerebro en­marañado en las tremendas verdades de la política .. puede desarrollar en sus células alada y vaporosas estrofas que hablan al entimiento y al alma con el misterio y la deli­cadeza de las irradiaciones divinas. He tenido personal ocasión de apreciar esa portentosa dualidad. Más de una vez he recibido ÍTla.preciables lecciones de estética y de li­teratura de los labios del poeta, cuando las prensas de "El Porvenir" crujían planteando difíciles problemas de política interior. Rafael Núñez os habla con' la misma facilidad yeru­dición, de los autores españoles, franceses, ingleses ó ita­lian s q l1e de los asuntos políticos de Hispano-América ó de las Islas Británicas. Sigue cuidado. amente la evolución política y la evo­lución literaria de todo el mundo civilizado.-Lee los dia­rios.- Sabe lo que pasa.-Compara situaciones.-Deduce resultados. . Cree profundamente en el poder de la prensa-y por eso no vacila en ponerle un límite al desvergonzado char­latanismo. Sabe que existe un lazo invisible, pero real entre la genial fisonomía de un pueblo y el desarrollo de su literatura, y por eso en sus luchas políticas siempre ha encauzado la corriente literaria. . En la Reforma Política rechaza enérgicamente el naturalismo que degrada y en las columnas de El Porvenir ha aplaudido á Bourget,­que fortifica. Es lo cierto que quien ha consagrado su vida y sus talentos á la patria y á las letras merece bien de sus con­ci ndadanos. Su obra en ambos campos lo coloca muy por encima del profanador -escalpelo de tOl'pe3 pri.tCticantes. ¡'. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA MISOELANEA. En resumen, Rafael N úñez no ha sido político, como Víctor Hugo. Algún crític~ mordaz de la nueva e~cuela francesa ha dicho en algúrr foneto, que el rey de los poe­tas aparecí~ siempre en el - ~s'éenario 4e la política como esos reyes de ópera llen,os de .. ~splenStor y ~aguificel1-cia que atraviesan la escéna sin- pronunciar una palabra. Muy por encima de eso se encuentra Rafael Núñez, que si ha cosechado laureles con su poderosa lira ha sido al mismo tiempo el primer hombre público de América. Creí necesarias estas líneas antes de emprender la tarea que me propongo. Baste este como pÓ'l,tico-para coplar á Rubén Darío. Abro el precioso tomo de las poesías de Rafael Núñez Recuerdo títulos y pasajes. Me concentro en mí mlsmo. * ,)<- * Pocos autores entre nosotros conocen tánto las lite­raturas extranjeras como Rafael N úñez . . Ha leído mucho y ha leído de' todo. P ero no ha leído por leer. . N o ha leído bajo la presión del capricho alimentaelo por la ociosidad, sino para estudiar, para sa­ber, para deducir. Creo qu~ en sujuventucllo escudriñó todo, comparan­do todas las escuela. antes de formarse un sistema. Para él no debió de haber libro preconcebi lamente malo. Debió de cansarse de todo, menos de comprender. Conoció mucho el mundo y sondeó todos sus miste­rios antes de encerrarse en su gabinete. Cuando babIa de p icología ó de estética, ó ue ociolog a, no lo hace co­mo quien únicamente ha e. tu diado mucho sino también como quien ha vi vi lo y entido mucho más. Todavía brillan sus ojo y palpita todo su sér cuan­do ..merced á u prodigiosa m.emoria-fiel fOI'lógrafo lleno de mi terios-nos repite las estrofas de Zorrilla que le im­presionaron hace más ele cuarenta años. Su sensibilidau es exquisita. Lo bello lo impresiona; lo sublime lo sub­yuga- pero siempre busca ansioso la verdad. Deduzco de todo esto y del e tudio de su obra que el e cepticismo de N úñcz cst,L lll<1s .1Jiell en la. mal estimada forma que en el poco comprendido fondo. Los versos de su juventud son arrebatadores; fasci­nan; encantan. Son ánforas g riegas llenas de ambrosía; pero en el fonelo bay un dejo amargo. y el vulgo ha tomado por cruel e.scepticismo lo que en realidad no' es má que una de las premisas del si-logismo. . Él mismo ha eli ho, no recuerdo dónde, que el peder­nal no produce Ja chispa in el clloque. La fe JlO podía su rgir espontánea de u seno. ' N o puede exigírsele tánto á un corazón de vein6cinco año~. Hay desfallecimiento nece arios; bay dudas irievita: bIes; hay pruebas terrible en el camino de la vida que nos llevan á las ergá tulas ó nos 1 "van tan á la esplendorosa cima. Núñez tuvo alas, Sacudió el polvo. Fué á ba> . ñarse en las irradiaciones del cielo. Pretender, por otra paite, qúe un autor sea ún blo­que homogéneo de acero, que rechace el cincel y no ad­mita las delicadezas de la línea, demuestra un absoluto desconoci miento del arte. Pudiera creerse por el tono en que hablo, que no niego el hecho, sino que 10 explico. N o hay tal. Quie­ro atacar todos los puntos. N o encuentro en el Que saú-je?, por ejemplo, el des­consolador escepticismo que ba deseado encontrar la ma­levolencia- cuyo mal disimulado interés ha ele virtuaelo el aplauso insinuante. El poeta habla.ingenuamente-no quiere decir lo que cree,. sino lo que siente,-está ciego y habla de su igno­ranCla. HD bla de las antinomias que perciben ~nuestros sen-tidos. El aloe es amargo y olol'Oso; el opio que á. los miembros da reposo tampién -Jleva el delirio al cora~ón .. . Hay en ello profuqda observ:ación pero ~o hay b1as-femia. ,No sé por qué-y desearía que alguien me lo explica­-~, se-pero siemp.re. re~ueJ'elo la parábola del s~~br~~lor .cll,.an-do leo 'esta estrofa de corte clásico: .' A la cizaña el trigo anda mezclado, .así .unidos el riego y el arado los hacen d~' la tlerra. producir, Y, cuanelo la estación propicia llega, j untos y á un tiempo el labrador los ~iega . - su hoz al esgrimi r. . Es imposible penetrar los mIsterios del genio. Hay estados psicológicos que escapan á nue. tro limitado aná­lisis. Es inRtil bu cal' el hilo de Ariadna en semejantes lab erint~~. -" . El Qne sais-:fe? es un grito el.el alma \Ll)siosa de aber la ver lad, es decir, el bien. E to es 10 má que podemos vi lumbral'. ¿Dónle e taría, pue , el escepticismo? ¿ Será aca.so en ste va­- liente final? i Oh confusión! i Oh caos! i Quién pudiera Del sol de la venlad la lumbre austera y pura en .este limbo hacer b6'11ar! Anterior al Que sais-je? es Todavía. Estrofas · de a" mor; dulces y apasionadas, que rebo an poe",ía y grande­za. j Cuántas vece no he oído recitar por labio qu ri­dos e versos palpitantes que han inmortalizado una pasión. ¿ Dónde e. tá el esceptici mo? I!le pregunto. .N úñez en Todavía no es el poeta licencioso' que se cornplac~ ~n pintar pasiones infam.es y culpable. Es el poeta cn tIa­no y honrado, que A.l'l'astl·aelo por la violencia de un amor imposible lucha contra la co rriente impura y xda:.llla: i Oh ! nos' arnamos;' sí; pero es preciso Separarno , que tras el paraíso Un infierno se esconde : la expiación. Es pI' ciso alE'jal'no. , nunca verno., que es il1m. nso el pehgro de perdernos si al del>er no su umbe la pasión. Sin estudiar además su recientes producciones; he buscado en vano el escepticismo d Núñez de qU<1 tánto ban hablado los crítico y no be enqontrado sino confe­siones como éstas: ¿ Qué hay más sublime que de Dios la cien.eia? Así hay vidas qu sólo en el Poniente logran sentir en la tranquila mente de lo infinito la visión veraz. . ~a fe surge d~spués de ese ideali mo yen: su alas se cruza horrenelo abi mo que el alma deja para siempr atrá,::;. Pero lo que mis ha llamad ~ I1.li atenCi~}l.l . y .lo que. rriás se pr~stu ~ mi objeto e este fragmento ': 1'a1 vez cuando nos alce hasta su eno . Dio, que todos sentimo~, Sabremos lo que somo:::; aquí abnjo. En todo esto no veo sino un grande de precio por nuestra hmitada raz6n, que N úüez juzga débil', impotente para penetmr lo invisib~e. " . . Hoy creerá, si.n duela lo mismo que creyó cuando es­cribió el Que saú-je? in pecar de e céptico y 1n bIa fe­mar; que no sabemos la verdad de .la cosa; que VIV1- mos como en un sueño, y que nuestra razón nos engaña á. cada in tan te. Y yo v~o en ello una gran lección: que las apariencias de hl. vida y 10 desequilibrios de. ll.ue ~ tra razón nos conducen inevitablemente al esc<:ptlclsmo si nos falta la fe, e ~ decir la pose3ión ele Dios. Ese es el problema que N llñez ha planteado. -:f . 0)(- ~~ Es imposible negar que Ra.fael ~Úll~Z e un pen a· . do?' profund.?, r~pi ~o. .~ Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA MISOELA.LVEA. 3 N o e un rimador vulgar ,de amorosas endechas, sino un poeta verdadero, soñador de esos que e inspiran en la realidad de las cosas, no simplemente por lo que ellas son en sí, sino por sus relaciones con lo invisible, con el alma mate?' de la creación. N o se detiene en el camino para recoger lirios y cla;, vele ni para contemplar la libélulas doradas ni los tra­vie. o. gnomos. Nuevo Colón ni e detiene ni desmaya, y, fija la mirada en el horizonte, tiene fe en la providen­cia, en la tierra. prometida. Si suéña, sueña con lo ine­fahle y u creadora fantasía modela en el bronce de su e trofa las percepciones del más allá presentido. Per~i­gue un ideal. Hay un fanal que su mirada azul busca siempre en medio de las borra caso Fanal á veces perdi­do cn la tormenta, ¡pas siempre adivinado por él. ,A vcces he co:npflrado e e algo misteri0so que hay en ,u 'scencia con esa al vauora brúj ula que siempre bus­ca 1 norte aunque la ~ tempestades la desvíen. y .'i huhi rel. e,' ptici :no en sus , primeros canto, cría }YH'q ue la agnja magnética ta.lnbién ufre p rturba­c' on .' h..ljo la i iJ fl Ilcncia le las auroras boreal s allá en los t rno hielos del polo, -;(- -:f * Admiro n N úílez una cüálidad distintiva de Jos ver ladero,' poetas. u esti lo no e siempre correcto, u­ni[ orllle y yero como la' meuallas antiguas. N o pierde n un 'a ~ll <.:aracte rÍ::-ltiea, su ol'iO'inalidael ingenua, pero tie-nc lo.' artí.-tieos capricho del pincel. ' Tus ruedas o'iran sin ce. ar,; los nublo elel potent motor en ~spiral se alzan al cielo, negros ó cerúleos y ronco Illuge en tu contorno el mar. P ro j ay d ti i tu misión no llcnas; si en lugar de cu rurno , envenenas del corazón cl primitivo mal; , . i tu antorcha nos quema y no ilumina, . i en vez d edjficar tu mano arruina si tala y 110 f cunda tu raudal! .E to claramente prueba además, que por nlucho que (1 igan que N úñ ez no Cl' e en nada, sí cree en la santidad d 1 deber y el) la misión excelsa de la mujer virtuosa. ¿ Pu de darse má t 1'11'lI'a que la de E 'ros? E ta p e.-ía, emplean(lo una feliz comparación del poeta, es el laao que apacible clama fr nté al procelo o mar del To-da uta. . j Cuán dulce, cu:1n lulce la yida yo paso contigo! jCuán rápido el ti mpo á tu lado se ¡ente correr. Oh! cómo el pa arlo, el presente y futuro yo olvido Cercano á tu seno, qué es ' puer~a que lleva al Edén. -)(­* * D lit;a le7:a y n vedad de pen~amjentos abundan en la bra dc ,úfí ez. ¿ Qu J éi saborear una e 'trofa ll ena ele d li<.;adeza y oe novedad'? ' /, . A ln'id el tomo y al azar encontrar~is cu'alquiera <':0- ll10 é::;ta : Pídele á Dio - también yo se lo piuo '~ que no agote en tu alma el sentimiento ele 10 bello que vive allí e , éondiclo fU1JlO en la cuerda el melod~'oso acen to y el pel.1i1me en 1'osal aun '1/0 fiordo. \ ...0. 'he de luna un pai aje que tiene vida y colori-do. 1J n realismo idealista tan 'puro corno el del Idiü'o se refleja en e a miniatura. La luna se levaüta d la vecina cumbre y el cielo se abril1nnta con su marmórea l um bre ; en su errabundo pa. o, en u elocuencia muda }Jal'E'ce la vi uda del "';01 muerto en ocaao; Bastará abrir el tomo de poesías de N úñez para co~­vencerse de que aunque no se sujeta á fórmulas determI­nadas ni á un puri mo exagerado, conoce todos l futuras leerán los ver­sos de N úñez comprendiéndolos y estimándolos tanto m::i cuanto que el ocho habrá muerto en'lo corazones. Mucbo má Rerjo y pen ador que Campoamor, más brillante que N úñez de Arce; más conciso que todos los poetas modernos; in el de 1 umbrador cla'3ici mo de Ca­l' y sin el la~' Sel' aller seductor de Rafael Pombo, pero a, -a o má inspirad y má arti ta qu cualqui 1'a de los do , Rafael N úñez con us imperfecciones y todo es uno de los primeros poetas de la época." * * .l(- Los que no conocéi p~ i'sonalmente á Rafael N úñez no t néi dcrecho á lanzar la primera piedra. De. pués ele tántas lucha y fatigado un poco por la ruda labor vive humildemente si se quierc en su sencilla quinta le1 Cabrero . rrrabaja mucho. N o ce a de estudiar los grandes problemas políticos del iglo. Sincero y afectuoso más de lo que se cree, iempr tiene una voz de e tímulo y una palabra de ali nto para 1 ,amigos que le rodean. Lleva una vida fl'u o·a1. Toma lo a.limentos n su misma me a de trabajo, rodeado d~ libros y , papelc. Mé lo habían pintado teJTible y lo he encontrado sublime. ' Su hooar e un templo. Hay en él una vestal cri - tiani . Id al Cabrero y contemplad aq:':Iella capilla. levanta­da por una mujer piado a y mir8¡dla á ~lla se;:Clllament.e ve tida vi itando á lo pobre y socornendo a los ne?es~­tado y comprenderéis á Erros y á Débo'ra y os sentuéls pequeños ante tánta sublimidad. .' ERNE,S'l'O 9. PALACIO. Cartagella, Junio 1. o de 1893. , es un niño, hijo de nue tro caro amigo Don Manuel A­mador Ca margo. Tiene cinco años José Ramón, y en viaje para Nueva York, el año pa ado, le compu o lo R,iguiente el poeta ni­caragüen. ~ Rubén Darío, que iba á bordo t~mbién:- Jo é Ramón, las rosa, del maternal cariño Perfuman hoy la senda donde ri ueño vas. ' Goza de sus aromar, su púrpura, su armiño; Que i las flores .vuelven en Primavera, oh niño, Las de las dulce infancia no han de volver jamás! . 11 ." Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. L A ,' M I S O E L A NE A . A- U~E BAIGNEUSE. ..-s-~ UI donc es-tu, folle 'étrangere, Qui sur nos plages viens le soir, Et dans la mer, au clair miroir, Oours te plonger, blanche et légere? ~. L' écho demande d' ou tu so1'8, l'~ L'écho l'ignore ;-le rivage N e sait de toi que ton courage ~t que les grac~s de ton corps. De qui tiens-tu cette aI?r~ flamme? De qui tiens-tu ee bras .vITIl . Qui te fait braver le pénl De vent qui souffie et de la lame? La cote, l'autre soir, grondait; L'onde accourait sous la tourmehte, Et sur la greve, au loin fumante Enorme, elle se répandait. Les hommes sentaient en silence Trembler le mole et le rocher: lIs contemplaient, sans approcher, L'irrésistible violence .... Tu vins; tu vis cettc fureur, Tu dénouas soudain ta robe, Et dans le flot, qui te dérobe, Tu plongeas du front sans terreur. Scene d'effroi! spectacle étrange ! Tu triomphais des .flots amers. Etais-tu la reine des mers ? De la tempete étais-tu l'ange? La p]age admirait--Le soleil, Retournant á son lit de gloirc) Sur tes bras, sur tes pieds d'ivoire, Imprimait un baiser vermeil. Toi, tu jouais dans sa lumiere; DresRant ·ta tete aux blonds cheveux, Tu repoussais d',un b~s ?erveux Les flots melés a ta cnmere. Dans l'écume et dans le rayon Tu flottais, o nageuse insigne, Déployant des blancheurs de cygn~ o Et des souplesses d'aleyon. Et nous pensions: Qui done est-e]]e? Que! est cet etrc audacieux, Dont la grace, au si<~cle des dieux, Eut fait jadis une immortelle ? Un souffie de rébellion A-t-il émancipé cette ame? Qui sait s'il reste un ereur de femme Sous eette force de lion? .... Est-ce l'amour qui poul'ra dire Ce qu'elle atte~d pour s'~mo"?-voir, Ce qu'il faudralt a eet anl nOlr Pour se noyer dans un sourire? Prodigue, vient-eIle a ces bords, Les soirs ou trop de vie abonde, Jeter au vent, jeter a l'~mde, ._ Le superflu de ses trésors? Ou bien, est-ce un creur en démenee, De ses blessures ulcéré, Qui revient, en désésperé, Lutter ayec la mer immense ? Serait-ce enfin qu'ayant gouté A mille eoupes décevantes ' Elle demande aux épouvantes Une supreme volupté? Que savons-Dous? Passons; toute ame A des replis fermés au jour .... Laissons ses secrets al' amour Et ses mysteres á la femme ! JOSEPH A UTRAN. A. UNA BAÑISTA. fOESíA. DE loSEPH ftUTRA.N . ~-U1~«Cc4Ó'" ~e~ica~a al S-z;. -'j)o &w-;;i9ue ~, ~oH-lá1'\. , ISTERIOSA forastera, . ·1 Quién eres t~, que, atrevida . 'Vienes á jugar la vIda ~oorriendo blanca y ligera ~'"'! ", A entrarte en la mar temida? e le Qm' én, "I nsIgne nad a d ora, Te dió el esfuerzo viril Oon que arrostras á deshora La ráfaga azotadora y las olas mil y mil ? Ouál tu historia? , , , ,Ah! qúién de' un a ve Viajera el destino sabe '? La playa, sin conocerte, Admira tu brazo fuerte. Tu seno admira süave! Tarde inolvidable aquélla! Lejos la tormenta brama; Oargada la onda se estrella , y en la arena se derrama Dejando humeante hue.lla .. No osan los homhres llegar, \: as en silencio profu ndo Miran de lejos temblar Roca y muelle de la mar Al 'empuje tremebundo. Llegas tú, y aquel furor Ves, y en tu impaciente ardor Dejas la importuna ropa, y al pi~lago que .te arropa, Te aba1anzas SIn temor. Momento nquél, en verdad, Fué de cruel ansierlad: Triunfante surges de pronto!­Será la r ina del ponto '? Ángel de la tempe tad? A su esp~éndido cubil Derribándose yeÍ el sol Te bañó ninfa gentil, Brazos y pies de marfil Oon ó culo de arrebo1. La frente irguiendo, gozabas, Oon los último., destellos, y con el brazo apartabas Nervudo, las omlas bravas Mezc1adas á tus cabellos. y entre la lumbre y la e~puma Flotabas sobre el apismo, Del cisne la tersa pluma, Del a1ción la gracia suma Emulando á un tiempo mismo. Oon asombro y simpatía ;. Quién, decíamos, será E ta que a1 mar desafía y vence á quien Grecia vá Por diosa adorado habría? Impetu de rebelión La habrá lanzado al combate? Quién sabe si un corazón De mujer oculto l~te Bajo fuerzas de leon ! Qui.zás de, tarde, en momentos En que la vida rebosa, Aq uel exceso de alientos A arrojar vendrá r~mbosa A las olas y á los v1entos? ¿ Será corazón doliente Que, llagado, sangre ma?a, y en el despecho que SIente Provoca batalla insana Cr¡.lza] e, porque e:-; muy de graciado .... . ;{ . ..y .. ..¡ ;. Juan no bablo más de la arle iana. Pero la amaba iempr , y abora más que nunca. Ma, como era muy altivo, no dijo nada: j e: lo que mató 'al pobre mueh del patio: esto fué todo .... Se había dicho el pobre muchacho: «La amo dema­siado. . .. 1,fe voy .... » j Ah, miserables corazones los nuéstros! j Es un po­co fuerte eso de que el desprecio no pueda matar el a­mor! . . .. Aquella mañana los ver~inos de la aldea se preguntaban quién podría gritar a.n eia, d permanecer con el alma abierta? ¿ P or qué me ha a­sociado á su vida? Porque yo lo he a80 iado icr:npre á la mía. Nunca se ha visto separad ele su' par] re . Ha ta los diez año , bajo el ala ele u maure, madr ad­mirable, vos lo sabéi bien, ha r ecibülo ele ella y d lL1. solamente, su primera eelu 'aci6n. Ella le ha en eí'ía(lo :~L leer, á escri.bir y á contar; él no ha conocido ante de n­trar en el liceo otro mae tro. D L pué, me ha II e/HIo 1 turno á mí, y he recomenzado mi e ,tudio, con él. N una sola noche me he aco taelo in h:lbe rle antes explicad y hecho recitar su lección. Mi hijo tenÍc1. u profesor en el liceo; t-enía ademá un segundo mao tro en la casa. el ver­dadero. En retórica, ha<:Íc.l, de oada v e r,' ión una truc.1u - ción, la primera para su profe 01', la otra úni amente para mí. Ese trabajo de repetición, para un padre e una te­rrible fatiga; pero j qué l' compen a ver 1 p queño c re­bro desarrollar e, el pequeño hombr apa iOllar e inv tigar y morder en t do on un hermo o apeti to ele verela­des, con una sed de saber que nada sa ti face! ¿ N o es e, to delicioso '? Pero es necesario predicar con el jemplo. " y para la educación lllOl'al com para la intel tu,l,l el mismo procedimiento e impone : el ejem.plo. Ob r­vad en lo que vienen á parar lo hijos de lo matrimonio. desunidos; con iderad el fin de mntos hij s de mndr s cuya conducta ha sido cen ul'able Ó lige ra. ~n ec1 ucación, como en geometría, nada se hace sin la demo tración n el lienzo." --" Pero, fuera del ejemplo, hay el rta e lucación mo­ral que es nece ario dar. ¿ La habéis dado religio a ó des­cartanelo la religión 7" -" Mi mujer y yo hemos nacido en la l' liaión cató­lica y en la religión católica hemo educado nuestros hijo. Libres han quedado, una vez llegado á la e lad civi I de rechazar ó de guar lar la creencias en que fueron in­truídos cuando niño. Ou, tión es ésta de temperam 11- to, de juicio pers nal, de aire ambiente. Pero 110s abrin al menos lo que rechazan y por qué lo rechazan. O 1110 la mayor parte de los nlédicos, mi hija mayor no cree; pero su negación desean 'a sobre una comparación previa. Prefiero esto. -" ¿Y el menor 7" -" Oh 1 el menor sólo tíene catorce ano . Tiene tiempo, por con iguiente, de formar e una 01 inión en ma­teria religiosa. En cuanto á mi hija-tiene sei año, mi hijita,-su madre le enseña la Hi torÍa Sagrada, y lo, a­contecÍlnientos de lo libros santos le interesan. El otro día me contaba á u maneTa, la pérdida del paraí ,y aún lne parece que la oigo decir al fin de la li toria de la manzana: _0 Cuando papá, Dio supo e to, se puso braví imo." O,'eemos se?' los p?'ime?'os en da?' el, conocer en nuestro país al escritor noruego l1jornsf:jerne BjeJ7'n on de ?'eputa­ci6n 'universal. " El Paelre" es un cuento relatado con e.sa sencillez que dz"stingue á los h01nbres del N'orte, y en el fondo encierra un sentí'miento ele alta mor'al que no d~ja?'án de no­tar nuestros lectore . Lo conci o de la fra e y la 'difícil fa­cilidad' del poeta escandinavo hacen de "El Padre" 'un camqfeo bellísimo. No menos sentimental y bella e la" l cuarela 'de La J oven J.lihílúta," que, igue á contínnaáón, y ele la pluma de R. L. K etchum, poco conociúo ent,'e no oi,'o cuando 1nenos, pero de universal ?'epntaci6n tambl'én. E to do t7' ~bajos inauguran una serie de t7'aduccione cogl'úa' que viene ha­ci ndo el Director de "La Mí. celánea" para olaz de , 'l('s n:nme7'O, os lectore . ELP..A..DRE. '1I--r=::::ID ~ o' J',U HD VERAA ¡ qUl n,' nl á. bablar, ra 1 ~ h 111 b1' !nás 1 u 1 n to d 1 a J - c; pal'roqllla. y s mejant p r na­li lad apar ció un día 11 .1 e tu ho d. 1 p< ,'to)', : T ngo un bij dijo-mociol1 ¡Hlo. .\- dl'.· !'() <¡u' :-;cu bautizado." " ¿ Oómo h ¡tbl'(l le 11 amarse ? " , ]3 inn, e m mi patc.\¡oione, para mi hijo: va á ca:iar::;e con Karen Storliu 11, hija de Gudmund, que está. aquí comnig . ." Es d ecir, eon la muchachan tomando los acontecimientos. Cuando recobró su pre­s ncia de ánimo, acercó la lámpara para iluminar el 1'0- tro de la joven, á quien encontró más linda que la prime­ra vez, á pesar del sufrimiento que sus facciones revela­ban. A todas las preguntas que salieron de los labios d 1 joven, no respondió al principio sino eon una sonrisa tier­na y melancólica. Finalmente, púsose á cantar este célebre verso. _ Sois causa de mi enfermedad, sois ca'u· a de mi ver­giienza .. Sien-Koung, encantado de esta lisonjera acusacibn, se confundía en excu a y muestra. de reconocimiento, y cubría de besos apa ionados las manos y mejillas de la joven. Ella le pidió para que la curara, que le cantara la e 'troía s~guiente : Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA MISOELANEA. 11 Los traj ~s de ,gasa rle hoj'ls sup ;rpuest lS y los bord l,dlJS de colo'res hacen resalta1' el fénix de oro y los pája'ros de pla­ta (1) más 'resplandec'ientes aún; á cada vuelta del baile, las he1'rnosas se colocan en dos filas. Pe1'o la más he'rmosa se coloca siempTe' en el medio. o había concluído aún la última estrofa, cuando saltó de la illa diciendo que e taba curada. La dicha de los amantes fué completa. A~ día siguiente por la mañana, la madre vino al bo­te, y vlendo á su hija restablecida, manifestó mucho con­tento. N o in istió en llevársela, adivinando en las mira­das de su hija que prefería qu da.rse. A pesar de los ardores de la luna de miel más apa­ionada Sien- Koung no pudo nunca an:ancar á su aman­te 1 ecreto oe la situación de su familia, ni siquiera la dirección de su casa. iempre le decía que no estando segura de poder lle­var á abo el matrimonio, esos informes carecían de im­portancIa para éL . E. 'o. dt talles no impedían que su amor aumentase en ] nt, n. ldnd ni que 10' amantes se hiciesen mil protestas de carJño. na noche, despué,., de habE'r abierto por casualidad un li"?l'o, dijo 1l0l'11ndo tÍ. u amante que su dicha estaba al tel'lnmar, porque el padre del joven debía regresar pron- 10. El1a había consultado el libro y había encontrado la canción de Li-Y. (2) ien -K:oung trató de consolarla dando una interpre­tación diferente. -El primer verso, dijo, indica más bien el matri­mOllio. Pero T iou-Lien no era de esa opinión. Ella pre­firió partir para no encontrarse en pl~esencia del incómo­do padre de ::sU amante. - i obtengo el permi o de mi padre ¿en dónde po­d l'é avi ároslo? . . - Lo abré al mi rno tiempo que vos; es inútil es- Cl'lblJ'me! . , Cuando el padre, que efectivam nte llegó al día si­gUlente upo por U hijo ]0 que había ocurrido, manifes, tó mucho de. agrado de que este último hubiera aprove­chCl 10 u au encia para recibir una mujer :i bOl'llo; pero 'u ól ra se desvalieció poco de:;pués, cuando vió que to­do e taba en orden y que no faltaba nada en el buque. rr. iou-Lien volvió de tiempo en tiempo á ver á su a­mante. cuando é te se encontraba solo. La señal de las -itas era una canción. Ella no encontró medio de hacer que el padl' consintiera en el matrimonio; pero deseosa de prolono'ur el tiempo en que podían tener u entrevis­ta. propll 'o á u amante que retardase su partida lo más po. ible. Sin embargo, al principio de la quinta luna, momento en que la baja del precio e general y en que la gran ma­rea e presenta Sien-I{ou~9 se vió oblig~do á, partir con su paure. Apenas regreso a. su casa, cayo gravemellte en­fcrmo. Confesó eL su madre, inq'úeta de verlo t~n enfer­mo, que no eran los medicamentos los que poJían curar-lo, . ino Tsiou- Lien. ' El paure, inflexible al principio, tu vo que ceder al fi n, en vista del e tado alarmante de su hijo. ' Moh y su hijo se embarcaron para un nuevo viaje. Cuando llegaron, se pusieron á buscar á la descono-cida. ' . No fué ino mucho días después cuando la descu- (1) El fénix ue oro y los páj Tsiou-Lien, muy feliz por el éxito de esa empresfl, volvió pronto con su marido á Pe ín. Un año, su suegro, que había partido para sus ex­pediciones comerciales, tardó en regre al'; y habiéndo e agotado su provisión de agua del lago, la joven sintió que iba á .morir. Recomendó á u marido que no la enterra­se, pues para conservar su cuerpo, bastaría leer todos los días, tres veces, los siguientes versos: .Tri.ste cosa es el á Dios,-Pe1~o la, separaC't'ón momentá-nea es más triste aún. . . . . -Cuando llegue el agua del lago, dijo, desnudadme y meted mi cuerpo en un baño de esa agua: resucitaré en el acto. Esto se realizó de acuerdo con la predicción; pero Tsiou,-Lien, desde este incidente, n"o podía vivir lejos del lugar de su nacimiento, siempre presente á su imagina­ción. La familia tuvo que abandonar el Norte para insta­la. r definitivamente á la feliz esposa de Sien-Koung en el lago que la había visto nacer. Jl . ~ ADA más triste que el titán que nora, , . Hombre-montaña encadenado á un lirio, , ~ Que gime, fuerte, que pujante implora: ~ Víctima propia en su fatal martirio. Hércules loco que á los pies de Onfalia La clava deja y el luchar rehusa, Héroe que calza femenil sandalia, Vate que olvida la vibrante musa. ¡Quién desquijaba los robusto leones Hilando esclavo con la débil ru ca, Sin labor, sin empuje, sin acciones, Puños de fierro y á pera muñeca t N o es tal poeta para hollar a1fombras Por donde triunfan femenil e danzas: Que vibre rayos para herir las ombl'as, Que escriba versos que parezcan lanzas. Relampagueando la soberbia estrofa, Su surco deje de esplendente lumbre; y el pantano de escándalo y de mofa Que no 10 vea el águila en su cumbre. Bravo soldado con su casco de oro Lance el dardo que quema y que de garra, Que embi ta rudo como embi t el toro, Que clave firme, como el león, la garra. Cante valiente y al cantar tra baje, Que ofrezca robl si se juz~J"a Il1D!1tc; Que su idea el mal rompa y desgaj Como la selva virgen el bisonte. Que 10 que diga la inspi rada. ho 'ft Suene en el pueblo con p~labra e_ traña; Ruido de oleaj al azotar la roca, Voz de caverna y . opIo de montaña. Deje San ón de Dá1ila el reo'azo; Dillla engaña y corta lo~ cab llos, N o pierda el fuerte el rayo de u brazo Por ser esclavo de unos ojos bello::>. RUBÉN DARIO_ -,::::;::::s:o~- L entrar á aquel cementerio fresco, agradable, 11 no de rosas blancas é iluminado por el 01 de mediodía, vi una hermosa joven que a.penas contaría diez y ~ siete años, arrodillada frente de una tumba. ~ La niña reía á carcajadas como una loca, y no dejó de extrañarme tan intempestiva alegría. No es posible imaginar nada más gracio o que a­quella linda criatura, con sus dorados cabellos hechos ri­zos, sus ojos azules y su fresca boca; pero lo raro en ella era el conterito que mostraba junto á las f sas donde dor­mían los muertos. No pude contener mi indignación y dirigiéndome á. ella la dije: -Señorita, no sabéis sin dúda qué sitio es éste. ¿ Ig­noráis quién reposa bajo este mármol '? -No, dijo ella; lo sé perfectamente: no ignoro Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA MISOELANEA. 13 quién reposa en este, epulcro. Era mi amigo; mi esposo del alma, mi único bien; prosiguió con voz entrecortada por los sollozos. Cuando él murió yo creí morir también de pena. -Sin embargo, repliqué, os vi riendo. -j Ah I caballero .... es que durante su vida no te­nía más placer que verme contenta y dichosa, y ahora si llorase sobre su tumba, estoy segura que sufriría mucho. CATULLE MENDÉS. CONFlbENCIAS. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA MISOELANEA. KAIKAE. Fragmentos de utl vilaJe por Africa. PEN AS amanecía, y yá me ha­llaba en la playa, en medio de un desierto compuesto de are­na yagua y contt mplando la "' ~¡.,~~~~ inmensidad de los desiertos que me cercaban: uno turbu­lento, dominador, jugando con los bosq ues y con las esperan­za, del hombre; el otro, más ten ible tal vez cuando el si­moun sacude su estupor. Conoda el primero, pues por mucho · tiempo había sido juguete de sas caprichos. De­terminé, por tanto, estudiar el segundo y sondear sus grandes misterios. Despues de dos horas de rápida marcha, en cuanto el terreno la permitía, llegué á la entrada de un bosque es­peso, y me encontré delante de unos veinte negros acu· rrucados delante de un cuadrúpedo medio devorado. Era una <.;omida salvaje. Levantáronse al verme, y con gestos corteses me In­vitaron á que participase del festín. Acepté sin vacilar, y fuí á sentarme junto á ellos. Los individuos que me habían acogido tan cordialmente formaban una de las mu chas caravanas aventureras que recorren las cercanías de las colonias europeas al Oste de Africa. Do hombres de dicha caravana conocían algunas pa­labras del idioma inglés. Una joven vivaracha, con mira­da de cometa y dient s brillantes coriados en punta, se bac ía entender perf~ct mente en portuglié" y por el1a su­pe que sus compañeros habían citado, en aquel sitio, á otra caravana viajera, que debía llegar a' día siguiente. El objeto de aquella r unión era d matrimonio de la bella intérprete con un jefe muy intrépido del Reino de Boni, cuyo poder era tan grande, que á veces se hacía temer de los establecimientos europeos. En las primeras horas de la mañana se acercó á mí ]a joven prometida, y cogiéndome familiarmente del bra­zo, me dijo que tendría mucho gusto en que nos pa scáramos jun~os. . Kaikae, nombre poco armonioso, DO me inspiraba temor alguno; tenía apenas di~z y C'ei años; sus pies y sus ma­nos eran elegantí irnos; su acento, extraño y melodioso á la vez, y su sonrisa me hubieran enamorado si mi pl0· bidad no hubiese tenido en CUl nta que aquel mismo día ó al iguiente debía pertenecer la joven á otro dueño. El traje de la traviesa Kaikae era sencillo y extraor­dinariamente gracioso. Imposi.ble es que yo describa con exactitud los mo­vimientos de aquella hermosa compañera de paseo; con todo, hubiera deseado verla más velada, porque el pudor, aun cuando' sea bajo los trópicos, me parece una cosa ab­solutamente indispensable. Caminábamos del brazo, como dos amigos ó como dos hermanps, y pronto llegámos á un sitio de arena blan­ca, entre la ¡ cual brill~lban muchisímas partículas de oro y de mica. . Sentámonos cajo un ma,;estuoso banano, cu­ya inmensa sombra nos libertaba perfectamente del sof~­cante calor' que hacía estallar al terreno. Estrechando . cntonces Kaikae mi mano con un sentimiento inuefinible de curiosidad, me preguntó si el país de donde yo llegaba era grande. -Muy grande-contesté al punto. -¿Hay muchas mujeres y muchos hombre? -Mucho más que en Africa. -l.Hay banano, guayabas y cocos? -No. -Pobre país que no tiene esas cosas, y donde abun­dan 1 s hombres blancos. Los dioses africanos son de ébano, y sus espírituR in­fernales están pintados del color de lo europeos; de modo que un rubio hubiera tenido que sufrir mil sarcasmos y burlas de la caravana que yo había encontrad0. -Es decir-repuse á mi compañera-que yo no soy de tu gusto. -N o por cierto; eres blanco. -y por Jo mi mo no me querrías por novio. -Después, sí; antes no. Díoann::;e que la Europa no se refle~a en los de. jertos africano. En desquite empecé á dirigir preguntas á mi curiosa, y una de ellas fué si en su país no 1 a1)ía bel'ffiO as casas, muchos hombres y buena armas ofen. ivaf:. -Hay casas que nadie ha constru ~do 1 osqtl< s, mon­tañas, llanuras y puentes; nadamos como deHlnes. -Todo eso es bueno; pero no tenéi hombres bbn- COf:. -Tanto mejor; los blanco son tra' doreR y majos. -¿ Crees que yo pienso ha<.;el'te daño '? -N o, porque solo no eres bastante fuerte. ¡Oh naciones civilizadas! ¡Qué g ratitud babéis sem­brado en los corazones de esos hombres feroces de touos los imperios, cuando les. habéis llevado vuestras artes. vuestras industrias y vuestros vicios I Iba á preguntar de nuevo á K.aikae, cuando e incli nó bruscamente, y pegando un oído al suelo, dió un Ralto y exclamó: -¡Hiena! ¡Hiena! Quiso huir, pero la detuve y ]a entregué mi sable, del cual se apoderó con una especie de fiereza juvenil, al pa. o que yo, amarti1lando ulJa pj ·t oln, me puse á h defensi \ a diciendo: -Hé aquí un epi ouio ine perado, quc . icmpl'e aco­ge b:en el viajero que desea contar algo nuevo de pués de su correrÍc s, La fiera se nos acer<.:ó dando mil rodeo', abriendo su fétida boc;" , despidiendo unn baba eSI ulHosn y corre­siva, erizando sus agu las orejas y barriendo la urena con su cola extendida. A veinte pasos de no otros se letu vo; todos sus miembros se estrem cicron, y n031anzaba minl.das furti­va.,. - -Tira--me dijo Kaikae, que pe había adelantado. -Todayía no-le contl s :é.-- Tiene 111ie(lo como una de enterradora de cadáveres! pi olongl erno: su agonía, po - qne los malos no tienen tal vez m<Ís qlW un día de remo: ­clill1: ento.,. D\. be 1":0' 01 c (~el' unn h( )ra Ú e. e de. pl'e ·ia­ble enemigo, . que no lJubieru devorado:::.i nos llUhit'se visto dormido ó desarmado~. Era, sin embargo, . preci o acabar con aquel a. quero ... o animal por lo que, rogando á Kai 1. ae que p rmancciese en su puesto, me ad Janté hacia el reptil de lo cuad r ú­pedo piRtola en mano. El animal se encabritó, onduló su cuerpo como pnm evitar el combate, después se sostuvo sobre u. pütas traseras'y esperó el ataque. Su aliento en venenado 11 - gaba hasta mí y me ocasionaba náusea. 11)a yá. ii (1c. ­cargar la pistola, cuando la hiena se arrojó, y la herí n medio de su salto. -¿,Muerta?-me preguntó la joven salvaje. -Muerta. -Llevémosla. y Kaíl- ae se acercó á ella para agarrarla por ]a colf1, cuando el vi1Jano é hipócrita m.imal hizo 11 último es­fuerzo: alargó el cuello, abrió la boca y mordió á mi com­pafíera encima del pie. Al punto le ele lJice]a cabeza ~ culatazos, y me apre uré á vendar con un p dazo ue llll camisa la herida de la joven. -E to no vale nada-dijo ella sonriéndose y mirán-dome con dulzura. -Pero puede ser mucho-repliqué. -N o, blanco mío; no es nada. El ruido del pi. toletazo había pcrturbndo :í la colonia errante: pronto vimos correr á, vnrios indi\'iduo de la Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA. MISGELANEA. 15 tribu de Kaikae, que moderaron su carrera al vernos en tan buena inteligencia; al reunirse con nosotro, nos li­jeron que habían vi to á lo lejos la carabana de Dehahé, el novio belicoso, de quien contaban tántas maravillas. Entre aquello seres tan alejados de la civilizaci6n estallaron ardorosos transportes de alegría, apenas se re­conocieron y llegaron á entenderse. Debahé, si.n embar­go, pareci6 extrañar mi presencia, y dirigiéndome una curio a mirada, se preparaba tal vez á conleter conmigo algún exce.'o; cuando Kai k ae se acerc6 á él, Y le dijo al­g~ lla 1 nLLb! as al oído; su expre 'iva pantomima me di6 á ntender que refe ~'ía la mue te de la hiena. Dehahé se aprllximó tí mí; puso sus mano.::. en mis hombros; toc6 tres veces su fr n te con la mía, y me ofreció una hermo­, a g>lmía de com bate. No me hice rogar, pero no que­riendo mostrarme menos genero'o que él, me quité el chaleco y se ]0 entregué, ej eutando antes la misma ma­niohra q \le había precedido á su reo·alo. No. ent:ímos v se habló m ucbo. Media hora des­pné., durante la cual ecbaron un velo sobre el ro, tro y los hombro de Kaikae, el fogo o amante se levant6 le un ,'alto omo el chac:!.], se ac TCÓ á su novia, le arrancó el velo y Sv f'en t,', á su larlo p ~U'a pronunciar ciertas palabras, fO,'lllada. de unasola sllaba, y que salían de su boca como ,'i fueran notas mu, icale~. . La C'ornitiva el Dcbahé. ecomponín de cien hombres que ternblahan á una palabra ó á un o-c to del temible jefe. Dió un oTito, y una docena, ent!'e n =>gI'OS y negras, se n­el lantaron á depo i al' ci 103 pie de la novia frut.as en ahun lnncia; en se6uicla, e quitó el cinturón, sac6 una cnja ele ébano y de ella una docena de perlas hermosímas y :1 t : Kaí I ae se coloc6 á S il Indo, al pa o que los dos pllcb1o, rmlcaban á los de posaelos. D ,1 ahé adornó la cal)cza y lo hombro., de su novia con p c extremo::; de la fosa. Por lo demcis, ni una lágrima, ni ' Ulla p::tlabra ni una imprecación. Era aquélla u na a­m: lrgunt que ca.L!, cual q uerícL con ervar para sí solo, un tormento cuyo recuerdo deseaban todos inmortalizar en sus corazones. FRANCISCO ARAGO. L& Se.iJfBRA. DEL POETA., 1 J- ~ ' E encienden las noches en la ciudad con la reful­~ gente y dorada corona
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Prensa

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La Miscelánea - N. 5

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  • Exclusivo BibloRed
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Son de la madrugada

Por: Javier García-Egocheaga | Fecha: 2020

Son de la madrugada habla de aquellos que salen a la vida como púgiles al cuadrilátero, tratando de mantenerse en pie en un combate amañado y perdido de antemano. En clave de novela negra, cuenta la historia de unos personajes cuyas circunstancias les empujan a afrontar situaciones límite con distinta fortuna. De este modo, colombianos, españoles, africanos, rumanos -todos hechos de la misma pasta y con idénticas inquietudes, grandezas y miserias-, entremezclan sus existencias en el centro de Madrid esperando su particular oportunidad. Esta obra constituye además un homenaje a la salsa -suena incesante a lo largo de cada capítulo-, un género de amplia difusión mundial que, sin embargo, apenas tiene presencia específica en la literatura.
Fuente: Digitalia Formatos de contenido: Libros
  • Temas:
  • Literatura española

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La música de Mario Gómez-Vignes

Por: Liz Angela - Violín (Colombia); García García | Fecha: 20/11/2002

Concierto dedicado al compositor Mario Gómez-Vignes. Este compositor de nacionalidad chilena y residente en Colombia, ha desarrollado una extensa labor docente de tipo universitario en las ramas del análisis de la composición, la armonía, el contrapunto y la historia de la música dentro de instituciones como: la Universidad de Antioquia, la Pontificia Bolivariana, la Universidad del Valle, la Universidad del Cauca, EAFIT y la Autónoma de Bucaramanga. Así mismo, ha ejercido la crítica y el periodismo musical. Como compositor, ha creado obras que abarcan casi todos los géneros, incluyendo música para cine. Sus composiciones se han interpretado en Alemania, Austria, Brasil, Costa Rica, Checoslovaquia, Chile, España, entre otros países.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Programas de mano
  • Temas:
  • Música
  • Otros

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La música de Mario Gómez-Vignes

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Reflexiones en torno al Arcaico colombiano

Por: Francisco Javier Aceituno Bocanegra | Fecha: 21/12/2015

En los años sesenta, Reichel-Dolmatoff aplicó el esquema evolutivo de la arqueología americana, con el fin de ordenar la profundidad temporal del mundo prehispánico en Colombia. Sin embargo, uno de los periodos más ambiguos en su definición fue el Arcaico, principalmente por la falta de datos para la época. Cincuenta años después, el panorama ha cambiado y actualmente se cuenta con un volumen de evidencias suficiente para entender mejor un periodo clave en la historia prehispánica, caracterizado por la diversidad cultural, vista en perspectiva espacial, y la plasticidad de las estrategias adaptativas de los diferentes grupos, entre las que cabe destacar el origen de la producción de alimentos. https://doi.org/10.22380/2539472X16
Fuente: Icanh - Revista Colombiana de Antropología Formatos de contenido: Artículos
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Diversidad cultural en la escuela urbana: pensar en la etnoeducación en Bogotá

Por: Elizabeth Castillo | Fecha: 01/06/2017

El tema de la diversidad cultural  no es un asunto natural al mundo escolar. Por el contrario, la propia expansión de la éscuela colombiana  en el siglo XIX es la historia de un intent por  homogenizer el orden social y cultural. Este hecho hace que la institución  escolar no cuente  con un tradición qué le permita tramitar pedagógicamente la diferencia, la singularida y  la pluralidad  de los  actores.que convoca la cultira escolar en ciudades como Bogotá enfrenta a la ·diversidad diaria sus aulas y se expresa de quienes participan de mundos socioculturales  diversos. En este sentido lo que la cultura, escolar genere en relacion con este fenómeno, compromete las posibilidades d,e reconpcer, integrar o excluir en los proyectos educativos, diversas experiencias escolares.
Fuente: Universidad del Rosario - Revista Territorios Formatos de contenido: Artículos

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Museos, naturalistas y colecciones: itinerarios científicos en torno a la creación del Museo Nacional de Colombia (1823-1889)

Por: María Paola Rodríguez Prada | Fecha: 2019

Resumen: El relato de la creación del Museo Nacional de Colombia y de la Escuela de Minas en 1823 corresponde a un relato de circulación e intercambio material instalado en los nexos eruditos entre esferas públicas y privadas, establecidos entre academias, museos de historia natural, escuelas de formación técnica y fábricas de producción industrial de Bogotá, París, Sèvres y Lons-le-Saunier. Los intercambios favorecieron la constitución de redes científicas y la transferencia de saberes entre América y Europa, y viceversa. Asimismo, implicaron nuevas apropiaciones, mediadas por las condiciones de posibilidad locales y por la agencia de estructuras burocráticas cuyos actores, en los albores de la República de Colombia (1819), abogaban por el bien público, la educación y el avance de las ciencias. Este artículo argumenta el desarrollo y apropiación de unas prácticas científicas que favorecieron la integración cultural de comunidades científicas a lo largo del siglo XIX. El seguimiento de colecciones museales, como vehículo de interconexión entre los diferentes aparatos y estructuras del saber científico y técnico entre Colombia y Europa, concreta una perspectiva global de análisis. Las operaciones de investigación y construcción de saberes científicos devinieron elementos patrimoniales embebidos en museos contemporáneos. Abstract: The story of the birth of Colombia's National Museum and the School of Mines in 1823, is a story about circulation and material exchange installed throughout scholarly links between public and private spheres, among academies, natural history museums, technical training schools and industrial factories in Bogotá, Paris, Sèvres and Lons-le-Saunier. These exchanges favored the constitution of scientific networks and the transfer of knowledge between America and Europe, and vice versa. Likewise, they implied new appropriations, mediated by local conditions of possibility and by the agency of bureaucratic structures whose actors, at the dawn of the Republic of Colombia (1819), advocated for public welfare, education and the advancement of sciences. This article argues about the development and appropriation of scientific practices that favored cultural integration of scientific communities during the 19th century. Under a global history perspective, Museum collections are interpreted here as interconnection vehicles amid the different apparatuses and scientific and technical knowledge structures between Colombia and Europe. The research and construction of scientific knowledge operations have become heritage elements embedded in nowadays museums.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Artículos
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Museos, naturalistas y colecciones: itinerarios científicos en torno a la creación del Museo Nacional de Colombia (1823-1889)

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Ombligados de Ananse: hilos ancestrales y modernos en el Pacífico colombiano

Por: Jaime Arocha Rodríguez | Fecha: 1999

“Los ombligados de Ananse son los iniciados en la hermandad de Araña, el dios y diosa de los pueblos fanti-ashanti del golfo de Benín.” Con esta frase inicial, Jaime Arrocha explica la leyenda Ananse, punto de partida para interpretar una serie de vínculos entre las culturas de África y América, específicamente las culturas negras del pacífico colombiano. El autor explora las historias de supervivencia de los pobladores de Baudó y se enfoca en la reconstrucción de genealogías, procesos de desplazamiento, enfrentamientos entre negros e indígenas emberaes y la aparición de símbolos rituales compartidos con las culturas africanas. Ananse representa, según Arrocha, las múltiples redes significativas que se encuentran en los sistemas de representación de la cultura negra desde las raíces africanas y que se relacionan con los problemas contemporáneos que enfrentan las comunidades negras colombianas: paramilitarismo, discriminación racial y política, etc.Finalmente, en los cuatro capítulos, el lector encontrará distintos personajes e historias en las que se ilustran los escenarios y modos de vida que sustentan la convivencia de los habitantes del pacífico colombiano.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Libros
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Ombligados de Ananse: hilos ancestrales y modernos en el Pacífico colombiano

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La guitarrería popular de Chiquinquirá

Por: Andrés Pardo Tovar | Fecha: 1963

Como parte de las investigaciones llevadas a cabo por el Centro de Estudios Folclóricos y Musicales de la Universidad Nacional de Colombia, Andrés Pardo Tovar y Jesús Bermúdez Silva presentaron este estudio en el que se rastrean los orígenes y características generales de la tradición artesanal artística en la fabricación de instrumentos musicales de cuerdas (cordófonos). Como escenario de estudio, los autores toman a Chiquinquirá, pueblo que cuenta con una amplia trayectoria en la producción de artesanos y músicos populares. Asimismo, presentan como trasfondo la relación entre los instrumentos musicales mencionados y la psicología del pueblo colombiano, pues la continua interacción entre estos elementos es clave para comprender el sentimiento criollo de los trovadores y campesinos. Entre los instrumentos estudiados, los autores se concentran en la bandola, guitarra, tiple y requinto, y en sus características generales, morfológicas, acordaturas, historia, fabricantes e incidencia en la consolidación de la poesía popular colombiana. Finalmente, la publicación incluye un apéndice de fotografías documentales en las que se muestran las etapas de procesos relativos a la fabricación de los instrumentos musicales, así como los actores y ámbitos populares en donde se da esta tradición.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Libros
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