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Evidencias de decoupling en la sostenibilidad empresarial: un caso de estudio en el sector minero colombiano

Por: Orlando Enrique Contreras Pacheco | Fecha: 2018

El fenómeno conocido como decoupling implica la desconexión entre el discurso y la acción organizacional; la incoherencia entre el decir y el hacer. El presente trabajo pretende ilustrar el decoupling asociado con la sostenibilidad empresarial mediante el uso de un caso de estudio particular. Para ello, se hace referencia a un incidente ambiental producido por una empresa multinacional perteneciente al sector de la minería del carbón a gran escala en Colombia. Además de resaltar la relevancia teórica de un concepto poco aplicado en el contexto de los países en vías de desarrollo, este estudio contribuye a la identificación del decoupling como fenómeno que permite comprender situaciones de disociación entre la política y las acciones en el ámbito de la empresa. En este sentido, el estudio de caso también permite comprender la caracterización del decoupling como práctica organizacional controvertida, identificando escenarios de aplicación con diferentes niveles de premeditación. Adicionalmente, desde el punto de vista práctico, y dado su enfoque normativo, el presente estudio resalta el decoupling como un comportamiento contraproducente para los objetivos de sostenibilidad de las empresas y de la sociedad entera.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Artículos
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Challenges to the sustainability of associative new ventures: the role of impact investments in the Colombian agricultural industry

Por: Orlando Enrique; Martínez Pérez Contreras Pacheco | Fecha: 2017

Associative ventures in the rural sector seeks to exploit group commercial activities of small family-based productive units. There efforts are added to reach common goals that aim at increasing its sustainability. Through associativity it is possible to manage knowledge that leads to technological innovations that allow increasing productivity and, economic benefits to members. However, in order to achieve that level, there is a need for accessing to funding resources, which has been proved as difficult in nature. The latter has become one of the main obstacles for developing these initiatives since rural entrepreneurs use to exhibit a risky profile. Accordingly, impact investing takes the place of a genuine funding alternative taking into account its dual purpose (i.e. obtaining economical return and generating a positive impact on society). Impact investments are specifically designed to promote sustainable development through innovative solutions that generate added value on a permanent basis. The present research aims to establish, from an impact investing perspective, what are the main challenges to sustainability upon those ventures. An analysis with an inductive approach is proposed through semi-structured interviews with managers of three organizations: IC Foundation, Agrosolidaria and Corseda. Results obtained define the following challenges to face: education, leadership, competition within free market, associative organizational structure, fair trade, and solidarity. The importance of the study lies in the transferability of its findings to other contexts, which can contribute to higher levels of competitiveness and development.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Artículos
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Challenges to the sustainability of associative new ventures: the role of impact investments in the Colombian agricultural industry

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Imagen de apoyo de  La inclusión financiera impulsada por las inversiones de impacto a través del apoyo al sector microfinanciero en América Latina: caso Colombia

La inclusión financiera impulsada por las inversiones de impacto a través del apoyo al sector microfinanciero en América Latina: caso Colombia

Por: Claire Harvey | Fecha: 2019

La globalización ha introducido a millones de mujeres de los países en desarrollo en el mundo del trabajo. Trabajan en las cadenas globales de producción de las empresas multinacionales, produciendo mercancías que impulsan el crecimiento de las exportaciones: recogen y envasan fruta, cosen prendas de vestir, cortan flores y montan juguetes. Estos trabajos podrían aportar a las mujeres los ingresos, la seguridad y el apoyo que necesitan para salir de la pobreza junto con sus familias. Por el contrario, se les niega sistemáticamente la participación que les corresponde en los beneficios que genera la globalización. Los contratos –en el caso de que los tengan– son de corta duración y la mujer trabaja a un ritmo frenético a cambio de un salario muy bajo, en condiciones insalubres. Se ve obligada a realizar muchas horas para ganar lo suficiente como para sobrevivir. La mayoría no goza de baja por enfermedad o por maternidad, pocas están amparadas por alguna cobertura sanitaria o de desempleo y aún menos consiguen ahorrar para el futuro. En lugar de apoyar el desarrollo a largo plazo, el comercio fomenta la inseguridad y la vulnerabilidad de millones de mujeres trabajadoras. La dura realidad a la que se enfrentan las trabajadoras pone de relieve uno de los fallos patentes del actual modelo de globalización. A lo largo de los últimos 20 años, se han ampliado y fortalecido espectacularmente los derechos (jurídicos) de las poderosas entidades corporativas. A través de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y de los acuerdos comerciales regionales y bilaterales, las empresas disfrutan ahora de protección para sus derechos de propiedad intelectual a escala mundial. Como inversores, estas mismas empresas están protegidas jurídicamente frente a una amplia gama de posibles acciones de los gobiernos. Los derechos de los trabajadores han evolucionado en sentido contrario. Y no es casual que el ascenso de los contratos “flexibles” haya ido parejo al aumento del número de mujeres trabajadoras, a menudo inmigrantes. El resultado es que los derechos de las empresas son cada vez más fuertes, mientras que los derechos y la protección de las personas en el trabajo se debilitan, y las mujeres están pagando los costes sociales de todo ello. El núcleo de muchas estrategias de empleo de las cadenas de producción globales es la explotación de las circunstancias de la población vulnerable, ya sea de manera intencionada o no. Es evidente que los grupos sociales vulnerables necesitan desesperadamente trabajar para poder salir de la pobreza y la desigualdad. Pero si la manera de contratarlos convierte su vulnerabilidad en una excusa para pagarles menos, haciéndoles trabajar más horas y en condiciones más duras, sin darles los subsidios que les corresponden legítimamente, el trabajo no les servirá para salir de la pobreza. El resultado es un cambio gradual, pero fundamental, en el beneficiario del comercio bajo el modelo de globalización imperante. Las ventajas de la flexibilidad de que gozan las empresas al final de las cadenas globales de producción son a costa de la precariedad del empleo en el otro extremo de la cadena. Si éste es el futuro del trabajo orientado a la exportación en los países pobres, el comercio no cumplirá con su auténtico potencial para reducir la pobreza y la desigualdad de género. El estudio llevado a cabo por Oxfam con socios de 12 países, ha supuesto la realización de entrevistas a cientos de mujeres trabajadoras y a muchos jefes de fábricas y de explotaciones agrícolas, a agentes de las cadenas mundiales de producción, al personal de empresas minoristas y de grandes marcas, a sindicatos y funcionarios gubernamentales. Ha puesto de manifiesto cómo los minoristas (supermercados y grandes almacenes) y las marcas de ropa utilizan su poder en las cadenas de producción para trasladar sistemáticamente los costes y los riesgos a los productores, quienes, a su vez, los desplazan a las mujeres trabajadoras. En el Capítulo 1 se explican las repercusiones de todo ello en las mujeres y en sus familias: • En Chile, el 75% de las mujeres del sector agrícola trabaja con contratos temporales, recogiendo fruta durante más de 60 horas a la semana durante la temporada. Pero una de cada tres sigue ganando menos del salario mínimo. • Menos de la mitad de las mujeres empleadas en el sector de la exportación de textiles y de prendas de vestir en Bangladesh tiene contrato de trabajo y la gran mayoría no tiene bajas de maternidad o cobertura sanitaria... Pero el 80% teme el despido si se queja. • En la provincia china de Guangdong, una de las regiones industriales de crecimiento más rápido de todo el mundo, las jóvenes hacen 150 horas extras al mes en las fábricas de confección, pero el 60% no tiene contrato de trabajo y el 90% no tiene acceso a la seguridad social. Las repercusiones de esta inseguridad en el empleo van más allá del lugar de trabajo. Todavía se considera que las mujeres deben ocuparse de criar a los hijos y cuidar a los familiares enfermos y a los ancianos aunque trabajen fuera de casa. Soportan una doble carga y apenas reciben ayuda de sus gobiernos o empresarios para llevarla dignamente. La presión que sufren puede acabar con su salud, desestructurar a su familia y minar las posibilidades de que sus hijos accedan a un futuro mejor. El resultado: precisamente a las trabajadoras que constituyen la columna vertebral de la generación de riqueza en muchos países en vías de desarrollo se les arrebata su parte de los beneficios que el comercio les podría deparar. Sufren las consecuencias los trabajadores tanto de los países ricos como pobres. Las mujeres e inmigrantes de las comunidades pobres de los países ricos –como las trabajadoras agrícolas de EE.UU. y Canadá y las que se llevan el trabajo a casa en el Reino Unido y Australia– padecen igualmente condiciones de contratación muy precarias en los sectores sometidos a la competencia comercial. La presión de la competencia que ejercen las importaciones de bajo coste es claramente una de las razones, pero también interviene la presión que comporta trabajar en el eslabón más bajo de la cadena de abastecimiento mundial de una gran cadena de venta al público, tanto si ésta compra en el extranjero como en casa. Una de las causas básicas de estas condiciones precarias es el nuevo modelo empresarial que ha surgido con la globalización, y que se describe en el capítulo 2. Las empresas minoristas y las grandes marcas se han erigido como la poderosa bisagra entre los consumidores y los productores del mundo. Sus cadenas de producción globales se extienden desde las estanterías de los supermercados y de las tiendas de ropa de los principales centros comerciales del mundo a las explotaciones agrícolas de fruta y verdura de América Latina y África y las fábricas de confección de ropa en el Norte de África y China. Wal-Mart, la cadena de hipermercados más grande del mundo, que lidera este modelo, compra productos a más de 65.000 proveedores de todo el mundo y los vende a más de 138 millones de consumidores cada semana en sus 1.300 tiendas repartidas en 10 países. La globalización ha reforzado enormemente la capacidad negociadora de las cadenas de tiendas minoristas. Las nuevas tecnologías, la liberalización del comercio y la movilidad de los capitales han aumentado de forma espectacular el número de países y de productores a los que pueden adquirir sus productos, creando un sector productivo de proveedores que crece indefinidamente y que se disputan un puesto en las cadenas de producción. Al mismo tiempo, las fusiones y adquisiciones internacionales y las estrategias agresivas de fijación de los precios han concentrado el poder del mercado en manos de un puñado de grandes grupos empresariales que ahora construyen imperios internacionales. Éstos tienen un poder enorme a la hora de negociar con los productores y lo utilizan para trasladar los costes y los riesgos del negocio a los eslabones más bajos de la cadena de abastecimiento. Su modelo empresarial, centrado en el máximo beneficio para el accionista, exige cada vez más flexibilidad a través de una entrega “al momento”, pero con un control más estricto de los inputs y los estándares, junto con unos precios cada vez más bajos. Bajo estas presiones, los directores de las fábricas y de las explotaciones agrícolas desplazan los costes y los riesgos a los eslabones más débiles de la cadena: la mano de obra que contratan. Para muchos productores, la estrategia laboral es muy sencilla: que sea flexible y barata. Para hacer frente a la oscilación de pedidos y a la caída de precios, contratan trabajadores y trabajadoras con contratos de corta duración, exigen objetivos exagerados y subcontratan en la economía informal a productores que están fuera de la normativa y son invisibles. Presionados para cumplir plazos de entrega muy ajustados, exigen que los trabajadores inviertan muchas horas para cumplir las fechas de envío pactadas. Y para minimizar la resistencia, contratan a las trabajadoras con menos probabilidades de sindicarse (mujeres jóvenes, a menudo emigrantes e inmigrantes) y amenazan o despiden a las que se atreven a defender sus derechos. A la vista de estas fuertes presiones comerciales, los gobiernos deberían fortalecer la protección de los derechos de las trabajadoras. Por el contrario, muchos han comerciado con ellos hasta vaciarlos de contenido, ya sea por medio de leyes o en la práctica. Presionados por los inversores locales y extranjeros y por las condiciones de los préstamos del FMI y del Banco Mundial, con demasiada frecuencia han permitido que las normas del trabajo se definiesen de acuerdo con las exigencias de flexibilidad de la cadena de compra: mayor facilidad de contratación y de despido, más contratos de menor duración, menos subsidios y más horas extras. Ello genera una ventaja a corto plazo para el comercio, pero con el riesgo de un coste a largo plazo para la sociedad. Cada vez más, las empresas exhiben “códigos de conducta” que aseguran a los consumidores que se preocupan de que se respete la legislación laboral a lo largo de toda la cadena. Pero las auditorias que realizan en sus fábricas y explotaciones agrícolas siguen centrando su atención en documentar los problemas laborales que existen sin preguntarse por qué persisten. Intervienen muchos factores, desde una dirección deficiente a una legislación nacional laxa. Pero una de las raíces del problema, ignorada durante demasiado tiempo, es la presión de las empresas distribuidoras y de las marcas debido al tipo de prácticas de compra que imponen a la cadena de proveedores, que deterioran las mismas normas del trabajo que dicen apoyar. Cuando nos quedamos horrorizados de las condiciones de trabajo infrahumanas de las fábricas de confección deberíamos preguntarnos ¿quién las generó? La presión que sufren las trabajadoras se inicia lejos de los locales de la fábrica y va bajando por la cadena de compra a través de las estrategias de las cadenas minoristas y marcas comerciales descritas en el Capítulo 3. Su exigencia de entrega “al momento” ha reducido un 30% los tiempos de producción en cinco años...y genera pedidos más pequeños y menos previsibles y costes de transporte aéreo elevados en los casos de incumplimiento de plazos. Las fábricas de Marruecos que producen para Induyco y El Corte Inglés, la cadena de grandes almacenes más importante de España, deben entregar muchos de los pedidos en menos de siete días. “Las tiendas tienen que estar siempre llenas de diseños nuevos”, decía un responsable de la planificación de la producción. “Hacemos lo imposible por cumplir los plazos... Nos jugamos la imagen”. Pero la imagen que ocultan es la de las jóvenes que trabajan hasta 16 horas al día para cumplir esos plazos, recibiendo un 40% menos por las horas trabajadas fuera de su horario habitual. “Una de las chicas está embarazada de siete meses y trabaja diez horas al día”, comentaba una trabajadora de la confección, “y como tiene que hacer un montón de piezas por hora, el encargado no le deja ir al lavabo. Para ella es una auténtica tortura, pero no se puede permitir el lujo de perder el trabajo.” En todos los países, la caída de los precios (para los productores de prendas de vestir ha sido del 30% en tres años) aumenta la presión para recortar los costes; la solución preferida, aunque oculta, es subcontratar la producción a talleres cuyas condiciones son mucho peores. Y cuando los compradores no aseguran pedidos para el futuro, sus intenciones de mejorar las condiciones laborales suenan huecas. No es de extrañar que muchos directivos falsifiquen los documentos e intimiden a las trabajadoras para que contesten las preguntas “correctamente”. La industria de productos frescos –fruta, verduras y flores– es intrínsecamente arriesgada, pero las duras negociaciones que imponen los supermercados pueden incrementar todavía más esta apuesta. Como muestra el capítulo 4, los campesinos de todo el mundo se ven obligados a cargar con los costes y riesgos cada vez que los supermercados establecen los precios mucho después de que se haya embarcado el producto, cuando exigen relaciones de exclusividad pero anulan el pedido, y cuando hacen promociones a precios bajísimos para alcanzar sus objetivos de ventas. “Es la única parte del pastel que nos queda, los costes de la mano de obra”, decía un productor de manzanas sudafricano que exporta a Tesco, el mayor supermercado del Reino Unido. “Si ellos nos exprimen, ese es el único lugar donde podemos exprimir nosotros”. No es de extrañar pues, que los agricultores como él contraten temporalmente cada vez más a mujeres para que trabajen 11 horas al día en el campo a cambio de salarios de pobreza, sin bajas por enfermedad o maternidad y sin seguridad en sus ingresos. Ya es hora de conseguir un comercio con justicia En la campaña de Oxfam Por un Comercio con Justicia estamos uniendo esfuerzos, con organizaciones de todo el mundo, para exigir que las mujeres que trabajan en las cadenas de producción de algunas de las compañías más poderosas del mundo obtengan la parte que les corresponde de los beneficios que genera el comercio. Sus experiencias y luchas constituyen el núcleo de este informe y de nuestra campaña internacional. Todos nosotros exigimos: • Que las compañías respeten los estándares laborales en toda la cadena de producción, también en la parte que sea deslocalizada y que su política comercial considere especialmente el impacto que tienen sus prácticas de compra y aprovisionamiento en la forma en que los productores contratan y tratan a sus trabajadoras. • Que los productores y proveedores de todo el mundo ofrezcan puestos de trabajo dignos a sus empleados, lo que incluye respetar el derecho de las trabajadoras a sindicarse y a negociar convenios colectivos y a eliminar la discriminación de las mujeres trabajadoras. • Que los gobiernos del Norte y del Sur dejen de comerciar con los derechos de los trabajadores jurídicamente y en la práctica, y que hagan cumplir las normas internacionales del trabajo para fomentar trabajos dignos que favorezcan la reducción de la pobreza, la igualdad de género y el desarrollo. • Que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial promuevan los derechos de los trabajadores en todas sus operaciones, en tanto que es una herramienta fundamental para la reducción de la pobreza y para una mayor igualdad de género. • Que los inversores institucionales –accionistas y fondos de pensiones– utilicen su poder en los mercados de inversión para promover prácticas en las cadenas de producción que respeten las normas internacionales del trabajo. • Que los consumidores reclamen a las cadenas de distribución y grandes marcas que garanticen que sus prácticas de compras respetan los derechos de los trabajadores en lugar de deteriorarlos.
Fuente: Biblioteca Digital Feminista Formatos de contenido: Otros
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Más por menos: El trabajo precario de las mujeres en las cadenas de producción globalizadas

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Imagen de apoyo de  Identificación profesional y comportamiento organizacional de los profesionales de la comunicación

Identificación profesional y comportamiento organizacional de los profesionales de la comunicación

Por: Orlando Enrique; García Villamizar Contreras Pacheco | Fecha: 2020

El presente estudio examina la identificación profesional de los profesionales de la comunicación en función de su comportamiento organizacional como parte de un entorno laboral. Su propósito consiste en conocer la forma en que la reputación organizacional y la compatibilidad percibida por el profesional sobre la organización donde labora afectan su identificación como profesional, y si esta sirve como mediadora para influir sobre su satisfacción laboral. En lo metodológico se acude a un modelamiento de ecuaciones estructurales basado en un instrumento transversal aplicado sobre 143 profesionales de comunicación social en Colombia. Los resultados obtenidos son coincidentes con las hipó- tesis planteadas. Se contribuye en la medida en que se evalúan constructos que exploran de manera plausible las percepciones y las conductas de los profesionales de la comunicación. Además, orienta sobre la forma en que ellos consideran se adaptan laboralmente a las estructuras organizacionales actuales y potencian su rendimiento.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Artículos
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Identificación profesional y comportamiento organizacional de los profesionales de la comunicación

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Imagen de apoyo de  Intercambio de conocimiento, motivación intrínseca y congruencia de valores en instituciones microfinancieras

Intercambio de conocimiento, motivación intrínseca y congruencia de valores en instituciones microfinancieras

Por: Orlando Enrique; Lesmez Peralta Contreras Pacheco | Fecha: 2019

Enmarcado en el contexto de las instituciones microfinancieras en Colombia, el presente trabajo tiene como propósito evaluar la forma en que la motivación intrínseca impacta los procesos de recepción y entrega de conocimiento. Asimismo, pretende explorar el grado de participación del ajuste persona-valores organizacionales como variable moderadora, es decir, el efecto de interacción generado sobre la relación entre la motivación intrínseca y el intercambio de conocimiento. Para ello, se prueba un modelo de ecuaciones estructurales, cuyos resultados sugieren que la motivación intrínseca influye positivamente sobre ambos componentes del intercambio de conocimiento, los cuales se encuentran correlacionados entre sí. Framed by the context of microfinance institutions, this paper aims to evaluate the way in which intrinsic motivation impacts both knowledge collecting and knowledge donating reception, as the two constituent components of knowledge sharing. It also evaluates the impact of the person-organization values fit as a moderating variable, this is, the effect of the interaction generated on the relationship between intrinsic motivation and knowledge sharing. The model is tested through a structural equation model carried out in a Colombian institution. The results suggest that intrinsic motivation has a positive influence on both components of knowledge sharing, which are also correlated with each other.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Artículos
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Intercambio de conocimiento, motivación intrínseca y congruencia de valores en instituciones microfinancieras

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Imagen de apoyo de  Más por menos: El trabajo precario de las mujeres en las cadenas de producción globalizadas

Más por menos: El trabajo precario de las mujeres en las cadenas de producción globalizadas

Por: Claire Harvey | Fecha: 2019

La globalización ha introducido a millones de mujeres de los países en desarrollo en el mundo del trabajo. Trabajan en las cadenas globales de producción de las empresas multinacionales, produciendo mercancías que impulsan el crecimiento de las exportaciones: recogen y envasan fruta, cosen prendas de vestir, cortan flores y montan juguetes. Estos trabajos podrían aportar a las mujeres los ingresos, la seguridad y el apoyo que necesitan para salir de la pobreza junto con sus familias. Por el contrario, se les niega sistemáticamente la participación que les corresponde en los beneficios que genera la globalización. Los contratos –en el caso de que los tengan– son de corta duración y la mujer trabaja a un ritmo frenético a cambio de un salario muy bajo, en condiciones insalubres. Se ve obligada a realizar muchas horas para ganar lo suficiente como para sobrevivir. La mayoría no goza de baja por enfermedad o por maternidad, pocas están amparadas por alguna cobertura sanitaria o de desempleo y aún menos consiguen ahorrar para el futuro. En lugar de apoyar el desarrollo a largo plazo, el comercio fomenta la inseguridad y la vulnerabilidad de millones de mujeres trabajadoras. La dura realidad a la que se enfrentan las trabajadoras pone de relieve uno de los fallos patentes del actual modelo de globalización. A lo largo de los últimos 20 años, se han ampliado y fortalecido espectacularmente los derechos (jurídicos) de las poderosas entidades corporativas. A través de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y de los acuerdos comerciales regionales y bilaterales, las empresas disfrutan ahora de protección para sus derechos de propiedad intelectual a escala mundial. Como inversores, estas mismas empresas están protegidas jurídicamente frente a una amplia gama de posibles acciones de los gobiernos. Los derechos de los trabajadores han evolucionado en sentido contrario. Y no es casual que el ascenso de los contratos “flexibles” haya ido parejo al aumento del número de mujeres trabajadoras, a menudo inmigrantes. El resultado es que los derechos de las empresas son cada vez más fuertes, mientras que los derechos y la protección de las personas en el trabajo se debilitan, y las mujeres están pagando los costes sociales de todo ello. El núcleo de muchas estrategias de empleo de las cadenas de producción globales es la explotación de las circunstancias de la población vulnerable, ya sea de manera intencionada o no. Es evidente que los grupos sociales vulnerables necesitan desesperadamente trabajar para poder salir de la pobreza y la desigualdad. Pero si la manera de contratarlos convierte su vulnerabilidad en una excusa para pagarles menos, haciéndoles trabajar más horas y en condiciones más duras, sin darles los subsidios que les corresponden legítimamente, el trabajo no les servirá para salir de la pobreza. El resultado es un cambio gradual, pero fundamental, en el beneficiario del comercio bajo el modelo de globalización imperante. Las ventajas de la flexibilidad de que gozan las empresas al final de las cadenas globales de producción son a costa de la precariedad del empleo en el otro extremo de la cadena. Si éste es el futuro del trabajo orientado a la exportación en los países pobres, el comercio no cumplirá con su auténtico potencial para reducir la pobreza y la desigualdad de género. El estudio llevado a cabo por Oxfam con socios de 12 países, ha supuesto la realización de entrevistas a cientos de mujeres trabajadoras y a muchos jefes de fábricas y de explotaciones agrícolas, a agentes de las cadenas mundiales de producción, al personal de empresas minoristas y de grandes marcas, a sindicatos y funcionarios gubernamentales. Ha puesto de manifiesto cómo los minoristas (supermercados y grandes almacenes) y las marcas de ropa utilizan su poder en las cadenas de producción para trasladar sistemáticamente los costes y los riesgos a los productores, quienes, a su vez, los desplazan a las mujeres trabajadoras. En el Capítulo 1 se explican las repercusiones de todo ello en las mujeres y en sus familias: • En Chile, el 75% de las mujeres del sector agrícola trabaja con contratos temporales, recogiendo fruta durante más de 60 horas a la semana durante la temporada. Pero una de cada tres sigue ganando menos del salario mínimo. • Menos de la mitad de las mujeres empleadas en el sector de la exportación de textiles y de prendas de vestir en Bangladesh tiene contrato de trabajo y la gran mayoría no tiene bajas de maternidad o cobertura sanitaria... Pero el 80% teme el despido si se queja. • En la provincia china de Guangdong, una de las regiones industriales de crecimiento más rápido de todo el mundo, las jóvenes hacen 150 horas extras al mes en las fábricas de confección, pero el 60% no tiene contrato de trabajo y el 90% no tiene acceso a la seguridad social. Las repercusiones de esta inseguridad en el empleo van más allá del lugar de trabajo. Todavía se considera que las mujeres deben ocuparse de criar a los hijos y cuidar a los familiares enfermos y a los ancianos aunque trabajen fuera de casa. Soportan una doble carga y apenas reciben ayuda de sus gobiernos o empresarios para llevarla dignamente. La presión que sufren puede acabar con su salud, desestructurar a su familia y minar las posibilidades de que sus hijos accedan a un futuro mejor. El resultado: precisamente a las trabajadoras que constituyen la columna vertebral de la generación de riqueza en muchos países en vías de desarrollo se les arrebata su parte de los beneficios que el comercio les podría deparar. Sufren las consecuencias los trabajadores tanto de los países ricos como pobres. Las mujeres e inmigrantes de las comunidades pobres de los países ricos –como las trabajadoras agrícolas de EE.UU. y Canadá y las que se llevan el trabajo a casa en el Reino Unido y Australia– padecen igualmente condiciones de contratación muy precarias en los sectores sometidos a la competencia comercial. La presión de la competencia que ejercen las importaciones de bajo coste es claramente una de las razones, pero también interviene la presión que comporta trabajar en el eslabón más bajo de la cadena de abastecimiento mundial de una gran cadena de venta al público, tanto si ésta compra en el extranjero como en casa. Una de las causas básicas de estas condiciones precarias es el nuevo modelo empresarial que ha surgido con la globalización, y que se describe en el capítulo 2. Las empresas minoristas y las grandes marcas se han erigido como la poderosa bisagra entre los consumidores y los productores del mundo. Sus cadenas de producción globales se extienden desde las estanterías de los supermercados y de las tiendas de ropa de los principales centros comerciales del mundo a las explotaciones agrícolas de fruta y verdura de América Latina y África y las fábricas de confección de ropa en el Norte de África y China. Wal-Mart, la cadena de hipermercados más grande del mundo, que lidera este modelo, compra productos a más de 65.000 proveedores de todo el mundo y los vende a más de 138 millones de consumidores cada semana en sus 1.300 tiendas repartidas en 10 países. La globalización ha reforzado enormemente la capacidad negociadora de las cadenas de tiendas minoristas. Las nuevas tecnologías, la liberalización del comercio y la movilidad de los capitales han aumentado de forma espectacular el número de países y de productores a los que pueden adquirir sus productos, creando un sector productivo de proveedores que crece indefinidamente y que se disputan un puesto en las cadenas de producción. Al mismo tiempo, las fusiones y adquisiciones internacionales y las estrategias agresivas de fijación de los precios han concentrado el poder del mercado en manos de un puñado de grandes grupos empresariales que ahora construyen imperios internacionales. Éstos tienen un poder enorme a la hora de negociar con los productores y lo utilizan para trasladar los costes y los riesgos del negocio a los eslabones más bajos de la cadena de abastecimiento. Su modelo empresarial, centrado en el máximo beneficio para el accionista, exige cada vez más flexibilidad a través de una entrega “al momento”, pero con un control más estricto de los inputs y los estándares, junto con unos precios cada vez más bajos. Bajo estas presiones, los directores de las fábricas y de las explotaciones agrícolas desplazan los costes y los riesgos a los eslabones más débiles de la cadena: la mano de obra que contratan. Para muchos productores, la estrategia laboral es muy sencilla: que sea flexible y barata. Para hacer frente a la oscilación de pedidos y a la caída de precios, contratan trabajadores y trabajadoras con contratos de corta duración, exigen objetivos exagerados y subcontratan en la economía informal a productores que están fuera de la normativa y son invisibles. Presionados para cumplir plazos de entrega muy ajustados, exigen que los trabajadores inviertan muchas horas para cumplir las fechas de envío pactadas. Y para minimizar la resistencia, contratan a las trabajadoras con menos probabilidades de sindicarse (mujeres jóvenes, a menudo emigrantes e inmigrantes) y amenazan o despiden a las que se atreven a defender sus derechos. A la vista de estas fuertes presiones comerciales, los gobiernos deberían fortalecer la protección de los derechos de las trabajadoras. Por el contrario, muchos han comerciado con ellos hasta vaciarlos de contenido, ya sea por medio de leyes o en la práctica. Presionados por los inversores locales y extranjeros y por las condiciones de los préstamos del FMI y del Banco Mundial, con demasiada frecuencia han permitido que las normas del trabajo se definiesen de acuerdo con las exigencias de flexibilidad de la cadena de compra: mayor facilidad de contratación y de despido, más contratos de menor duración, menos subsidios y más horas extras. Ello genera una ventaja a corto plazo para el comercio, pero con el riesgo de un coste a largo plazo para la sociedad. Cada vez más, las empresas exhiben “códigos de conducta” que aseguran a los consumidores que se preocupan de que se respete la legislación laboral a lo largo de toda la cadena. Pero las auditorias que realizan en sus fábricas y explotaciones agrícolas siguen centrando su atención en documentar los problemas laborales que existen sin preguntarse por qué persisten. Intervienen muchos factores, desde una dirección deficiente a una legislación nacional laxa. Pero una de las raíces del problema, ignorada durante demasiado tiempo, es la presión de las empresas distribuidoras y de las marcas debido al tipo de prácticas de compra que imponen a la cadena de proveedores, que deterioran las mismas normas del trabajo que dicen apoyar. Cuando nos quedamos horrorizados de las condiciones de trabajo infrahumanas de las fábricas de confección deberíamos preguntarnos ¿quién las generó? La presión que sufren las trabajadoras se inicia lejos de los locales de la fábrica y va bajando por la cadena de compra a través de las estrategias de las cadenas minoristas y marcas comerciales descritas en el Capítulo 3. Su exigencia de entrega “al momento” ha reducido un 30% los tiempos de producción en cinco años...y genera pedidos más pequeños y menos previsibles y costes de transporte aéreo elevados en los casos de incumplimiento de plazos. Las fábricas de Marruecos que producen para Induyco y El Corte Inglés, la cadena de grandes almacenes más importante de España, deben entregar muchos de los pedidos en menos de siete días. “Las tiendas tienen que estar siempre llenas de diseños nuevos”, decía un responsable de la planificación de la producción. “Hacemos lo imposible por cumplir los plazos... Nos jugamos la imagen”. Pero la imagen que ocultan es la de las jóvenes que trabajan hasta 16 horas al día para cumplir esos plazos, recibiendo un 40% menos por las horas trabajadas fuera de su horario habitual. “Una de las chicas está embarazada de siete meses y trabaja diez horas al día”, comentaba una trabajadora de la confección, “y como tiene que hacer un montón de piezas por hora, el encargado no le deja ir al lavabo. Para ella es una auténtica tortura, pero no se puede permitir el lujo de perder el trabajo.” En todos los países, la caída de los precios (para los productores de prendas de vestir ha sido del 30% en tres años) aumenta la presión para recortar los costes; la solución preferida, aunque oculta, es subcontratar la producción a talleres cuyas condiciones son mucho peores. Y cuando los compradores no aseguran pedidos para el futuro, sus intenciones de mejorar las condiciones laborales suenan huecas. No es de extrañar que muchos directivos falsifiquen los documentos e intimiden a las trabajadoras para que contesten las preguntas “correctamente”. La industria de productos frescos –fruta, verduras y flores– es intrínsecamente arriesgada, pero las duras negociaciones que imponen los supermercados pueden incrementar todavía más esta apuesta. Como muestra el capítulo 4, los campesinos de todo el mundo se ven obligados a cargar con los costes y riesgos cada vez que los supermercados establecen los precios mucho después de que se haya embarcado el producto, cuando exigen relaciones de exclusividad pero anulan el pedido, y cuando hacen promociones a precios bajísimos para alcanzar sus objetivos de ventas. “Es la única parte del pastel que nos queda, los costes de la mano de obra”, decía un productor de manzanas sudafricano que exporta a Tesco, el mayor supermercado del Reino Unido. “Si ellos nos exprimen, ese es el único lugar donde podemos exprimir nosotros”. No es de extrañar pues, que los agricultores como él contraten temporalmente cada vez más a mujeres para que trabajen 11 horas al día en el campo a cambio de salarios de pobreza, sin bajas por enfermedad o maternidad y sin seguridad en sus ingresos. Ya es hora de conseguir un comercio con justicia En la campaña de Oxfam Por un Comercio con Justicia estamos uniendo esfuerzos, con organizaciones de todo el mundo, para exigir que las mujeres que trabajan en las cadenas de producción de algunas de las compañías más poderosas del mundo obtengan la parte que les corresponde de los beneficios que genera el comercio. Sus experiencias y luchas constituyen el núcleo de este informe y de nuestra campaña internacional. Todos nosotros exigimos: • Que las compañías respeten los estándares laborales en toda la cadena de producción, también en la parte que sea deslocalizada y que su política comercial considere especialmente el impacto que tienen sus prácticas de compra y aprovisionamiento en la forma en que los productores contratan y tratan a sus trabajadoras. • Que los productores y proveedores de todo el mundo ofrezcan puestos de trabajo dignos a sus empleados, lo que incluye respetar el derecho de las trabajadoras a sindicarse y a negociar convenios colectivos y a eliminar la discriminación de las mujeres trabajadoras. • Que los gobiernos del Norte y del Sur dejen de comerciar con los derechos de los trabajadores jurídicamente y en la práctica, y que hagan cumplir las normas internacionales del trabajo para fomentar trabajos dignos que favorezcan la reducción de la pobreza, la igualdad de género y el desarrollo. • Que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial promuevan los derechos de los trabajadores en todas sus operaciones, en tanto que es una herramienta fundamental para la reducción de la pobreza y para una mayor igualdad de género. • Que los inversores institucionales –accionistas y fondos de pensiones– utilicen su poder en los mercados de inversión para promover prácticas en las cadenas de producción que respeten las normas internacionales del trabajo. • Que los consumidores reclamen a las cadenas de distribución y grandes marcas que garanticen que sus prácticas de compras respetan los derechos de los trabajadores en lugar de deteriorarlos.
Fuente: Biblioteca Digital Feminista Formatos de contenido: Otros
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Más por menos: El trabajo precario de las mujeres en las cadenas de producción globalizadas

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Stakeholder Management: Formulating a Primer for Practitioners

Por: Orlando Enrique; Lesmez Peralta Contreras Pacheco | Fecha: 2020

Stakeholders are defined as any group of individual who can affect or is affected by the achievement of the organization’s objectives. By its part, stakeholder management is the act of balancing the competing preferences or claims of company stakeholders for the sake of competing, collaborating, and succeeding. The present manuscript structures a primer, in the shape of a pedagogical proposal about the topic of stakeholder management. For this purpose, it introduces the reader to terms and concepts that are necessary to understand stakeholder management as an alternative way to manage organizations in both utilitarian and ethical manner. The present work also offers sufficient grounding in the field that enables the reader to interpret the insights of stakeholder management as a dynamic and cross-functional concept. The work addresses practitioners, students, scholars and instructors in any topic of the business administration domain, which desires to validate alternatives to the traditional view of a shareholder-oriented way to manage.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Artículos
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Sostenibilidad, stakeholders y crisis de empresa: un análisis estructurado de percepciones

Por: Orlando Enrique; Talero Sarmiento Contreras Pacheco | Fecha: 2019

La realidad revela que los stakeholders de una empresa, por lo general ostentan intereses diversos. Sin embargo, ante una crisis se espera que se les conceda una importancia ecuánime en cuanto a la solución de sus dificultades inmediatas. El presente trabajo propone evaluar el grado de imparcialidad en la percepción de la importancia de los stakeholders sobre lo que ellos reclaman y afirman. Para ello, se valoran los conceptos de influencia, interés, legitimidad y urgencia en un escenario de crisis de empresa. El estudio evalúa un caso real ocurrido en Colombia, mediante un análisis de correspondencia múltiple aplicado sobre las percepciones de profesionales de diferentes nacionalidades, en su etapa de formación gerencial. A partir de los resultados obtenidos, se observa un comportamiento contradictorio en la percepción de dichos profesionales. Se concluye que estos hallazgos pueden representar retos pedagógicos y gerenciales, considerando que aún se encuentran sesgos respecto a la importancia de cada stakeholder en el contexto estudiado.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Artículos
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How messaging shapes attitudes toward sea otters as a species at risk = Cómo los mensajes pueden modificar las actitudes hacia las nutrias de mar que son especies amenazadas

Por: Alejandra; Chan Echeverri Ochoa | Fecha: 2017

Abstract: To address the drivers of biodiversity loss, conservation efforts must attend to public attitudes toward endangered species. Using sea otters as a species at risk, we examined how messaging shapes people’s attitudes toward this species. Participants viewed a message about sea otters that was either positive (sea otters as keystone species), negative (resource conflict with local fishermen), or neutral (biological facts). The impact of the message on people’s attitudes was measured using Kellert’s typology of basic attitudes toward wild-life. We found that the negative message promoted people’s interests in the practical value of sea otters (utilitarian-consumption attitudes), their habitats (utilitarian-habitat attitudes), and control over sea otters (dominionistic attitudes), even though the negative message was perceived as less convincing and believable than positive or neutral messages. The positive message decreased utilitarian-con- sumption attitudes, and the neutral message decreased utilitarian- habitat attitudes. Our findings suggested that messaging can influ- ence public attitudes toward wildlife. Resumen: Para abordar los motores de la pérdida de biodiversidad, los esfuerzos de conservación deben prestar atención a las actitudes del público hacia las especies amenazadas. Utilizando las nutrias marinas como una especie amenazada, examinamos cómo los mensajes modifican las actitudes de las personas hacia esta especie. Los participantes del estudio vieron un mensaje sobre las nutrias marinas que era positivo (las nutrias marinas como especies clave en los ecosistemas), negativo (conflicto entre las nutrias y los pescadores locales) o neutral (datos biológicos). El impacto del mensaje en las actitudes de las personas se midió utilizando la tipología de actitudes básicas de Kellert hacia la vida silvestre. Descubrimos que el mensaje negativo promovió los intereses de las personas en el valor práctico de las nutrias marinas (actitudes de consumo utilitario), sus hábitats (actitudes de hábitat utilitario) y el control sobre las nutrias marinas (actitudes dominionísticas sobre las nutrias). Esto a pesar de que el mensaje negativo se percibió como menos convincente y menos creíble que los mensajes positivos o neutrales. El mensaje positivo disminuyó las actitudes de consumo utilitario, y el mensaje neutral disminuyó las actitudes de hábitat utilitario. Nuestros hallazgos sugieren que los mensajes pueden influir en las actitudes del público hacia la vida silvestre.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Artículos
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Approaching human-animal relationships from multiple angles: A synthetic perspective = Acercándose a las relaciones humano-animales desde varios ángulos: Una perspectiva sintética

Por: Alejandra; Karp Echeverri Ochoa | Fecha: 2018

Abstract: Non-human animals are ubiquitous in human lives. We dress with their fur and their skin, we eat their meat, and we visit them in zoos and aquaria. Some animals are cherished as part of our families, while others are vilified as pests and invaders. Human-animal relationships are anything but simple. This paper's overarching objective is to present a synthetic perspective on diverse academic subfields encompassed by the broader field of “human-animal studies”. In doing so, we introduce researchers, students, and practitioners to the many kinds of research about human-animal interactions, to help them navigate appropriate methods, approaches and collaborations, and to better understand conservation and wildlife management problems and their possible solutions (e.g., for preventing illegal wildlife trafficking). We identified 27 fields that study the non-material relationships between humans and animals with diverse epistemologies and methods, interdisciplinary collaborations appeared scarce. Interdisciplinary innovation is key to solving many pressing issues in conservation. Unless conservationists engage with academics and practitioners trained in other fields, such as the multitude of fields comprising human-animal studies, we will likely miss effective solutions to the worlds' problems. In this review, we argue that effective interdisciplinary and cross-paradigmatic research collaborations might require that we be explicit about our positionality as researchers. Resumen: Los animales no humanos son omnipresentes en la vida humana. Nos vestimos con su pelaje y su piel, comemos su carne y los visitamos en zoológicos y acuarios. Algunos animales son apreciados como parte de nuestras familias, mientras que otros son tildados de plagas e invasores. Las relaciones entre humanos y animales no son simples. El objetivo general de este artículo es presentar una perspectiva sintética sobre diversos subcampos académicos abarcados por el campo de los “estudios entre humanos y animales”. Al hacerlo, introducimos a los investigadores, estudiantes y profesionales a los muchos tipos de investigación sobre las interacciones entre humanos y animales, les ayudamos a navegar por métodos, enfoques y colaboraciones apropiados, y a comprender mejor los problemas de conservación y manejo de la vida silvestre y sus posibles soluciones (por ejemplo para prevenir el tráfico ilegal de fauna). Identificamos 27 campos que estudian las relaciones inmateriales entre humanos y animales con diversas epistemologías y diversos métodos. Encontramos que las colaboraciones interdisciplinarias son escasas. La innovación interdisciplinaria es clave para resolver muchos problemas urgentes de la conservación. A menos que los biólogos de la conservación se relacionen con académicos y profesionales capacitados en otros campos, como la multitud de campos que comprenden los estudios entre humanos y animales, probablemente perderemos soluciones efectivas a los problemas del mundo. En esta revisión de literatura, argumentamos que las colaboraciones de investigación interdisciplinarias y transparadigmáticas efectivas requieren que seamos explícitos sobre nuestra posicionalidad como investigadores.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Artículos
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