Por:
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Fecha:
24/10/1874
PERIODICO ~ITERARlO DEDICADO A LA JUVENTUD.
RAMÍREZ y RIVERA, EDITORES.
¡UNA VEZ ltUS I
Con el presente número empieza el sétimo
trimestre de este periódico. Ojalá los agentes
que aún no han arreglado snR cuentas,
nos eviten, arreglándolas inmediatamente,
el seguir suplicándoles por la prensa cumplan
con esta obligaciou.
BIBLIOGIUFIA. • LA S POBS ÍAS DE NICOLá.S BALCÁZA.R G.
En forma hermosa y nítida edicion, acompañad:!
del retrato del autor, ha salido de la
imprenta del Estado, una preciosa colcccion
de las poe s!asde nue tro malogrado y distinguido
bardo, señor Nicolas Balcázar G.
Nosotros, que estrechamos su m:tno de
amigo, que contemplamos condolidos y no
pocas vece& consolamos Rus amarguras, que
admiramos su génio poético, y qne sentimos
vordade1·o entusiasmo en presenuia de los
esfuerzos que hace la juventud de nuestra
Patria por remontarse á las regiones en qu e
la gloria discierne sul:i coronas á los obreros
del pensamiento,al través de los obstáculos y
de la esterilidad positiva q ne en nuest1·a tierra
tienen esta especie de trabajos, qtleremos
consagrar unas pocas lineas á recomendar
el bello y nuevo libro con que el laborioso
ecñor Juan Clímaco Rivera, bajo el modesto
título de un tributo amistoso a 1~ memoria
de su infortunado amigo, ha venido á obseqniar
á las letras colombianas.
Recorriendo esas páginas, hemos en contra ·
clo ~n 'ellas el retrato moral de su autot·
Su vida corta, tempestuosa á ' 'eces, pacífica
y oculta en otras, pero casi siempre melancólica
y anhelosa de uu porvenir mejor que
su génio le inspiraba y su imaginacion pintaba,
pero que siempre la caprichosa fortuna
le borraba, se manifiesta cort toda claridarl
en sus versos. Á veces, dtuce y melancólico,
dobla sn cabe1~ bajo el peso de sus negros
pensamiento& y destempla su lira con la11 lá-grimas
que deja caer sobre sus cuerdas
otras, desesperado, es el eco de Lord By"
ron, buscando en las tempestades de su pen·
samiento y sus palabras, un medio para des·
cargar la electricid~d formada en su espíritu
por tantos combustibles que el mundo
1~ presenta. La amistad,, I)Oble pasion [que
s1empre modesta, pero Siempre perfumada,
como la violeta, se anidó en su pecho, le inspira
tiernos y sentimentales cantos. El amor
á la Patl'ia y ñ la Gloria, sublimes sentimientqs
que se posan como adherentes naturales,
o? el alma de todo hombre de génio, le
IHL'Ven de temas }Jara desatar en armoniOSOS
versos, la nube de pensamientos formada en
su cerebt·o. N o pocas vece!l su Musa, fuertc·
mentemente conmovida, canta 6 más bien
llora los hirientes contrastes del mnndo, las
miserias humanas, las profundas y silenciosas
amarguras que devoran los desheredados
de la sociedad y en la contemplacion do
tantos contrast es socialns, par ece qne se va
engolfando en la desesperacion y en el escep·
ticismo de donde 1mlta repentinamente,como
súbitamente despertado, su espiritu cristiano
para buscar en el seno paternal de Dios
paz á su inquieto pensamiento y religioso
consuelo á su atliccion.
La cont0mplacion filos~fica,los sontimientoR
tiemos que inspira la amistad,el amor á 1:. Patria
y á la Gloria, y la resignacion cristiana,
las más nobles y puras fuentes de inspiracion,
son los temas fllvoritos de las composicione~
de Balcázar; pero el distintivo característico
tle ellas, el tipo de sus creaciones poéticas, e&
la poesía melanyólica inspirada por una vida
agitada y casi siempr~ de. dolor y de contemplacion;
y es por eso que sus versos son tan
tiernos, tan fluidos y sentimentales,y tan empapados
eu ese delicadísimo perfume, en esa
especie de opio espiritual que distingueJlas
emanaciones verdade1·as del alma,las hijas legít
·imas del sentimiento, tan diversas ~e las
producciones del arte forzado del versificador.
En este valle de lágrimas, no se a,lcanzan s-in
el martirio las victorias del espíritu,y el poéta,
como dijo otro , es ave de paso, ave del
porvenir qntJ no cosech~ en su noble tarea
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
19~ Et CAUCA.
sino crueles espinas. Por eso las creaciones
del es))iritn, brotadas fl impulsos de amargos
pensamientofl, fundidas en el molde del dolor,
son las qtle revelan mejor el génio del
poéta, y, por lo regular, los mejores florones
de su corona de gloria. Ho,mero, mendigando
el pan de puerta en puerta, ciego y sumido
en la miseria, produjo sus inmortales
obras. Milton no reveló el génio del autor
del Paraiso Perdido, cuando era Secretario
do Cromwell y eRtaba en la opulencia, sino
cuando, pobre y perseguido, huyó la lnz de
tms ojos para resolverse en torrentes de luz
interior como elementos de su imperecedera
oroacion . Eloisa, en las soledades del olanstro
y torturada por el dolor causado por la
separacion de Abelardo, dejó exhalar sus
más duloes y lastimeras quejas. ilvio Pellico
y Cámoens y Corvántes, parece qne escribieran
con el hi~;ITO de sus prisiones los monumentos
de literatura que no dejarán mmca
perecer su memoria. Y Petrarca y
Byron, y Andres Chenier y otros muchos
grandes poetas, ¿, no han vaciado en sus
produccioneR, todo el fuego y grandeza
de su alma cuando ésta Re ha hallado oprimido
bajo el peso del dolor ó la dcscsperation
?
Tal le pa 6, en pequeña C!lcala, á nuestro
amigo. Su alma, ansiosa do flmplios ho rizontes,
se hallaba ROfocada en el e trecho
circulo de hieno que al g~nio ofrecen
nuestras pasiones y millerias ociales. Sin
estímulos de ninguna especie, sin ningun
apoyo, careciendo de fortuna material, en
uua época de suyo fria y metalizada, pero
dotado de génio verdaderamente poético
y de alma dclicaJa, Balc:\zar se sentia,
con fuertas y ambician para lanzarse, como
!caro, á regiones mny elevadas, pero
bien pronto la realidad abatía las alas de BU
espirita y lo obligaba á arrast.rarlas por el
tmelo. Por eso sus versos son una continua
y sentida queja á ese 8ér mi~terioso que llaman
los fatalistas des tino, los poetas mala
estrella y el mundo infortunio; pero que en
realidad, en casos como el de Balcázar, no es
otra co~a que indifi!rencia social para con el
verdadero m6rito.
Ningun pais del mundo puede contar
con más ricos elementos para formar un
gran poeta que nuest:·a patria. Naturaza
tropical y espléndida, costumbres puras
en lo general, despejado cielo, anales gloriosos
y epopeya grandiosa en nuestra h1storia,
tradiciones inmortales, ternura y sentimentalismo
en todas las clases tSociales, todos, en
fin, loa mejores materialeR, arlmirahlemeute
combinados por la Providencia en la gran
paleta de la creacion para Rervir, á ese inspirado
pintm· del alma y de la naturaleza1
que se llama Poeta, en el trabajo de gran·
diosas obtas.
Y,s in embargo. nne.,tJ'OR más preclaros gó·
nios, por falta de elltímulos, han tenido quo
dejar tan ing1·:tta tarea para abandonar¡¡~
nnos á los brazos del mercantili mo en busca
de fortuna que la poesía les negaba, y
otros, á las tempestades politicaa , solicitan do
un nombre que los concentos de su !ir:),
a sus ojos, no formaba.
Talvez la tl'iste consideracíon de que, e11
nuestra Patria, los tl'l\bajos intelectuales na
pasan de ser apreciados !!ino como una chis·
pa fugitiva de génio que hoy merece una
alabanza y mañana es olvidadll, alejó A nuea·
tros máR distinguidos poetas. de la gloriosa
tarea á que el génio los llamaba, disgustados
de lo estéril que les parecía su labor. Quizá
esa falta de estímulos condujo, por una séria
de acontecimi(>ntos, á Várgas Tejada á sepnltar
su lira do oro en las turbias aguas del
CaRanarc, huyendo de la cólera del Liberta•
dor ¡ á Caro á morir en el ostracismo, arrojado
por el soplo airado de la tempestad po·
litica, y á Gutiérre:l: González, el más sentido
poeta colombiano , á colgar su liJ·a para llo•
rar y morir en modio do crueles aflicciones.
Balcázar, sin cstimulos ninguno, en sn!t
pocos años de vida, anduvo errante en bu ca
de e e desconocido que anhelaoo su 'espirit.nf
pero _gne, como Rll sombra, huiB delante do
él. Esa inquietud lo Hevó fuera de SU ciu•
dad natal. Parccia que babia encontrado,
al fin, en el matrimonio con una digna
compañera, un consolador reposo á su agi •
tada vida¡ pero la muerte lo sorprendió en
media de las dulzuras de- su luna de miel, á
los veinticuatro años y cuando apénas se en •
treabria para él úl'I nuevo horizonte da tran"
qnilidad y de legitimas placeres,
IAl C()leccion de casi todas sus p'Ol1sias, iné'·
ditas y publicadas en diversos periódi{)oa, eft
no sólo un tributo consagrado á In memoria
del malogrado vate, como lo dice et modeB-<
to Editor de la obra, sino un rico obseqnia
hecho á la literatura del paist y un llamamiento
á nuestra indiferente t~ociedad para
que en lo ttucesivo prE-ste su eficaz apoyo ~
sus hijos que revelen gé11io y puedan ayll-'
darle á teger su corona de gloria, en el coll"
curso de todas las naciones, sin dej1nles
vegetar en el olvido ó extraviar en los abismos
de la desesperacion. Bajo este punto
de vista, la obra formada por el señor Rive •
ra, qne revela la angustiada vioa de Balcá·
zar, es de grande interés social y filosófico.
Por Jo demás, los amantes do las lectums
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
ELCAUCA. i95
poéticae,encontrarán en ella una preciosa coleccion
de versot~, todos tiemol:!, fluido~, sueltos
y sentimentale~ ¡ y será una delicada y
propia lectum del hogar, qne, por otra parte,
uo figuraría mal en 1¡ bilioteca de un hom
. bre de letras.
At~so llevarán á mal nuestros lectores
que, por recomendar ~a obra, not~ hayamos
extendido en tantas consideraciones !:!obre la
vida y el caníter del poeta; pero al leet· sus
tristes y tiemos versos,no hemos podiJo mé
nos que dejar á cada paso el libro para peusar
en la corta y fugaz vida de su autor,
quien, si al través de las insondables soledades
de la eternidad, alcanza A penetrar el
sentimiento que ha brotado estas líneaR, encontrará
en él toda la ternura y sinceridad
de un recuerdo amistoso enviado para más
allá de la tumba.
Popayan, Octubre 20 ele 18i 4.
J.M.Q. W.
EN EL TEMPLO. • N o es un sueño!. .. he vuelto á verla,
como entónce arrodillada,
en el templo en qne mis ojos
de!!lumbmdos la miraran
cuando ardió en nu pecho vh·gen
del primer amor la llama ......
Mas hoy luce en su alba frente
de azahar una guirnalda
y un mancebo con la uya
tm pequeña mano enlaza .
Un anciano sacerdote,
que los ve con dulce calma,
el solemne juramento
les recibe al pié tl l ara,
y en seguida los bendice
con su mano sacrosanta! ......
A los nuevos desposados
colma ¡oh Dios! oe venturanza,
y apiadado fortalece
mi existencia solitaria!
J. M. VELASCO CASTILLO.
Popayan. Setiembre. 18 ......
THADI{:IONES PERU.lNAS.
IGLESIA liE LLAMO.
Al doctor dou Juan Antonio Ribeiro.
I.
En una casa de los arrabales de la ciudad
de lluamanga, hallábanse cong¡·egados en
cierta noche del año de gracia de 1575, y en
torno á una mesa, hasta doce a1·entureros españoles
ocupados en el nada seráfico entre-tenimiento
de hacer coner los dados sobre
el verde tapete. Eran les jugadores mineros
de ejercicio, y sabiJo eP que no hay gente
más dada á la fea pasion del juego que la
qne emplea su tiempo y trabajo en arrancar
tesoros de las entrañas de la tierra .
La noche era de las más f¡.jas de aquel in·
viemo, llovía si DioR tenia qué, relampa·
pagueaba como en deRecha tormenta y el
fi·agor del trueno hacia de rato en mto estremecer
el edificio. Parecía imposible que al·
ma viviente l!e aniesga e á cruzar las calles
con tan barrabasado tiempo.
Da pronto Ronaron golpes á la pnerta de
la casa, y loR jugadores dieron reposo á los
dados, mirándose loa unos á los otros con
aire de sorpt·eRa.
-Por San Millan el de la Cogulla! gritó
uno. Si quien toca e11 ánima en pena, vaya á
pedir sufragios á ot1·a patte. ¡ N o rama la para
el importuno! Arre allá, buscona 6 vergante!
Seguid \'Uestro camino y dejad en
paz á la gente honra~a.
-Por honrada bu~co vuestra compañía,
Mendo Jiménez, y abrid y escuchad pnla·
bras, que traigo caladas la capa y el chambergo,
contestó el de afuera.
-Acabáramos, seor altére:r., repuso Jimé·
nez abriendo la puerta. Entre vuesamorcerl
y sea bien venido, magüer barrunto que na·
da bueno nos ha ue traer quien viene á COIU·
pletar el número trece.
-QuéJense las agorerías para otro ménos
mañer9 y descreí u o qne vos, M en do J iménez.
A la paz de Dio , caballeros: dijo el
nuevo pcrsonRje, arrojando el chapeo y el
embozo sobra una silla próxima al brasero y
tomando puesto entre los jugadores.
Era el alferez mozo de treinta años y que,
á pe8al' de lo imberbe de su rostro, había
sabido imponer respeto A Jos desalmados
aventureros que por entóoeea pululaban en
al Perú. V estia aquella noche con cierto elegante
desaliño. Sombrero con pluma y cintillo
azul, golilla de encaje de Fláudes, jubon
carmesí, calzas de igual color, con remates
de azabache y cinturon de terciopelo del
que pendía una hoja con gabilan dorado.
Contaba poco ménos de un mes de vecindad
en Huamanga y ya babia tenido un desafio.
Referiase de él que soldado en los tercios
da Chile: babia desertado de la gnarnicion
y pasado al Tucuroan, Potosi y Cuzco,
de cuyos !ugareb lo obligara tamóien á salir
lo pendenciero de su carácter. Otinndo de
San Sebastian de Gnipúzcoa, tenia el génio
duro como el hieno de las montañas vascongadas
y tan endiablados los puños como el
alma. Fama es que loR más diestros matones
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f96 EL CAUCA.
y espadachines de su tiempo no alcan:r.nkin á
parar una eRtocada que él habla inventado y
á la que llamaba, aludiendo á su siniestro
éxito, el golp'e sin misericO'rdia.
Despues de contemplar por algunos mitlt\tos
la agitacion con que sus compalieros de
vicio seguían el giro de los dados, arrojó sobre
la mesa úna bien provista bolsa de cuero,
diciendo :
-Roñoso juego hacen vuesas mercedes y
mhs parecen judíos tacaños que hijodalgos y
mineros. Ahí está mi bolsa para el qne se
anicsgue á ganármela á punto menor.
- Rnrhboso viene don Antonio, conte!ltó
Mendo Jiméne:r., y ¡ por los cuernos del diabló
que tengo de aceptar el reto l
-Á ello y tiro ! repuso el alférez haciendo
rodar los dados. Ases! Ni Cri!)to, con
ser quien fué, podría echarme punto menor.
He ganado.
-Mala higa para vos! Esperad, seor alférez,
qne tal puede ser la suerte que os
iguale.
Y Mendo Jiménez agitó el cubilete y sol·
tó los <.lauos. Todos se quedaron maravilla
dos. :Mendo Jiménez resultaba ganancioso.
Un dauo habia caído sobre el otro, cubriéndolo
perfectamente, dejando ver en su
superficie un solo as.
El alférez protestó contra el fallo unánime
de los jugauores: á la protesta siguieron
los votos, á ellos la do llamarse fulleros y
Il!aluacidoA, y agotados los donueRtos, desenvainó
don Antonio la espada y despaviló
con olla el candil que estaba pendíente del
techo. En completa tiniebla, se armó entónces
el más infernal zipizape. Cintarazo va,
}>Uñalatla viene, al grito de ¡Dios me a3ista 1
uno de los jugadores cayó redondo y los demás
se echaron en tropel á la calle.
El matador huiá á buen paso; pero al doblar
ur.a esquiná di6 con la ronda y el Alcaldé
lo dct11vo con la sacralllentnl y obligada
frase:
-Por el rey d~8e p1·eso !
-N o en mis 'días, seor corchetE>, miéntras
me ampare el esfuerzo de mi brazo.
Y aquel furioso arremetió sobre los algnacile's
y acaso habría dado al diablo ·cuenta de
muchos de ellos, si uno más listo y avisado
qu'e sus compinches no hubiese echado la
zancadilla al alferez, quien vino cuan largo
era á medir con sn cuerpo el santo suelo.
Cayerou 'sobre él los de la ronda y atado
couo con codo lo con u ujeron á la cá1·cel.
II.
El juicio fué ejecutivo y ocasionó po'co
gasto de papel. Á los tres ruesés, dia por
clia, JJ~g{) 1~ hora -en que el pueblo sé rebu-llese
al rededor de una empinada horca - <;n
la plaza de Huamanga.
'ro1las las pasa1las fechorías de don Anton1o
se habían aglomerado en el proceso. El
alférez nada negaba )itá toda acusacion contestaba:
Arnén,y si me bau de desencnadernar
el pescuezo pot· una, que me lo tue1·zan pot:
uiez, lo mismo da, ni ~no ni pierdo.
J>ara él la cuestiou número era parvidad
de materia.
El sacerdote hábia entrado en la capilla y
confesado al reo; pt>ro al darle la comunion,
éste le arrebató la hostia y partio á correr
gritando:
-Iglesia me ll!imo! Iglesia me llamo!
¿Quién poJia atreverse á detener al que
llevaba entre sus manoA, enseñándola á la
muchedumbre, la divina forma? Si el alférez
había cometido uu sacrilegio, pensaba el
religioso pueblo, ¿no lo seria tambien hacer
armas sobre quien traía consigo el pan eucaritltico?
Ese hombre era, pues, sagrado. Se llama-ba
I,qlesia. •
Como era de práctica en los dominios del
rey de España, cuando so iba á ajusticiar un
delincuente todos los templos pet·manecian
abiertos y las campanas tañían rogativas.
Don Antonio, seguido del pueblo, tomó
asilo en el templo de Santa Ul:ll'a, y anodi·
liándose ante el altar mayor depositó en 61
la divina forma.
La justicia humana no alcanzaba ent6nces
á los que se acogían al sagrado del templo.
El alférez estaba salYo.
Noticioso el obispo de lo que acontecía
se dirigió á Santa Clara, resuelto á llenar el
precepto que los c:'lnones le imponían para
con reos de sacrilegio, tal como el de don
Antonio. La pena canónica era raparle la
mano y pasarla por el fuego.
Cierto es qne hacia muy pocos años que la
inquisicion•se había establecido en Lima y
que ella podia reclal:nar al criminal. La extradicion
qué no era lícita á los tribunales
civiles, era una prerogativa del tribunal de
la fe. Pero los inquisidores estaban por en,
tónces harto ocupados con la organizacion
del sagrado oficio en estos reinos y mal podían
pensar en luchas de jurif:diccion con el
obispo de Huamanga.
Dou Antonio pidió á su Ilustrfs1ma que lo
oyese en confesion. Larga fué ésta; pero al
fin con general asomb'ro, se vi6 al obispo tomar
de la mano 'al criminal, llevarlo á la por•
tería del monasterio y luégo, trás una breve
y secreta plática con lá aba~esa, hacerlo entrar
al convento cerrando las puertas trás él.
Esto ·equivalia á guardar el lobo en el re·
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dil O€ la'S OV(>jas.
El escándalo tomaba de dia en día mayores
creces en el católiCG rmeblo, y los fieles
lJP.garon á mnrmttrar acerca de la virtud de
s~ pastor. Mas el bucl\obispo sonreía devotamente,
cuando su~ familiares haciau llegar
á sus oídos las hablillas del pueblo.
Y asi tt·ascurriero·n «os meses hasta que
llegó de Lima un enviado del virey con pliegos
reset·vados para el obispo. Este ttJvo una
t!ntrevista con el 11lférer., y al día siguicrite,
eon buena escolta, partió don Antonio para
la cApital del vireinato.
En Lima se le mantuvo por tres semanas
preso entt·e las monjas beruardas de la Trinidad,
y en el primer galeon qtte r.arpó para
España, marchó el camorrista alférez, bajo
partida de registro.
III.
Entónces se hizo notorio que el alf6rez
don Antottio de Erauzo era una mujer, á la
que sus padres dJCron el nombre de Catalina
de Emuzo, y la historia llama la monJa a7foIJ"
ez. Doña Catalina habiattomado el hábito
de novicia, y estando para profesar, huyó del
ootl\'ento, vino á América, sentó plaza de
soldado, alcanzó á alférez con título real, y
en los disturbios de Potosí se hizo reconocer
por Capitan en uno de los bandos.
Como no 4a sido nuestro propósito historiar
la vida de la monja alférez, sino narrar
una de StlS originalisimas y poco conocidas
aventuras, remitimos al lector que anhele conocer
pot· completo los misterios de esa borrascosa
existencia, á los vários li uros que sobre
ella coneu impresos. Básteoos consi~nar
qtle doüa Catalina de Eurazo regresó oe
España, que cansada de aventuras ejerció el
oficio de aniero en V eracruz, y que murió en
un pueblo de Méjico, de más de sesenta años
de edad; que no abandonó el vestido de
hombre y que no pecó nunca cont-ra la castidad,
bien que fingiéndose varon engatuzó,
con carantoñas y chicoleos, á más de tres
doncellas, d;\ndoles palabra de casamiento y
poniendo tierra de por medio ó llamándoee
:lndana en el lance de cumplir lo prometido.
RICARDO PALMA.
AI.GO SOBRE EL AMOR.
A M.A.TIJ.DE A ......
El a.mor tiene parte en todo
lo bello y sublime .
. Los filósofos más profundos
que hayan pasado su vida. estudiando
el corazon humano,
no conocerán tan bien 1118 eeñales
del amor, como la mu~er
mús nec~~ 1~R~~:::::on~ a.
r. ·
Desde los tiempos de Homero basta l.os
f07
de Catalina, no ha habido escritor, filósofo
ni poota que no haya hablado del amor.
Despnes de tantos siglos de constante
contt·oversia, sólo se ha podido descubrirquc-"
EI amor se siente y no se define."
Poco hemos adelantado.
Los filósofos, en sn firme propósito de 11en·
tender todo" lo han interpretado de mil ma·
neras sin que en resúmen, como ha dicho utt
autor moderno, se les haya. ocurrido otra co·
sa sino que nace de no sé dónaga, han de vivir. .
O el que paga por pecar? Hasta qurl ésto no hayais hecho no babrei~
Pues para qué os espantai llenado vuestra mision.
De la culpa que toneis? A. C. LEnA.
QUEREDLAS CUAL LA~ HACEIS
0 HACEDLAS CUAL LAS BUSCAIS.
• La religio&a poetisa tiene razon.
A pesar de tan decantada civilizacion,nuestras
leyes sociale8 apéoas distan de las que
acatan en sus malas épocas Babilonia y Até·
nas, Roma y Venecia, ó de las establecidas
en los tiempos de Cado Magno y de Luis
VII.
N uest1·a sociedad está mal organizada.
La mujer es su víctima preferida.
YII.
El amor filosóficamente considerado, se divide
en dos sectas : los "sentimentalistas" y
Jos "sensacionistas."
Para los primeros, á juzgar por nn célebre
autor, es el enlace el amot· invisible de dos
almas; y para los segundos, es el enlace el
amor invisible de dos ruanos.
A los primero los une una interna y dulce
simpatía, á lo¡¡ segundo los une el interés. ·
A los primeros los impulsa el corazon, á
los segundos los impulsa la cabeza-
Los primeros aman, los segundos especulan.
Los primeros son "platónicos," los segun·
dos "aristotélicos."
Los alumnos de Platon aman por intuicion;
los discípulos de Aristóteles aman por connniencia.
Los primeros son "hijos de Dios," los segundos
son "hijos do los hombres."
VIII.
Concluyamos.
La mujer en nuestro siglo, y en nuestra
sociedad muy e~pecialmente, se halla ex·
puesta á las asechanzas del primero que á
~sos.
¡AL PUEBLO HISPANO -AMERICANO~
CUIDADO.
Tengo el honor de anunciar el hecho de que las Pfldo·
raa y el Ungüento Holloway no se elaboran ni vende•
en ninguna parte de los EstadO!! Unidos.
LIU! c,¡¡.jas y los botes de dichiU! mrdieinas llevan invariablemente
el sello del gobierno bñtinico, en el que
a.parcce11 grn!Jadu.s las palabras: "Holloway't Pills aud
Ointment, London."
Ha. llegado tt ser necesario el dar publie'dad tt estots
hechos, porque la "Compañia Qufmicade Nueva York,"
que jamas pagaba sus deudas, habiendo odquirido mal:s
reputacion, gira hoy bajo la razou social de "liollowa.y y
Cal; pero úun así nadie quiere comprarles duectamente
sus prepnra.oiones, de socrt~ que estos sugetos verifica•
todas sus ventas actua.les por conducto do los seiíorea
Henry y C.al, de Nueva York." .
Vendo mis Píldoru.s y Ungüento cna»oo el importe
del pedido ascienda tí J. 20, á razon de Ss. 6d. , 22s. y 34s
!adocena de cajas y botes: debiendo remitírseme anticipadamente
el va!.or de m~ factura ..
Publicaré al p1ó de IlllS anunc1os los nombres ele los
boticários y demas vendedores de mis verdaderos remedios,
con tal que aquellos me expresen el deseo de que
Mí lo baga.
To.KAS HOLLOW•·'l'.
7 de abril, de 1874.
533, Oxford Street, Lóndres, W. C.
NOVÍSIMO DEVOCIONARIO,
e!;meradamente empastado y en edicion de
lujo.
Se vende en la agencia general de libt'OIJ
periódicos de Ramirez y Rivera.
IMPRENTA DEL ESTKDO.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente:
Biblioteca Virtual Banco de la República
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Prensa