Estás filtrando por
Se encontraron 1475 resultados en recursos
La dureza de la temática que se aborda en estas páginas y el dolor que conlleva, se matizan en la sección Sueños, Imágenes y Símbolos con una selección de poemas de autoras colombianas.
Fuente:
Biblioteca Digital Feminista
Formatos de contenido:
Otros
Compartir este contenido
Habla la amada ausente
Copia el enlace o compártelo en redes sociales
Tierra de promisión
José Eustasio Rivera fue poeta antes de convertirse en novelista y ser una de las principales voces de la denuncia contra la explotación cauchera. Con la poesía empezó a ganar reconocimiento de figuras como José María Rivas Groot y Miguel Antonio Caro, sin cuya aprobación y recomendación posiblemente no habría publicado este libro. Tierra de promisión fue el primer compendio de la obra poética del escritor huilense. Apareció en enero de 1921, en Bogotá, bajo el sello de la Casa Arboleda y Valencia, de Miguel Santiago Valencia y Abelardo Arboleda, editores cercanos a Rivera y promotores entusiastas de su obra.
Esta edición de 123 páginas incluye 55 sonetos que Rivera escribió a lo largo de casi una década durante sus viajes y recorridos por el sur del país. La contraportada incluye una lista de futuras obras del autor a publicar (el segundo volumen de Tierra de promisión, el drama Juan Gil) y de otras que estaban en preparación (el tercer volumen de Tierra de promisión, un poemario titulado Los cantos, y los dramas Los escarabajos, Las arrepentidas y El virrey). De esos proyectos, sólo Juan Gil llegó a la imprenta, y ya cuando su autor no estaba vivo. El libro también incluye una fotografía de un joven José Eustasio Rivera, que tenía 33 años cuando publicó el libro, y una dedicatoria a sus padres: “Padres míos: A perfumar vuestra santa vejez va el primer retoño de este arbusto que disteis al mundo”. Esta es la misma dedicatoria que aparece en el manuscrito de la pieza dramatúrgica Juan Gil, recuperado en 2024 por la Biblioteca Nacional de Colombia.
Como refieren, entre otros, Eduardo Neale-Silva (1960), Ricardo Charria Tobar (1963) y Ordoñez (1987), los primeros poemas para Tierra de promisión datan de 1908, cuando Rivera se recibió como maestro y regresó al Tolima Grande. Pese a sus dificultades económicas y el duelo por la muerte de su hermana Inesita, empezó a componer sus primeros poemas, que no solía escribir, sino que se los aprendía de memoria y los pulía sobre la marcha. Rivera dejó ver sus imágenes, texturas y metáforas recurrentes en versos tempranos como “Gloria”, “Águila andina”, “Tocando diana”, “Ante el ara” o “El mirlo viudo”, que publicó en revistas y periódicos del Huila, Tolima y Bogotá. En cartas y documentos, fechados en 1911, Rivera ya hablaba de una obra concebida orgánicamente, distribuida en tres partes temáticas (selva, llanura y cumbres) y compuesta por 100 sonetos. Serían, escribió, “descripciones de esa tierra (el Caquetá y el Casanare) que sólo conozco en la imaginación”. Para 1918 esa cifra llegaba a 168 sonetos, de los que mantuvo 55, conservando esta última distribución con la apareció el libro en Bogotá en 1921 (Neale-Silva, 1960).
Desde su aparición, Tierra de promisión tuvo buena aceptación de críticos y de lectores. Por ejemplo, el poeta Rafael Amaya escribió sobre la conmoción que produjo la obra de Rivera en la capital colombiana: “Era como si el viento de la selva hubiese penetrado de improviso en una sala hermética, donde las flores raras rimaban con los cortinajes exóticos”. Pero no todo fueron elogios, Manuel Antonio Bonilla, bajo el pseudónimo de “Atahualpa Pizarro”, criticó fuertemente al libro desde las páginas del periódico Gil Blas y acusó a Rivera de no ser un verdadero poeta, sino solo “un hacedor de versos”. Rivera contestó estas críticas con igual intensidad y también mantuvo polémicas con otros críticos como Eduardo Castillo (1921), que desde las páginas de Cromos dijo de Rivera que su “cultura mental es una deplorable deficiencia” y que era “un cantor de cosas desmesuradas y sublimes”.
Fuente:
Biblioteca Virtual Banco de la República
Formatos de contenido:
Libros
Compartir este contenido
Tierra de promisión
Copia el enlace o compártelo en redes sociales
El libro de versos y otras poesías
José Asunción Silva es considerado por la crítica como el poeta más importante de la historia colombiana. Pero al mismo tiempo, fue un autor fragmentario, de manuscritos perdidos, dueño de una obra que ha llegado a los lectores y lectoras menos por su propia voluntad que por el azar y el trabajo de un puñado de investigadores que han hurgado en archivos, publicaciones y bibliotecas de todo tipo. Eso es lo que recuerdan los poemas recopilados en este libro editado en 1954 por Ediciones Guadarrama y prologado por el poeta Eduardo Carranza, que recopila la que para muchos es la obra cumbre de Silva y que añade otras piezas que no estaban en la primera edición de El Libro de versos que la Biblioteca Nacional de Colombia editó en 1946.
El Libro de versos fue el único libro que José Asunción Silva pensó, escribió y dejó listo para su publicación. La muerte del autor truncó los planes. De regreso en Bogotá tras un breve paso como diplomático en Caracas, y a bordo del América, el barco de vapor que recorría el Magdalena, el poeta perdió gran parte de este manuscrito y una buena porción de sus Cuentos negros. Enrique Santos Molano ofreció, décadas después, una edición recobrada de los Cuentos negros (1996) y del poemario se conservan las piezas que están publicadas en este tomo.
No fue sino hasta 1923, 27 años después de la muerte de José Asunción Silva, que los poemas de El libro de versos salieron a la luz, y los colombianos y colombianas pudieron conocer mejor el universo de Silva. Este volumen es un recordatorio de ese universo, pues además de los poemas de El libro de versos —organizados bajo los apartados “Infancia”, “Páginas suyas”, “Nocturnos”, “Sitios” y “Ceniza”— se incluyen otros poemas como “El recluta”, o “A un pesimista”.
En este volumen se encuentran los famosos “Nocturnos”, recordados por generaciones de colombianos y colombianas. Para Baldomero Sanín Cano, amigo personal de Silva, los “Nocturnos” son uno de los picos más altos de nuestra literatura. Esos poemas, y otros como “Crepúsculo” o “Vejeces”, sintetizan dos de los temas centrales de Silva: la muerte y el paso del tiempo. Eduardo Carranza sugiere en el prólogo que esta obra es un reflejo de la experiencia propia del poeta bogotano, y recuerda cómo sus poemas son un eco, justamente, de su infancia, de sus recuerdos, de sus espacios, ya sea una finca familiar o París, de sus viajes y de sus preocupaciones artísticas. Anota Carranza: "Su mente pasmosamente lúcida para el análisis ha conocido todas las torturas de esa peligrosa propensión. Sólo ha logrado convertirse en el más fino instrumento del dolor. Y es, a los treinta años, el más viejo, el más cansado, el más desengañado y el más triste de los hombres”.
Fuente:
Biblioteca Virtual Banco de la República
Formatos de contenido:
Libros
Compartir este contenido
El libro de versos y otras poesías
Copia el enlace o compártelo en redes sociales
Poesías completas y sus mejores páginas en prosa
Este volumen editado en 1944 por la editorial argentina Elevación es uno de los primeros intentos por ofrecer una noción de obra completa de José Asunción Silva. Incluso apareció dos años antes de que la Biblioteca Nacional de Colombia publicara por primera vez El libro de versos, considerado el poemario más importante de Silva, por lo cual la organización de las piezas no responde a ningún criterio previo, sino a las escasas publicaciones que se hicieron de Silva en periódicos, revistas y antologías breves. En la introducción del tomo se aclara que la selección parte de una edición hecha por Baldomero Sanín Cano, amigo personal de Silva, y de los hallazgos de algunos de los primeros biógrafos y estudiosos del poeta bogotano como Alberto Miramón, que en 1937 publicó una biografía de Silva con algunos poemas inéditos; Carlos García Prada, quien en 1942 editó un volumen titulado Prosas y versos; y Germán Arciniegas, quien en 1928 sacó a la luz algunos poemas de Silva en la revista Universidad.
Como lo apunta el historiador y escritor argentino Arturo Capdevila en el prólogo, los poemas recogidos en este volumen son el compendio de una vida que estuvo desde sus primeros años marcada por una sensibilidad particular y destinada para la poesía. Si entonces los intelectuales seguían usando el neoclasicismo, con frases en latín y aferrados a las formas clásicas de composición, Silva exaltó la cultura francesa y emuló el estilo de escritores como Stéphane Mallarmé y Anatole France, rompió la hegemonía de las sílabas y el verso exacto, e instaló un humor mediado por la poesía que extendió a sus textos críticos y notas.
Este volumen refleja el estilo de Silva y funciona como un breviario de sus imágenes, sus temas y preguntas estéticas. Capdevila, incluso, llama a Silva “el esteta máximo de América”. El libro incluye no solo algunos de los poemas más célebres de Silva como “Una noche” o “Triste”, sino que también refleja la intención del poeta de sacudir los esquemas que regían la poesía de sus días y, a su vez, jugar con el tiempo, uno de sus temas centrales. Silva, recuerda Arturo Capdevilla en el prólogo a este texto, “suele volver los ojos al tiempo ido” (p. 11).
La idea del “tiempo ido” es clave para entender la poesía y también la prosa de José Asunción Silva. Capdevila escribe que Silva “(…) va al pasado. Pero no para resucitarlo. Lo viejo, lo caduco, lo que fue y está muerto, lo atrae, sí; pero él, a poco, lo abandona tan viejo, tan caduco, tan acabado y tan muerto como lo halló” (p. 11). Los poemas recopilados en este volumen permiten rastrear ese retorno sin intenciones de revivir lo inexistente. Las nueve prosas incluidas aquí tienen el mismo efecto: las revisiones que hizo Silva de Anatole France y León Tolstoi, a los que vuelve con una mirada crítica y cargada de admiración; los fragmentos de su novela De sobremesa que hablan sobre la literatura francesa; o la carta a Baldomero Sanín Cano que muestra su personalidad. “Necesito estudiar mucho y regar con toda especie de abonos violentos el jardín interior para no sentir tan intensamente el vacío de esta vida” (p. 220), escribió Silva en ese documento.
Fuente:
Biblioteca Virtual Banco de la República
Formatos de contenido:
Libros
Compartir este contenido
Poesías completas y sus mejores páginas en prosa
Copia el enlace o compártelo en redes sociales
El libro de versos
Cuando la Biblioteca Nacional de Colombia y el Ministerio de Educación de Colombia publicaron este volumen en 1946, José Asunción Silva ya era considerado uno de los principales poetas de la historia literaria del país. Esta antología reúne en un solo tomo la mayoría de los poemas que se conocían de José Asunción Silva en la década de 1940. Este tomo refleja aquello que el académico Luca Salvi (2010) llama una “geografía simbólica”: el camino que se traza entre la ansiedad por recuperar un territorio perdido —la infancia, la ternura, las personas— y la resistencia ante lo que su tiempo ofrecía.
El libro de versos fue el único libro que José Asunción Silva dejó listo para publicar. El poeta lo escribió y lo corrigió de su puño y letra, y luego, en 1895, tras el naufragio de sus manuscritos en el vapor que lo trajo desde Caracas, lo reescribió apelando a su propia memoria, como recuerda Fernando Vallejo en Almas en pena chapolas negras (1995), su biografía del poeta bogotano. Tanto el original de este libro como de De sobremesa (1925) terminaron en las manos Roberto Suárez Lacroix, primo de Silva, apenas unos momentos después de que se encontrara el cuerpo sin vida del poeta.
Aquellos manuscritos iniciales de El libro de versos fueron publicados fragmentariamente y con cambios. En 1923 la Editorial Cromos publicó un tomo con El libro de versos siguiendo la disposición de José Asunción Silva y echando mano de sus propios manuscritos. En 1945 se publicó en una edición facsimilar a cargo de la Editorial Horizontes, de Bogotá, de la que prácticamente no se conservan ejemplares: los originales y la mayor parte de la tirada se perdieron en los incendios del 9 de abril de 1948. Ambos tomos se consideran rarezas bibliográficas. En Poesías, de 1908, considerada la edición príncipe de la obra de José Asunción Silva, aparecieron varios poemas que no figuran en la edición facsimilar de El libro de versos publicada en 1945 e incluso, como lo recuerda María Mercedes Carranza, no se reproducen los manuscritos completos de ese libro.
Así pues, este tomo de poemas escritos entre 1885 y 1895 retoma ese recorrido editorial de El libro de versos y se constituye en la segunda edición de dicho libro, aparecido además cuando se conmemoraban cincuenta años de la muerte del poeta. El volumen acoge las mismas composiciones y disposiciones de la edición de Cromos y ocho piezas adicionales incluidas en el apartado “Cenizas”.
Fuente:
Biblioteca Virtual Banco de la República
Formatos de contenido:
Libros
Compartir este contenido
El libro de versos
Copia el enlace o compártelo en redes sociales
Infancia
La Biblioteca Luis Ángel Arango de la Red de Bibliotecas del Banco de la República editó en 1965 esta cartilla poética pensada para niños y niñas que recoge los poemas que José Asunción Silva le dedicó a la infancia, para varios críticos uno de los temas medulares de su obra. En un texto sobre Silva publicado en Contra esto y aquello (1912), el novelista español Miguel de Unamuno, autor de un prólogo sobre el poeta bogotano que fue reproducido posteriormente en varias antologías, comenta que “Un ambiente de niñez, en efecto, se respira en las poesías de Silva, y las más inspiradas de ellas son a recuerdos de la infancia, o mejor dicho, es a la presencia de la infancia a lo que su inspiración deben. (…) Tal vez se cortó Silva por propia mano el hilo de la vida por no poder seguir siendo niño en ella, porque el mundo le rompía con brutalidades el sueño poético de la infancia”.
En la nota que antecede el prólogo escrito por el poeta Eduardo Carranza se lee que José Asunción Silva “escribió —a más de sus hondos poemas de amor, muerte, recuerdo y misterio— algunas encantadoras y emocionantes poesías de tema infantil”. Carranza anota en dicho prólogo que la infancia es para Silva un territorio al que siempre regresa: “El poeta está solo, solo hasta ese extremo en que la soledad se parece a la muerte. Pero hay en su vida un recodo de placidez y hacia él vuelve los ojos que un momento resplandecen de ternura. El poeta piensa en su infancia, en las mañanas luminosas de Hatogrande. La campiña era un idilio verde con sol”.
La infancia como uno de los ejes de la obra de Silva también es defendida por biógrafos como Enrique Santos Molano, que la define como una edad que el poeta “siempre recordó con ansiedad y con nostalgia”, o críticos como Juan Gustavo Borda, quien en 1997 escribió que la infancia es un escenario en el que Silva “se instala en la luz de su verdad. (...) Un escenario mucho más persuasivo que el de los sepulcros abandonados y las cristianas cruces”.
Este tomo, del que no se conocen reediciones, agrupa cinco poemas: “Infancia”, “Los maderos de San Juan”, “Crepúsculo”, “Primera comunión” y “Notas perdidas”. Algunas de estas piezas, como “Los maderos de San Juan”, están entre las más recordadas del poeta bogotano. Se trata, también, de una de las primeras antologías de José Asunción Silva pensadas para un público específico, concretamente niñas, niños y adolescentes. En años posteriores se editaron volúmenes como En el colegio (1996), una antología escolar del poeta bogotano preparada por el Concejo de Bogotá, y Aserrín, aserrán, José Asunción Silva para jóvenes (1997).
Fuente:
Biblioteca Virtual Banco de la República
Formatos de contenido:
Libros
Compartir este contenido
Infancia
Copia el enlace o compártelo en redes sociales

Poemas para matar a un diabético
Hay poemas tan dulces que se los llevan las hormigas, otros podrían matar a un diabético.
Fuente:
Tufillo de poeta
Formatos de contenido:
Podcast
Compartir este contenido
Poemas para matar a un diabético
Copia el enlace o compártelo en redes sociales

Montan su lomo los astros
Montan su lomo los astros es el primer fanzine realizado por el equipo del podcast Tufillo de Poeta. A través de un taller de escritura y edición colaborativa coordinado por Mateo Guerrero y Marcia Mendieta, creamos un espacio para que la escritura de las poetas Salomé Benalcázar (Ecuador), Silvia Elena (Costa Rica) y Lauren Mendinueta (Colombia) dialogara y construyera una constelación de textos en torno a lo animal. Los poemas están acompañados por dibujos de Estefanía Angueyra.
Fuente:
Tufillo de poeta
Formatos de contenido:
Libros
Compartir este contenido
Montan su lomo los astros
Copia el enlace o compártelo en redes sociales

Poemas para surfear la ola de calor
Argentina, Chile, Colombia y República Dominicana tratan de escoger el mejor poema para soportar el calor. Quédense hasta el final porque hay un giro inesperado.
Fuente:
Tufillo de poeta
Formatos de contenido:
Podcast
Compartir este contenido
Poemas para surfear la ola de calor
Copia el enlace o compártelo en redes sociales

Poemas para bajarse el pantalón
Nos sacamos el pantalón para muchas cosas y parecería haber poemas para todas.
Fuente:
Tufillo de poeta
Formatos de contenido:
Podcast
Compartir este contenido
Poemas para bajarse el pantalón
Copia el enlace o compártelo en redes sociales
Selecciona las Colecciones en las que vas a añadir el contenido
Para consultar los contenidos añadidos busca la opción Tus colecciones en el menú principal o en Mi perfil.