Saltar navegación e ir al contenido principal
Biblioteca digital de Bogotá
Logo BibloRed
Cargando contenido
¿Qué estás buscando?
  • Escribe palabras clave como el título de un contenido, un autor o un tema que te interese.

  • Búsqueda avanzada

Seleccionar

Contenidos y Experiencias Digitales

Filtrar

Formatos de Contenido
Tipo de colección
Género
Idioma
Derechos de uso

Selecciona contenidos según las condiciones legales para su uso y distribución.

Estás filtrando por

Cargando contenido

Se encontraron 22478 resultados en recursos

Compartir este contenido

Manifestación

Copia el enlace o compártelo en redes sociales

Compartir este contenido

Nombramientos en Cundinamarca

Copia el enlace o compártelo en redes sociales

Imagen de apoyo de  Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 137

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 137

Por: | Fecha: 03/02/1900

... A Ro 1v Bo~otá, Febrero 3 de 1900 NUM. 131 --~·.--__;_ nstitución, y CONSIDERANDO: Que por causa de la guerra Sr! ha redoblado el trabajo de la Poli­da Nacional, pues adem 1 del servicio ordinario presta servicio militar, lVimiendo á ser casi continua la fatiga de e~e Cuerpo; Que es juno remunerar debidamente dicho trabajo, OEC!tETA: Artículo único. De de el 1.0 rlel prc ente, y mientras subsista la tCawsa que lo motiva, di frutará de un veinticinco por ciento de sobre­. sueJdo (z S por 100), el Cuerpo de Policía Nacional. §. El crédito para dicho gasto e con idcrará incluído en el del perr·onal del mismo Cuerpo. Comuníque:sc y publíque e. Dado en Anapoima, D..:partctmcnco de Cundinamarca, á 2+ de Entero de 1900. M ,-\ ·uEL A. SANCLEMENTE El lVlinistro de Gobierno, R.-\FAEL M. PALACio-El Subsecretario de Relaciones Exteriores, encargado del Despacho, ANTONIO GóMi~ RessTilEPo-El Ministro de Hacienda, CARLOS CALDER6N-El Ministro de Guerra, JosÉ SANTos-El Ministro del Tesoro, MARCELIANO V All­GAS ·-El Ministro de Instrucción Pública, MARCO F. SuÁREZ. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 1~ BOLBTÍM VlLITAR (z7 DE ENERO) por el cual se reforma el Decreto número 153 de 1897 El Prnidtnte dt la Rtpúblüa dt Cg/ombia CONSIDERANDO: Que tanto por el número de guardias de plaza de esta c~pital com01 por el alto precio que ha alcanz~do el alumbrado, es hoy insuficiente la partida de cuarenta pe'3os (ii 40) mensuales asignada para tales gastos. por el artículo 1 56 del Decreto número 1 53 de¡ 1897, DECRETA: Artículo único. Elévase á cien pesos (t 1 oo) mensuales ciesde 1at última semana del presente mes, la particia señalada para alumbrado de las guardias de plaza de la capital de la R('pública, mientras dure tur­bado el orden público. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á z 7 de Enero de 1900. Por delegación del Excmo. Sr. Presidente de la República, El Mini tro de Guerra, JOSÉ SANTOS Minilttrio dt Gutrrü-Staión J.•-BogottÍ, E11tro zz de 1900 Visto e1 Decreto ejecutivo de 16 Jel ~~rc s cnte, por el cual se ads­cribe á este Ministerio la Jefatura Civil y Militar ;e Cundi':lamarca, Se RESL' ELVE 1.o Desde esta fecha asume e] infrascrito Minis ro de Guerra la Jefatura Civil y Militar de' Cunoinamat a con tod:\S las facultarles que co11f; rme ~ la. Cn11 . i ·u j, , y {> ¡, s De-en: ( ~ de adcter legislativo y ejecutivn, 'comp·· ren G uL'. ' 1a d re ~ y Tefe. Civ.'e!' y Militares; z.0 N mhr , f't"r r11 ~ e_ let jc · f~1ura Civil y Militu, para los De ... rachos Je ( , l icr •· y H ciu . dii, r . SfCCiiv~mentc, á los Sr~. Ar­c: tdio DulcLy ~ } - ~ María Pn v.~ 3.0 Tod( s 1 -Jemy· de + +O al punto 3 J . .............. . d1a del ra" ~ ¿~¡;~~::.~~- 1 ~ dohJeJmsBs /l ~ POLÍGONO B, DEL PUNTO 5 AL PUNTO 1 DEL POLÍGONO A ~ o .. .. ~-~ .. o···... ~ --·· .· .. ov ~ m m p o , o ' o ' 5 339 40 139 35 48 50 48 50 30 03 70 30 Cl El punto a e! 17 355 10 155 10 45 00 45 05 28 05 97 15 a la cima dE ... ········· ...... , .. ......... ......... , . .... · . .......•. la torre dt ... ... ........ ......... ......... ........ ······ . ....... l . 25 186 45 386 40 47 20 47 25 29 09 ......... Longitud nle- -- -- -- dia (Jel p11sc / "'lj e)'• .•• /. -~.:49 ~~~.. g;:~ 'o~ ..t.• Q;l \ ~..,. o ,_ ... 1~ a~ -6-o e·~ :( Q, ~ Sumas¡ !47 25 44i 46 280 02 ......... doble }111596 ,'1 1 ~ ~ t2t o t"' tiiS lot ; ~· .... ~ c. " Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETfN MILITA.lt 135 Oonstruaión ie los azimurs-'Transportador comple11Jentari1-Se cons. :truyen los a7.imuts de Jos diferentes lados del polígono, por medio del 'término medio de los azimu ts directo é inverso, después de corregir éste en zoo0 • Para hacer esta construcción se emplea un transportador de cuerno, llamado complementario. porque además de las dos numeracio­nes ordina¡ias que principian por o · y zoc0 , al extremo izquierdo del diámetro, y acaban por zo::> 0 y 400° al extremo derecho, tienen otras dos numeraciones en el mism0 sentido, que principian por oo y zooo en el radio perpendicular al diámetro, ó zoo. El borde del transpor­tador, cerca del diámetro, es perfectamente rectilíneo y paralelo á este diámetro, y puede servir de regla. Para construír un azimut sin vacilación, y para evitar equivoca­ciones con el transportador complementario, hay que sujetarse es­crupulosamente á las prescripciones siguientes: Se traza primero en el borde de la hoja de papel una rosa de orien­tación, cuyo centro es uno de los vértices de la cuadrícula, cifrada en el sentido de los ángulos, es decir, en el sentido inverso del movimien­• to de los punteros de un reloj (figura 58); Juégo, fijándose en la rosa, se puede ver, según el valor del azimut, la dirección en que se debe trazar el lado correspondiente; se coloca la regla del transportador, próxima­mente, en esa dirección y junto al punto considerado, poniendo el centro ea·en una paralela á la meridiana, sea en una perpendicular á ella. Ea se­guida se bu ca en las cuatro numeraciones del transportador la división que corresponde al valor del ángulo, y que se encuentre cer<.a de la línea de la cuadrícula que pasa por el centro; con pequcfios movimientos se hace coincidir la línea con la división del transportador, procurando que el borde pase por el pun~o, y se traza el lado en el sentido indicado por 'la rosa. De este modo es imposible equivocarse, porque en e: mismo radio difieren las cuatro numeraciones de 100 ó zoo grados, y cerca de la línea de la cuadrícula que pasa por el centro del transportador no hay sino una numeración que dé el valor del ángulo dado. Por consi- ·siguiente, no hay vacilación, se evitan las equivocaciones y se abrel-Ían notablemente los tanteos. Comprobación dt Jos caminam .=entos-Trasladando al ~apel un polí­gono topográfico, se hacen las construcciones hasta el último lado; casi siempre se encontrará un error de cierre. Aun e uando el error sea ad­misible, hay que volver á hacer la construcción del polígono en sen­tido inverso, como se ha dicho anteriormente (métodos generales de levantamientos). Si no se obtiene en esta segunda construcción un error de cierre paralelo é igual al primero, hay equivocaciones en la me­dición de los azimuts ó de los lado ; para buscar un error será venta­joso dividir el polígono por travesías, en las cuales se hacen camina­mientas. Empleo de . fa brújula-Se hace uso de la brújula, principalmente en los levantamientos por el método de caminamiento: 1 •0 , porque no se pueden trazar lados muy largos; en ef~cto l.t l~ctura en la brújula se hace con una aproximación de 5'; la construcción con el transportadot con una ·aproximación de Io', y por consiguiente, los errores en la cons­trucción de los lados pueden alcanzar hasta 1 s'; de donde que no se deben trazar líneas muy largas; z.o, porque operando con visuales Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 138 BOLBTfN XI LIT A.R utilizar íntegramente las propiedades balísticas del arma; y, en fin, que el fuego es el único medio eficaz de preparación para gastar y quebrantar moral y materialmente al enemigo á quien se quiere desalojar de una posición. Mucho se ha discutido sobre la táctica del fuego: los unos lo miraron como el único eleutento racional de combate, por lo cual le subordinaban íntegra la táctica; los otros, con razón en nuestro sentir, reconociendo la eficacia del fuego, y aceptando que es factor poderosísimo en la lucha, sostienen no es, si:t embargo, fn definitiva, sino un medio de activar el desenlace del conflicto entre los dos adversarios. De ahí dos escuelas bien caracterizadas: la primera, porque preconiza la forma defensiva; la segunda, porque se fía de preferencia á la ofensiva. La primera, después de haber triunfado al principio en casi todas partes, á la fecha no conserva imperio sino en el ánimo de los escritores civiles que tratan de la materia, sin saber siquiera lo que es un cuartel. Y como Francia y Alem:.t.nia son las dos Naciones donde con mayor profundidad se ha estudiado el asunto, analizaremos en se­guida cómo se ha resuelto en ellas el asunto reglamentariamente. En Francia rige el reglamento de 15 de Abril de 1894. Allí se sienta, en tesis gene'ral, que el fuego por descargas es más eficaz que el fuego á voluntad ó individual, por cuanto facilita el manejo y dirección del tiro y evita el derroche de municiones •, razón por la cual se recomienda su empleo en el combate tan largo tiem­po como sea posible, lo mismo en la defensa que en el ataque de na posición. El fuego individual se reserva principalmente á los exploradores y para las distancias cortas, cuando ya la tropa no po­see la calma necesaria para apuntar y disparar á la voz. El fuego rápido, tiro por tiro, no se usa sino en el momento decisivo de' un combate, y el de repetición sólo cuando lo mandan hacer los ofi­ciales, pero el almacén debe permanecer siempre cargado, desde que el soldado entra en lucha, por lo que pueda suceder. · Es principalmente en la defensiva en la que se utiliza el gran­de alcance del fusil, porque en ella es más fácil reamunicionar la tropa, y hay interés en perturbar la marcha del asaltante hasta don­de sea posible; en la ofensiva, al contrario, conviene no romper el fuego sino lo más tarde posible para no retardar el movimiento de avance y para ahorrar las municiones. . Los fuegos á ]a voz se ejecutan por fracciones, cuyo efectivo no sea ni inferior á una sección ni superior á un pelot6n; y si la distancia es mayor de 1,ooo metros, pueden emplearse dos alzas que difieran entre sí 200 metros y dejen en medio la distancia calculada El reglamento admite que el fuego puede ser eficaz dentro de los siguientes límites: • Si esto sucede en tropas realmente enseñadas, ¿qué sucederá con milicias que entran en campaña apenas levantadas? Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN KU..IT A.B 139 Hasta 2,ooo sobre tropas en columna de viaje ó en forma­ción de reunión; hasta 1,500 sobre líneas extensas, columnas de pelotón ó de compañía, y s0bre la artillería y la caballe­ría; hasta 1,200 sobre una línea del frente de una sección ó so­bre una sección de artillería; hasta 1,ooo sobre una línea del frente de media sección; hasta 8oo sobre la que tenga el frente de una escuadra. A menos de 6oo el tiro es eficaz sobre toda tropa, á pie firme ó en rr.archa, apuntando con el alza de 400 al pie del blan­co. Contra la artillería y la caballería conviene el alza de 6oo para todas las distancias inferiores á 8oo metros. Cuanto á la dirección del fuego, reservada á los oficiales, se sujeta á los principios que se expresan en seguida: el jefe de ba­tallón indica á los capitanes el objetivo que quiere alcanzar, y, si así conviniere, la porción de la línea enemiga sobre la cual debe concentrarse el tiro; los capitanes determinan el blanco, regulan el empleo del fuego y del consumo de municiones, prescriben el alza que ha de usarse, vigilan la regulación del tiro y señalan el tnomento en .que debe romperse ó cesar el fuego; los jefes de sec­ción reemplazan en esta3 funciones al capitán, si fuere preciso; cuidan, ayudados por los sargentos, de que los soldados empleen el alza ordenada, y vigilan que las voces de mando se atiendan con orden y se cumplan con precisión. En tod caso e1 fuego se regulará teniendo en cuenta los car­tuchos de que se dispone, de suerte que siempre se conserve una reserva suficiente para el momento decisivo. En tanto que no se ha ordenado el fuego rápido, la eficacia de) fuego se busca en la precisión del disparo, y no en el número de éstos. Reglada así la dirección del fuego, preciso es averiguar cómo se le aplica en el desarrollo del - combate, -que es -lo. que constituye. Ja táctica del fuego propiamente dicha, porque como factor im­portantísimo aparece ' en todas las fases de la lucha, trátese del ataque ó de la defensa, de perseguir al enemigo ó de cubrir la re­tirada. En efecto, una infantería que resulte privada d~ su fuego es una tropa paralizada á que no queda otro recurso que los golpes de desesperación, que pocas veces dan buen resultado. En la ofensiva las reglas son poco más ó menos las mismas, cualquiera que sea la situación de la unidad que se considere, sola ó encuadrada. El fuego dirigido como queda dicho y combinado con la marcha sirve para acercarse al enemigo y para ganar poco á poco los emplazamientos favorables para obrar eficazmente sobre él. Cuando de esta suerte se ha aproximado el asaltante á unos 400 metros del defensor, preci~o es emplear todos los medios de que disponga para quebrantar la resistencia de éste; el fuego rápido sirve entonces para ganar más terreno; en fin, en el último perío­do del combate, á 150 ó 200 metros, toca al fuego de repetición abrir campo al último esfuerzo de la ofensiva, ósea al que habrá .de llevar al asaltante hasta la posición que quiere conquistarse. En Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLE1'ÍN M1Ll1'AR resumen, en la ofensiva el fuego es medio para avanzar, ya que en primer término es el movimiento lo que da probabilidad de im­presionar al enemigo hasta el punto de hacerle temer una lucha cuerpo á cuerpo. U na tropa inactiva no obtiene resultados eficaces en la acepción de la palabra, y como por otra parte s~ría temeri­dad lanzarse sin preparación á una zona barrida por los proyecti­les de un enemigo intacto, no es sino tras un fuego certero, nutri­do y más mortífero que el del adversario, cuando resulta posible ganar terreno hasta acertarse lo suficiente para tentar el esfuerzo decisivo en una sola arremetida *. En la defen i va, al contrario, los medios empleados difieren en cuanto que en las primeras fase del combate el fuego es el úni­co medio con que se cuenta para detener al asaltante, para que­brantar . u empuje, pervancia de 1"~ pri rl­cipios relativos al empleo del arm.i: es preciso que el tirador rern'a­nezca calmado bajo el fuego, hasta cuando no le es pe:-rm:ti o .• - parar; que c:fispare después de apuntar con cuidado; que utili( .· d terreno para aumentar la eficacia de su f1tego; que atituda. in ce­sar á su jefe y al enemigo; que cese dt· tlr.lr apen-1:1 deje de .. ;r visible el blanco, suene el silbato dd jefe, ó se dé NJen 1 .. .; u.;­pender el fuego. Estas disposiciones disciplinarias deben inculcarse dt- tal suer­te, que conserven su influencia sobre el sold;!do, aun en medio del Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. DOLBTliC KILI'l'AB combate, cuando la dirección de los jef~s se torna incompleta y á veces acaba por faltar del todo. Los soldados deben familtarizarse con esa dase de circunstancias y saber la conducta que les corres­ponde observar en tales casos. La constante observación de los puHto~ de caí da, con auxilio de binóculos, permite darse cuenta de la situaci6n dd enemigo, de la exactitud de las alzas empleadas, dd objetivo á que debe apun­tarse y de las correcciones que conviene hacer para aumentar la eficacia del fuego. Si la observación ¡e hace di f1cil sobre la línea misma del combate, á ser posible St! colocarán observadores, á cu­bierto, hacia el llaneo de ella, y las oh. ervaciones que hagan se transmiten á la tropa que tira, ora por seitalts convenidas, ora por medio de hombres convenientemente escalonados. No es necesario que todas las porciones de la línea de batalla ejecuten uniformemente el rnismo genero de '"uP.l!O; excepcioual­mente pueden indicarse á ciertas fracciones objetivos especiales que pueden demandar una clase dada de fuego . ' Para el empleo del fu"go ráp1do los momentos propicios son, en la ofensiva, la preparación final del asalto, y en la defen iva, el asalto del contrario para rechazarlo; un at la con idtracH n primordial para elegirlo, c.•m· cuando por lo común la infantería enemiga es el objttivo más favo­rable é importante, porque no pucdt"n dt:~l reciélrse las oca~iones que se presenttn para batir caballo~ y jinete ; 1~ elecci,)n de.J objt:tivo la determina la impor,.ancia t:' ctica de! momeuto, 1 ero una vez ba­tido Sf" prefi• ren lo:, \.,)ancos rpee por ·11s <'inH~n .. iones (frente ó pro­fundidad) prometen un porcientajt t! e ím1 .H:to mayor. El tiro i1.Jire"·to se em· le .t • 1r.t1 :. tf.: y s )1 en el caso en que se conoc:: Í..t di r.\ · ;j y 1 inmovJii ,•: el blanc (los ddi ;130- rt-s de una tr"nchera , or cjen.p1o) y ¡,. ' t. r . tPra de la traytctc r:ia permiten q e r~ obre1 . ga algu 1. r("S .;t. ( . De ordi Pario lo5 : omandé..ntes flr· 1w rr y de compaí11a son los jefes qne dí rigen el fue~<'; ; '· C'dmu r~~ dt unidades mayo-res ti ... ne11 .,~rbre el enemigo: el medio m~is eficaz es, sin duda, disimularse tras un abrigo ú objeto, que se encontrará siempre que se sepa utilizar convenientemente el terreno, y en este caso la na­turaleza y dimensiones del abrigo octerminan la formación. Cuan­do se trate de las marcha~ de avance en una zona determinada, rara vez ser: posible recorrer largos e pacios sin mostrarse al adver ario, y en este caso el remedio no puede pedir e sino á la formación mis­ma que se emplee para march r. Supongamo una tropa de 28 hombres(! de compañía); mar­chando en batalla prc~ental á á las mirada del adver~ario un tablero de ¡m6o Je altura p r 25'" de longitud; i lo hace por cuatros, e ta últirn. •cifra se reJuce á 311'4-0 ' i en do hilera , á Lm70, y por último, en una fila, á o.8 o ; luego el ideal sería la marcha en fila, colocado los oldado exactamente uno tras otro. l r--, 1 1 D 4 2 I 1 córicamente esta última formación no presenta visible' sino una supe~ficie mJnim?, ~]frente de un hombre; pero en la prácti­ca, en razón de las dificultades que se hallarían para conseguir que durante una marcha todor e movieran e ·actamente unos tras otro , , la visibilidad de la formacira á distancias medias conocidas con exactitud, sus resultados serán siempre considerables, en especial si se dispone de municiones abundantes. Los anteriores conceptos no pueden aplicarse sin correctivo á las ametralladoras modernas, por una razón muy sencilla, dejando de lado por ahora los perfeccionamientos introducidos en su fabricación, cual es la de que bajo tal nombre comprende el uso aparatos que difieren bastante en su fondo. En efecto, las ametralladoras se dividen en dos grupos: uno que lanza Jos proyectiles en serie continua, y otro que lo hace por descargas con intnvalos, por lo cual este grupo tiene que comprender siempre varios cañones de fusil, por decirlo así, por lo me­nos dos, que automáticamente se cargan y disparan á un tiempo, en tanto que el otro grupo, por cargar y disparar sucesivamente los varios cañones que constituyen el arma, sí pudo recibir una modificación sustancial, como la de reducir la longitud del tubo donde se aloja el cartucho, darle mayor calibre y hacer que todos los proyectiles partan por un Jo/o cañón, de suerte que entonces el aparato no fue otr a <.:osa que un revóh'cr de gran tamaño, y aun cuando los fabricantes lo llamaron caJiÚn revólver, en verdad nada tiene de cañón, pues no es sino ut.a ametralladora, que tratándose de modelo aplicable á la guerra de mont,tia. de ninguna manera reemplaza al cañón en las funciones que á este asigna la dcti­ca, sobre todo por la contingencia que se corre de qu ·se dañe el meca­nismo, siempre un tanto complejo y por ende delicado. En resumen, es grave error creer que en la guerra moderna el ca­tión y las cadena de tiradore pueden ser reemplazados por una má­quina mi ta, á un tiempo fusil y pieza de artillería, como sucede siem­pre que ae trata de confundir en un mismo cuerpo funciones totalmente diversas, y tánto, que desde tiempo remoto irvieron para e tablccer la dtvisión por armt1f, que durará tanto como dure la guerra sobre la su­perfiC: e del plan ta, ya que hasta un ejército de mr el cual se cm­pieza :i b · j r, y á la ÍL. •Jierda se en_u.!ntrd el end-..ro que guía al Pu n e de B J•.tc~, ci cu d á P' ~o s ~ levanta y cruza de nuevo el eje d 1 p:iram) p lra de · ·ender al SE. p r una bajada pendiente eu parte-, Je 111 d pi!So, sep :1rada del camino real del Puente por el reliev que enmarca p·>r el O. la cuenca receptora de que ya se / hab16, o t e á •Hlolo á cierta altura de la quiebra-lecho del río Bo­yacá ,.rcatino) cuando éste cruza hacia el E., pues antes ha corrido casi de S. á N. El mi ·mo autor q·:c escribió que de Tunja vieron los patrio­tas que Barreiro marchaba hacia el Puente, escribe pocas líneas ade- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • 150 BOLETfN MILITAR lante: "Mediaba entre los dos caminos que seguían los contrarios ejércitos una vasta extensión de terreno abertal, cubierto en parte de estériles colinas de varia elevación, que así impedía á los opues­tos bandos aproximarse para trabar combate, como les ocultaba sus movimientos. Sólo á una milla de] Puente de Boyacá juntá­banse aquellos dos caminos que venían de Tunja y i'v1otavita, lo cual tenía lugar en el sitio conocido hasta hoy con el nombre de la Casa de Teja, nombre debido á un antiguo edificio de explotación rural." Ya el lector sabe que no se trata de terreno cubierto de colinas, sino dd contorno de una articulación de páramos cuyas cumbres casi siempre miden 3,ooo metros de altitud. Las fuerzas qu.e van á lidiar la batall.-t eran equivalentes desde todo punto de vista, menos el moral, que fue precisamente el que decidió de la jornada. De los documentos de la época existentes en los archivos deducimos las cifras que en seguida se leen. En el Boletín no figuran sino las del advers rio, dadas exactamente, por­que al redondear la cifra que le atribuye, apenas sí las aumentó en unos pocos soldados. Por lo que hace al número de los patriotas, que el documento oficial no señala, unos hi toriadores los han rebajado á su placer, creyendo con e.lo dar má brillo á la jorn d , y otros s_ñalan apenas la del ejército de línea, pensando que podían supri­mir las milicias pre entes en el campo, no ol> tante leerse en el Boletín: "Las columnas de Tunja y el Socorro se reunieron á la derecha, AL DECIDIRSE la batalla," es decir, contribuyeron eficaz­mente á la victoria. P A T R 1 •> T A S YanguarditJ Batallón 1 ° de Cazadores 480 Batll16u 1. 0 de línea ...... H O ESPAÑOLES Ya11grtardia Drngone .. . . . . .. . . . .. . . . . . . 160 Ratjemplo de la actividad, de la constancia y del vefda dero heroísmo. Restab1eci6 la fábxica de pólvora, compró y reparó lo& fusiles, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. tlOLE'.r:fN MILITAR 159 El Gran Jurado nacional, reunido el I . 0 de Agosto de I 832 para elegir Bresidente de la República, dio un fallo tan favorable á mi anterior conducta, que no pod1a apctecerlo más e pléndido, y el no haberse intentado acusación alguna en las Legislaturas d~ 1833, 34-, 35, 36 y 37, lo ha confirmado respecto de la Admi­nistración que presidí ha ta el 1.0 de Abril de este año. Voy á presentar hoy varios documentos y á hacer algunas explicaciones sobre ciertos hechos importantes con que siempre han pretendido afear mi conducta los escritores enemigos del po­der legal que ejercí, de mis opiniones ó de rni buena r putacic:>n. ;\ll e provoca á anticipar los un papel titulado Al tiempo y á la ver­dad, firmado por una persona bien conocida en esta ciudad como escritor encarnizado contra mí. No pretendo satisfacerlo ni satis­facer á los que participen de su ojeriza. Este sería un trabajo su­perfluo. Yo jamás he contado con su concepto para fundar mi re­putación de patrioti mo, de servicios y lealtad á la patria. Intento solamente proveer de materiales puro y verdaderos á los que un día han de escribir imparcialmente la historia de la Nueva Grana­da, y afianzar á mis conciudadanos en el buen concepto que les he merecido. Mi lenguaje será el que corresponde al asunto y á la dignidad de mi posición social. El tono acerbo é incivil nunca ha servido de raciocinio fundado en verdad, razón y justicia. Sa­ciados ya cuanto~ deseos he podido tener en la carrera política y en la militar, ati fecho de haber ocupado en mi país todo los puestos eminentes eri una y otra, y hostigado tan presto de reci-disciplinó trop:ts, ~aniz6 In mili~:ia.· nacio11nll' ·; creó, en fin, todos lo· medio de resi, tencia." En la págin11 ~H , refhieudo las cleccioues de Presidente y Viccprc iden· te de Colombia, hecha. po1· el Congreso Constituye, te de Ceícuta: "Bolívar se. ome­tió acept uldo la autoridad suprema, y Santandl'r, que mcrecfa bien en efecto dividirla con. él, fue nombra(lo V:icepre,iJ~rate de. la .Rc.públicn, a.unque. dio prueba:; de no ;un .. bicionar h altas funciones ch·ile del Est.ulo. ¡Dichosa la nación cuyos votos uo imponcu deberes ino á la virtud! " .Mullicn, vi11jero francé ·,en • u ohra puhlic. da en 1824- habla asf: "La. tropas fJ ne reunió 1\lltander en Ca.-anare coutribuyt>ron potlero amente al triunfo obtcmao en Doyacá. u notoricl firmeza le valió la VicLprcsidencia de la Re¡ ública, en <'IIYO destino ha desplegado taleutos y un mérito poco comGn." El viajero inglé~ Stuart Cochrane, en una <.hr a publicada en Londrc · en 1823, clice en la página 29 del :egundo volumen : "~hnt ann eleccionaria con la miras de prevalerse de ella para crear una reacción contra la . ideas y la per o nas, pre­tenden dar mérito y realce á la Administración pre ente, deni­grando los actos de la mía, porque e tá n en la "fc:d a creencia de que es menester afearla y ennegrecerla pa1a que luzca y re plan­dezca la actual. Semejante lógica no puede er la de un entendi­miento despreocupado; e lógica de corazones empedernidos en . odios y rencor. Desgraciadamente la ma a popular y el vulgo de lectores no distinguen esta circunstancias, y mientras que la edu­cación y el tiempo no de truyan e tos crmres, hay que sufrir pa­cientemente sus lamentables efectos. Pero e crito está, y la expe­riencia lo confirma, que la verdad es grande y que al fin prevalecerá. F. DE P. SAN1 ANDER (Continuará) BOGOTA-IMPRENTA NACIONAL Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente: BibloRed - Colección Digital Formatos de contenido: Audios
  • Temas:
  • Música

Compartir este contenido

GRIEG, E.: Peer Gynt (Highlights) (Bonney, Eklöf, Malmberg, Maurstad, Gothenburg Symphony Chorus and Orchestra, N. Järvi)

Copia el enlace o compártelo en redes sociales

Imagen de apoyo de  Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 148

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 148

Por: | Fecha: 21/04/1900

ANO IV Bogotá, Abril t 1 de 1900 NUM. 148 ORGANO DEL MINISTERIO DE GUERRA Y DEL EJERCITO DJR~CTOR AD•HONORXM, FRANCISCO J. VERGARA y V. General, Miembro de la Sociedad Colombiana de In~enieros Son colaboradores natos de este periódico todos los Jefes y Oficiales del EJército de la República OFICIAL :CEO!' .. ETO N"trME~ .. O .. :OE 1900 (4 DE ABRlL) por el cual se confieren dos empleos militares El Prtridtntt dt la Rtpúblüa CONSJDERANDO: Que los Sres. Jo~é Manuel Goenaga G. y Aristides Fer.nández han venido prestando de tiempo atrás importantes y eficaces servicios con decisión y lealtad á la causa del orden y la libertad; Que en los puestos que desempefian actualmente con celo y acti­vidad, han contribuíd.o al buen éxito de comisiones militares que se les han confiado, y á mantener el orden en la República, DECRETA: Artículo único. Confiérese á los Sres. José Manuel Goenaga G. y Aristides Fernández, el empleo de General efectivo de Brigada. §. Dése cuenta de tales nombramientos al honorable Senado de la República, en sus próximas sesiones, para los efectos constitucionales. Comuníquese y publíquese. Dado en Tena, Cundinamarca, á +de Abril de 1900. MANUEL A. SANCLEME~TE El Ministro de Guerra, JOSE SANTOS Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETíN MILITAR ~l!lSO li UCION N .o e :CE 1 ;o o sobre servicio obligatorio para los militares del Cuadro de Disponibilidad MiniJteri1 de Guerra-Seuión 1.•-Bogotá, 1 1 de .Abril de 1900 Teniéndose en cuenta: 1.0 Que el Cuadro de Jefes y Oficiales en disponibilidad se ha formado con el ex elusivo fin de poder llenar inmediatamente las vacan­tes que: ocurran en la fuerza pública, ó de tener listos los individuos que hayan de desempe1íar alguna comisión urgente del servicio mtlitar; 2.0 Que con frecuencia ocurren casos de que destinados a.gunos de los Jefes y Oficiales del Cuadro de Disponibilidad presentan excuc;as para eximirse de prestar sus servicios, con lo cual se ocasionan demo­ras perjudiciales en el cumplimiento de las órdenes dadas al efecto; y ~.O Que estas excusas, AUN CUANDO SEAN MOTIVADAs, contrarían los propósitos del Gobierno al formar el Cuadro de militares en disponibi­lidad, puesto que no pued~n considerarse disponibles los individuos que por cualquier razón están impedidos para prestar el servicio que de ellos se exige, SE RESUELVE: Los Jefes y Oficiales del Cuadro de Militares en disponibilidad que, por orden de este Ministerio, ó de la Comandancia en Jefe Cen­tral del Ejército, fueren destinados á ocupar algún puesto en la fuerza pública, ó á desempeñar alguna comisión del servicio militar, tienen la imprescindible obligación de hacerlo. Cualquiera excusa que rresen­ten, AUN CUANDO FUERE MOTIVADA, implicará de hecho Ja SUpresiÓn del nombre respectivo en el Cuadro de Di ponibilidad, q,!le será decretada por la Comandancia en Jefe Central del Ejército, sin e'Xcepción alguna. Lqs militares del mismo Cuadro que estén gozando de licencias temporales, perderán también de hecho el puesto que ocupan. salvo que dentro de tercero día se presenten en la Comandancia en Jefe ma­nifestando hallarse en aptitud para el servicio. Comuníquese y publíquese. El Ministro, JOSE SANTOS Publicada en el artículo 1373 de la Orden general del Ej{rcito, para e] día 1 z de Abril de 1900. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOL.ETÍN MILIT A.R 467 SECCION DOCTBIN AL OONO'tT~SOS rrAOrriOOB EN :rP.ANOIA Dlt!AilllOLLO T COMitNTAillOI DI: VN TJ:NA •J:L 4.• CONCV&SO AWVAL (Traducido para el Boletín MilitarJ DISCUSIÓN DE LA SITUACIÓN-La misiÓn de la vtguardia es: I. 0 Durante la noche del 2.4 al 2. 5: cubrir los acantonamientos del grueso de las fuerzas, para lo cual basta ocupar y sostener el desfi­ladero de Valdoie. El General X decide que el grueso descanse en este lugar. La vanguardia se guardará á su turno, vigilando los caminos ale­daños á corta distancia. Empero, en vista de la oreraci6n que debe realizarse el 2 5, y para disminuír las distancias que será preciso recorrer este día, la caballería y la artillería (una batería) avanzarán hasta Belfort, donde dormirán en el arrabal de Montbeliard. 2.. 0 El z 5 por la mañana: a) Avanzar para dar el espacio necesa­rio al cuerpo de ejército que baja de Los Vosgos, para lo cual la van­guardia marchará sobre Danjoucin, como se le tenía ordenado; b) Ad­quirir las noticias é informes del caso que necesite el jefe superior para obrar con conocimiento de causa. Reconocimientos de oficiales llenarán esta necesidad; e) Afrontar al enemigo, si se puede, para retardar su marcha sobre Delle, dando al grueso de la columna el tiempo necesario para que lo alcance. El jefe de la vanguardia encarga esta misión á la caballería, sostenida por alguna artillería, y se mantiene pronta p:ua in­tervenir en la lucha, en tiempo oportuno, con el grueso de la van­guardia. Informadas en estas ideas se dan !as órdenes para el estaciona­miento de las tropas del 24- por la noche al 2 5 por la mañana. I-Di1p01Íciont1 ptSra la noche tkl 24 ¡¡l 25-0rllen d• tltaci•namiento Sermamagny, 2~ de Noviembtt, 'las 5 y 30' de la tarde 1.° Carécese de noticias ciertas sobre el enemigo. Corre la noti­cia. de que fuerzas considerables se mueven hacia el Este, y se las espe­ra en Montbeliard. %. 0 La vanguardia se detendrá en Valdoie, donde pasará la noche. 3. 0 Avanzadas: el batallón cabeza de la vanguardia, reforzado por medio pelotón de caballería, guardará la línea Cravanche-la Forgc:. La reserva se acantonará en el saliente, al Sur de Valdoie. 4-. 0 Acantonamiento: la infantería y 11na batería en Valdoie; la caballería y otra batería en Belfort (arrabal de Montbeliard, hacia la estación). En caso de alarma las tropas acantonadas en Valdoie se reunirán á 1 a salida Sur de la Aldea, entre el camino real y el ferrocarril; las de Be 1fort á la salida de la ciudad, cerca de la estación. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 468 BOLE1'ÍN MILITAR 5.o Todas las noticias que se obtengan se enviarán á la Alcaldía de Valdoie. U-Ordenes para el día 25 ·-Orden de movimiento (marcha) Valdoie, 24 de Noviembre, á las 7 de la noche 1.0 No hay nuevas noticias del enemigo. 2.• La vanguardia se dirigirá mañana hacia el Sur para dar campo al cuerpo de ejército que desembocará de los Vosgos. 3.o Caballería: el comandante enviará en la noche reconocimien­tos de oficiales encargados de observar al romper el día cualquier mo­vimiento de tropas que pudiera efectuarse sobre el camino de Yiller­sexel- Arcey-Montbeliard-Delle. El grue5o (3 escuadrones), con una batería, se dirigirá al amanecer á Montbeliard por Chatenois. El jefe se sujetará á las instrucciones anexas á la presente orden. El escuadrón que queda disponible partirá de Belfort á las 7, rum­bo de Dorans, y hará que sus exploradores cubran la línea 1\lont-Yau­dois- colina del Pilón (al N. de Brcvillicrs; cota 1,200 metros) -Señal geodésica de Dorans-punto (cota 368) zoo metros al NE. de Seve­nans y punto (cota 389) I,ooo metros al NE. de la iglesia de Meroux. +·° Formación de la columna. Cabeza de fla!lgunrdia: un batallón de cazadores y medio pelotón de caballería. Distancia 500 metros. Gruno de flanguardia: dos hatallonc , una batería, dos batal:ones. Punto i!Jicial: crucero del camino de Belfort y el s ndero de Cra­vanche (1 kilómetro al S. de Valdoic). Hora de paso de la cabeza de vanguardia por ese crucero: las 7 a. m. Itinerario: Belfort-Danjoutin. 5. 0 El General Comandante de la vanguardia marchará con la cabeza de esta. Instrucciones para el Coma11da11te de la caballería Conforme á la orden de marcha, el grueso de la caballería, con una batería, debe dirigirse hacia Montbeliard; usted entrará á e.te lu­gar al romper el día. En el caso de que la columna enemiga que se dice marcha de Vesoul sobre Delle resultare próxima, avanzará á su encuentro y tratará de retardar su marcha cuanto sea posible, en espe­cial en los desfiladeros de Dung, en Montbeliard, en lo5 puentes de Sochaux y en Etupes. El 2 5 si, á las 7~ a. m., al llegar á Belfort el General X no ha re­cibido ninguna noticia sobre el enemigo, dará la siguiente ORDEN (verbal, comunicada con un oficial de órdenes) El batallón cabeza de la vanguardia se establecerá en el crucero de los caminos de Bourogne y de Montbeliard (al O. de Se enans, cota 347) para cubrir ambos caminos. .... El primer batallón del grueso romperá la columna á tiempo, de suerte que por Bavilliers llegue á Argiesans, donde cerrará el t:amino ~~ Hericourt7 destacando además una compafiía á Urcerey. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR 469 El grueso de la vanguardia (tres batallones y una batería) se esta­bl ~cerá al NO. de Danjoutin, cerca de la cota 3 55-B. Obse rvaciotle$ El trabaj0 anterior está bieP hecho; la discusión de la situación es clara y concisa, y demuestra que el autor comprendió la doble misión ofensiva y dcfensi va asignada á la vanguardia el día 2. 5· I. 0 Impedir que el enemigo llegue á Delle el 25; 2..0 Asegurar el paso á un cuerpo amigo. Las disposiciones tomadas para el estacionamiento del 24, con servicio de seguridad restringido, son racionales y suficientemente cla­ras para que el jefe del batallón de vanguardia comprenda que debe ac<~. ntonarse en plaza de alarma, destacando apenas piquetes á los tres caminos del S. y sobre el ferrocarril El papel señalado al escuadrón enviado el 2 5 á Botans es discu· tibie: la caballería es el arma del movimiento; en vez de enviarla á JOJinur una línea, extensa por demás, habría sido preferible indicarle direcciones que guardar. Las instrucciones dadas para la 1ornada del 2 5 toman en cuenta ciertas hipótesi~ poco justificable~t en un momento en que no e tienen noticias ciert•s del enemigo. Es preciso, en tal caso, dar una orienta­ción geneul y misiones basada sobre lo que se sabe con certeza. Los reconocimientos de oficiales, enviados el 24, no están bien definidos: el jefe de la columna pudo fijar su número é indicar los sectores de sus operaciones. Cuanto al batallón cabeza de vanguardia, en la marcha del 2 5, habría quedado mejor situado en la me eta de Botans que en la cota 347: por analogía, era preciso inspirarse en este c.aso en las siguientes prescrip:iones del Reglamento sobre urflicio e11 campañ11: Art. 24 (Flancguardias). Ocupan ••. los puntos importantes desde donde el enemigo pudiera inquietar la marcha (de la columna). Art. 28 (Avanzadas). La infantería ocupa los puntos del terreno donde interesa resistir en caso de ataque. En consecuencia, maniobrar sobre ]as crestas. Por la Comisión de corrección, Teniente Coronel, FROCARD SOBRE EL EJÉRCITO ALEMÁN (Continuación) El libro de tiro de la compañía lleva en cabeza la lista de todo~ lo=- oficiale. subalternos y superiores que cuenta en su efec­tivo y de:; pué la de todos los soldados. Para cada uno de ellos, incluso eJ r.orond del regimiento, que está inscrito en el libro de la primera compañía, se dejan alguna~ páginas correspondientes á Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 470 BOLETIN MILITAR la! diversas clases de tiro, y en ellas se anota, bala por bala, los re­sultados del tiro de cada uno. Las condiciones relativas á cada clase se imprimen en e5te libro, al cual le basta á uno dirigir una mirada para juzgar de lo que ha hecho y de lo que le queda por hacer. Como ejemplo del celo y cuidado que se presta por los oficia­les á la instrucción de los soldado-, se puede citar el método si­guiente, usado con bastante frecuencia en el ejército para desterrar de los soldados el miedo del fuegoj es decir, ese temblor involuntario de brazos y cuerpo acompañado de una guiñadura de los ojos en el momento del tiro, d cual están sujetos un gran número de in­dividuos de carácter enérgico sin embargo, y dotados de un sistema nervioso muy sólido. Se da á cada soldado un fusil enteramente armado, lo apoya e11 un caballete, apunta, comúnmente mucho tiempo, y, por último, suelta el percutor. El tiro no sale, en aten­ción á que el fusil no estaba cargado, pero el soldado, que lo igno­ra, no ha dejado por eso de temblar y cerrar los ojos. Se concibe que este movimiento involuntario que nada justific.1 es muy des­agradable para el tirador, sobre todo á causa de las humoradas que excita entre todos sus compañeros. El oficial le explica, no obs­tante, los errores que haya podido cometer al apuntu, etc., y el soldado ocupa su puesto á la izquierda del grupo como si hubiese tirado. Cuando llega de nuevo su turno, el oficial le toma el fusil, se separa un instante y se lo devuelve montado como la primera vez Bien convencido el soldado de que por esta vez su arma está cargada, la toma sin escrúpulo con ambas manos, tira y ..... nueva errada. La misma escena se repite así varias veces. Por último, el soldado llega á creer cierto que en esta ocasión no se le hará tirar: toma su fusil y deja caer el percutor con la mayor calma. Al mis­mo tiempo sale el tiro con gran extrañeza suya ..•• pero el mar­cador señala una bala perdida; se considera un cartucho en blanco. Risa general y confusión del soldado, que solicita la gracia de que se le deje tirar por lo m~nos una vez en las condiciones nor­males. El oficial, sin prvmeter nada, ó bien diciéndole que por aquel día es imposible, le ordena ocupar iu puesto y esperar su turno. Tira una vez más, ¡nueva errada! Por esta vez se resigna, y seguro entonces de que aquel día no tirará, al turno siguiente suelta el percutor con u·na calma perfecta. El tiro sale, y el mar­cador señala un buen punto. El soldado, sobre todo si es un re­cluta, queda encantado, y con aire de satisfacción visible anuncia el punto á que ha apuntado y el que ha herido. El oficial le felicita entonces, le explica que si el tiro ha sido bueno, se debe únicamente á que ha tirado con calma, y le recomienda hacerlo en adelante siempre así. Los compañeros le felicitan también, y el oficial aprovecha la oportuntdad para decir á algún mal tirador: "Müller, vea usted en su libreta si ha hecho en sus tres años de servicio un solo tiro parecido; aquí tiene á Schultz, que sólo está Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR 471 en el regimiento desde hace dos meses, y en su estreno ha dado en el número 1 r." Schultz se envanece como es natural, y Müller se sonroja, pero uno y otro toman firme resolución: el uno, de mantenerse siempre á la altura que no hu hiera jamás soñado al­canzar en el primer tiro, y el otro, de tirar mejor en adelante. Debe suponerse que la manera de aplicar este método varía infinitamente, y que en esto juegan el papel principal las ideas per­sonales de cada oficial. Pero en todas circunstancias he podido comprobar de su parte, bajo una ú otra forma, u 1 cuidado extre­mo al hacer la instrucción. Y no faltan ejemplos en que, púr el procedimiento que acabo de indicar, el miedo del Juego se ha curado con cinco ó seis disparos. Por lo regular en cada una de las calles del campo de tiro no se establece más que un solo blanco, cerca del cual se envían tres marcadores: uno señala los itios donde han herido los proyectiles, otro tapa los agujeros, y el tercero, sentado detrás del espaldón *, levanta un banderín en el mismo momento en que oye el disparo. Mientras se mantiene levantado este banderín nadie puede tir.u. Despu é , tan pronto corno lo otro dos marcadores se han ecul­tado, desaparece el banderín y el tiro continúa. Está prohibido hacer señal , lguna con cornetas ó á la voz; las comunicacione con los marcad re deben hacerse francamente con soldados que se Jes envía. E s tas precaucione son nece. ~rías á causa de la dispo­~ ición de varia líneas de tiro, paralelas unas al lado de otras, de donde podrían resultar confusiones entre las señales acústica~, y por consecuencia accidentes. Durante el ejercicio, nunca hay sobre las armas, en el mo­mento dado, más que los hombre~ del grupo preparado para ejecu­tar el tiro*. A los demás se les permite quitarse el equipo, des­abrocharse el uniforme y echarse á la sombra de los árboles. Les está permitido fumar, como tan 1bién al sargento que anota los disparos y al que dirige el tiro. U no y otro fuman durante el des­empeño de sus funciones, aun en presencia de jefes ó generales que pudieran asistir á la enseñanza. Los honores que se hacen á éstos á su llegada no impiden el que luégo se sucedan las cosas de una manera completamente pa­triarcal. La atención de todos no se fija más que en un solo punto: el tiro y su enseñanza. La serie anual de los ejercicios de tiro * dura próximamente de diez á once mese , según el tie1npo que transcurre entre la ins­p ección del tiro * y la terminclción de las grandes maniobras de • C .lda blanco e ·tá a!lo ado á un p e queño espaldón, según lo hemos dicho un­teriormen te . Esto ps , p o r lo rl:! gnhr cinco, como antes se ha dicho. • Lo que ~>e ll.una el curso anual de tiro. '* Más adelaute veremos en qué co'nsiste. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 472 BOLETÍN MILITAR otoño. Seguidamente después del regreso de estas grandes ma:-tio­bras, es decir, desde la segunda mitad de Septiembre, el tiro !m­pieza para las tres clases y continúa en lo posible sin interrupción durante el otoño y el invierno. Pero á partir del principio del v4ra­no hasta el fin del curso en Julio, los ejercicios son más frecuertes. Sería difícil decir en qué épocas determinadas concluyen ó empiezan los diversos períodos de la instrucción, puesto que los reglamentos nada dicen sobre esta cuestión, dejando á los ca ·ta­nea de compañía entera libertad de arreglarlo como les parez:,ca. No obstante, se establecen en la práctica ciertos usos, variables, por lo demás, según la naturaleza del clima, en las diferentes ?ar­tes de Alemania. En Septiembre, los soldados de las tres clases dan principo á la ejecución progresiva de los ejercicios de sus cursos respectivos. Como en invierno no es generalmente muy favor.1ble el tieClpo para dar este género de instrucción, no se tira sino m u y rara ez, lo preciso para que no se prolongue mucho el ocio de los sold1dos y no olviden de una lección á otra lo que se les ha enseñado. Así pues, no hay más que dos sesiones para cada uno por sem;,na; pero desde el mes de ~1arzo, tan pronto como la temperatur: se mejora un poco, se despliega la mayor actividad para conseguir que todas las clases hayan concluído su curso * en el moment de empezar el período del servicio d~ campaña. Durante éste, los ejercicios continúan aún, pero en ell se ocupan más especialmente del tiro d~ instrucción y del tiro d~ ¡u~­rra *,que deben terminarse para el día de la insp u ción. Después de esta inspección los ejercicios de tiro dismÍnt,;yen algo, y hasta que se efectúan las maniobras generalmente no t ene lugar este acto sino para los atrasados. El curso de tiro de los reclutas comienza lo más pronto rosi­ble después de su incorporación, es decir, así que se hayan termi­nado los ejercicios prepar y conocer de una manera más completa el lado fuerte y el débil Je sus mejo­res tiradores. Las mÍimas condiciones no son de obligación para los diversos batallones de un regimiento, y, por el contrario, difieren frecuentemente de uno á otro. Todo lo que puede decirse es que en general son muy difídles, y que es preciso ser un tirador muy hábil para poderlas sati facer. Para dar una idea de cómo se encuentran repartidos los sol­dados entre las diversas clases de tiro, citaré como ejemplo un ba­tallón de Ja Guardia, que en el fin del curso de tiro de 187 5 tenía: 105 tiradores de primera clase, 299 de segunda y 140 de tercera. • Más adel~nte hablaremos de esta escuela. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 474 BOLETíN MILITAR Estos 1 o 5 tiradores de primera clase represen tan casi una r.ompañía entera en el efectivo de paz, y como todos ellos se en­cuentran en su tercer año de servicio, resulta que todos los años la mayor parte de ellos pa an á la reserva. De suerte que en caso de movilización cada batallón puede contar con 1 oo ó 150 tiradores de primera clase, que unidos á los que posea harán un efectivo de 200 ó 250 hombres, esto es, una compañía entera al pie de guerra. Un batallón de cuatro compamas poseerá, pues, un número suficiente de buenos tiradores para hacer frente á todos los casos que puedan presentarse. Por esta razón es por lo que en Alemania no se estima necesario tener compañías de tiradore en los bata­llones ni aun cuerpos especiales de ellos. Si no ob tante existen de estos último , hemos visto que era por razones más bien adminis­trativas que militares. Podría temerse, en verdad, que e tos tiradores de elección que se envían á la re~crvas pierdan all í pronto el golpe de vista que habían adquirido, y que en ca•o de llamamiento á banderas no se encontraran ya á la altura de sus compañeros de servicio activo. l\1as i para algunos on fundados es to temores, no lo son para la m a -a, porque en Alemania el tiro e uno de los ejercicios naciona­les más favorecidos. En su consecuencia, aquellos que durante su tiempo de servicio se convierten en die tros tiradores, por lo gene­ral quedan muy aficionados al tiro y personalmente continúan practicándolo por u cuenta cuando entran en la vida civil. Durante tod el tiempo del tiro de escuela la progresión de uno á otro ejercicio del programa debe siempre observarse escru­pulo amente, y nadie puede autorizar á un soldado pase á los ejer­cicios de un número cualquiera antes de haber satisfecho á las con­diciones impuestas en el naímero precedente. Es preciso, además, que el tirador satisfaga á estas condicio­nes con cinc tiros consecutivos* y en un mismo ejercicio de tiro. El comandante de la compañía puede, si lo juzga conveniente, otorgar á un soldado cartuchos suplementarios, pero la regla es que nadie en un mismo ejercicio haga más de diez di paros; se piensa con razón que pasar de este límite sería más perjudicial que útil, y sólo conduciría á perder y malgastar las municiones. Por otra parte, el soldado á quien se le hayan dado cartuchos su p]ementario , no por eso ha de dejar de satisfacer á las condicio­nes d e su número con cinco balas consecutivas; y debe entenderse también que aquel individuo que haya respondido á las condicio­nes de su número con us dos ó tres primeros disparos, no por eso deja de quemar sus cinco cartuchos. Preciso e' también observar que en cada clase ]a dificultad Tirados d e la manera alternada que ya e explicó entre lo de cada grupo. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR 475 de los ejercicios sigue una progresión regular y creciente. Las dis­tancias van en aumento poco á poco, y cuando alguna vez, por el contra.rio, disminuyen, es que en aquel entonces el blanco y las con­diciones del tiro se han modificado*. Si el tiratlor se aproxima, no por eso deja de encontrarse en presencia de dificultades de otro género. En fin, de una á otra clase se continúa la misma marcha ascendente, y además el programa de cada una de ellas pri nci pía por alguno de los ejercicio más importante de la clase preceden­te. Así pues, la progresión es perfectamence continua. T .un bién es intere ante observar que para un gran número de ejercicio el tiro se hace t:on apoyo. No se trata aquí, sin embar­go, del caballete que se emplea en los ejer icios de puntería sobre el que reposan sóliJ~mente todo el caÍ1Ón del fusil y los brazos del tirador. El soporte de que se hace uso en el tiro al blanco es un caballete especial, formado por un pie vertical que lleva tran ver­salmen te en un extremo una plancha inclinada, cuyo límite sup~­rior tiene uno¡ rebajos, de manera que presenta una erie de esca­lones horizontales. El todo está calculado de manera que cada tirador, cualquiera que sea su talla, pueda fácilmente encontrar uno sobre el cual apoya ligeramente el extremo de su fu il. Se juzga en Alemania que este tiro con apoyo es muy útil, sobre t do al principi , con tiradore ine.•pertos. Les da, en efecto, una idea de la precisión con "1ue debe dirigirse la línea de mira sobre u! ó cual punto del blanco; tanto es así, que luégo, cuando el soldado tira á brazo, procura involuntariamente dar á su arma esta mi:;ma fijeza, cuya costumbre ha adquirido en el tiro con apo­yo. Uno es, pues, una excelente pr,eparación p2ra el otro, y en todas las clases, inclusa la primera, sobre todo en les primeros ejer­cicios de su programa, se practica el tiro con apoyo. Hay además el parecer de que este género de tiro debe de ser " familiar á todos, porque la ocasión de recurrir á él puede muy fre­cuentemente presentarse en la guerra. Podrá objetarse quizás que aquel que tire bien {t brazo no le embarazará nunca tirar con apoyo; pero la práctica ha demostrado que no es enteramente así, y sobre este punto todos los buenos tiradores están de acuerdo en que el tiro con apoyo, sobre todo cuando este a.poyo no es muy sólido, constituye una dificultad real para el hombre habituado á tirar á brazo, porque éste se ve entonces obligado á tomar una posición en armonía con la naturaleza misma de este apoyo, lo que exige cierta co3tumbre. El tiro rodilla en tierra se hace siempre á brazo; el tirador puede, por lo demás, ponerse á voluntad sobre una ó sobre ambas rodillas, conforme Jo encuentre más cómodo. • Como se ve por lo que vamos exrlicuudo, la forma con•licioue. ele! tiro en el Ejército alemán difiere tlnty poco ele lo q 11c di ·•pone nue ·tro Ren/amrnto provi· 1ional de tif'o Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 476 BOLETÍN MILITAR En el primer caso apoya generalmente el codo sobre la rodi­lla que no sienta en tierra. Cuando está sobre las dos rodillas, conserva el cuerpo derecho y tira como si estuviera de pie. La posición que se mira como más difícil es la que consiste en tirar á brazo, cu erpo á tierra, apoyancio, no obstante, el codo iz­quierdo en el suelo. ~n el tiro cutrpo á tierra con apoyo, se sirven comúnmente de un soporte cualquiera, sobre el cual se hace repo­sar el arma entre la boca y la abrazadera. Para estos ejercicios tie­nen en todos los campos de tiro sacos de tierra, tepe , trozos de trinchera abrigo, etc. El tiro de instrucción ( Belerhrungs-Schiessen) tiene por objeto dar á conocer á los soldados todas las propiedades y todo el valor del arma que tienen en las manos, haciéndoles ver los efectos que es capaz de producir á las mayores distancias y cómo se la debe · emplear cuando se tira á alcances superiores á aquellos en que ha­bitualmente se hacen los ejercicios. Este tiro sólo se practica por los tiradores de la primera clase, á los cuales se abonan para este efec­to ro cartuchos por individuo. Los soldados de las demá~ clases asisten, por lo demá , á la instrucción. Estos ejercicios constituyen, propiamente hablando, la ense­ñanza práctic-a de la teoría del tiro para las grandes distancias de Bao á I,6oo metros. Se empi eza por tirar cada vez algunos tiros de ensayo, para determinar ó corregir la influencia que pudiera tener el viento, la manera como se distinguen lo~ objetos, etc. De&pués empieza el tiro real, acompañado de explicaciones con­tinuas que hacen los oficiales á los soldados, formados en círculo á su alrededor, y cuya atención se mantiene despierta con frecuen­tes preguntas. El tiro de combatt (Gifechts-Schitsun) tiene por objeto dar á los soldados una idea de las condiciones en que se ef~ctúa el tiro en la guerra, en terreno variado y á distancia descon0cidas. No teniendo generalmente los campos de tiro ni la forma ni ]a dimensiones convenientes para ]a ejecución de este tiro, ni tampoco para los del precedente, se eligen á este efecto sitio., par­ticulares. Los hombres de las tres clases toman parte en el tiro de combate; los de la tercera tiran cada uno 20 cartuchos, y los de­más 25 por lo menos. De este ntímero se gastan cinco en el fuego por descargas en orden cerrado y con la bayoneta armada. Hemos dicho que en total se queman r 30 cartuchos por plaza. De este número el capitán de la compañía debe desde luego se­parar: I.0 Diez cartuchos por tirador de primera clase para el tiro de instrucción; 2. 0 Veinte cartuchos por tirador de tercera clase, y veinticin­co por ·oldado de las otras dos para el tiro de combate, más cinco cartuchos por hombre (de las tres clases) para el tiro por descargas. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLE~l'i.N MILITAR 4:77 Lo que después queda de cartuchos disponibles, agregándoles l0s que se puedan adquirir á cambio del plomo recogido, sirve para el tiro de escuela. Si después de este ti ro resultara toda vía algún sobrante, el capitán di pone de él en la forma que juzga conve­niente para la instrucción de los más atrasados. El traje para ~1 tiro al blanco es siempre con levita para todo tiempo; por lo menos jamás se pasan las mangas del capote, pero respecto á este asunto, como sobre todos los demás, se observa siempre una progresión rigurosa. Así, los ejercicios preparatorios de cada clase se hacen en el traje más ligero, es decir, con gorro, correaje y sin mochila. Por otra parte se permite siempre llevar el casco á aquellos que pudiera molestarles el sol *. Para los demás ejercicios del tiro de escuela, para el tiro de combate y el tiro dt inspección, los soldados 1levan el traje de cam­paña con el equipo completo, capote arrollado y mochila caJ gada con un peso de I 5 libra . El tiro de in trucción se hace en el traje que prescribe el co­mandante de la tropa que lo ejecuta. Con el fin de animar á los soldados y fomentar la afición al tiro, se han establecido premios en dinero y distintivos para los buenos tiradores. Estos, que consisten en un galón pue to en la manga del uniforme, sólo se dan en cada compañía á los doce me­jores tiradores de la primera clase, escogidos entre los simples soldados y que se completa, en caso de necesidad, con tiradores de la segunda clase, que según su destreza en el tiro pudieran formar parte de la primera *. Por lo que toca á los premios en dinero, se dan en concurso • á los que con el menor número de balas llegan á satisfacer todas las condiciones del tiro principal de su clase. Hay veintidós premios de éstos por batallón, cuyo total re­presenta anualmente un valor de 8 5 marcos 50 pfennigs ( I 20 pe­setas próximamente), y que se distribuyen así: Un premio de 9 marcos (r 1,25 pesetas) para los sargentos de la clase especial de tiro. Un premio de 4,50 marcos (5,65 pesetas) para los sargentos de la primera clase. Un premio de 6 marcos (7,50 peseta ), dos íd. de 4,50 mar­cos (5,65 pesetas) y dos H. de r,so marcos (1,87 pesetas) para los soldados de cada compañía. • ubido e que en Pru ·ia la prenda de cabeza que corresponde al traje des­crito no tiene vi t:ra. • Y no pueden er admitidos en ella sólo porque no est~n en u tercet año de servicio. • Los Ce rtuchos nece ario3 para este concurso be obtienen con el producto del plomo recogido. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 478 BOLETlN MILI'l'.A.R Por los premios de 4,50 marcos y los que pasen de esta canti­dad puede el tirador, si Jo desea, recibir en cambio una medalla de plata de un valor equivalente, que tiene el derecho de usar. Estos premios son, corno se ve, bastante modestos y las con­diciones para obtenerlos demasiado difíciles para que puedan pro­ducir grandes resultados. También es extraño no se den las insignias de buen tiradvr más que á los soldados rasos y sólo á doce por compañía. Puede ocunir, en efecto; que algunos soldados que tiren tan bien ó quizás mejor, pero que por una razón cual­quiera no hayan tomado parte en el concurso, se vean privados de esta distinción. De todo esto preciso es concluír que si el tiro ha hecho tales progresos en el ejército prusiano, la causa e!:.tá, no en estas re­compensas pecuniarias, sino en la inteligencia y celo notables desple­gad' por los oficiales para instruír á los sofdados.-(Continuará) --··---- EST'O'IJIOS SOBRE EL UNIFORME MILITAR (C o ntinuación) Vestido del tronco y extremidades superiores Procediendo por el mismo orden que anteriormente, y dejan­do aparte el vestido interior, habrán de examinarse como vestidos del tronco el capote, levita, casaca, casaquilla, pelliza, dormán y chaqueta. · El capote usado hoy como abrigo de marcha es largo, porque los faldones, metiéndose entre las piernas, dificultan el movimiento, y prueba de ello es que el soldado, en cuanto tiene que caminar con él puesto, remedia este defecto sujetando las puntas de los faldunes en el cinturón ó en los botones de la presilla; como abri­go de campamento es corto, porque no cubre los pies ni las pier­nas, siendo necesaria la manta para suplir esta falta. La capota, si no el primero tiene el segundo defect0, siendo embarazosa para manejar las armas con ella puesta, máxime si so­pla aire un poco fuerte. La levita es una prenda de lujo, insuficiente como abrigo ó como vestido único, y nada cómoda por ceñida; debe, pues, des­echarse. De la casaca y casaquilla sólo hay que decir que para cha­queta les sobran faldones, y les faltan para capote ó levita. La pelliza y el dormán son cortos y no protegen ni el vien­tre ni la parte superior de la pierna, exigiendo el complemento de un capote. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETfN MILITAR 479 La chaqueta, como vestido interior de cuartel, no está mal dispuesta, siendo utilizable, en calidad de suplemento, para au­mentar el abrigo, ó como única prenda cuando la temperatura lo permita; no le perjudicaría, sin embargo, para cualquiera de estos oficios, un poco más de longitud que permitiera sujetarla con el cinturón, dejando lugar para colocar dos bolsillos en Jos costados. Todo ello, como se ve, es deficiente, y aunque sería presun­ción injustificada querer hcillar un n odelo que no tenga defectos, será conveniente tratar de disminuír su número y su importancia. Sin duda alguna en este camino de investigación han de te­nerse en cuenta Jas tendencias que, aun á oespecho de la severi­dad reglamentaria, modifican el vestuario en campaña, y que, ins­pirada por las necesidades del momento, tienden á satisfacerlas. Ejemplo de ello son casi todas las irregularidades que en una tro­pa en operaciones se observan. Cuando la polaina no estab : admi­tida entre las prendas de uniforme, el soldado se ataba el pantalón con el pañuelo ó con una cuerda para evitar que se rozase, ó que, mojándose y ludiendo contra el zapato, hiciera llegar el barro has­ta la pierna. Ya se ha citado lo que pasa con los capotes, cuando no sucede que insensiblemente y como por arte mágica van acor­tándose hasta quedar á mitad de muslo. La gorra de cuartel (aun cuando no sea este el si tío donde se ha de tratar de ella) se ve sujeta á la cabeza con un pañuelo ó con una correa, clara muestra de su inestabilidad. Las mantas son agujereadas y se convierten en ponchos (ruanas). Otras mil alteraciones pudieran citarse, que de­ben ser tenidas en cuenta, como provechosa enseñanza, fruto del ingenio de muchos miles de hombres~ por el que á proporcionarles ventajas 5e dirija, con el objeto de reglamentarias á ser dable. Pero volviendo al tema de este capítulo, y teniendo presen­tes las cualidades en u meradas y estas ten.dencias recientemente expuestas, se deduce de ellas que el vestido del cuerpo no conviene largo en demasía ni estrecho. La guerrera, que no e otra cosa sino un capote corto, es la prenda que todas ellas parecen aconsejar; pero no una guerrera cubierta de alamares y con ribetes de astrakán más ó menos autén­ticos, inútiles adornos que, tolerables en paz, son perj udiciale5 en la guerra, sino lisa, severa y dando más elegancia por su corte que por estos adornos de dudoso gusto; una guerrera que permita lle­var el cinturón por debajo ó por encima, según convenga; con dos hileras de botones que doblen el paño sobre el pecho y por tanto el abrigo; con bolsillos que lo sean; bastante larga para cu­brir el vientre y también la pierna,~desde la terminación de la po­laina; que por su holgura consienta llevar interiormente el abrigo que sea necesario, deje libertad á todos los movimientos y espacio al pulmón donde ensancharse; cuyas mangas (huyendo tanto de los jamones actuales como de las estr,echas fundas de antes), sean seguidas y adecuadas para el juego de la articulación del codo y sin vueltas, pretexto para poner un vivo. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 480 BOLETÍN MILlTA..R Esta guerrera no habría de tener forros duro<> ni armaduras de ninguna clase, pudiendo así lavarla el soldado cuando fuera necesario, sin temor de que estando la lana ya enjuta, las lonas ó los forros no se hubieran secado impidiendo que se la pongan en bastante tiempo ó de que los haga incómodos la rigidez que ad­quieren al mojarse. Con esto se consigue también disminuír el peso en una cosa inútil y aprovechar esta disminución para hacer de la chaqueta interior otra prenda que pueda sus ti tuír, en caso de necesidad, á la. guerrera, si se ha mojado ó se ha roto por vicisi­tudes del uso. La chaqueta para el fin indicado, se convertiría en una ame­ricana ó blusa como la que gastan los marinos, de tejido más suelto que el capote, más preservativo de bs inclemencias termo­métricas, que se podría usar sola sujetándola con el cinturón (lle­vando el capute en la mochila) ó debt.~jo del capote y por dentro del pantalón como camisa de abrigo. Cerrada la chaqueta con dos hileras de botones colocados en el centro con el objeto de evitar que correspondiPndo con los del capote se claven en el pecho, llevaría cudlo recto para que no comprima la garganta la superposición de dos cuellos de la mi ma forma. Los botones de la chaqueta y del capote serían de metal ó de hueso. Si el capote se hiciera con paño de lana sin teñir, que sería lo más conveniente, la blusa podna ser de color gris plomizo ó negro azulado. Los guantes son indispensables para preservar las manos, que, alejadas de Jo focos del calor vital, están más sujetas al influjo del frío. Los de gamuza son resistentes y pueden lavarse para conservarlos limpios. . La guerrera, como se ha dicho, admite bastantes bolsillos que proporcionan sitio en donde guardar los pequer1os objetos de uso frecuente que sería incómodo llevar en la mochila y que hoy no tienen otra colocación. Los bolsillos de las levitas y capotes están mal dispuestos; son incómodos para bu::,car ó poner en ellos cualquier objeto, y casi nunca se utilizan por el lugar en que están colocados; con ellos no se tiene sitio en que poner ni siquiera un papel importante sin riesgo de perc:lerlo; en Ja guerrera, por el contrario, es fácil practi­car dos en la parte inferior de los delanteros, otro exterior en el costado derecho, y otro en el interior de la solapa izquierda, pu­diendo cerrarlos todos por medio de botones ó carteras. Estos deta1les no son como tales de grande importancia, pero aunque sea en cosas pequeñas, evitan molestias inútiles y pérdida de tiempo, contribuyendo á aumentar las comodidades y por tanto el ánimo é interior satisfacción tan sabiamente recomendados en el Códibo Militar. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETfN MILITAR 481 El cuello vueltG de la guerrera favorece los movimientos de la cabeza, no oprime el cuello ni le da un abrigo inoportuno, se­gún la mayor parte de los higienistas, y causa de enfermedades de los órganos de la respiración y la deglusión, sin contar que la opresión de las venas yugulares y de las arterias carótidas puede causar congestiones cerebrales y pulmonares. El abrigo moderado que se obtiene por medio de una corbata de algodón ó lana fina, está mucho más indicado; con la circunstancia de que en tiempo caluroso se emplearía esta misma corbata, siendo blanca, en res­guardar la cabeza de los rayos del sol, colocándola debajo del cubre cabezas. En tiempo lluvioso ó de excesivo frío se puede levantar el cuello de la guerrera, y entonces se logrará que el agua que escu­rra de la cogotera no se introduzca por entre el vestido y la piel, y que el frío no moleste en región tan sensible como la cervical. Las dos hojas cruzadas sobre el pecho facilitan el graduar el abrigo á medida del deseo, abrochándolas totalmente, vol iéndo­las en parte como solap.¡s ó dejándolas sueltas y pa ando los boto­nes de cada hoja por los ojales correspondientes á la misma. Com­binando esta prenda con la blusa y la manta se con eguiría pode modificar el vestido según las circunstancia lo exigieren. La blusa se convertiría en una especie de levita suelta, para los oficiales, y de considerarlo conveniente se permitiría llevarla con chaleco para fuera de los actos del servicio, teniend entonces razón para prohibir el que ningún militar vi::.ta de paisano, sin exceptuar de tal obligación ni aun á las más altas jerarquías de la milicia. Esto fomentaría el espíritu de cuerpo y de profesión, tan mermado por desgr .cia, merced al si~temático cercenamiento de todo privilegio y prerrogativa á los que tienen como primer deber la abnegación y el sacrihcio, no digamos (por ya sabido) de la vida, sino d~ todos los intereses, que tan preferente lugar ocup~n en las aspiraciones moderna , y de todos los derechos que ha ta el má~ inútil de lo~ ciudadanos di fruta. Si se considerase antimilitar el que los oficiales pudieran no; llevar armas, á pesar de lo que practican Jos marinos, y lo ineficaz de la defensa que da una espada en estos tiempos de revólver, la ]evita cerrada, con espada, responderá á esta objeción. La corbata para los oficiales sería blanca, como para la tro­pa, que en cambio de la comodidad que se trata de proporcionar­les, no es mucho exigir una extrema limpieza; que nada hace for­mar peor concepto de un militar, y con más justicia, que su as­pecto de aliñado, no debiendo prestársele medios para encubrir un insoportable desaseo. . Compondrían, pues, el vestido del tronco y extremidades su­periores las prendas siguientes: Capot~- guerrera, de paño de lana sin teñir, y de la hechura condiciones expuestas; 2 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 482 BOLETÍN MILITAR Guerrera-chat¡UJta, de paño gris ó azul; Faja d! lana y corbata de lana ó algodón. Sobretodo ó ab':igo El actual capotf! desempeña este oficio, como se ha dicho ya de una manera incompleta; debe sustituírlo la manta convertida en poncho ó capote de monte por medio de una abertura longi­tudinal practicada en su centro y rodeada de un cuello ancho que pueda levantarse. Para mayor facilidad de encapillárselo, se pro­longaría la abertura en línea recta sobre el pecho, cerrándola con botones. En nada perjudican estas modificaciones al empleo de laman­ta como abrigo de campamento. El abrigo suficiente, en circunstancias que no sean extraor­dinarias, que darían la guerrera y la blusa superpuestas, se aumen­taría con el poncho cuando fuera necesario, sujetándolo á la cin­tura con una correa ó por medio de una jareta, para evitar que su vuelo sea ré o ·a á la agilidad de los movimientos, formándose en­tonces con las caídas de los costados u nas especies de mangas, semejantes á las del carrik, impermeable, cuyo uso e tolera á los oficiales, disposición que facilita á las manos camino para ir á buscar al ve tido interior los objetos que puedan necesitarse. Para el jinete es muy provechoso este abrigo, pues cubre per­fectamente todo el equipo y en mucha parte al caballo. Atándole menos que el capote de montar, y siendo mucho más ligero, no impide, como éste, el inmediato contacto de la rodilla con la silla, consiguiéndose mayor firmeza. Contra el agua es también más eficaz. Colocado el capote de montar sobre el hombro, queda descubierto el borrén delantero, y corriendo el agua por él hacia la caballería cie la silla, penetra al través del pantalón y moja las piernas del jinete, haciendo iluso­rios todos los reparos exteriores. Propónese, pues, como sobretodo el capote dt monte. -- (Continúa) NAZARIO CALONJE • • NORMA Y :CI~EOOION DEL TIRO DE LA ARTILLERIA EN CAMPAÑA seglín 1 as Ler;ons d' artillerie de E. Giratdin. (Continuación) Y-Reglaje del tiro en dirección m) Las tablas de tiro dan los primeros elementos para corre­gir los desvíos en dirección; cuanto á la corrección del viento, se hace á un tiempo para toda la batería bajo la dirección del capi- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLE1.'ÍN MILITAh. 4:83 án, pero corresponde á los jefes de ección ordenar la relativa al des­nivel de los muñones y reglar la dirección de l tiro de su respec­tivas piezas, salvo cuando se trate de tiro indirecto, en que sólo el capitán vea ti blanco, y quede, por lo tanto, obligado á corregir á un tiempo el fuego en alcance y dirección. Si por cualquier motivo no se ha podido determinar el valor aproximado de la desviación observada, en milímetros de de vío, al principiar el fuego se ejecutará una corrección de IO milímetros de desvío para todo disparo en que el proyectil se alie mucho á la derecha (ó á la izquierda), ó una de 5 milímetros si el desvío no es tan acentuado. El efecto de e ta corrección de ordinario será llevar el proyectil en sentido inverso, en cuyo caso, de pués de observar el disparo, se reduce la corrección á la mitad de la anterior, es de­cir, se obrará de un m do análogo al prescrito para buscar la te­naza, tratándose del alcance. Se cuidará, sobre todo, de no empltar co·rrecciones tunidas que á nada conducen y de ejecutar el reglaje en dirección para cada pieza. Este último precepto es obvio, puesto que dicha corrección no po­dría hacer·e para toda· las piezas de una batería, por la observación hecha en una sola, ino en el caso de que lo muñones de todas estuvie en perfectamente horizontale ó con igual inclinación, lo que no sucede sino en la artillería de las fortalezas. Si los dos primero tiros presentan desvío en el mismo senti­do, pero que obsta el reglaje en alcance, ·e hará en eguida una corrección igual al medio de dichos desvíos. Las corree iones en dirección se hacen siempu, sin excepción, moviendo sea el oj1~lb del alza, sea fa cureña, del lado hacia el cual quiere llevarse el proyectil. El reglaje en dirección es rápido y sencillo cuando lie aplican as reglas que anteceden: durante él, cuando una pieza da un dis­paro correcto en dirección, los siguientes, si se separan es muy poco de ordinario, cuando el viento no cambia, porque en las pie­zas modernas de artillería el probable de vío en dirección es muy pequeño. 171- Tiro sobre blanco móvil n) Sobre blanco móvil no puede tirarse sino cuando es posi­ble la puntería directa, porque de otro modo sería imposible seguir de un modo continuo el objetivo en sus desplazamientos para ob­tener un fuego rápido. Sin embargo, puede hacerse fuego indirecto sobre blanco móvil, cuando el capitán ve el objetivo y regla el tiro en alcance y dirección, según sus propias observaciones. • Con los cañones de 80 milímetro:. de montaña, 1 milímetro del alza ele de víos, ú horizontal, á 2,000 metro no corrige sino 4 111etros, cantidad ya clifícilmente 4preciable li esa di tancia: ~i un proyectil <".ie hacia el medio de un intervalo qu'! sepua dCI tropa. , y lllide 20 metros por ejemplo, uua conecci6n frat.ca de 5 mil(­metros llenrá el di ·paro, poco más 6 menos, en la dirección de una de diclus tropas. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MJLIT .A.R En el tiro sobre:: blanco móvil pueden ocurrir dos casos: 1. •,. el sentido del movimiento, según la línea del tiro, es conocido; 2.o, el sentido de la marcha del móvil es desc:onocido ó incierto. Debe distinguirse, además, el caso en que el tiro es percutante del en que sea fusante, porque aquél no se emplea sino á las dis­tancias cortas, es decir, inferiores á I ,sao metros. Tiro percutante: el untido del movimiento del blanco es conoci­do- Lo mismo que en el tiro sobre bl.mco fijo, se procede á en­marcar rápidamente el blanco entre un disparo largo y otro corto, y obtenida la tenaza, se ejecuta el tiro sobre el límite, establecién­dose sobre el lírnite inferior ó más próximo, si el blanco se acerca, y á la inversa si se aleja. Como e comprende, no se considera en­marcado el blanco sino cuando el último de los brazos de la tenaza se estableció con el alza del límite hacia el cual marcha el objeti­vo, pues de lo contrario podría franquear ese límite mientras se dispara el segundo proyectil. La amplitud de la tenaza variará con la velocidad del blanco: si se la adopta muy pequeña no habría tiempo de disparar bas­tantes proyectiles sobre el límite escogido antes de que lo fran­quee el blanco. Por esto en el tiro de campaiia la amplitud de la tenaza será de 200, 400, 6oo metros, según que el blanco mar­che al paso, al trote ó al gal pe, es decir, á razón de 1 oo, 200~ 300 metros por minuto. Esta regla se j u tifica por las con ideraciones siguientes. La posición más probable del blanco dentro del marco en el cual se le encierra estará siempre en B, ósea la mitad del espacio que se­para las trayectoria MA y lv.t' A' de los dos límites de la tenaza (fig.). Si e')ta ú ltin a midit:re 200 metro , el blanco será batido por los disparos p rcutantes hechos sobre el límite hacia el cual avanza durante el ti~mpo que emplee en franquear roo metros, es decir, un minuto si lo hace al paso; y como con la artillería moderna en el fuego ~obre blanco múvil se pueden disparar tres tiros por minuto, el resultado será satisfactorio. M' Dirección del movimiento ~---- .A' -~~~------~--~----~ -------------- --·············--·····-·-·-· ...... ························ojj"'············ ....................... _ ...................... - A Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Mas si el blanco se moviere al trote (caballería), á 200 me- ·tros por minuto, sólo emplearía medio minuto en salir del marco de 200 metros, y dentro de éste á lo sumo recibiría dos disparos, por lo cual, para mantenerlo mayor tiempo bajo el fuego, sin te­ner que modificar el alza, se duplica la amplitud de la tenza, ele­vándola á 4-00 metros, y así se consigue que el blanco reciba tres pro}ectiles de cada cañón. Si se m u e ve al galope, es decir, á ra­zón de 300 metros por minuto, hay que triplicar la tenaza. Se nota que el blanco ya salió del marco cuando se obtiene un disparo largo t"ntre los hechos con el alza del límite menor, y recíprocamente. En el tiro de campaña no se envían nunca más de 4 á 6 pro­yectiles sobre el límite escogido, antes de que resulte uno de sen­tido contrario, á menos que el blanco cambie la dirección de su marcha, se detenga ó disminuya la velocidad del movimiento. Em­pero, sea de ello lo que fuere, desde que un disparo resulta en sen­tido contrario, dando la señal de que el blanco acaba de franquear el límite sobre el cual se tiraba, se hace una descarga con las pie­zas que estaban listas, y se modifica el alza variándola una tena­za en el sentido conveniente, para lograr un nuevv marco y con­tinuar el fuego conforme queda dicho. En el instante en que hay certeza de que fue franqueado por el blanco el límite inferior, se puede ventajosamente, antes de mo­dificar el alza, acortar el tiro (blanco que se acerca) á la manivela, en una cantidad conveniente, variable con la rapidez del blanco. La disminución que indica el Manual de tiro es de ! de vuelta si el blanco se mueve al paso, {- de vuelta si al trote, y 1 vuelta si al ·galope. De esta regla resulta, de ordinario, que la descarga de las piezas listas caerá unos 15 metros adelante del blanco. En efecto, á las distancias medias del combate, } de vuelta (2 milímetros de alza) equivale á unos 50 metros, y como es preciso ~ de minuto para hacer una descarga percutante, en ese tiempo el blanco habrá recorrido 35 metros. límite corto de la tenaza \ 1 1 35m. ¡ 1 1 :oB I 5 metros; 1 1 t ! de vuelta 50 metros 1 ..¡. Alza de la descarga Si hay campo para hacer más de 4 á 6 tiros sobre uno de los límites de la tenaza, seguramente el blanco se mueve con má¡ lenti ud de la supuesta, ó cambió el sentido de su marcha ó hi7o .alto. En todos estos casos hay que buscar un marco, se le encie- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. {86 BOLETm MILITAR rra dentro de 1 oo metros, si es preciso, y si se adquiere la certi­dumbre de que hizo alto, se procede en seguida cotno si se tratara de tiro percutante sobre blanco fijo. En el tiro de campaña sobre blanco móvil una sección-guía, colocada en una de las alas, se encarga especialmente de buscar los. marcos, y las otras dos reglan su tiro sobre el de ella. Movimi~nto d~ sentido incierto ó desconocido; tiro d~ vigilancia~ A menudo es dificil darse cuenta con la vista, y aun con el binó­culo ó el anteojo, del sentido exacto de la marcha del blanco, á menos que no esté muy próximo ó sea posible tomar puntos-guías ~n el terreno. B Cuando el blanco se mueve oblicuamente con respecto á la línea de tiro, pueden producirse las tres circunstancias de un blan­co B que se aproxi]Tla, de otro B'' cuyo movimiento es incierto, ó de un tercero B" que se aleja (fig.). Si se ignora la dirección de la marcha ó se torna incierta, se enmarca el blanco con una tenaza de I oo metros (tiro de campaña)).. se adopta el alza del medio de esa + + + batería tenaza y se ejecuta un tiro d, vigilancia, que consiste en au­mentar en 50 metros el alza, después de todo disparo corto obser­vado, ó disminuírla en la misma cantidad, después de un0 largo, y conservarla sin moJificación cuando se da en el blanco. Si en un momento cualquiera dos aumentos ó disminuciones de 50 metros no hacen cambiar 1 sentido del desvío, se concluye que el blanco· se aproxima ó se aleja, según el caso: de3aparece entonces la inde­cisión y se procede como queda dicho. En el tiro en atrincheramientos, sobre blanco móvil, se hace de ordinario uso de la carga completa y la puntería directa: la amplitud del marco es de un salto (4 tenazas), si se mueve al paso, y de dos saltos; si lo hace al trote; pero por lo común y para ma­yor sencillez se adopta como amplitud del salto Iomm de alza (unos 200 metros) para las distancias inferiores á 2,ooo metros y 20mm (300 metros) para las más grandes. La batería se divide en dos secciones, compuesta cada una de la mitad de las piezas: la una hace fuego sobre el límite tan luego como se obtiene el marco conveniente; la otra dispara por descargas, apenas aquél franquea el límite, con el alza correspon­diente, disminuída ó aumentada en un medio salto, según que el blanco se acerque ó se aleje de la batería. En seguida todas las alzas de la batería se disminuyen ( ó aumentan) en un salto para Yolver á hallar el marco del caso y continuar el tiro sobre el límite .. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITA.."& 487 El blanco se desplaza transversalnunte.-Si el blanco se mueve perpendicularmente á la línea que lo une con la batería, se hace una conveniente corrección del desvío moviendo el ojillo del lado hacia el cual se mueve el blanco (lado á donde deben dirigirse los disparos). El valor de esta corrección depende de la velocidad del blanco, del tiempo que transcurre entre el momento en que se levanta el apuntador y la llegada del proyectil, y de la longitud de la línea de mira natural. El cálculo se efectúa del modo siguiente, para el cañón de 90m 111 por ejemplo: Se tira á 2,000 metros, con una batería, sobre una tropa que marcha transversalmente hacia la derecha á razvn de 100 metros por minuto. El tiempo que transcurre desde el momento en que se levanta el apuntador hasta el en que parte el disparo no puede ser menor de 5'; la duración del trayecto para la distancia dicha es de 5·5'· Entre el momento preciso en que el apuntador se se­para del ojillo de mira y la llegada del proyectil al terreno median, pues, unos 1 o segundos, durante las cuales el blanco se habrá mo- .d I 00 X 10 6 * · · h · 1 1 o 60 1 metros, y por constgUlente para enr o es preciso desplazar el ojillo hacia la derecha un nútnero de milíme- . 1 ... 1 6 X o.So · d 8 1 1 · d d 1 1" d tros 1gua a = 7•m, s en o om o a ongttu e a 1nea e 2,000 mira natural. Esta corrección sería doble para una velocidad de 200 metros, triple para la de 300, y en cambio habría que reducir­la á 4 si el blanco se moviera oblicuamente, formando un ángulo de 45° con el frente de la batería. Además, si se admite que el tiempo transcurrido entre el momento en que se levanta el apuntador y el en que el proyectil 1lega á su dest" no, es proporcional al alcance (lo l{ue, en tesis ge­neral, es exacto), el espacio que durante ese tiempo recorre el blanco también será proporcional al alcance, y por lo tanto el cál­culo indicado puede aplicarse á todos los alcances. Cuando el blanco se mueve oblicuamente á la línea que lo une con la batería, que será el caso más frecuente en la guerra, la corrección, en teoría, debe variar con el grado de aquella oblicui­dad; pero prácticamnete no es posible determinarla sino por el re­sultado de los primeros disparos. De antemano puede ordenarse una corrección de ensayo., apreciada partiendo de la que corres­pondería á un movimiento rigurosamente transversal. A veces puede mejor~rse la dirección sin cambiar el desvío, aumentando ó disminuyendo el intervalo entre el mandato tal pieza y la orden fuego. • Es tan sencillo aplicar el procedimiento al cañón de montaña, merced~ los elatos que encierran las tablas de tiro, que no necesita explicaci6u alguna para efectuarlo. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 4:88 BOLETÍN .MILIT A.R Tiro fusante sobre blanco móvil -Este tiro también se ejecuta conform~ á las reglas anteriores. En una batería de campaña la ·sección-guía se conserva percutante, y por medio de ella se deter­mina la posición del blanco y la dirección de su marcha para ob­tener los marcos convenientes. Las otras dos secciones, reglándose sobre la anterior, hacen descargas de proyectiles fu antes. En el tiro sobre uno de los límites es, de ordinario, en el mo­mento mismo en que el blanco llega al límite hacia el cual se mueve cuando recibe la descarga de los fuegos fusantes, porque es preciso algo más de un minuto para preparar y hacer la de carga, Y~ el bl¡nco emplea igualmente un minuto en recorrer la mitaJ de la tenaza dentro de la cual se le tiene cogido. Aun en el caso más desfavorable en que el blanco en vez de hallarse en el centro se -encuentra próximo á uno de los límites de la tenaza, en el instante en que se determina ésta, las de~cargas fusantes enviadas un mi­nuto despues tendrán cierta eficacia, por más que corre pondan á una trayectoria media muy larga ó muy corta, en cosa de unos cien metros. En tiro en trincheras, media batería determina las posiciones sucesivas del blanco, y la otra media hace las descargas del caso.- (Concluir a) PARA LOS TRANSPORTES EN CAMPA~A Hace poco meses algunas revistas militares dieron noticia de un folleto, en el cual el Capitán del Ejército argentino, D. Camilo Trapani, de cribe "el carro estratégico de una rueda,, por él idea­do, apto, según el autor, para marchar por cualquier clase de terre­no y á aires vivos; y como dicho carro podría ser de gran utilidad á las tropas de infantería, tanto p.tra el transporte de municiones como para el de útiles de zapador, creemos oportuno dar á los lec­tores de la Rev :sta Técnica idea del mencionado invento que, de confirmar la práctica los halagüeños resultados que el autor espe­ra, habría resuelto un problema tan difícil como trascendental para el ejército. Las partes esenciales del carro son: la rueda, los armones y y cajas, los varales y el aparejo para el enganche del animal. La rueda es de fresno, de 1.50 metros de altura, con llanta de acero efe 0.20 metros de ancho. Esta rueda puede descompo­nerse en cuatro trozos, facilitándose así su transporte, sujetán­dose los ocho rayos á la llanta por medio de tornillos. El eje de la rueda e3 de acero, y en sus extremos descan­san dos brazos del mismo metal, los que por intermedio de l;¡ caja de grasa y de los muelles correspondientes, sostienen los armo­nes. ·Estos son de chapa de a lu mi ni o de o.o 1 o metro:; de espesor, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. DOLE~l'ÍN MILITAR 489 de forma piramidal, midiendo en la base inferior 1.10 metros 1 I en la superior, con una altura de 0.50 metros y anchura 0.20, sujetándose por medio de tornillos á los tirantes y piezas que les sirven de sostén. Las cajas, que son del mismo material que los armones, descansan sobre ellos, colocándose á un lado y otro de la rueda, fijándose por intermedio de unos ganchos, consiguiendo con gran rapidez la m1niobra de montarlas y desmontarlas. Para amor­tiguar el efecto de los choques, las cajas y armones van forrados de corcho, existiendo detrts de ambos un resorte de forma de es­piral. Debajo de los armones hay dos bastones de acero, especie de ten te-mozos, que sostienen el carro en las paradas ú al desengan­charlo. Las varas son de tubo de aluminio, en nú.mero de cuatro, dos derechas y dos curvas, asegurándose á unas uñas de acero con re­sortes que lleva en su centro el carro, y combinadas de un modo­dice el autor-que aunque se caiga el animal no puede volcar el vehículo. En ]a parte exterior, anter\or y posterior de los armones van colgados de ganchos, picos, palas, zapapicos y hachas. La longitud total del carro hasta la extremidad de las varas es de 2. ¡ 5 metros; la altura 1. so, y la anchura 0.95, siendo el pec;o total 7 46 kilogramos. . Cada armón lleno de municiones pesa 70 kilogramos (peso muerto) + 240; en total, 310 kilogramos; y cada caja 40 kilogra­mos (peso muerto) + 150 kilogramos próximamente . • * * La idea de la rueda única no es nueva, y ya en el carro de municiones de compañía, ensayado en los Estados U nidos, y que describimos en nuestros artículos sobre municionamiento de la infantería en el combate moderno, se aplica al desarmar dicho carruaje para poder salvar obstáculos ó marchar por terrenos muy accidentados, conduciendo dos soldados cada medio carruaje (una rueda y dos cajones). Lo difícil de conseguir en el problema que trata de resolver el Capitán Trapani, es la perfecta estabilidad del vehículo y buenas condiciones de equilibrio para disminuír ó anular la tendencia al vuelco, al marchar por terrenos quebrados ó por malos caminos con fuertes rampas, inclinación transversal y curvas pronunciadas, y á decir verdad, la lectura del folleto no lleva al ánimo del lector la persuasión de haber logrado el inventor (á pesar de la disposi­ción de los armones que hace que esté muy bajo el centro de gra­vedad), no obstante afirmarlo y asegurar que puede, sin inconve­niente alguno, cargarse el armón y cajas de uno solo de los costa­dos sin que peligre la estabilidad. Siendo el peso de la rueda y piezas de suspensión de los ar­mones y cajas inferior á 400 kilogramos, y elevándose á dicha Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 4.90 BOLETIN MILl'l'AR cifra el de la carga del armón y cajas de un lado, puede asegurarse que estando vacías uno y otras de un costado y cargadas al máxi­mo las del otro, la vertical trazada por el centro de gravedad del conjunto se hallará fuera ó muy próxima al extremo de la llanta * saliendo de ella, seguramente, cuando d terreno tenga inclinación en sentido transversal ó en curvas muy pronunciadas, recorridas con alguna velocidad, pues en este caso hay que componer el peso del carruaje con la fuerza centrífuga desarrollada, dando una resul­tante que tiende á volcar el vehículo. Aparte de esto, el esfuerzo de tracción que tiene que desarro­llar el animal para el arrastre del carro, elévase á r,soo kilogra­mos próximamente (706 de peso bruto y cerca de 8oo de sobre­carga), cifra exagerada, Ja cual no se compagina bien con la condición de poder marchar por caminos dificiles y á aires violen­tos, 1? que siempre se traduce en un aumento en el esfuerzo ne ~ cesan o. Mucho desearíamos que los inconvenientes que nosotros vemos no existieran, y que Ja práctica demostrase la bondad del carro descrito, con lo cual habría prestado un importante servicio al Ejército el joven Capitán de la República Sudamericana. EDUARDO GALLEGO RAMOS :m:r.. OONOOIMililN-I'O DEI. 'rl!lRP.l!lNO Conformes están todos los publicistas militares de que si algo hemos de conseguir en la lucha, ha de ser dominando el conoci­miento del pa.ís con quien tratemos de combatir; esto es en alto grado beneficioso para el invasor, y de ello tenemos evidente de­mostración en la guerra franco-alemana del 70-7 r. Pues bien, se nos ocurre preguntar: ¿nosotros tenemos cono­cimiento, ya que no perfecto, siquiera general, de nuestro país? creemos que no, y ya que por nuestra desgracia no podemos aspi­rar hoy más que á rehacernos, debíamos concretarnos á aprender lo mucho que de lo propio ignoramos. Las tropas que ocupan una región de nuestro territorio son, gener.llmente, las que han de operar en ella, ó á lo menos á esto hemos de tender en la organización, para que los Cuerpos co­nozcan el país en que operan. En este sentido encontramos altamente provechoso el que los Cuerpos de las citadas regiones se penetrase-n, en tiempo de paz, del conocimiento topográfico del país y llegasen á dominar su geografía, y de ésta sus más pequeños detalles. • Puede demo trarse e ta consecut>ncia con ayuda del cálculo gráfico 6 del analítico, de los cnale prescinde el autor. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR Podría argu1rsenos que la Oficialidad varía, y por lo tanto ~sta labor s~ría constantemente alterada ó infructífera; á esto con­testaremos que la generalidad de los Cuerpos, por no decir todos sufren poquísimas variaciones, puesto que los Jefes y Capitanes, por lo menos, llevan en ellos algún tiempo, bien por convenien cias particulares, bien por otro cualquier motivo, y los Oficiales subalternos que á ellos van destinados, generalmente de ellos n s~ mueven hasta su ascenso á Capitán, puesto que su destino á tal Cuerpo lo gestionan por sí mismos. Descartado este inconveniente, veamos la forma en que de­bería hacerse la instrucción: el Estado Mayor podría entregar á cada Cuerpo un mapa de la zona que se le asignara en la provin­cia ó región, mapa en que se detallasen hastresante de nue•­tra historia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLE1.'ÍN MILITAR 493 compuesta de los tres grandes Departamentos de Venezuela, N ~e va Granada y Ecuador, á cada uno de los cuales se rcservab~ su gobierno particular. El General Bolívar, que había estado presente en Guayana á este acto, el 17 de Diciembre de 1819, dudó que yo me adhiriese á él, ya porque recordaba mi conducta en Ca5anare respecto de la reserva hecha en favor de la Independencia de la Nueva Granada, como por­que tenía presente que á pocos días de nuestra entrada en Santafé, en Agosto, quiso reunir una ju11ta de los padres de familia para que resol­viesen unirse á Venezuela, á lo que me opuse con tan poderosas razo­nes, que logré hacerlo desistir del proyecto ... Sin embargo, Bolívar me remitió la ley fundamental con una carta suya, y otra de Zea, en que desenvolvían todas las ventajas de la unión, excitándome á que la reco­nociese y obedeciese. Yo, lejos de ser enemigo de esta unión que con­centraba los recursos y daba unidad al mando para acabar de libertar el país del dominio del Rey de España, era su partidario, pero deseaba que no se hiciera centralizando absolutamente todos los poderes y todas las provincias; que la acordaran los representantes del pueblo legítima­mente congregados, y sobre todo que tuvieran parte Caracas y el Ecua­dor. Luégo que recibí la ley fundamental, reuní á todos los empleados principales, ciudadan J s notables y autoridades de toda especie para enunciarle las ventajas de la unión y exigir su adhe ión á ella: fácil fue ohtenerla, estando de por medio toda la influencia de Bolívar, y el vehemente deseo de asegurar la Independencia: todos prestamos obe­diencia al acto del Congreso de Guayana, con la condición de que se examinara por los Representantes de la República para ratificarlo, mo­dificarlo ó anularlo debidamente. Bolívar, de regreso de Guayana, re­cibió con júbilo en la provincia del Socorro el acta de nuestro 'eco­nocimiento y obediencia á la nue a ley fundamental, y me contestó en los términos lisonjeros y satisfactorios que se ven en su nora oficial. • Oficio." Excmo. efior: La acb de reconocimiento que Y. E. ha celebrado co11 los prócere de Cunuinamarca, del Gubien10 y Repúblictl de Colombia, c. el c:el!O de nuestra liuertad: es el t(tulo de inmOJtpiné por la unidad central de Colombia cuando ventilaba la cuestión el Congreso constituyente. Bolívar me manifestó su resolución de irse á la campafia del Sur renunciando la presidencia; le cbligaba á ello su convicción de no poder gobernar con la constitución decretada por el Congreso, su genio que lo llamaba al campo de batalla, y los disgustos ue le habían causado pcrsonalm~nte en algunas sesiones del mismo Congreso. No pude, ni debí convenir en que no acepta~e la presiden­cia, é hice todos los esfuerzos imaginables por disuadirlo de tan fatal esolución. Al fin me intimó que la aceptaría si yo aceptaba la vice­presidencia, y de ningún modo en el caso contrario; á tan fuerte con­dición, de la cual me hizo un grato recuerdo en carta de Lima, que ~xiste en mi poder, yo no debía resistir; aceptamos nuestros nuevos destinos, y prestamos el juramento correspondiente; él partió de Cúcu-a para Bog tá á disponer los preparativo de su campaña: y yo empecé á ejercer las funciones del Gobierno auxiliado de los conocimientos y .. espetabilidad de los Secretarios nombrados á solicitud mía, y para c::uya admisión los había interesado particularmente •. N o es posible escribir en unos apuntamientos la historia de la Ad · ministración ejecutiva de Colombia. Grandes sucesos sobrevinieron du­ante los seis años que la presidí: la organización del país, la pérdida de Maracaibo y Santa Marta, y su inmediata recuperación, la ocupación de Puerto Cabello, varios combates navales de feliz resultado, el reco­ocimiento de nuestra independencia por los Estados Unidos del Norte y la Gran Bretafia, el envío de cónsules de Francia y Holanda, la li­bertad del Perú y Bolivia, y qué sé yo cuántos otros de más ó menos ~rgbierno. ue tras desavenencias, que fueron de corta duración, provinieron de la contrariedad de nuestras opiniones sobre la forma de Gobierno: yo sostenía la Constitución de Cúcuta, porque a í lo había prometido con un juramento solemne; él la censu­raba, porque así Jo creía conveniente al pro comunal. Nosotros debati­mos la cuestión pÓr la imprenta, y dejamos correr mutuas personalida­< Jes. Bolí\'ar, aferrado á la unión central, que había sido su proyecto favorito desde bien atrás, sostenía de mi lado la contienda, hasta que él mismo me aconsejó terminarla en bien del país. Se terminó, efectiva­mente, por una explicación franca y verbal gue tuvimos á solicitud suya, y por mi parte fue tan ingenua, que conferí á Narifio 1a Coman­dancia general del Departamento de Cundinamarca. Su edad, sus pa­decimientos desde 1794 y sus enfermedades, lo condujeron al sepulcro. Pruebas d· un alma elevada y enérgica había dado en el transcurso de muchos afios de persecución, para atribnír á aquellas diferencias tan pasajeras la apertura de su tumba. Abandonado en la campafia de Pasto d 18 I 4 por varios de sus Jefes, y traicionado por algunos de sus ami­gos, N ariño conservó la mayor serenidad para hacerse superior á tama­fio Í11fortunio •. Carta autografa del Gener
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Prensa

Compartir este contenido

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 148

Copia el enlace o compártelo en redes sociales

Imagen de apoyo de  Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 142

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 142

Por: | Fecha: 10/03/1900

A~OlV Bogotá, Marzo 10 de 1900 NUM. 142 --~· ....... -- ORGANO DEL MINISTERIO DE GUERRA Y DEL EJERCITO Dnt1tCTOR AD-HONOREM, FRANOISGO J. VERGARA y V. General, Miembro de la Sociedad Colombiana de Ingenieros Son colaboradores natos de este periódico todos los Jefes y Oficiales del Ejército de la República OFICIAL por el cual se honra la memoria de un Prócer El Proidentt de Id Repúh!itll CONSIDERANDO Que hoy se cumplen cien años del nacimiento de Daniel F. O'Lea­ry, hijo de Irlanda, que en Colombia fue General del Ejército que com­batió por la Independencia nacional, y Edecán del Libertador; Que este ilustre hijo adoptivo de Colombia prestó importantísimo• servicios á la República, ya como soldado valeroso, vertiendo su sangre en los campos de batalla, ya desempeñando empleos importantes, ora por el ejemplo de altas virtudes morales que hacen su memoria digna de veneración, DECRETA Art. 1.0 El Gobierno honra la memoria del distinguido ciudadano y benemérito Prócer GePeral Daniel F. O'Leary, y propone su amor á Colombia, su desprendimiento, su valor y su lealtad como ejemplo i los colombianos, á los cuales recomienda, por dignas de imitación, las virtudes públicas y privadas del Prócer cuyo centenario se con memo­u hoy. Art. z.o Por el Ministerio de Guerra se darán las órdenes del caso á fin de que la fuerza pública que hace la guarnición de la capital, tri- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 290 BOLETíN MILITAR bute á la memoria del General Daniel F. O'Leary los honores militare• que le corresponden por la alta jerarquía militar, política y social que dicho Prócer ocupó en Colombia. Are. 3.• Copia auténtica de este Decreto será enviada con nota de estilo á los deudos sobre vi vi entes más próximos del General O'Leary. Comuníquese y publíquese. Dado en Tena, Departamento de Cundinamarca, á 1. 0 de Marzo de 1900. MANUEL A. SANCLEMENTE El Ministro de Guerra, JOSÉ SANTOS ------~·~------ Conferencias de los Oficiales de la Misión Franeeaa SERVICIO DEL CARÓN DE MONTA~A (Continuación) TRANSPORTE DEL MATERIAL Á LOMO DE MULA 1. Los artilleros se presentan á la maniobra con el mismo unifor­me que para la ejecución de la boca de fuego; cuando estén armados, el instructor les manda poner el arma á la esralda. El material estará dispuesto como ]o indica el número •. ; ademá: se traen por sus conductores cuatro mulas albardadas que se llamans mula de pieza, mula de ruedas, mula de cureña, mula de cajillas. Lu tres primeras van equipadas con un basto (alabardón) de pieza y la cuarta con un baslo de cajillas. CARGAR EL MATERIAL 2. Ant('s de hacer cargar el material, el instructor manda colocar las mulas en hilera detrás de las cajillas en el orden siguiente: mula de cajillas, mula de ruedas, mula de curefia y mula de pieza; la prime­ra á un metro de las cajillas, las demás á un metro de distancia una de otra. El instructor hace entrar loa sirvientes á sus puestos, los manda equipar, ordena quitar la limonera como está prescrito en el número .. , y en seguida da á los artilleros la nomenclatura sumaria de la palanca y de los bastos. Les enseña al mismo tiempo que la pieza y su cureña pueden lle­varse á lomo de mula ó engancharse; que en el primer caso la mula de pieza lleva la pieza, la mula de cureña, la curefia, la mllla de ruedas, las ruedas, la limonera, los frenos, las palancas y el escobillón; que en el segundo caso las mulas de pieza y de curefia ~e enganchan ~ la limo­nera (tronco y guía). Les enseña también que las cajilla• ae cuelgan para el transporte al basto de la muJa de cajillas. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR 291 CARGAR LA MULA DE PIEZA 3· Rnunun de la maniobra-Introducir el escobill6n en el ánima. Levantar las sobremufioneras. Colocar la palanca debajo de la culata y amarrarla. Levantar íntegramente el tornillo de puntería. Llevar la pie­za, colocarla sobre el basto, ]a culata hacia la cabeza de la mula. Suje­tarla al basto. Para cargar la mula de pieza, el instructor hace disponer las co­rreas de la manera siguiente: Colocar las correas con el clavillo hacia arriba, de adentro hacia afuera, en las mortajas del tirante de derecha del basto, las dos correas delgadas en las mortajas de los extremos, la correa gruesa en la mitad, pasarlas después por las mortajas del tirante de izquierda, de afuera hacia adentro, y sacar los extremos de modo que las hebillas queden á. unos 30 centímetros del tirante de derecha. El instructor manda después: 1. 0 Prepárense á cargar 1" mula d1 pieza; 2.0 e argtttfl la mula de pieza. A la voz preptírenu á cargttr la mula de pitza, el conductor de la mula de pieza coloca su mula á tres metros atrás de la curef'ia, la grupa vuelta hacia la contera. El segundo sirviente de derecha introduce el C!'cobil16n, el ataca­dor adelante, dentro d e l á ni ma, levanta la s o br:mutíoneras y agarra el escnbil16n con ambas manos fre nte á la mula. El primer sirviente de derecha vuelve ~ coloc ar el tirafrictor en su saco, trae l.t pa lanca de culata, que estará puesta sobre la limonera, umada con el lazo, y la coloca debajo de la culata, lo más cerc.t que se pueda de los muño nes y la agarra c on ambas manos. El primer sirviente de . la izquierda saca el alza que vueh·e á colo­car en su saco; amatra la palanca á la culata ccm el Jazo y agarra el otro extr~mo de ell , y ambos irvientes dan frente á la mula. El segundo sirviente de la izquierda le\ anta Í i.tegramente el torni­llo de puntería y vuelve á o cupar su puesto. A la voz rarguen la mula de pieza, y á la indicación alfen, hecha por el segundo sirviente de derecha, los dos primeros sirvientes, ayuda­dos por el segundo sirviente de derecha, ahan la pieza, h. hacen pasar por encima de la rueda derecha y marchan á colocarla sobre el basto, la culata hacia la cabeza de la mula, el guión hacia arriba, de suerte que los muñones encajen en las muñoneras. El primer sirviente de izquierda quita el lazo, pasa las hebillas de las correas al primer sirviente de derecha y sostiene el basto para im­pedirle se vuel \'a. Aseguradas las correas, va á , raer el tapaboca y el ta­paculata, entrega este último al primer sirviente de derecha y coloca el tapaboca. El primer sirviente de derecha pasa la palanca al segundo sirvien­te de derecha, asegura las correas, dando una vuelta al rededor deJa pieza con las de los extremos, r coloca el cubreculuta que le entregó el primer sirvicn te de la izqui e rda. El segundo sirviente de derecha quita entre tanto el escobillón del ánima, recibe la palanca de manos del primer sirviente de derech~ los coloca sobre la limonera y vuelve á ocupar &u puesto á la altura d~ la contera. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 292 BOLETÍN MILITAR CARGAR LA MULA DE CURd~A 4· Resumen de la mafJiobra-Volver á colocar las sobremuñoneras. Levantar la cabeza de curciia. Quitar las ruedas y colocarlas en tierra. Levantar la cureña. Colocarla sobre el basto, la contera hacia la grupa de la mula. Sujetarla al basto. Para hacer cargar la tnnla de cureña el instructor manda cargar la mula de pieza, después hace colocar hs correas del basto de cureña del modo siguiente : colocar las correas con el clavillo hacia abajo, de fuera hacia dentro en las mortajas del tiran te de derecha del basto, las dos correas delgadas en las mortajas de los extremos, la correa gruesa en la mitad; pasarlas después por las mortajas correspondientes del tiran te de izquierda, de adentro hacia afuera, y sacar los extremos de suerte que una vez cerradas las hebillas éstas queden del lado izquierdo de la mula y cerca de la parte superior de la curefia. El instructor manda después: 1.0 Prepármse á cargar la mula de cureña~· z.o Carguen la mula de cureña. A la voz prepáreme á cargar la mula de mreiía, el conductor de la mula de cureña coloca su mula á tres metros adelante de la cureña, la grupa vuelta hacia la cabeza de la cureña. Los terceros sir ientes se acercan á la cureña á paso de trote, qui­tan los pernos y las arandelas de las ruedas, los que conservan en la mano izquierda, y agarran las ruedas con la otra mano. El segundo sirviente de izquierda se a egura de que el tornillo de puntería está íntegramente levantado, á paso de trote pasa á la cabeza de la curefia y la levanta agarrándola con ambas manos, de ·pués de ha­ber vuelto á colocar las sobremuñoncras. El segundo sirviente de derecha coloca el pie sobre la contera para impedirle que retroceda. Los terceros sirvientes quitan las ruedas y las colocan en el suelo detrás de ellos, vuelven á colocar las arandelas y los pernos y agarran el eje por los extremos de los pesones. El segundo sirviente de izquierda se acerca á la contera y la aga­rra lo mismo que el segundo sirviente de derecha. A la voz carguen la mula de cureña, y á la indicación alcm, hecha por el segundo sirviente de derecha, todos hacen fuerza, 1a levantan y avanzan á colocarla sobre el basto, la contera hacia la grupa de la mula, de suerte que el eje éntre en el alojamiento que para ello tiene el basto. El tercer sirviente de derecha alcanza las hebillas de las correas al tercer sirviente de izquierda, haciendo pasar antes las delanteras por las muñoneras de la cureña, y sostiene el basto para imper:lirle se ladee. El tercer sirviente de izquierda asegura la cureña cerrando las he­billas, ayudado por el tercer !$irviente cie derecha. Los segundos sirvientes vuelven á ocupar sus puestos. CARGAR LA MULA DE RUEDAS 5. Resumen de la maniobra-Enganchar los frenos en el basto. Co­locar la palanca sobre el basto. Transportar las ruedas, colocarlas sobre el basto y asegurarlas. Alzar ]a limonera, el escobillón y la otra palan­ca, colocarlos sobre las ruedas y sujetarlos al basto. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR 293 Para hacer cargar la mula de ruedas el instructor manda cargar previamente las mulas de pieza y de cureña; después hace colocar las correas del basto del modo siguiente: La correa gruesa se coloca como ya se dijo para la cureña, debieu­do quedar la hebilla del lado izquierdo de la mula, cerca de la llanta de la rueda izquierda. Otras dos correas deben colocarse en los anillos triangulares, la hebilla colgando hacia abajo, á so centímetros m:\s 6 menos del anillo. Cuatro correa más se colocanin en las mortajas de los extremos de los tirantes, las dos de adelante de adentro hacia afuera, el clavillo hacia abajo, la hebilla á 6o centímetros m:ls ó menos de la mortaja; ]as dos de atrás de afuera hacia adentro, el clavillo hacia arriba, la hebilla á so centímetros de la mortaja. El instructor manda después: 1.0 Prtptíreme á cargar la mula dr r11edas; z.° Carg11en la m11/a de r11edas. A la voz prepáreliJt á cargtzr !tz mula de r!ledfJs, el conductor d~ la mula de rueda la coloca entre ellas dando frente al lado opue to al marcado por lo brazo~ de la limonera. Los segundos sirvientes cuelgan ]os frenos en los gancho del basto de modo que una vez colocados queden horizontales; el segundo sir­viente de derecha coloca la palanca de culata en las mufíoneras del basto. A la voz carguen la mula de rued111, los terceros sirvientes colocan las rueda sobre el basto, de modo que el pequei'ío cabo del cubo quede contra el arnés y las cuelgan á la palanca por las llantas, escogiendo un intervalo en donde no haya tuerca, el cu~10 t.:n la mitad del basto, un rayo _vertical; el t.erc;er sirviente .de derec;ha P.asa la correa grucs~ por encima de las llantas al tercer sirviente de izquierda, quien cierra la hebilla apretándola. El segundo sirviente de izquierda vuelve á colocar la clavija y los segundos sin·ientes alzan la limonera, colocando obre el brazo derecho el escobillón, sobre el izquierdo la otra palanca, y la llevan á colocarla sobre las ruedas, el telerón hacia la cabeza de la mula. Los segundos y tercero sirvientes aprietan las correas empezando por las de arriba, y los terceros sirvientes se sitúan cerca de la cabeza de la mula. Para apretar las correas de las mortajas delanteras se pasa la hebi­lla de la mortaja de adclan te por entre los brazos de la limonera, atrás del telerón; se da una vuelta al rededor de los dos trozos del brazo, y en fin, despué de pa aria por el grapón de adelante, vuelven los sirvientes la correa por debajo de la llanta y cierran la hebilla de modo que el telerón quede abarcado por la correa. Para apretar las correas de las mortajas de atrás hacen pasar la he­billa de la corrc.t por encima del brazo de la limonera, le dan una vuelta pasándola por el grapón de atrás y la ajustan debajo de la rueda. Para cerrar las correas de los anillos triangulares abarcan con ellas los dos rayos más cercanos, dan una segunda vuelta á la correa y aprie­tan las hcbi.llas. A cgurada la carga, los terceros sirvientes se trasladan á la cajilla de izquierda y los primeros sirvientes á la cajilla de derecha. Los se­gundos sirvi('ntes ocupan sus puestos á la altura de la mula de ruedas. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 294: BOLE1'ÍN MILITAR CARGAR LA MULA D! CAJILLAS 6. El instructor manda: Prepárenu á cargar la mula de cnjilllaJ; z.o CarguPn la mula de cajdlas. A la voz prcpárn:se tÍ ct~rgar la mula de caji!Ias. el conductor die la mula de cajillas coloca su mula entre las c:.jillas frente á la pieza. Los terceros sirvlentes del lado izquierdo r lo! primeros sirvicmtes del lado derecho agarran las empuñaduras de las cajillas, los sirviemtes de izquierda cerca cic la cabeza de la mula. A la voz cargue11 la mula de pieza y á la indicación alce11, hecha por el tercer sirvicute de derecha, todos llevan las cajtllas y las cuc:lgan por las cadenas á Jos ganch os , de modo que las cajillas queden un poco inclinadas de adelante hacia atr s. L os terceros sirvientes aj usran la hebilla de la sobrecincha, patsán­dola por los gr;~poncs de las cajillas, cada uno del ladu de su hilcrra, y se colocan después á la altura de la mula de e ureña. Los primeros sir­vientes lo hacen : la de la mula de pieza. Se cuelgan las CJ.jillas por el primer anillo de la cadena del lado de la grupa y por el segundo a1 illo del lado de la cabeza de la IUlula. (Continúa) INAL POR H. HELVIG, DEL ESTADO MAYOR ALEMÁN Versión libre para el Boletín Jfilitar PARTE PRJlliEHA-EL BATALLON SEGUNDO EJEMPLO Un batallón contra un batallón (cuatro compafHat eontra cuatro compafHu) Consideraciones tácticas Si el adversario se divide para atacar, es preciso moverse rápida- - mente contra una de sus porciones con fuerzas mperioreJ y arrollarla; si se consigue esto, las tropas enemigas que retroceden deberán contenerse con un destacamento relativamente débil, en tanto que todos los demáa hombres se reúnen para atacar la otra porción del adversario El batallón se supone en marcha en columna de pelotones, la iz­quierda en cabeza, á distancia entera, y con la cuarta compafiía de van­guardia. PlliMER MOMENTO. Nuestra flanguardia encuentra la del enemig1. Disposición: cuarta (ompañía, despliega un pelotón en tiradores. MANDATO: tómense intervaloa de despliegue sobre la primera com-ratiía. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETfN MILITAR 295 En~migo J •• •• •• •• •• •• •• •• •• •• •• •• •• • •• 4·8 1' l.·~®~ SEGUNDO MOMENTo-E/ numigo despliega fuertes ntjambrn .ie tira­dores y dirige su prinúpal eifuerz.• contra el ala deruha de la t"llarfll compañía. / )'( Ulsposlcl6n: cuarta t"ompañía, toda en tiradores; primera C#mpa­ñía, prolonga la cadena á la dere­cha con dos pelotones; ugunda y terara compañías, á 240 metros á retaguardia del centro de la cadena de tiradores. ./ ,," / :,,,' Segundo momento TERCER MOMF.NTo-DoJ compa­ñíaJ en ji!aJ urr,zdaJ u muntran delrtÍJ dt lrn l iradorn enemigos_· pa­rue que el entmigo 'pr11yuta un ata ­que sobre nuntro centro. • •• •• • ••• •• • • • J)lspo lc16n : cuarta compañía, 4· a un octavo de conversión á la dere-cha; primera comp añía, movimien-to igual hacia la izquierda para concentrar el fuego de ambas sobre el centro del enemigo. . ... • •• • • -:· ~$$ • . "\.· ®®® 0:61181 ®181® 2.a Tercer momento CuARTO MOMENTo-E/ advenario aprcxima ÜJ compañíaJ en forma­ción unidtz á los t i r .1dorn; Jtt centro prinopia á dfltmz.ar con rapidez. Ulsposlción : ugu11da y ttrura compañías, á paso de carrera á re­forzar la línea de tiradores; fuego por descargas; primera cQmpoñía, sos­tén de la cadena. Señal: fuego rápitlo! J·a 2.a C ttarfo mome11t0 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 296 BOLETíN MILIT.A.:B. QurNTO MOMENTO- El ene mi- • • • • go es antenido en su movimientg • • • • • • *é...... de avance contra nuestro frente; • • •• • • •• ~.Lb._ • • • v repliega con viveza stu compa- • a •• 4· * • * 1. a • • ñías en formación un; da, pero • * • • 1 • •¡ • • aprieta de firme las alas de nues- 1 1 + tra línea de tiradorn. + • Disposición: primera y cuar- •¡• ta compañías, forman martillo 181®181 4- ~ defensivo en las alas; ugunda y ~00 ®1&~ tercera compañías, se retiran á !8)18)~ 0®181 paso largo, pelotón por pelotón J. a 2 .a y forman de nuevo sendas co- Qui!llo momento 1 u m nas de compafiía, á doble intervalo de despliegue, 240 metros atrás de la línea de tiradores. SEXTO MOMENTo-E/ enemigo emplea dos compañías cmtra cada una de nuestras alas. Señal: para todos, ltTJtamentt en retirada. SÉPTIMO MOMENTO- El enemigo aprieta en t.rpuial nuestra ala de­ruhll. Disposición: clase la señal para todos, ALTO!; ugunda y tercera com­paliías se acercan á la carrera á la línea de combate, hacia el ala de­recha, despliegan en tiradores y de concierto con la primera atacan á la sefial de de frente, marchen! mar­chen!; cuarta compañía, con fuegos rápidos contiene cn.tre tan ro los destacamentos enemigos que tenga á su frente. La ugtmda y tercera compañías se aproximan al ala de­recha durante la retirada de los ti­radores. • • ••• •• •• •• •• •• .. ~ • b(• Octavo momento • • • • • ....... ~~- •• • ---w• • • • • • • 1 +·· 1 1.. 1 •• ~ ~ G éptimo momento ÜCTAVO MOMENTO. Las compañías del ala derecha enemiga em­pujan con eJCaso vigor, pero las de la izquier­da avatJzan r;pida­mente. 8 eñales: para to­dos, alto! y 1 uégo mar­cha dt trente! Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLET fN MlL.t.T AR 297 NovENO MOMENTo-E/ ala izquierda del numigo retrocede rechaza­da p1r nte ataque ine1perado. J)isposidén: ugunda compañía, signe sobre la dirección que lle­vaba y persigue con enjambres de tiradores al enemigo que se retira; primen1, tercera y cuarta compañías, vuelven á ocupar el frente primitivo, y cada una mantiene dos pelotones en tiradores y guarda otro en filas cerradas como sostén. Seña!eJ: para todos, avancen! Noveno momento •• •• DÉciMO MOMENTo-E/ adversa- • • • • • • • • • • • • • • • • • .• rio, dividtdo un momento, u retira • • • • • • • • • • para reorganizarse mtÍJ lejqs, á re- 0~ · 1813~ taguardia. Disposición : primera y tercera "" compañías, continúan avanzando; "---- 7 181 ~ segunda y cuarta, tornan á formarse =181 en columnas de compañía á Ínter- 4 a valo de despliegue. · Décimo momento U N DÉCIMO MOMENTo-E/ numigo cofltinÍta retrocediendo, pero aún u flf71 algunoJ grr1.p'Js de él hacia la aerecha. Disposición: primera compañía, durante la marcha de avance cu­bre el frente y la derecha del batallón. Señal: tercera compañía, llMnadn, para que venga á ocupar su puesto. El batallón continúa su marcha en columnas de compafiía á inter­valos de despliegue. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 298 BOLETÍN MILITAR SOBRE EL EJÉRCITO ALEMÁN (Continuación) lnspución de los reclutas El período de instrucción individual que ácabamos de descri­bir se termina con la inspeccion de if)s reclutas que pasa el jefe del regimiento, dt- pués de la cual éste decide la admisión de éstos á la escuela de comp.tñía. Esta in pección, que tiene lugar hacia mediados de Febrero en la Guardia y quince d1as más tarde próximamente en la línea, constituye en todo el ejército alemán uno de los acontecimientos más importantes de la vida militar, y por lo tanto excit.t vivamente el interés no solo de los oficiales de cada regimiento en particular, sino también de todos los de la guarnición. Durante algunos día es el objeto de todas las con\'ersaciones mili tares y en todas partes no se oyen más que discusiones respec­to al modo como se ha hecho tal ó cual inspección, los resultados obtenidos por este ó el otro capitán al seguir tal sistema de ins­trucción, etc. Las cosas pasan, por lo demás, con una solemnidad propia para dar á los reclutas una alta idea de esta primera prueba que tienen que sufrir delante de sus jefe~. El General Comandante del Cuerpo de Ejército, en el punto de su residencia, asiite por lo regular, así como los personajes mi­litares que puedan encontrars.! en la ciudad: en fin, el Emperador algunas veces las preside en persona. En cuanto á la manera de hacer la inspección, depende únicamente del jefe del regimiento. Cada coronel tiene, naturalmente, su modo de ver y sus exigen­cias particular es, pero en general debe decirse que todos ponen en este asunto el mayor cuidado, y que lo más frecuente es que los reclutas sean examinados aisladamente, urio después de otro, en todos los ramos de la instrucción. Los soldados son presentados al coronel por el teniente de la compañía que ha dirigido su instrucción. No por eso deja el ca­pitán de desempeñar el papel principal; pero el teniente instructor es siempre el que manda y h?ce ejecutar las diversas formaciones ó maniobras que ordena el jefe del cuerpo. La inspección comprende dos partes: una, que se refiere á l_as maniobras, constituye la inspección propiamente dicha, y se pasa el día fijado con toda la solemnidad que hemos indicado; y la otra, relativa á las diversas especialidades, gimnasia é instrucción teó­rica, etc., tiene lugar generalmente en los días siguientes, según el tiempo de que se dispone. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR 299 En virtud de la inspección de maniobras se juzga de los resul­tados obtenid0s, y al día siguiente, para no perder el tiempo, in­gresan los reclutas á la escuela de compañía. Hé aquí cómo pasan las cosas comúnmente: Los reclutas de cada compañía se forman en línea en tres filas. El coronel pasa p r el frente de caJ.1 una de ella , haciendo ejecutar á todo ~ , uno d e spués de o tro, aiJú n movimiento del ma­nejo del anna. Seg uidam e nte sale un h · mbre de la fila, lo !Íguen los de más á 8 ó 1:) pa so.; y desfilan por delante del coronel : primero al paso lento, después al ordin a l io r por último al ligero. Después s e rompe la m .trcha p .x hlas suces ivas, siguiéndose unas á otras á di s tanci a s regulare para que se pu.:da ob ·ervar mejor cada una de ellas. El mo v imiento se ejecuta de nuevo á los dis­tintos p sos, ll e vando los solJ.1dos el arana al hombro. Una vez examinada la cadencia cJel paso, * se forman los re­clut4' s en un p e lotón de dos fil as, al que se le hace ejecutar el ma­nejo del arm a , m a rchas en lin ea , po r el íl.anco y ob licuas. Luégo se hace des, lar á lo.> recl ut as , p r imero por fila s , de pués todos reu­nidos al sc>n del tamb r, t e rm i nándo ~ e p o r último las maniobras con un corto ejercicio de tiraJorc , en el que sin sujetarse demasiado á la exacta ob~ervancia de las di s tancias, se adquiere seguridad de que los soldados conocen las formacione:, en orden disperso, como tam­bién los di ver:>OS toques de la escuela de tiradores. La inspección de los 50 rec1uta de una compañía exige do! horas próximamente. Cuando todo ha terminado, el coronel dirige por lo común la palabra á los nuevos soldados, les felicita si há lugar, y en un discurso más ó menos largo procura hacerles comprender la im­portancia del servicio militar, á la vez que emite su parecer sobre los progresos realizados en las di versas partes de la i n~trucción. En fin, después de haber hecho sus observaciones al capitán de la compañía y á su teniente instructor, manda que se retiren los sol­dados y pasa á examinar la compañía siguiente, la cual, durante este tiempo, ha tomado sus disposiciones y se mantiene pronta á sufrir el mismo examen. Período de los ejercicios de primavera Después de ser inspeccionados los reclutas por el coronel, ce­san de formar una clase aparte. Se les admite en las filas de la com­pañía y concurren junto con los soldados veteranos á todos los actos del servicio. No quiere esto decir qu~ su instrucción se considere terminada, pues aún deja mucho que desear sobre bastantes puntos, • El ayudante del regimiento-oficial de la clase ele teniente, que viene á ser en cierto modo el ayunante de campo del coronel- se asegura, reloj en mano, de que la ca­dencia del paso ordinario ea exactamente de 1 I:t por minuto. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 300 BOLETíN MILITAR pero se supone que la parte que van á tomar en el servicio general, el ejemplo y contacto con lo otros soldados, combinado con los va­riados ejercicios del período de primavera, constituyen el med· o más eficaz para concluír su educación militar. Disponiendo de tocios en lo sucesivo para el servicio de guar­dias, éste ya no es tan frecuente, y el turno de cada hombre vie e á presentarse, por término medio, cada diez ó doce días. El cap·­tán tiene entonces toda3 las facilidades deseables para reunir s efectivo completo y ejecutar la escuela de compañía en las mejores condiciones posibles. Primero procede á la rt~organización (rangirung) de su tropa. El puesto de cada soldado se designa rigurosamente según su talla, y la compar1ía entera se divide en tres pelotones, que se forman en dos filas, constituyendo cada una una seccion mandada por un sa - gento. Los gifrcite, ordenanzas, etc., ~e distribuyen igualmente entre las secciones, á cada una de las cuales se procura destinar un número casi igual de recluta . ' Durante e te período, el servicio es más variado que en el precedente. Lo ejercicios de primavera comprenden, en efecto, como ya lo hemos dicho, las escuelas de compañía y batallón y las evoluciones de regimiento y brigada. Además, comienzan á ocu­parse seriamente en el tiro al blanco, y es, en fin, la época del año en yue las inspecciones son más frecuente , como lo veremos más adelante. Inútil decir que los soldados continúan igualmente la práctica de los ejercicios individuales, tales como ]a gimnasia, la esgrima, etc., pero éstos están en cierto modo relegados al segundo plan y subordinados á la instrucción del conjunto. Sabido es cómo por consecuencia de l<1 última guerra se ha afirmado la importancia de la compañía como unidad táctica. Así pues, desde esta época los capitanes prusianos hacen más que nunca grandes esfuerzos para dar á la vez á su tropa la cohesión y elasti­cidad que en igualmente indispensables hoy, recurriendo ante todo, para conseguirla, á una progresión sabiamente determinada. Cada uno se confecciona su pt o grama, ca i siempre semana por semana y según sus propia inspiraciones. Los ejercicios de compañía propiamente dichos son por lo general precedido de algunos pa eos mili tares preparatorios, cuyo objeto no sól es ejercitar á los hombre. á hacer larg3s jorna­das, sino también familiarizarlos con las principales reglas y pre­cauciones que deben observarse durante una marcha. Habitualmente se marcha en columna por secciones, con los cornetas y tambores en cabeza, pero in obligarlas á llevar unidas las fila como en las maniobras. 'También desaparecen rápidamente las distancias entre las secciones, y en suma, conc1 u yen los soldados por marchar á di creción y sin guardar cohesión entre sí. E 1 tiem­po empleado en e tos ejercicio se aprovecha para in truír á los Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR 301 soldados con la explicación del objeto y utilidad de tai ó cuál dis­posición reglamentaria, y se aprovechan cuidadosamente todas las ocasiones que se pre entan para demostrarles las consecuencias que acarrearía su inobservancia . .r.Jstos ejc..:mplos son fáciles de hallar cuando se ejercitan al mismo tiempo varias compañía , las que en­tonces pueden llegar á encontrarse ó cortarse recíprocamente el camino, etc. El paso ha de ser vivo y decidido, de manera que los soldados tengan siempre idea d 1 movimiento general de la tropa. De cuán­do en cuándo se manda paso ordirwrio. Lo soldados marcarán en­tonces el paso tomando con viveza una formación regular, unién­dose las filas á la distancia reglamentaria. Otras veces se detiene la compañía y se forma en línea, pudiendo entonces los soldado& juzgar claramente por sí mismos si C011 servan ó nó la distancia. Cuando la marcha se prolonga alg , se la interrumpe con al­guno que otro alt . El capitán hace formar pabellones y da á los ~oldados algunas indicacione sobre la manera de organizar un vi­vac, y más tarde sobre el servicio de segurida durante las marchas en tiempo de guerra. El traje de los soldados de de los primeros paseos es con ar­mas, casco y equipo completo, y morral para el pan, pero la. mochi­la vacía. Se le agrega de pué la marmita individual; más tarde, en los últimos día , á medida que se prolongan los trayectos, se au­menta la carga del soldado, haciéndole llevar, por ejemplo, el ca­pote cruzado al cuerpo. El calzado se examina iempre cuidadosamente antes de mar­char. Durante ]a marcha á di-;creción se permite fumar, pero á la voz de unir ias jifas, los hombres deben tomar la formación regu­lar, pudiendo, sin cm bargo, conservar sus pipas. Estas marchas preparatorias no constituyen, por otra parte, una práctica absolutamente general en el ejército alemán, y hay muchos cuerpos que no la practican, en especial los de la Guar­dia, cuya instrucción se conduce con mayor rapidez que en la línea, y en la que estos paseos son también menos necesarios, á causa del trayecto bastante largo que tienen que recorrer las com­pañías para ir desde sus cuarteles al campo de maniobras, en dunde pueden tener lugar estas prácticas. Por último, empieza la escuela de compañía propiamente di­cha, la cual se hace en la plaza de ejercicios, terreno llano ó su­puesto como tal, no preocupándose á este respecto de su forma desde el punto de \'ista táctico. No se aspira más que á hacer eje­cutar á los soldados con la precisión más rigurosa las diversas for­maciones prescritas por el reglamento. Es lo que se llama Schui­Exerciercn, el ejercicio de escuela ó doctrinal si se quiere, por oposición al ejercicio de aplicación que ha de tener lugar más tar­de, y en el que se aprenderá cómo en los casos concretos se pueden utilizar las formas abstractas, modificándolas en caso de necesidad según las circunstancias. CO Df EPtl U Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 302 BOLETfN MILITAR U na cosa sumamente curiosa es el método empleado por algu­nos capitanes durante el curso mismo de estos Schui-Exercitren ó ejercicios reglamentarios por excelencia, método que consiste en mandar á veces nwvimientos completamente contrarios á los que indica el reglamento. Este sistema tiene la ventaja de obligar á los soldados á estar muy atentos, les da desenvoltura y se penetran de la idea de que lo que se les mande, sea lo que fuere, debe siempre ser ejecutado sin vacilación. Una compañía así enseñada resulta extremadamente dócil y manejable para su capitin. Se desentume­ce á los soldados, pa se la palabra, y adquieren el convencí miento de que su jefe es el único responsable de lo que mande, y que ellos no tienen otra cosa que hacer sino ejecutar correctamente lo que les ordena. No olvidemo añadir que los capitanes jamás hacen pre­vención alguna á sus soldados antes de mandar estos movimientos irregulares. Por el contrario, los mandan exprofeso de improviso y en el momento mismo en que los soldados menos puedan esperarlo. Uno de los ejercicios que se considera más útil consiste en ordenar prontamente la compaiita en tal ó cu á l formación. Para ello se hace primero tomar la formación de-ead a, de la cual se in­dica su nombre y objeto; d espués se dispers a n los hombres por dondequiera, y á la YOZ del c a pitán, dada de repente, acuden á la carrera á tomar la posición que ocupaban. Una vez que les son familiares todas las formaciones, de t.! ícanse á hacer pasa r á los sol­dados de una á otra á la carrera y sin seguir progresión alguna reglamentaria. Se persigue únicamente obtener una ejecución ins­tantánea y maqu ; nal del movimi e nto, sin Pmplear otra voz de mando que la sencilla palabra que indique la formación que se quiere presentar. Estos ejercicios son también variados á veces con intermedios de gimnasia, formando entre tanto pabellones los soldados y sus­pendiendo en ellos sus equipos. Todas las formaciones y principios relativos al orden disperso se enseñan con un cuidado enteramente particular y siempre pri­mero en el campo de ejercicio!, es decir, sin preocuparse por las formas del terreno. U nicamente cuando la compaíi ía ha adquirido soltura en to­das las formaciones reglamentarias, es cuando se pasa á lus ejerci­cios de aplicación al terreno. Se comprende que en el período que nos ocupa no se dé sobre este asunto sino una especie de instruc­ción preparatoria, reservando su de arrollo para más tarde, en el período especialmente consagrado al servicio de campaP.a. Véase en resumen con qué cuidado se conduce la escue]a de compañía. La prolongada duración de los ejercicios, cinco ó seis semanas, dice bastante respecto de la importancia que se les atribu­ye. Al principio, una progr('sión minuciosa; jamás se hará un mo­vimiento cuyo mecanismo y también el ob} t! to táctico no sean clara­mente explicados al soldado. Más adelante, y cuando éste está Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR 303 suficientemente familiarizado con las distintas formaciones, una rapidez extrema para las maniobras, sucediéndose los movimientos sin descanso, casi siempre ejecutados al paso ligero; la regulari­dad, el compás del paso y la corrección de los alineamientos, siempre se exigen estrictamente tan pronto como ha terminado el movimiento. Tales son los procedimientos que se emplean, y gracias á los cuales se consigue dar á la compañía una destreza extraordinaria, á la vez que se mantiene despierta siempre la aten­ción de cada cual porque frecuentemente no se han llegado á dar tres ó cuatro pasos en la formación que acaba de ordenarse, cuando un nuevo mando se deja oír. Después de las inspecciones de compañía * se pasa á la escuela de batallón, la que se encuentra grandemente facilitada si la ins­trucción de las compañías es bien completa. Así pues, le bastan sólo tres ó cuatro semanas al jefe del batallón para unificar su tropa y ponerla en estado de satisfacer á todas las exigencias del reglamento. Los ejercicios de batallón no tienen lugar general­mente más que tres vet:es por semana. Cada sesión dura por lo regular tres horas, y agregando el tiempo que se emplea en el trayecto, con frecuencia bastante largo, desde el cuartel hasta el campo de maniobras, se invierte toda la mañana de modo bien la­borioso para los soldados. Los tres días restantes de la semana se consagran á los ejercicios de compañí3, que se cuida bien de no in­terrumpir. Por el contrario, se procura perfeccionar la instrucci6n insistiendo sobre los puntos débiles que se hayan puesto de mani­fiesto en la inspección de las compañías. Adt.más se da vigoroso impulso al ejercicio del tiro al blanco, que suele hacerse durante las horas de la mañana, reservada á la escuela de compañía. Por la tarde se hace gimnasia, esgrima, práctica de puntería, ejercitando á lo~ soldados en la apreciación de distancias á simple vista, etc. Sobre todo, pónese gran esmero en que la in trucción del batallón se dirija de manera de prepararlo para desempeñar su misión como unidad táctica principal, haciéndole maniobrero y capaz de obrar por sí mismo. En cuanto á los detalles del procedimiento, son Jo¡ mismos que los de la escuela de compañía. Encontraremos aquí también los ejercicios doctrinales (Schul-Exercieren), destinados únicamente á dar soltura á los hombres en la práctica de las formaciones regla­mentarias; después, los ejercicios con objeto táctico, en los cuales siempre hay que hacerse cargo de la naturaleza y de las formas verdaderas ó supuestas del terreno. Generalmente también se aprovecha e] trayecto que ha de recorrerse para ir al campo de maniobras, para enseñar á la tropa las medidas de seguridad que deben tomarse durante las marchas. • Máa adelante trataremos de estas inspecciones de compañía, como también re•· pecto de laa de batallón, etc., que sirven de clausura á cada una de lu fasea de la in•. trucción. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 304 BOLETÍN MILITAR En fin, en ciertos regimientos preceden á la escuela de bata­llón algunos ejercicios ejecutados con dos compañías reunidas, con el objeto de que los capitanes antiguos adquieran práctica para mandar en caso de necesidad medio batallón. Después de la presentación * de los batallones vienen las evo­luciones de regimiento, que duran de diez á quince días, pero no se verifican, á ser posible, sino un día sí y otro no, á fin de no in­terrumpir los demás ejercicios, particularmente el tiro al blanco, que se practica entonces con la mayor actividad. A los ejercicios de regimiento, terminados como de costum­bre con una inspección, suceden por último los de brigada, que duran próximamente una semana, después de lo cual las brigadas son inspeccionadas, y el período de los ejercicios de primavera cede lugar al de servicio de campaña. Es necesario decir que en la línea, el período de los ejerci­cios de primavera está muy lejos de ser tan perfectamente deter­minado como en la Guardia. Así, los regimientos de línea, espués de haber terminado sus escuelas de compañía hacia mediados de Mayo, pasan á la de batallón, pero empiezan al mismo tiempo la instrucción sobre el servicio de campaña. De suerte que, en definitiva, la escuela de batallón y las evo­luciones de regimiento se conducen paralelamente con otros varios ejercicios durante todo el curso del verano. Seguidamente, en el otoño, cuando la co a es posible, se ejecutan evoluciones de brigada antes Je empezar las grandes maniobras. Como consecuencia de la viva impresión que ha dejado en todos los espíritus los acontecimientos de la última guerra, ha re­sultado que hoy la instrucción de l:a.s tropas ha Yenido á ser, puede decirse, más esencialmente realista que nunca. Es siempre y en todos casos la repetición del combate bajo cada una de sus formas. ( Conitnuará) a) SISTEMA BANGE (Continuación) PROYECTILES (Arr~lado de orden superior para el servido de loa cuerpos del arma. La carga del cañón de 8o milímetros de montaña 'sistema Bange) se compone siempre de dos partes: un proyectil y un saquete. • Frecuentemente se designan con esta palabra á las inspeccione~. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILIT .A.R 305 Los proyectiles son de tres clases: granada común ó granada de bala.r, shrapnel y bote de metralla. GRAN ADA COMÚN: es de hierro colado, hueca, de forma cilin­dro- ojival, por fuera pintada de negro con plombagina. Dentro de la granada se colocan 93 balas, de 30 gramos de peso, del mismo metal, dispuestas en once capas, en parte alojadas en ]a pared inter­na de la granada y arregladas de modo que entre ellas dejen un vacío central, en el cual se coloca la carga de ruptura, ó sea I so gram.:>s de pólvora F 3 ó 240 de la común de cañón. Las balas de las dos capas superiores y las de la inferior tienen forma espe­cial; las demás son esféricas con muchas porciones planas. Mide la granada 228 milímetros de altura y pesa S kilogramos 6oo gra­mos (S kilogramos roo vacía). SHilAPNEL. Compónese de una cubierta ó envoltura de plan­chón de acero batido, pintado de rojo por fuera, barnizado por dentro, de modo que presenta una parte cilíndrica ó inferior y otra ojival ó superior; de una cintura de cobre que debe forzarse al introducir el pro yectil en el ánima; de un culote de acero; de seis rodaja ó d i co. , ó e rona (ó galleta ) fundidos; de ros halas (ó ci­lindros) de plomo endurecido (plomo y antimonio), encerradas en la porción cilíndrica de lot envoltura, en cuya pared se alojan en parte, y de una granada de hierro colado que se aloja en la ojiva y va cargada con 7 S gramo de pólvora F' ó I so común de cañón, entre la cual se coloca la plancheta de inflamación. El shrapnel, lo mismo que la granada común, termina por su parte superior en un ojo eu el cual se atornilla la espoleta. El shrapnel mide 228 milí­metros de altura y pesa 5 kilogramos 970 gramos. EL BOTE DE METRALLA se compone de un culote: de una tapa y de un cuerpo del b?te, todos tres de zinc. Sobre el culote se fija la rodaja de contención, de madera ó metal, con una asa de hie­rro que tiene por objeto mantener el bote dentro de la recámara de la pieza en la posición conveniente. El bote de metralla, que mide 20 centímetros de altura, contiene 8 5 balas de plomo endurecido ('~­de plomo, 1 1 0 antimonio), de 20 milímetros de diámetro y 44 gra­mos de peso, ligadas entre sí con 590 gramos de azufre fundido y di. puestas en nueve capas anula re , de 8 cada una, y además 13 en el centro: pesa !J kilogramos 5SO gramos. EL PESo de los dichos proyectiles es, pues; de poco menos de 6 kilogramos (r3 libras). La explosión de la granada común se pro­duce por medio de una espoleta percutanü que se atornilla en el ojo del proyectil, se arma automáticamente en el instante que ella sale del cañón y da fuego á la carga interior de pólvora al estallar cuan­do la granada choc:a con un cuerpo resistente. La e.xplosión del shrapnel se produce por medio de la upoleta de doble efecto, que encierra un aparato percutante análogo al que 2 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 306 BOLETÍN MILITAR acaba de menci narse y un aparato fusantt *, que permite conse­guir que el proyectil estalle en el aire en un punto cualquiera de su trayectoria. El bote de metralla se abre automáticamente en el acto del disparo, y las balas se dispersan y obran cotno otros tantos pro­yectiles. ' La carga de pólvora va encerrada en un saquete cilíndrico de tela amiantina de 15 g ramos de peso, y consiste en 400 gramos de pólvora e, de grano grueso, 6 bien en 220 gramos de pólvora sin humo: la primera J a al proyectil 255 metros de velocidad ini­cial por segundo, y la segunda 265 metros. U na carga ya con­feccionada forma un paquete de 95 milímetros de longitud por 68 de di.ímetro, en el que se di ringuen el culote y la ligadura, y se le da fuego con 1 estopín, que es un tubo de cobre que contiene polvo de fulminato de mercurio y está atravesado á lo largo por un hilo de cobre lhlmado rugoso: al arrancar violentamente el rugoso, halando el cordel tirafnct or, se incendia por roce el fulminato, y el fuego del e topín se comunica á la carga. Para el tiro por lo alto se emplea pólvora MC'. Cuanto á las e~poletas que emplea el cañón de So milíme­tros, dicho queda son dos: r.o. EsPoLETA Pl!.RCUTANTE - Se compone de dos partes: a) el czurpo que encierra el mecanismo; y b) ":! 1 yunqut ó tuerca en cuyo centro va engastado el fulminante. El mecanismo comprende un portacarga provisto de un per­cutor y cargado con pólvora negra comprimida, entre la cual se deja un canal central: el portacarga va coronado por un resorte de cuatro ramas sobre las cuales se coloca el macho. Por causa del choque que sufre el proyectil al salir del cañón, el macho ó mar­tillo hace ceder las ramas ó brazo~ del resorte de contención, y se desliza entonces hasta la cabe7a de la espoleta, ó sea el pie del yun­que, dejando por lo mismo al descubierto la punta del percutor Después, cuando se produce un nuevo choque (el del proyectil al dar contra un cuerpo resistente), el sistema percutante continúa moviendose á virtud de la fuerza de inercia que lo anima, y el percutor va á chocar con el fulminante, que e s talla y determina la inflamación de la carga de pólvora negra comprimida dentro del portacarga, la cual se comunica á la que se halla en la grana­da, por el agujero ú oído central, y produce el estallido del proyec­til, que se abre en cien pedazos. La colocación de la espoleta en la granada es muy sencilla: primero se coloca el cuerpo de la espoleta con las piezas que va n dentro de ella, y luégo se atornilla sobre la misma la tuerca de cierre. Al hacer la operación debe cuidarse que el macho quede • Palabra intraducible: en francés se deriva de cohete y significa que en su acción se asemeja á este artificio pirotécnico. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETfN MILITAR 307 bien en su lugar, pues de lo contrario fácil es que sobrevengan gra­vísimos accidentes al manejar ó transportar el proyectil. 2.. 8 EsPOLETA DE DOBLE ACCIÓN-Esta espoleta se compo­ne de dos partes: a) el sistema percutan te; y b) el sistema fusante. El sistema percutante colocado en la base de la espoleta, es igual al que acaba de describirse, y funciona del mismo modo. El fusante, que ocupa la cabeza de esta espoleta, se compone en primer término de una rodaja ó disco de metal vaciado en el centro, con la superficie inferior plana, y en ella una corona ó reguero circular de pólvora comprimida en figura de C casi cerrada. Esta pieza, que se llama regulador). descansa sobre la mtsa ó porción plana del pro­yectil, en la cual está abiert0 un oído oblicuo que comunica con la cámara de pólvora del si t~ma percutan te y está ctbado con pólvora comprimidn do- milímetros cada una, de suerte que los 70 del total equivalen á 15 centímetro -, y con ci [ra grabada van señaladas sus decenas: en el lugar dd o hay una especie de sacabocado en el bisel del regulador, y cuando esa cavidad, también pintada de rojo, se coloca frente á la flecha del cordón, la espoleta no funciona como fusante, sino como percutante, porque entonces es la porción donde no hay cordón, la que queda sobre el oído abierto en la mesa. Es de advertir que por defecto de construcción á veces d fuego se comunica á destiempo en e te último ca. o, y el proyectil estalla como no conviene: e~ preferible lanzarlo con el disco de ma­dera ó destruír la corona de pólvora cuando se quiera evitar el posi­ble yerro. En te is general, cada cinco divisiones de la escala equi­valen á un segundo de tiempo ó a 200 metro de recorrido, de suerte que dividiendo por 40 la distancia á que se haya estimado se encuen­tra el enemigo, se tiene la di vi ión de la escala (en partes enteras y fraccionarias) que conviene emplear, con el item de que habiendo un ligero error por defecto, el proyectil estallará siempre antes del blan­co, dejando campo para que funcione debidamente su metralla; si así no sucediere al primer disparo, facil es hacer la corrección del caso para los siguientes. CARGA DE LOS PROYECTILFS -Para introducir }a cuga de pólvora en la granada y el shrapnel se emplea una medida de cual­quier metal, acondicionada de modo que en ella no quepan sino 150 gramos para la primera y 75 para el segundo. Para llenar la medH1a se la introduce en una caja de pólvora, se la rasa por los boTJes con una regla, y la pólvora se vierte dentro del proyectil por medio de un embudo. Luégo, con un taco de madera, se averigua si dentro de la ojiva queda campo suficiente para colocar la esp~­leta, y si no se aprieta la pólvora dando al taco golpecitos con un m·tzo de madera hasta conseguir tal re ultado. Hecho e to, con una escobilla de cerda se limpian con cuidado las roscas del torni­llo del ojo de la ojiva, de modo que en ellas no quede pólvora, tierra ú otro cuerpo e.xtraño alguno, y en seguida se atornilla la espoleta. Esta operación se ejecuta muy despacio, y si al ejecutarla se halla la más ligera dificultad, es preciso deshacer lo ya hecho, verificar el estado de la rosca, limpiarla con cuidado y recomenzar la operación. Cuand la espoleta ha entrado bien é íntegramente y sól? en ute m()mento, se la aprieta vigorosamente. Para desatorni­llar una espoleta ya colocada se emplea una llave adecuada, pues Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR 309 por ello la cabeza tiene dos depresiones á fin de que pueda aga­rrarla una llave inglesa. Para cargar el bote de metralla las balas se engrasan previa­mente con mant,..ca rancia y luégo se introducen en el bote Je zinc invertido, por capas, colocándolas en torno de un cilindro de madera; ant \! s, y para cerrar bien las junturas, se vierte en el fondo del bote un poco de alquitrán. Puestas las balas, se quita el cilindro de madera y se introducen en ese espacio las 13 del centro, y cuan­do están en su lugar, se vierte encima de tod.as el azufre fundido, de modo que penetre en los intersticios, á fin de que al enfriarse las mantenga en su lugar. Encima del todo se coloca otra delgada capa de alquitrán y de ~ pués se asegura al culote. Para el bote de metralla se emplea el zinc, porque siendo este metal blando, no las­tima ni el ánima ni el rayado. El disco de madera es un algo más ~rande que el ánima para mantener el bote en la p os ición de carga. Como se comprende, el bote de metralla no es en verdad !ino una fogata transportable. ------~-· · ~--------- :. ~-s 14:~. IOEii.-~S :l!lN -~:.:SlMANIA DE 1896 Á 1898 Opinionce de In preuaa. nlilita.r ru•~ (Venión libre pua el Boletín Militar) Lo mismo que las otras partes del arte militar, la táctica ha alcanzado notable uniformidad en estos últimos aÍ1os en todos los ejércitos europeos, lo cual no obs ta á que en cada país se bu.quen con ahinco los mejores procedimientos posibles, de de el punto de vista del combate, á tin de obtener alguna superioridad sobre el adversario, superando las prácticas en uso en los ej é rcitos vecinos. Esta labor es interesante cuando se estudia en el ej é rcito alemán, por cuanto las instrucciones que allí se comunican pa ra las grandes maniobras, y que de ordina rio tienen el carácter de directivas con­fidencia le . , encierran importantes novaciones en pugna abierta con las opiniones dominante · en otros púes, por lo cual es útil ana­lizar cómo se han aplicado esas dir ·ctivas en las grandes manio­bras de 1896 para a á *. La iniciativa e el rasgo caracterí tico del mando en Alema­nia, y se la exige lo mismo á los sup .... riores que á los subordinadoc;, por lo cual e frecuente que el principio del combate y el desplie­gue inicial se realice conforme á como miran la c;ituaci 'n jt;fes subalte rno· : en previ-:ión de lo . errores qu ~ ellos pudieran cometer, • ~Iu y ~ e.,; u ro e que la práct ic'l rl e nuevas directivas en carla maniobra sólo tienda á acostumbrar la e tropa á esas no vedades. y así no c o munic11rles sino al est:tllar una guerra ba que r<'almente quiera poner en práctica el Estado M a yor general-N. del T. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 310 BOLETIN MILITAR se recomienda á todo jefe de columna que encuentra resistencia en su camino que sólo tome las medidas de: seguridad del caso y limite su acción á dirigir la lucha que entable, de modo que no entrabe el movimiento y empleo de la reserva genera l. Las colum­nas vecinas marchan á donde suena el cañón * y se esfu erzan por caer sobre el flanco del adversario. Empero, natural es averiguar si esas reglas teóricas se aplican en verdad en la práctica. Por ejemplo, ¿cómo se dirigen por el es­tampido lateral del cañón colu:nna á que amenaza un comb1te al frente, ó cuando aún no se ha deterrn i nado la importancia relativa de los objetivo ? ¿La exagerada iniciativa de los c. u balternos no perjudica á la unidad de mando y de dirección de las tropas ? Lo que sucede en las maniobras permite contestar afirmativamente esta última pregunta. Los alemanes, partidarios de la iniciativa particular, afirman que la unidad de reglas y principios e table cidos por el grande Es­tado Mayor garantiza la unidad de acción, y que para obtener en la batalla los m á s fructuoso s res ultados es necesario dejar á los je­fes y oficiales ente ra libe rtad p r lo que re pccta a l mando de la tropa que tienen á sus órdenes. Con todo, el aforismo al e mán g erade aus und vorwagrts (de frente y adelante) no e lógico sino en el combate, porque su aplicación absoluta en otras circunstancias equivaldría á la nega­ción de la táctica y de la unidad de mando. En la luch de las masas, cuando es preciso dirigir la acción de múltiple cuerpos, el enlace entre sus esfuerzos particulare y la coordinación de éstm;, ó en otros términos, su modo de maniobrar: es la base principal del éxito. Y esto se de s prende de un modo irrefutable de que hasta en el caso de lucha entre fuerzas importante~, el éxito del com­bate depende á veces de la maniobra de una unidad de fuerza redu­cida, de donde que podam o: afirmar que el jefe supremo n0 puede abandonar la acción de aquélla á la sola iniciativa de un subordinado. Por lo demás, los mismos alemanes reconocen esta verdad, y en sus instruccione~t confidenciales para las grand es maniobras, lo mismo que en la prescripciones orales ó e s critas de los jefes de más nombradía, se enseña que el ataqu e deci ivo se subordina á la situación táctica y estratégica de la tropa. Sobre el particular el reglamento no puede ser más claro: "El mejor modo de apro­vechar la superioridad numérica sobre el punto decisivo, es envolver al enemigo; pero esta op~ración debe prepararse cie3de el desplie­gue inicial, por cuyo motivo la marcha de avance se ejecuta sobre muchas líneas (en profundidad ó en escalone )., El movimiento envolvente, en cuanto es p sible, se oculta al adversario para be­neficiar la sorpresa que entonces entraña su ejecució11: esto se con- • Por e'to los escritorea m:Iitare so n d e opiniónque el primer coñonazo del comba­te no debe diapararae sino por erden de los jefes superiores. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILIT.AF 311 sigue sujetándose al principio napoleónico: "Marchar separada­mente para vivir, y reunirse para combatir." Desde este punto de vista las maniobras de I 896 merect"n atención. Al principiar las operaciones, las unidades de cada ejér­cito aparecían colocadas á distancias considerables una de otras, y el modo de concentrarlas para el combate constituyó el medio de acción de los jefe superiore·: uno de los dos ejércitos log-ró ejec ar dicha concentración sobre el mismo campo de batalla. Empeñado el combate, una parte de las tropas obró sobre el frente y el resto dio el golpe decisivo sobre uno de los flancos. Es de ob­servarse que esa marcha por columnas muy separadas fácilmente puede tornarse pelig-rosa enfrente de un enemigo ágil y bien in­formado por su caballería, por cuanto entonces lograría detener la marcha de ciertas columnas y destrozar la" demás aisladamente, una tras otra. Este modo de obrar en ningún otro país tiene carácter tan acentuado como en Alemania: el ataque de flanco puede ser ven­tajoso, es cierto, pero no es el único medio de vencer, y aJem:ls, cuando resulta de un movimiento envolvente, es dificilí imo coor­dinarlo convenientemente con el ataque de frente. El primero debe subordinarse en cierto modo al segundo, sin lo cual puede pagar~e caro la intentona. Los ataques de flanco salieron bien á lo~ alemanes en I 870, gracias á su superioridad numérica; y des­pués de haber perdido el t:wor de que gozaron, parece tornan á reconqui t.trlo, generalizándose la idea de que el ataque d~ frente da resultados poco fructuosos. El combate de frente aparece en­tonces como una demostración cuyo objeto es atraer la atención del adversario y fijarlo al terreno, lo que no puede conseguirge sino mediante la superioridad del fuego. El flanqueo de ordinario será empresa larga y dificil, á causa de la necesidad que hay de refor­zar con trincheras los sitios que se ocupen, como p•mtos rte ap - yo, pues todo convienen en que e indispensable la fort: ~cación en esos cas )S, según se deduce del empleo que de ésta se hace en las maniobra~. Claro es que tales trabnerse á lapo ible ofensi\·a del contrario. Con el armamento rno1erno ese re ultado se obtiene cuando se ha llegado á 6:>o metr s del enemigo, en terreno de·cu bierto: aproxim'lrse már de nad.1 serviría, y p?dría arrastrar las trop.'ls á recios combates de detall, inc?nj?rm"s co•z !?s deseos de/jefe, sin contar con que la dis­ciplina del fue0 o es necesarísima en esta faz de la lucha, y no se Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 312 BOLETIN MILITAR consegutna a menor distancia cuando ya falta la sangre fría para apuntar y para el ('mpleo juicioso del terreno y el fusil. Observando esta regla y utilizando el terreno y la fortifica­ción de campaña, las pérclidas que se sufren no serán considerables. Además, si se admite que l 1s armas actuales permiten asegurar el frente del asaltante ~ontra un contraataque directo del enemigo, es claro que las re ervas destinadas á sostener á lai tropas que corl'lba­ten de frente pueden ser poco numerosas. El principio es cierto, pero á lo que parece en Alemania se pierde de vista un factor esen­cia 1: la acción del adversario. A un en las maniobras, tropas destina­das á tomar la ofensiva se han visto obligadas á colocarse á la defen­siv;¡, y recíprocamente. En una palabra: el plan concebido (teórico) ha desaparecido, y las tropas obraron conforme á las circunstancias, esforzándose sobre todo por sacar el mejor partido posible de un éxito obtenido, ó de atenuar las consecuencias de un revés. Por esto se ha visto emplear las reservas destinadas á ejecutar el ata­que decisivo de flanco en sostener á las tropas que combatían sobre el frente, y ese movimiento de las reservas es muy natural. En una palabra: el plan previo de combate resulta modificado de he­cho cada vez que el adversario no permanezca impasible y ejecute movimientos, porque éstos desarreglan el programa del asaltante. El ataque decisivo es, pues, en general, la consecuencia de un movimiento envolvente, y la colocación de las re ervas sobre uno ú otro llaneo depende de las circunstancias y el terreno. El mo­vimiento envolvente hay que r<"alizarlo aprisa y de sorpresa, pero exige mucho tiempo cuando deben ejecutarlo fuertes unidades: los lugares e u biertos, sobre todu los bosques, facilitan los m o vi mi en­tos preparatorios del flanqueo y permiten darle e ' e carácter de instantaneidad que interesa más desde el punto de vista moral que del material. En efecto, un ataque decisivo preparado á descubier­to puede ser observado con antelación, y entonce el enemigo lo parará con el fuego, cuyo efecto será tanto más eficaz cuanto de ordinario es preciso reforzar, y mucho, la línea encargada de ten· tar el ;¡salto. * * * En las maniobras la caballería ha mostrado su aptitud evolu­tiva, pero se la acusa de no haber atendido debidamente a servi­cio de exploración: para defenderla hase dicho que le era difícil forzar el servicio de seguridad con que se cubre la infantería; pero el hecho indica más bien que es poco su hábito de combatir á pie, y sin demora se han dado instrucciones para remediar este defec­to y así permitirle venza la resistencia que pueden oponerle pe­queños grupos de infantes, y salve los obstáculos que pudieran impedirle llenar su tarea exploradora: trátase de inculcarle ia idea de que ante todo cumpla esa misión, aun cuando para ello deba obrar á pie. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLE1.'ÍN MILITAR 318 La caballería ha funcionario en las maniobras apoyada por ci­clistas, ó sea infantes que marchan tan aprÍ!:4l como ella, de suerte que en Alemania la arma en referencia es en verdad una agrupa­ci<> n de todas tres y mucho más móvil que si la columna compor­tara infantería, en la propia acepción de la palabra. Para asegurar la posesión de un punto importante que haya rebasado, lo deja guardado por los combatientes á pie (ciclistas), que lo custociian hasta que llega la infantería, y desde que ésta asoma los otro (cicli. tas) se ponen en marcha y la columna reasume su misión normal: la ofen­siva. En caso de tener que retirarse protegen el movimiento los infantes ciclistas. En las maniobras de 1 8g8 se recomendó á la caballería explo­radora de ambos partidos evitara la lucha, e decir, lo contrario de lo mandado en Francia, donde Jos jinetes tienen orden de buscar á los contrarios y ponerlos fuera de combate: cuando una de esas caballerías retrocedía ante la enemiga, establecía avanzadas en lai localidade ~ que esta no ocupaba, á fin de contener sus reconoci­mientos y no cederle el terreno gratuitamente. 1 ras la caballería marchan las columna, cuya concentración produce el · hoque con el enemigo: en el combate ofensivo de masa lo. principales factores son la rapidez., la movilidad y la ins­tantaneidad. Para conseguir este resultado los alemanes marchan en columna separadas, ocupando un gran frente, y para acelerar ... ú n más el despliegue, la artillería se n1ueve por los caminos, á la alt11ra de la cabeza de las columnas de infantería, que lo hacen á derecha é izquierda de la vía, conforme también lo acostumbran los rusos y lo hizo normalmente Napoleón. En Alemania el número de las columnas de marcha se fija de acuerdo con la situación táctica y el plan del jefe, cuidando sí que cada columna este P.n situación de empeñar aisl.adamente el combate. N ótase tám bién tendencia á reunir las tropas durante la noche anterior al combate, para que estén prontas á la lucha al amanecer: las vanguardias de empeñan en e te caso el papel de avanzadas que refuerzan su po ición creándose puntos rle ttpoyo, lo cual puede engendrar combates nocturnos por la posesión de las l0calidades. Cuanto al combate de encuentro, el reglamento dice "lo em­peña una columna en marcha contra un adversario que se encuen­tra ya en orden de combate. En este caso las cabezas de columna deben a egurar el tiempo y el espacio necesarios para el despliegue. Los jefes ubordinado deben obrar con plena iniciativa, pero sin perturbar el desarrollo del despliegu~ del conjunto. Por una parte es preciso an telarse al enemigo en el despliegue, y por otra con­viene obrar con precaución para no usurpar derechos de los perte­necientes al mando supremo, y por lo tanto no estorbar sus planes." El papel de la vanguardia alemanas en la actualidad ha ve­nido á menos y su acción se ha restringido. De seguro no olvidan que en 187o~los comandantes de ejército se vieron obligados á Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 314 BOLETÍN liiiLITAR empeñar batallas contra su querer, á ello obligados por sus jefes de vanguardia. Y si bien es cierto que esas batall:ts terminaron en vic­toria, por lo cual machos e5critores proclaman la iniciativa de la:t vanguardias, los jefes dt.! l ejército creen que esos encuentros así empeñados pueden tener malas consecuencias y por esto restrin­gen la libertad de acción Je las vanguardias para que el comandan­te de la columna pueda ó nó aceptar el combate según le conven­ga mejor. Hasta I 896 la mayor parte de la artillería marchaba con la vanguardia; al pre~ente lo hace con el grueso: r .0 , para disminuír la importancia de la vanguardia; 2. 0 , porque se piensa que la arti­llería no debe romper su fuego sino reunida en grande masas para producir sobre el contrario, desde el primer momento, poderoso efecto moral y á la vez alcanzar resultados materiales importantes. A la fecha, .la idea dominante es que el combate de las vanguar­dias debe dirigirse con gran prudencia; trátase de no dar á su ac­ción carácter ofensivo que pueda contrariar los proyectos del jefe superior. En una palabra, una nueva teoría reemplaza á la anti­gua, consistente en pensar que d e ordinario la van g uardia debía empeñar la lucha y servir de esqueleto al de pliegue, ósea al paso del orde n de marcha al de combate. Ho\', al contrario, la vanguar­dia 6lo está encargada d e reconocer al enemigo, fij :ulo y cubrir el desplieg ue del grueso; antes la acción de la vanguardia permití• suponer cuál sería la marcha probable del combate; hoy no da á este respecto indicación alguna * Tras el recono..: imiento practicado por la vanguardia, las ba­terías avanzan al trote y se retíncn en ma5a en la posición, prote­gidas por líneas de infantería débile atín, y el reglamento reco­mienda se ocupen puntos de apoyo sólidos para cubrir el despliegue de infantes y cañones, que por marchar á corta distancia á reta­guardia pueden ocuparlos á su turno. De de el principio de las maniobras de I 896 pudo notarse la nueva tendencia de la arti !le ría alemana de llegar á corta distancia del enemigo y mantenerse cerca de su propia infantería, para lo cual renunció á ocultarse al fuego del contrario en cumplimiento del principio alemán que dice ff/irkung g r ht vor Deckung (obrar primero, desenfilarse despue~). En Alemani ... á diario gana terreno la idea de que la artille­ría debe seguir á la infantería en el momento de la crisis, pero de esa idea sobre la importancia relativa del caiión no puede deducir­se, como erróneamente lo han hecho varios, que los alemanes ha­gan de la artillería el arma principal. En realida-i la> baterías constituyen la armazón del orden de batalLa., pero siempre son un auxiliar subordinado á la infantería. En las instrucciones del em­perador ( I 89 5) se lee: tl cañón no ts sino una máquina dada al gt- • Ea de notnr qtte e!te c1mbio ci'! ide as coiMide con la nparición ele ;tr~illería, ~ltra­poder033. en el ejército írancéi, c o n l a cual n o pu ede luchar la alemana ele 1gual a tgual. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLET:lli MILITAR 315 n~ral para destruír los obstácul?s y abrir paso á la p1rción dd ejircittJ, que u siempr~ fa más importante en todas fas circunstancias y la úni­co qu~ puede augurar fa victoria; he nombrad? la infanterÍa." El empleo de la artillería en Alemania se basa sobre los tres principios ~iguientes: I.0 Superioridad numérica de piezas desde el principio de la lucha; 2.o Emplazamiento de ellas á una distan­cia tal del enemigo, que siempre puedan apoyar la infantería con sus proyectilc ; y 3. 0 Rápida é inopinada ruptura del fuego. En Alemania, pues, la primera tarea de los cañones e:; apagar con sus disparos los de la arcillerÍ2 enemiga; luégo, al entrar en línea la infantería, batir lo objetivos elegidos por ésta, "sin tener en cuen­ta las pérdida que puedan sobrevenirle, por grandes que sean," por lo cual deben entrar en batería mác; aprisa y en mayor nÚIIlero que en el campo contrario. Dicho principio de conseguir desde el principio la superioridad del fuego impera de tal modo en Alema­nia, qu~ el reglamento llega ha ta á prevenir que se demore la rup­tura del fuego intertanto no se haya concentrado un número su­ficiente de baterías! Para obtener la sorpre sa y evitar pérdidas y las dificultades inherente á las m aniobras en terreno descubierto, los alemanes re­comiendan apr vechar la noche para acercarse al enemigo y em­peñar la acción al romper el día, pur lo cual en la próxima cam­paña la artillería alemana ocupará sus posiciones durante la noche. En fin, p:tra obtener del fuego efecto completo, los alemanes pre­fieren la · posiciones de donde se ve el blanco que ha de batirse, y estiman que la brusca aparición de la artillería en ellas ejerce grande influenci .L moral sobre el adversario. Y lo mismo que po­nen en acción íntegra la artillería para preparar el ataque, tam­bién la emplean toda al fin de la batalla para aumentar por el fuego el resultado de la victoria; en caso de revés, tiene orden de di parar contra el enemigo el mayor tiempo posible sin preocupar­se por la perdida de las pieza . Bajo la protección del fuego de la arti11lería se ejecuta el des­pliegue del grueso de la infantería. Bajo el fuego de los cañones enemigos los batallones avanzan en línea de columnas de compa­ñía ó en línea desplegada, si el terreno es descubierto, á res~rva de plegarse de nuevo en columna apenas se hallen abrigos conve­nientes: si al paso se hallan obstáculos, como etos, muros, etc., la línea de combate se rompe en tantas columnas como pasus haya. Bajo el fuego los batallones se acuest:tn al recibir la orden del caso, y se tornar• invisible s en un abrir y cerrar de ojos. La rapidez y la precisión con que se ejecuta e te movimiento indi­can la importancia que lo ale mane:> a tri bu yen á la operación de abrigar los solda 1o3 contra el fuego. C 0 n el mismo objeto de dis­mi n uír las pérdid a colocan las fracciones de tropa en posición de espera, "sobre la5 pendiente que miran al enemigo, y no en las opue:>tas." En efecto, sobre estas últimas pueden formarse zonas poderosamente batidas, en tanto que las que dan frente al ad- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 311 BOLETÍN MlLIT.A.B versario sólo reciben los proyectiles disparados directamente con­tra ellas, lo que exige un tiro muy preciso. Además, las tropas que el enemigo ve, hasta cierto punto le imponen respeto. Con el mismo fin de evitar pérdidas, loa batallone se escalo­nan más bien atrás de los flancos que del centro, sin contar con que esta disposición facilita el rápido movimiento de avance de los escalone! posteriores, hasta la altura de la primera línea. Cuando la anterior disposición se hace vulnerable, cada bata­llón de primera línea toma la formación de combate: p·imero apa­recen cadenas elásticas de tiradores, en las que los hombres se mueven por grupos ó enjambres en línea delgada, y utilizan hasta los más pequeños accidentes y resaltos del terreno pall abrig.:trse y observar al enemigo. Es de advertir que Íntegro el ejército ale­mán realiza grandes progresos en el arte de utilizar el terreno. Tras esta cortina ó hacia los flancos de la vangu rdia se si­túan oficiales aislados, prcwistos de buenos binóculos, encargados de examinar con cuidado el terreno que se extiende al "rente, y de darse cuenta de todos los detalles de la posición del enemigo. A 2,000 ó 1,6oo pasos del enemigo todas las compañías de primera línea despliegan sus secciones de cabeza, ca i inmediata­mente reforzadas por las secciones de sostén. Las fracciones en filas cerradas~ que sirven de apoyo á la cadena, se muc1en tras !os intervalos de la compañías de ella, casi siempre en order. desplegado. Si el terreno es cubierto avanzan de abrigo en abrigo , 280 pasos de la cadena. Las compañías de reserva siguen á 500 e 6oo pasos. A I,roo ó I,ooo pasos del enemigo las compañías de primera línea ya están desplegadas íntegramente. Los batallones de segunda línea se colocan, se~ún las cir­cunstancias y el terreno, en columna doble ó en línea de colum­nas de campañía, y aun en línea desplegada. Al pri cipio de la lucha siguen la primera línea á 500 ó 6oo pasos de di tancia. El refuerzo de la cadena se ejecuta sea por du pi' caci ón, sea por prolongación, de ordinario por secciones enteras. La sección designada e desplie;a marchando, y como los sostenes en ge-ne­ral se hallan trás los primitivos intervalos de la línea de tiradores, puede decirse que por regla ordinaria prolongan la cadena. Todos los movimientos se ejecutan al paso gimnástico. La~ compañías Je reserva también refuerzan por lo común las de la c:adena por prolongación. En caso de duplicación los jefes de sección se re­parten rápidamente la cadena, y hasta el fin del combate los hom­bres siguen al ?ficial bajo cuyas órden€s quedaron en e e momento ó por lo menos hasta que se han podido reunir las secciones. Recomiéndase á la cadena avance con movimiento ininte­rrumpido hasta llegar al límite del alcance eficaz de. fusil, ó sea 8oo pasos del contrario; los alemanes prefieren este sistema al d saltos sucesivos, porque egún ellos entre más se aproxima un tropa al adversario, más difícil es levantar los hombres acostado bajo un fuego mortífero. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR 317 Cada vez que una tropa se detiene á menos de 1,400 pasos del contrario, cualquiera que sea la formación en que se halle, los hombres se acuestan y hacen fuego en esta posición; en las manio­bras nunca se ven fracciones que en pie y ni aun rodilla en tierra permanezcan inmóviles l:>Í la distancia no f!xcede de I ,400 pasos. Corno los alemanes buscan ante.! todo un fuego certero, poco usan el tiro á grandes distancias. El reglamento dice que el fuego no puede tener in R uencia decisiva sino á distancias en que realmente puede herirse con fijeza al enemigo, y por esto se encuentra en él escrita la frase siguiente: 'cavanzar de frente hasta 8oo pasos del enemigo, aun en las condiciones más desfavorables." Pero no iempre puede llegarse á esa distancia sin disparar y á veces hay que romper el fuego á lejanía mayor; en todo caso, se mira como poc eficaz el tiro del asaltante ejecutado á más de 1,400 pasos; cuando la di tancia es mayor de 1,1 oo pasos, se em­plean doa alzas que entre sí difieran 140 pasos. Por regla general, pues, el fuego no se abre sino á 8oo pa­sos, aun cuando no faltan quienes digan que procediendo así se pierden las ventajas inherentes al grande alcance del actual fusil, y una parte de la prensa militar mira de reojo este nuevo modo de combate impuesto á la infantería. Los alemanes prefieren francamente el tiro individual á las descargas usadas en .Francia y Rusia: la sección forma su unidad el tiro, y cerca del jefe de ésta permanecen dos ó tres hombres e¡pecialmente ejercitados en la apreciación de las distancias. Los soldados se ejercitan, además, en reforzar el fuego, sin esperar ór­denes, cuando el adversoario deja un abrigo para avanzar, y á la inversa, á disminuírlo, cuando los tiradores enemigos, después de un avance, se ocultan y no presentan sino blancos poco visibles. A 700 paso" los batallones de primera línea están ya fundi­dos íntegramente en la cadena. A 500 ó 6oo se estima que la acción del fuego es decisiva, y no se pasa al ataque á la bayoneta sino después de haber adquirido la superioridad del fuego. En este momento la cadena, cuya intensidad se ha aumentado hasta el úl­timo límite posible, se esfuerza por romper ]a resistencia del ene­migo con sus disparos. Las reservas destinadas á provocar el choque se reúnen á la cadena en filas cerradas, de ordinario sobre dos filas. Creen los alemanes que el mejor medio que tiene á mano el jefe para hacer sentir su influencia sobre la marcha del combate en los batallones de primera línea, consiste en indicarles objetivos precisos. La coordinación de los movimientos de batallones que comba­ten unos al lado de otros, se obtiene siempre mediante la indicación de objetivos situados al frente de ellos, y nunca tratando de reglar su marcha por el alineamiento sobre una unidad directriz. En las condiciones normale:s el resultado del combate de in­fantería, dice el reglamento, lo decide el fuego, por Jo cual es pre­ciso esforzarse por adquirir superioridad en él. Para los alemanes el fuego es el factor más importante del combate, y la consecuen- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 318 BOLETÍN MILITAR cia lógica de esta opinión es que tal principio tiene que dominar la instrucción del tiro, las formaciones de combate y la táctica: ellos resumen toda la táctica de la infantería con esta sola pala­bra: tirar. La convicción de que el resultado del combate depende de la eficacia del fuego, los llc::va á hacer todos los esfuerzos imagina­bles para instruí r al soldado, en el período de las grandes manio­bras, en el empleo inteligente del terreno, de lo cual depende la precisión del tiro, en especial con el armamento moderno. Hasta han llegado á instituír árbitros especiales encargados de apreciar las vents antes publicados en este semanario, publtcamos hoy la traducción de diwersas piezas recientemente insertas en el Courrier de$ Etats Unís, periódico escrito por plumas civiles y que demuestran que la verdad tiende :Í abrirse paso y ceden error('S que habían penetrado en el público de casi torios loa países, con peligro para la integri lod de su buen nombre militar. • Hasta el 10 de Enero, 1,027 muertos, 3.675 hl; ridos, 2,5II desaparecidos (cleser­tores ?), sin contar ni l0s muertos por enfermeda1, ni las pérdiuas del ejército sitiado en Ladyamith. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. noLETíN MILITAR 319' general de las pérdidas desde el principio de las operaciones, sin con­tar prisioneros, apenas asciende al 7 por 1 oo. Es cierto que determinados batallones han sufrido de un modo es­pantoso: en Elandslaagte el Gordon Highltmders perdió el 33 por Ioo; en Graspan el CMti11gente 11aval fue segado por mitad; en Magersfon­tein uno de los batallones de H ighlrmders, fuerte de 6oo hombres, quedó reducido á 1 20; pero en estos tres caso~ las tropas así diezmada~ formaban las cabezas de la5 columnas de ataque, y en tanto que ellas se hacían destrozar, el resto del ejército apenas sí era alcanzado por los proyectiles enemigos. En el combate del río Tugela, donde Sir Redvers Buller fue derrotado, su ejército de 20,000 hombres abandonó su artillería cuando apenas había tenido 7+9 (82 muertm) bajas! Esta sorprenden re derrota ha provocado en la prensa europea co­mentarios nada honrosos para el ejérci~o inglés: un periódico ruso llega hasta preguntar si los soldados de Albión tienen disciplina y espíriru militar. Lo cierto es que el promedio general de las pérdidas de los in­gle~ es (7 por 100) es en extremo pequeño si se le compara con lo que sobre el particular enseñan las últimas guerras europeas. En 1870 en las batallas de Mars- lc-Tour y Gravelotte, donde lidiaron 4-5o,ooo franceses y alemanes, 70,coo cayeron en el campo ( 1 5~ por 1 oo); en Wisscmburg las pérdidas subieron al 2 3 por I oo; en Woerrh, al 21 por Ioo; · n Spickeren los asaltantes (alemanes) perdieron el 17 por 100; en 1866 en Koenig Graetz los prusianos registraron el 10 por 100 de bajas; en Magcnta y en Solferino los franceses dejaron el 11 por 100 tn el campo. r"enem~s, pues, q11e el extraordiJJario perftuionamiento de las armas no ba attmelltado los peligros de la gt~erra, como se ba creído gmeralme1t­te. Los soldados bárbaros con armas primitivas, los de la Edad Me­dia con dagas y arcabuces, los que usaron fu!.il de piedra, todos ellos mataron más enemigos y corrieron más peligros que ingleses y bocrs, no obstante que disponen de fusiles de repetición con pólvora sin humo y cafiones ultra perfeccionados, y que los boe'rs son los primeros tiradorn del mundo. Ahí están la~ cifras: apenas 7 p0r 1 oo de los combatiente~ ha caí­do en el campo de bataiJa. Seguramente la intensidad misma del peli­gro hace que no se le afronte: en ambos bandos se trata de mantenerse el mayor tiempo posible fuera de una zona terriblemente mortífera. • Las instrucciones comunicada~ á los ingleses en su lucha contra los boers les previenen rastrear por el suelo, aprovechar tod0s los abrigos • Segtín el primer parte detallado de estl derrota, sin igual para loa ingleses, la artillería debía ser apoyada por las brigadas Ha.rt, Barton y Dundonald: la primera !le extrl\vi6, la tiltima no hizo lo que de e lla se esperaba, y la otra e comprometió en un terreno donde no pudo maniobrar; ademá el j~fe de la artillería adelantó con exce:so los cañone . y éstos cayeron en manos del enemigo. Los jefe~ ingleses ni co­nocen el territorio en que obran, ni poseen buena cartas del tea,ro de la guerra. • Debe obsetvars e que las p~rdidas que <'ausa el fuego so11 una bicoca compa­radas con las que producen las enfermed:.ues y las fatigas de la campañ;~, en especial en ciertos climas: en Cuba, por ejemplo, durante la 6ltinla guerra los españole~ tuvie­ron 2,427 muerto en el campo de batal111, 1,371 de resultas de .. us heridas, 74 des­aparecidos, 30,083 de enfermedades comunes, 20,801 de fiebre amarilln, 6 . ea por todo:-. 54,756 y 14,842 heridos. Geueralizan;lo tendríamos por 1 muerto en combate .. heridos v 16 fallecidos por enfermeflad. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 320 BOLETÍN MILITAR para guardarse de los proyectiles. El fuego de los fusiles de repetición es infernal, y tánto, que puede aniqwilar íntegros á lo~ regimientos que no se abriguen. • En orro tiempo dos infanterías se fu~iiaban á boca de jarro: los hombres de pie, á cien metros unos de otros, se cntreascsina­ban con fusiles defectuosos, con sa11gre fría absoluta y sin que nadie pensara ni aun en inclinar la caheza. Di s tancia y grande hay de esos métodos antiguos á los que es pre­ciso e m picar en la actualidad. Además entra en la táctica de los bocrs eoitar el combate cuerpo á cuerpo: e os admirables jinetes. armado de carabina de repetición y de revólver, ignoran lo que es el arma blanca, y cuando llegan á ver enfrente la bayoneta ó la lanza de los ingleses, montan de un salto, e repliegan, ~e vuelven á formar m:ls lejos y allí continúan, de montados, el fuego de fusilería Ahora bieJJ, los combates en realidad fll{lrtiferos son aquéllos e11 que dos trop1ts choc rm, rompe11las filas y u t11(anúza11 en lucha casi perso11.ll. En la prescn te guerra cada vez que los inglese han atacado á descubierto han vi sto caer en un instan­te el 40 ó 50 por 100 de sus soldados, y es difícil exigir de conti­nuo semejante sacrificio, aun á las m e jores tropas : ante un fuego des­tructor, el itutillto de comervaci Ó11 los i mp11/sa í prifcrir los si tios tÍ cubierto. Un diario inglés, el Dt1 ily Ma i l de Londrc discutiendo el asunto, escribía recientemen e: "El hombre del día tiene un organi mo más nervioso que el de 1 8oo." Lo que equi\'ale á decir que el instinto de conservación lo domina con may o r fuerza, y teniendo conciencia más clara del peligro, lo rehuye también con más franqueza. Hasta aquí el artículo en referencia; pero el mi mo periódico ha­bla en seguida del brío con que las mujeres del Transvaal secundan á sus esposos en la guerra, lo cual da á los soldados bocrs confianza in­quebrantable en el r~ ultado de la lucha, y cita numerosos é irrecusa­bles testimonios de la conducta cobarde r bestial de los soldados ingle­ses con los prisioneros, con los que se rinden, con las ambulancias y con los habitantes inermes. Esta sí es la verdadera explicación de por qué un ejército de 2o,ooo hombres huye, abandonando sus cañones, cuando apenas cuenta 8o muertos: cuestión psicológica, pues si todo soldado es un hombre, no todo hombre es un soldado, y la historia nos enseña que siempre los pseudo ejércitos capaces de ultrajar á quienes carecen de medios de defensa, fueron fácilmente arrollados y vencidos por puñados de hombres res u el tos á vender cara su existencia. Inglate­rra descuidó formar soldados, y recoge las consecuencias de su error. La guerra es y será la misma, porque sea cual fuere el perfeccio­namiento de las armas, el hombre es igual en todos los tiempos y luga­res: si ois paam, para be/lum. • El mi ··110 Courrier, al rehtar ~1 comlJ;,te del Suffolk Regiment, dice qne los boers lo dejaron llegar ha<:.ta 30 pa o de su lfnea ante de romper el fuego, y que 150 de los ingl e. es que fueron rodeados por aquéllo., no e rindi ron sino de pué, de encarnizada defen n. Añ:tdarnos aqul un hecho de u u stra historia militar: el '1.7 de Julio de 1876 una fuerza de 900 revolucionari t' !.' c on:;ervadores, armada de fusil de carga por h boca, combatió trece hora.~ á campo ra o con 500 · oldarlo~i armado de 1émingtou, y no e declaró en derrota sino cuando en el calllpo había dejado el 25 por 100 de su efectivo y tra · defender sei · po iciones suce ivamente. • Lo dicho antes infirma e te aserto hecho 't í sin otra aclaración. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Prensa

Compartir este contenido

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 142

Copia el enlace o compártelo en redes sociales

Imagen de apoyo de  Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 165

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 165

Por: | Fecha: 18/08/1900

BoaoTA, AaosTo 1 8 DE 1 900 ---- - -- -- - -- --- -- - - -- ------------~~~ ----------- - -- - - - ---- -- - -- - -- -- -· Organo del IUiaisterio de Guerra y del Ejército Son colaboradores de este periódico los Jefes y Oficiales del Ejército ~~ Dh·ector ad honoreiD Francisco .T. Vergara V. General, Miembro de la SCJciedad Co1om bian de Ingeniero& lSTUl.\1.1:. 1GB Y LICENCIA INDEFINIDA Orden general para el 15 de Agosto de 1900 Art. 2435· La Comandancia en Jefe, en uso de las plenas autorizaciones que le han sido conferidas por el Ministerio de Guerra, ha dispuesto declarar en uso de letras de cuartel ó de li­cencia indefinida, según su clase ó grado, á los Sres. Generales, Jefes y ()ficiales del Cuartel generalísimo, de los Cuarteles ge­nerales divisionarios y del Cuadro de Jefes y Oficiales en dispo­nibilidad, que en esta fecha no se hubiesen presentado aún ·á la ~omandancia en Jefe á ponerse á disposición del Gobierno del Excmo. Sr. Vicepresidente, reconociendo así la legitimidad de su existencia, pues no sería decorosa para ellos recibir sueldo de au­toridad que no sostienen, ni aceptable para el Gobierno mantener á·s'u servicio á militares que no reconocen su existencia legal. El Estado Mayor generalísimo queda encargado de hacer insertar en e~t:i Orden general la lista de los militares á quienes se refiere el presente artículo. Art. 2436. Por mandato de la Comandancia en Jefe declá­rase suprimida la 2.a División del Ejército permanente, y por lo tanto separado del servicio activo el personal que compone su Cuartel general, con fecha 7 de] presente, por cuanto, con excep­ción del Sr. General José B. Ortega, ninguno de dichos Jefes y Oficiales ha servido ú ofrecido sus servicios al Gobierno del Excmo. Sr. Marroquín. El General José B. Ortega queda incor­porado, con esa fecha, en el. Estado Mayor generalísimo, como primer Ayudante general. Publíquese-El General Jefe encargado, F. J. VERGARA Y V. VIII-1 3 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ ~--..._:)~(9f2)(9~~ OOT::EJ:N A::I::r ~-~· - m1tJ :®m~llil~&\1tJ~ ~«» FJlAGMENTO DE UN ESTUDIO ESPAf:lOL SOBRE ASCENSOS Y RECOMPENSAS (Conclus ión) Podrá en otras partes ser muy conveniente el sistema ele la elección como exclusivo medio para ascender al Generalato y dentro de sus diversas clases; pero aquí en España nos~pare­ce que hemos ido demasiado aprisa. Aparte de que, como ya se ha dicho, el verdadero General no empieza á bosquejarse sino en el mando de las unidades de tercer orden, y que por tanto el de una brigada es mando pu­ramente técnico, dígase lo que se quiera; aparte de esto, la misma exageración del principio ha originado en la práctica males sin cuento. Como es muy duro aplicar la ley con completa libertad de acción, porque á cada vacante que ocurre puede repetirse la frase famosa del General Esponda: "Si hay algún Aníbal, que pase adelánte," se ha caído en el extremo opuesto, y rara es la promoción al y dentro del Generalato que no se ajusta á la antigüedad más rigurosa. Olaro que hay excepciones; pero esas excepciones revis­ten un carácter como en uingún país lo tuvieron jamá , y para eso tampoco cabe exigir aquí lo que en otros Ejércitos e exi­ge de los exceptuados. Estos pueden decir, y dicen con razón, que no pidiéndose condiciones para s er promovido, si ellos no ascienden no es por defecto de cualidades, sino por falta de influencias. Porque si es, verbi gTacia, la murrnnración de las gentes lo que impide el a censo, ! qu ó r a z ó n llay para que a - cienda á lo mejor uno de quiou llan murmurado durante diez años, y quede sin ascender otro de qui e n no ·e murmuró sino 'res meses! Es además frecuente que uno que s e \~ e postergado en la promoción de Febrero, por ejemplo, alga adelu.ute en la do Abril 6 Mayo: ¡qué cualidade ha podido adquirir en esos dos 6 tres mese , que ya u o tu y·iera ante , hallándose en el último período de la carre ra militar y á la cabeza de la escala! Como ascendió en Abril pudo ascender eu Febrero, y este ejem­plo, invocado con cierta ela. ticidad por lo que van quedando rezagados un año y otro año, tiene, cualquiera que sea el grado de sinceridad con que se le saque á relucir, suficiente eficacia para. mantener la esperanza de que algún día el que parece pos­tergado entrará en el reino de los cielos. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ 195 Si la selección existiera y fuera una verdad para los ascen­sos dentro de las altas clases de la milicia, la antigüedad com­binada con la elección evitaría espectáculos que dañan e1 pres­tigio de aquéllas. Cuando la. elección ~ignificara en cada caso que las sobresalientes cualidades se abrían camino, no podrían los más antiguos que el promoviuo sentirse mortificados en el grado que hoy necesariamente baQ de sentirse, porque aguar­darían su turno de selección para ver si entonces la posterga­ción era ineludible y efeetiva. Si llegado el momento ascendían, entonces, por antigüe­dad, seguirían torturados, ¡ quién Jo duda!: por la celosa pena que siempre experimentamos los mortales, salvo caso de ·será­fica resignación, al saber que hay otros más inteligentes, más brillantes y hasta más guapos; pero ]a dignidad personal no sufriría quebranto, por cuanto á su tiempo se reconocía y pro­clamaba que reuníau las cua1il oficio, distinguiéndose en el ejermmo de su empleo, no servirán para mandar un Ejército. Y por el cout.rario, quizá algún divisionario que aparezca inferior, re­sulte por otras cualitlades extraordinarias excelente caudillo. Por eso Ja elección absoluta, sin trabas ni ditstingos, sin explicaciones por parte del que elija ni refunfuñamientos tole­rados de parte r condimentar esta ración por los cuidados de los furrie­les que preceden á las compañías) '*. En este caso la autoridad lo­cal facilita en especial al batallón, en vez de la manutención del alojamiento, una porción que entrega en un plazo fijo (dos horas, lo más tarde, antes de emprender la tropa la marcha); ó bien da en dinero la equivalencia. Se expide recibo como para el alojamiento con manutención; pero naturalmente se previene con severidad á los soldados que no han de exigir víveres á sus patrones, á no ser algunas legumbres ó un poco de pan, cuando no se ha distribuído. Por este medio se logra la doble ventaja de poder distribuír á la tropa, con regularidad, sin dilación y en todo tiempo, las racio­nes neceszrias; y de dejar así á la autoridad local la facultad de de­gollar las reses, cocer la carne, etc., ó de hacer venir de las cerca­nías, donde generalmente están escondidos, los abastecimientos precisos. Semejante modo de proceder es más regular y justo, tanto para la tropa como para el habitante; y es evidente que está en el • Estos métodos -e emplearon muchas veces y con completo éxito por el 8.0 cuerpo en a u marcha desde Metz hasta el Ejército del Norte. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR '--"-y-" 205 interés de una autoridad local inteligente el emplearlo, porque sim­plifica su tarea, á la vez que facilita la derrama ó reparto que ha de hacer después para el pago de lo consumido. El interés de to­dos, incluso el suyo, queda con eso garantjzado; y su consideración no puede menos de salir ganando. Donde las autoridades locales han emprendido la fuga se ha visto á las personas que provisional­mente las han sustituído, aceptar y cumplir compromisos de este género, porque han comprendido que obrando así, las que se ven obligadas á hacer anticipos están siempre seguras del reembolso de los mismos al firmarse la paz, y se conquistan, además, la fama de buenos patriotas. En todo caso será cuerdo exigir el previo depósito de una caución ó de una garantía hasta la total entrega de la porción pe­dida ó de su equivalente (en harina, embutidos, etc.); porque sin esta precaución, de intento y con toda clase de pretextos se retra­saría la entrega hasta el último momento, con la esperanza de no facilitar una parte del pedido. Pero si se encuentra algo de buena voluntad, se debe otorgar sin dilación el recibo correspondiente, con el objeto de adquirirse con esto buenas re1acione3 para más adelante. Acontece también con frecuencia en otras ocasiones, que la alimentación no queda bien asegurada sino cuando se autoriza al batallón para comprar directamente sus víveres. En efP.cto, la ex­periencia ha demostrado que aun allí donde las requisiciones forzo­sas (por ejemplo en una comarca que ha sido rica) no han dado resultado alguno, se ha encontrado en menos de doce horas todo lo necesario, mediante promesa de pagar al contado á un precio equi­tativo, y la seguridad, además, de no hacer pesquisas en los puntos de donde las provisiones se han sacado. Esto obedece sencillamen­te á que las gentes acomodadas ocultan sus acopios de tal modo, por temor á las requisiciones forzosas, que no pueden ser descu­biertos por las tropas si no es por delación ó por la casualidad. De esto resulta que el empleo de las requisiciones forzosas es casi siempre m~lo y falso (excepto cuando se usan como castigo, ó para hacer efectiva una contribución en metálico destinada á pagar los víveres que ha habido precisión de comprar); puesto que su única consecuencia es producir que las gentes de posición desaho­gada ocultan má~ y más sus provisiones, y que sólo los más pobres de los habitantes sean los obligados á entregar su último pedazo de pan y su última cabeza de ganado. Si se llega á este punto, enton­ces reviste la guerra un carácter de fría crueldad; no recibiendo el soldado la alimentación necesaria, lo achaca á la mala voluntad del habitante ó á la falta de solicitud de sus jefes, y tiende á los exce­sos que perjudican al buen espíritu, minan la disciplina, y destru­yen, por último, la valía de las tropas. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 206 80LETIN MILITAR '-y--" Cuanto más numerosas son las masa5 que afluyen á un espa­cio reducido, más frecuentes serán los tránsitos por unas mismas ciud-ades, y más importará que el jefe de batallón impida, en la medida de su esfera de acción, toda requisición forzosa, y aun todo alojamiento con manutención. Los que primero lleguen vivirán seguramente en la abundan­cia, pero los últimos hallarán cada vez meno5 elementos *. Parece contradictorio, al primer golpe de vista, fiar á las compañías el cuidado de proveerse de víveres á su arbitrio, y prohi­birles á la vez transgredir las autorizaciones concedidas; en efecto, la compañía tiene la pretensión de percibir, cuando menos, las ra­ciones reglamentarias; y desde el momento que recibe la orden de procurárselas efectuando por sí misma, según las necesidades, la requisición, se siente naturalmente inclinada á emplear al efecto todos los medios que crea más productivos. Un jefe de batallón, por su solicitud y por las órdenes que dicte, puede contribuír á la exacta observancia del principio, con arreglo al cual debe su tropa estar provista constantemente de las raciones indispensables, por lo menos para la jornada del siguiente día. También recomendará que las compañías transporten en sus carros una parte de la porción de reserva (arroz, café y sal), que, como acredita la experiencia, se consume demasiado pronto. Cuanto mayor ha sido el cuidado con que el jefe de batallón ha atendido á todas las necesidades de su tropa, más severo puede mostrarse en la reprensión de todo acto arbitrario de las compañías en las requisiciones que verifiquen por sí mismas (por ejemplo cuando los comandantes de las compañías se muestran demasiado cuidadosos del interés exclusivo de sus soldados). Seguro estará entonces el jefe de conservar siempre á su tropa animosa, sufrida y disciplinada; y le bastará con castigar severamente á alguna oveja descarriada, y 'con éipelar al punto de honor general, así como á la autoridad de los jefes subalternos para asegurar, aun en las más di­fíciles circunstancias (como lo es el momento de la llegada á un • Delante de París, durante los seis meses de sitio, no se careció nunca de carne, no obstante las pocas medidas adoptadas al efecto, porque los ganados entregados por los ha­bitantes ae les pagaban al contado, y hasta se dice que desde Bretaña se llevaron rebaños de carneros voluntariamente á los sitiadores, por preferir los comerciantes venderlos al enemigo más bien que facilitarlos á su propio ejército á cambio de recibos. El esta•io sa­nitario fue, en consecuencia, relativamente satisfactorio delante de París, pues las reme­aas, sacadas de un radio bastante extenso, fueron !ntficientes para completar los abasteci­mientos. Si en alguna parte hubo escasez, dependió de que los proveedores temieron ver arrebatados sus acopios de reserva por requisiciones extraordinanas decretadas por la autc­ridad. Por esto es por lo que dichas requisiciones ocasionan falta de vtveres por lo general, sin que, en el caso más favorable, traigan consigo la abundancta sino para una e scasa parte de la tropa. Si una necesidad momentánea obliga á adoptar semejante medida, no se la debe emplear sino en la última extremidad; pues sus consecuencias nunca dejan de ser perjudiciales. Por lo demás, esto no sucederá sino allí donde el servicio ha)•a sido mal orEanizado, ó donde no se haya vigilado de un modo suficiente el consumo de la porción de; reserva. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ 207 punto de etap~, ~urante la noche y después de una jornada fatigo­sa), el establectmtento reglamentario del alojamiento y el servicio regular de víveres. En. la eventualidad de alguna de estas situaciones difíciles, deber~ s.te~npre recurrir á medidas especiales: en cuanto sea posible prescnbtra que los furrieles se adelanten con las raciones, y que tan pront~ _,como lleguen á la etapa hagan cocinar los ranchos de las com~ar11as, ya en grandes locales, ya en las plazas al aire libre (por cocmeras requisadas si es preciso), á fin de que la tropa lo encuentre todo preparado á su llegada.-(Continúa). VON ARNlM ••• SOBRE EL SERVICIO DE LAS TROPAS EN CAMPA~A (EJÉRCITO BELGA) TITULO I IMSTALAClÓN DE LAS TltOPAS :!N CAMPARA Acantonamientos-Vivaques-Campamentos Consideracion es g en erales sobre el e&tacionamiento-Deflniciones Art. 1.0 .El reposo es una necesidad que se impone en razón directa del trabajo realizado; Ql mando está en el deber, por consiguiente, de asegurar á las tropas todo el descanso que sea pQsible concederlas. Las tropas en campaña, concentradas generalmente en grandes masas en un mismo pnnto, se disponen en acantona­mientos, vivaques 6 campamentos. Se entiende por acantonamientos el conjunto de pueblos, al­deas y caseríos que ocupan las tropas, sin estar en ellos acuar­teladas; por vivaques, los parajes donde se instalan por un tiempo, ordinariamente muy corto, á cielo raso 6 bajo abrigos improvisados; y por último, por campamentos, los lugares en que se establecen para una permanencia de alguna duración, bajo tiendas 6 en barracas. El jefe es quien determina la clase de estacionamiento, y los emplazamientos que han de ocupar las diversas unidades. Las tropas se acantonan con cuanta frecuencia es dable: no se vivaquea ~i no en caso de necesidad absoluta, y en la proximidad inmediata del enemigo. Por lo general, en la guerra es mixto el sistema de esta­cionamiento diario ó de marcha, estableciéndose una parte de las tropas en acantonamientos y otra parte en vivac. En prin­cipio debe procurarse estacionar por unidades constituidas. Oua~do todo el espacio disponible en las habitaciones está ocu- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 208 BOLETIN MILITAR '-y-"" pado, las tropas que no han podido guarecerse bajo techo vi­vaquean en los alrededores. De los campamentos no se hace uso sino en tiempo de paz, y en algunos casos particulares durante la guerra, como por ejemplo en el sitio ó bloqueo de una plaza fuerte y -du-rante un armisticio. · En tollo acantonamimento, vh·ac ó campamento, corres. ponde el mando al jefe de mayor graduación; y en igualdad de ésta, al más antiguo. Personal de instalación Art. 2.o El personal ~ncargado del reconocimiento y de la preparación de los acantonamientos, vivaques 6 campamen­tos, consta : Por div·isión: de un oficial jefe del personal de instalación, y de un funcion'lrio de la intendencia. Por brigada: de un oficial ayudante de órdenes. Por batallón de infantm·ía, por regimiento de caballería ó por grupo de baterías: de un ayuuaute mayor y un ayudante. Por compa1íía, escuadrón ó batm·ía: de un furriel, un cabo y dos soldados. En un cuerpo de ejército el segundo jefe del estado mayor ú otro jefe de éste puede ser designado por el general en jefe para tomar el mando del personal de instalación del cuerpo de ejército. En una fracción inferior á uua di dsión es ejercido el man­do de dicho personal por un oficial expre amente nombrado para esta misión. Para el reconocimiento del terreno que debe abarcar el acantonamiento puede ser acompañado el comandante del per­tional de instalación por un oficial de ingenieros, especialmente encargado de los trauajos res por hogar, sien(lo el hogar de 3 á 5 llabitante~. Para las tropas {t caballo es la proporción de ~ caballo por un infante. Art. 9.o En el acautonamiento-abrigo sólo se procnra ins­talar hombres y animales de modo que queden preservados de la intemperie, con tal de q ne tcugan las tropas el espacio sufi­ciente para acostorse al abrigo. Un hombre ocupa 3 metros de longitutl por 1 de latitud, y nn cahallo 3m,5 por lm5. Se debe cuidar de dar libre acceso al aire. Vlll-I"f Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 210 BOLETIN MILITAR "--y-' Para alojar á las tropas se utilizan especialmente: las granjas 6 cortijos, las fábricas, las casas de recreo 6 quintas, las de labranza, las posadas, las casas espaciosas, en una pa­labra, todos los locales que se presten á agrupar, en un mismo edificio, las unidades inferiores (compañías, escuadrones, bate­rías, secciones, escuadras y pelotones). Las tropas preparan por sí mismas sus ranchos, ya en los mismos locales si existen co­cinas suficientes, ya fuera, en los patios, en los caminos, en los terrenos eriales, etc., si se corre peligro en el interior. Los ví­vere8, la leña, la paja, etc., se requisan sobre el terreno, á me­nos que se as~gure la subsistencia ue las tropas por medio de columnas 6 con,oyes de víveres de los almacenes, ó excepcio­nalmente por las raciones que el soldado lleva en su morral. Art. 10. En los acantonamientos ordinarios los oficiales no está11 mezclados con la tropa, ;si bien se alojan en la zona afectada á la unidad á que pertenecen; y en cuanto es posible, en las posadas donde pued~H tomar sus comidas. En los acan­tonamientos- abrigPs se alojan en meuio de la fracción de tropa de que forman parte, pero en casas ó en habitaciones que se les destinan al efecto. También se uesignarán locales especiales para servir de oficinas á los estados mayores, de calabozo correccional, de enfermerías, de almacenes para la administración militar, etc. ; Distribución de las tropas (Dislocación) Art.. 11. Las agrnpaciones de las tropas en los acantona­mientos deben ordenarse, en cuanto sea posible, en el orden de batalla. Durante la marcha se acantonan en el ortlen de marcha del día, ó mejor en el del día sigui nte, salvo modificación si es necesaria. Se evita fraccionar los r~giruiento~ nezolano Castro, es poco conoci­da en el interior, y bien merece que le consagremos algunas líneas en estos momentos en que ya lucen los fulgores de una larga era de paz y bienandanza para Colombia. La hoya ó valle del Chucurí, postrero afluente izquierdo del Sogamoso, se abre de S. á N., entre este último y el de La Colo­rada (ambos tributarios del 1\r:lagdalena), al respaldo del extremo septentrional de la agria y empinada sierra de Los Lloriquíes ó Los Cobardes, en cuya vertiente oriental se asienta Zapatoca, teniendo por opuesta muralla un ramo de la misma serranía, el cerro d La Paz, que el Sogamoso cruza por formidable cañón para llegar á las playas de Barrancabermeja. El valle en cuestión, que mide unas 8 leguas de S. á N., es grieta entre las dos formaciones geológicas llamadas esquistos de Villeta y de Guadalupe, la cual indicación basta y sobra para que del aspecto de la comarca se formen idea quieneR conozcan el ca­mino de Honda y el de Bucaramanga; la altitud del fondo sube de 200 á 2,ooo metros, y la densidad de la población apenas alcan­za á unos IO á 12 habitantes por kilómetro cuadrado. El pueblo de San Vicente de Chucurí, emplazado en la parte media del valle, casi al O. de Zapatoca, dista de esta población 4 leguas en línea recta, 7 de la Mesa de Jéridas, 9 de Hucararnanga y 12 de Barranca bermeja, lo cual equivale á decir que es un saco sin salida para los rebeldes, puesto que éstos no dominan el río Nlagdalena. El l\1unicipio de Chucurí, de no muy reciente creación, se divide en I 8 partidos insignificantes y comprende los dos caseríos de l\tfontebello y La Vendee; y en el plan ó sitio designado para cabecera, á inmediaciones de la orilla izquierda del Chucurí, ape­nas exiHen unas pocas :casas de tapia y varios ranchos. El plan, como allí se llame:~., es uJ a hondonada de clima ardiente y mortífero, por lo cual la población poco ó nada ha adelantado en los último$ años. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 212 BOLETIN MILITAR -.........--- La población del Municipio ascie .1de á poco más de 3,000 almas, que viven en un territorio que colinda con los de Zapato­ca, Betulia, Lebrija (Puerto Wilches) y selvas del Carare., y donde reinan endémicas las calenturas, que ocasionan una mortalidad del 10 por 100 anual. . El territorio mencionado se compone: hacia el 0., de llanu­ras incultas y selvosas; y al E., de cerros y cuchillas de difícil tránsito por la falta de caminos y lo áspero del suelo. Las princi­pales selvas se denominan Cascajales, Oponcito, Cerbal, Cantarana, La Llana, Guadual, Primavera, Pavansera, La Paz, Mesetas, Chanchón y Loma Redonda, las tres últimas ya en la caída oriental del páramo de los Lloriquíes. Los terrenos planos permanecen in­cultos, salvo exigua extensión, en donde se encuentran algunas labranzas, potreros de ceba y cacaotales. En el territorio en referencia ruedan además del Chucurí, que por la derecha recibe la qneb1·ada del Medio, los ríos Oponci­to y Casca jales, tributarios del Colorada, nacidos en selvas y montes desiertos, sólo rara vez cruzados por atrevidos caucheros. De la cabecera parten cuatro caminos: I.0 , el de Zapatoca, por Cruz de Piedra, que se prolonga al O. hasta el Oponcito y por lo tanto hasta el Opón (reemplaza el antiguo de Puerto de las Infantas); 2.0 , el de Zapatoca, por Betulia y Santa Inés, y que también guía luégo al Oponcito; 3.0 , el de Girón, por la V endee, ósea Chucurí abajo, en dirección del Tablazo; y 4. 0 , el de Monte be­llo, que sigue por el mismo valle á encontrar el Soga mosoal pie del ce­rro de La Paz. Los dos caminos de Zapatoca, al cruzar la cuchilla que se alza entre el Chucurí y la quebrada del Medio, cruzan sendos boquerones que son paso obligado para las recuas. Existen además diversas trochas que guían á los campos de los labriegos y á las selvas, alguna de las cuales avanza hasta Galán, pero cruzando los Lloriquíes por boquerón donde 100 hombres pueden detener á Io,ooo. Las tales trochas, únicamente para peatone y difíciles en verano por las malezas, fangales y barranco s, son peligrosas en in­vierno aun para los que las trajin a n de ordinario; por lo cual la fuerza que se deje acorralar en Chucurí, ce1 rado los caminos de Zapatoca y Girón, está condenada á entregarse ó disolverse para huír por los ríos á perderse en las selvas de las márgenes del Magdalena. Tal es la zona donde vino á morir la rebelión herida de muer­te en Palone¡ro, y que por lo mismo ocupará página inolvidable en la historia militar del país. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ (LECTURAS PARA EL SOLDADO) Traducido del francés sna El I o de Enero de I 87 I, en una pequeña cabaña aislada si­tuada sobre ~1 camino que conduce del Grand Lucé á Mans, una mujer anciana remienda medias á la luz vacilante de una vela de sebo. De tiempo en tiempo se detiene, con las tijeras ó la agu­j~ en la mano, para escuchar los rumores que vienen de fuera. La anciana está inquieta. Su hijo Jacques ha partido desde por la mañana para el Grand Lucé, y no ha vuelto aún. Es viuda; ha perdido cuatro hijos; sólo le queda el más joven,de edad de diez y nueve años. Debiera ser su consuelo, su apoyo; pero es un pe­rezoso, un libertino, y teme que acabe mal. Jacqucs ha devorado ya una buena parte de las pequeñas eco­nomías que ella había hecho con su marido cuando estaban al ser­vicio de un viejo comandar.1te, militar retirado. Está inquieta por­que todo el día ha oído el caiíón á lo lejos. El ejército de Loire está delante de Mans, cerrando el camino al enemigo. Hasta la puesta del sol el ruido de las detonaciones ha hecho temblar la cabaña. Su hijo ha ido á Grand Lucé á buscar noticias; desde luego ella le hab1a dicho que no permaneciera mucho tiempo afuera. Con tal que no haya encontrado á los prusianos y que no les haya bus­cado querella todo andará bien; porque es amigo de camorras, y cuando está c0lérico nada le detiene, nada le acobarda: por vengarse de una palabra, de un gesto, j ugaria su vida. Comprende que hizo mal en dejarlo partir; pero ¡diablo! él es intratable, y cuando se le ha puesto una cosa en la cabeza, es impo­sible hacerle cambiar de ideas. La anciana piensa en esa carnicería que llaman la guerra; no comprende que los hombres puedan ser tan locos ... ¿Por qué ma­tarse u nos con otros? ¿A quién aprovecha la sangre derramada? •• , Cuando la paz se restablezca, los soldados vencedores no serán más ricos, y los vencidos quedarán más. pobres y más agobiados por los impuestos. Puesto que hay tribunales para arreglar los asuntos de los par­ticulares, ¿por qué no hay jueces para arreglar los asuntos de los pueblos? Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ Entre un conquistador y un asesino vulgar ella sólo encuentra esta diferencia: que el primero es un asesino por mayor y que el segundo también es asesino pero en pequeño. Dios no da hijos á las madres para hacer de ellos carne de cañón ___ _ Seguramente que era necesario defenderse, puesto que los enemigos habían invadido la tierra; pero en lugar de asesinarse así, hubiera sido más simple arreglar pacíficamente la diferencia. Ella sabía que los prusianos habían matado á su padre, á con­secuencia de haber herido á uno de ellos que le había insultado. El reloj de la campiña dejó oír un pequeño ruido seco y en seguida dio nueve campanadas. j Las nueve[ La anciana se levanta. ¿N o vendría, pues, J ac­qucs? ¿Y su comida? ¡Ohf no podía tardar en llegar. ¿Qyé hacer entonces? Coloca su trabajo sobre un banco, se dirige á la puerta r la abre. Se pone á escuchar, y en seguida da algunos pasos por el ca­mino á fin de oír mejor. Sus zuecos resonaban sobre la tierra endurecida; un aire frío penetraba en el cuarto. Vuelve á entrar murmurando: -Nadie. · Arranca de un manojo algunas ramas seca~, las rompe sobre sus rodillas y las arroja sobre los carbones; después, gimoteando, se pone de rodillas, é inflando los carrillos, sopla algún tiempo los tizones. Algunas chispas ]e pasaron por la cara, la ceniza revoloteaba; un humo espeso subía por la chimenea; después, como un rayo, la leña se inflamó. Se levanta penosamente, sofocada, y aproxima al fuego el pequeño caldero. -Así! él puede volver; eso estará caliente. Vuelve á sentarse, teniendo su trabajo, su dedal y sus tijeras en su regazo, y extiende la s manos hacia las llamas. De repente le vanta la cabeza y escucha. Por la chimenea le llegaba un ruido confuso de voces. ¿Era Jacques? Se levanta y va á entreabrir la puerta. Oye distintamente la voz de Jacques mezclada á un rumor confu s o, á pa~os numerosos que sonaban con ruido seco en esa noche glacial. Se pone á escu­char. Los que venían se habían detenido á diez pasos de la cabaña; oye que Jacques decía con una voz vinosa: -Dadme veinte francos más, y os conduciré á través del bosque. -No tendrás nada más, respondía una voz ruda, con acento extranjero. Sabes bien lo que te he prometido. Hé aquí tus diez piezas de oro. Márcha adelante, ó te hago fusilar como un perro. -Y bien ¿qué? No hay necesidad de hacerse tan maligno porque lleváis un gran sable y tenéis amigos! ¿Creéis que por Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 215 doscientos francos me arriesgue á hacerme agujerear la piel por los franceses? ¡Ah, no! ¡ciertamente que no! -¿Entonces rehusas? La .anciana oyó el ruido que hace un revólver cuando lo pre­paran; tiembla pero está lista á lanzarse hacia ese lado. -¡~é diablos! poco á poco, señor oficial, no os chanceéis con vuestro juguete. Fusilado por fusilado, prefiero serlo más tar­de_-:-- Entonces ¿queréis que os conduzca á la Tuiliere por el cammo más corto? ¿Y deseáis pasar por Mulsaure para sorpren­derlos? -Sí, y despachémonos; no tenemos tiempo para charlar. j Vamos, en marcha! -Dadme veinte francos más para beber á vuestra salud. -¿Imbécil, no has bebido ya bastante? -¡Oh! es que el camino me ha alterado, y después eso me haría ver más claro. -Vaya, tóma. Pero acabemos. ¡Er, marcha! -Muchas gracias; pero ved allí mi casa, quiero llevar este dinero á la anciana, porque una vez que os haya conducido allá, vosotros podréis suprimirme y volver á tomar vuestras monedas. - 1Bribón ----! ¡En marcha! Te sigo, y si quieres escapar­te, te prometo que tendrás que hacer conmigo. La anciana le mira acercarse; ¡estaba aterrada! ¿Cómo su hijo, su J acques, era bastante miserable para trai­cionar á su país? Por algunas piezas de oro iba á servir de guía á esos prusianos que querían sorprender nuestras tropa!'! Pero enton-ces era un canalla, decididamente ____ ! Pues bien: no, él no iría. Ella, su madre, la hija de un hombre á quien los alemanes habían dado muerte, no lo permitiría ____ Vivir como un perezoso, como un borracho, arruinarla, pase! ¡pero traicionar á su país! ¡No, jamás! ¡.Ser la madre de un Judas! ¡Qué vergüenza! ¡Era preferi-ble monr! J acques entró dando traspiés. -¡Hola, madre ____ ! Tóma; tú dices que yo no gano jamás un centavo! Recíbe, míra. Arrojó un puñado de oro sobre la mesa y se puso á reír es­túpidamente. -¿No dices nada? El oficial prusiano estaba de pie sobre el umbral de la puer­ta; tenía un revólver en la mano, preparado para hacer fuego al primer amago del borracho para huír. La madre miraba con des­precio el casco puntiagudo sobre el cual centellaba la luz del fuego. -¿Dí> madre, vas á comértelo con los ojos?; es un buen mu­chacho. Es él quien me ha dado eso. Tú sabes los papele3; dicen que los prusianos no cometen por todas partes sino porquerías y asesinatos. ¡ Y bien ! esas son bolas. Ellos me han ofrectdo en ~1 Grand Lucé vasos de vino sin medida. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 216 . 80LETIN MILITAR ~ -Ya le contaréis todo eso mañana, muchacho. ¡ Vamos li­gero, despachémonos ! -Vaya, madre, recóge las monedas. La anciana agarra el montón de oro y lo arroja al través de la puerta. El oficial recibe una pieza en plena cara. Exhala un ru-gido de furor, y apunta con el arma á la desventurada ___ _ U na refl~xión le detiene .... Si mata á esa mujer, su hijo no querría ciertamente servir de guía. Baja su arma diciendo: -Os prevengo que si dentro de cinco minutos no hemos par­tido, os levanto la tapa de los sesos á todos dos. ¡ V amos, tú vén ! Y saca fríamente su reloj. J acq u es, estupefacto, mira ya al oficial, ya á su madre con ese aire embrutecido de los borrachos cuando tratan de compren­der algo que les inquieta. Después se pone á reír y se agacha para recoger las piezas de oro que detenidas por el cuerpo del oficial han rodado por el suelo. -Esperad, dejad que recoja el dinero y parto. -Cuatro minutos aún, dijo el oficial La n1adre da un salto hacia la puerta encontrando la fuerza y la agilidad de la juventud para defender su honor. El miserable se dirigía hacia esa puerta con la cabeza agacha­da buscando el oro ! Bruscamente choca con su madre y levanta la cabeza ... Retrocedía. Su madre, soberbia bajo sus cabellos grises, con los ojos ful­gurantes, las manos temblorosas, estaba allí, amenazante y con los brazos cruzados, obstruyéndole la puerta con un gesto de mando supremo. -¡Tú no partirás de aquí. No quiero,¿ me oyes? vendido! ¡ N o saldrás ! Admirable de cólera, de grandeza de alma, de conciencia in-dignada, se alza esa anciana hija del pueblo. -Tres minutos aún, repite el oficial. Jacques, que había retrocedido, vuelve á avanzar. -Vamos, mi vieja, no hagas tonterías. Bien sabes que nos hará fusilar como lo dice. -No saldrás, miserable! No saldrás. -Dos minutos aún, ya estoy cansado. Jacques aprieta los puños con rabia. -Pero, señor oficial, no es mi culpa. Yo querría bien ... Pero no puedo pegarle á mi madre. Escuchad: vue~tros hombres están allí, decidles que la separen de la puerta . ............. ........ --···· ·-····· .......................... ···-·· -Miserable, cobarde! -Un minuto, el último. Jacques, enloquecido, furioso, se arroja sobre su madre con os puños levantado , pero retrocede arrojando un grito espantoso, y rueda por el suelo de la choza, agitándose, torciéndose, aullando. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 217 -Oh! mis ojos! mis ojos! Su madre con las tijeras en el momento en que J acques se precipita sobre ella para pegarle, de un solo golpe con las dos pun­tas le ha reventado los ojos. -¡Ahora sírveles de guía! El oficial se lanza hacia ellos; pero demasiado tarde. El desgraciado daba botes por el suelo, se torcía, rugía, te­niéndose los ojos con las dos manos. Lloraba sangre, que se desli­zaba por sus mejillas. Se levanta tratando de orientarse, pero tro­pezaba con todos los muebles. -¡Madre mía! ¡M4dre mía! ¡Ah, Dios mío! -¡Canalla! Los prusianos habían invadido la cabaña, y aterrorizados mi­raban á esa madre, muda, feroz, insensible á todo lo que pasaba á su alrededor. Había dejado caer las tijeras, que brillaban á sus pies, abier­tas, en forma de cruz, con las puntas enrojecidas. -Señora, le dice el oficial inclinándose con respeto y descu­brióndose, permitidme saludaros! Después, volviéndose hacia sus soldados: -¡Fusiladles! Los soldados arrastran á J acques, que gemía y marchaba va­cilante con las manos extendidas. La madre pálida, con la tnirada fija en el oficial, el labio des­deñoso y la frente levantada con al ti vez, avanza á colocarse por sí misma delante del muro, al lado del ciego que no comprendía nada de lo que pasaba, y á cinco pasos de los soldados. A la claridad de la luna que surgía entonces de en medio de una nube, la anciana apareció como la estatua del deber. En el momento en que el oficial da la orden tde fuego, la madre estrecha la mano de su hijo, y los dos caen como heridos por el rayo, dándose un último apretón. ¡Imploraba un perdón de su hijo en cambio del que ella le daba! El oficial mandó desfilar á sus soldados delante del cadáver de la madre, y saludó militarmente á la modesta heroína. Después hizo conducir los cuerpos hacia la choza y colocarlos sobre las camas. Fu'e allí, al día siguiente, en tanto que la tierra temblaba con el espantoso cañoneo de Mans, que los franceses los encontra­ron. Ese día Francia agonizaba. El cadáver de la madre tenía una majestad suprema. La ca­beza pálida, rígida, se destacaba sobre las almohadas tintas en san­gre. Los ojos abiertos, vidriosos, guardaban una inmovilidad extra­ña. La sencilla campesina, muerta por el deber y por la patria, después de haberse sacrificado corno madre, presentaba una expre­sión sublime de victorioso martirio. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 218 80LETIN MILITAR ...._...,.._, POR SANTIAGO PEREZ (Continuación) Dice el compilador Acosta que desde entonces se sintieron l­< :E o ¡... z ,.¡ 1.:) "' < en o-1 ~ z o "' o u -1-~~~ 355~~~~ ~ 1070 2 4 25 5 ... 5 70 7 10 8 551 12 10 10 70 14 25 17 85 21 40 3 6 40 7 50 8 fJ5 JO 70 12 8.5 18 20 16 05 21 40 26 75 32 10 4 8 55 10 ... 11 40 14 25 17 101 24 2;5 21 40 28 55 1 35 70 42 85 6 10 70 12 50 14 25 17 85 21 40 30 35 26 7.5 ;35 70 44 60, 53 55 6 12 85 15 ... 17 10 21 40 25 70 36 40 32 10 42 851 53 55 64 25 7 1.5 .. . 17 50 20 .. . 25 .. 30 .• ·1 42 50 37 50 50 .. . 62 50 7 5 .. . 8 17 10 20 ... 22 85 28 55 34· 25 48 55 42 85 57 101 71 40 , 85 70 9 19 25 22 50 2.3 70 32 10 38 55 1 54 60 48 20 6·1< 25 80 35 1 96 40 JO 21 40 25 .. . 28 55 35 70 ·1-2 85 60 70 53 55 71 40 89 25 107 10 11 23 5!) 27 50 31 40 39 25 47 10 66 75 58 901 78 55' 98 20/ll7 86 12 25 70 30 ... 34 25 42 85 51 40 72 851 61: 25 85 70¡107 10, 128 55 13 27 85 32 50 37 10 46 40 55 70 78 90 69 60 92 85116 05 139 25 14 30 ... 35 .. 40 ... 50 .. . 60 ... 85 .• . 75 . .. 100 1 . • 0. 11.~3()3- 9··0·1 150 15 32 lO 37 50 42 6 53 55 61· 25 91 05 80 35 107 160 70 16 34· 25 40 ... 45 70 57 lO 68 55 97 10 85 70 114 2 5 1·J.2 85 !171 40 17 36 40 42 50 48 55 60 70 72 ,85 103 20 91 05 121 4·0 151 75 ,182 10 18 38 55 45 . . 5140 64 25 7710109 2 5 96 4·0128 5 5 160 70 ,19:t S.5 19 40 70 47 50 54 25 67 8.5 81 4 115 35 101 75 135 70169 60 203 .5 5 20 1·2 85 50 ... 57 lO 7140 85 7012140107 JOH2 8:jl78 55214 25 21 45 ... 52 50 60 ... 75 .•. 90 ... 127 50112 50150 ·· ·¡ 187 50¡22.5 ... 22 47 lO 55 ... 62 85 78 55 94 25133 55 117 85 157 10196 40 23J 70 23 49 25 57 50 65 70 2 JO 98 65 139 60 12;3 20 164 25 205 3J 216 40 24 51 40 60 ... 68 5!5 85 70 t02 85 Hli 70 128 55 171 ·10,_ 14 25 257 101 25 53 55 62 50 7l 401 89 25 107 101151 75 1:13 90 178 55,223 20 267 85 26 55 70 65 .•. 'i4 25 92 85 111 40 157 85 139 25 185 70 232 lO 178 55 27157 85 67 50 77 10 96 4:0 115 70!163 90 1·1-4 60 192 85 2-ll O.J 289 25 28 60 ... 70 .•. 80 .. ; 100 ... 120 ... ¡170 .... !50 ... 200 .. ¡250 ···¡"00 • Al Comandante en Jefe del Ejército se le liquidatá á raz6u de S 400 meo ualea. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. l 1 loe ¡.. z lol lol z ¡.. z lol :a¡ ., ¡.. z < JQ o ::> "" en E-< -- ---- 1 2 ... 2 30 2 4 ... 4 65 3 6 ... 7 ... 4 8 ... 9 30 5 10 ... 11 65 6 12 ... 14 ... 7 14 ... 16 30 8 16 ... 18 65 9 18 ... 21 ... 10 20 ... 23 30 11 22 ... 25 65 12 24 ... 28 .•. 13 26 ... 30 30 14 28 ... 32 65 15 30 ... 35 .. . 16 32 . .. 37 30 17 34 ... 39 65 18 36 .. . 42 ... 19 38 ... 44 30 20 40 ... 46 65 21 42 ... 49 ... 22 1·4 ... 51 30 23 46 ... 53 65 24 48 ... 56 ... 25 50 ... 58 30 26 5~ ... 60 65 27 51· ... 63 ... 2 56 ... 65 30 1 ~ 58 ... 67 65 60 ... 70 ... 80LETIN MILITAR ~ MES DE 30 DIAS o-l o "' lol o z o. "' >- o lol "' < o lol :::> :E () l:¡ü o lol ........ ¡.¡ z ¡.. ¡.. o-l o A '< z z loe A ¡.. loe "" z z ¡¡: el z o :::> "' "' el < < "" o loe () en E-< () en ---- ------ 2 65 3 30 4 ... 5 65 5 ... 5 30 6 65 8 ... 11 30 10 ... 8 ... 10 ... 12 ... 17 . .. 15 ... 10 65 13 30 16 . . 22 6.'1 ¡ 20 . .. 13 30 16 65 20 ... 28 30 25 . .. 16 ... 20 ... 24 ... 34 ... a o .. . 18 65 23 30 28 ... 39 65 35 ... 21 30 26 65 32 ... 45 30 40 . .. 24 ... , 30 ... 36 ... 51 . .. 45 . .. 26 65 33 30 40 ... 56 65 50 ... 29 30 36 65 44 ... 62 30 55 . .. 32 ... 40 ... 48 ... 68 ..• 60 . .. 34 65, 43 30 52 ... 73 65 65 . .. 37 30 46 65 56 ... 79 30 70 ... 40 ... 1 50 ... 60 ... 85 ... 75 ... 1 4·2 65; 63 301 6 1· ... 90 65 80 ... 1 45 30 56 65 68 ... 96 30 8.5 ... 1 4·8 ... ¡ 60 ... ¡ 72 ... 102 ... 90 ... 1 50 65 \ 63 so¡ 76 .. . 107 65 95 ... 1 ~3 30 66 65 80 ... 113 30·100 ... 1 5(; ... · 70 ... 8 ¡. ... 110 ... ,105 ... l 58 651 73 301 88 ... 124 651110 ... 1 61 30 76 65 92 ... 130 301115 ... 1 6~ ... 1 80 ... ¡ 96 ... 136 ... ,120 ... 1 66 65 ! 83 30 lOO ... 141 C5 j125 ... 1 69 30 sr, 65 :1 o4 ... 147 30,I3o ... 1 :2 j 90 ... ,108 ... 1~3 ·:~ 135 ... 1 t4 6JI 93 30 112 ... 1<>8 6vll40 ... 1 77 30 96 65 116 .. . 164 30 14.i ... 1 80 ... ,100 ... 120 ... 170 ... t150 ... 2 6 65 8 30 10 13 30 16 65 20 20 ... 25 ... 30 26 65 33 30 40 33 30 41 65 50 40 ... 50 ... 60 46 65 58 30 70 53 30 66 65 80 60 ... 75 ... 90 66 65 83 30 100 73 30 91 65 110 80 ... 100 ... 120 86 65 108 30 130 93 30116 65140 00 ... 125 ... 150 06 65 133 30 160 13 30 141 65 170 223 20 ... 150 ... 180 .. 26 65 158 30 190 33 sel 1 66 65 200 40 ... 175 ... 210 46 65 1sa so 220 53 30 191 65 230 60 .. 200 ... 240 66 65 208 30 250 73 30 216 6.5 260 80 ... 225 .. . 270 86 65 233 30 280 93 30 241 65 290 00 .•. 250 ... 300 ... Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BDLETIN MILITAR '--'"y--" MES DE 31 DIAS 1 90 2 251 2 55 3 20 3 85 5 45 4· 80 6 45 8 05 9 65 2 3 85 4 50 5 15 6 45 7 70 10 95 9 65 12 90 16 10 19 35 3 5 80 6 75 7 70 9 65 11 60 16 45 14 50 19 35 21- 15 29 ... 4 7 10 9 10 30 12 90 15 45 21 9o 19 a:, 25 so 32 25 38 70 5 9 65 11 25 J 2 90 16 1 O 19 35 27 40 24· 15 32 25 •loO 30 48 35 6 11 60 13 50 15 45 19 35 23 201 32 90 29 ... 38 70 48 35 58 05 7 13 501 15 80 18 05 22 55 27 0.5 38 35· 33 85 4 5 15 56 45 67 70 8 15 45 18 05 20 60 25 so . 30 95 43 85 38 70 51 60 64 50 77 40 9117 40 20 30 23 20 29 ·· ·1 34 80 49 35 43 50 5~ 05 72 55 87 0.5 1 o 19 35 22 55 25 80 32 25 38 70 54 80 48 35 64 50 80 60 96 7 5 :~ :~ ~~ ~; ~~¡ ~~ :: :: ;~ ¡ :~ ::1 :~ :~ :: ~~ ;~ :~ :: ~~ :~: ;~ 13 25 15 29 aJ I 33 5o 11 9o¡ 5o 3o 11 2.:; _ 62 go l sa s;"í 101 so 125 so 14 27 05 31 60 36 10 45 15 54· 15 , 76 75 67 70 90 30 112 90 135 45 15 29 ... 33 851 3S 70 48 35 58 05 82 251 72 J.S 96 75 120 95 145 15 16 30 95 36 10 41 25 51 60 61 90 87 70 77 '10 103 20 129 ... 154 80 17 32 90 38 35 43 85 54 80 65 80 93 20 82 25 lOO ü5 137 05 161· 50 18 34 80 40 60 46 1·5 58 05 69 6J 98 70 87 05 llu 10 H-5 15 174 15 2 109 36 i5 42 90 49 .. 66 ·~ 5205 7:-73 ~1· 00 1 110094 61~ 9961 90122 55 1i.í3 20 183 85 38 70 45 15 51 60 .r V 7,3 129 ••• 161 25 193 50 1 21 40 60 17 40 54 15 67 70¡ 81 :l5 lll5 15101 GO 135 ·1·5 169 35 203 20 22 42 55 49 G . J J6 75 10 95 85 !ii 120 60 106 4· 6 141 no 177 10 212 90 23 44 50 5190 59 351 71- IJ 8fJ ... ¡126 10111 2i>l48 3.> 185 4.5222f>f) 24 16 45 54 15 (H 9u 77 40 92 90 II:.;t üO 11? 10tH so 193 so 232 25 25 48 35 56 45 64· 50 80 60 DG 75 13i 05 120 !>.3 1()1 2.5 1201 60 2-H 90 26 50 30 58 70 67 05 83 85 100 60lH2 55,125 SO 167 70 209 65 1 251 60 21 52 25 6o 95 1 69 65 s1 05 10-1< 50 Hs o.5 1 ~o 60 174 15 211 70 261 25 28 54 15 63 20 72 25 90 30108 351<)3 50 135 45 180 60 225 80 270 95 29 56 JO 65 45 74 80 93 50 112 25 159 ... , H·O 30 187 05 233 85 ¡280 60 30 58 05 67 70 77 40 96 75 116 10 164 50 145 151193 ,5012U 90 290 30 81 60 ... 70 ... 80 ... lOO ... 120 ... ¡110 ... ¡150 ... 200 ... 250 ... ,300 ... NoTA.-Para la liquidación de los sobresueldos al 50 por lOO y al25 por 100 ae tomará la mitad del haber en el primer caso, y la cuarta parte en el se~undo, y se le agregará al sueldo de c¡ue •• trate. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Prensa

Compartir este contenido

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 165

Copia el enlace o compártelo en redes sociales

Imagen de apoyo de  Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 167

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 167

Por: | Fecha: 01/09/1900

BoGoTÁ, SEPTIEMBRE 1.• DE 1900 -------- - - -- -- ---- ---- ~~~~ - ----- ---- - - -------------- Or;runo tl •1 "" i•:tistct·io de f;;ncrr;t y del aqé ·cHo .Son co!.Jbor.\dores de t!:niero~. Mienli>ro de varias s,. cíeclade~ Cit:ntific· ,¡ :L\JU:t\1.1:. l..G 7 =====================----.-=r~-================================ ' 0 . ~;1}{] t:1 ~;1;1~D JTIL 0 -· J) ~l 11®©·0 (.\Gus 1 o 23) s0brc ho l\ orcs al Sr .. ~cner. 1 Pró,:;pcro PitJZÓn El f7icepresidJnt <> ¿_, la R .:públic!i, erzcargadJ d.•! Poder Ejc.:utivo (.0 SIDFRANDO 1.o Qu~ la paz públi "a ha ~· cb r e stablecid· en d Norte de la R e púbii c.:~., debido muy e~peci;dmen te á ios e .--fucrzos y servicios tdd Sr. G~q ~ral Pr\~ ;ipero Pnl/',Ón; 2.o Q.K la campana dirigi,h por el cit:tdoGeneralen el Nor­te de l.a Ke¡>ttblica p!!ede comp tr.\.rse con las mas gloriosas de nues­tra Ma6na G 1erra, y b.1st.lrn por sí ~ola par,t fundar la más escla­recida r ·put.lción mi lit tr, por la graveJctd de los peligros arrostra­<. ios) pur el acierto en lo• movimientos, por la t.:rHcidad y bravura del adver ario, por Ja grandiosidad <.le los episodio~, por l,1 trascen­dencia de los resnlt.ulo~·, pur el amor y respeto que el General Pinzón supo gr.llljear.:e en su propio Ejército, y por la aJmiraci<:in que logrú despertar en t 1 contrario; 3· Q.;e el Ger,eral 1 inz..o11 agreg1. á sus timbr.:s milit,ucs sus eximi ·ts v11ruJes ~í vi-.:a ,, JcmostraJas en más de una ocasión en los altos p11esto:' pu biico:' <1ue h ,t ·lt. ~ empcí1ado; 4. 11 Que el Gener .. d ?inz í11 h.a puesto muy en alto las glorias de la pnna; 5.0 Q ae á más de s...:r un deseo, es un deber inelu:Iible del Gobierno recibir Jigna y solemnemente al General Pinzón, VJII-1/ Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 258 80LETIN MiLITAR ~ DEC RET A. Art. I .o E J Gobie r no r econoce la importancia de los servicio s que ha prestado el Sr. General Pró pero Pinzón, y lo recomien da á la Nación como modelo de cumplido pa t riota y b~nemérito ciu­dadano. Art . 2.o El Gobierno ofrecerá al General Pinzón una meda­lla de oro en que se conmemore sus grandes hechos, y como mues­tra, aunque insignificante, de su admiración y gratitud. Art. 3 . 0 El Gobierno solicitará del próximo Congreso la ex­pedición de una ley en que se premien debidamente los ingentes servicios del General Pinzón. Art. 4 ·° Créase ur;.a Junta de ciudadanos encargada de dispo­ner lo que sea necesario para el recibimiento del General Pinzón en la capital de la Rep1:íblica, compuesta de ]os Sres. Dr. Antonio J. Cadavid A., Dr. Jo é Vicente Concha, D. Roberto Gómez Saíz, D. Bernardo Pizano E., D . .Enrique U maña S., D. Jorge V élez, Dr. Guillermo Martínez Silva, D. Justo Vargas, D. Carlos Pardo, D. Federico Montoya y D. Rafael Arrazola. Art. 5. 0 El Nlini!>tro de Guerra queda encargado de hacer cumplir el presente Decreto y de atender á los gastos que él de­mande. Art. 6. 0 Un ejem piar auténtico de este Decreto será presen­tado oportunamente al Sr. General Pinzón por el comisionado á quien designe para el efecto el Excmo. Sr. Vicepresidente de la .República, encargado del Poder Ejecutivo. Dado en Bogotá, á 23 de Agosto de 1900. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Gobierno, encargado del Despacho de Guerra, Guu.LéRMO QuiNTERO C.-El Ministro de Relaciones Exterio­res, CARLOS lVlARrÍNEz SILVA.-El .i\llinistro de Instrucción Pú­blica, encargado del Despacho de Hacienda, MIGUEL ABADÍA MENDEz.-.El Sub·t:cretario del 'Tesoro, encargado del De pacho, IGNACIO R. Pif~EROS. --·-.....-- DEL GENERAL PRÓSPERO PINZÓN La Comandancia en ]eje del Ejército Teniendo en cuenta que próximamente llegará á esta capital el benemerito Sr. C::reneral Prospero Pinzón, quien viene á encar­garse del Nli nisterio de Guerra, á fin de recibirle con los honores que á su jerarquía y méritos corresponde, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80tETIN MILITAR ~ RESUELVE 25S» 1.o Enviar una Comisión del Ejército permanente á la ciu·­dad de Ubaté, primera que pisará el Sr. General Próspero Pinzón en territorio cundinamargués, donde la dirección de la guerra está á cargo de esta Comandancia en Jefe, para g u e le haga los honores de ordenanza como á Jefe de Jas fuerzas legitimistas de la Re­pública. 2.0 Enviar á la ciudad de Zipaquirá una Comisión de Ofi­ciales Generales, formada por militares en servicio activo y por militares en uso de .Letras de Cuartel, á .fin de que presenten al Sr. General Próspero Pinzón saludo de bienvenida en nombre de la Institución militar de Colombia, la cual espera días de verdade­ro nrogreso y gloria bajo la acertada dirección que indudablemen­te habrá de imprimirle guerrero tan experto. 3· e En Bogotá saldrá á recibir al lV1inistro de Guerra titular el Cuartel General dd Ejercito, siendo obligatoria la asistencia .á este acto para todos su miembros. La Columna de honor que haga en .Bogotá los honores mili­tares durante el desfile del cortejo, maniobrará á las órdenes del General Comandante General de la I .a División del Ejército per­manente, ecundado por los Ayudantes que él designe. Dicha co­lumna será formada por e1 Batallón Artillería con sus piezas de servicio, la Policía Nacional y los Escuadrones U rdaneta y Usa­quen. 4. 0 Para desempeñar las Comisiones arriba mencionadas se nombra el siguiente personal: Comisión de Ubaté Generales Rafael Ortiz, Eliseo Arbeláez, Eduardo Briceño­y Emiliano Caicedo; Coroneles !\1anuel M. Leal, Jesús Peralta y Francisco Acebedo ; Tenientes Coroneles Arturo Acebedo y Maximiliano Gutiérrez R.; Sargentos Mayores Jesús Peña R., Antonio Nariño y Julián Cabrera; Capitán José E. Ucrós; un pelotón del Escuadrón U rdaneta. C?misión de Zipaquirá Generales Jaime Córdoba, Roberto rv1orales, Aquilino Apa­ricio, Arturo Dousdebés> Víctor Calderón, Daniel Villa ; una Banda de Mú~ica. Bogotá, Agosto 23 de 1900. JORGE MOYA V ASQUEZ Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 26() 80LETIH • MILITAR ~ D~ LA PATRIA (Concluye) El cnnrt.f'l pnPtle ;..· <1t·h~· ~t~l· la ('.'<~n:•l:t el~ la. :r twión C!'lpa­iiola d ... :-.:clp hoy: bta·tw::; ~olclado~, buetJOs ciutLlllauo.· . gste t!S corolario C\'Íclt•tJtl'. 1\las t•l bnc·11 sold:uln 110 p11P1le ~nt·~·it-, no, <~on lcl~ proc~pdi· mie11tos l'll bog·;t. Htt'tlllo la priJtH·r. t tn .ttt•ri;.t tan tlíwtil .Y tan ~XCl'lt•llll', <'P ra llh• 11 el :1 y ~ 11 . TP ¡d i 111 e· d l' l'l't:i hi l' 1 a f11 l'lll a <¡ lll~ <:011 · Yt•ttga, ¡ qné dol ·• r 110 apt·o\"c>dt .tt· tiP.Iltpo, ju •• t•utltd, ('tta.li•la•le:s! l~ul'C)IIl' el p:t .· o dc•l í•indadntw por hts tilas p,..; lt11,\" Hl;..!.O n:-:i <'OtilO el (}(•stile por u u ln~;ll' que mnlt .. sta :d 11 p111:o !1~ .·l'lpaís \'t•a <'lt t>l etwttt-1 ;tlgo flt l'Pilltllt~Wt.'llCÍ:t .· carct>la1 ias, tliiP le ha1·t·ll hnsc~a•· In.· uat•clios (h• t~lutlir l'l en111pli · uit•~tto dt>l ndts alto cl••h,.r llt• elltclncLwí .t; y eu el .·en·ieio, clut·<>zas ,Y fot'lllll i islllos b , lltlío~\ no poclt•IIIO" t'~pe· t•ar fntllert y lilwral simp:t1Lt, q11P Clll-!'·'lldru sc·tttllliÍ I' Illos do corclifvl'IIICII la illstitncióll eta ge­uuiua rl'pn•sPI I t:u:iún tlP la pntri:t. S {,Jo p11~de (~OliSl':,!tl ir:::;~ t "111'1 iia tt':tllsfnrmac~ · 611 llW(lht 11te la rpf'onna. • tt sn t•.·t"tu:ia . la edtw:wiótl dt•l soldado: gitnnasios hieu pro,·istos tlP a par;t t : s; e ·ettt'l:t.' a111 pi ias y eo11 el i. ·ct't>ción tlit·i;.ridas y dot:td lleilla hibliott•c·;t; dueh't.:, a~nl, limptt•;r.a, ltigic•ll«'; j11nto eon este, in.·trnc:ción tt·úric:a. c·ott o ·plie;H:iún l!ahlacla p• ,. t>l oOciaJ, emplE>:llldo t~m <-ts \'ctriado.· ;.· algo 111á~ Pspil itualcs y útiles qne los rPg-lam llltario~. 'omplt>tnt•ntallclu todo ello en el c·r~mpallll'll­to, lt',io.· de la eindacl, (>) t-jPn~ieio t':u~io11al. l'Oil \· ari;~utes ~~inicia­ti\' a., la \'ida milit;u· Ht'llt.;illa, y Pll ~-;n llll~lll ;l. ~t'll <' illez, t't.'~m~ i­j:- ula y fr:ttl'l'llal. Dnnclt> t••to .·e· Ita ht>dw, ,\' e11 la::4 g·uarniei,Hil'S donde feliZlllt'lltH OClltT<", c-J ,·nJdado p< S l• ;t p(WO ,\' ti H baja IIIU· clto· ellaa..·lío 110 in\' Hclo su espír·itn. <·1 ('ll c·lltn·ti<·llc y ~t>tllle<', ptH'H llil1 {)tle ('orporal é inklt-etualutt·tJte trah:1ja !IH'tln~. E .l eamhitl es el qnt~ mayor(':-> tnoth·o~ tit·u.- par.l :~hurrir~(~ de la \'ida qne se le impoue, y el que mús ew0o.s \'a a~nntL hwdo contra el servicio. Sn in. trncci6n prilctica. es nHlimcttt.aria. n~arrot-ntla y mo. lestn; PU ~1 políg-ouo, eomo ('JI <•1 e,1:npn dt> tll:llliohras, {) t'll los Catnplt10Pl1to~, él[H.~IIH:-. :-;j :se lt~ <·~tÍII\lll:l p:tt•a qlll' H<'H'('ÍPIIte l-lll a_fieión al tilo, y por lo t:111to ft las arn1as (]IIP lll:liiPja; su t·.·pí­r: tn <~01110 ~ns <~jo~, 110 Yt'll por todas } 1 arl•·~ sino l'l }ll'llOSO Ren·ieio de ePutine!a ú du \'ig;ilt~ale~ 110 sit.·¡:~pre hi­g- iélll<~o~; t'} dt 1'0 J" Sll g·t'll· tnalla qr10 lltl'lHlintit>lltO .,e t'llS:lll ~!te eo11 l:h nos;¡~ d••l olieio \'t>Jd;ldt•t:llll('lttt.~ útllt·~. <·on t.al .·, enú 1 ll•>eiÓil dt~ 16 .• gt·a !Hlt•s prngTt> ·o· que <'11 todo n ha. alt·:tllZdio pilr:t t•l (':ph·itll, y }l:tr:t ('} ent•rpo 1lí~ ntll !ho~ la adqni.-iei{.u de t•llf\·r· 1 wda ;tlllt'lltt~tti ndolt•.' COll h:thiiHl.l(l ~ll libcrt;ul callt~j.'r:l, y halh:seu t•n d cuartelt·'c.~lllt'lltos tlc atrac­cióll y de tt"L !t:rj<,. f.J t olH a, S11hre .~ut· i lll}H'rin. :lln<'ll te• w·c('¡::;;q·i:l n 1 paí~. es capital phra ]a institnei·)n arrlliHln <'ll ~ns fill4'~ ~ut•rrPros . .l\Ie· diaut'~ el ah,ulilouo ó 1'1 dt·seollciPrto dt· la c.•dth·BO:S Hoitludol-1, ~t>íhtl t>Yidt•tttt~ dl· fllle lo d(•JitiÍs HtHla fnera. 1le qnieiu, 110 ¡.:;o g·:.uwll eantpnfias, Hlll~"s bit·n ~e ¡,ipnlt:>tl; y eon des(ts~res militare~ IP~ pue )lnJ ~e nrt·ttin:lll ;t' ~twtunheu. El pt>ns·uuh~nto de V m del' Oolt~, eonto sit>lllpn·, t•s Yt•rdalltplos pl'r.;t·\·~·ratltt·M <¡lle llit•rall y t->11- saueheu la imagi uaciull tlel jo ve u, i utla uwt,do su alma. y rol.HlS· Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~62 80LETIN MILITAR ~ ':teciendo sus miembros, regocijando su áuimo con horizoutes y -e~perauzas con que jamás soñó. A~í lo enteuclieron y practicaron, felizmrute para ello~, puehlos que hí)y alcanzan Ja meta tle sn prospel'i•lad y gloria. No hemos de voh·er sobre lo becho en Alemania á raíz ele ~us cruentos desastre~; veamos lo ocurl'ido en Fraucia y en Italia., paísP~ similares al nué!-\tro por origen, clima. .v te111leucias. '.rras t>l arranq ne oficia 1 á raíz del desastrf', ht labor, afio tras afio, de lo· de abajo. Uua nota. bibliográfica de las ohrillas .Y li br~>jos pu bhcatlos para la. edncacióu del soldado, sAr{t lle­mo~ tradón más •loeneute que cuanto nosotrm~ pudiéramos d(•cir conómie:t~: su preeio o ciJa eutre 0~~0 j' 1 fl'auco. IútS obras alcanzan ·iempr·e varias edi~ioue.·, ~den .:taR obrilla~, infinidad de Cahiers v de ()a¡·nets JH!.l'a vulgarizar el tiro, la hipología, la eRgTirna, la gim .. ua~i; , los n•g-hl.llHm to~, la forti ticaeíón tle ca ru pafia, el ~ervicio ttle ~ ·plora,·ióu, t>tc. ete., to1lo en edieiotit" ecouómicas. Uon:agl'ado~ e~ pecialrnet te á la educacióu moral .V militar aeJ soldado y \l . la. cla, · <:'~", eu couiicione · ignalrnente ecouó­m icas: Edw•a.tion m.ilitaire, 1Va CO'mpagn.ie Catéchisme rlu .~oldat, Oon eils a u.r carl1 f' de tna batterie ,¿ la l'l'ille df' l'arrivée des recruN~, L'edttc(ttion moTal rlu. ow; officie~·, L'educntion moral du, ..soltlat, De:~ t ltt~one · dan. le . ., clwmbre.'i, ,líanuel pu.triotique d1t ci · toyen et du. oldat, J[(lyens á employer pour m.aintenir ct n:let'CJ' en campagne le tnot·al ile .·oldrtts, Conseils d un fut>u· conscrit. Le jetuw cnncrit. La vie 'núlitaire, Chnnts m.ilitai1·es, Chansons • Cono •iclo son: el Qngc;.tivo libro de La y¡Q~:!, Tu seras SQldat (1 o euicioncs '; el de Bignt, Lt Petit Pmnqr.is (25 ediciones); Le Livre de in. Patrie ( 9 eclicione, ); His· toire de Frrwce rles Pt tits E1!la11ls ele Kcrgomard; h nrdieute co.ección de la Liga de p,,tri( t ·. · Chn.nt Pntriotiques, Chanls du soldat ( 1 ~ edicione._), Nouverwx Chauts du soldat (79 ediciom.s); ftfarclt.•s Pt s m¡prie' (31 c.lil'Í~>nPs ; r .,t(or!d. me Jlfilitaire á .l'u~a/!e des Nablessimenls d'instruclion publi iJ'II', p01 Dérigny. Tt;ng .~e en <'ucuta 1p1e t;mto las edif'ione• de la cas.t Col~>n C'nt!l · •. o.; dt• l,t Lig-a dt! Po~tl'iot.l!>, on de 30 á -t-0.000 t•jemp an·s cad.t urH. [,a Bib/iQl/,pr¡ue de Sonuwirs et R<'cits Militaires tam­bi( n llcvn publicados en colt>cció11 más d,, luO cu deruo._, E tct cot~cci6n, CtllllO otros muchns librillo., de car;;jl'ter ¡l\lpular. ostentan ilu. tracion .,.. por der11ás llamativ•t·. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 263 de ro'u,te et refrain.~ du bit'oua.c, En 'marche, Chansons de route. A éstos deben agrt>garse los mPt·a.mente pl'of'esionales de gim· naxia., P~grima, eq ni tación, higiene lluma11a y dél caballo tit·o 1 d fi . . ' ' e emcntos e l~wa y de c~iencia, para el mejor eonouimiento d~ las armas,, do la fortificación y del caballo, y preparatorios para ascencler a cabos, sargento~, etc. De carácter histórico existen nna infinietite Bibliotheque de l'a rmée [rnn9a ise. (hu la sol· t>, él. lo:s entph~a 1o.'e u Francia, acaso porqne la uece~i{lad de hacer patria y fortalt.·c~rla era. enestión mfts apl'emiante y capita.l. Uomo cou~ecu~nd:t tle nn ,·ia.je ~l Italia s I, Educac16n moral del 'old,"lo. La olHa es una verdd._d ... ra joya, y en su génct.o está,á 1~ al.tura de _las. d~ Nicolo ~I. 1 rselli, vertidas tamb1én al castellano por el c1tado Com.lnd-wte de 1nf¡in terít, prnfesor de la Esl!uela Superior de Guerra. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 2G! BOLETI~ ~11LITAR ~ \icl u m hre ú ofreeen los bol'izon te::; geogt·áficos, militares y ma­rítimos d~ il hel p:w,..e ('he Apcnnin pa1 te, il mar circoncla é 1' Aire. Cualquiera de e.·os catt'ci. •tHI", librillo~, cnnwt.~ ú opú~cn­Jo~, encierran prJJIIOl'O, a~ t.'tls<·fíauz:.:t~, l"t• tH·IIIo~ ,Y 11ohlt•H e~ti­Jnulos. Al>rarnos uno, el de ühapni.·, por {-jPmplo, y n•amo ... cf sumario:'· Ncce~ülad tlc d<·s< nollar la t'dnt.·aeión utonil; 1~1 re­gimiento e~ una familia; Del st•J'\·icio mi lita¡· ; La p,,tt ia; Do­la di cipliua; Del ¡·e~Jwto mtlitar; Lii. hl s •l•·rto; La Patrie~; El n~·y; El c•jérl'i tt~, di ·ei pli 11( , ol1 ·n;. Sdlidarid:u.l; Ho11or lllil1L r, y ,tln r, ;dHII'g'Ht'ÍÚil, c. ~pÍI it11 tlt~ ¡.;;;¡. m·itkio; L: HatHleJ·a; El jur,ll.ll':Jto; St>lltÍIIIÍl'lltO n·!igio. ••; El P.Olcladu 1:10d ·lo; I.n \ida ci il clt•:-o¡liH~, dc.·l ,· t·n·icio tnil!tnr; U u poco 4.h .. g·l'ogTafi;t j(•J"nr la patriH qtt~•tida. IJa Retuilla qne ese pn·cio:o tt•sm tl :tlllOith>taa t'll ul ( ... iét t·ito Re dt'IT. 111:1 do:-;pttés tu t·l ~t:.tiO de.~ la Na<·· {111, Pll en ,ro rq~·.~:~.) t!n'N" y fnH·tifica {t- d e sp<'cho dt~ olra:s te.~ tde ii<:J;t.· nalsana~ p ;1 n1 t'l iutet·é · coiPcti\·o. Porqtll' l;t~ •11. c·fi :Lttí'.,t.· r ·eihidas t·ll t·l cjt'r· cito, lo· c. .. j •mplo · Yisto t'll la :ttl~tt·t.t \'1 la 111i lit r. no pic·nlcu jalllils Sh fut>rza íntima ·' .-uu \ • '11 t•l cürazon del suldado . • • ranea, pu 14, est:í la da, y f(u·il y agrndahlo t:~ la tnr<'n. Flaca la c.•u:eilitllZ;t c. .. lf·lllt-'llt;tl, dc.•:.,veueijll tru de.· rl'parn e ion y tll' "· l í 111 u lo·,, do11rd ::\ dt·ro, si11 < lharac:ts ui ·allicl:~dt•s tlel carúetPr lliWlOllrto, muy eierto PS qne para lograr pró:·qwro~ re~:wlta­dn., a~í en el onlen po~i ti , ... o como en el abl-lol utameu te moral_, no l>.t,' ta eon la. eclncaeión que el soltlado pueda, recibir du­raute ~n cor·ta permanencia, en filas. Si la ::)OCi ·d~.d tle doiHle un ejéreito ~e nutre 110 atienl alma del citHhHlano eu el culto l'al ~Iar ~ elli, coufortHPH c.->n l'Sto e011 .l\larce­ll: tdn, \Tillama r tin y L lutiraratP, s~~. cnmplt·n por twHlo I'i~· lno:so~ ,, El ('.iéreito r•·tl Pjn. la ' t) e Í(·Ilad y el tit•:npo en (}!H..), · i,·e." Pero aqní, dolltl e <· i11 tene¡· CtHtStituído el E ·t a llo }lfilitar h('mo: Ot'g" r,a d •1 E ~ t a do, b; e u pn<·a (•o sa t•~' l'll , -pnl<:,d t>l eon~a;.{rar algu 11 n atPueiú n {¡ f o nuar el alma d e.l .. ·oldació11 Je conbate es, pue , 1ns.eparable de l2 noción de guerra. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 266 80LETIN MILITAR '-'Y"'-"' Del encuentro de dos partidos que buscan en el combate un resultado decisivo para el c.le5enlace de la lucha resulta una bata­lla; para é;;te no e el carácter de wdas las acciones que constitu­yen la trama de una guerr.J. El encuentro general de las ma as principales va precedido comúnmente de n urnero5o ciH>LJ u es de pequeñas fraccione. de tropa, l que también ocurre e >mo consecuencia después de los grandes comb,t tes decisivos. L-ls de:;t. s,)bre el campo de bat.dL.t la victoria depende principalmente del número y valor de las tropaq, de u buena dirección., del tiem­po y h >ra del emp<:i1o., de Lt s fuerzas de que se Jicponga y de una multitud de circunstanci a s que constituyen la par te azarosa de la guernt. La proporción entre las fuerzas de loe; contenJores ejerce in­fluencia considerable sobre el rcf'ultado del combate: poner en línea fuerzas superiores en el punto decisivo, es el principio fundamen­tal de la dirección de los ejércitos. Las formas del terreno también pueden contribuír á fc1cili tar la victoria á uno de los do· partidos, haciéndola más difícil para el otro. Sin embargo, en primera línea lo que habrá de tenerse en cuenta es el valor de las tropas y su buena dirección. La hi::;toria militar prese:1ta numero. o s tjemplos de que un soldado eminente con tro¡n aguerrid,ts, a ...: ostumbrc~d;¡s á triunf..tr, haya vencido á un advers·ario dos y aun tres veces superior en nt'ímero. Es claro, se entiende, que además será preciso que eljefe que persigue la victoria no ~e vea abandonado por la fortuna; y la for­tuna se complace en no otorgar sus favores sino á la audacia y á la intrepidez. Los resultados de la victoria son, ante todo, resultados de ca­rácter moral, aun cuando de ordinario también son mayores las pérdidas del vencido en muerto: y herido , y lo son siempre en prisioneros y troft!os ( 11 m .t~, banderas, etc .). ~ l efecto principal de la victoria consiste en la de moralización, la indisciplina y el des­. orden que engendra en el vencido L1 conciencia de la derrota. En- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 2G8 BOLETIN fíllliTAR ~ tre más d¿cisiva haywl sido la vi··toria, mayores . erán esto últimos resultados y más puede esperar el vencedor con una persecución tenaz, que no deje al venciJo tiempo de re tablecer el vrden en sus filas, akanz;.¡r la completa disolución del ejército enemigo. Es de noté.lrse, sí, que en las m a yo res catá ·tr::>fes mili tares el vencido ha qued.ado en el crma de prisioneros: Bor bat:-dla campal se entiende una gran lucha en la que todos los cuu pos de tropá~ e han cli ·pue. to nH.:túdicamente sobre frentes regulare antes de la pugna; y es antítesis de la bata lla d e e;zcuen­tro, que resu1t·1 de ts'l choq e inesperado p:ra les lidia(.ore · , y por lo m · m o no presenta tanto urJen y regulan dad. Un combate parc.:al es una de 1 ·s e~cena<; más 6 meno~ i nde­pendiente · de un comb..! te n ás COlb 1 ier rebeliones, á la guerra de guerrillas, en todas las partes del m un do en donde ejércitos organizados (ó regulares) luchan contra adver­sHios quP. rara vez e lanz.an á campo raso. L1.s pequeñas guerras no se denominan así á c;-..u ~ a de la <>sca­b s.obre la cual ge ejt'cuten. La lucha reciente entre el Japón y la Chuta fue, desde el punto de vista puramente milit,lr, u11a pequeña guerra, bien que ambos adversarios 1 de un l.:ido, y flt t" rZ .JS q• .. H.·, dd otro, bie.1 que numéri­camente considerables, no poJJvimien t os al comen- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 270 . BOLETIII MrLtTAR ~ zar las operaciones, se persigue por las dos potencias, porque cada una tiene su plan de campaña. La que toma primero esta iniciati­va puede, por consecuencia, echar por tierra todo el plan de opera­ciones acordado teóricamente por el adversario. Pero, en guerras civileo;;, bien que la prontitud en abrir operaciones sea más ó me­nos obligatoria para el ejército regular, no h.ay las mism."s razonea para precipitar los acontecimientos. Los adversarios no tienen plan complicado de movilizaci.ón cuya ejecución pueda ser detenida por un golpe súbito. No se trata de tomar una iniciativa que, salvo en algunos raros ca!:os, no es disputada al principio. El punto princi­pal que debe perseguir e no e· el de que no haya retard\)S en abrir operaciones, sino evitar las dilaciones una vez que las operaciones han comenzado. Un triunfo efímero cuesta caro si se obtiene al precio de un período ulterior de enojosa inac ·ión. Porque es prin­cipio importante en la dirección de estas guerras que el ejército regul.ar debe forzar al adversario á que subordine á los suyos sus movimientos, y á que se dé cu~..nctt de su absoluta inferioridad moral. Toda dilación ¡,e considera co·no una debilidad; toda demora permite al enemigo rehacen•e . .Es, pues, condición esencial de buen éxito, no comenzar las operaciones sino cuando se han reunido fuerzas sufi ientes p .. ua drrigir vigorosamente la campaía y cuando esas fuerzas están com pletamen tt organizadas y eq ui pa,l2.s según la empresa á qu<:: se la destine, cualquiera yue sea. Lord Wolseley ha dicho: "Si en cualqui<::r momento de las operaciones os veis obligado á derenero algún tiempo para hacer venir provisiones, dais ocasión á que el enemigo recob:-e valor y á que se olvide de la ventaja que ya habíais obtenido sobre él: se imagin:1 que es el temor el que os detiene." Una vez que la guerra ha comenz~do, una dilación produce la conser.uencia de dar tiempo al enemigo para organizar sus fuer­zas de combate, y no tard ... rá n sacar partido de ello. Antes de abrir hostilidades eso~ adversario~ no saben á anenudo darse cuenta del peligro que le· amenazél, y no to siempre á combatir con él, en donJeq uiera que lo encuentre. N o se trata solamente de con­servar la iniciativa, sino de obligar al enemigo á persuadirse de que lleva siempre la desventaja en todo encuentto, y de que la uperio­ridad de las tropas ale cionadas ~·veteranas es evidente. Pero convie­ne r<:n.>rd ... r que la ofen iva estratégica no es incompatible con el emple o d.: Ll defen iva en el campo Je b,tlalla . ..t-n muchas campa­ña~ recientes las fuerzas rc.gulares e11 el momento del corP bate se dej . ron ataca r. A~í sucedto en la guerr-t del Zulú, que es un buen eje 1 plo de e . t e pri nci p i o. La columna del Coronel \V ood en K.arn­bul; i, y la e 1lumn t <.le Lord Chelm~ford, que marchaban en auxilio de .t.ko we, estc1 ban ambas en tcrntorio Zulú; elias obligaron á los zulúe · á cornb.ttir ó á reconocer su superioridad; pe-ro en Ging­hilowo como en Ka m bula fueron los zulues lvs que tomaron la oíc:nsiva, no los ing!ese ; lo mismo pa::.ó en Uiundi. V l. Efcto d r. una aann dc.e siva sobre los indecisos en las filas del adv~-rsario y sobre aquellos quc vactfan en juntarse al enemigo- Hay un h echo muy importante que diferencia los adversarios de las gue .. 1 rras civiles de lo que cornl-,aten en 1 ,s grandes campa-'-tS. Las pri­meras aumentan y disminuyen en razón del electo moral producido, y sin que á ello contribuyan las pérdiuas sufridas en el combate o las ocaciones de conflicto. Los ejércitos irregulares cuentan siem­pre en sus filas muchos indecisos. Hay siempre masas de guerreros prontos á engrosar lrls fila del enemigo en caso de victoria. Aun en el terreno mismo del combate una gran parte de Ja fuerza ad­versa e compone generalmente de si m pies espectadores; pero éstos serán los mn ardientes en 1~ persecucion, si el ejército regular su­fre un desa. tre, v tom:.trán parte, probablemente, en el próximo combate si este ejercí to sufre -;¡Jgú n revés. U na ofc:nsi va vigorosa tiene por objeto retraer de la lucha á los que vacilan en tomar las armas, y dism in uír, en consecuencia, los electivo· del enemigo. Un plan atrevi <.lo de campaí a tiende á reducir al Inínimum las fuerzas del enemigo y á impt- dir que los que no <;&t ' n comprometidos au­menten la fuerzas de los amotinados. V l L &ra nde Í71lf rr' Ú~n prod uet: o! en emigo uua aui{¡n atnvid~, y r ts uelta - Los anales de las gu e rr2s civile pt ueban bien á las da­as la impresión casi decisiva que prodt...cen Jos procedimientos a~.-­tivos y resueltos. Cada página de la historia militar de la do •1.ina- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 272 BOLETIN MILITAI ~ G:ton inglesa en la India es u:1a prueba de elio. Desde Clive hasta la época presente el atrevimiento y la impetumidad, más bien que la sup'-rioridad numérica, h .n asegurado la victoria. El espíritu de ufcnsiva que animaba igualmente á jefes y á subordinados ha dado .J triunf; á las armas inglesas. En ninguna expedición este espíritu de ofensiva se ha mos­Hado de modo más con tante, ni ha hecho sentir de modo más trrc · istible su influencia como en la ublevació¡;1 de la India, cam­paña en la cual, ~or causa de u superioridad numérica y de circuns­tJncias particulares, el enemigo era formidable. Durante esta gran lucha las operaciones á campo ra o consis­tieron, de un modo casi uniforme, en una serie de combate. en los e u a les pequeñas col u m nas inglesas atacaban y batían siern pre fuer. z :ts muy superiores del enemigo. Los golpe- se sucedían sin inte­nupción, y nunca se daba tiempo á los rebeldes para rehacerse. Cler-o que hubo que combatir mucho porque la resistencia no f •. tlró. Al principio los u blevados combatían siempre valcrosametJ te, algunas veces hasta con de esperación. No era la superioridad Jel arma­mento inglés lo que acababa con el enemigo: comparadus con las tropas ingle as los rebelde- estab;-1 n bion armado . .Fue el esp í ritu de ofensiva, de qq~ se sentían animados los j e fes ingle ... e~ y · us sol­dados, lo que les procuró, en la peripecia~ de una campaña :-ingu­larme nte activa, e a larga serie de victori;-¡~. La lucha memorable de Sir H. Ro ·e en las Provincia. centrales del A<;ia fue notable por la intrepidez y la energía indom:1b'es con que condujo las ope­raciones. Los rehelJes no tuvieron ni repoc;o, ni tiempo de re::,pi ­rar. '"rodv triunfo se complt!tabl hasta con cguir éxiro a~ . oluto. La campai'1a del Gwalior no f•Je .. ó lo un triunfo de e~t;ratt · gia y de táctica, sino también de r<:!;;olución. Los a iáticos no compr ndían semejante vigor. S >lamente cuando el ataq es .. consiJ,.ra a impo iblt pudo el enemigo conserv a r sus p:lsicione" . Lo mi _ mo pa5o gen ralmen­ve en las campaí1as de los rusos en el A i ,, central. Energía y atre­-. ·imiento, tal era su pal«bra de orden. Su ma :1era de proceda con is-Í .l má bien en intimidar al enemigo con una vigorosa of<:!n . iva, t:¡\1 ·en enviar co:ttra él fuerte. col•m·1as. Ahí c. tán loe; re::,ultados. E 1 l re:-tigio e:; t Hi > en esta _ guerra;-. E 1 j · f~ que rec 111>ce e tos . r ' n cipios y obra <:!ll confl>rmidaJ ·on ellos, es el vu11::eJor incon­' t~ ··ablc:. V 1I l. Es ir~disp ens7hl p: r ' rrui t 'ltl z ·n .zt " el éxit?-Pero el -e­a: r e tl de vencer á t le s aJv e rs<.ri ; nr> e :> tri b ! snL-tmente en el atrevi­mient ,Jcl at.tque. En roda g tttrra, para qut la victoria sea comple-a, es m _ ne~tcr terminarla con la per ecuci6n. Un golpe único pro­cur rá á menudo imp, ,rtantes resultados, y una suce -ión d ... golpe-s paraliza al enemigo. Lo guerrc:>ros de m ntonera no comprenden .!cino, de dos piezas de su batería y de una partida de voluntarios' á caballo. Desembarcó á algunas millas de Arrah y marchó contra el ene­migo. Los rebeldes se reunieron en buen número para cerrarle el paso; la pequeña columna inglesa los atacó sin vacilación. El com­bate fue reñido, casi desesperado. La fiera actitud de la pequeña columna inglesa desconcertó á los rebeldes. Este vigoroso combate quebrantó toda resistencia y le abrió camino á la columna. La intrepidez de los asaltantes produjo tal efecto sobre las fuerzas enemigas, que los ingleses no encontraron ya resistencia, bien que estuviesen todavía á algunas millas de Arrah. La guarnición fue salvada sin más lucha. E ta fue una brillante hazaña, no tanto en razón de la ejecución, por cierto h ábil, cuanto desde el punto de vista de la concepción. Marchar á su encue ntro é intimidados con una tenaz energía, tal es el procedimiento que hay que em­plear con los asiáticos. 3.0 Bello ejemplo de una grande hazaña militar, realizada por una fuerza insignificante, comparada con la del adversario, es el ataque efectuado por el Duque de Aumale contra la Smala de Abel el Kader en 1843. Smala es el nombre que se da en Argel á una colonia nómade, á un conjunto de familias, y también algu­nas veces á tribus enteras que cambian de lugar para vivir ó po­nerse en seguridad. Con la Smala marchan los camellos y los re- ~ Valiéndose del bluff (terrenos pedregosos que forman parapetos naturales en A.sia) Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ 2T5 baños que forman su principal riqueza. El General en Jefe supo la posición aproximativa de la Smala, es decir, mucho más a11á de la cadena de puestos defensivos que señalaban entonces el lími­te de la autoridad francesa, y resolvió atacarla por un movimiento combinado. La columna del Duque de Aumale contab3 6oo ji­netes y 300 infantes. Las tropas montadas, lanzadas á vanguar­dia de la infantería, menos móvil, cayeron repentinamente sobre la gran Smala, justamente en el momento en que se instalaba en un nuevo campamento, de>pués de uno de esos cambios periódicos de lugar. Resultó que Abel el Kader estaba ausente; pero s,ooo hombres de tropas regulares del Emir estaban presentes. El Duque intentó un golpe atrevido. Sin esperar '>U infantería, sin tener en cuenta la gran superioridad numérica del enemigo, atacó con sus escuadrones aprovechándose de la confusión en la cual se encon­traba la Smala y de la circunstancia de que su aparición sobre el campamento era inopinada. La victoria fue completa. El enemigo fue totalmente dispersado. Tomó numerosos prisioneros, lo miimo que un inmenso botín de camellos, carneros y otros ganados. Los estandartes y el tesoro del Gran Jefe nómade cayeron en las manos de un débil cuerpo de caballería francesa. El revés más decisivo que experimentó Abel el Kader durante sus años de lucha contra los conquistadores de Argelia, le fue infligido en un combate que, por decirlo así, se redujo á un encuentro casual con algunos pe­lotones de caballería. Estos ejemplos de triunfos notables obtenidos por columnas débiles comparadas á los efectivos enemigos, se han citado no sólo para demostrar lo que cuerpos pequeños de tropas regulares pueden ejecutar en estas guerras pequeñas, sino para comprobar también cuánto vale la influencia moral, asunto que era el objeto principal de este capítulo. Estos ejemplos nos enseñan el gran principio de que el vigor y la decisión son la base de una dirección eficaz en esta clase de operaciones.-Continúa. 'cccct~-;-:.-+ Jm~m1DJJRIL~~ DEL GENERAL PABLO MORILLO (Continúa del núme I 32, del 30 de Diciembre de I 8 99 ) A la mañana siguiente el ejército entró á la villa de Onra, en dontle inmediatamente le pasé revista con toclo el aparato posible. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 276 BOLETIN MILITAR ~ A pesar de la marcha forzada y de varios encuentros con el enemigo, las tropas desplegaron un estado de ánimo bas­tante imponente para desmentir las falsas noticias que un te­rror pánico había divulgado. Había corrido la uoticia de nuestra completa derrota, cou otras mil imposturas, y nuestras pérdidas se habían exagera­do fabulosamente. Los habitantes tornaron á sus hogares cou alegría é hicieron muchos sacrificios en favor de las tropas, cuya brillante situación hacía renacer en ellos sus esperanzas. El ejército reunido acampó en Cura hasta. el 25: entonces señalé los acantonamientos de los diferentes cuerpos. Los ba­tallones de Navarra se encaminaron á Valencia, el de la Unión hacia Turmero, el de Castilla hacia la Victoria, y los Húsares á la Quinta. Los Batallones de Pat·dos de Caracas y de milicias de Valencia permanecieron en Cura; el batallón de la Unión marchó tres días después á Valencia. Acababa de ser informado de que el enemigo se replegaba sobre Calabozo, y tomé todas estas medidas con el deliberado propósito de que mis tropas descansasen, y sobre todo para es­perar las que comandaba el Coro'Jel Calzada. Yo suponía que éstas se encontraban á inmediaciones de San Carlos, y les había dado orden de que se me unie. en eu Valeucia. Me trasladé, pues, á esta última ciudad, dejando á órdenes del Brigadier de, la Torre la guarnición de Cura formada por las cuatro compañías de Burgos y el batalló1 de Castilla, porque, según las últimas noticias, el enemigo, acampado en San Pablo, amenazaba á Ortiz. Este período de obs rvación no fue largo, puesto que el 5 el enemigo desfiló por el lado de Ortiz, siempre á presencia de nuestros puestos avanzados. El Brigadier de la Torre abandonó la ciudad, y se reple­gó primero á la Victoria, y después á las posiciones de Las Oocuizas, tanto por razón de la inferioriflad de sus fuerzas, como para cumplir mi órdenes. Había pre í to este caso, y dado, en con ecuencia, mi~ instruccione . Nuestras tropas dejaron en la ciudad res, fuerza mucho mayor que la nuestra, puesto que los lanceros del Rey, el sexto escuadrón de artille­ría y los húsares no habían podido reunírsenos. Los bravos rlragones deJa Unión, que ape.nas c~utaba1_1 en sus filas cl?s­cientos jinetes, cargaron con .Intrepulez sin calcular la n~­ferioridad de su número, y pus1eron en derrota á cuantos qui­sieron oponérseles, persiguiendo á los rebeldes, sin darles cuartel ha ta una legua más allá de Maracay. La~ fuerzas enemigas que se habían estacionado en este pueblo pretendieron entonces sa ... car partido del desorden Y fatiga con que los nnéstros ha.b1an llevado á cabo la acoi?e­thla y alieron á su encuentro en el momento en que volv1an gTnpas; pero á pesar de tamaña. ventaja, su audacia, quedó bien ca t.igada. Los dragones volvieron á cargar con el ~mpetu que acababan de ostentar, y obtuvieron un triunfo brillante, digno ele tanto valor. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 278 BOLETIN MILITAR ~ Resultado, la caballería enemiga quedó becba pedazos, y sus desbandados jinetes hnyeron en todas direcciones. La pér­dida de los rebeldes fue de ciento y tantos homures, cuarenta y dos cajas de parque, más de dos mil caballos y mulas y la. tota­lidad de sus equipajes. La conducta de los dragones de la Unión es digna de los mayores elogios, sobre todo si se tiene en cuenta que habían venido desde las orillas del Apure á marchas forzadas y sin re­mudar monturas. Además, antes del primer ataque recorrieron á galope dos leguas y casi dos más salvaron con igual ligereza en persecución de los enemigos; tales marchas debieron agotar sus fuerzas, y sin embargo lograron consumar de una manera tan completa la derrota del resto de las huestes enemigas. La infantería no tuvo nada que hacer en esta jornada: toda la gloria recayó sobre los bravos dragones de la Uuión, sosteni­dos por el ·escuadrón de guías y por algunos jinetes de van­guardia. El ejército hizo una corta parada en Maracay hasta las cuatro de la tarde, y entonces, á pesar de una fuerte lluvia, tomó la ruta de Cagua. El rebelde Bolívar, quien durante· el combate de Maracay se ocupaba en la loca .tentativa de forzar el paso de Las Co­cuizas, que defendían las guerrillas de1 Brigadier la Torre, á la noticia de la derrota de su caballería, retrogradó precipita­damente hasta La Victoria, de donde salió con igual precipitud para la villa de Cura. El ~jército realista llegó á Oagua el 15 por la mañana, después de penosa marcha, y en la tarde del mismo día em­prendió la persecución de los rebeldes, á quienes yo me pro­metía dar alcance en Cura. :Mntrámos á esta pol>lación á la una de la mafiana, formados en tres columnas de ataque; pero mis esperanza fueron frustradas: no había en la plaza sino un destacamento de 200 6 300 hombres de caballería, que después de cruzar algunos tiros con nuestra vanguardia, huyó á favor de la oscuridad de la noche. En Cura supe que el enemigo había emprendido su retira­da (lurante el día y parte de la nocho, por el camino de La Puerta, dirigiéndo.e hacia la llanura. Calculé que aún lepo­dríamos picar la retaguardia, y en acometimiento de ella envié nuestra vanguardia: el re to de la tropa pasó {t. acampar en una sabaua. Esta operación se retard.ó por el mal estado de los caminos, llenos de lodazales y de pendientes. Ell6, al despuntar el día, nuestra vanguardia acometía· á todas las fuerzas enemigas que había encontraflo en el paso de Bocacbica, arr~jándolas un poco más lejos, in darles tiem­po de retirarse en buen orden. Al primer golpe de vista los rebeldes se dieron cuenta de la inferioridad numérica de nnestra vanguardia respecto de la de ellos, y se decidieron á sostener el ataque, sin (luda con el Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 2T9 propósito de poner en salvo sus enfermos, sus bag~tjes y los muchos emigrantes que los acompañaban. En efecto, no sólo impidieron el avance de nuestras tro­pas, sino qne hasta lograron qne sn caballería volviese á va­dear mm queb 'rada y ~e apo(lerase de algunas casas que que· daban sobre uuestro flanco. Yo pretendía dar algunas horas de reposo á las fatigas de la tropa, y aguardar á los rezagados en la ciutlacl de Cura: dos días de nna marcha forzada y penosa hacían indispensables estas medida·; pero el ruiflo de la fusile· ría, que aumentaba á cada instante, me decidió á partir apre­suradamente, dPjando á Jas tropas orden de que me siguiesen con tolla celeridad. En el camino encontré varios postas del Bri­gadier Morales, quien sin hact>rme perder toda esperanza de trinufo, me pedía con instancia urgente socorro. Por esto di orden á lc:ts tropas de que acti vaseu su marcha, y muy luégo que tirasen las mochilas y siguieran á la carrera. Llegué al campo de batalla en el instante más crítico: nuestra caballería, tras varias cargas brillantes fue menos feliz en la última. En el momento de acometer, un fuego muy vivo de los rebeldes contuvo el ímpetu de su carga, y reanimó el arrojo de la caballería enemiga. Fácil es apreciar las consecuencias de esta indecisión ; el enemigo se aprovechó de ella. para rechazar nuestra caballería y obligar á la infantería de vanguardia, falta ya de municiones, á batirse en guerrillas y en retirada Ni mi voz, ni los esfuerzos recLas ó sohr • lo parapetos, ])Hra im­pe, 1ir ln. entracla en una ¡)laza á lo itiadore.'. AURU .\1 AI. enct r al ene-migo cou la nperioridad del u (tmE'ro. ABRUPTO. Terreno cortado, q nebrado, e:carpado. ABSOLUTA. adj. Bntre sol­da< lo , licencia ab. olutn. An. Tli..NERSE. v. r. Privarse de alguna co~a.. AB~OLU LÓN ••• f. cción de abRol 'y r. 1 n •ft>cto. ARSOLVEH .. \""', a. Dar por li­bre sen·ar con cuidado al enemigo ocultáu­< lo e á. >U "i ta. ACELERAR. Ejecutar algu­na co a con má pre 'tcza que la orjo del fusil y de la lauza. .AFILIAI{.S.E. v. a. Alistarse eu cualquier cuel'po del ejér­cito. AFLOJAR. C(~jar, ceder, per­der terreno, entibiarse el entu­siasmo. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 6 VOCABULARIO l4ILITAR AFLUENCIA. Afiuent e e S toda corriente de agua que desemboca eu otra 1nayor ó mirada. como tál ( \?éa.se ctten· ca). El sitio donde dicha co­rriente afluye se lhuna con­fluencia, y ella no se denomi-ua continente sino afluente. AFtHLADO. El que disfruta de fuero. AFORA.DO DE GUERRA. El que disfruta de fuero militar. AFRONTAR. Aceptar com­bate; dar ó hacer frente al ene­migo. AFUERAS. Extramuros. 1 Eu fortificación el ruedo ó te­rreno que la rodea dentro del alcance del ca.ílón. AFUSTE. S. m. l\:foutaje de los pedreros, morteros y ca­rronadas. Nombre geuérico de todo aparato óarmazón eu que se sienta 6 asegura un arma de fuego: en las portátiles se llama caña. y en la piezas de artill ·ría cureiia. A.GARR.Ol'AR. Apretar el ra­maje de una fagina, dejar al enemigo incapaz de 11liciativa y movimiento e pontáneo. AGO'l'AR. Consumir, gastar fuerzas y recursos. AG-UAJAa. Úlcera que apa­rece en la cuartilla, tloulez d 1 corvejón y parte po ·terior de la rodilla del caballo. AGI EGADO. s. m. El militar que, destine n ando de la confianza del agraYiado, 6 con circun ·tancias en que éste uo pueda defender. e. Comete e ·te delito el que hiere á otro con ventaja, de ca o pensado, por la e. palda, con arma es­tando el contrario sin ellas, esperándole en un punto ele­terminado en donde uo pueda defenderse, 6 cogiéndole des­cuidado. ALFANA. Caballo de guerra. ALFAQUI.-~. Banco de arena en la de embocadura de un río. AI~FÉREZ. adj. Oficial subal­terno de caballería, inferior al tenieut cou quien comparte el trabajo y cuidado en todo lo concerniente {l la, compañía. ALI•'OLÍ. s. m. Almacén de sal: también se llama así al granero, alhúntliga. ó pó ·ito donde e guar
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Prensa

Compartir este contenido

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 167

Copia el enlace o compártelo en redes sociales

Imagen de apoyo de  Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 168

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 168

Por: | Fecha: 08/09/1900

BoaoTÁ, SEPTIEMBRE 8 DE 1900 ------------------------- ------ Orr:ano del lUillisterio de Guerra y del Ejército Son colaboradores de este periódico los Jefes y Oficiales del Ejército -------- ----~-------------- Director ad honorcm Francisco J . Vergara V . General de Ingenieros, Miembro de variaa S•.l~ ciedades Científicas JSTUJ.'\1.1:. 168 J:PYJl(QJB.~~f:> ID1' a 0 - . TI»llil 11®©® (22 DE AGOSTO) de honores al Ejército del Norte El f/ic:epresidente de la República, encargado J¿f Poder Ejecutivo, En uso de sus facultades constitucionales, y COl ·siDERANDO I.0 ~1e la campaña del Norte de la República ha quedado terminada; 2. 0 Que el Ejército que la emprendió y que la ha llevado á feliz término ha luchado por espacio de muchos meses con toda clase de diil'cultades y de peligros, logrando dominarlo todo y ob­teniendo victorias de las más grandes y trascendentales que se re­gistran en los anales patrios; 3· 0 ~~e durante la campaña el menciom.do Ejército ha ob­servad h .. más correcta disciplina, ha mostrado la más inquebran­table firmeza y ha dado constantes pruebas de heroico y abnegado valor; y 4.0 Que para la República y para el Gobierno es obligato­rio reconocer y premiar en alguna forma tan eminentes servicios y dejar duradero recuerdo de la gloria adquirida por esa legión de ilustres hijos de la Patria, DECREfA Art. I . 0 El Gobierno declara que la conducta observada por los miembros del Ejército del !~orte que ha militado á las órde ­nes del invicto General Próspero Pinzón1 ha adquirido los tim­VIII- I<) Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 282 BoLETtN MILITAR ~ bres de la :nás cumplida heroicidad y es digna de ponerse como ejemplo y modelo en la noble carrera de las armas. Art. 2.0 El Gobierno entregará á cada uno de los miembros de ese Ejército una medalla conmemorativa, de acuerdo con el modelo que determine el Ministerio de Guerra. Esta medalla será de oro para los Jefes Di visionarios, de plata para los Oficiales hasta Capitán inclusive, y d e bronce para el resto de la tropa. Art. 3. 0 El Gobierno, en decreto especial, aproba:-á todos los ascensos otorgados por el General en Jefe durante la campaña, y concederá los nuevos que á juicio de éste fueren de just icia. Art. 4. 0 Las clases y soldados recibirán al tiemp del licen­ciamiento, á más de la suma á que tengan derecho conforme á la ley, una recompensa extraordinaria, cuya cuantía será la de un mes de paga. Art. 5. 0 El Ministerio de Guerra queda especialmente en­cargado de dar cumplimiento á este Decreto y de atender á los gastos que él demande. La suma para ello necesaria se onsiderará incluída en el Presupuesto de Gastos de la vigencia en curso. P u blíq u ese. Dado en Bogotá, á 22 de Agosto de I900. ]<)SE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Gobierno, encargado del Despach o de Gue­rra, GuiLLERMO QyiNTERO C.-El J.\1inistro de Relaciones Ex­teriores, CARLOS MARTINEZ SILVA - El Ministro de l:1strucción Pública, encargado del Despacho de Hacienda, MIGUE:. ABADIA MENDEz-El Subsecretario del Tesoro, encargado del Despacho, IGNACIO R. Pif~EROS. La Dirección del Boletín Militar se complace en pre­sentar su saludo de bienvenida á los Sres. Jefes, Oficiales, clases y soldados del abnegado y valiente Ejército df'l Nor­te que, á órdenes del n1eritísimo General Próspero Pinzón, entraron el 4 del presente á esta capital entre I - vítores de entusiasmo de un pueblo agradecido. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BGLETIH MILITAR ..........,.T-SOBRE EL SERVICIO DE LAS TROPAS EN CAMPA~A (EJÉ R CITO BELGA) (C ontinúa) CAPlTULO III VIVAQUES 283 Art. 47. No se hace viYaquear á las tropas sino cuando las circunstancias exigen que Re las tenga concentradas y dispues­tas á combatir, y cua tHlo el acantonarlas las expondría á com­prometer su rápida preparación para el combate. Se vivaquea también orde de una carretera muy frecuentada, con el objeto de que el polvo y el ruido uo incomo-deu ~· las trovas. · · Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 284 BOLETIN MILITAR ~ Art. 50. En los vivaques de los grandes cuerpos de tropas se debe conservar, en cuanto ea. po iul ~, el onleu de batalla, de cuya suerte podrán los cner¡~o tornar sus posicion de com­bate in embc razar"' mutuamente. Si hay que \Ol\er á em­prender la marcha el día sigui \nte, se fraccionan lo.s vi\aques escalonándolos en el seutido de la. p ·ofundidad, co11 arreglo al orden de marcha. Las grande' colum11a" put"'den viva1near por divisiones, eYitándose el fraccionar éstas eu grupo menores que nn regimiento de infantería. Alojamiento de los genemJes y de los estados mayores Art. 51. A causa de su servicio burocrático, los 0 enerales y los estado· mayor~s no vi vaquea u sino cuaudo no exis­ten casas en la proximidad de la"' tropas. Los jefes de cuerpo ó de servicio, y en general los oficial )s que han de ocuparse en muchos trabajos de oficina, se establecen, previa la autoriza­ción del general en jefe, en los edificio que se encuentren en el paraje en que ~e vivaquee. PREPARATIVOS DE INSTALACIÓN Art. 52. El jefe del J)ersonal de instalación elige el emplaza­miento de los vivaques con arreglo á las iudicacione que pre­ceden, y á las instrucciones que haya recioiJecer{tn los abrev deros, y por último, los que se destinen para Jos cuidados de a ·eo y lim­pieza. Si hay necesidad ¡)rocede á.)utcer con:struír presa , ó ram­pas de acce o. Si sólo hay aguas estancadas, no ~ .r.os y fu nte .. El jefe couocimieuto r •cursos de la localidades eci11a~ en ctu uto á VÍ\T(lres, fotTaJ ·, cte., y forma el prospecto de di ·trioución de estos recur os. y le los puntos de distribución. El referido jefe visita el emplazamiento deJas av.lnzada , reconoce sumariamente la posicióu que baya de oct:parse en caso de ataque, y, si el tiempo lo permite, l'ealiza todas estas operaciones de un modo análogo al prescrito para los acanto- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 285 namientos; con el objeto de poder entre~ar al jefe de la columnA. un pro.' eclo de esta hleci nneuto de lo~ di verso~S vivaques, y Rus propo ·icione~· r =-la ti\Ta.~ :l las órdenes que deban darse, así como la illllicaeióu de la, medidas ya. adoptadas para proveer á las nece, iflaiute pa~os de la segunda línea de las de la tropa, á la altura de 1m~ pnntos 11eJlone" poi' nna part ' y las ue los oficiales do compa-ñía por otra. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. J86 BOLETIN MILITAR ...._.,._.., En pie de paz, la línea 'le cocinas se instala á veinte pasos de los pabellones; las hogueras de los oficia les qe compañía á otros veinte y ft la altura del punto medio del intervalo de los dos primeros pelotones de su compañía; la· de la tropa, en medio del intervalo entre los pabellones y las cociuas, y entr~ éstas y las hogueras de los oficiales. Los soldados se acuestan con la cabeza apoJada en el mo­rral y los pies hacia el fnego; y si tienen tiempo y medios al efecto, Ae cHnstruyen abrigos. La tropa no puede quitarse pren­da alguna de uniforme, ui el calzado. A veinte pasos á retaguardia de la última línea ele pabe­llones vivaquea la plana mayor del batallón. El primer jefe de­trás del c~ntro de su bata1lón; los demás oficiales de plana mayor á su derecha, y la plana menor á retaguardia de la iz­quierda de los hombres de las compañías de la derecha; los ca­rruajes y su atalajes á retag-uardia de la derecha de las compa­fifas de la izquierda. El vaguemestre (conductor de equipajes) y los obreros vi­vaquean á proximidad de los bagajes. Los cantineros de las compañías de la derecha, á veinte pasos á retaguardia de la de· recba de dichas compañías; y los de las compañías de la iz­qni~ rda, á la misma distancia á retaguardia de la izquierda de estas últimas compañías. La guardia ue prevención se establece en el centro y á vein­te pasos delante de la primera línea de pabellones. El emplazamiento no obedeciendo á ningún código de estrategia, absolutamente libres en sus movimientos, van y vienen á su antojo. Considérese las vacilaciones é inquietud que tal manera inde­pendiente de obrar causarán en el ánimo del jefe de las fuerzas regulares, quien se mueve como en una angostura, sujeto á una línea fija de comunicaciones y de conducta. El enemigo goza de una independencia que á veces casi se torna en libertad absoluta de acción, y esta libertad de acción es una consecuencia dirl!cta de las condiciones en las cuales los guerreros irregulares se reúnen para co b~t\r. En las filas enemigas no hay ni cohesión ni confianza mu~ua; ninguno se fía completamente ni de su camarada ni de su Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • :¡92 80LETIN MILITAR ~ jefe. En tanto que todo va bien, las fuerzas irregulares permanecen co·npactas y obedecen á su jefe, pero en el momento de prueba os lazos que mantienen compacta la masa quedan expue · tos á romper­se, y entonces todo se disgrega y desaparece; y no pasa esto sólo con partidas de guerrillas, sino que á menudo sucede hasta con fuerzas enemigas que poseen verdadera organización militar y dis­ponen de batallones, de baterías y de e cuadrones. 17. Facultad de concentrarse y de dispersarse súbita;nente -- -En las guerras de Afganistán y en casi todas las guerras de montaña en la India, la rapidez de estas reuniones y su pronta dispersión , han sido un rasgo distintivo del enemigo en su manera de hacer la guerra: después del combate, Afganes y montañeses ocultan sus armas en sus casas y sale n en seguida á dar la bienvenida á las tropas encargadas de perseguirlos. En la campaña de España on­tra ..,\1arruecos, en I 8 59, el grueso de las fuerzas marroquíes desapa ­recía tras cada combat e, para juntarse luégo un poco más lejo , listas á emprender de nuevo la lucha. La~ operaciones de los fran­ceses contra Abel el Kader duraron años; el jefe kabilo aparecía con sus adictos en el punto en que era menos esperado, causab1. grandes pérdidas, y desaparecía cuando un cuerpo organizado de tropas se lanzab ten su persecución. En la lucha contra adversarios que obran de esta manera caprichosa, las fuerzas regulares tienen evidentemente una gran de ventaja desde el punto de vista estra­tégico . f/1 . ./1 m~dida que mejora su organización el enell'tigo, menores son las vmtajas de qu -" dispone desde el punto de vista eJtratégico -­Pero al sentar el principio de que en las guerras civiles las condi­ciones estratégicas favorc.:cen al ene mi o-(, ha_' neccsi dad de de m o trar cuánto varía este principio según la naturaleza de las fuerza ene­migas. En efecto, hay una gran diversid.ld en la organización de las fuerzas enemiga·, en su composición y en las circun ·rancias de u entrada en campaila. Alo·unas veces el ej é rcito regular en­cuentra delante de él un ¡stema militar ba tante emejante al suyo . Las fuerzas de Arabí Pachá, en 1882, tenían <Í: lo mu1os la aparien~ia de un 1 organización m derna, y hs tropa-; china que se opusieron á los franceses ep I 884 á 8 5, e. taban en el mis m pie, y es un hecho ba tante notable que mientras m;ís se acerca ~1 sistema d 1 enemigo al modelo europeo, meno· nQtables son las ventajas estratégicas de quP. di ·pone. Vll. Sobre d camp? cü batalla la ventaja vuelve á ur de las fuerzas regltlart'.í. La estrategia, sin embargo, no es el árbitro d - finitivo en la guerra. El campo de batalla decide; y sobre el campo de batalla b ventaja pa·a al '""jército regul .• r. L:.t superioridad dd armamento la fuerza de la disciplina, la existencia de una cadena definida y rec()nocida de re~ponsabi!idad, el espíritu de ~u~rpo, la fuerza mor·tl de la civilización, todos estos elementos co tribuyen Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80lETIN MILITAR ~ 293 .; dar al ejército organizado é instruído una ventaja incontestable desde el punto de vista táctico. . vlii. Moti·vos de la superioridad t !A ctica del Ejército organi­zado. J.Ja superioridad táctica de las tropas regulares -se debilita un poco con la rapidez de movimientos del enemigo en el combate, por la facilidad de éste para invadir terrenos ásp ros y por su re­siste! cía física. Pero nada puede compensar la dif~rencia de 2rma­mento, de instrucción, de cohesión y de método. La superioridad numérica puede dar á veces la victoria al adversario; alguna par­ticularidad local del campo de batalla puede hacer inclinar la ba­lanza en favor del enemigo; el arrojo de una rápida acometida (carga á fondo), puede romper la línea y anular el efecto de la superioridad aplastadora del armamento. N o hay regla absoluta en la guerra. Pero en la.:~ condiciones ordinaria de las guerras peque­ñas, . , por regla general, en el curso de sus operaciones, las con­dicione3 tácticas e tán to~las en favor de la fuerza organizada é instruí da. Individualmente, el político sublevado, el atrevido nó­made ó el salvaje audaz, pueden hacer frente ó quizá ser superiores al soldado de línea; pero en conjunto le son inferiores. IX. Puesto que las condiciones tácticas son favorables y las con­didof. es estratégicas desfavorables, hay que buscar una solución táctica. Y de este modo llegamos al gran principio que surge de una ma­nera muy clara entre las vagas incertidumbres que acompañan toda las operaciones de esta categoría. Pue to que la táctica fa­vore e á las tropa. regulares, mientras que la estrategia favorece al er emigo, el fin que debe perseguirse resueltamente es el de com atir y no maniobrar, medirse con las fuerzas enemigas en batal a campal y no obligarlas á huír acogiéndose á la estrategia. X. De ordinario conviene más com~atir al memigo que no dis­traerlo con maniobras-Sin embargo el adversario puede algunas vece ocupar posiciones en un terreno muy favorable á su manera de C( m batir, atenuando de este mouo su inferioridad táctica. En semejante caso vale más desalojado con alguna maniobra que no prod zca combate. De t dos modos tale condiciones deben ICon­sider rse como excepcional s. Por r e gla general el partido más atrevido será el m á sabio. Un asalto á la ~ lí nca tnemi..gas, ya de flanco ó á retaguaruia, será en la ma 7 0r parte de los casoc:, el mé­todo más cuerdo. Succder:i con fre~u e nci a que se cncu~.:ntre al ene­mig colocado de tal manera que o c upe algún punto que se juzgue indispensable tomar, y se haga nece ario obligarlo á que lo aban­done; pero es m u y raro que en semejante, casos no se encuentren los n edios de acción: pocas posiciones hay que no puedan ser flan­quea as ó de que no se pueda prescindir para avanzar. Acaso sea ventajoso maniobrar sobre el enemigo fuera de su posiciones. Los moví mientos envolventes inquietan á las tropas indisciplinadas que Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR '-y"'-" temen perder su línea de retirada; * pero comúnmente será mejor recurrir á la táctica, combatir al enemigo, rechazarlo y no esqui­var su encuentro. Un buen ejemplo puede citarse en apoyo de lo que antecede, ejemplo que justtfica el principio de la acción vigorosa y tenaz. Ejemplo de Telf el Kehir-En 1882 las fuerzas egipcias se ha­bían atrincherado fuertemente en la importante posición estratégi­ca de Tell el Kebir, que cubre el punto en donde la vía férrea del Cairo á Isma'ilia y el canal de agua dulce dejan el delta del Nilo para penetrar en la estrecha depresión del desierto, por la cual ga­nan el canal de Suez. Esta depresión era la línea de operaciones escogida por Sir G. Wolseley. El cuerpo expedicionario inglés, que había avanzado hasta ponerse á distancia desde donde podía atacar las líneas egipcias, tenía que tomar esas líneas por asalto ó envolverlas con una marcha de flanco al través del desierto. La últi­ma alternativa habría obligado al enemigo á evacuar sus trincheras y á retirarse al delta, y, según todas las probabilidades, también ha­bría conducido al ejército inglés, sin combate serio, á un terreno muy cultivado y cortado por numerosos canales. Pero el grande objetivo de Sir G. Wolseley era el de librar una batalla decisiva en el desierto; porque en el terreno cortado del delta, Arabí Pachá habría probablemente podido evitar un encuentro general prolon­gandodurante algún tiempo una resistencia fatigosa. Igualmente se había previsto que si se dejaba al jefe•enemigo y á sus tropas, una vez en derrota, tiempo para rehacer sus pérdidas, el Cairo ú otros puntos habrían podido resentirse de ello. El medio más seguro de prevenir este peligro era infligir al adversario una derrota abruma­dora que lo incapacitase para poder librar ulterior combate, y que además permitiese ocupar al Cairo mediante un golpe de mano. Pero las ob'ras construídas en Tell el Kebir eran formidables. El asalto en pleno día habría costado pérdidas muy serias. Se deci­dió, pues, el atacar las líneas al amanecer, despué de una marcha nocturna en línea de batalla. El éxito significativo que coronó la ejecución de este plan, es un hecho histórico. El triunfo se hubiera podido obtener, aun­que menos rápido y menos completo, por medio de una maniobra estratégica. Se coofió, pues, á la táctica la decisión, y el resultado fue la terrn:inación rápida y brillante de la guerra *. XI. Circunstancias en las cuales este principio no se debe apli­car -Se presentarán sin duda algunas circunstancias en las cua­les será ventajoso recurrir á la estrategia. Si el enemigo ha ocupado una posición de tal modo formidable que el ataque de ésta haya de ser una operación arriesgada, puede verse uno obligado á ma- • La contradicción con lo afirmado atrás es flagr;. nte.-L. D. • Y~ansc: las E~pedicitnes ingl•sas en A/t'ica pá~inas 313 y siguientes. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BILITII MILITAI 291 niobrar contra el enemigo, ó también si éste último cubre un punto cuya pronta ocupación es esencial y se puede llegar á él por me­dio de un movimiento envolvente, ó bien, si el objetivo inmediato es socorrer alguna guarnición sitiada, es mejor hacerlo sin comba­tir. En tales casos es preciso evitar los encuentros. En apoyo de lo que precede se pueden citar los siguientes ejemplos: 1.0 La marcha de los franceses de Hano1 sobre Bacninh, en I 884, es un buen ejemplo. La ocupación de Bacninh se deseaba vivamente, por el efecto moral que debía causar en el Tonlcin. El enemigo, muy numeroso, había levantado fuertes obras de defensa en la vía directa. Sin duda las tropas francesas habrían podido abrirse camino con las armas en la mano, tomando esa vía, pero las pérdidas hubieran sido ~onsiderables. G1 acias á un movimiento envolvente, Bacninh cayó casi sin resistencia en poder de los fran­ceses, y los chinos evacuaron precipitadamente esta parte del teatro de la guerra. 2.0 El Coronel Kelly, en su marcha para auxiliar al Chitral, resuelto á atacar al enemigo, cuando éste intentase cerrar la ruta, tuvo cuidado, gracias á los rodeos que dio faldeando las monta­ñas, de evitar el combate en posiciones excepcionalmente favora­bles al enemigo. Su objeto era Jlegar lo más pronto posible en auxilio de una guarnición que se halldba en situación desespe- · rada. La derrota del enemigo era una cuestión subsidiaria. En este caso, era juicioso combatir cuando fuera preciso, pero no bus­car el combate á toda costa. Las regiones montaños.as entre Gilgit y Mastuj se prestaban admirablemente á una tenaz defensa. Los del Chitral mostraban mucho juicio en la elección de posiciones formidables, á fin de cerrar el camino á la columna del Coronel Kelly; pero en los dus principales encuentros, el comandante inglés envolvió las posicio­nes del enemigo por ambos flancos. Con una débil columna en­cargada de empresa difícil y peligrosa, hubiera sido completamen­te fuera de sentido intentar ataques de frente. En tales circuns­tancias, el gran principio de atacar á un adversario irregular y de no maniobrar, no tiene razón de ser.-(Continúa) . • • • SOBRE EL EJÉRCITO ALEMÁN (Continuación) ARTILLERÍA Aunque esta" arma no recibe sus reclutas hasta Noviembre ó Diciembre, no {'Or eso debe dejarse de considerar el año de instrt<;- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~96 8 LETIN MILITAI ~ ción como inaugurado desde el r.o de Octubre, puesto que en esta fecha se reanuda la serie regular r:le los ejercicios individuales para los soldados veteranos. Estos ejercicios, ~ los cuales se consagra sobre todo, como en las demás armac;, la estación de invierno, son muy variados en la artillería, no sólo por el carácter especial de dicha arma, sino porque encontrándose entonces reunidas en un regi­miento baterías montadas y de á caballo, todo debe combinarse de manera que satisfaga á las necesidades del servicio de unas y otras. El capitán es el único responsable de la instrucción de su batería, y en consecuencia, á él corresponde determinar los ejercicios según su saber, tanto para los reclutas y voluntarios como para los demás sol­dados. Los cv.nandantes de Abtheilung y el coronel no tienen en la materia más misión que la de inspección inmediata; cuidan de que no se adulteren los reglamentos vigentes y de que, en lo posi­ble, la instrucción de las diferentes baterías sea uniforme. El capi­tán es, por consiguiente, dueílo absoluto en aquel campo durante todo el período de la instrucción individual. Al fin de cada una de las fases de ésta le obli g a sí presentar su tropa á las minuciosas inspecciones de sus superiores, quienes entonces hacen sus observa­ciones y determinan las condiciones á que la enseñanza debe sa­tisfacer. En el mes de Abril termina la instrucción individual; los re­clutas son admitidos en las filas de la batería, así como los caba­llos de la antigua remonta, y en cuanto es posible, también los caballos de tiro de la nueva ; después comienzan las maniobras de conjunto, que duran casi hasta Julio. Desde el principio de este mes hasta mediados de Agosto ocú pase la tropa sobre todo de los ejer­cicios de tiro, después de lo cual toma parte la artillería, primero en las pequeñas y más tarde en las grandes maniobra ejecutadas por tropas de las otras armas. Esta es también para ella la última eta­pa y el coronamiento de u aílo de instrucción, cuyo fin se señala con el licenciamiento de l o s hombres á quienes corresponde pasar á la rescn·a. Se ve, según esto, que la~ mayores divisiones de este año de instrucción :;e reducen á cuatro principales: 1.0 Período de instrucción individual ó de los reclutas, que com­prende desde el 1.0 de Octubre hasta Abril. 2.o Período de los ejacicios de conjunto, de Abril al fin de Junio. 3·0 Período de tiro (escuela de fuego), dt."sde Julio hasta me.­diados de Agosto. 4.0 Penodo de maniobras, hasta el fin de las maniobras de otoño Según e.;to, no ct con tramos en la artillería período prepa­t ·ato7·io, tan importante en la infantería, y aun cuando los ejercicios de los soldados antiguos empiezan des<.le el 1.0 de Octubre, los 'omandantes de batería no por e::~o dejan de utilizar particular- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR '-y--"" 297 mente el tiempo que transcurre antes de la llegada de los reclu­tas para formar los instructores destinados á éstos. Bajo su inme­diata vigilancia, oficiales y sargentos se ocupan activamente en prepararse para esas delicadas funciones. Es también en otoño principalmente cuando se ejercitan loa oficiales en la práctica de reconocimientos y de todos los detalles del servicio de campaña; puesto que ha debido observarse que este período del servicio de campaña, que en la infantería y caba1lería de<:empeña el principal papel, no existe en la artillería. Esro pro­viene de que en tal arma el servicio de campaña está lejos de cons­tituír una especialidad tan importante como en las otras, siendo posib e por lo mismo hacer ejecutar todos los trabajos que á é! se refieren simultáneamente con otros ejercicios. Período de la instruaión individual Este período lleva también el nombre de período de los reclu­tas, y sería más justo llamarle período mixto, porgue por la misma naturaleza de algunos de sus ejercicios especiales, resulta que los reclutas s.e ejercitan en bastantes puntos en común con los soldados veteranos. Tenemos que en la artillería los reclutas no reciben la ins­trucc~ ón aisladamente sino los dos y medio ó tres primeros me­ses, después de lo cual pasan á las baterías, y en ellas concluyen su in~trucción, de concierto con los demás soldados. Hay que se­ ·ñalar una diferencia en esto, con respecto á lo que ocurre en la infantería y caballena, donde la etlucación de los reclutas se con­tinúa aparte hasta el fin, salvo no ob tante, como lo hemos visto, en lo que concierne á los ejercicios á pie en la caballería. Si bien el curso de instrucción comienza el 1.0 de Octubre en la artillería y los reclutas no llegan hasta Noviembre en la guar ia y á principios de Diciembre en la línea, yo creo, sin em­barg , más lógico empez.ar por de cribir la manera como se dirige su i rL trucción y pasar después al estudio de cuanto hacen los soldacJos antiguos en la misma época y también antes de la incor­poración del nuevo contingente. or lo que hace á la instrucción anual, se puede dividir todo el per onal de un regimiento de artillería en cuatro cbsc:s, cuyos ejerci ios ~e determinan por otros tantos programas particulares . .Estas cuatro clases, la · mismas en la artillería á caballo que en la montada, son: 1.•, los reclutas; 2.a, lo hombres que se en­cuentran en su segundo ?. ño de servicio; 3.a, los soldados del tercer año; 4. 8 , los sargentos y ober-gefreite. Los reclutas Ya he dicho que ttna batería montada recibe próximamente 30, y una batería á caballo, 25 reclutas. Deben añadirse, además~ VIII-20 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 298 80LETIN MILITAR ~ los voluntarios de las dos clases *, que son instruídos en común con todos los nuevos soldados. No hay más excepción que para los voluntarios de un año y única mente en lo que se refiere á la parte teórica de su instrucción. Todos los reclutas de una batería se confían á un oficial ex­perimentado, á quien se le asignan como auxiliare~ los sargentos más activos. El capitán ha adiestrado cuidadosamente á éstos, en vista de tan dificil tarea, ponié ndolos á prueba é instruyéndolos personalmente desde el 1.0 de Octubre hasta el día de la llegada de los reclutas, esto es, de cinco á nueve semanas. El oficial, por su parte, ha debido prepararse especialmente para el desempeño de la misión que le incumbe. N o insistiré sobre las diferentes operaciones preliminares que siguen inmediatamente á la incorporación de los reclutas y que he descrito al hablar de la infar.ltería. Todo pasa en esta arma de una manera igual, incluso las recomendaciones que se hacen á los ins­tructores sobre la manera como deben comportarse ante los nuevos soldados, el modo de proceder con respecto á ellos, etc. Voy, pues, á ocuparme en seguida de la instrucción propiamente dicha, y á indicar sus diversas fases, tomando por tipo la batería montada. Más adelante veremos cómo se la modifica en una batería á ca­ballo. Instrucción de los reclutas en una hatería montada-Desde el siguiente día de su incorporación al cuerpo se di vi den los reclutas en otros ·tantos pequeños grupos como sargentos instructores haya. Estos les instruyen bajo la vigilancia directa del oficial encargado, y se comprende que cuanto menor es el efectivo de cada uno de los grupos, mejores son los resultados obtenidos, porque es más fácil seguir los progresos de cada hombre en particular. Durante las cuatro primeras se manas ocú pan se aquéllos sobre todo en hacer adquirir á los nu e vos soldado aire militar, en desarro­llar sus fuerzas físicas y en darles h á bitos de orden y obediencia. Así pues, todo este tiempo se consagra e spe cialm e nte á la gimnasia y á los ejercicios á pie, que se hacen primero sin armas y después con el arma blanca. Estos ejercicios tienen por obj e to dar á conocer al recluta los principios de la posición del artillero á pie, de enseñarle á ejecutar los cambios de posición, la s medias vueltas, etc., y en fin, darle un aire marcial y desenvuelto, ya sea cuando marche li­bremente, ya cuando lo haga en formación, porque los alemanes distinguen cuidadosamente estas dos maneras de ir de un punto á otro, que se pueden calificar con mucha justicia de marcha á vo­luntad, de marcha por tiempos. En la primera, en efecto, el soldado marcha á su antojo y sin marcar fuertemente la cadencia, como lo hace en la segunda, que exige siempre cierta rigidez y un ~ i'.a decir • de un año y de tres años. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR '-r--" 299 paso vigorosamente acompasado por el choque del pie sobre el suelo. Cuando los hombres han adquirido un grado suficiente de instrucción, se les forma en pequeños pelotones y se les hace eje­cutar así algunos movimientos y formaciones de los más elemen­tales. La enseñanza de la gimnástica marcha á la par con estos ejercicios. Se comienza por los ejercicios preparatorios para llegar gradualmente al trabajo en las máquinas. Se añade á éstos el volteo, ejecutado primero en el caballo de madera y después sobre el ani­mal. Con respecto á la progresión y método, si lo tratáramos, no ha­ríamos sino repetir aquí todo lo ya dicho á propósito de la infantería. En el principio de la quinta semana se comienzan los ejercicios que comprende el servicio de las bocas de fuego. Esta instrucción se conduce también muy metódicamente. Así, algunos días antes de empezar los ejercicios, los reclutas asisten por su cuenta como espectadores de los de los soldados antiguos. Se forman en círculo por pequeños grupos, y los sargentos les hacen comprender el ob­jeto y utilidad de cada uno de los movimientos que se ejecutan ante ellos. Se les explica también la nomenclatura del material, el modo de funcionar el mecanismo de cierre y las reglas que deben se­guirse para cargar, apuntar y tirar. En todo esto se cuida riguro­samente de que los sargentos se limiten á las nociones esenciales y eviten perderse en los detalles, que no sirviendo para otra cosa al principio sino para sobrecargar la memoria del nuevo soldado, que­dan la mayor parte de los caso) sin ser comprendidas, y son en suma más perjudiciales que útiles. Seguidamente á estos preliminares vienen los ejercicios ver­daderos. Todavía en ellos no se trata sino de lo que es esencial, sin exigir de los hombres la ejecución absolutamente correcta y precisa de los movimientos reglamentarios. Sobre ello se insistid. más tarde, pero por el momento únicamente se quiere que cada uno de e · tos movimientos sea bien aprendido. La práctica va siempre acompañada de explicaciones orales, y al mismo tiempo se h acen conocer á los reclutas las reglas de puntería y lo instru­mentos que sirven para ejecutarlas. El teniente instructor y los sargentos toman desde este momento nota de los .:¡ue parecen más aptos para ser apuntadores. Cuando los reclutas empiezan á conocer bien el servicio y puntería de las bocas de fuego, se pasa á la ejecución de los 7Tlovz­mientos auxiliares. Los nJOvimientos de avantrén se enseñan primero á los hom­bres con la vista de los ejercicios que hacen los soldados antiguos, cuya explicación se les da en el mismo terreno. Después los eje­cutan ellos mismos, primero con piezas no enganchí:!.das, y en fin, cuando están suficientemente ejercitados vienen las maniobras con bocas de fuego enganchadas, en las que toman parte los soldado~ ve ter anos, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 300 80LETIN MILITAR ~ La instrucción de las maniobras de fuerza se inaugura ordi­nariamente con la indicación de las reglas generales y los movi ~ mientos más sencillos, de los que poco á poco se pasa á los que son más difíciles. Se cuida sobre todo de que los hombres lleguen á ejecutarlos tan hábilmente como sea posible. Se les hace también conocer el cargamento de las cajas, pri­mero del avantrén, después del armón, insistiendo particularmente sobre las precauciones que deben observarse en el manejo de las municiones, y cuidando de que cada uno sepa perfectamente dónde se encuentra tal ó cuál clase de proyectiles-Continúa. Aunque la palabra reconocimiento tiene una acepc10n muy lata, en la guerra se aplica ordinariamente á la operación que tie­ne por objeto estudiar los accidentes del terreno, las localidades y fortalezas, las posiciones que ocupa el enemigo, sus fuerzas y sus maniobras, ó los recursos de todo género que ofrece una población ó una comarca. A todo movimiento de tropas, sea para marchar, alojarse, acampa·r, ocupar posiciones ó combatir, precede siempre el reco­nocimient )' base primordial de toda acción táctica, sin cuyo auxi­lio no es posible concebir ni dictar las disposicione. que convienen á cada situación. Es por lo tanto ocioso consignar la importancia que tiene su acertada ejecución, que á más de una suficiente competencia requiere gran costumbre de practicarlos y ojo militar para apreciar rápida y exactamente los innumerables detalles que contribuyen á ilustrarlos y perfeccionarlos. Existe tal variedad en la manera de llevar á cabo los recono­cimientos, en los medios empleados y en la naturaleza é impor­tancia del objeto á que se dirigen, que pueden de ignarse con este nombre, desde la simple observación de un centinela hasta la inspección que antes del combate hace del campo de batalla el General en Jefe; mas la necesidad de clasificarlos de algún modo ha motivado su división en tres grandes grupos. El primero com­prende los reconocimientos topográficos que estudian, desde este punto de vista, una región ó zona determinada, en todo lo que se relaciona con la táctica, la logística ó la estrategia; el segundo, los reconocimientos tácticos, cuyo objeto es conocer, antes del combate, las posiciones que ocupa el enemigo, sus fuerzas, actitud y movimientos; y el tercero, los reconocimientos estadísticos, que se dirigen exclusivamente á informarse de los recursos disponibles en una población ó comarca, para atender al alojamiento, subsis­tencia y demás atenciones de las tropas. Raro es, sin embarg.>, el reconocimiento de alguna importancia que no reviste dos de estos Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ ·301 caracteres, ó los tres, porque guardan entre sí tal relación que ea casi imposible deslindarlos sin que queden incompletos. El reconocimiento topográfico se practica ordinariamente de una manera rápida y general, sin instrumentos ó con algunos muy sencillos y con el auxilio de una carta del país; estudiando má~ ó menos detalladamente las partes del terreno y sus recíprocas rela­ciones, en lo que interesa al objeto especial que lo motiva, y pro­cediendo á levantar un plano ó croquis sumario que contenga to­dos los puntos ó líneas capitales y el mayor número de los impor­tantes; y si no hay tiempo para ello, como sucede con frecuencia, tomando algunos apuntes, haciendo en la carta las anotaciones ó señales que- ayuden á esclarecer los datos obtenidos, y prescindien­do de cuanto ofrezca escasa importancia. En el examen general del terreno se consideran separada­mente : su variedad de formas, estudiando las agrupaciones de obstáculos, las partes libres y la extensión y naturaleza de las dis­tintas secciones que unas y otras determinan; sus condiciones de circulación y abrigo, más ó menos favorables al empleo de las tro­pas para el objeto que motiva el reconocimiento, y las ventajas ó inconvenientes que, desde el punto de vista táctico ó estratégico, presenta á la operación que se estudia en él. El reconocimiento se completa con una memoria ó relación detallada, escrita con claridad, en estilo sobrio y correcto, obser­vando orden en la exposición, di tinguiendo los datos ciertos de los dudosos, lo que se ha visto de lo que se conoce por referencia, señalando las conjeturas deducidas de cada obs~rvación, refirién­dose siempre á lo puntos cardinales al fijar la situación de los ob­jetos, conservando rigurosarnente la ortografía de los nombres propios, evitando expresiones vagas y detalles superfluos, y acom­pañando el plano indicador, que sirve á la vez para abreviar el escrito, en el que se debe suprimir todo aquello que el dibujo muestra claramente. Si se trata de un simple itinerario, el examen se limita al es­tado, clase y anchura del camino, obstáculos y lugares notables que cruza, datos e ·tadísticos de las diversas etapas y algunas con­sideraciones militares act.rca de las posiciones y punto~ importan­te . que e hallan á la vi ta ó al alcance del cañón. El reconocimiento táctico del enemigo se practica con el a11xili de tropas protect ras. Puede ser secreto, empleando pe­queñas patrullas ó destacamentos, que se deslizan furtivamente burlando su vigilancia hasta llegar á su inmediación sin ser vis­t ·-ts, ú ofensivo si se practica \'On fuerzas m a y ores y librando un comb,lte. Del primer medio se valen las patrullas exploradoras de caballería y los p tlt:s tw ava nz:td s; el segundo es el procedimiento ordinario de torla vanguardia, que al encontrar al adversari pro­cura, gd.nando tiempo, proteger la última ojeada del comandante ANC F ~EPUBlfCA Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 302 BOLETIN MILITAR ~ de las tropas y el despliegue del cuerpo principal: umco caso en que tiene verdadera y útil aplicación, porque empleado en otras circunstancias, los escasos resultados que en general produce no compensan las pérdidas á que da lugar un combate de esta clase; el compromiso que envuelve, por la dificultad de abandonarlo á tiempo, y la impresión desmoralizadora que deja en las tropas que lo libran, por lo que se asemeja á una derrota en su desenlace. Por excepción podrá ser conveniente alguna vez que interese reconocer una posición aislada, una localidad fuerte, un reducto, un paso que se sospecha está ocupado, ó cualquier otro punto que debe ser teatro de un combate episódico ó parcial; pero aun en este caso conviene obrar con suma prudencia y, mientras sea po­sible, por sorpresa; pues siempre hay riesgo de provocar un trance de mayores consecuencias que las que se han calculado. RECONOCIMIENTOS ESPECIALEs-Así se llaman los que tie­nen por objeto estudiar detalladamente una serie de posiciones con todos sus accidentes y propiedades tácticas, una línea de comuni­cación ó una zona de acantonamiento, con las localidades que en ella se encuentran y los recursos que ofrecen. Los principales de­talles que en tales operaciones se examinan (muy distintos según la naturaleza de los lugares en que se practican y el fin especial que los motiva) son los siguientes: Caminos ordinarios-En un camino hay que determinar su clase: si es real, provincial, vecinal ó de herradura, expresando si lo es en toda su longitud ó á trozos, y en este caso, en cuáles va­ría y cómo. Su dirección, relativamente á los puntos cardinales; cambios que en ésta tiene, y su situación respecto a las líneas de defensa, base de operaciones, puntos estratégicos y plazas impor­tantes. Su construcción, de afirmado, empedrado ó de tierra. Su estado general y condiciones de circulación para las tres armas, trenes y convoyes; reparos que exige para hacerlo más practica­ble, pendientes que forma, con apreciación de la longitud é incli­nación de cada una, y deduciendo si son accesibles ó nó á los ca­rruajes. Destrucciones hechas por el enemigo; facilidad y medios de repararlas, expresando el tiempo que se empleará en ello. Ha­biendo puentes cortados, se buscan los vados próximos, señalándo­los con exactitud é indicando cualquier otro medio supletorio de paso que se encuentre. Encrucijadas y bifurcaciones: su número, situación y direcciones. Obras de fábrica, como puentes, viaduc­tos ó pasos á nivel de vías férreas, alccntarillas, calzadas y muros de sostenimiento. País que cruza y sus puntos notables: pueblos, caseríos, fábricas, ventas, castillos, santuarios y otras construccio­nes. Ríos, bo<>q u es y desfiladeros, señalando su importancia. Dis­tancias entre las di ver as etapas y accidente notables; y por últi­mo, sus alrededores, describiendo e! terreno que los forma; su acceso á las distintas armas; facilidad que ofrecen para el desplie- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 803 gue; comunicación que permiten con las vías paralelas; alturas que lo dominan; distancia hasta ellas; dirección en que se hallan respec o Jel camino; ventajas que proporciona su ocupación; qué armas pueden llevarla á cabo, con qué efectivos, en cuánto tiem­po y por qué caminos, con la consideraciones tácticas que se de­duzcan. Vías férreas-Su clase y denominación. Longitud y direc­ción principal. País que atraviesan. Estado total ó parcial de ex­plotación. Perfil general, forma y calidad de los rails. Si hay vía sencilla ó doble. Rampas, pendientes y curvas. Desmontes, terra­plenes, viaductos y puentes. Túneles; su anchura y longitud. Bi­furcaciones ó empalmes y cruces con otras vías. Apeaderos y es­taciones, expresando si son de paso, de cruce, centrales ó cabezas de línea: importancia militar de cada una y del punto en que se hallan: facilidad y conveniencia de fortiticarlas. Distancias de unas á tra<;, así como las que las separan de las obras y acciden­tes principales de la línea. Desvíos: agujas, plataformas, muelles de carga y grúas existentes en cada uno. Tinglados y barracones: su capacidad de alojamiento. Recursos en agua corriente, en po­zos ó depó i tos: cabida y clase de éstos, calidad de las aguas, can­tidad disponible para tropas y máquinas. Existencias en carbón. Número, clase y estado de las máquinas, vagones y trucks. Ta­lleres de reparación: oficinas y demás dependencias. Personal de emple - dos. Sistema de servicio: movimiento normal de línea, al­teraciones que admite según el material disponible, y su distribu­ción en toda ella al practicar el reconocimiento. Línea telegráfi­ca: longitud que alcanza, enlaces que tiene con otras, sistema y estado de los aparatos de transmisión, reserva existentes para re­parar] s. Medio más expeditos para proceder en caso necesario á la interrupción 6 destrucción rápida de la vía férrea y sus depen­dencias; ó por el contrario, medidas que conviene tomar para im­pedir ue la intente el enemigo y proteger su explotación militar. Ríos y canales-En un río se examina: si es principal ó afluen­te, á que cuenca pertenece, su dirección general, recodos princi­pales y país que baña, describiendo el que abraza el trozo recono­cido. nchura y profundidad en los distintos puntos; naturaleza del lecho, arenoso, pedregoso, de roca ó fangoso; forma de la ori­llas y accidentes que presentan; do mi nación de una sobre otra; altura, inclinación. y naturaleza de sus escarpado ; caminos de accesc á ellas. Vías paralelas y distancias á que se hallan. Caudal de agua; velocidad u·niforme ó varia de la corriente: saltos, re­mansos, presa , bancos é islotes; si tiene crecidas que ocasionen inundaciones; si éstas se pueden producir artificialmente, y en qué extensión. Distinta clases de puentes, barcos, pontones, balsas, pasaderas y vados; su situación y ventajas con respecto á los ca­minog y posiciones vecinas. Puntos favorable al establecimiento Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ de puentes: facilidad de conducir á ellos los materiales; abundan­cia ó escasez de maderas en las orillas. Molinos, fábricas y cons­trucciones que hay sobre el río, aldeas y poblaciones; su situación y utilidad. Cabezas de puente; su clase é importancia. Afluentes; su dirección y puntos en que desembocan. Si el río es navegable, hasta qué límite; clase, dimensiones y calado de las embarcacio­ne" que lo surcan; modo de impedir ó proteger la navegación. En un canal se considera además su clase, extensión é im­portancia, arranque y desagüe; diques y esclusas, con sus dimen­siones y construcción, y caminos de . sirga. Lagunas y pantanos- Extensión; naturaleza del fondo y ori- 1las; si las forman corrientes ó manantiales; caminos conocidos ó dudosos que los atraviesan. Aguas potables-Número de fuentes, manantiales, pozos y cisternas; su riqueza y calidad; si bastan á las necesidades de las tropas; situación de cada una. Bosques-Su extensión y forma general, orientando su eje mayor. Su situación en meseta, pendiente, valle ó llanura. Sus ac­cidentes y los del terreno que le rodea. Naturaleza del arbolado; si es claro ó espeso, uniforme ó desigual. Linderos; ángulos que forman y facilidad de reformarlos. Trozos aislados. Detalles inte­riores; claros, prados, peñas, barrancos, arroyos, tapias, cercas ó edificios, expresando su situación r condiciones. Número, clase y direción de los caminos que lo cruzan; puntos que unen; arm~s que pueden utilizarlos; salidas y entradas; dirección que siguen en el exterior. Avenidas que facilitan el ataque ú obstáculos que lo dificultan. Distancia, dominación y protección de las posicio­nes vecinas. Desfiladeros-Su clase, dirección, longitud y sinuosidades, calculando el tiP.mpo que empleará una fuerza para pasar. Anchu­ra constante ó variable, señalando las variaciones. Facilidad de circulación para todas la arma . Naturaleza de los ob táculos que lo limitan: inclinación y altura de sus lados; forma y dimensiones de la entrada y salida, expresando si c<;tá n en línea recta y favo­recen la enfilada. Posiciones accesibles que ofrecen los flancos para proteger el paso, y cuáles puede ocupar el enemigo para im­pedirlo. Formas del terreno á la salida, y facilidad que ofrecen al despliegue. C0municaciones próximas que permiten evitar el paso por un rodeo de todas las tropas, ó parte de ellas. Modo de inter­ceptarlo y restablecerlo. En un puente, se estudia su situación en terreno llano ó quebrado, en campo nlso ó á la entrada de una población. Su cla­se, construcción, longitud y anchura. Su resistencia para el paso de carruajes. Dominación de la ' orillas y posiciones vecinas. Ca­minos ó calles que á él conduct>n, y dirección que tienen. Incli­nación y longitud de las rampas de acceso . Si está defendido por Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 385 alguna cabeza de puente; y no existiendo, facilidad y convenien­cia de construírla. Medios de destruírlo rápidamente, examinando si ttene hornillos para este objeto. Alturas-Forma de la cumbre, aguda, redondeada ó plana. Situación y forma de la cresta militar. Contrafuertes ó partes sa­lientes; su dirección y estructura especial. Extensión y acciden­tes de la meseta superior; si es cortada ó practicable, si admite ar­tillería y favorece la acción de las tropas; si está cubierta de bos­que total ó parcialmente; naturaleza del suelo y condiciones de circulación; si atenúa ó aumenta el efecto explosivo de los pro­yectiles; elevación sobre el pie y dominio que disfruta sobre el terreno circundante hasta el alcance del cañón; si está dominada por otras alturas, y á qué distancia; horizonte de observación que alcanza. Distancias de la cresta á los puntos notables. Inclinación uniforme ó varittble de las vertientes en el frente y en los flancos; su acceso á las diferentes armas; su naturaleza y configuración. Lugares habitados que hay en ellos; su situación, importancia y habilidad. N úmcro, clase, estado y direcciones de los caminos que conJucen á la cumbre. Declive y forma general del pie; corta­duras, cañadas, barrancos, arroyos y demás obstáculos que presen­ta, y modo de franquearlos. Relación que la altura tiene con las posiciones inmediatas de la misma línea, v protección mutua que se prestan; señalando las que constituyen llave, y añadiendo las consideraciones tácticas que sean del caso. l/afles-Su dirección, expresando si son principales, secun­darios, gargantas ó barrancos; si son paralelos á las líneas estra­tégicas, ó forman parte de ellas, y en este caso qué desfiladeros presentan y qué obstáculos á la marcha; inclinttción general, as­cendente ó descendente hacia el enemigo. Si siendo transversales constituyen, por su dirección, una línea de defensa ó parte de ella. Su extensión desde el nacimiento hasta el fin. Zona que se puede ocupar, y cómo. Distancia uniforme ó variable que separa las crestas de ambos flanco<;; diferencia de nivel entre ellas; acción y eficacia del fuego de una á otra. Estructura general de los flancos: grado y elevación de sus pendientes; cortadura , alturas y mc<;eta'i que las limitan, y posicione defensivas que constituyen. atura­le2. a del fondo; si es seco ó tiene alguna corriente, y de que im ­portancia. Trozo incultos, maleza:::, bosques y cultivos que cu­bren el valle; localidades que contiene; su sicuación y utiliuad para el ataque ó la defensa. Caminos: su número, clase, direccio­nes é importancia; acce o que ofrecen á las distintas armas; sus ventajas para el a vanee y la retirada. Consideraciones tácticas de oportunidad que completen el rt>conocimi e nto. Llanuras-Su cxten:;i on, y naturaleza de los terrenos. Lu­gares habitadus, bos ques, cultivos, eriale·, <;r>rt<:IJura ·, rÍo<;, cana­les, arroyos, lagunas, pantanos y d e ná· ob táculos. Caminos: su Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 306 80LETIN MILITAR ~ número, clase y direcciones; utilidad que ofrecen. Alturas lejanas: su dominación, zon::1 á que alcanza el fuego desde ellas, y partes que quedan libre~. Edificios-Su clase y situación, orientándola. Dimensiones generales. Construcción, espesor y resistencia de los muros ó pa­redes. Número de pisos; distribución interior; capacidad de las habitaciones y comunicación de unas á otras. Número y situa­ción de las puert3s, ventanas, balcones y galerías. Clase y resis­tencia de la cubierta; torres ó miradores que tiene, y su domina­ción. Dependencias anexas; cuadras, graneros, bodegas, talleres, cobertizos, patios, huertas ó corrales, su situación y capacidad. Altura y resistencia de las tapias, valles y verjas. Agua disponi­ble y recursos de defensa; trabajos necesarios para aumentarla, y facilidad de su ejecución. Configuración del terreno circundante y sus condiciones ofensivas y defensivas. Poblaciones-Situación geográfica. Posición elevada ó baja, horizontal ó en pendiente. l)ominación del recinto sobre el te­rreno exterior. Accesos de éste; obstáculos ó abrigos que ofrece para el ataque, y condiciones del de retaguardia, para flanquear la población y proteger la retirada. Alturas que la dominan, y á qué distancia. Caminos que conducen á ella. Agrupación de los edifi­cios. Anchura y direcciones de las calles. N umero, situación y magnitud de las plazas. Forma y extensión del recinto exterior; ángulos que presenta en el frente y los flancos; estado y resisten­cia de las casas, tapias ó muros que lo forman. Número, clase y situación de las salidas; modo de cerrarlas y deft>nderlas. Edificios exteriores aislados; su posición y resistencia, conveniencia de uti­lizarlos ó destruírlos. Distancias de tiro del recinto á las avenidas principales; fuegos que permite todo él. Zonas y barrio que se prestan á la formación de líneas ucesivas y sectores de defensa; calles que favorecen la comunicación entre unas y otros; manera de cubrirlas ó desenfiladas. Obras exteriores que conviene hacer sobre los flancos y retaguardia para aumentar la defen a y prote­ger la retirada. Resumen de lo trabajos necesarios para fortalecer ' la localidad. Datos esradísticos. Cifra de la población; número de casas y . u capacidad para el alojamiento; oficinas de correos y telégrafo ; hospitales, iglesias, cuarteles, almacenes y demás edificios públi­cos utilizables para depósitos y parques; vías ferreas en explota­ción; líneas telegráficas abiertas. Existencias en artículos de co­mer, beber y arder. Abundancia de aguas y su clas~. Materiales e industrias utilizables para la defensa; materias inflamables ó ex­plosivas que conviene retirar. Hombres disponibles para el trabajo; bagajes y carros para transporte; ganados, productos y recursos supletorios que ofrecen el termino muliicipal ó lo alrededores, y cualesquiera otros detalles que contribuyan á ilustrar y completar esta parte de reconocimiento.-MAr.:'UEL MOHENO CHURRUCA Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BDLETIN MILITAR ~ ~~~­AE:: I:EDAD:!ES . ~~~JEI@}1~JI~~©IC©JThj JIDlliJ ~~~m!A (Continuación) IV 307 Dejando atrás á Simijaca. y andadas tres leguas granadi­nas e casas, se entra en u::1 vall~ amenísimo prolongarlo S-E N -0, ceñido de altos cerros que terminan hacia el valle en mul­titud ue colinas redoudas, y suaves laderas salpicadas de casitas y sembradas de trigo, maíz, cebada, papa , babas y otros frutos menores, cuyas sementeras, divididas por cercas vivas (sic), y subdivididas en pequeños (madros, baceu el efecto de un mo­saico de variados colores, negros algunos retazos y preparados para la siembra, verdes los otros con los trigales nuevos, ama­rillos muchos con los rastrojos de la mies cost•cbada, y no pocos matizados cou el vivo colorido de ltts flores de habas, arvejas y friso les; paisaje bello y fresco sobre toda ponderación, ante el cual un hábil pintor se hallaría perplejo para reproducirlo en ~u lienzo, bajo un cielo de azul brillante franjeado de ligeras nu­bes, y en medio de la atmósfera diáfana ro, quien pagó por et cuadro veinte pe~os do oro. Llevólo {¡, u Capilla, que era un raneho de paja de vara en tiert'a, en el cual e solía orar ue día, .r de noche e recog·íau á dormir los e rdo y las gallin3s. Al loco tiempo qne, .V colocacla eu varias Uapilla.·, hast: qne á principios de e:-;te siglo .·e eom nzó { uiticar el suu t uosu t e m p lo en que lloy tri, con~:tgraien queda al Onra la mitad, limpia l·cio vergon:w o que practican varios c l ~rigús suelto~ 6 curas eiTantc que caen tiobre Chiquinquirá como gorriones :.obre eml'uteras. Ellos l:'e anticipan á re­coger de lo .· peregtinos el dinero que traen para mi :us, s1tuando mensajero!> en las entradas de la ciudad, y estableciendo un regatl!o que los hace á todo acreedores á la férula con que Jesucrü.:to arrojó del templo á los tratantt:> y usurero que lo pro­fonaban. Pero 110 es c·t¡, lo peor: PERSON;\S VEHÍD!CAS Y co tPETENTEs me infor­mann <¡ne todo ratero que no espera absolución en el coufe::.ionario de su propio Cura, á menos que no restituya lo hurtado, 1Htlla en Chiquinqnirá quien le remita el pecado, mediante m1 tribnto á la VirgPn. ¡ Exti:.ño modo de hacer cómplice y 1 encubridora á la inocente imagen! La pluma se re::;i te á trazar las consecuencbs lamentables que se d ciucen de tale a bu. o , nc ya en detrimento de la moral y del orden civil solamente, sino en perjuicio y afreut:l dt:: la religión misma, desfigurada, desn¡¡tuulizada y prostituida con ::.emejautes prácticas y lns doctrinas que ellas pre­suponen. ¡DE PARTE DE QUIÉN ESTÁ LA IMPIEDAD Y LA IRRELIGIÓN? Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 310 80LETIN MILITAR bargo, no hay en la villa una sola ¡)osada que merezca este nom­bre; porque á nadie le ha ocurrido explotar esa rica mina. Chiquiuquirá cuenta cerca Je 4,000 vecinos que habitan 135 casas de teja. y 1,040 de paja. Tione izarra y greda do lo arroyo·, " que cuando llueve, dicen aquellos infelices, saben y huelen á pan." En couseeuencia, la población permanece e tacionaria, si no retrógrada, como lo demuestran las cifras 57 bautismos y 48 entierros en el último año. Buscar posada era pedir peras al olmo; por lo que sin va­cilar nos dirigimos á la casa del Cura, triste rancho de paja contiguo á la iglesia. Estaba el solitario sacerdote en el patio escogiendo granos de trigo de sembradura sobre una malla· brada mesa. Joven todavía, vestido de manta del país1 en el Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 312 80LETIN MILITAR '-y--" rostro impresa la melancolía y los ademanes no sueltos ni vi· vos con..ao expres ión del bienestar, sino abe: tidos y rPsignados, produjo en mí una impresión de simpatía. que me hizo e8tar un rato contempláu<..lole. Llamé al fin, y vino á nosotros con los brazos abiertos, y tle~de aquel puuto fueron nnéstras la casa, la frug·n l mesa ~~ toda l~s comodidades del Presbítero Ortiz, si comodidades pueden llamarse dos a si m;¡ tos de cuero y u11as esteras de junco. Un a~pecto <.le jón profnudo. · e eahro~o, cpre llaman ea­mino, es la alida d •1 pueblo; de~; pué. igueu beha v<:'ga por dorHle pasa pre~u­ro ·o el río Oautino. El t ,.rmóm~tlo c:eutígrado mareó 30° á m uiodía; ni u u aura leY mo-vía los corpuh.·utoR {lrool R; ni más ruido que el penetzaute y coutit1no chirrülo de las cllicba­ITHS acompaüaba al de las negTas aguaH •1el Uantino. IJa na­turaleza dormía lJ<"ljo el pr•, o d ' u na atmó8fera densa y caldea­da, y hombres y be8tias buscamos la sombrH, abrumados de calor, para prepararnos á J>a8ar 1 puente colgante, y trepar en seguida 1 alto cerro que se alza lm enfrrute ha, 1 a penl~rs, entre nube . En t.>l brPYe e paeio de cinco horas llal íamo pasado por nua ·erie tlc tempt.>r::~tura de",de 1 so centígrarlos (Huena­Yista) hasta la arda· u te del Uantillo; t>ll mt•uos tiempo 1bamos á YolYer á temperamc·uto ea i frío. 'lHl r:-- la com:uca que visi­tábamos; rica ~n prmluccioue..? ll<> todo,· los climas t•twerrados eu pequdios espado , JH.·l·o olitaria y 11 la pleuitud de la agt'etite maguiticencia que ba ost utado y ~ egnirá ostentando inútilmente por muchos siglos.-( Oontinúa) Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Prensa

Compartir este contenido

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 168

Copia el enlace o compártelo en redes sociales

Imagen de apoyo de  Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 149

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 149

Por: | Fecha: 28/04/1900

AN'OIV Bogotá, Abril 2.8 de 1900 NUM.149 --~·~-- ORGANO DEL MINISTERIO DE GUERRA Y DEL EJERCITO DIUCTOit AD•KONOUM, FRANGISGO J. VERGARA y V. Genel'al, Miembro de la Sociedad Colombiana de Inaenieros Son colaboradores natos de este periódico todos los Jefes y Oficiales del Ejército de la República 'IC A :OEOP.Er:t'lO N'O'Ml:l~ O .. :CE 1900 (lU DE Al3IUL) por el cual . e confiere un asceuso y ~e honra la memoria ele un servidor público El Pre irlente de la R epúb lica CONSIDERANDO l.o Qne ay(.)r fallecí' en Bucaramanga <'1 Sr. General Jnan B. Carreño, Jefe de g ·tatlo 1\Iayor lel Ejército de Santander, víctima de enfermedatl producida por las fatig-as de la cam­paña; 2.o Que en la actual rebelióu fue uno de lo primeros en ofrecer sus servicios á la cau a de la Legitimidad, organizó fuerzas y desempeñó papel importante en la.' jornada de Pie­decuesta, .Bncaramanga y I.1o, Helechales, en la~ cuales contri­buyó eficazmente al trinufo d la· arma nacionales; 3.o Que el General Juan B. Carreiio t1 'empeñó elevados empleos en todos lo" ramos de la Aumini tración pública, y repetidas veces ocupó pne to en las A1:umblea de Santander y en el Congre o de la Hepúulica; 4.o Que con la armas eu la mano concurrió cou valentía á la defensa de las instituciones en las anteriores guerras civiles, DECRETA Art. l. o Declárase asceuuido á General n Jefe en el Ejér­cito de Colombia a.l General de División Juan B. Oarreño, y Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 498 BOLETÍN MILIT A.R dé8o cuenta de este ascenso al próximo Congreso para los fines legales consiguientes. Art. 2.0 Laméutas~ la prematura muerte del General t'a­rreño, y preséntase al Ejército su memoria como ejemplo digno de imitación por quienes a piran á m recer bien de la patria; Art. 3.o La guarnicióu de Bogotá hará al finado los hono­res corre~pondientes á un General eu Jefe que muere sin man­do, llevará luto por nu ve dia , y la Baudas tocarán tres re­tretas fúnebres en la Plaza de Bolívar. Art. 4. 0 El suddo qne n vida correspondía al General Juan B. Oarrefio como Jefe de E tado ~1ayor de Ejército en campaña en Santander, al tenor de lo di puesto en los artículos 1.0 y 2. 0 del Decreto de 12 d .1. farzo último, e continuará pa­gando á la familia del General Carr .ño, re¡>artido por partes iguales entre la señora vindé y la hija del finado. Art. 5.° Copia. auténtica de e ." te J)ecreto será enviada á los deudo del Gen ral Juan B. Oarr fio. Dado en Tena, Cundin marca, á 17 de Abril de 1900. MANUEL A. S OLE 1E ... TE El Hinietro de Guerra, .JOSÉ S J.: TOS ~:ElOP.lilfJ.'JO Nt1~EP.O .... ~:a 1900 (16 DE ABRIL) por el cual ae reorgaaiza el Cuerpo del Ej ército de Antioquia que marchó •1 Norte de la Reptíblica El Presidente de la República DECRETA Art. 1.0 Las dos Di vi ione del Ejército de Antioquia que marcllaron al orte de la República á órdene, del Sr. heneral Ricardo Lesm , quedarán refundida en una sola ])i isióu que, con el nombre de Divisió'n, Antioqueña, será incorporada en el ~egundo Ejército de Reserva. Art. 2.o Nóml.>rase Comandante General y Jefe de Estado Mayor de la Divisi6n Antioy_ueña, á los Generales Luciauo Es­trada y Bonifacio Vélez, respectivamente. Art. 3.° Compondrán el Cuartel general de dicha División, como Ayudantes, Adjuntos, etc., lo individuos pertenecientes hoy al Ouartel general del citado Cuerpo de Ejército y á los Cuarteles generales de las do Divi iones de que en la actuali­dad consta, todos en sus respectivos grados. Art. 4.0 Los cuerpos que componían las dos Divisiones quedarán incorporados en la nueva División, con el mismo personal de Jefes, Oficiales y tropa que hoy tienen y con sus mismas denominaciones. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLET.fN MILITAR 499 Art. 5.o N óm brase al Sr. General Ricardo Les mes Inspec· tor General de los tres Ejércitos de Reser·va creados basta hoy. Comuníquese y pnblíque,e. Dado en Tena, Cundinamarca, á 16 de Abril de 1900. :MANUEL A. SANCLE:l\'IENTE El Ministro de Guerra, JOSÉ SA~TTOS ••• D30RE~O N't1MlC~O 7 DE 1900 (.ABRIL 17) aclaratorio y reformatorio de las disposiciones anteriores sobre pasaportes, salvoconductos y exenciones militares El Jefe Civil y Milita~· de Oundinamarca Teniendo n cuenta que Yaria, autoridad y algunos par­ticnlare llan licitado de f-,·tc J cfatura que e reform n algu­na de la& dispo icion • dictada r ·~pecto de pa. Hportc., al­vocon< lucto y exeucione · mili tares, con el fin de que queden claramente determinados el valor y , lca.nce de tale docu­mentos, DECRETA.: Art. 1.0 J.,os pa aporte que e expidan por esta Jefatura 6 por otras Oficiuas del Departamento, como Pr fecturas ó Alcaldías, solamente ervirán para un iaje continuo, ida y re. greso inmediato, y por u11a ol?, vez . .Art. 2. 0 o be expedirá pasaporte {L indidrluos particula­res que uo presenten u exeuciou militar; ) en ningún ca o á aquelloa que · an uo .:tile~ al Gobieruo. §. Los extranjero· 110 n ce ·itc u xención militar; pero por lo demás quedan sujeto á lo clis¡,ue" to en este Decreto. Art. 3. 0 Tampoco se expedirá p saporte alguno mientra no se compruebe con el ¡·ecil>o del caso haber cubielto los de­rechos corresporuli ntes, lo cuales se pagarán única y exclusi. vmnente en la re peetiva Oficina de Hacienda departamental. .Art. 4.o El valor de todo pa aporte será de do pesos por cada persona y uno por cada bestia. Art. 5. 0 No habrá pasaportes echoso :POdrá ser detenido y registrado, aun cuando esté provisto de pasaporte. Art. 7. 0 Unicamente los vivanderos y sus bagajes tienen erecho á pasaporte gratis. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 500 BOLETlN MILITAR Art. 8. 0 Sólo se considerarán como vivauclerls para los efectos del a.rtícule anterior, lm; individuos que iendo dueños ele víveres, conduzcan y expendan é ·to personalntente en los mercados, en cantic.la<.l no mayor de cinco cargas. Art. 9.0 Lo individuo provi tos de pasaporte no podrán ser conscripto cuando sean vivanderos~ 6 si careciendo de este carácter están pro vi tos, además, de la re pecti va exención militar. Art. 10. Toda autoridarga.nización. Empleo táctico-La, am trctlladora son eminentemente apta , 11 ólo p· ra la < ci: le ) tlef lh a,, •le artillería. Det rmiu, d:. la. di · :. uch, la pnnt da . e hacía. con pr ci ·ión. En un ca o olo . e hizo fu ego { grande di ·t., ncia , cerca <1 2,500 motrm~, mpl •:u1do el t.ir·o ~tlt'VO p ·ua bat1r la ciudad de Sautingo qu .· taha oculta por t~ l t )rreuo. f.J a. el vación se dio cou el cua trn ·tor para batir 1 ·ampo; ant él, 1 adver ario timw que replcgc r e; lm~ d fen:orcH d nn~ trincher< tuvieron que suspeJI(l•r el fuego para cubrir.-e, y toda la ametrallado· ras pudieron ohteuer esto · re ul tado a 250 m •tro de lo. atrin­cheramiento . Ningúu ataque d h iufantería 6 llidad n~o y á p qu fia c..li ·tancia, la Yen taja e te t'Ú ~ i mprc por parte <1 ~ la. am tralladoru . Para toce ario qu uo falten la municiones, p .. ro es de todo ¡mnt infnudado el suponer que las ametralla­dora · hacen un con ' tuno •xag- rado. En la campaña d antiaho, eomprendi, icion . no pu<1i ron .. peritH ntar. e como ,e deReal><, p r el autor cr •e qu mpl •ada Hu. •natro pi zas de e ta m. n ~ra hul>i ra podido re istir contra fuerz, su¡ eriore del eu •migo. i la am tr. liad ra marchan acompañadas por la iufan­t ría 6 la cahétll ría, ú e tas arm. del> encargar e el r •co­nocimi nto del t rreno. Ig·u. lmeute, en caso de ellcoutrar al enemigo, Hi la c. b: llería .·e retira para dt•ja.r campo libre al fnt>g'O ele laR amet.ra1lndora.·, aquélla ¡wdrá rehacerse á cnbi •r-to y preparar.· para la carga.. . hn el muw ba~tnntc probable de qtw ~1 en migo tuviese que eer per · gnido, .. •rá n b:clrÚll aYauzar 1~. ametrnlladora , y e colocarán en nna po, ición {t prop<'!Rito para romp r d impro'dso y con en rgía l fuego. ohlig·ando e l enemigo á r tirarse 6 preparan­do el ata(]ne <1 la infant ria. ]Ja. am trall:ulm·a no han t nido oca ión rle er exp(>ri­ment. n.da. en nn <:oml>nte de rec011 cimiento 6 de Yanguardia, pm~o ha11 po Rer mny sereno y e.·tar mny al corriente ele las in­tenciones del General y Í<'Zc s. D .. . ~ pués 1lo a ' Í durHnte algún ti mpo, pero hacia las cuatro lo.' e pañol s atacaron ~alero"ameute la po iciones perdida , y mp zó, por parte de lo americanos, un Yivo fuego de fusilería, y al mismo tiempo se d jó sentir el característico ruido de las Gatliug, quo tanto animaba las tropa . Las am trallaIían podado manten rse n Ru. po. icionea. in la aLuda de la am - tralladoras. Por e u. ecne11 ·ia, la eficacia d estas armas en la de~ nsiva inmcu a, corno n el ca o anterior, y uo hay u ce­sidad d vol ver {t d mm~trm lo. En la r ci nt camp. ñn. d 1 Sn<1áu, n ]. batalla d Om­dnrman, e tiene un (•j .. mplo auálogo tlel rupl o de la a m - trallador. n una acción camp. 1. La acción fue al principio defen iva por part de lo. anglo- gipcios; fueron atacc do re­petida v e por los d •rvisc ·, que ~l\·anzaban eu rua a irregn­lare · con ardor fanútico, p ro que no poclíau 11 gar á pon rse en contacto porque l fu go d la.· ametralladoras l\laxim era ex­traonlinariamente mortíf•ro. Reellazmlo el ataque rle lo der­vi e , l irdar l itchuer inició un contra-a alto, y la 'il-Iaxim fueron empleada. en la. ofeu ·i a. En é ·ta, como en la faz prec - dente, su fu g , ·egún te tigo oculare .. , fu mortífero en grado sumo. En las op racione d guerra en los alrededores de San­tiago ·e emplear n la· Gatlin~ en la defen a de la lluea de asedio. Se e locaron en una trinchera, en medio de la otras tropas, y cubiertas de modo que ólo á pequeña di tancia. e podían distinguir su 1 c. s. A aquélla~ se le agregaron c1o · ametralladoras automáticas Oolt, montadas en trípodes, y nu cañón de dinamita. Este último no era un arma bastante per­fecta para asegurar la preci ión del tiro, pero disparaba pro yectiles que contenían 2 kg. de gelatina explosiva, y que en un radio de acción, no permite reunirfa . Otro principio es a igu 'r la ametr, lladoras como arma anxiliar jado á Jo' oficiales que las mandaban. Rara v z recibían órle, y haced el mejor u o po 'il>le de ,·nestras piezas." Este sistema a.11ería (Rough Riiiers), y no fue u de ninguna utilidad, no di parando uu tiro ha~ta que se reunieron á la Gatling. Por último qued~ el 'istema. de or·ganiz. r la. am trallado­ras n nniclaat •ría (lo la, atliuCJ". Lo. re~ ultado obt nido c.lemo tn ron la bondad d l principio. E ·ta. idee fnc expne ta por pri m ra. 'Tez, hace < !gano anos por a.tlin,g, in \·en tor reH tácnlo para crear una cuarta.. Le instrucción necesaria vara operar la ametralladoras, el empleo táctico de esta armas, su tremen•la eficacia cuando sean bien empleadae, requieren un e¡¡tuncia y hac r su empleo má r. ciona.l, y de este modo serán para el Ejército un nuevo instrumento )t. ~~ ~ ~ x.• Terar mDmento Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 510 BOLETfi( MILITAR CuARTO MOMENTO-La caballería, dnpués de proteger el avance de J&. infantería, Je retira rápidamente fuera del alcance eficaz de nuntro fuego: medio euuadrón e?Jemigo u dirige al trote hacia JU ala derecha; fa infante­ría del contrari1 continúa marchando con lentitud, adelantatrdo máJ y máJ JU ala derecha. El jefe del batallón reconoce que el enemigo es inferior en núme­ro, y resuelve tornar la ofensiva. SeñafeJ: para todos, alto! )Jisposidón: cuarta compañía, íntegra en tiradores, replegando su ala derecha; ugunda compañía, zoo pasos á retaguardia del ala izquierda de la cuarta~· primera compañia, 200 pasos atrás del centro de la cuarta, y tercera compañía, tras el ala derecha de la misma cuarta. ,¿· Jé. • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • * • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • t4·a ~ 200 pasos ·. e u arto momento QutNTO MOMENTO-La caballería carga en forrajero! la1 doJ alaJ de la cuarta compañía. La infimtería enemiga aprovecha tJe momento para afianzar ctJ• rapidez á corta dútancia y acelerar JU futgo. 1 _, + ' ' o ~00 ~®~ I.e. ~ + Quint~ momento o o 181181® 181181® 3· a ~~181 + Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILIT .A.R 511 Seña/u: cuarta compañía, formar en columna (el ataque se dirige sobre ambas alas), y luégo (para todos), lentamente en retirada! SExTo MOMENTo-La caballería no puede romper niuguno de loJ gru­tJoJ y u retira con pérdidaJ; la infantería enemiga rifuerza d1 nutflo JtJJ tiradorn. SeñaleJ: para todos, alto! Disposición: debe atacarse el centro enemigo. A la señal (para todos) afiancen! Ja primera compañía á la carrera avanza sobre el centro de nuestra línea de tiradores; lc.s compañíaJ tercera y cuarta refuerzan con un pelotón en tiradores las alas de la cuarta, y siguen con las otras 1 so pasos á retaguardia. Seña/u: cuarta compañía, fuego rápido! SÉPTlMu MOMENTo-E/ aavenario tiene ahora compañía y media en tiradores; media cDmpañía en orden cerrt!d{) traJ JU centro y medio tJCUII­drón unos 100 paltJS á retaguardit: de cada ala. Señaln: para todos, avancen! (se ejecuta lo indicado). t t t ••• • ••• JO!Y.:)IIOIIOl • ~IOIIOl • JO!lOIIOCJO! •••••• . . . . . . ~~~~. -~~. -~~~~. . . . . . 'K.. ..:X 4 . a I. a 4 . a 'K.. .·:X · ..... · · ... · .· t t Séptimo momento OCTAVO MOMENTo-La infantería enemig4 retrocede de prúa anU el ataque dicho; JU caballería avanza y carga para desempeñar la infantería, atacando las alas de nuestra cadena. Señalo: para todos, olt1! Formar las columnas! 1 1 Q0®®QQOO ~ I.a Octaf/o momento Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 512 BOLETÍN MILITAR " • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • l. a 4 . n 1\ 1\ Noveno momento NovENO MOMENTO--La ca­ballería enemigo es rechaza- • da, pero la infantería ha ga- • 11ado tiempfJ y ejecuta JU reti­rada en buen orden. Señales: para todos, en ti­radores, ava?tcen.' Disposición: primera y cuartacompaiiías fntegramen· te en tiradores. DÉciMO MOMENTo-La in-,. • • • • • • • • • • • • • • • • • .• • • • • •* • • • • .• .• fantería enemiga co1Jti11Úa su retirado perseguida vivamen· te por el fuego de nuestroJ ti· radfJreJ,· la caballería Je reú11e de nuevo y u maJJtiene cercana al ala izquierda dt aquélla. Señales: para todos, alto! Disposición : primera y cuarta compañíaJ, menos los tiradores, reunión; ugunda y ttrcera, reuni6n. DécimD momento UNDÉCIMO MOMENTo-Bajo l,z protección de JU caballería, que per­manece á pie firme nifrente de nuntro flanco derecho, la infantería adversa gana Jfl línea de retirada. IUsposlción: El batallón continúa su primitivo movimiento, línea por línea; uguttda y tercera compt~ñías, á retaguardia, y cuando han ca­minado 400 pasos, alto; los pelotones de tiradores se despliegan; prime­ra y cuarta compañías, en retirada desde que las otras han tomado posiciones. • • • • • • • • • • • • • :11: • • • • • • • • • :11: • • • • • • ~ • • :11: • • • • • • • • • . •.• ... •.• ... •.• . . . . V V V 4·a l. a ~~0 181181~ §il!BI~ 181181181 1811810 181181181 V V Undécimo momento Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BO:UETfN MILITAR 513 DuoDÉCIMO MOMENTo-La caballería enemiga sigue á su infantería. Señales: para todos, alto! nlsposicl6n: primera compañía de retaguardia. El batallón se forma en columnas de compañía, sobre la tercera, á dobles intervalos de despliegue. Luégo continúa su retirada. SOBRE EL EJÉRCI'rO ALEMÁN (Continuación) lnspuciones de tiro Examinemos ahora en qué consisten las inspecciones de tir0, que merecen una atención particular, tanto á causa de la manera verdadera:nente práctica con que se organizan, como por la extrema importancia que se les concede. Los jefes de regimiento en la línea y los de brigada en la ~uardia * son los que pa. an esta · inspeccio­nes y dan cuenta de los resultados á la autoridad . uperior. El pro­grama de la inspeción de tiro se redacta en el Ministerio de Guerra, y cambia todos los años según el punto de vi sta particular de de el cual se propone examinar el e stado de la instruc ión. El iVlinii­tro confía habitualmente á la escuela de tiro * la formación de este programa. Después lo aprueba y hace litografiar un número suficiente de ejemplares para que se lt!s pueJa di tribuír á todos los batallones del ejército, con los modelos de los informes que de­berán llenar. Todos estos estados se envían entonces á los cuerpos bajo so­bres cerrados, y se conservan rigurosam ente secrdos hasta el mismo día de la inspección. Solom ente sobre el tt·rrtno mismo del tiro se da co1tocimitnto de ellos á los capitanes de compañía. Se limitan á in­dicar la clase de los blancos que deben emplearse, con tiempo su­ficiente para que todo el material necesario esté dispuesto en el momento deseado. Es preciso reconocer que este sistema está perfectamente concebido para impedir toda tentativa de preparación especial para la inspección, y para obligar á todos á ocuparse siempre con el mis­mo cuidado de todas las partes de la instrucción. Al mismo tiempo deja al Ministro libertad completa d'! variar su programa dentro de los límites del reglamento, y le permite juzgar de las tropas según • E ta diferencia estriba sencillamente en las facilid a d •s que ofrece In con­eentraci6n, generalmente mayor, d e las tr opas de la gnudia en sus guarniciones. Y aun en la líne,, el comandante generr parte del Gobierno prusiano, la cual parece habc.;r dado hasta aqJÍ exce­lentes resultados. Se ha procurado por todos los medios posibles animar y adelantar la educación de los caballos, tratando de pro­pagar en todas partes las buenas razas, que se confía poder utili­zar en el ejército. Hé aquí en pocas palabrc:is el sistema en vigor: Además de las yeguadas particulares, se ha juzgado ventajoso crear tres pertenecientes al Estado, organizadas en grande escala, tales como la de Trakenen (Prusia oriental), NeustaGt (en la Doss) y Graditz (cerca de Torga u, en la Sajonia prusiana); esta úl­tima para los caballos de pura sangre, y las otras dos para los . cruzados. Cada una de estas ganaderías, que dependen del M:nisterio de Agricultura, no recibe un céntimo del Estado, pero posee la Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILIT .A.R 517 propiedad de cierta extensi~n de tierras que cultiva y administra por sí misma, y cuyo~ rendimientos deben bastar para su conser­vación. Las yeguas del establecimiento, en partidas de una ~en­tena de cabezas, pastan en inmensas praderas bajo el cuidado de guarda~ á caballo. La misión de estas ganaderías es únicamente la de producir buenos caballos sementales para proveer cierto número de d~pósitoi p~rmanentu, que contiene cada uno de 8o á 100 bestias distribuí­das en todo el territorio. De allí se les conduce, durante la esta­ción de la monta, es decir, de Enero á Mayo, á las diferentes esta­ciones de umentales para cubrir las yeguas que les presentan. Estas estaciones, muy numerosas (de ellas hay próximamente 120 en la sola provincia de la Pru ia oriental, qu~ contiene cuatro depósitos), están servidas cada una por tres ó cuatro sementales. El precio de la monta varía de 6 á 300 marcos * (7.50 pesetas á 37 5 pesetas), pero su término medio sólo es d e 9 i 12. Esta es la renta más segura de los depó i to. de ca ballos padres que no tienen, como las yeguas, tierras á su di s po ic i ó n. Los caballos padres vuelven al de­pósito no bien terminada Ja monta.-(Continúa) --··· - - DEL TIRO DE LA ARTILLERIA EN CAMPAÑA segfín las Ler;on1 d'artillerie de E. Girardin. (Conclusión) f/1- Tiro fusant~ repentino o) Circunstancias en que puule emplearu sin inconveniente-El tiro fusante rept: nti no, ó sea reglado por la sola observación de los disparos de:: shrapnd, se usa en los casos en que es imposible ó por lo menos dificil distinguir los puntos de caída de bs granadas, como en un terreno pantanoso: lucha con una artillería que ocupa una cresta que tenga una depresión detrás y un barranco delante, bombardeo con tiro indirPcto de un pueblo de que no se ve sino el campanario; tiro de campaña á distancias excepcionales, por lo cual el estallido de las granadas no se ve sino en malas condiciones. El reglaje del tiro con shrapnd~s es más lento que el verifica­do con granadas, exige espoletas que funcionen con toda precisión y presupone un gran consumo de municiones. Los disparos fusan­tes producen un globo de humo denso, blanco y distinto, que es visible á las mayores distancias, pero que para ser utilizado en el reglaje dd tiro debe producirse al ras d el suelo y destacarse sobre • Et\te fíltimo precio só lo se p!iga cuando se trata de ementales de elección, á lo~ que se les lleva las yeguas á sus mi mos depósitos. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 518 BOLETÍN MILITAR los blancos verticales que se encuentran en ]a guerra y de ordi­nario tienen poca altura. Por eso, en la práctica, este tiro da nu­merosos diiparos dudosos, y los tanteos necesarios para poner en concordancia el alza con el cohete, aun en espoletas muy buenas, y la graduación casi incesante de nuevas mechas y la necesidad de ser frecuentes los disparos dudosus que hay que repetir, hacen un tanto lento este procedimiento de reglaje. Primer procedimiento: reglaje por el a/za-Sábese que en el tiro directo con granada percutante la explosión media á la altura tipo se produce } 0 de segundo más acá del punto de encuentro de la tr.:~yectoria con el suelo, de donde que, si sin cambiar el alza, se aumenta en -1 2 0 * la duración del cohete, 5e obtienen explosiones fusantes muy próximas al suelo, que pueden considerarse como puntos de intersección de las trayectorias con el terreno, proce­diendo entonces al reglaje como si se tratara del tiro percutante. Así que se obtiene la trayectoria media conveniente basta, pues, disminuír la duración en 1 2 0- para volver la explosión á la altura tipo . En el curso del reglaje se hacen variar paralelamente el alza y la duración, esforzándose por mantener el punto medio de explosión á escasa altura, obrando sobre la duración como en el método normal. Gracias á la carga por pieza, nunca resulta más de un cohete graduado para cierta distancia. U na vez encontrada el alza conveniente, no se la vuelve á tocar, y se regla la altura de la explosión obrando sobre la dura­ción del cohete. Como se ve, el procedimiento es sencillo, permite tomar siempre la distancia como base del reglaje, pasar sin difi­cultad de un reglaje por percusión á otro por explosión y viceversa, y utilizar todos los disparos percutantes visibles por casualidad. Segundo procedimiento: reglaje por tl tiempo-En este reglaje se enmarca el blanco entre dos tiros fusantes al ras del suelo y cuya duración (en trayecto) difiera cierto número de décimos de segundo que corresponda á la profundidad del marco deseado, ó en otros términos, se busca una tenaza en duración en vez de ha­cerlo en milímetros de alza, para deducir de ella la duración que conviene á la posición del blanco y á la alza correspondiente. En este caso, del reglaje se deduce la duración, y obtenida no se la toca, buscando la explosión más conveniente en el tiro de con­junto, obrando tan solo sobre el alza. Sea .AB dos explosiones fusantes próximas al suelo, corta la una, larga la otra, obtenidas con duraciones de cohetes que difie­ren rr de segundo y la alza correspondiente. La posición más probable del blanco dentro del marco obtenido es la mitad e del espa~io AB; y como además sabemos que la trayectoria media más favorable para la eficacia del tiro fusante, es la que pasa por .. El aumento en t!l ca ñón ele 8o mil\metros de montaña debe ser tres clécimas. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR 519 el pie del blanco, si la explosión media se produce /o más acá (tiro directo con granada), tendremos que será la duración lo que puede dar la explosión en E (antes) y hacer que el proyectil describa la trayectoria media EC que se desea obtener. Esto sentado, si se designa por N la duración del disparo fu­! ante corto A y por N' la del largo B, la que debe corresponder á la explosión en C, es decir, al ras del suelo, será igual á la media N+N' --- entre las dos duraciones extremas, y la conveniente para 2 l .. " d l bl N+ N' S a posiclon e anco 2 1 r Cuanto al alza de la trayectoria media EC, será la media de las correspondientes á los dis paros extremos A y B: se principia por adoptarla como alza de ensayo, y de pués se regla la altura de la explosión obrando sobre el ángulo del tiro. Si al tiempo de verific a r los límites de la tenaz a, se obtiene una contradicción liq uid :.~ d a po r u os fu ante· largos y dos cortos, hay probabilidad de c ~ tar en p o e ión del tiempo que corresponde al pie del blanco: en tal ca o e le Ji minuye simplemente en 1 3 0 y se toma como alza de ensayo la del tiempo que dio la contra­dicción. En el tiro en atrincheramiento , la tenaza de duración se toma correspondiendo á una diferencia de alza de dos tenazas de las tablas de tiro (8 desvíos probables). Durante el reglaje, con fre­cuencia hay que establecer la concordancia entre el alza y la du­ración, modificando ésta sin tocar aquélla, á fin de obtener las explosiones poco más ó menos al nivel del centro del blanco. A causa de la lejanía del blanco y de la rigidez admisible de la tra­yectoria, las variacione ~ de alza así introducidas desplazan sensi­blemente la explosión sobre una vertical. Debe recordarse que en estas variaciones, las ~xplosionts si­guen la boca de la pieza, es decir, suben ó bajan con ella, pero esto no debe hacerse al aca o, sino lo más metódicamente posible, ba­sándose en el principio de que la altura tipo corr~sponde á un nú­mero de milímetros de a lza fácil <.le determinar consultando las tablas. Cuando se pn::senta un <.li s paro dudoso cuyo globo de humo o rebasa sensiblemente la parte ~uperior del blanco, vale más tirar un segundo y aun un tercer proyectil en las mismas condiciones, que modificar precipitadamente el alza: en razón misma de ]a dis­per ión de los casco.' , :>e obtendrá nece ariamente un disparo fu­s ante cuyo gl o bo d e humo se proyecte sobre el blanco. · *- Dos décimos para el cañón de montañ:t. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 520 BOLETÍN MILITAR f/111-Tiro progrtsivo p) El tiro progresivo, que pudiera llamarse tiro oscilatorio, consiste en a ·pergiar con proyectile fusantes una extensión de te­rreno más ó menos profunda, pero bien determinada, que abarque el blanco ó sitio sospechoso, haciendo variar progresivamente el alza y de un modo paralelo la duración del cohete, primero en un sentido y despué~ en el inverso. Este tiro se aplica en los casos en que la tenaza normal (roo metros) no puede conseguirse por una ú otra razon, en especial de las que provienen de di (icultades de observación, ó cuan Jo conviene .sacrificar todo reglaje á la rapitlt z m rompe ·r el Juego Jusante. Cuan­do el objetivo está completamente oculto por una cresta, por ejem­plo una batería atrincherada que 110 se revela sino por los fogo­nazos de sus disparo , se regla el tiro sobre la cresta de la trinchera y luégo se ejecuta el tiro progre ~ ivo del caso. El tiro progrcsi vo se ejecuta por series de tantos disparos cuantas piezas com prencla la batería, ora tiro por tiro, ora por descargas. U na primera serie se di para con el alza correspondiente al límite corto del enmarcamicnto ó es pacio que debe batirse, y se regla la altura de la explo ión y la din.~ cción. Las series siguientes se disparan sucesivamente, dando sendos saltos de 100 ó de 200 metros, según la di tancia, en el tiro de campaña, ó de una tenaza en el de trincheras, haciendo variar el alza (ó el ángulo de tiro) y, paralelamente, el tiempo. Como regla general, se dan tantos saltos cuantas tenazas me­nos una encierra el marco (que debe batirse), para no tener que tirar sobre el límite máximo; en eguida se retrocede hasta el punto de partida y se repite la operación sucesivamente. Sábese que la profundidad eficazmente batida por una serie de granadas mide unos 300 metros á 2,500 metros, de los cuales roo antes y 200 más allá de la trayectoria media. En consecuencia, si se procede por saltos de I oo metro , el mismo espacio resulta batido dos veces seguidas, y si se dan de á 200 las zonas se recubren par­cialmente, de iuerte que ninguna porción del terreno sospechoso escap"" á los efi ctos del tiro fusante. La observación de los efectos producidos, y á ser posible el sentido de los disparos fusantes bajos, permitirá de ordinario, al Jefe de la batería, restringir á lo preci o la profundidad de terreno que debe batir; y aun puede, .acrificando sí una parte de la eficacia del fuego, hacer bajar momentáneamente el tiro fusante de la sección guía, aumentando la duración en -1 'J0 , á fin de obte­ner mayor número de tiros observables. El tiro progresivo, que debe ejecutarse con rapidez, cunsume gran cantidad de municiones, y por eso hay interés en restringir el espacio por batir. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. DOLETiN MILI~AR 5~1 También puede ejecutarse este tiro tscalrm~?ndo las alzas y el titmpo en la misma batería, á fin de batir con la misma descarga toda la zona sospechosa: si d objetivo tiene gran frente, se despla­za transversalmente el tiro en las descargas siguientes. 1 X- Tiro de grupo q) Sobre el campo de batalla el tiro de una pieza aislada es excepción; los cañones se reúnen por grupos para combatir. El tiro de grupo que bate un mismo objetivo, comprende dos casos principales: L 0 , el frente es extenso y puede repartirse entre las diversas baterías; 2. 0 , á lo menos en su parte visible, el blanco tiene un frente restringido y no puede repartirse entre las bate­rías como objetivo de reglaje. Empero, sea de ello lo que fuere, el jefe del grupo dará á las baterías las indicacione siguientes: L 0 , posición que deben ocu­par; 2.0 , blanco que les corresponde batir; 3. 0 , clase de tiro que deben ejecutar, agregando los demás informes que sean del caso como distancia, proyectiles que se emplearán, et ., y vigilará que sus órdenes se cumplan con la mayor regularidad posible. A este respecto pueden sentarse las reglas siguientes: I . 0 Prohibir el tiro por sobre tropas amigas situadas á menos sao metros adelante de las baterías, salvo que el terreno per­mita reducir esa distancia. 2.° Considerar como peligroso para la tropas amigas el te­rreno comprendido en una zona de 500 metros adelante del blanco. 3.0 Darse cuenta del tiro de cada batería ocupando una posi­ción conveniente. 4.0 Dejar á los Comandantes de baterías la responsabilidad del reglaje del tiro, cuidando sí de hacer que se verifique cualquier alza que le parezca sospechosa. 5. 0 Designar la batería mejor situada como guía encargada más especialmente del reglaje. Objetivo de frente extenso --Cada batería regula su propio tiro, sea fijo ó movible el blanco, pero á manera de auxilio el jefe del grupo comunica á las otras, como alza probable del blanco, la halla­da por la batería-guía, que aquéllas verificarán antes de adoptarla, si difiere en más de 100 metros de la que habían encontrado. Objetivo de frente reducido-El reglaje lo ejecuta la sola bate­ría- guía, para evitar confusión en los puntos de caída, y las otrás sólo disparan proyectiles fusantes entre tanto, cuidando sí que no estallen bajas para no confundir ~la batería-guía. Contra trinche­ras, las otras baterías permanecen mudas mientras la guía regla el tiro. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 522 BOLET1N MILITAR TRADUCCIÓN Y EXTRACTO DE "EL TIRO DE LA ARTILLERÍA EN CAMPAÑA,'' PO~t EL MAYOR H. ROHNE (PRUSIANO) '.I'lro de grnnada contra blancos fijos 1) Tiro contra un blanco-infantería (r.8o metros de alto por 12 me­tros de largo) 1 ,,.too + ·1 t.:wo ' - 5 J,a5o ? 6 I,a5o- 1 1,375 + 10 1,37.'í + 11 1,875 ! 12 1,37.5- Mandatos del Com:'lndante de la batería 1) Con granada, cargtun l Sobre el centro de la infantería/ .A 1,200 metros.' Fuego por el ala dertcha.l 2) Con la kurbel (nivel de puntería). Apreciación del procedimiento-Como el fuego se dirige siem­pre sobre el c:entro del blanco, salvo orden en contrario, basta­ba mandar 1sobre la infantería! para no alargar sin necesidad el mandato. El empleo de la kurbel al segundo disparo está justificado, pue to que aquél no se pudo observar, el tercero fue tirado con el mismo ángulo de elevación y la cuarta pieza podía estar ya apunta­da con el kurbel, y por tanto éste podía emplearse en dicho cuarto disparo, lo que permitÍa aumentar la rapidez del fuego. El procedimiento empleado para determinar la tenaza-límite de la distancia de los disparos (disparos 1.0 á 6. 0 ) es correcto y con forme á las reglas de tiro: no se tienen en cuenta los disparos 2. 0 y s.u, cuya observación fue dudosa. Direccion de/fuego después de determinar la tenaza-El au­mento de 25 metros después de los disparo 6. 0 y 7. 0 observados cortos, está conforme á las reglas de tiro (distancia menor de 25 metros y blanco de I .80 metros de altura), y el mismo aumento queda justificado tras el r4. La mitad de lo . disparos 8 á 14 se observaron muy cortos, de donde el que fuera justa la conclusión Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLET.fN MILITAR 523 de que el punto de impacto medio se hal1aba al pie del blanco, ó ea I 6 metros adelante del punto deseado, siendo 32 el espacio pe­ligroso. El aumento de 25 metros desplazaba el punto de impacto medio + 1.4 (horizontal de 9 metros atrás del punto de impacto buscado), lo que tenía que dar un % mayor de disparos que hirie­ran el blanco de lleno. En estas condiciones el Comandante de la batería pudo mandar tras el I 5 disparo: "' Consérvese la distancia." Como el blanco presentaba longitud escasa, no había para qué pensar en repartir el fuego. 2) Tiro contra una hatería - - - l.• PIEZA 2." PIEZA 3." I'Ir: ZA 1.• PIEZA 5.• I'IEZA 6. a PIEZA Mandatos del Capitán 1) ¡Carguen con granada! sobre la 3.• pieza. ¡A I,Soo metros! ¡Fuego por el ala derecha! 2 y 3) ¡ Con la kurbel á 1,400 y 1,5 oo metros! 4) Conservar la distancia de I ,47 5 metros. ¡Repartan el fuego! Apreciación de la dirección del tiro-Las voces de mando son las reglamentarias y adecuadas al fin que se persigue en el tiro. La determinación de la tenaza de los límite& de la distancia (dis­paros 1 á s), C'"Stá hecha de acuerdo con las reglas. Tras el segundo disparo la distancia ie disminuyó 400 metros en vez de 200, en obedecimiento á lo prescrito en el reglamento, "si el primer dis­p- uo es observado más allá dd blanco (detrás de éste), la distancia se disminuirá en el acto y la corrección se hará bastante enérgica para que pueda contarse con que el siguiente disparo sí cae ade­lante del blanco," procedimiento perfectamente justo y arreglado á lo que enseña la experiencia en el particular. La continuación del tiro da 3 grupo& de disparos cortos ( I ,550, 1,57 5, I,6oo); el Capitán creyó mal hecha la observación del tercer disparo y lanzó el 14 charol blanco, pero ya sea por la mala calidad de este material ó por otros motivos, la idea no ha prosperado. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 526 BOLETÍN MILITAR No apartándose mucho del tipo especial de ros, sin aumento sensible de peso, tal vez se lograra lo apetecido, alterando su he­chura en algunos detalles, trocando la superficie desarrollable que hoy presenta la imperial por una p "ximamente semi~ elisoidal, se­mejante á la superior del cráneo, que colocando todos los puntos de esta cubierta á igual distancia de la cabeza, haga imposible el contacto, y agregando en la parte posterior y lateral una cot;otera de forma tronco-cónica, de tres ó cuatro centímetros de altura, las generatrices se desvíen cuarenta v cinco grados, próximamente, de su eje. La supresión de todo adorno metálico es de creer que permitiría hacer estos cambios sin notable sobrepeso. La gorra de cuartel sin visera ni cogotera no se sujeta á la cabeza ni tiene en su ab0no más que la facilidad con que se pliega y puede guardarse en cualquier parte. Un casquete de lana de sec­ción semi-elíptica, con visera y cogotera de paño, ó una gorra sin visera y de plato grande, disfrutarían de las buenas condiciones de la gorra de cuartel y subsanarían en algo las faltas de que ésta adolece, por la posibilidad de inclinarlas en uno ú otro sentido, según indiquen la dirección del sol, del agua ó del viento. Con tituirán el vestido de la cabeza según lo dicho: Un capaccte de fieltro gri , con imperial de cuero de forma elipsoidal, visera y cogotera y sin ningún metal ni adorno. Una gorra de paño que no tenga visera de cuero, pero pu­diendo tenerla de paño ó suplirla por su hechura. 111- Equipo El equipo de nuestras tropas de infantería es bastante lógico, dadas las bases de que se ha partido para su disposición, pero tal vez estas bases sean provechosamente modificables. La colocación de la mochila (morral) apoyándose sobre los omoplatos é insistiendo sobre la región dorsal, no es conveniente, y no es necesario detenerse mucho para comprender el flaco de esta disposición. Cuando el hombre, estando en pie, no soporta carga alguna, la vertical del centro de gravedad pasa por dentro del polígono de la base de sustentación dibujado pvr el contorno exterior de los pies y las rectas que los unen, y el equilibrio es perfecto. Al colo­carle un peso cualquiera, es claro que si el centro de gravedad de este p(:SO no coincide con el del cuerpo, será preciso un esfuerzo muscular para traer la vertical del centro de gravedad del sistema á la posición de equilibrio ó para resistir el empuje que tienda á variar la base de sustentación. Dada la distribución actual del equipo, se comprende que coloc;.¡,das la mochila, la cartuchera y la manta á la espalda, con más cuatro paquetes de cartuchos sobre la mochila, el peso de los cartuchos colocados en la parte anterior del cinturón no basta á contrarrestarlo, y de aquí la inclinación del tronco hacia adelante, mantenida por la tensión muscular, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN l'diLITAR • 527 cuando el hombre permanece quieto y la imposibilidad de ejecu­tar muchos movimientos sin violento esfuerzo y sin riesgo de caída cuando marcha. Para sostener la mochila en la posición indicada, se emplean dos correas laterales que arranquen de la parte superior é interior que está en contacto con la espalda y terminan en la parte infe­rior rodeando el hombro; si el soldado cede á las fuerzas que soli­citan los hombros hacia atrás, disminuye el volumen de la cavidad torácica, y de ello resulta dificultad en la respiración y natural­mente gran fatiga; si, por el contrario, reobra contra ella, es mer­ced á una tensión conitnua y no menos violenta de los músculos angulares del omoplato. En todos los casos estas correas perj u di­can grandemente los m o vi mi en tos del" brazo en su articulación escápula-humeral, y lo mismo que las de la cartuchera y toda otra que tenga por objeto sostener un peso, á no ser bastante anchas, lo hacen soportar á una reducida superficie, dando lugar á excesiva ompresión. · Para remediar este mal se propone el sustituírlas por un co­]. eto de lona en el que se in:>erten, por medio de correas cortas y (>asadores, todos los pesos que haya de llevar el soldado. Con esto e conseguiría que aumentando considerablemente la superficie de , ontacto, la pre:>ÍÓn en cada unidad tuera mucho menor y )a mo­). estia otro tanto más pequeña. Es decir, que repartiéndose en rnayor espacio estos pesos, no fuera necesario, para conseguir la imprescindible fijeza, ejercer compresiones locales, como la que se fla citado en el brazo ó la que producen el ceñidor y los tirantes ~e la cartuchera en la cintura, en el hombro y en toda la extcn­s ión de su longitud. Ciñéndose al cuerpo este coleto y estando invariablemente unidas á él todas las partes de la carga, no sufrirá ¿sta ninguno de los balanceos ni desviaciones, que tan inesperadas resultantes producen al ejecutar algunos movimient<;>s, haciendo finalmente las veces de unas correas cuya anchura fuera la máxi­nna que permite el cuerpo sin tener la contra de ser duras y siendo nnucho más ligeras. Para ponerse el equipo se tiene que emplear algún tiempo, s1iendo siempre necesaria Ja ayuda de un extraño y un minucioso c .uidado para que cada efecto quede en el sitio que debe ocupar, s1iendo muy frecuente que la pérdida de alguna de las partes que ho componen afecte á la seguridad de las demás. Con el coleto macla de esto sucedería, puesto que preparado siempre y llevando e:n sí todos cuantos objetos no deban separarse del soldado, no t:ardaría éste más tiempo en hallarse equipado que el necesario p>ara pasar los brazos por las escotaduras de las mangas y abrochar leos botones que los sujetan por su parte anterior, operación cuya bJrevedad no hace falta encarecer, pudiendo en certísimo espa­c: io pasar de la situación de no llevar sobre sí ningún objeto del ecquipo á la de tenerlos todos convenientemente colocados. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 528 BOLETíN MILITAR Por la configuración humana, la espalda es una de las partes más distantes en sentido horizontal de la vertical del centro de gravedad. Siendo así que la situación más favorable de una carga es aquella en que su centro de gravedad diste menos de esta ver­tical, la curvatura sacro-coxígea brinda una cavidad que permite colocar un peso acercándose á ella todo lo posible. La proximidad absoluta al centro de gravedad de esta región permitirá mayores desviaciones del tronco, sin riesgo de perder el equilibrio y mayor libertad en todos los movimientos. Siendo causa su estructura de que la presión que sobre ella se ejerza, no se transmita á órganos importantes, entorpeciendo sus funciones. Si á más de esto se. logra que el peso de la parte de equipo colocado á la espalda, sea contrabalanceado por otro colocado en la parte anterior de la cintura, se habrá conseguido que coinci­diendo el centro de gravedad de la carga con el del hombre, no se varíe la situación de este punto después de cargado, y por lo tanto no se le obligue á un esfuerzo para que no se alteren las leyes sa­biamente dispuestas del humano equilibrio; esfuerzo que no siendo de provecho para el transporte, debe amenguarse en cuanto se pue­da, con el fin de no distraer cantidad alguna de fuerza del objeto á que se deben aplicar todas. En esta carga hay que distinguir los efectos del equipo que forman el peso útil y el vehículo, ó sea lo5 medios de colocarlos sobre el soldado, que no teniendo otra aplicación que encerrar y sujetar á los primeros, constituye un peso muerto. El trabajo des­arrollado será tanto más fructuoso culnto más se disminuya el peso muerto; por eso, á vuelta de conseguir mayor ligereza, deben sacrificarse en el vehículo otras condiciones menos importantes. Esta razón es la que mueve á emplear la lona como princi­pal materia para la construcción de estos efectos, no usando el cuero sino en donde convenga mayor resistencia. Para terminar con la colocación del equipo, se propone en concordancia con lo expuesto: 1.0 ~le la mochila-morral con tapa de cuero se sitúe en la parte inferior del dorso. 2.0 Que los cartuchos se distribuyan en dos canana5 de 30 cartuchos, sujetas en la parte anterior de la cintura. 3·0 Que los 4-0 cartucho que restan de la dotación se colo­quen en cargadores rápidos del si tema Krnka, en cartucheras á la circasiana, de un solo paquete, en las regiones laterales del pecho. 4.0 Que la m;mta se lleve rodeada á la mochila ó arrollada como bandolera, yendo cubierta con un rectángulo de tela imper­meable. 5. 0 ~e en la parte superior de la espalda se sujete una pala, pequeña, de acero, cuyo mango sería la bayoneta. 6.0 Que esta bayoneta vaya al costado izquierdo y la bota al derecho. (Continúa) NAZARIO CALONJE Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Prensa

Compartir este contenido

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 149

Copia el enlace o compártelo en redes sociales

Imagen de apoyo de  Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 158

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 158

Por: | Fecha: 30/06/1900

ARO IV Bogotá, Junio 30 de 1900 NUM.158 ORGANO DEL MINISTERIO DE GUERRA Y DEL EJERCITO DuacToR AD·HONOUM, FRANOISOO J. VERGARA Y V. Geue1•al, Miembro de la Sociedad Colombiana de Ingenieros Son colaboradores natos de este peTiódico todos los Jefes y Oficiales del Ejército de la República República de Uolom.bin-.llinifoJterio de G1lB1Ta- Sección 1 ~-Nú­mero 3:13-Bogotá, 22 de Junio de 1900 Señor Pre~ideute de la Cotte de Cuenta_ Para evitar tropiezos y dificultades á Jos re:;ponsahles mi. litares al Emrio, manifiesto á '"1-;ía que . ·iendo el Boletín Jllili­tar órgauo oficial de e:-,to l\Iini ·t _.rio, las piezas que cu él se encuentren publica(la :111 la s<'cción Ojicial haeen f~ como si lo estuvieran en el JJia'rio Ojioial, y, por lo ta11to, hu tau á los in­tere ados que la. pretSenten eu esa Corte para los efectos legales. Dios guarde á U sí a. MANUEL OASABIANCA ...... 11 HOSPITALES :CE SANGn:m DECRETO NU:\1ERO ... DE 1900 por el cual se establece un Ho pital de Sangre en Girardot bajo el nombre de La Cruz Roja El Jefe Civil y Militar de Girardot CONSIDERANDO Que en el campo de batalla de A.mbato ha quedado gran número de horidos do una y otra parte, y que es urgente orga .. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 786 BOLETÍN MILIT A.R nizar un Hospital para recogerlos y atenderlos debidamente como cumple á un Gobierno civilizado, DEO RETA Art. 1.° Créase un llospital de Sangre que se denominará de La Oruz Roja de Gi'ra'rdot. Art. 2.o El Hospital estará servido con el siguiente per-sonal: ' Un ~índico ad honorern. Un :Médico Jefe, con la asignación de$ 400 mensuales. U u ~fédico auxiliar, a. imilado á Coronel para los efectos fiscales. . Un Practicante, asimilado á Teniente Coronel. Tres Practicante auxiliares, asimilados: uno á Capitán y dos á Sargeutos seg-undo . Cuatro Ordenanzas: a imi:ados á Sargentos; uno de los cuales estar{t al servieio esp cial del Médico Jefe. § La admini~traeíón interior del Hospital estará á cargo del iguiento p rsonal: Una admiuktnul ra, asimilada á Teniente Coronel. Una auxiliar de la. Di•· ctora, a imitada á Sargento :Mayor. Dos enft>rmera~, asimiladas á S:ug-ento segundo , y Una sirdenta, a-;imilalla. }l • o Ida do. Art. 3. 0 Son atribuciones y deberes del SíniN1do má!-1 qne cuatro horas de clistan­cia, no haríau falta en anclo se neee, itcn. Que clig·no del nomhre ele t{tl." En lo ejércitos moderno~, af.\Í c0mo ent.re los antiguos romanoR, es la primera necl•sidagos vencieron á A ia y gob<'rnaron al mundo. Quizá será tri te considerar que para manteuer en nue~­tros días la disciplina e necesario acudir á ht se,.,.era repre~ión del Código Penal; sin (>mbargo. lo mismo nceleza~ de su~ oluados, Roma exigia an recompon ·a· para estimular la, hon­radez y los acto" a.l. En una palabra: la disciplina, tal como existe en los eji}rcitos moder­nos, á pesar de los más severo artículos del código, es muy tlulce comparada cou la que sujetaba á la \'erdadera nobleza romana. Sin dejar de reconocer que la arg·o, la l1i" toria. nos refiere el inconcebible terror que ~ apoderó de ellos en Villars, de pués de hab r ganado la hat.aJia de ~...,ri ulingen en 1702, y en 'Vagram, también lespnés tlel triunfo y cuando t l enemigo se declaraba n eom pleta. re ti rada., si ~u e lo lo más extraordinario, según no uice Jomini, la d rrota do 1 07 bri­gada, en el sitio s palitbras: "Hé aquí lo qne tengo que de­ciros. ¡Veis esos franceses l Pues bien, . i uo los matáis, ellmt os matarán." Esta sencilla alocnción fue reeibida con uu ver­dadero entu iasmo, mezclado de cierta. alegría, y produjo su efecto, pues aquellos soldados respoutlieron inmediatameute á lo que de ellos se esperaba. Cuando lo olda.<.los e8tán dominados por una. verdadera disciplina, un llamamiento á su ánimo no aumenta en nada su val<;>r: la resignación en lo .. ufri mi en tos, en la fatigas y en las privaciones, y la tranquilidad de espíritu en medio c.le las contrarie<.lade , son los caracteres de las tropas bieu discipli. nadas. . Es forzoso convenir que la di~ ciplina. en el ejército belga no se encuentra á la altura que sería de de ·ear; circuustancia dispensable hasta cierto punto, dada la juventud de los solda­dos y el poco tiempo qne permanecen eu las filas, particular Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ,92 BOLET.f.N MILIT.A.B mente en las de infantería, donde no sirven sino dos años sobre las armas 6 en activo, en cuyo tiempo uo es posible formar un soldado; para conseguir, pues, el ohjeto son necesa­rios tres aiíos, pinzo del que 110 debiera prt"scindirse jamás, porque en el primero y S<)guntlo el recluta no lla podido olvidar Jas coRtuml>re libres de Ja vida civil, y por cousig-uiente, mu­cho menos conocer la importancia que tiene eu el ejército la di8cipliua. La cuestión se comJ)lica todavía, atendida la considera­ción de que la mayor parte de lo~ reclutas que entran hoy día al <)jército~ además Jo por sacudir todo (lominio.y por mostrar repugnancia á lo que sea guardar respeto á Jos magis­trados, dignidades de la nación y {-., los jeft~s militares,. no se comuniea al ejército y debilita :su tlisciplina! Lo contrario sería pedir un impo il>le. A n uet'tra V< z pregu u tamos: 'es factible que Jos jefes y oficiales puedan corregir y modificar estas ten­dencias eu dos años, tiempo máximum que, como dejámos dicho, deben permanecer los soldados de infantería en el servicio ac­tivo' Las estadL ti ca acusan un descenso en el número de re­clutas procedente de la clase que en otra oca8iones formaba el nervio del ejército, es decir, los labradores; ahora, por el contrario, arrojan las cifras un aumento en la proporción de obreros de fábrica, mecánicos, estuuiantes y jóven~s pertene· cientes á las clases entregadas á costumbres licencio as y pro­picios á influeucias desmoralizadoras, defectos desconocidos para los individuos que antiguamente constituían las dos ter-ceras partes del (._jérci to. . Todavía. existen otras. causas especiales de indisciplina. La proporción de los ~oldado.s jóvenes es mucho mayor que en otras épocas, y por otra parte, los soldados veteranos, para quienes la disciplina se tornaba una costumbre, se hallan conta­giados por los primeros; de snerte que estos últimos carecen de la iuflueucia que ejercían en tiempos pasados. El recluta pasa. un período tan sumamente corto &obre las armas, que no es posible pueda considerar al regimiento como Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BO.U.ETÍN MILITAR su propia familia, perdiéndose, por consecuencia, ese poderoso espíritu de cuerpo que nne á los oficiales y oldados con gran ventaja. Otra circunstancia más que se opone á la perfflcta constitución del fl-jércifo, es que cada (lía que pasa es más di­fícil formar buenos sargentos; todo rl ()Ue tiene alguna idea de la profesión mili!.ar, sabe que la fnerza efectiva y la disci­plina depende sobre to(lo de la ealidad de los cuadros de sar­gentos, que con razón se les llama. los nen·iN~ del ~jército. Son necesarias muchas condiciones para llenar cnmplidamente di­cho empleo, condiciones que no se a<.lquier~n en tres ni eu cna­tro años; el ~argento <.lebe tener Ja voz fuert~, buen estilo de maudo~ aire militar, energía para rPprimir las más pequeñas faltas de sus sul>ordiuados, saber in pirarle re peto, y tener cierto tacto; por otra parte, debe po, eer una mediana instrue­ción, alguna inteligencia y amor al oficio. Extraño es hoy en­contrar en los iudividno:s estas cualidades reuuidas, por cuya razón es nmamente (lifícil á los jefes de cuerpo Ja. elección en­tre los canuidato á la clase ele argentos, y eu lo más qne pueden fijar e es en el carácter y el temperamento. Las r nuucias al empleo do cauo ·on tan numerosas, que ]os coroneles so ven obligado á nombrar do ofic.io para e te cargo á lo que uemuestran tener a Jguna aptittu.l para Rn des­empeño y saben leer y escribir correctamente; por lo tanto, es imposible que hombre, obligado~ por Ja circunstancias á nnn po ición á la <}ue 110 eH án habituados, dejen de abmmr en oca­sione de ·u autoridad; así que, en vez de unir á la firmeza ue carácter, eJ tacto y la moderación, tan itHli~pen al>le para los que mandan, á fin de aco~tumbrar iusensiblemente á los recluta á la obediencia, los exasperan con frecuencia y les obligan á ejecutar actos 6 á pronunciar frases que, en interés de la discipliua, deberán reprimirse . everamente. R~ timen de las con, ideraciones expuestas: la 'disciplina no es ya lo que en otras épocas, y las causas de tan deplora­ble estado de cosas se hallan íntimamente ligada con lás con· diciones actuales del ejército y de su composición. N. ADTS (belga) ~·· En épocas de revueltas y discordias civiles Jas ciudad~s popu­losas y los centros fabriles suelen ser teatro de luchas sangrientas é irregulares, producidas por las masas que con cualquier pretexto se declaran en abierta rebeliün contra el gobierno y hacen nece­saria la intervención de la fuerza armada. El empleo de ésta (sujeto en tales ca&os á consideraciones de índole varia) presenta serias dificultades al Jefe superior que la dirige, pues además de que pocas veces podrá tomar con la debida oportunidad las medidas preven ti vas, si la excesiva tolerancia ó el Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIM MILITAR deseo de restablecer el orden por medios pacíficos ha dejado á los revoltosos tiempo y libertad bastantes para organizarse y hacerse fuertes, al entrar en acción se ve precisado á hermanar la energía con la prudencia, respetar al vecindario pacífico y evitar toda vio­lencia injustificada, que envuelve para él una grave responsabilidad. La agitación sorda que precede siempre á un motín popular debiera ser síntoma suficiente para tomar cuantas disposiciones concurren á sofocarlo, ocupando militarme:nte los barrios revoltos sos, impidiendo la reunión de grupos y la formación de barricada­y prendiendo á los primeros alborotadores, lo cual bastaría para hacerlo abortar; mas sucede de ordinario que, por respeto exce­sivo á la ley, por sostener el prestigio propio ó por evitar la efu­sión de sangre, la autoridad civil no resigna el mando hasta adqui­rir convencimiento de su impotencia y cuando la conflagración es general. Entre tanto, las precauciones se han reducido á encerrar las tropas en los cuarteles, las barricadas se han hecho, el paisanaje, poseído de audacia, creyen~o debilidad lo que sólo es prudencia y conmiseración, se ha armado y reunido en ellas, y la ciudad pre- · senta un aspecto amenazador. Llegado este extremo, es inútil apelar á los retenes y patru­llas, que sólo sirven para exponer las tropas á los insultos de la multitud y desprestigiarlas, y por sensible que sea, se debe obrar con toda energía, mirando sólo por el bien general y por el solda­do, cuya vida es preciso economizar á todo trance y reservarla para empresas de más gloria. Hechas las intimaciones de la ley y prevenidos los habitantes pacíficos para que se recojan á sus hogares, salen las tropas de los cuarteles, se reúnen en los puntos designados de antemano, que p9r su situación dominan mejor los focos principales, y desde ellos entran en acción resueltamente. Hay que tener en cuenta que la fuerza de las barricadas no consiste en ellas mismas, que son unos imperfectos parapetos, sino en su situación y en el apoyo que reciben de las casas laterales, por lo que bastan algunas para convertir un barrio en fuerte ciudadela. Es, pues, temerario atacarlas de frente y penetrar l Clesc hierro en las calles que dominan, porque si bien subsistirá siempre la ven­taja que tiene la tropa organizada sobre los paisanos, será muy cos­tosa su conquista. Los puntos de partida para su ataque deben ser los edificios fuertes, situados en las calles y plazas principales que se ocupan con las tropas, y desde los cuales se parte simultáneamente con­forme á un plan, que se dirige á aislar y envolver el barrio ó la zona teatro de la insurrección. La infantería, auxiliada por los ingenieros, avanza metódica­mente de unos á otros puntos hasta llegar al foco principal y des­truírlo. La caballería rodea el exterior cerrando las salidas y carga sobre los grupos que acuden á reforzar á los revoltosos y sobre los Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETiN MILIT.A.B TOI fugitivos. La artillería se emplea s ún las circunstancias; lo na­tural es que obre desde fuera, pero en ciudades grandes puede com­batir dentro, ocupando las plazas y calles anchas para facilitar la acción de la infantería, batiendo los puntos más fuertes y acompa­ñándola en sus progresos, aunque sin encerrarse donde no pueda maniobrar. La artillería de montaña es más útil para esto que la montada, porque circula mejor y puede establecerse en las encru­cijadas. El ataque directo contra las barricadas no debe intentarse • si no se tiene la persuasión de que están mal defendidas, y aun así, se efectuará con el apoyo de algunas casas laterales tomadas primero, avanzando á la desfilada por a m has aceras para presentar menos blanco ; mas si la resistencia es fuerte, se debe renunciar á este medio, que sería muy costoso, y asaltar las dos primeras casas que forman la e m boca dura de la calle, tomadas las cuales, se avanza por las demás derribando paredes medianeras y haciendo fuego sobre las barricadas desde los balcones. Bajo esta protec­ción, las reservas adelantan por la calle y ocupan aquéllas al aban­donarlas los insurrectvs. Al encontrar una calle transversal, se rompe un fuego nutri­do contra la casa de enfrente que distraiga á sus defensores, mien­tras una fuerza provista de útiles y cartuchos de dinamita la ataca por la calle, ro m pe las puertas y la toma por asalto. Este procetlimiento, por varias calles á Ja vez y en dirección convergente, va estrechando á los insurrectos en el centro de su zona, el que de ordinarío abandonan sin defensa, por miedo á ser cogidos, buscando la salvación por las salidas, donde la caballería que los espera completa su derrota. El combate de barricadas por la noche es imprudente, si viene sosteniéndose desde el Clía ó el enemigo es muy fuerte; mas hay ocasiones en que un ataque súbito y bien estudiado, en hora inesperada para el adversario y cogiéndole en tal de cuido que sea fácil sorprenderle con la bayoneta á la vez que con el fuego, pue­de dar buen resultado y ahorrar una lucha larga y penosa. ANTONIO MORENO CHURRUCA SOBRE EL EJÉRCITO ALEMÁN (Continuación) Después de las inspecciones de escuadrón * se pasa á los ejerci­cios de regimiento, que duran de diez á quince días. No he podi­do asistir á ellos personalmente, como tampoco á los de brigada • Las cuales terminan la escuela de eaouadr6n, propiamente dicha, y de laa " qua bablar.mos más. adelante. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR que les siguen, pero según lo q de ellos sé por las noticias que he recogido, se distinguen también por su extrema animación y por la mayor rapidez posible en la ejecución de las formaciones. Se ve, pues, que la escuela de escuadrón es para la caballería como la de compañía para la infantería, la base de toda la instruc­ción de maniobras. Así pues, se le consagra el mayor tiempo posi­ble, porque además de las seis semanas que se le reservan de una manera exclusiva, se vuelve á ella con toda la frecuencia que sé: puede durante el curso del verano. Los ejercicios de regimiento, por el contrario, y con mayor razón lo~ de brigada, tienen por exclusivo objeto dar á los capita­nes, como en general á todos, una idea de las reglas que deben observarse y de los medios prácticos que cieben ponerse en obra para dirigir simultáneamente varios escuadrones reunidos, y por consiguiente no se pierde en ellos mucho tiempo. Así, se juzga por completo suficiente destinar cada año á los ejercicios de regi­miento catoru días, durante ]os cuales el coronel alcanza á mandar unos diez ó doce ejercicios. De estos catorce días se toman en la guardia diez· durante la primavera, y los cuatro restantes en el otoño. En la línea no se hacen estos ejercicios en ]a primavera, es decir, antes del período del servicio de campaña, y los catorce días que se les destina se reservan para el período de los ejercicios J¿ oto­ño, es decir, hacia la segunda mitad de Agosto. Los coroneles no tienen derecho á hacer practicar mayor númtro dt ~itrcicios de regimiento, porque para efectuarlos tendrían que sa­crificar una parte del tiempo reservado á otras·enseñanzas. U na sola semana por año se consagra á las evoluciones de brigada, ·que únicamente comprenden cuatro días de ejercicio. La artillería á caballo toma parte en los dos últimos. Estas evolucio­nes de brigada, así en la guardia como en la línea, no tienen lu­gar hasta el otoño, á continuación de las de regimiento. Para eje­cutarlas, los regimientos de la línea se reúnen temporalmente, lo que obliga á ciertos cuerpos á efectuar algunas jornadas. Los ejer­cicios de regimiento deben, por lo tanto, terminarse para el día de la partida; ó bien, si por consecuencia de las circunstancias locales no pueden hacerse en la guarnición, el regimiento debe presen­tarse en el lugar de concentración designado con bastante antela­ción para ejecutarlos antes de las evoluciones de brigada. En cuanto á los ejercicios de división, no se hacen jamás, aun en puntos donde se reúnen divisiones de caballería, teniendo en cuenta, en efecto, que es impo5ible hacer obrar simultánea­mente una masa tan considerable, y que operaciones de este gé­nero entran en la categoría de las maniobras de guerra*, como lo veremos más adelante. • O grandes maniobra·, esto es, las qne se hacen en un terreno cualquiera, con fin táctico, por oposici6n á las evoluciones que no son más que maniobras de e::.cuela ejecutadas en el campo de ejercidos. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLE1íN ~ITAB Toda la caballería, á excepción de los coraceros, está ejerci­tada en la práctica del combate á pie. Sabido es que en Prusia los dragones y los húsares, entre los cuales no hay más diferencia que el uniforme, constituyen en reali­dad una misma institución, por completo análoga á la representada en Rusia por los dragones. * Son, pues, realmente 43 regimientos de dragones * los que posee Alemania. Para la ejecución del combate á pie, tres hombres de cada cuatro echan pie á tierra, á saber: toda la segunda fila y los n ú­meros impares de la primera. Hé aquí, por lo demás, cuál es el mecanismo de esta operación. A la voz de prepararse para comba­tir á pie, Jos números pares de la segunda fila no se mueven; todos los demás avanzan hasta que se encu~ntran separados un Cuerpo de caballo uno de otro. El escuadrón se encuentra así formado en cierto modo en cuatro fil~s; delante los números impares, y detrás de ellos los números pares de la primera fila, después los números impares y detrás lo pares de la segunda. A la voz de pie á tierra (abge¡en ), todos se desmontan, á excepción de los números pares de la primera .fila, que quedan para guardar los caballos, y á los cua­les los números impares de esta misma fila les confían sus caba­llos, dando media vuelta y presentándoles las riendas por el lado izquierdo. Los números impares de la seg•mda fila, por el contrario, des­pués de haber pasado sus riendas por entre las de los números pares de su fila, se las entregan por el lado .derecho á los jinetes de los caballos de mano. Cada uno de éstos debe, pues, manejar con la mano tres caba1los, uno · á la izquierda y dos á la derecha. El hombre no tiene, sin embargo, en las manos sino dos pares de riendas, á causa de la manera como se han pasado unas dentro de otras en los caballos de la segunda fila. El pelotón del escuadrón ó el escuadrón del regimiento que debe permanecer á caball.o para proteger á los caballos de mano, se designa en cada circunstancia por el capitán ó el coronel. En los regimientos ~e hulanos, los 32 hombres del escuadrón que están armados de carabinas, son los únicos que echan pie á tie­rra, dando cada uno de ellos su caballo y su lanza á su inmediato vecino de la derecha. El escuadrón se encuentra entonces disminuí do en 64 jine­tes, y los 32 de los caballos de mano se reúnen á retaguardia de sus compañeros que han quedado á caballo y que deben cubrirlos. Como no hay en el ejército prusiano sino 19 regimientos de hulanos, de los cuales 3 son de la guardia y 10 de corac::eros, de éstos 2 de la guardia, resulta que la caballería prusiana es en su mayoría caballería ligera. • Es decir, forman la caballería ligera clel ej6rcito alemán. En el ruso, por el contr;~rio, los htísares son la caballería de línea. • Veintiséis regimientos de dragones, de los cuales dos perteneotn 'la Ínat· dia, y diez y siete de h1Ísares, de ellos uno de la guardia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. T9S BOLETlN MILITAR Véase aquí, por último, cuál es la disposición normal admi­tida para la ejecución de una carga y á la que se someten en los ejercicios del campo de maniobras. Para iniciar el ataque se toma la distancia de 1,soo pasos (1,200 metro-; del enemigo). Los primeros 8oo ó I,ooo pasos se hacen al trote; se recorren además 6oo ó 400 al galope, y los 100 últimos al aire de carga. Estas reglas están muy lejos de ser absolutas, y no hay rna­n~ obra alguna en la ql;Je no se . haga cargar. á la tropa d~sde la posición de á pie firme, hallándose el escuadrón en las más varia­das formaciones y en el momento en que los soldados menos Jo esperan. Se obliga á todos así, á estar constantemente atentos á la vez que se llega á arraigar en la mente de todos la convicción de que la caballería puede cargar por todas partes, en todas las di­recciones y cualquiera que sea la formación en que se encuentre. Se ve, pues, en resumen, que los ejercicios de escuadrón, más que cualquier otro ejercicio, exige de parte de los hombres y de los cab. llos una manifestación de vigor y energía considera­bles, y constituye en su consecuencia la mejor preparación para Jos trabajos del período de strvicio de campaña qnc aeben seguirle. Los caballos de la remonta antigua toman parte en estos ejerci­cios; así pues, con el objeto de no hacerles pasar súbitamente á un experimento demasiado rudo, muchos capitanes cuidan de dar de cuándo en cuándo algún reposo á aquellos que lo necesitan. Aprovéchanse para esto los caballos que dejan disponiblr.s los en­fermos ó ausentes, á los cuales se hace ocupar el puesto de los que se trata d dejar en descanso. Las inspecciones En la caballería como en la infantería, puede decirse que la primavera es en cierto modo la estación por excelencia para las inspecciones. Así pues, y aun cuando cierto número de ellas tengan lugar en otras épocas del año, creemos conveniente pre­sentarlas todas aquí en conjunto, tanto más cuanto no sabría­mos hacerlo mejor para dar una clara idt"'a de la instrucción de un regimiento de caballería en general y de todo lo que sus jefes exigen de él. Véase aquí, pues, en primer lugar su enume­ración con sus fechas aproximac:ias. * Fin tle Diciembre-1. 0 Inspección de los reclutas (trabajo en silla y bridón), pasada por el jefe del regimiento. A principios de Enero-2. 0 Inspección de la primera clase de equitación (trabajo en silla y bridón), por el jefe del regimiento. Fin de Enero-3.0 Insper.ción de la tercera clase de equita- • Se comprenderá que éstas no son en efecto sino las fechas medias, que Tadan realmente en uua decena de días, en uno 6 en otro sentido, r;egtín Jas exigen­cias de los jefes de cuerpo y los ptogresos que tenga hechos la instrucción de lo:~~ Jeolutas. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETíN MIL IT A.R . El regimiento de caballería designa á este efecto uno de sus más antiguos tenientes, quien dos ó tres veces por semana hace montar á caballo á todos los oficiales de infantería. * Esta instruc­ción comienza hacia el 1.0 de Octubre y dura próximamente seis meses. Los caballos Jos proporcionan los escuadrones, y en los úl­timos días del curso el oficial instructor presenta 'los oficiales de infantería á la inspección del jefe de brigada. Gracias á este sistema, aplicado rigurosamente por to~as . partes, puede decirse que . no hay en todo el ejército prusiano un solo oficial que no sepa montar á caballo . .A principios ó á mediados de Mayo- -8. 0 Inspección del escua­drón á caballo por los jefes de regimiento y brigada, y en la guar­dia por el comandante general de la división. Fin de Mayo ó principios de ]unio~9. 0 Inspecciones del regi­miento á caballo por los jefes de brigada, y en la guardia por el .Emperador ó un delegado suyo. En la línea esta inspección sólo tiene lugar en el otoño. Fin de Mayo-Io.0 Gran parada pasada por el Emperador, sólo para los regimientos de la guarnición de Berlín. En ]unio- 1 1.0 Inspecciones de brigada, pasadas en la Guar­dia por el Emperador, y en la línea, donde sólo tienen lugar en otoño, por los generales de división ó de cuerpo de ejército. En fin, en Mayo, Junio ó Julio- 1 2.o Inspección de detalle, pasada cada dos años por el jefe de la brigada, al cual se le agre­gan en esta ocasión algunos funcionarios de la intendencia. Esta inspección se limita á un detenido examen de todo el material del cuerpo, y no se refiere ni á los hombres ni á los caballos. La atención del insp~ctor se contrae principalmente á todo lo que respecta al equipo del regimiento en caso de movilización. No hay en la caballería más inspecciones que las que acaba­mos de enumerar. Sin duda, la instrucción de las tropas á caballo comprende toddvÍa otras especialidades; * pero para juzgar del estado de las cosas desde estos diferentes puntos de vista, los gene­rales ó jefes de cuerpo se conforman con asistir á los ejercicios · habituales del regimiento, lo cual hacen frecuentemente, sobre todo durante el período del servicio de campaña. Todo lo que he dicho al hablar de la infantería, respecto á la manera como se pasan las inspecciones, puede aplicarse entera­mente á la caballería, y en su consecuencia no lo repetiré aquí. Siempre y en todas ocasiones se mantienen los mismos principios, y para dar á conocer las ideas reinantes en Prusia respecto á la caballería, me bastará describir algunas de estas inspecciones pa­sadas por oficiales cuyos nom brcs tienen autoridad en el ejército. • N o se hace aq u! referencia de los capitanes de infantería, que, como e. sa­. bido, on plaza~ montadas y no nece itan de estts lt>ccione patticulares de equita. ción, ba.tándoles su servicio haqitual-\Nota de Mr. J.e Marchancl¡. ··• Como por ejemplo los ejetcicios de tiro al blau.:" y servicio de campllña, tlel c¡ne hablaremos más adelante. (Continúa Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR 801 • EN EL COMBATE ( Contiuuación) Sin embargo, no hemos de pasar en silencio que la aplicación de estas prescripciones y de estos principios no se ha hecho nunca en la guerra, hasta el presente, sino en situaciones poco importan­tes; y que los más amplios ejercicios de paz sobre el terreno no per­miten deducir conclusión alguna válida acerca del mejor medio que puede emplearse en la guerra para que el jefe de batallón no deje al suyo sustraerse de su acción directa.* En los ejercicios dei tiempo de paz va con facilidad á caballo hasta las guerrilla , ya para dirigirlas, ya para ver las disposiciones to,nadas por el adver ari ; y esto le permite dar directamente las órdenes necesarias, yendo montado de unas compañías á otras, ó bien enviando al Ayudante con las pre c ripcione más precisas. Puede corregir fácilmente todo error; d e tener á tiempo cualquier fracción que avance dema iado ; dejar á Io ~ sostenes que sigan mucho más pró,·imos d~ lo qu e . e ría racional en la guerra ; lle­varlos al frente, en un in stante Jado, al pa o ligero ó á la carrera, en el preciso momento de ser inJispensable la pre encía de los mis­mos (cosa que en la guerra no sería muy factible por impedir la demasiada distancia un paso muy precipitado); modificar sin in­conveniente cualquiera orden dada, y por último, y aun en los ejercicios, hacer ejecutar con facilidad cambios de dirección bajo el fuego; en una palabra, puede facilitarse hasta el infinito la tarea del mando de su batallón, con medidas que le es absolutamente imposible emplear en la ~uerra. En esta última situación, en efecto, todo error cometido por eJ jefe de batallón es fatal, puesto que da por re ~ ultado privarle de alguna fracción Je su tropa. Añádase á esto, que más de un detalle de ejecución, que en otros tiempos era :1plicado como regla, y yue muchas veces lo es todavía en el campo de maniobras, puede ser precisamente en la guerra una falta capital. Entre esos detalles se cuenta el que anteriorm~nte hemos mencionad , es decir, la demasiada prema­tura dispersión de las fracciones al iniciarse el combate, operación que en pasadas ép:.>cas tenía iugar siempre tan luego como había de hacerse u o de las guerrillas. Esto obedecía á que no se conocían sino dos clases de formaciones de combate: la columna sobre el centro, ó las columnas de compañía con distancias enteras. Débe- • E·te estudio es anterior á la guerras modernas, en donde han figurado los m~-; re~iente~ progr~~o• en m Lt e ri :l de arm:t nento, y sin ecnb:1rgo guarda su actu:~.­\ idaltá oo;ervarlo ellectH que lo cútej1 C;>U lo sucedido en ellas. ~ IANCO Ut Rt: PUBL& Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 802 BOLETíN MILIT A.R se también contar entre dichos detalles, el despliegue de compa-. ñías enteras, en previsión del combate, á una gran distancia del enemigo; maniobra esta favorita del campo de instrucción, donde la voz tal compañia, al frente en g-uerrilla (sin indicación de un objetivo determinado), llegó á ser tan habitual, que se perdía por completo de vista que, con sólo esa voz de mando en la guerra, su:,traía el jefe de batallón toda la compañía á la acción de su capitán ó comandante, y con mayor razón á la suya propia. Por último, preséntanse en la guerra casos e~1 que, á ~onse­cuencia de una preparación insuficiente, las compañías se escapan, durante la ofensiva, á la acción del capitán más hábil, sin culpa alguna de éste; y en que el jefe d~ batallón se fatiga en vanos es­fuerzos para obtener una acción colectiva. Por ejemplo, en el instante en que llega bajo el fuego, ordena á una compaitía que avance en una dirección determinada, para atraer el del enemigo y poner al batallón al abrigo de sus disparos. El comandante de la compañía, cuya tropa ha ejecutado quizá de un modo admirable la instrucción en orden abierto en el campo de maniobras, dispone en seguida el despliegue de uno de sus pelo­tones; pero se olvida recomendar eficazmente al oficial que lo man­da, que conserve á toda costa la dirección que se le haya fijado. ¿ Qué sucederá entonces? El pelotón de tiradores, que empezó por avanzar rápidame!1te1 se detiene á poco en una ondulación del terreno, porque cada soldado ha aprendtdo individualmente á aprovecha~ todos los abrigos, y cree que debe hacer aplicación de lo que se le ha enseñado en los ejercicios doctrinales; y qe aquí resulta que el comandante de la compañía se ve en breve obli­gado á reforzar la guerrilla con su segundo pelotón, tanto para cubrir las bajas, como para conservar la dirección primitiva; con lo cual hace concurrir esta se.gunda fracción á un objeto secunda­rio, que la primera debió ser suficiente para conseguir. Entonces, si su teniente es bastante emprendedor para empeñar, por su propia autoridad, una parte de su gente en una dirección distinta de la primitivamente ordenada (para aprovechar, verbigracia, cierta configuración del terreno), con el fin de prevenir el ataque, puede suceder que el comandante de la compañía (á quien es impo:;ible el envío de órdenes), opine que debe apoyar este ataque aislado con su tercer pelotón; y de esta suerte, la mayor parte de su fuerza, á consecuencia de actos insignificantes de autoridad privada, dictados muchas veces por un excelente espíritu de iniciativa, se hallará empeñada en dirección completamente distinta de la que se le señaló. El jefe de batallón que ve esto no puede hacer otra cosa que enviar otra segunda compañía en la dirección que debió seguir la primera; y coll'o ésta se encontrará casi siempre ante un enemigo !uperior, aquélla se verá, en ocasiones, precisada á sostenerla en un punto hacia ~1 que no pensaba en modo alguno avanzar. En una Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR 803 palabra, bien pronto no tiene el jefe bajo su mano sino la úl­tima compañía, que guarda en reserva para llevar refuerzos allí donde las bajas sean más numerosas; y así se encuentra con su batallón empeñado por entero en un combate de tiradores sin ob­jeto, sobre el que no ejerce influencia alguna, sino es por medio de la compañía que tiene en reserva. Si entonces avanzan al ata­que, e _l una dirección bien observada, las compañías de un batallón de la segunda línea, puede lograrse que todas estas porciones descosi­das de tiradores se agreguen por sí mismas á dicho batallón, y con­curran con él á la acción decisiva; pero al jefe del anterior le será muy difícil, en semejante circunstancia, volver á reunir bajo su mano más de una compañía_ ¿ N o será este caso de los más frecuentes, si en las enseñan­zas del tiempo de paz continua:nos acostumbrando á las compañías á no observar en el campo de maniobras sino una sola orden, la del jefe del batallón, y no á obrar, por el contrario, sobre el terre­no y en el caso en que la orden de dicho jefe no puede ya ser oída, sino con arreglo á las circunstancias ? Pongamos un segundo rjemplo: el de un batallón que forma parte de una gran reuuión de tropas, y avanza en formación cerra­da. Un ayudante llega con e~ ta orden: "que despliegue todo el batallón en tiradores en dirección de tal altura;" ó bien con esta otra: "que forme el batallón en columnas con intervalos de d~s­pliegue." Hé aquí órdenes que privan por completo al jefe de batallón de hacer uso determinado de sus compañías, y que sin embargo deben ser cumplidas al pie de la letra ; tanto, que en un abrír y cerrar de ojos se queda sin otra alternativa gue la de coger un fusil y agregarse á una fraccic5n cualquiera. Por esto e:- por lo que Von Scheríf hace notar, con mucha energía, que el arte del combate moderno exige, no sólo que las fracciones de tropa no sean empeñadas en la refriega por simples órdenes del comandante f!n jefe, sino que además reciban come­tidos claramente definidos. rfercer ejemplo: El jefe de batallón ha mandado avanzar (sin duda por carreras sucesivas) una compañía de vanguardia hasta 300 metros de una posición enemiga, y se esfuerza en llevar suce­sivamente al frente, aprovechando hábilmente los abrigos del terreno, sus otras tres compañías, y hacia un punto de ataque designado, con el objeto de poner lanzarlas á la vez sobre la posi­ción y apoderarse de ella. Para la preparación de este ataque cada compañía ha debido ante todo reforzar con un pelotón la guerrilla de la compañía de vanguardia; pere enwnces el comandante de ésta, viendo á su gente animada por estos primeros refuerzos, piensa que no debe dejarse arrebatar todo el honor del movimiento, y manda la carga á la bayoneta sin esperar la orden del jefe de batallón. Si la carga tiene buen éxito, quedará demostrado que el mencionado of.cial Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 804: BOLETÍN MILITAR supo discernir exactamente el momento oportuno; pero por el contrario, si el ataque no fuere afortunado, muy difícil le será al jefe de batallón preparar de nuevo una carga bien combinada de todas las compa.íiías. En efecto, la confusión de un ataque malogrado se comuni­cará generalmente á las fracciones que no han tomado parte en él; y bajo la extremada violencia del fuego enemigo, gran trabajo le costará lograr á lo sumo sostenerse y romper un fuego ge­neral que, según la experiencia;no podrá . ser transformado en un movimiento ofensivo sino por la llegada de nuevas reservas. Por esto también es por lo que Von Schedf no tiene por buena una iniciativa de este género pvr parte de los coman­dantes de compañía, á no ser en el caso en que estén en impo­sibilidad material de recibir órdenes oportunamente. Cuarto tjemplo: El jefe de batallón, después de haber conse­guido llevar sus cuatro compañías á un ataque simultáneo y envol­vente contra el linde de un bosque ó de una aldea, ha logrado apo­derarse de él. Puedesucederentoncesque las compañías se entreguen, ora á combates aislados, ora á una persecución desordenada del adver­sario; y que ning•.:ín oficial piense en reunir y disponer sin tar­danza la tropa necesaria para dejar la posición conquistada á salvo de una reacción ofensiva de algunas reservas enemigas. Esta pres­cripción se encuentra seguramente en todos los libros de táctica, como igualmente en el reglanJento; pero por una parte, no ha sido puesta en práctica durante la paz; y por otra, el triunfo engríe <{e tal modo á la tropa (habituada á sobrada independencia en el ser­vicio de campaña), que apenas presta atención á la voz de mando de sus jefes para hacer alto y reunirse. El mismo jefe de batallón, que se encuentra á pie, da órdenes en vanu. Entonces atacan dos compañías enemigas; y ¡ espectáculo extraño! bastan para recha­zar á todo el batallón, á pesar de la bravura de cada cual indivi­dualmente considerado, y para inutilizar, en muchas ocasiones, todo ~1 trabajo de la jornada. Después de un descalabro tal, siempre hay tendencia á creer que se ha sido rechazado por fuerzas superiores; cuando se debe atribuír el fracaso, más que á nada, á que no se había llegado al punto decisivo para hacer frente victorioso á las fuerzas enemigas, y á que ya no se disponía de una fracción siquiera en orden cerrado. Todos estos ejemplos, q:.1e ciertamente no son íntegramente producto de la imaginación, y en apoyo de los cuales se pudiera citar todavía gran número de otros análogos, ofrecen ancho campo á la reflexión. Hoy es cosa demostrada que en la guerra no es tan fácil como en tiempo de paz conservar hs fracciones constantemente en la mano, y que es un deber urgente dar solución á las siguien ... tes cuestiones: Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETíN MILITAR 806 1.• ¿Cómo, por qué medios y con qué disposiciones podrá conseguir el jefe de batallón tener siempre sus soldados bajo su autoridad? 2. • ¿ Cuáles son los princtpios que deben observarse y po­nerse en práctica durante la paz, por las compañías, dada la necesi­dad del pronto despliegue que impone el combate moderno, para obtener una acción colectiva por parte de las mayores fracciones, y adquirir la posibilidad de hacer resolver con orden, por estas últimas, un gran número de problemas tácticos que se sucedan sin interrupción ? • En nuestra opinión, no hay mejor preparac10n para un futu­ro éxito que exigir: 1.0 Que los jefec; de batailón, en su calidad de jefes llamados á obrar en primera línea, puedan hacer ejecutar por sus compañías todas Jas operaciones sobre que tengan por con­veniente; 2.0 Que adquieran cierto aplomo y cierta práctica en el empleo correctamente táctico de sus compañías en el combate, y que comprendan realmente lo que el reglamentó les exige, á saber: por una parte, que su tropa no salga nunca por completo de su mar o; y por otra, que sepan sacar el mayor partido pos1ble de la pericia y de la iniciativa de sus capitanes. Según todas las previsiones, lo· jefes de batallón que tomen parte en la primera guerra que estalle, formarán todavía parte del actual período de tran ición; pues la· diversas corrientes de apre­ciaciones y de opiniones producidas hoy en teoría y en práctica, no habrán podido, para entonces, ser todavía condensada<> en un todo general y correcto . .Es, por consiguiente, muy verosímil que hallarán, tanto entre sus superiores como entre sus subordinados, opiniones muy dife­rentes acerca de la manera de dirigir las tropas en el combate ó en la batalla, opiniones que habrán de tenerse en cuenta. Al lado de las antítesis m:is extremas en las apreciaciones, queriendo unos que el combate, así como la batalla campal, sean,~ en cuanto quepa, dirigidos hasta el último instante por órdenes exactas como sobre el campo de maniobras, y deseando otros, por el contrario, que se otorgue b mayor libertad posible á las compa­ñías para que puedan obrar siempre con arreglo á las circunstan­cias, surgirán indudablemente toda especie de gradaciones y de matices intermedios, apoyados en argumento5 más ó menos claros. Cada apreciación, para revestir mayor autoridad, se basará, ya en una interpretación particular del reglamento, ya en experimen­tos de guerra, ya en tradiciones y en usos del tiempo de paz, ya, en fin, en instrucciones especiales á ciertos regimientos y á ciertas di visiones. El jefe de batalión que' dure n:1ucho tiempo al frente del suyo, no dejará nunca de conocer en gran parte las opiniones de sus superiores y de sus subordinados, por p::>co que haya asistido (lo que ciertamente es muy frecuente) á un cambio de apreciaciones personales. • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 806 BOLETÍN MILITAR No sucede Jo mismo al que se encuentra en una situación completamente desconocida. En el nuevo cuerpo á que llega, quizá está admitido aún que el mando en campaña puede ejercerse siem­pre por el mismo jefe, con tal de que la tropa se halle habituada á la más rigurosa disciplina en los ejercicios; en este caso le es muy difícil prepararla, con la mira del combate, para una acción y un concurso inteligentes. O al contrario, el batallón ha aprendido quizá antes ciertas formaciones metódicas de combate, propias para asegurar más la acción colectiva, pero que exigen siempre cierta práctica é instrtcción preparatorias. En este último caso deberá el jefe conceder muy particular importancia á la eistribución y al ejercicio del mando en la guerra; y en el anterior, á la habilidad independiente y á la destreza del soldado en general. En el uno, debe fiar en las buenas formaciones de combate; en el otro~ pre­ferentemente en la inteligencia de los oficiales y de la tropa. En ciertos regimientos puede ser que no se crea necesario introducir modificación alguna en el sisferna de preparación que dio las victorias de W oerth, de Gravelotte y de Sedán; y en otros, se observará e~trictamcnte que todos los jefes de batallón empleen en el combate, por lo que concierne á sus subdivisiones en orden cerrado, medios conducentes á disminuír las pérdidas bajo el fuego enemigo, en la persuasión de que una solicitud tal, en vez de per­judicar á la disciplina y al valor de !a tropa, no hará, por el con­trario, sino desarrollarlos. Más de un jefe de batallón se dedicará entonces á prescribir, para distancias dadas, formaciones también dadas, sin dejar por ello de indicar á su gente, en ciertas circunstancias, que avance en línea desplegada; Y< en otras, q 11e se sirva de un repliegue del terreno para avanzar e.n columna; cuando con frecuencia, y á una distancia más larga, ha tomado una formación dispersa, para desde allí poder, á la menor seí1al del jefe, y en . un punto fijado, for- •marlo indiferentemente en línea ó en columna; ó bien igualmente ordenará para el momento del ataque, numerosos altos en el mo­vimiento al frente, con el objeto de disminuír la eficacia del tiro del enemigo. En una palabra, el resultado de semejante divergencia en las opiniones no puede dejar de conducirnos á no dar valor, desde el punto de vista del mando y de la ejecución, sino á aquello que sea sencillo, á lo que salte á la vista de todo el mundo. En lo que se refiere á la marcha, por más que el asunto sea digno de interés, toda tentativa de inmixión en dicho servicio sería, por parte del jefe de batallón, un gran error; un estudio á fondo del reglamento, hace ver que solamente le prescribe "em­plear sus comandantes de compañía de tal suerte, que se obtenga todo el partido posible de la pericia y de la iniciativa privada de los mismos." (Continúa) voN ARNIM (alemán) Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETtN MILITAR HISTORIA AP"''N'I'AMililN'I'OB PAitA LAS MEMORIAS SOBRE COLOMBIA Y LA NUEVA GRANADA (Continuación) l\Ii dt'cisión, pnes, fue ir-revocable, y á la salud ele la patria sacrifiqnó la popula.l'i(lad qne podía habenue reportado otra conducta funesta a.l porvenir dd paí~. E..,te proeetlimit>nto me ha granjeado ciertamente odios, euemistades y calumniaR, y se ba llegado á atrihuír á \'engan7.a lo qno no fue sino uu deseo ardiente de matar la.s re\Toluciora.s. Si yo, por 'lesgracia, hubiera sido dictador en aquellas C'ireunstaucias, sólo hahrfa ht.cho castigar al jefe de la. eouspiracióu c.le dt-jar que ohrase la acciór de la ley, por falta. do 1111 mothTo especial de couveuien­uia pflblica. para conmutarles la pena . .?tlurió también como conspira(lor el jo,Ten Angniano, cuya ~jecución me arrarwó lúgrima~ de pesar. Bra el único militar en servicio activo que había tomado parte en (!l crimen. y de un modo tan eficaz, <]ue sit>JHlo Ayudante :Mayor del Escua­P)' Ón. 1.0 de Jlúsa,res, había ofrecido ei1tregarlo armado y muni­cionado á lo~ conspira,loJ·es. Al delito, pues, do conspirador, ren.nía el ele tra.ieión á su iuranH ntos y d berea como militar activo. Unas veces me inciiuab:.~. á con'muta.rle la pena, y otras me dec1clía á que se ejecutase, para rcMtablccer la disciplina militar, tan relajada durante las convulsiones políticas por laa defecciones da los Ouel'pos ía impuesto el Tl'ibunal. Forzoso, pues, fne tlejar obral' también á la ley en este ca.so, y llenar mi deber ele cuidar de la pública seguridad á costa do cualquier sacrificio penwual. ¡Qué t rrible es la conclieión de nn }iagistrado á quiou ss.._le tmcargan deberes tan sen~ibles y doloro8os! La. historia podrá tacaarme de ev~ro; pero no po­drá uega.rme ~1 mérito de haber procura(lo afianzar el orden y la s~guridad pública para. lo futuro, después de táutas agi· tacioues y trastornos. "" Acaeció en e8os días amarg-oa un suceso, que no hay día en que lo recuerde que no me despedace el corazón, y qne ni lo mencionara aquí, si mi enemigos no me llubieran atriuuí•lo parte en él. Hablo de la muerte del Sr. Mariano París, esposo Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLET.fN MILITA& 809 varias campañas: habría bastado sólo la naturaleza. del hecho para que me buhiera eausado el mayor disgusto y pPsar. No me quedó otro partido que doplorarJo, y hacer que 86 procediese por la. autoridacl correspondiente á las indagaciones necesarias para. que se ca tiga e al culpable. Se procedió, en efecto, por el .Juez Civil del Cantón, l tomadas las declaracio­nes del Capitán Calle, clel Cabo Velásquez, del Cabo Muñoz, del soldado Antonio Guarín, dt~l Cabo Franci co Ardila, del paisano Anacleto Díaz, t.le su padre Frauci~co de Borja Díaz, todos mayores de ed:.td, se pa arou á. la autoridad militar, la cual, conformárulo ·e con el dictamen (lel Auditor de Guerra, Dt·. Antonio Plaza y l~acines, rellevar el yo; no conoce más accidente gramatical que el llamado gerundio; así es que gerundia siempre que habla el espafiol co las desinencias en ando y en endo. Terminaremos estas ligeras indicaciones acerca de los in­dics del Chocó, con otras más, refereutE:'s á los Cunas. E~tos cuentan sobre los otros la doule ventaja de ser más beli~osos y ¿e estar en la co ta., con la facilidad de traficar por entre am­uo océanos; traen su origen iurreceu, y que les son inferiores en valor, en número, en ac1ividad y t'n industria. Lo· cocos, el cacao, el maíz, el carey, el caucho y otras resinas, son los princip.ales artículos que canbian poe armas de fuego, espejos, cuentas de vidrio, ropas y licores. Las muchas tribus, por decir así, de los Cunas están un das en alianzas; cada una tiene nn jefe, no escaseando en­trf ellos los médicos y los adivinos. Son exactos en 808 prome· ea& é irreconciliables en sus odios. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 814 BOLETÍN MILITAR Aún se conserva memoria de las antiguas venganzas dle de los Ounas y uo su persecución, con la que lograron aterrorizaar~ar basta poblaciones enteras. Uno de Jos suyos, que fue azotadlo do por el Alcalde de Pavarandó, quedó Yengado con el iucendiio lio de este pueblo, lo que sucedió á fines del siglo pasado. En Ua la época eu que se estableció una a~uaua en las bocas del Atratoo, to, los empleados en ella estaban tan intimida(los de los Cuna s, .1.s, que les compraban todas las provisiones que les llevaban , n, ann .ue ellos lo hacían adrede en mucho mayor cantidad de Ua la que los .empleaclos podían consumii· . . Gracias ~~ gran ¡n·estigido rio que entre los indios del Oaimán han gozado ~1 Mayor Fernánn- .n· dez y el Capitáa Letllan, no.. ha sido de truída la aldea dde de Turbo. Los OuuaN aprecian á lo8 e ·tranjcro , y aun se hatn an visto algunos entrar de marinos, y hacer el servicio muy forr- >r­malmente en los buques costaneros durante algunos año . Noticias históricas-Porvenir del Chocó-Observaciones geológica• Una Provincia tan importante corno la del Chocó, cuyro y o contorno mide 360 leguas, de la que 143 ou de costa sobrce re ambos mares, comprendiendo un territorio de 1:900 leguass · s cuadrada~, qne so eomunica con el, Atlántico y el Pacifico poDr or dos grando caualt)B naturales, qne la cruz~m en stt mayo»r r longitud de N. á S., ·eparados el uno del otro por un cortco to istmo, y juntaudo entre ambos, Atra.to y San Juan, las agua s liS de nua superficie de más de 1,500 1 •gua cuadradas, que less .s tributan en la extensión de 212 leg-ua.H, que entre los dos reco l - o­rren cerca de ~00 ríos y más de 000 grandes quebradas ; quee te contiene riquísimas miuas de oro y do platina, y la. más varia - da y prodigios~ abundancia de vegetales útiles; .una Provincial ia tan importante así, decimol4, que ~e encuentra á los tresciento >S cincuenta y dos años de su descttbrimieuto en tan laineutablee le atraso y abandono, que más de las dos terceras partes de suss 18 terrenos permanecen baldíos, y que sus habitante.', ca i todoss )8 de raza, etíope, son en tan pequeño número, relativamente, quee e tomando la totalidad de su territorio eorre pondeu apenas 233 !3 por cada legua cuadrada; con la notable circunstancia dee e haber sido ele las que primero visitaron los conquistadores, yy y de haberse fundado en MUS costas la ·egunda de las poblaeio · nes de Tierrafirme, da necesariamente lugar á u u examen serio, o, para averiguar lo que fue al tiempo del descubrimiento, lo quro e realmente es en la actualidad, y lo que está llamada á ser nol o muy tarde. Si consultamos la Historia, vemos que esta parte de la1. a Nueva Granada fue teatro de notables sucesos, y que alguno> o (le sus puntos puede considerarse como que sirvió de e cala a para atrevidas exploracion~s, que si descabelladas las unas, ;, fueron muy dignas las otras, y obtuvieron un éxito feliz. Ell H sevillano Rodrigo de Bastida fue quien primero, en 1501, visitó> ó el Golfo de Urabá, en cuya costa, 11ueve añi)S después, fnndó , ó Alonso de Ojeda la población de Sau Seha.stiáu, á la que dejó 5 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETíN MILITAR 81G el mismo nombre de la tribu indígena; la que, como que era de raza carib stián de Urabá. De la nueva San Sebastián partieron Francisco Cesar en 1537 á des­cubrir la rica Antioqnia, atravesando la cordillera de Abibe, y un año deRpués Vadillo, nien se internó basta Cali. De la '·illa de Sauta Ana de lo UaballeroR, entonces recientemente fundada, hoy Ansermaviejo, salió, por orden de Robledo, en . 1539, el Oapitán GómPz Fernáudez para las montañas de Jos Cbocoes, habiendo sido derrotado en Ohamí; siendo d consig­narse aquí lo que á e te respecto dice el cronista Herrera en su libro vu de la Década TI: "Habiendo Jorge Robledo Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 816 BOLETÍN MILITAR vuelto á los indios la mayor parte de su hacienda, y asentada paz con los del Valle de Apia, teniendo aviso qne Ocuzca y Umbruca, otro principal señor, se juntaban contra la villa de An!errna, volvió á ella, y euvió mensajeros á todas parte , tlando á entender cuánto holgaría que estuviesen t>acíficos, y lo que Je pesaría que llegasen {t térrniuos de guerra; porque no ueseaba hacerles daño, y con su buena maña los pacificó, con que pudo atender á lo que de eaba, que era descubrir las tierras que había, pasada la conlillera que está hacia la parte del Nor~e . de AnHerma; y .para. esto onlenó á Gómez Fernández, que con cincuent~l soldados rodeleros y baile teros fuese á des­cubrir la Provincia del Chocó; y saliendo con ellos Jorge Ro­bledo hasta el valle de Santa. María, á donde le fue uu indio de paz, y le dijo que era el señor Umbt·uca, tt'atóle muy bien, é hizo muchas demostraciones ue amor; pe1·o sabiendo que no era éJ, le mandó quemar. Gómez Fernámlcz llegó á la. montaña de Oima, que es muy frago~ a, con muchas asperezas, y á donde siempre llueve, y I!ay wuchas hostias fieras, monos y otras tales, y los indios a rulan d •s1nHlos, y 8ou muy rú~ticos; vi ven en casas sobr~ árbole8; y dando en una dft aquellas ca­sati, un solcla(lo dicho Alonso Pér·ez tomó una. india, la cual sintió tanta congoja. de verse cautiva, qne se despciló por aque­llos grandes riscoM. Au
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Prensa

Compartir este contenido

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 158

Copia el enlace o compártelo en redes sociales

Selecciona las Colecciones en las que vas a añadir el contenido

Para consultar los contenidos añadidos busca la opción Tus colecciones en el menú principal o en Mi perfil.

Mis colecciones

Cargando colecciones

¿Deseas limpiar los términos de la búsqueda avanzada?

Vas a limpiar los términos que has aplicado hasta el momento para poder rehacer tu búsqueda.

Selecciona las Colecciones en las que vas a añadir el contenido

Para consultar los contenidos añadidos busca la opción Tus colecciones en el menú principal o en Mi perfil.

Mis colecciones

Cargando colecciones