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Más allá de su fama de enfant terrible y de su marcada inclinación por el suicidio, Osamu Dazai (1909-1948) es sin ninguna duda uno de los máximos exponentes de la moderna literatura japonesa. A contracorriente siempre de las normas preestablecidas en una sociedad tan rígida y conservadora como la japonesa, Dazai se convirtió, a pesar de su origen aristocrático, en un auténtico paria. Su existencia estuvo signada por la vergüenza, la perplejidad, el tormento y la ansiedad, lo que, paradójicamente, lo ha convertido en un perdurable icono de la rebeldía para muchas generaciones de jóvenes japoneses. Comparte con su maestro, el genial Ryunosuke Akutagawa, la predilección por las formas breves y unas magníficas dotes como cuentista. Se estima que escribió alrededor de doscientos relatos, muchos de ellos magníficos, como los que, traducidos directamente del japonés, ofrecemos en la presente antología. Osamu Dazai experimenta, con maestría, las más variadas técnicas narrativas, muchas de ellas deudoras de la literatura occidental, pero de sus cuentos perduran sobre todo su personal aliento poético y la crudeza de su temática existencial, arraigada en lo más profundo de la tradición japonesa. El humor como elemento liberador, la compasión en los momentos límites, los sueños e inseguridades de los adolescentes, la resignación y el apego a la vida, las crueles secuelas de la guerra o los conflictos de una sociedad en crisis están presentes en estos ocho magníficos relatos que, a menudo protagonizados por el propio Dazai, demuestran un profundo conocimiento de la condición humana.
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Odilo
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Libros
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La felicidad de la familia
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Los errantes
Una novela única, ligera y honda a la vez, que indaga en las posibilidades del género para hablar sobre el cuerpo, el mundo y las estrategias siempre insuficientes con que intentamos cartografiarlos. Al principio de Los errantes, la narradora esboza un autorretrato que es también una poética: «A todas luces yo carecía de ese gen que hace que en cuanto se detiene uno en un lugar por un tiempo más o menos largo, enseguida eche raíces. (...) Mi energía es generada por el movimiento: el vaivén de los autobuses, el traqueteo de los trenes, el rugido de los motores de avión, el balanceo de los ferrys.» Inquieta como ella, esta novela no se detiene ni un momento: en bus, avión, tren y ferry, la acompaña a saltos de país en país, de tiempo en tiempo, de historia en historia. Un libro inquieto, pues, y no pocas veces inquietante, como buena parte de los relatos que contiene: «historias incompletas, cuentos oníricos» subsumidos en un libérrimo cuaderno de viaje hecho de excursos, apuntes, narraciones y recuerdos que en muchos casos tienen como tema el viaje mismo: así, el relato de Kunicki, que, en plenas vacaciones, tendrá que enfrentarse a la desaparición de su esposa y su hijo, y a su reaparición enloquecedoramente enigmática. O el del gélido doctor Blau, taxidermista, que visita a la viuda de un ilustre colega con la intención de estudiar su laboratorio. También está el de Ánnushka, obsesionada por comprender los incomprensibles juramentos que profiere una pedigüeña en la estación de metro. O el de la bióloga que vuelve a su país para reencontrarse con su primer amor, ahora agonizante. Y, en medio de todos ellos, el relato real de cómo el corazón de Chopin llegó a Polonia escondido en un tarro de alcohol en las enaguas de su hermana; o el del anatomista flamenco Philip Verheyen, que escribía cartas a su pierna amputada y disecada; cartas, en fin, como las que le mandaba Joséphine Soliman al emperador Francisco I de Austria para recuperar el cuerpo de su padre, disecado como la pierna de Verheyen e infamantemente expuesto en la corte donde había servido en vida... Y así, entre corazones, piernas y cuerpos, Los errantes, una novela inquieta e inquietante, móvil y más que frecuentemente perturbadora, se revela también como una novela esencialmente física: en ella se habla del cuerpo, sí, pero también del mundo, y de las estrategias siempre insuficientes (la ciencia, los mapas) con las que intentamos cartografiar lo existente, apresar lo inasible. Como las galerías de curiosidades que su autora gusta de visitar, Los errantes, galardonada con el Premio Man Booker Internacional, contiene «lo raro e irrepetible, lo insólito y monstruoso», y lo expone en un despliegue de inventiva cuya nómada libertad formal oculta una calculadísima coherencia temática: he aquí una novela única, ligera y honda a la vez, que indaga en las posibilidades del formato como los exploradores más audaces.
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Odilo
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Los errantes
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El gigante enterrado
Inglaterra en la Edad Media. Del paso de los romanos por la isla sólo quedan ruinas, y Arturo y Merlín -amados por unos, odiados por otros- son leyendas del pasado. Entre la bruma todavía habitan ogros, y británicos y sajones conviven en unas tierras yermas, distribuidos en pequeñas aldeas. En una de ellas vive una pareja de ancianos -Axl y Beatrice- que toma la decisión de partir en busca de su hijo. Éste se marchó hace mucho tiempo, aunque las circunstancias concretas de esa partida no las recuerdan, porque ellos, como el resto de habitantes de la región, han perdido buena parte de la memoria debido a lo que llaman «la niebla». En su periplo se encontrarán con un guerrero sajón llamado Wistan; un joven que lleva una herida que lo estigmatiza; y un anciano Sir Gawain, el último caballero de Arturo vivo, que vaga con su caballo por esas tierras con el encargo, según cuenta, de acabar con un dragón hembra que habita en las montañas. Juntos se enfrentarán a los peligros del viaje, a los soldados de Lord Brennus, a unos monjes que practican extraños ritos de expiación y a presencias mucho menos terrenales. Pero cada uno de estos viajeros lleva consigo secretos, culpas pendientes de redención y, en algún caso, una misión atroz que cumplir. Sumando el viaje iniciático, la fábula y la épica, Kazuo Ishiguro ha construido una narración bellísima, que indaga en la memoria y el olvido acaso necesario, en los fantasmas del pasado, en el odio larvado, la sangre y la traición con los que se forjan las patrias y a veces la paz. Pero habla también del amor perdurable, de la vejez y de la muerte. Una novela ambientada en un pasado remoto y legendario que vuelve sobre los grandes y eternos temas que inquietan a los seres humanos.
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Odilo
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El gigante enterrado
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La sociedad de la transparencia
Ningún otro lema domina hoy el discurso público tanto como la transparencia. Según Han, quien la refiere solamente a la corrupción y a la libertad de información, desconoce su envergadura. Esta se manifiesta cuando ha desaparecido la confianza y la sociedad apuesta por la vigilancia y el control. Se trata de una coacción sistémica, de un imperativo económico, no moral o biopolítico. Las cosas se hacen transparentes cuando se expresan en la dimensión del precio y se despojan de su singularidad. La sociedad de la transparencia es un infierno de lo igual. Google y las redes sociales, que se presentan como espacios de libertad, se han convertido en un gran panóptico, el centro penitenciario imaginado por Bentham en el siglo XVIII, donde el vigilante puede observar ocultamente a todos los prisioneros. El cliente transparente es el nuevo morador de este panóptico digital, donde no existe ninguna comunidad sino acumulaciones de Egos incapaces de una acción común, política, de un nosotros. Los consumidores ya no constituyen ningún fuera que cuestionara el interior sistémico. La vigilancia no se realiza como ataque a la libertad. Más bien, cada uno se entrega voluntariamente, desnudándose y exponiéndose, a la mirada panóptica. El morador del panóptico digital es víctima y actor a la vez.
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Odilo
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La sociedad de la transparencia
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Topología de la violencia
En este ensayo, Han profundiza su análisis de la sociedad del cansancio y de la transparencia, buscando sacar a la luz las nuevas formas de violencia que se ocultan tras el exceso de positividad. Hay cosas que nunca desaparecen. Entre ellas se cuenta la violencia. Su forma de aparición varía según la constelación social. En la actualidad, la violencia ha mutado de visible en invisible, de frontal en viral, de directa en mediada, de real en virtual, de física en psíquica, de negativa en positiva, y se retira a espacios subcomunicativos y neuronales, de manera que puede dar la impresión de que ha desaparecido. Pero la violencia se mantiene constante. Simplemente se traslada al interior. La decapitación en la sociedad de la soberanía, la deformación en la sociedad disciplinaria y la depresión en la sociedad del rendimiento son estadios de la transformación topológica de la violencia.
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Odilo
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Topología de la violencia
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El aroma del tiempo
Byung-Chul Han reflexiona en este ensayo sobre la crisis temporal contemporánea, en diálogo con Nietzsche y Heidegger. La fugacidad de cada instante y la ausencia de un ritmo que dé un sentido a la vida y a la muerte, nos sitúa ante un nuevo escenario temporal, que ya ha dejado atrás la noción del tiempo como narración. Según Byung-Chul Han, no estamos ante una aceleración del tiempo, sino ante la atomización y dispersión temporal -a la que llama disincronía-. Cada instante es igual al otro y no existe ni un ritmo ni un rumbo que dé sentido a la vida. El tiempo se escapa porque nada concluye, y todo, incluido uno mismo, se experimenta como efímero y fugaz. La muerte es un instante más, lo cual invalida la vivencia de la muerte, en Nietzsche y Heidegger por ejemplo, como consumación de una unidad con sentido. El presente libro sigue el rastro, histórica y sistemáticamente, de las causas y síntomas de esta disincronía. Pero el final del tiempo como duración narrativa no tiene por qué traer consigo un vacío temporal. Al contrario, da lugar a la posibilidad de una vida que no necesita de la teología ni la teleología, y que a pesar de ello tiene su propio aroma. Pero para ello es necesario un cambio. En palabras de Byung-Chul Han, "la crisis temporal solo se superará en el momento en que la vita activa, en plena crisis, acoja de nuevo la vita contemplativa en su seno."
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Odilo
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El aroma del tiempo
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La ridícula idea de no volver a verte
Cuando Rosa Montero leyó el maravilloso diario que Marie Curie comenzó tras la muerte de su esposo, y que se incluye al final de este libro, sintió que la historia de esa mujer fascinante que se enfrentó a su época le llenaba la cabeza de ideas y emociones. La ridícula idea de no volver a verte nació de ese incendio de palabras, de ese vertiginoso torbellino. Al hilo de la extraordinaria trayectoria de Curie, Rosa Montero construye una narración a medio camino entre el recuerdo personal y la memoria de todos, entre el análisis de nuestra época y la evocación íntima. Son páginas que hablan de la superación del dolor, de las relaciones entre hombres y mujeres, del esplendor del sexo, de la buena muerte y de la bella vida, de la ciencia y de la ignorancia, de la fuerza salvadora de la literatura y de la sabiduría de quienes aprenden a disfrutar de la existencia con plenitud y con ligereza. Vivo, libérrimo y original, este libro inclasificable incluye fotos, remembranzas, amistades y anécdotas que transmiten el primitivo placer de escuchar buenas historias. Un texto auténtico, emocionante y cómplice que te atrapará desde sus primeras páginas.
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Odilo
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La ridícula idea de no volver a verte
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El cerebro
Una asombrosa aproximación al mundo del cerebro y a cómo se graba en él la historia y el futuro de nuestra especie, por el autor de Incógnito. Después de desentrañarnos «las vidas secretas del cerebro» en su libro anterior, Incógnito, David Eagleman, uno de los más reconocidos neurocientíficos de la actualidad, vuelve a sorprendernos con esta nueva exploración de la ciencia del cerebro, esa extraña materia computacional que hay dentro de nuestro cráneo y que constituye la maquinaria perceptiva mediante la cual nos movemos por el mundo, de la que surgen las decisiones, el material del que se forja la imaginación. Porque lo cierto es que comprender mejor el cerebro supone arrojar luz sobre lo que consideramos más real en nuestras relaciones personales y lo que consideramos necesario en nuestra política social: cómo luchamos, cómo amamos, qué aceptamos como cierto, cómo deberíamos educar, cómo podemos elaborar una política social mejor y cómo diseñar nuestros cuerpos para los siglos venideros. En los circuitos microscópicamente pequeños del cerebro se graba la historia y el futuro de nuestra especie. Con su prosa brillante y provocativa, Eagleman toma el relevo de Oliver Sacks y nos lleva a reflexionar acerca de quiénes somos, qué es la realidad, quién controla nuestras decisiones, hasta qué punto necesitamos a los demás y cómo la ciencia puede ayudarnos a superar las limitaciones de nuestro propio cuerpo. Las páginas de este libro harán que nos replanteemos todos nuestros supuestos, pues su pretensión consiste en salvar el abismo existente entre la literatura académica y las vidas que llevamos en cuanto poseedores de un cerebro. Entre la maraña infinitamente densa de miles de millones de células cerebrales y sus miles de billones de conexiones seremos capaces de vislumbrar y descubrir algo que a lo mejor no esperábamos ver: a nosotros mismos, una especie que apenas está comenzando a descubrir las herramientas para modelar su propio destino.
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Odilo
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El cerebro
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Diez noches de sueños
Diez sueños, diez viajes al subconsciente, diez oníricas visiones, melancólicas, angustiosas, oscuras, tormentosas y en las que en ocasiones se vislumbra la muerte. "Diez noches de sueños" nos sumerge en lo más oculto de la mente de Sōseki para desvelarnos sus miedos e inseguridades, reflejados a través de diez desgarradoras ensoñaciones. Un cariz diferente desprende "El gorrión de Java", pieza en la que, a través de la velada lección de moralidad escondida entre la exquisitez de sus líneas, el autor nos describe con todo lujo de detalles al delicado parajillo de níveo plumaje, el devenir de sus días y la progresiva dejadez en sus cuidados. "Misceláneas primaverales" es una colección de breves relatos, muchos de los cuales transcurren en Londres, ciudad en la que Sōseki vivió los peores años de su vida. Muchas de estas historias dejan traslucir la desesperación, la profunda melancolía, el aislamiento y la soledad que el autor experimentó durante su estancia europea y que lo marcarían tan profundamente. Las tres obras que recopilamos en el presente volumen, pues, muestran al Sōseki más íntimo e introspectivo y nos exhortan a adentrarnos en lo más oculto de su mente.
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Odilo
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Diez noches de sueños
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Hoy hubiera preferido no encontrarme a mí misma
Una joven que trabaja en una fábrica de ropa durante la dictadura de Ceausescu ha sido citada para un interrogatorio. Ya había pasado por este trance en otras ocasiones, pero sabe que esta vez será peor. ¿Su crimen? Coser notas en los forros de los trajes de caballero que se venderán en Italia. «Cásate conmigo», dice la nota, con su nombre y dirección. Sería capaz de cualquier cosa con tal de salir del país. En el tranvía que la lleva a su interrogatorio, sus pensamientos se pierden en el recuerdo de toda la gente que ya no está. Una vez más, la magistral pluma de Herta Müller, Premio Nobel de Literatura, nos desvela los horrores de la opresión que ella misma padeció. «Una meditada y misteriosa alegoría sobre la vida bajo la larga opresión del régimen de Nicolae Ceausescu.» New York Times
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Odilo
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Hoy hubiera preferido no encontrarme a mí misma
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