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Habla Víctor Vázquez de metales en estos versos. Enlaza así con su poética anterior, de delicadeza heridora de anzuelos. Herrumbre, escamas de dureza metálica, armaduras sobre la piel. También pronuncia un osario que recubre los tejidos blandos que son el yo, el cuerpo amado y el poema. Sin embargo existe, en las córneas de este Valeria o el vértigo, el metal que se escinde sin aristas en la maleabilidad de su fórmula. Mercurio. Azogue, plata líquida, es unidad y corpúsculos con un sólo movimiento de escisión. Así el poema da versos que se lanzan como balas liquefactas y sinuosas. Así también el cuerpo de la amante se desprende de su parte desde el todo y pare. El poeta es rey que se despoja del armamento fiero para asumir una cierta pérdida y abdicar. Llega el relevo de la sangre a través de la sangre y no es nada en lo que edipicar ni con lo que electrizarse. Sólo asume la curiosidad de los límites: la piel de la madre es ahora la piel de la hija y la piel de los ojos y el...
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Valeria o el vértigo
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Cuando todos soñábamos con Ornella Muti
La potencia que ejercen los primeros años en el recuento de nuestra historia, la marca indeleble y condicionante que llevaremos a cuestas, para bien o para mal, la pugna recóndita y freudiana que ora exhibimos, ora solapamos, dependiendo de nuestras imprevisibles circunstancias, es motivo central de este nuevo poemario de Juan José Vélez Otero donde la vida, que es el tiempo que son todos los tiempos, es también una murga esperpéntica y a veces patética, una fábula emocional, un anecdotario lírico que, en la voz de este poeta, adquiere una dimensión universal. Habla un hombre con todas sus verdades, con todos los complejos, con todas sus angustias, con todos los quebrantos, con toda su ironía, con toda la nostalgia, con todas sus mentiras.
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Cuando todos soñábamos con Ornella Muti
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Peregrina
Como niña refugiada, siempre he tratado de encontrar mi propio “hogar”. La poesía es entonces mi escape y mi sustento a la vez: uno dos fuerzas opuestas a través de la poesía y el trabajo para encontrar mi “hogar”. Peregrina entonces se acerca a la inmigrante y a su experiencia, ya que esa migrante soy yo. Las lectoras sienten que mi poesía nace de adentro porque soy yo a quien expongo, y se ven reflejadas en ella. Mis escritos y mi trabajo se entrelazan así en un solo espíritu. Escribo su vida (así como la mía): la he visto, la he escuchado, he llorado lágrimas con ellas. Me he sentado en los tribunales mientras esperan noticias de sus casos de asilo, muchas veces terminando en órdenes de deportación, y ahora quiero compartir este horror con el mundo; sin embargo, también quiero comunicar su interminable alegría, su esperanza en la misericordia ajena. Quiero divulgar la voz que nadie escucha de esta increíble población. Esto es lo que escribo y el por qué lo escribo. Mi poesía...
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En el oído azul de la espesura
El Premio Hispanoamericano de San Salvador se ha convertido en un referente para la poesía en español. Pese a su corta trayectoria, el galardón es ya un clásico para los poetas hispanoamericanos. Uno de los efectos de este nuevo libro de Víctor Rivera es lograr que el desamparo humano —la profunda y radical desolación de vivir, con sus maravillas y terrores— aquiete sus aguas, gracias a la música verbal que posa la mirada sobre la naturaleza, cuando la voz dibuja con sus visiones los contornos íntimos del horizonte, y por ese gesto primordial la existencia de todo se reconoce. Y lo contenido por el aliento, escena tras escena, modula con su cadencia visual las turbulencias del paisaje hasta la calma misma que penetra la mirada. Se trata, por supuesto, del propósito de establecer un lugar en el mundo, de estimar la naturaleza por su condición plenamente humana, como un hecho del lenguaje. Configurar así la imagen del universo es habitarlo como ritmo, y el poeta verdadero lo...
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Todos los cuerpos, el cuerpo
En Todos los cuerpos, el cuerpo, Jesús Pacheco nos invita a adentrarnos en un laberinto ecfrástico que puede leerse al tiempo como un autorretrato en verso convexo, como una acuarela que evoca el mundo perdido de la infancia y como un óleo pintado con los trazos del desgarro existencial. El combate entre cuerpo y escritura, plasmado en una atmósfera envolvente y llevado por un ritmo poderoso, muestra la identidad de un yo en progreso y la construcción del proceso discursivo. He aquí, en fin, una voz original que ya no es la suma de distintos ecos formativos, sino la decantación de un estilo en el que se funden la plasticidad visual, la imaginación fulgurante y el examen de conciencia. Apenas cruzado el umbral de los veinte años, Jesús Pacheco abandona con este libro el brumoso limbo de las promesas para instalarse en la tierra firme de las evidencias. Pónganse delante de un lienzo en blanco (medidas recomendadas: 34 x 29 centímetros) y atrévanse a mirar.
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Imaginar un hijo
Los romanos tenían por costumbre delimitar un sector del cielo (templum) para contemplar el paso de las aves y descifrar en el quiebre o simetría de su vuelo algún mensaje destinado al humano. En ese paréntesis se mueve este libro; busca en lo abierto una explicación a lo cerrado, oxígeno en el pavimento roto o la ausencia que hace posible la existencia; se le escribe a un hijo inexistente y que sin embargo estructura esta forma de observar aurática, silente y abierta. La huella de un fantasma. Ante la plaga de traders, sujetos “desmembrados por el mercado”, el autor se pregunta “¿De qué animal es todo este pelo que pierdo?”, “¿Estoy abierto o cerrado?”. Cuando Rilke dice “con todos sus ojos ve la criatura lo abierto” se hace la misma pregunta por la categoría de lo humano: lo abierto se opone al mundo de las formas, de las que el animal, la bestia, vive libre. En este libro el humano alienado se animaliza, queda atrapado en un presente constante, supera la muerte en tanto sus...
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Imaginar un hijo
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Plegaria
Plegaria es un canto al vacío, la soledad, el miedo y el desarraigo. Es también un alivio y una búsqueda de la emoción “seca, natural, pura” de la que hablaba Vallejo. Lo perdido se recupera en el poema, y el poema es lo que queda cuando todo lo demás se va. En su segundo libro, la autora cubana habla con Dios citando a Nietzsche, rememora el asesinato del revolucionario africano Patrice Lumumba y reivindica la capacidad de soñar como la última puerta de entrada a los paraísos perdidos. Según el jurado que la declaró ganadora del Premio Ruiz Udiel, Plegaria “revela las coordenadas de una memoria fracturada que se recupera en la voz poética”. “Es el testimonio de un mundo que se desvanece y de una patria que se llena de sentido en la palabra y de unos recuerdos donde la poesía dialoga con su tradición y con un presente de euforias e incertidumbres”.
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Porcelanas
Leer Porcelanas es emprender un recorrido o si se quiere una aventura por un museo vivo, donde logramos casi saborear el mango dulce o ver de lejos el mar del Puerto de Vallarta. Mientras, llenos de pistas y relatos contados en diferentes tiempos, presenciamos el rodaje de una cinta grabada con letras. Los lectores serán espectadores invisibles de obras que nunca han visto luz, que relatan no sólo las circunstancias que Charles Cros o María Polydouri vivieron, sino de su misma creación o esencia. Es decir, lo que va a atestiguar el lector de Porcelanas, no sólo son escenas inéditas de la vida de estos significativos personajes, sino imágenes, que sólo sabe hacer la poesía universal, de lo cotidiano. Este libro es un portarretrato de lo absoluto y de lo cotidiano, de lo histórico y lo contemporáneo; digamos que está vertebrado por sus presencias, pero también por sus ausencias, por sus encuentros, pero también por sus desencuentros, como una cartografía que se desvanece. Narrado en...
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Lo que tarda algo en irse
¿Quiénes son los descendientes de los maestros del haiku? Uno piensa que deben estar en Japón o en otras latitudes, y no sólo eso, que deben ser ancianos y barbudos. Pero no. Los tenemos en Latinoamérica, y Lucía Vargas es una. Basta abrir este libro para comprobar que ella posee la mirada entrenada del sabio, que sabe comulgar con la naturaleza, que doma los símbolos y que cuenta con una precisión verbal y una sensibilidad insólita. Lo que tarda algo en irse es su primer poemario, un libro hecho con nostalgia, lágrimas, asombro y amor, que se centra en el movimiento perpetuo y en la imposibilidad que tenemos de detenerlo. No es por otra razón que en uno de los poemas más memorables de esta colección escribe: Ahí en ese rato que se queda es donde quiero vivir siempre: el momento antes de volverme otra cosa, el minuto antes de la pérdida, el instante antes del miedo. Es en ese “ahí” donde está ubicada la casa de la poesía. Y Lucía Vargas lo sabe. De ahí ha recuperado las...
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Lo que tarda algo en irse
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Poemas sordos
Hellen Keller, escritora sordociega estadounidense, afirmaba que las cosas más bellas solo pueden sentirse desde el corazón. Victor Hugo, poeta y novelista francés, aseveraba que la incurable sordera es la de la mente. De la mano de estos dos autores, María J. Mena nos invita a adentrarnos en Poemas sordos, su segunda aventura poética, en la que ha unido corazón y mente en un hilo secuencial de melodías y acordes. La autora indaga acerca de las relaciones que existen entre el ser humano y su entorno, siendo el amor el foco de buena parte de los poemas, que aborda de una forma liviana y sutil en algunas ocasiones, y tempestuosa en otras. Además, explora la incomunicación y la paradójica dificultad, consciente o inconsciente, para discriminar mensajes, en un mundo invadido por el ruido de fondo y la estridencia. Poemas sordos no hace concesiones. Nos zambulle en apnea en una composición límpida y etérea, en la que cada estrofa se armoniza con el ciclo vital y evoluciona desde el...
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