Por:
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Fecha:
16/06/1850
PERIODlCO D~ LITERATURA I COSTUMBRES.
TRIM. l. BOGOT! 16 DE JUNIO D}~ 1850. NUlU.6.
AVENTURAS DEL TROVADOR.
I
(CONCLUSION).
Este artículo estaba concluido hace
tres semanas, pero como la moda
ahora es cortar los artículos i folletines
i suspenderlos por mucho tiempQ,
intercalando otros diversos paramantener
el interes i la curiosidad, no nos
habiamos atrevido a dar la conclusion,
de temor de parecer ridículos, i
poco afectos al sistema del C01"TeO de
Ultramar. p()1: fortuna los artículos de
costumbres son como las gallinas, pavos
i faisanes, que agradan mas al paladar
despues de dos o tres dias de.
muertos; lo que no sucede con los artículos
de política i de circunstancias
que han de tomarse a soplo i sorbo;
ántes de que se enfrien. Habiendo ya,
pues, trascurrido un término racional,
nos parece de conciencia que continuemos
las aventuras comenzadas.
Pero ántes de anudar el roto hilo
de nuestra interesante i amena narracion,
queremos hacer una advertencia
a nuestras bellas lectoras; i es que
el Trovador de ogaño mui poco se parece
a los trovadores de antaño: es
decir, que en vez de la capa corta, del
sombrero calañes, del tonelete o faldellin,
de la agraciada gorrita con plu-mas,
i otros atavios diversos que usaban
aquellos mozos, segun la época
en que vivian i cantaban sus trovas,
el Trovador bogotano es un mozo como
cualquiera otro de los del dia. En
vez de la gorrita usa sombrero blanco
o negro, en vez de las vestiduras de
seda lleva saco o levita i pantalon con
trabas o sin eUas, segun el humor de
que amanece; i en vez del zapato i
calzon de punto listado, bota de charol
con cañones amarillos o verdes,
o simplemente de becerro, si no alcanza
para mas. Esto en cuanto de traje
diurno Í de negocios, que en cuanto
al atavío nocturno i de aventuras, la
cosa varia enteramente, pues, para
imitar al mtlrciél8go lleva una ancha
capa i un sombrero de panza, i jardi.
nera i anteojos para imitar a la lechuza,
i de vez en cuando 1)11 grueso ba'ston
con honores de garrote, por lo que
pueda suceder en alguna encruzijada.
El Trovador moderno no tiene mas
puntosde semejanza con los de la edad
media que es el busto: a saber, melena
entre larga i corta, rizada i negra;
barba idem que le cubre la mitad del
rostro, i un mirar romántico i apacible,
como quien tiene por oficio i pro- .
fesion canta.r amores i pulsa!" la lira
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(vulgo guitarra) que ordinariamente
lleva debajo de la prosaica capa.
Esta esplicacion injenua tiene por
objeto desvanecer cualquiera ilusion
que pudiera haber asaltado a alguna ° algunas cachacas románticas, i noveleras
amigas de lo maravilloso, creyendo
equivocadamente que el Tro
vador de 1850 fuese alguno de. esos
seres poéticos, de belleza ideal, cuyos
cantos llenos de encantos, i de dulze
májia, arrebataban, sorprendian, estasiaban,
trastornaban, i magnetizaban
a las damas de aquel ent6nces, i
las hacian sali!' de sus casillas, llegando
hasta el estremo novelesco de dej arse
robar. 1 lo decimos porqu~ como no
es raro, ántes bien lo vemos todos los
dias, que a nuestras paisanitas cuando
son mui susceptibles i lijeras de
cascos, se les conviertan en sustancia
las novelas que leen, creyéndose unas
Amandas, otras Matildes, otras condesas
i duquesas ; nada tendria de estraño
que se antojase a alguna de ellas
que el Trovador es ni mas ménos como
lo representa Belaval en las tablas,
i que sus pasiones son como las del héroe
de García Gutiérrez. Basta de introduccion
i adelante.
Sucedió, pues, que, aguijoneado
por el recuerdo de aquellas puntas que
yo habia visto en las ventanas niebli·
nas, me eché a discurrir qué sería lo
mejor que podia hacer para ponerme
de intelijencia con mi bella desconocida,
de la cual no quise hablar a nadie,
por consideracion a ella misma i
tambien por egoismo. Aguardarla en
el altozano una bella mañana para
hacerle alguna manifestacion mímica
de mi naciente pasion, ni era cordura,
atendido a que iría con alguna
madre,' dueña o nodriza que se apercibirian
de ello, ni yo sabia que iglesia
frecuentaba ella, ni si debla pararme
en el altozano del Hospicio, de la
Tercera, de la Veracruz o de San
Francisco, que todas estas iglesias estaban
cerca de la casa. Entablar un
diálogo de bajo j contralto, o mejor dicho,
de contrabajo, por la' yen tan a,
sobre ser un insulto a su recato, i ademas
peligroso, podia tener el inconve-niente
de que ella me dejase con un
palmo de narizes, i conversando con
la celosía. N o me quedaba, pues, otro
recurso que el ordinario i mui socorrido
de mi profesion, i que ha solido
surtirle algun efecto a mi cofrade V ..
Andrade. Bravo! magnífico! dije para
mí, dándome una palmada en la
frente. 1<:6mo no me había ocurrido .
ántes! Manos a la obra! •.••
Pues Sr., aquella misma noche, lueque
salí dé una tertulita a donde me
habían convidado con mi compañera
inseparable, la guitarrita, me dirijí solo
i embozado, con el corazo,n palpitante
de temor i de gozo, ácia la calle
donde mi estrella polar demoraba. To- '
do fu6 llegar a la esquina, i desembozarme,
tomar el instrumento,i emprender
la tarea de templarIo, Recost~me
contra la pared i apoyando el pié derecho
sobre el recanton de la esquina;
comenzé a preludiar por un tono triste
i patético. La noche era serena i clara;
una calma suave reinaba en la diáfana
atmósfera, i los sonidos metálicos de
mi vihuela vibraban distintos i perceptibles
a trescientos pasos de distancia.
Despues de dos o tres rejistros en
que ori1l6 mi ejecucion i destreza dijital,
fuíme acercando poco a poco al
castillo que ocultaba al objeto adorado
de aquella serenata, cuando alllegar
a la primera ventana, suaz ! ••••
rompí el canto con el prisionero, cancion
indíjena i no del peor gusto. Algo
ronca tenía la voz con el aire frio de
la noche, sobre todo despues de haber
salido de aquella tertulia donde habia
tanto calor, pero no era cosa que embotase
la lanza.
Al concluir mi tercera estrofa, me
pasé a la otra acera de la calle, creyendo
que a cierta distancia seria mejor
oi(lo que estando debajo de la ventana
i pegado a la pared. Terminada
la primera cancion, no sin algunos intervalos
de impertinente t.os, me pareci6
distinguir un pequeño ruido en el
bastidor de la segunda ventana, que
naturalmente era la de la alcoba, i
animado con esta inesperada e inequívoca
muestra de atencion e interes,
retoqué algunas clavijas i por segundo
..
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acto dí a mi inc6gnito auditorio la
separacion, modulando mi voz con
tanta ternura i trinando con tal primor,
que yo mis'mo me sentía conmovido.
Varias ventanas de las casas
contiguas se abrieron mistei-iosamente;
pero esto, léjos de lisonjearme, venía
a turbar en cierto modo mis planes.
Por fortuna la claridad de la noche
era proveniente de las estrellas i no
había luna que pudiera traicionarme.
Animado con aquel primer chirrido
que me anunciaba la presencia de
algun ser viviente i femenino por entre
la celosía, luego que termin6 la
segunda cancion, me oculté en el hueco
de una puerta un buen espacio para
engañar a los importunos vecinos
(o veci,nas) i luego me acerqué mui
quedito a la dichosa ventana, i ent6nces
i o placer' distinguí claramente
una tosesilla femenil que se repiti6
mui luego. A esta tosesilla contesté
yo con otra suave i finjida, i ent6nces,
la que me escuchaba, conociendo
que el músico no había partido, entreabrió
la puerta. Temblando de
gozo la dije en voz baja:
-Anjel mio' U. estaba ahí? .
-Ola' i c6mo sabe U. mi nombre?
dijo la misma voz apénas perceptible.
-Anjela se llama U? Nombre divino,
celestial' no podia ser otro para
esa hermosura. 1 dígame U. Anjelita
mía, me atreveré a esperar ..••
-Bien desearía que U. se esperara
para oirlo cantar otra vez; , pero el
frio de la noche puede hacerle daño;.
mejor será que U. se retire.
-Esa es mucha crueldad' Está U.
sola?
-C6mo dice U ?
-Que si está U. sola o acompañada.
-Estoi sola, (dijo despues de vacilar
un rato) i estoi acompañada.
-Por ventura la mamá? .•••
-No señor, es Tisbe que está acos-tada
en la cama.
-Dios mio' (E~ta será alguna hermanita
dije para mí). Qué bello nombre'
Tisbe' Tisbe' Este nombre
poético es todo amor, todo pasion.
¿ Sabe U. la historia de Píramo i Tisbe,
que murieron de amor?
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-Pobre Sr. Páramo' con que muri6'
1 cuál fué el que llaman el cojito ?
Tambien tocaba guitarra como U.
-Digo que la pasion de Píramo era
solo comparable a la mia.
-Yo tambien soi mui apasionada a
la música. 1 la señorita tambien. Oh'
la señorita Luisita se muere por la
guitarra, i sobre todo por el canto.
-L96m? la ~eñorita' ••• lu~go U .....
- y o SOl AnJehta •••• la cnada ••••
-Infeliz de mí , .••• I esa Tisbe, (di-je
alzando la voz, i conservando un
resto de esperanza) esa 'l'isbe no es ...
.. Es la perrita de mi sea Luisita .•
que está acostada en su cama.
-Con que es decir que ella duerme ,
en otra pieza.
-N o señor, es que .••• mi señora
Micaela, el ama de la casa, i la niña,
se han ido a mudar temperamento.
Yo estoi sola, cuidando la casa, i la
perrita me hace compañía.
En efecto la maldita Tisbe, habiendo
despértado con el ruido de la
conversacion, i oyendo una voz est1'aña,
comenz6 a gruñir, i últimamente
se precipit6 ladrando a la ventana,
i queriendo salirse por entre los balaustres.
Desgraciado' esclamé. ¿ Habrá
suerte igual a la mia' Enamorado
como un perro, i dando serenatas a
una criada i a una perra faldera' Esto
es para ahorcarse' N o me cuelgo
ahora mismo de esta ventana por no
dar un escándalo' i al decir esto no
sé qué movimiento hize de rabia i desesperacion:
lo cierto fué que la inocente
guitarra di6 un terrible estallido
i se volvi6 pedazos. Esta desgracia
me faltaba. Alejeme de aquel infernal
sitio renegando, de mi estrella
i de mi profesion de trovador, i aturdido
con los ladridos descompas,ados
de la perra, no ménos que con los gritos
de la criada que queria hacerla
callar.
Ya el lector se figurará qué noche
pasé tan deliciosa pensando en tan
agradable aventura, i en ·aquel Anjel
o Diablo, que, .cual otra Maritornes,
habia t.omado yo por una fermosa ,
princesa.
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SIE~IPRE LOS MIS~IOS.
Un trovador que en vez ue entonar pacíficas
endechas quebranta su elevadll mision, trabándos~.
en asuntos políticos, lo hace tun mal como
el médico que entre el 8úlfuro de potasa i la copaib;
t, recetu al partido 'l"ojo el estcrminio, o para
el lívido la conformidad, como el mas poderoso
calmante. Mas de uua vez nos ha ocurrido csta
idea, i cou ella el propósito de llenar nnestras columnas
con hnmildes trovas. Pero al punto nos
hemos dicho, iquién lecl'ia este pcriodiquill07 Nadie.
Sin agraviar a nuestros lectores, ellos mismos
convendrán que las il usiones de los poctas no son
entretenimientos que satisfacen al mayor nÚmero,
o lo que es lo mismo, las trovas a Tu Sunrisll,
Tu Desden, E l Desengaño, las hallarlL de sn
. gusto el amante fe liz, el quejumbroso, o el que
haya llevado calabazas. No siempre es dado ni
vate cautivar la admiracion, porque la fuerza ~l
estro, la sublimidad del asunto, ese conjunto de
condiciones que marcan la perfeccion de la obra,
rara vez ocurren para ganar el lauro. Se necesita
ademas Ull lector que sienta, compreuda i aprecie
cuanto de hermoso i delicado ha prodncido el
poeta. I como ya dijimos, por entendidos qne sean
nuestros lectores, la mayor parte no se contenta
con poesías. Quieren cosas positivas, de aquellas
que inmediatamente los afectan, de aquellas en
qne se ocupan constantemente, en fin, la cosa
pública, los negocios del dia. Algunos quisieran
mas, i que ese '1nu8 consistiera en traer a cuentas
a los hombres de partido, juzgarlos sin misericordia,
i herirlos en sn honor i buena fama. E l uso
que de la imprenta han hecho ciertos escritores
en estos últimos tiempos, ha llevado la perversion
hasta el decoro i bnen gusto, por manera que hoi
se halla pálido e insulso cuanto no envuelva algo
de personal, acre i ofensivo.
Sin ser nosotros unos santos, ni avocamos los
títulos de apóstoles i sacerdotes de la imprenta,
para luego profanarla villanamente, queremos
circunscribirnos a aquello que pucda contribuir a
ratificar la opinion pública, en materias políticas,
procurando evitar toda personalidad COtno hasta
hoi lo hemos hecho. Tenemos vivas tendcncias a
ser imparciales i justicieros, a la vez que independientes
en nuestros juicios. N nestro antn.gonismo
no se estiende a las personas, sino a los mauejos
a que se ocurre para desopinar la Adminifitracion,
desacreditarla sin merecerlo, predisponer los ánimos
para las revueltas, i llegar hasta lanzarse
desacordadamente en ellas.
I los autores de estos medios reprobados, aparte
de los pomposos principios de que han estado
haciendo alarde, dnranto doce años, nos finjen todavía
que se desviven por sostener el órdeu
constitucibnal, simulando qne ele algun mudo se
halla comprometido. Esta tentativa 110 cs llueva,
que ya en otra ocasion solemne se ha acudido a
ella para cohonestar el crÍmen de rebelion. Ella
ha sido en otra época el protesto para nna insurreccion
a mano armada, que en definitiva nos
puso en manos do un uSU1jJador.
Recordemos cómo pasaron los hechos. El
partido que en 1830 luchó porque surjiese del
Cong1·eso Admirable la forma constitucional republicana,'
vió que sn triunfo seria efímero si la
enerjía no ponia coto a las maquinaciones del partido
dictatorial, fuerte por el prestijio dclllombre
de BolíVa1·, ya tristemente c6lebre. Una AdmilIistracion
qnc no accrtó a organi,arse, en parte
por la dificultad misma de lu situacion, cometió
la imponderable falta de dejar conocer Su iucupazidad.
Ella entrovió su caida, siu prever los medios
que la traeriau a tierra; contaba con salir
ilesa del fracnso, i dejó que obrase la casualidad.
Pero los hombres que con clla estaban identifica"
dos, los hombres que, uwjor dicho, le habian dado
cl ser, veían venir la tempcstad, i natural era que
obrasen en el sentido de ponerse a cubierto. Hubo
elltóncos lo que ocurre en tOdDS los casos de inminente
peligro. Representar el mal, indicar remedios
frecuentemente contradictorios; proponer
los medios de salvacion, porfiar por ponerlos en
planta; i a todo csto tropezar con una indolencia
capaz de anonadarlo todo. De aquí las quejas,
las represcllt¡.¿ciones, i tambien los gritos de desesperacion,
que en posieion tan estrema exhalarau
los que con tanta claridad veían su próxima
ruina. A estas demandas de la justicia i la necesidad,
se las llamaron actos de opresiou i sojuzgamiento,
ejecutados por Utl partido de frenéticos
demllgogos, que traía violentada la accion legal
¡lel Gobierno. A la sombra de esto estado de supuesta
fuerza, los astutos conspiradores, des<;le el
mas ruin hasta el jefe de los coujurarlos, protestaron
que carecian de garantía" individuales, que el
Gobierno estaba oprimido por uua faccion, i echaron
la voz de que era preciso ponerse en armas
para vindicarlo i salvarse' ellos mismos. De este
modo i por llamamiento los rebeldes fueron estableciéndose
en el cuartel jcn eral del SantufL1"io,
bajo el especioso concepto de libertar al Gobierno.
E l dia en que las huestes leales sucurubieron con
gloria en aquel funesto campo, i los vencedores
impusieron crueles condiciones a ese Gobierno,
todavía osarOD mentir que su intencion hatia sido
la de redimirlo de la coaccion demagójica. Llevaron
mas allá. su insolenc ia, i exijierou por precio
de una capitulaeion la entrega de los que llamaban
furiosos demagogos. De este número fueron
los Sres. José Ignacio de Márquez ¡J. M. i M. A.
Arrubla.
Veinte años despues estamos viendo que no se
ha echado en olvido la antigna táctica. Miéntras
que a los señores de la oposicion les convino sostener
la polémica por medio de la imprenta, Stl
previnieron con maña para presentar al Gobierno
como supeditado por un club que le diera la lei en
todos sus actos administrativos. Cuantas esposiciones
se han elevado al Cindadano Presidente de
la República manifestá.ndole el estado del pais,.
las necesidades que lo aquejan, los medios de salvaeion,
touo lo han pouderado como uua demasía,
como una tiránicapretension de los apellidados
demagogos. Gasi nos hemos encontrado en idéntic::
ts circunstaucias si ménos difíciles que en 1830.
La AdmiJlistracion ha tenido que hacer pode~osos
esfuerzos para asegurar su marcha legal, coadyuvad
.. i sostenida de COillun acuerdo por sus amigos.
Pues bien, sin que la Admillistracion haya
cejado un punto, sus pretCl¡didos .. m paradores no
han cesado de vociferar que se hallara oprimida
en sus deliberaciones. Couocemos las personas,
los medios i recursos COIl que han contado en esta
capital, para representar al Presidente i ofrecerle
su cooperacion, simulando siempre qLle 110 tuviera
libertad. Este empeno en finjir la sujecion violenta
del Gobierno u un club, se hizo valer mui
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significativamcnte ;lntes de la espulsion dc los
Jesnitas. Felizmente, estc paso do espontánea
decisioll, de espresiva eneljía, de in con trastable
resolncion, ha sido el desengaño mas oportuno
qne pudiera apeteeerse acerca de la libertad do
aecion en que se ha hall ado el J efe del Estado.
Los clamores de la oposiciol1 no han dejado
de tener eco en las proviucias, donde la ilusioll
venía a ser mas natural. De algunas hemos sabido
que los corresponsales aceptando la ficcion
de hallarse el Gobierno avasallado por las exij encias
de nu partido, le han hecho los mas rendidos
ofrecimieutos de adhesion. Dejauuo a un lacio la
sinceridad de estas ofertas, a nosotros nos cumple
decir que en tocio esto no ha habido mas que nn
artificio fraguado con tiempo en esta ciudad, para
disponer los ánimos a un levantamicnto en voz
del Gobierno, so pretesto de redimirlo de la soñada
opresion. Si con este concepto aventuramos
demasiado, sea así, pero no senos disputará que
aquel procedimiento encierra la doble mira de
menoscabar la actual Administracion, infamar a
los que la apoyan i defienden. Esta es \lua consecuencia
de los principios asentados por la oposicion.
Ella ha dicho que su sistema consiste en
desacreditar por todos los medios posibles al partido
que triunfó el 7 de marzo, i quiere ser conslguieute
en tan noble conducta.
Estaría por demas, para desengaiiar a los
pretendidos redentores, empeiiarnos en demostrar
que la actitud imponente en que se halla la Administracion,
hace la mejor respuesta que pndiera
dárseles para tranquilizarlos en sus temores
acerca de la opresion que se ejerza sobre el Gobierno.
Los hechos hablan eou sobrada elocuencia
para comprenderlos. Si las cualidades personales
del hombre que está al frente de la Admiuistracion,
no fueran suficientes garantías de su entereza
para dominar una erísis cualquiera, qu6dénos
la memoria que el decreto del 18 de mayo es un
testimonio concluyente que prueba la firmezampañÍa, madrugó ja profesion le representa en los deel
13 a la iglesia de la Candelaria, se lirios de la senectud, asesinos por
confesó i recibió el Sacramentado, i a todas partes. Pero él en sus cabales,
las 10 de la mañana se dió dos puña- siempre con los griegos i romanos,
ladas que lo privaron instantáneamen- desafia a los asesinos desde l.os Limote
de la existencia. Bien pudiera creer- nes. i Despierte por Dios, Jeneral
s'e que el que así obrara poseido de un Bori'ero, que sus pesadillas nos hatétrico
fanatismo, no desmintiera su cen temer por su preciosa vida 1
escuela; mas nosotros tenemos la pia- DESCUBRI~nENTos EN NÍNIVE .
. dos a opinion de que solo un menteca-to
en un esceso de furor puede aten- El sábio MI'. Layard, que en Asiria
tal' contra sus dias. En efecto, se nos se ocupa de investigar antigüedades
ha asegurado que el infeliz zapatero escribe con fecha de principios d.e
no estaba en su acuerdo; de suerte marzo haber hecho un nuevo e impor-que
el martirolojio jesuítico no se hon- tante descubrimiento en el mundo de Nin~. .
rará con esta víctima. .,
LOS FALSOS DEVOTOS.-Mui Ha~lendo practlCado grande~ es-santo
i loable es invitar a los fieles i c~vaslOne~ en la p~r~e de una emmenJ:
eunirse a pedir al Altísimo los soco- cla todavla no esphcada" ha.enconITOS
de sus inagotables bondades, pa- trado nada ménos que el trono en que
ra que nos acuda en las tribulaciones el monarca se .sentó ah~ra 3.0~0 anos
que a cada paso rodean la mí~era exis- en su espléndIdo. palaclO·u Esy co~ni
tencia. Pero pedirle en fervorosa ora- p'uesto de m~tal I de ~ar 11 : e me a
C.lO n que ap laque s'us Ira s, sus tremen- rIcamente cll Jb1 cedla doN, I edl m. adrf' il her-d
. . d d mosamente a ra o. a a ll1 !Ca que
os castigos, 1 al' a compren el' que 1 1 . h 'd d t'd 1
los enoios del Ser Supremo nos vienen e pa aCNI~ aya SI 0t les rUl o por he
J .. fuerro. mgun res o lumano se a
por los. p.eca dos del p.r Ó.J Im. o, este ras- encoo ntrad o. En V'IS t a d e t an asom b1 '0- go de Jlnpledad antlcnstrano, no es L d . /
d· d' t d d t' so resultado MI'. ayar contmua con
.Igno e Jen es ver a era~1en e ?rIS- \ 'd r sus es licaciones.
tlanas que solo deben sentirse amma- ) al o p
das del espíritu de caridad i amor l ---- ------ -
ácia sus semejantes. ( Imp. del Noo-granadino, po, R. GOllzá.loz.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente:
Biblioteca Virtual Banco de la República
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