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Lances de carnaval [recurso electrónico] : comedia en un acto / por D. Manuel Breton de los Herreros

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La Mujer - N. 30

Por: | Fecha: 29/02/1896

Sonata No. 1 (09 min. 22 sec.) / Schmelzer -- Sonata No. 2 (07 min. 20 sec.) / Schmelzer -- Balletto di ninfe (03 min. 12 sec.) / Schmelzer -- Sonatae unarum fidium: Sonata No. 3 (10 min. 10 sec.) / Schmelzer -- Balletto di tritone (NaN min. NaN sec.)(48 sec.) / Schmelzer -- Sonatae unarum fidium: Sonata No. 4 (10 min. 21 sec.) / Schmelzer -- Ciaccona in A Major (05 min. 43 sec.) / Schmelzer -- Sonata No. 5 (12 min. 19 sec.) / Schmelzer -- Sonata No. 6 (12 min. 04 sec.) / Schmelzer
Fuente: Naxos Music Library Formatos de contenido: Audios
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  • Música

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SCHMELZER, J.H.: Violin Sonatas (Sonatae unarum fidium) (Ars Antiqua Austria, Letzbor)

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SCHMELZER, J.H.: Violin Sonatas (Sonatae unarum fidium) (Ars Antiqua Austria, Letzbor)

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Imagen de apoyo de  SCHMELZER, J.H.: Violin Sonatas (Sonatae unarum fidium) (Ars Antiqua Austria, Letzbor)

SCHMELZER, J.H.: Violin Sonatas (Sonatae unarum fidium) (Ars Antiqua Austria, Letzbor)

Por: | Fecha: 2022

Sonata No. 1 (09 min. 22 sec.) / Schmelzer -- Sonata No. 2 (07 min. 20 sec.) / Schmelzer -- Balletto di ninfe (03 min. 12 sec.) / Schmelzer -- Sonatae unarum fidium: Sonata No. 3 (10 min. 10 sec.) / Schmelzer -- Balletto di tritone (NaN min. NaN sec.)(48 sec.) / Schmelzer -- Sonatae unarum fidium: Sonata No. 4 (10 min. 21 sec.) / Schmelzer -- Ciaccona in A Major (05 min. 43 sec.) / Schmelzer -- Sonata No. 5 (12 min. 19 sec.) / Schmelzer -- Sonata No. 6 (12 min. 04 sec.) / Schmelzer
Fuente: Naxos Music Library Formatos de contenido: Audios
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SCHMELZER, J.H.: Violin Sonatas (Sonatae unarum fidium) (Ars Antiqua Austria, Letzbor)

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Imagen de apoyo de  La Mujer - N. 29

La Mujer - N. 29

Por: | Fecha: 26/02/1896

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~26 LA MUJER. Tienen Jengua y expresión. Lágrimas dulces y abrasadoras. Sonri~aa de odio y de foliciiJad. Cuando dos ojos se encuentran sin conocerse, se saludan y pafan de largo, comr, un hombre saluda á otro para pe-djrle luego. . Si se conocen un poco, se d1cen: Us· fed lo pase bien. · Pero si hay aJgun& confianza, se cH­een: Adi6s. Al tror.ezarsc dos oj lB cuyos d tH nos son de distinto se:xo, mcd1an alguuus palabrAs por e8te es ti lo: Los ojos de él: No me gu~ta tu~ted. .Jr•s de ella: Me importa poco. Y ambos continúan tr.mquilamente su camino. O bien este otro diálogo: Los do é 1: Me gusta usted muclw. L9s de el!a: JIU graoias. Y también continúar¡ su camino, aun­qne volviendo )o que llamamos e1 rabi­llo ele!. ojo para mirarse. E tas palabras se cruzan todos los dias entr~ mi late de p"r ()nas. A veces varían las especies. pps ojos de él: E~toy loco por ti. Los lljos dA ella: lfo será difícil que t8 &petiazar la corona de Jaorel con que el mundo entero adornó tu frente de po~ta!" ·• Yo, de · tui jardín cultivado por el sentimiento y que anhela ser fecunda­do por el sol esplPndormo de la ciencia, he arrancado e·st:l humilde violeta para colocarla en ]a guirnalda que se dedi· que á tú memoria: ADRIANO PAEZ (Para. su hijo). 1 Páez .... ! 1 Oh Páezt poeta sin segundo, Timbre de honor para. la patriB mía; Hay en tus cantos un dolor profnndo· Tiene tu gloria el esplend n del día.. ' Cuando te leo, en lágrimas me inundo; Las musas te inspiraron á porfía.; Con tus estrofas conmoviste al mundo, Quien, a.l verte sufrir, también sufría. Recorriste el camino de la. vid" Buscando fic,res y eucontrando abrojolll; La. dicha estuvo para ti escondid!\; · No la pudieron contemplar tus ojo8. Permite, bR.rdo, que al soltar mi canto, Riegue tu fosa con mi acerbo llanto! Del Canea sólo hago mención do Jor· ge Isaacs y Julio Arboleda. ¿Qué puedo yo decir del autor do María' ¿Qu6 d1jer.)n Pedro, Santia­go y Juan cnando el Hijo do Dios se transfiguró en la cumbre del Tabor? Na­da: quedaron atónitos al contemplar tán ta belleza, tán ta majestad! Julio Arboleda pnso en sus estrofas todo el fuego que él le había arrebatlldo al Pt~racé sublime. El gran vate dol Tolima es .José Ma­ria Sumper: ardiento como las playaa en donde nació; fecundo como las cam­pinas quo escucharon sus primeros can· tos; melodioso como el susurro de los palmares que arrullaron su cuna, y ju­guetón como las ondas del Gualí. .Antioquia prei?entó, entre otros, lle­na ·de orgullo, al famoso Gutiérrez Gon­zález, ur .o de los hombres que más hon­ra dan á la litert¡tura hispano-ameri­cana. El escogió para. inmortalizar su nom· bre, el grttno que en más abun-iancia produce el suelo antioqueno, aquél que con incansable JabOl'JOsidad es cultiva­do por los naturaled de allí, y le di ri. gió los acordes más bellos de en melo· dioso laúd. Gut1érrez González encontró también inspíra('Jón en la precicsa casrBda de Aures, formada por el río Sonsón; ¡e la Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA MUJER no había esruchado notas tan tirrnas, tan sentimentul(ls como lus que el tro­vador an tioquf'fio le de,licó; y no las había escuchado ni en · la~ dulces confi- , deucias de la briFa con los helech,)s que crecen en sus márgt-> nes, ni et e] con· cierto celestial que las aves levantn!1 e~ sns toldos do verdura, dar do graClas a Dios porque encontraron en dónde fa­bricar su nielo! En los lujosos oncajes · con que la na· tu raleza viste los alt,ues que forma nntn la selva para que sirvan de morada al Rey de la creación, he c~n te~¡ 1Hdo yo la modesta flor de bftt, t1lla, a la h0ra de la alboradH, ergnir~e sobre su tnllo; y r.l VC'r]a tnostru.r su pasmosa sen<:ill z, he rt?citado, lleno de ndmiración, Aque ila inimitable est.!"ofa, purto de tu pri­vilegiádo entendimiento. en que cantas con voz suave y llena de armonias la belleza de la encantlldora flor; ella, al oír las alabanzns que le hsces, dobla su cáliz como cuando se ruborizi\ at te lns miradas ardiente.:; del n tro vivifi· cador. Perdóna, ~'cisne antioqnefi·,," que mi inautoríztdá ~luma h \ya escrito tu nombre, r nombre que con carn.ctcr de luz está graba Jo en el !anal que lle­van consigo los cocuyo , para que sola­mente ol corazón ]o Jea! José Eusebio Caro nació en Ocann, departament.o tel N Úf\ez, Manuel M. Madiedo, J.,sé Antonio Calcan o (1) y Joaquín Pu.blo Posada; estos cnatro sacerdotes del templo de las Musas, son timbre de gloria para E•l D parta. mento que lleva el nombre del gt·an Li­bertador. De Panamá. recuordo por el pronto á Tomti-1 M. Fcuillet, kUtor de la poesía intitula ltl A la flor clel Espí?'itu Santo, --- .--- (1) Naci6 en Cartagena. según la noticia bio­grá. fiea p .blic~da en La Pat1·ia de Adriuno Páez. Tomo l. , eL..trega del 15 de Febrero de 1878, pi¡ina 263. qne es un raudal de verdadera inspira· ción. Del M~gdalena hsgo memoria de ~­f:, e] Ct>lcdón, quien ha e m piPado su hra en cantnr las hazanas de 1 : s héroes. S ns himnos, licnos de amor á la dio­sa Libertad, son de Jos mt1jores lau· reles eon quo se h~m podido cubrir l~s tu m has de Bolívar en la tierra, de Rt· cnu rto en el espacio. Cundinamarca ha sido el corazón de Oolombia J'cuya fibra más Jr-lieada es la l orsí~. El alma SQfladora de esta podel'osa comarca ea Bogotá. B (l gotá !. .. Tuviera yo un let1guaje elo· en ente para tra ·rnitirte, querido Oarlos. toLlo el entusiasm' que de mi alma se 11 podera al nombrar la poética cindflt1 s~ntnario de mis más caras ilusiones! Yo te pregnnto, amada Bogotá: ¿quié­nes son tus padres? Y tn belleza me res· pon de: - Bny el fru.to de los ardiente.~ amo· 1'88 que tu·vo ol Sol con una. náyade. -Dí me, ¿ po1· qué vi es n uut\ me" seta tan elevada? -Porque ile"eo q'ue el Haced01· me contem¡de .funto á EL. -¿Para qué escogiete po1· lecho un bosqt o de laurel? -Si no hubiera sido así, no habría tenido rnodo de cafEi1· con .r;us inmm·cesi­bles lto_jas las frentes altaneras de mis grandes! -¿Uuéntame por qué el Funza va sin ct1anr murmurando tn nombre? -Ah! po'rque todo enamorado va r~· pitiendo paso, muy paso, el nombre d~ su amada. -¿Quién puso ]as fHldas de los An­des p:1ra que reposes tu cabeza? -El Amor y los Genios quisüron e1'me con la sien 'recl i·nada sob~re una de la.q más imponentes obras del St¿pt·e­' lno Sér. -¿.P(lr qué 1 s ondas de tu rabiotm Ter!uenJam~, en vez de sepultarse en el abismo se elevan al infinito convertidas eu vapores? - P01·que ellas no quieren tnorir sin vet· y adu~i?·m· desde las alturas 1ni an­gelica, l belleza. -¿Para qué pusiste á tns pies e~a in· menba sabana cubierta de agrestes flo· recillaa? · Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA MUJER -Para d1:.~traer rni v1:sta pflsPánd,Jla por eso.f4 cmnpns. cU.'l/()S dt.vinns colore.~ lle· von inefables encantos á mi e.qpíritu. -¿Por qué las tempesta les nunc~ se desatnFl en tns altí~imas montif'las? -Porque las tempestades temen des­pertar mi suefío. -¿ P0r qué nacen en tu seno loa aza­hares? -Porque ellns son el emblema de 1ni pureza sin 1'_quat. Bogotá! V1rg •n hechicera! Yo en tns Han u ras pasé mi niflez; en u no de tus verdes gramales mi buena madre levantó la cabana en donde fui fuliz, y¡ quién me hubiera dicho ent'Jnces, rumoroso Fu­cha, testigo de mi~ juegos infant1les, que esa edad plácida y tranquila se irí , como sus crist..s.linas aguas, nsbalando por entre el verjel de il usiones que nue¡:~tra misma corriente fecnndó! ¡Oh Bog ltál d etrá~ de tu serran1a está el escuálido astro de la noche agua ruando el i nstun te en que el Sl 1 se oculta, para Sl\lir á contem~,l.,.rtc, ¡ vir­gen sed nctnr d per•> él huye n n tes de que e1 ostro rey apar<·za en el Orie nte y lo en cuentro en esos dulces y npaci­ble coq u .taos. El m•rto, el heliotr .->po, el jl\zmín y la violet a lucen en tus j \rtl i ncs ex ha htn · do los m' s frugtm tes perfumes que t e em briHg}tn. J) é o~,icodo Roj \S, Jo 6 Mnnnel Ma­rror¡ u1n y mil poetas rnái han a lzado sus e m tos hasta el limpillo <- ielo que te cubre. ¡Oh Oulombia! cltlía que el astro p1 e r 4 d~ su bnllo, que lo B mund 1s e ncabc n y que reinen las tinieblas, f'H0 dín, digo, los querubee apret d ·rán las estrofa~ de tus ba · dos, e m f•l objt.:to de repl1 ttrlas por los ain•s, uHHo~ todoe, para exta­siar á Dios! J. MALD ONAUO PLATA. Bogotá, Julio 7: 1895. Legumbres crudas. Tocante á legu m brea crndns en c on· tramos ~n el Oonsefero Doméstico oe D. Marcos Mena el . iguieute in ter<­sante é instructivo cupítulo, qne copia­mos al pío de la letra: "Los it1 lianos comen l11s habas crn­das. En Itblia Jos c&zadorea no llevan much'l.a veces en su morr ~1 sino pan y vi no, y cloncie encuentran un sembra· d1o de h'ihas, hacen con e\las un mag­nífico a'm•Jerzo. " Los franceses romen las arvejas, y los alPmanes además lta zanahorias cru­das. Lo mismo sucede con el maíz tier­no tomado de la mata; pero no guar­dado uno 6 dos días, 6 duro, porque pierde entonces todo sn valor. El maíz ha de estar con loa granos h\nchaditos y que salte la leche, para que sea flgra­dlible. Lu habas y demás legumbres. para tomarlas cruda~, necesitf..n dos condi~ ! onea: 1.a, acostumbrarse á ellas, pues el sabor crudo, que al principiar á comerlas en su estado natural, se les sientr, no es más que f~lta do costum­bre, que con el tiempo se convif_rte ~n una verdadt> rn ptlsi6n, como hemos VIS­to á muchos con las habas y el maíz crudos, que eon las más sabrosas; 2. •, qne estas legu m hres y hortalizas se co· m an al pi o de la mata y tiernas todavía; 6 Ri 110, por lo meno~. recién traídas. Onando las h tbas no tienen cresta,· de­ben Cúcerst:, pues ya están d s~~hridas. "Las arvejas tiernas, al pie de lama­tlt, son muy ligradt bles; pero jamás co· mo el muíz, dulce y ft·osc o. "Torlas estas legumbres son, por su­puesto, inmer1samento má8 sanas, esto·­macalea é higiénjcus en sn estado natup ntl, que cocidas. "Se har1 un gran bien á la juven­tud »Costumbrándc,}a rles •le su más t ier­nito t: dad á tom r los altmPntos en es­t. tdo nntur·'l. con ¡,,s n•eno alinos y ar* tificios posible ; en~wfiándoJa á prefe­rir r:iempre lo primitivo y puro á lomo· o i ficn (io y al i na,io, y lo natural á lo ar· tiíieial; y calificundo la salubridad de un alimrnto en rnzón de su aproxima­ción al estatlo primitivo ó natural; mi· rán oh> como m~s dnfloso, mientras m9s diste, p 1r hts modificaciones .V ar­tifinios, de su sitnac16n original. Aá es más sano un clwclo crudo que uno co­cido, y este muy superior á un ·:i hunti· ta, que á sn vez es menos danosa que nn pa:;tel, etc. etc. "Las personas de e~tómago débil lo robu.:st. cerán mucho, comit"ndo la papa nueva con sn cortt za, 1 edén Silcad a de la tierra, bien lavnda y en su estado na­turttl. No es tan mala como se cree. La costumbre lo hace todo; y para los en'! Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. T~ A M fermos de diFenter1a es un alin1ento asombrosamente clesirritante. " Desdn q ne se guardan lRs papas, ya no pueden comerse al natural, pr•'f­que se vuelven futrtes y pican la ga!'­ganta. "Inmediatamente que llegan las ver­duras al mercado, son rociadas con agua; si no se vnt1lven á rociar en el dfa, se repite al siguiente ]a misma opera· ción, y así sucesiva m en te. DPspuéa en la C.lsa se haee lo mismo, y unn Re me· ten en ngua. uno ó mAs días. .B-to es horri blemen to iusa1 n bre. ( g¡ ag ua ex­trae 188 s ~des nuh itivhs y dt'm:l.~ p1 rt s solubles á todas las sustancias quo lle gan á su alcnnce; por E:1 SO no h y que guardur los rábanc s, etr, en agua, ni ·h·;ty que }1$,ar mucho ttempo lu }e¡ hnga. bs pap11s y otra 1· gnmbres, an teR 1 e ( omPr­las ó de pon lla al fuego. J. K ). Vale más comer la ve1 dura marchita y aun seca q-ue en descowpo!(ición. "Pueden svbrevenir malns cmu::ecuen­cias con alimento1·se tXt:lw~il'rmlente de fnda fresca en su estado 1wtu,ral, ó d8 legumbres cruda ·: '' 1. o Si el indit,illuo l}llC h •1 dt bU ita­do su apal'Hto' 1gm-tivo Ct n comidHs <'O cidas y cot,dnneutxd s, líquido3 co irlo ó ft•rmen ttidos, xtractc s 6 cnncen t r t­ciones, etc.~ hace el cambio muy de re pente.; ''2. o Si la calidad de la fruta 6 legum­bres desdice de la· regl"s de la higiene; "3. o Si e. as sustanr:ws (h gumbres y frutas crudtts) se comen en exceso. " La fruta iumatu ra ó p~:~sa.da aerá altaml·nte pe judicial para todo indivi­duo que no tuvifre otros hábitos hi­gi6nicos con qué compensar 6 emasnr en algo la mala inftuenc1a de aquélla." JoRGE KrJICKMANN. CONFERENCIAS SOBRE LA EDUCACIÓN DE LA MUJER POR MED.4 .ROO RlVAS ( Oonttnuación) En el afio de 1810, anrlando descalza por estos p1 a des, 1 b~ á baflarse todc,s los , días, Cf'n las mfi~. s compafiersts de dla, · una muchacha que no tendría la eda11 de la mayor de 'osotras, quince unos: inocente y buena como una cerv¿. ti- Ha, y romo ella libre, tl( gante y her­mosa. Y era la más arrojada para en- JER t r r achlndo á lfls pf z0s profunclfls; se dtl~prencHa df sde lo alto de una brefia al fondo del pozo, qu~dando ron~umi­da por largo rHto h tsta que al fin ~aca· ba su linda cabPza, y como una ninfa ll~gaha á la rib ru; y encabPzuoa expe­diciones á bu~c 11' colmenas 'n el b0sque, ó uidoa de p~j HitoP, y mat11ba con sor· prendente serenidad las serpientes que á su paso encontrabu. Esta nina era llamAda en el pueblo y por sus amigas Lrt PoZa, rlándole por 11< mb1e (')diminutivo de Poliearpa, y antepo 1iendo el la, Jlorqne ella se ha­hia. adr¡uil'ido cierta rep•1tac ón que la di tingnía pr r su aud1".!ia, su travesura y S 'l S t'•)Stn m bres independientes y un tanto nómatleB y ngrestes. E1·a La. Pula de gt:ntJI talante, de leve talle, formas pri moro~a" q tte apena$ on­d ul&ban el Vt'Stido, cncllo esbdt.o, rolor de perl11; brwa de labios delgados }¡ge­nnnente cont aídos on los t-lXtrt mos; n·niz r cta y levPmente ínfLun: da; ojos grandesJ neg1·os, Rndaees y ch1spl tulles; fron te ~:en: na) cabeza griega y suave y tt hun io o cabdl<.1 • La negr~ que In crió le había conta­do de lllfl C}llO á SU lll!Hlt·e )a habían c0g ido los e pafio] s en una tierra muy dio tan te, en donde tenía su esposo, y qne, conduciéndola con su bija en un bu9ue, cargada de cadenas, ltt habían trnid(' á ClirtHgena, en don< e la hHbían vendido por esclava y le daban muchos azotes. Ll Pola principió por odiar á los espanoles por crueles. La revolución de Independencia que sacó á la colonia del blando sut no en que había dormido por trescientos aflos, llegó con sa ruido también á Guttduas; pero llegó con un ruido de fiesta, di a .. cursos á In libertad, banderas tricolores, coronas de hmreJ> música y regocijos (·D los diversos anivers ríos clel memo· rabie día del 20 de J u1io . Y La Pota, qne tenía. un corazón entusiasta, empe­zó á amar la ltbertad como se ama el placer. Su padre era ratriota, y estaba en· cargado de organizar Jas milicias del putblc'; y sns hetmanos, que se educa· han en los co legios de B gotá, cuar do volvían á Gnad u as en Jus vacaciones s< steníttn con calor Ja causa de lapa­trin, contra los que aun eran am;gos del'rey. De repente dicen: "¡Los eapalloleal" Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 232 LA MUJER Y.ce~an las fiestas; un pánico terror se ptnta en todos }oq semblantes como en presencia de un~l gran cala mida~· y su P.ad re, comprometido como patriota, t1em bla por su porvenir. La he~oica Oartagena resiste como Numanm11, y cayendo al fin hambrienta y agotada cu poder del pacificador Mo­rillo, son fusilaclos por los espafl.oles el Gent>ral Castillo y todos loa otros de· fensore~, y los espafloles llegan á ser un nombre de horror v ele muerte para los pueblo@. " Avanzan, precedidos de la fama de su crueldad, y al llegar á Honda hacen fusilar al patriota Armero, y ponen S lA. cabeza en una escarpia á la entrada de 1~ población •. Pola siento un terror pá­mco y un odiO profundo por los inva­sores. La tormenta revolucionaria había deshecho el nido en donde Pola había pasado su dichosa y libra juventud; y al cabo do a1gunos anos vol vemos á htdlar­la en Bogotá, mujer hermosa y llena de atractivos. Era la época de duelo y de tristeza para la capital. El sanguinario Sámano gobern,.bn con el terror, y uno á uno los patriotas ht~ bían ido á morir á los cadalsos. Fru t s a n tiérrer., Oa.ldas, '!'u­deo Lozano, Nicolás de Rivas y ot1os muchos hombrt's civiles, cuyo único crimen había sitlo eimpatizar con )tl ca u ea de la independencia en u na épo­ca en que la mndrc patria sufría el yugo extranjero, hnbían sido arcabuceados; las cabezas de Toricef! y do Torres, pues­tas en jaulas do hierro á la entrada de la ciudad; y la. mielll '$ suerte habí8n conido los bravos ntilitares que, lidian­do con valor, habían sido hecho pri­sioneros de guerra en el campe de ba­talla. Duelo Han dejado de existir en estos útti­mo3 días en estfl ciudad la se flora D.~ }!arí'' Josefa Oualla. de Barberi y el se· nor D. J U;lll Pablo Restrepo. A sus deudos en\iamos nues~r'' ma­nife~: taci6n de condolencia. Una señora que sir m pre qncría saber Á. Fu la.nn. quién la sirve y Fulano á quién sirve, Fulana en qué se ocupa, Z:1tano de qué vive, pidió á un caballero, estando en una reunión, le prestase un libro que trataba de las vidas de loR diez emperadores, y él Je respondió: -Ya lo vendí, se nora, porque soy muy enemigo de averiguar vidas aje­nas. Circular. Hemos recibido una de los senores Sánchez & Oompanía, en la cual avisan haber establecí do en la calle 10, cuadra 11 de esta cind~d, una agencia con el nombre de El Ar1·endaclor, que ee hace cargo del arrendamiento de fincas raí­ces, comisiones, etc. Cierta dama valenciana. u e muy buenas condiciones, tenía una tacha, y era que á veces ha­blaba mR.s ele lo que fuera menester. Un día, estando en un sarao, le dio un desmayo y fueron corriendo á bus· ear á su marido, diciéndole que su mu· jer estaba sin habla; el cual, al oír esto, con testó: -Déjenla nsi, que si eso dura, será la mejor mujer del mundo. Charada, Dos y dos son seiss Decía un nino en la escuela. Primal gritaba el maestro, Que era nn viejo ehapetón: Déja al fin tu cautinela Y prepárate un jerg6ns PorquP en Jos todo no puedes Dormir como duermo yo. Solución á la del número anterior: Bogotá. DECRETO NUMERO 161 de 1888 (17 DE FEBRERO), sobro prensa. (Continuación) Al't. 5. 0 Permítase ampliamente á todo escritor: l. o Discutir loa asuntos de interés público, proponer y razonar lus reformas que e~t}me justo y conveniente se intro· dazcau en la legislación; Tlpograf1a de L4 Lv.s.-B<>&otá. • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Prensa

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La Mujer - N. 29

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Imagen de apoyo de  La Mujer - N. 7

La Mujer - N. 7

Por: | Fecha: 23/11/1895

A Directores, RIJ Y FAR-Administrador, .ARCESIO ZAMBRANO SEIUEl.' i Bogota, Noviemb1•e 23 de 1895. JNUMEB.O 7 LA MUJER AMABLES LECTORAS: Os suplicamos encarecidanlen­te pongais vuestra mnyor aten­ción al artículo Una Pla,qa. que en se~uida reproducimos. tomado de un importante periódico ex­tranjero. No sabetuos su autor. Las dos palabras á que alude el artículo ~on, con1o dice, sun1a­n1ente cortas, tan cortas, que 1a una es un n1onosílabc>, y la otra tic. ne apenas dos sílabas. Sin cn1bar go, son dos palabras con Jas que en tnuchas ocasiones, se forma una revolución, ó se arruina á un propietario, ó se desbarata un n1atrimonio, 6 se hunde para sienl­pre en el abistno de la deshonra á una honorable familia. La n1ayor parte de las vcees se usan más, para hacer mal que para hacer bien. Por lo regular, las bocas que prouuncian esas dos palabras, son de personas hipócritas, cobardes, zahuneras. Sí, de personas hipócritas, por­que, socapa de bondad ó de lt~sti­nla, hieren con arma mortal á un individuo, á una familia, y nlu­chas veces hasta á un pueblo en­tero. De cobardes, porq !le, quien se cubre con el velo del anónimo, demuestra que no tiene caracter ni firmeza, y que tetne á quien dirige la frase. Y de zalameras, porque, quien se ocupa de halagar 6 entretener con noticias, la n1ayor parte de lns veces falsas y calumniosas, es porque anda en busca de migajas de ~uui tad ó de cnriño~ Leed lo con atención, y después, creemoF-~, rechazaréis de vuestras relaciones á qni ;)n con la. frasesi­ta á que aluditnos, os quiere ha­lagar vuestros oídos. UNA PLAGA Existen .dos palabras tan cortas, que sou pronunciadas antes que la reflexi6n tenga ti< mpo para reprimirlas. Tan ligeras, que vagan de boca en boca in que se sepa sobre qué labios se h:.1n po ado. Tan pocle1·osas. que justifican lama. ledicencia, a ntorizan la calumnia, ase­gura u á las conciencias más timoratas, hacen ci~oular, sin que nadie pueda de­tenerlas, las habltt.durías que destruyen laa reputacioneP, y preparan la ruina y la dese pera.ción de las familias. Tan malvadas, que arrebatan á. la juventud sus alegríaA, á la vejez su dig· ni dad y su repo..;o, á los corazones aman­tes RU sencilla confianza, y á todos una parta de su dicha.. Tan inocentes, que tienen fácil en .. trada en todas las casas, no hay reunión que pueda pasarse sin ellas; 8e encuen­tran allí mi mo de donde parecería que su malignidad debería hacE::rlas arrojar. 'Pan traviesas, qae animan la con­versación, desenvuelven las inteligen. cias más obtusas, proporcionan motivos de conver::,aciones intorminab!es á. las personas más taciturnas. Estas dos pnlabras son ': Se dice. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 60 LA MUJER Se dice, sirve de máscara á un espec .. tro de la familia de los fantasmas anti· guos que venían por la noche á turbar el suefio y chupar la saiJgre de los des· graciados que escogían por víctimas. N o es sangre lo que chupa eE.te monstruo escondido bajo estas dos pa­labras Se dice, sino la honra. Que se presente bajo su forma verda­dera. Fulano ha hecho tal cosa ... Será rechazado por todo hombre honrado, y si se escucha será en la sombra, por­que se le podría pedir satisfacción de su calumnia. Pero bajo la máscara del Se dice, t por qué se ha de esconder ? i Quién es responsable 1 i Quién ha sido el primero que ha hecho esta re­velación que mata 1 Nadie lo s:.~.be. iN o se podría conjurar este terrible é i1.1fatigable demonio del hogar 1 Se podría si la mentira, la malevo. lencia, el odio, los pequeños rencores de la vanidad fueran reemplazados en el corazón humano por la verdad, la ju ticia, la bondad, el amor del pró­jimo ... 1{as ay! este tiempo dichoso no vendrá jamá'~, y hasta el fin del mundo el demonio de la maledicencia y de la calumnia reinará escondido bajo su máscara pérfida Se dice. Lo que sí es posible, es el no acoger. lo nunca. Reuníos, corazones honrados y leales, y todos juntos proponeos: 1.0 No pronunciar jamás esa palabra hipócrita Se dice, pues en el pensa· miento que oculta puede e ... tar la des­honra de una familia; 2. 0 Detener desde el principio á la pers~nc\ que la pr?nu.ncie y pre~nnt~rle simplemente quien es ese m1stenoso personaje Se dice; y ;). 0 No dar créJito á lo que os sea referido por es t e mensajero Se die~, que hace propó ito de mentir y de bur­larse de los engañados, á los que les ha hecho creer en sus mentiras. LA MUJER Después que Dio hizo el mundo Todo armónico y perft:cto, Desde el hombre hasta el insecto, Desde el astro al mar profundo, Quif\o dar de su fecundo, Inagot ble poder N u a va mueGtra en otro sér Que probara su grandeza: Hizo un tipo de bellez~ Y dio aliento á la mujer. El hombre á veces se afana Por la gloria, por la ciencia, Y consume su exi tenci~ Siguiendo una sombra vana; Mas se olvida del mañana Y del hoy y del ayer, Y de cuanto puede haber Que despierte su ambición, Si turba su corazón El amor de una mujer. CÉSAR CONTO. Señores Directores de LA. MuJER. En el número 4 de Ru simpático po .. riódíco hemoR leído un artículo, muy bí~u elaborado en el quo piuta su au­tor, de una manera clara, qné cosa es una coqueta. En reíllid~d de yerdad es una b11ena pintura de tal defecto de qt1e arlolecemos muchas, y del qne debiéramos corregirnos, pero para lo cual, preciso es decirlo, nece"' iti mos que los hombres sean los primeros en coadyuvar á tal fin. De niuo-una manera pretendemos. y lejos de n°osotras, semejante idea, de­f~ nder á las coquetas, pero sí debe plantearse la cuestión en su verdade­ro terreno. i Por qué razón son coquetas algu­nas mujeres 1 i Por qué razón ha:r al­gunas n1flas que aceptan á un m1smo tiempo las pretensiones de dos j '¡ve­nes y Jas corresponden 1 Bien quisié .. ramos que un hombre nos contesta.ra estas pr·eguu tas de una m~nera ~ atis­factoria y para ello vamos á propor­cionarle algunos datos. El coraz·1n de la mujer es todo sen­sibilidad. Esto no nos lo pueden ne­gar. Inmediatamente que nuestro co .. razón de pierta al afecto que nos de .. muestra algún hombre, creemos sin­ceramente que tal afecto es real, es verdadero y sobre todo eterno. i Hace· m os mal en creerlo asH $ólo teniendo el Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA MUJER corazón de dura roca, empedernido por las decepciones porl.ríamos no pres · tar atenci,)n á las primeras fl'ases de amor que se murmuran á nuestros oí­dos: pero, aquí tenemos el prqblemaque quisiéramos se nos descifrase. i Uómo podtem os conseguir no dar oídos á ninguna protesta de amor, siendo nues­tro coraz )n tal como es? i Y c6mo es que el cot·az6n do una mujer puede librarse de las decepciones 1 i Cómo sabemos cuando es sincero 6 n6 el afec­to que se 11os demuestt'a? i N o vemos todos los días á hombres de toda eda­des, clases y condiciones, prodigando demostraciones de amor infinito, que apenas exi"ten en sus labios pero en las que su coraz6n no tiene parte ? i Cuántas veces no sucede que una tierna niña) abre su coraz·)n al que creyó diguo de ella, le presta entera fe á sus juramento., y alimenta año tras año las esperanzas de un halagiie­fio porvenir que con los más bellos colol'e lo pinta su a orador. y cuando cree llegada la hora, de prestar el mu. tuo juramento en los nltare , su hasta en ese momento constante ga.l~n, vue­la en busca de otra fiot·? Repetimos, de ningnna manera pretendemos de-. fender cÍ la·.; coquetas, pero sí deseada. mos cono·cer las respuestas á nuestras preguntas arriba enunciadas. vN.A. SUSCRIPTGR • (Comunicado). POR LA PAZ El comité francés de la Unión In­ternacional de las mujeres po'r la paz, ha dirigido el siguiente memorial á las mujeres alemanas : " Las rnuj e tes de Francia á sus he,· manas de .Ale ·rnania : m,ad,.es, e;o,posas y hei·ma­nas alem.anas : La. gu~rra. parece ya tomar su ver­dadero nombre, que es a esinato, asesi. nato tanto más bárbaro, porque él es colectivo y es premeditado. La inteligencia humana se revela al fin contra e te secular y formidable error que se llama la gloria militar. La, vista de los penachos hace temblar) porque dc,trás de cada ejército hay lá-grimas y duelos. • L~s inglesas se han dirigido á nos­otras para q 11e noa encarguemos de ci. montar la f lianza. por la paz entre las madres, las eRposac:;, las hermanas, las novias de ambos paí. es y con ella he­mos crea.do nna Uoión de mujeres de todos los pueblos para la concodia in­t, ernacional y el desarme, la Unión intf3rna.cion'1.l de mujeres por la paz. A nuestro turno, nos dirigirnos á vosotras y os ten·h~rnos uua m~no ami~ ga. Apoyad la lJn·ión, vosotras tam .. bith. mujeres alemanas. Vosotras no desearéis qne á. los vne3- tros ~e les mate, mucho menos que ellos matou. N u estros intereses y los vue~J­tro son, pues, los mismos. N o más sangre enbre los pueblos, entre aquelfos q 'le la naturalez3. ha. creado hermano y amigos. El planetl. es demasiado pequeño para que en un rincón cualquiera, bajo pretexto de fronteras, que han levaot1.do las eon­vonciones y los o,iio ·, se dcgü llen los hombres. L1. educaci0n de las generaft ciones nuevas pertenece á la madres. Unámonos para conseguir la más be­lla de las victorias, b del desarme uni­versal. Hermanas del otro lado del Rhin, ánimo! Cordialmente responded á nues­tra 1 lamada. Gritemo en to:Jas partes que la con. ciencia hnmana. reprueba al fin la vio­lencia. Que sea P.sta la aurora. de los nuevos tiempos." ORIGEN DE LAS TERTULIAS Y SUS ESPECIES (Conclusióo}. La plebe que ejecuta los trabajos materiales, no se veía antiguamente sino en las plazas para divertirse en los espectáculos p1íblicos, 6 en las fon­das y tabernas por necesidades mo­mentáneas, ó en las iglesias para las prácticas religiosas. Ocupada más en gozar que en discurrit·, se hallaba ade .. m:\s separada de las otras clases por la sociedad que la cubría. Las ..Q6Useff. Pt q f. ~on co!' BANL · t:L ARANGO 8\&U01ECA LU IS - ANG HEMEROTECA Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. l U MUJER municaciones entre las varias reunio­nes socia lbs, y transmigraron sus miem­bros de una á. otra parta, son las si­guientes : l. • La pasión del juego, fortísima en todos ti e m pos y lugares, y mucho más antiguamente, como se verá más adelante, rompió la barrera que separaba á la nobleza del comer­cio; algunos nobles no creyeron envi­lecer sus armas acercándose á los co­merciantes con el de~eo, no muy no. ble, de obtener, jugando, parte de su dinero. Muchas familias nobles arrui­nadas por las cartas ó los dados, co. nocieron por experiencia qtle todos los diplomas gentilicios no bastaban para comprar una vara de paño ó una Jibra de carne. La plebe que había sido invitada por el!os, dejó de respe­tarlos luégo que ya no los vio en ca­rrozas, y se hizo un proverbio : qne nobleza sin riqueza es hun1o sin a ado. El celibato á que antiguamente es. taban condenados los nobles cadetes, mientras que las muchachas noble e sentían llamadas para el claü tro, Jo · impelía, no pocas veces, en egnimien­to de las bellezas plebeya ,- alida. del palacio paterno, no de defiaban entrar en el hogar del zapatero, del car­pintero 6 peluquero, y tal vez ...... En noche umbría Seguir á la moznela, que en ayunas El pan sale á buscar de cada día. Bn esta caza, la nobleza contrajo un poco de fango, y lo que es peor, se dej6 arrebatar muchas riquezas; ]o que con doble ra2ón hizo dism1nuír su crédito. ' pérdidas del feudalismo v la supersti-ci6n, aplaudiendo los derechos del mé­rito personal, no quiso dar ningún va­lor á viejos pergaminos, y dijo que un cojo no dejaba de serlo porque su abue­lo tuviese las piernas derechas, y que por tanto debía ser más estimado un artista, que con honrosa indu1-1tria acre­ditaba su peculio, que un noble que con sus vicios daba fin á su patrimonio. L!:t. poesía, más atrevida que la filo ... sofía, o 6 suponer, riendo, que las ma­tronas nobles no habían sido todas Lu. crecías, y que quizá<) la mujer hizo ve ... nir al mundo hijos menos nobles que el marido; en suma, la pureza de la san .. gre quedó c,ujcta á muchas dudas, aun en 1a opinión del vulgo, el cual da siem. pre la razón al que le hace:reír. El aumento de los teatros 'disminuyó el coucurso de las tertulias partícula ... res; quedando así una misma la nece­sidad de conversar, fue preciso ser me­nos escrupuloso en La admi 'i6n de nue­vos miembros: antes la etiqueta exigía. un diploma, después se contentó con un ve tido de seda. L~s invenciones te6ricas y prácticas pusieron ell contacto á los doctos y á los arti. tas : cada una de estas clases sintió la necesidad de consultar á la otra; la priruora para conocer los be .. cbos, la segunda, para saber su explica· ci6n: el docto aprendió á resp tar al artista ; éste reconoci6 que les consejos de aquél podían serle muy útiles. Creciendo los puntos de comunica­ci6n y los contactos sociales, crecieron las nece. idades riel lujo y se estendie- Los príncipes á quienes Ja nobleza potente había impuesto en los siglos pasados, aprovecha ron todas ) as oca­siones de hacer mermar sus privile­gios, fuentes de copiosa~ riquezas y mayores vejaciones; por esto el coche que er~L tirado por ocho caballos, lo fue por cuatro, y luégo por dos y 1\ veces quedó empolvado en la cochéra.; en consecueucia, se fue di. ipando la. niebla que cubría Jos árboles genealó­gicos, y Jos hacía tau grandes á los ojos del vulgo. 1 ron; por esto los trabajadores rPcibieron un salario menos e~caso que antes ; des­apareció poco á poco, 6 al menos en parte, ]a desnude~ y E-uciedad do la ple. be, y pudo conseguir un vestirlo, si bien inferior al del rico, pero que imitó su apariencia. La filosofía, cuyos delitos &;on medí. dos precisamente por las repentinas En tal e tado de cosas, disipado el humo gentilicio, se vio cuáles eran las personas que concurrían á la hacien­da social y cuáles no; cada uno obtuvo un valor de opinión correspondiente á la riqueza ó á la habilidad de que esta­ba provisto. Concedido así un grado de estimación á la baja plebe, y deducido Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA MUJER 51 otro á ]a. nobleza, el resto fue di vid ido en una. prbporción gradual. El d espre­cio se reservó para los que querían vi­vir á espensas de otro, chasqueamdo ó pidiendo fa.vm·; la abominación para los que hacían 1o mismo, ?'Obando; y la beneficencia publica se iutore.;.Ó por los que eran irn potentes para el traba­jo, no por falta da voluntad, sino de poder. La idea de que todos los matricula . dos como posHe,jores de u u ca pi t,d real ó 'indu trial concurrían á. h. b, ciPndü social, y que cadi\ uno tenía necC:'sida.d de los demá ·, hizo franqnear la puer. tas de las t:..Itulias con mutua Vt>ntaj u. de los concurrentes. LECTURA DE NOVELAS - Esta cla ·e do lectura ·e ha extendí. do de una manera aJarmant en nue· . tra soci .dad, y e muy posible que ha ella se deba, en gr.!n p l'te, lo.; de­fectos que frecueutemento se notan en e 1 bello sexo. La literatura moderna, al 1ac1o de los muy pocos LuP.no. fruto · qne ofre­ce como alimento á las intelig~ ·ncias, ]es da, en cambio, muchos, nocivo y perniciosos: uuas vece , la novela pre­senta el vicio con sus horribles carac­teres, sin velos de ninguna especie para que. en vista de sus deplorables 1·esuJtados, el lector se retraiga de las pa ·iones execradas en sns pPr"onajes; 1 otras, relata escenas escandalosas de taberna, de cripciones de impódicas bacanales, de a ·e inatos terribles v · r·o há mucho tiempo en El Diario de esta. ciudad, ~eguros de que no di'-gur;tarán á nuestras lectoras, al menos en la idea. EIJ JUEGO ''Escribir respecto de este vicio que anonada, envilece y arra tra. al hom­bre hasta la. aciedad, y que sacaba las m:í~ sólidas bases de la , ociedad más civil izada, es trabajo aj no á nuestra pluma, no porque de conozcamos y dejemos de deto tar todos los males que ese a¡;-quer·o ·o vicio produce, Rino porqne carecemos de la erudición sn­fiuieute pnra hacerlo, y mucho más cuando plumas á millares y demasia­do competentes, se han ocupado en di­versas vece. de ollo. Queremos únicamente ocuparnos en algunas cosas que respt'cto de ese vi­cio, ó la sociedad cierra los ojos para no verlas, ó las autoridades se ha­cen indiferent s para corregirlas. Si no e tamos mal informados, pa· rece que entre nosotros varias Asam­bleas se han ocnpado de tan grave asunto y voces muy autorizadas se han levantado ya para sostener la absolu­ta prohibición del juego, ya para dar­lo libre, r·ajo reglas espec]ales y abso­luta vjg-ilancia de la policía, ya que no se puede acabar por completo con él. Después de ser]as y acalorHdas dis­cusiones, fue resuelto prohibirlo del todo en la República. Por supuesto que se esperaba que las autoridades todas se ocuparan sériamente y con todo el interés posible de asunto tan Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. liG LA MUJER trascendental y grave, ya invigilando ó haciendo invigilar para que no se contrariara la ley, ya ca .. tigando con la mayor severidad á los contravento­res. pero principalmente á aquellas autoridades que no sr·lo se hacen de la vista gorda para impedirlo sino que son las primera.s en fomentar e~a~ ca­sas de degradación y en asistir á ellas. Pero ha sucedido todo lo contrario, y por consiguiente no sólo se h::~n bur­lado de la ley, AÍno que se ha dado mayor fomento á esos establecimien­tos que se aumentan día por ella, que no pagan ningún impuesto, qne nadie vigila y que arruinan y desmoronan la sociedad. cipa.lmente á 1a juventud, hacia sus centros, proporcionándoles di~traccio­nes conRtantes, decentes y morales, apoyando y proporcionando trabajo á mnlt.itud de individuos que viven sin oHcio, y, en fin, tV1tando de mil ma. nerCJs t~ntas liigrimas, desolación y rnina que por inexplicable negligencia tlene la sociedad que soportar. Rrr. LUTO A nte11.yer, á las el os de la tarde, fa­lleci6 el.señor D. PLJ\.CIDO MORALF.S, víctima de las heridas causadas por los espafioles rn el ataque que tuvo lugar el domingo último y de que dimos cuen­De todo eso hemqs deduciclo: qne ta en nne~tro número anterior. Lf\ ma. es deficiente la ley y entonces debe yor parte de nuestros mejores médicos rAformarse; 6 qne si no se puede pro- de la capital, su familia y amigos, hi •. hibir en absoluto ese vicio, se dé libre cieron r:uánto estaba ú. su alcance para ya ea siqniera para qne las autorida- s~lvarle la vitla, pero todo fue inútil. des ó la misma sociedad pueda vigi- Enviamos á sus deudos el mas sentido larlo en algún tanio y reformarlo, ya pésame. sea también para que el rl'esoro públi-co pueda sacar alguna renta. (que por . . \ d "EL DLRECHO ,, Clerto sería cnantwc;;aJ e quien debe r:. y puede pagarlo sin deterioro de sns Saludarnos á ~ste nuevo peri6dico inter~~es. ~ues si ,inT?orn.l pa~·ece que ha aparecido t:>n eRta ciudt.l.rl. del dar hbre el JUego, mas mm01·al ttene cnal hemos recibido el número 1. 0 y le q.ue ~r el permit~r qtH! á ciencia y pa.- j d(;seamos una larga vida, y con gusto e1enma y por encuna de todo se bur- corre pondemos el canje. len de la ley, el eximir de derechos á una e peculación tan poco honrosa y consentir el que á escondidas-en mo­dio de tinieblas-se desmoralice al hijo, se arruine al marido y se envi­lezca al padre de familia. Y ya que hablamos de asunto tan delicado, asunto que afecta de una manera tan directa á la mujer, puesto que ella es la que ufre las con. ecuen­cias. ya como madre de familia, ya co­mo hija, ya como espoQa, nos permiti­remos aconsejar el que, así como en Europa y los Estados U nidos se orga­nizan por el bello sexo socierlades de temperancia que gastan y trabajan ~in descanso para moralizar las socieda­des, se organicen también entre nos­otros compañías ó asociaciones seme­jantes. que trabajen por aniquilar en lo posible el mal de q11e nos ocupamos. Esas asociaciones podrían atraer, prin- CHARADA Mi primera os un artículo, :Mi seg'undn dignidad, Pri·m,a y te'rcia una planta, Te'rCe'ra y cua,rtrt animal: De torres y chimenefls Prima y cuarta es cmJidad. El todo mi~ pies lo calzan : i No te gusta? pues no hay más. Soluci6n á la charada del numero anterior : Rome7'0. AZAHARES En la presente semana se unieron en matrimonio, en esta ciudad, el se­flor D . Daniel Villa y la señorita. D. • M a TÍa Posada. Que la felicidad cobije siempre ese nuevo hogar. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Prensa

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La Mujer - N. 7

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La Mujer - N. 8

Por: | Fecha: 27/11/1895

Directores, RIJ Y FAR-Administrador, ARCESIO ZAMBRANO SERIE 1: f Bogota, Noviembre 27 de 1895. JNUMEl\0 S LA MUJER ---- NO MAS SANGRE ENT~E LOS PUEBLOS Este es el grito de las n1ujeres de los dos países m~ís civilizados del n1u odo-Fraucia é Inglaterra. La Inglaterra, ese rneblo que nos parece tan frío y tan insen i­blc, ha to 11ado la in ici ti va. P' ra formar una alianza por la pnr-, en­tre las nntj )res de todos lo. paí,"' es; y como ha.lH·:in vist•> nue. tril lec­tor: HI, en n estro HÍmero ant rior, las francesas á su turn0, se han dirigido lt las alemanas eu el mis .. 1110 seutiJo. · i Por qué no forma.~.· esa misma Rlianza eutre lns mujere de nues­tros pueblos? Aqn1, doudc la de .. va~tadora guerra es crónica entre uosotro~. Aquí, donde las lc1grin as de las viudas y de los huérfanos nunca dejau rle correr, porque las anuas fratricidas jamás descansan ae su horripilante oficio? ¿Aquí, donde la mujer es toda sen ·ibi l i­dad, toda ternurlicida.d. Para encontrarla es mene:-:ter srguir un ~olo camino, y el más derecho es el meJor. 1. En qué con~i te la felicidad 1 En el dinero, dice (•1 codicio o. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA MUJER En la gloria, dicen el héroe y el poeta. Eu el amor, dicen la mujer y el amante. E el poder, conte ta eT ambicioso. i Y los medios de COfH~flguirla? That is th (~ questión, como dijo algún poeta ing¡é o~, que de seguro no fui yo. La felicidad es, pues, una cosa des­conocida, á la cual se va por caminos desconocidos. Se outiene á veces por casualidad, como rifa. Y o, con el objeto de poner á los hom­bres en po itión de consrgtllr1a, me pro­puso e tudiarla por RUS huellas, para saber qué cosa. es y en d6nde e. tá. l{e de cubierto lo siguiente, que pon­go r di po iciSu del públieo sin pedir el privilegio que me concAde la R .. co. pilación Grana dina, que ga n1ntiza laH invenciones literarias y alguua ot t' a~. Entro esas otras debe e t · r la f lici­dad, porque en las invenciones 1itrra. ria. si uo . tá. L ·l felicidad es coja: uunc:A la be vis­to subir escaleras. Es miedó ica: porque no re~ide en ca­sas grandes, y porq H huye del rui lo, como lo: perros de l<,s cob ·t .s. ]As muy a. e. da: h11ele á alhucema. E' friolet1h : 18 gn. t< n los rineou~s. E~ india brava : gn ta de los bo ques y horrece las ciudades. Es religio a, y muy religioc;:a, puesto que alguuos la han eucontrado n los clau tros. M d. rugad ora insigne: cuando se des­pierta tarde, es porque ha muerto. Siendo réligio. n. tiene qne. er muy mo­ral : Jamás ha reciJi<.io entre los ban­didos. Los elemento~ de la felicidad son dos yoes, uo hombre y una mujer. A e to "e agrega gloria, dinero, po­der, en las proporcione. qn A á cada uno le pance, eo eso está el qui ri. Nadie aciert con las proporciones debidas para que resulte Líen hecha la píldora.. Mu ha gloria mata el amor; mucho dit~ ero m,. t \ el corazón ; y poco diúero muta la. feli.ui lad. En cambio, mucho amor mata la glo-ria; y sin dinero, por lo menos, no es. per n~trrl felici lad. i Q ~ é hacer '~ n sE mf jan te caso? To .. mar un pm~~to en b rifa y aguardar la ·uprte. Dicen que el prinr.ipio de ~~a rifa está en el nr.cimiento dr.l hombre; y por eso dicen aquellito de nacer uno de pi t-•R, de ca b za, etc. F,dso: i no se h· n visto algunos prín .. cipes jorobadus cuya joroba consis~ía precisamente en qnb no babif'ndo podi .. clo uaeer de pies, ni siqui(Jra do cabeza. babia u nacido en etr·éter:-t 1 En cambio, de niños felices que na .. cieroo de pies, se ~acan vit'jos pordio e­ros q.ne mueren estrellados· contra una e. qmna. I.,. rifa donde empieza verdadera .. mente es en uua media hora qne tiene cada cual en la vida, y que lo decide todo. Probn blemente esa m t> dia hora suena por ~hí á los v inte años. Al primer hervor de la sangre juve­nil, es Cl · ndo ffil te uno la m 'no en la urn:\ al er.toria, y aca . u . u~rte. El uno, un~ mina de oro ; el otro, que Aacó tras él, tornó una boleta de re­cluta. U u os sacan entre ~u mano otra mano uave y blanea, la de . u amada, y hé .. teme un p r de feli <.: es. Otro, la mano r!e una priuce~a 6 d(' una rica ... gran fu1icidad ! pero fea ú odiosa, gran des­dicha! y héteme dos ricos más y dos felices menos. Otros !:mean una corona de laurellle .. na .ie e pina , y ahí tiene u&ted el ex­tracto de la glorü~. 0Lro · una cruz y se vuelven santos, 6 bieu una charretera y se vuelven ge. nc>ra.les. Otros agarran bien, y abren con cni· dado la mano despuéd de que la han sacado de la tenebro. a urna; á bren la, digo á la luz del díit, y ¿qné encuentran 1 Dio e inmortales! No se puede de­cir oi en latín, ni en griego lo que en­cueutran. Ahora bien: el lector pregunta ya c6mo le· fne en la rifa al que bobre ella e::,tá escribiendo ? -A mí m~ fue. muy bien: mil gra. cias, pRra servir á usted. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA MUJER Tt-ngo aquí, á do vc1ras de don,le escnho. táut ,s fbre!ol, que pue lo fl.)rear hast·_. á li:L d .Hgr .lci , qne t. una vi ja meudig . E-.to teng'> nl o~cidente. Al Orieoto tengo mi 1neciida. de afec­tos completa. Amo y me am:1n. Cu· n­do du~nno me vélan; cuando me ausen­to me piensan ; cuando r 'O'f('SO me abra­zan; cuando muera me llorarán. Al Norte y S t• vecinos y veeinn.¡;:, con quienes no me tocJ.n las generales de la ley. Por lo demá , h:\y un pob::-t~za. lnn.­gistra. l, de la cual me río siBmpre que me acuerdo. Eu resumen: soy feliz; luego la ri. queza no es iudiRpensaLle pan\ ¡;;P.rlo. Lo que dc- seo no me h:we f,:~.lta: lue­go hay un hombre qne pueda ecba.rle un piropo á la suerte. . Ahora bien; ipor qné n0 me ho-,t,iliza la pobreza i .ndo, como t., t· 1 im p~ . r­tinente ~ Por uua. rnz<)n mny enc .illc .. : siempre que h<¡, V ' uiJo 9. ca. ·a l . h •3 di­cho lleváudola á mi n1 ·a.: '• aqttí hay para to< os. " ella, satüf l con la buena vo­lunt · d, me dt>ja. mi pRn libru y so va y vu .. lve, pero torca á ir e. Cu. ndo se le arroja. cau ·n la. juventwl. y por ::t 11 é allruuos opt· n por ·1 celibato con su: f rí y twgm' pt r. pc{;i \' ' 1 En Autioqnin lo jóvenes mayores rlo dit:z y ocho : ño. ·e c: \ san. En l3ogo­t:\ Sl~ mir ría como ltu fe •6mello el que nn jov~n hidera tal co. a y s u ·u al y con iente qne no coutratgan e!::te -víncuw lo n u tes de lo treinta. · ño . La coro arac·i6n nos revelará 1, en apa ieu r ia, prof11udo mbterio y nos da· rá. la ruz6n ex;.cta de por qné aquí es­car.: ean y por u.llá abund· n los m '"~tri· monio·. De marinero; un ancla está en tu pecho, El corazón a,rdiente y Rntisfecho La. edncacióu nnt.ioqu ña es práctica por eX"t>lencia. El hijo < d pobre comQ el dtJl rintiui, muy bi(·n; el tenor, señor N icoli e es­meró ~u cu • uto pudo y dejó satisft3cho al público en variá~ ocB~ion.es. Eu cuanto á lo demás debemos ha­cer notar que el vel'\tido de Guillermo en el primer acto debiera, para otr D\ll­va representaci6n, cambiarse por otro menos vi~jo sucio y ajado; que el tri. cornio de Fede,rico se reemplace por otro de mejor asptcto; y q w la d~co­raci6u para el acto cuarto sea un poco más Adecuada. Felicitamos al señor Azzali porqne, oyendo las quejas dol público, se ha es­merado para. que la compañia. ejecute mejor lat:i piezas y haya. variación en el repertorio. Desearíamos que no se diera función neche tra.s de noche, pues los actores no pu()den r e~i~tir un trabqjo tlin duro y t· n co11. b~ntn, y por cons1gniente no pn~-·rleu tni b j:n bien. Fner~ de que el público también se e n'.ia y no puede resi~tjr Huta tr r.;noch.\da. LA SUERTE EN EL JUEGO ('1' ra.rlucción) (Continuación) -Ademá·, no se o' e ·capa que de~de el momento en que voa mismo creéis ha­berme of ~ndido. al ofr<="cerme una su­ma de dinero, como una especie de r~paraci6n, es un arreglo al qne, como hombr.e de honor, me ~NÍa impo~ihle acced~r aun cuanJo no fuera yo gentil hom hre. -Creo comprenderos, respondi6 el h:H6n tnrb do, y estoy pronto á Jaros la s·1 tiHfacci6n que exijiiis. - Cielos ! dijo el extr!ro exist ~n á veceA tales circun t· n~ , .i·ls que puc ,Jen bt\C rimpo~ible la xis. trn0HL simultánea de do. hombres o­bre 1 t.i(·rr., y aunque el uno viviese (•n el Cáncaso y i otro :i la.· orillas del Tíber, la soparaci6n sería i 1 uso ría e u tauto que la. conciencia del UlJO alimen­tase el peo ·amit.uto de la exü;t· ncb. de su euemig-o. En se caso, el duelo es una nee<·sidad para decidir cuál de los dos debe ced<·r el puesto al otro en est3 m nodo. E11tre no otros do , lo repito, los rie~gos no seti> n iguales, pue. toque mi vida de niegún modo vale tanto co­mo la vue .. tra. Si os mato, destruiría todo un muudo enriquecido con la& más bellas e·pE'r;HlZ'l.S ; si soy yo quien que. de en el puesto, habréis pue~to fin á una vida de las r.ná~ miserables, vícti .. ma de los m á~ amargos y de~garradores recuerdos! E u fin, el punto esencial es que yo, Pn ah oluto uo me doy por ofendido. Vos me suplicasteis que salie. se ... y yo salí. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA MYJElt El timbre de Toz del extranjero, al pronunciar · ~ta¡:¡ última pa)abraB, tn1Í, cionaba una SPcreta mcrtifieac:6u, lo que dio Iug'\r al bar6n para ~8cusarse do nuevo, ta 1t rn6.s, dect:-\ él, cuanto que, sin que supiese por qué, la mira­da del extranj ro lo hs~bí:~. con rnovi t o, había penetrado b[ st.a Pl foudo. de su alrna, á tal punto q11e Sf' h · bb quedado sin fuerzas para soportarla. -Pluguiera. al cielo, dijo e1 extranje. ro, qne mi mirada, MÍ realmente os ha cau ado esta ernor·i6n íniirna, os baga presentir el peligro inminente que co­rréis. Con la &.1 gría. en el corazón, y con la fcdta de pn·vi. i )u dt) la juventud marchii3 obre f:\l l?ordo de nn abismo: uu olo golpe de hvorable y ~eréi~ pre4 cipitado sin remedio. En un~ palabrR, estáis en l ca.miao d . onv r> rtiro~ en un jug dor apSl>ior,ado y arruio' ros. El barón a. cgurS al xtranj ro que se engnñ· h }\ cornpl ·t:tment~. Le refirió detalladamente cómo habh id o condu . cido al juego, y pr~t, .. H ió convencerlo que el verdadero in ti 11to del j nPgo le era entenmentG extr ño; en tío, que to ·Io sus deseos, e ta.ban r~ ~ducillos ti perder doscit·ntos lui!it~s de oro, y desde el mor lento en que viera cumplido e te o bj»to, ahandt1naría por completo el juego; pero qu ha.:ta eso momento, al contrario, la suerte má. inv;ui~ble h:.\bÍa. peHil"guido todas StAS ten tu ti vas. -Ah! exclamó el extranjflro, preci­samPote esta buena buerte e" la seduc­ción más pérfida y má~ fune ti;\. del po­der diabólico! Sí, esta bueua suerto que preside á vue~tro jut=>go, biirÓn ! las cir­cunstancias que os h n determinado á jugar, vue tros mismoR procedimieuto y vue tra misma conducta en el juego, que revelan muy á la& chras el interés cada ve:z; más vivo que os inspira, to­do, todo me recuerda de un modo con. movedor el fin desastroso de un de~gra­cia. cio que, semej tnte á vo~, en más de un detalle principió precisamente de la misma manera. Hé aqní por qué no podía yo desviar mi vista á vuestro as­pecto y con trabajo he podido violen. tarme para no deciros á vi v. voz lo que mi mirada os debía haber hecho adivi-nar: Oh ! no alco.uzt~is á v r á los de. monios, E xtt>nder sus gt rraq de fierro par:\ arra. traros á Jos ildit->rnos. Hé aquí lo q1w hubiora qnui io baC6(0S comprE>n it!r. Mis deseo'! eran trabar co. nocimieDto con 'fo • y á lo meno~, e~to lo he con"t>f?:llido. E euthad la bi!üoria rle aquel infciiz de qne oa h~ hablado : tal vez eoton(·es os convenceréis que no eB una quimera de mi im gim c16n el ptJiigro con que os he amenazado y que oH h~ prevenido. (Continuará). LINDAS TARJETAS Elegantes cheques Pa.rn. ACHJT'iALDOS. Cn.ts·ov..s y AÑo r u.:vo Podr:m ha,! larde 11 Er. Pót~Trco" los clientes Con quú ob equiar el universo entero. FOLIO.' PARA DAUTrZO, hermosas CUELGAS, LáminaR y moldnras, tren completo Píldoras tocológieas leg-ítimas De Ja.· señoras ·in igunJ remedio. lbnmcs para acuarelas y poesías Para retra tof-4, der.nnponre11 y R llo~. PortabÓn11net.s y VfrWF..'mS ngr, ÜARM~N, Copias del gra.nde Cuadro do Acevedo. ~lil co a n1ás .. . .. ... ... • .............. . Y CALENDARIO~'; finos Para cartera el año venidero . Bajos de b casa ele tres pisos, prime­ra calle do Florián. ALEJO MA"RÍA PATtio. Fundador y propietario de'' EL PóR• TICO." REVISTA DE HIGIENE Lq, acción de hablar, cantar 6 respi­rar proJnce la evaporación del agua. de la saliv~, dejando un Tf>~iciuo que se acumula en los dientes. E-.to, junto con las p~rtículas de los alimentos que se intro<.lucen en los inter ticios de los dientes, es una caw;;a consta.!lte de inl­pureza en la boca, qne produce un olor muy dP. agradable, v que trrmina por carear los dientes. Los dentífricos son preparaciones, ya en líquidos, pafitas 6 polvos, para limpiar la dentadura. Al­gunos funcionan químicamente y di­suelven las incrustaciones tartarosas,. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA MUJER t&les como el ácido muriático diluído, que tarubiéu hace df·sapa.recer el tolor negrttzco .Y blauquea lo'! di nteF;, pt'ro también corroe su eRm~lte v los dektru­ye r&pidamentB. Su U "- O frecu Pnte e~, por lo t11nto, muy pPrjndiciu1. L os pol­vos para dietJteH que obra.n m e tánica . mente ~on los mejores. L <:: s que Fe b:l.­cen con greoa 6 tiza prepara.-Ja y raír. de lirio de Florencia son muy bue o~, así como los de polvo fiJJo de caru6n de madera. y de pan quemado. Enjua­gar la boca con u u poco de bicarbonato de sosa di:uelto en agua templada, es sumamente provecho o, sobro to ~ lo por la mañana y de:- pué-; de laR comidas . Los dientes dt>b e n limpit.Lrt:; • bien cou el cepillo dos vece~ al día . El ce pi 1 lo de­be ser sumam ente hlaudo pare. qne no dañe el esmalte de lo die nte s 11i la~ encías. Eojuá...,uese la boca de~pué · do cada comida. o debij pu: ar \m afio sin que el dent.i ta examinE:: la d "ntt\dnra.; pue' llenando uua e~ vidad e }JU edeu evitar fuerteR dolorc:, y nun la pé1did < de un ctiento 6 de nua mueh1.. E~ de uma import ~ u r ia el o.r-; eo qne se debe tener en el cabe llo. L:1. sa l di­suelta. en agu~, á la que ~e agregue nu poco de alcohol 6 aguardi . nte dt3 caíia., fortal Lce mucho el cabello. E to pned e con eguir e tambi {u lavando la cah ll Z~ cen la ytr a de uu huevo, 6 110 povo de amoniaco líquido ech·Hio eu el agna, 6 un poco de b6r,,x disuelto; pero ténga­se cuidado de lava.r y se.car de spué perfectamente el cab'ello. RECETA DE COCINA PANDEROS A dos libras de a.lmid6n de yuca, cernido y bien eco, se le agrega una libra de azúcar muy blanca. y nlOlirla, siete huévos enteros y iete y mas. L os huevos se batirán mUtbo antes de mez­clarlos á. lo demá.:~. Luégo se mezclarán y se bechará una cucharada de agua. de azahar y dos pocillo de manteca de. rretlda. Se soba mucho e ta masa, des­pués se tapa con un paño y se deja a, í ha ta. el otro día, que es cuando se h ~ . cen los bizcochos y se meten al horno en lo t!\S. , SENSIBLE PERDIDA Antrayer, en la plenitud de 3U edad, f· lled6 el joven Carlos Vergara Es· guerra. D f1mos á sus deudos el más sentido pé~:~ame. CHARADA Prim'L letra, dos un río, Y mi todo en concLusión Es un cuerpo imponderable, Invisible é impalpable; i N o es verdad ? i Tengo '"~ón l Soluci6n á la charada del número antct ior : ..d.lpa?·gata. CUADRO ENIGMATICO S e tittiír con . íla bas lo~ pnntoR de m· nera que le ídos lo~ reuglone~ hori­zont: d · v e rticf-ll n wnte, d éu: el 1. 0 el ape llido de un Empresario t otablc, muy querido en B ugot:Í; el 2 ° el nombre de una cindu<.l J t,j Fraoc ·a, y el tercero u u apellido. UNA BUENA GRATIFICACION f-_ 1 P dn,rá á qni e n de raz<)n del parade .. ro de nn paqu ~ te d ci( u fuertes en bi­lletes del B ~neo N a..ioual que se le perdió á una sefiora en el trayecto de las calle~ de Florián á le.~. de San Mi­g Ul~l .1 21 del pre ente. Ocúrrnse á. h A
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Prensa

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La Mujer - N. 8

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Podcast: "Rock al parque: las bandas"

Por: Red Distrital de Bibliotecas Públicas. BibloRed (Bogotá. CO) | Fecha: 2019

Podcast que presenta testimonios del público asistente al ciclo de charlas "Libertad Sublime" realizadas en las Bibliotecas Públicas de BibloRed. Dan cuenta de las bandas y artistas que participaron en el Festival Rock al Parque en voces de sus propios integrantes: Piyo Jaramillo de Compañía Ilimitada habla de los inicios de la banda y de los riesgos económicos que corrían. Por Darkness, Óscar Orjuela menciona una anécdota sobre un concierto que tenían programado en día de juego de la selección de fútbol de Colombia, donde, contrario a lo que pensaban, tuvieron un gran número de asistentes. Pablo Tedeshi cuenta que el primer concierto en vivo de Pasaporte fue el "Concierto de conciertos, Bogotá en armonia" (1988) ante 70.000 espectadores. Rodrigo Mancera de Morfonia recuerda el proceso de grabación del primer álbum de la banda (En Vivo). Finalmente, un espectador narra la experiencia de su primer concierto de rock, viendo a Kraken en la Medio Torta y sintiéndose parte de esa cultura.
Fuente: BibloRed - Colección Digital Formatos de contenido: Audios
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SCHMELZER, J.H.: Violin Sonatas (Sonatae unarum fidium) (Ars Antiqua Austria, Letzbor)

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Imagen de apoyo de  La Mujer - N. 41

La Mujer - N. 41

Por: | Fecha: 15/04/1896

LA MUJER Directores: RIJ y F AR SERIE III ~ Bogotá, Abril 15 de 1896 { BUM. 41 LA MUJER UN EDITORIAL Distraídos con nuestras muchas aunque poco productivas ocupa ­ciones, e~tábamos hasta la víspe­ra ·del día. en que debiera salir el presente número de estA. hoja, cuando casi á última hora, á tiern­po en que debiera estt r listo todo el rnaterial en la imprenta, nos acordárnos que tcnía1nos que es­cribir algnt a <.:osa para edito1·ial; }' aunque buse:imos y rebu cámos en nuestro ccrcbt·o la tn~üeria so­Bre que debiéramos cseribir, no dimos al fin de tnuto cmpeilo con na base siquiera para hacerlo. Disgustados con esa con tar.ie~ dad, nos rlirigímos hacia el puen~ te de San Franciseo á tomar pues­to en un carro del tranvía para ir á Oha inero á una diligencia ur­gen te y vol vernos pronto para ver cómo sa.lían1os del aprieto. Casi media hora es tu virnos es ­perando que partiera el carro, y cada minuto que pasaba nos pa­recía un siglo, pues no contába­mos sino con dos horas para la ida, la diligencia y la. vuelta. Al fin partió el carro, no sin haber dado gran trabnjo á las po~ bres mulas para arrancarlo con ineo· lencia, porque si se me obliga á ha­blar ....•• --¿Qué? - Qne sería peor para todos, y espe-cialmente para el sef1or Presidente. --¿Qué quieres decir, miserable? -Que un socio del Circulo, muy ín· timo del Presiden te •••• Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA MUJE:R 323 -¡Insensato! ¿Serías capaz de acu­s~ r Al marqués de Valteneuse? dijo el conde, sonríen do desdeflosamen te. -¡Oh! Si me obligáis .••.. Sabedlo, vuestro padre es quien, desde hac~ cinco nflos, trae todos los días en un bolsillo del gabán los naipes marcados. -¡Pruebas! -Que se vaya al vestíbulo y se re-gistre el gabán de M. Valteneuse. Pre­cisamente no he retirado aún los naipes que debían servir manana. Algo debió pensar el padre del Presidente, puesto que, alegando una excusa fútil, quiso ver á su hijo. Pero halló á éste tan tranquilo, con tánta. insistencia le rogó se retirara., que al fin hubo de hacerlo. III Un fl'fo mortal se apoderó del conde de VaJteneuse; no obstante, queriendo confundir al criado, fue á buscar el ga· bán de su padre. Pero ¡ay! aquél no había mentido: nn bolsillo interior del abrigo del mar­qués contenía un paquete de barnj s iguales á las denunciadas. -Y bien, dijo el criado irónicamen­te, .¡hacía mal en no querer delatar á mi cómplice? El condE', lleno de vergüenza, dejó caer la cabeza entre ]as manos. Des­pués, como hombre decidido á obrar, se irguió y dijo al criado infiel: -Comprenderás que de todos modos serás arrojado del Círculo ; pero yo consiento en no entregarte á la policía, y además en entregarte una letra de cincuenta mil francos, si consientes en tomar inmediatamente el tren de la frontera y prometes proclamar en todas partes y ante todo el mundo, que el culpahle es el socio del Círculo que yo delataré ante todos y en plena sala de juego. -¿Queréis hacer caer la responsabi­lidad sobre el joven Mauricio de Ron­careta ? replicó el criado. Esto es in­fame; pero ¿qué importa? Yo estoy perdido al obrar de otro modo .... Consiento: podéis contar conmigo. IV Un cuarto de hora después, el conde e Va1teneuse, habiendo pasr.do algún iempo solo, encerrado en su despacho articular, volvió á h sala de juego. enía el nudo de la corbata deshecho, s cabe1los en desorJen, los ojos encen-didos y el semblante pálido como un cadáver. Un grito de espanto brotó de todos los labias. - Valteneuse, ¿qué es eso? -Esto eiJ, seflores, que me he hecho justicia .••• Había creído que mi delito na se descubriría; pero mis esfuerzos 1 han sido vanos .••• un criado me ha he· cho traición. -¿Qué queréis decirP -Que soy yo quien marcaba las ba-rajas. Y con voz cada vez m á& débil con ti­nuó: -Era preciso hacer pronto esta con­fesión, porque voy á morir. Y aproximándose al viejo marqués, a11adi6 : -Padre, perdonad me el disgusto que os doy, ¡:>ero un ValteAeuse no puede sobrevivir á la deshonra ...• He bebido todo el contenido de la botella de láu­dano que llevo siempre conmigo, y sólo me quedan pocos instantes de vida. Los socios del Círcu Jo, sus antiguos compafieros, abandonaron el salón lenta y il ncios mente. El martJués de Valtenenee estrechó á su hijo entre sus brazos. -¡Jesucristo Y ¿Qué has hecho?-gri· t6-; víve, hijo mio, víve, y me descu. brirc yo mismo! -¿Vos, senor? ...• respondió el con­de . .•. vos no tenéis derecho, porque tenéis un hijo ..•• mientras que yo ¡yo no tengo ninguno! Diez minutos después habi a muerto. A. EMERIO. ¿POR QU1a Sí sabes lo que pienso cuando escondo Tu recuerdo en mi mente softadora; Bi sabes lo que busca mi alma ardiente Cuando la invaden del amor las olas; Si tú has so fiado lo qlie yo he sollado; Si ttí has oído, como yo, esas notas, Resonancias de músicas lejanas Que vibran en regiones misteriosas; ~i tú has sentido como yo he sentido Volcarse el corazón hora tras hora; Si sientes en tu pecho los oleajes De un océano de amor que se desborda .. ¡ Po17 qué no esta11a la pasión ferviente, Tempestad de las almas que se adoran? d t>or qué calla, cobarde. el labio trémulo Y las manos, convulsas, no se tocan! !'B.A.KCISOO A. G.umOA. ccauoauo). Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 324 LA MUJER OOMIDAS (Continuación). Los vasos de la mesa de los antiguos recordaban tal vez glorio::as y queridas remembranzas á la memoria de los co­mensales. Vi rgilio, descri bietido el con­vite qne dio Dido á Eneas y sus cotn· pafíeros, dice: Tifíe soberbia púrpura los pafios De exquisita labor. l;obre las mesalil · Brillan de plata loa crecidos Vtlsos, Y de prO[JenitoTes los ilust·res Hechos de armas, en oro cincelados, Cuya prolija serie, desde el tronco De la antigua familia continuando Por ln prosapia toda se extendía. IRIAR'rll:. Era ciertamente uso mny plausible aprender loA honnosos hechoR de la histo11ia p:í 1 ia comiendo y bebiendo. ~os habit~ mtea de la India, <.mando boh n, dejan caer iempre•cl licor cou el va so susp ~ ndido, de modo qtao ¡no toque a los ·labios ó di e nL~, er .yondo neciamente quo E'U cuu b éto podda co­muni car alg t1ua vit tud n aléfi • . J.JOS reyes ae N igricia, ocbiendo, dejan caer por lo .lar~o . do b b ;nba la mitad a el licor, eom pla.cíéndoec en ver cómo corren estos delgados (·h o rros de vino; ancicdad á la qno üan clllombre de magnificencia. En Italia, Eraneia, E~pana y otros países, se come y bebo alternativ a m on­te; en d Jwrt~ de Enl' pa y en los puebh r i ,. nta es. se bebe solamente despué:-l de la comida. Puédesc perdona thlos pueblos scp·· tentrionale~ ·l ,ueo do dota·eti&· y enti­biar en e 1 hi víérn•> el agna para bebN·: la natnt1deza ¡ a rece i m poncrl'-'s esta oblig ·~ción; mas no es fácil conipren der cór w en l s ·p»ÍS€8 · temíplados h!tya podido iutro rmirso la costnmbré Cie beber agna til)ia tr)do el año,.lo qn dn ró por m nchos siglos en va rías na­ciones; · ('rre á su e3rrito~·io y toma un revól­ver; pero antes de quitarge la vidn, vuelve á ohservar á su mnjer, ti qnien encuentt·a de la mismtl manera. La estrecha cntr~ SIJS brazos, la llel)a de cariCias, y después de dt.rle un po~­trer beso en la frente, levanta el gatt­llo del arma fatal y so dispara en el pe· rhn. Al ruido del disparo ella vuelve en sí y exhala un grito de horror. Los criados aparecen y quedun estu­pefactos ante semejan te escen:l. . . . . . . . . . . .................. ,. ... . * * * Han pas::ldo quince días, de los cua-les hace ocho que la espoea no ha entra­do á la pieza donde yace enfermo su es· poso, porque los médicos que lo asist~• se lo han impedido. Al fin estos m1s· mos, espontáneamente, la invitan á ha· cerio. La fiebre in tensa que E e ha apoderado de ese bon1 bre de noble y hermoso as­pecto, no ha. podido borrar en él su simpática figura ni hacerle demostrar más anos de los treiuta y cinco que ape­nas ticr e. En el momento en que su esposa en· tra á viai bulo, se halla aletargado por la fiebre que lo cor:sumf'. Su frente ar­de, y de cuando en cnando se le oyen pronunciar palubras y frases incoheren· tes, y el nombro de su espos·1 á cada instante. E ta Re acel'ca al }(Icho muy quedo, y baflr11la en lt1grí mas posa sus lubios llenos de amor eu esa frente que quema. El ubro 1 s ojo3, reconoce á su cepo~a. la n.braza, y derramando tam­bión abundantes lágrimas, y e~trechá.n­dola contra su cortiZÓ 1 la suphca lo per· done. I,e viene Ull momento de lucidez, y durante éste le dA varios consejos y le hace algunas recomendaciones. Por úl· timo le die•}: '•Tóma de uno de loa bol· sillos de mi vesticlo una carta y un clte­que que e·1 él se encuentran, y cumple Ol:tt·!ctamente, después do mi muerte, con lo que orJena di(. hA curta." La joyen esposa Ee retira precipitada­mente del lecho de su mnrido, ee acer· ca á"un ropero, y ea,•tmdo la carta d~l boJ si llo do un frac, la abre y lee lo 81· guiente: "Mt estimado N. Como he dicho á usted en varias cca­siones, mi pttdre debía al do uste•i mLL· chos é imporbntea servicio~, que jamás pudo p:•g rle. Det. tro de t1 es días partiré para En­ropa. Soy, como usted lo sah:, su.fi.­cientemeute rica, y antes de parttr quie­ro hacer un regalo al l>rimer fruto que Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA MUJER 327' tenga usted dd su matrimonio, y de qu1en des ~ aría ser madrina. Le scompat'io, pne3, un cheque por valor de diez mil p o eo~, cuya suma, jun­to con sus intere~es, lo será ontrrgl­da á. ~uien correspGnda, cuando haya oum plido la edad de qu ince anos. Ptirdone usteJ mi atrevimiento y mando á su vordariera amiga, X." Una fue1 to convulsión nerviOsa se· a poder\ de la desgraci a da sctl orcl; la carb se lo cae tl u las m:-1uos apenHB aca­ba do leerla; se arrodilla al pie del le­cho de su esposo, Jo inunda en lágri­mas y le suplica mil veces al enfermo la perdone. Clama al cielo con desesperanto3 gri­tos por el r eatablecimien to de la salud de su noble esposo á quien, en momen­to fatal, había creído infiel; y cae des­ma. yada nl pie del lecho ...• Cuando vuelve en sí, exhalabt\ su ma· rido los úl times alíen tos de su vida. . . . . . ... .... ............. ......... . * * * Algo má~ de quiuco anos pasaron después de Jos acontecimientos que aca­bamos de referir. La joven viuda era entonces amiga nuestra; y su hija Julia (que así la lla­maremos) era una encantadora nina de cerca de quince abriles. Invitados por lll viuda para acompa· fiarla á hacer la. entrega do la hacienda que había vendido, sentados en el tron­co de un árbol contemplando las ruinas del hermoso edificio en donde ella sa­boreó su felicid~d por tan po :. os días, nos hizo la relación de Jos hechos que nuestra pluma acabu de trazar, y que ea fiel copia de lo que ella no3 contó. Con el producto de la hacienda, que en ese entonces se hallaba completa­mente abandonada, quería ponerse una pequefla 1·enta para poder vivir pobre­mente con su hija. Los diez mil pesos y sus intereses en quince anos loa habían destinado ambas á obras de b2neficencia. De esta manera quiso esta noble se­nora borrar las faltas cometidas por elJa y su marido; y alguna vez nos su­plicó escribiéramos esta historia que, según sus palabras, puede servir de ejemplo á muchas esposas que se dejan arrebatar por los celos y engaflar por hB apariencias, y aun muchas veces aparentar lo que no sienten.-RIJ, NoTA. -La viuda é hija que figuran en l1 an torior historiH, y que hoy d uer­men el enetlo de la muerte, enj ugar0n en Bogotá muchas Iágrimad é hicieron gtandes beneficios á los uesgraciadoa. OONFBRENOIAS SOBRE L\ EDCOAUION DE LA MUJER POR MEDARDO RIV.A.S .(CoDUnuaclón)! L1 bfiroaesa de Stael, hija del finan­cist: l Necker, Ministro de Francia, que floreció á fines del uflo pasa1io, y que no sólo fue escritora de primer orden, sino también m njer hábi 1 y do grunde influenci!\ en la p )lítica do su patria. Discípula de Goothe y de Schiller, los primeros poetas alemanes, estudió y ap r endió aquella litoratura y la tras­plantó á. Francia, en donde apenas era conocida. H tt.blaba con eleg nciN, pre­cisión y elocuencia; y a u salón era el lugar en dvnde so reuuí u n todos Jos RR.bioa, lo s nrti .. ta y lo3 literutos de Francia y del mundo entero que iban á París. En sus obras se encuentra el ge­nio elevado á altura sorprendente, al mismo tiempo quo uua erudición ya .. riada, delicadeza exquisita y gran co­nocimiento del mundo. Escribió la. novela que ha sido más leída por las mujeres, y qua ae encuen­tra traducida á todos los idiomas mo­dernos : Corina ó la Italia, obra llena de verbo, en la que cada trozo es un verso, y que encierra una exacta rela­ción de todos lo3 monumentos de Roma. Después de pu blícada e6ta novela, en· teramente poética y fantástica, hizo un vitje á Alemania, país entonces poco conocido de Francia en sus costumbres, literatura y tendencias; y al dar á luz su obra de La Alemania, ávido el públi­co corrió á buscat· otro nuevo roman­ce; pero rechazó la obra, creyéndose ongatlado, porque era un estudio serio sobre las condiciones sociales de ese país, su política, sus recursos, sus fuer­zt's y su porvenir. Poco leida fue por el pueblo francés, pueblo ligero y su­perficial; pero si esa obra hubiera sido desde entonces estudiada cuidadosa­mente, Francia habría dado otra di­rección á su polí tic1, ó no habría sido dolorosamente despertada en 1871, para conocer la superioridad de la nación Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 828 LA MUJER rival. Napolfón, que, como todos los déspotas, quería vendar los ojos de los pueblo~, proh1b 1ó la circulación do la obt a en Ftancia y . concedió el honor del deatifrro á la baronestl de Stael. Más tarde madama de Genli~, cuyo nombre debéis aprender á l- 'ronunciar con venert.ción, porque ella consagró los recursos de su ¡:;oderosa inteligencia á la educación de Ja muj t r, con ca­rino y solicitud propios de madre: que nació en 1746, y que fue encargada de educar á ]a hija de la duqueea de Char· tres y al joven Luis Felipe de Orleans, proclamado Rey en 1830. },ccunda escritora, qne t>rodujo más de ochenta obras, toclas admirables ror su estilr, su moralidad y el útil objeto á que las consagró. (Continuará). Duelo. El día 9 del presente, en la pobla­ción do Villeta, adonde se había tras· ladado en busca de mejoría, murió la muy estimable scflora D. • Cleofe EE­cobar de Abello. Enviamos á su fnmi· lía y demás deudos nuestra expresión de condolencia. " El Pincel," jmportante periódico que ae edita en San Cristóbal (Ven'zucJn) y re iacta.­do por el inteligente e critor colom­biano sefior D. '1\:odosio V. Sánchez, trae en su número del 2·1 de blarzo úl­timo el siguiente suelto: "La Muier. Este simpático y ama· ble colega, compatriota nuestro, nos ha :favcreci<.lo con marcada gulanter1u, ~i­aitándonos puntualmente. Agradece­mos su exquisita cortesía y Je enviumoa nuestro saludo y felicitación." Sinceramente reconocidos quedamos al simpático colega por sn galante y espontáneo S11ludo, y gnstosos le üfre· cemos las columnas do nuestra humilde hoja. ''El Ciudadano" es el nombre de un nuevo periódico liberal, que se edita en esta ciudad y cuyos Directores son l<'s _s~flores Ale­jando T 'rres Amuya y RmllHmo Fore­ro. Su primer número, que está engalu­nado con el retrato del benemérito Ge­neral Pedro Soler Martíhez y con muy importantES artículos literarios J ae ocasión, ha viEitado nuestra oficina. De­seamos nl nuevo colflga, como lo mere · ce, muchos laurel(s y larga vida. Con mucho gusto corresponderemos á su canje. Mejora y solicitud. Pensamos en dar may·or ( nsanche á nuestro pe1 iódico, del número 50 en adelante, y mejorarlo en cuanto nos se.1 posible, para lo cual nos hemo3 puesto yá en relación con algunas casas edito­ras de Europa con el objeto de ilus­trarlo. Necesitamos la cooperdción de algu· nas s efloras 6 sefloritas que quieran ser­virnos de Agentes, tanto en la capital de la República como en los Departa­mentos. Pagaremos por ese servicio el diez por ciento del producto bruto. Acertijo. Se en cuentra en casas y tiendas, En castillos y palnGíor, En tierra, mures, es¡ acios, En comid t s y meriendul3. 18 lo mira á un t ie m1 o mismo En JasLimosa pobr za, . ~n cxceciva riquoza, .li~n 1n a ltura y el abian: o. Va en huracanes y en alRP, Aunque no es cosa q le ruela ; Se lo encutntra. siempre ·n vela En las alcobas y ealns. Aur que t:tá en llamas ardiendo, No puede JU \: tt- rso en fuego; Y aunque jamás entra <·n juego, En barajas eo est,\ viendo. DEORETO NUMERO 161 de 1888 (17 DE FEBRERO), sobre pn:nsa. (OO!ITJNU..t.QIO.K) malla, pn blical'á sola.men te Ja noticia de haberla rccib;ao, y JOdrá, baj o su respons abilidad, suspender la inser~ión, dando aviso inmedittto á la autoridad administrati"a com potente. Art. 18. Enterada la· autoridad de esta ocurrencia, designará un censor que, oídas las partt s, d(cida la furma en que la explicación deba publicarse. (Continuará) Imprenta de LA Luz, calle B, Dlfmero 70, a!)Utado 160, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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La Mujer - N. 41

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La Mujer - N. 47

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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. S70 LA MUJER LA MATEBK~DAD 1 ¿Recordáis por ventura los ailos de vuestra infancia? ¿Recordáis aquellas horas tranquilas en que, libre el alma de p(sares y el co­razón de inquietude~, dejábais repesar vuestra cabeza en el regazo de u na mujer? ¿Recordáis id ternura con que aq u e­lla mujer os acariciaba, estrechaba vues­tras manos infantiles, é imprimía, sin ruborizarse. sus labios en vuestra frente candorosa i · ¿Recordáis cuántas veces enjugaba solícita vuestro llanto y os adormecía dulcemente al eco blando de una balada de amor? Oh t sí lo recordáis. Los 'que tenemos la dicha de ver to­davía á esa mujer sobre la tierra, la in­vocamos cun cariilo á todas horas. Su nombre está escrito en el corazón: es el nombre más tierno de cuantos encierra el diccionario. El no m bn; solo de 1lfadre nos repre­senta aquella mujer en cuyo seno bebi­mos el dulcísimo néctar de vida, en cuyo regazo dejábamos repo!ar nuestra. cabeza; aquella mujer que nos acaricia· ha, que oprimía entre las suyas nuestras manos, que besaba nuestra frente, que enjugaba nuestro llanto, que nos mecía, por fin, en ~ us brazos al eco blando de una balada de amor. ¡Dichosos mil veces los que todavfa podemos contemplarla con los ojos de la realidad ! Vosotros los que habéis perdido á vuestra madre, también podéis verla si tenéis corazón y sentimiento. Podéi~ verla en el ensuetio dorado de vue~tra felicidad. Si el astro de la no­che envía sobre la tierra su pálido res­plandor, figuráos que el resplandor pá­lido del astro de la noche es la mir-ada tranquila y cariñosa que vuestra madre os dirige desde el cielo. Si veis en la región del cielo una blanca nubecilla, que flota cual tenue gasa sostenida en sus extremos por dos ángeles, es el alma de vuestra madre que al miraros sonríe de cariño :tesde el cielo. Si á la caída de una tarde melancó­lica sentís en el valle un eco vago que se pierde á lo lejos, y que no es el canto de las aves, ni el murmurio de la fuente; arrodilláos, es el aleteo de la oración que por vosotros eleva vuestra madre. Si en noche apacible del estío acari­cia vuestra frente una brisa consoladora, que no es la brisa de los campos, ni el hálito embalsamado de las flores, estre­mccéos de pbcer; es el beso de pureza y de ternura que os envía desde el cielo vuestra madre. Aunque la muerte la arrebate, la madre no deja nunca de existir para vosotros los que tenéts corazón y senti­miento. II ¡Pueblos que rebajásteis la dignidad de la mujer; que la considerásteis como un sér casi despreciable, ver:id ! La ra· zón os llama á juicio. El sér que vilipendiáis ha d1do vida á Vllestros héroes y á vuestros sabios. Cuando vuestros héroes y vuestros sabios, cuando los Alejandros y los Ro­meros, los Césares y lo3 Virgilios, cru­z .t ban los azarosos días de la infancia, una mujer los alimentaba co:1 el jugo de su pecho, una mujer los adormecfa con el arrullo de . sll amor. Cuando sus labios empezaron á ar­ticular sonidos, una mujer les enserió á pronunciar los nombres para vosotros venerandos; y les imbuyó vue!'tras creen· cías, y les dijo que había una patria que debían adorar; una patria que ellos ilus· trJron luégo con el brillo de sus ~en­quistas ó con el mágico resplandor de su talento. ¡ Detractores sistemáticos del que lla· máis sexo débil, recordad que hab~is tenido madre, ó que la tenéis todavía 1 ¡ Los que negáis absolutamente la virtud de la mujer, acordáos de vue5tra madre 1 I Los que al nombre y á la mtmoria de madre no sintáis latir de entusiasmo el corazón, apartad, alejáos! . Pero no vayáis á los campos, que allí las tiernas avecillas besan á sus madres en el nido; allí el manso recental brin­ca de gozo junto á la oveja. No vayáis á los bo$ques, que allí po· déis ver á la pantera lamer á sus cacho­rros, y á la leona acariciar á sus hi­juelos. Y no es bien que la leona y la pante ra de los bosques, y la oveja y el ave de los prados, ensti1en al hombre las leyes inmutables de la naturaleza, al hombre, que es rey de la naturaleza y primera Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Humo que Lrota de la montaña; nostalgia oscura; pasión extrniía; sed insaciable; tedio inmortal; anhelo eterno é indefinible; ansia infinit'l de lo imposible; amor sublime de lo ideal! S. DÍAZ MIRÓN. LA MVJ:aTII DE MIB.ZA venganza, si hubiera, como un rayo fugaz, pasado por mi alma calcinándo­la, yo habría cerrado los ojos, y ella habría desaparecido en la inmensidad. Sólo el amor había dominado, encade­nado1 esclavizado mi alma y héchose la pasión insaciable de mi vida; el amor, bajo todas las formas: como ado­ración, como ternura, como placer, como voluptuosidad, como sacrificio y como fe; y yo había amado con frene­sí, con locura, con abnegación, con celos y con los raptos celestiales que se atri­buyen á los ángele~. Pero más poderosa era todavía en mí la necesidad de ser amado; y ciego en mi ambición, creía que para esto basta­ba que leyesen el fondo de mi alma. Si alguna alma delicada se estreme­ciese de dolor al leer estas líneas, como se estremece y vibra la cuerda de una lira tocada por un ciego, la necesidad más poderosa de mi corazón en este momento habrá quedado satisfecha, por· que el dolor necesita simpatía, amor, dolor también, para encontrar consuelo. Pero pocos corazones estarán lastima- ······ , ... ·· r· · ···•·· ·· · ·····•··· .•.... ~ ... ··• dos como el mío; pocas almas estarán, Cargado de ar1os, lleno de decepcio-como la mía, viviendo sólo de recuerdos nes, pero aún el c0razón sensible, y tristes, que á otros matarían, y que á mí exaltada esta sublime aspiración, me me embelesan, porque son menos crueles fui á un campo yermo, debiendo á la que el presente y porque yo y á no tengo generosidad de una amiga el llevar, por porvenir: que en la vejez la tumba e5tá compailera una linda perrita. juguete­cercana. Sin embargo, escribo con es- na, de piel carmelita, sedosa y crespa, peranza: Cuando el herido pide compa- de cabeza delgada, orejas largas y ater­sión; cuando el náufrago escribe su ciopeladas y de rnirada inteligente y nombre y el día y la hora de la ca.tás- apacible. Y verla retozar, saltar, ir y trofe, y lo confía á las ondas para que venir á mi lado, fué por mucho tiempo lleven su relato á lejanas playa5; cuan - mi solo placer, mi única diversión. do el ni11o llora y se arroja en el seno A esta perra le di por nombre MIRZA . de su madre, ó el amante confía sus Esta era la heroína de un poema de penas á la mujer querida, todos, como amor que yo había leído, y que era así: la necesidad más imperiosa de la cxís~ La sacerdotisa de un dios severo, im­tencia, buscan quien comprenda sus placable y sauguinario, habíase enamo­sufrimientos y participe de ellos; bus- rada de un joven, y del templo se había can quien los compadezca, quien llore, huido con su amante, yendo P.Or todas quien con ellos ame; porque dolor, partes, inspirada y sublime, predica11do compasión, simpatía, ternura, son sólo una nueva religión de amor y de felici­amor, y el amor es la ley universal. dad á les mortales. Tras largos at1os de Adelantado en el camino común de ventura, rodeada de sus hijos y al lado la vida, habiendo bu:;cado en vano otros de su esposo, fué sorprendida por los senderos, quise en la soledad del campo c.elosos sacerdotes y sacrificada en el encontrar descanso; porque, como el l acto. Y ella, al morir, acariciando á sus gladiador vencido, e~taba moribundo y hijos, les decía: a: Y á veis que esto es nadie restaiiaba la sangre de mis heri- cruel, y el amor á todos hace ventu­das .•.. ; quise aspirar el aire libre y vi- rosos.l) vificante d'el campo, sacudir el polvo La criatura inteligente y fiel creció á del mundo y vivir del amor supremo 1 mi lado, se hizo hermosa y no amó á de la naturaleza. nadie más que á mí, no quiso más que De las pasiones humanas, la ambi· estar donde yo estaba; y á veces mi­ción jamás había enardecido mis sienes: rándome con expre.sión dulce y amable, , al contrario, las alturas, así físicas como á veces batiendo su abundante cola, me morales, me habían causado vértigo. hablaba de su amor. La avaricia, la sed de enriquecer, no Quise hacer de est: campo una grata había secado mi garganta. El odio e:; mansión: nó un jardín, que eso no es­cruel, y me había inspirado miedo. La .taba de acuerdo con el estado de mi es- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA 1\'IUJER 373 píritu, sino un lugar donde confundi­dos se vieran-como en mi alma los re­cuerdos- los árboles, las flores, las plan­tas agrestes Y. los sauces melancólicos y tristes. En mi diaria tarea, MIRZA me acom­pañaba: iba unos pasos adelante, se de­tenía donde yo me paraba á poner la simiente de un árbol, emprendía su marcha cuando me veía hacer lo mis­mo, y jamás se rendía. Así es que en cada planta, en cada árbol, en cada ftor, MIRZA ha dejado un recuerdo. Ver el inmenso y variado panorama del cielo, mientras que la brisa, pasan­do entre los árboles, produce un ruido misterioso y sublime, era un deleite que duraba para mí largas horas; y mien­tras tanto, MIRZA, tendida á mi lado, la cabeza entre las patas delantt:ras y las orejas caídas, parecía soiiar también. Cuando abrasada la mente, cerno de un volcán arrojaba esas ideas que que­man! l\1mzA parecía compren erlo: ja­más se dormía, y, de pié enfrente de mí, e taba como miedosa: me miraba aten­ta, sin atreverse á acariciarme y sin q utrer alejarse. Por la noche, acostada junto á la puerta de mi aposento, me avisaba con ~us latidos que ella velaba por mi tran­quilidad; y al menor ruido extrat1o, al dtvisar á una persona ó sentir un ani­mal, atronaba la casa; y yendo hacia donde estaba el peligro que ella temía, y volviendo presurosa, sin cesar latien­do, daba el alarma y se prevenía á de· fenderme. Siempre que los niños venían á la hacienda, olvidada la guarda de la casa, dejaba sus hábitos sedentarios, y adivi­nando cuánto esto me era grato. se iba con ellos á todas las expediciones que emprendían. Jamás abandonó la casa confiada á su cuidado, por sola que se quedase, por hambre que tuviese; y cuando yo lleCYaba, tras ligera ausencia, salía á reci­bir~ e, solícita y amante, batiéndome la cola y haciéndome caricias con la boca. Hasta dónde llegaba su clara inteli­gencia, igual ai amor que m~ profesa­ba, lo revelan estos hechos: Poníame á jugar con ella, á moles­tarla y á sujetarle la cabeza entre mis manos; y entont:es ella gruñía, fingien­do estar furiosa, me tiraba tarascadas amenazantes; y cuando lograba coge( una de mis manos entre sus dientes, · no me dejaba retinnla, pero no apreta­ba la boca de manera que pudiera he­rirme. Era su amigo y co1upaiiero Botz Amt, hermoso perro con quien estaba siem­pre jugando; pero á mi llegada lo aban­donaba, y si el perro á mí se acercaba y yo le hacía cariños, se le iba encima, gruñendo y disgustada. Cuando fué madre, me tomó del ves­tido, y orgullosa, feliz y satisfecha, me llevó al lecho de paja~, en donde sus seis hijitos la aguardaban, y se puso á darles de mamar. Como la sultana ama á su señor, con la fidelidad del amigo, con h gratitud del esclavo redimido, con la ternura de una niria y el entusiasmo de un idóla­tra, así l'vlrRzA me amó. Y á había sido madre varias veces, y en mi ausencia quedaba al cuidado de una vieja india, que la casa guarda. En todas las casas de las cercanías habfa perros carmelitas que yo había regala­do, tnuy parecidos á l\.1IRZA, que la re­conocían por madre y que, en vez de latirnos cuando llegábamos, salían á re­cibirnos con agasajo; de tal manera, que pudiera haber e dicho que ella había llevado el amor á esa región. Pero la última vez que fué madre tuve q~e ausentarme, y. á mi vuelta noté que .1\fiRZA no salía á recibirme cual tenía de costumbre; y entré con el ánim0 preocupado, temiendo una de,gracia. En la enramada donde se dejan los caballos se me presenló MIRZA, flaca, descarnada, exánime, moribunda; levantó en alto la cabeza, batióme aman­te la cola y volvió á echars"e. Me acer­qué, toméle la cabeza entre mis manos y contemplé su mirada. turbia yá, pero fija con amor en mí. Le di pan, y no pudo recibirlo; pero meneaba la cola en señal de agradecí miento. Entré á la casa, lleno de amargura, á buscar remedios, intentando salvarla; y cuando vol vi con leche, y á no estaba en el misn1o lugar: se habíá ido á la pieza inmediata, á donde estaban sus hijitos; y dándoles de mamar, extenua­da, exánime, y mirándome amante, se rindió á la muerte. -¡Adiós!- le dije, lleno de dolor y sin poder contener mi llanto.-¡ Adiós, mi dulce compañera 1 Sin ti El Empo- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 874 DA MUJER rr:o estará de día solo y de noc:he triste y silencioso. Tú eras el encanto y la alegría de este retiro. ¡Adiós! ¡ Adiós 1 MEDARDO Rrv,\s. Para tu · álbum Verdinegro estaba el mar, La tempestad atronaba, Y un barco roto luchaba Viendo la muerte llegar. Los pasajeros en coro Cantaban con triste acento, El barco por cargamento Conducía liras de oro. Todos cantando al Patriarca De los cielos, allí á solas, Mientras las rabiosas olas Se iban tragando la barca. No se podían salvar, ¿ Quiénes eran? Trovadores! ¿Qué an iaban esos seflores ? ¡Ver las sirenas del mar! De repente entre la bruma Se oye un grito que resuena, Y aparece una Sirena Flotando en blondas de espuma. Cay ron todos de:: hinojos, Cesaron quejas é iras, Cantaron todas ]as liras, Lloraron todos los ojos, Mirando aquella mujer Envuelta en suaves efluvios, Con hermosos bucles rubios, Con labios de rosic1er. Ella lus vino á salvar: Que al fuego de sus pupilas, l~ ueron quedando trauquilas Todas las olas dtl mar. En las leyendas de amores, Dice, un J. de en can tos llena: Que tú eres la Sirena Que vieron los trovadores. Por eso ahí va mi cantar, Ahí va mi canto mejor, Que le envía un trovador A una sirena del mar. CARLOS MEANY y MEAr\Y. LOS BAYOS X brujo de Menlo-Park,» el incansable sabio Edisson, ha dado la última mano á ese portentoso descubrimiento, cuyos útile~ resultados no podrá el presente siglo valorar en toda su extensión. El sabio Roentgen había encontrado algunas dificultades para poder a tra ve­sar todos los cuerpos opacos, por ejem­plo, los huesos; y hé aquí que el inven­tor del fonógrafo ha ideado una pan­talla químicamente preparada, á través de la cual nada se oculta al observador. ' El cuerpo humano se podrá ver todo interiormente como si fuera de vidrio. La medicina ha ganado inmensa­mente con ese descubrimiento. Y á los médicos, en rn uchos casos, no tendrán que estar adivinancio, como hasta hoy lo han hecho, sino que sa­brán con toda seguridad q llé parte del cuerpo está afectada y qué resultados pueden producir sus meciicamen tos. E~ procedimiento de Edisson es muy senctllo: on la poderosa luz cathódica colocada detrás de su paciente, mira á 1 través de su pantalla y ve todos los ór­.1 ganos del cuerpo tan claramente como pueden verse las palmas de las n1anos. 1 El paciente no tendrá ni la necesidad de desnudarse, porque la ropa ~e pene j trará como un linón nada tupido. ~ Para hacer pintura luminosa 1 Lávense unas conchas de ostra con 1 agua caliente; pónganse luégo al fuego durante n1edia hora, y al cabo de este titmpo retírense de él y déjt::nse enfriaL U na vez bien frías, se m u e len hasta re·· l ducirse á polvo muy fino, teniendo cui- 1 da?o de separ~r las partes oscuras y gnses que no st rven al efecto, y se po- 1 d , . 1 nen espues en un cnso . en capas al-ternadas de flor ó de azufre. Tápese 1 uégo el crisol pegando la tapa con cimento hecho de arena y engrudo pre­parado con cerveza, el cual se deja se­car, y entonces se vuel\.'e el crisol al fuego por un hora, al cabo de 1a cual se deja enfriar bien y se quita la tapa. El contenido debe estar perfectamente Sabido yá por nuestras lectoras el blanco: y si no, se separan las partes gran descubrimiento del doctor Foent- que no J? estén, p~rque esas no se po­gen, profesor de \Vurzburgo, al que se , nen .1 ummosas; 1 u ego se cierne por u 11 le ha dado el nombre de rayos X y por · tan:tz muy fino; y el polvo que así se medio del cual se puede ver todo lo obttene se mezcla con un color claro que se quiera á través de cualquier preparado con goma, porque en est~ cuerpo opaco, fáltanos poner en conocí- c~so es mejor dar dos capas delgadas de miento de las que no lo sepan, que« el ptntura que una gruesa. Esta pintura Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA MUJER 875 permanece luminosa durante la noche, con tal de que se la haya expuesto á la 1 uz durante el día. cuAa Un pobre médico de pueblo habfa comprado una fanega de trigo á un la­brador ricachón que Je reclamaba el pago cada instante. -Pero, ¡ cana . t'ls I -decía el acree­dor- ¿ cuándo me paga usted ? -No tengo dinero. -Eso se dice muy pronto. Pero, pero ... Ea, devuél va me usted el trigo. -M e lo he comido. -Déme usted un mueble. -No tengo más que lo preciso. -Va ya, pues póngame usted dos do· cenas de sanguijuelas en cualquier parte. Jlxcuaa La carencia de papel de imprenta en la ciudad y por consiguiente el elevado precio á que lo hemos estado pagando , no nos ha permitido publicar los dos números de nuestra hoja que debieran salir semanalmente. Por este último n1otivo no hemos podido insertar va· rios artículos con que nos han honrado nuestros cola horadares. N os creemos, put!s, en el deber de dar la presente excusa, tanto á nuestras suscriptoras como á los que nos han fa· vorecido con sus escritos, prometiéndo· nos, inmediatamente que cese el incon­veniente apuntado, publicar números dobles para poder colocar la mayor par­te del material que tenemos atrasado. :Pensamientos El sueño es altvio de las miserias de los que las tienen despiertas. Donde hay mucho amor no suele ha· ber mucha desenvoltura. La pereza es la bestialidad del cuer .. po, así como la bestialidad es la pereza de la inteligencia. Un perro concertista En la última feria de Sevilla, uno de los infinitos saltimbanquis que acuden todos los años á la tan popular fiesta, estableció un teatro de animales sabios. Lo más notable del programa consis­tía en la ejecución ... á dos patas, de una pieza de piano por un bonito perro de l aguas que respondía al nombre de Aft'­lord. La tienda estaba llena por un público anhelante de curiosidad. Llegó el momento, y ¡lfilm·d se presentó en escena, siendo saludado con un prolon­gado aplauso, como si fuera todo un artista. A una señal del Director, Afilord saltó al taburete colocado delante del piano, se sentó, en posició:-: académica, con su cola enroscada, y se puso á tocar muy correcto el primer wals Tout a la jouie del Maestro Farbach. De repente, un guasón-un gitano del barrio de Triana-que estaba al fundo de la sala, se puso á gritar: '¡Al gato!. .• ¡ al gato!>> ... Oír esto el perro, volver ~e hacia el público, en­derezar la cola, erizársele los pelos, y desaparecer de un salto, para correr en busca del enemigo hereditario, fué obra de un instante .....• Y el piano siguió tocando solo, y más y mejor, el precioso vals Tout a la jouie. ¡ El pi no era un piano mecánico J Beceta• de cocina BIZCOCHO ESPO.'JA.-Tómense cinco huevos y media libra de azúcar y bátase todo con un tenedor por media hora. Tómese previamente una cantidad de harina equivalente al peso de dos hue· vos y medio. Después de haber batido los huevos y el azúcar el tiempo indica­do, mézclese la raspadura de un limón (el zumo puede agregase á voluntad). Bátase adentro la harina é inmediata­mente colóquese sobre una lata cubierta de un papel untado de mantequilla, y en el instante póngase en un horno casi frío. Charada U na prima y otra jrz'ma Cuatro vienen á ser, Como cinco mitad de dos, Aunque no lo quieras creer. Y mi segunda y la pr·ima Docena forman las dos; Y unidas prz'tna y segunda N o forman docena, nó, Pero si forman, si quieres, U na bella interjección. Solución á la del número anterior: Cupido. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 1 376 L :A :1\PU J E R OhascarrDloa Entre madreé hija: -Yo, mamá, no quiero casarme. -¿ Por qué, hija mía ? -Porque soy demasiado ignorante. -No importa. Los hombres no aman á las mujeres dema~iado inteligentes y superiores. -Es que tú crees que ' todos los hom­bres son como papá. COlfi'BB.BKOIAS SOBRE LA EDUCACIÓN DK LA llUJBB POR ME DARDO niV AS {Continuacióu) Casada después la seilori ta con el se­ñor don Joaquín :Jove, rico comerciante español, residente en Cartagena, y ha­biendo emigrado á 1amaica pc)r conse­cuencia ele la guerra de independencia, llegó allí á una pobreza extrema. En­tohccs la señora Josefa Gordon de J ove proveyó al sos-tenimiento de su familia con artículos literarios que enviaba á los periódicos ingleses de la isla, y tra­duciendo al español los alegatos que en los juicios hacían los abogados; pues por respeto á las leyes del pafs, la legis­lación inglesa dispone que los proc~sos se sigan siempre en el idioma español como antes de que su nación fuese po­seedora de la isla. ~llí residió por muchos años la se­ñora, siendo el centro intelectual y culto de Jamaica en la época de su gran pros­peritlad, y cuando era el asilo nnas ve­ces de Bolívar y los patriotas, y otras de los españoles arrojados del continente. V.isi tada la isla por el terrible azote ae la viruela, la señora Gordon de Jove acometió la empresa de salvar la pobla­cion vacunando á todos sus habitantes gratis, estableció en su casa una ofi­cina que ella misma presidía vacunando, y envió el pus á todos los departamen­tos; y tales fueron los servicios que prestó, que el Gobierno inglés le regaló, en conmemoración, una gran jarra de plata de esta forma: La hermosa colombiana estaba de pie como la estatua de la caridad; y al pie había dos negras presentándole sus hi­jitos pequeños, con los brazos extendí· dos para que los vacunase. U na inscripción altamente honrosa ocupaba el centro. Esta jarra! según la última voluntad de 'la señora, debía reposar en el Museo de Bogotá. Era esta mujer de un talento extraor­dinario y de mucha erudición. Conocía ellatfn y todos los idiomas vivvs, y á fondo la literatura de cada país. Había estudiado economía política y las cien­cias morales; hablaba con elegancia y pureza el espanol; y manteníci corres­~ ondencia con las personas más nota­bles de España y con los personajes cé­lebres de toda la América del Sur: en­tre otros, con el General Tomás C. de Mosquera. Residiendo últimamente en Venezuela, el señor Gual, el doctorJosé Vargas, Baralt, Juan Vicente Gonzá­lez y Elíseo Acosta, eran sus íntimos amigos. Habiendo conocido allí al .sei\or Ma­nuel A.ncízar, admirando su capacidad y estimando los importantes servicios que podía prestar á su patria, que no lo conocía aún, se emp~nó decidid ... mente en que viniese á Colombia; y á ella de­bemos en gran parte el que resida entr,e nosotros. . Profundan1ente estimada por todos los hombres notables de Venezuela, ro­deada de admirador.es d._e su genio y de su saber, y gozando de Jas más :vivas simpat!as del pueblo, murió en Caracas el at1o de 1851. Sus numerosos escritos quedaron en poder de su hijo. Tuve el honor de ser . u amigo, y de oír con placer su inspirada palabra. lla me regaló una obra en inglés, titulada Cur,iosidades 'literarias, con la siguien· te dedicatoria de su letra, que me hago un deber de coloc~r aquí como un ho­menaje á su memoria sagrada: ~e ¿Para pensar en usted necesitaba yo acaso de su interesante recuerdo? Nó, mi querido Medardo! antes de conocerlo lo apreciaba, pues había leído en El Siglo los sentimientos de usted en favor de Ja moral de nuestras clases pobres. Des­pués que lo he tratado, y cuando lo he visto animarse de una justa :y santa in· dignación contra los opresores de nues­tros excelentes pueblos, y principalmen­te de la desgraciada raza africana, al aprecio que yá le tenía se ha agregado el cariño más sincero, y los días que us­ted ha pasado en mi modesto hogar jamás se borrarán de mi memor;a. (Continuara.) Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Prensa

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