Por:
Pedro Pablo Gómez Moreno
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Fecha:
07/11/1907
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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AÑO XIV.-CALI, (República de C<'>lombia) NO\'lEMBRE 7 DE 1907.-N.0 308
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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
3332 EL CORREO DEL VALLE
1
j'{ eche ele j'{ oviembre
Ya llega el rudo invierno
C .)O SUS cortantes ráfagas,
Con sus tupidas nieblas
como flotantes sábanas ;
Ya ruedan de los troncos
Enfermas las parásitas ......
Y están las flores tristes
Y las mujeres pálidas !
La nensa lluvia cae
Con espantoso estrépito !
Sus membranosas alas
Agitan los murciélagos
Y en las inmensas playas
El mar unnoso y pérfido,
Quebrántaseen las rocas
· Con ímpetu colPrico.
En las pajizas chozas,
Raquíticos y escuálidos,
Los niños se acurrucan
Ante el rescoldo eárdeno:
Y allí tiritan ...... lloran
Al escuchar los ásperos
Chtllidos que modulan
Los agoreros cárabas.
Por las oscuras grietas
De las mortuorias lápiclas,
Las gotas ele la lluvia
Descienden frías, !á nguidas;
¡ Oh pérfido destino !..
Talve% únicas lágrimas
Que en s u mansión de sombras
Rec1ben los cnr]áYeres!
1
Doliente y ojerosa
La luna avanza tímida
Y e, cónclese en las nu hes
Inm fJviles y unrlíYngas;
En las desiertas enllcs
Sobre J;¡ s losas frí•!irlns,
Medio clcsnucla~; tosen
Las pordioseras tísien.:;!
All{l 1 jos sncncl..:
Sus ni¡¡~ el rel :ím¡.n.~~·o,
De prPndens< 1:1s J¡, ·i hnstn ln última gota; y
como meneaba ele gusto ln cola, lo
envoh·ió Rosa en su a sinclccir
nada. Cuando acahc'> de lwhlnr, ln
elijo :
-¿~ uicrc ustecl su lftrcn? Pu ·~ cléme
usted cuatro francos.
Sintió ella mt sohrcsallo, \' toclo
sn dolc'lr se clisipú nl monH·nto.
-¡Cuatro francos. ¡Escosa de 1110-
rirsc! ¡Cuatro francos!
Y respondió él:
--¿Cree u tcd que voy á llevar las
cuerdas y el torno de manubrio, y
montar todo e o Y marcharme allá
a bajo con mi eh~cÓ y hacer que me
muerda u mald1to quen, sólo por el
gusto de devolvérselo á usted? ¡ o
haberlo tirado!
l\Iarehóse ella indignada : "¡Yaya!
...... ¡Cuatro francos! "
En seguida que regresó á casa, llamó
á Ro a y la dijo las pretensiones
del_ pocero; I estas palnhras con aentud:
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33361 EL CORREO DEL VALLE
-Pues yo no puedo mantener á
todos los perros que tiren allá dentro.
Hay que renunciar á ello.
Y ofocacla por la idea de todos
esos perros ,.i ,·iendo á sus expensas,
man:hósc ele allí, no sin lle,·arsc con-igo
el resto del pan, comiéndoselo
mientras andaha.
Rosa la siguió, enjugándose los
ojos con la punta h·cr á tí, \'alle natal,
y aspirar otra Yez tu aliento tibio
bajo la luz del sol prima\·eral.
En el hondo pavor de tus barrancas
ir á beber á oculto manantial,
mientras re,·uelos de palomas blancas
manchan lo azul del límpido cristal.
Volver á ca a cuando el sol declina
v la torre mudéjar lanza al ,·icnto
~1 clamor de su canto ,·es pera!.. ....
Y huele á rosas, y la golondrina
desata los collares de su acento
sobre el ultimo alambre del parral.
II
Un poco de repoc >el alma anhela.
La luna baña la quietud del llano.
Sólo el ladrar de un perro nos consuela
con la e peranza del hogar cercano.
La gran serenidad del firmamento
en las aguas dormidas se retrata,
y lanzan las olivas, bajo el ,-icnto,
fosfóricos relámpago de plata.
El ojo ciego de la \' ieja puente
tiende un arco de sombra sobre el río
que ni siquiera r<'Shalar se siente ......
¡ lUo, que de correr nunca te can~as,
igual corre por ella el llanto m lo,
con la tristeza de tus aguas mansas !
III
i Oh, morisco Andarax, donde he nacido,
sé buena madre para mi amargura,
y al hijo que se fue y torna herido,
perdona, y todas sus heridas cura!
Entre aromas de rosas y alclíes
partí de tu ribera una mañana,
ágil y fuerte como tus monfics,
á conquistm· la Thulc más lejana.
En la quieturl ele tus remnnsos ,·iste
nuestros rostro~ unidos ...... \'uel\'(> trist<',
herido el cuerpo y con el alma inerte,
sin ella, y paz a tus rihcrns pido ......
Si es posible olvidar, dámc el olvido,
y si no he de oh·idar, d{unc la muerte !
Al poeta Carlos .-lrturo Torres
IY
El blancu polvoriento del <~amiuo
bajo el espeso robledal se pierrle
buscando la blancura del molino
medio 'l'elada entre el ramaje ,-erde.
Desnudo el brazo lava en la frescura
de los cubos la rubia molinera,
mientras con ritmos de cristal murmura
una fresca canción de Prima \'era.
Al sentirme pasar se queda muda.
Con unas buenas tardes me saluda
en una ,·oz que apenas si se siente,
mientras alguna lágrima callada
resbala por su faz enharinada
y se va, con la espuma, en la corr-iente
\'
Al mirarme pasar tan solo y tri ·te
a estas gentes inspiro compasión ......
i Aún la piedad en esta tierra existe
y aún tienen estos pobn·s corazón !
Estas ,·iejas criadas que me adoran
-i \'alor!-tansólo saben pronunciar,
y casi todas al hablarme lloran
sólo porque me ,-en á mí llorar.
Hasta el ,·icjo lebrel entra callado.
Sobre sus finas patas apoyado
se pone mi faz pálida a mirar
con tan fija an ics de bien alborozadas,
miro suhir-bajo un palio florido-la
Virgen en sus andas plateadas.
Hay ojos neg-ros húmedos de llanto.
Tiemblan luces de cirio ; las ca ullas
lanzan vi,·os relámpagos de oro.
\'o pienso en un lejano camposanto
siento saudades de caricias suyas ;
doblo la frente, me arrodillo y lloro.
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EL CORREO DEL VALLE 3337
VII
La matraca en lo alto de la torre
con un redoble de tambor golpea,
micntra la lenta p1·occ ión recorre
las oleadas calles de la aldea.
Va delante, la túnica morada
y el madero en el hombro, el Nazareno,
y le sigue su i\ladre, acongojada,
por siete espadas tra pasado el seno.
Silente procesión del Jueves anto .... ..
Sólo un rumor de pasos ...... De repente
como una oculta pena rota en llanto
solloza una saeta fugitiva ......
Solo, camino en medio de la gente,
soñando siempre con mi muerta Yi,•a.
VII
Aquí fuimos felice . Aquí he oído
la \'OZ de Dios. que por su Yoz me ha biaba
en el silencio del jardín florido
mientras el claro cielo e estrellaba.
Aqul fuimos felices. Este banco
sintió temblar sus brazos á mi cuello,
y al palor de la luna era má blanco
su rostro entre el negror de su cabello.
Colmada está la copa de mi pena,
y se va á desbordar en la gran calma
azul y plata de la luna llena.
Algo le dice al corazón que espere,
y en el hondo silencio escucha el alma
la eterna \'OZ de lo que nunca muere.
XI
La lámpa1·a pan~t:c c¡ue está triste.
El mismo fuego que auyc.:nlo tu frío
calienta á todos cuantos tú quisiste ......
Tansólo tu sillón está \'acío.
La niña Yistc su muñeca. ~1cnte
el mismo afan materno que.: sentías
cuando en tu falda á ella, son1·iente,
con tus frágiíes manos la Yestías.
Nos hace sonreír tanta ternura.
-¡Si su madre la vie e 1-algui.:nmurmura.
Un sollozo de llanto nos sofoca ;
y la niña contempla con espanto
nuestras pupilas húmedas de llanto
mientras tiemblan las risas en su boca.
X
En todos los crepusculos te veo
arder entre lo ,·erde de las ramas
como una roja imagen del deseo
envuelta en una túnica de llamas.
Te da el alba su rósea vestidura;
y en los mares fragantes y sonoros
el meridiano vela tu figura
con la imperial fulgencia de sus oros.
Y en las noches serenas, sostenida
entre coros de Yírgenes y santas
en el cielo apareces como una
Purisima, de azul toda vestida,
coronada de estrellas, y á tus plantas
refulgente de luz la media luna.
FR.A:-¡CISCO \"ll,LAESPE A.
J'ytañanera
La campana toca á, misa ...
En la paz de la mañana
le abro mi sér á la risa
festiva de la campana.
La lumbre se aterciopela
en el cielo visionario ......
una golondrina vuela
al redor del campanario ...
Las zagalas ruborosas
han ido al nacer el día
á las vegas aromosas
á recoger rosas, rosas
para la Virgen María
Un ensueño inesperado
ha venido hasta mi sér ......
sobre el paisaje aquietado
parece que se ha posado
una mano ele mujer.
Pues que el sol de lumbre ,·iste
la azulada serranía
y está alegre cuanto existe,
no e tés triste, oh alma mía,
no estés triste ......
Tu pena olvida; restaña
tu vieja herida ele amor;
aspíra el fragante olor
que viene de la montaña;
Y ábrete bien la ventana
al sol amigo, á la brisa,
en tanto que la campana
en la paz d~ la ;nañana
toca a nusa ......
BLANCA FLOH.
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3338 EL CORREO DEL VALLE
LA GRAN INSPIRADORA
Raúl se tendió en un cliv(tn con desaliento.
Qué fenómeno se había origin_
ado en su cerebro, de ordinario
lúc1clo y fecundo?
Habían pasado las horas y d joven
escritor-que sólo contaba para
la subsistencia de su hogar con un
pequeño sueldo con que remuneraba
sus artículos el director de una Revista
literaria-no había hecho nada
digno de la publicidad. Las ideas
brotaban confusas, y la imaginación
vagaba de uno e\ otro tema sin
lograr el desarrollo de ninguno. Al
fin se resignó á no escribir aquella
noche, y se dirigió al saloncito ~Ionele
su compañera le aguardaba Siempre.
(!uizá lograría Cecilia, con sus
frases de afecto, disipar la bnuna que
envo)yía su mente en aquella ocasión;
mas no la encontró allí, y seg(
m dijo la criada, á quien interrogó,
había salido desde la tarde dejando
para él una carta que le entregú. El
jo\·en lleno de it ;tJnietucl y temores
leyó ... U na ráfaga de amargura pasó
por el semblante del escritor que
murmuró: l\Ie abandona por no po-der
soportar las priYaciones á que
la obliga mi pobreza; y mi amor, mi
granrle amor, no Yale nada ...
Trns lJn:ye \' terrible lucha contra
sus entimieÍltos, Raúl recobró su
serenidad dirigiéndose nuevamente
á su pieza tle estudio, donde escribió
felJrilmcnte hasla el amanecer.
Su artículo del día siguiente fue
una obra maeslra de vigorosa y extraíla
elocuencia! Causó asombro
en la e)c,·aclaesfcra de la intelectualiclad.
Las felicitaciones llegaron á
lropd desde aquel día, y tras ellas
la gloria y la fortuna.
Algunos años deRpués l{aúl apuraba
una c·opa en conpnílía de sus mejores
amigos. ¡Brindemos-elijo unopor
el hijo mimado de la Gloria v la
Fortun;i !. .. Gracias repuso, el escritor
y fríamente apurú su copa; la
Yoh·icí [\, llenar v exclamó: Debo
c. os dones que me alahái ' señores,
ú una inspiración ele la Desgracia;
y como so.}· agradceitlo-agrcgó con
sarcasmo-brindo por ella¡ mi gran
inspiradora!
LYIH.\ llOLENA.
---------.-·~-----
Jy'[ísÚco..
l\lailana cuando el claustro n•ciba tu ht·llcza,
Tu híhlica belleza que todo lo ilumiiW,
Como al mundo, en las tarrks, cuando la luz declina,
:\le cn\'olvcrú una yaga pcnumura : In tristeza .
Y en tanto las novicias y la maclre abadesa
Gozarún el encanto, la gl'i:tcia matutina
De tu sí•r, v tn ruhm cabecita cli\'ina
Esplcncler?t, como a 1 ha q u<.• i\ su u rl'Í r CJII pieza .
\'errante, triste, solo, cansado de lmscnrte
Con los ojos, en mi :tima sí>ln podré cncontt·artc;
En mi alma flagelada por dolores cxtraiios ~
Y allí con mis rccucnlos. L'll las hot'.ts :uni¡..::ts,
-Como ju1•gan las :ttcnts con lns nthJ:ts cl"pig:tsJugaré
con la imngcn clc tus dic1·iséis :ti-tos.
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EL CORREO DEL VALLE 3339
CSG.sa.s viejas
¿Recuerdas cómo ,-ivimos
aquella historia de amores?
'os hall{lmos, sonreímos,
y tcmhloro os nos dimos,
yo, ,-ersos tiernos; tú, flores.
Ilov h:.tn muerto, vá sombrías,
sin aromas ni colores,
mi estrofas y tu:::: flores,
tus C]Uimeras y las mías.
Como barca ha~.:ia el olvidose
,.a la tumba borrando,
y-ave heridas- flotando
quedan lo sueilos sin nido,
pues por extraña '!-Ventura
se encerraron y eslún presos
mis sonrisas y tus besos
Cll ]a misma Sepultura.
Tú en la muerte, yo en la vida,
-vida v muerte: dos desiertos ... -
soows dos amantes muertos
y no está. la tumba unida !
.\ veces llego á creer
que por un arte ignorado
estás presente á mi lado
aunque no te puedo ver.
Y de noche, cuando animas
tu recuerdo vivo en mí,
me recito aquellas rimas
que compuse para tí ;
y esas notas olvidadas
son sagradas
porque saben de memoria'
por suspiros y miradas
\'de la hermosa balada, el rondel de nuestra historia.
sólo ha dejado el oh·ido
la memoria vú l>orrada
---- ~'on los versos como espuma:
ele una palaiJra cortada
y de un valse interrumpido.
Viejo Amor, ¡cuán poco duras!
Empurpuras
umt juventud, la irritas
y de puí•s la matas y huyes ..... .
¿ Por qué vienes, si destruyes ?
¿ Por qué tocas, si marchitas ?
Todo pasa y todo rueda
como viento y como río ..... .
¿ De¡csc antiguo ensueño mío.
quÍ' nos queda ? .
nacen, mueren, se evaporan ..... .
¿(~ué le importa al mundo, en suma
· si otros lloran ?
Pero siempre que me invades
y vueh,es á resu¡·gir
en mis hondas soledades,
mi consuelo es esct·ibir
estas \'ngas, tristes notas
de dolor, versos de bruma,
que descienden por la pluma
como lágrimas, en gotas.
l\IANUEL Uc>AR'l'H.
M ARGOT
Cuando llcgú el último instante;
cuando sus ojos-clos nslros que lu chaban
en ,·ano por no apagarsehus.:
aron por (dtima \'CZ los míos, y
sus brazos se extendieron hacia mí
como en demanda de un (tltimo es·
fuerzo, una montaña de hielo cayú
sohre mi corazún y sofoct> mi garganta
un _nudo ele angustin. •
Dcsptws ...... su encrpo yncm en
mis hrnzos, y en \'ano husc¡ur.en sus
la hios una ]c,·c con tracci6n, en sus
miembros un cstn·mccimiento, e-11
"En1s sólo ya de Dios"
sus c~jos un rayo de csperanzn. Y
por mi ml·ntc, J.."tlmp por un antJ·o
malclito, cruz<\ .el a'\"e negra de un
pensamiento hlnsfemo. ¿Para esto
los Psfucrzos inauditos del amo1·, las
hu·gas noches <.le vigilante pena, la
fe en In ciencia, lacsperanza en Dios?
¿Era preciso, pues, resignarse {¡ encerrarla
en la estrechez de una caja,
abandonarla á la indemente voracidad
ele la tierra, ''en medio ele un
campo lleno ele esqueletos", perder-
1ft, perderla para siempre?
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3340 EL CORREO DEL VALLE
Me quedé solo en la estancia.
Ordené que no penetrase allí ningún
extraño. Quería sustraerme á
las necias reflexiones con que en tales
casos se pretende mitigar un dolor
humanamente inconsolable.
cer de desgarrarme el alma. Era la
fuga oportuna de una Yíctima yá
inscrita en el índice fatal de la desgracia,
una victoria ganada por
asalto al infortunio.
Sí, el mal de la ,,ida le sería desconocido,
y su alma cándida, sustrayéndose
al impuro contacto del
mundo, volaría al infinito en forma
de estrella.
La coloqué de nuevo en el lecho y
estuve largo rato contemplándola.
Y pe osaba, mientras recogía los dorados
nzo de sus sienes, en lo que
haría la muerte, allá en su lúgubre
laboratorio, de ese tierno haz de primores
que tan despiadadamente me
robaba. Era la voluptuosidad del
dolor en su más honda intensidad.
Casi resignado la conduje al cementerio.
Ya no era la tierra la implacable
destr!lctora sino el tabernáculo
inviolable en donde iba ádepositar,
como una hostia, ese inerte
pedazo de mi corazon, ese frágil
* * * cuerpecito de tres años.
l n súbito rayo de luz brilló en mi
mente. Nó, no era un inicuo tratamiento
de la suerte por el sólo pla- 1906.
EZEQUIEL GAMBOA.
1
......
gje tas rimas sentimentates
Entonces era un niño, con los bucles dorados ;
á la tarde solía correr por el jardín ;
feliz con mi trompeta, mi caja de soldados,
sin más novelería que los cuentos de Grimm.
Hahía algunas niñas, amigas de mi hermana:
Leopoldina era rubia con oros de trigal;
Carmencita, morena, como una sevillana;
Lucila era tan pálida ...... y la traviesa Juana
reía en el crepúsculo su risa de cristal. .....
Ésta era la alegría-en cuanto era llegada
se poblaba de trinos el amplio caseróncon
su vestido blanco, su carita rosada
y aquellos labios rojos como una tentación ......
De todas las muchachas era mi preferida :
ella fue mi primera visión sentimental ......
Al recórdar ahora su silueta querida
siento que mi alma tiene dulzuras de panal .... ..
Yo estaba enamorado de mi amiguita ...... Un día
en que el sol de su risa brilló más retozón
eché á correr tras ella por ver si la cogía ;
y la cogí.. .... y entonces, como ella se reía,
yo besé aquella risa que era mi tentación ....
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EL CORREO DEL VALLE 3341
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BL1\Ne1\ Y NEGR0
l'n negTo ef'tnhn ng·nznpntlo <'11 <>l
nHJPllL• de Jq Pnn·plo11etn. Lnl' piPl·
na..., le ¡wndíctn; 1 rn,.; del ng·un.. l·t
l"H hez;,t !u t e11 ía n po y: • el: 1 enunn gTan
;u·g·olln. y nll"o:,tndo ttnín 1m L'll JO
todo Jlpno d!' en rhón tle picLli"U.
Era un ncg·J·o, nugrísimo. lnrg·o
t:omo un clín uegTo: tlaco y lmesudo.
y por tod hilo y tma éhnnunTeta
azul, que abierta por el pecho
clejaua Yer las co. ·tillas una por
una.
Los que Yan á menudo al muelle
Yeían todo el día al negro rodando
po1· entremedio de los farr;los, de las
pacas de algodón, de los montones
de trig·o y de las lata de petróleo;
al medio día adormilado á la sombra
ele uua barraca ó de nna machina.
Al caer In tarde se le veía haciendo
eses, tambaleándose como un
barco, yendo de una taberna á otra,
con el cubo ele carbón que jamás
aua.ndonaua. Por la noche, ¡vaya
mstecl á saber dónde dormía!
.:\o mO\'iPndose, como no ~e moYía
ele! puerto, parecía que algún
barco se le había dejado allí en el
muelle, ó qne había llegado andando,
6 que se había perdido, ó que
no s;-:¡,l>ía donde estaba.
Sip oficio, el modo de ganar:o;e la,
arrastrada vida era nadar, zalmllirse
haRta el hondón de aquellas
aguas, hasta el lecho lleno de inmundieia
y faugo á do11de tiólo llegan
la::; th~agas. y sacar de allí CI:Ll"·
bón ele piedra.
A rada zabullicla. no sacaba más
que un tizoncejo, y muchai' vece~
11i f'.·o; Pll C'ndn yinje snlnnm·ino. si
e:-tn lw de RUerte, v:n na hn. el os ó tres
tr ntimus, y a l ÚPgar In ucxhe. ~i
h abía llenado bien el C"UlJO, ¡ pobre
nPgro ! _ganaba. cmeo (, .'cis realPs.
,\quel día lo ]muía llenado con
colmo ,. lo tenía aliado; v <:omo Ya
era PI y se echó á reír.
El negTo quizo alzarse v no pudo
de ninguna manera. ~
Después le tiró de los cabellos ......
y veng:a á reír mientras el otro se
defendía.
Y por último se le ocurrió la gran
idea.
De aquel cubo, de aquel montón
de ·udores, ele angustia y de peligros,
único capital de aquel infeliz
bon·aeho, y ¿ quP hace ? le agarra
y le tir·a al mar ...... y venga, morir-se
de riRa.
El negro, no pudiendo moverse,
no sé qne dijo en la lengua de su
tiena; por último se levantó, qui o
echar m::tno a.l cubo, ,Y ananc6
del pecho un sollozo ta.n hondo que
á las m i::;mas aguas enternecía.
Pero ella ríe qne reirás. Y el negro
llora c¡ue llorR.
\.'nada. m~· cloloro,·o y triste que
aquel contraste de aqneJ]¡.t figura
negra, llena. la cara de lágTima::;,
con la otJ-a fign rn. hin nca., todu llena.
de ha1·ina.-S.\N'l'lAGO Itje dPI cementerio de
f'pscia, lngat· pt·óximo á Florencia,
h:t presentnH muerta,
pero nó YiolentnnwntP seg1Ín las
apafenc·ias.
A la ypz q nP esta denuncia. del
conse1je dPI c·pmenterio. había lle~
auo á las autoriclHrles nn 1wiso la pobr€' loca.
EL LUJO.-Desgraciadamente, vemos
con demasiada frecuencia que
hay madres ne familia que cegadas
por un amor mal entendido, acostumbran
á vi\·ir á sus hijas con lujo
que las más de las veces no est~
al alcance de sus modestas fortunas,
causándolas con esto un graYísimo
mal.
No reprochamos el lujo en lo absoluto.
Que las personas acaudaladas
vistan con elegancia y aun satisfagan
hasta donde les sea posible
sus caprichos, nada tiene de vituperable,
pues con eso dan trabajo
á la costurera, á la modista, al
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zapatero, y á otras muchas personas
que viven del trabajo honrado;
pero no sucede lo propio con lasque
no cuentan con suficientes recursos
para vestir del mismo modo.
Tened entendido, mis amables lectoras,
que el enemigo más terrible
de la mujer es el lujo, y que las madres
que desrle pequeñas acostumbran
á sus hijas á vestir lujosamente,
las exponen á que sean muy desgraciadas
y puerlo asegurar que muchas
veces causan su perdición.
¿ Se podrá exigir que las jóvenes
así educadas les tengan amor á la
modestia y á la sencillez, que es el
principal ornato que el hombre busca
en la mujer que ha de elegir para
que sea su compaiíera, el ángel de
su hogar, la madre de sus hijos ?
Y las jovencitas que tienen una
pasión desordenada por el lujo y la
esplendidez ¿¡:>odrán ser buenas esposas,
buenas hijas y buenas madres
de familia ? Sin titubear respondemos
que no.
El primer mal que les causa el no
poder satisfacer todossuscaprichos
es el fastidio, y detrás del. fastidio
vienen la vanidarl y la envidia.
La que ama el lujo, la que es vanidosa
y por consiguiente coqueta,
nunca es feliz, nunca está contenta
porque jamás ve satisfechos sus deseos,
pues siempre está temerosa de
que otras mujeres más elegantes y
mejor vestidas, la eclipsen ; las exigencias
de esas mujere son insoportabl
e y sus primeras víctimas
son sus pacl res y e. posos.
El lujo enfría el almn de la mujer
y nleja de ella toclos los sentimientos
noble y generosos.
Se puede asegurar quena hay mujer
que ame eJ lujo, c¡ue no !"Pa
egoísta.
El lujo, el detestable lujo, dice una
moc1crna escritora, ha hecho imposible
el hogar ele la familia : el carruaje
, el abono ele los teatros, la
modista cara, 1a peinadom, las telas
de valor, los encajes parecen en
el día, sobre todo ~n las grandes capitales,
necesidades que ni nllestrfls
abuelas ni nuestras madres conocían.
El lujo, semejante á la pasión del
juego, absorbe por completo la existencia
y trastorna las cabezas.
Si queréis vivir contentas, queridas
lectoras, vestid con sencillez y
sed aseadas, y os conquistaréi los
corazones de todas las personas
prudentes ; huíd del lujo y seréis fehces.
EL 'I'IPÓGRAFo.-Impasible, porque
e!:¡ el obrero del pensamiento escrito:
fija la mirada en el originl'll,
mientras la mano febril se agit:t entre
las cajas, desconoce el tedio ele
las horas lentas. Poseedor ele! conjunto
de noticias de donde ha de
surgir el diario, no deja escapar ele
sus labios una frase indiscreta; el
artículo sobre finanzas; la revista
de teatro; la invitación fúnebre, todo
para él constituye material que
amasa en el crisol de la galera con
calma imperturbable.
Cuando termina su labor, se dirige
al hogar y allí lee el periódico á
la madreó á la esposa, al hermnno
ó al amigo. Entonces aparece en sn
fa.z-inmutable en las horas de trabajo-
la alegría franca, la alegría
que le proporciona el haber aprisionado
en un mismo molde todos Jos
elementos heterogeneos que pnsaron
por su mano de artista.
Obsen·ad esa prematura seriedad
qne se a podera del tipógraf(>, niño
apena . ¿ Sabéi la causa? .\. pocos
se le oculta ; lo Íln-acle la influencia
que s.Jbre el ejerce el continuo
contacto con las letras.
LlC\·a en las manos la historia
diaria ele! nmndo, pero los acontecimientos
del mn ñniJa le imponen el
c1eher de l'Shnz~tt· un Ilt1e\·o cuadro
que pasar(t con In mi.ma facilidad
que el anterior.
Cuanse a.l pacientE' unn taza de
leche v encima una dósis emética de
sulfato de zinc de un gTamo. La
leche se cuaja é inmediatamente Re
arroja y arrastra la espina.
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3346 EL CORREO DEL VALLE
COLLAZOS & LLOREDA
DR. JOAQUÍN A. COLLAZOS.-DR. J STI TIA O LLOREDA
Escritorio: A continuación del § IIora
Colegio de la señora Dolores Delga- §y 1 á 4.
de despacho: 8 á 11 a. m.
do Carvajal. §
Telégrafos: CoLLAIL § 1lpartado N.0 29.
---CALI, CAUCA, COLO 1TIIA--
Los poderes deben conferirse á amhos socios, y aquellas personas
con quiene uo se haya hecho coutrato para sostcne¡· apelaciones
ante el Tribunal del orte del Cauca, deben nwnclarlos
proyistos de los correspondientes fonclos para atenclcr á los gas-tos
necesarios. 12-:l
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Arturo Manrique & Ca.
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Fuente:
Biblioteca Virtual Banco de la República
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Prensa