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A MUJ
Jh. ectures, RIJ Y F AR.
SEIUE II f
LA ER
NOS COMPLACE
sobre manera el rPci bir constantemente,
y con especialidad de ]os Departamentos,
cartas de señoras y ¡._¡e:fioritas,
pidiéndonos suscripciones á nuestra
humilde hoja y felicitándonos por
su publicación, cartas en su mayor
parte muy bien escritas, elocuentes y
que merecerían publicarse si no fuera
por guardar 1la" tnode tia de sus autoras.
Sin emb- rgo:· esas e· rta · formnrán en
nuestro archivo una valiosa y bella colecci6n.
Se ha creído comunmente que en
Colombia, la mujt.r lee muy J'oco, sobre
todo lo serio y que no e~ amiga do
instruírse ; pero nos hemo~ per ·uadido
de que en eso hay hoy un gr ve error,
pues aunque aquí en el paí ¡ poco se
preocupa de la mujer la ociedad, ella
por sí sola se abre campo, procura instru'Írse
y lee con avidez Jos pocos pe~
ri6dicos que se editan, aunque es muy
raro el dedicado á ella; emite sns ideas
y forma una falange que hace bastante
peso en la balanza social.
Si hay algunas que poco Pe in. truyen,
ya porque no pueden 6 porque no
tienen voluntad, la culpa no es de ellas
sino de los hombres, de esos mismo
que las critican pero que no procuran
por ningún medio dar un verdadero
realce á la mujer.
N o pretendemos creer que uestra
hoja tenga para nuestras lectoras valor
alguno positivo; pero nos complace
extraordinariamente el apoyo que se le
presta día por día y po!' el cual e!'tamos
sinceramente reconocidos. E . tv nos
anima cada vez más !lar?- procurar corresponder
debidamente á nuestras suscriptoras.
AYER
Ayer, cttanclo la. ta.r. ~IJ se extinguía.
Como an sueño de glorias,
:&Iclancólica. dwse el alma mía,
.A. uelira.r tristísimas historias.
Y como ansioso busco cuanto acalle
Mi odiosa pesadumbre,
Subí á la sierra {L contemplar el valle
Del sol de ocaso á la postrema lumbre.
Se acercab::Í, la noche abrumadora,
La arde so morf n. :
T.Ja t.arde es la promesa do otra aurora,
La uochc es la pl'ome;a de otro día..
Iba e el . ol perpetuo pereO'rino
D -.1 aHo firmamento ;
Se iba, la luz. por ·u eLer· 1a.l camino,
Como -·e va <.lcl al r.ta. un pcn:samÍCl o,
Sólo una estrella signo de consuelo,
Luda en mi pro. cncia;
11a la e t.rellns del a~ml del ciclo
N o iluminan las noches do la. ausencia.
Ayer, ayer al apagarse el dia,
Uomo todo se aca.ba,
Cuanto dolor mi corazón tenía
En un rauda.l d e l(tgl'imar-, brotab!L.
Y ayer ansiaba en 1moción tan'· va,
Ante tanta belleza.,
Eternjzar la tardo fugitiva
Y hacer inolvidable mi tristeza. 1
])L 1\IEDINA ' D~LGADO.
EMPLEO DEL TIEMPO
N o es cosa baladí la forma de e m.
plear el tiempo en beneficio de ]a familia
y para que la admmistración y el
régimen interiOr ele la casa marchen en
buen ordeu, pue~ de poco !Sirve que la
voluntad sea grande, si la mujer D·J
pou al servicio de aquélla un méto o
prudente, como regulador de sus actos.
Desde luego compréndese, po r tra.
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138 LA MUJER
tarse de un verdadero axioma, que ]a
mujer indolente, la qne de~rltlña el camino
del hogar y la qne confía en los
cuidados de sus sirvientes, no responde
al elevado carácter de ~eñora de su
casa: en cambio merecen comp::t.sión,
porque al prescindir del cumplimiento
de sagrados deberes, eligem un camino
que sólo conduce á la infelicidad.
Para el orden de la casa conviene
seguir un día y otro idéntico plan, en
consonancia con las necesidades y el
género de vida de las familias; pero
como no hemos de señalar casos particulares,
fijaremos la atención en las
prácticas que constituyen reglas generales.
L!a. mafiana está naturalmente dedicada
á las compras, á la limpieza de
los hijos y de la casa, á la vigilancia
que exigen los sirvienteR, y para cumplir
ebtos cargoq, poco grave~ en apn..
riencia pero difíciles en el fondo, SA
necesita, ante todo, madrugar, porqne
de lo contrario parece corto el tiempo
y se hacen las cosas mal, apresurada.
mente, 6 no se hacen.
A la manera de útil paréntesi , recordaremos
la conveniencia de que la.
señora sepa ejecutar cuanto manlb,
pu~s, con razón, dice el adagio '·quien
no sabe ejecutar una cosa no ]a sabe
mandar."
El primer pensamiento debe ser de 1
gratitud hacia Dio , que nos permite
ver un nuevo día; y cumplida aquella
misión, convieuP. que la mujer disponga
los trabajos aludidos.
Los niños han de levantarse temprano,
sobre todo los que van á la e ·cuela
ó ~~ colegio, y previa la Jimpieza, y
luego que hayan almorzado, serán enviados
á sus respectivas clases, con cuyo
motivo se presenta á ]a madre ocasión
frecuente de f~Ígnificarles las ventajas
de la puntual asistencia y las de apa.
recer lim píos ante sus maestros y compañeros
de estudios, en térmÍLtos de no
incurrir en la corrección de los primeros
ni en la crítica ó la burla de los segundos.
La mujer cuidadosa del hogar, anota
cuantos gastos verifica y aju~ta diariamente
la cuenta de los mismos. El res-to
de la mañana puede tener cumpli:la
inver i6n en otras faenas doméstic&.s,
como, por eje mplo, en el repaso de la
ropa y en los preparativos de la comicia.
Ddspués de ét>ta, ó sea por la tarde,
hay oca ióo para pasear ó para hacer
visitas, de suerte que DO puede fácil.
mente señalarse un plan de trabajo ; y
respecto de la noche, pertenece á la íamilia;
pero no debe la señora de su
c~sa entregarse al descanso sin haber
da.do las 6rdénes para las primeras faenas
del día siguiente.
Los hijos, y sobre todo las hijas, han
de tomltr parte activa en los q teh·lceres
domésticou, sin que la. brillante posición
excluya e . ta práctica, útil siem·
pre, para todas l~s fortunas y todas las
cla. es f:ociales.
En las casas donde el orden bien entendido
impera, es co. tambre dedicar
un dí'l de la semana á la di. tribució11
de la ropa blanca entre Jos distintos individuos
de la familia.
La mujer que &igue una línea de
cond uctu basada en el prudP.nte méto.
do y en la fructífera actividad, comparta
con su · marido la gloria de difundir
el biene hr v el contento; y tanta.
parte tiene la mujE-r en Ja conservación
ó en la pérdida de ]a fortuna,
que . in su eficaz apoyo serán e té riles
los e~fuerzos del hombre, encaminados
al fomentv de aquélla.
U u proverbio alemán, dice:
"'Cna mujer y una chimenea DO
deben moverse de Ja casa."
Y aunque no hemos de aceptar en
absoluto Jo de la recluf3i6n que parece
den ucirse de e, ta.s palabras, recoriOceremos
que su fondo es exacto, pues recomienda
h. vida mode ta y poco dada
á exhibiciones que para n~da bueno
sirven.
JEREZ PERCHET. --INSENSATEZ
Qué importa que un demente
Con sólo un oplo en a.pagrr se empeñe
La lámpara del ol '? El astro hermoso
Sigue u curso q ne ninguno ataja,
Y derrama u lumbre bondado o
Sobre el mi~mo insensato que le ultraja.
VARELA.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA MUJER 1St
DEBERES
PARA CON LOS PADRES
Honra á tus j)lldresy te
honrarán tus híjo.i~.
E muy frecuente observar qno en la
educación moderna ha su:-tituído el atrevimiento
y de envoltura a\ respeto y
cariño que se deben á !os autores de
nuest.ro:J días.
Duélenos en el alma ver que muchos
niños, peqtttñuelos aúo, tratan á su"
pad~es ~e una manera iuconveuiente, y
nos 1Dd1gna mucho más que por debi
lidad de carácter ó por un cariño mal
entendido, se toleren estos resabios tan
perjudi~iales en las c~iaturas, porque
los báb1tos que se adquieren en la niñez
tarde 6 nunca se olvidan; se dice
generalmente, y es una verdad, quo el
rbol que crece to~cido nunca su tronco
endereza; y lo mismo acontece con los
niños, grábe e en sus mentes i fantiles
una idea, y la conserv~r:iu ha. ta. la
vej •z y s r{t. la coroun. de . u vida.
Por e ta razón, ~n lugc r de permitírseles
ciertas familia.ridadct-~ y atrevimientos
para cou ~· us padres, "S un
deber de é tos in pirttrles la.surni--i6n y
el más profuudo n peto que h . rmaua~
dos ccn uu santo y dulc~ c:ariño, producen
más tarde tan opimos y txcelentes
frutos.
La benevolencia y el amor que tributamos
á nuestros padres, contiene
una semilla preciosa, semilla que fructifica
en nuestros hijos, pueb con fre~
cuencia estamos viendo en l<>s mu('hos
ejemplos que el mundo nos ofrece,
cómo los hijos siguen con los padre ,
los mismos procedimientos que éstos
han seguido con los suyos.
Muchas veces he oído á mi noble y
honrado padre :
"Hija eres y madre serc1s, lo que tú
hagas, contigo harán."
Santas palabras que, grabadas en mi
alma, no se han borrado jc más. E·
una verdad consoladora y exacta; por
eso recomendamo á los padre~ que
inspiren á su pequ ñuelos tan beúéfi~
cas ideas y no sólo re('ogeráu el fruto
en el amor de sus hijos, sino sus bendi(}
iones cuan u o éstot~ sean padres y em-pr~
ndan el inmenso bien que recibie.
ron con tan bellas doctrinas.
El ser buenos hijos lleva en sí la recorn
penRa, recompensa justa y espontánea
que el mundo no puede menos de
tributar, concediendo sus alabanzas y
su admiración á los que saben desempeñ
· r tan sagrados deberes con la bondaci
y re ignación debidas.
Un ejemplo auténtico voy á citart
que por lo bello no podrá menos de ser
gruto á nuestras lectoras:
Hace pocos días asi timoe á la boda
de un Brigadier, amigo nué:tro, recién
venido de América. N o conocíamos á.
la novia, y nos maravilló ver en ella,
no una joven bella y elegante, sino una.
respetable señora de cuarenta nfios,
muy modec;ta y de agradable figura
nada más, si bien sus rasgos demostra..
han que eu la juventud había poseído
una Ringular belleza.
Hé aquí su hi:toria :
L Bonor, a ·í llamaremos á la novia,
(ptw no~ ha prohibido revelar su ver ..
dad<~ ro no m hn~); ra hij·~ de un coroo
l que mnrió en lo: campos de batalla
duraute la guPrra. civil, defendiendo los
derechos de D. o. l·}4b~l TI, dejando viuda
á su espo:a en lo má.· florido de su
edad, cuando apenas contaba 20 años
y madre de Leonor, que tendría algunos
mese·.
Pasó mucho tiempo, y la viuda se
cas6 con uu empleado de poco sueldo,
atendiendo más bien al amor que á la
conveniencÍS\.
Por efecto de este matrimonio, la.
pensi6n pasó á Leonor, como huérfana
del coronel y siguió dibfrutándola su
madre, que á la vuelta de algunos años
se vio rodeada de hijo. y con pocos recursos,
pues su marido enfermó y quedó
cesante.
Desde este momento, Leonor, de
mujer, se convirtió en el áogel tutelar
de la familia; con la pensión atendía á
sus necesidadPs y con u solicitud y cariño
á esparcir entre flllos la dicha y
bienE:star.
No hubo nunca criatura más amante
de su madre que Leonor, ni hija más
respetuosa, ni hermana más tierna y
leal.
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140 LA MUJER
Ella cuidaba de los pequeñuelos,
ella asistía á todos en sus enfermedades,
elld se hizo ca.r~o de todo::. los que.
haceres de la casa, descansanrlo á su
madre y !:onvirtiéndose, además, en
maestra de sus hermanos, á. quienes enseñaba
los rudimentos da primera. en.
sefianza y ~lgunas nociones de mú8ica
y de iuioma francés que ella poseía.
Pero no consi~ tió en esto SC\lamente
la virtud de Leonor, · o se limitaron
sus sacrificios á consaglar á su familia
su existencia y su haber ; les sacri 'icó
aún más esta noble mUJer, porque sacrific6
en aras del deber su corazón, sus
afecciones y su porvenir.
Era virtuosa, joven y bella, y fue
amada con locura por un joven ca pitán;
no pudo menos de corresponderle,
porque era uno de esos hombres tan
simpáticos y distinguidos que no se
pueden conocer sin amarlos profunda·
mente.
Du .. ante algún tiempo disfrutó las
delic·a3 de aquel amor santo y puro,
ma' llegado el momento de realiz~ r la
uni61, vio la lágrimas d 4 su madre y
de us hermanos que, pt!rdiendo su pPílsión,
quedaban en el mayor desaw paro,
y se aterró pen~ando que el sueldo
de capitán que disfrutaba su futuro esposo
no sería bastante para atender á
la subsistencia. de uua familia tan dilatada;
entonces, e&clava de su deber y
de su familia, renunci6 al matrimonio,
encerró su amor en el fondo del &lma y
se consagr6 por entero á ser buena
hija.
El capitán, desesperado y loco de
dolor, se march6 á América, de donde
veinte afios después ha vuelto ya de brigadier,
soltero aún, porque en su larga
carrer:- no ha e1.~ontrado una mujer de
las eminentes cualidades de Leonor,
evidenciadas en alto grado al sacrificar
el porvenir en alas de su amor filial.
Hoy e ·ta noble mujer ha. recibido la
recompénsl., casándose con el hom.
bre á qui~n adoró toda su vida ; y
siendo t-:n su di tioguida posici6n muy
útil á dos de sus berm~n~s. únicas que
quedaban en su numero~..(.~ familia.
No hace mucho la oímos decir: Sólo
siento haberme casado tan tarde, porque
ya no es probable que Dios conceda -
nuestro matrimonio, fruto da bendi
ci6n; es el único pesar que tengo en la
vida.
¡Ay! :Me sería muy grato tener una
hija que hiciese por mí lo que yo hice
por mimad e.
Es u a vercad: quien siembra coge,
y la semilla de la virtud y del amor
filial fructifica siempre.
FAUS1'IN.A. SAEZ DE MELGAh..
NUNCA OLVIDA QUIEN BIEN AMA
Ya que este mundo abandono,
Antes de dar cuenta á Dios,
Aquí, para entre los dos,
Mi confesión te dir·é:
-" Oon toda el al m a perdono
Hasta á los que siempre he odiado:
¡A ti, que tanto te he amado.
N un ca to perdonaré I "
EL APETITO DE LA ARANA
Sir Tohu Lubbok, b11. tanta conocido
por ~ufil curio ·os trabajos sobre los in·
sPcto., aca.ha Je publicar el résultado
de ·us :tud ios r la. ti vo~ á las :l raña .
DP pués de haber pesado cuidado ameute
vario· de e tos insectos antes y
despué8 de comer, hé aquí lo que él ha
conocido : A peso igual, un hombre
adulto, para comer la misma cantidad
que una att'a'ria, debiera t1•agarse :
2 bueyes enteros. 13 ca·rneros, 10 puerco8
y 2 ba·rriles de pescado. De hoy en
adelante ya. no diremot~, pues, un ham·
bre canina, sino un hambre arañina.
Esto :será mucho más original.
PENSAMIENTO
La nobleza es una tiistinci6n imaginaria
cuando no e. tá acompañada con
las virtudes del que la consiguió : los
títulos de honor conferidos sobre los
que no tienen mérito personal, no son
sino sellos reales estampados en metal
bajo.
RUPIAS Y MORENAS
Con la ~al <1 u e derrama
Una morena
Se mantiene una rubia
Semana y media,
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LA MUJ1!nt 141
PAULINA
Este, ~s el nombr~ de la ilustre esposa
de Seneca. Sus vtrtudes tCtcaron aiÍn
en el heroísmo. Res:1elta á no sobrevi.
vir á su ilus\ire esposo cuando fue él
condenado á. muerte por N er6n ella
imit ' ndoio, tomó un veneno par~ tur~
minar una vida llena de pesares y ama.rgura.
Mas, Nerón al sabe~ su heroísmo, y
cuando estaba ya espuando, orden6 el
que se le conserva"6 la vida · lo que
aunqu~ logró el tirano fue sól~ por un
corto t1empo, pues ni podía ella ni deseaba
conserv~r una vida de dolor que
le recordaba s1empre la memoria del
grande hombre á quien había ligado su
suerte.
CUBA
Habana, 6 -Patriotas mandados por
General G6mez, marchan triuufantes á
ProvinciaPiuar del Río, reCYi6n en donde
existen las má hermos:S plantacio.
nes de tabaco.
Parece totalmente á merced revolucionarios
línea telegráfica entre esta
ciudad y B · ta.bano; la que conerta
con cable en esta última cortada por
cu?anos al Sur de Bejucal, por con iguHmte,
cortarlas comunicaciones en.
tre Haba~a, ~íenfuegos, Santiespíritu,
Puerto P~Incipe, Manzanillo y Santiago
de Cuba, y paralizados avisos telegráficos
con Cayo Hueso, Antillas, V e··
nezuela y Panamá.
1 UN HÉROE DE NOVhLA!
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La Mujer - N. 18
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La Mujer - N. 30
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234 LA MUJER
sas y alemanas han fonnado una
liga para trabajar en favor de la.
paz, con mucho mayor razón debiéranse
unir las mujeres de todas
las repúblicas hispano-americanas
para ver de mitigar esa guerra sal·
vaje y ele exterminio-como la. lla·
ma ~lr. Cleveland-que ha orgauizarlo
el General W eyler, y solicitar
todrts, bajo sus firmas, de la
Regente de España, señora D.~'
}Iaría Cristina, que ordene á sus
genera les la suspensión de las atro ·
ciclades que cometieron Boves y
::Morillo, Sámano y otroE> tantos
vcrd ugos · de la humanidad ; rccord~
índole que, como hija, esposa
y madre que ha sido, dé pruebas
de sn. rnagnr
d sentido profnndo qne tienen tres co·
sas que hay en esto.
Estas trt's cos:1s son:
Una muJe'r, un lib1·o y el arte de es·
cribir.
EL ARTE DE ESCRlBIR
¡Escribir! Pintar el penEamiento con
un signo y fijar la. palabra pa1 a fücun ·
dar ]a. idea; fxhalar, s \Cat· ¿lfuera el
alma y grabarla en nn pare!; fij~r lo
más volátil, d( tener lo mfis fugaz, pren·
ucr lo más inr.si Llf', y condensar lo más
sutil, que es el p~n ~~miento; asimilar,
iuentificnr la materia con el espíritu;
h' cer p[1lpable lo que no tiene partes,
y dar cuerpo á lo que no tieue ni sombra,
ni a p r ieneia, ni eolor, .. i :figura,
ni consistencia; cspiri tu alizar la. mate-ria
y Ula t eri~ liz !tr el e pír· tu, dándole
cuerpo y formn para echarlo á vo~ar por
t odos los ámbitos, reproduciéndolo infinit
mente h sta llenar todos los senos
del espacio, y hacer del al ma de! hom·
b:- c el du ·. fl. o de lit it1men ida.J. Con
veinticinco caracteres llenar e1 mundo
y loa siglos, y con
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La Mujer - N. 30
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La Mujer - N. 57
Número dedicado a la conmemoración de la Independencia Nacional, enfocado en la participación de las mujeres.
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Biblioteca Virtual Banco de la República
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La Mujer - N. 57
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La Mujer - N. 55
LA JER ·
. -.
Directores: BIJ" y E' A&
SERIE IV } :Bogota, Julio 9 de 1898. .. { NUM. 55
GALERÍA DE MUJERES CÉLEBRES
------~
EusTOQUIA ÜARRASQUILLA
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434 LA MUJER
ILUSTRE MATRONA
Al presentar hoy á nuestras
an1ables lectoras el número de
esta hoja con el retrato y biografía
de una de las más nobleo figuras
del distinguido sexo de Colombia-
la decana de las inetitutoras
del país - señora doña Eustoquia
Carrasquilla, q. e. p. d., quisiéramos
tener una brillante plutl1a
para encomiar la memoria de
tan ilustre tnatrona.
Pero el convencimiento de que
cualquiera cosa que dijéramos
sería enteramente pálido ante el
boceto biogrtí:fico que de la expresada
señora han hecho las
ilustradas escritoras, señora doña
Eva Gooding de Cárdenas
y seiiorita doña Pauli.aa (}ooding,
Directoras del Colegio Pestalozziano,
nos hace guardar silencio.
:BUSTOQUIA CABB.ASQVILLA
Consuela que la gratitud pública consagre
sus cor,
de cuyos claustros han salido las
más respetables matronas de la sociedad
colombiana, y de los cuales también salió
la señora Carrasq uilla, con dotes sin
rivales, á trabajar durante veintisiete
años, sin descanso alguno, por su Patria,
á la cual lega hoy indisputables y meritísi
m os servicios.
En 1858 principió su carrera de Institutora,
fundando en esta capital una
Escuela para señoritas. En el siguiente
ano de 1859 dió á e ta Escuela nueva faz
de impulso y amplitud, y fundó, con
sus virtuosas y honorables hermanas, el
Colegio de c:La Santísima Trinidad,» el
cual, sin traspasar los lindes de la verdad
más rigurosa, ha sido el más notable
Plantel del país y la piedra miliaria
sobre la cual el Gobierno y los particulares
levantaron los ideale3 de adelanto
en el ramo de la Instrucción pública,
referentes á la educación de la mujer.
En comprobación de esta aseveración,
en r861, no obstante la guerra civil de
esa époc::t, numerosas y muy notables
damas de esta capital, entre quienes se
contaba á la señora doña Blasina Tovar
de Caro, madre del Excelentísimo Vicepresidente
de la República, y eminentes
ciudadanos de ambos partidos, entre
quienes figuraban los señores doctores
don Mariano Ospina Rodrígutz, don
Bernardo Herrera, padre del Ilustrísimo
señor Arzobispo Herrera, don Luis
María Cuervo y don José Joaquín Gómez
Hoyos, y tántos otros, dirigieron
manifestación obligante á los padres de
familia y á la sociedad, mostrándoles su
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LA MUJER 435
plena satisfacción por la acertada Dirección
del Colegio de c:La Santísima Trinidad,))
y excitándolos á darle su apoyo
moral y material.
En efecto, este Colegio vivió veintisiete
años, hasta cuando su honorable
Directora, envejecida en la enseñanza y
minada su salud por las enfermedades,
hubo de suspenderlo á instancias supremas
de su familia, bien que con pesar
profundo de la sociedad.
• • •
Y en ser, de continuo, modelo de virtudes,
sin resentirse legítimas aspiraciones,
ni levantarse la envidia por el honor
que la Nación le prodigaba, porque
la vanidad y la envidia acaso eran entonces
impotentes para disputarle merecido
galardón, fincaba el fundamento
del predominio de sus méritos relevantes,
que pudo acompañarle hasta la losa
sepulcral.
Sin embargo, como comprobante de
que no faltan profanaciones ni para el
santnario venerable de la fe y de la Re-
La señora Carrasquilla-y al favor ligión, de la ciencia y de la virtud
de súplicas muy reiteradas de nu~tro incesante de una santa matrona y eminunca
bien sentido Prelado el Ilustrísiw nente Institutora, no faltaron voces que
mo señor Arzobispo .i\rbeláez-aceptó, tildaran de superficial el Plan de estusin
descuidar, ni tampoco sus hermanas, dios y de falta de creencia en Dios á la
su Colegio privado, el nombramiento Escuela Normal dirigida por la señora
que el Gobierno nacional le hiciera co- Carrasquilla. Por fortuna, las leyes momo
Directora de la Escuela Normal de rales, que inflexiblemente se cumplen,
Institutoras de Cundinamarca, en 1874, tardeó temprano, han venido á reparar
Instituto el más notable que haya teni- semejante profanación, demostrando que
do el pafs durante el tiempo que figuró la señora Carrasquilla fué para la Esen
Sll Dirección la señora Carrasquilla. cuela Normal de lnstitutoras de esa
Puede decirse que fué esta distinguida época como el sol religioso, moral y
Institutora corno el rayo de luz que dió científico qne iluminó la historia eduvida
y esplendor á la educación de la cacionista en nuestra Patria, la cual yá,
mujer y que levantó el sentimiento del por demás, le ha impartido honor ahpatriotismo,
al respecto de la Instruc- soluto.
ción p,ública, en una ér.oca que brillará La señora Carrasquilla mantuvo acre
en l a llistoria con unánime y perdura· centada la fe católica en el corazón de
ble reconocimiento nacional. todas sus discípulas, y las enseñó á di-
En 1879, por gra\'e enfermedad de fundir y á dtfender la Religión. Fué
una de sus virtuosas hermanas, pensó ejemplo viviente p:ua la mujer colomyá
en retirarse de la Dirección de la Es- biana, á ouien le enseñó á buscar enalcuela
Normal ; pensamiento que fué tecimient~o en la ardua labor de la cnscconw
el toque de dispersión, como la ñanza, sin envidiar ni causarle mal á
ensei'\a de aniquilarlliento de tántos es- nadie, sólo prodigando el bien y hafllerzos
y de tántos sacrificios en favor liando tranquilidad de conciencia en la
de a educación pública. virtud de los sacrificios inherentes á
.e gravada la salud de su se11ora her- esta noble carrera.
ma a, se vió obligada la señora Carras- •
• • • quilla, en188o, á. presentar renuncia . . _
irrevocable de la Dirección de la Escue- Como muJer Ilustrada, la senara Ca-la
Tormal, no obstante. los esfuerzos y 1 rrasquilla era e~1 extremo distinguid~.
sú licas oficiales del ciudadano Prest- Su lectura favonta lo eran obras clástdente
de la Unión y su Ministerio, del cas: la Santa Biblia lo era de su prediSu
erintendente y lo3 Consejos fiscales lecci<_)n. Poseía el francé~ ~on ma~cada
de Educación pública del entonces. Es- P.roptedad, y sus conoc11?1entos hteratado
de Cundinarnarca y demás mtern- nos eran profundos y vanados.
bros del ramo de Instrucción pública! Como Institutora, posefa dotes sin
de la prensa periódica y de la unánime par: estaba al corriente de los progresos
opinión social, que le d.iscernía, por de ~os métod~s de enseñanza. ~ro. era
conducto del ilustre amencano, honor Institutora rutmera que acaso sirviera
de Colombia, señor doctor. Manuel An- para darse el nombre de Directora de
cíz.ar votos de predilecta distinción y Colegio. Tenía el dón de comprender
de c~nfianza y le colmaba con expre- · el corazón humano, é imprimía reflejos
sio nes de v'erdadera gratitud nacional. subjetivos á su obra educadora. No era,
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
436 LA 1\1 U J E R
pues, mecánicamente como ella dirigiera
la ensefianza. Del modo como el
verdadero artista, como el verdadero
genio da su vida y su alma á cuanto
toca, así ella mostraba cada impulso de
sus dotes creadoras etJ la educación
como una obra docente. Así lo era
como propagadora de la fe católica, así
lo era como amante de las letras, y así
lo era como Institutora.
Dama de porte honorable, serio y
sencillo, se imponía desde los primeros
instantes por algo superior, que sólo
pertenece, como privilegio, á las almas
nobles y á las altas inteligencias. Su
trato, amable y dulcísimo, era verdaderamente
sincero y modelo de exquisita
cultura. Jamás sus labios emitieron sino
el bien, la bondad y la benevolencia.
* * *
Cuanto al Colegio Pestalozziano de
Bogotá, este Instituto sabrá venerar,
con religio~a unción, su memoria, y sabrá
seguir paso á paso la enselianza de
su ejemplo.
Al derramar nuestras lágrimas sobre
la tumba de la maE:stra y de la amiga
inolvidable, hemos pensado que la gratitud
nacional levantará algún día un
monumento á la memoria de la matrona
colombiana que fué para la Patria
y para la sociedad emblema de orgullo,
de honor y de virtud.
EvA GoorH . ·G Dlo. CÁROENAS.
UNA D.:C!NA
E 1'UDIANDO MEDICINA
de Linden ha reivindicado en Alema·
nia el de proseguir sus e~tudios de Medicina,
pero las autoridades académicas
se han resistido con tesón, comprendiendo
demasiado bien el . fin que la
Princesa tenía en vista.
A pesar de todo, la Facultad de Medicina
de Berlín ac~ba de autorizar por
vez primera á las mujeres para seguir
los estudios.
Desde hoy en adelante las mujeres
podrán ser recibidas hasta el número de
cuarenta, si bien no con el carácter de
estvdiante~, á título de aficionadas y
auditricE.s.
¡ POBB.:C LOLA!
(Conclusión)
Aiio y medio más tarde escribía Lola
á una amiga suya que estaba para casarse
una interesante carta, de la cual
copiamos los siguientes párrafos:
«Como tú sabes, hace dos atios yo
era una mujer feliz; veíame colmada de
atenciones; mi buen padre, que en paz
descanse, rodc;ábame de comodidades, y
mi corazón gozaba embriagado por el
intenso amor que profesaba á Lucas;
mas la desgracia, que siempre posa sus
pesadas alas sobre los que ve felices,
trocó mi ventura en una realidad aterradora.
« 1\Iis ensueiíos de amor, esas rosadas
nubes que embellecían el horizonte de
mi porvenir, se disiparon al soplo del
matrimonio, sucediéndoles las de tructoras
borrascas del desengat1o, y hoy
me encuentro en la siempre triste esta·
ción del invierno.
q: Sí, querida amiga: el invierno en
la vida de las mujeres es esa época en
La Reina de Portucral acaba de ter- que perdemos la ilusión, porque así
minar el segundo aüo de estudio de como el otro invierno nos presenta el
1\lfedicina. habiendo dado el examen sol opaco por negras nubes, así éste tlOs
correspon'diente ante la F acuitad de muestra el porvenir oscuro, indescifraLisboa.
ble, aterrador; como las abundantes Hu-
La Reina Amelía no tiene intención vias del invierno que inundan la tierra,
de practicar su carrera: pretende sola- así nuestras lágrimas laceran el corazón
mente afirmar el derecho de su sexo á y acortan la existencia.
la alta cultura intelectual, á la vez que 1 «Voy á relatarte la historia de mi
indicarle el camino que habrá de seguir matrimonio, y confío será una lección
en e·tos casos. 1 de la cual sabrás aprovecharte.
Parece que ha dado este ejemplo con «: Decíame mi padre: hija, no serás
el fin primordial de que la Facultad no l feliz; Lucas es el conjunto de todas las
pueda yá oponer la negativa sistemáti- malas recomendaciones que pueda tener
ca con que está acostumbrada á oponer- el hombre; ese joven jamás ha trabajase
á Jos estudios femeninos. do, pasa la vida en galanteos, y si ante
Alentada por el ejemplo, la Princesa ti aparece como un hombre lleno de
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LA MUJER 437
negocios y comodidades, todo mundo riquezas-contesté,-el amor ha sido el
sabe que es un embustero y petardista; único móvil que he tenido.
no es el amor el que lo atrae hacia tí, -
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La Mujer - N. 55
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La Mujer - N. 29
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~26 LA MUJER.
Tienen Jengua y expresión.
Lágrimas dulces y abrasadoras.
Sonri~aa de odio y de foliciiJad.
Cuando dos ojos se encuentran sin
conocerse, se saludan y pafan de largo,
comr, un hombre saluda á otro para pe-djrle
luego. .
Si se conocen un poco, se d1cen: Us·
fed lo pase bien.
· Pero si hay aJgun& confianza, se cHeen:
Adi6s.
Al tror.ezarsc dos oj lB cuyos d tH nos
son de distinto se:xo, mcd1an alguuus
palabrAs por e8te es ti lo:
Los ojos de él: No me gu~ta tu~ted.
.Jr•s de ella: Me importa poco.
Y ambos continúan tr.mquilamente
su camino.
O bien este otro diálogo:
Los do é 1: Me gusta usted muclw.
L9s de el!a: JIU graoias.
Y también continúar¡ su camino, aunqne
volviendo )o que llamamos e1 rabillo
ele!. ojo para mirarse.
E tas palabras se cruzan todos los
dias entr~ mi late de p"r ()nas.
A veces varían las especies.
pps ojos de él: E~toy loco por ti.
Los lljos dA ella: lfo será difícil que
t8 &petiazar la corona de Jaorel con que
el mundo entero adornó tu frente de
po~ta!" ·•
Yo, de · tui jardín cultivado por el
sentimiento y que anhela ser fecundado
por el sol esplPndormo de la ciencia,
he arrancado e·st:l humilde violeta para
colocarla en ]a guirnalda que se dedi·
que á tú memoria:
ADRIANO PAEZ
(Para. su hijo).
1 Páez .... ! 1 Oh Páezt poeta sin segundo,
Timbre de honor para. la patriB mía;
Hay en tus cantos un dolor profnndo·
Tiene tu gloria el esplend n del día.. '
Cuando te leo, en lágrimas me inundo;
Las musas te inspiraron á porfía.;
Con tus estrofas conmoviste al mundo,
Quien, a.l verte sufrir, también sufría.
Recorriste el camino de la. vid"
Buscando fic,res y eucontrando abrojolll;
La. dicha estuvo para ti escondid!\;
· No la pudieron contemplar tus ojo8.
Permite, bR.rdo, que al soltar mi canto,
Riegue tu fosa con mi acerbo llanto!
Del Canea sólo hago mención do Jor·
ge Isaacs y Julio Arboleda.
¿Qué puedo yo decir del autor do
María' ¿Qu6 d1jer.)n Pedro, Santiago
y Juan cnando el Hijo do Dios se
transfiguró en la cumbre del Tabor? Nada:
quedaron atónitos al contemplar
tán ta belleza, tán ta majestad!
Julio Arboleda pnso en sus estrofas
todo el fuego que él le había arrebatlldo
al Pt~racé sublime.
El gran vate dol Tolima es .José Maria
Sumper: ardiento como las playaa
en donde nació; fecundo como las campinas
quo escucharon sus primeros can·
tos; melodioso como el susurro de los
palmares que arrullaron su cuna, y juguetón
como las ondas del Gualí.
.Antioquia prei?entó, entre otros, llena
·de orgullo, al famoso Gutiérrez González,
ur .o de los hombres que más honra
dan á la litert¡tura hispano-americana.
El escogió para. inmortalizar su nom·
bre, el grttno que en más abun-iancia
produce el suelo antioqueno, aquél que
con incansable JabOl'JOsidad es cultivado
por los naturaled de allí, y le di ri.
gió los acordes más bellos de en melo·
dioso laúd.
Gut1érrez González encontró también
inspíra('Jón en la precicsa casrBda de
Aures, formada por el río Sonsón; ¡e la
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LA MUJER
no había esruchado notas tan tirrnas,
tan sentimentul(ls como lus que el trovador
an tioquf'fio le de,licó; y no las
había escuchado ni en · la~ dulces confi-
, deucias de la briFa con los helech,)s que
crecen en sus márgt-> nes, ni et e] con·
cierto celestial que las aves levantn!1 e~
sns toldos do verdura, dar do graClas a
Dios porque encontraron en dónde fabricar
su nielo!
En los lujosos oncajes · con que la na·
tu raleza viste los alt,ues que forma nntn
la selva para que sirvan de morada al
Rey de la creación, he c~n te~¡ 1Hdo yo
la modesta flor de bftt, t1lla, a la h0ra
de la alboradH, ergnir~e sobre su tnllo;
y r.l VC'r]a tnostru.r su pasmosa sen<:ill z,
he rt?citado, lleno de ndmiración, Aque
ila inimitable est.!"ofa, purto de tu privilegiádo
entendimiento. en que cantas
con voz suave y llena de armonias la
belleza de la encantlldora flor; ella, al
oír las alabanzns que le hsces, dobla
su cáliz como cuando se ruborizi\ at te
lns miradas ardiente.:; del n tro vivifi·
cador.
Perdóna, ~'cisne antioqnefi·,," que
mi inautoríztdá ~luma h \ya escrito tu
nombre, r nombre que con carn.ctcr
de luz está graba Jo en el !anal que llevan
consigo los cocuyo , para que solamente
ol corazón ]o Jea!
José Eusebio Caro nació en Ocann,
departament.o tel N Úf\ez, Manuel
M. Madiedo, J.,sé Antonio Calcan o (1)
y Joaquín Pu.blo Posada; estos cnatro
sacerdotes del templo de las Musas,
son timbre de gloria para E•l D parta.
mento que lleva el nombre del gt·an Libertador.
De Panamá. recuordo por el pronto á
Tomti-1 M. Fcuillet, kUtor de la poesía
intitula ltl A la flor clel Espí?'itu Santo, --- .---
(1) Naci6 en Cartagena. según la noticia biográ.
fiea p .blic~da en La Pat1·ia de Adriuno
Páez. Tomo l. , eL..trega del 15 de Febrero
de 1878, pi¡ina 263.
qne es un raudal de verdadera inspira·
ción.
Del M~gdalena hsgo memoria de ~f:,
e] Ct>lcdón, quien ha e m piPado su hra
en cantnr las hazanas de 1 : s héroes.
S ns himnos, licnos de amor á la diosa
Libertad, son de Jos mt1jores lau·
reles eon quo se h~m podido cubrir l~s
tu m has de Bolívar en la tierra, de Rt·
cnu rto en el espacio.
Cundinamarca ha sido el corazón de
Oolombia J'cuya fibra más Jr-lieada es
la l orsí~.
El alma SQfladora de esta podel'osa
comarca ea Bogotá.
B (l gotá !. .. Tuviera yo un let1guaje elo·
en ente para tra ·rnitirte, querido Oarlos.
toLlo el entusiasm' que de mi alma se
11 podera al nombrar la poética cindflt1
s~ntnario de mis más caras ilusiones!
Yo te pregnnto, amada Bogotá: ¿quiénes
son tus padres? Y tn belleza me res·
pon de:
- Bny el fru.to de los ardiente.~ amo·
1'88 que tu·vo ol Sol con una. náyade.
-Dí me, ¿ po1· qué vi es n uut\ me"
seta tan elevada?
-Porque ile"eo q'ue el Haced01· me
contem¡de .funto á EL.
-¿Para qué escogiete po1· lecho un
bosqt o de laurel?
-Si no hubiera sido así, no habría
tenido rnodo de cafEi1· con .r;us inmm·cesibles
lto_jas las frentes altaneras de mis
grandes!
-¿Uuéntame por qué el Funza va
sin ct1anr murmurando tn nombre?
-Ah! po'rque todo enamorado va r~·
pitiendo paso, muy paso, el nombre d~
su amada.
-¿Quién puso ]as fHldas de los Andes
p:1ra que reposes tu cabeza?
-El Amor y los Genios quisüron
e1'me con la sien 'recl i·nada sob~re una
de la.q más imponentes obras del St¿pt·e'
lno Sér.
-¿.P(lr qué 1 s ondas de tu rabiotm
Ter!uenJam~, en vez de sepultarse en el
abismo se elevan al infinito convertidas
eu vapores?
- P01·que ellas no quieren tnorir sin
vet· y adu~i?·m· desde las alturas 1ni angelica,
l belleza.
-¿Para qué pusiste á tns pies e~a in·
menba sabana cubierta de agrestes flo·
recillaa? ·
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LA MUJER
-Para d1:.~traer rni v1:sta pflsPánd,Jla
por eso.f4 cmnpns. cU.'l/()S dt.vinns colore.~ lle·
von inefables encantos á mi e.qpíritu.
-¿Por qué las tempesta les nunc~ se
desatnFl en tns altí~imas montif'las?
-Porque las tempestades temen despertar
mi suefío.
-¿ P0r qué nacen en tu seno loa azahares?
-Porque ellns son el emblema de 1ni
pureza sin 1'_quat.
Bogotá! V1rg •n hechicera! Yo en tns
Han u ras pasé mi niflez; en u no de tus
verdes gramales mi buena madre levantó
la cabana en donde fui fuliz, y¡ quién me
hubiera dicho ent'Jnces, rumoroso Fucha,
testigo de mi~ juegos infant1les,
que esa edad plácida y tranquila se irí ,
como sus crist..s.linas aguas, nsbalando
por entre el verjel de il usiones que
nue¡:~tra misma corriente fecnndó!
¡Oh Bog ltál d etrá~ de tu serran1a
está el escuálido astro de la noche
agua ruando el i nstun te en que el Sl 1 se
oculta, para Sl\lir á contem~,l.,.rtc, ¡ virgen
sed nctnr d per•> él huye n n tes de
que e1 ostro rey apar<·za en el Orie nte
y lo en cuentro en esos dulces y npacible
coq u .taos.
El m•rto, el heliotr .->po, el jl\zmín y
la violet a lucen en tus j \rtl i ncs ex ha htn ·
do los m' s frugtm tes perfumes que t e
em briHg}tn.
J) é o~,icodo Roj \S, Jo 6 Mnnnel Marror¡
u1n y mil poetas rnái han a lzado
sus e m tos hasta el limpillo <- ielo que te
cubre.
¡Oh Oulombia! cltlía que el astro p1 e r 4
d~ su bnllo, que lo B mund 1s e ncabc n
y que reinen las tinieblas, f'H0 dín, digo,
los querubee apret d ·rán las estrofa~ de
tus ba · dos, e m f•l objt.:to de repl1 ttrlas
por los ain•s, uHHo~ todoe, para extasiar
á Dios!
J. MALD ONAUO PLATA.
Bogotá, Julio 7: 1895.
Legumbres crudas.
Tocante á legu m brea crndns en c on·
tramos ~n el Oonsefero Doméstico oe
D. Marcos Mena el . iguieute in ter<sante
é instructivo cupítulo, qne copiamos
al pío de la letra:
"Los it1 lianos comen l11s habas crndas.
En Itblia Jos c&zadorea no llevan
much'l.a veces en su morr ~1 sino pan y
vi no, y cloncie encuentran un sembra·
d1o de h'ihas, hacen con e\las un magnífico
a'm•Jerzo.
" Los franceses romen las arvejas, y
los alPmanes además lta zanahorias crudas.
Lo mismo sucede con el maíz tierno
tomado de la mata; pero no guardado
uno 6 dos días, 6 duro, porque
pierde entonces todo sn valor. El maíz
ha de estar con loa granos h\nchaditos
y que salte la leche, para que sea flgradlible.
Lu habas y demás legumbres.
para tomarlas cruda~, necesitf..n dos
condi~ ! onea: 1.a, acostumbrarse á ellas,
pues el sabor crudo, que al principiar
á comerlas en su estado natural, se les
sientr, no es más que f~lta do costumbre,
que con el tiempo se convif_rte ~n
una verdadt> rn ptlsi6n, como hemos VISto
á muchos con las habas y el maíz
crudos, que eon las más sabrosas; 2. •,
qne estas legu m hres y hortalizas se co·
m an al pi o de la mata y tiernas todavía;
6 Ri 110, por lo meno~. recién traídas.
Onando las h tbas no tienen cresta,· deben
Cúcerst:, pues ya están d s~~hridas.
"Las arvejas tiernas, al pie de lamatlt,
son muy ligradt bles; pero jamás co·
mo el muíz, dulce y ft·osc o.
"Torlas estas legumbres son, por supuesto,
inmer1samento má8 sanas, esto·macalea
é higiénjcus en sn estado natup
ntl, que cocidas.
"Se har1 un gran bien á la juventud
»Costumbrándc,}a rles •le su más t iernito
t: dad á tom r los altmPntos en est.
tdo nntur·'l. con ¡,,s n•eno alinos y ar*
tificios posible ; en~wfiándoJa á preferir
r:iempre lo primitivo y puro á lomo·
o i ficn (io y al i na,io, y lo natural á lo ar·
tiíieial; y calificundo la salubridad de
un alimrnto en rnzón de su aproximación
al estatlo primitivo ó natural; mi·
rán oh> como m~s dnfloso, mientras
m9s diste, p 1r hts modificaciones .V artifinios,
de su sitnac16n original. Aá es
más sano un clwclo crudo que uno cocido,
y este muy superior á un ·:i hunti·
ta, que á sn vez es menos danosa que
nn pa:;tel, etc. etc.
"Las personas de e~tómago débil lo
robu.:st. cerán mucho, comit"ndo la papa
nueva con sn cortt za, 1 edén Silcad a de
la tierra, bien lavnda y en su estado naturttl.
No es tan mala como se cree. La
costumbre lo hace todo; y para los en'!
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T~ A M
fermos de diFenter1a es un alin1ento
asombrosamente clesirritante.
" Desdn q ne se guardan lRs papas,
ya no pueden comerse al natural, pr•'fque
se vuelven futrtes y pican la ga!'ganta.
"Inmediatamente que llegan las verduras
al mercado, son rociadas con
agua; si no se vnt1lven á rociar en el dfa,
se repite al siguiente ]a misma opera·
ción, y así sucesiva m en te. DPspuéa en
la C.lsa se haee lo mismo, y unn Re me·
ten en ngua. uno ó mAs días. .B-to es
horri blemen to iusa1 n bre. ( g¡ ag ua extrae
188 s ~des nuh itivhs y dt'm:l.~ p1 rt s
solubles á todas las sustancias quo lle
gan á su alcnnce; por E:1 SO no h y que
guardur los rábanc s, etr, en agua, ni ·h·;ty
que }1$,ar mucho ttempo lu }e¡ hnga. bs
pap11s y otra 1· gnmbres, an teR 1 e ( omPrlas
ó de pon lla al fuego. J. K ). Vale
más comer la ve1 dura marchita y aun
seca q-ue en descowpo!(ición.
"Pueden svbrevenir malns cmu::ecuencias
con alimento1·se tXt:lw~il'rmlente de
fnda fresca en su estado 1wtu,ral, ó d8
legumbres cruda ·:
'' 1. o Si el indit,illuo l}llC h •1 dt bU itado
su apal'Hto' 1gm-tivo Ct n comidHs <'O
cidas y cot,dnneutxd s, líquido3 co irlo
ó ft•rmen ttidos, xtractc s 6 cnncen t r tciones,
etc.~ hace el cambio muy de re
pente.;
''2. o Si la calidad de la fruta 6 legumbres
desdice de la· regl"s de la higiene;
"3. o Si e. as sustanr:ws (h gumbres y
frutas crudtts) se comen en exceso.
" La fruta iumatu ra ó p~:~sa.da aerá
altaml·nte pe judicial para todo individuo
que no tuvifre otros hábitos higi6nicos
con qué compensar 6 emasnr
en algo la mala inftuenc1a de aquélla."
JoRGE KrJICKMANN.
CONFERENCIAS
SOBRE LA EDUCACIÓN DE LA MUJER
POR MED.4 .ROO RlVAS
( Oonttnuación)
En el afio de 1810, anrlando descalza
por estos p1 a des, 1 b~ á baflarse todc,s los
, días, Cf'n las mfi~. s compafiersts de dla,
· una muchacha que no tendría la eda11
de la mayor de 'osotras, quince unos:
inocente y buena como una cerv¿. ti-
Ha, y romo ella libre, tl( gante y hermosa.
Y era la más arrojada para en-
JER
t r r achlndo á lfls pf z0s profunclfls;
se dtl~prencHa df sde lo alto de una brefia
al fondo del pozo, qu~dando ron~umida
por largo rHto h tsta que al fin ~aca·
ba su linda cabPza, y como una ninfa
ll~gaha á la rib ru; y encabPzuoa expediciones
á bu~c 11' colmenas 'n el b0sque,
ó uidoa de p~j HitoP, y mat11ba con sor·
prendente serenidad las serpientes que
á su paso encontrabu.
Esta nina era llamAda en el pueblo y
por sus amigas Lrt PoZa, rlándole por
11< mb1e (')diminutivo de Poliearpa, y
antepo 1iendo el la, Jlorqne ella se hahia.
adr¡uil'ido cierta rep•1tac ón que la
di tingnía pr r su aud1".!ia, su travesura
y S 'l S t'•)Stn m bres independientes y un
tanto nómatleB y ngrestes.
E1·a La. Pula de gt:ntJI talante, de leve
talle, formas pri moro~a" q tte apena$ ond
ul&ban el Vt'Stido, cncllo esbdt.o, rolor
de perl11; brwa de labios delgados }¡gennnente
cont aídos on los t-lXtrt mos;
n·niz r cta y levPmente ínfLun: da; ojos
grandesJ neg1·os, Rndaees y ch1spl tulles;
fron te ~:en: na) cabeza griega y suave y
tt hun io o cabdl<.1
•
La negr~ que In crió le había contado
de lllfl C}llO á SU lll!Hlt·e )a habían
c0g ido los e pafio] s en una tierra muy
dio tan te, en donde tenía su esposo, y
qne, conduciéndola con su bija en un
bu9ue, cargada de cadenas, ltt habían
trnid(' á ClirtHgena, en don< e la hHbían
vendido por esclava y le daban muchos
azotes. Ll Pola principió por odiar á
los espanoles por crueles.
La revolución de Independencia que
sacó á la colonia del blando sut no en
que había dormido por trescientos aflos,
llegó con sa ruido también á Guttduas;
pero llegó con un ruido de fiesta, di a ..
cursos á In libertad, banderas tricolores,
coronas de hmreJ> música y regocijos
(·D los diversos anivers ríos clel memo·
rabie día del 20 de J u1io . Y La Pota,
qne tenía. un corazón entusiasta, empezó
á amar la ltbertad como se ama el
placer.
Su padre era ratriota, y estaba en·
cargado de organizar Jas milicias del
putblc'; y sns hetmanos, que se educa·
han en los co legios de B gotá, cuar do
volvían á Gnad u as en Jus vacaciones
s< steníttn con calor Ja causa de lapatrin,
contra los que aun eran am;gos
del'rey.
De repente dicen: "¡Los eapalloleal"
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232 LA MUJER
Y.ce~an las fiestas; un pánico terror se
ptnta en todos }oq semblantes como en
presencia de un~l gran cala mida~· y su
P.ad re, comprometido como patriota,
t1em bla por su porvenir.
La he~oica Oartagena resiste como
Numanm11, y cayendo al fin hambrienta
y agotada cu poder del pacificador Morillo,
son fusilaclos por los espafl.oles el
Gent>ral Castillo y todos loa otros de·
fensore~, y los espafloles llegan á ser
un nombre de horror v ele muerte para
los pueblo@. "
Avanzan, precedidos de la fama de su
crueldad, y al llegar á Honda hacen
fusilar al patriota Armero, y ponen S lA.
cabeza en una escarpia á la entrada de
1~ población •. Pola siento un terror pámco
y un odiO profundo por los invasores.
La tormenta revolucionaria había
deshecho el nido en donde Pola había
pasado su dichosa y libra juventud; y al
cabo do a1gunos anos vol vemos á htdlarla
en Bogotá, mujer hermosa y llena de
atractivos.
Era la época de duelo y de tristeza
para la capital. El sanguinario Sámano
gobern,.bn con el terror, y uno á uno
los patriotas ht~ bían ido á morir á los
cadalsos. Fru t s a n tiérrer., Oa.ldas, '!'udeo
Lozano, Nicolás de Rivas y ot1os
muchos hombrt's civiles, cuyo único
crimen había sitlo eimpatizar con )tl
ca u ea de la independencia en u na época
en que la mndrc patria sufría el yugo
extranjero, hnbían sido arcabuceados;
las cabezas de Toricef! y do Torres, puestas
en jaulas do hierro á la entrada de
la ciudad; y la. mielll '$ suerte habí8n
conido los bravos ntilitares que, lidiando
con valor, habían sido hecho prisioneros
de guerra en el campe de batalla.
Duelo
Han dejado de existir en estos úttimo3
días en estfl ciudad la se flora D.~
}!arí'' Josefa Oualla. de Barberi y el se·
nor D. J U;lll Pablo Restrepo.
A sus deudos en\iamos nues~r'' manife~:
taci6n de condolencia.
Una señora
que sir m pre qncría saber Á. Fu la.nn. quién
la sirve y Fulano á quién sirve, Fulana
en qué se ocupa, Z:1tano de qué vive,
pidió á un caballero, estando en una
reunión, le prestase un libro que trataba
de las vidas de loR diez emperadores, y
él Je respondió:
-Ya lo vendí, se nora, porque soy
muy enemigo de averiguar vidas ajenas.
Circular.
Hemos recibido una de los senores
Sánchez & Oompanía, en la cual avisan
haber establecí do en la calle 10, cuadra
11 de esta cind~d, una agencia con el
nombre de El Ar1·endaclor, que ee hace
cargo del arrendamiento de fincas raíces,
comisiones, etc.
Cierta dama
valenciana. u e muy buenas condiciones,
tenía una tacha, y era que á veces hablaba
mR.s ele lo que fuera menester.
Un día, estando en un sarao, le dio
un desmayo y fueron corriendo á bus·
ear á su marido, diciéndole que su mu·
jer estaba sin habla; el cual, al oír esto,
con testó:
-Déjenla nsi, que si eso dura, será
la mejor mujer del mundo.
Charada,
Dos y dos son seiss
Decía un nino en la escuela.
Primal gritaba el maestro,
Que era nn viejo ehapetón:
Déja al fin tu cautinela
Y prepárate un jerg6ns
PorquP en Jos todo no puedes
Dormir como duermo yo.
Solución á la del número anterior:
Bogotá.
DECRETO NUMERO 161 de 1888
(17 DE FEBRERO),
sobro prensa.
(Continuación)
Al't. 5. 0 Permítase ampliamente á
todo escritor:
l. o Discutir loa asuntos de interés
público, proponer y razonar lus reformas
que e~t}me justo y conveniente se intro·
dazcau en la legislación;
Tlpograf1a de L4 Lv.s.-B<>&otá. •
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La Mujer - N. 7
A
Directores, RIJ Y FAR-Administrador, .ARCESIO ZAMBRANO
SEIUEl.' i Bogota, Noviemb1•e 23 de 1895. JNUMEB.O 7
LA MUJER
AMABLES LECTORAS:
Os suplicamos encarecidanlente
pongais vuestra mnyor atención
al artículo Una Pla,qa. que
en se~uida reproducimos. tomado
de un importante periódico extranjero.
No sabetuos su autor.
Las dos palabras á que alude
el artículo ~on, con1o dice, sun1an1ente
cortas, tan cortas, que 1a
una es un n1onosílabc>, y la otra tic.
ne apenas dos sílabas. Sin cn1bar
go, son dos palabras con Jas que
en tnuchas ocasiones, se forma
una revolución, ó se arruina á un
propietario, ó se desbarata un
n1atrimonio, 6 se hunde para sienlpre
en el abistno de la deshonra
á una honorable familia.
La n1ayor parte de las vcees
se usan más, para hacer mal que
para hacer bien.
Por lo regular, las bocas que
prouuncian esas dos palabras, son
de personas hipócritas, cobardes,
zahuneras.
Sí, de personas hipócritas, porque,
socapa de bondad ó de lt~stinla,
hieren con arma mortal á un
individuo, á una familia, y nluchas
veces hasta á un pueblo entero.
De cobardes, porq !le, quien se
cubre con el velo del anónimo,
demuestra que no tiene caracter
ni firmeza, y que tetne á quien
dirige la frase.
Y de zalameras, porque, quien
se ocupa de halagar 6 entretener
con noticias, la n1ayor parte de
lns veces falsas y calumniosas, es
porque anda en busca de migajas
de ~uui tad ó de cnriño~
Leed lo con atención, y después,
creemoF-~, rechazaréis de vuestras
relaciones á qni ;)n con la. frasesita
á que aluditnos, os quiere halagar
vuestros oídos.
UNA PLAGA
Existen .dos palabras tan cortas, que
sou pronunciadas antes que la reflexi6n
tenga ti< mpo para reprimirlas.
Tan ligeras, que vagan de boca en
boca in que se sepa sobre qué labios
se h:.1n po ado.
Tan pocle1·osas. que justifican lama.
ledicencia, a ntorizan la calumnia, asegura
u á las conciencias más timoratas,
hacen ci~oular, sin que nadie pueda detenerlas,
las habltt.durías que destruyen
laa reputacioneP, y preparan la ruina
y la dese pera.ción de las familias.
Tan malvadas, que arrebatan á. la
juventud sus alegríaA, á la vejez su dig·
ni dad y su repo..;o, á los corazones amantes
RU sencilla confianza, y á todos una
parta de su dicha..
Tan inocentes, que tienen fácil en ..
trada en todas las casas, no hay reunión
que pueda pasarse sin ellas; 8e encuentran
allí mi mo de donde parecería que
su malignidad debería hacE::rlas arrojar.
'Pan traviesas, qae animan la conversación,
desenvuelven las inteligen.
cias más obtusas, proporcionan motivos
de conver::,aciones intorminab!es á. las
personas más taciturnas.
Estas dos pnlabras son ': Se dice.
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60 LA MUJER
Se dice, sirve de máscara á un espec ..
tro de la familia de los fantasmas anti·
guos que venían por la noche á turbar
el suefio y chupar la saiJgre de los des·
graciados que escogían por víctimas.
N o es sangre lo que chupa eE.te
monstruo escondido bajo estas dos palabras
Se dice, sino la honra.
Que se presente bajo su forma verdadera.
Fulano ha hecho tal cosa ... Será
rechazado por todo hombre honrado,
y si se escucha será en la sombra, porque
se le podría pedir satisfacción de
su calumnia.
Pero bajo la máscara del Se dice,
t por qué se ha de esconder ?
i Quién es responsable 1 i Quién ha
sido el primero que ha hecho esta revelación
que mata 1 Nadie lo s:.~.be.
iN o se podría conjurar este terrible
é i1.1fatigable demonio del hogar 1
Se podría si la mentira, la malevo.
lencia, el odio, los pequeños rencores
de la vanidad fueran reemplazados en
el corazón humano por la verdad, la
ju ticia, la bondad, el amor del prójimo
...
1{as ay! este tiempo dichoso no
vendrá jamá'~, y hasta el fin del
mundo el demonio de la maledicencia
y de la calumnia reinará escondido bajo
su máscara pérfida Se dice.
Lo que sí es posible, es el no acoger.
lo nunca.
Reuníos, corazones honrados y leales,
y todos juntos proponeos:
1.0 No pronunciar jamás esa palabra
hipócrita Se dice, pues en el pensa·
miento que oculta puede e ... tar la deshonra
de una familia;
2. 0 Detener desde el principio á la
pers~nc\ que la pr?nu.ncie y pre~nnt~rle
simplemente quien es ese m1stenoso
personaje Se dice; y
;).
0 No dar créJito á lo que os sea
referido por es t e mensajero Se die~,
que hace propó ito de mentir y de burlarse
de los engañados, á los que les ha
hecho creer en sus mentiras.
LA MUJER
Después que Dio hizo el mundo
Todo armónico y perft:cto,
Desde el hombre hasta el insecto,
Desde el astro al mar profundo,
Quif\o dar de su fecundo,
Inagot ble poder
N u a va mueGtra en otro sér
Que probara su grandeza:
Hizo un tipo de bellez~
Y dio aliento á la mujer.
El hombre á veces se afana
Por la gloria, por la ciencia,
Y consume su exi tenci~
Siguiendo una sombra vana;
Mas se olvida del mañana
Y del hoy y del ayer,
Y de cuanto puede haber
Que despierte su ambición,
Si turba su corazón
El amor de una mujer.
CÉSAR CONTO.
Señores Directores de LA. MuJER.
En el número 4 de Ru simpático po ..
riódíco hemoR leído un artículo, muy
bí~u elaborado en el quo piuta su autor,
de una manera clara, qné cosa es
una coqueta. En reíllid~d de yerdad
es una b11ena pintura de tal defecto
de qt1e arlolecemos muchas, y del qne
debiéramos corregirnos, pero para lo
cual, preciso es decirlo, nece"' iti mos
que los hombres sean los primeros en
coadyuvar á tal fin.
De niuo-una manera pretendemos. y
lejos de n°osotras, semejante idea, def~
nder á las coquetas, pero sí debe
plantearse la cuestión en su verdadero
terreno.
i Por qué razón son coquetas algunas
mujeres 1 i Por qué razón ha:r algunas
n1flas que aceptan á un m1smo
tiempo las pretensiones de dos j '¡venes
y Jas corresponden 1 Bien quisié ..
ramos que un hombre nos contesta.ra
estas pr·eguu tas de una m~nera ~ atisfactoria
y para ello vamos á proporcionarle
algunos datos.
El coraz·1n de la mujer es todo sensibilidad.
Esto no nos lo pueden negar.
Inmediatamente que nuestro co ..
razón de pierta al afecto que nos de ..
muestra algún hombre, creemos sinceramente
que tal afecto es real, es
verdadero y sobre todo eterno. i Hace·
m os mal en creerlo asH $ólo teniendo el
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LA MUJER
corazón de dura roca, empedernido
por las decepciones porl.ríamos no pres ·
tar atenci,)n á las primeras fl'ases de
amor que se murmuran á nuestros oídos:
pero, aquí tenemos el prqblemaque
quisiéramos se nos descifrase. i Uómo
podtem os conseguir no dar oídos á
ninguna protesta de amor, siendo nuestro
coraz )n tal como es? i Y c6mo es
que el cot·az6n do una mujer puede
librarse de las decepciones 1 i Cómo
sabemos cuando es sincero 6 n6 el afecto
que se 11os demuestt'a? i N o vemos
todos los días á hombres de toda edades,
clases y condiciones, prodigando
demostraciones de amor infinito, que
apenas exi"ten en sus labios pero en
las que su coraz6n no tiene parte ?
i Cuántas veces no sucede que una
tierna niña) abre su coraz·)n al que
creyó diguo de ella, le presta entera
fe á sus juramento., y alimenta año
tras año las esperanzas de un halagiiefio
porvenir que con los más bellos
colol'e lo pinta su a orador. y cuando
cree llegada la hora, de prestar el mu.
tuo juramento en los nltare , su hasta
en ese momento constante ga.l~n, vuela
en busca de otra fiot·? Repetimos,
de ningnna manera pretendemos de-.
fender cÍ la·.; coquetas, pero sí deseada.
mos cono·cer las respuestas á nuestras
preguntas arriba enunciadas.
vN.A. SUSCRIPTGR •
(Comunicado).
POR LA PAZ
El comité francés de la Unión Internacional
de las mujeres po'r la paz,
ha dirigido el siguiente memorial á las
mujeres alemanas :
" Las rnuj e tes de Francia á sus he,· manas
de .Ale ·rnania : m,ad,.es, e;o,posas y hei·manas
alem.anas :
La. gu~rra. parece ya tomar su verdadero
nombre, que es a esinato, asesi.
nato tanto más bárbaro, porque él es
colectivo y es premeditado.
La inteligencia humana se revela al
fin contra e te secular y formidable
error que se llama la gloria militar.
La, vista de los penachos hace temblar)
porque dc,trás de cada ejército hay lá-grimas
y duelos. •
L~s inglesas se han dirigido á nosotras
para q 11e noa encarguemos de ci.
montar la f lianza. por la paz entre las
madres, las eRposac:;, las hermanas, las
novias de ambos paí. es y con ella hemos
crea.do nna Uoión de mujeres de
todos los pueblos para la concodia int,
ernacional y el desarme, la Unión
intf3rna.cion'1.l de mujeres por la paz.
A nuestro turno, nos dirigirnos á
vosotras y os ten·h~rnos uua m~no ami~
ga. Apoyad la lJn·ión, vosotras tam ..
bith. mujeres alemanas.
Vosotras no desearéis qne á. los vne3-
tros ~e les mate, mucho menos que ellos
matou. N u estros intereses y los vue~Jtro
son, pues, los mismos.
N o más sangre enbre los pueblos,
entre aquelfos q 'le la naturalez3. ha.
creado hermano y amigos. El planetl.
es demasiado pequeño para que en un
rincón cualquiera, bajo pretexto de
fronteras, que han levaot1.do las eonvonciones
y los o,iio ·, se dcgü llen los
hombres. L1. educaci0n de las generaft
ciones nuevas pertenece á la madres.
Unámonos para conseguir la más bella
de las victorias, b del desarme universal.
Hermanas del otro lado del Rhin,
ánimo! Cordialmente responded á nuestra
1 lamada.
Gritemo en to:Jas partes que la con.
ciencia hnmana. reprueba al fin la violencia.
Que sea P.sta la aurora. de los
nuevos tiempos."
ORIGEN DE LAS TERTULIAS
Y SUS ESPECIES
(Conclusióo}.
La plebe que ejecuta los trabajos
materiales, no se veía antiguamente
sino en las plazas para divertirse en
los espectáculos p1íblicos, 6 en las fondas
y tabernas por necesidades momentáneas,
ó en las iglesias para las
prácticas religiosas. Ocupada más en
gozar que en discurrit·, se hallaba ade ..
m:\s separada de las otras clases por
la sociedad que la cubría.
Las ..Q6Useff. Pt q f. ~on co!'
BANL · t:L ARANGO
8\&U01ECA LU IS - ANG
HEMEROTECA Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
l U MUJER
municaciones entre las varias reuniones
socia lbs, y transmigraron sus miembros
de una á. otra parta, son las siguientes
: l. • La pasión del juego,
fortísima en todos ti e m pos y lugares,
y mucho más antiguamente, como se
verá más adelante, rompió la barrera
que separaba á la nobleza del comercio;
algunos nobles no creyeron envilecer
sus armas acercándose á los comerciantes
con el de~eo, no muy no.
ble, de obtener, jugando, parte de su
dinero. Muchas familias nobles arruinadas
por las cartas ó los dados, co.
nocieron por experiencia qtle todos
los diplomas gentilicios no bastaban
para comprar una vara de paño ó una
Jibra de carne. La plebe que había
sido invitada por el!os, dejó de respetarlos
luégo que ya no los vio en carrozas,
y se hizo un proverbio : qne
nobleza sin riqueza es hun1o sin a ado.
El celibato á que antiguamente es.
taban condenados los nobles cadetes,
mientras que las muchachas noble e
sentían llamadas para el claü tro, Jo ·
impelía, no pocas veces, en egnimiento
de las bellezas plebeya ,- alida.
del palacio paterno, no de defiaban
entrar en el hogar del zapatero, del carpintero
6 peluquero, y tal vez
...... En noche umbría
Seguir á la moznela, que en ayunas
El pan sale á buscar de cada día.
Bn esta caza, la nobleza contrajo un
poco de fango, y lo que es peor, se
dej6 arrebatar muchas riquezas; ]o
que con doble ra2ón hizo dism1nuír su
crédito.
' pérdidas del feudalismo v la supersti-ci6n,
aplaudiendo los derechos del mérito
personal, no quiso dar ningún valor
á viejos pergaminos, y dijo que un
cojo no dejaba de serlo porque su abuelo
tuviese las piernas derechas, y que
por tanto debía ser más estimado un
artista, que con honrosa indu1-1tria acreditaba
su peculio, que un noble que con
sus vicios daba fin á su patrimonio.
L!:t. poesía, más atrevida que la filo ...
sofía, o 6 suponer, riendo, que las matronas
nobles no habían sido todas Lu.
crecías, y que quizá<) la mujer hizo ve ...
nir al mundo hijos menos nobles que el
marido; en suma, la pureza de la san ..
gre quedó c,ujcta á muchas dudas, aun
en 1a opinión del vulgo, el cual da siem.
pre la razón al que le hace:reír.
El aumento de los teatros 'disminuyó
el coucurso de las tertulias partícula ...
res; quedando así una misma la necesidad
de conversar, fue preciso ser menos
escrupuloso en La admi 'i6n de nuevos
miembros: antes la etiqueta exigía.
un diploma, después se contentó con un
ve tido de seda.
L~s invenciones te6ricas y prácticas
pusieron ell contacto á los doctos y á
los arti. tas : cada una de estas clases
sintió la necesidad de consultar á la
otra; la priruora para conocer los be ..
cbos, la segunda, para saber su explica·
ci6n: el docto aprendió á resp tar al
artista ; éste reconoci6 que les consejos
de aquél podían serle muy útiles.
Creciendo los puntos de comunicaci6n
y los contactos sociales, crecieron
las nece. idades riel lujo y se estendie-
Los príncipes á quienes Ja nobleza
potente había impuesto en los siglos
pasados, aprovecha ron todas ) as ocasiones
de hacer mermar sus privilegios,
fuentes de copiosa~ riquezas y
mayores vejaciones; por esto el coche
que er~L tirado por ocho caballos, lo
fue por cuatro, y luégo por dos y 1\
veces quedó empolvado en la cochéra.;
en consecueucia, se fue di. ipando la.
niebla que cubría Jos árboles genealógicos,
y Jos hacía tau grandes á los
ojos del vulgo.
1 ron; por esto los trabajadores rPcibieron
un salario menos e~caso que antes ; desapareció
poco á poco, 6 al menos en
parte, ]a desnude~ y E-uciedad do la ple.
be, y pudo conseguir un vestirlo, si bien
inferior al del rico, pero que imitó su
apariencia.
La filosofía, cuyos delitos &;on medí.
dos precisamente por las repentinas
En tal e tado de cosas, disipado el
humo gentilicio, se vio cuáles eran las
personas que concurrían á la hacienda
social y cuáles no; cada uno obtuvo
un valor de opinión correspondiente á
la riqueza ó á la habilidad de que estaba
provisto. Concedido así un grado de
estimación á la baja plebe, y deducido
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LA MUJER 51
otro á ]a. nobleza, el resto fue di vid ido
en una. prbporción gradual. El d esprecio
se reservó para los que querían vivir
á espensas de otro, chasqueamdo ó
pidiendo fa.vm·; la abominación para
los que hacían 1o mismo, ?'Obando; y
la beneficencia publica se iutore.;.Ó por
los que eran irn potentes para el trabajo,
no por falta da voluntad, sino de
poder.
La idea de que todos los matricula .
dos como posHe,jores de u u ca pi t,d real
ó 'indu trial concurrían á. h. b, ciPndü
social, y que cadi\ uno tenía necC:'sida.d
de los demá ·, hizo franqnear la puer.
tas de las t:..Itulias con mutua Vt>ntaj u.
de los concurrentes.
LECTURA DE NOVELAS -
Esta cla ·e do lectura ·e ha extendí.
do de una manera aJarmant en nue· .
tra soci .dad, y e muy posible que ha
ella se deba, en gr.!n p l'te, lo.; defectos
que frecueutemento se notan
en e 1 bello sexo.
La literatura moderna, al 1ac1o de
los muy pocos LuP.no. fruto · qne ofrece
como alimento á las intelig~ ·ncias,
]es da, en cambio, muchos, nocivo y
perniciosos: uuas vece , la novela presenta
el vicio con sus horribles caracteres,
sin velos de ninguna especie
para que. en vista de sus deplorables
1·esuJtados, el lector se retraiga de las
pa ·iones execradas en sns pPr"onajes; 1
otras, relata escenas escandalosas de
taberna, de cripciones de impódicas
bacanales, de a ·e inatos terribles v · r·o há mucho tiempo en El
Diario de esta. ciudad, ~eguros de que
no di'-gur;tarán á nuestras lectoras, al
menos en la idea.
EIJ JUEGO
''Escribir respecto de este vicio que
anonada, envilece y arra tra. al hombre
hasta la. aciedad, y que sacaba las
m:í~ sólidas bases de la , ociedad más
civil izada, es trabajo aj no á nuestra
pluma, no porque de conozcamos y
dejemos de deto tar todos los males
que ese a¡;-quer·o ·o vicio produce, Rino
porqne carecemos de la erudición snfiuieute
pnra hacerlo, y mucho más
cuando plumas á millares y demasiado
competentes, se han ocupado en diversas
vece. de ollo.
Queremos únicamente ocuparnos en
algunas cosas que respt'cto de ese vicio,
ó la sociedad cierra los ojos para
no verlas, ó las autoridades se hacen
indiferent s para corregirlas.
Si no e tamos mal informados, pa·
rece que entre nosotros varias Asambleas
se han ocnpado de tan grave
asunto y voces muy autorizadas se han
levantado ya para sostener la absoluta
prohibición del juego, ya para darlo
libre, r·ajo reglas espec]ales y absoluta
vjg-ilancia de la policía, ya que
no se puede acabar por completo con él.
Después de ser]as y acalorHdas discusiones,
fue resuelto prohibirlo del
todo en la República. Por supuesto
que se esperaba que las autoridades
todas se ocuparan sériamente y con
todo el interés posible de asunto tan
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liG LA MUJER
trascendental y grave, ya invigilando
ó haciendo invigilar para que no se
contrariara la ley, ya ca .. tigando con
la mayor severidad á los contraventores.
pero principalmente á aquellas
autoridades que no sr·lo se hacen de la
vista gorda para impedirlo sino que
son las primera.s en fomentar e~a~ casas
de degradación y en asistir á ellas.
Pero ha sucedido todo lo contrario, y
por consiguiente no sólo se h::~n burlado
de la ley, AÍno que se ha dado
mayor fomento á esos establecimientos
que se aumentan día por ella, que
no pagan ningún impuesto, qne nadie
vigila y que arruinan y desmoronan
la sociedad.
cipa.lmente á 1a juventud, hacia sus
centros, proporcionándoles di~tracciones
conRtantes, decentes y morales,
apoyando y proporcionando trabajo á
mnlt.itud de individuos que viven sin
oHcio, y, en fin, tV1tando de mil ma.
nerCJs t~ntas liigrimas, desolación y
rnina que por inexplicable negligencia
tlene la sociedad que soportar.
Rrr.
LUTO
A nte11.yer, á las el os de la tarde, falleci6
el.señor D. PLJ\.CIDO MORALF.S,
víctima de las heridas causadas por los
espafioles rn el ataque que tuvo lugar
el domingo último y de que dimos cuenDe
todo eso hemqs deduciclo: qne ta en nne~tro número anterior. Lf\ ma.
es deficiente la ley y entonces debe yor parte de nuestros mejores médicos
rAformarse; 6 qne si no se puede pro- de la capital, su familia y amigos, hi •.
hibir en absoluto ese vicio, se dé libre cieron r:uánto estaba ú. su alcance para
ya ea siqniera para qne las autorida- s~lvarle la vitla, pero todo fue inútil.
des ó la misma sociedad pueda vigi- Enviamos á sus deudos el mas sentido
larlo en algún tanio y reformarlo, ya pésame.
sea también para que el rl'esoro públi-co
pueda sacar alguna renta. (que por
. . \ d "EL DLRECHO ,, Clerto sería cnantwc;;aJ e quien debe r:.
y puede pagarlo sin deterioro de sns Saludarnos á ~ste nuevo peri6dico
inter~~es. ~ues si ,inT?orn.l pa~·ece que ha aparecido t:>n eRta ciudt.l.rl. del
dar hbre el JUego, mas mm01·al ttene cnal hemos recibido el número 1. 0 y le
q.ue ~r el permit~r qtH! á ciencia y pa.- j d(;seamos una larga vida, y con gusto
e1enma y por encuna de todo se bur- corre pondemos el canje.
len de la ley, el eximir de derechos á
una e peculación tan poco honrosa y
consentir el que á escondidas-en modio
de tinieblas-se desmoralice al
hijo, se arruine al marido y se envilezca
al padre de familia.
Y ya que hablamos de asunto tan
delicado, asunto que afecta de una
manera tan directa á la mujer, puesto
que ella es la que ufre las con. ecuencias.
ya como madre de familia, ya como
hija, ya como espoQa, nos permitiremos
aconsejar el que, así como en
Europa y los Estados U nidos se organizan
por el bello sexo socierlades de
temperancia que gastan y trabajan ~in
descanso para moralizar las sociedades,
se organicen también entre nosotros
compañías ó asociaciones semejantes.
que trabajen por aniquilar en
lo posible el mal de q11e nos ocupamos.
Esas asociaciones podrían atraer, prin-
CHARADA
Mi primera os un artículo,
:Mi seg'undn dignidad,
Pri·m,a y te'rcia una planta,
Te'rCe'ra y cua,rtrt animal:
De torres y chimenefls
Prima y cuarta es cmJidad.
El todo mi~ pies lo calzan :
i No te gusta? pues no hay más.
Soluci6n á la charada del numero
anterior : Rome7'0.
AZAHARES
En la presente semana se unieron
en matrimonio, en esta ciudad, el seflor
D . Daniel Villa y la señorita. D. •
M a TÍa Posada. Que la felicidad cobije
siempre ese nuevo hogar.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente:
Biblioteca Virtual Banco de la República
Formatos de contenido:
Prensa
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La Mujer - N. 7
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La Mujer - N. 8
Directores, RIJ Y FAR-Administrador, ARCESIO ZAMBRANO
SERIE 1: f Bogota, Noviembre 27 de 1895. JNUMEl\0 S
LA MUJER ----
NO MAS SANGRE
ENT~E LOS PUEBLOS
Este es el grito de las n1ujeres
de los dos países m~ís civilizados
del n1u odo-Fraucia é Inglaterra.
La Inglaterra, ese rneblo que
nos parece tan frío y tan insen iblc,
ha to 11ado la in ici ti va. P' ra
formar una alianza por la pnr-, entre
las nntj )res de todos lo. paí,"' es;
y como ha.lH·:in vist•> nue. tril lector:
HI, en n estro HÍmero ant rior,
las francesas á su turn0, se han
dirigido lt las alemanas eu el mis ..
1110 seutiJo. ·
i Por qué no forma.~.· esa misma
Rlianza eutre lns mujere de nuestros
pueblos? Aqn1, doudc la de ..
va~tadora guerra es crónica entre
uosotro~. Aquí, donde las lc1grin as
de las viudas y de los huérfanos
nunca dejau rle correr, porque las
anuas fratricidas jamás descansan
ae su horripilante oficio? ¿Aquí,
donde la mujer es toda sen ·ibi l idad,
toda ternurlicida.d.
Para encontrarla es mene:-:ter srguir
un ~olo camino, y el más derecho es el
meJor.
1. En qué con~i te la felicidad 1
En el dinero, dice (•1 codicio o.
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LA MUJER
En la gloria, dicen el héroe y el
poeta.
Eu el amor, dicen la mujer y el
amante.
E el poder, conte ta eT ambicioso.
i Y los medios de COfH~flguirla?
That is th (~ questión, como dijo
algún poeta ing¡é o~, que de seguro no
fui yo.
La felicidad es, pues, una cosa desconocida,
á la cual se va por caminos
desconocidos.
Se outiene á veces por casualidad,
como rifa.
Y o, con el objeto de poner á los hombres
en po itión de consrgtllr1a, me propuso
e tudiarla por RUS huellas, para
saber qué cosa. es y en d6nde e. tá.
l{e de cubierto lo siguiente, que pongo
r di po iciSu del públieo sin pedir
el privilegio que me concAde la R .. co.
pilación Grana dina, que ga n1ntiza laH
invenciones literarias y alguua ot t' a~.
Entro esas otras debe e t · r la f licidad,
porque en las invenciones 1itrra.
ria. si uo . tá.
L ·l felicidad es coja: uunc:A la be visto
subir escaleras.
Es miedó ica: porque no re~ide en casas
grandes, y porq H huye del rui lo,
como lo: perros de l<,s cob ·t .s.
]As muy a. e. da: h11ele á alhucema.
E' friolet1h : 18 gn. t< n los rineou~s.
E~ india brava : gn ta de los bo ques
y horrece las ciudades.
Es religio a, y muy religioc;:a, puesto
que alguuos la han eucontrado n los
clau tros.
M d. rugad ora insigne: cuando se despierta
tarde, es porque ha muerto.
Siendo réligio. n. tiene qne. er muy moral
: Jamás ha reciJi<.io entre los bandidos.
Los elemento~ de la felicidad son dos
yoes, uo hombre y una mujer.
A e to "e agrega gloria, dinero, poder,
en las proporcione. qn A á cada uno
le pance, eo eso está el qui ri.
Nadie aciert con las proporciones
debidas para que resulte Líen hecha la
píldora..
Mu ha gloria mata el amor; mucho
dit~ ero m,. t \ el corazón ; y poco diúero
muta la. feli.ui lad.
En cambio, mucho amor mata la glo-ria;
y sin dinero, por lo menos, no es.
per n~trrl felici lad.
i Q ~ é hacer '~ n sE mf jan te caso? To ..
mar un pm~~to en b rifa y aguardar la
·uprte.
Dicen que el prinr.ipio de ~~a rifa
está en el nr.cimiento dr.l hombre; y
por eso dicen aquellito de nacer uno de
pi t-•R, de ca b za, etc.
F,dso: i no se h· n visto algunos prín ..
cipes jorobadus cuya joroba consis~ía
precisamente en qnb no babif'ndo podi ..
clo uaeer de pies, ni siqui(Jra do cabeza.
babia u nacido en etr·éter:-t 1
En cambio, de niños felices que na ..
cieroo de pies, se ~acan vit'jos pordio eros
q.ne mueren estrellados· contra una
e. qmna.
I.,. rifa donde empieza verdadera ..
mente es en uua media hora qne tiene
cada cual en la vida, y que lo decide
todo.
Probn blemente esa m t> dia hora suena
por ~hí á los v inte años.
Al primer hervor de la sangre juvenil,
es Cl · ndo ffil te uno la m 'no en la
urn:\ al er.toria, y aca . u . u~rte.
El uno, un~ mina de oro ; el otro,
que Aacó tras él, tornó una boleta de recluta.
U u os sacan entre ~u mano otra mano
uave y blanea, la de . u amada, y hé ..
teme un p r de feli <.: es. Otro, la mano
r!e una priuce~a 6 d(' una rica ... gran
fu1icidad ! pero fea ú odiosa, gran desdicha!
y héteme dos ricos más y dos
felices menos.
Otros !:mean una corona de laurellle ..
na .ie e pina , y ahí tiene u&ted el extracto
de la glorü~.
0Lro · una cruz y se vuelven santos,
6 bieu una charretera y se vuelven ge.
nc>ra.les.
Otros agarran bien, y abren con cni·
dado la mano despuéd de que la han
sacado de la tenebro. a urna; á bren la,
digo á la luz del díit, y ¿qné encuentran 1
Dio e inmortales! No se puede decir
oi en latín, ni en griego lo que encueutran.
Ahora bien: el lector pregunta ya
c6mo le· fne en la rifa al que bobre ella
e::,tá escribiendo ?
-A mí m~ fue. muy bien: mil gra.
cias, pRra servir á usted.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA MUJER
Tt-ngo aquí, á do vc1ras de don,le
escnho. táut ,s fbre!ol, que pue lo fl.)rear
hast·_. á li:L d .Hgr .lci , qne t. una vi ja
meudig . E-.to teng'> nl o~cidente.
Al Orieoto tengo mi 1neciida. de afectos
completa. Amo y me am:1n. Cu· ndo
du~nno me vélan; cuando me ausento
me piensan ; cuando r 'O'f('SO me abrazan;
cuando muera me llorarán.
Al Norte y S t• vecinos y veeinn.¡;:,
con quienes no me tocJ.n las generales
de la ley.
Por lo demá , h:\y un pob::-t~za. lnn.gistra.
l, de la cual me río siBmpre que
me acuerdo.
Eu resumen: soy feliz; luego la ri.
queza no es iudiRpensaLle pan\ ¡;;P.rlo.
Lo que dc- seo no me h:we f,:~.lta: luego
hay un hombre qne pueda ecba.rle
un piropo á la suerte.
. Ahora bien; ipor qné n0 me ho-,t,iliza
la pobreza i .ndo, como t., t· 1 im p~ . rtinente
~ Por uua. rnz<)n mny enc .illc .. :
siempre que h<¡, V ' uiJo 9. ca. ·a l . h •3 dicho
lleváudola á mi n1 ·a.: '• aqttí hay
para to< os. "
ella, satüf l con la buena volunt
· d, me dt>ja. mi pRn libru y so va y
vu .. lve, pero torca á ir e.
Cu. ndo se le arroja. cau ·n la. juventwl. y por
::t 11 é allruuos opt· n por ·1 celibato con
su: f rí y twgm' pt r. pc{;i \' ' 1
En Autioqnin lo jóvenes mayores
rlo dit:z y ocho : ño. ·e c: \ san. En l3ogot:\
Sl~ mir ría como ltu fe •6mello el que
nn jov~n hidera tal co. a y s u ·u al y
con iente qne no coutratgan e!::te -víncuw
lo n u tes de lo treinta. · ño .
La coro arac·i6n nos revelará 1, en
apa ieu r ia, prof11udo mbterio y nos da·
rá. la ruz6n ex;.cta de por qné aquí escar.:
ean y por u.llá abund· n los m '"~tri·
monio·.
De marinero; un ancla está en tu pecho,
El corazón a,rdiente y Rntisfecho
La. edncacióu nnt.ioqu ña es práctica
por eX"t>lencia. El hijo < d pobre comQ
el dtJl rintiui,
muy bi(·n; el tenor, señor N icoli e esmeró
~u cu • uto pudo y dejó satisft3cho
al público en variá~ ocB~ion.es.
Eu cuanto á lo demás debemos hacer
notar que el vel'\tido de Guillermo
en el primer acto debiera, para otr D\llva
representaci6n, cambiarse por otro
menos vi~jo sucio y ajado; que el tri.
cornio de Fede,rico se reemplace por
otro de mejor asptcto; y q w la d~coraci6u
para el acto cuarto sea un poco
más Adecuada.
Felicitamos al señor Azzali porqne,
oyendo las quejas dol público, se ha esmerado
para. que la compañia. ejecute
mejor lat:i piezas y haya. variación en
el repertorio.
Desearíamos que no se diera función
neche tra.s de noche, pues los actores
no pu()den r e~i~tir un trabqjo tlin duro
y t· n co11. b~ntn, y por cons1gniente no
pn~-·rleu tni b j:n bien. Fner~ de que el
público también se e n'.ia y no puede
resi~tjr Huta tr r.;noch.\da.
LA SUERTE EN EL JUEGO
('1' ra.rlucción)
(Continuación)
-Ademá·, no se o' e ·capa que de~de el
momento en que voa mismo creéis haberme
of ~ndido. al ofr<="cerme una suma
de dinero, como una especie de
r~paraci6n, es un arreglo al qne, como
hombr.e de honor, me ~NÍa impo~ihle
acced~r aun cuanJo no fuera yo gentil
hom hre.
-Creo comprenderos, respondi6 el
h:H6n tnrb do, y estoy pronto á Jaros
la s·1 tiHfacci6n que exijiiis.
- Cielos ! dijo el extr!ro exist ~n á veceA tales circun t· n~
, .i·ls que puc ,Jen bt\C rimpo~ible la xis.
trn0HL simultánea de do. hombres obre
1 t.i(·rr., y aunque el uno viviese
(•n el Cáncaso y i otro :i la.· orillas del
Tíber, la soparaci6n sería i 1 uso ría e u
tauto que la. conciencia del UlJO alimentase
el peo ·amit.uto de la exü;t· ncb. de
su euemig-o. En se caso, el duelo es
una nee<·sidad para decidir cuál de los
dos debe ced<·r el puesto al otro en est3
m nodo. E11tre no otros do , lo repito,
los rie~gos no seti> n iguales, pue. toque
mi vida de niegún modo vale tanto como
la vue .. tra. Si os mato, destruiría
todo un muudo enriquecido con la& más
bellas e·pE'r;HlZ'l.S ; si soy yo quien que.
de en el puesto, habréis pue~to fin á
una vida de las r.ná~ miserables, vícti ..
ma de los m á~ amargos y de~garradores
recuerdos! E u fin, el punto esencial es
que yo, Pn ah oluto uo me doy por
ofendido. Vos me suplicasteis que salie.
se ... y yo salí.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA MYJElt
El timbre de Toz del extranjero, al
pronunciar · ~ta¡:¡ última pa)abraB, tn1Í,
cionaba una SPcreta mcrtifieac:6u, lo
que dio Iug'\r al bar6n para ~8cusarse
do nuevo, ta 1t rn6.s, dect:-\ él, cuanto
que, sin que supiese por qué, la mirada
del extranj ro lo hs~bí:~. con rnovi t o,
había penetrado b[ st.a Pl foudo. de su
alrna, á tal punto q11e Sf' h · bb quedado
sin fuerzas para soportarla.
-Pluguiera. al cielo, dijo e1 extranje.
ro, qne mi mirada, MÍ realmente os ha
cau ado esta ernor·i6n íniirna, os baga
presentir el peligro inminente que corréis.
Con la &.1 gría. en el corazón, y
con la fcdta de pn·vi. i )u dt) la juventud
marchii3 obre f:\l l?ordo de nn abismo:
uu olo golpe de hvorable y ~eréi~ pre4
cipitado sin remedio. En un~ palabrR,
estáis en l ca.miao d . onv r> rtiro~ en
un jug dor apSl>ior,ado y arruio' ros.
El barón a. cgurS al xtranj ro que
se engnñ· h }\ cornpl ·t:tment~. Le refirió
detalladamente cómo habh id o condu .
cido al juego, y pr~t, .. H ió convencerlo
que el verdadero in ti 11to del j nPgo le
era entenmentG extr ño; en tío, que
to ·Io sus deseos, e ta.ban r~ ~ducillos ti
perder doscit·ntos lui!it~s de oro, y
desde el mor lento en que viera
cumplido e te o bj»to, ahandt1naría por
completo el juego; pero qu ha.:ta eso
momento, al contrario, la suerte má.
inv;ui~ble h:.\bÍa. peHil"guido todas StAS
ten tu ti vas.
-Ah! exclamó el extranjflro, precisamPote
esta buena buerte e" la seducción
más pérfida y má~ fune ti;\. del poder
diabólico! Sí, esta bueua suerto que
preside á vue~tro jut=>go, biirÓn ! las circunstancias
que os h n determinado á
jugar, vue tros mismoR procedimieuto
y vue tra misma conducta en el juego,
que revelan muy á la& chras el interés
cada ve:z; más vivo que os inspira, todo,
todo me recuerda de un modo con.
movedor el fin desastroso de un de~gracia.
cio que, semej tnte á vo~, en más de
un detalle principió precisamente de la
misma manera. Hé aqní por qué no
podía yo desviar mi vista á vuestro aspecto
y con trabajo he podido violen.
tarme para no deciros á vi v. voz lo que
mi mirada os debía haber hecho adivi-nar:
Oh ! no alco.uzt~is á v r á los de.
monios, E xtt>nder sus gt rraq de fierro
par:\ arra. traros á Jos ildit->rnos. Hé
aquí lo q1w hubiora qnui io baC6(0S
comprE>n it!r. Mis deseo'! eran trabar co.
nocimieDto con 'fo • y á lo meno~, e~to
lo he con"t>f?:llido. E euthad la bi!üoria
rle aquel infciiz de qne oa h~ hablado :
tal vez eoton(·es os convenceréis que no
eB una quimera de mi im gim c16n el
ptJiigro con que os he amenazado y que
oH h~ prevenido.
(Continuará).
LINDAS TARJETAS
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Bajos de b casa ele tres pisos, primera
calle do Florián.
ALEJO MA"RÍA PATtio.
Fundador y propietario de'' EL PóR•
TICO."
REVISTA DE HIGIENE
Lq, acción de hablar, cantar 6 respirar
proJnce la evaporación del agua. de
la saliv~, dejando un Tf>~iciuo que se
acumula en los dientes. E-.to, junto con
las p~rtículas de los alimentos que se
intro<.lucen en los inter ticios de los
dientes, es una caw;;a consta.!lte de inlpureza
en la boca, qne produce un olor
muy dP. agradable, v que trrmina por
carear los dientes. Los dentífricos son
preparaciones, ya en líquidos, pafitas 6
polvos, para limpiar la dentadura. Algunos
funcionan químicamente y disuelven
las incrustaciones tartarosas,.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA MUJER
t&les como el ácido muriático diluído,
que tarubiéu hace df·sapa.recer el tolor
negrttzco .Y blauquea lo'! di nteF;, pt'ro
también corroe su eRm~lte v los dektruye
r&pidamentB. Su U "- O frecu Pnte e~,
por lo t11nto, muy pPrjndiciu1. L os polvos
para dietJteH que obra.n m e tánica .
mente ~on los mejores. L <:: s que Fe b:l.cen
con greoa 6 tiza prepara.-Ja y raír.
de lirio de Florencia son muy bue o~,
así como los de polvo fiJJo de caru6n
de madera. y de pan quemado. Enjuagar
la boca con u u poco de bicarbonato
de sosa di:uelto en agua templada, es
sumamente provecho o, sobro to ~ lo por
la mañana y de:- pué-; de laR comidas .
Los dientes dt>b e n limpit.Lrt:; • bien cou el
cepillo dos vece~ al día . El ce pi 1 lo debe
ser sumam ente hlaudo pare. qne no
dañe el esmalte de lo die nte s 11i la~
encías. Eojuá...,uese la boca de~pué · do
cada comida. o debij pu: ar \m afio sin
que el dent.i ta examinE:: la d "ntt\dnra.;
pue' llenando uua e~ vidad e }JU edeu
evitar fuerteR dolorc:, y nun la pé1did <
de un ctiento 6 de nua mueh1..
E~ de uma import ~ u r ia el o.r-; eo qne
se debe tener en el cabe llo. L:1. sa l disuelta.
en agu~, á la que ~e agregue nu
poco de alcohol 6 aguardi . nte dt3 caíia.,
fortal Lce mucho el cabello. E to pned e
con eguir e tambi {u lavando la cah ll Z~
cen la ytr a de uu huevo, 6 110 povo de
amoniaco líquido ech·Hio eu el agna, 6
un poco de b6r,,x disuelto; pero téngase
cuidado de lava.r y se.car de spué
perfectamente el cab'ello.
RECETA DE COCINA
PANDEROS
A dos libras de a.lmid6n de yuca,
cernido y bien eco, se le agrega una
libra de azúcar muy blanca. y nlOlirla,
siete huévos enteros y iete y mas. L os
huevos se batirán mUtbo antes de mezclarlos
á. lo demá.:~. Luégo se mezclarán
y se bechará una cucharada de agua. de
azahar y dos pocillo de manteca de.
rretlda. Se soba mucho e ta masa, después
se tapa con un paño y se deja a, í
ha ta. el otro día, que es cuando se h ~ .
cen los bizcochos y se meten al horno
en lo t!\S.
,
SENSIBLE PERDIDA
Antrayer, en la plenitud de 3U edad,
f· lled6 el joven Carlos Vergara Es·
guerra. D f1mos á sus deudos el más
sentido pé~:~ame.
CHARADA
Prim'L letra, dos un río,
Y mi todo en concLusión
Es un cuerpo imponderable,
Invisible é impalpable;
i N o es verdad ? i Tengo '"~ón l
Soluci6n á la charada del número
antct ior : ..d.lpa?·gata.
CUADRO ENIGMATICO
S e tittiír con . íla bas lo~ pnntoR de
m· nera que le ídos lo~ reuglone~ horizont:
d · v e rticf-ll n wnte, d éu: el 1. 0 el
ape llido de un Empresario t otablc, muy
querido en B ugot:Í; el 2 ° el nombre
de una cindu<.l J t,j Fraoc ·a, y el tercero
u u apellido.
UNA BUENA GRATIFICACION
f-_
1
P dn,rá á qni e n de raz<)n del parade ..
ro de nn paqu ~ te d ci( u fuertes en billetes
del B ~neo N a..ioual que se le
perdió á una sefiora en el trayecto de
las calle~ de Florián á le.~. de San Mig
Ul~l .1 21 del pre ente.
Ocúrrnse á. h A
Fuente:
Biblioteca Virtual Banco de la República
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La Mujer - N. 8
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La Mujer - N. 34 y 35
Directore-s:· R1J y F AR
LA
EDUOACION
E3 tan indispensable y necesa.
·ria la buena educación en todo
individuo, que sería materialmente
imposible vivir en sociedad sin
este requisito.
Como muy bien lo comprenden
todos, la educación y la ilustración
son dos cosas enteramente
diferentes: la una puede existir
sin la otra, y viceversa.
No vamos Ú, tratar en estas po-cas
líneas de lo que es en reali·
.dad la educación; vamos á hacer
únicamente algunas cortas observaciones
á nuestras amables lec
toras.
Muchas mujeres se fijan en la
riqueza de un hombre, en su por~
te más 6 menos elegante, en su
modo de vestir, en su ilustración r
etc., pero se fijan muy poco en s~
educación.
lT n hombre sin buena educa~.
-ción no puede ni debe vivir en
sociedad, ni se debe admitir en
parte alguna en donde haya gente
civiliza da.
Un hombre sin educación, como
hijo tratará mal á sus padres, á
su hermanos, á sus sirvientes.
Como esposo, ultrajará á su esposa
y demás personas de la casa,
. y hará de su hogar un infierno.
Como padre de familia tratará
mal á sus hijos, á sus dependien-tes,
é inculcará malos ' hábitos á.
aquellos á quienes ha dado el sér,
formando así una familia intratable.
Muchas personas, á primera· vista
tratadas, por ejemplo, en un sa·
Ión, nos parecen muy bien educadas,
porque saben disimular; pero
desde el momento en que se tiene
con ellas la menor intimidad, entonces
se dejan conocer perfectamente,
y se ve en ellas su falta de
educación.
U na mujer debe buscar en su
pretendiente, después de asegurarse
de su verdadero cariño, una buena
educación, base de toda felicidad.
El hombre bien educado aten·
derá sus con&ejos y observaciones,
nunca se alterará en demasía, jamás
hará ultraje alguno á ella
ni á sus hiios, siempre procurará
ser complaciente en su hogar, y
mostrará buen humor por muchas
contrariedades que tenga, procurando
por todos los medios posibles
la dicha y bienestar de todos
los que ]o rodean.
Si muchas mujeres E e fijaran preferentemente
en el requisito indispensable
de la buena educación en
el hombre, se evitarían muchos sin·
sabores y crueles desengaños, y
no serían víctimas de esos ogros
que debe repudiar la sociedad •
De un hombre bien educado se
puede esperar todo lo bueno.
De un hombre sin educación se
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
286 LA MU·JE.ft
puede esperar todo lo malo.
l Qué podremos decir de la mujer
á quien falte ese esencial elemento?
BIDIOULEZ Y MIMO
,,
Vicios exagerados conducen á la infamia.
Virtudes lJevadas á la exageración
tropiezan con el ridículo.
Si el vicio en la mujer es repugnante,
la ridiculez es insufrible.
No consiste el mérito en poseer buenas
cualidades, sino en desechar la vanagloria.
Virtudes soberbias son más indignas
que vicios humildes.
Siendo el ridículo apéndice uel orgullo,
toda muj~r orgullosa concluye por
rid icu 1 izar se.
Y desgraciadamente, el orgullo es
una de las tristes debilidades femeninas.
La que saliendo de baja esfera llega
á encontrarse en alta posición, se infatúa
de un modo escandaloso.
Esta deplorable manía que apaga en
la mujer sus más sednct.oras gracias,
puede considerarse como indestructible.
Muy pocas de las senoronns improvisadas
quiert\n acotdarse de su principio.
El olvido voluntario de ]o quo sa fue,
como si el n~\cer pobre 6 p lebeyo pudiera
causar deshonra, ea decepcíón antigua
tie la humanidad.
U na criada ascendida á aeflora es el
mayor tormento de las criadas.
El proverbio lo dice: no ltay peor
cufla que la de la misma madera.
Y cuando el vu1go, juez sencillo, in·
ventor de los proverbios, se toma el
trabajo de expresar en uno la citada
idea, forzoso es considerarla como verdad
infalible; porque loa dichos pro·
verbiales son exactas fotografías de algunas
virtudes, y de todoa los vicios
crónicos de la humanidad, cuya cura es
reputada como imposible.
Pero existe otra clase de ridiculez
menos incurable.
Me refiero al orgullo tonto de las nobles
scnoras que nacen siéndolo.
El origen principal del orgullo tonto
es el mimo.
El mimo, que se introduce en la
educación como un gusano en una man-zana,
y absorbe las buenas cualidades
de la persona como el gusano el jugo de
la fruta.
Voy á presentar un ejemplo de los
más comunes.
Voy á contaros la historia de mi amiga
Vir~nia.
Virginia es primer fruto de la unión
de un opulento banquero con la hija de
cierto tí tul o.
Su venida al mnndo es saludada con
el regocijo inmenso de sus padres.
Loa más exquisitos cuidados la rodean
en su lactancia.
Entra en la ninez, y su hermosura
y bondadoso carácter hacen las delicias
de la f~milia.
La nina es buena; pero notu, que au
máa ligero deseo ae eatisfaca y qu~ todo
se le consiente y disimula.
¿Cómo resistí r al menor de sus capriChos
cuando es el tesoro de sus padres?
Cree~; y su buen natural, relt1jado
con el mimo, se vicia insensiblemente.
Los criodos son las primeras victi-mas.
.
Tienen qne sufrir cuGnto ñ. la senorita
se le antoja, y ¡cuidado con desobedecerla!
·u na vez se cm pena en comer demasiudo
dulces.
Su aya no puede impedirlo porque la
nina, que va aprendiendo á ser hipócri·
ta, doju escapar sus lágrimas cuando se
ve contrariada. El llanto de la nina ocasiona
el alboroto de los papás.
Come, pues, todos los dulces que
quiere, y cae enferma.
Trastorno general en la casa.
Reunión de médicos.
Desesperación de los padres.
Por fin, sana la nina.
Se toman mil precr.uciones para conservar
an salud, y con tal motivo no se
la contradice en lo máa pequeno.
Cumple ocho anos.
Desaparecen los últimos restos de su
natural docilidad.
Ya no llora. Manda, y se irrita.
Adopta un tono insolente para ha·
blar, no estudja ni cose, y en sus enfa·
dos rompe y desbarata cuanto encuen·
tra. ~
U nas veces los papás se ríen; otras
manifiestan enojarse; pero la nífla rabia,
y aun hay que darle algo para que
ee consuele.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA MUJER 267
Cierta tarde arroja deede el balcón
nn cacharro de agua sobre los transeúntes.
Su mamá. la roprentle con severidad,
y ella se presenta en qn~ja á sn padre;
éste cree que aquella reprensión va á
quebrantar su salud, y se pronuncia
contr~ el rigor de lu. c~posa.
Por vez primera sa ro m pe en el matrimonio
la buena armor~ia.
Afortunadamente no hay más hijo~,
porque entonces tendría lugar la envidia
entre los hermanos; pasión funesta
de que tienen culpa los padres con sua
injustas distincion~~.
Si la mimada Virginia tu viera un
hermano, sería capaz de desearle ]a
muerte apenas notara en sus padres la
menor deferencia hacia él.
Cum pie catorce anos, cada vez más
delicada por su desarreglo de costum·
brea.
Considerad esta época de por EÍ in:.sufriblf',
lo que será con el carácter de
la senorlta.
Llega á su desarrollo el egoísmo de
la figura y empieza el tormento de las
modistas.
Todos los trajes tienen faltas, por ]a
propia razóu de que no sabe enhilar
una aguja.
Ouando no h11lla pretextos para incomodar,
se desespera sin saber por qué.
Pide continuamente alhaj:is y ador·
nos que destroza en ctutro días.
Su. tocador es portento de lujo y eleganma.
Una manana se levanta de mal humor
y rompe todos los frascos y botecillos.
Derrámanse los aceites y esencias, y
limpia el mármol de la mesa con un
magnífico panuelo estrenado el día an·
terior.
Se lanza á los goces del mundo bri-llante.
' ·
Los apura ein moderación ni descanso.
1 ~or fin, se hastía : y la pasada agi-taCión
y el presente tedio gastan la
robustez de su cuerpo y las vírgenes
emociones de su alma . .
, A los diez y seis anos lleva consumi-
. do un capital.
N o sabe sino deletrear novelas, destro.
zar e~ piano, criticar á las demá3 muje·
res riCas, burlarse de las pobres, y vestir
de última moda.
Los desórdenes le originan una enfer-med~
d, y sn alarmante corácter denot.a
la tisis.
Se le hace comprender, aunque yá en
vano, el resultado de sus caprichos.
Ella se desespera, quiere renir con el
mal, y al c~bo toma el p ntido de resignarse.
Se Vtlelve ·románt¡ca.
Aprende de memoria la Darna de las
qarnelias, y dice en todas partes que la
tisJB es enfermed,¡d de buen tono.
Los padrt. s no descansan de su martirio.
A cualquier pequenez uice Virginia
que se muere, y Ja casa se viste ele luto.
Ama despótica, yá no se leoipone resistencia,
y la familia cumple cegarnen·
te su voluntad, temiendo que por el menor
dh1gusto se Je deshaga de entro 1 .. s
manos.
Gasta y d spone á su antojo.
Las mnjeru3 se escandaltz n ele tal
desarreglo.
J~os prttenilientes se apartan asustados
por tal excea8 de lujo.
Pero hr\y uu hombre ba3tante tlagradado
para venderse por un dote, y Vir~
ginia encnentr1\ ovio.
Al principi > hace infinitos dengues,
l hast:-. q no, sutisf.,cha de la no-;zoza del
l presnn to espo3o, y deseosa de encontrar
. otra víctima, a.ccpta y se casan.
La voluntad de los p~dres e3 inútil en
esto como on t Jclo lo demás.
Dosde el primer dia qnio1·e gobernar
la cusa, valida de sus riqu~zas.
El espoeo se resiste, median Jos suegros,
ocurren disgustos y da principio
el infierno.
Dice Virginia que h~ arrojado sangre
del pulmón.
Todas se alarman y el marido cede.
No pasa mucho tiempo sin nuevos antojos.
Quiere comer fresas en lo más crudo
del invierno, y asegura con toda forma ..
lidad que ee morirá si no las come.
Su padre jura que haría un viaje á
Spitzberg si allí pudiese hallar :fresas.
Su marido jura interiormente que
e8tá pesaroso de su caeamiento.
Ella, á .fuerza de fingirse mala, colls~gue
enfermar de veras.
Los médicos declaran que su ayuda
yá es inútil.
Y la posición, el 1 u jo y el dinero son
impotentes para dar á la familia un
pooo de tranquilidad.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
268 LA MUJER
No ~uíero concluír el cuadro, porque
es un ' hecho que existtl, pero se puede
imaginar su conclusión.
Si Virginia recobra milagrosamente la
salud y tiene hijQs, ¿podrá ser bnená
madre?
Si por desgracia queda pobre, ¿ po·
drá su marido contar con esposa?
Si se T~ sola en el infortunio, ¿·podrá
su orgullo encontrar amigos?
Yá Teis, en un ejemulo de los más
vulgares, cómo una mujer nacida con
buen natural y con todos los requisitos
para ser feliz, causa su desdicha y la de
aquellos que Ja rodean.
L':>s padres pueden evitarlo manteniéndose
en su lugar de jefes de la fa·
milja.
Sin esfuerzo ni rigor deben corregirse
loa caprichos de la infancia pata evitar
los defectos de la juventud.
Padre demasiado débil es mal padre,
porque se convierte en juguete de sus
hijos. •
Esto es torcer una ley d&1a naturaleza;
y cuando se tuercen las leyEls naturales,
nunca van las cosajl ·derechas.
Y vosotras, mujeres, no hagáis alarde
del mimo. ·
Es falta y no buena cuaJidad.
J.Jos hombres la temen 6 Jadesprecian.
Si tra táis ·do agradar, dejaos de mimos
y ridiculeces.
'l'arnpoco olvinéis que, ~uando más
motivo se tenga de propia s atisfacción,
debo manif€starec mayor naturalidad.•
El buen talento debe tener amor pro·
pio, pero oculto; debe tener el orgullo
del bien, pero no el de la pedantería.
Y con menos motivos debe fundarse
el orgullo en la riqueza cuando no estriba
eu sentimientos 6 inteligencia, porque
E\B patrimonio en el aire.
Tened, en fin, presente, or las cubanas en la actual
guerra de independencia de su patria:
"La mujer que mandaba una fuerza
de amazonas, y á anunciad·a anteriormente,
según se afirma, ha caído prisionera
en un combate librado en la provincia
de Santa Clara. Despachos de Cienfuegos
dicen que fue llevada allí por la
guardia civil, procedente de Rodas, y
que será traída á la Habana para su
juzgamiento. Asevérase que ella atacó,
á la cabeza de sus amazonas, una pe·
quena población, donde fue hecha prisionera
por la guardia civil, después de
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LA · MUJER .. 269
llna luclía desesperada, y oua do resultaron
infructuosas las cargas que dieron
para desalojar la guarnición espaflola
estacionada allí. Esta mujer y sus
compafieras pelearon con energia salvaje,
prineipalmen te la ( primeru, la
cual, á pesar de habérsela matado el catiallo
y hallarse rodeada por las tropas,
dio trabajo inmenso á. los guardias civiles
para desarmarla, hasta que finalmente
se logró estrecharla y quitarle él
machete y el revólver que cenía."
(De Bl RepUblicano).
LA MUJER DEL ARTESANO
En el número 30 de este periódico
trazamos á grandes rasgos al artesano
de Bogotá. Hubiéramos querido tener
el ingenio de David Guarín 6 de Ricardo
Silva, de D. Eugenio Díaz Castro 6
de Vergara y Vergara, 6 .de algún otro
de aquellos raros escritores cuya pluma,
mejor qne el más hábil pincel, ha
pin~ado con los más vívidos colores los
tipos, 6 claees, 6 personas que han qu
rido hacer conocer. N os otros apenas pudimos
describir uno que otro rasgo no·
table de esa clase de nuestr sociedad.
Y creemos que nuestro trabaJo quedada
incGmpleto si no describiéramos también,
en sus diferentes escalas, una que
otra cosa notable de la mujer del artesano,
de esa de quien no se ha dicho
nunca nf\da, ni s~ preoc~pa el público,
ni el Gobierno, ni la prensa, ni nadie,
y que, sin embargo, hace gran 'peso en
nuestra masa social. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ....... .
. ¿Habéis visto esa mujer que, _-~ei!tida
con enaguas de frisa 6 de zaraza común,
con mantilla 6 p 'anol6n, y ca1zada con
blanca alpargata, mostrando un pie limpio,
blanco y bien formado, cruza las calles
muy de prisa, con sa canasto en un
brazo y un robusto nino en el otro? E1
la mujer del artesano, que viene del mercado
ó de la tienda de cua'rtos, afanada
por preparar pronto á su marido el al ·
m uerzo 6 la eomltia.
¿Habéis visto aquella otra mujer, cubierta
la cabeza con sombrero de débil
cana, con una criatura recién nacida en
loa brazos y cargadás las eFpaldas con
canastos y trastos de cocina, y muchas
veces con un fusil terciado encima de todos
esos trebejos, y que demuestra que
está li~ta para un viaje largo y pesado?
Es la mujer del arteFano, 'quien nún reclutado,
y que marcha con él en esos m om
en tos á la guerra.
¿Habéis visto á esotra mujer, cuyo
sudor empapa el suelo por donde cruza,
con los vestidos hechos jirones, desgranada
la cabellera, que corre de uno á
otro lado por encima de c11dáveres y de
heridos, sin tener miedo ni á la~ balas
ni á los ~uertos, y que tan pr nto, ROne
un vendaJe á uno que se desangra, como
prepara una t3za de caldo al hambri,nto
soldado, y que sin ración y sin sueldo
de ninguna clase ni esperanza de premio
alguno, recorre el campamento de
día y de noche, se proporciona víveres,
cura á los enfermos, vigila el campo y
está pront á cada momento á servir á
todos espontáneamente? Ea la mujer
del artesano, qne, con su esposo, ha ve'
ní lo al campo de batalla y ha corrido
loe ~tismos riesgos y penalidades que su
m ndo, y quien no abandona porque
cr e que su deber de esposa ha de llevarla
hast el último sacrificio. P.ero
para el.l~ no ~ay n~ estat?as, ni galos,
m prcm1os, ni pen.tnone , n1 por
su her ísmo, ni por su deber cumpr do
do e posa y madre.
V ámosl ahora por otros aspectos.
Et una pieza 6 tienda de tres 6 cuatro
varas de largo por otras tantas de
ancho, se encuentra una mujer próxima
á ser madre. Se halla al frente de
una mesa forrada en una sábana; i un
lado se tiene un brasero con unas planchas;
eu la hornilla, colocada en uno de ·
los rincones de la pieza, está la pequena
olla do barro que cuece en esos momentos
la miserable comida; y al rededor de
ella, 6 en Ja puerta, se hallan tres ó cua·
tro tiernos ninos.
Allí se la ve aplanchando todo el día,
hasta tarde de la noche, las ropas que le
dan en las casas vecinas, cuidando al
mismo tiempo de los ninos, sazonando
la comid~ para su esposo y af:endiendo
con carino y con placer á éste cuando
viene. N o la srredra el tener que salir
calorosa á los mandados, ni tener que
entregar, aplanchada, muchas docenas
de ropa el sábado temprano. El domingo
no descansa; ese día lo dedica al aseo
de sus hijos j de su pobre albergue. N o
gasta sino lo puramente necesario, y
como siempre está ocupada, no le queda
tiempo para entregarse á ningun vicio,
ni pa a cosa alguna que pueda dallar la
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270 LA MUJER
honra de su marido ó de sus hijos. Es
esta la mujer del carpintero 6 del alba!
lil, del herrero 6 del cantero.
Pero subamos una escala más.
Entremos á aquen~ casa baja que está
precisamente en la cuadra por donde pasamos,
y que tiene una tienda de botillería
aliado, con puerta de entrada para
la misma casa. El zaguán y corredores
principal(ls están llenos de sirvientas
que entran y salen con sus cestas cargadas
de ran fresco; el olor nos provoca,
y la vista d( .. las diferentes clases de ese
pan no a abre el a pe tito.
En una pieza, la más cercana. al zaguán,
se hallan dos ó tres mocetonas que
reciben el dinero y despachan á las compradoras.
En la pieza siguiente, tres ó
cuatro rol.>ustas muchachas, vestidas con
enaguas de zarazas de ~oloreP, csmisa
descotada y mostrando un brazo bl8nco
y bien formado, alinan las levauuras al
rededor de una. gran mesa.
No muy lejos de esa. pieza está el
horno, en donde o na mujol' con el rostro
y las manos tiznadas, con un delantal
de ordinario canamazo y cubierta la
cabeza con una gorra vi(lja, introduce
el ran en levadura cruda y lo saca ya
cocido y tostado. En lo otros cuartos
,do 1 c .t~a y en los patios y demás co·
rreuores: hay también much s personas
en acti~o oficio: unas revolviendo
guarapos y masa~os para el licor que
se v~nde en In ttcnda; otras lavando
barriles, otras moliendo m~íz; otras
preparandd ulmuerzoe ó comidP.E; y en
Dn, t<:da3 trabajando.
¿Y quién dirige todo este tr~ n de
oficios y de negocioe? me diréis. Nada
m&s fácil que satisfacer vuestra curiosidad.
F1ja• a en aquella senora ro1usta
y simpática, do r(·sadas mejillas, de
pelo largo y a'gún tanto crespo, vestida
sen01J1amen te con traje de zaraza
común, con panuelo de seda al cuello,
.con su de lantal de blanco lino y cu ..
bierta la cabeza con gracioso sombrero
-ó cor1·osca; esa gue ~nda rle un lado
para otro, que visita la tienda, entra al
-cuarto del am~lsijot inspeccionB á la
hornera, en.tra á la cocina y pl'ueba las
viandas, sti~ba á las demás obreras y
;que, en fin, no se está quieta ua mo·
mento Li descansa un instante.
Esa es la mujer de un artesano honrádo
que ha adquirido yá algún peque,
no capital con qué establecer algún ne-gocio.
Tiene hijas que ha colocado en
un colegio y á quienes ha ensenado
también á trabajar. Las mima, las cela
y las hace cumplir cen sus deberes re·
ligiosoa. A las horas en que no están en
el estudio, )as pone á que la ayuden á
amasar, á moler el maíz, etc. etc. Por
eso las ha criado robustes y sencillu,
sin vicios ni grandes aspiraciones que
no puedan ver cumplidas. Atiende y
quiere á sa marido y vigila por la hon·
ra de su casa. Es, por consiguiente,
buen miembro de la sociedad, y ha dado
á la patria hijas que puedan manana
ser el orgullo de su hogar y la felicidad
de sus esposos.
Hemos trazado á grandes rasgos, 1
en una que otra escala, la mujer del art
esano; fáltanos hacer notar que esta
clase de mujerr s t iene poca ó ninguna
representación social; que no tiene
centros adonde poder asistir para inatruírae
y refortn!use, libros baratos que
leer, periódicos apropiados para su ed'Ucación;
y que algnn"s de ellas tienen
maridos que poco se cuidan de elevarlas
m~s y reconocer sus grandes virtudes.
/ RIJ'.
CAIN A SU lt1UJER
-Yo maté á Abelt mujer, hace un momento;
Y voy huyendo de mi propio horror.
¿ Quiéres seguirme? el soplo de mi aliento
Marchita y seca la inocente flor:
No hay para mí perfumes en la brisa,
Seca á mis pies sus aguas el raudal,
Muere en mis labios al nacer la risa,
Y no hay dolor á mi dolor igual.
La triste imagen de mi h~rmano muerto
A seguirme sin :In me enTía Dios:
No tendremos más patria que el desierto.
Y eterna soledad para los doa .
¿ Quiéres seguirme f El rayo con que el cielo
Siempre amenaz~ uú maldita sien.
O las espin•s que me brota el suelo,
Pueden herirte á ti, mujer. tambiért.
Y para siempre mi sentencia escrita.
Por el dedo de Dios, no tendrá fin;
Y al través de Jos siglos, La maldita 1
Be llamará la raza de Cain.
Quieres seguirme 1
-Si.
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LA MUJER t71
-Ya nada teao,
¡Dios ha tenido eompaaión de mi 1
Dejándome tu amor, tu amor supremo,
Y su perdón me otorgará por ti.
M•DABDO RIT .u.
t1u fnaptracl6n feUz.
Se casó en Madrid, hace algún tiem·
po, contra la voluntad de su padre, el
primogénito de una gt·an casa, con
una sefiorita joveu, elegante y preciosa,
igual en calidad ul novio, aunque
no en bienes de fortuna ni en alianzas
de familia.
Los dos jóvenes' esposos. que se
amaban entranablcmente, vivían aislados,
sin que su padre quisiera descender
do la altn ra de su enojo, siempre
esperando ellos ocasión de echarse
li sus pica, y aieQlpre negándose él á
reci birJoe.
Un dia que entraba la novia en palacio
por el cu rto grande de la camnrera
mflyor, ee halló de repente con su
aaegro¡ Era graciosa y de talento; las
mujeres suelen tener inspiraciones felices,
y la de Ja nuestra en semejante
ocasión fue hincarse de rodillas, interc~
ptando el paso al pBdro de su murldo.
-Senor, 1e dijo respetuosamente, si
Vuestra Excelencia niega la mnno á su
hijo porque se ha casado mal, debe dármela
á mí, porque me he casado bien.
El suegro quedó encantado con esta
discreta humillación, y extendiendo los
brazos recibió en ellos con c. rino á
aquella nueva hija, que talea muestras
dab" de mcrtcerlo.
PARABOLA
(Para un álbum, por David).
Oye Paulina: allá en los desiertos, en
las calien t.Js arentts de Ja Libta, había
un palacio.
Y este palacio. en medio de esos de,
eiertos, era como una esperanza en un
porvenir sombrío.
Porque había palmeras qne daban
sombra á los viajerott, y grandes kioscos
donde paaar las uoches.
' Y una fuente perenne que saciaba al
peregrino, derramaba sns aguas so·
brantes para que abrevasen los came·
llos.
Y porque babia ua jardin con luftoreJ
mis prtcioaas de Arabia, loa nar·
dos más bellos del Oarmelo y los lirioa
del Tabor.
Pero ese palacio con sus palmaa, su
fuente y sus jardines, no hu hiera a ido
tan rico ni tan. hermoeo, si una mujer
no hubiese vivido alli.
Y ¡ay del que la mirase una ver:,
porque habria perdido el reposo para
siemprel
Pues teníll en los ojos el encanto de
los tuyos, y su sonrisa matadora 1e pa·
recia á la tu ya.
Y era su talle flexible como el bambú,
airoso como la flor mecida por el
aura, pero no era tan flexible ni tan ai·
roso como el tuyo.
Y aunque no tenía el misterio de tu
paso, ni la suavidad de tus formas, ¡ay
de quien la mirase una Tez, porque habría
perdido el reposo!
Sus ojos no harian sino Horaria, y sus
labios no se abrirían sino para suspi·
rar y decir su nombre.
Porque era hermos como mujer ao·
nada, y amable como el primer amor.
Sns ojos repelían llamando, y una
sonrisa desmentía al desdén.
Y aquella mujer, que movía los labios
y millares de criados venían á o be·
decerla, cuidaba sola, ella sola, de una
1lor en su jardín.
Porque esa flor era tan precios& por
aus colores y su J>erfume, como si alguna
vez hubieaes suspirado entre su cá·
liz 6 le ha hieras prestado los calores de
tus mejillas.
Pero aconteció qae un día se nublaron
Jos rayos del sol, y el cielo apareció
sombrío.
Las aves abatieron sn vuelo para
ocultarse en la enramad11, la f>&lma no
meció más sus hojas como si presintiera
una desgracia, y el camello dobló sus
rodillas para tenderse por el suelo.
Las ricas celosías y las persianas del
palacio dejaron correr sus cortinas y
sus puertns para impedir la entrada
hasta á los rayos de luz.
¡Ah de nosotros! gritaron los viajeros;
y pegaron la boca eontra las tosta·
das arenas.
Y esto porque el Simou'"• el terrible
viento del desierto, iba á asolarlo todo.
Iba á derriban las palmas, á tostar
]as ftorea y á llenar de lepra á loa brutos
y á los hombres.
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272 LA MUJER
Pero por fin, pasó. El suelo quedó
COmO baTrido por ·1Jn SOplO; y allá á lo
lejos se veian los torbellinos de arena
que llevaban troncos seculares, como si
:fueran las psjas de la parva.
:Y hé aquí que entonces una ventana
se abrió; porque la princesa salía á llevar
la muerte de su ilor, de su preciosa
flor.
Peroen vezde quejas: ¡al ladr6nl
¡al ladrón 1 fue el grito que llamó á los
criados sobre un desconocido que habí~L
en el jardín.
Perdón, sefiorai exclamó éste al verse
rodeado de punales; yo no he venido
aino p)lra cubrir éon tni cuerpo tu querida
.ftor y librarla de las furias del Si·
mou~ .
-Pero, ¿quién eres tú, desconocido,
que expones asi la vida por conservarme
una tlor?
.-Nunca lo sabrás; pero héla aquf,
sefiora, intacta está.
Ahora, si quieres, arrá.ncala, arrán·
cala, pero yo yá. la conse1·vé.
Pero, ¿quién eres tú, desconocido,
me dirás, preciosa Paulina, quién eres
tú, que te e:xpoiles á mi dead6n?
Nunca lo sabrás, pero perdón, sef1ora,
para quien sín tu permiso abrió tu
libro dt1j ó un recuerdo. ·
Mírt\lo, yá está escrito; ahora, si quie~
ree, atránca €stu hoja, Paulina, arrán·
caln!. ...
REMEMBER
•
Yo soy aquél qne en las estivas siestas
Junto á la tuya recliné mi sien,
Beb1 tu 8liento, r('spiré tu aroma,
Me vi en tus e jos y adoré tu sér.
l
Yo soy aquél que un día, gratodueno,
Con sus amantes trovas te ha~agó, '
0Jn dulces suenos regaló ' tu suentras partes de Europa, cuando se levanta
el mantel, se presenta un cío de
cristal con un vasito dentro lleno do
agua ligeramente acidulada con limón
y una servilletita cuadrada, para enjuagarse
la boca y lavarse las extremidades
de los dedoe.
En Roma, aun en tiempo de los emperadores,
llevaban consigo los convi·
dados su serTilleta. Marcial habla de
una comida en que ninguno la Jlev~ba,
temiendo se la pudieran robar. ¿ Q:té
hizo entonces Hermógenes? Se u~vó el
mantel.
N u estros tenedoréa están provistos de
cuatro dientEs; los de los ingleses regularmente
tienen dos, y por esto son má•
fáciles de limpiar. Los japoneses toman
con dos varitas los manjares sólidos, y
dícese que las manejan con tal. destreza,
que recogen hasta un grano de arroz
tan bien oom1 lo h(lriamos noiOtros con
nuestras cucharad.
En Egipto n ·l ha1 ni sillas, ni pl~tos,
ni cuch•ras, ni tenedores, ni ta~~s. ni
servilletas, sino que, aenta•los de rodillas
sobre loa talones, tom&n el arroz cou los
d"dos, despedazan las carnes con las
unas, sopean en el plato común, y con
el pan se limpian las manos y lahioa.
El agua se bebe en una Tasija común:
ol que hace los honores de la meaa si e m·
pre bebe 61 primero, y es tamoién el
primero en gustar los manjares, no tanto
p~r:¡ dar pruebas de la ninguna deaconfiunza
que debe tenérsele, cuanto por
hacer conocer su solicitud en favor de
los demás y el afecto cordial qne tiene
ú. sus con vi dados. Lll servilleta no se
presenta sino acabada la comida, cuando
se da ag•1a á hss manos ; lué¡:o se rocían
Jas ropas de los con vid adoa, con
agua de rosa, y se les presenta la pipa y
el café. U no de nuestros arquélogoa no
desaprovecharía la observación de estos
uaos para robuatooet, hasta con estos
datos, la opinión de que loa antiguos
pobl dores de nuestra América eran
descendientes de aquellos ¡me blos.
DIEZ DE BONILL.A..
(Continuará).
SOBlSSLA W A .
-Convóca el consejo de guerra, con•
tinu6 Kasimíra.
-Déjalo vivir, dijo Sobieslawa, para
mi ~'mor.
-¡Traidora! Si eres infiel á la santa
causa, exclamó la condesll, :yo tom~ré el
mando y te C:istigaré.
-¡Yo soy humana!
-¿Y por qué sólo él?
-No sé.
-Pues Lien: deseo ese hombre, yo
no conozco la piedad, y como tú dudas,
pónlo en mis manas.
-Nól responc.li6 con altivez Sobies·
lawa, yo mando aquí; tú me has jurado
obediencia; él no morirá.
La condesa se alejó.
Un cuarto de hora después, todas las
guerreras penetraron en el cuarto de So·
bieslawa y piiJieron la muerte del oñcjal.
U na de ellaa mostró sus heridas, otra
le reprochó su traición, una tercera pi-
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!76 L :A' M U' J E R
dió venganza para las que murieron en
la refriega.
Sobieslawa permaneció muda ..•.
-No le repliquéis más tiempo, dijo
una de ellas. ¡M atémosle!
-¡Silencio, yo mando aún, y á la que
se levante contra mí, la mataré 1
Volvió la calma.
--Manana á la hora de la aurora,
dijo Sobíeslawa, morirán los priaione·
ros.
-¿Lo prometes?
-¡Lo juro!
Pocos minutos después, Sobieslawa
penetraba en la celda del oficial.
-Qaise salvaros, le dijo, pero · no
puedo.
-Soy el capitán de caballería, Ale·
jandrr> Berg, hijo del General de este
nombre. El gobierno me canjeará con
gusto por un jefe insurrecto cualqui*'ra.
-Es inútil; manana al alba mori·
réis.
-¿!1ntonces no queda esperanza?
-..Ntnguna.
Y Sobieslawa se volvió para esconder
el rostro entre sus manos. ,
-¿Lloráis por mí? exclamó el ofi-cial.
-¡Adiós!
-¡Nó!
Y la detuvo.
-Dec:dme, ¿por qué he merecido
vuestra piedad?
-N o sé; pero estad eguro de que no
podré sabreviviros.
· -¿ c:Jómo os llamáis, aenorita?
-Sobieslawt,,
-¿Por qué os he conocido en tal si-tuación,
enfrente de la muerte P continuó
Berg. ¡Qué crueldad la de la suerte!
¡Mostrarme la vida tan bellt1, tan
seductora., en el instante en que voy á
dejarla!
-Callad, replicó la polaca, me des·
trozáis el corazón.
-N o comprendo, dijo el rnso, cómo
vos, mi enemiga, no me odiáis y que·
réis hRcerme gracia de la vida.
-¡Oh Dios mío! ¿No sabéis entonces
cuánto c,s amo? exclamó la polaca so·
Hozando.
El oficial la estrechó entre sus bra·
zos, y ella escondía, llorando, su rostro
en su pecho.
-Soy tuya, exclan:6 con una excitación
salvaje. No puedo vivir para ti;
puea bien, moriré contigo. Te seguí
ré allá donde no hay odio, y donde todoes
amor.
-Esto me parece un sueno, murmu:
ró el ruso.
-¿Y tú me amas también?
-Más que á mi vida ....
Al alba, los prisioneros fueron con·
ducidos al patio del convento.
El Capitán Berg estaba pálido.
Su brazo este.ba envuelto en el panuelo
de Sobieslawa.
Ouando ésta salió de la capilla, donde
estuvo largo tiempo en oración, el
ruso la saludó.
Al frente de cada condenado estaban
dos amazonas con un revólver en cada
mano.
Berg miraba á. Sobieslawa, quien, á
pesar de su abrigo de pieles, parecia tener
frio.
L~ polaca levantó el sable y mandó;
-¡Fnego!
Los cinco cayeron. Berg estaba arrodillado.
Su pálida y hermo~a cabeza
descansaba sobre el muro; vivía todavía;
su sangre tenía de rojo la blanca
ni~ve.
Sobieslawa se acercó á él y le dio el
golpe de gracia.
-¿Soy traidora?
-Nó; has cumplido con tu deber,
dijo la condcstt.
-¡Nót exclamó Sobiealawa; he hecho
más: he sacrificado al hombre que yo
amaba!
Un t.iro de revólver se hizo oír toda·
vía, y Sobi'eslawa. cayó muerta sobre el
cadáver rtc sn ~ruado.
Un, hora más tarde las amazonas ~cjaron
el claustro para ·combatir, y loa
monjes enterraron en una misma tum·
bzl al ruso :y á la polaca.
SA.CHER }{A.SOCH.
Eapl,nd!da medicina.
Un honrado arte~ano, digno de mejor
suerte, tenía la desgracia ~e ser marido
y víctima de ur.a muJer tnrb!llenta,
maldiciente, reganona y de un
carácter insufrible, aun cuando al po·
bre hombre le hubiea~ dado Dios lapaciencia
del mismo Job en persona.
LQ situación borrascosa de esta ama·
ble pareja había llegado á tal extre~o,
que, á lo menos po.r parte del mar1do,
era Yf!. ooea de comprar un cordel' 6 dar·
se un balazo.
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LA MUJBR 27T
mesa, descansa ella, y principia de nue~
vo el · eatruendo.
Vuelta á la cuna, vuelta á mecerla, y ·
vuelta á cant~r :
Antea .de resolverse ¡.esto, di6 con· ·
jo á . un vecino ya entr-ado ea aflol· J
on la expe~ienci.a suficiente ea aemeantea
casos (había;eido casado cuatro
eces), que le . dio UllO baeta&te bntf!1o,
o sólo para paliar la e_nfermedad,. amo ~
ara curarla.
Arrullo mi nUia
Que tengo que hacer~ etc.
N u estro honrado artesano, deseando
nanto antes poner en práctica el diereto
consejo de su vecino, mandó haer
una cuna proporciopada á la altura
e su mujer, con cuatro anillos en a a
estados, de .forma que pudiese .ser colada
del techo por medio 'de cuatro
uerdas y una polea sobre la que giraan.'
Ouando todo estuvo dispuesto, conidó
á comer á algunos amigos,, todos
ispuestos á ayudar á aquel bu n homre
en el desarrollo del plan curativo.
No bien se habían sentado á la mesa,
uando la. mujer, que ponía una cara
omo un renegado, principió á levantar
a voz y á alb( ' rotarse de una manera
an intempestiva y poco prudente, que
1 marido creyó llegc,da la hora de prodar
á la cura.
-MírJ.l N emrsia, ]e dijo, tú no tiees
razón ; modérate, te rQego, para
ue estos seno:t;es no formen mal juicio
i de ti ni de ~í.
-¡Bribón, b~ibonazo! que acabt~a con
i~a.
-¿dálla, fiemesia?
-¡Yo callar) primero muerta.
-Amigos QlÍos, dijo el marido, es
na \ocura~ y es necesari9 curarla. , Maos
á la obra.
Al punto ,e levantan todos, la cogen,
sujetan y la encunan, estó e~, la poen
en la Quna, y. tirando de les cner.·
as la sube¡¡ como Jámpar4' de erroit.P ·á
.es 6 cua~ro aras de altura.
Grita la pobre N emesia, alborota, se
esespera; se , d~sgaruta, atruena la casa.
os amigps prinCJpian á columpiarla
ntando á coro:
Arrullo mi nifi&
Que tengo que hacer,
Lavar los pafiales
Y hacer de comer.
Arrullo mi nina, etc.
Por muy mujer que sea una mujer,
o puede serlo tanto que no se canse de
lborotar, y mucho más cuando los otros
ntan, Nemesia, ¡quién lo crey;era! la
moáa N emesia calló.
La bajan, se sientan de nuevo á la
¿Pues qué auced1ó? A la vuelta de Ull
par de meses, á cuatro 6 seis meoeduraa
por día, esa N emesia, de quien venim01
·hablando, se convirtió en un ángel, dul·
ce, pacifico y modesto
¡Ah, qué medicina tan espléndida!
OONFEJBSNOIAS
SOBRE LA. EDUOAOION DE LA llUJER
POR HEDARDO BIVAS
(Contlnuaolón).
La diosa es representada como u na
hermosa mu~er de aspecto dulce y pen!
ati vo, de OJos grandes y rasgados, el
cabello cayéndole en rizos sobre las espaldas,
y la cabeza cubierta por un
casco; viste una larga túnica recogida
en mil pliegues, y un espléndido manto,
y lleva en el brazo la egida en cuyo centro
está la cabeza de la Gorgona. Siempre
en actitud de ir adelante y mostran- ~
do á un nif1o, á lo lejos, sobre la cima
de la montana, un templo iluminado.
Minerva. era la divinidad tutelar de
Atenas, á la que había dado su nombre.
y el fuego sagrado que jamás se extin~
guía en sus templos; en eu honor se ha-
• cían grande& fiestas.
En Roma se le erigieron suntuosos
templos, y en todas las escuelas había
una estatua de Minerva, á la que hacían
los n ifios un sacrificiQ al empezar sua
tarea¡¡
Si Jos griegos divinizaron el talento
de la muj~1· y süa disposiciones para las
bellas artes; ellos, que conocían tan profund~
mente la naturaleza, y que nos han
dejado toda la ciencia de 9ne el. mundo .
ha vivido por mis de veinte s1glos, y
modelos en bellas artes y en poesía que
no han podido igualarse, prueba esto
bien que la inteligencia de la mujer ea
privilegiad"' y que ella es capaz de Jr con·
el hombre en el estudio de las ciencias,
y mucho m~s adelante que él en las artes
de imag· aciól) y sentimiento.
Los griegos 'llos presentan e. tre otras
mujeres célebres á Safo, na01da en la
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
278 LA MUJER
iala de Lesbos, esa tierra en donde per
la noche, en alas de la brisa, se oían mágicas
é inciertas armonías Jlamadas aún
arpas eolias; y que tenia algo de extraordinario
para inspirar á sus moradores
genio músico, puesto que allí nacieron
Arión y Alceo; y últimamente, esta mujer
maravillosa, que vio la luz en la ciudad
3e Mitilene, seiscientos anos antes
de la éra cristiana.
Su vida no nos importa conocerla;
sólo nos basta saber que para concluírla,
después de grandes tempestades, que·
riendo borrar la memoria del pasado,
un día toma su lira y se dirige al promontorio
de Léucadas: se acerca al borde
del hondo precipicio, y midiéndolo
con la vista, tiembla y palidece; mas no
mueve para atrás l!l planta; antes oprimiéndola
lanza la mirada al cielo, suspira
más bien que entona un himno á
la muerte, canto como el del cisne moribundo,
supremo adiós dol poeta á la
vida.
Antes de que el ~co de su postrer
acento se extinguiese, Safo cao abrazada
de su lira entre las ondas del mar
Egeo; se la ve aparecer }lOr unos momentos
como una divinid~d, flotando sn
larg!' cabellera y en actitud aún do tocar
y de cantar; mas de reponte se bu 1-
de en el seno del hondo piélago.
Asi murió la primera roetisu, y loa
griegos decian que Safo había encontrado
la lira de Orfeo, el dios de la música;
pero que su armonioso instrumento
ningún mortal había podido hallarlo.
(Continuará).
LA SALUD
RS UN' .A POSJTIV .A. FELICIDAD
La salud produce placeres
mlis positivos que los m1s·
mos placeres.
FJ:NBLÓ!f.
¿No se conseguirá dar una verdadera
y grande importancia á todo lo que debe
conservar la salud, este soberano bien ·
de la vida, esta fuente de todos los verdaderos
placeres, de todas las dichas,
este preservativo contra tántos dolores
y penas?
¿No es la salud la que os impele á
levantaros temprano y de buen humor,
á empezar vuestros trabajos ú ocupaciones
y á continuarlos todo el día con
ardor y satisfacción, á desear las comidas
y á tomarlas con apetito y placer, á
encontrar en los manjares, aun en los
más sencillo un sabor delicioso. á buscar
en las ocupaciones ordinariBs una
recreación, en el paseo la satisfacción
de una necesidad de actividad, en los
pequefios trabajos sedentaxioa los más
d u lees descansos?
La salud es la única que puede hace~
muelle y deliciosa vuestra almohada;
reparador y tranquilo vuestro sueflo;.
alegres y gozosas vuestras esperanzas, y
vuestra vida en ter a dispuesta para la.
dicha y la serenidad. .
La salud dará á vuestro cuerpo robustez
razonable, á vuestra piel bri11ante
colorido, á vuestra tez frescura deslumbradora,
á. vuestros cabellos lustre, á
vuestros dientes blancura, á vuestros.
labios carmín, á vuestros ojos brillo incomparable.
En la salud encontraréis la agilidad
de vuestros miembros; la elasticidad de
vucst1·o cuerpo; la gracia de \Uestros.
movimientos; la igualdad de vuestro carácter;
la sonrisa de vuestros labios; la
benevolencia de vuestro porte; la bondad
de vuestro corazón.
Plvo, y la m1sma cantidad.
(í libra) de ma~tequilla. ,Mézclense
las yemas con .el azucar, y so~ese m~y
·bien por 20 m1nuto3 ; en seguida agre.
guese á esto la harina y la mantequilla,
cuidando que esta última esté de-rretida
y casi fria. Hecho esto, se le
mezcla con ]as almendras. Las claras,
que ~atarán yá batidas, ~o más. firm.o
poeitile · se agregan al conJunto, stn agt·
tar m~cho el contenido. Untenae de
mantequila los moldes en que se debe
.colocar esta masa, y métanse en u u hor.
no suavo.
Charada.
Tercia con a es una tela,
Vuela la pt'imera dos
Y es el todo muy buen vino
Que ayer tarde bebí yo.
Solución á la del número anterior: Parapeto.
· Es.cuaa.
Inconvenientes de imprenta no pe;mitieron
salir el número de esta hoJa
correspondiente al sábado último. Por
este m ti vo el de hoy es doble.
Nuevo Ministerio.
Por licencia concedida al Excelentísimo
Senor D. Miguel Antonio C~ro, Jla
entrado á dese m penar, en su reemplazo,
la Vicepresidencia de la República, el seflor
Geheral D. Guillértno Quintero Calderón,
quien na üesignado á loa siguientes
para Ministros de su' DespacHo:
Abrahatn Moreno, de Gobierno; José
M. U ricoechea, de Rolacion~s Exteriores
· Francisco Groot, de HaCienda; Pedrd
Antonio Molína, de Guerra, y José
lfanuel Marroquín, do Instrucción Pú-blica.
.
El sefior lfinistro de Hamenda se en-cargará.
del )finisterio del ~esoro.
Estados Unidos y España.
Con motivo ele las proposiciones aprobadas
en el Congreso de los Estados
1 Unidos, Eolicitando 4e1 Presidente el ,
reconocimiento de la beligerancia de loa
insurrectos de Onba, el pueblo egpanol,
en ~fadríd, Barcelona y otras poblaciones
de Espa!la, se ha levantado en turbas
amenazantes contra las legaciones
norte-americanas, y ha pretendido ultrajar
la bandera. Parece que el Gobierno
espaflol dará ha satisfacciones del caao.
Pensamientos .
U na mujer charlatana etJ menos tole·
rabie que la peor pesadilla.
Ed preferible estar entre dos culebras
ca cabeles, más bien que entre dos mu·
jeres orgullosas rivales por amor.
. Es mejor entretenerae ,en jugar ,con
los gatos quo en galanteat· a una coqueta •
El desgrano de una mujer casnua que
no se pema, ni viste con esmoro, es un
pedimento tácito ae divorcio.
Anécdota.
-Tiene usted la nariz muy color.lda
do beber mucho vino.
-Sí, senor, lo confieso.
-Necesita usted pasar un nflo be·
hiendo solamente leche.
--Ya he practicado eae régimen.
-¿Cuándo?
.-burante los doce p ri mer s meses
de mi vida.
DEOBETO NUMERO 161 de 1888
(17 DE FEBRERO),
sobre pzensn.
2. o Suspensión absoluta tde ]a publicación
bajo el mismo título que tuvo ú
otro distinto.
Art. 9. o Si la publicación no fuese
periódica la autoridad inferior ~ólo podrá
prohibir. su vent~, Y. recoger y de·
posítar l?s eJempl~res, liasta. qua por e
.Ministerio de Gobierno se dJCte resolución
definitiva.
Art. 10. La parte interesada podrá
pedir á ~a. resp~ctiva autoridad s?perior
adm1mstrat1va, que reforme o re·
voque lds resoluciones dict~das por los
Jefes provinciales 6 los Gobernadores,
(Continuará).
'.l'lpogra(ía de LA. Lvz.-:SogotA.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente:
Biblioteca Virtual Banco de la República
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La Mujer - N. 34 y 35
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La Mujer - N. 41
LA MUJER
Directores: RIJ y F AR
SERIE III ~ Bogotá, Abril 15 de 1896 { BUM. 41
LA MUJER
UN EDITORIAL
Distraídos con nuestras muchas
aunque poco productivas ocupa ciones,
e~tábamos hasta la víspera
·del día. en que debiera salir
el presente número de estA. hoja,
cuando casi á última hora, á tiernpo
en que debiera estt r listo todo
el rnaterial en la imprenta, nos
acordárnos que tcnía1nos que escribir
algnt a <.:osa para edito1·ial;
}' aunque buse:imos y rebu cámos
en nuestro ccrcbt·o la tn~üeria soBre
que debiéramos cseribir, no
dimos al fin de tnuto cmpeilo con
na base siquiera para hacerlo.
Disgustados con esa con tar.ie~
dad, nos rlirigímos hacia el puen~
te de San Franciseo á tomar puesto
en un carro del tranvía para ir
á Oha inero á una diligencia urgen
te y vol vernos pronto para
ver cómo sa.lían1os del aprieto.
Casi media hora es tu virnos es perando
que partiera el carro, y
cada minuto que pasaba nos parecía
un siglo, pues no contábamos
sino con dos horas para la
ida, la diligencia y la. vuelta.
Al fin partió el carro, no sin
haber dado gran trabnjo á las po~
bres mulas para arrancarlo con ineo·
lencia, porque si se me obliga á hablar
....••
--¿Qué?
- Qne sería peor para todos, y espe-cialmente
para el sef1or Presidente.
--¿Qué quieres decir, miserable?
-Que un socio del Circulo, muy ín·
timo del Presiden te ••••
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA MUJE:R 323
-¡Insensato! ¿Serías capaz de acus~
r Al marqués de Valteneuse? dijo el
conde, sonríen do desdeflosamen te.
-¡Oh! Si me obligáis .••.. Sabedlo,
vuestro padre es quien, desde hac~
cinco nflos, trae todos los días en un
bolsillo del gabán los naipes marcados.
-¡Pruebas!
-Que se vaya al vestíbulo y se re-gistre
el gabán de M. Valteneuse. Precisamente
no he retirado aún los naipes
que debían servir manana. Algo debió
pensar el padre del Presidente, puesto
que, alegando una excusa fútil, quiso
ver á su hijo. Pero halló á éste tan
tranquilo, con tánta. insistencia le rogó
se retirara., que al fin hubo de hacerlo.
III
Un fl'fo mortal se apoderó del conde
de VaJteneuse; no obstante, queriendo
confundir al criado, fue á buscar el ga·
bán de su padre.
Pero ¡ay! aquél no había mentido:
nn bolsillo interior del abrigo del marqués
contenía un paquete de barnj s
iguales á las denunciadas.
-Y bien, dijo el criado irónicamente,
.¡hacía mal en no querer delatar á
mi cómplice?
El condE', lleno de vergüenza, dejó
caer la cabeza entre ]as manos. Después,
como hombre decidido á obrar,
se irguió y dijo al criado infiel:
-Comprenderás que de todos modos
serás arrojado del Círculo ; pero yo
consiento en no entregarte á la policía,
y además en entregarte una letra de
cincuenta mil francos, si consientes en
tomar inmediatamente el tren de la
frontera y prometes proclamar en todas
partes y ante todo el mundo, que el
culpahle es el socio del Círculo que yo
delataré ante todos y en plena sala de
juego.
-¿Queréis hacer caer la responsabilidad
sobre el joven Mauricio de Roncareta
? replicó el criado. Esto es infame;
pero ¿qué importa? Yo estoy
perdido al obrar de otro modo ....
Consiento: podéis contar conmigo.
IV
Un cuarto de hora después, el conde
e Va1teneuse, habiendo pasr.do algún
iempo solo, encerrado en su despacho
articular, volvió á h sala de juego.
enía el nudo de la corbata deshecho,
s cabe1los en desorJen, los ojos encen-didos
y el semblante pálido como un
cadáver.
Un grito de espanto brotó de todos
los labias.
- Valteneuse, ¿qué es eso?
-Esto eiJ, seflores, que me he hecho
justicia .••• Había creído que mi delito
na se descubriría; pero mis esfuerzos
1
han sido vanos .••• un criado me ha he·
cho traición.
-¿Qué queréis decirP
-Que soy yo quien marcaba las ba-rajas.
Y con voz cada vez m á& débil con tinuó:
-Era preciso hacer pronto esta confesión,
porque voy á morir.
Y aproximándose al viejo marqués,
a11adi6 :
-Padre, perdonad me el disgusto que
os doy, ¡:>ero un ValteAeuse no puede
sobrevivir á la deshonra ...• He bebido
todo el contenido de la botella de láudano
que llevo siempre conmigo, y sólo
me quedan pocos instantes de vida.
Los socios del Círcu Jo, sus antiguos
compafieros, abandonaron el salón lenta
y il ncios mente.
El martJués de Valtenenee estrechó
á su hijo entre sus brazos.
-¡Jesucristo Y ¿Qué has hecho?-gri·
t6-; víve, hijo mio, víve, y me descu.
brirc yo mismo!
-¿Vos, senor? ...• respondió el conde
. .•. vos no tenéis derecho, porque
tenéis un hijo ..•• mientras que yo ¡yo
no tengo ninguno!
Diez minutos después habi a muerto.
A. EMERIO.
¿POR QU1a
Sí sabes lo que pienso cuando escondo
Tu recuerdo en mi mente softadora;
Bi sabes lo que busca mi alma ardiente
Cuando la invaden del amor las olas;
Si tú has so fiado lo qlie yo he sollado;
Si ttí has oído, como yo, esas notas,
Resonancias de músicas lejanas
Que vibran en regiones misteriosas;
~i tú has sentido como yo he sentido
Volcarse el corazón hora tras hora;
Si sientes en tu pecho los oleajes
De un océano de amor que se desborda ..
¡ Po17 qué no esta11a la pasión ferviente,
Tempestad de las almas que se adoran?
d t>or qué calla, cobarde. el labio trémulo
Y las manos, convulsas, no se tocan!
!'B.A.KCISOO A. G.umOA.
ccauoauo).
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
324 LA MUJER
OOMIDAS
(Continuación).
Los vasos de la mesa de los antiguos
recordaban tal vez glorio::as y queridas
remembranzas á la memoria de los comensales.
Vi rgilio, descri bietido el convite
qne dio Dido á Eneas y sus cotn·
pafíeros, dice:
Tifíe soberbia púrpura los pafios
De exquisita labor. l;obre las mesalil
· Brillan de plata loa crecidos Vtlsos,
Y de prO[JenitoTes los ilust·res
Hechos de armas, en oro cincelados,
Cuya prolija serie, desde el tronco
De la antigua familia continuando
Por ln prosapia toda se extendía.
IRIAR'rll:.
Era ciertamente uso mny plausible
aprender loA honnosos hechoR de la
histo11ia p:í 1 ia comiendo y bebiendo.
~os habit~ mtea de la India, <.mando
boh n, dejan caer iempre•cl licor cou
el va so susp ~ ndido, de modo qtao ¡no
toque a los ·labios ó di e nL~, er .yondo
neciamente quo E'U cuu b éto podda comuni
car alg t1ua vit tud n aléfi • .
J.JOS reyes ae N igricia, ocbiendo,
dejan caer por lo .lar~o . do b b ;nba la
mitad a el licor, eom pla.cíéndoec en ver
cómo corren estos delgados (·h o rros de
vino; ancicdad á la qno üan clllombre
de magnificencia.
En Italia, Eraneia, E~pana y otros
países, se come y bebo alternativ a m onte;
en d Jwrt~ de Enl' pa y en los
puebh r i ,. nta es. se bebe solamente
despué:-l de la comida.
Puédesc perdona thlos pueblos scp··
tentrionale~ ·l ,ueo do dota·eti&· y entibiar
en e 1 hi víérn•> el agna para bebN·:
la natnt1deza ¡ a rece i m poncrl'-'s esta
oblig ·~ción; mas no es fácil conipren
der cór w en l s ·p»ÍS€8 · temíplados h!tya
podido iutro rmirso la costnmbré Cie
beber agna til)ia tr)do el año,.lo qn
dn ró por m nchos siglos en va rías naciones;
· ('rre á su e3rrito~·io y toma un revólver;
pero antes de quitarge la vidn,
vuelve á ohservar á su mnjer, ti qnien
encuentt·a de la mismtl manera. La
estrecha cntr~ SIJS brazos, la llel)a de
cariCias, y después de dt.rle un po~trer
beso en la frente, levanta el gattllo
del arma fatal y so dispara en el pe·
rhn.
Al ruido del disparo ella vuelve en sí
y exhala un grito de horror.
Los criados aparecen y quedun estupefactos
ante semejan te escen:l. . . . . . . . . . . .................. ,. ... .
* * * Han pas::ldo quince días, de los cua-les
hace ocho que la espoea no ha entrado
á la pieza donde yace enfermo su es·
poso, porque los médicos que lo asist~•
se lo han impedido. Al fin estos m1s·
mos, espontáneamente, la invitan á ha·
cerio.
La fiebre in tensa que E e ha apoderado
de ese bon1 bre de noble y hermoso aspecto,
no ha. podido borrar en él su
simpática figura ni hacerle demostrar
más anos de los treiuta y cinco que apenas
ticr e.
En el momento en que su esposa en·
tra á viai bulo, se halla aletargado por
la fiebre que lo cor:sumf'. Su frente arde,
y de cuando en cnando se le oyen
pronunciar palubras y frases incoheren·
tes, y el nombro de su espos·1 á cada
instante. E ta Re acel'ca al }(Icho muy
quedo, y baflr11la en lt1grí mas posa sus
lubios llenos de amor eu esa frente que
quema. El ubro 1 s ojo3, reconoce á su
cepo~a. la n.braza, y derramando tambión
abundantes lágrimas, y e~trechá.ndola
contra su cortiZÓ 1 la suphca lo per·
done. I,e viene Ull momento de lucidez,
y durante éste le dA varios consejos y le
hace algunas recomendaciones. Por úl·
timo le die•}: '•Tóma de uno de loa bol·
sillos de mi vesticlo una carta y un clteque
que e·1 él se encuentran, y cumple
Ol:tt·!ctamente, después do mi muerte,
con lo que orJena di(. hA curta."
La joyen esposa Ee retira precipitadamente
del lecho de su mnrido, ee acer·
ca á"un ropero, y ea,•tmdo la carta d~l
boJ si llo do un frac, la abre y lee lo 81·
guiente:
"Mt estimado N.
Como he dicho á usted en varias ccasiones,
mi pttdre debía al do uste•i mLL·
chos é imporbntea servicio~, que jamás
pudo p:•g rle.
Det. tro de t1 es días partiré para Enropa.
Soy, como usted lo sah:, su.fi.cientemeute
rica, y antes de parttr quiero
hacer un regalo al l>rimer fruto que
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA MUJER 327'
tenga usted dd su matrimonio, y de
qu1en des ~ aría ser madrina.
Le scompat'io, pne3, un cheque por
valor de diez mil p o eo~, cuya suma, junto
con sus intere~es, lo será ontrrglda
á. ~uien correspGnda, cuando haya
oum plido la edad de qu ince anos.
Ptirdone usteJ mi atrevimiento y
mando á su vordariera amiga, X."
Una fue1 to convulsión nerviOsa se·
a poder\ de la desgraci a da sctl orcl; la
carb se lo cae tl u las m:-1uos apenHB acaba
do leerla; se arrodilla al pie del lecho
de su esposo, Jo inunda en lágrimas
y le suplica mil veces al enfermo
la perdone.
Clama al cielo con desesperanto3 gritos
por el r eatablecimien to de la salud
de su noble esposo á quien, en momento
fatal, había creído infiel; y cae desma.
yada nl pie del lecho ...•
Cuando vuelve en sí, exhalabt\ su ma·
rido los úl times alíen tos de su vida. . . . . . ... .... ............. ......... .
* * *
Algo má~ de quiuco anos pasaron
después de Jos acontecimientos que acabamos
de referir.
La joven viuda era entonces amiga
nuestra; y su hija Julia (que así la llamaremos)
era una encantadora nina de
cerca de quince abriles.
Invitados por lll viuda para acompa·
fiarla á hacer la. entrega do la hacienda
que había vendido, sentados en el tronco
de un árbol contemplando las ruinas
del hermoso edificio en donde ella saboreó
su felicid~d por tan po :. os días,
nos hizo la relación de Jos hechos que
nuestra pluma acabu de trazar, y que ea
fiel copia de lo que ella no3 contó.
Con el producto de la hacienda, que
en ese entonces se hallaba completamente
abandonada, quería ponerse una
pequefla 1·enta para poder vivir pobremente
con su hija.
Los diez mil pesos y sus intereses en
quince anos loa habían destinado ambas
á obras de b2neficencia.
De esta manera quiso esta noble senora
borrar las faltas cometidas por
elJa y su marido; y alguna vez nos suplicó
escribiéramos esta historia que,
según sus palabras, puede servir de
ejemplo á muchas esposas que se dejan
arrebatar por los celos y engaflar por
hB apariencias, y aun muchas veces
aparentar lo que no sienten.-RIJ,
NoTA. -La viuda é hija que figuran
en l1 an torior historiH, y que hoy d uermen
el enetlo de la muerte, enj ugar0n
en Bogotá muchas Iágrimad é hicieron
gtandes beneficios á los uesgraciadoa.
OONFBRENOIAS
SOBRE L\ EDCOAUION DE LA MUJER
POR MEDARDO RIV.A.S
.(CoDUnuaclón)!
L1 bfiroaesa de Stael, hija del financist:
l Necker, Ministro de Francia, que
floreció á fines del uflo pasa1io, y que
no sólo fue escritora de primer orden,
sino también m njer hábi 1 y do grunde
influenci!\ en la p )lítica do su patria.
Discípula de Goothe y de Schiller,
los primeros poetas alemanes, estudió
y ap r endió aquella litoratura y la trasplantó
á. Francia, en donde apenas era
conocida. H tt.blaba con eleg nciN, precisión
y elocuencia; y a u salón era el
lugar en dvnde so reuuí u n todos Jos
RR.bioa, lo s nrti .. ta y lo3 literutos de
Francia y del mundo entero que iban á
París. En sus obras se encuentra el genio
elevado á altura sorprendente, al
mismo tiempo quo uua erudición ya ..
riada, delicadeza exquisita y gran conocimiento
del mundo.
Escribió la. novela que ha sido más
leída por las mujeres, y qua ae encuentra
traducida á todos los idiomas modernos
: Corina ó la Italia, obra llena
de verbo, en la que cada trozo es un
verso, y que encierra una exacta relación
de todos lo3 monumentos de Roma.
Después de pu blícada e6ta novela, en·
teramente poética y fantástica, hizo un
vitje á Alemania, país entonces poco
conocido de Francia en sus costumbres,
literatura y tendencias; y al dar á luz
su obra de La Alemania, ávido el público
corrió á buscat· otro nuevo romance;
pero rechazó la obra, creyéndose
ongatlado, porque era un estudio serio
sobre las condiciones sociales de ese
país, su política, sus recursos, sus fuerzt's
y su porvenir. Poco leida fue por
el pueblo francés, pueblo ligero y superficial;
pero si esa obra hubiera sido
desde entonces estudiada cuidadosamente,
Francia habría dado otra dirección
á su polí tic1, ó no habría sido
dolorosamente despertada en 1871, para
conocer la superioridad de la nación
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
828 LA MUJER
rival. Napolfón, que, como todos los
déspotas, quería vendar los ojos de los
pueblo~, proh1b 1ó la circulación do la
obt a en Ftancia y . concedió el honor
del deatifrro á la baronestl de Stael.
Más tarde madama de Genli~, cuyo
nombre debéis aprender á l- 'ronunciar
con venert.ción, porque ella consagró
los recursos de su ¡:;oderosa inteligencia
á la educación de Ja muj t r, con carino
y solicitud propios de madre: que
nació en 1746, y que fue encargada de
educar á ]a hija de la duqueea de Char·
tres y al joven Luis Felipe de Orleans,
proclamado Rey en 1830.
},ccunda escritora, qne t>rodujo más
de ochenta obras, toclas admirables ror
su estilr, su moralidad y el útil objeto
á que las consagró.
(Continuará).
Duelo.
El día 9 del presente, en la población
do Villeta, adonde se había tras·
ladado en busca de mejoría, murió la
muy estimable scflora D. • Cleofe EEcobar
de Abello. Enviamos á su fnmi·
lía y demás deudos nuestra expresión
de condolencia.
" El Pincel,"
jmportante periódico que ae edita en
San Cristóbal (Ven'zucJn) y re iacta.do
por el inteligente e critor colombiano
sefior D. '1\:odosio V. Sánchez,
trae en su número del 2·1 de blarzo último
el siguiente suelto:
"La Muier. Este simpático y ama·
ble colega, compatriota nuestro, nos ha
:favcreci<.lo con marcada gulanter1u, ~iaitándonos
puntualmente. Agradecemos
su exquisita cortesía y Je enviumoa
nuestro saludo y felicitación."
Sinceramente reconocidos quedamos
al simpático colega por sn galante y
espontáneo S11ludo, y gnstosos le üfre·
cemos las columnas do nuestra humilde
hoja.
''El Ciudadano"
es el nombre de un nuevo periódico
liberal, que se edita en esta ciudad y
cuyos Directores son l<'s _s~flores Alejando
T 'rres Amuya y RmllHmo Forero.
Su primer número, que está engalunado
con el retrato del benemérito General
Pedro Soler Martíhez y con muy
importantES artículos literarios J ae
ocasión, ha viEitado nuestra oficina. Deseamos
nl nuevo colflga, como lo mere ·
ce, muchos laurel(s y larga vida. Con
mucho gusto corresponderemos á su
canje.
Mejora y solicitud.
Pensamos en dar may·or ( nsanche á
nuestro pe1 iódico, del número 50 en
adelante, y mejorarlo en cuanto nos se.1
posible, para lo cual nos hemo3 puesto
yá en relación con algunas casas editoras
de Europa con el objeto de ilustrarlo.
Necesitamos la cooperdción de algu·
nas s efloras 6 sefloritas que quieran servirnos
de Agentes, tanto en la capital
de la República como en los Departamentos.
Pagaremos por ese servicio el diez
por ciento del producto bruto.
Acertijo.
Se en cuentra en casas y tiendas,
En castillos y palnGíor,
En tierra, mures, es¡ acios,
En comid t s y meriendul3.
18 lo mira á un t ie m1 o mismo
En JasLimosa pobr za, .
~n cxceciva riquoza,
.li~n 1n a ltura y el abian: o.
Va en huracanes y en alRP,
Aunque no es cosa q le ruela ;
Se lo encutntra. siempre ·n vela
En las alcobas y ealns.
Aur que t:tá en llamas ardiendo,
No puede JU \: tt- rso en fuego;
Y aunque jamás entra <·n juego,
En barajas eo est,\ viendo.
DEORETO NUMERO 161 de 1888
(17 DE FEBRERO),
sobre pn:nsa.
(OO!ITJNU..t.QIO.K)
malla, pn blical'á sola.men te Ja noticia
de haberla rccib;ao, y JOdrá, baj o su
respons abilidad, suspender la inser~ión,
dando aviso inmedittto á la autoridad
administrati"a com potente.
Art. 18. Enterada la· autoridad de
esta ocurrencia, designará un censor
que, oídas las partt s, d(cida la furma
en que la explicación deba publicarse.
(Continuará)
Imprenta de LA Luz, calle B, Dlfmero 70, a!)Utado 160,
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La Mujer - N. 41
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La Mujer - N. 47
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S70 LA MUJER
LA MATEBK~DAD
1
¿Recordáis por ventura los ailos de
vuestra infancia?
¿Recordáis aquellas horas tranquilas
en que, libre el alma de p(sares y el corazón
de inquietude~, dejábais repesar
vuestra cabeza en el regazo de u na
mujer?
¿Recordáis id ternura con que aq u ella
mujer os acariciaba, estrechaba vuestras
manos infantiles, é imprimía, sin
ruborizarse. sus labios en vuestra frente
candorosa i
· ¿Recordáis cuántas veces enjugaba
solícita vuestro llanto y os adormecía
dulcemente al eco blando de una balada
de amor?
Oh t sí lo recordáis.
Los 'que tenemos la dicha de ver todavía
á esa mujer sobre la tierra, la invocamos
cun cariilo á todas horas. Su
nombre está escrito en el corazón: es el
nombre más tierno de cuantos encierra
el diccionario.
El no m bn; solo de 1lfadre nos representa
aquella mujer en cuyo seno bebimos
el dulcísimo néctar de vida, en
cuyo regazo dejábamos repo!ar nuestra.
cabeza; aquella mujer que nos acaricia·
ha, que oprimía entre las suyas nuestras
manos, que besaba nuestra frente, que
enjugaba nuestro llanto, que nos mecía,
por fin, en ~ us brazos al eco blando de
una balada de amor.
¡Dichosos mil veces los que todavfa
podemos contemplarla con los ojos de
la realidad !
Vosotros los que habéis perdido á
vuestra madre, también podéis verla si
tenéis corazón y sentimiento.
Podéi~ verla en el ensuetio dorado de
vue~tra felicidad. Si el astro de la noche
envía sobre la tierra su pálido resplandor,
figuráos que el resplandor pálido
del astro de la noche es la mir-ada
tranquila y cariñosa que vuestra madre
os dirige desde el cielo.
Si veis en la región del cielo una
blanca nubecilla, que flota cual tenue
gasa sostenida en sus extremos por dos
ángeles, es el alma de vuestra madre
que al miraros sonríe de cariño :tesde
el cielo.
Si á la caída de una tarde melancólica
sentís en el valle un eco vago que
se pierde á lo lejos, y que no es el canto
de las aves, ni el murmurio de la fuente;
arrodilláos, es el aleteo de la oración
que por vosotros eleva vuestra madre.
Si en noche apacible del estío acaricia
vuestra frente una brisa consoladora,
que no es la brisa de los campos, ni el
hálito embalsamado de las flores, estremccéos
de pbcer; es el beso de pureza
y de ternura que os envía desde el cielo
vuestra madre.
Aunque la muerte la arrebate, la
madre no deja nunca de existir para
vosotros los que tenéts corazón y sentimiento.
II
¡Pueblos que rebajásteis la dignidad
de la mujer; que la considerásteis como
un sér casi despreciable, ver:id ! La ra·
zón os llama á juicio.
El sér que vilipendiáis ha d1do vida
á Vllestros héroes y á vuestros sabios.
Cuando vuestros héroes y vuestros
sabios, cuando los Alejandros y los Romeros,
los Césares y lo3 Virgilios, cruz
.t ban los azarosos días de la infancia,
una mujer los alimentaba co:1 el jugo
de su pecho, una mujer los adormecfa
con el arrullo de . sll amor.
Cuando sus labios empezaron á articular
sonidos, una mujer les enserió á
pronunciar los nombres para vosotros
venerandos; y les imbuyó vue!'tras creen·
cías, y les dijo que había una patria que
debían adorar; una patria que ellos ilus·
trJron luégo con el brillo de sus ~enquistas
ó con el mágico resplandor de
su talento.
¡ Detractores sistemáticos del que lla·
máis sexo débil, recordad que hab~is
tenido madre, ó que la tenéis todavía 1
¡ Los que negáis absolutamente la
virtud de la mujer, acordáos de vue5tra
madre 1
I Los que al nombre y á la mtmoria
de madre no sintáis latir de entusiasmo
el corazón, apartad, alejáos! .
Pero no vayáis á los campos, que allí
las tiernas avecillas besan á sus madres
en el nido; allí el manso recental brinca
de gozo junto á la oveja.
No vayáis á los bo$ques, que allí po·
déis ver á la pantera lamer á sus cachorros,
y á la leona acariciar á sus hijuelos.
Y no es bien que la leona y la pante
ra de los bosques, y la oveja y el ave de
los prados, ensti1en al hombre las leyes
inmutables de la naturaleza, al hombre,
que es rey de la naturaleza y primera
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Humo que Lrota de la montaña;
nostalgia oscura; pasión extrniía;
sed insaciable; tedio inmortal;
anhelo eterno é indefinible;
ansia infinit'l de lo imposible;
amor sublime de lo ideal!
S. DÍAZ MIRÓN.
LA MVJ:aTII DE MIB.ZA
venganza, si hubiera, como un rayo
fugaz, pasado por mi alma calcinándola,
yo habría cerrado los ojos, y ella
habría desaparecido en la inmensidad.
Sólo el amor había dominado, encadenado1
esclavizado mi alma y héchose
la pasión insaciable de mi vida; el
amor, bajo todas las formas: como adoración,
como ternura, como placer,
como voluptuosidad, como sacrificio y
como fe; y yo había amado con frenesí,
con locura, con abnegación, con celos
y con los raptos celestiales que se atribuyen
á los ángele~.
Pero más poderosa era todavía en mí
la necesidad de ser amado; y ciego en
mi ambición, creía que para esto bastaba
que leyesen el fondo de mi alma.
Si alguna alma delicada se estremeciese
de dolor al leer estas líneas, como
se estremece y vibra la cuerda de una
lira tocada por un ciego, la necesidad
más poderosa de mi corazón en este
momento habrá quedado satisfecha, por·
que el dolor necesita simpatía, amor,
dolor también, para encontrar consuelo.
Pero pocos corazones estarán lastima- ······ , ... ·· r· · ···•·· ·· · ·····•··· .•.... ~ ... ··•
dos como el mío; pocas almas estarán, Cargado de ar1os, lleno de decepcio-como
la mía, viviendo sólo de recuerdos nes, pero aún el c0razón sensible, y
tristes, que á otros matarían, y que á mí exaltada esta sublime aspiración, me
me embelesan, porque son menos crueles fui á un campo yermo, debiendo á la
que el presente y porque yo y á no tengo generosidad de una amiga el llevar, por
porvenir: que en la vejez la tumba e5tá compailera una linda perrita. juguetecercana.
Sin embargo, escribo con es- na, de piel carmelita, sedosa y crespa,
peranza: Cuando el herido pide compa- de cabeza delgada, orejas largas y atersión;
cuando el náufrago escribe su ciopeladas y de rnirada inteligente y
nombre y el día y la hora de la ca.tás- apacible. Y verla retozar, saltar, ir y
trofe, y lo confía á las ondas para que venir á mi lado, fué por mucho tiempo
lleven su relato á lejanas playa5; cuan - mi solo placer, mi única diversión.
do el ni11o llora y se arroja en el seno A esta perra le di por nombre MIRZA .
de su madre, ó el amante confía sus Esta era la heroína de un poema de
penas á la mujer querida, todos, como amor que yo había leído, y que era así:
la necesidad más imperiosa de la cxís~ La sacerdotisa de un dios severo, imtencia,
buscan quien comprenda sus placable y sauguinario, habíase enamosufrimientos
y participe de ellos; bus- rada de un joven, y del templo se había
can quien los compadezca, quien llore, huido con su amante, yendo P.Or todas
quien con ellos ame; porque dolor, partes, inspirada y sublime, predica11do
compasión, simpatía, ternura, son sólo una nueva religión de amor y de feliciamor,
y el amor es la ley universal. dad á les mortales. Tras largos at1os de
Adelantado en el camino común de ventura, rodeada de sus hijos y al lado
la vida, habiendo bu:;cado en vano otros de su esposo, fué sorprendida por los
senderos, quise en la soledad del campo c.elosos sacerdotes y sacrificada en el
encontrar descanso; porque, como el l acto. Y ella, al morir, acariciando á sus
gladiador vencido, e~taba moribundo y hijos, les decía: a: Y á veis que esto es
nadie restaiiaba la sangre de mis heri- cruel, y el amor á todos hace ventudas
.•.. ; quise aspirar el aire libre y vi- rosos.l)
vificante d'el campo, sacudir el polvo La criatura inteligente y fiel creció á
del mundo y vivir del amor supremo
1
mi lado, se hizo hermosa y no amó á
de la naturaleza. nadie más que á mí, no quiso más que
De las pasiones humanas, la ambi· estar donde yo estaba; y á veces mición
jamás había enardecido mis sienes: rándome con expre.sión dulce y amable,
, al contrario, las alturas, así físicas como á veces batiendo su abundante cola, me
morales, me habían causado vértigo. hablaba de su amor.
La avaricia, la sed de enriquecer, no Quise hacer de est: campo una grata
había secado mi garganta. El odio e:; mansión: nó un jardín, que eso no escruel,
y me había inspirado miedo. La .taba de acuerdo con el estado de mi es-
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LA 1\'IUJER 373
píritu, sino un lugar donde confundidos
se vieran-como en mi alma los recuerdos-
los árboles, las flores, las plantas
agrestes Y. los sauces melancólicos y
tristes.
En mi diaria tarea, MIRZA me acompañaba:
iba unos pasos adelante, se detenía
donde yo me paraba á poner la
simiente de un árbol, emprendía su
marcha cuando me veía hacer lo mismo,
y jamás se rendía. Así es que en
cada planta, en cada árbol, en cada ftor,
MIRZA ha dejado un recuerdo.
Ver el inmenso y variado panorama
del cielo, mientras que la brisa, pasando
entre los árboles, produce un ruido
misterioso y sublime, era un deleite que
duraba para mí largas horas; y mientras
tanto, MIRZA, tendida á mi lado,
la cabeza entre las patas delantt:ras y
las orejas caídas, parecía soiiar también.
Cuando abrasada la mente, cerno de
un volcán arrojaba esas ideas que queman!
l\1mzA parecía compren erlo: jamás
se dormía, y, de pié enfrente de mí,
e taba como miedosa: me miraba atenta,
sin atreverse á acariciarme y sin
q utrer alejarse.
Por la noche, acostada junto á la
puerta de mi aposento, me avisaba con
~us latidos que ella velaba por mi tranquilidad;
y al menor ruido extrat1o, al
dtvisar á una persona ó sentir un animal,
atronaba la casa; y yendo hacia
donde estaba el peligro que ella temía,
y volviendo presurosa, sin cesar latiendo,
daba el alarma y se prevenía á de·
fenderme.
Siempre que los niños venían á la
hacienda, olvidada la guarda de la casa,
dejaba sus hábitos sedentarios, y adivinando
cuánto esto me era grato. se iba
con ellos á todas las expediciones que
emprendían.
Jamás abandonó la casa confiada á
su cuidado, por sola que se quedase,
por hambre que tuviese; y cuando yo
lleCYaba, tras ligera ausencia, salía á recibir~
e, solícita y amante, batiéndome
la cola y haciéndome caricias con la
boca.
Hasta dónde llegaba su clara inteligencia,
igual ai amor que m~ profesaba,
lo revelan estos hechos:
Poníame á jugar con ella, á molestarla
y á sujetarle la cabeza entre mis
manos; y entont:es ella gruñía, fingiendo
estar furiosa, me tiraba tarascadas
amenazantes; y cuando lograba coge(
una de mis manos entre sus dientes, ·
no me dejaba retinnla, pero no apretaba
la boca de manera que pudiera herirme.
Era su amigo y co1upaiiero Botz Amt,
hermoso perro con quien estaba siempre
jugando; pero á mi llegada lo abandonaba,
y si el perro á mí se acercaba y
yo le hacía cariños, se le iba encima,
gruñendo y disgustada.
Cuando fué madre, me tomó del vestido,
y orgullosa, feliz y satisfecha, me
llevó al lecho de paja~, en donde sus
seis hijitos la aguardaban, y se puso á
darles de mamar.
Como la sultana ama á su señor, con
la fidelidad del amigo, con h gratitud
del esclavo redimido, con la ternura de
una niria y el entusiasmo de un idólatra,
así l'vlrRzA me amó.
Y á había sido madre varias veces, y
en mi ausencia quedaba al cuidado de
una vieja india, que la casa guarda.
En todas las casas de las cercanías habfa
perros carmelitas que yo había regalado,
tnuy parecidos á l\.1IRZA, que la reconocían
por madre y que, en vez de
latirnos cuando llegábamos, salían á recibirnos
con agasajo; de tal manera,
que pudiera haber e dicho que ella
había llevado el amor á esa región.
Pero la última vez que fué madre
tuve q~e ausentarme, y. á mi vuelta
noté que .1\fiRZA no salía á recibirme
cual tenía de costumbre; y entré con
el ánim0 preocupado, temiendo una
de,gracia. En la enramada donde se
dejan los caballos se me presenló MIRZA,
flaca, descarnada, exánime, moribunda;
levantó en alto la cabeza, batióme amante
la cola y volvió á echars"e. Me acerqué,
toméle la cabeza entre mis manos
y contemplé su mirada. turbia yá, pero
fija con amor en mí. Le di pan, y no
pudo recibirlo; pero meneaba la cola
en señal de agradecí miento.
Entré á la casa, lleno de amargura, á
buscar remedios, intentando salvarla;
y cuando vol vi con leche, y á no estaba
en el misn1o lugar: se habíá ido á la
pieza inmediata, á donde estaban sus
hijitos; y dándoles de mamar, extenuada,
exánime, y mirándome amante, se
rindió á la muerte.
-¡Adiós!- le dije, lleno de dolor y
sin poder contener mi llanto.-¡ Adiós,
mi dulce compañera 1 Sin ti El Empo-
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874 DA MUJER
rr:o estará de día solo y de noc:he triste
y silencioso. Tú eras el encanto y la
alegría de este retiro. ¡Adiós! ¡ Adiós 1
MEDARDO Rrv,\s.
Para tu · álbum
Verdinegro estaba el mar,
La tempestad atronaba,
Y un barco roto luchaba
Viendo la muerte llegar.
Los pasajeros en coro
Cantaban con triste acento,
El barco por cargamento
Conducía liras de oro.
Todos cantando al Patriarca
De los cielos, allí á solas,
Mientras las rabiosas olas
Se iban tragando la barca.
No se podían salvar,
¿ Quiénes eran? Trovadores!
¿Qué an iaban esos seflores ?
¡Ver las sirenas del mar!
De repente entre la bruma
Se oye un grito que resuena,
Y aparece una Sirena
Flotando en blondas de espuma.
Cay ron todos de:: hinojos,
Cesaron quejas é iras,
Cantaron todas ]as liras,
Lloraron todos los ojos,
Mirando aquella mujer
Envuelta en suaves efluvios,
Con hermosos bucles rubios,
Con labios de rosic1er.
Ella lus vino á salvar:
Que al fuego de sus pupilas,
l~ ueron quedando trauquilas
Todas las olas dtl mar.
En las leyendas de amores,
Dice, un J. de en can tos llena:
Que tú eres la Sirena
Que vieron los trovadores.
Por eso ahí va mi cantar,
Ahí va mi canto mejor,
Que le envía un trovador
A una sirena del mar.
CARLOS MEANY y MEAr\Y.
LOS BAYOS X
brujo de Menlo-Park,» el incansable
sabio Edisson, ha dado la última mano
á ese portentoso descubrimiento, cuyos
útile~ resultados no podrá el presente
siglo valorar en toda su extensión.
El sabio Roentgen había encontrado
algunas dificultades para poder a tra vesar
todos los cuerpos opacos, por ejemplo,
los huesos; y hé aquí que el inventor
del fonógrafo ha ideado una pantalla
químicamente preparada, á través
de la cual nada se oculta al observador.
' El cuerpo humano se podrá ver todo
interiormente como si fuera de vidrio.
La medicina ha ganado inmensamente
con ese descubrimiento.
Y á los médicos, en rn uchos casos, no
tendrán que estar adivinancio, como
hasta hoy lo han hecho, sino que sabrán
con toda seguridad q llé parte del
cuerpo está afectada y qué resultados
pueden producir sus meciicamen tos.
E~ procedimiento de Edisson es muy
senctllo: on la poderosa luz cathódica
colocada detrás de su paciente, mira á
1
través de su pantalla y ve todos los ór.1
ganos del cuerpo tan claramente como
pueden verse las palmas de las n1anos.
1 El paciente no tendrá ni la necesidad
de desnudarse, porque la ropa ~e pene
j trará como un linón nada tupido.
~ Para hacer pintura luminosa
1 Lávense unas conchas de ostra con
1 agua caliente; pónganse luégo al fuego
durante n1edia hora, y al cabo de este
titmpo retírense de él y déjt::nse enfriaL
U na vez bien frías, se m u e len hasta re··
l ducirse á polvo muy fino, teniendo cui-
1
da?o de separ~r las partes oscuras y
gnses que no st rven al efecto, y se po-
1 d , . 1 nen espues en un cnso . en capas al-ternadas
de flor ó de azufre. Tápese
1 uégo el crisol pegando la tapa con
cimento hecho de arena y engrudo preparado
con cerveza, el cual se deja secar,
y entonces se vuel\.'e el crisol al
fuego por un hora, al cabo de 1a cual se
deja enfriar bien y se quita la tapa.
El contenido debe estar perfectamente
Sabido yá por nuestras lectoras el blanco: y si no, se separan las partes
gran descubrimiento del doctor Foent- que no J? estén, p~rque esas no se pogen,
profesor de \Vurzburgo, al que se , nen .1 ummosas; 1 u ego se cierne por u 11
le ha dado el nombre de rayos X y por · tan:tz muy fino; y el polvo que así se
medio del cual se puede ver todo lo obttene se mezcla con un color claro
que se quiera á través de cualquier preparado con goma, porque en est~
cuerpo opaco, fáltanos poner en conocí- c~so es mejor dar dos capas delgadas de
miento de las que no lo sepan, que« el ptntura que una gruesa. Esta pintura
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LA MUJER 875
permanece luminosa durante la noche,
con tal de que se la haya expuesto á la
1 uz durante el día.
cuAa
Un pobre médico de pueblo habfa
comprado una fanega de trigo á un labrador
ricachón que Je reclamaba el
pago cada instante.
-Pero, ¡ cana . t'ls I -decía el acreedor-
¿ cuándo me paga usted ?
-No tengo dinero.
-Eso se dice muy pronto. Pero,
pero ... Ea, devuél va me usted el trigo.
-M e lo he comido.
-Déme usted un mueble.
-No tengo más que lo preciso.
-Va ya, pues póngame usted dos do·
cenas de sanguijuelas en cualquier
parte.
Jlxcuaa
La carencia de papel de imprenta en
la ciudad y por consiguiente el elevado
precio á que lo hemos estado pagando ,
no nos ha permitido publicar los dos
números de nuestra hoja que debieran
salir semanalmente. Por este último
n1otivo no hemos podido insertar va·
rios artículos con que nos han honrado
nuestros cola horadares.
N os creemos, put!s, en el deber de
dar la presente excusa, tanto á nuestras
suscriptoras como á los que nos han fa·
vorecido con sus escritos, prometiéndo·
nos, inmediatamente que cese el inconveniente
apuntado, publicar números
dobles para poder colocar la mayor parte
del material que tenemos atrasado.
:Pensamientos
El sueño es altvio de las miserias de
los que las tienen despiertas.
Donde hay mucho amor no suele ha·
ber mucha desenvoltura.
La pereza es la bestialidad del cuer ..
po, así como la bestialidad es la pereza
de la inteligencia.
Un perro concertista
En la última feria de Sevilla, uno de
los infinitos saltimbanquis que acuden
todos los años á la tan popular fiesta,
estableció un teatro de animales sabios.
Lo más notable del programa consistía
en la ejecución ... á dos patas, de una
pieza de piano por un bonito perro de
l aguas que respondía al nombre de Aft'lord.
La tienda estaba llena por un
público anhelante de curiosidad. Llegó
el momento, y ¡lfilm·d se presentó en
escena, siendo saludado con un prolongado
aplauso, como si fuera todo un
artista.
A una señal del Director, Afilord
saltó al taburete colocado delante del
piano, se sentó, en posició:-: académica,
con su cola enroscada, y se puso á tocar
muy correcto el primer wals Tout a la
jouie del Maestro Farbach.
De repente, un guasón-un gitano
del barrio de Triana-que estaba al
fundo de la sala, se puso á gritar:
'¡Al gato!. .• ¡ al gato!>> ... Oír esto
el perro, volver ~e hacia el público, enderezar
la cola, erizársele los pelos, y
desaparecer de un salto, para correr en
busca del enemigo hereditario, fué obra
de un instante .....•
Y el piano siguió tocando solo, y más
y mejor, el precioso vals Tout a la
jouie.
¡ El pi no era un piano mecánico J
Beceta• de cocina
BIZCOCHO ESPO.'JA.-Tómense cinco
huevos y media libra de azúcar y bátase
todo con un tenedor por media hora.
Tómese previamente una cantidad de
harina equivalente al peso de dos hue·
vos y medio. Después de haber batido
los huevos y el azúcar el tiempo indicado,
mézclese la raspadura de un limón
(el zumo puede agregase á voluntad).
Bátase adentro la harina é inmediatamente
colóquese sobre una lata cubierta
de un papel untado de mantequilla, y en
el instante póngase en un horno casi frío.
Charada
U na prima y otra jrz'ma
Cuatro vienen á ser,
Como cinco mitad de dos,
Aunque no lo quieras creer.
Y mi segunda y la pr·ima
Docena forman las dos;
Y unidas prz'tna y segunda
N o forman docena, nó,
Pero si forman, si quieres,
U na bella interjección.
Solución á la del número anterior:
Cupido.
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1
376 L :A :1\PU J E R
OhascarrDloa
Entre madreé hija:
-Yo, mamá, no quiero casarme.
-¿ Por qué, hija mía ?
-Porque soy demasiado ignorante.
-No importa. Los hombres no aman
á las mujeres dema~iado inteligentes y
superiores.
-Es que tú crees que ' todos los hombres
son como papá.
COlfi'BB.BKOIAS
SOBRE LA EDUCACIÓN DK LA llUJBB
POR ME DARDO niV AS
{Continuacióu)
Casada después la seilori ta con el señor
don Joaquín :Jove, rico comerciante
español, residente en Cartagena, y habiendo
emigrado á 1amaica pc)r consecuencia
ele la guerra de independencia,
llegó allí á una pobreza extrema. Entohccs
la señora Josefa Gordon de J ove
proveyó al sos-tenimiento de su familia
con artículos literarios que enviaba á
los periódicos ingleses de la isla, y traduciendo
al español los alegatos que en
los juicios hacían los abogados; pues
por respeto á las leyes del pafs, la legislación
inglesa dispone que los proc~sos
se sigan siempre en el idioma español
como antes de que su nación fuese poseedora
de la isla.
~llí residió por muchos años la señora,
siendo el centro intelectual y culto
de Jamaica en la época de su gran prosperitlad,
y cuando era el asilo nnas veces
de Bolívar y los patriotas, y otras de
los españoles arrojados del continente.
V.isi tada la isla por el terrible azote
ae la viruela, la señora Gordon de Jove
acometió la empresa de salvar la poblacion
vacunando á todos sus habitantes
gratis, estableció en su casa una oficina
que ella misma presidía vacunando,
y envió el pus á todos los departamentos;
y tales fueron los servicios que
prestó, que el Gobierno inglés le regaló,
en conmemoración, una gran jarra de
plata de esta forma:
La hermosa colombiana estaba de pie
como la estatua de la caridad; y al pie
había dos negras presentándole sus hijitos
pequeños, con los brazos extendí·
dos para que los vacunase.
U na inscripción altamente honrosa
ocupaba el centro.
Esta jarra! según la última voluntad
de 'la señora, debía reposar en el Museo
de Bogotá.
Era esta mujer de un talento extraordinario
y de mucha erudición. Conocía
ellatfn y todos los idiomas vivvs, y á
fondo la literatura de cada país. Había
estudiado economía política y las ciencias
morales; hablaba con elegancia y
pureza el espanol; y manteníci corres~
ondencia con las personas más notables
de España y con los personajes célebres
de toda la América del Sur: entre
otros, con el General Tomás C. de
Mosquera. Residiendo últimamente en
Venezuela, el señor Gual, el doctorJosé
Vargas, Baralt, Juan Vicente González
y Elíseo Acosta, eran sus íntimos
amigos.
Habiendo conocido allí al .sei\or Manuel
A.ncízar, admirando su capacidad
y estimando los importantes servicios
que podía prestar á su patria, que no lo
conocía aún, se emp~nó decidid ... mente
en que viniese á Colombia; y á ella debemos
en gran parte el que resida entr,e
nosotros.
. Profundan1ente estimada por todos
los hombres notables de Venezuela, rodeada
de admirador.es d._e su genio y de
su saber, y gozando de Jas más :vivas
simpat!as del pueblo, murió en Caracas
el at1o de 1851.
Sus numerosos escritos quedaron en
poder de su hijo.
Tuve el honor de ser . u amigo, y de
oír con placer su inspirada palabra. lla
me regaló una obra en inglés, titulada
Cur,iosidades 'literarias, con la siguien·
te dedicatoria de su letra, que me hago
un deber de coloc~r aquí como un homenaje
á su memoria sagrada:
~e ¿Para pensar en usted necesitaba yo
acaso de su interesante recuerdo? Nó,
mi querido Medardo! antes de conocerlo
lo apreciaba, pues había leído en El Siglo
los sentimientos de usted en favor de Ja
moral de nuestras clases pobres. Después
que lo he tratado, y cuando lo he
visto animarse de una justa :y santa in·
dignación contra los opresores de nuestros
excelentes pueblos, y principalmente
de la desgraciada raza africana, al
aprecio que yá le tenía se ha agregado
el cariño más sincero, y los días que usted
ha pasado en mi modesto hogar
jamás se borrarán de mi memor;a.
(Continuara.)
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