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Imagen de apoyo de  Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año V Serie II Tomo I N. 15

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año V Serie II Tomo I N. 15

Por: | Fecha: 13/04/1901

(~'-'~~~ Boaor A, ABRIL 13 DE 1901 .SRRIE II- ToMo I-N. o 16 BOLETIN ~11LITAR DE COLOMBIA Organo del Ministerio de 1 Director ad honor e m Guerra y del Ejército F. J. VERGARA Y V. 'on coll\borudot· a de este periódico los f General de Ingenieros, Miembro dG Jefes y Oficiales del Ejército 9 varias Socledades Cientificaa DECRETO l'lUMERO 353 DE I9o.1 (28 DE MARZO) por el cual e ad cribe al Ministerio de Guerra la Jefatura Civil y Militar de Departamento de undinamarca El Vt"cepresúfenlt (Ü la Retntbhra encarrrado del Pode1· E'jeculivo, En uso de las facultades qu le confiere el artículo 12 r de la Constitución, DECRETA Art. 1. 0 i\d críbese al Ministerio de Guerra la jefatura CiYil y Militar del Departamento de Cundinamarca. Mientras dure la actual turbación del orden público, la Administración de dicho Departamento quedará. á cargo del expresado Ministerio, por me­dio de un empleado que se denominará Secretario general de Cun­dt1wmarca, el cual atenderá, bajo la dirección del Gobierno, á los distintos ramos de la Administración departamental y autorizará las providencias del Ministerio, relativas al Departamento. Art. 2.0 El Secretario general de Cundinamarca tendrá la asignación mensual de quinientos pesos ($ 500), que se pagarán de los fondos nacionales, con imputación al § 1. 0 del artículo 1 1 del • Presupuesto. Art. 3. 0 La Policía Nacional continuará bajo ]a dirección in­mediata del Ministro de Guerra. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 28 de Marzo de Igc>I. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Gobierno, GuiLLERMO QuiNTERO C.-El Subse­cretario de Relaciones Exteriores, encargado del Despacho, AN­Toxo 1-29 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletfn Milita, TONIO JosÉ URrnx-El Ministro de Instrucci~n ~ública, enca;~ado del Despacho de Hacienda, MIGUEL ABADIA MENDEZ-El Mm1stro de Guerra, RAMÓN GoNzÁLEZ VALENCIA-El Ministro del Tesoro, )¡NRIQUE RESTREPO GARCÍA. DECRETO NUMERO 355 DE I90I ( 28 DE MARZO) por el cual se nombra Jefe Civil y Militar de Antioquia El Vicepresz'dmlt de la Repúblú:a, mcargado del Poder Ejecu.tzvo~ DECRETA Artículo único. Nómbrase Jefe Civil y Militar del Departa­Mento de Antioquia al Sr. General D. Marceliano Vélez. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 28 de Marzo de 1 go 1 . ]OSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Gobierno, GuiLLERMO QuiNTERO C. DECRETO NOAl.ERO 357 JJ.E 190J ( 29 DE HARZO) per el cual se encarga á un Jefe de la Dirección de la Policía Nacional y se hace un nombramiento 6/ Yzcepruidenle de la República, encar~ado dd Poder _¿j'ecult'v,, DECJLKTA Art. I. 0 Encárgase de la Dirección general de la Policía Na­cional al Sr. General Lisandro Leiva M., Comandante general de la 7.• División del Ejército. Art. 2. 0 Nómbrase Subdir ctor del Cuerpo de Policía NaciO­nal al Sr. Rafael M. Osorio, á quien se le confiere el grado de Coronel. Comuníquese y publfquese. Dado en Bogotá, á 29 de Marzo de 1 go r. JOSE MANUEL MARROQUIM El Ministro de Guerra, RAMÓN GoNzÁI.KZ VALENCIA Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Milt'tar DECRETO NUMERO ... DE I90I (30 DE lfARZO) por el cual se hace un nombramiento 45I El Vtáprest.delllt de la Repúbhca, encargado del Poder l!.)úultvo, DECRETA Artículo único. Nómbrase Secretario general de la Jefatura Civil y Militar del Departamento de Cundinamarca, adscrita al Mi­nisterio de Guerra, al Sr. Rufino Gutiérrez. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 30 de Marzo de 190 I. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de GuP-rra, RAMÓN GoNZÁLEZ VALENCIA DECRETO NUMERO ... D.E' I90I (l. 0 DE ABRIL) por el cual se encarga á un Jefe de la Comandancia en J efe uel Ejército El Vzápreside11le de la Repúblz'ca, encargado del Poder Ejecutivo, DECRETA Artículo único. Mientras se provee el puesto de Comandante en Jefe del Ejército, encárgase de él al Sr. General en jefe Ma­riano Tobar, en su carácter de Jefe de Estado Mayor general del Ejército. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 1. 0 de Abril de Igül. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, RAMÓN GoNzÁLEz VALENCIA DECRETO NUMERO ... DE I90I ( 7 DE ABRIL) por el cual se reorganiza un Batallón El Vt"cepreúdente de la Repúblzca, encargado del Poder Eje&uHvo, DECRETA Art. 1.° Cámbiase el nombre del Batallón que hasta hoy se ha llamado Cuerpo de Depósito por el de Guardz·a de Bogotá, el cual, como antes, dependerá del Cuartel general del Ejército y bajo el mando directo de la Comandancia Militar de esta Plaza ; ANC O ll<. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 452 Bolet{n Mtl-ita.,. Art. 2. 0 El Batallón Guardt"a de Bogotá se compondrá de la Plana Mayor, cuatro Compañías formadas de tropa de línea, de acuerdo con el personal que designa el Código Militar, y dos Sec­ciones: una de Depósz'to y otra de Inválzdos. La de Depós1io la formarán los individuos enfermos que dejen los Batallones del Ejército que marchan á campaña y los que vengan de fuera por igual motivo, y no puedan prestar un servicio activo y constante. La de Invál/dos la compondrán los individuos que por causa de campaña 6 función de armas se encuentran inválidos ó mutilados. Los Oficiales que por alguna de las causales antet~iores deban ingresar á una de las Secciones d e este B:ttallón, serán de ignadoi por el Ministerio de Guerra, y los individuos de tropa lo serán por la Comandancia Militar de la Plaza, previa anuencia del Cuartel general. Art. 3 .0 Los individuos de tropa que sean clases y que per­tenezcan á. la Secdón de Depósllo, prestarán su servicio como sol­dados, in p e rjuici0 de devengar el sueldo correspondie nte á su empleo. Art. 4 .0 El personal de Jefes y Oficiales del Batallón Guardúz dt Bogotá s rá el siguiente : PLANA MAYOR-Primer Jefe, General Maximiliano Gutiérrez Rubio; Segundo Jefe, Teniente Coronel Lconidas S. Buendía ; Ayudante Mayor, argento Mayor Leonidas Prieto; egundo Ayudante, Teniente Simón Argüelles; Abanderado, ...... ·• · ........ Pn'mera Compailía- Capitán, antiago Cancino; Teniente, .................................... ; ubtcnicntcs, Jesús Parada y Lau­rencio Delo-ado. Segunda Compaliía - Capitán, Jorge Heredia; Teniente, Abraham Páez ; ubtenientes, Plácido Casas y egundo Ortiz. Tercera Compatiía-Capitán, Eliécer Bonilla; Teniente, P dro Delgado; Subtenientes, Aparicio Lezama y Francisco Melo. Cuarta Compaflía- Capitán, José Ignacio Salazar; Teniente, Luis Echeverri ; Subtenientes, Luis Riveros y Gregorio Nivia. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 7 de Abril de 1901. JOSE MANUEL MARROQUIN El Mi nist r o de G uerra, RAMóN GoNzÁLxz VALENCIA. N OCIONES D E GEOGRAFIA MIL ITAR TEORIA D El TERRENC La Geolog ía 6 ciencia de la tierra, trata en g en e ral d e lm cambios sucesivos que se ' han verificado en los tres reinos d e la nat uraleza, investigando las causas de estos cambios y sus influen- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Bolet{n Militar 453 cias sobre las modificaciones que han sufrido tanto la superfide del globo, como su estructura zizterz'or. Entre las diversas cuestiones que abraza este asunto, la primordial para el geólogo es averiguar cuá!ts !ion. las materias que componen la túrra y cómo után dúpueslas. El vasto desarrollo, el cultivo universal de esta moderna cien­cia, cuyos elementos, vulgarizados hasta en cartillas, forman hoy -repetimos-parte de la segunda enseñanza universitaria, le han hecho absorber lo que al principio de este siglo se llamaba geo(Tra-fía j'ís1ca, es decir, aquella parte que más directamente analiza las formas del suelo : las llanuras, los valles, las montañas. Si las for­mas, ó estructura, ó configuración exterior dependen en gran par­te de su naturaleza ó cahdad y de las causas que las han produddo, bien se ve que ambos estudios no pueden andar por más tiempo di­vorciados. Tanto valdría querer tratar de las alteraciones y enfer­medades de la piel, ó parte exterior del cuerpo humano, desenten­diéndo e de las causas interiores que perturban el organismo. No es éste lugar de exponer, ni aun someramente, los princi­pios de una ciencia que cada día ensancha sus conquistas, que cada año se enriquece con centenares de volúmenes : tan solo se intenta hacer ver muy por encima y con arreglo á las hipótesis general­mente acept::tdas, la conexión evidente que la antigua geografía .físzca ó la moderna geología tiene con el arte de la guen·a. abemos que la lz'erra es un cuerpo redondo, aislado en el es­pacio y dotado de dos movimiento : uno de trasladón al rededor del sol, y otro de rotación sobre sí mismo: está demostrado por los conocimientos astronómicos y físicvs; por los eclipses de luna, los viaj s de circumnavt:gación, los progresos geológicos. Es teoría fundamental y universalmente aceptada que la tt'erra, para llegar al <;tado en que hoy la vemos, ha pa ado, en el trans c ur o d e los iglos, por una serie de notables modificaciones. Inmenso globo gaseoso y ftuído en su origen, fue progresivamente reduciendo su volumen, aumentando su velocidad, y adquiriendo consistencia más pastosa por los efectos combinados de la gravedad y del mfrianuento producido por su contacto con el espacio. La consecuencia inmediata del en(n'amzenlo es la condensación, la con­centración, y la formación de una primera película, costra ó cor­teza, sólida, muy análoga á la que en las fundiciones se observa cuando se deja enfriar lentamente una antigua Lala de cañón. De modo que la imaginación, esforzándose, comprende el planeta prúnitzvo con los tres principales elementos que hoy conser­va, aunque en muy distintas proporciones: una atmósfera, abrasa­dora, más densa, más espesa, que debía ejercer mayor presión; una costra ó corteza muy delgada, y dentro un núcleo ardiente, en fusión ígnea, impidiendo y retardando por una parte la acción del enfriamiento exterior ; rompiendo y destrozando por otra la débil corteza que trabajosamente se iba endureciendo ó solidificando. Es difícil darse cuenta del poder trastornador y creador á la vez, de la duración incalculable, de los variables resultados de estos primeros fenómenos. Sólo recordando lo que tarda en enfriarse la bala de cañón que se ha puesto, por ejemplo, ó la la va de algunos Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~54 Boletín Mt.lZ:tar volcanes, que en el largo espacio de un siglo no pierde del todo el calor, es como se puede formar idea aproximada de los millares, de los millones quizá de años que nuestro planeta habrá necesita­do para "apagarse," por decirlo así, para solidificar esa corteza, y prepararla de modo que los primeros seres orgánicos, y más tar­de el hombre, la pudiesen habitar. La existencia del -núcleo interior y candente, del calor cmtral originario, está probada (para los que sostienen esta teoría) por los experimentos en las minas, cuya temperatura aumenta con la pro­fundidad ; por las aguas termales, y por los volcanes en actividad. Para formar alguna idea comparativa del gran volumen de ese núcleo que tenemos bajo los pies, basta considerar que, siendo el radio medio de la tierra unos 6,300 kilómetros, escasamente dan algunos geólogos á la corteza sólida que pisamos, de 40 á 50. Se ve, pues, que hay para ellos todavía una exageración cuando se la compara á. la cáscara de un huevo. Mucho mayor se comete al comparar las desigualdades de la superfide terrestt·e con las de una naranja. La mayor altura de montaña medida en la India no llega á 9,000 metros : escasamente tendrá otro tanto la profundidad "media" del mar ; luego de los 50 kilómetros de espesor que se atribuyen á la corteza ttrreslre, entre I 8 ó 20 no más están com­prendidas sus " máximas desigualdades." Respecto á la atmósfera, es decir, á la capa de aire que envuelve á la tierra, también tiene espesor muy limitado : algunos le dan 50 kilómetros; otros 100, y también hay quien la compara á la ligerísima capa que deja el aliento sobre una bola de billar. Todo esto (cuyo grado de certeza no es fácil fijar) concurre á demostrar que donde ha residido y reside la verdadera y potente "actividad terrestre," es en el centro del planeta. Si hoy que la costra sólida parece ofrecerle más resistencia, la vem0s manifes­tarse por continuos terremotos, numerosos volcanes, levantamien­tos y hundimientos de grandes y pequeños territorios, calcúlese en los tiempos primitivos lo poderoso y trastornador de su acción. A ella se deben indudablemente esas arrugas, grietas, desgarrones y protuberancias que llaman valles y mon.taiias. De este contraste, de esta pugna entre lo fluido y lo sólz'do, proviene la creación ó for­mación sucesiva de nuestro globo con su variada y escabrosa su­perficie. La primitiva bola gaseosa, convertida luégo en una inmensa vejiga ó ampolla, aifícilmente podría contener las oleadas del mar de fuego que hervía y se revolvía en su seno. Unas veces debió re­ventar, entreabrirse, desgarrarse, dando paso á las materias íg­neas, que rebosaban y se amontonaban en la superficie, quedando también inyectadas en la grieta; otras debió contraerse, dilatarse, arrugarse, hacer nesgas, según la pintoresca frase de Elie de Beau­mont; otras, en fin, cuando ya la costra, más espesa, pudo contra­balancear el ímpetu interior, fue levantada y abovedada ó bom­beada de una pieza en grandes espacios y regiones, al paso que en otras se hundía y cuarteaba. De manera que por una parte se distinguen formadonts por coagulación, por precipitación acuosa de Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Milz'tar 455 arriba á abajo, por eyaculación ó inyección de dentro á fuera; y por otra parte, movimientos alternativos de báscula, de compresión lateral, de torsión, de levantamiento, de hundimiento, de trastorno. Los autores se esfuerzan en presentar imágenes y comparaciones que hagan más comprensible aquel caos, aquella labor de crea­ción y dislocación alternativa y simultánea : ninguna más expresi­va que la de Omalius d'Halloy, considerando los trozos de corfeztr sólida como un inmenso mosaico, y mejor, como las piedras ó do­velas de una inmensa bóveda que se destraba. Mientras que la acción ígnea obraba con una eficacia de que hoy no podemos formar idea sino por sus vestigios, la atmósfera de aquellos tiempos primitivos, densa y abrasada, se precipitaba en inmenso diluvio, arrastrando á las hondonadas, como sedz1nento ó pozo, los materiales que arrancaba á las alturas; penetrando tam­bién al través de las grietas y hendiduras de la corteza hasta el Tztí­cleo interior, que, convirtiendo estas aguas en vapor, acrecentó su fuerza y su variedad de acción con este agente poderoso, hoy tan conocido y utilizado por el hombre. La lucha, pues, ó la combina­ción, si se quiere, del agua y el fuego, es la que por una serie de si­glos que la imaginación no puede abarcar, fue modelando y va­riando el t·eheve de la superfiáe terrestre, como si la preparase para habitación del hombre, cuya aparición es, relativamente, muy re­ciente. La naturaleza no hace alto ni descanso en su marcha, crea­dora y destructora á la vez; pero el hombre, como más limitado, se los supone, para darse cuenta más ordenada de sus actos prin­cipales. De ahí viene dividir los geólogos en cuatro períod&s, épo­cas ó eras u convencionale ," el largo proceso de la formación de la tierra. En el período pnillan·o comprenden aquellos tiempos oscuros y remotos, en que la masa fluida de la tierra principia á sentir los efectos del enfriamiento y de la contracción. En el sectmdario, la costra sólz'da se interpone ya con alguna firmeza, y aunque sufrien­do roturas y dislocaciones, separa la acción, hasta entonces re­vuelta y confundida, de la atmósfera exterior y del núcleo interior. Más propensa aquélla al enfriamiento, se precipita en lluvias tem­pestuosas, de que dan imperfecta idea las actuales de los trópicos; y en el período terdario la tierra sufre el esfuerzo de los dos ele­mentos hostiles, viniendo el agua á nivelar y uniformar lo que el fuego interior continuaba levantando y dislocando. Grandes acumu­laciones en las partes hondas constituyen los mares, á cuyo fondo van arrastrados nuevos sedzmentos, que constituyen á su vez nuevas capas ó estratos; y la atmósfera, enfriándose y despejándose gra­dualmente, da más paso á la luz, adquiere condiciones de vitali­dad ; los seres orgánicos pueblan la tierra y las aguas; y el perío­do cuafernarz'o, ~con nuevos fenómenos inexplicables todavía, con­cluye de preparar la venida del hombre sobre la tierra. Con él empieza (ó se ha convenido que empiece) el tiempo histórico, lo que se llama actualidad en geología. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 456 Boletfn ./J;[ilztar Los progresos de la ciencia hacen que cada día estos grandes períodos reciban nuevas divisiones y subdivisiones, llegando hasta treinta y tantos en algunos tratados. No entraremos, aunque ya sea vulgar, en su escabrosa y técnica nomenclatura, á la cual se ligan ideas de otro orden concernientes á los restos petrificados ó f!Jsz"les de los seres orgánicos; pero es indispensable, para entenderse, men­cionar algunas diferencias notables que separan el lenguaje técni­co del ordinario. Suelo ó corteza terrestre, quiere decir la pequeña porción del es­pesor del planeta accesible á la observación é investigación directa del hombre. Por lo dicho, no ha sido siempre lo que es hoy; y los varios elementos que la componen toman el nombre colectivo de sustancias rm1zerales, las cuales difieren entre sí : r .0 , por su naturaleza • 6 calidad; 2.0 , por su origen ó causa, enteramente diversa; 3. 0 , por las épocas diferentes en que fueron producidas. Forman, pues, estas sustancz'as tres grupos principales é independientes, que en geología se designan de una manera fija con los nombres distintos de rocas, formaciones y terrenos. Por roca, según Coquand, debe entenderse todo mineral ó toda mezcla de minerales que se encuentra en grandes masas en la cor­teza terrestre, y en una extensión bastante considerable para que se la pueda mirar como una de las partes component s de esta corteza, y no como un cuerpo que está en ella simplemente encla­vado de diversas maneras. Así, las arcillas encierran frecuente­mente cristales de yeso : la arcilla sólo es una 'roca, y el yeso un mz'neral accidental; al contrario, los yesos suel n e tar algunas ve­ces mezclados con arcilla : en este último caso, la arcilla no hace el papel de roca. Las 1·ocas son calizas, graníticas, pizarrosas, etc., y e ta eno­minación la aplica indiferentemente el geólogo á toda masa mz'nc­ral, sea blanda ó pétrea; así es que en ella se compr-ende, por sin­guiar que parezca, la arcilla, la arena y hasta la turba. Lasformacúmes son grupos de rocas, sea cual fuere su "natu­raleza y su edad," que han sido formadas por" causas " análogas ó distintas. Así se dice: formaciones ígneas, formaciones acuosas, ma­rinas 6 de agua dulce. Los ten·enos reúnen las rocas de toda " naturaleza " y de todo " origen " que han sido producidas en el mismo periodo de tiempo primario, secundario, etc. Los terrenos, pues, son para el geólogo, según la expresiva frase de Constant-Prevost, lo que para el historiador son los pe­ríodos, siglos, años, meses, etc. Lasformacz'ones representan, al contrario, las categorías, cla­ses ó estados coexistentes, como, v. g., el clero, el ejército, la ma­~ istratura. Las rocas podrían asimilarse, hasta cierto punto, á los hom­bres notables, sea cual fuere su rango y la época en que hayan existido.• En una palabra : las rocas de todos tiempos difieren entre sí, menos por su naturaleza profunda, que por circunstancias de ori- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Mzlitar 457 gen y edad. Las formadones son el resultado de causas "contem­poráneas" y sincrónicas. Los terrenos constituyen forzosamente•una serie u cronológica y sucesiva." Para distinguir, estudiar y clasificar estas diferentes r(Jcas y terrenos, el geólogo no tiene que acudir á profundas sondas y exca­vaciones; la naturaleza se las presenta espontáneamente. El que en una corta jornada, fuera de carretera, vaya fijando la atención en la tierra que pisa, comprende al punto la relación íntima que existe entre la forma, el aspecto y la naluraltza ó calidad de las sus­tancias que se suceden. Aquí el granito, por ejemplo, muestra, unas veces sus picos, otras sus protuberancias redondeadas que, á pesar de su dureza, producen por desagregación tierra vegetal que se va juntando en las quebradas; más allá, la marga, empapada por un ligera lluvia, presenta incómodos barrizales, ó las pizarras su molesto corte ; unas veces las dos vertientes de un valle muestran hiladas horizontales y correctas como la de un edificio; otras las diferentes capas están retorcidas y revueltas, atestiguando ]a vio­lenta presión que debieron sufrir. Por todas partes está manifiesta la acción, exclusiva ó combinada, de los dos agentes creadores, el fuego y el agua. Lo geólogos, que han disputado mucho sobre cuál de los dos elementos fue más preponderante en esa acción, hoy ya sólo difieren en el modo de apreciarla: mientras uno , que se lla­man partidarios de las causas actuales, creen que éstas han bastado en el transcurso d(.' los tiempos para dar forma y relieve á la /zcrra, otros sostienen que en lo pasado esas cau as, i bien iguales, de­bieron obrar con rapidez y energía mucho mayores. Pero en lo que todos coinciden, es n que no debe con5iderarse el gloto /erres­/ re como obra humana que sale terminada de manos del artista, y puede ser definitivamente examinada y juzgada : lejos de eso, se acepta la opinión de Lecocq, de Del sse, de Vezian, de que 11e­gará un momento en que el planeta habrá. ab orbido en su u masa •· la totalidad del agua y hasta del aire atmosférico que tiene actual­mente en su "superficie "; y entonces presentará la constitución de su satélite la luna, que ya, según parece, ha llegado á este perío­do, á consecuencia de su más rápido enfriamiento. Sea como quiera, las "causas ' de los terremotos, de las fuen­tes termales, de las erupciones volcánicas y del levanlamzázlo de las montañas no han cesado de manifestarse, con intensidad varia, du­rante todas las épücas geológicas; ninguna de ellas está extin2"ui­da; todas son inherentes á la "materia '' ; todas resultan de la t'n­candesanda original y todavía persistente del globo. De tal mane­ra están unidos entre sí estos diversos fenómenos, que son todos,. puede decirse, inseparables. Y sin embargo, por la razón antes apuntada, en cuanto se entra en la "exposición de doctrina," menos aún, en la simple" no­menclatura," forzosamente hay que dividirla para hacerla más cla­ra ; así, el estudio de la superficie /erres/re se divide ordinaria­mente en dos partes : orografía (oros, en griego, montaña : grapho1, describo), la que trata del relz'tve, es decir, de las elevaciones y de­presiones; é hz'drografía, la que trata de las aguas-Continúa. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Mtltlar PRINCIPIOS GENERALES DE ESTRATEGIA Y DE TACTICA EN LAS PEQUENAS GUERRA~ por el Mayor C. E. Callwell, del Ejército inglés TRADUCCI6N DE ISIDORO LA VERDE AMA Y A-Ctmtinúa CAPITULO XVI CUERPO MONTADOS EN CAMELLOS l. El Camel Corps es una espeáe de 1·njantería montada.-Las tro­pas montadas en camellos difieren sin embargo de la infantería montada en una particularidad muy importante, en que disponen de poca movilidad durante el combate, lo que les impide cambiar de lugar fácilmente sobre el campo de batalla ; y aparte de su len­titud, en comparación con las demás tropas, para moverse de un punto á otro sobre el terreno, la dificultad para montar y desmon­tarse les estorba para pode r combatir con eficacia, á menos que tengan tiempo de prepararse á ello. II. Dz'cho cuerpo ha szao creado p:.zra poder recorr er grandes dú­lanáas- EI objeto de un Camel Corps es más bien el de poner las tropas en estado de recorrer grandes distancias en el teatro de la guerra, que el de transportarlas de un punto á otro cuando se está en contacto inmediato con e l enemigo. Los Franceses han emplea­do en el enegal el Camel Corps. Abd el I<.ader hizo muy feliz uso de los camellos en su guerra de guerrilla contra los conquistado­res de Argelia. Los Turcomanos y los Kirghiz llevaron á cabo, con camellos, incursiones muy eficaces en el campo de los Rusos y entre las tribus amigas de Ru ia. Pero, por lo general, los Ca ·mel Corps, ya sea del lado del ejército regular, ó del lado del enemi­go, han sido formados con el propósito de obtener una movilidad estratégica y no táctica, lo que e comprobó bien en la marcha de la columna de ir H. tewart de Korti á Metemmeh, en el curso de la cual el principio era formar un zerz'btf, en el que se encerra­ban los camellos de silla y los bagajes, y se salía del zeribá para combatir á pie. III. .Siiuacz(m di.fldl de un Camel Corps durante el combate-En los capítulos anteriores se ha hablado con frecuencia de la rapidez de los movimientos de guerreros irregulares. Los came1los no pueden seguirlos en la persecución ni tampo­co escaparles en la retirada. Al disparar, los camellos estorban un tanto. Mantenerlos en seguridad es un motivo de inquietud cons­tante, á no ser que por causa de las circunstancias estén defendi­dos por la posición que ocupen las otras tropas comprometidas. Ciertamente que los camellos estarán á menudo en completa se­guridad sobre el campo de batalla, cuando el Camel Cot·ps no sea sino una simple fracción de una columna mixta. Durante la cam­paña de Sir H. Rose en la India Central, en 1858, se organizó un débil Camel Corps que prestó importantes servicios en unión de la~ demás tropas. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Bolet{n Mt"it'tar 459 Este cuerpo obró de una manera muy eficaz en Kalpi en un momento crítico. Los rebeldes habían disimulado con destreza su~ fuerzas y fingieron no amenazar sino la izquierda de los Ingleses. De repente emprendieron un vigoroso ataque contra la derecha de Sir H. Rose. La infantería fue rechazada por las fuerzas rebel­des, muy superiores en número, y hasta los cañones corrieron peli­gro. El Camel Corps, que se encontraba en otro punto del campo de batalla, se trasladó rápidamente hacia la derecha inglesa. Lo~ hombres echaron pie á tierra, cargaron y lograron cambiar del todo la situación. Los rebeldes fueron derrotados con grandes pér­didas*. IV. Su Ú11potenúa cuando l os hombres están. montados. Cómo han de proceder en caso de ataque repenlino-La instrucciones de Lord Wolseley al Camel Corps, en la campaña del Nilo, insistían mucho sobre el punto de que esas tropas eran impotentes cuando las ata­caban durante la marcha. Se decidió que los hombres no debían ser conducidos montados á terreno alguno en donde fuese proba­ble un ataque. En la marcha al través del desierto, toda la colum­na consistía en Camel Corps, menos el pequeño destacamento de caballería, que prestó tan grandes servicios como vanguardia de la marcha. Estas condiciones eran esencialmente distintas de las de la campaña en la India Central, en donde el Camel Corps podía con­tar con el vigoroso apoyo de todas las otras armas. En la guerra del Sudán, en ningún caso se vieron expuestos los Camel Corps á. ataque cuando ihan á caballo. Y un ataque repentino no se pue­de resistir sino haciendo desmontar á los hombres y formando un cuadro en contorno de los camello , si es posible. Pero el prin­cipio esencial de la táctica de los Camel Corps consiste en que no deben encontrarse en semejante situación, pues de lo contrario se exponen á grandes riesgos de desastre. Muy pequeños destaca­mentos no pueden formar un cuadro de algún valor defensivo en torno de sus camellos. En semejante caso, los animales deben for­mar el parapeto, y los hombres en el interior, procedimiento que • Ya el autor ha mencionado varias veces esta batalla de Kalpi, que se Yerific6 el 22 de Mayo de 1858. "Sir Hugh empleó los cinco días que siguieron al de su llegada á Gulanli (cerca de Kalpi) en establecer sus baterías, en reunir­se con Maxwell y en disparar constant~mente contra los rebeldes. El 21 sus ba­terías rompieron los fuegos y el 22 decidió su ataque. La batalla que se siguió fue una de las más furiosas y de las más ardientemente disputadas. En cierto momento, los rebeldes, que se encontraban más fuertes en un punto decisivo, ob­tuvieron una verdadera ventaja. La débil línea roja comenzó á agitarse. Los re­beldes, impulsados por •ma confianza que hasta eutonces jamás habían mostrado, avanzaron con grandes gritos, y los Ingleses se replegaron sobre los cañones de campaña y la batería de morteros. Entonces el Brigadier general C. S. Stuart, echando pie á tierra, se colocó cerca de las piezas y ordenó a los artilleros que las defendiesen hasta morir. Justamente en el momento en que los InglPses estaban casi ultimado~, llegaron los 150 hombres del Camd Corps, y cambiaron la faz de los acontecimientos. Los rebeldes no estaban sino á veinte yardas de la batería y de los toldos llenos de hombres insolados. Un cuarto de hora más tarde, y hu­biera sido una carnicería. Pero la oportuna llegada del Camd Corps salvó la si­tuación, cambió la derrota en victoria y permitió á Sir Hugh Rose terminar gloriosl.mente la primera parte de su brillante campaña en la Ind•a Central." (T/u lt•dicm Mutiny of r857, óy col~/ Ma!lufm, pág. 391). Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. '*160 Boletín J11-il-itar emplearon una vez los Turcomanos con éxito, poco después de la partida del General Lomakin para Denghil Tepe, en 1879. Este es un ejemplo notable de operacione, del Camel Corps. Gran número de camellos s ' habían reunido, en vista de una expedición inminente, al rededor de Burnak, cerca de Krasno­rodsk sobre el mar Caspio. E taban diseminados en los llanos y bastante mal guardados por los Kirgkis y algunos soldados de ca­ballería irregular. En Burnak había un dsstacamento de infan­tería. Una mañana una tropa de Tekkt.:s apareció repentinamente, se apoderó de gran número de camellos, y los condujo llevándolos por delante. La guarnición de Burnak salió con presteza pat·a re­cuperar los camellos; pero el enemigo había tomado la delantera, y la infantería rusa, al perseguir penosamente á los merodeadores, sufría muchísimo de sed. El oficial comandante tomó con rapidez su partido, reunió algunos camellos que pastaban en la vecindad é hizo montar á sus hombres. Entonces se volvió á la per<:. cución con mayor empeño, y se llevó á calJo con vigor. Por la tarde, las tropas dieron alcance á los merodeadore . que ocupaban una colina y h~bían formado un laager con los ca­me11os de que se habían apoderado. Acostados de modo de f01·mar un óvalo, estos animal s con tituían un verdadero parapeto tras el cual el enemigo estaba relati,·amentc defendido. Los Rusos, fatigados, tuvieron que atacar esta fortaleza impro isada, y el asalto fracasó completamente. Durante la noche 11 garon refuer­zos de Krasnovodsk, p ro al salir el sol, se persuadieron de qu los Turcomanos se habían retirado á favor de la oscuridad y ha­bían desaparecido llevándose la mayor parte de su botín. Esta pequeña jornada es inter ante desde 1 punto de vista d la cuestión de los Canul Corps. Bajo la impulsión del momento una partida se organizó en C.z11ul Corps, con el propósito de verificar una marcha rápida. La otra parte construyó un zen'bá de came­llos y sostuvo un a alto tras de semejante trinchera. Los camellos no son utilizables sino en ciertos teatro d gue­rra, y, por tanto, la necesidad de los Camel Corps no se ofrece de ordinario. Existe un débil Camel Corps, como elemento del ejército egipcio, y ha desempeñado un papel activo en la mayor parte de los combates librados estos últimos años por las tropas dd Jedive contra los fieles del Mahdi.-Co?Ztz'núa. ------- ~~ ---- REGLAMI-..'NTO MEXICANO PARA EL SER VICIO DE CAMPANA Continúa CAPÍTULO U-INFORMES, PARTES, CROQUIS 11. Informts-P'!ra poder dar una orden precisa y que respon­da bien á las circunstancias, se requier antes conocer bien éstas. Las primeras indicaciones con que se cuenta son : los infor­mes enviados por las autoridades superiores y por las de los cuer- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín /lfzlitar pos de tropas próximos. Más tarde vienen los recogidos por el servicio de exploración y los partes remitidos por los Jefes de los batallones ó fracciones de las unidades en acciófl. Las intenciones de los habitantes, así como los periódicos, cartas, rollos de cinta de las estaciones telegráficas y otros docu­mentos análogos, pueden proporcionar indicaciones de gran valor. La reunión de todos estos medios para adquirir noticias incumbe principalmente á la caballería colocada en primera línea. Lo manifestado por los prisioneros y enfermos dejados á re­taguardia r.onstituye á su vez una nueva base de información. Por lo que respecta á los prisioneros_, es necesario tener cui­dado, si no pueden ser conducidos inmediatamente á un Estado Mayor, de interrogarles por separado y sin dilación. Estos interro­g- atorios, si se hacen con tacto y habilidad, podrán precisar los hechos ciertos; pues la verdad se desprenderá de la mayor 6 me­nor concordancia entre las diversas contestaciones á una misma pregunta. En estos interrogatorios las principales preguntas que debe­rán hacerse serán las siguientes: Cuerpos á que pertenecen los prisioneros; número del Cuerpo de Ejército, División, Brigada, Batallón, Regimiento ó servicio de que formaban parte; nombre de los principales Jefes; últimos lu­gares donde vivaquearon, acamparon 6 acantonaron; marchas que han ejecutado, situación material de las tropas; su estado moral, etc. Si las circunstancias no permiten proceder inmediatamente á. un interrogatorio detallado, será necesario, por lo menos, precisar los número de los Regimientos á que pertenecen los prü,ioneros, pues estas noticias permitirán deducir la organización de las tropas enemigas. De todos modos, por estos procedimientos no se puede llegar á obtener datos concretos. Es indispensable, para poder apreciar la situación, tener indicaciones directas, que sólo se podrá'n conse­guir buscando el contacto con el enemigo, y observándolo. Ade­más de esto, es preciso agrupar, formando un conjunto único, los indicios procedentes del mayor número posible de orígenes. Por esta razón, las patrullas, los destacamentos, los puestos avanzados, los Comandantes de tropas y los Estados Mayores, tienen obliga­ción de dar Á SUS JEFES INMEDIATOS, PARTE DE TODAS LAS NOVEDADES, TAN .PRONTO Y TAN CQMPLETAMENTE CO.MO SEA POSIBLE. Cuanto más esté el subordinado al corriente de las intenciones inmediatas de su Jefe, más fácil le será distinguir Jo que es esen­cial de lo que no tiene importancia. Un Jefe ha de tener siempre grande interés en conocer rápi­damente ]as líneas de marcha del adversario; las localidades á que ha llegado, principalmente con su infantería ; los puntos de apoyo de sus alas en la formación de combate 6 en estación ; á veces será ya un gran dato saber que á tal hora no se había en­contrado al enemi~o sobre un camino determinado. A menudo, también la confirmación de noticias que ya se sabían, será, par.a Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BDlet{n Mi/z'tar un Jefe, de grande interés; así como la certidumbre de que en tal momento la situación no había cambiado. El que envíe un informe debe distinguir expresamente lo que él mismo ha visto, de lo que otro ha oído ó encontrado, lo que sólo es una simple suposición, de lo que es un hecho real. Es de verdadera importancia dar de una manera precisa las indicaciones de nombre, tiempo y Jugar. La expresión de columna profunda, por ejemplo, tendrá otro valor si se le agrega : contando próximamente 4 á 6 batallones y algunas baterías. Conviene igualmente decir dónde y cuándo se han visto las tropas, y particularmente si están en movimiento, cuál era la di­rección de su camino, en 1.ué punto se encontraba su cabeza, cola, grueso, etc., en el momento de la observación. El combate es el medio que facilita los informes más seguros para apreciar la situación. En consecuencia, el General en Jefe debe estar exactamente al corriente de los acontecimientos de las tropas empeñadas en una acción. Una vez terminado el combate, el jefe de la fracción empe­ñada puede dar á conocer, con toda precisión, los Cuerpos, Regi­. mientas, etc. que ha visto; el estado que guarda el enemigo y la dirección que tomó en su retirada. En casos urgente , no solamente cleben enviarse las noticias á los Jefes inmediatos, sino también á los de superiot· categoría. Debe siempre darse aviso directo á toda tropa amenazada por el enemigo, independientemente de cualquiera otra comunicación que haya lugar á expedir. Si una misma noticia se comunica á la vez á di~tintos desti­natarios, e preciso mencionarlos en cada una de las comunicacio­nes. Si e ha prescindido de una autoridad intermedia, se le debe dar parte, tan pronto como sea posible, d las noticias comunica­das y de las resoluciones tomadas. Las tropas próximas están obligadas á ponerse constante y recíprocamente al corriente, de las noticias importantes que ad­quieran, relativas al adversario, así como de las modificaciones que puedan ocurrir en su propia ituación. 12. En campaña no hay ventaja alguna en di tinguir en su forma un parte de un informe. El parte, que se redacta en gene­ral al abrigo de una casa y con mayor cuidado, es generalmente el complemento de los informes, demasiado cortos, que se han en­viado desde el terreno, y tiene así el valor de un documento más completo. El redactor de un parte debe designarse siempre por las ex­presiones yo, mí, y no emplear la tercera persona d suscrilo, tic. Puede haber interés en conocer la manera de juzgar y la impre­sión personal de aquel á quien s • confía una misión en muchos casos. Puede ser éste el objeto del parte. En campaña, generalmente, cuando hay que apreciar el te­rreno ó ciertas condiciones locales, se hace esto en vista de un ob­jeto perfectamente determinado y muy próximo; este objeto, que Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. · Bolet{n kft'ltta,- debe indicarse en la orden que se da al que desempeña dicha co­misión, debe resaltar igualmente en el parte en el sentido de que debe indicarse ante todo, y desde el principio, todo lo que, relativo á él, merezca llamar la atención. Los informes muy cortos, que es indispensable enviar después de cá.da combate, no evitan que se dé un parte más detallado, tan pronto como sea posible, después de la acción; deben presentarse en él los hechos, en el orden en que han tenido lugar; para los combates importantes, se exponen separadamente los hechos acae­cidos en cada uno de los puntos del teatro de la lucha. Las órde­nes é informes recibidos durante la acción, y que han influído en su desarrollo, deben reproducirse literalmente en el texto del par­~' ó anexarse á él. 13. Croquú-Un croquis, aunque ejecutado rápidamente y en · condiciones muy incómodas, es de suma importancia para comple­tar un informe. O una carta, ya sea que tengan que hacerse resaltar en ella los informes recogidos, ó que se quiera indicar el conjunto de los trabajos importantes que hay que ejecutar en el terreno. Pero fuera de estos trabajos, que corresponden siempre á las armas especiales, se puede muchas veces, por medio de un cro­quis, aun reducido á su forma más sencilla, reemplazar un texto detallado 6 completarlo. Debiendo ejecutarse estos croquis muy rápidament , en con­diciones muy incómodas y aun á caballo muchas v ce., es absolu­tamente necesario no hacer figurar en ello sino las indicaciones topográficas indispensables para el objeto propuesto. No es necesario sujetarse á una escala rigurosa. Las distan­cias y dimensiones que se deban representar, como por ejemplo Ja ar.chura de un río en un punto determinado, se indicarán en cifras. No se trata en estos casos de producir un trabajo artístico, sino de representar lo más simplemente posible lo que ofrezca in­terés para el caso en cuestión.-Conlintía. JhFORME SOfiRE El EJERCITO ALEMAN Continúa Como lo veremos más adelante, este principio de elecci0n no existe solamente en los distritos de la landwehr; se aplica también con rigor muy particular en los cuerpos del ejército activo. Eví­tase así que en la corporación de oficiales puedan introducirse in­dividuos indignos de ceñir espada. Una vez nombrado oficialmente por el Emperador, el nuevo oficial de la reserva recibe un oficio en que se le indica si está deS­tinado á tal regimiento, ó simplemente á tal distrito de landwehr. Después de haber manifestado por qué trámites debe pasar el Toluntario de un año para llegar á oficial de reserva, creo útil poner Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín 111'-ilitar de relieve las ventajas que al ejército apareja esta institución del voluntariado. Aun sin hablar de los buenos efectos que produce el paso por las filas de todos estos jóvenes instruídos y bien educados, se ha encontrado en el voluntariado de un año la solución sencilla y ra­cional de uno de los más difíciles problemas de la movilización : el reclutamiento de los oficiales. Es preciso no perder de vis a que casi todos los ejércitos europeos, y el ejército ruso en parti­cular, carecen de oficiales aun en tiempo de paz. ¿Dónde tomar de pronto-podrá preguntarse-esta necesaria masa de oficiales, pri­mero para la movilización del ejército activo, después para formar cuerpos de reserva, de landwehr, etc.? El papel de oficial en la guerra moderna ha venido á ser tan difícil, que para desempeñarlo convenientemente es mdispensable haber recibido durante la paz una educación especial. Así pues, esta cuestión, de importancia capital, ha embargado desde hace mucho tiempo la atención del Gobierno prusiano, y éste la ha re-uelto, puede decirse, de la manera más brillante. Así, en 1874, de 4,495 voluntarios de un año, incorporados en el ejército prusiano, 1,579 han sido licenciados como oficiales de reserva, 833 como sargentos y 1,836 como simples soldados; 209 han sido despedidos ó han muerto antes del fin de su año, y 38 han permanecido en el servicio por ascenso ó como reenganchados. Y no solamente encuentra el ejército por este medio una re­serva de oficiales que pueden ser empleados para la formación de nuevos cuerpos, sino que cada regimiento viene á poseer un nu­meroso depósito de oficiales, que le pertenece en propiedad, y cuyo personal le es perfectamente conocido. Se hace, por otra parte, una consideración muy importante : los cuerpos, al instruír sus vo­luntarios de un año, trabajan en cierto modo para ellos mismos y son los más interesados en hacer esfuerzos para dar la mejo! edu­cación militar posible á jóvenes que les será preciso utilizar en el momento crítico de la movilización y durante la guerra *. Supongamos, por ejemplo, que en un regimiento hayan entra­do durante el curso de un año, como ocurre con frecuencia, cin­cuenta voluntarios de un año. Al fin del curso anual, veinticinco próximamente habrán recibido el certificado de candidatos para el grado de oficial de la reserva. Supongamos toda vía que sobre es­tos veinticinco, los diez mejores solamente hayan merecido ser de­signados oficiales de reserva de su propio regimiento : resulta de • Es verdaderamente admirable lo sencillo del sistema establecido en el ~jército alemán para hacerse á un3. numerosa oficialidad de reserva dt: bueuu condiciones, con jóvenes instruidos y de buena educación, y sin que cuesten un solo céntimo al Estado, evitando así la contingencia de tener que impro'fisar ofi­ciales en caso de guerra, sin instrucción militar de ningún género o sólo con la práctica que hayan adquirido como individuos de tropa, y sin detenerse en SU$ aptitudes y ::.ntecedentes, y que más tarde son la rémora, la perturbación y abo· go de las escalas y la carga del presupuesto. La base de toda la bondad de aquel istema es el servicio militar obllgatorio, y es el único medio, 6 por lo menos el más expedito y eficaz, para adquirir oficiales de escala de resena, iÍn que seaa rravosos al presupuesto durante la pu-(N. dd T.). Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín JV/z.'lz'tar ello que este regimiento enviará cada año á su particular reserva diez oficiales elegidos entre cincuenta voluntarios, y una quincena de buenos oficiales á la reserva general del ejército. Al cabo de diez años, por consiguiente, el regimiento contará en su reserva particular-teniendo en cuenta la~ bajas inevitables-unos ochenta oficiales, esto es, que con toda amplitud podrá llenar las vacantes que ocurran, tanto en sus batallones activos como en los depósitos y lmzdwehr *. Pero si llegare á suceder que un cuerpo no tuviere ntimero suficiente de ellos en su reserva especial, podría fácilmen­te suplirlos, sacándolos de la reserva general del ejército, la cual está siempre abundantemente provista. La guardia tiene su reserva particular, donde no se encuen­tran sino los oficiales expresamente designados para formar parte de ella. Todos los demás oficiales de reserva que salen de los cuerpos de la guardia, son clasificados en la reserva general del ejército. Voy á tratar ahora de dar á conocer de qué manera se procede en los cuerpos activos para instruir á los voluntarios de un año. Como se proponen formar, si es posible, buenos oficiales de re­serva, es natural se dirija su instrucción de manera distinta á la de los demás reclutas. La diferencia es más sensible en lo que concierne á la ense­ñanza teórica. En cuanto á las maniobras, se sigue con los vo­luntarios de un año la misma progresión que con el resto de Jos nuevos soldados : solamente se procura darles un conocimiento más profundo de los principios. Al llegar al regimiento, los voluntarios son sometidos á una visita médica, y desde el siguiente día comienza su instruc­ción. Al principio se les exige absolutamente lo mismo que á los demás reclutas ó soldados del contingente. e les obliga á lim­piar personalmente sus armas y equipo, asistir sus caballos y con­ducirlos á la fragua. Sólo después de haber comprobado que es: tán perfectamente al corriente de todas estas faenas, es cuando los capitanes comandantes les permiten delegarlos á otro solda­do, mediante cierta retribución. Sin embargo, el voluntario que aprovecha esta autorización, no deja por eso de ser responsa­ble del aseo y del buen estado de todo lo que le pertenece, y solamente á él se castiga en caso de negligencia respecto á este asunto. Pero si los voluntarios de un año no son dispen~ados de ninguna de las obligaciones que el servicio interior impone al indi­viduo de tropa, sí se les dispensa en todos casos de 1 :>s diferentes trabajos de aseo que necesita la limpieza del cuartel ó de sus alre­dedores. Conviene observar aquí que en Alemania la ley no reconoce derechos especiales á ninguna clase de la sociedad, y que en con­secuencia, todo individuo que posea un título de nobleza y que ~e tto Es decir, en los batallones del regimiento de landwehr que lleva el mis­mo nombre. TOl'tiO 1-30 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín M·ilZ:tar haya incorporado por la vía de reclutamiento ordinario, se verá tratado siempre como el último campesino. Bajo las banderas no existen otros privilegios que los adquiridos por la instrucción. Debo decir, por otra parte, que ?lO se me Iza podúlo citar un solo caso de que haya sido llamado al serm"rzo 11z'ngún joven que carezca de educaczl»t. Todos, en efecto, ó bien son voluntarios de un año, 6 bien satisfa­cen de cualquiera otra m::tnera las obligaciones militar s que la ley les impone. Tan pronto como llegan al C•.l rpo, todos los voluntarios de un año son confiados á un oficial inteligente, ex~erimentado y cuidado­samente elegido, de modo que pueda no sólo darles la instrucción militar, sino también inspirarles el respeto y consideración que co­rresponde á cuantos ciñen espada. Los voluntarios de un regimiento forman así un pelotón espe­cial, que durante cierto tiempo, como lo veremos más adelante, es instruído teórica y prácticamente aparte de los demás reclutas. No hay excepción para esta regla sino en caballería, en donde, pars los ejercicios prácticos, se reúne á los voluntarios con los simplea reclutas y se les distribuye entre las diversas tandas, según su fuera za en equitación; pero para todo lo que concierne á la enseñanz­teórica, se les separa del resto de la tropa, y siguen un curso es­pecial bajo la dirección de un oficial inteligente y experimentado, tal como en las demás armas. A propósito de esto debo añadir que no se confía á un mismo oficial la instrucción de más de 20 hombres, y que, por consi­guiente, en ciertos regimientos estacionados en las grandes ciuda­des, donde los voluntarios son siempre numerosos, no e raro ver dos y aun tres tenientes encargados simultáneamente de su ins­trucción. La tarea de estos oficiales no es fácil. Les es preciso, en el corto espacio de un año, no solamente hacer de los jóYenes que se les confía soldados muy diestros, sino también darles una educación militar suficientemente elevada para hacerles aptos para el des­empeño, en tiempo de guerra, de la difícil misión que incumbe al oficial. Es evidente que dada la suparioridad intelectual de estos jó­v~ n~s, necesitan menos tiempo que los otros recluta~ para ponerse al corriente de las reglas del servicio y acomodarse á las necesi- ' dades de la vida militar; pero en cambio, la educación de los vo­luntarios debe ser llevada mucho más lejos, puesto que no sólo se quiere de ellos hacer sol dos sino también jefes. Un fin tan eleva­do no puede obtenerse ~;ino á fuerza de celo por parte de los ofi­ciales instructores, con el activo concurso de todos aquellos que por sus funciones est~1n más ó menos directamente en relación con los voluntarios. Cada uno debe siempre recordar que en caso de guerra el regimiento no tendrá para completar sus oficiales sino aquellos que él haya formado así por sí mismo; de suerte que si no están á la altura de su misión, la falta será del cuerpo que no ha sabido prepararlos en tiempo de paz. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Mzlitar La responsabilidad principal de todo esto recae naturalmente sobre el oficial instructor, por lo cual, aun cuando sea veterano y ex­perimentado y los di Tersos ramos de la instrucción dehen serie fami­liares, no por eso deja de ser útil se prepare previamente de una manera del todo especial, á fin de estar dispuesto á comenzar la educación de sus discípulos el mismo día de su llegada. Estos oficia­les instructores no son, por lo demás, designados para el año entero, sino solamente para la duración de lo que se llama el período de instrucción de los reclutas, duración que varía de tres á seis meses, según las armas. Se les agrega, además, para secundarles, un nú­mero suficiente de sargentos elegidos entre los mejores del regi­miento. Vamos á examinar en un instante, más en detall las diferen­tes especialidades que comprende la instrucción, y á indicar la re­partición del empleo del tiempo que una larga experiencia ha hecho generalmente adoptar en los regimientos de infantería ; bien entendido que aquí, como en todo lo demás, los oficiales instruc­tores tienen completa libertad para elegir y emplear los procedi­mientos y métodos que les parezcan preferibles en cada circuns­tancia. La sola condición que se les impone es la de que la instruc­ción de los voluntarios alcance, para ciertas épocas, fijadas de antemano, un grado determinado. En cuanto á la manera como han de llegar á este resultado, queda á su cargo. Así, por ejemplo, se exigirá que al cabo de tres meses estos jóvenes hayan terminado ehteramcnte el curso de la instrucción individual de los reclutas, y que posean los principios de una manera mucho más completa que los demás soldados al cabo del mismo tiempo. Pero no está permitido ir más lejos, y se me ha citado el ejemplo de un coronel sr:vcramc11/e censurado por sus su.periort:s, por haber establecido 1: 1i1zjmes/o en su reghmenlo mz programa de ziHirucáón para los voluntarios de tm alio. Se le reprochaba deslruír así toda in/dativa é úzdepcmlettdcz á sus oficialts ·instructores, cosa que en opinión de todos no puede conducir sino á resultados medianos y á veces también absolutamente malos. La época en que comienza el curso anual de instrucción de­pende de aquella en que llegan los jóvenes al cuerpo, y por tanto, en los regimientos de infantería hay en realidad dos cur­sos cada año, que empieza el uno el 1.0 de Octubre y el otro el 1.0 de Abril •. Los voluntarios siguen de estos cursos aquel cuya inau­guración corresponde á la fecha de su ingreso, y se encuentran así formadas dos clases que jamás se mezclan y que son instruidas aparte. No se reúnen sino para las maniobras de conjunto de la compañía cuando ambas han terminado el período de los ejercicios individuales, lo que no puede ocurrir sino del 1.0 de Enero al 1.0 de Abril, ó bien entre el 1.0 de Julio y el 1.0 de Octubre. Continúa. • Puesto que, como lo hemos visto, en esta arma solamente los voluntarios de un año se reunen en cualquiera de estas dos épocas. Cada uno de c1tos d~ c'tnsos no dura menos de un año. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Milzta1"' VIAYE A LAS REGIOJilES EQUINOCCIALES, DE HUMBOLDT Fragmentos ttaducidos para el Boletl11 Militar Continúa Confieso que estas razones son más especiosas que verdade­ras. El hombre, para sacar provecho de las ventajas del estado social, debe sacrificar sin duda una parte de sus derechos natura­les y de su antigua independencia. Pero si el sacrificio que se le impone no está compensado con las ventajas de la civilización, el sal.vaje, en su cuerda sencillez, conserva el deseo de volver hacia los bosques que lo han \'Ísto nacer. Esto último consi~te en que el indio de los bosques es tratado como sier o en la mayor parte de las misiones, y en que no disfruta allí del fruto de su trabajo: por esto quedan desiertos los establecimientos cristianos del Orinoco. Un Gobierno fundado sobre las ruinas de la libertad de los indíge­nas, apaga las facultades intelectuales ólas paraliza en su desarrollo. Cuando se dice que el salvaje, como el niño, no puede ser gobernado sino por la fuerza, se establecen falsas analogías. Los indios del Orinoco tienen algo de infantil en la expresión de su alegría, en la rápida sucesión de sus emociones ; pero no son niños grandes, lo son menos que los pobres labradores del oriente de Eu­ropa, á quienes la barbarie de nuestras instituciones feudales ha mantenido en el mayor embrutecimiento. Considerar el empleo de la fuerza como el único medio para civilizar al salvaje, es por otra parte un principio tan poco verdadero en la educación de los pue­blos como en la educación de la juventud. Cualquiera que sea el estado de debilidad ó de degradación de nuestra especie, ninguna faculcad se extingue por completo. El entendimiento humano ofrece sólo grados diversos de fuerza y de desarrollo. El salvaje, como el niño, compara el estado presente con el pasado, dirige sus acciones no según un instinto ciego, sino de acuerdo con motivos de interés. Por dondequiera la razón pue­de ser ayudada por la razón, y sus progresos se retardarán más mientras los hombres que se creen llamados á educar la juven­tud 6 á gobernar á los pueblos, enorgullecidos por el sentimiento de su superioridad, despreciando á aquellos que tienen á sus órde­nes, pretendan sustituír el temor y la fuerza á la influencia moral, que es la que puede desarrollar las facultades nacientes, calmar las pasiones irritadas y afirmar el orden social. Abn1 Io-No pudimos hacernos á la vela sino á las diez de la mañana. Trabajo nos costó habituarnos á la nueva piragua, que considerábamos como una nueva prisión. Para ganar en anchura, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Milita·r se formó con ramas de árbol, en la trasera del bote, una especie de enrejado, que por ambos lados sobresalía de los costados. Por desdicha, el toldo de hojas que cubría este agregado tenía tan poca altura, que era menester, 6 permanecer extendido, sin ver nada, 6 sentarse encorvado. La necesidad de transportar las pira­guas al través de los raudales, y también de uno á otro río, el temor de dar mucho asidero al viento al levantar el toldo, hacen necesa­ria esta construcción para las pequeñas embarcaciones que remon­tan hacia el Río Negro. El techo se arregla como para cuatro personas, e. tendidas sobre el puente 6 enrejado de ramas ; pero las piernas son mucho más largas que las ramas, y cuando llueve, uno se moja medio cuerpo. De resto, uno se acuesta sobre cueros de buey 6 pieles de tigre, y las ramas de árbol que sostienen esas pieles, se hacen sentir dolorosamente al través de una cubierta tan delgada. La parte delantera del bote estaba llena de indios re­mer s, provistos de pagayas de tres pies de largo en forma de cucharas. Están del todo dt.:snudos, s ntados dos á dos, y bogan en cadencia, con igualdad extraordinaria. Sus cantos son tris­tes y monótonos. Las cajas que contenían nuestt·os pájaros y mo­nos, y cuyo número aumenta! a á medida que aYanzábamos, esta­ban amarradas, unas al toldo, ott·as á la pr·oa del bote. E ta era nuestra casa de fieras ambulante. A pesar de las pérdida frecuentes, ocasionadas por accidente y, sobre todo, por lo funestos efectos de la insolación, contábamos catorce de e tos animalitos á nuestro regreso del Casiquiari. Naturali tas que pretendan llevar colec­ciones de animale vivos á Europa, podrían, en las dos capitales situadas á orillas del Orinoco y del Amazonas, n Angostura ó en el Gran Pará, hacer con truír piracruas exprofeso, cuya primera tercera parte contenga dos filas de cajas, defendidas de los ar­dores del sol. Por las noches, cuando establecíamos nuestro vivac, lcZ casa y nuestros in trumentos ocupaban el centro, en eguida ve­nían nuestras hamacas, después las de Jos indios, y por fuera, las candeladas indispensables contra los ataques del jaguar. Al sa1ir el sol, los monos de nuestras cajas respondían á los gritos de los monos de la selva. Estas comunicaciones entt·e animales de la mis­ma especie, que se encariñan sin verse, gozando unos de la liber­tad que otros echan menos, tienen algo de triste y de conmovedor. En una piragua tan cargada y que no tenía tres pies de an­cho, no quedaba otro lugar para las plantas secas, los baúles, un sextante, la brújula de inclinación y los instrumentos meteorológi­cos, ~ino la parte inferior del em·ejado de ramas sobre el cual per­manecíamos acostados por fuerza la mayor parte del día. Para sacar el menor objeto de un baúl, ó para hacer uso de un ins­trumento, era preciso anclar en la ribet·a y desembarcar. A estas incomodidades se unían el tormento de los mosr¡wlos que se acu­mulan en techo tan bajo, y el calor que irradian las hojas de pal­ma, cuya superficie superior está conti;mamente expuesta á los ardores del sol. Intentábamos á cada instante, y siempre sin éxito, mejorar nuestra situación. En tanto que uno de nosotros se envol­vía en un manto para precaverse de los insectos, el otro insistía Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 470 Boletf1t M·ilitar para que se encendiese leña verde bajo el toldo, á fin de arrojar á los mosquitos por medio del humo. El ardor de los ojos y el au­mento de calor, ya tan sofocante, hacían ambos medios impracti­cables. Con alguna jovialidad de carácter, con actos de mutua benevolencia, con vivo interés por la majestuosa naturaleza de estos grandes valles y sus ríos, los viajeros soportan fácilmente males que se hacen habituales. No he entrado en estos detalles minuciosos sino para pintar la manera de navegar sobre el Ori­noco, y para probar que, á pesar de nuestra buena voluntad, no pudimos, ni M. Bonpland ni yo, durante esta parte del viaje, mul­tiplicar nuestras observaciones como lo exigía el interés de los ob-jetos que nos rodeaban. . Los indios nos mostraron el lugar en donde, sobre la ribera de­recha del río, estaba situada en ott~o tiempo la misión de Pararu­ma, fundada por los Jesuíta hacia el año de r 733· La mnrtn lidad causada por la vintda entre los indios Sá.livas, fue la causa prin­cipal de la destrucción de la misión. Los pocos habitantes que so­brevivieron á esta cruel pidemia, fueron agregados á la aldea de Carichana, que íbamos bien pronto á visitar. Es en Pararuma, se­gún el testimonio del Padre Román, n donde se ha visto caer g:ranizo durante una gran tPmpestad, hacia mediados del último Siglo. Este es casi el único ejemplo que yo conozco en una llanura que está poco más ó menos al niv 1 clel mar; porqu generalmente no se ve caer granizo bajo 1 JS trópicos sino á trescientas toesas de elevación. Si se forma :í igual altura ncima de las llanuras y de los valles, es prcci. v ere r que se derrite al recorrer en su caída las capas má. · bajas ele la atmó fe1·a, cuya temperatura media (entre o t. y 300) es de 27°.5 y 24° del termómctr centígrado. onficso que es bien difícil pouer .· licar n 1 estado actual de la meteorología p r qué cae granizo en l; iladelfia, en Roma y en Montpellier durante los mes s de má. calor, cuando la temperatura media alcanza 25° á 26°, en tanto que no se verifica el mismo fe­nómeno en Cumaná, n la oajira, y en general en las llanuras ecuatoriales. En los E tados Unidos y en la Europa meridional (hacia los 40° y 43° de latitud), los calores de las llanuras son, en estío, poco más 6 menos los mismos que bajo los trópicos. La dis­minución del calórico, según mis investigaciones, varía igualmente muy poco. Si, pues, la falta de granizo en la zona tórrida, al ni­vel del mar, proYicne de que se deshace al atravesar las bajas ca­pas del aire, hay que suponer que estos pedriscos, en el momento de su formación, son más gruesos en la zona templada que en la zona tórrida. Conocemos todavía tan poco las condiciones bajo las cuales el agua se congela en una nube tempestuosa, en nuestros climas, que no podemos juzgar si estas mismas condiciones se ve­rifican bajo el ecuador, encima de los llanos. Yo dudo que el gra­nizo se forme siempre en una región del aire cuya temperatura media sea cero, y que no se encuentre entre nosotros en estío sino á 1,500 6 1 ,6oo toesas de altura. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín M-ilz'tar Las nubes en las cuales se oye entrechocar los pedriscos antes de su caída, y que se mueven horizontalmente, me han parecido siempre mucho menos elevadas, y, á estas alturas menores, se puede concebir que enfriamientos e.'traordinarios son causados por la dilatación del aire, que asciende aumenlado de capacidad por el calórico, por corrientes de aire frío que vienen de una lati­tud más elevada, y, sobre todo (según el pa1~ecer de lVI. Gay Lus­sac), por la irradiación de la superficie superior ele las nubes. Tendré ocasión de volver á tratar este asunto, al hablar de las formas diferentes bajo las cuales el g1~anizo aparece en la cima de los Andes, á 2,000 y 2,6oo toesas de altura, y al examinar la cues­tión de saber si se puede considerar la capa de nubes que envuel­ve las montañas como una continuación horizontal de la capa que vemos en los 1lanos encima de nosotros. El Orinoco, lleno de islas, comienza á. dividirse en varios bra­zos, de los cuales el más occidental permanece seco durante los meses de Enero y de Febrero. El ancho total del río pasa de 2,500 á 3,000 toesas. Frente por fren .. e de la isla de Javanavo ·irnos al levante la boca del ca11o Aujacoa. Entre este caño y el río Paruasi 6 Paruati .. * el país se hace cada vez más cerrado en bosque. En medio de un bosque de palmeras, no lejos del Orinoco (enfrente del Halo de San Antonio), se levanta una ¡·oca aislada y de un as­pecto infinitamente pintoresco. Es una columna de granito, una masa prismática cuyos flan­cos desnudos y escarpados alcanzan á cerca de doscientos pies de altura. u cima, que se levanta sobre los más elevados árboles del bosque, termina en un banco de roca unido en la superficie y ho­rizontal. Otros árboh::s coronan esta cima, que los misioneros lla­man el Pico 6 Jl;fogole de oc¡a•za. Este monumento de la naturale­za, sencillo en su grandeza, recuerda los monumentos ciclópeos. Sus contornos, fuertemente pronunciados, el grupo de árboles y de arbustos que lo coronan, se destacan sobre el azul del cielo. Es como si un bosque se levantase encima de otro bosque. 11ás lejos, cerca de la embocadura del Paruasi, el Orinoco se estrecha. Al Oriente alcanzámos á v r una montaña de cima rasa que se a anza en forma de promontorio. Tiene más de trescien­tos pies de alto, y servía de fortaleza á los Jesuítas. Allí habían construido ellos un fortín defendido por tres baterías de cañones y constantémente ocupado por un destacamento militar. Hemos vis­to estos cañones desmontados y medio sepultados en la arena, en Carichana y en Atures. El fortín de los J esuítas ( ó fortaleza de San Francisco Jaz•ier) fue destruído después de la disolución de la Compa­ñía; pero el sitio aún conserva el nombre de El Casft"llo. Sobre una carta manuscrita, trazada en estos últimos tiempos en Caracas por un miembro del clero secular, lo encuentro marcado con la rara denominación de Trz"nchera del despolúmo mo11acal. En todas las re- • El Padre Jesuíta Morillo había formado sobre las orillas de Paruasi una misión de este nombre, reuniendo indios Mapoyes ó Mapoy; pero fue bien pronto abandonada. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 472 Boletín Militar voluciones la nomenclatura geográfica se resiente del espíritu de innovación que se apodera de la multitud. La guarnición que los Jesuítas mantenían sobre esta roca no estaba simplemente destinada á proteger las misiones contra las in­cursiones de los Caribe , sino que se empleaba también en una gue­rra ofen iva 6, como se dice por aquí, en la conquista de las alrnas. Los soldados, excitados por el cebo de recompensas pecuniarias, hacían incursiones ó entradas á mano armada en las tierras de los indios independientes. 1\IIataban todo lo que se a treYiese á hacer resistencia; quemaban las cabañas ó destruían las plantacione , y se llevaban en calidad de presos á los viejos, las mujeres y los ni­ños. Estos prisioneros se repartían en las misiones del Meta, del Río Negro y del alto Orinoco. Se escogieron los lugares más lejanos, á fin de que no pudiesen intentar el volver á su país natal. Este medio violento de conquistar almas, aun cuando prohibido por las leyes españolas, era tolerado por los gobernadores ciYiles y elogiado como útil á la religión y pat·a el engrandecimiento de las misiones, por los superiores de la Compañía. "La voz del Evan­gelio no es escuchada-decía cándidamente un Jesuíta en las Car­las edificantes de la Compailía de Jesús, 1757, tomo xv1, página 92-sino allí en donde los indios han oído el ruido de las armas, el eco de la pólvora. La dulzura es un medio bien lento. Castigando á los natu­rales se facilitara su conversión." Estos principios, que degradan la humanidad, sin duda que no eran los de todos los miembros ele una sociedad que, en el Nuevo Mundo y por dondequiera q e la educación ha permanecido exclu ivamente entre las manos de los monjes, ha prestado servi­cios á las letras y á la civilización. Pet·o las entradas tÍ las conqmslas espinlualc-., con ayuda de las bayonetas, eran un Yicio inherente á un régimen que tendía al rápido ensanche de las misiones. Es con­solador ver que no siguieron el mismo sistema los religiosos de San Francisco, de Santo Domingo y de an Agustín, que gobier­nan hoy una vasta parte de la América l\1eridional, y quienes, por medio de la dulzura 6 la senctllez de sus costumbres, ejercen una influencia poderosa sobre la suerte de tantos millares de indígenas. Las incursiones á mano armada están casi del todo abolidas; y allí en donde se acometen, son improbadas por Jos Superiores de las órdenes. No decidiremos por el momento si esta mejora del régimen monacal se debe á falta de actividad ó á una tibieza in­dolente, ó si hay que atribuirla como á uno le gustara ó á que fuese debida al aumento de luces; á sentimientos mejores y más confor­mes con el verdadero espíritu del cristianismo. Conlz'mía Bogotá-Imprenta de Vapor. Calle IO, mímero I68 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Publicaciones periódicas

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año V Serie II Tomo I N. 15

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 179

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BocoTÁ, NoviEMBR~ 24 DE 1900 ·--~-- ~ ------------ - - - - ---------- - --- ~~------------ ------ - ----- - ---- Or¡:ano del lUiaisterio de Guerra y del Ejército Son colaboradores de este periódico los Jefes y Oficiales del E jército Director ad honoreJD Francisco J. Vergara V. General de Ingenieros, Miembro de ;.arias So· ciedades Cientificaa :N"U:Lv.J:. 179 :ill)~.,g~ , g ~~ ~.o • • ID)~ Jl®®@ ( 1.0 DE OCTUBRE) por el cual se reorganiza la I.a División del Ejército El Piupresidente de la R epública encargad() del Poder Ejecutivo DECRETA Art. l.o La 1.~ Divi ión del Ejército se compondrá rle los siguient S Cuerpo.·, perteneciente' á la l. a Di vi ión del Ejérci­to del Norte: Bárbula,, Bo.lJaeá, Narifio y Santos, que en lo su­cesivo e d uoruinará Batall6n Caldas. Art. 2. 0 llác nse lo ' ignient nombramientos: Comandancia gmun·al-ComanlL nte gen ral, General Flo­ro Gómez; yudante Secretario, Capitán Raimunuo Velasco, y Ayudante, '.reuieute Coronel Manuel París R. La Comandancia teuclrá un Oorneta de órdenes, un Tam­bor y nn Ordenanza. E~tado JJ,!ayor-Jefe de E ·tado Mayor, General Luis Fer­• ando García; Pnmeros yudantes generales, General Carlos Franco Q., Coroueles Jo é F. Vargas, Julio E callón y Hermó­genes Afanador; Segnndos .Ayudantes generale , Teniente Co­ronel Guillermo Montoya, Sargentos Mayores Carlos Samuel O jeda y Alberto .A.guirre; Primeros Adjt1utos, Capitanes Eu­genio Mediua y Ramón Amaya; Segundos Adjuntos, Tenienttl Trino Ooutreras y Subteniente Joaquín Caro. Habrá, además, en el Estado M USe los sig·uieutes nombramientos para el BATALLÓN BÁRBULA: Primer Je~:), General gradm-ulo Fernando Borrero; Segun­do Jefe, Sarp:e11to 1\iayor Cándido Vauega ; Ayudante :Mayor, Capitán Oé ·ar Buitrago; SegntHlo A. ndaute, Teniente I-tamón Barrera; A bandera.·ta Oo'mpañía,- Uapitún, Juan Ooutrera ; Teniente, l{afael V. Ualdel'ÓII; Snhtcnieut ·, lticardo Lemoine y Salus­tiauo Gua ca. (Juinta Oompa11ía-Capitán, Gabriel Roclrígnez; Teniente, Octa\·io Snárez; Subtenient ·s, José del U. H.odl'Íguez y Julio Ca. taño. Art. 4. 0 Para el BA'l'ALLÓ.N BoYAC'Á. ~o hacen los siguien­te no m l>rarni •n to : Prim~r Jefe, General gradurulo Tomá Gómez; Segundo J ef~, Tenientt~ Cox· u el lignel ha reía A.; Aynd< u te 1\layor, Capitán '.robía · Palacio. . ; t gnnclo ..AyudantP, Teni u te 1\Ia­nuel Atjona; Abanderado, Sn >teniente Dorni ngo Parra; lla­bilitado, Sargento 1\Iayor A lPj:-tudóu Rincón; Ayudante Mayor, Capi­tán Eduardo Cortés L.; seguuuo Ayudante, Teniente Benedic­to Roja~; AbanLlerala; Subtt>Hieutes, Ooucepcióu Varón y Uarlos O laya. Quinta. Ovmpaf1Írt-Capitán, Isidoro Pardo G.; Teniente, Zoilo Cortés; Snl>tenien te , . . . . . . . . . . . . . . . . . . y Pedro Ca­macho. Art. G.o Hácense los siguientes nombramientos para el BATALLÓN CALDA.S: Primer Jefe, General gradna(lo 'Miguel W. Angnlo; Segun­do Jefe, Sargento Mayor Eurique Urdan ta; .Ayudante Mayor, Sargento !\'la.vor Sixto Uamero; Sflgnndo Ayudante, Teniente Antonio 1\ftui llo M .. ; Al>auderado, Su bte11ien tt~ 1~ ideligno Loza­no; Jiabili~ado, Tomá' Uárdt u as, a~i milat( nientes, T{:1lé:sforo Herná11ntes, Petll'o ~Iogollót1 y l;tlis A. 'rorr·es. Quinta, Oompaiiin-Oapitáu, Arüü,id{:•s Tones; Tmliente, Gabriel Heyes; Subtenientes, Ca.rlo Salcedo y Francisco Iler­nánd z. BATALLÓN ANZOÁ'l'EG{ r. Plana, Jlfaym·-Pl'iuwr J'.•fp, Uo­rorwl Antonio Hut>cla · ,·t·gmulo .Tt-f( ~ 'I'eni( ntP Coronel Ricatz; J. hn.Htle­rado, ~nhteuicnt' Valeutín Páez; llahilitado, Uavitún Hoh ~rto Vargas Tamayo. Primera Uompaiiía.-erlo Barriga y . . ...........•.. ; Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BoLETIN ,,,LITAR ~ 639 Adjuntos, Capitán Milcía(l~s García y Subteuieute Jenaro Ji· ménez. Inspecoion-Inspector, General ........ . ......... ; Ayn-daute. . . . . . . . ..... _ . ....... - .. Cuerpo Uivil-U misario Pag-aüo r, ,Julio Lnzardo, asimila­do á Uorouel; Habilitt-ulo, Lni~ V. Augel A., a ·irni ' atlo á '.re­nicrt te Uoroucl; Pro\·e •dor, Tomá~ l\Iorale~, aBi lllilatlo á Sar~ geuto :Mayor. Ambufanoia-:\léc.lico, Dr. Tomás E. Garzón, asimUado á primer Jefe tle Cnerpo. BA'l'ALLÓN RtCAUR'rK Plana ;lfaym·-Primer J , ft>, Ooron l Gnillermo Ber·r1al O.; :Sl'g'nt do Jpf,~, UoronPI :\Iarco Jnlio NiPto G.; A,yutht:ltc J\Ltyol', U·a CompañÍ' t-Unpit~1n, l'nutd A ·llirri U . ; Tl·Hi nte, .. A.dolfo Aguinc; 'nht c •nit•llt t> ~ :\l}tHUel Gr"~~t B. y .... -- . Cua,)·ftt Com¡I, David ·y ·illlww Jla.lJOI ' - Pl'inuw ,Jpfe, Tt>lliPH te Coronel i\fa. · imiliano :Ut•nral; ( gn11clo .Jeft•, Te11ieutH Uoro11Pl I ·ido ro Or,lófíe;¿; ; • y u da 11 te Mayor, [a.' i 1111! i~wo U a m a ello A.; Seu;uwlo A. ·ut t ientc~ L(•OJiiz; Ilahilitado, Efruím 1 uho \.. Rodrig-11 ·z .r l:!ilías Ca~ ti blanco. 'egunda ('ompañía-C:q it{,n, S: Lting·o ( ' ltan~s h.; Tt•Hi<->JI. te, Uleurente Uúrdena.·; ~ nbtellielltf's, l s aae ~ 'úneltez y Pedto l\1 clina. Teroerrt Compaiiía-Ca pi trtn, l\lmHH•l ,J. Bal ·flzar; '1 en iPn-tc, Lni' l\larnlaucla .; 'ubte11iente ·, Luis Nieto y Luis S(tn-chez. C~aiYfa Oompafíín-Uapit{lll, Jnan Ro.·a~; Tt 11ient , H.;.!fl'IWtHlo P~t)'()() . . rnhéu ÜRorio. BATALLÓN lfgt{R.ÁN. Plana illayor-PI'imc~r Jef••, CoronPl Eli~eo Huiz H..; Beguudo Jefe, Tcuier!te Uorouel José U. LeJ·- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 640 80LETIN MILITAR ~ tón; .Ayudante Mayor, Capitán Miguel Leonidas Gómez; Se­gundo Ayudante, Teniente Leoncio Pinto V.; Abanderado, Subteniente Demetrio Vargas; Habi1itado, Enrique Bulla, asi­milado á Capitán. Primera Cotnpañía-Capitán, Eleázar Gómez; Teniente, Marco Julio Perilla; Subtenientes, Nepomuceno l\foreuo y An­tonio Quintero. Segunda Oompañía-Capitán,.Abdón Ruiz; Teniente, Máxi­mo A. León; Subtenientes, 1\Ielecio Velásquez y Maximiliano Avila. Tercera Compañía-Capitán, Marco Julio Medina; Tenien­te, Nicodemus Mondragón; Subtenientes, Indalecio Ramírez y Néstor Peña. Cuarta Compa1íía- Capitán, Tobías Sabogal; Teniente, Leopoldo Martínez; Subtenientes, José Maria Pa'"ía y Pastor Joya. Quinta Cmnpatíía-Capitán, U rías de J. Salinas; Teniente, Diomedes Perilla; Subtenientes, Adriano González y Nicolás Velásquez. BATALLÓN ENCISO. Plana Mayor-Primer Jefe, Teniente Coronel Vicente Angulo V.; Segundo Jefe, Sargento 1\.fayor An­gel María La verde; Ayudante 1\fayor, Capitán Alcibíades Fer­nández; Segundo Ayudante, Teniente Da río Arévalo R.; Abanderado, Subteniente Pedro Roja ; Habilitado, ... --- ..... Pri1nera Compañía-Capitán, ülemente de la Peña; Te­niente, Teodicilio Valencia R.; Subtenientes, Adonay Ordóñez y Jorge E. Gómez. Segunda Con~pañía-Cap1tán, Camilo Neira; Teniente, Ja­cobo Castellanos; Subteniente , Jesús Ga.rcía y Emiliano Roa. Tercera Compañía-üapitán, Patrocinio Henao; Teniente, Gregorio Morale ; Subtenientes, Rafael Suár z y Lisandro Moreno. Cuarta Compañía-Capitán, Pedro García Flórez; Te­niente, Ana tasio Lizarazo; Subteniente , ~Iartiniauo ...1. urillo y Antonio ....... . Quinta Compaiiía-Capitán, Roberto Rendón; Teniente, Juan .A. Salcedo; Snbtenj.ent , ,lo é Angell~i era y Damián Ramos. Dado en Bogotá, á 7 de Noviembre de 1900. JOSE l\IANUEL ~ARROQUIN El Ministro de Guerra, JOSÉ DOMINGO ÜSPIN A C. --~·--- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ LID~CO~IfJI~ ·r» JW ti 0 ·• m>llil IL~l»(Q) (7 DE NOVIEMBRE) por el cual se reorganiza la 4· 8 Di visión del Ejército 641 El Vicepresidente de la República encargado del Poder Ejecutivo DECRETA .Art. l.• Reorganizase la 4. 8 División dPl Ejército, l1 cnal se compondrá de las Divisiones B-ugamuxi, Tunda.ma y (•1 Bata­llón Cedefío, que se di \'iclirá n en en a tro Batallones dellomina­dos Vargas, Tundama, Sugatnttxi y Oedeño. Art. 2. 0 Hácense los siguientes nombramientos: Comandancia gene1·al-Comantenieutcs, llcnigtlO Rinc 'n y Ilc raclio Porra,. Quinta Com¡wiiía-Capítáu, ~ i.·to Parra; Teniente, Ber· narpomnceu Ueli A\·e1iuo Barr ra. Art .. 5. 0 IIáCl'llSO lo iguient >s uornbramiento para, BA1.'A.LLó~ ~u Al\'IUXI: Plana. Mayor-Primer ,Jef< , Coronel Fntncis:co O ·orio; Segnndo .Jeft>, 8argPnto l\1, yo1· Marco . Rodríguez; Ayu­( lante ~Ia_ror, Uapitú.n Seb~1 ti(Ln Franco; Segundo ..Aylltlante, 'Ienientc l~~tfae l li'ou. eca; Aba11d rado, Subteniente ?tlelqui­sedt- e Poilitallo, l ;-tfacl Ca ·tru, a.·irnil, do á Ua­pitru. Primera Compañía-Capitán, 1\Iannel Ca.. tro; Teuieute, Jn ... toA. Puf'rto; Snhteuiente~, Daniel Guaríu y Nepomuceno Fon:o;eea . ..,egnnila Compaiiía -Capitán, ~To~é A. Ca~ti llo; Teniente, R tirnnndo Pa la,:io~; Subte11iente~, Abd )u Buitr ago y .Miguel Vargas. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ 643 Tm·cera Compaiiía-Oapitán, Luis F. Guevara; Tenient~, Luis Cecliel; Sul>tenient s, Antlré' Correal y Eliécer Pulido. Cuarta Compañía-Capitán, Jesús Rqjas; Tenie11te, Severo Coml>ariza; Subteniente , Abrahn.m H.eyt> y Luis F. Reyes N. Quinta Compañía-Capitán, Felipe N. Correa; Teoiente, Daniel 1\fuñoz; Subtenientes, Eucaruanión Alba y Francisco Ortiz. Art. 6. 0 Rácense los siguientes nombramientos para el BA'l'ALLÓN CEDEÑO: Plana Mayor-Primer Jefe, General graduado J.Juis F. Vás­qnez; segundo Jefe, Coronel Julio llernández S.; ..Ayndaute Mayor, Sargento l\Iayor Enrique Calderón; Segundo A~ ,, dan­te, Teniente Antonio Peralta; Abauderado, Subtenienk Luis Mode to Ortiz; Habilitado, Belisario Vejarmw, asim i h do á Capitán. Primera CompaJ1írl-Oapit{tn, 1\fannel A. Berna} ; Teniente, Wence lao Aragón; Subtenientes, Santos Valencia y Belisa­rio Luque. Segunda Compaiiía-Capitáu, Euclides Quintero; Tcnient~, Rafael Sáncbez; Snbte11ientes, Joaquín Otálora y Wenceslao Serrano. Terce ,ra Cmnpmí ía-Oapitán, S:Lhrador Plazas; Teniente, l\{arcelino Hoja ; Su btenien tt~s, J nan P. A u gel y Daniel Forero. Cuarta Compañía- Oapitáu, Bonifacio Duro; Teniente, Joaquín Bueno; Subtenientes, IJni · L. l~incón y Lanl'encio Delga( lo Quinta Compañía-Capitán, BPtljHmín Gómez; TPni nte, Samuel Figneroa; Subteniente , lOnrique Vergara y Carlos García. Comuníquese y publíque "· Dado en Bogotá, á 7 ele Nodemhr COCD (NOVIEMB E 12) por el cual se crea una Comandancia El Vicepresidente de la R epública encargado del Poder Ejecutivo DECRETA Art. 1. 0 Quedan uprirnirla~:: h Comandaucia y el ERtaflo Mayor df::'l primer Cuerpo de -miéreito, creados por el Decreto del 15 de Octnbre próximo pnRaastián Os­pina B., Luis ]'. Cifnentes, Ramón Gonzá tez; Habilitado del Cuartel general, Rufiuo Varga , a imilado á Coronel. .Art. 3.• Por resolución especial en cada cnso, ellVIinisterio determinará la fuerza~ y territorios que deben quedar bajo el mau, baj el mando directo d l Comandante en Jefe de lo Ejército'. El 1\Iinistro, JOSÉ DOMINGO ÜSPINA C. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR '-y--" DE LAS PIEZAS EN LA ARTILLERÍA RODADA 645 Reglamento provisional arreglado por la Comandancia militar de la Plaza de Bogotá para el Cuerpo de su dependencia PAR TE PRIMERA-AMETRALLADORAS Titulo 1. 0 -Servicio de la boca de fuego en caanpaña ( Contin!ia) Carga de la pieza en cuatro tiempos El instructor repetirá la nomenclatura de las principales par­tes de la pieza, explicando su funcionamiento á los artilleros ; les mostrará las municiones empleadas en el tiro de la ametralladora y les enseñará á cargar los proveedores y á colocarlos debidamente en la tapa de caja. Les explicará igualmente que en la carga de esta pie­za, como en la de cualquiera otra, hay cuatro operaciones princi­pales que realizar, de las que cad:t una corresponde á un tiempo de la carga: 1.• Colocar la pieza de manera que se la pueda cargar con comodidad; 2.a Cargarla, es decir, colocar el proveedor de suer­te que lo cartuchos puedan dispararse fácilmente ; 3·8 Apuntar la pieza para herir el blanco apuntado ; y 4· 11 Disparar los proyec­tiles ó sea dar fuego. Los artilleros en su! puestos para ejecutar 1la carga en cuatro tiempos, el instructor manda: Carga en cuatro tiempos. 1.0 EN AC­CIÓN (un tiempo). A la voz en acción, que repetirá el primer sir­viente de la izquierda, lo5 primeros sirvientes se acercan á la culata, prontos á desempeñar la~ funciones que les corresponden en los otros tiempo ; los terceros pasan á retaguardia del avantrén, el de la izquierda retira tres proveedores del arcón, los entrega al ter­cero de la derecha, cierra dicho arcón y vuelve á su puesto. El tercero de la derecha coloca los proveedores en su saco y al paso de trote se dirige á la pieza y entrega uno á uno los pro­veedores al primer sirviente de su lado; el primer sirviente de la de­recha al acercarse el tercero gira á la izquierda, recibe el provee­dor, vuelve á dar frente á la pieza, se cerciora de que los cartuchos están bien ordenados ó rectifica la posición de éstos sacudiendo ligeramente el proveedor, sosteniendo el resorte inferior con la. mano izquierda. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 646 BOLETIN MILITAR ~ El segundo sirviente de la derecha, cuando venga á la pieza el tere~ro, se dirige al arcón á recibir del tercero de la izquierda los proveedores que éste le entregue, y desempeña las demás fun cio­nes prescritas al tercero de derecha. El segundo sirviente de la izquierda se acerca á la culata, toma una palanca de maniobra de su puesto de viaje, la coloca en la anilla de la contera y vuelve á su puesto. 2. 0 APUNTEN (un tiempo). A la voz apuntt!n el primer sir­viente de la izquierda gradúa el alza de acuerdo con las indicaciones del instructor, hace que el segundo sirviente de izquierda, moviendo la contera con la palanca, di rija la pieza hacia el blanco, toma con ambas manos el volante del tornillo de puntería y arregla la puntería en altura, luégo pasa las manos á las dos cabezas del res0rte de dis­persión y hace girar la de la izquierda con suavidad hasta fijar la pun­tería en dirección, y ter mi nada esta operación se endereza si para eje­cutar con más comodidad la puntería tuvo que agacharse ó poner rodilla en tierra. Para apuntar y arreglar el alza, tom .. rla con la mano derecha por su cabezote, haciéndola salir suavemente de su canal hasta que el número conveniente de la graduación quede en haz con b flecha indicadora grab~1Ja en el borde del canal del alza; colocar el pie Jerecho forma no o escuadra con el mástil de cureña, el talón á una cuarta de la co11tera; poner el pie izquierdo para­lelo á la pieza, la punta á la altura del tornillo de puntería; incli­narse tendiendo el jarrete izquierdo; agarrar con la m~no izquier­da la cabeza de ese lado del resorte: de dispersión y con la derecha el volante del tornillo Je puntería ; acercar el ojo derecho á la ra­nura de mira, cerrar el izquierdo y dirigir la visual por el centro de dicha ranura, de manera de ver bien el blanco y tarn bién la pu n­ta del guión de mira; tratar de por er esos tres puntos en l1nea recta, para lo cual se levanta ó se b1.ja la culata por medio del tor­nillo de puntería, COilCiuyendo en eguida el arreglo de la direc­ción con ayuoa del mecani:smo de movimiento lateral Je Jispersión. El artillero, según su e tatura, puede colocar el pie derecho más adelante ó atr<Ís de donde se indica, á fin Jeque quede colo­cado cómodamente para apuntar la piezc.1. El instructor hará notar á los artilleros que como la pieza no tiene retroceso, no es necesario volver á colocarla en batería ni rectificar la puntería tras cada disparo, como sucede con el cañón, por lo cual, dada la dirección aproximadamente con la palanca, los dos movimientos indicados bastan para acabar de apuntarla me­diante desplazamientos ejecutados dentro de pequeiios límites, so­bre tod@ en lo que se refiere al movimiento lateral. 3.° CARGUEN (un tiempo). A la voz carguen el primer sir­viente de la derecha endereza el proveedor que había tenido horizon­tal, poniendo la mano izquierda sobre el resorte inferior, apretado éste con los dedos índice y medio, la derecha un poco más arriba~ Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 647 se acerca á la caja de carga dándole frente, da la voz de alistarse y coloca el proveedor en dicha caja, haciéndolo entrar suavemente en la boca de aquélh y sentándolo luégo con un solo golpe, seco, de suerte que dentro de ella quede ajustado tan perpendicularmente como sea posible, y .e retira á su puesto á arreglar sin demora otro proveedor sin perder de vista al "egundo sirviente de la izquierda. A la voz de alistarse el primer sirviente de la izquierda toma la manivela con la tn.lno derecha, apoya la izquierda en el casca­bel, de pie ó sentado en la plancha del mástil de cureña, según le sea más cómodo y según e té colocada la manivela en la pieza, (atrás ó al costado), y en el acto en que el proveedor entra en la caja acciona sobre la manivela con suavidad hacia la izquierda y de arriba abajo ( ó hacia adelante) hasta sentir la re istencia que presenta el primer cartucho antes de entrar en su recámara, pues entonces la hará girar un poco en sentido contrario para volver en el acto al verdadero, re pi tiendo l;t operación hasta que el tacto le indique que el mecanismo principia á funcionar debidamente. El segundo sirviente de derecha pasará al arcón á cargar con las municiones de reserva los proveedores desocupados que devuel­ven los sirvientes segundo y tercero de la derecha. 4. 0 Pic~a-FUEG) (un ticmpo)-A la primera parte de la voz (pieza) el primer sirviente de la izquierda apoyará con fuerza la mano en la manivela, y á la segunda (fuego), que repite el primero de la derecha, imprime fuerte é igual movimiento de rotación á la manivela. ha ta disparar los cartucho~ contenidos en el proveedor. Al partir el primer di:- paro el primer . irviente de la derecha se traslada frente y cerca de la rueda de su lad para seguir la marcha descendente del botón del con trapes o del proveedor, ayuda á bajar este con la mano si se d...:ticne, pue entonces se suspendería el fuego, y cuando5e aproxime al fin de su carrera hará con la mano seña al segundo de la izquierda, el cual se acer .ará para retirar el descar­gado en el mon1ento en que el botón roca la caja, indicado por q uíen rcci be, y lo coloca otro del ter ero como que da dicho. El primero de la izquier la su pende el movimientQ de la manivela, y ase el volante del tornillo de puntería, para estar listo á modificar el alcance si la ob ervación del resultado del fuego de la descarga lo hace necesario. Cuando la distan ia del enemigo es inferior á I,ooo metros, y el blanco no e de frente muy reduc1do, como un camino de serra­nía, un puente pequeiio, etc., para aumentar la eficacia del arma se pone en acción el mecanismo de dispersión de las balas, que im­prime á la ametralladora un movimiento lateral. Para esto el instructor al mandar apunten agrega dispersión lateral. E! primer sirviente de la izquierda, después de apuntar, zafa el perno del plato de los muñones y hace girar rápidamente hacia atrás la cabeza izquierda del tornillo de dispersión ( ó engrana la Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ media luna, ó sube el perno de vaivén según el si.,tema de la pieza). Si la voz no se dio y la operación debe hacerse roto el fue­go, ó bien para aumentar ó disminuír la amplitud de la dispersión, el instructor ( ó el jefe de pieza) lo indicará al segundo sirviente de la izquierda, quien graduará el tornillo conforme á la orden reci­bida. Si se quiere barrer una mayor zona longitudinal, el mismo sirviente, valiéndose del tornillo de puntería, hará subir y bajar la culata de acuerdo con las indicaciones del instructor. Si se quiere ampliar el movimiento lateral, se coloca la contera sobre un trozo cilíndrico de madera, y con la palanca de puntería se la mueve de un lado á otro: en este caso conviene clavar dos estacas que limi­ten el movimiento á lo que fuere conveniente para que sea posible ejecutarlo con rapidez y sin vacilaciones. Carga á discreci6n Para que los sirvientes ejecuten la carga de la pieza discrecio­nalmente el instructor mandará: Carga á discreción-EN ACCIÓN. A esta voz de mando, que será repetida por el primer sirviente de la izquierda, los terceros sirvientes se colocan tras el avantrén; el de la derecha, ayudado por su compañero, toma tres proveedores que pone en su saco y á la carrera pasa á colocarse frente al primero de Ja derecha en la prolongación de su hilera. El tercero de la iz­quierda hace otro tanto y se coloca de análoga manera á la altura del centro de la palanca de puntería. El tercero de la derecha entrega sucesivamente al primero los proveedores, y tan luego como queda vacío el saco corre al avan­trén á reponer los gastados. El tercero de la izquierda pasa al puesto en que estaba su compa ñero y desempeña sus funciones mientras entrega los proveedores que llevaba en el saco. Y así continúan alternándose para aprovi s ionar la pieza. Los otros artilleros ejecutan, sin interrupción, lo que está prescrito para los tiempos en acc ión, apunten, cargen. Cargada y apuntada Ja pieza, el instructor rectifica la puntería si es preciso y manda pieza, F.U EGO. A esta voz se procede como e dijo en la carga por tiempos. Di puados los cartuchos de un proveedor, la carga recomienza á la voz EN ACCIÓN dada por el primer sirvien­te de la izquierda, y asís~ continúa hasta que se mande ALTO EL FUEGO. . Como la carga á discreción es la única que se emplea en el campo de batalla, el instructor cuidará de que los artilleros se fa­miliaricen con ella hasta ejecutarla sin voces de mando. Durante los descansos los ejercitará en dar la puntería á la pieza. Cuando el fuego deba sostenerse mucho tiempo, sólo el ter­cer sirviente de la derecha ( ó el de la izquierda) traslada provee­dores cargados del avantrén á la pieza, devuelve los vacíos á su compañero, quien sin demora los recargará con las municiones de Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BoLETIN MILITAR ~ ~49 reserva, y así listos los coloca las en cajillas del arcón que trans­porta el avantrén, de donde los toma aquél. Cesar el fuego Para hacer cesar el fuego el instructor manda: ALTO EL FUE­Go. Si un proveedor está todavía en la pieza, se quita en el acto; el sirviente re,pectivo levanta la tapa de la caja de carga y retira los cartuchos aún no disparados, mientras el encargado hace funcio­nar lentamente la manivela en sentido contrario. En todo caso, una vez que en la pieza no queden cartuchos, se procede á ejecu­tar la operación inversa de la efectuada para equipar la pieza, los terceros sirvientes devuelven al avantrén los proveedores, vacíos ó llenos, y todos tornan á ocupar sus puestos. Cambio de puestos y reemplazo de sirvientes El instructor hará qüe todos los artilleros suces.ivamente des­empeñen las funciones asignadas á cada sirviente, para lo cual mandará: Á cambiar puestos. MARCHEN. A la voz preventiva los terceros sirvientes colocan sus sacos de carga sobre el arcón del avantrén; á la voz ejecutiva los primeros y segundos sirvientes gi­ran á la derecha, el tercero de la izquierda da media vuelta á la derecha, todos se mueven á ocupar los nuevos puestos que les corresponden y dan frente á la pieza. Los que quedaron de ter­cero5 (antes tercero y segundo de la izquierda) se equipan con los saco5 de carga. Si el instructor quiere que los artilleros cambien más de un puesto mandará: A cambiar TA TOS puestos . • \1AR­CHEN. Y el movimiento se sostiene hasta que el primero de la derecha haya llegado al nuevo puesto que va á desempeñar. Cuando por cualquier causa faltan uno 6 más 5irvientes se procederá como sigue: Al faltar un sirviente se suprime el puesto de tercer sirviente de la izquierda y siguen aprovisionándola el segundo y el tercero de la derecha, para lo cual los.proveedores que tomen en el armón los colocan, alternativamente, en el saco de carga abierto, contra la palanca de puntería. La falta siguiente suprime el segundo sir­viente de la izquierda, y se continúa el transporte de municiones como en el caso ant~rior. La tercera falta suprime el puesto de ter­cer sirviente de la derecha, y sólo el segundo de ~ste lado continúa aprovisionando la pieza. La cuarta falta suprime el segundo sirvien­te de la derecha : en tont:es el primero de la izquierda carga y el primero de la derecha transporta las municiones. En fin, cuando no queda sino un solo artillero el jefe de pieza desempeña las fun­ciones de primer sirviente de la derecha y el sirviente útil aprovi­siona la pieza. Ejecucándose la carga á discreción, para que ésta continúe con un mlmero menor de sirvientes, el instructor manda: taló VIII-42 • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 650 80LETIN MILITAR ~ tales sirvientes, SUPRÍMA NSE. Los sirvientes de~ignados cesan en el acto en sus funciones, depositan su equipo sobre el arcón del avantrén y se colocan cinco pasos á retaguardia de sus puestos an­teriores. El instructor asigna á los restantes las funciones que de­ben desempeñar, cada cual se equipa de acuerdo con ellas, y la carga continúa. Para que los sirvientes separados vuelvan á sus puestos, el instructor manda: ALTO EL FUEGO, y el servicio de la pieza se restablece á su estado normal. Parada Estando la pieza en batería y equipada, para que los artille­ros se coloquen en parada el instructor manda: EN PARADA. A esta voz los sirvientes d::~.n frente á la boca de fuego; los de la derecha giran á este costado y los de la izquierda al izquierdo, y guardan todos la posición de firmes. Para que los artilleros vuelvan á su posición de servicio el instructor mandará: Á sus PUESTos, y al oírla los sirvientes tor­narán á colocarse conforme se dijo en su lugar. Desequipar la pieza Para hacer desequipar la pieza el instructor manda: DESEQUI­PEN LA PIEZA. Al darse esta orden el primer sirviente de la izquier­da guarda el alza en su canal, hace funcionar el tornillo de puntería hasta poner horizontal el cañón, suprime el movimiento de disper­sión y coloca el tapaculata; el primero de la derecha coloca la aguja y el descascarador en su lugar y pone el tapaboca; los se­gundos sirvientes ponen en su puesto las palancas de puntería y de maniobra y en seguida colocan el contenido de lvs sacos de ser­vicio (juegos de arma ) ~obre el arcón del avantrén, y los terceros guardan esos enseres (proveedores y los ú ti le.) en su lugar. Des­pués todos vuelven á su respectivo puesto. Traer el avantrén Desequipada la pieza, para engancharla de nuevo al avantrén el instructor mandará: traigan el a·vantrén. MARCHEN. A la voz preven ti va el tercer sirviente de la derecha se traslada al extremo izquierdo de la lanza y lo ase por las anillas;· el tercero de la iz­quierda pasa tras el avantrén y agarra la rueda derecha. Los se­gundos sirviente~ cogen las anillas de la contera. Los primeros se colocan como para el movimiento á brazo á retaguardia. A la voz ejecutiva los terceros hacen avanzar el avantrén y lo colocan de manera que el gancho maestro quede cerca del argollón de conte­ra, para lo cual lo hacen avanzar oblicuando un poco á la derecha, de suerte que al dar media vuelta á la izquierda el extremo de la lanza roce la contera, y al concluír la media vuelta el gancho quede cerca del argollón. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 651 Los segundos sirvientes asen las manijas de contera, cada uno con la mano respectiva la levantan de su lado, y lo mismo que los primeros, hacen fuerza para que retroceda un poco la pieza en el sentido conveniente, y así que el argollón éntre en el gancho maestro el segundo de la izquierda coloca el perno pasador. En seguida todos vuelven á sus puestos. En ningún caso se hará retroceder el avantrén hasta la pieza. Si el instructor quiere que el avantrén ~e acerque por delan­te de la pieza mandará: traigan el avantrén á vanguardia. MAR­CHEN. Los sirvientes comienzan por colocarse como para el mo­vimiento anterior, sólo que de los primeros el derecho da frente al la.Jo de la culata y el de la izquierda al de la boca de la pieza. A la voz MARCHE N los segundos levantan la contera, y éstos y los primeros hacen dar media vuelta á la pieza, de manera que la con­tera salga por la izquierda. E 1 avantrén pasa por el flanco izquierdo de la pieza sin ale­jarse mucho de ella, y así que la rebase los terceros lo enderezan de modo que quede en la prolongación del mástil de cureña. En se­guida la pieza se engancha al avantrén como se dijo para el movi­miento anterior, y los sirvientes vuelven á sus puestos. Empleo de ltt prolonga Como la operación de enganchar la pieza al avantrén exige el momentáneo agrupamiento de hombres y animales, lo que consti­tuye un blanco que el enemigo no dejará de aprovechar, tornando peligrosa la operación bajo un fuego muy vivo de artillería y fu­silería, para evitarlo se ocurre al uso accidental de la prolonga hasta el momento en que el avantrén pueda enganchar e con . eguridac..l. La prolonga es una cuerda de cáñamo de om3o á om35 de grueso y 8 metros de largo, que por un extre.mo termina en una argolla para engancharla en el gancho maestro del arm6n ó avan­trén, por el otro en una muletilla ó barra metálica ue pólvora t2 ~ ..., "' ~ ~ o ..., l 1::! "'- ... ~ ..., ~ ':;:: b.o ::0 ~ ~ + .:::: res <:::: .... b.o ::l k: -~ ~ Tm·peiio.~ ter;·cst)·es-~-_ on c~jas con una carga nticrran n ( 1 suelo sólo lo preeiso JHl ra q nc el ad ver. ·ario no los vea, y el J){'r­cusor se arregla dB rnan •t·a que .. ·ea el miRmo a altautc el qne provoca la explosión tropPzatHlo con él p:ua qno le cause mper e el frasco infhma el clorato, que si tiene junto p61vor:t la hará t• talhr. Con este procedinlie11to pneden organizar­se torpedos qllf.: estallan al pr::.arlo::. lll\ homb1e, al choque de una picura, cte.-L. D. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 656 80LETIM MILITAR ~ Las minas de demolici6n son cargas de explosivos que se colocan para destruir casas, estribos de puente, etc. Las acuá­ticas tieueu por objeto impedir que el enemigo circule en un río 6 puerto. Las granadas de ?nano son esferas de hierro de uno~ 0.07 de diámetro que contienen una carga de ül gramos de pólvora. y se cierran con un tapón atravesado por una mecha cuya combustión dura unos 20 segundos. La explosión produce unos 17 cascos. Son muy útiles para defeuder edificios, etc. Las bombas rodantes tienen 17 centímetros de diámetro, cuya ll)echa se prende al echarlas á rodar. Loa troncos de asalto y las piedras que se echan á rodar por una falda no neceaitau descripción.-(Vontin.úa) rL)~~~~­~ B:tEDADES @@~~~ ID)~ @'@J]l~~&\ COMENTARIOS Y COMENTOS LA PACIFICACION DE lliADAGASCAR 111 Hoy es cosa factible poner en práctica los sistemas y méto­dos que la experiencia nos enseña son los más adecuados para concluír con las guerrillas de una rebelión; y decimos hoy, por cuanto el Gobierno actual no teme armar las poblaciones amigas, porque se apoya en la opinión, y esa armada es la base fundamen­tal del sistema empleado por Gallieni, con tánto éxito, primero en el Tonkín y luégo en Madagascar. V amos ahora á exponer ese sistema, y en seguida podremos discutir su aplicación prz ctica á Cundinamarca, aspirando á de­mostrar queJa pacificación del Departamento es obra de corto plazo, por cuanto el Gobierno di spone de sobra de los elementos y recursos necesarios para poner en planta el sistema en referencia. * . * * En Noviembre de 18gsla grande Isla de Madagascar fue de-clarada posesión francesa. La calma reinaba en el territorio recién conquistado por un reducido ejército, y la única preocupación de los jefes era el proveer de víveres á las tropas que guarnecían Ja Provincia de Emyrna, donde está la capital de la Isla, pues aun cuando sólo ascendían á 2,614 europeos y 1,81 r indígenas, el servi­cio de la intendencia no alcanzaba á conducir de la costa al inte­rior las 3 toneladas de víveres que la fuerza consumía en el día, por la falta de camino~ y de medios de transporte. En Febrero de r896 apareció en armas un grupo de 400 hombres provistos de buenos fusiles, y aun cuando en el primer momento se creyó fuera una partida de ladrones de ganado, el Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ 657 movimiento armado adquirió en breve intensidad inesperada, y á poco ya fuerzas rebeldes obraban á sólo ocho leguas de la capital. Sin demora pequeñas columnas entraron en campaña, y aun cuando todas vencían dondequiera al enemigo, la insurrección, lejos de perder terreno lo ganaba sin cesar; eran todos los hovas, la principal tribu de Madagascar (1-i millones de habitantes en un terreno igual á cuatro veces Santander), que se aprestaban á vencer por hambre y con el número á los conquistadores de la víspera, á ello excitados secretamente por las autoridades indígenas del país. En una palabra, los naturales, abatidos un momento con la toma de la capital por los franceser., volvían á la lucha movidos por el senti­miento nacional y por lo escaso de la guarnición que los sujetaba. Las columnas francesas en campaña no daban el resultado que se esperaba, porque "los insurrectos tenían la con~igna de huír siempre ante las tropas europeas, tras una ligera resistencia, de suerte que el paso de una de e~as columnas apenas ejercía alguna acción en los pueblos que atravesaba y en sus inmediatas cerca­nías." Si la acción militar no producía efecto apreciable debíase á que no era seguida de la acción política. La divergencia era grande entre el modo de mirar las cosas la autoridad militar y la civil. En Septiembre de I 896 en Emyrna disponían las autorida­des francesas de 14- batallones (46 compañías), y 3 baterías de ar- • tillería; y como habían visto que el sistema de columnas que reco­rrían grandes extensiones para volver al punto de partida no daba resultado, resolvieron cubrir la capital por medio de una densa red de puestos militares distribuídos en c1rculos ó divisiones mili­tares, para los que la guarnición de la ciudad desempeñaba el papel de reserva central común. Cuanto á los rebeldes, constituían vario! grupos principales, y aun cuando no se supo á qué número ascendían por todo, debía ser considerable, pues terminada la guerra re ultó que e les habían tomado Io,ooo fusiles, y muchos dañaron ú ocultaron sus armas para no entregadas. Las partidas de insurrectos se aguerrían poco á poco libran­do á las tropas francesas numero os combates, hostigándolos sin cesar, y los esfuerzos de éstas resultaban estériles porque el enenJi­go, extremadamente móvil, rehuía los golpes, evitaba los choques decisivos y volvía después del paso de la3 columnas á ocupar las posiciones de donde se le había arrojado la víspera y de donde amenazaba á los viajero , las escoltas pequeñas y los conyoyes. Los insurrectos trataban de vencer por hambre á los franceses: tenían como consigna impedir la producción del arroz, de suerte que aun cuando de ordinario la siembra de este grano principia allí enJulio, en Septiembre la mitad de los arrozales todavía estaba en barbecho, y á la par clirigían ataques incesantes contra el camino de la capital al mar en la zona más agria de los montes y la selva. El 6 de Agosto se expidió la ley que declaró colonia francesa Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 658 80LETIN MILITAR '-y--" á Madagascar, y el jefe superior de la Isla tuvo al fin en sus manos todos los resortes de acció.r:t, desapareciendo la dualidad de atribucio­nes desde los puntos de vista civil y militar. La indispensable uni­dad fue obtenida dándose á todos los escalones de la jerarquía todos los poderes políticos, administrativos y militares. Los jefes ó em­pleados puestos á la cabeza de las subdivisiones administrativas ruvieron todos los medios de ejercer la autoridad junto con la res­ponsabilidad del caso, la que si se pudo hacer efectivé:!- se debió precisamente á la dicha concentración de poderes. La ac~ión superior llegaba sobre los subalternos en forma de instrucciones que no entrababan su iniciativa al obrar. El Jefe su­perior se encargó, pues, de la dirección de todo.; los asuntos, y el Jefe de Estado Mayor de las de Secretario general en territorio mi­litar, quedando encargado por lo tanto de regir las erogaciones que demandaba la guerra. La oficina del Jefe superior se compu.:io de 5 secciones, cada una á cargo de un jefe ú oficial: I .'? Pers:;nal militar, inclusive la administración, la justicia y los postas y telégrafos; 2. 0 Operacio­nes militares y transportes; 3.0 Asuntos civiles y políticos; 4.0 Ser­vicio geográfico y topográfico, encargado además de los reconoci­mientos, y 5.° Contabilidad. La primera medida del General Gallieni fue concentrar la casi totalidad de la fuerzas disponibles en Emyrna; por el mo­mento todo se sacrificaba á la pacificación de esa Provincia y á la conservación de la vía que la enlazaba al mar. La Provincia, con­siderada como un gobierno militar, fue dividida en cierto número de círculos militares, uno de los cua!es quedó formado por la capital y sus cercanías. A la cabeza de cada círculo se puso un coman­dante que en las manos tenía todos los poderes y que por el mo­mento debía dirigir todos sus esfuerzos á pacificar la región con­fiada á su cuidado; pero la pacificación en su más amplio sentido: no sólo disper ar y de truír las partidas rebeldes, sino restablecer la calma y volver la pro peridad al territorio hasta asegurar el régi­men tranquilo del gobiuno civil que habría de reemplazarlo en su día. Lo jefes de círculo tuvieron un despacho dividido en tres secciones: la de injormaciones, la de asuntos civiles y la de conta­bilidad. Al principio los círculos tuvieron pequeñísima extensión, pero á medida que adelantaba la pacificación au:nentó su área, y para vencer lo dificultades que ese crecimiento entrañaba, se sub­dividieron en sectores mandados por oficiales escogidos y tomados entre los que servían á órdenes del 1 espectivo comandante de cír­culo militar ante el cual eran responsables de sus actos. En cuanto fue posible esos sectores correspondían con las divisiones adminis­trativas de la Isla. En fin, los sectores abarcaban un número ma· yor ó menor de puestos militares cuyos jefes ejercían la autoridad en los pueblo., aldeas 6 ca~eríos confiados á su cuidado. Los pues- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ 659 tos formaron al principio redes compactas cuyas mallas se abrieron poco á poco hasta desaparecer terminada la pacificación. Además, cuando fue preciso, dos ó más círculos se reunieron bajo las órdenes de un jefe superior, constituyendo territorios mili­tares, es decir, organismos de descentralización creados para satis­facer alguna necesidad netamente determinada y por lo mismo de transitoria existencia y magnitud variable. Al principio eran sim­ple medida militar; se creaban para hacer converger la acción de varios jefes de círculo hacia un objetivo definido: por ejemplo, la captura ó destrucción de cierta guerrilla, de preparar la penetra­ción de hs tropas de línea hacia un territorio insurreccio n :-!do, de mantener expedita la comunicación entre dos regiones geo ,.~r áfica . Las tropas estacionadas en Emyrna fueron reparti.l.1s entre los di versos círculos de acuerdo con las necesidades de éstos, y cada jefe tuvo el mando absoluto de ellas. Cualquiera que fuera el cuerpo ó unidad militar á que perten~cían dicha~ tropas no depen­dían de su superior jerárquico sino en los asuntos de disciplina general. En efecto, era esencial que los jefes de círculo, únicos responsables de la marcha de la pacificación, no dependieran, cuan­to al empleo de las tropas estacionadas en su territorio, sino del respectivo comandante de territorio ó gobierno militar . .f'v1ás de una ocasión sucedió por esto que compañías del mi mo cuerpo estuvieron di eminaclas en toda Emyrna, lo que complicó sus rela­ciones con su jefe natural, pero ese pequeño inconveniente fue cosa secundaria comparado con la inmensa ventaja de dar plena libertad de acción á los comandantes de círculo. Los jefec; de círculo tuvieron además la plena libertad de ele­gir, entre los oficiales sus subalternos, los comandantes de sectores y de puestos y la de hacer cambios de destino entre ellos pidiendo la venia del superior respectivo, y cuando esas mutaciones re . ulta­ban de difícil ejecución ó imposibles (por antigüedad, por ejem­plo), el General Gallieni la verificaba entre oficia!P de diversos círculos, á fin de satio;facer las necesidacle que se le ponían de presente. Esta era una de las causales priml! rcl de éxito en las operaciones. Habría sido absurdo, en efecto, dejar un oficial en un puesto para el cual no convenía ó no servía, pudiendo utilizarse sus servicios en otro. Para que esta clase de medidas fuesen facti bies legalmente hablando, el gobierno francés declaró que en Madagascar todos los oliciales y funcionarios quedaban como enviados á di posición dol General Gallieni, en comisión del servicio, y no designados de antemano para ejercer tal ó cuál empleo. El jefe francés cuidaba además de consultar -al Ministro de Guerra tales mutaciones, que siempre fueron aprobadas. Este sistema produjo exc-elentes resultados y demostró que el mando militar, gracias á su jerarquía tan sólidamente consti tuída, puede superponerse á la maquinaria administrativa, y está en ca- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 660 BOLETIM MILITAR ~ pacidad no sólo de pacificar comarcas insurreccionadas, sino de llevar á buen término su posterior reorganización. Es la jerar­quía militar y la disciplina que marcha con ella, lo que permite á un jefe de tropas, en territorio en armas, hallar inmediatamente colaboradores entendidos y abnegados, que se conocen unos á otros, saben lo que vale su jefe y comprenden cuáles son sus intenciones: basta por eso que el jefe reparte su tropa en el país que va ocu­parse, según las necesidades del moment o, y que designe los co­mandantes de sector, para que de la noche á la mañana el método y el orden sucedan á la anarquía. La organización de las milicias siguió de cerca á la pacifica­ción, hecha por círculo y bajo la vigilancia del j e fe, quien dispo­nía libremente de ellas, por cuanto estaban des tinadas á reempla­zar de modo progresivo las tropas regulares , según el desarrollo de la dicha pacificación. El General Gallieni se proponía, en c :tda círculo, ganar te­rreno palmo á palmo sobre la insurrección por medio de un movi­miento continuo y progresivo hasta rechazar los insurrectos á las comarcas donde no podían hallar apoyo ni recursos, persiguiéndo­los sin tregua, á pesar del invierno. Para la ejecución de este programa los jefes de círcfulo debían conformarse á los preceptos siguientes : Instalar en torno de la capital una primera línea de puestos militares, formando un círculo de protección de una veintena de kilómetros de radio. Ocupar m e tódica y progresivamente el país, avanzando por saltos, á fin de aumentar el radio del círculo de protección y de rechazar con s tantem ente á los r ebeldes hacia las fronteras de Emyrna. En lazar e con 3ta n te y e s trecham e nte con los puestos aleda­ños de lo círculos vecinos, y delimitar con sumo cuidado los lími­tes de éstos para que entre ellos no fueran á quedar zonas-tapones que sirvieran de refugio á los rebeldes. Armar las poblaciones amigas sitas á retaguardia de la línea de puestos avanzados. Vigilar con cuidado el interior de la red de puestos y pueblos armado para que entre ella no fuera á penetrar ninguna partida de re beldes. Al llegar la línea más avanzada de puestos á la frontera de la provincia, tener establecida una fuerte organización defensiva constituída: r .0 , por puesros militares ocupados por tropas regula­res; 2.0 , por puestos de milicias; 3. 0 , por poblaciones armadas. Tal es, en síntesis, el método llamado de la mancha de aceite, que en un.1 :; zJna prJgresará con más rapidez que en otras, según la topografía y sinuosidades del terreno. Vamos ahora á tratar de las instrucciones que el General Gallieni comunicó á los co­mandantes de círculo miiitar para ej~cutar el programa-Continúa Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ®WIDl.SliD.A «»IrW'JIJ1 IDm J18\ID\IDu1l®®ll Cuadro sinoptiro de la rtpartidon gefgnfica de las 105 batallaa, combates y tiroteos principalea del primer añe-Amglado por la DirmioD para el "Boletin llilitar" ~R~R~~~~~~~~~~~xR~~LQl~R~~~~~~~~~Q~~~~~~~~~~~~~~~~2~~~~~~~~l~~~~~~~~~~~~~~~l~~Rl2~~~~~9~~~~~~~~l~~~~~~g oC o 1! ª Jr.!CHAS CAUCA ANTlOQ_UIA TOLJMA CUNDINANAJCA BOTAC.( SANTANDER •oLÍTAit MAGDALINA PANAMÁ ~ O( • ~ ~ ---------- -----.- ---------------------~ ~ ~ ~ Nh<:~-:! :.:::·:~ ~: ~::~:~:::::: ::: ::~.:~:>;::: L.:L~~::: ~:; ~:~ ~~;.~~~·.~i~ ;:~:) :::::::::~i~:;:·: ~~~::~~~~~~:.. :~· .. : :;.::;:·~.~ .. :: :::~ ::::.:: ;: :.:: .. :: :::· : :::::;:::::::::: ~ ~ ! p· ., )O 1 ¡¡1 ~l)~~~~i /:: l ::: ·:' :::: :\-:;[ ::[ ~;, i.ni+,; :. :' i;.;;;i~·:~ •: • •:: ;~:~ .. ~ .. ·:·;; :,: J ,: ~ ·:· :::::' :<-: • 'IOJO ~ \:::;::: (,\ :: ~ ·_:::)i:\ ~ :: (~;, ·:· ';.: ·~:!.] i Db·:J ~i5E>c ·:::::;:/··.L ~ttt~/.:.;::: :}:·::\:.:;>i +:/".::(/ 1Fl1;j¡i:\ ·:+:·:-..."::· ~./: <-:-:.\.:. ::::·~:/;·:.:e\ 1 ~ ~ ~n~nnn15151515'!!15'lf~15nn~~~mn-ll·connnt~nnn~nn'll'll?íHt'l5He-Hn'l5'!5nnT'!5m15"líll'TinTts1501'Hlnnnnm15n-HnnQ6"lf'!51W6Tl'151l15nJ; Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~.llJl.~.Q.Stl1.l1..2H.2.'l..2.2..2.llQ.R.1li.S!.:l.lll1.ll.llS1.tlllll.l1.l1.UUll.S1.~.0..ll.ll..QHjtU2Jl.Q.Q.Jl.jtQ.S1.Q.2.ll.l1..UHl1..0...0..S1.l1.ll.JU~.2.li.S1.S1.!U..O..ll.S1.U.l1.S1..0..l1. l1.S1.l1.S1.9.S1.l1.Sl.S1.9. SI.S!SI.Q.S1.!l.l1.QQSI.SI.SI.JUI.S1.l1.5!.S1.Q.ll.llS1.ll.l1.5!.~ O( 1 1 ' p ~ _:C: ___ CAUCA-- ~-=~=- --=~:___ CUNDI:= _::_ACÁ. SANT==- -~0=:_ MAGD~=- _::_ ª eX • )O eX ~ 1 Fbm .• ~11 ?\~rTri.);· H:\'\.~).' tLL(:·+: :·\:{.::':.'> ~~·f;:"H{ ;~/}.:·.>:: \:>:>> :.·.:.·.(:·::.."::: :;.-.:e_::::;:~~ ~ - 12 ...••.•• ........... .. ............... Ambalema.... .. • • . . .. . . • .... • • .............. .............. . ... ... .............. ......... .... • • , ............ ,, ~ ~ 21-22 Boquerón de ........... .... • ............... ... ...... .... .... ..... •• ... .......... ............. ...... ................. . •••. , •... , . ... .. ........ , .... ~ ~ Amaime....... . ..................................................................................................................................... ~ ~ - 27 ............. ... • • . .............. Honda..... . . San Martín..... ............. ... . ... • . . . . . ... • . • • .............. .................... . .............. ~ ~ - 28 ... . .... .. .. . . .. . .. .. . .. . . .... . .. . . • .. .. . . .. .. .. . . .. ... •. • .. . .. . ..... .. . • • Sochanuevo.. . .. . . ... . .. .. . . . . . . . • • .. . . . • • .. • . . .. . . ... . .. • • . •. • ............. ~ :;l Marzo 10 .... ... ... .... ... • • • . .... ... ... ... La Florida...... ... ..... ... ... ... ........ ......... • • .. ... • . . . ...... ... .... .. .. .. .... .. . • • .. .... .. ... • • • ............. ~ ~ - 14 . • • ... • . ........ • . .............. Guariu6... • • ... ........... ..... ... ................. .. ................. ... •• ..... ..... ... •• ..... ........ . ............. ::; O( 1 1 ¡;;; : 1 ~ ~~5~b~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ ~~~b~~~~~~~~ ~~~~~~~~~~~~6~~~~~~~oobooooo~b~~~~~~~o~~oo~o~o~o~~~oooooooo~oooooo~Q Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~~~~~~~QQ~QQ~~~~~~QQQQQQQ2~2 ~~~~~~~~~~22Q~~2~~2Q~Q~~~Q~QQ2~2~~2~~~~2Q~Q~2~~Q2Q~Q~2Q~QQQQ~QQQQQ22~~Q~g ~ FECHAS CAUCA ANT!OQUIA TOLO!,, CUNDINAMAfiCAI "BOYACÁ SANTANDER BOLÍVAR MAGDALENA PANAMÁ ~ "' p C( ~ ---- -------------------------------------------------~ E Abr;l 8 ...... ,. • . . . . . . .. . 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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. en <: Guplementq al Boletín Militar númer~ 179 Sobresueldo de Generales y Jefes al 25 % J.v.J:es de 31. d.i.a,s ..J IIJ z o ~ o u ... 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IO Suplemento al BoletÍll L"Wilitar número 179 Sueldos de Oficiales con sobresueldo del 25 % l.'\l.l:es de 28 d.ias SUBTENIENTE TENIENTE CAPITÁN {/) H5 16 70 78 10 19 50 89 25 22 30 2() (H) 60 17 40 81 2) 20 ;~o 92 t$5 23 20 :?-7 7'], 30 18 0.3 84 35 21 05 96 40 24 10 2~ 75 . . 18 75 87 50 21 85 100 .. 25 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Suplemento al Boletín Militar número 179 ll Sueldos de Oficiales con sobresueldo del 25 % n«es de ao d.:las SUBTENIENTE TENIENTE CAPITÁN en < H Suel tlo Sobresueldo Suel d o Sobresueldo Sueldo Sobresueldo A 1 2 3 4 5 ü 7 8 9 10 11 12 13 14 1~ 16 17 18 19 20 21 ~2 23 24 25 26 27 28 29 30 2 50 5 .. 7 50 10 .. 12 50 15 .. 17 50 20 .• 22 50 25 .. 27 50 30 .. 3:¿ 50 35 ... 37 50 40 .. 4~ 50 45 .. 47 50 50 .. 52 50 55 .. 57 50 60 .. 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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 12 SuplemtntD al BtJ/etín Militar número I 79 Sueldos de Oficiales con sobresueldo del 25 % SUBTENIENTE TENIENTE CAPITÁN en 39 5 1) 9 85 45 15 1l 25 15 3G ~5 H 05 42 30 10 55 4-8 3.5 12 05 16 38 70 !} 65 !5 15 11 2i) 51 60 12 90 17 41 10 lO ~5 47 U3 11 H5 54 80 13 70 18 43 /){) 10 .) 50 80 1~ 70 58 05 14 50 19 4f> t).) . 1 t 45 53 üO 13 40 61 25 15 30 2() 4 3fi 1~ 05 5H 4.5 14 ]() 64 5 0 16 10 2l 50 HO 1~ 70 59 ~5 14 8 0 67 70 16 90 ~2 5 :~ ~o 13 :30 62 05 15 50 70 !}5 17 70 :¿3 55 60 13 no ü4 90 lO 20 74 15 18 50 ~4 5~ 05 14 50 67 70 16 90 77 40 19 35 25 00 45 L5 10 70 55 17 60 HO GO 20 15 ~6 62 HO 15 7ft 7:~ (}5 18 45 83 85 20 95 ~7 ()5 30 16 30 76 ~o J9 05 87 05 21 75 2~ 67 70 16 90 79 -- 19 75 90 30 22 55 ~9 70 15 17 50 81 8t') 20 45 93 50 23 35 30 72 55 18 10 1 84 65 21 15 96 75 24 15 31 75 . . 18 75 87 50 21 85 100 . . 25 .. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. S~tplementD al Boletín Militar n!JmerD 179 t 3 Sueldos de in di vid u os de tropa con sobresueldo del 2 5 % 1\l.l:es de 28 d.1.a.s SOLDADO CABO 2 • 0 y CABO 1.o y SARGENTO 2.0 SARGENTO 1.0 TAMBOR CORNETA 1 1 05 o 25 1 10 o 25 1 20 o 30 1 25 2 2 10 o 60 2 25 o 55 2 40 o 60 2 50 3 3 20 O 80 3 40 O 85 S 60 O 90 3 80 4 4 25 1 05 4 55 1 1 o 4 80 1 20 5 05 5 5 35 1 30 5 65 1 40 6 . . 1 50 6 35 6 6 40 1 60 6 80 1 7 o 7 20 1 80 7 60 7 7 5t\ 1 851 7 95 1 .05' 8 40 2 10 8 90 8 8 55 2 10 9 lO 2 25 H 60 2 40 10 15 9 9 60 2 40 10 25 2 55 tO 80 2 70 11 40 10 10 70 2 65 111 35 2 ~() 12 05 3 .• 12 70 l111 75 2 9012 50 S 10i13 25 3 3013 95 12 12 85 3 20 13 65 3 40 14 45 ::S 6(1 15 25 13 13 90 3 45 14 75 3 65 15 65 3 90 ' 16 50 1415 ;{ 7515 85 3 95, 16 85 4 2017 80 15 16 05 4 .. 17 10 4 25'18 05 4 50 19 OJ 16 117 10 4 J5 18 15 4 50 19 25 4: 80 20 30 17 18 20 4 55 19 30 4 80 20 45 5 10 21 ()() 18 19 25 4 80 20 45 5 10¡:H 65 5 40 ~2 85 19 120 35 5 0.5 21 60 5 40 22 !JO 5 70 24 15 20 21 40 5 35 22 7.) 5 ()5 24 10 6 .. ~.) 40 21 '22 5o 5 Go 2a 85 5 95 25 3o 6 30126 70 22,23 55 5 85125 . . 6 25 ~6 50 6 (j() 27 95 123 24 60 6 15 26 15 6 50 27 70 6 90 29 20 24 ~5 70 6 40 27 30 6 80 128 90 7 20 00 50 25 26 75 6 65 128 4o l 7 10 30 10 7 5o 1 :.n 75 26 27 85 6 95 1 29 s5 7 :35 1 1:n 3o' 7 80 33 05 27 28 90 7 20 30 70 7 65 32 50 8 1 o 34 30 28 30 . . 7 50 31 85 7 95 ;{3 7 5 8 40 35 60 ~:: :::: :: o 30 1 30 o 30 o 60, 2 65 o 65 o 95¡ 4 .. 1 1 25 5 35 1 30 1 55¡ 6 65 1 65 1 90 8 -. 2 .. 2 21, 9 35 2 30 2 5010 70 2 65 2 8.~ 12 05 3 .. 3 15 13 35 3 30 3 45 14 70 3 65 3 80 16 05 4 .. 4 10 17 40 4 35 4 4518 75 4 65 4 75 ~o o5 5 •. 5 05 21 40 5 35 5 40 22 75 5 65 5 70 24 10 6 6 .. 25 40 6 35 6 3i) 26 7 5 G 65 6 65 ~8 10 7 .. 6 93 29 45 7 35 7 30 a(J so 7 7ol 7 60 32 10 8 .. 7 90133 45 8 35 8 25 34: 80 8 701 8 55¡36 15 9 . ·1 ~ ~: ~-~ ~~ ~ ~1 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. t4- Suplemento al Boletín Militar número 179 Sueldos de individuos de tropa con sobresueldo del 25% ~es de 29 cl.i.as C A BO 2. 0 Y '¡ CABO 1.0 Y 1 • SOLDADO SARGENTO 2 . 0 SARGENTO 1.0 TAMBOR C O R N ETA --,.---¡--·--- ---- ----- (/) = --= --= = = ~ --= --= 'CJ = j = = = ~ ¡;J - j ~ ~ -= ~ --= j --= ~ o = ~ = = ~ e/.> Cl:l e/.> """ ~-~o 25-1 oa -o 25 -1 .uJ o 2 5 ~:-o· 3o -1 25 -o 3ol 2 2 05 o 50 2 ] 5 o 50 2 30 o 55 2 4.3 o 60 2 55 o 60 3 3 10 o 75 3 25 o 80 3 45 o 85 3 65 o 90 3 85 o 95 4 4 10 1 . . 4 35 1 05 4 65 1 1 15 4 uo 1 20 5 15 1 251 5 5 15 1 25 5 45 1 35 5 80 1 45 6 1 () 1 50 6 45 1 60 6 6 20 1 55 6 55 1 60 6 95 1 7 o 7 35 1 80 7 7 5 1 90 7 7 20 1 80 7 65 1 !Jij 8 10 2 . . 8 55 2 10 o 05 2 25 8 8 25 2 05 ~ 75 2 15 9 30 2 30 9 80 2 45 10 30 2 55 9 9 30 2 30 9 Sf> 2 4 5 10 45 2 60 11 . . 2 75 11 60 2 90 LO 10 30 2 55 10 95 ~ 70 11 60 :¿ 90 12 25 3 05 12 90 3 20 u¡n 35 12 80 1~ 05 3 . . 12 75 ' 3 1513 5o 3 35 14 30 3 55 Lt 12 40 3 10 13 15 3 25 13 95 3 45 14 70 3 65 15 50 3 851 1 13 !13 40 3 35 14 251 3 55 15 101 3 75 15 95 3 u5 16 80 4 ~o 14 14 45 3 60 15 :~5 3 80 16 ~ 5 4 05 17 15 4 25 18 10 4 50¡ 15 15 50 :3 85 1~ 45 4 10 l7 45 4 3 5 18 40 4 60 lH 35 4 80 1616 5541017 55 4 3518 60 4 ü519 60 4 9020 65 5 151 17 17 55 4- 35 18 65 4 65 19 75 4 90 '.W 85 5 20 21 95 5 451 18 18 6o 4 65 19 75 4 9li20 90 5 :¿o 22 o5 5 5023 25 5 so! 1919 654 0020 5 5 20~.3 10 5 50j23 30 5 8024 55 6 10¡ 20 , ~0 ü5 5 15 21 05 5 45 23 25 5 () 24 55 6 10 25 85 6 45 21 ~1 70 5 40 ~3 . 05 5 75 2 4 40 6 10 25 75 6 40 27 15 6 75 222~ 75 ¡5 65 2 4 15 6 .. ~- 60 6 4027 .. ü 7528 40 7 101 23 :!3 75 5 00 25 2 .) 6 30 26 75 6 65 ~ 20 7 05 :¿g 70 7 401 ~J. 2-1: 8l' 6 20 26 35 6 55 27 !)0 6 95 2!) 45 7 35 31 . . 7 751 25 :!5 85 6 45 21 45 6 85 29 o:; 7 25 30 65 7 65 32 30 s 05 26 :!6 56 10 28 55 7 10 30 25 7 55 :n 90 7 95 3:3 60 8 4ol ~7 ~7 90 6 95 29 65 7 40 :~1 40 7 85 33 10 8 25 34 90 8 70 2s ~s 95 7 ~o 30 75 7 o5 32 55 s 10 34 35 s 55 36 20 9 o51 ~~ ~~ :.-. : ~~ ~~ ~~ 7 ~~ ~~ :~ ~ ~~ ~~ 6.~ ~ :~ ~ ~: ~~ . ~ ~~ ~ . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ·1·. . . Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Suplemento al Boletín Militar número 179 i 5 Sueldos de individuos de tropa con sobresueldo del 25% 1.'\I.J:e& de ao dia& SOLDADO CABO z.o y !cABO I.o y SARGENTO 2. 0 SARGENTO 1.0 1 TAMBOR CORNETA le/) .g .g .g -= = 1 ~ :::S ~ : H ~ ..., ==- ~ r-8 o, ~ ~ ...g ft> lo = ~ .:~ ~ = ~ ]] ~ = ~ 1_ -~ ----- ~- -~ ------ --- -~- --- 1 1 •. o 25 1 05 .. 25 1 10 • - 25 1 15 .. 25 1 25 .. ~(t 2 2 . . o 50 2 1 o . . 5 0 2 25 . . 55 2 35 . . 55 2 50 . . 60 3 3 .. o 75 3 15 75 3 35 .. 80 3 55 .. 85 3 75 .. 90 4 4 .. 1 . . 4 20 1 05 4 50 1 1 o 4 70 1 15 5 .. 1 25 5 5 . . 1 25 5 30 1 30 5 GO 1 40 5 90 1 45 6 25 1 55 6 6 . . 1 50 6 35 1 55 6 7 5 1 65 7 1 o 1 7 5 7 50 1 85 7 7 • . 1 7 5 7 40 1 85 7 85 1 95 8 30 2 05 8 7 5 2 ] 5 ~ 8 .. 2 . . 8 45 2 1 () 9 . . 2 25 9 45 2 3510 . 2 50 9 9 .. 2 25 9 55 2 35 10 10 2 50 10 ü5 2 65,11 25 2 80 10 10 .. 2 50 10 60 2 65 11 25 2 o 11 85 2 !)5,12 50 J 10, ] 1 11 - . 2 7 5 11 65 2 90 12 35 3 05 13 05 3 25 13 7 5 3 40¡ 12 12 .. 3 .. 12 70 3 15 13 50 3 35 14 20 3 5515 . . 3 75 13 1 3 .. 3 25 13 80 3 45 14 60 3 65 lo 40 3 85 16 25 4 05 1411! .. 3501485 3701575 3901660 4151750 435¡· 1515 .. 3751590 3951685 4201780 4451875 465 16 16 .. 4 .. 16 95 4 20 18 . - 4 50 18 95 4 70 20 . - 5 . . 1717 .. 4 25 18 .. 4 5019 10 4 7 G 20 15 5 . . ¡21 25 5 30 18 18 -. 4 50 19 10 4 75 ,20 25 5 05 21 35 5 30 22 50 5 60 19 19 4 75 20 15 5 .. ,21 :~5 5 30 22 50 5 60'23 75 5 90 20 20 .. 5 .. 21 20 5 30 ,22 50 5 GO 23 70 5 90!25 . . 6 2~ 21 21 . . 5 25 22 25 5 55 23 60 5 90 24 9U 6 20 26 25 6 55 2222 .. 5 50123 35 5 8024 75 6152610 6 o0 1 27 50 6 85 23 23 5 75 24 40 () 10 25 5 6 45 27 25 6 o 28 75 7 15 24 24 G ... ¡25 45 6 35 27 . . 6 7 5 28 45 7 10130 . . 7 50 25 25 6 25 26 50 6 60 28 1 o 7 129 65 7 4(1 31 25 7 o 26 26 .. 6 50 27 60 6 90 29 25 7 30 . o 85 7 70 32 50 8 10 27 27 .. 6 75 28 65 7 15 30 35 7 55 32 33 75 8 40 28 28 .. 7 . - 29 70 7 40 31 50 7 85 33 20 8 30 35 -. 8 75 29 29 .. 7 25 30 75 7 65 32 60 8 15 34 40 8 60 36 25 9 05 30 30 . . 7 50 31 85 7 95133 75 8 40 '35 60 8 90 37 50 9 35, •••••• o · 1·· ........ ··¡ ·· · 1·· ........ · 1·· ·· ·1 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 16 Suplemento al Boletín Militar númer~ 179 Sueldos de individuos de tropa con sobresueldo del 25% J.v.l:es de al. cl.:las 1 1 CABO 2.0 Y CABO 1.0 Y ]SARGENTO 2.0 SARGENTO I. o SOLDADO TAMBOR --CORNETA' en = o C> ~ -= ...,.. ~ ~ -= ~ ---:; ~ ] = = - -= ~ -= ~ e:> o ~ ~ .; ~ '"O e;; o Jj ~ ~ ;1 e;:; ~ = ~ = d dJ ca ca ca CZl 30 45 7 GO 32 15 8 .. 33 85 8 451 29 28 05 7 . . 29 7 5 7 40 :~] 55 7 85 33 30 8 30 35 05 8 75 r029 .. 7 25 30 8(1 7 70 32 65 8 15 34 45 8 60 36 25 9 05 1 30 .. 7 50 31 85 7 95 33 75 8 40 35 60 8 90,37 501 9 35 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Publicaciones periódicas

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 179

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 170

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BocoTÁ, SEPTIEMBRE 2.2. DE 1900 ·--- ----------------- ------------ ~~- - -- ---- - ----- ------------------ Ore-ano del Miaieterio de Guerra y del Ejército Son colaboradores de este periódico loa Jefes y Oficiales del Ejércittl Director ad honorem Francisco J. Vera-ara T. General de Ingenieros, Miembro de 'ariaa Se_ ciedades Cientificaa N"U:LV.I:. 1.70 IID~©~m~© ~Ja 0 •• liDm n.~®® (28 DE AGOSTO) por el cual se organiza la Intendencia general del Ejército de la Reptiblica El Yicepresidente de la República, encargado del Poder EjecutÍfJI DECRETA Art. x.o La Intendencia general del Ejército se compondrá de tres Secciones, ~n esta forma: Oficina Central, con el siguiente personal: un Intendente ge­neral, con $ 400 mensuales; un Secretario general, con $ 150 mensuales; dos Escribientes, con $ 100 cada uno; un lnRpector de Obras militares, con $ I so, y un Conserje, con $ 40. Sección I .•, Proveeduría, compue ta de: un Proveedor Jefe, con t 300 mensuales; un Subjefe, con ISO; dos Ayudantes, con $ 100 cada uno, y un Ordenanza. Sección 2.\ Inspección de Brigadas, compuesta de: un Inspec­tor Jefe, con · 2SO mensuales; dos Ayudantes, con $roo cada uno, y un Ordenanza. Seccion 3.•, Contabilidad, con: un Contador-Tenedor de libros, con $250 mensuales; dos Escribientes, con $ 100 cada uno, y un Ordenanza. Art. 2. 0 Son atribuciones del Intendente: r.c:' La adquisición y reparto de caballerías, ganados, vehícu­los y demás elementos que se consideren necesarios para subsisten- VIII-ll Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 346 BOLETIN MILITAR ~ cia y movilización del Ejército; del reparto de provisiOnes, ves­tuario y equipo f!n los depósitos del Gobierno, previa orden escrita del Ministerio de Guerra; 2.o La adquisición de medicinas, instrumentos quirúrgicos, y todos los demas enseres necesarios á los Hospitales y Ambulancias, y el reparto de ellos á los Cuerpos y Establecimientos, previa or­den escrita del Ministerio de Guerra; 3.0 La adquisición y reparto de los locales para el alojamiento de las tropas en las poblaciones y campos, en el Departamento de Cundinamarca; 4. 0 La supervigilancia del régimen y administración de las oficinas dependientes de la Intendencia general; 5.0 La organización de las cuentas de la Intendencia, con arreglo á los Decretos vigentes sobre Contabilidad oficial; 6. 0 La incorporación en la suya de las cuentas de los Inten­dentes de Ejército, Comisarios ó Tesoreros de Guerra, Proveedor é Inspector de Brigadas. Visar las cuentas de las Maestranzas y de los contratos que celebren en su Oficina. Levantar en los Mu­nicipios la estadística de los suministros, empréstitos y expropia­ciones. Exigir las cuentas de los Intendentes de los Departamen ~ tos, y las de los Comisarios pagadores; 7. 0 La formación separada de las cuentas especiales por sumi­nistros, empréstitos y expropiaciones; 8.0 La revisión de los contratos celebrados en el Ramo de Guerra, desde el r8 de Octubre de 1899 hasta el 31 de Julio de 1900; 9.0 Hacer llevar un libro separado, en el cual se anote, en cuenta corriente, el movimiento de los semovientes de la Nación. En el Debt se pondrá la fecha y el origen de la adquisición y el avalúo respectivo, y en el Haber, la fecha de la salida, el nombre del individuo á quien se le entrega y la de ignación de la autoridad que la ordena, con la cita del respectivo oficio; ro. La expedición de recibos talonarios, debidamente nume­rados, de las cantidades y bienes que le sean con ~ ignados ; I 1. Convertir en recibos !>uyos los que hayan expedido las autoridades políticas y militares, por suministros, empréstitos y expropiaciones; I 2. Cambiar por los de la Intendencia general los recibos ex­pedidos por las Intendencias ó Comisarías del Ejercito, siempre que estén comprobados é incorporados en las respectivas cuentas. Estos recibos deben ser autenticados en primer término por la au­toridad municipal respectiva; la de éste, por el Jefe Civil y Mili­tar de la Provincia; la de éste; por el Jefe Civil y Militar del res­pectivo Departamento, y, por último, por el Ministerio de Go­bierno. I 3· Hacer avaluar por personas aptas y honradas, los bienes que tome de los particulares; extender las respectivas diligencias Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR 347 de avalúo, y rehacer los avalúos que en su concepto sean inconve­nientes ; 14. Presentar al Ministerio, mensualmente, un cuadro de los caudales y bienes destinados al servicio de la guerra ; I5. Inspeccionar la fabricación del equipo militar; I 6. Contratar, por cuenta del Gobierno, y mediante orden del Ministerio de Guerra, los útiles de escritorio, muebles y loca­les para los Cuerpos, Estados Mayores y Oficinas Militare~, y IJ. Ordenar y vigilar las obras y reparaciones que hayan de hacerse en los Cuarteles y demás edificios destinados al servicio militar, y suministrar los materiales necesarios. Art. 3. 0 Los pagos de los sueldos de estas Oficinas se harán por la Habilitación del Cuartel general del Ejército. Quedan derogadas las disposiciones contrarias sobr'! la mate­ria al presente Decrero. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 28 de Agosto de I900. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Gobierno, encargado del Despacho de Guerra, GuiLLERMo QuiNTERo C. ( I 8 DE SEPTIEMBRE) por el cual se crea una Sección provi ional en el Ministerio de Guerra El Vicepresidente de la República CONSIDERANDO ~e son muchas las reclamaciones que cursan en el Ministe­rio de Guerra, referentes á individuos del Ejército en campaña; Que no existen disposiciones que reglamenten esta clase de solicitudes; Que por el excesivo recargo de trabajo en las Secciones ac­tuales del i\1inisterio no se puede atender debidamente á tales re­clamaciones, que demandan inmediato despacho, DECRETA Art. 1.0 Establécese la Sección 4·a aJministrativa del Minis­terio de Guerra, la cual será transitoria y se ocupará exclusiva­mente en el despacho de los asuntos siguientes: a) Premios en dinero por acciones distinguidas de valoró servicio~ señalados en la campaña ejecutados por i11dividuos de tropa. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 34:8 BOLETIN MILITAR ~ b) Gratificaciones á los individuos de tropa, heridos y enfirmos tn campaña. e) Reclamaciones por sueldos, auxilios de marcha, raciones y ajus­tamientos de los individuos del Ejército, aún no pagados. d) Pago de pasaportes á los Jefes, Oficiales y tropa. e) Reclamaciones sobre las recompensas de que habla el DecrtfD dt 1 2 de Marzo de I 900. f) Gratificaciones en dinero á las vivanderas dtl Ejército por servicios distinguidos prestados al mismo; y g) Licenciamiento de tropas. Art. 2. 0 En el caso del ordinal a) las gratificaciones serán de $ 100 á $ 300, y la prueba con que se apareje la solicitud respecti­va será una copia autenticada de la orden general ó una certifica­ción jurada de dos Jefes en que se determine la acción distinguida de valor ó el servicio señalado. En el caso del ordinal b) la gratificación será de $se. El interesado presentará un memorial y las siguientes prue­bas: 1.a U na certificación jurada de un médico conocido, en la cual declare que la herida proviene de arma, ó qué especie de en­fermedad padece ó ha padecido el solicitante; 2.a U na certificación jurada de dos Jefes en que conste que la herida fue recibida en combate ó por razón del servicio ó la enfermedad contraída en campañ2.; 3.a Una certificación jurada de dos Jefes en que conste á cuál Cuerpo del Ejército ha pertenecido el solicitante. En el caso del ordinal e) las reclamaciones que se hagan por los Generales, Jefes y Oficiales, deben apoyarse con los siguientes comprobantes: I . 0 El documento oficial que demuestre que el pe­ticionario pertenece al Ejército y el empleo militar que ha ejerci­y al cual corresponda el sueldo, ración ó auxilio de marcha que se reclama; 2.0 U na certificación jurada del Habilitado respectivo en que atestigüe que la suma que se reclama fue devengada y se debe. En defecto de esta última prueba, por imposibilidad de obte­nerla, podrán aducirsc las siguientes supletorias, en su orden : x.• Una certificación jurada de dos Jefes superiores en que conste que por motivo de un suceso independiente de la voluntad del pe­ticionario, quedó éste separado de su batallón é imposibilitado por lo mismo para obtener e] certificado del Pagador respectivo que compruebe su crédito; y que la suma que se reclama fue deven­gada y se debe; 2. 8 En defecto de e te documento, son admisibles las declaraciones juradas sobre los mismos puntos expresados en el ordinal anterior, rendidas por dos ()ficiales inferiores ante el Esta­do Mayor del Ejército, ante los] ueces ordinarios ó ante el Jefe de la Sección 4.• del Ministerio de Guerra. Tanto las certificaciones juradas de los Jefes y Pagadores co­mo las declaraciones de los Oficiales pueden ratificarse en ell\1J .. nisterio de Guerra. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BDLETIN MILITAR ~ 34:9 En el caso del ordinal d) los pasaportes serán pagados por el Habilitado. De cada pasaporte se expedirán dos ejemplares: uno que se entregará al interesado, y otro que quedará en poder del Habilitado como comprobante de sus cuentas. En el caso del ordinal e) tales reclamaciones serán aparejadas con las pruebas que prescribe el Decreto citado. En el caso clel ordinal f) las gratificaciones serán de $ 20 á $ I oo, según el caso. Estas peticiones necesitan, además del me­morial, un certificado de General en que conste una acción distin­guida de valor ó servicios á los heridos en el campo de batalla ó al Ejército en alguna situación difícil. En el caso del ordinal g) recibirán los individuos de tropa, además de los sueldos ó haberes á que tengan derecho, una grati­ficación equivalente á un mes de sueldo y un vestido completo. Art. 3· 0 Estd. Oficina tendrá un Jefe asimilado á General de Brigada; un Subjefe, asimilado á Coronel primer Jefe de Cuerpo; un Habilitado, asimilado á Coronel; dos Escribientes, asimilados á Sargentos Mayores, y un Portero-Escribiente, asimilado á Sub­teniente. Por Decreto separado se harán los respectivos nombramientos. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á r8 de Septiembre de 1900. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Gobierno, encargado del Despacho de Guerra, GuiLLERMO QuiNTERo C. ~'?~~~~ \ .. .f) ~~CTEJ:N A~ ~~ 'i~ ~ @o J.tíOll t\ ~ & ~@~:iJi.'lWID. SJ'@ SEGÚN EL CORONEL CARDINAL DE WIDDERN La marcha. el combate nocturno no son acontecimientos raros en la guerra, dice el reglamento alemán, y lo serían aún meno raros en la; hi ·toria militar si se le~ iu ve~tigara eu el va - to dominio de la peqneííaa operaciones, ~n las que la empresa nocturua desempeña cousiderable papel. En las grande· cam­pañas la batalla du noche no ua ido sino un jncidente excep­cional, y quizás ~needa. lo mif;;mo en lo futuro. Sin em l>argo, no puede nno menos de pregnntarRe si por causa del perfecciona­miento de la armas, de los progreso cnmplidos en los ~jércitos, y de Ja importancia ereciente de la, artillería en el combate, el jefe que dirige uua acción no meditará si no es preferible nn ata- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 350 80LETIN MILITAR ~ que de noche á uno de día. En efecto, en Jas actuales condicio­nes este último será de un éxito dudoso y entrañará pérdidas crecidas, por lo cual el asaltante trg,tará de robar á la noche la victoria que el día parece rehusarle ó le ha rehusado ya. Bien meditado el asunto, es innegable que un jefe de tro­pas, -ver8ado e u la preparación y dirección del combate noctur­no, comprenderá m~jor cnando es realmente necesario, tomará resoluciones más juiciosas á este respecto y procederá con mano segura á su delicada ~jecución. En toda empresa las vacilacio­nes provienen del irnperff'cto conooimieuto de los detalles: se retroce(le ó ,..,acila ante tal ó cuál operación, porque parece temeraria, y ese temor proviene de la ignorancia de los proce­dimientos qne ~segur~n su éxito. Es por esta razón que más de un jefe deja pasar la ocasión de obtener triunfos brillantes, en coudiciones eu que otro más diestro habría aprovecl!ado el momento favorable, y reconociendo la necesidau imperiosa de obrar, tomado sin vacilaciones una resolución y procedido á la ejecución con la destreza de quien couo'Ce su oficio. Por lo demá , el combate de nocl!e es la ultima ratio, cuan­do ya no queda otro medio para salir ién lo será en varios otros casos, á saber: Lo Cuando uno de los dos adversarioA se encuentre á corta uistancia. (2 kilómetros máximo) del otro al cerrar la noche, eu situación de poder tentar la fortnna con un ataque á fondo: Noisseville-Sen·igny ( t870), Laon (1814), Bojelet~chi (1828). Este caso también puede presentarse en nna retirada, cuaudo el enemigo aprieta demasiado y el servicio afloja en su campo, después de algunos días de persecución. 2. 0 Durante la persecución de u11 vencido, con el objeto de apurarlo de nuevo, cuando espera tener unos momentos de re­poso: Waterloo (18t5), Etoges (1814), después de los combates de Chateau Robert-le-Diable (1871). 3. 0 En la ofer.siva contra un enemigo que ocupa un gran espacio, a nn cuando se e u bra con avanzadas, si éstas pueden ser arrolladas por un asalto nocturno, y el asaltante seguir en fir­me su ataque para batir las (liversas fracciones del ad,·ersario antes de que hayan po(lido dar e la mano: Freatalla está en manos del enemigo y cuya po esión nos facilita el acceso al objetivo prin­cipal, sobre todo si la ocupación de tal punto el:i indispenAable para de plegre los ojos y el blanco no se de._ taca netamente sobre el terreno. Es \"en tajo ·o colO<~ar la artillería á retaguardia del lomo de una ceja ó pliegue del suelo, ó tras la cresta militar de una altura, porque así se protege en parte el per onal y el material, y la. colocación en batería puede hacerse á cubierto. Al contra~ rio, cuando los cañones se perfil, n sobre el horizonte, se les ve desde muy lejos, y en este caso e preferible situarlos adelante de la cresta militar para confundirlos algo más cou el terreno. En tiempo brumoso sucede á veces que el blanco se distin­gue con el auxilio de un buen anteojo, en tanto que permanece in vi ible al ojo desnudo: en este caso se determina la posición del eje y de la cureña tle cada pieza, ó bien se emplea la pun­t. 3ría á retaguardia, sobre una mira ele corredera, procedimien- • Del libro La guerre raiso1.néP, por el General E. Scheneegan , antiguo Co­mandante de Cuerpo de Ejército y de la Escueb sullerior de guerra. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 314 BOLETIN MILITAR ~ to que no exige sino una sola operación. Este mismo sistema es preferible también cuando el blanco, ocu lto para el apuntad<;>r, es visible para uu observador situado á proximidad de la ¡ne­za, ejecutándose entonces las rectificaciones de acuerdo con las indicaciones que el último haga sobre la posición d~l p~ut.o de caída de cada pro.vectil con respecto al blanco. El tiro Indi­recto con piezas de montaña no es sino un expediente á que no debe recurrirse sino en casos extremos. Las posiciones dominantes son las más favorables para el tiro de la artillería, siempre que en el terreno á vanguardia el enemigo se encuentre al descubierto, en especial dentro de las distancias cortas. Es preciso poner al abrigo del fuego del contrario los avantrenes, puesto que dejados tras las piezas conductor~s Y ganado sufrirían muchísimo con los disparos del euemtgo, salvo que se juzgue que la batería no permanecerá largo tiempo en el mismo sitio. Los avantrenes, después de entregar á cada pieza su juego de armas, se abrigan á retaguardia 6 hacia el flanco de la bateda, bajo la dirección del sargento Lo, pero sin alejarse nunca á más de 200 metros de los cañones . .En todo caso, cuando la batel'Ía fuere atacada repentinamente, los avantrenes se moverán en el acto hacia donde estén las piezas. Sólo los primeros proyectiles son suministrados por los avantrenes, porque en seguida las municiones se toman del primer escalón del parque, cuyo ganado también se habrá abri­gado á retaguardia. La artillería ordinariamente evitará tirar {, más de 2,500 metros, porque á distancia mayor la observación de los puntos de caída es incierta y disminuye la eficacia del fuego. Con tiempo claro y blaueo f posible, decisivas. Las causas de esta necesidad resultan de las características particulares de las pequeñas guerras. Pero, como se ha demostrado ya, pueden presentarse casos-tales como el de so­correr á una guarnición sitiada, por ejemplo-en los cuales es más cuerdo evitar el combate, si es posible hacerlo sin mostrar marcada debilidad. Igualmente, cuando un pequeña columna debe cumplir una comisión importante cuya ejecución exija toda su fuerza puede no ser ventajoso disminuír su efectivo con combates, si estos últimos no son absolutamente necesarios. Cuando Sir H. Havelock partió de Cawnpore, en la campaña de la India, con intención de socorrer la residencia de Luc.k:now, experimentó tan fuertes pérdi­das en tres encuentros-encuentros inevitables, en los cuales el enemigo fue completamente batido-que tuvo que volver á Cawn­pore y esperar refuerzos, porque con tan mermada tropa no habría podido llevar á cabo la empresa que traía entre manos. * Cuando precisa proteger un convoy, es necesario darle como escolta el mínimum de fuerzas; y si este mínimum disminu- • El 20 de Julio de 1857 el Coronel Neill ~e había unido al General Have­lock en Cawnpore, y el 29 el G eneral e pu ·o en ckmino pnra socorrer la re5iden­eia de Lucknow. Las fuerzas lle que di ponía el General eran muy cortas, un poco meno de 1 ,500 hombres, de los cual e~ 1,200 eran europeos. El 29 de Julio el Ge­ner, d Havelock venció á los rebelde· t:n Unno y en Ba··hitatganj ¡ pe1·o estos do1 combate clismiuuyeron de tal 111odo su column:1, que tuvo que volv r li Cawnpore y pedir 1,000 hombres de refuerzo al Cotonel Neill, quien e contentó con responder insolentemente li · u J a fe. El General intentó entonces con su escasa fuerza un e­gundo movimiento sohre Lucknow el+ de Ago to; un nuevo combate á la mañana »igu;ent ~ en B 1 hiratganj, aunque feliz, lo obligó de nue\'O á retroceder sobl'e Cawn­pore ell3 de J gosto. El 16 el Gcn~ral infligió una nueva derrota á los rebeldes. E117 Rupo que estaba colocado bajo las órdenes del Gene1al ir James Outram, quien, de de Allahabad, le envió refuerzos á Cawnpore. El 17 de Septiembre Sir .1. Outram IIPgó á Cawnpore, en cloncle hi;r.o conocer generosamente, por la vía de orde­nanza, que habiendo hecho el General Havelock todo lo que estaba de su parte por ·t>couer á Lucknow, COil'>et·vatía el mando rle las tropas (ct>mprendicudn los refuer­zos), y que él, Sir J. Outram 1 eguiría al General Havelock como Jefe ~ivil de Oudh. Esta oferta genero a fue aceptada por el General Havelock, quien se puso entonces en marcha sobre Lucknow, á la cabeza de 3,179 hombre~>. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MIUTAR ~ 357 ye por causa de pérdidas sufridas en combates en el camino, la escolta ya no está en condiciones de llenar su cometido, y el con­voy puede encontrarse en peligro. Las fuertes pérdidas sufridas en Abu-Klea y al rededor de Gubat, por la columna que atravesó el desierto de B ayuda en 188 5, rechazando con gran mortandad los ataques del enemigo, redujeron de tal modo los efectivos, que hasta que tal columna no recibió refuerzos de Kortí, apenas podía guar­dar los grandes convoyes colocados bajo su protección. XIV. Soldados irregulares no deben por lo general ser encerra­dos completamente. Motivos-Para dar á la victoria un carácter de­cisivo y para anonadar por completo al enemigo en el campo de batalla, será habitualmente necesario, como ya se ha clemostrado, recurrir á combinaciones tácticas de amenaza ó que intercepten su retirada. Pero en la concepción de estas combinaciones hay que recordar un principio muy importante: el de tender ordinaria­mente al enemigo puente de plata por el cual pueda escaparse. En efecto, adversarios como aquellos que las tropas regulares en­cuentran frecuentemente en estas guerras, no dan cuartel ninguno porque no lo esperan, por lo cual, si se ven estrechados de cerca y encerrados, harán una resistencia desesperada. Sin duda que eso de­pende de la naturaleza del enemigo. Los guerreros que poseen cierto grado de civilización saben que las tropas veteranas no asesinan á sus prisioneros; mientras menos bravo y temerario sea el enemigo, más fácilmente estará dispuesto á rendirse á discreción. Pero, en la mayor parte de los casos, ]as tropas regulares tienen que habér­selas con adversarios que sí asesinan á sus prisioneros y se resig­nan á correr la misma suerte. Acosados, combaten con ferocidad y desesperación *. Es interesante hacer notar, á este propósito, que los Hunza­Nagars, en la campaña de 1891, quedaron muy impresionados con los procedimientos de guerra humanitarios de los oficiales in­gleses; procedimientos que pudieron apreciar durante la suspen­sión de tres semanas, que siguió, para los dos adversarios, á la toma del fuerte de Nilt. Cuando el flanco de su formidable línea de defensa fue al fin envuelto, la guarnición de una gran sanga, • situada al centro, quedó completamente cortada y en la impo­sibilidad de batirse en retirada; el solo sendero que le quedaba detrás era barrido por un fuego mortífero y estrechado por la co­lumna que había rodeado las obras de defensa. Dándose cuenta de la inutilidad de la lucha, se rindieron á un oficial que subió á la trinchera solo y sin vacilar. Más tarde se supo que se había hecho creer á los montañeses que debían matarlos á todos, y proseguir • Error fundamental; ptecis:unente dejar la retirada libre! ]as guetrillas ea prolongar su existencia indefinidamente.-L. D. • Sanga es un fottín de piedras secas que los pueblos del Trans-Indue, los .Af­ganes sobre todo, construyen par' defender un punto eualquiera. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 358 80LETIN MILITAR ~ la campaña según sus propias bárbaras costumbres: valía, pues, más combatir hasta la muerte. Pero durante el período de las hostilidades comenzaron á comprender que no les harían ningún mal si deponían las armas. Por esto los defensores de la sanga, to­dos tiradores hábiles, se entregaron sin resistencia cuando su fuer­te se hizo indefensable (sic). XV. Pueden presentarse circunstancias que hacen algunas ve­ces inevitable el encerrar al enemigo en una trampa-Fanáticos como los Madistas y salvajes intrépidos como los Zulúes, son muy pe­ligrosos cuando caen en una trampa. Ellos no piden cuartel y venden su vida lo más caro posible. Naturalmente se presenta­rán algunas veces en el combate circunstancias que obligarán á atacar á estos enemigos, hasta cuando estén del todo rodeados y acosados. En este caso no hay remedio: habrá, pues, que resol­verse á soportar las pérdidas que ocasionará el combate librado en · estas condiciones. Semejantes casos se presentan á menudo bajo la forma de pequeños incidentes del campo de batalla. Grupos de hombres desesperados pueden ocultarse en algún barranco ó cabaña y rehusar deponer las armas; hay sin embargo que concluír, no importa cómo. La historia del asalto de Sekunderbagh, en el momento del primer rescate de Lucknow por Sir C. Campbell, puede citarse como un ejemplo de la obligación de atacar á un enemigo deses­perado en una posición de donde no puede escaparse. El Sekun­derbagh era un recinto rodeado de altos muros y que contenía edificios, patios y jardines y barría de flanco la línea de marcha de los ingleses á lo largo de los barrios de la ciudad, hacia el pun­to por donde se esperaba la columna de Sir J. Outram. En este re­cinto se encontraba un número considerable de rebeldes, y la toma de él era de imperiosa necesidad. Las tropas, después de un bom­bardeo á corta distancia, forzaron una puerta. El enemigo retro­cedió, combatiendo de casa en casa con tenacidad, defendiéndose hasta la muerte, porque no tenía salida por la espalda. Los rebel­des, cogidos en la trampa, fueron destrozados: era inevitable; pero en esta lucha desesperada las tropas sufrieron muy grandes pérdi­das. Sin embargo, la aventura á la cual se lanzó tan atrevidamen­te Sir. C. Campbell, con la fuerza tan reducida que tenía á sus órdenes, le obligó á no dejar un solo hombre que no entrase en combate, porque hubiera sido aumentar el peligro de su situación*. • Fue el 16 de Toviembre de 1857 cuando tuvo lugar este ataque de Sekunder­bagh (jardín de Alejandro), por el cjérc1to de auxilio, que salió de CawnpiJre el 30 d.e O.ctubre! ~ 1jo las. órdayos sublevados (cipayo es el !olclado natural de la India Orieu· Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BDLETIN MILITAR ~ 359 XVI. Ejemplos de peligro en estrechar al enemigo-Tales epi­sodios suelen presentarse en la guerra. El peligro de atacar á un enemigo resuelto que no quiere rendirse, en una posición de don­de no puede escaparse, es muy grave. Pero estrechar de propósito deliberado á tales adversarios y lanzarlos así á la desesperación, es un terrible error. Debe recordarse que hay una muy grande y muy importante diferencia entre el hecho de amenazar la retirada de un enemigo y el de cortarlo completamente; entre el hecho de colocar la artillería y la fusilería en una posición ventajosa, amenazando de flanco la línea de retirada del enemigo, y el hecho de estrecharlo de manera que su fuga sea imposible. Los ejemplos siguientes muestran cuán importante es no ol­vidar este principio: 1. 0 El General Lomakin en 1879 llegó delante de la forta­leza turcomana de Denghil Tepe con 3,700 hombres por todo, y resuelto á apoderarse de ella el mismo día por un golpe. de mano. Su caballería, que marchaba á la cabeza, cercó la fortaleza para evitar toda salida, y antes de que la infantería, que contaba 1,4-00 bayonetas, estuviese formada para el asalto, la plaza estaba ya completamente rodeada por un cordón de jinetes. La ciudad ence­rraba, además de los combatientes, gran cantidad de mujeres y de niños, acampados bajo sus tiendas de nómades y enteramente ex­puestos á los fuegos de los rusos. El General Lomakin hizo avan­zar su artillería, que comenzó un fuego muy vivo sobre la forta­leza y ocasionó allí terrible mortandad. Masas de personas que no comb1tían salieron por el lado opuesto á fin de ponerse fuera del alcance de los cañones, pero fueron rechazadas. Se ha sabido des­pués que los jefes turcomanos tenían el proyecto de rendirse; mas cuando estuvieron acosados, y cuando vieron á sus familias obligadas á volver al campo de batalla bajo una lluvia de proyectiles, tal que ~irve en lo regimiPuto que mantienen allí los inglese.).-" La escena que ~>iguió, escribe el fed- Mariscal Lord Robf'rts, exige la pluma de un Zolá para ser descrita. Los rebeldes no pensaron nunca (!Ue no!> detendrfamos li atacar una posi­ción tan formidable; por esto se habían zeunido en el Sekunderbagh, en n6mcro de más de 2,000, cou intención de caer sobre nue ·tro flanco derecho desde que no!i viésemos comprometidos en las calle~ y ca as del Hazratganj (una de las principa­les calles de Lucknow), y eran ellos los que h!i\:lían caído materialmente en la trampa, porque las únicas alidns eran la puctta y la brecha por la cual nuestras tropas en­tt ·aron en ma:a. N o había, pue , que pen ar en la fuga, y los rebPldes combatie­ron desesperrtdamente, no teniendo ninguna probabilid id de perdón y tesueltos á vender su vida t&n cata como fuera posible. Poco á poco fueron estrechados al Pa­bellón, y en el espacio comprendido entre este Pabellón y la pared del Norte todos murieron á disparos de fusil ó atrave ·ados por la bayoneta. En este punto cayeron formando un montón tan alto como mi cabeza, presentando un enorme hacinamiE.>nto de muertos y de moribundos unos sobre otros ...... Los desdichados heridos no podían, á pesar de sus violentos e fuerzos, apartarse de sus can.aradas muertos, y los que se encontraban sobre esta horrorosa pila de vivos y muertos mezclados, de · foga­ban su rabia vomitando las más bajas injurias contra todo oficial que ee acercaba," (Forty-one years in India, Capítulo sxm, página 182). Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ comprendieron que se trataba de su exterminación, y resolvieron combatir hasta morir. Justamente en tan mal momento el Gene­neral Lomakin ordenó el asalto. Las fortificaciones eran formida­bles, y defendidas por desesperados, constituían un obstáculo muy serio para la pequeña columna rusa, que á pesar de su bravura, fue rechazada con grande!' pérdidas. Los turcomanos en masa los persiguieron fuera del recinto, y convirtieron bien pronto en in­menso desastre lo que ya era un serio descalabro para las tropas regulares. Evident~mente este desastre se debió por completo al hecho de que el ataque de Denghil Tepe y la trampa en que cayó el enemigo se resolvieron de propósito deliberado. * 2.0 El sitio y toma de Zaatcha, en Argelia, en 1849, es un ejemplo de las grandes pérdidas que son la consecuencia de un ata­que contra adversarios estrechados y obligados á combatir para salvar sus vidas. Los franceses perdieron 900 hombres, de los cuales cerca de 200 quedaron fuera de combate el día en que se tomó una plaz2 que, se dice, no tenía sino 700 defensores. * 3. 0 La guerra Maorí suministra otros dos ejemplos notables, bien que en menores proporciones. Los principales incidentes de esta campaña consistieron en ataques de trincheras de empalizadas llamadas pahs. El pah de Rangiriri estaba situado sobre una lengua de tierra rodeada de agua por ambos lados, y formado por una línea de trincheras y una de­fensa central de apariencia formidable. A fin de dar una derrota decisiva al enemigo, se envió una columna en canoas, que desem­barcando arriba de las fortificaciones pudiese tomar parte en un ataque general de frente. El resultado fue que se forzó la línea; pero una gran parte de los defensores quedó encerrada en la trin­chera principal, en donde hizo una resistencia desesperada. Do:; asaltos-uno por artilleros armados de sables y derevólvers--fraca­saron. La noche sobrevino. A la mañana siguiente los Maorís, en número de 183, se rindieron. Las pérdidas de los ingleses monta­ron á I 32 hombres; la mayor parte de ellas fueron causadas por el ataque á la trinchera principal. Hay que hacer notar, sin em­bargo, que Rangiriri fue un golpe muy duro para el enemigo, por­que la toma de Maorís y de sus armas era un hecho decisivo. El caso de Gate Pah fue análogo. Esta fortificación estaba igualmente construída sobre una lengua de tierra. La columna á la cual se confió interceptar la línea de retirada del adversario, envolvió el flanco enemigo sin ser notada, gracias á una hábil operación nocturna, y, antes del día, cerró la lengua de tierra por detrás del pah. En esta situación fracasó el asalto, y los que • ¿Por qué no decir que el desa tre provino de intentar nn ataq ne sin los me. dios ó precauciones necesarios ?-L. D. • Si 6\o 200 quedaron fuera de combate, ¿cómo !;C perdieron en el asalto los 9tto1 700 1 Los hiatoriadores franceses afirman cosa muy distinta-L. D. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR '-y--" 361 acometían fueron arrojados del pah, cuando ya se habían apo­derado de una puerta. Antes del asalto, el enemigo intentó rom­per la línea última que formaba el cerco, y se vio obligado á volver á sus parapetos. Durante la noche, que fue sombría y llu­viosa, todos los Maorís lograron escaparse, y por la mañana el pah fue ocupado sin resistencia; pero las pérdidas habían sido muy fuertes para los asaltantes. En Rangiriri y en Gate Pah las tropas encargadas de inter­ceptar la línea del enemigo, la cortaron complecamente. Los Mao­rís cayeron en la trampa, y muy pronto lo comprendieron así; por esto hicieron una viva resistencia que causó serias pérdidas á los ingleses. Si las columnas enviadas para atacar la línea de reti­rada del enemigo se hubiesen colocado de manera de contener á los que se escapaban huyendo con un fuego mortífero, en vez de rodearlos por completo, las fortificaciones se habrían tomado pro­bablemente con muchas menos pérdidas, y el resultado también hubiera sido decisivo. * XVII. Ejemplos del hecho de no envolver completamente al ene­migo- En estos dos ejemplos de la guerra en Nueva Zelandia ve­mos el inconveniente de rodear un puesto fortificado, ocupado por un enemigo salvaje, antes de dar el asalto. No será inútil citar el ejemplo de un procedimiento diferente empleado en circunstancias análogas: el de preparar el ataque de tal manera que la línea de retirada del enemigo, aun cuando no esté en absoluto cortada, sea sin embargo batida tan eficazmente por los acometedores, que la completa dispersión de los defensores quede asegurada en el mo­mento en que traten de evacuar la plaza. Durante las operaciones en el Manipur en I 891, el enemi­go, compuesto de varios centenares de hombres, había ocupado una trinchera de tierra en un sitio llamado Bupam. Se decidió ata­carle con 350 soldados de línea, alguna infantería montada y dos cañones. Lá. trinchera era formidable, y su fuerza se aumentaba con una cañada profunda que, rodeándola por tres lldos, impedía que la vieran los asaltantes, si no era al llegar sobre ella. La infante­ría '5C dividió en dos destacamentos, uno de los cuales debía atacar viniendo del Norte y el otro haciéndolo del Sur. Las tropas monta­das fueron enviadas al Sudoeste; los cañones y un destacamento de infantena se colocaron en un montículo á r,ooo yardas al Este, y empeñaron la acción con un nutrido bombardeo y descargas por compañías que causaron gran efecto. Cuando la infantería marchó al ataque, la derecha del destacamento del Norte y la izquierda del destacamento del Sur se dirigieron progresivamente la una sobre la otra, de manera que ante5 del asalto la fortificación estaba rodea- • Luego lo malo no es cerrar el paso al enemigo, sino hacerlo &in a1te, y es bien sabido que los ingleses no pec,m por exceso de habilidad en el arte milit~:~r-L. D. Vlll-24 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 362 BOLETIN MILITAR '-y--"' da al Norte, al Oeste y al Sur. La guarnición del Manipur opuso á los asaltantes una resistencia encarnizada. Gran número de los que la componían se escaparon por la parte del Este, pero sufrie­ron mucho con el fuego de la artillería y de las tropas montadas. Por último, el ataque tomó tal forma, que el enemigo, bien que casi cercado, tuvo sin embargo una salida para la fuga, y se apro­vechó de ella; mas las acertadas disposiciones tomadas por ese lado causaron á los fugitivos pérdidas tan serias, que fueron muy pocos los que lograron salvarse. Fijad, pues, tanto como sea posible vuestro plan de operacio­nes de manera de batir completamente al enemigo y destruírlo cuando se vea obligado á combatir. Pero cuando las tropas regula­res toman la ofensiva sobre el terreno, y cuando, con intención de dar un golpe decisivo, ellas envuelven el flanco del enemigo para amena2.ar su línea de retirada, es bueno acordarse del principio, ya dicho, del puente de plata, el cual sólo es aplicable en estas peque­ñas guerras, y eso en algunas de ellas. La historia de Denghil Tepe muestra de un modo singular lo peligroso que es olvidarse de este gran principio *-(Continúa). ESTUDIO POR J. MECKEL, DEL ESTADO MAYOR ALEMÁN Traducido libremente para el Boletín .Militar (Continúa} e ) Conaideraciones sobre la ofenaiva Sólo en los ataques simulados, en las denwstraciones, es admisible atacar con igual fuerza todas las partes mente paralela del ataque directo de frente la enorme veutaja de la acción concéntrica y de la acción moral producida sobre el enemigo. Además, eu la generalidad de los casos conduce á dar á los frentes opuestos una situación relativa tál, que el ataque puede enfilar ciertas partes de la po~ición enemiga, de ordinario una de las alas de su frente primitivo (fig. 2.a). ~- .. . --!-· ............ ~ :::-·.. · .. F. 1\ lg. l. ~~···· ·· .... ·· .. ~ ~J .. ,..., .. •• •• •• • :::::::.:·::.·.~ • El asunto vada un tanto cuando se trab de pt!queños efectivos.-L. D. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ 365 El ataque envolvente entraña un peligro, á saber: el des­arrollo excesivo del fr·ente á expensas de la profundidad, es decir, á expensaR de la intensidad y solidez del ataque, por lo cual es la forma indicada de la luclla para utili~ar Ja superio­ridad numérica, siempre que no provenga de la reRolución sis­temática de evitar el co:nbate con el frente enemigo. Emplea­do en este último supuesto d(>ja al asaltante en falso cuando, al llegar ~obre el flanco del enemigo, se encuentra en presen­cia de un nuevo frente de éste. Por lo dicho es preciso no olvi­dar nunca que cualquiera que sea la forma del ataque, envol­vente ó nó, en tratándose de una fracción cualquiera de tropa, considerada iudividualmente, el combate para ella siempre se reune~ á uu ataque de frente, por cuya razón para tal clase de lucha es para la que debe prepararse la infautería. + Dnarro/10 d. '··... e/~ Fig. 2.& ..... ~ ·.. '""" -----~~---··... ~ lJejensa Ala p¡17;c ----------- + () El ataq1te envolvente doble, es decir, iiirigido al tiempo con­tra el cf'ntro y las dos alas, no es po ible sino con una gran superioridad numérica. En la batalla de encuentro es el resul­tado de una marcha concéntrica, qne expone al peligro de dis­persar las fuerzas y hacerlas batir en detall; pero con él se beneficia la ventaja de la sorpresa y hace posible el verdadero ataqn~ de flanco que pneremunirlos de todo peligro. Si se quiere desarrollar u 11 ataque énvolvente, ]a infantería de la. vanguardia se encarga de ordinario tlel ataqne secunda­rio de freute, en tanto que el grueso, cuya marcha se oculta lo mejor que se pneda, e encarga del ataque priucípal sobre uno de los tlancos; la reserva, extr!tüla del grueso, toma posiciones cerca de la líuea de retirada, en un pu11to tal que á tlll tiempo pueda, ora apoyar rápi(lamente cualquiera parte Jr~JID©~ ID>~~ ~Jr@ffi@ POR SANTIAGO PÉREZ (Continuación) "Al haber sido re u la cordillera occidental de lo Andes, y su caulla.l de agna~ es con 'Ítl ra.ble; siendo navegable en peqn .. ña:; crnbarcacioue~ por una exten­sión de quiuce leguas, empleándose cuatro días ~n r moutarlo. Tienen su aguas fama. ele ser s~lubres, y las orillas del río pai­saje pintorescos. Del Calima ae pasa á la quebl·ada (lel uineo, de difícil navegación por lo mnchos troncos t.lerl'iba(los sobre la corriente, de manera que sólo cnando e á crecida. es fácil lanzar las canoas sin ri~sgo de qna se quiebren en lo estorbos ecto al Chocó; ambas provincias con una llistoria sin inte­rés, con una actualidau sin esplendor, y esperando las dos un porvenir muy pró pero, al que sin durecaria 8ituación. Los habi­tantes de Micay, qne no poseen má caminos que las vías flu­viales, moran la mayor parte en las playas del mar, consagra­dos á la p '"Sea; hallándose Rus barbacoas desparramadas á las orillas ele los ríos, de los que extraen el oro, que baja re,·uelto con las arenas, y del cual se sirven para comprar á sus veciuo8 de Iscuan(lé los frutos, como el plátano, que mHs apetecen, y que no les dan E>n suficiente abundancia las orillas qne culti­Yan. La selva llana y la serranía, en donde el temperamento va ieudo menos cálido y más sano á mPdicla que t;e asciende, están completamente desiertas, descubriéndose apenas los le· Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 376 80LETIN MILITAR '"-y--" jos oscuros de una vegetación poderosa. En las quiebras de esa serranía, donde han de encontrarse los criaderos del oro, cuyas partículas arrastran hacia el mar las quebrada.Y y los ríos que ele ella se desprenden, habitan á las márgenes desconoci­das de éstos algunas familias de indios. El resto de la pobla­ción se compone de negros y de gente de color, casi en su to­talidad. Las manufacturas de éstos se reducen á algunos sombre­ros que t~jen, lo mismo qne sus chinchorros y atarrayas; fabri­can, ademáR, sus peq neñas embarcaciones, y comercian con Bnenaventura. Iscuau de la cordillera de los Andes que separa las vertieutes del r·ío Isca1andé ele las de Guapi, He dila­ta por una extensión de.265 leguas cuadraclas, una quiuta par­te de las cuales está cubierta por aguas e$taucadas, el cantón de Iscuandé que tiene uua ~ola parroquia, una aldea y once vecindarios con 5,441 habitantes. !Ja villa ele I~cuanrlé, cabe­cera del cantón, fue fonrlada en 1,600 por D. Fra11ci co Parada, conquistador de las tribus de los Iscuaudé~, Barbacoas y Te­lem bies, dorule está hoy tl puerto llamado Carrizo, del cual dis­ta ahora ~ei leguas por navegación, ó;cuatro
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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 170

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 172

Por: | Fecha: 06/10/1900

BocoTÁ, OCTuBRE 6 DE I 900 ----------------- --- - -- ---------- -~~~------ ---- ----------- ----------· Ore-ano del llliAisterio de Guerra y del Ejército ion colaboradores de este periódico los Jefes y Oficiales del Ejército Dlrecto,r ad honorem Francisco J . Vergara V. General de IngPnieros, Miembro de varias Su_ ciedades Cient.ifica2 N"UJ.VL. l. 7 9 l.ID1a@~~~:Q) ~a0 • • LID~ TI.®®® ( 2 7 DE SEP fiEMBRE) por el cual se honra la memoria del Sr. General D. José Santos El 17icepresidente de la República, encargado del Poder Ejecuti'V~ CONSIDERANDO Que el General en Jefe Sr. José Santos ha fallecido el día 26 del corriente; Que durante su carrera pública ocupó altos puestos en la je­rarquía militar, en la magistratura, en las Cámaras legislativas, en el ramo administrativo, y en todos ellos prestó muy i:nportantes servicios; Que siempre se distinguió por su patriotismo y amor á la causa conservadora, DECRETA Art. !.0 El Gobierno de la República lamenta el fallecimien­to del Sr. General D. José Santos, n=:conoce los importantes servi­cios prestados por él á la República, y tributa homenaje de grati­tud á su memoria. Art. 2. 0 El Pabellón nacional permanecerá izado por nueve días á media asta en los edificios públicos; el Ejército llevará luto por el mismo tiempo; el Batallón I . 11 de Artillería acantonado en esta plaza hará al finado los honores que le corresponden como General VIII-27 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAh ~ en Jefe, y las Bandas de Música tocarán retretas fúnebres en los mismos días; Art. 3·° Copia auténtica del presente Decreto será enviada á la familia del Sr. General Santos. Publíquese. Dado en Bogotá, á 27 de Septiembre de 1900. JOSE 1\1ANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, PRÓSPERO PINZÓN .....:::J~~C2]g~ OOTE:I:N A~ ~..:::}.) - ~A~llilm Jm~~m>Am Los principios del mando, un arte, no se enseñan en nues­tro ejército; se euseña1·áu tal vez, más tarde, en nuestra escue­la de guerra, pozo de lágrimas de todas nuestras deficiencias, esperanza de tod.os los espíritus bieu intencionados. Lus alféreces qne saleu de las filas, salvo los de talento excepcional, no pueden saber mandar, puesto que han sido for­m~ ulos eu uua atmósf~ra en que este arte se iguol'a. Los que saleu del colegio militar lo saben menos aún, si es posible, y to­dos creen que mandar es imponer su voluntad. 6 castigar, y obe­decer es acatarlos. Ignoran eu absoluto la parte esencial, mo­ral, de sus atri uucioues, lo que explica y uetermina las reglas de @.U función. No tieueu la menor idea de la naturaleza del mantlo, del caráctet y del papel del oficial, ó lo que saben es como un pre ·tmtimieuto intnitiv en los que tienen el espíritu abierto y ~~ corazón bien colocado. ¡Por qué este vacío eu la instrucción y educación del oil· cial! Porque para enseñar es n cesario saber, y la ciencia del mando es rarísima. .A.uemás, nociones u e esta clase, de na tu­raleza moral, no podrían ~er materia de exámenes, puesto que el valor útil de estas nociones consi~te eu la convicc161~ del que las posee y uo en su manera de exponerlas. Bien se sabe que todo lo que no da lugct.r á examen, á cla­sifiéación numérica, está excluído de nuestra escolástica mili­tar, que no compreuue siquiera la~:; reglas le del servicio militar, pues no tendrá tiempo Sión tieue t Supongo que \"' Ítme us­ted disptw to á ser bueu soldado~ . .. . AJg·una' palabra ' de alieuto, y ya e. i ·te álgo entre ~1 ca­pitán y el soldado; éste tiene la idea fürtitieaute y saludable de que 110 s le cousi(l •ra sólo como mat ría in e rte c.lcstitHHla á er sometida á una serie de operacioue m "Cáuicas; que, al con· trario, irá al recluta y lo formará: el cuartel continnacióu de la familia, el batallón et.i­cuela del soldado. E!:ita ntanera de proceder con Jos recluta seria g~neral si en vez de obedecer á ciertas tr:Hlieiones quo siempre fueron malas, y hoy sou algo peor, ·upiéramos comprender las ideas que deben presidir á la incorp raciou J etlucacióu, idea que no son nuevas y que inspiraron la mayor par~~ de nueBtros gene~ Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 412 BOLETIN MILITAR ~ rales, que consideran como timbre de honor el haber sido lla­mados p:-tdres del r-;oldado. Y cosa que parem•rá absolutamente lógica á los que cono­cen un poco el corazón humauo, estos padres del soldauo tsiem­pre fueron y son aúu los leotws del ejército. El ejército de línea, en el coucepto modt·rno, es nna escue­la- rle guerra, sin duda,-pero escuela. Eutre nosotros, con el servicio de seis me~e:s, pasan por sus filas la tercera parte de los ciudadauos; maíietna, cou el servicio de tres mese~, pasarán por ellas todus tus ciudadanos para aprender el más importante y difícil tle sus th•lwres. Ptws hien, todos debemos suponerles con buena voluntad, de niuguua u\anera dispue tos á r<•belarse cofltra us deberes militares, que uosotros, los oficiales, tenemos mis1ón de enseñar­les y bacerlt>s pr:-tcticar. Esos jóvenes de veinte años son alum­nos que vienen á pouerse l>a;jo las órcleues de uu instructor para aprender lo que todo ciudadano debe sal>er. ¡Por qué recibir­los en són de guerra, y como si las relaciones entre el oficial y la tropa fuera u forzosamente eueruigas '? Es un error gravísimo, ó más bien una falta imperdonable, que compromete todo el edificio del servicio, y el oficial que trate mal al soldado, come­te uuo de los más graves delitos militares. Estos alumnos son taml>ién soldatlos, sometidos á la disci­plina y la ley penal: es neeesal'io y lo saben. Pero la represión disciplmaria y penal, la amonestación ó el consejo de guerra no se emplea u sino eu casos excepciouales, pues la regla es el buen · servicto: por consiguiente, no es útil ui lógico aeog~r á los re. clutas como á futuros cn tpal>les, poner siu necesidad cara {ero· ce á un nemico que no pitle siuo qne se le permita obedecer; es, en fin, como jóveues argentinos, destinados á ser más tarde buenos soldados, que debemo considerarlos y tratarlos . • • • E sólo por perversión completa del seoti(lo exacto de las cosas, nacida de rancias tra.dicione y de prácticas crimiuales, que pueden acoger e mal á lo reclutas, tratarse ásperamente los soldados. En efecto, ¿no e muy natural, al contrario, que el oficial les demue tre iuterés y simpatía t Tomaudo á us fami­lias á todos los jóvenes-aunqne sea por tre mese , ó por dos meses, como en Suiza-el Estado asume uua grave responsabi­lidad; se sustituye á la familia, prot ctora y guía moral del jo­ven, y se sustituye únicamente á ella para. formar soldados: to­do lo que á ello uo contribuya está prohtbido, y como Jos malos tratawiento no producen sino malos soldados, el Estado que los tolera comete un deJito, que puede llegar á tener la grave­dad de los que son causa directa de desastres nacionales . • . .. Así pues, los oficiales deben asumir con afectuoso interés la dirección material y moral de los reclutas, y ésta no es posi- • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ 413 ble si no saben adquirir su confianza y asión. Si el oficial se da cuenta Cth·o regln mento ~oh re , Pr\"'ic~io t~n rio el(; Guc~rra: " PH reee q lW el reg-la rnen to de he contf..'IIPT' m~s bien r<>~las gen<•ral<·~ qne presc:ripciotJ(:'~ formalt.>. qne poclría11 no cOti\·Prdr á la~ cin:nn.· tnn(:ih,' tan val'iHthv (le la. g·twn·a, y aun p}lra­lizar la ÍlliBiath•a eh~ lo,' oficiales talleE-~, y el mando .·uperior tomar{t la inic..:iativa rrninar aqn !los ele motlo adecuaclo cou In si­tuueión. O <'11 otro~ tér·minm~, la. pieth'H furHlHment.al sPrú P.n e~te asunto (h•jar> la iuiciati,·a á todos los grados de la jerarquía. militar. En ef, cto, la inieiati\'a de lo snhaltt>rnos tlebe f~le,·ar~ á la ca.te~ol'1a de prirwipio fundamental. El jefe que encarga nna. comisión á un subordinado no puede prever todos los detall~s Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 414 BOLETIN MILITAR '-y--" de la ejecución, que de seguro variarán de una situación á otra, y entonces lo natural es que se abstenga de proscribir di., posi­ciones que no pueden tomarse siLto en pre~encia de los aconte-cimientos. . En la guerra se necesita el concurso de todas las volunta­des en per~ecución de un fin comúu, siendo por lo mismo de la mayor importancia desarrollar la iniciativa en los iufe riores y aprobarla hasta cuando es ejercida de ruauera poco feliz: no dabe temerse, además, que vaya nunca muy lejos, pues será siempre cont"nida por el temor rle la re ponsabilidad. El oficial, cualquiera qne ~ea su grl:ldo, cuidará por regla general de no dirigirse directamente al :soldado, al cual hará lle­gar sus órdene~ y ob erva.ciones por conducto ll la obligación de tomar la iuiciativa en la8 medidas conduceutes á ahorrar fatigas á la fuerza. EmpPro, si la situación Jo exige y el enemigo está próxi­mo, prP-cil'o es sacrificar 8iu vacilación la comodidad {, , la nece­sirlad de mantener la tropa lista. para el combate. EntoncPfl, para dil"minuír la profundirlarl d~ lt\s columnas y acelerar la lle­gada df> las tropas al campo de batalla, se a .nmentará f>l frente á 6 ú 8 hümbres, y ann se formará columna. de mayor frente si el terreno lo permitie. e. Talf>s movimientos fatigan muclw al soldado, a 1 que fa Ita e11tonces el aire, y como impic.len los des­plazamiento~ laterales, todo mal paso se convierte en encon­trón. EMas tleS\"' entajas aumentan si la tropa marcha en parte fuera uel camino, por lo cual conviene evitar tales operaciones, pero recordando que si la situación las impone, se las aceptará sin vacilar. Oa.ballería-La caballería marcha. por 4 en las carreteras, por 2 en los caminos más estrechos, y en desfilada en los que así lo imponga el terreno. Arti/le,·ín. y parque-Las piezas atalajadas ó á lomo de mu­la mar(.¡l.n1n en una fila, bi e n qne á proximidad del enemigo con­ ·iene hacefla~ mover por rlos ele fr~nte. LaR ~ee<•iones de municiones qne no deuen entrar al campo de batalla marchau siempre en una fila. ' z. 8 - Manejo dt la tropa ~n marcha Toda grande unirlatl, ~s rlecir, que cnPnte algunos miles de hombres y número proporcionado (lt> bag-HjP~ , oenpa sobre nn camino nnwhos miles rle metr·os; y si la fnPrza (}~aquélla eH mny consill la infantería pn<>de IJeuarsP. tlicha eondición, pP-ro du ­rante t•l movimiPr~to tal lougit.lHl se amuE:'uta, .V t~n esto cou is­te el rrlnrgmniento ó prolongación <1 las cohtrnnaR. En eft>eto, Pll PI momento dP romperse la mareha catla uom ­hre t-~JH'J'a. instintiva111ent~, para poner e ~n mo,:iutieuto {1 que el qu P~tá delant~ le dt>j( e;.~er algúu ol•.i~>to J Ko indine á rPcogt'rlo, etc., para que SP JH·odnzca. uua l alargamiento sino limit.ar los inconvenientes que puede presentar en las tro­pas rminan las circunstancias y la clase de operaciones que se trae entre ma­nos ejecutar. La caballería, como aires de camino, tan sólo emplea el pa­so y el trote: el galope sirve únicamente para maniobrar y com­batir. El paso del caballo depeude de su talla, y por lo tanto no es posible uniformar el movimi nto en las c.live.rsas subH 9'5 n ; la den· "r· va, eu 8'2"; y qne todas tre8 franquean el kilúm..-tro, al tl'otf>, en 4'1V'; al galope, en 2'56"; y al galopP de carga, en !¿'16". Como la carga que el jinete equipHdo impone al ca hallo es causa d~ fatiga para el auirnal, hay interé~ en ar los dif~rent R aires en loN suelos favorahlt>s, pnt>s el trotf>, por regla general, se reserva para lo· terreuo · plauos. Por ic.lén tico motivo, si el enemigo está l~jano, las di~tancias eutre los pelo-. toues, y cou mayor razóu ent.re los esemulrones, se anruent»n aún para que ningún elemento de la. columna tenga que sufri~ . con el polvo levantado por el que l~ precede. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 418 BDLETIN MILITAR ~ Cuando se hacen alternar el paso y el trote, la velocidad de marcha, aunque varía con la naturaleza del terreno, se esti­ma que de ordinario alcanza á 8 kilómetros por hora, en las columnas de algún efectivo, si el suelo no es muy quehrauo. El trayecto de 8 kilómetros por hora presupone que la columna marci.Ja más bien con lentitud; pero lo que res pc~ cta {t la alter­uabilidad de los aires queda á la iuiciativa de los oficiales, {~ quienes sólo se impone la obligación de euidar que su tropa se encuentre siempre en estado de l!brar combate, de abordar vi­gorosamente al enemigo y de perseguirle en seguida, cualquiera que haya ~ido la duración ó velocidad ele] movimiento auterior. Por esto, cuando tal condición no puede llenarse, H adic. trada. y con regulares bPstia~ pnede reeorrer de cincuenta á se!'letlta kilómetro:; eu las veiutieuatro horas si ol ea mino es bneno y el uelo no mny que­brado . .b}n totlo caso, hneuo c.· tener preseute que las largas marchas no vneden so8teut\r~-;e sino clnrante nn eorto período de campaña, so pena unco de pareceres si una línea de comunicaciones debe existir ó nó. * X. Ejemplos de ejércitos que se han privado de sus comunicacio­nes durante un tiempo considerable-Pero en el caso de la marcha de Sir D. Stewart, de que se ha hablado antes, y de la marcha de Sir F. Roberts de Kabul á Kandahar, algunos meses más tarde, la duda no podía existir. Las columnas abandonaron del todo sus lí­neas de comunicación, y quedaron perfectamente aisladas. Durante cierto tiernpo desaparecieron en medio del país enemigo, y para el extranjeru su situación y sus progresos estuvieron perdidos ú ocul­tos hasta el momento en que aparecieron de nuevo cerca de su ob­jetivo. Tales hechos son muy raros en la guerra regular. El único ejemplo de una operación semejante, en e tos últimos años, ha sido la famosa marcha del General Sherman hacia el mar, al través de la Georgía. *Sin embargo, en tanto que un ejército está completa­mente equipado, listo para la empresa, y en capacidad de luchar con eficacia contra toda resistencia susceptible de oponérsele, la operación no es obligadamente peligrosa, ni aun difícil; y cuando la columna marcha sobre un punto determinado, en donde espera restablecer sus comunicaciones, la operación puede ser muy senci- • Luego no se ab·1ndon6 la líne a de com1tnicaciones-L. D. • Jamás se ha discutid •> el punto por los peritos en !a m :1teria ; la línea de co­municaciones no puede abandonan¡e so pena de ca tástrofe-L. D. • Error: Sherman no abandonó su línea de comunicaciones¡ cambió de base de operaciones y nada más.-L. D. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 425 lla. * Así considerada, la marcha de la columna de auxilios de Ka­bul á Kandahar difirió mucho á la marcha de la Ghuzní Field Force; pues el objetivo de Sir F. Roberts era una fortaleza .itiada y no simplemente el reunirse á un ejército amigo. La última guerra de Afghanistán suministra un ejemplo tal vez mucho más resaltante del abandono de las comunicaciones. Este fue cuando Sir F. Robcrts marchó por primera vez del valle Kurran sobre Kabul. Como no pudtese di5poner de tropas sufi­cientes para guardar sus comunicaciones, organizó su ejército en columna vola1ite, y avanzó así contra una gran ciudad de Oriente, considerada como un centro de oposición, defendida por tropas considerables, bien armadas, y rodeada de tri bus guerreras cuyo encarnizamiento hacía temer que tratasen de vengarse de los inva­sores de su país. En este caso se hacía necesario un golpe decisivo, y era esencial dar lo pronto. Las circunstancias obligaron á la co­lumna á privarse de sus cumunicaciones. La toma de Kabul fue una hazaña señalada, un hecho de armas memorable; pero la ope­ración era algo aventurada; y ella es más bien ejemplo de los re­sultados sorprendentes que se obtienen cuando se dan pruebas de vigor y de resolución, que no modelo que haya de tenerse en cuen­ta en lo futuro, salvo el caso de que no se pueda proceder de otro modo. XI. Peligros del abandono de la línea de camunicaciones- Un ejército sin comunicaciones, en un pa1s enemigo, se encuentra en una situación muy delicada en caso de conflicto, sobre todo cuan­do la población no espera sino una oportunidad para levantarse en masa y aplastar al invasor. La col umna de Hicks Bajá parece que efectivamente fue destruída en el campo de batalla de She­lc. án, * pero aislada como e5taba en el desierto, sin línea segura de retirada, es muy improbable que ese infortunado ejército hubiera podido volver al Nilo, aun en el supuesto de que el resultado del comb-ate fuera menos desastroso. La función, no la me.nos impor­tante, de una línea de comunicaciones, es servir de línea de reti­rada en caso de necesidad. Los puestos escalonados á lo largo de esta línea, fortificados como lo están habitualmente, ofrecen un refugio al ejército que se bate en retirada. Una columna .:¡ue no dispone de esa línea, puede verse obligada á abrirse paso, con 1 s armas en la mano, por en medio de fuerzas superiore , que aumen­tan sin cesar, hasta llegar á su punto de partida: no tiene á su in­mediata disposición un refugio momentáneo, donde pueda re · pirar y reponerse de la derrota, y corre el riesgo de ser completamente destruída. La desastro'ia retirada de Kabul en 1842 es de ello un ejemplo particular. • Es claro, porque no h11y abandono de la lí nea de comunicaciones-L. D. • Véanse Las E:rp1diciones ingl•sas en Africa, págs. 342 y 343. VIII-lS Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 426 BOLETIN MlltTAR ~ XII. lnconveniéntes que pueden resultar de la imposibilidad qu1 tiene la columna de comunicarse con los cu erpos que la ayudan-Otro punto conviene indicar al tratarse de la cuestión de que un ejérci­to abandone sus comunicacio11es: es lo difícil que se hace la coope­ración de dicho ejército con otras columnas de operaciones pvr­que sus movimientos no son conocidos, ni puede estar impues­to de los acontecimientos y cambios en la situació•n militar, pues ignora complP.tamente los progresos de la guerra. Todas las con­diciones estratégicas de la campaña pueden cambiar .sin que su jefe tenga conocimiento de ello, y sin que le sea fácil comunicarse con las otras columnas, con las cuales tendría que combinar sus movi­mientos en caso de modificación del plan de operaciones. Este incon-veniente se pone en evidencia notoria en los acontecimientos de la última parte de lo que puede llamarse el período de los combates de la expedtción del Nilo, á principios de 1885. Las columnas que vartieron de Kortí, respectivamente sobre Metemma y hacia Abu Hamed, eran columnas volantes. Las co­municaciones entre dlas y Kortí exigían algunos días. Cuando se supo la caída de Khartum, la situación militar cambió del todo, y el objetivo de la expedición, es decir, la salvación de esta fortaleza, cesó de existir. Resueltu el Gobierno inglés á acabar con el Ma­dhi en Khartum, Lord Wolseley decidió que era preciso una cam­paña en el otoño. El ignoraba que la columna de Metemma había sido obligada, durante este tiempo, á batirse en retirada con sus transportes desorganizados, y á abandonar en el Nilo los vapo­res que habían bajado de Khartum. Por eso dispuso que esta co­lumna marchase sobre Berber y que allí se reuniese á la columna del río. Cuando después supo este movimiento de retirada, igno­rando el grado de desorganización de los transportes, resolvió que la columna del desierto volvierél cerca de Kortí para que siguiera á la columna del río á lo largo del Nilo, y dio sus órdenes para esto. Sólo fue días después cuando supo que la columna del desierto estaba en incapacid..td total de moverse. Ignoraba también que la columna del río hab1a tropezaJo con dificultades imprevistas y que su convoy de vituallas era quizás insuficiente. Al recibir esta últi­ma noticia se decidió á llamar á las dos columnas á Kortí. Así pues, dos veces consecutivas, se dieron órdenes de detall fundadas en una apreciación errón ea de la si cuación. Esa apreciación resul­tó de que las dos columnas eran columnas volantes, que no tenían comunicaciones directas é inmediatas con el Comandante en Jefe. XUI. Conclusiones relativas al abandono de las comunicacio­nes- Es evidente que se encuentran objeciones para que un ejér­cito que marcha en columna volante, abandone sus comunicaciones. En ciertas circunstancia::. este procedimiento está perfectamente justitic~do. En las pequeñas guerras se pre entarán condiciones <¡ue imponen tal manera de proceder. Así se impide el agotamien- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 427 to de la columna, que con la vigilancia de la línea de comunica­ciones no se puede evitar. Pero no es una maniobra estratégica que deba em?renderse á la ligera, salvo, sin embargo, como un expediente momentáneo ó en una peqlleña operación de guerra; y es esencial que una columna que se priva así de sus comunica­ciones sobre el teatro de la guerra, posea una organización que le permita hacer frente á las necesidades especiales del caso lo que se funda en el perfecto conocimiento de las condiciones de la cam­paña- Continúa. ------··~------ TIPOS DE VOCES DE MANDO (COntinúa) 'Tiro regulado por medio de diJparos fusmJttJ Capitán, á la izquierda,"") Jefe de l a 3.• Sec- Jefe de la 2.• Sec- Jefe de la 1.• manda: 1 ción cióu Sección Tirofu.sante, á 2,200 me-tros, 1·ompan fuego. Repite las voces de Corran el ojilln 8 m.m. á 1 mando, menos la la izquierda, destupen (el de rompan fuego, cohete). . ejecuta la conec-Áumenten la duración (del 1 ci6n de durac:ión cohete) ;3 décimos. ohre la regleta 6 a pieza Fu.ego. y nH nda: Vitnrio el C.1pitán que el 1 G.• pieza. Devlapen di paro de lll 6.• pieza 1 á 9 segundos 8. estalló alto y no pudo 1 Carguen. observarse la ditecci6n, manda: Manda: 5.• pieztJ. 5. • pieztz. F•tego. ~ De.vt"pen á 9 se- Vléndo!.e que el proyectil 1 gtturlos 8. Car-c talló á bul'na alturu, guen. pero que la di recci6uitO pudo observarse, man- 1 Repite: Aumenten da: l la durac1ón 4 dé- .Aumtt~z!e'~ 4 décimos la du- l cimos, y ejecuta racto•t. 1 la corrección o- 4. • pieza. Fut'go. 1 bre J a re61eta . El ,li paro re ulta largo, manlhl: Id. !d. Manda: 4.• pieza. D1•stapen á 1 Ose­gtmdos 2. Car­g¡. en. Anuncia: 1weva escala. Id. Id. Id. íd. A 2,000 metros, de.ytapen. Repite: 2,000 m:mrl¡~: 3 'pieza. Repite: 2000 j Repite : 2,f 00 y JJe,t ape11 á 9 se-gzmdt• l. C:trguw. E 1 Capitán procede á regular el fuego, y asf qu~ obtiene la tenaza de 100 me­tros, t:ntre lo.; 2,000 y los 2, lOO metro~, h~;~cc la separactóu de la b:~telfa. 1 Id. íd. disminuye la 1¡ duración 3 déci­mos sobre la re- 1 gleta } manda: El Capitán m~nd.t : L Repite: 2,050 y A mi ordm. Corran A 2,500 (metros). 1.• y 2.• r m~tnda: el ojillo tantos m. Seccione,, tiro jusa11lt 1 6.• pieza. Destape11 m. á la izquierda. normtJl. 1 á 9 segundos 4. D est11pen á 9 st- ) Cargue/l. gumios l. Car- 8ue,_ Id. íd. Id. íd. (pero haciendo co­rrer el ojillo á la derecha). Id. íd. CMtinÚ4 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ SOBRE EL EJÉRCITO ALEMÁN (Continuación) A partir del I.0 de Febrero, cuando la instrucción á pie de los reclutas está bastante avanzada, se empieza á hacerles tomar parte en los ejercicios de la misma naturaleza ejecutados por los soldados antiguos. No implica esto, sin embargo, su admisión en las filas de la batería; no tiene más objeto que el de instruír á to­dos los hombres á la vez. Es también á partir de la misma época cuando se ejercita á los reclutas á montar guardia ; se les enseñan los deberes del cen­tinela y se les inicia, en el mismo patio del cuartel, en todos los detalles del servicio de plaza. No están, sin embargo, obligados á saberlo sino de~pués de terminado su período de instrucción, que dura de dos meses y medio á tres meses, como lo hemos dicho, y cuanrio pasan á las filas de la batería. Se aprovecha la diversidad de enseñanzas que los nuevos soldados deben recibir simultáneamente, para variar los ejercicios cuanto sea posible y evitar la monotonía de ocupaciones que fa­tiguen su atención. Hacia el fin de e3te período se les enseña también f. cuidar los caballos y se les hace conocer las reglas del servicio de c~adra; se les ejercita á enganchar y á cargar los ca­rruajes con los diferentes utensilios de la artillería. En las baterías á caballo los ejercicios á pie y los trabajos de gimnasia con aparatos y sin ellos se ejecutan como en la artillería montada y según los mismos principios; pero el estudio del volteo es más completo y profundo. o se pasa á la instrucción del 3ervicio de piezas y de puntería sino al cabo de seis semanas, en lugar de cuatro, porque ocupados también los hombres en los ejercicios de equitación, les es preciso más tiempo para adquirir el suficiente conocimiento de los prime­ros elementos. Dos semanas después de su entrada en el servicio comienzan la equitación, cuyo curso se dirige absolutamente conforme á los mismos principios que en la caballería. Durante las seis primeras semanas se monta sin silla, luégo con silla y bridón, y el 1.o de Enero, s~gún sea posible, se pasa al trabajo con brida, y des­pués con armas. Con re pecto á la equitación, los reclutas de una batería á ~aballo constituyen una clase especial. No empiezan esta in&truc­ción sino después de haber sido adiestrados en los ejercicios á pie, "1 entonces la tienen seis veces por semana. Interésanse sobre todo Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ en sacar die~tros jinetes, firmes en la silla y bien enterados del uso de las rie:1das. Cuando estáo suficientemente adelantados se pasa á la equitactón con armas y ejercicio del sable; se Jes enseña á saltar con ligereza á tierra y á volver á montar lo mismo por la derecha que por la izquierd.1, á entregar rápidamente sus riendas al inmediato, ó á tomarlas, etc. Es pr("ciso que á principios de Abril se ~ 1cuentren en e5tado de tomar parte en las maniobras del conjunto de la batería. Todo lo que concierne al servicio de cuadra, la asistencia de los caballos, la manera de ensillarlos, de enganchar y cargar los carruajes, etc., es objeto de ejercicios que empiezan en las baterías á caballo seguidamente después de la incorporación de los hombres. A partir del 1.0 de Enero, continuando los mismos ejercicios, se principian lo5 movimientos de avantrén, siguiendo la misma pro­porción que en la artillería mont~da. Después, hacia el fin del pe­ríodo de instrucción, s~ pasa á los ejercicios de fuerza, servicio de guardia, esgrima á pie y á caballo y carga de cajas. Respecto á es­grima, Sf': limita, por lo demás, á enseñar á los hombres á dar dies­tramente golpes con el sable sobre un objeto real. Primero lo ha­cen á pie, así que ha adquirido cierto hábito en el manejo de sus armas; después á caballo, como término de su curso de equitación. Al finalizar su período de instrucción se ejercita á los reclu­tas de las baterías á caballo á acompañar las piezas en?;anchadas, y se hace pasar á los hombres sucesivamente por to~os los pl1estos. Si ha faltado el tiempo para ejecutar este ejercicio en el fin del período de instrucción de los reclutas, por él se empieza el período siguiente. De conc:ierto con estas maniobras se hace m' rchar, tanto en las baterías montadas como en las de á caballo, la instrucción teóri­ca, cuidando de reglarla á los ejercicios prácticos correspondientes, que debe n ·iempre enseñarse un poco antes. En lo que se refiere á los conocimientos militares de orden general, no se difiere de los que se dan en la infantería y caballería, pero se les agrega como es pe cialidades relativas á la artillería, algunas nociones sobre la organi­zación de lo afustes y de las piezas, la nomet.clatura de todas sus partes, los proyectiles, y en general todo lo que tiene relación con el uso, entretenimiento y reparación del material. Más tarde se completan estas inciicacione con algunas generalidades sobre el servicio de artillería, los diferentes tipos de carruajes, etc., á lo cual se agrega también, en las baterías á caballo, cierto número de lecciones sobre la limp1eza y entretenimiento del sable y pistola. En todas estas instruccione. se evita cuidafirién(lose al jt>fe de éstas. Sabido es que en la mañana del 18 de Ago~to de 1878·el 2.0 ~jército H lPmñ u, fuerte ele sois cuerpos ( tle t>jérci to) y de dos (livisiotH's de caballería, t>staha reunido en vivac, con frente al Norte-, ocu¡nuu1o 12 kilómPtro tle CPrca ele RPzonville (dt>recha) á ct>rca d • Ht1tnp-'iiar~e, 'lespnés ll~l rne(lio s ele infantería, desde la compañía ha:-;ta 1: di\' isióu, e~tén ejf'reitadas en volnciouar t n ma a, no eomo antt-~~ con las minuchts 'le u u reglamento anticna.(lo, siuo mecliaute proceH del éxito en las batalla~ eh 1 pnrvenir t·eside en las ínti 111as eom hiuacrottf'S dt~l tiro <1<~ <·año· nes y fu.'ilt•s, para adquirir, en lo~ momento: que pl'eeetlt>lt á los gratHh•s at:HJnes, una surwriorida\tra­tégico, la. tllt•cdón d l• puntos de atHr¡ue e desprend(.), fe ha po(li•lo tija1' h.~ nn modo caH· c1 t·to la. exteu ión del frc11te ocnpado por t•l 11etuig-o. La eoudieióu Oi:'t:~ueial para qne un ataqne teugn éxito, es qne ea ceutro de e~fut-t'ZOB Bimultátwos y convergeutes. EL ataq uP de UlH:t ala realiza tal desideratum cuando el enemigo, por falta de precauciones, no ha preparado un 13sca- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 432 80LETIN MILITAR ~ Ión desbordante y de fuerza suficiente á retaguardia del ala amenazada . . Mas la eon ,·ergeucia de los esfuerzos del asaltan te puede eonsegmr ' e sobre uua zona central l del defen~or puede pone.r en juego en la misma zona, por causa. de las formas del terreuo. Eu tesis g·eueral, la locJJa principiará en todo el frente por comba,tes tle artillería que no dejarán en medio campo sino para débiles vanguardiad usiva reforzada con trabajos de campaña y su división de la derecha (la 28.11) debía, en parti­cular, resistir á toda costa para que las divisiones 29, 26 y 27 pudieran maniobrar tratando de envolver la línea enemiga. E m pero, así que las di visioues 26 y 27, es decir, el XIJI cuerpo, llegaron á la vista del enemigo, el emperador, trastrocando los papeles, les asiguó la misión de contener el ala derecha del XV cuerpo, y á las divisiones 28 y 29 envió la orden de atacar con todas SIJ.S fnerzas la aldea de Hochdorf, que bacía parte de las líneas del euemigo, entre su centro y su izquierda. La dicha localidad e8tá constrnída en la cumbre de una extensa colina cubierta de bosque al S. y al O., descubierta en el resto y con las peuclientes inferiores de estos últimos lad~>s muriendo en forma de salieute sobre la llauura. Una depresión en forma de foso rodea la base de tal coliua en una longitud de 3 á 4,000 metros y ofl'ecía á la infantería del XIV cuerpo una excelente plaza de armas para disponer el ataque. El XV cuerpo no podía ilmeute varias cañadas qne les permitieron caminar á cubierto hasta. el foso que por el E. y el NE. rodea la colina ue Hochdorf. Y fue de ese fo o que partieron suceRh·amente tre~ líneas de ataque, escalona,las á poca, c~utetmH d~ metro' unaH de otras, la primera compuesta de eujam hrp" de tir;ulor('s, la 8e· gunda de batallones de plegado t-u líut>a. y la tel'ct>ra clP co­lumnas de compañía. Una re. ervc en masa t~ompacta Ht>:¡uía la extrema derecha. "Contra semejan te pro.recti 1, el ad \'orsario nada poclía hacer." Un antiguo militar prn iauo flt> ·crihió e e ataqne eu lm~ tér­minos t:~iguientes: " ... pa o de carga, handt~ra cle~ple'-!ada Y t~mbor batiente, J.-gione~ qno pareeiall ~mlir del ceutro dt3 la tierra, emergían del fondo del valle para e.·calar la altura en masa profundas; salíau de toda pal'te8 . . Ante e~a marca, a cenueute, el enemigo rt>tiró aprt>snrndo sn batullont>~ basta la .cresta y preparó á retaguardia de ella po1:3iciones de re­pliegue." AgTeguemoR que dnraute e e g-rande at:.,qnc Pjt-cutado eou ver~, tle posieión e u posición, ~jecutall(lo á la carrera lm:~ altos iutermedio8, que erau de corta amplitud. Dira.se qne tal ma.niohra ~ra nua reeclicióu del at.aqne oe Saint-Privat por la gnanlia alemana; pero no:::;otros responde­remos : sí y nó. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 434 BOlETIN MILITAR ~ / Sí, si la artillería encarga•la fe11sa y limitaudo fiU acción á ro111 per las teja8 de la al< lea escogicla como objt>ti YO. :Nó, si la prt .. paraeión coufi.atla á la :urillería se ejecutó debidamente y Jos enjambres de tiradol'es que á haf>lla dis­taneia precedíHu el at:H}lH:~ propiamellte dicllo, ~npi ~rou llenar á balazo su misión de reconociLUit=mto y prote(~ción. Mas SPa de ello lo que fuere, los grande:>s resultado~ tácti­cos se oht.it.•rtt>u pouiet.do en oura simnltánea.m .ute gr~nde¡.¡ me­dios de dt--Htrucción, aplicatlo8 contra nu solo punto cuya pér­dida Pntrañt> para el eu migo la pérdida de toda Ja, po~ieión. La hábil reuHJÓn dt-' la~ tropas IIHnJ:tjc<.mtar un grande ataque, el tli~positivo <]U<~ con,·it~rw _darlt .. ', •1 artg, t·n ñu, de hacerlas obrar cou ,-¡g·or y n1 pitlPz, talt-s St'l'áll en lo sncesi vo las condiciones <'Sellcialt·s para gana•· batalla:-.. De lo antt·dicho ~~ p~n11ititlo t•onelttít· que Pn lo fntnro, si los preliminat·e~ de la batalla pr tli<·ho, qtwrlnrfí rt:'ño~ eho­ques aislado:-;, :sin otra relaciótJ eutre ·í que l~t l't>l:mltante de nna cotuúu teurlo en la imposibilidad de dis­lJOIIPl' de su recurRos eu apoyo de lo puutos especialmente alllella~atlos. Eu el primer ca o las unidades inferiores de infantería se verán como ahogada · en u u v:u·~to si~t -'ma y no podrán poner f'll ollra si11o sus cualidades morales y maniobrera , en tanto qub en el segundo los jefes de cuerpo y los capitanes erá.n Jos Yetuaderos direc:ores de la lucha. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOlETIN MILITAR ~ Los ataques en masa sobre los puntos decisivos y los ata­ques parciales sobre los demás lugares del campo de batalla, constituyen, pues, dos modos ue acción muy diversos y que no conviene confundir; bien que para el soltlado no hay sino una sola manera racional de combatir: luchar lo mejor que pueda contra el adver8ario que tiene al frente y más cercano. El ataque decisivo no tiene por o~jeto exclu ivo abrir bre­cha en la posición que se quiere conquistar; su misión es más devada y con 'iste en, apenas coronarla la brecha, ensancharla desplegando eu abanico las tropas del choque, conservadas basta entonced en formación concentrada, á fin de hacer irre­para~ le al enemigo el revés que sufriera en el punto de ataque. La~ unidades en masa que siguen á las líueas sucesivas de un ataque decisivo, e tán por lo tanto de~tinadas á rebasarlas apenas se conquista un punto de la posición enemiga y á ve­rificar, en formaCión ro . • • • El e~tnclio verdaderamente práctico de lo. mil detalles de la. educación del solda(lo no presentará, pues, atnwtivo p~ra eipr·to número de jóvenes ofieiale que gn~tan JH'efl•rentement • fle los trabajos intel~ctu á Labateca y Borotá la una, h tcia la Loma y Capacho otra, sobre el Capote y las Cañas la más fuerte, y rumbo Jc: Bramón la última. Bien combinado el mo­vimiento y mejor cubierto á los ojos del enemigo, produjo la ocu­pación de la erranía que separa el Táchira del 'rorbes, por lo cual el ejército venez !ano, que intentaba defender á San Cristóbal, ante la perspectivaJe ser envuelto y copado de su principal línea de Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 437 operaciones, el camino de La Grita, retrocedió rápidamente á ocupar formidables posiciones en el Zumbador. Parecía que la conquista de aquellas agrias serranías iba á demandar grandes esfuerzos y sacrificios, cuando el movimiento de dos divisiones colombianas sobre La Florida y valle de San An­tonio hizo retroceder de nuevo á los venezolanos, que aún no ha­bían recibido los ansiados refuerzos, por lo cual pasaron á estable­cerse en las crestas del páramo del Portachuelo, donde verificaron su reunión con las tropas esperadas, por lo que entonces pudieron cubrir la línea del Palmar á los Alineaderos, por Latalita. A nadie se ocultó que estaba próxima una batalla decisiva y adt!más larga y sangrienta, dadas las posiciones de los venezohnos y la fuerza enfrentada de ambos contendores. Las tropas colom­bianas establecieron su cuartel general en La Grita, pero la falta de un ejército de reserva obligaba á cubrir con el de línea las co­municaciones en unas cuantas leguas de territorio hostil, por lo cual apenas 1 s,ooo hombres que daban disponibles para el supremo esfuerzo. El Generalísimo colombiano, en vista de los informes recogi­dos, dispuso que una columna se adelantara hacia el páramo del Batallón, por el valle de Aguascalientes, para buscar el extremo de la izquierda enemiga y, si era posible, la flanqueara por ese lado ó á lo menos le distrajera fuerzas y le llamara seriamente la atención por esa parte. El grueso del ejército se distribuyó en dos masas que se hicieron adelantar, la una á Sabanagrande y la otra hasta las lomas de Pozo-Azul. Las avanzadas venezolanas que cubrían todos esos valles, retrocedían poco á poco, y mantenían las fuerzas inva­soras de vanguardia empeiiadas en continuo tiroteo. Las alturas de La Quinta, fuertemente atrincheradas, eran la plaza de refugio de los colombianos para caso de un revés. El plan de los colombianos era correcto pero exigía grande precisión en lo movimientos : la columna de Sabanagrande de­bía avanzar hasta Llanolargo, atacar de frente el Portachuelo del Palmar y extender su derecha á enlazarse con la coiumoa de Pozo­Azul, la más fuerte, que debía ocupar á Porqueras, para atacar el Portachuelo de i\1armolejo, secundada por la columna de Aguas­calientes. Las dos columnas principales apenas distaban 9 kilóme­tros, y su objetivo real era coronar Jas alturas culminantes entre los dos Portachuelos y tentar una irrupción sobre lo que parecía centro enemigo, para arrojar éste sobre Bailadores. El ejército venezolano había ocupado sólida y hábilmente la línea de cumbres que trataba de defender, pero su frente de com­bate resultaba exagerado para los 13,000 hombres que lo guarne­cían, y seguramente no creyó posible la toma de las cimas culminantes por los colombianos, puesto que en ellas apenas colocó algunos destacamentos. Para ligar sus masas aprovechó la depre­~ ión transversal que corre de Pueblohondo á Cebada y mejoró Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 438 80LETIN MILITAR ~ el camino de Latalita. En la cima de Batallón construyó un re­ducto. El Cuartel general quedó establecido en Marmolejo. U na legua debían recorrer las dos principales columnas co­lombianas para abordar al enemigo, pero como la de Aguasca­lientes tenía que recorrer un trayecto tres veces mayor, se la puso en movimiento la víspera, con orden de acercarse al pie del pára­mo, pasar allí la noche y emprender operaciones formales el vier­nes á primera hora. El tiempo, que no presentara extrema reciura los días ante­riores, se dañó de repente el jueves, de manera que las tropas prin­cipiaron sus movimientos formales azotadas por un violento tem­poral. La columna de la izquierda atravesó con trabajo los panta­nos de V enegara, y á las 9 de la mañana dio sobre Llanolargo, donde la recibió con nutrido fuego una avanzada venezolana bien apostada: principiaba el combate. La columna, de acuerdo con las órdenes recibidas, comprometió de frente la división de vanguar­dia, mandó oblicuar á la izquierda la 2.a, prolongó el frente á la derecha con la 3·\ y envió la 4.•, apoyada por la caballería, á dominar el espolón de La Grita, á fin de dar la mano á la fuerza principal. Con la 4.• división marchó la batería de montaña, que no sin dificultad franqueó los 3 kilómetros que median hasta la Me­seta, donde se estableció para romper sus fuegos, á 2,400 metros, sobre el Palmar, y secundar así el avance de las tropas de infantería. Cerca de s,ooo hombres ocupaban en esa zona izquier del cam­po de batalla un frente de ca i una legua, de la cual apenas un ki­lómetro lo era de combate real. La columna principal, apenas principió á franquear la cañada de Pozo-Azul, dio con fuerzas venezolanas que defendían el cami­no, y aunque las arrolló con su masa, esto no pudo hacerlo tan pronto como se esperaba, de suerte que eran las 1 o a m. cuando su cabeza llegó á la explanada de Porqueras, á 2 kilómetros de la principal posición de los venezolanos. En la explanada se estable­cieron tres baterías lo mejor que se pudo, porque el terreno no era favorable, y 6 divisiones de infantería se desplegaron por los vallejuelos para emprender el ataque, el cual á me,lio día se daba la mano con el de Llanolargo, no obstante las dificultades del fragoso suelo que separaba los dos campos. En reserva que­daban 5 division'!s. Ya el caí1ón tronaba lúgubre en esas altas regiones, el com­bate se. desarrollaba c0n forzada lentitud, y sólo se esperaba la lle­gada de la columna de la derecha al punto de su cita para compro­meterlo á fondo; pero el tiempo corría sin que ella apareciera, y las tropas colombianas luchaban á un tiempo contra la naturaleza y contra un enemigo resuelto á defender su posición. Por fin á las 2 p. m. se oyó fuego hacia 1(]¡ cumbre de Batallón, pero á distancia que parecía enorme. ¿~é había sucedido á las do~ divisiones por 4lllí empeñadas? La marcha hasta el pie del páramo no tuvo mayor Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. bOLETIN MILITAR ~ tropiezo, pero el viernes al amanecer, cuando la columna se puso en movimiento para escalar las alturas, el Jefe se dio cuenta de que allí no existía camino, y que el sendero considerado como tál no daba paso á la artillería. Desprovista la columna. de herramientas, envió por ellas á La Grita, pero allí se le dijo que tampoco Jas había, y que las pocas del parque las conducía la columna principal. A fuerza de buscar, unas pocas se consiguieron en el poblado, y con ellas se principió la tarea de componer la senda á las 8 a. m. Con extrema lentitud se ascendió el páramo, izando la arti­llería con maromas en más de un punto, y á las I 2, cuando el Jefe esperaba haber vencido las mayores dificultades, se encontró con que había desembocado á un lugar de la cumbre separado por in­franqueable barranco del Alto que ocupaba el enemigo, en el camino de Latalita. Falto de cartas de la región, sin buenos guías y no queriendo descubrirse á dt.!:>tiempo al enemigo, no permitió el jefe que el cañón hablara hasta no hallar modo de acercarse á las posiciones venezolanas. Por fin á las 2 p. m., después de inauditos esfuerzos, encontró modo de abrir e paso, ordenó un movimiento envolvente á una Je las Jivi iones, y mandó romper el fuego de cañón, mas el terreno era desfavorable, el re:-ulrado no fue gran­de, y los venezolanos, advertidos del peligro, concentraron á tiempo lo destacamentos que ten tan en esa parte, y se aprestaron á defen­der con brw el Alt') del páramo. Confiado d Generalísimo, al oír aquel fuego, en que la ope­ración de la columna de la derecha no habta encontrado ob táculos i nvenci bi es, mandó avanzar la· re!)er\'a · y principiar el ataque deci­sivo, lo que al efecto se hizo, de manera que á la. 4 p. m. Ja batalla e raba empeñada de modo formidable. Por desgracia el conoci­miento del terreno era incompleto, y más de una vez los batallones comprometidos en una dirección tenían que retroceder á buscar un pa'o que el suelo le~ negaba en la primera, y la lucha se pro­longaba sin esperanza' de próximo éxito. A las 5 n. m. el fuego principió á di, minuír de intensidad en la izquierda: era 4ue las municiones escaseaban, porque los tiro­teos de los días anteriores habían disminuído el parque de la co­lumna y las bestias de transporte no eran suficientes. Además, una sola batería no había podido desbaratar las trincheras blinda­das con tierrct que defendían el Portachuelo ~el Palmar. Preciso fue dejar que la lucha ~e prolongara convertida en tiroteos intertanto llegaba la noche para, á su amparo, mover parte del parque de reserva que estaba en La Grita y reforzar la artillería de la izquierda. Enormes fueron los sufrimientos de] ejército esa noche, por la reciura del tiempo, la falta de toldas y de víveres, la escasez de los medios para evacuar los heridos y la vigilia causada por los conti­nuos alertas en las líneas avanzadas. Como compensación de tán­tas fatigas, la columna de la derecha apenas pudo ocupar el Alto Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 440 80LETIN MILITAR ~ del páramo, operación que por lo demás no dio el resultado que se esperab.1, porque los venezolanos tuvieron tiempo de constituír un segundo punto de apoyo á retaguardia, en la cima de Porqueras. Por causa de l soscenido temporal la lucha no pudo reanudarse en firme hasta hura avanzada del sábado, de suerte que este día apenas se consiguió tomar el Portachuelo del Palmar, replegándose los venezolanos á Pueblohondo, pues en el puerto de 1\1.armolejo resistieron con éxito debido á la falta de una artillería ligera de montaña que secund~ra los esfuerzos de la infantería entre aquellas breñas. Sin embargo, el jefe venezolano, comprendiendo que la situa­ción se le agravaba por momentos con lo sucedido á su izquier­da, resolvió aprovechar la noche del sábado para replegarse á !as cumbres del Guerrero y atrincherar las alturas de Pueblohondo y La Cebada, de manera que en ese espolón intermedio de la cordi­llera constituyó un campo fortificado que dominaba las cabeceras de lo3 valles de Escalante y Mucuchíes. El Generalísimo colombiano, al examinar el domingo la nueva posición del enemigo, comprendió que con el ejército, re­ducido por la anterior lucha á poco más de Io,ooo hombres váli­dos, no podía intentar operación seria, y tuvo que h<'lcer alto para esperar refuerzos que no sabía cuánto tardarían en llegar. Por sn parte lo venezolanos, bastante quebrantada su moral con las pér­didas de la jornada, tampoco podían con sus 7,ooo hombres tomar la ofensiva por lo pronto. Y fue durante esa forzosa susp e nsión de hostilidades cuando nuestro Ministro resolvió interponer su amistad, para lo cual de Cutagena, á donde arribaba en ese momento, telegrafió á Bogotá y á Caracas, y obtuvo la ape rtura de las negociaciones que dieron por resultado el tratado de La Grita. El Presidente de la República francesa, árbitro en el litigio de límites con Costarrica, dictó fallo en que reconoció la justicia que á Colombia asistía en su reclamación sobre límites en la Amé­rica Central, según se de duce de l siguiente cable que comentare­mos detenidamente en el próximo número : "París, 14--Bue,wve ntura, 14· de Septiembre-Bogotá, 3 de Octz, bre de 1900 " Presidente Colombia-Bogotá "Quedan á Colombia territorios hasta Punta Carreta, com­prendido todo v , !le Sixaola, sigue línea por Cordillera termiuando Punta Bu rica. Sociedad respetable ofrece Gobierno siete millones por explotación territorios demarcados-JULIO BETANCUR." Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Publicaciones periódicas

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 172

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año V Serie II Tomo I N. 4

Por: | Fecha: 26/01/1901

~~~ BoooTA, EHER026DE1901 SERIE II-TOMO l-lf. 0 4. 0 BOLETIN ~IILITAR DE COLOMBIA btgaño del Ministerio de J Director ad honorem Guel'ra y del Ejército ~ F. J. VERGARA Y V. &n eolaboradores de este periódico loe + General de Ingenieros, Miembro de Jefes y Oficiales del Ejército f varias Sociedades Cientiftcaa DECRETO NUMERO ... DE r9oi (14 DE ENERO) por el cual se dictan varias disposiciones EJ Vtápresúienü de la Rep!íblica, encargado del Poder Ejecutivo. En uso de sus facultades constitucionales y legales, CONSIDI!:RANDO 1.0 Que los rebeldes no cuentan n el territorio de la Repd­blica con ningún Ejército regular, y que sólo ti nen guerrillas inca­paces de presentar batallas formales ; 2.0 Que esas guerrillas viven actualmente del merodeo, arrui­nando las riquezas particular y pública, y están incapacitadas para triunfar sobre el Gobierno y las instituciones ; 3.0 Que esas fuerzas irregulares se deniegan á s0meterse al Gobierno, no por el convencimiento que tengan de su propia fuer­za, sino en virtud de las noticias falsas con que las alientan los re­volucionarios urbanos ; y 4.° Finalmente, que conforme á las leyes, el Gobierno tiene facultad para vivir de los bienes de los enemigos situados en el territorio que ocupen sus fuerzas, DECRET.A Art. 1.0 Los Ejércitos deJ Gobierno que ocupen las Provin­cias sublevadas, vivirán en eJJas de Jos bieries de los desafectos al Gobierno. TOllO 1-7 • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Bolet{n Milita, Art. 2.0 Los Jefes de guerrillas que dentro de treinta días no depongan las armas, y continúen sosteniendo sus fuerzas · con em­préstitos y expropiaciones ó con cualquiera otra clase de expoliá­ciones, serán considerados como autores de robo cometido en cua­drilla de malhechores. §. El plazo concedido por este artículo se contará desde el día en que sea publicado por bando el presente Decreto en la capital del respectivo Departamento. Art. J.0 Los compradores y rematadores de bienes expropia­dos ó tomados por las fuerzas rebeldes, no adquieren dominio sGbre la cosa comprada, que sus legítimos dueños pueden perse­guir en poder de cualquiera que la tenga, sin perjuicio de la acción directa contra el comprador ó rematador, son cómplices del delito de robo, é incurren, además, en una multa igual al valor de la cosa comprada 6 rematada y en la pena de tres años de confina­miento en el lugar que designe el respectivo Jefe Civil y rvtilitar de Depl'.rtamento. Art. 4.0 Los que por medio de impresos, cartas, postas 6 de .cualquiera manera propalen noticias falsas que tiendan á hacer persistir á los rebeldes en su actitud hostil, 6 los auxilien con re­cursos de cualquiera especie, serán reducidos á prisión, que sufri­rán en las cárceles de Cartagena por el término que dure la rebe­lión. §. Los Jefes Civlles y Militares de los Departamentos harán efectivo lo dispuesto en este artículo por simples resoluciones ad­ministra ti vas. Comuníquese y publfquese. Dado en Bogotá, á 14 de Enero de 1901. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Gobierno, GuiLLERMO QuiNTERo C.-El Subse­cretario de Relaciones Exteriores, encargado del Despacho, AN­TONIO JosÉ URIBK-El Ministro de Instrucción Pública, encargado del Despacho de Hacienda, MIGUEL ABADlA MiNnEz-El Ministro de Guerra, josi DoMINGO ÜSPINA C.-El Ministro del Tesoro, E:f­RIQUK RxsTRRPo G ARCÍA. DECRETO NUMERO ÓL (RNKRO 18 DE 1901) por el cual ae regulariza la circulación de los billetes de cincuenta pesos ($ 9G) fabricados en la litografía de Otto Schroeder El Vicepresidmie de la Reptíblica, encargado del Poder Ejentti'IJfJ, En uso de sus facultades, y CONSIDERANDO . 1.• Qye en la Litografía7 dirigida por el Sr. Otto Scbroedcc, que estaba encargada de fabricar billetes para el Gobierno,~ • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Bolet{n Mz'lt'ta., ·'99 perpetró en la noche del 17 de Septiembre último, por Reinaldo Goelkel, un hurto de esqueletos de billetes de cincuenta peSos ($ 50) que, al haber sido emitidos por el Gobierno, habrían repre­sentado legítimamente la suma de un millón ciento diez mil sete­- cientos cincuenta pesos ($ 1.1 10,7 50); 2.0 Que esos esqueletos fueron puestos en circulación por el ladrón, de quien han sido cómplices para ese efecto los revoluciO­- narios y sus parciales ; 3.0 Que el Gobierno tiene datos exactos de que los proventos de ese hurto se han destinado al fomento y auxilio de la presente rebelión, lo cual es, por otra parte, de pública notoriedad ; 4· 0 Que como consecuencia de esos hechos, y á pesar de las varias disposiciones que el Gobierno ha tomado para hacer cono­cer los billetes ilegítimos, éstos han venido á parar, en cantidades considerables, á manos de gentes, muchas de ellas inocentes y des­validas, y merced á la violencia que en gran número de casos les ha sido hecha. por los revolucionarios ; 5. 0 Que la desconfianza que este hurto produjo n cesaría­mente, con relación al tipo de billetes de cincucuta pesos ($ 50), ha hecho que la circulación de ese tipo se dificulte en gra:n mane­ra, con detrimento del Fisco y de los particulares. DECRETA Art. 1 .0 Decláranse de curso forzoso en todas las Oficinas pú­blicas y particulares, y en toda cJasc de transacciones, los billetes de cincuenta pesos ($ 50) editados en la Litografía del Sr. Otto Schroeder, cualesquiera que sean las circunstancias relativas á la numeración, sello y resello de que hayan podido tratar resoluciO­nes del Gobierno anteriores al presente Decreto. Art. 2.0 Para indemnizar al Tesoro público del perjuicio que le ocasiana el reconocimiento que por el presente Decreto se orde­na, el Gobierno procederá á imponer las contribuciones de guerra necesarias, al tenor de lo permitido en el artículo 121 de la Cons­titución, y de lo preceptuado en los 182 y 231 á 234 del Código Penal, sin perjuicio de la responsabilidad criminal en que han in­currido los autores, cómplices y auxiliadores del referido dehto. Dado en Bogotá, á 18 de Enero de 1 go 1. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Gobierno, GuiLLERMO QUINTERO C.-El Subse­cretario de Relaciones Exteriores, encargado del Despacho, AN­TONIO JosÉ URIBE.-EI Ministro de Instrucción Pública, encargado del Despacho de Hacienda, MIGUEL ABADiA MENDEz.-EJ Ministro de Guerra, JosE DoMINGO ÜsPINA C.-El Ministro del Tesoro, EN· JUQUE R.ltsTREPO GARCÍA. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. , B olet{n M t'lita;;. DECRETO NUMERO 49 DE I9DI (16 DE ENERO) por el cual se confieren varios ascensos El Vicepruidenle de la Rept:blica, encargado del Poder Ejecutivo, DECRETA Artículo único. Asciéndese á Generales en jefe á los Sres, Generales Ramón González Valencia, Carlos Albán, Lucio Velas­co, Toribio Rivera, Manuel José Uribe, Enrique Arboleda, Ma- ' riano Ospina Chaparro, Mariano Tobar, Julián Arango, Nicolás Perdomo, Pedro Nel Ospina y Pompilio Gutiérrez. Dése cuenta de estos ascensos al Honorable Senado en sus pr6ximas sesiones, para los efectos constitucionales. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 16 de Enero de tgor. JOSE MANUEL MARROQUIN. El Ministro de Guerra, Josi DoMINGO ÜSPINA C. DECRETO NUMERO 46 DE I9DI (16 DE ENERO) por el cual se hacen varios nombramientos El ftí'cepresidenle de la ReptíÓHca, encargado del Poder .Ejecutivo, DECRETA Art. 1.0 Por renuncia admitida al Sr. General Jorge Moya Vásquez del puesto de Comandante en J e fe d e l Ejército de Boya­cá, nómbrase en su reemplazo al r . G neral Julián Arango. Art. 2. 0 Hácense además los siguiente s nombramie ntos para el Cuartel general del mismo Ejército: J fe de Estado May ·x ge ... neral, Sr. General Manuel Jiménez López; Primeros Ayudantes generales, Sres. Coroneles Juan de Dios Sánchez y Carlos Julio Piñeros; Segundos Ayudantes generales, Tenientes Corone les Hi­pólito Herrera y Luis M. Ortega; Adjunto, Teniente Roberto Fe­rrer; Habilitado, Teniente Coronel Alejandrino Antolínez, asimi ­lado á su grado para los efectos fiscales. Art. J.0 Nómbranse los siguientes empleados administrativo del Ejército de Boyacá: Capellán, R. P. Enrique Albela, asimilado á primer Jefe de Cuerpo para los efectos fiscales ; Intendente .• Ge­neral Esteban Esca116n, asimilado á su g-rado para los efectos fis­cales; y Comisario Pagador, Coronel Enrique Ortiz, asimilado á General para los efectos fiscales. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 16 de Enero de 1901. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, JosÉ DoMINGO ÜSPINA C. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar DECRETO NUMERO ... DE IlJOI ( 12 DE ENERO). por el cual se hace un nombramiento IO.( El Vi'cepresidmte de la República, encargado del Poder Ejecutivo, DECRETA Artículo único. N6mbrase Comisario Pagador del Ejército en operaciones sobre el Norte del Departamento de Bayacá al T~­niente Coronel Juan de Dios Sánchez, asimilado á Coronel primer jefe de Cuerpo, para los efectos fiscales. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 12 de Enero de Igüi. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, JosÉ DoMINGO ÜSPINA C. DECREJO NUMERO ... DE r9or ( 1 2 DE ENERO) por el cual se hace un nombramiento lli Vicepresidente de la Repllblz'ca, encargado del Poder Ejecutivo, DECRETA Artículo único. N6mbrase Comisario Pagador de las fuerzas -en operaciones sobre las Provincias de Ubaté y Chiquinquirá al Sr. Cor nel Rafael Urdaneta, asimilado á su grado para efectos fis­cales. Comuníe¡uese y publíquese. Dado e n Bogotá, á 12 de Enero de IgüL JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, Jo É DoMINGO ÜSPINA C. DECRETO J\TUMERO ... DE r9oz ( 14 DE ENERO) por el cual se hace un nombramiento El Picepresidenle de la R epúblt'ca, encargado del Poder Ejecutivo, Dli:CRETA Artículo único. N6mbrase Comisario Pagador de las fuerzas á. órdenes del Coronel Justo Guerrero, jefe Militar de la Provincia de Guatavita, al Sr. Moisé ~ DQlgado, asimilado á Coronel para los efectos fiscales. Comuníquese. Dado en Bogotá, á 14 de Enero de 1 go 1. JOSE MANUEL MARROQUIM El Ministro de Guerra, JosÉ DOMINGO OsPINA C. 1 N O 0" r L ~ p lltt 1 1e(to., .. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ' . I02 Bo/et{n Milttar- ~nrt€iual .ESPIR/7 V IJE UN ARTÍCULO , CONSIDERACIONES SOBRE EL ARTICULO 21 DE NUESTRAS •6R.DENKS GENERALES PAllA OFICIALES" "Todo Oficial que tuviere orden absoluta de conservar su puesto á toda costa, lo hará." Breve, frío é imperante, este hermoso artículo de nuestras .Ordenanzas compendia en su laconismo, verdaderamente esparta­' rio, todo el espíritu de nuestra profesión, que es la religión del honor y del deber, de la abnegación y del sacrificio en aras de la Patria. Sin perífrasis ni artificio de ningún género nos prescribe la obligación de morir cuando, á juicio del superior, sea preciso sal­var el honor de las armas ó impedir una derrota, y viene á ser como un resumen de toda disciplina, de toda obediencia y de to­das las virtudes militares, sin las que sería imposible llevar al com­bate ninguna fuerza armada que mereciese dignamente el nom­bre de Ejército. Todos los grandes hechos de la Historia militar; todas las. proezas individuales, y aun todos los preceptos de nuestras admi­rables Ordenanzas, han tenido que inspirarse en la severidad in­flexible de este artículo, para cuyo cumplimiento es preciso sentir la vocación del heroísmo y profesar en nuestra religión, cuyo sím­bolo es la bandera nacional, y cuyo lema es morir por ella cuando recibamos orden., de mantenerla enhiesta á todo trance y á toda costa. Leonidas en el desfiladero de las Termópilas; Guzmán El Bueno en los muros de Tarifa; Palafox en Zaragoza; Al varez de Castro en Gerona, y en nuestros días los defensores de la Torre de Colón y los de Baler, pertenecen á la pléyade laureada de hé­roes que nos alientan señalándonos el camino de la gloria que ellos conquistaron obedeciendo ciega y valerosamente el terminante precepto contenido en este sublime principio de nuestros cánones; artículo, además, eminentemente altruísta, puesto que exige, en. las ocasiones supremas y decisivas, el sacrificio de los menos para.. la salvación de los demás. "Teniente Coronel, dijo en cierta oca­sión Napoleón, resistid con el cuerpo de vuestro mando, allí donde la salvación del Ejército exige que todos perezcáis." · El deber del sacrificio no es peculiar de ningún Ejército, ni de ningún pueblo, ni menos de determinada época. Este deber es tan antiguo como el sentimiento de la Patria y la noción de defender­la; de aquí el que la Historia presente, desde la más remota an­tigüedad, innumerables ejemplos de indomable fiereza y de valor · temerario, que tiempos después dieron lugar á estas severísimas prescripciones, al propio tiempo que progresaba el Arü miltlar y Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletfn Mü·ita'" I03 la organización de los ejércitos; y así, lo que antes se practicaba por la mera intuición del deber, por el innato sentimiento del ho­nor y de la valentía de los ánimos esforzados, ha venido á ser el fundamento de los códigos militares y lo que más carácter y preS­tigio imprime á la por todos títulos noble profesión de las armas en las naciones cultas del mundo que tienen ejércitos bien conS­tituidos. En Esparta, la ley mandaba á Jos ciudadanos que iban á la guerra vmcer ó morir, y las mismas madres exhortaban á sus hijos para que se hicieran matar antes que volver vencidos á sus hoga­res. No hay nada comparable á la sublimidad del sacrificio lleva­do á cabo por los 300 espartanos que, con su Rey Leonidas al frente de tan maravillosa raza de titanes, aceptan estoicamente su muerte en horrible y desigual combate contra los innúmeros ene­migos que iban en pos del fastuoso Jerjes, Rey de Persia. Ni en la Historia antigua ni en la Historia moderna podrá hallarse un hecho semejante al Paso de las Termópz'las, el acto más heroico, la hazaña más memorable y valerosa que ha podido llevar á cabo un caudillo con la fuerza de su mando. Y bien sabemos que en el si­tio que aquellos defensores convi1·tieron en altar de sacrificio, un epitafio dice con sencilla elocuencia: Pasajero, vé á dedr á Esparta (jUC sus hijos han muerto 'por obedecer sus santas leyes. ¡Dichosos los pueblos que llaman santas á sus leyes y tienen el fanatismo de mo­rir por ellas 1 Estos hechos nos demuestran que el espíritu del artículo 21 de nuestras Ordenes generaleJ para Ojidales lo practicaban aquellos re­motos pueblo y lo consignaban en sus leyes como necesario para la salud de la Patria. En la Edad Media se nos presenta un caso histórico, la defen­sa de Tarifa por D. Alonso Pércz de Guzmán, en el que encarna el artículo citado como ejemplo de la defensa de un puesto á toda costa; y en este esforzado caudillo es de admirar su fidelidad al Rey Sancho tv El Bravo, su valor, y la entereza de ánimo que ne­cc itó para salir victorioso de la durísima prueba á que lo sometió el sitiador, el Infante D. Juan, presentándole ante los muros de la plaza al hijo de aquél, maniatado y como precio de la rendición. A esta villanía de refinada crueldad, todos sabemos cómo contestó el defensor de Tarifa: prefiriendo que con su mismo puñal se con­sumase el sacrificio de aquella inocente criatura, antes que entre­gar la plaza de que el Rey le hiciera guardador, dando con esto á entender que sus entrañas de padre eran ~ tan firmes como el indo­mable valor de su ánimo y como la acrisolada lealtad de su pecho. ¡Bien merecido tiene el sobrenombre de El Bueno!; y el recuer­do de tan bravo caudillo e uno de los mejores timbres de la fie­reza incontrastable de nuestra raza. Más cercanos á nuestra época están los nombres de Palafox y Alvarez de Castro, citados anteriormente y que se inmortaliza­ron defendiendo á toda costa las memorables plazas de Zaragoza y Gerona, respectivamente, que nos recuerdan las horribles escenas de Sagunto, Numancia y Calahorra. Y ya en nuestros tiempos, y Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Milt"tt~r para que se vea cómo ni los años ni las costumbres han podido al­terar el verdadero espíritu del artículo que nos ocupa, .nos han presentado las guerras coloniales ejemplos de abnegación y forta­leza de ánimo en el episodio de la Torre óptica de Colón y en la defensa de Baler, que ha sorprendido, con admiración de propios y extraños, por las singulares circunstancias en que se ha realizado . ••• Todos estos acontecimientos, y los innumerables de la misma índole que e5maltan la historia de los pueblos, podemos repetir que tienen por fundamento el espíritu del artículo 21 de nuestras Ordenes generales para Ofidales, que no es otro que el espíritu del honor que debe sentir todo militar, máxime si ejerce algún mando, por muy subalterno que sea. En este artículo, tal vez más que en ningún otro, es donde es­triba la diferencia inmensa que existe entre las fuerzas que cons­tituyen un Ejército y las híbridas acumulaciones de las turbas ar­madas como de las enormes masas persas de Jerjes, los salvajes mexicanos de Motezuma, las bárbaras de Atila y todas las demás de que nos da cuenta la Historia, siendo comparables á cuerpo$ iin alma, sin nervios y sin otra trabazón en sus miembros que la fuerza bruta del despotismo y de la barbarie de sus soberanos y caudillos; fuerzas, en fin, completamente ajenas á toda moral mi­litar, á toda virtud, á todo honor, á toda abnegación y sacrificio para los momentos decisivos de los combates. Así es como se ex­plican las grandes victorias de los pocos, buenos y bien disciplina­dos, contra las muchedumbres reclutadas apresuradamente entre una población de esclavos ó de bárbaros sin ideales ni nociones de los altos principios d e l honor militar. Véase, por Jo expuesto, cuán grande es nuestro deber de con­tinuar la leye nda del honor inspirada en la severidad de las Orde­IUS generales para Oficzales, muy particularmente cuando llega la hora suprema del sacrificio, que en modo alguno se puede eludir, pues si bien según el d e recho natural es permitido defenderse del peligro inminente sin incurrir en pena, la profesión de las armas remonta sus votos y juramentos á otrá.s esferas más sublimes y ejemplares que las prosaicas exigencias de la propia naturaleza. En las modernas formas de combatir influyen, más que nunca~ las condicion es morales del combatiente, y cualquiera que sea la categoría del Jefe de la fuerza, atleta ó pigmeo, puede y d e be cumplir la orden terminante de sacrificarse y de imponer á los de­más esta obligación. Ba ta para todo esto la fortaleza de espíritu, que quien no la tuviere puede adquirirla mediante la educación y el conodmiento de sus deberes, y quien no la sintiere así, no puede pertenecer dignamente á esta profesión, que tantas veces exige el ~acrificio de nv.estras afecciones y de nuestras vidas. Pero de lo sublime á lo ridículo no media más que un paso ; paso muy posible de darlo, pues donde hay disc.iplina se manda y obedeGe fácHmente ; m~ lo, dif{cil es mandar con acierto, y puedo haber incurrido en error al presentarlas; el modo verdadero de verificar lo dicho es analizarlas conforme se indica en su lugar, y entre más defectos les halle el oficial estudioso, más segura prueba tendremos de su labor en el asunto. 57. Empero, al aplicar este procedimiento de instrucción, debe cuidarse de no forjars~ un cierto número de variantes sobre los tipos reglamentarios para repetirlas mucho en busca de una eje­cución correcta. No es de esto de lo que se trata; no es aprender un oficio reducirse al estudio de alguno casos particulares, porque e to equivale á rechazar la reflexión y la inspiración. 1 ampoco se trata de transformar los tipos reglamentarios repitiendo la tarea en vista de lo CJUe habrá de ejecutarse en las insJ:-ecciones, puesto que de antemano no pueden conocerse los problemas que propon­drá 1 Inspector, de donde el que sea preciso estar listo para re­solver todos los casos posibles al presentarse y no sólo algunos de ello 58. En fin, al tratarse de la caballería, es decir, de sus ata­que , es preciso atender á otra circunstancia capital : hablo del cómputo del tiempo. A mi juicio es mejor, n tal caso, que la compañía permanezca en el lugar que ocupa, quieta, una vez to­madas las disposiciones convenientes, á lo menos un cuarto de mi­nuto antes del choque previsto; porque calmar la tropa antes de ese crítico instante es cosa tan necesaria, que creo vale más obte­nerlo que hacer una descarga. Con el mismo fin opino por supri­mir en las voces de mando todas las palabras que no son esencia­les, sobre todo en las preven ti vas. Por ejemplo, para el tiro con­tentarse con mandar carguen, y para ordenar el fuego prescindir de indicar el blanco y la distancia, pues es evidente que basta di­rigir sobre los. pies de los caballos la línea de mira natural. Quien lo dude, que con reloj en mano observe cuánto tiempo se emplea en tales mandatos, y en las cargas de la caballería el éxito suele depender de ganar algunos segundos conforme queda dicho. Observación. Si la caballería se detiene á regular distancia, 2,000 pasos digamos, del flanco 6 frente de la compañía, no preo­cuparse por ello; destacar una patrulla de observación y continuar TOMO 1-8 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • Bolet{n Milz'tar cumpliendo las órdenes recibidas, de manera que contra ella no se tomará disposición especial sino cuando amenace cargarnos. Como regla general ; no preocuparse con una caballería sólo porque aparece en el horizonte, sin ademán de atacarnos, y no incurrir en el frecuente error de detenerse para resistirla porque la vemosJI. aun cuando no trate de atacarnos- ConHntl!. ------- ~~·-------- EL MANDO Y LA INICIATIVA • Teniendo por costumbre dar á la publicidad mis ideas é im­presiones sobre asuntos militares, y creyendo qüe con ellas, si no aprenden, recordarán mis subordinados cuanto es preciso no olvi­dar para mantener constantemente el entusiasmo por el arma, de ahí que de vez en cuando con vierta la orden del Cuerpo en confe­rencia y dedique á los Jefes y Oficiales el fruto de mis observacio­nes en aquellos asuntos que más contribuyen á sostener y levantar el espíritu militar, creando el verdadero compañerismo, difundien­do á la vez ideas y conceptos sobre los servicios que está llamada á prestar la Caballería y la forma y modo de ejercer el mando, para que, á la vez que enérgico y absoluto en los casos precisos, sea en todo tiempo agradable y eficaz, pues como decía hace años un ilustrado General del Arma, para ser enérgico no hace falta, en quien tiene en su mano la autoridad para imponer el cas­tigo, ser rudo y violento, porque nada sienta mejor ni n::tda hay que más e.naltezca la superioridad ?e la persona como el conoci ... miento qu e han de tene r sus subordmados el e que la le y y la razón han d e se r siempre los móvil e d e s u conducta. Y para e 5to hay que se r d esapasionados, no d e jarse ll evar d e las prime ras impre­sion e s ni juzgar de lige ro y pre cipi tadam e nte los h e chos, ino ma­durar las d e te rminaciones, procurando d e finir y separar la faltas voluntarias de las qu e se comete n incon s ci ente m e nte, así co mo á los que por instinto ó maldad e j e r cen e l daño, de los que lo hac en por ignorancia; que si á toda falta ha de s eguir sie mpre el castigo en la milicia, éste ha de ser proporcionado al daño que se trata d e corregir, siendo de efecto más útil, por ejemplo, en la marcha or­dinaria de los servicios, saber esperar el momento favorable para llamar la atención del subordinado, que hacerlo en todas oca" siones y por rutina, pues entonces, además de no convencer y co .. rregir, se le perturba en el ejercicio de sus funciones, aturdiéndole y fatigando su espíritu inútilmente. Tampoco los gritos y ademanes descompuestos son las formas más á propósito para conseguir estos fines, pues he aprendido en la práctica que los que más se hacen respetar y querer de sus subor­dinados son aquellos que, usando buenas formas, llevan al ánimo del soldado ú oficial el convencimiento y la razón del castigo ó re­prensión á que se haya hecho acreedor, sin que esto esté reñido con las dotes necesarias para el mando, que más que esos desplan ... • De unas Conferencias que su autoriedica á los Jefes y Oficiales del R zitniento Cazadores de Galicia, 25 de Caballería. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Mtlitar I!;S tes, los da la seriedad en el servicio, la formalidad en todos los actos, el respeto á los superiores y la consideración y buen trato á los inferiores, pues el ejemplo en el que manda es la mejor ense­ñanza para el inferior, que, por punto general, copia é imita en todo á quien tiene que obedecer. Tampoco acusa mayor interés y celo por el servicio aquel que aguarda que esté el s~erior delante para reprender; lo cual e~ también contrario á la disciplina y revela que no ha cumplido an­tes con su deber, ni el que más se descompone é irrita, sino el que con calma y persuasión, demostrando su competencia en todos los asuntos militares y absoluto dominio sobre sí mismo y sobre sus subordinados, les hace más fácil y agradable su paso por el Ejér­cito, sacando todo el partido posible de las diversas aptitudes de cuantos tiene á sus órdenes; que el mando no sólo se ha de ejer­cer por la autoridad que da el empleo, sino también, y en parte muy principal, por su reconocida superioridad, excelente educa­ción y distinguido trato; cosas, repito, y dispensadme si en esto insisto mucho, que no están reñidas con la energía en el mando, la absoluta obediencia en cuantos tienen que obedecer, y una bue­na subordinación y disciplina ; bases, como todos sabéis, de un buen ejército, y cualidades que, en el poco tiempo que tengo la honra de mandaros, me complazco en reconocer en todos vos­otros, y que confiadamente espero seguiré reconociendo mientrai el destino nos tenga reunidos. Os dije á mi presentación que yo gustaba de conocer las ini­ciativas de todos, para lo cual dejaría á cada uno dentro de su es­fera moverse con holgura, para que llevase á la práctica sus en­señanzas; en lo que no creía obrar mal, pues en último término siempre estaba mi autoridad para contenerlas ó corregirlas al]{ donde esas iniciativas pudiesen ser perjudiciales para la marcha armónica del regimiento; é insisto hoy sobre este punto, porque nada, á mi juicio, dignifica tanto al hombre, y por consiguiente al empleo que ejerce, como la responsabilidad de sus actos, y nada le enseña mejor á pensar y resolver como esa iniciativa, que le hará incurrir en elogio ó en censura, según el criterio que des­arrolle, pero que siempre le enseñará á mandar y resolver por sí los problemas de la vida, sin esperar y consultar á cada momento la opinión del superior; que si este sistema es cómodo y descan­sado por la irresponsabilidad que en sí lleva y lo poco que tiene que discurrir el inferior, en cambio embota los sentidos, y cuando el caso llega, todo son dificultades y dudas, cuando precisamente en nosotros los que pertenecemos á esta Arma, toda acción, todo movimiento, pensar y obrar, deben ser cosas simultáneas. El acostumbrarse á que el jefe intervenga en todo y lo dispon­ga, repito que será muy cómodo para algunos ; pero creo yo que el oficial que tenga amor propio, el oficial que en algo se estime, se debe sentir mortificado, pues el no dejarle iniciativas dentro de su empleo, es reconocer su incapacidad 6 convertirle en un resorte mecánico, sin acción ni espíritu propio, sin más virtud ni más méri­to que el de una sumisión inerte. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. IIÓ B olet{n Milita,. Por eso hoy de nuevo os invito á que desarrolléis vuestras ideas; á que demostréis en toda ocasión y con cualquier pretexto vuestro deseo de mejorar la marcha del regimiento en instrucción, disciplina y conocimientos que redunden en beneficio del Arma, pues esa c;onfianza para llevar á la práctica esas iniciativas que en vosotros d.eposito, confío ha de ser muy eficaz para que con ma­yor interés me secundéis en el mando, qub si es difícil para uno, se convierte en fácil y hacedero desde el momento en que todos por igual contribuyamos á su mejor marcha y desarrollo, sin que por ello deje de ser yo siempre el único responsable de la marcha tO­tal del regimiento. Y nadie mejor juez que vosotros para apreciar hasta qué punto estimula los sentimientos del honor y empeña la voluntad esa confianza que se hace á vuestra discreción y celo, de la que, á de­cir verdad, espero gran éxito, sin que por ello se mermen en un ápice ni mi autoridad, ni mi gestión en el mando, ni mis faculta­des, sino que, por el contrario, creo se ensancha y agranda mi ac­ción, puesto que tengo que moverme en esfera más amplia, toda vez que, teniendo que recorrer las mismas líneas que vosotros, he de desarrollar mis iniciativas y enseñanzas allí donde han de te­ner límites la vuéstras. Y para cimentar este derecho á exigir responsabilidades, doy holgura á todas las clases en el ejercicio ó desempeño de sus obligaciones, dejándoles así la responsabilidad de sus actos, y con ella la satisfacción ó la vergüenza de su conducta. En la inte­ligencia que hasta los errores y las torpezas en la vida ordinaria, hijos la mayoría de las veces de la inexperiencia, no pudiendo ser disculpados con la presión del J fe, su corrección ocasiona prove­chosa enseñanza, sirviendo de experiencia á los interesados y de lección á los demás, sin para ello ofender su dignidad, rebajar su actitud ni mermar arbitrariamente sus prestigios. Es cierto, y así tiene que suceder para que el mando sea una verdad, que el jefe principal asume en sí toda la responsabilidad, y para ello debe conocerlo é inspeccionarlo todo, para sancionarlo ó corregirlo cuando no esté con arreglo á sus instrucciones, pues no ha de servirle de disculpa ante sus superiores el descuido ó la omisión del inferior; pero para esto no debe descender constante­mente hasta los últimos detalles, y hacer necesaria su presencia en todos los actos, pues esa constante inclusión en el servicio de todos, acabaría por rebajar el nivel de su autoridad y anular á todas las clases, que precisamente están para auxiliarle y hasta para relevarle en muchos casos de la gestión directa y personal. El ilustre General Letona, de feliz recordación para el Arma, recuerdo que decía: " El cabo, el sargento y el Oficial tienen en sus revistas funciones de actores, porque están obligados á enmen­dar materialmente las faltas en que incurran la inexperiencia Ó el abandono de sus subordinados; pero el Jefe superior, cuyo deber es esencialmente el de hacer que los demás cumplan el suyo, pier­de por lo común en la influencia de su prestigio á medida que acentúa su predilección por los detalles, y hace monótona y can­sada la presi6n de su autoridad." Y esto es tan certísimo, que yo Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. B olet{n Mt.lita1• IT7 recuerdo, como él, el desagrado que he sentido y la violencia que me he hecho siempre que he estado á las órdenes de algún Jefe caracterizado por su infatigable detallismo, y como yo no soy de los que olvidan, de ahí que me afane por llevar á la práctica lo que la experiencia me tiene enseñado y lo que aconsejan los bue­nos maestros. Por último, yo soy de los que profesan la creencia de que aun en el trato militar muy bien puede hermanarse el compañerismo con el respeto y la confianza familiar con los deberes del servicio, consiguiendo con ello mayores frutos que con el aislamiento abso­luto, que nos priva de conocer al inferior hasta en sus públicas ma­nifestaciones, porque creo que nadie pone más empeño en salir airoso de su cometido, puesto que tanto le obliga, que aquel que á la responsabilidad de su cargo une la confianza y el aprecio de su Jefe, lo que viene á ser un aguij6n más para que, velando por el prestigio y buen nombre del compañero, quede siempre el Jefe en el lugar que le corresponde, y porque después de todo, ese prestigio y ese buen nombre recaerá sobre toda la corporación, y siempre es grato oír elogios del regimiento en que servimos y del Arma á que pertenecemos, y porque, en último caso, en su mano está eJ desprenderse del que, careciendo de mérito y de educaci6n mili­tar, pt·etend::t abusar de esa confianza. * * • Y no quiero terminar esta mi primera conferencia sin dedicar cuatro palabras á un asunto de actualidad, porque tengo el deber de dirigiro y aconsejaros, y aspiro á que además de vuestro Jefe me tengáis por vuestro consu1t01-, correspondiendo así á la confian­za que n vosotros depo ito comunicándoos mis impresiones, y por­que para mí sería un golpe rudo el que mis subordinados hiciesen acto alguno sin previa consulta, por muy independiente que lo cre­yesen del servicio, pues cuando menos acusaría no haber entre nosotros solidaridad de ideas, 6 que yo no había sabido inspiraros ese re pet y ese cariño de que he hablado en esta conferencia. Es el caso que estamos atravesando una época en que, con raz6n 6 sin ella-sin ella de seguro,-el pueblo nos mira con prevenci6n, y por eso mismo es preciso que la uni6n sea mayor y que extre­memos la nota en el cumplimiento de nuestro deber, velando por el prestigio del uniforme, por el decoro de la clase y por la digni­dad de nuestras personas. Precisamente hoy que se ha puesto de moda el rebajar nues­tros servicios y mérito, que se quiere 6 pretende reducirnos hasta lo imposible, hace falta que, demostrando gran amor al oficio, como nos aco:1seja la Ordenanza, 1levemos á todos los ánimos el con­vencimiento de que s6lo las naciones que poseen un Ejército fuerte y bien disciplinado podrán hacerse respetar. Y como esa fuerza y esa disciplina residen en nosotros, los Jefes y Oficiales, todos están en el deber de poner siempre de relieve su entusiasmo por la carre­ra, sus cualidades nobles y caballerosas, su porte digno y decente, su excelente trato social y su comedimiento al hablar de nues­tros asurt+os, pues esas son las garantías que hemos de presentar á Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. II8 Boletfn Milüa,- todos nuestros detractores para demostrarles que el Ejército ha de responder siempre á lo que la Patria tiene derecho á exigirle, ha­ciéndoles comprender también que aún hay hierro bastante en sus venas para soportar con vigor las desflichas, y que tiene en su or­ganismo ardimiento y virilidad suficientes para acometer todas las empresas. . Por esto os aconsejo que animéis al que entre vosotros sea mdolente, que convenzáis al incrédulo, que corrijáis al extraviado, si hubiere alguno, y que todos nos aunemos para hacer brillar el uniforme y para que todos vean que debajo de una guerrera late siempre el corazón de un soldado digno y caballeroso y con en­tusiasmo para defender el j~ramento prestado á los Estandartes y velar por el prestigio del Arma, y reverdecer, si el caso se pre­senta, los laureles de los gloriosos hechos de armas llevados á cabo en otros tiempos por nuestros dignos ascendientes y valerosos guerreros. RICARDO CARUNCHO, Coronel del 25 de Caballería. (De la Revista Tlmica dt /nja1tftrla y Cabal/tria de Madrid, España). ------- ~------- TACTICA DE COMBATE DE LA CABALLERIA Fuera del campo de batalla y delante de las columnas com­puestas de las otras armas, la caballería está. llamada á asegurar un servicio de exploración y un servicio de seguridad, en primera línea, y un servicio de protección inmediata á las columnas. En principio. se confía la exploración á las divisiones de ca­ballería in 1ependi e nte que pueden operar aisladamente ó ser agrupadas en cuerpo de caballería. La seguridad de primera línea es asegurada por las brigadas de caballería de los cuerpos de ejército que están-6 s e encuentran á disposición de Jos comandantes de cuerpos de ejército 6 reuni­das por grupos de tres ó cuatro-bajo las órdenes de un General de División que no depende entonces sino del General de ejército. , SERVICIO DE EXPLORACION La exploración tiene por objeto explorar el país, tomar el contacto con el enemigo y conservarlo constantemente, combatir y rechazar á la caballería adversaria, para aproximarse á las masas enemigas ; apreciar sus fuerzas y conocer sus emplazamientos y sus movimientos, á fin de proporcionar al Comandante en Jefe las informaciones generales de que tiene necesidad para dirigir las operaciones. Reconoceré informar, tal es, pues, la misión d e la e xplora­ción, que constituye un servicio muy distinto, independi e nte de las tropas en marcha, y que sólo directamente contribuye á su pro­tección. El Comandante de la caballería de exploración recibe del Comandante en Jefe instrucciones precisas sobre la misión que tie­ne que cumplir ; pero aunque ciñéndose á dichas instrucciones, conserva su libertad de acción y adopta los procedimientos que juzga mejores. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. .Boletín !Yfilitar SERVICIO DE DESCUBIERTA El cuidado de buscar al enemigo es confiado á elementos que constituyen el servicio de descubierta. Consiste este servicio, no en batir el campo en toda la extensión del frente de marcha, sino en dar golpes de sonda sobre puntos y direcciones determinados. Las fuerzas que se emplean con tal objeto deben reducirse á lo estric­tamente necesario, á fin de que el jefe de la exploración, que con­serva bajo su mano la más fuerte masa de combate posible, pue­da conducirla rápidamente sobre el punto en que llegue á ser oportuna su intervención. Se asegura la descubierta : 1. 0 Por patrullas de oficial que, lanzadas en la dirección en que se presume se encuentra el enemigo, no comprenden, además del oficial, sino á algunos jinetes escogidos, á fin de que pasen más inadvertidos, según el principio de que no se necesita ser muchos para ver bien ; y 2. 0 Por destacamentos cuyo jefes son elegidos con el may01· cuidado, y cuyo número, composición y fuerza, dependen del obje­lz'vo, del terreno y de las circunstancias. o teniendo estas patrullas y estos destacamentos por objeto combatir, sino proporcionar informes, jamás deben sus jefes sacri­ficar el objeto de su misión al deseo de distinguirse. Los destaca­mento de cierta fuerza sólo pueden combatir, pero la movilidad es para ellos, como para las patrullas, la condición principal del éxito. Informado por la descubierta, el comandante de la explora­ción marcha resueltamente sobre la caballería enemiga, la com­bat , y si queda victorioso, se lanza rápidamente hacia el grueso del enemigo, á fin de no darle tiempo de tomar medidas que se opongan á su aproximación. De preferencia opera sobre los flan­cos y espaldas del enemigo, que sin duda se encontrarán menos guardados y en donde puede causar un daño serio al adversario, mostrándose de improviso y fatigándolo sin cesar. Si es batido, maniobra para atraer á la caballería enemiga en una dirección opuesta á la que quería tomar, y lanza en esta última dirección pequ ñas patrullas, que quizá llegarán hasta el grueso del enemigo, pudiendo reconocerlo. Se emplean todos los medios de comunicación para asegurar la transmi ión de informes entre el servicio de descubierta y el 'Comandante de exploración, y también entre éste y el Comandante en Jefe, como estafetas á caballo, en carruaje ó en velocípedo, telegrafía eléctrica ú óptica, puestos de correspondencia, palomas mensajeras, etc. SERVICIO DE SEGURIDAD Seguridad en primera línea-En el servicio de seguridad en pri­mera línea la caballería, que precede más ó menos una jornada de marcha á la tropa que cubre, es responsable de su seguridad y desempeña frente á ella el papel de una extrema vanguardia. Marcha concentrada en lo posible, en la dirección principal indicada por el comando: vigila, por medio de patrullas de oficial y Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. I20 Bofe titt M ·ilitar de destacamentos, todas las vías de acceso utilizables por el enemi­go; proporciona al jefe superior todos los informes necesarios para las marchas, acantonamientos y operaciones del día siguiente; hace reparar y mejorar, en caso necesario, los caminos que deben seguir las columnas; hace preparar víveres cuando los recursos del IJaÍs lo permiten, etc. Como la exploración, la seguridad en primera línea debe,. pues, reconocer é informar; por otra parte, ella tiene también la obligación de proteger contra toda sorpresa á la tropa que cubre y de mantenerse en unión y en constantes relaciones con ella. Para aumentar la fuerza de resistencia de la caballería de se­guridad y recogerla en caso de necesidad, se podrá proveerla de sostenes de infantería y de baterías de artillería ; los cuerpos fran­cos, ó acaso en el porvenir, tropas de velocipedistas organizadas como en Inglaterra, podrán ser ventajosamente empleados en este servicio. Necesario es, sin embargo, guardarse, bajo pretexto de sos­tener á la caballería, de entorpecer y, por consiguiente, entra­bar su acción. Los sostenes deberán ser colocados bajo las órde­nes del comandante de la caballería, quien les indicará los puntos que deben ocupar y sobre los cuales, en ca o de un fraca o, podrá replegarse. En la proximidad del enemigo, la seguridad en primera línea debe continuar, completar y confirmar los informes proporciona­dos por la exploración. Sus patrullas tratan de precisar la exten i6n del frente del adver ario, us formaciones de marcha y los acantonamien·os ocupados; reconocen el terreno para hacer cono­cer los ob táculos, las facilidades de acceso, los abrigos, te. Cuando, por la proximidad d 1 nemigo, la caballería de ~e­guridad se ve obligada á detenerse, se mantiene en observación,_ continúa reconociendo y ocupa los puntos principales del t rreno, hasta que sea relevada por la caballerla divisionaria. Entonces se dirige á tomar, despejando los caminos, la colocación que le ha sido asignada por el comando. Prolecdón immdz'ala de colum1las-La mi ión del escuadrón agre­gado á cada división de infantería no consiste en operar reconoci­mientos, y menos aún en detener por medio del combate al enemi­go; consiste en afianzar la seguridad inmediata de la Di visión en todas las circunstancias de la guerra. Esta misión sobrepuja á todas las otras : los demás servicios (exploración, seguridad en primera línea) no están asegurados, en el límite de lo posible, sino en cuanto lo permite el efectivo de la caba11ería. La tarea del escuadrón divisionario será cumplida desde el momento en que haya señalado el enemigo á bastante distancia y con el suficiente tiempo para permitir á la División que se prepare á la lucha; es, pues, á una di tancia de 2,000 á 3,000 metros del camino seguido, á la cual debe operar el escuadrón. En marcha, la Di visión puede estar en un ala, encuadrada ó. excepcionalmente aislada. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Bolettn Mz'litar I2I División de ala-Las cuatro cuartas del escuadrón divisionario se reparten como sigue : La primera cuarta forma la punta de van~uardia y marcha á 3 kilómetros más ó menos de la cabeza de la vanguardia de infan­tería. Destaca sobre cada flanco una patrulla de 4 á 6 hombres, que marcha á su altura y á 2 ó 3 kilómetros del camino seguido. La segunda cuarta se fracciona de manera de suministrar una clase y algunos jinetes á cada guardia de flanco de infantería y á la retaguardia. Suponiendo, por ejemplo, que cuatro guardias de flanco de infantería cubran el ala amenazada, se pondrá una cla­se y cuatro jinetes en cada guardia de flanco, y una clase é igual número de jinetes quedarán para la retaguardia. Los jinetes de las guardias de flanco marchan entre la van­guardia y el grueso de la columna. Se destacan de la columna hasta el punto mismo que ocupen las guardias de flanco de infantería, á las cuales han sido agregados, las preceden sobre las posiciones que deben ocupar, las que exploran desde lejos; se repliegan al mismo tiempo que ellas, y cuando se reúnen á la columna, marchan con los jinetes de retaguardia. Estos últimos marchan más ó menos á 1 kilómetro de los últimos elementos de infantería y forman la punta de la retaguardia. La tercera y la última cuarta, bajo las órdenes del capitán comandante, marchan entre la vanguardia de infantería y la pri­mera cuarta, á la cual en caso necesario sirven de sostén. El ser­vicio de la caballería divisionaria es penoso y produciría segura­mente un rápido desgaste de los caballos si éstos fueran empleados de una manera activa y continua. Existe, pues, un interés mayor en dejar de cansar lo más que se pueda dos de las cuartas del escuadrón, destinadas á relevar al siguiente día á la primera y á la segunda. En el mismo orden de ideas, la caballería divisionaria no está obligada á marchar al mismo paso que la infantería, sino que con­serva su propio a1re de marcha. A fin de que las distancias no se aumenten desmesuradamente, bastará que la caballería prolongue convenientemente los altos horarios. Dzvúz!m encuadrada-Las mismas disposiciones para la cuarta de vanguardia. No habiendo necesidad de vigilar los flancos, mar­chan las otras tres cuartas con el capitán comandante detrá · de la cuarta de cabeza. Las comunicaciones entre las columnas se aseguran por me­dio de oficiales de estado mayor, á Jos cuales se facilitan algunos jinetes de escolta. Dzvisz!m az'slada-Las medidas adoptadas para vigilar el flan­co exterior, en el caso de una división de ala, se aplican á cada uno de los flancos; pero el número de los jinetes agregados á cada guardia de flanco de infantería, se reduce al mínimum estricto, de manera de dejar, si fuere posible, dos cuartas con el capitán co­mandante. Cuando la vecindad del enemigo obliga á la seguridad en pri­mera línea á desguarnecer el frente, la caball ría divisionaria ocupa ese pue~lo y continúa su papel, que si t.:·mpt·e es el de re- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. I22 Boletín ¡}ftlúar conocer al enemigo. Vigila los flancos y no cesa de cubrir las co­lumnas. Patrullas poco numerosas, pero inteligentemente conduci­das, se deslizan para determinar los puntos de apoyo del enemigo y sus disposiciones preparatorias de combate. Cuando la caballería divisionaria se ve obligada á su vez á replegarse, deja algunos jinetes á disposición de las unidades de infantería para que le sirvan de exploradores en la zona de ma­niobra, y va á tomar colocación en un ala ó en los intervalos de la línea de batalla. Caballería dlvúz'onaria en. los cuerpos de e:féráto y en los ejérczios­La división de infantería no tendrá que marchar aisladamente sino en casos excepcionales. Fuera de estos casos, forma parte de un cuerpo de ejército, y las dos ó tres divisiones de este cuerpo esta­rán ya unidas ó ya colocadas las unas detrás de las otras. El cuer­po de ejército mismo formará parte de un ejército y estará ó en­cuadrado ó colocado en un ala. En estas diversas circunstancias, el escuadrón divisionario se deja á disposición del comandante d,, la divi ión de infantería para explorar adelante ó sobre los flancos, salvo en caso que el cuerpo de ejército esté encuadrado ó en que sus divisiones marchen las unas tras las otras; la caballería divisionaria no tendrá en­tonces misión alguna qué cumplir en el interior de la columna, y junta marcha á la cabeza de la columna bajo las órdenes del ge­neral comandante del cuerpo de ejército. Los escuadrones reúnense á sus respectivas di visiones tan lue­go como lo permiten las circunstancias. 1 COMBATE DE LA CABALLERIA Combate co1tlra tropa de la múma arma-Precedida por explora­dores del terreno y cubierta por todos lado por patrullas de com­bate, la caballería combate tropas de la mi ma arma en escalones más 6 menos numeroso , según el objeto que se quiere alcanzar y las condiciones del terreno. En principio, se forma en tres líneas. La primera, que es la línea de ataque, está destinada á dar los primeros golpes. Su jefe goza de compl ta libertad de acción, procura estudiar el punto en que debe atacar, y maniobra para alcanzarlo. La segunda línea representa más particularmente la línea de maniobra. Su jefe, aunque posee la mayor iniciativa, procu­ra, sin embargo, secundar con todo su poder la acción de la primera línea, prolongándola con el número de escuadrones ne­cesarios, si nota que ha sido desbordada por el enemigo, 6, en el caso contrario, atacando de flanco la primera línea enemiga, 6 di­rigiéndose al encuentro de la segunda línea del adversario, etc. La tercera línea forma la reserva y queda en las manos del comandante de la ca baile ría. Las distancias entre las líneas varían notablemente según las circunstancias, el terreno y el número de escalones; pero cual­quiera que sea el número de éstos, es necesario mantener los que deban concurrir á la acción de la primera línea á una distancia tal, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletfn ivfzlz"ta.r I2.J que puedan hacerlo en tiempo oportuno, sin embargo, sin arries­garse á er arrastrado prematuramente á la acción de esta línea. Los que. por el contrario, forman la reserva, deben estar bastante alejados para no sufrir el contragolpe de un fracaso de los pri­meros escalones. Las baterías agregadas á la caballería deben, tan luégo como la situación comience á diseñarse, trasladarse á toda brigada al emplazamiento escogido y abrir inmediatamente el fuego, á fin de poder aprovechar, para disponerse, el corto espacio de tiempo que precede al encuentro de ambas caballerías. Los principios esenciales que deben guiar á un jefe de caba­llería en un combate contra tropas de la misma arma, pueden resumirse así : Atacar el primero, y si se ha dejado al enemigo la iniciativa, adelantarlo siempre en la carga. Tratar de atacar por sorpresa utilizando los abrigos y quie­bras del terreno. Esforzarse en tomar al enemigo por el flanco 6 aun por de­trás: una tropa relativamente débil puede con toda confianza eje­cutar e te género de ataque contra un enemigo muy superior en número. De. pl ·garse lo más tardíamente posible, á fin de conservar hasta lo último toda libertad de maniobra. Rodear los obstáculos, más bien que abordarlos de frente: la caballería es esencialmente un arma de movimiento. Proteger sus propios flancos y procurar una reserva, por dé­bil que sea, para el fin del ccmbate, sin perder de vista, sin em­bargo, este principio de Napoleón: El que conserva tropas frescas para emplearlas el día siguiente de la batalla, es siempre batido. Combate contra la artzllería-En un combate contra la artillería tratará la caballería de obrar por sorpresa; los ataques se logra­rán, sobre todo si on ejecutados sobre una artillería en movimien­to 6 sobre una artillería parte de cuyas piezas tan solo se encuen­tran en posición. Ellos serán dirigidos, en lo posible, de frente, de flanco y por detrás. El ataque de frente lo hará una línea de forrajcadores, para ofrecer menos blanco á los tiradores; los de flanco y por detrás, en orden compacto. Combate contra la i1ifanlería-El reglamento establece como un principio general que "visto el alcance de las armas actuales y más aún la rapidez de su carga," un jefe de caballería, á menos que haya llegado la hora del sacrificio, no tomará sobre sí la res­ponsabilidad de atacar á una infantería que no haya sido sorpren­dida 6 no se encuentre quebrantada por el fuego del enemigo. Pero este jefe encontrará á menudo la ocasión de caer de improviso sobre una infantería mal guardada 6 quebrantada por el fuego y que ha llegado á ese punto de fluctuación y de desorden en que basta la irrupción de una tropa de caballería para cambiar el desorden en derrota. El éxito depende entonces de la rapidez y oportunidad del ata­que. Este debe ser efectuado con el vigor más extremo, sin perder Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletin Mt'lt'ta~ un instante, y lo más á menudo en el orden mismo en que se está formado en el momento en que se pres~nta la ocasi6n de cargar~ siendo necesario siempre cargar á fondo. Papel de la caballería sobre el campo de batalla-Sobre el campo de batalla tendrá la caballería numerosas ocasiones de intervenir~ sobre todo si sus jefes no pierden de vista este principio reglamen­tario: "De todas las faltas que puede cometer un jefe de caballe­ría, una sola es infamante, la inacci6n." Puede ser llamada particularmente, aparte de su misión de policía y de vigilancia del campo de batalla, á trasladarse so­bre los flancos Ó sobre las espaldas del enemigo para producir, so­bre todo con la artillería, una acci6n más eficaz ; á preceder y á apoyar toda maniobra que tenga por objeto desbordar un ala ene­miga ; á oponerse á una maniobra análoga del adversario, 6 por lo menos á señalarla y á retardarla en los límites de sus medios. A combatir resueltamente toda ofensiva de la caballería ad­Yersaria. A atacar masas de artillería. A llenar provisionalmente Jos vacíos que lleguen á producirse en la línea de batalla. A formar en línea y atraer sobre sí los esfuerzos del enemi­go para librar tropas comprometidas, etc. etc. Después del combate, la caballería empieza la persecuci6n, se lanza de preferencia sobre los flancos del enemigo y sobre su línea de retirada, y ' mplea todos lo medios, hasta el completo agotamiento de sus caballos, para hacer cambiar la retirada de aquél en derrota. En caso de fracaso, la caballería interviene para dar á las otras tropas tiempo para escapar y tomar sus di posiciones para ]a retirada ; i es necesario, e sacrifica para det ner 6 á lo menos retardar la persecuci6n d e l enemigo. ( Del Bolctln Mllttar de 'hi le) PALONEGRO IV-OPERACIONES PRELIMINARES. RL PA O DE LA CORDILLERA En los último día de Abril lo. ejércitos contendores, estable­cidos en el valle del Pamplonita, se hallaban frente á frente en po­siciones elegidas con cuidado y distantes una de otra á lo sumo dos leguas. Los rebeldes, en número muy superior al de los legitimistas, tenían sus batallones dtsde los Altos de Bochalema á los de Con­cordia, pasando por Chinácota, 6 sea del valle del Zulia al del Tá­chira, al través de el del Pamplonita, en una extensi6n de cosa de cuatro leguas. Detrás quedaban Cúcuta y el Ferrocarril, por donde recibían del Extranjero, por puerto venezolano, los recursos que necesitaba su ejército. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletfn M'ililar I25 Los legitimistas, al mando de Pinzón, en número de 8,000, tenían su cuartel general en Pamplona, y frente á los rebeldes ocu­paban línea no menos extensa, de los Callejones á Mundonuevo por Chopo é Iscalá. Detrás tenían la vía de Bogotá por Boyacá, el flanco derecho tocaba la frontera para impedir al enemigo pene­trara por ese lado al interior, y el izquierdo cubría la ruta de Bucaramanga. Los rebeldes, para avanzar, ó arrollaban á los • nuéstros, cosa á que no se atrevieron, 6 tenían que ejecutar un mo­vimiento de flanco, buscando la provincia de Soto para apoderarse de la vía de Bogotá por Santander. Este último supuesto deman­daba para su ejecución un largo rodeo y que Pinzón lo ignorara, porque de lo contrario, los legitimistas podían llegar antes á Buca­ramanga á cerrar á tiempo el paso del interior á los invasores. La tercera solución del problema, la que hubiera dado el triun­fo á la revolución, la marcha sobre la Costa por Ocaña, que Pin­zón no podía impedir ni aun retardar, no fue pensada siquiera por el ejército de Vargas Santos, pues en caso contrario hoy la bande­ra rebelde seguramente flamearía en el Capitolio, en tanto que en Palone¡;ro cayó vencida para siempn~ en nuestra querida Co­lombia. Después de su derrota, Uribe Uribe escribió que si conforme él lo propuso, los rebeldes se hubieran movido por Cucutilla al Pescadero por el páramo de Alta, habrían triunfado; quizás recor­daba que, cuando después del triunfo casual de Peralonso marchó á Bucaramanga por ese sitio de Pescadero, allí tuvo en las manos las llaves de Bogotá, y las despreció por ir á aquella ciudad á pronun­ciar discursos. La fortuna nunca ofrece dos veces sus favores, y el mov•miento mencionado, nada menos que una marcha de flanco al alcance del enemigo, sobre no ser ino un absurdo táctico, habría sido aprovechado á tiempo por Pinzón, quien mantenía seguro es­pionaje en lo páramos. Más racional habría sido el movimiento rebelde sobre el Va­lle de Las Angustias, nvolvi ndo la derecha legitimista. Verdad que ese movimiento no podía hacerse por territorio colombiano, pero Uribe Uribe escribió sobre el particular : " el Gobierno del Táchira ofrecía ciertas facilidades para pasar por Venezuela á es­paldas del enemigo." ¿Por qué no se ejecutó la operación? Igno­rabimu. s. También censura Uribe Uribe á los suyos que perdieran 80 días (no fueron sino 40), puesto que el parque lo recibieron el 2 de Marzo, prueba evidente-Peralo1lso se libró el 17 de Diciembre­de que aquél no se importó entonces, sino de que ó estaba listo ó lo dio el venezolano Castro; y también les critica que en vez de reservarse Vargas Santos un cañón de dinamita traído del Extran­jero, lo hubiera enviado con la expedición que ocupó á Riohacha. Sea de ello lo que fuere, el jefe rebelde resolvió invadir á Soto, cruzando la magistral de cumbres por el páramo de Bague­che. El 23 de Abril la columna revolucionaria de la izquierda re­trocedía de Planadas á Cúcuta (? 1) en busca del camino de Sala­zar y Arboledas, seguida luégo por el centro y la derecha, no que­dando en el campo sino la retaguardia para engañar á los legiti­mistas. Los rebeldes sufrieron bastante demora en el paso del Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. I2Ó B olet{n Mt"lita, Zulia, crecido, y las primeras tropas entraron el 26 á Arboledas, después de tirotearse con partidas de observación legitimistas en Salazar y La Cabuya. El mencionado pueblo, por ser conservador, fue saqueado bárbaramente, como en Febrero a:1terior lo había sido Gramalotes ó Galindo, El 27 la vanguardia rebelde se apoderó del boquerón del Es- • corial, mal defendido por una guerrilla que huyó cobarde cuando pudo y debió sostener el puesto. El paso de la cordillera quedó asegurado á Vargas Santos. Los revolucionarios continuaron el movimiento emprendido con suma lentitud é indecisión, de suerte que, resuelto por fin el avance sobre Santurbán, hasta el 30 no ocu­paron á La Trinidad, y aun cuando el 1 •0 de Mayo entró su vanguar­dia á Vetas, sólo el 3 avanzaron una partida á Santurbán, que ha­bía estado desguarnecido la víspera: allí se libró un combate en que la soberbia revolucionaria fue humillada, digno preludio de lo que había de suceder pocos días después en Palonegro. Después de ese rechazo y de fracasar sus demás tentativas de ocupar los páramos, los rebeldes retrocedieron á Rionegro: Uribe Uribe quería que se ocupara "la línea de Santa Rita-San Igna­cio- La Paja, para atrincherarse en ella, ó bien la del Alto Gui­llén- el Boquerón y la Cuchilla de Matanza, por cuanto los con ser .. vadores no eran aptos para la ofensiva." En esa misma línea libró combate Uribe Uribe á su vuelta de Ocaña, y fue derrotado por los legitimistas. En Rionegro resolvió entonces Vargas Santos avanzar al Sur por el camino de Palonegro, en la esperanza de ocupar la Mesa de los Santos y ponerse así á retaguardia de Pinzón. La operación pudo ejecutarse sin tropiezo tres días antes, y habría obligado á los legitimistas ó á librar batalla con la frontera á retaguardia, ó á reti­rarse á toda prisa por vía paralela á la del enemigo. Por segunda vez los rebeldes despreciaban la ocasión de llegar al corazón de la República, y, como se comprende, la mitad de la victoria quedó por esto, de antemano, en poder de Pinzón. Tan luego como el enemigo ocupó á Arboledas conforme que­da dicho, Pinzón comprendió claramente de qué se trataba, y en consecuencia, dispuso la marcha de sus hu~stes para cerrar el paso al enemigo. Con justa previsión principió por concentrar su Ejér­cito en Mutiscua, lo que quedó realizado el 29; y cierto ya del avance por Bagueche, ordenó la marcha á Bucaramanga de ma .. nera de cubrir los páramos y no llegar á esa población sino cuan­do ya todo el ejército rebelde hubiera pasado la cordillera y en­trado definitivamente á Soto. El 3 ocupó á Santurbán la s.• División, y uno de sus Batallo­nes, el Bolívar, llegó á las 7! a. m. al Alto de la Horca, que por el Oriente domina el pueblo de Vetas, á donde la antevíspera había entrado una fuerte columna rebelde que intentó subir al páramo, pero que fue totalmente rechazada por el Bolívar en tres horas de reñido combate. La moral del ejército perdida en Peralonso prin­cipiaba á recuperarse, pues quedaba deshecho el fantasma de la invencibilidad de los revolucionarios y de su armamento irre­sistible. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletfn Milüar El 4 treparon también la serranía de Santurbán las Divi­hiones 4 .. y 1 I.", enviadas en apoyo de la s: ; la última ocupó la parte Sur (Los Lajones), donde se avistó con otra rebelde de pa­chada para sostener á los suyos, pero á la cual rechazó en varios tiroteos y escaramuzas, arrojándola sobre Vetas. El mismo 4la descubierta de una columna legitimista (6." Di­visión y Columna del Cauca) encontró y rechazó en Cuestabola, camino de Mutiscua á Tona, la de otra fuerza rebelde que por ahí intentaba salir á Pescadero. El 3 había llegado también la g." División al Grama!, al E. del camino de Vetas á Tona, y se tiroteó con otra rebelde, esta­blecida al O. de la misma vía, en Los Arcos, sin resultado sensible; pero el 5, entre 9 y 10 a. m., llegaron en su apoyo la 8." y la Arti­llería : ésta, con tres cañonazos hizo replegarse al enemigo por la vía de Suratá, cubierto por la espesa niebla que entonces cubrió el campo. Del 3 al 5 avanzaron de Mutiscua á Vetas por el camino del Viejo, áspero y fragoso, las Divisiones g.\ 12.", 3: y la Le!Jz!m Bolívat·, fuerte columna que ocupó la cordillera sobre el flanco de los rebeldes que estaban en la hoyada, los que en vista de tal ope­ración desistieron de su pretenso movimiento sobre Santurbán. El 5 á las 8 de la mañana la 8: División dejó el Gramal y avanzó á ocupar á Tona, pueblo que arrebató al enemigo con há­biles maniobras, ejecutadas con acierto á pesar de las dificultades que presentaron los riscos que rodean ese lugar. En fin, el mi mo 3, y como operación preliminar de las an­teriore , la 10." División, apoyada por parte de la 8.\ se movió de Mutiscua á Pescadero, para de ahí seguir por el camino de Juan Rodríg-uez á. Piedecue ta, y de e t lugar avanzar á Bucaramanga y revolver sobre Tona por la espalda, operación que contribuyó á la ocupación de este lugar, lo cual creían imposible los rebeldes: la Di vi ión pr stó adem<~s el servicio inmen o de reparar lo daños causados en la vía por el enemigo, estableció una línea telefónica y restableció la tclegt·áfica, que esa misma noche funcionaron con Bucaramanga. La gran tentativa de los rebeldes, de ocupar La Mesa de los Santos antes que Pinzón, quedaba burlada. En resumen, el ejército legitimista avanzó de Mutiscua por cuatro vías para cubrir los páramos, impedir su acceso al enemigo y estar en posibilidad de caer en masa sobre Bucaramanga para defenderla de Vargas antos. Esas vía5 fueron : la del Viejo, la de Santurbán, la de Cuestaboba y la de Pescadero. Las dos pri­meras confluyen en Vetas, la tercera se une á la segunda por me­dio de la del Volcán, y la última hace lo mismo por la de los Arcos. Merced á tal disposición quedó expedita la de Mutiscua á Tona­Bucaramanga, la de operaciones de Pinzón, y resultaron cubiertas todas las que el enemigo podía tomar entre Suratá, Vetas y Tona para ascender al páramo y abrirse paso á García Rovira conforme á su primer plan de campaña. Las siguientes operaciones forman ya los preludios de Palo­mgro.-( Contz"núa). Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletfn Mtlt"tar 1 á Ocaña y la Costa 0 La Amarilla ........ - - ........... ---··------ ---- ------ -- --- ---- -- --· --- -- - --·· ·- -- -::_:::.:~~~~~~: \ Diagrama de la marcha ~mm~ \-­AyboltdasC:/ ... · ··-·:.: .. :./ ;~ § Q, B ~ del Valle del Pamplonita al del Lebrija Bogolá-Imprmllz de Vapor-Callt ro, ntJ-mero r68 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Publicaciones periódicas

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año V Serie II Tomo I N. 4

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 183

Por: | Fecha: 22/12/1900

BocoTÁ, DxcrEMBRE 22 DE 1900 ·------------------------- -------~~-- --- ·--- -- -----------~---------- Or¡rano del i'-lillisterio de Director ad honoreJD Guerra y del Ejército Francisco J. Ver1fara V. Son colaboradores de este periódico los Jefes y General de Ingenieros, 1\Iiembro de varia• So· Oliciale~ del Ejército ciedades Cientfticas .A.N<> :J:'V" N'"U:Lv.l:. 1aa " La victoria no da derechos." Esta sentencia se re­pite entre nosotros con tanta frecuencia, que creemos opor­tuno exan1inar su valor, lo que tiene adentro; si es protesta anticipada, acto de fe, exposición de principios, manifesta­ción de sensiblería, una d;! estas frases huecas que vagan por el mundo para que las utilice algún elocuente rétor, una simple n1acana, ó, en fin, una n1áxima moral *. Insinuaremos, sólo de paso, que sería prudente no dar n1otivo á enojosas interpretaciones, repitiendo en cada dis­curso que la victoria-á la conquista-no da derechos. Esta repetición de ]a mi<:;nla frase se parecería al ademán del pobre chico que siempre levanta el brazo sobre la ca­beza para parar un golpe de otro más fuerte. " La victoria no da derechos," es sin1ple máxima mo­ral al uso de los pueblos chicos para que los grandes no les conquisten; inofensivo espantajo, que no in1pide el sa­queo de la huerta. Es aún una protesta anticipada, una · Reproducimos este artículo, haciénciolo nuéstro para editorial \lel BolelÍIJ l'lfilitar, porque en momento¡¡ en que el iiberalismo cae vencido en la luch:1 material, después de haberlo sido en el campo moral, sería el colmo del absurdo hacer concesiones de doctri­na ó de procerlimientos, toc¡¡ndo en lo más mínimo el credo conservé:dor, por cuya ge-· nuina restauración se verificó la gran revolución moral del 31 de Julio, sin par en los anales ele la historia, y en la cual la opinión publica llevó al Poder a un ciudadano civil, quien en el acto contó con el apoyo de los miles y miles de soldados que en el campo ele batalla habían salvado la existencia misma de la Repúblic1 cristiana que se conoce en el rol de las naciones con el nombre ele CoLOMBIA; la única hoy de la América latina que no ha renegado ele la idea en cuya persecución el genovés Colón descubriera el Nue­vo Mundo, merced al apoyo de Isabel de Castilla-L. D. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 712 BOLETIII MlliTAI ~ falaciosa seguridad que á sí mismos por ahora se dan, pero de la cual pasarán fácilmente después á ]a resignación. Es peligrosa, como todas las máximas falsas y flojas. * * * Se ha dicho que la conquista no daba derechos; que admitirlos sería como negar ]a existencia del derecho pri­vado, público é internacional. Sin duda; ¿pero no es la fuerza la única base y la única sanción de este derecho in­ternacional, el que además admite el de la guerra y lo re­glamenta? ¿Hay alguna pauta, algún padrón de las accio­nes de las naciones y de los pueblos? Absolutamente nada, salvo la fuerza. Es en ella que fundan la justicia. * *. Si estas verdades parecen crueles é inmorales á las almas sensibles; si su austera conciencia repugna admitir que la conquista, la victoria, la fuerza, no crean derechos, esas cándidas almas no podrán evitar de constatar que son hechos y que nada existe, nadie tiene derechos, que no sean nacidos de la fuerza, es decir, de la victoria y la conquista. Los elocuentes declamadores de brillantes fiorituras sobre la máxima esa, oradores de tierno corazón-¡ oh, tan simpáticos todos !-tienen por lo general gruesas rentas: ¿de dónde provienen? De la conquista, pues; de la con­quista del capital sobre el trabajo, de la apropiación por uno del trabajo de diez ó cien paisanos suyos; de la toma de posesión ó de la retención de cien leguas de campo que pertenecen á prorrata á otros hon1bres, que tratarán algún día de reconquistarlas. ¿En virtud de qué derecho estamos aquí, nosotros los blancos? En virtud del derecho de conquista, la que se realizó de la más execrable manera por el robo, el asesinato, la matanza en masa de los indígenas, que tal vez ellos mis­mos habían así desalojado, miles de años ó de siglos antes, á otros indios autóctonos. * * * Todo es conquista. Y no hay derechos que no estén basados en la victoria, incluso las declaraciones de indepen- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 763 den:ia: el nacimiento de un pueblo procede de una violen­cia, una conquista, y si la victoria no diese derechos, ¿ cuá­les serían los {luéstros? La libertad de todos los pueblos, la existencia de todas las naciones, el origen de todas las posesiones, la base de todas las constituciones : todo tiene por causa primera Ja conquista, la victoria, la fuerza. Y, existencia, libertad, propiedad, constituciones y de­rechos, es aún la fuerza la que los conserva. La fuerza, único Dios ante quienes todos se posternan, hasta los que alardean de serie incrédulos. * * * Dejen1os á un lado esas sensiblerías, esas maxtmas platónicas, que en el fondo son pura hipocresía. Sepamos que no hay derechos que no hayan nacido de la victoria, los nuéstros como los de los demás, y hagan1os lo necesa­rio para ser dignos de nuevas victorias y nuevas conquis­tas; para que teniendo n1ayor territorio, tener nuevos dere­chos, es decir, hagámonos fuertes: los fuertes son los buenos y los justos-M. (De El Port:enir .Militar de Buenosaires, Argentina) EN TIEMPO DE GUERRA 11 ráC;ticas france as 1-GEN EII.ALIDA DES En los ejércitos la artillería está encargada del manejo y ser­vicio de las bocas de fuego, incluso el establecimiento y construc­ción de toda dase de baterías, el aprovisionamiento de ]a tropa en armas y municiones y la construcción de los puerJtes militares. Por eso en cada ejército hay un estado mayor de artillería del cual depende la fuerza de esa arma, con la cual marchan el respec­tivo parque y el equipaje de puentes. Por regla general, el comandante de la artillería acompaña al jefe de la fuerza á que está adscrita para recibir sus órd~nes y SQ-Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ meterle las proposiciones que juzga útiles en bien tiel servicio Durante el combate manda personalmente sus baterías y recibe órdenes del jefe superior. El comandante de la artillería extiende su acción á todo el servicio de la artillería en la fuerza en que figura, y da exclusivamente órdenes á las tropas de artillería que no hacen parte de un cuerpo de ejército ó de una división, siendo responsable, además, del aprovisionamiento del ejército en material y municiones de guerra. Los oficiales comandantes de tropas de artillería deben estar en relación continua y regular con los jefes de la infantería á cuyo lado ú órdenes estén colocados, para tener noticia oportuna de los movimientos de 1a5 tropas, obtener escoltas si fueren n~cesarias, campos ó alojamientos adecuados á su servicio, recibir víveres, etc. Es esencial que de antemano conozcan las disposiciones del ataque ó la defensa, las posiciones que habrán de ocuparse, el fin que se persigue, etc., sobre lo cual presentar~n sus observaciones al superior, llegado el caso, sometiendo además á su aprobación todas las medidas que sean conducentes á obtener de las piezas el mayor efecto posible. Los comandantes de la artillería de una fuerza, de una divi­sión, por ejemplo, dependen del jefe de ésta en lo relacionado con servicio, policía y disciplina; pero en lo referente á material y apro­visionamientos se entienden con el jefe superior de la artillería del ejército de que hacen parte. Los oficiales de artillería no pueden comunicar la situación de sus municiones sino á los oficiales ge­nerales de quienes dependan y á los superiores de su arma. En los convoyes de municiones el mando pertenece al oficial de artillería que lo dirige, si es de grado igual ó superior al que manda la escolta; y en caso contrario este último difiere al juicio del primero en todo lo relacionado con el servicio, movilización y defensa del con voy. Los oficiales generales que mandan la artillería, lo mismo que los comandantes de las divisiones y columnas, van acompañados por un jinete que en el día lleva una banderola y en la noche una linterna, señales que en los campos y combates se fijan en el alo­jamiento ó puesto ocupado por dicho oficial general. En la artille­ría la banderola del jefe superior es escarlata y azul celeste en ban­das diagonales, y la linterna roja; en las unidades inferiores la linterna es verde-oscura y la banderola lleva los mismos colores, pero el escarlata se coloca encima y el azul debajo; en los parques la linterna es azul ó amarilla, según la categoría, y la banderola de ese mismo color. Los oficiales superiores del arma tienen derecho á un orde­nanza por cada dos caballos de los que les correspondan para el servicio. Los ordenanzas de los jefes sin tropas hacen parte de la ,s.• compañía del ec¡cuadrón del tren de equipajes. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ T65 En todo cuartel general los artilleros arlscritos al servicio del estado mayor de la artillería forman un grupo á órdenes de un oficial encargado del mando del destacamento, sin que por eso queden segregados de la batería á que pertenecen. El comandante de la artillería somete á la aprobación del jefe del ejército las medidas que conviene tomar para asegurar la conservación de las armas en los hospitales y ambulancias, lo mis­mo que para incorporar en los parques las de los muertos. 11-ItiARCHAS Toda batería se fracciona en tres grupos: I .o, la batería de com­bate (piezas y municiones); 2.g, la reserva (municiones y fragua); 3.0 , la subsistencia (víveres y bagajes); de ordinario los dos primeros marchan reunidos, pero los terceros forman una columna esp~cial. Las secciones de municiones (parque) también forman grupo especial, cuyo jefe determina el orden de marcha y la repartición del personal en la columna. Los bagajes, víveres, cantinas y bes­tias de repuesto de un estado mayor de artillería hacen parte del tren regimentaría del respectivo cuartel general. Cuanto al orden normal d~ marcha, cabe advertir que cada pie­za va seguida de su armón (municiones) con los unos sirvientes so­bre él y los otros montado~ á lostlados ó en columna tras la pieza. Si el enemigo está lejano, todos los sirvientes montados se reúnen en c:olumna á vanguardia de las piezas. En terreno muy difícil, ó cuando la marcha es lenta, los sirviente ·~ , salvo los cocheros, caminan á pie con las bestias del diestro. En caso de peligro un oficial y dos clases marchan á la cabeza de la batería para estudiar el terreno y reco­nocer el campo. Las bestias de remuda siguen al grupo de com­bate. Si la marcha urge, pueden separarse las piezas de los armo­nes, engancharse aquéllas con tirantes, y de éstos apurar sólo lo mejor atalajados: los otros se reúnen á la batería cuando ella haga alto ú ocupe posiciones. En las columnas la artillería se reparte entre la vanguardia y el grueso, si aquélla se compone de varios batallone5; si no, mar­cha dividida en escalones tras los grupos de infantería que com­pongan la columna, con forme lo demanden las circunstancias. El parque se distribuye en escalones, de los que unos siguen con la fuerza y otros marcharán á uno ó dos días detrás de ella: de los primeros una porción acompaña á las unidades respectiv el asunto merece ser tratado en un capítulo especial, tanto más cuanto el sistema puede ser empleado en el ata­que y en la defensa. II. Razones de la frecuencia del hecho-Que adversarios tan fuertemente apegados al empleo de astucias y de estratagemas se dejen engañar á menudo tan fácilmente, es hecho debido sin duda, y de modo especial, al desprecio que hacen de los métodos estúpi­dos (stoiid mcthodes) de la guerra regular. E !los ven cuál es la len­titud de los movimientos de sus adversarios. Agazapados en em­boscadas para apoderarse de los rezagados, ocultos por la noche á inmediaciones de las avanzadas, vigilando el servicio diario del campo del ejército regular, se dan cuenta de que el sistema de la guerra de voluntarios es para ellos el mejor medio para resistir. La experiencia les demuestra que en este punto ellos son casi siempre más fuertes que el soldado regular. De este modo llegan á despre­ciar la habilidad con q a e sus adversarios pueden obrar, empleando también contra ellos las astucias y las estratagemas. La grande importancia del efecto moral en estas pequeñas guerras ya ha sido tratada en un capítulo anterior. El carácter impresionable de los adversarios de las tropas regulare en esta clase de operaciones, se convierte en poderoso factor cuando entran en juego las tretas. Porque esta impresionabilidad los expone á ha­cer at.1ques prematuros ó ~abandonar posicione que juiciosamente habían escogido. Se dejan intimidar presto por el avance firme y la actitud resuelta del ejército regular en sus marchas y en sus ataques; pero, por otro lado, están singularmente dispuestos á distinguir los síntomas de vacilación ó de retroceso del ejército. Un jefe de espí­ritu levantado y de recursos se aprovechará de tiempo en tiempo de semejante situación. l I I. Ardor del cnemÍJ(O en la persecución de una columna en reti­rada- Se pueden citar numerosos ejemplos del ardor de los guerre­ros irregulares para aprovecharse inmediatamente de las ventajas que les presenta la retirada de sus adversarios. Este ardor en la persecu­ción puede minorarse pronto; pero al principio tales guerreros obran llenos de energía y de confianza. Si el ejército regular les cede el terreno, se precipitan sobre los que creen en derrota. En la excita- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 774 BOLETIN MILITAR ~ ción de su supuesta victoria, los jefes pierden la poca autoridad que tenían. El cambio es instantáneo. Cuando sienten caer sobre ellos pesadamente la disciplina y la superioridad de armamento, se aba­ten, se desmoralizan, listos á huír; pero cuando ven volver cara á sus adversarios, su entusiasmo no tiene límites y avanzan temera­riamente, dando libre curso á su ferocidad. Ejemplos-En Denghil 'Tepe, en 1879, los Turcomanos es­taban profundamente desorganizados por el bombardeo de los Ru­sos, y guarnecían las murallas de su fortaleza ya dese"perando de su causa, cuando se encontraron rodeados; pero no habían acabado de darse cuenta de la retirada desordenada de las columnas asaltan­tes, cuando salieron cargando furiosamente á las tropas rusas. Su contraataque fue terrible. Sin la intervención de la <3rtillería el pe­queño ejército de Lomakin habría podido ser no sólo derrotado, sino destruído. Y sin embargo, hasta ese momento los Turcomanos habían mostrado poco ardor en librar batalla á sus contrarios. En el notable combate de Bang Bo, cerca de Langson, en el Tonkín, en 1885, de que más ddelante se hablará, fracasó un ata­que de los franceses sobre las trincheras de los chinos, lo que suce­día por primera vez en la campzña. En ese momento los chinos estaban muy desorganizados por sus derrotas sucesivas; pero tan luego como se dieron cuenta de que las columnas de asalto se reti­raban, se lanzaron tras ellas y las persiguieron durante algún tiem­po con tal empeño, que no sólo fueron rechazados los franceses, sino que sufrieron también una derrota muy seria. ~ En 1852 una gran reunión de Momunds ocupaba las monta­ñas al norte de Shabk.hadar, fuerte situado cerca de Peshawur. Sir C. Campbell mandaba las tropas. U na tarde una banda enemiga bajó á la llanura á merodear. Sir C. Campbell salió 1del fuerte con una pequeña columna de caballena y una sección de artillería á cab:1llo; atacó el flanco de los montañeses en un terreno perfecta­mente descubierto, y los rechazó hacia las montañas, causándoles grandes pérdidas. Pero como se acercaba la noche, Sir Colín se vio obligado á retirarse: entonces los Momunds dieron media vuelta y persiguieron á la pequeña columna en retirada con tanto vigor, que la artillería tuvo que ponerse varias veces en batería y disparar con metralla. De este modo logró la columna volver al fuerte sin pérdidas serias. IV. Medio de sacar partido de este ardor del enemigo-Se po­drían multiplicar los ejemplos de esta prontitud del enemigo en volverse contra las tropas regulares que se baten en retirada, y de la intrepidez espasmódica (sic) de que hace uso cuando se lanza á la persecución en el primer arrebato del triunfo. Esta es una ca­racterística de su modo de hacer la guerra, y hay que tenerla e cuenta. Los guerreros irregulares no comprenden la persecució metódica; pero sí la entablan con vigor y encarnizamiento. Un Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ 775 jefe prudente, que tiene sus fuerzas bien á la mano, puede en oca­siones aprovecharse de esta característica para con adversarios sal­vajes y medio civilizados. Simulando una retirada ó dándose bien cuenta de un momento de vacilación, puede colocar al enemigo en una posición táctica desventajosa. V. Los jefes enemigos no pueden vigilar á sus guerreros-Hasta cuando el adversario está bien disciplinado y bien sujeto á sus jefes, el afán que produce la vacilación ó la retirada de las tropas regulares rompe los lazos de la subordinación. En el entusiasmo de una victoria supuesta, el enemigo se desprende de sus jefes. Esta pérdida de los lazos de la disciplina en un momento de triun­fo sólo se verifica entre los adversarios de las tropas regulares. La mayor parte de las naciones europeas emplean soldados indígenas y contingentes locales en las pequeñas guerras que se ven obliga­das á sostener. La experiencia ha demostrado que los contingen­tes del ejército egipcio, espléndida tropa de combate, difícilmente se contienen cuando ven á su enemigo huyendo. En el Tonkín los oficiales de los Turcos, en el calor de la acción, tenían la cos­tumbre de hacer cesar el fuego y de hacer acostar á sus hombres, á fin de tenerlos bien á la mano. Los jefes enemigos pueden des­cubrir la trampa, pero no pueden atajar el arranque de hombres medianamente instruídos cuando como soldados se lec; figura tener ya la presa entre sus manos, y temen dejar escapada *. VI. Los Zulúes llevados á un ataque prematuro en Kambulá­El hecho siguiente, tomado de la guerra contra los Zulúes, es un excelente ejemplo, y muestra de qué modo un jefe de tropas capa­ces puede sacar ventaja. No hay que olvidar que los Zulúes, mal armados y apenas organizados, e~ taban relativa mente bien disci­plinados y de ordinario obedecían á ciegas á sus jefes. El ejército Zulú, marchando al ataque de Kambulá, se di­vidió en tres columna~ al aproximarse al campo. La primera co­lumna envolvió la derecha de la posición, la segunda la izquier­da, mientras que la columna del centro marchaba derecho sobre la posición. La columna de la derecha llegó la primera al sitio, y se detuvo fuera del alcance de la artillería. El Coronel 'N ood hizo salir la gente de á caballo, bajo el mando de los 'Tenientes Coro­neles Russell y Buller, y los empeñó contra esta columna de la de- • Un hecho análogo se verificó en 1890 en el Dahomey, en el com b:1te de Achupa, de que ya ha hablado el a11tor. Los oficiales que han conducido al (!ampo de batalla á los tiradores del Senegal, saben que esta tropa es, para emplear las ex­pre ione;; del autor, splendidfigkting material; muy diffcil de sostener fija en el fuego á caus~ de su ardor. En el combate de Achupa, los tlel Dahomey e retiraban des­pul: s de uno de sus numcro&o é infructuo o asaltos; el Coronel Terrillón, querien­do asegul'ar el triunfo, resolvió mover el cuadro á vanguardia. A la voz Je mando, toda la compañía Pausier, que formaba la cara derecha del cnadro, caló bayoneta, y se lanzó tumultuosamente en el bosque, en persecución de lo~ del Dahomey. Co6ltó sumo tr:1bajo volver 1l reunir á los titadores en su puesto de combate. Durante algún tiempo el flanco detecho del cuadro qut:dó abierto. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 776 BOLETIN MILITAR ~ recha. Los jinetes ~e aproximaron á caballo, luégo echaron pie á tierra y rompieron los fuegos. La débil disciplina zulú no pudo im­pedir que toda su columna se precipitase sobre los de caballería, quienes volviendo á montar y entreteniendo el combate, atrajeron á los Zulúes hacia el laager, en donde los salvajes cayeron bajo un fuego nutrido, porque el terreno era completamente descubierto. Las pérdidas de los Zulúes fueron tales, que se batieron en retira­dz para buscar abrigo en las rocas, y no tomaron más parte en la acción. En resumen: una tercera parte del ejército enemig0 se encontró en derrota antes del principio del ataque formal sobre la posición inglesa *. VII. Otros ejemplos-El hecho de inducir al enemigo á lanzar­se á un ataque prematuro simulándole una retirada, ó, como en Kambulá, haciendo salir un pequeño destacamento á provocarlo, ha sido frecuentemente empleado con grande éxito. En Sikak el único combate regular librado por Abd-el-Kader á las tropas francesas, el General Bugeaud, obligado á evitar momentáneamente un en­cuentro, á fin de poner en seguridad su cúnvoy, atrajo hacia él las fuerzas del Emir para atacarlas en seguida sobre un terreno favo­rable. Esta maniobra es muy antigua, y se empleó á menudo en la época en que los ejércitos combatían en masas compactas bajo el mando inmediato de su jefe. Los Normandos lo emplearon en Hastings con éxito notable. Los soldados regulares lo practican con mucha ventaja contra fuerzas cuya organización deja que de­sear. En 1521 Barbarroja recurrió á la astucia, para hacer salir á los Arabes, á los Berberiscos y á los Kábilas, de su campo atrin­cherado de Millel, é infligirles en seguida una sangrienta derrota. J omini cuenta cómo, en 1799, los Franceses atacaron á N á­poles, defendido por el populacho: simularon una retirada después de haber penetrado en la ciudad, y los lazzaroni se lanzaron tras ellos; en seguida, volviéndose contra los que les arremetían, los batieron á campo raso, y se abrieron camino por entre las calles de la ciudad, picándole los talones al populacho, que huía. Las pequeñas guerras modernas ofrecen excelentes ejemplos de esta manera de proceder, entre otros el siguiente incidente de la sublevación de la India: Sir H. Javeloclc, partiendo por primera vez de Cawnpore para ir en auxilio de la residencia de Lucknow, encontró á los rebeldes que ocupaban la aldea de Onao, y los arrojó de allí. Faltaba algo de espacio, las dos orillas del camino principal estaban cir<::undadas de pantanos, y dándose cuenta de que acudían en defensa del ene­migo grandes refuerzos, evacuó la aldea con el fin de ocupar á al­guna distancia una posición favorable en donde ocultó una parte de sus fuerzas. El enemigo, envalentonado por este movimiento de • V6anse las Ezpediciones Inglesas en 4/rica, p'ginas 218 y siguientes. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR '--y--' i7f retirada, atacó y cayó así en la tram~a. Los Ingleses lo barrieron todo á doble fuego, en tanto que algunos destacamentos, atrave­sando el ¡JJntarlo, hac:an demostraciones contra los flancos del ene­migo, que tomó la huída abandonand'J quince caílone~. V 1II. Yahr d~l recurso rü una retirada simulada en las guerras de imurrtcción-AI debelar insurrecciones, las tropas regulare pue­den emplear venta jo amente e'ta e, tratagema, hasta cuando sus adversariOs son inteligentes y bien armados; porque los sublevados no tienen ni cohe::.ión r1i confianza en su" jefes, á los que les falta autorrdad. Un notable ejemplo dt> este hecho se presentó en 1821 cuando el alzamiento de la Valaquia contra el yugo otomano. El comandante de una columna turca, sahiendo que un bata­llón rebelde, especialm~nte conocido como el batallón sagrad::>, se encontraba en la vecindad, envió en su busca á algunos jinetes desmontados, cuy os caballos se ocultaron. E 1 batallón, to . ando á los jinetes por soldados de inf.tnten, hace resaltar la aptitud e:pecial de la inf..tntería mont..tdtl. p.tra te 1 ler tramp.1s; p >rqu~; en ca i t > l )S los caso-. la ca­b.- dlería t.Lb.! echar pie á tiara par.1 ohtener el efecto desead . La caballería es por tanto preferib~c de e ciert ·l punto, de vista, pue to que, ·i se lorrra ocult.tr lo:; c.-tb llo, no sol.llnt.ntc h y una gran prob tbilidad de atraer al enemi•_ro, sino que ademá se pre. en­tarán oc.L iones de dar cargas m u y efic,l.cc .. sobre lo" a Jv rsario- que avanz·1n en desorden. Lo~ dos ejemplos siguientes se han Je citar en apoyo del y:t ner cíonad de la guerra de la independencia de VaLH]uia. t: n 1860 una re: u ni ún considerable de W aziris bajó de sus montai1as, sin ser provocada, para hacer una excursión en la lla­nura, ~er~a de ~r an k * l y s tq ue;1r la ciudad. El r.!Haldar * S tadat Kh.1 ••, que mdnu.lb.t 1u tropa d~ C reunió algu­nos otros v.>luntarios á caball\> y m:1.rchó al encuentro de lo Wa­ziris. Los enco11trÓ sobre u11 terreno de;;Í:1vorable inmediato á • T iltk es uno rltl lo~> pu~;rto.-. iug e ·e1 del Gom.1l Pu ... • Oiicial intlígt!na. VIJ I -5 0 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. '178 80LETIN MILITAR "'-y"--' las montañas; retirándose entonces poco á poco, los atrajo á un sitio descubierto, y luégo, dando repentinamente media vuelta, les cortó el camino de las montañas y les acometió con doscientos macheteros. El enemigo, que contaba tres mil hombres, fue com­pletamente derrotado, y huyó precipitadamente dejando trescientos muertos y muchos heridos, entre ellos el jefe de la tribu. En esta brillante hazaña la caballería no tuvo sino un muerto y algunos heridos. Al final de la guerra de los Cafres en 1878, una columna mixta de tropas inglesas y de tropas coloniales se encontraba en posición en un sitio llamado Kwintana que estaba amenazado por Jos Galekas y los Gaikas; estos últimos (esto se ha sabido más tarde) no debían tomar parte en el ataque sino hasta cuando su Jefe Sandilli lo juzgase oportuno. Para forzar el combate, los hombres de á caballo recibieron orden de avanzar y de retirarse en seguida precipitadamente delante del enemigo. La estratagema sali6 á maravilla. Los Galekas se lanzaron con ardor en pt>rsecu­ción de las tropas montadas; los ()"aikas, escapándose á la acción de su. jefe, siguieron á los Galekas. La infantería permaneció ot:ulta en las trincheras, esperando á que los Cafres estuviesen al alcance de SlJS fusile ; algunas descargas bastaron entonces para poner al enemigo en completa derrota. X. Atraer al ennnigo a una emboscada- En el caso preceden­te, el enemigo fue atraído á una emboscada preparada con destre­za. Los francese . , en 1\..rgelia, usaron en varias ocasiones de astu­cias análogas. Los jefes cuyos nombres se hicieron famosos durante los años de guerra que siguieron á la toma de Argel, Lamoriciere, Changarnier, Saint-Arnaud, adquirieron una grande habilidad para esta clase de operaciones. "La guerra, dice un proverbio árabe, es la astucia combinada con la fuerza." Abd - el-Kader y sus satélites pa!:aron por maestros en el arte de ejecutar sorpresas y de tender emboscadas. Los france ~ es tomaron este método de guerr.1 de aque­llos á quienes habían conquistado. Bastará un ejemplo de estas operaciones. Cuatro batallones atravesaban la g:uganta de Muza:i, en 1840, cuando supieron que los Arabes se encontraban cerca t:n número considerab 'e. El convoy se alejó bajo la guardia de un batallón; dos batallones se ocultaron detrás de un pliegue del te­rreno; el cuarto, tomando contacto con el enemigo, se batió en scaguida prontamente en retirada atrayendo á sus contrarios á la emboscada que le habían preparado. Los das batallones que se habían ocultado cargaron súbitamente sobre los Ara bes, á la bayo-neta, y los pusieron en d rrota. · XI. Algunas veus el en emigo cae sin intención en la trampa­Las tropas irregulares ~e dejan con frecuencia engañ a r completa­meute por un síntoma de debilidad involuntaria ó intencional de Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ parte del adversario. Este hecho se comprobó bien en la acc10n de Arojée, en Abisinia, en 1 8b8, jornada en la cual el enemigo fue atraído fuera de una formidable posición por un movimiento de las tropas regulares, movimiento que no se dispuso con tal intención. Las fuerzas del Rey Teodoro ocupaban alturas muy difíciles de acceso; cubrían las cercanías de Magdala y dominaban un vaiJe sobre el cual la columna inglesa debía necesariamente desembocar en su marcha sobre la fortaleza abisinia. El convoy de la brigada de vanguardia, siguiendo un camino distinto al del grueso de la briga­da, llegó al valle casi al mismo tiempo que el resto de las tropa!. El Rey Teodoro, viendo el tren de mulas sin escolta aparente, or­denó á sus soldados que se precipitasen para apoderarse del botín. Las tropas inglesas apresuraron su marcha para contener al ene­migo y proteger los bagajes, y se encontraron con las bandas abisinias en el llano en donde ya no tenían la ventaja de la posi­ción. El resultado fue una victoria decisiva, con pérdidas ligeras: la tropa del Rey se desmoralizó, lo que permitió que algunos días después se tom.tse, sin seria resistencia, la fortaleza de la montaña. (Continúa) --•-+-• --- E N EL E R V I . C 1 O M 1 LIT A R (Continúa) No hay que oenlthr, por otra parte, que el mayor uúmero­de lo~ beu~ficial'ios del artículo 23 son, si u contl'adiecióu, loa e~tuuiantes qne se consagran á la~ ca1 reras liberalt•s. Se ha atil'madn que para iHJHéllos el uin~J (le lo. e ·ttHlio~ u t'ltwarí:• por la ouligucióu immr·ita. eu la ley ele baher ol.>teuiclo t•l diplo­ma reglamentario á la ellaIIZ,ll' sus estr11lio~. Si ;1 sns Vt>iutisóis HTios, ú. pe· sar dP RUs t>~"fllerzos, (]u iz{t sprios, {t pt•sar tle n 11 t I'H h:-~jo re~·n. lar, e ... tt• hon1hre rro puedt> ollterwr el diplo111a de sobl'e él y á cleteuerle Pll t>l eu;-ut..-1 dur·aute dos aüos "1 Yo digo que el'\tO c·s impr:wtil~ahle é Ílllposiblt>, y ;~contP<~erá Hllil. dP Sto.s jún1 flt.•.s, compreudienclo cnál es la cousecnPII('Ía de la falta ele éxito dt•l <'allditlato, hasta les otor­ga. r·:íu los diplomas, y tle ... ~te modo uo sP conseguir{\ tSiuo que UHje el 11 i n.,l de los t'Stnlnhros USpPCtO de Jos mmdidatos UIICL Íllt)nJgell· cía patP.I'Ilal, lH'"rfectameute co11rpn•11sihl~ pot' otra parte. B.s para. eono­Ct> r su el';t a do tle ilu i uro .Y \·atorar los tesoros tle l>onda.1l que Cllciena. su t~Ot azón, en otros ti e m pos tan tlispue.stos {t la ,'t'\'C· ridad. Uomo ha.hdua de terH•r ellos ntlot' de \ oh·er á t""ll \'Íar al cuartel ájón~rws <¡tll"" llau sdis las circun~t:tr1cia~ qnizá han impe,li•lo cousagT;u· á sus c:-;tutlios tanto euhlatlo y tiPillJ)O <~omo se re· quería. Al~· ttllos do . u.; colt.•gH~, tlu uat.ttt·al..-za uu·tto"\ l'lellsihl•~, deplora u lo (] ne eoustdera11 ~~01110 culpa \¡)ps dt•hi litladPs, pt.•ro sus n~criminadorw~ 8tHI ("". tél'ilc•s, y ead:t. }tÍio e Vt' cr·Pct~r me· cáuiea.mPIItc el HÚIUPI'o tle tlnetorP .... La eort.'P<~IIPIH~ia. tan twi­deutl~ t:onw ll tllllllclo eutero. 'n IP:,.:ítima rt'JHtt<-ICión y sn brillo no JHt,·•lr-u sint) auuaentar.st~ h~•jo la lt·:.!·islaei()u qtw lali rige y euu los reem·sos que lt>~ proe tr.t. Los ¡n·ofe·mn·s, a.dprn;'ts dt.1 estu, ti~IIPII tleua ;l~iatlo celo rwr· ~~~ I'PspoH.sahili,latl .r por ~u bc)llol' para. 110 ~llriqu..-eer Ílwe~aratemcute ul glut·iuso patr·imo- Jlio que lJertltiH.J'()IJ (fe 8llS abuelOS. . l..~o •ane heleemos JH'esP-ure, "'in h l ar­tículo ~~3. El l\Ii 11 istro de Guerra no pnexpti(~ac\onel', que, por otra partP, el artí(~nlo 23 ha ~ido u u privilegio tentndor. Hé aqní el número clt.' los militares á qnie11e~ se ha. :..!Íf'::a· ción aetnal. lo pro1~nr·a el lllO\'imieuto de lo· estudiantes de las clit'Prt•utt-- · Uni\"t--rsicl:-ttl t.•s. Mie11tral'! quo eu la U ni\· •r hlad de PaJi la cifra el(:'. lo~ t>R - tuien pronto un vnruadero peligro social. Qniéra e ó uo, los dominio~ (lf,,l mója sentir el malestar qne sufre e~ta ehl~e de traoajadores in­telectuales. La nueva ley militar, eximierHlo dos años de ser­vicio á los jó\-enes qne se comprometen á obtener á Jos veinti­siete •le edacl su doctorado, ha aumentado la gra\·eelatl de la situación, de ta.l moclo qne eu nue~tnl época, la eoncnrreucia en la proftlsión métlica es ta.l, qne se puede <-leeir que en el punto de vista puramente material, lo~ proveutos de gr:.J.n nú­mero de métlicos han llegado á sm· inferiores fL las asignacio­nes de mouestos erupleao que s<~ obstina en no vuur. Víctima ele la ch•se. ¡wracióu, ¡de qné lado t)e ral tarnhiéu reeihió in~trncdonc.·~ rPlat.in•~· á la couclucta que debía seguil' para prott>gt•r Ja. almharear Pll ella:.;. Di\·icliclo tle e:-;te moclo el ejérei10, para ohE'cleeer á la.· ley ; de la rtt•ce:-.iclad, ~'-'<~ mantn\·o t•u t>l Apnrc•; eRtaha f11rmn~to Cl'eí elt•lu~r ma.n teru•rmo á u euheza pam no ham•r ru~nlPr á los sohhulos la confiauza que mi prc.a~t>ucia. parc.ada illspir·af'lc.•R. Di orde.n tle qne se Jt-\·anta"'<' en San Fernarulo una fortifi­cación ca paz ele hacPr iu fr·•wtnoRns hu~ ·t••utat i \'aR de lo~ rf'l>el· des cont r·a loH cuerpos de tropa~ que dE'hían paHar allí la <'Stn­ción tlel Íll\'it-'rtiO; t>ll Rt.~guicla distribuí á la~ canoas fn(:>rzas llnfid(•llt.t-s para potwl'la~ t->n (:>8tatlo de st>gnir ,·inje por el do IJa:-;ta PI pa~o de Juan 1\.fatt>o, ('Jt donde ih:-tn {i l"t'l' ~t>p:-tradas. Dt>. pnél-4 de tomar 4.-•:-;tas elispo~ieiones me dir·ig-í eon el ejército 'jorua•laH cort~1~ á 1\fen•mr re y 811R alredPclort•N, reco~ic.•t~clo t'U el tr·;'w:-;ito á lo~ hahitantt>:-; qne habÍHII emigraclo á. la~ mouta· iias y ltaciPu•lo pa~~• r á la otra J'Í her-a. el el .A r·atwa tCHlas las l>eS· ti as y ca ha.llot\ C]IW fne po~i hl•~ mammtr·ar. El p;li'O del río s~ ve· riflcó por seguut.la vez pet'o siu uiugún ol>Htáculo. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETtN MILITAR '-Y-"' 78l J nzgné <•tttOJH'f'FI (]llf' f'<'flH ventRjo~o-o la;.lcf'r J'f'l'OJTPr PI pafs y ~njPht rlo á la oht>d Ít>lleia, .,,, YÍH pHnl que tattto ellos como ~us solclacloH oh¡.;pn·:-ll't•JI la <'OIIfugi ... clo f'tt ht~ ntot•t·tñ~~- Los e~<·mulro­ne:-; particAr·ou <'11 clistintj~lrou Y<-'r Pll tc•do 1m~ puntos; Yi~itaroH ¡nnti<·ul;.~rmentP :l Ori«'lliiiiH J A<·hagml~., y traJPron nu Jltllll<-'1'0 <:oul"itlerablt• ele f;~milia:-:, Jll'H~él la mi­seria m:l~ t>:-:pmttosa, q1tP ~n~ mit>nahro~, llllO~ por fu••tza~ otrO~" por aneh;l to, se ~nstrt-tjProu á la a 11 tm·iJ'lla 1 el el Rt>.Y p:HH :-;o~twt<-"t · ~c" {t la doutifltieiilll m:):-; h{nhar;,. No :-:t-' de• · cuidó uingún mc•clio pma ittspirarlc•:-; cnutblltZH; {l todS tnt tó <~j~r<~i to <'OTl ti 11 nó ~n m~ r<'liH sohr~ A<'lwgna~, en donde dPhhttuo~ ..-:-;tadnnarn.,s á <·anl"a <1<-' la \'t>H­t} tja de~ Nm posigft nao~ H lli t•l 8 dH Marzo. A nttc .. ~tra pr<>~Pnda eompuz:non al fin {t. re~pirar los habi. tHntc->1'1, .Y la ,·ista dt' los ttopas rt>ale~, pintadaH por lo~' facdo . so.· <~OII los m(ts twgTt~H eolores, lt•s pan•<·ió <•l úni< :O lllt'dio <·a.­paz clt> :-;ah'Ht' l'll:-4 Yidas, ~11 tlc·n ·c·ltO,. n ltoJtor y :-;us illtt'l'NW • Yo eo11.·agTél h ~t todo~ 111is dc·S\'t>los il llll'Í(ll' :lr la !-'tH.•rt<· de til11h1s ino<'t'lliPs ví<·tirnaH (]p la .Rt·,·olnc-ion. Un gran IIÍlfll ~t·o de ,· iucht.· y ele huérfano~ YJIIO á rd'uginnm il lct H(lllthra de Jllli'Hf ras hallclc•ras, y tun~ la ~atisf;•<·c~ióu ele \'t•r á llltH·Iaos hotnhrt>s extnl\' iro:-icbH1 y d.-pcnt•t· la arma~. A tocios se ),."' eonc~Pdieron ht~ Yc·utajas de que yo q nerria goz:.tsf'll lo~ :--ú hclt to~ tit•lt•s ~d He• ~· . l>c·~pu(í. dt"l pn:-:o clt>l Araii'~H. fH'I'I'\II:ttliclo tlP qn~ mi.· pro­m<'~: tR 110 podÍttll tOIIIaJ'~t' <:01110 efc•dO d~_. tPIIIOl' Ó dP dt>bilidafl, ofn·d una \ ' PZ 111ií~ la paz ú lo.: la;thitaattP.' tlf-' C'StH~ <'Olllllrc·~•s; la paz q11 • hilt ,·h·atliPHtf .. clt•.- .. alt;i • u !tl:t.i•·· ta ht •r h:H:Pr oír t>l )ptJgll:tj•• dt•l ho11o1' y dH !a ntz<ÍII ;í bt~ tro­pali ing-lt•. a~ cpw <·on uosotroH habían c·onthHtido t•n E:-;pnfia á las órclt.•IIPH dc~l (JC. .. tH•.ral llill. V<~au . ·c t'Rta. clo~ }H'ot·lattHiS, qn<"' cl.-!itliehaclameute uo tn\·icron la acogida que yo tc11ía de­recho á esperar: "Hahitaut,~~ ch~l Apnre y Ma hl~~. pérfi r ln~ y H m hicioso~, ~E> lu111 1~­vant: uln Hohn'~ ,·o~oti'oH, Pmpnhr ... ,:iéndoo~. ~ttgañ:l11cloo~ eon UWiltintH ~, eon .... 1 \'ano f,uat,.tHIIl;t. tl...- n11a oprc•si611 qnimérica. La patrid, que llau cou vertitlo e u ca m vo de desolación y de Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. f.86 80LETIN rliLITAI ~ u e lo, ha pre~tatlo su augttsto no m ore á tan vergonzoso sacri· Jegio. '' Hahitantes de Jos Llanos: VilSotros sois bneno~, dóciles y valero::;os; esos miserabl..-~ os h atria no eutra pr~ra nada. ~~~ ~u~ proyectos; feliz sería ella sin tan bárbaro ~ocorro; ello~ no quieren sino domiuar, perde­ros y adornarse con no m hn)>s fastuo8os, fJ u e no met·ecen. "Los ricos rebaños de vuestras fét·tiles dehe~ .. u~, el co­mereio interior de las pro,•incia.s, las uacieutet:\ hahitaciones qne comenzalMis á ver JHOsperar, la paz y la cmnotlitLltl parti­eular (le cada 11110 ele vosotrol'l. e:üo~ :-;on lm~ hienes fJ ne os ltan arrel..>ata(lo eso verdatle1·o~ ti ranos fJ tw hahhtn si~m pre de Ji. bertatl y re \"UeRtras calwz>ts! '' Vosotros los veis h uír y o en 1 ta.rse coba.t•tlemente á la proximación ~to ninguna barrera. á soldados agnenidos q ne u o ~ieuen, como los otros, á arrebataros nte.stra. trauq ni 1 iclacl eon tOt·pes astucias, sino á re~ta.hlPcer el m·clen, la. paz y la jnstieia. H Depotwtl laR armas y tornatl á Yue:-;tros hog-nrN~; Repa roos (le esos f"rtméticos setliento-; ele sangre y tlt> Yenganza, y tra\mj(•rnoR juntos por la prospel'idntl th~ estas orHlatl paternal tlt~l Rt .. y, n~ngúis {t colocaros hajo Ru J>roteccióu y l>ajo la del ejército qne él ha enviado pat·a \•uestro escu.tc. Cuartel general (le Nuevo Paso dt•l Rey, sobre el At·auca, 4 de Fehrei·o do 1819. El G •ncral en J •ft•, PABLO l\JOHILLO" • • • 16 A lu!l Jt'ft.~. Oficialt!6 ,11 soldad ~• inglesu acltv.lme 1t e al servicio de lo.~ ins~trget~tel "El Gobierno ra. como lo' ~úbtlitos de Su Majesta.d Bl'itiinica. han sitio t>Hg an-onar SU:l hogares, con inteución de establecerse eu estos ¡>4-\Í- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIII MILITAR ~ f8~ &~s,.con la faoX()Pctativa de obtener, por premio de sns servicios, ¡nopietlarle~, fortuua, houoreli: ¡pero cuán cruelmente los han enguiiaclo! "Iuglese~, á vosotros me dirijo, {L vosotro~, que conocéis ya á ~~e famoso ptw~ouaje que, si11 tlurla, cnctndo e~tabais en luglaterra h::thréis cornparaclo púhlica, sus tropas, sus ~Pnerales y á los miserables que componen su go­uierrw, dPhéis \'Í\'ir COIJ\'PilCtdOS ele qne hahéis Sido PUg"afiadOS (lel moeie. El pueblo fle Venezuela no dt>~wa ~;iuo la paz y t~l extermi11io rle e~t.os mon~truo~. ''Sé qut' \·al'ios iug:eses y otros extranjPros se encuentran f,.t tos de rned ioR pt->cu ui:uio~ ~' en im posi bilitlad para st•parar~c uo esta Cl-insa iuicna. Por esto tno ntre,·o i"1. ofreeer y á gAran­tizar la sPg·nrithul ptlrsonal {t aqut>llos qne ~e prPscnten á mi f:\jét'cito; ~e les recibirá al SPrYieio tle su ~Injestad Católica ó se les euYiará al país qne escoJan. "La bnena inteligencia que rP.ina entre vne. tro Gohierno y la monarquía esp aíiol fltle ha eomhatitlo por la lihe.-tatl tle Enropn, e ... to.r R<>g-nro tlo que ::;er:'t cot~.::idt! rcttla por \' o ott os t:omo sincer ' iuYiolable. "ünartcl general en A ·hagnas, 26 de !\Iarzo do 181 !), El General u J e o · el Ejército real en V cneznela, l\1 O HIL LO '' Durante la permanencia del Pjército en Achagnas, el se­gundo hat·LIInt•raJ. Los rebeldes no po,lían ignorar la preReucia de mis tropas en un pafs en doncle la. maym· parto habían uacitlo y conserv·a­ban amistades; JHH' l'sto t>~taban ell01~ pt-rfectameute impuPstos dü mw~tros m~uort:•s wodmitmto~, y Bolí\'ar, que lle~ó ele Gua­yana con alguno~ n fuerzos, couci hió la ~Hpera nza de batirnos en detall, por medio ue nna marcha rápida y oculta. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. '788 80LETIN MILITAR ~ Páez r BoJínlr, reunit>JHlO RUR fnf'rZ:H~, paR~ron Pl Aranca con 'los mil qmnit>uto~ llomhrPs, ele lo~ Cllidt's etliltJ·ot.~iPutos er¡.¡u avPntnrt>ros ingiPRes. Se prest•ut.:.u-on 'lt~ i•nproviso delan­te dd .Moliuo dtA Gnanwrra, d~ qtw lw hablado rwú~ aniha; todo bada comJH'PiliiPr qne ,-enÍi'lll muy ~t'lo{lll'os 'lel éxito. El Vormwl D. tlc,:-;é PPrt. .. ira. (}tte dt. .. ft•udía t>l'ltP pnuto, 110 tt>rlla á su dispo~icióu si 110 do~cit .. ll tol'l \·ei 11 tisit>te i uf.autt>s y odumta cara hi 1wros; t>l rt-sto de t-i liS fuer zas estaua. t.llsetu ir nulo e u <.ti­versos puntos lt·jauos . .A pesar de una inft.•rioricl~ul tan grande, el Coronel Pe· reir·a f(-'soh·ió I'!O~teru•l' el honol' de lns al'IIIHS t>spaiíolas .Y su re­putacióu •ni litar; el'\pPró {t los n·lwldt. .. ~ con nna trancprili•hul ud mira hit>, y IP-:-J opuso n u a rPsist t.•twia. q rrt.~ t · ~ta ha 11 h•jn:-\ de agnar,lar. Tr .. s \'eces voh·i,•t·on á la ear~a c~on ht mitad de sns fuerzas, y tres veet .. ~ ~e vieron n·chazados ft la hayout>ta .Y for­zados á hnír \'t>rgonzmmmcnte. Sn pérdida H lc~a uzú {t más tle trescientos ltomhrcs t .. utre mm .. rtos y bt>riclos. ·yt~intintun-e pri­sion~ roR Qllt>(larorr en poder de IH~ tropi'ls realeti, con alguuos fu:-;iles y otros objetos de cquipo-Cuntimía. El 18 cltl Agol':to último pnhlie6 Tribnurt, Riu (~omentarios -¡, catllliclPz ó piearclía i -ttn n~lato de batalla dado eu Uolom­hia Plltl't~ d11s particlns nwolnc~iouarios. ¡ Qné matauza! U ay una distauda enormP. eutre ~.a hata.­Jia ~· la~ de los soldados dd Papa, ó an11 lgratiaha ;\1 PrP · iclente l\lae 1{1111.-y el Allllirautt• Dt•WPy-tal \' t•z st•rú Sdtlt·y o S;llnpson - qn•~ dtt­rante el combate un jon•n timonel dt> sPguuda cla~e ya pica­do de \'Ínwhts, se ha toreiclo 1111 pie al ,· ... uir á O(mpar· sn put--s­to t>n la rnttda d •1 timón." H.•rrgn~h~t rnistno 110 pasa dt.., stmple eRcararnuza si lo compar:.uuo~ co11 la hnnot·o~a hatalla ele Oo­lom hia, ú la cual, pal'a a rno1·thrnar algo el pf...,eto tPJTOI ífitm que en Jos áuimns causaría, ha 8ido necesario dar dos uomhre~: Lebrija y Palonegro. l)t>ro dc·jemos la palabra á Tribun(t, qne verdaderamente es inimita hle: "Et 11 de l\layo em¡wz6 la hatalln, qne ha ~iclo nna (le las más hnrrihlPs f)llP ~e rpg·il·•tnw en las p;'1~ina~ a la victoria. s~ sigue luchando día y lloche 1Ja8ta el ~ü." Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 789 ¡ Qnince (lías ~Pgnitlo~! no s:ou clo~ no:nbres los qne habría qu~ ct<-1r· á la batalla, Mltto n11a do<~t"IIH! '· De t•:o-~ta hara lltt t"spauto~a., imagím·s:e el frag-or y el es­trago dt" lllltehns eaiío11e~ y HIIH .. trallatloras y ele :30,00:• fusiles dt~ fll't·t~isióu moderno~. clisp;~ratlos c:ou ardor fn~nétieo cluraute quince días y qui111~~ noeh.-s. Imagírw,.¡e e11 eatla. soldado, en catla otieial, t>ll muht.kf..,., la fati~·<~, l,t zozohra, la :-~etl, t'l hambre, t~l insn11a11io, el sol, el :-;~reno, {t bt. Íl!te'llJH•rie, en 1111 tern~no dis­} HJtado paluao á palmo, eu uuís ele closcientaq hol'as de lucha euwtrni~;tda llast;a. la cl ... st~spt~t·aeiún. hahie.tHlo lle~!atlo 1:-\ mayor parte dH lcts tt'opas al sitio tlel combate con marcha-8 forzadas iucn·í hles. '· ImagínPse la ra.hioRa. compasión por cada compañ~ro QlW cae para no IPntnt.ar, las altt"t'll;-at.h·as eh~ esperauza .V de dc•s¡weho, por fin las tlinutlos <)11~ in\·ocan á la espo:-;a. {t. los hij~,s, {l. la matltt'~ ahltlltlouados por· una pat.r·ia · que c¡nié11 ~ahe si s4j apro\•eohará th·l sa.{~ritieio. ¡Oh, quit~ra Dios que á lo m t .. nos , ohrt .. la haei naetón de h neso:-c que hlan· Qllt .. arú en P:-ot> ca111po dt:\ gloria.\' ele muertP, ~e cortl-\olide para t:;ÍelllJH'O el impt~rio tlt~ la. legitimillS qnP hr·no:-.~ ,\· eomo rt-nHttt~ tl ÍI-\IHll'ado~ con freuét.ieo al'tlor durltttt•• quiuee día:-; y qniuee nodws .... Bsta hatalla. de l}alone.r¡ro clt .. smi~nte e\·if1Pntemt~nte los C~tleulos ele los esm·itor·ps utilitar·es, dH la. g-e11te (Jne ~"t~ Ct't•e cou•pt•h•ntc~ Pll pstas matt•I'Ía8 ~· pretc>Htle qne las hatallas tllfí­eilnw•• tt~ lm·,,r.ln mils dt• do.· d a:-~, qtw todo .. jér·cito qu ... haya lwt·dirlo t.•l \·ciutl! ó tr ·iuta. poi' cieuto do su cf~,,ti\'o tt:null'{' quo r tiriH .·e•. ¡ Qn<~ tlos días y tn•int.a por ciPuto! B~t•u e .· c~iert•• (1''"' no eonoel,IIIOS t•l IIÚtn(•J'O ~1~ mnerto~ y heridos Pll Lehl'lj<' ,\· l'a),,ne.rJ'·o; pe•o por lo.· dt•tallt"s (}tlt~ he· mr»s tn•u~·~•·ito e~ dahlt ,~ret .. l' (}ll~-' hayau pasaclo th~l IIO\'t•uta. y <Ürtcm por cit~uto ••• Puliría t;eL' tamiJiéu qtte 110 l11tbie ·e hahi· do ha.talla ... . -.11. • ( 0~:~ El Porvenir Militar ele Btlenosaires, A rg~ntin:a) "' L r•:; c1111 · e ¡ .to~ el el e .,:r it .r • rge11tÍ11•1 son pruE-h1 snhra•la rle h import:tncia de la h t •• . }., de P.-tlo111·gro, dt':-.rlt' el punto ele vi:-t r táctico, y la ju-t , fi·~ •ci6n de los tttlc rlt's1lo.: .wte~ ele lanco~ del pu ÍJ mn c¡ue á blan~:os que t.uubién m.•t 111 Por lo dt•má•, P.tl011egro e· una prueh,L Ítrt'cusab•e de la bon­dad le la inf,nterí.' colo;nbiaua, ya muadtin,,-L. V. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 700 80LETIN MILITAR '-y--" (Continúa) ContiPno 61 ca nt6n de Ch iq ui uq nir{t 26,600 h~ hitantf'~, irre­gularmeute uíclos ~ohr~ nu tPnitorio d~ ~~4 lt"'¡!.{tta8 ~ra­nadiuas cuad nHlas, dc~ )as ,m a lt>s 140 ~o•• tlt· sit·rtos eou tin nos, la. mayot· parte l>altlíos. Las S l h·gnas enatlt·adas I'P~tautN• r¡ne se •lau pOI' hahitad:-~l'l, uo lo t>sUtlt en propon·ión {¡ ~-'11 ft .. rtilidad ui Hl tamaño de los clistl'Ítos, pues PI de Chiquiuqniní eliPilta ,ooo habitantes, ... 1 tle Oattipauna 5,000, PI tle SahoJ;Í a,7CJ0. el mt \'ist a. 1 ,600, el dt- Itoeo 1 ,~CtO, los de Ooper, .l\luzo:; PHillle HOO ('~tra qne impropiam nte pnt>ch·n IIHmar~e po­blados. IJa pohlación aume11ta en lo~ em-ttro primeros~· disllli­nuye en los restautes, ~ohl'e tocio eu Muzo, Bueua\'i~ta y 1\fari­pf, no )'orque sus eliu1a:o~ fwau mal~anu:.;, sino por falta. ele quidnet-t animen la. inclul'ltria y e~onijau las etJstnmht'PS. De Jaa 84: leguas qt e se clieett pobladas, Hpeuas la décim;.t. parte Re halla ocnpatla por ~wlllelltet'8 de ualdíos. Hállause IIIÍilaS clt .. lJit·l'ro, ·~ al'hou, sal, cobre, plomo. oro de a.luvióu, eal, .Y~so y a huudaucia dt' Hznfre eu varias combinaciones. En ¡muto ft Hnimalt•f1 y reptilc•s no par(.•ce sino que allí se han congregado los ele toda la Aruériea., eucontraudo cada lleÍt'l'I'H. tlll aroma ex· qUJsito. El catubio tlt estos frutos ~t:' \ ' Critica. en mercados ()119 se tienen en catla. pueblo uu día tle la. st>maua, J•or Jo n•gnla.rel domingo, y el tt·ausporte lo hact'll á lomo dt~ btwy, úuietJ ruedio praeticahlt> en aqnt>llo~ camiuos fragosoM y aha11do11atlo~. El pa· padeutt., animal, euja.lma.tlo y t•oJI un ); , ¡·go c~aht:~:-.t.. ·o, ~tt.aclu at agujel'O qne le ahren t'll la tt·ruilla llP la. uariz, marcha. dt~lauttt del contluctor cou dos gTaudes tuocldlas cueima, y á n•ces uua mujt>r ó nu rnnchHelto por añadidura. Un gTito ó nn lllO\' imit>n­tu tlel cabestro le haceu apn~sur<~r ó detPuer el paso, clid~i i ~e á fllen~d1a ó izquienla, ó subirse á lo::; barrancos para tlar paso al Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ vi~nclantc.~ qn(~ Be enctwntra eon lns cargas en los estrechos ca­llt'jotlt':- t por dmulP 110 es pmdhh . ., pasHr ~iuo en tila. J)e r~gre89 del mereay, :-~iu ca rg;.¡, Re con vierte en cabalgadura del amo,";\. eoutra toda:-~ :-;u:-; aptitnclel'l trota y galopa de nua maue­nt g-rote¡.;ca qne llace rd•· al qup por primera vez presencia el iuu.sitaC'lo HrHbtr de ;H¡ttt ... llos e~ball(> ~ con ctwruoR, obedientes y manl-'o · twhre tocla po11cl(•t ·ad6u, compHfitorol-1 iuse¡uuahlt.·~ del il~~ que uiugúu otro ¡·e~mplaza­ría en J:.ts fat->na~ del mtlliJIO y dt-'l tnítieo. S..- da fal'\t id iosa la e u u nwnacióu de las riq nezas naturnlee qne guardan eu :-~u .st>11o lo~ i11tcrmiuahles bosques de e~te ca.n ­tóu t'H los di:-;trito~ dP temperatura. m'dicla. MHderas prf'ciosas, resina:-; :uomit t ica~, h{ll:-:H m os y pla utas me<.licinah.-•s de sor­JH't-' IHiente etkaeia se t•lletlt-'lltt·au á enuclautc· caza de cit.·n·o~. Yeuaclo:s y ruuchec.lumhre ele otr o. · ;tllilualt·.· clP ca•·tws 1-'Hcult.•nta~, olviclau su terocidafl y llu)- l'll (h•laute c.lt•l llomhr(-', ;ti cual sólo aco~ado~ y mortitimlclo llJ uat m·alista put>de r correr si u l•t·ligro alg·uuo la:i 11o l'Xplor, <:omo ¡.., o1 c((~d r ú tllu~ M ro ~ahio, motle~to y m a logrado eom patriota Ué .... pt.•dt·s, hahlcuulo uel'al. <'(llll(' IIZ du~ y juzgado fut>ron lo~ ·iguit•ute : -==-1--=::_ ------D·1--L- t_T_O_ s _ ___ ____ l-=~- 2 1 4 6 10 1 1 8 o 1 2 2 Jlurto ....... . .. . ........ . Riiia . .... . . . .............. . Homicidio •••••.•.......• . 11 " n g-a . . • • • . • . . . . . • . • ••. ·¡ li (•t·ichtS . • - •••••••.•••••••. H.c·~ pottNa hi 1 it l aft• <:to de ~\ ht~hitht f)lle ,,.~PI ,·ieio pl'~·lornÍII illtt•, partitmLtl'lllt>llte ell las ~ntlltles reuuÍt>liPS ele lch lll·'l'l:ados .Y Ít>I'Í Js pre~os fu~a!'nll de la prisión, uo oh .... talltt• l)llt~ la· e(u·c,·lt·~ eareet>11 tle ~wgtu·itl:t · l y sn11 ea-;.ts t~onulrlt's dt• paja er>ll prt rt·d~~ dt-\ ttPrra. La-; c:uJsM~ tlt:> n•spoiiSrtarios por 111al llt""SPIIl· ¡wfio tle sns llHUt'f't•s IIHg-arorl (l ,., .. ¡u t isiPtt"', hi~11 q ~~~ d Íl"'Z no 1u~s pl'Pstarotl mérito par 1 pr·o<: 1h•r·. J~...;te ht>tdlo Ps eonehttivo á la. carencia tle instruedón qnn hact~ •h·l A.lcaldt1 nna \'er•la.· cf~ri\ ,.,ctitu.t, ena1ttlo 110 es lll,trn •twnto pasl\'o t},~ los {I'On.f)nrt­le$ del pu~hlo s ele al~úu tilltl"'I'Íiln 11t>eio y Pllt't•tl;~tlol', tle don­de pt·ot:e•le el 01lio eon ()lit~ rtiiPstros caiiiJH•sillos miran t-se c,u·go por mil rt'SJH't~to · orrt•i'O ;o. Aun Clltllclo se tome en con­Sitlenwiúu lo i llll>Prfeeto dt~ la ~\ti 111 i nist ra,~h)n flt"' j 11stieia p.n lo~ tlistritos, totl:.t\'la Ps eit•rt.o qnt~ Lt t.ahla dn cielitos arr1ha exprt·satlos para n11a pohlaeiú11 •lt> ~().0'10 ltahitautt>s, es , ... J rne­ ·~u' te:-;tllllOIIio dula hllellali1latl tlt"' <:orntpt~ióll iu\'t>ter·ada, sino th~ cansa~ HCt~hlellt. alps qne lllla ,.,.z r«>lllo\·ida'4 po11dríau ténni­uo al 11tH l. Ij ts prilleipalt•s sn11 dos: las ~randes distaneí:-ts {¡, que ~u ~rll:lleutt'HII alg· u11o~ ''r-CIIItLHios a· .. ~sJweto dt~ lrt. rpsillPn­t: i"\ ch'l Ü ll'llt:Íl)ll St' IH'C~SI~IIIdt• l'llt.OilCt'S pat'a ftH'ttHU' la~ faruilias; .Y d pr•·•~iu, c~xl~t~rhitaute p .tra aqut~llos infelie~.,., :í q tw se \'t•u • lt~ c•l::) tt:t'.llll •ulo tlt•l ru.Lt.rirrtolliu. Do lile­quiera qne lw ltallrt.tlo 1111 Uura g-~awrww .V eh~ uohl ·~ iclt•.ts »e H·ca de su 111 i ulstt•t io, los re~ist.l'tH parroq rt ia IP · pn·~t·ll t.a han nnelws m . ~otrÍIIltHIÍo~ y poe11 · nadmi t•utus ilt•;.dtímo-.: cloutl~, a· el et)ttt.ra.ritl, t•l Uttl'i\ nwtali~ : lo, c• .-.¡wtmlitdl)l' o a \'ar••. d~­gr; tla SIIS ,'illlt, a~ ÍlltH:ÍOIIPS, (~011 \'ÍI'f iéudolas t'll \'ef':,!'OII~OS() CO· a t>l't~io U\'\ rt~!!'att'ns y ~~or11 p t .. ns:wltHH'"' ""''"·arias, los 111 ri tri llltlltios un rart)s, y las f 1111i 1 ias i 1(:&,!..!'1 t.i r11as fdt'tll · l n la rrmyorLL dt' aq ne­llas m.tl rt>gídas a-.odac~Í•IItt·-"· D ~ •• . ,ra-. ftrutla." sa.leu los .iú,·e­es lit:t"'IICitHOS, (}llt' t~ial e .~ r·aptdt:o-~im ... : Rlt m .tl üur.l pll ~1},~ dP.eirst~ qtt•• prostit.ll,\''' la. tnitrttl d~ sn"' feli­~ · ·t•8e.i y t,rasl on1a lct lHst~ f,u"Lun 11 t.a.l tlt• t01la 80<~It•tL1tl cr·is­tl< lll<~ ,V civilll.adil, LA. PAi\ItLIA. L~:G\L, t•8 Üeeit', la. Cllll
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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 183

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año V Serie II Tomo I N. 16

Por: | Fecha: 20/04/1901

BOLETIN ~fiLITAR DE COLO~iBIA Director ad honorem Organo del Ministerio de ¡ Guerra y del Ejército F. J. VEBGARA Y V. Son cola.borndore · de e¡:; te periódico lo~ ~ General de Ingeniero , Miembro de Jefe y Oficiales del Ejército ~ varias Sociedades CientHlcas i\-OCIO.VES DE CEOGRAFIA 11IILJTAR Continúa 1 OROGRAFIA TEORJA DE!. TERRE1VO ~Iontaílas-\ allc~-;-Llanuras-~Ics tas Las palabras monte, monlcuia, tan inteligibles en el lenguaje Yulgar, son en el científico ambiguas é indeterminadas, porque unas veces c. ·presan la elevación absoluta, y otras la rclati ra 6 diferen-cial, c. decir, el contraste entre un lugar alto y otro bajo. Lo que un habitante ele país montañoso considera como colz"na, es sierra 6 monlaiia enorme para el habitante de la llanura. Los Pirineos en la parte que sirve de frontera, son montes.; en su prolongación al Oeste 6 Poniente ya son monlmias, de Santander, de Asturias. T~r;ir-'~=:!;; mayor altura 6 altitud (como se llama á la altura absoluta sobre el nivel del mar) es en España uno de los picos de Sierra Nevada que tiene 3,500 metros; pues bien: esta altura máxima se llama Cerro de Mulhaccn. En la l\;1ancha es úerra cualquiera línea de co-lilzas ó cerros que rompa la uniformidad del horizonte. Lo mejor para entenderse es, dejándose de montes, sierras y arros, comparar primeramente lo alto y lo hondo con sus cerca­nías, y luégo su relación con el nivel constante del mar. E1, con su horizonte general, nos da el cero de la escala para las asperezas, desigualdades 6 bajorrelieves de la tierra. Así, el nombre genérico de motzte 6 montaiia debe aplicarse á toda protuberancia, pliegue, resalto 6 arruga que sobresale más 6 menos, no sólo del nivel ge­neral del mar, sino del particular del plano local 6 parcial en que descansa. T~MO l-3 1 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 474 Como muestra de la copiosa nomenclatura que según las pro­vincias, tienen los puntos elevados, citaremos: aguja, alcarria, alti­llo, altozano, berrocal, braña, cabezo, canchal, cerro, cilindro, cor­dal, cordillera, cueto, derrocadero, desgalgadero, farallón, hacho, mesa, meseta, mogote, morrón, muela, muga, otero, picacho, pico, pobo, poyo, puig, reventón, serranía, sierra, ribazo, tezo, risco, tela, terraza, torcal, tozal, etc. (V. Dice. Mil.). La superficie de la tierra presenta, en sus grandes comarcas montañosas, notables desvíos de la forma esférica, contrarios á las leyes de gravitación y movimiento: es, por lo tanto, evidente que otras fuerzas además han debido concurrir á su estructura. Hum­boldt llamó ya "reacción del inte rior del globo contra su corteza sólida," la fuerza que ha producido las grandes desigualdades de la superficie, esto es, las montaJias. on, en efecto, hinchazones, in­tumescencias locales de la epidermis ó costra terrestre, compara­bles, si se quiere, á los tumores de la piel humana : como ellos, se producen de dentro á fuera, y como e llos también al reventar, es­parcieron sobre la superficie la materia líquida que viene de adentro. La idea de la " fOI-mación de las montañas por levantamzento" no es nueva; varias veces ha sido emitida y luégo olvidada en tiem­pos en que la geología sólo se fundaba obre conjeturas; pero en el día está ya generalmente admitida *. Solamente algunos geólogos que creen poder explicarlo todo por las causas tlcluales, apoyándose en el hecho local y concreto del levantamiento lento de la . uecia, y sobre al o-unos otros movimientos del suelo debidos á la acción volcánica, quier n que lo levantamzentos se hayan verificado hnlamentc y por una serie de esfuerzos largo tiempo repetidos ; mientras que otros piensan, con De Buch y Elie de Beaumont1 que ha sido de una manera repenti'na y violenta. Esta última opiniún es la de la mayoría de los geólogos ; y parece ra­zonable, al aspecto de las singulares torsiones, desgarraduras, plie­gues y dislocaciones que presentan las montañas. Recientemente se ha hecho contra la palabra levaniamzenlo una objeción : las grietas ó hendiduras-han dicho-por las cua­les se han eleYado las cordzlleras, sol" debidas á un hnndzimento ge­neral que la corteza ha debido sufrir, para seguir la contracción más considerable de la masa fluida interior; luego las montañas son en definitiva el resultado de un huudz'lwento, y no de un levania­mt" enlo. Esto sería fundado, si al emplear la palabra levanlamz'ento, se la quisiera aplicar al conjunto de modificaciones que ha debido su­frir la corteza en una época dada ; pero no es menos cierto que una cordillera, en particular, resulta de una acción, de una reacción, si se quiere, que obra de abajo arriba ; y no hay el menor inconvenien­te, en este caso, en emplear una palabra que representa muy bien el hecho, y que además sería difícil de reemplazar por otra expre­sión tan cómoda y breve como ésta. • Esto se escribía hace algunos años. En la actualidad la Geología mar. cba por otros senderos-N. del D. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. fiofct!n Jlilz"tar 475 Dentro de ese principio general puede haber ciertamente di­ferentes clases de origen, a í como también hay numerosas com­binaciones de forma, resultantes de sus desarrollo y degradacio­nes en diferentes épocas. La tres clases principales son : r :, por eyaculación, inyección, de borde y aglomeración de masas ó ma­terias eruptivas á la superficie, y que suelen distinguirse con el nombre geológico de monlallas volcdmcas; 2."-, por levantamiento de partes preexistente de la corteza sólida, ocasionado también por masas ígneas inferiores, y que forman las mo171íulas llamadas plu­tómcas~ · y 3.\ las producidas de mil modos por compresión lateral, por movimientos de báscula y palanca, á manera de nesgas, plie­c. rues, arrugas de la corteza. En un mismo s1~rlcma ó maczzo monlaílo- · so se encuentran á veces combinadas varias ele estas clases. pesar del natural empeño de conocer la altura de monta­ñas notables, y del esmero con ue en todos tiempos se han bus­cado re ultado exactos, no debe extrañarse h discordancia de éstos, ni retraer de nueYos esfuerzos el mal é. ·ito, que posterior­mente e comprueba. on tantas las cau as de error y de extravío en este género de investigaciones, que sólo deben acep~arsc, y con resen·a los resultados de operacionc xactas, como las que en nuestros tiempo permiten los adelantos de las ci ncias~ y aun más de los instrumentos (que en este ramo son agentes principales), y podemos sacrificar sin rcmordimi nto datos tradicionales de inse­guro origen. Debemos ver in extrañeza descender de sus respectivos ran­go , minencias que los han ocupado mucho años, in rival. Esto es de todos tiempos. A principios del siglo xvur continuaba el pico de Tenerife ln pose ión del título de "montaña más alta dd mun­do" (véa e la Geografía de Vareníus), á pesar de estar bien á la vista los Alpes y los Andes. En los Pirineos, recorridos por sabios académicos, pa aba por más alto el Canigou, y hoy abemos que el Mont-Perdu le lleva 6oo metros. El Chimborazo mismo, tan célebre por los trabajos de Bouguer, La Condamine y Humboldt, tuvo que ceder su puesto preferente y dejárselo al Himalaya. En esta enorme cordillera del Asia central, que constituye la mayor elevación del globo, se disputan hoy la primacía los dos picos de Kunchinjunga y de Gaurisankar, que tienen unos 8,840 metros Los viajeros, geógrafos y naturalistas confunden las monta­ñas de diferentes órdenes, por falta de buenas definiciones que las distingan entre sí. Hasta ahora estas definiciones han sido arbi­trarias: ningún principio ha servido de guía, y la principal dificul­tad estriba en la elección de caracteres. Considerando las montañas con relación á sus dimensiones ó á sus alturas, en algunas cordilleras, en algunos grupos se ven cum. bres ó cimas de 2,000 m. dominar todo el sistema y formar monta­ñas de primer orden, relativamente á las otras ; al paso que en otro macizo, frecuentemente poco apartado del primero, los picos de 3,000 á 4,000 m. no son más que de segundo 01'den, por estar domi­nados por montañas de más de 6,000 m. de altura; además hay cadenas ó cordz:Zleras secundarias, regidas y caracterizadas eviden- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín M·ilz'ta1' temente por otra principal, que ofrecen muchas veces picos más elevados que los de la masa á la cual la naturaleza parece haber­las subordinado. En los Alpes, por ejemplo, con respecto á la vegetación, se consideran seis regiones : J .a. ubmontana 6 de lo nogales, hasta los......... 800 m. 2.n !\fontana ó de las encinas ............ de 800 á I ,300 3·a Subalpina ó de los pinares .......... de 1,300 á 1,700 4."' Alpina ó de los 3.rbustos ............ de r ,700 á 2, roo 5."' Subnival ó de las gramíneas ........ de 2,100 á 2,700 6.a Nival, nh·ea ó de nieve" perpetuas arriba de ... 2,700 De todas esta regiones naturales, que se Yan sucediendo como pisos en la falda de una montaña, ninguna tiene un carácter al parecer tan señalado como el de las m~"'i: es perpetuas, es decir, las que resisten al estío, 6 se renuevan en cuanto un derretimiento par­cial durante el estío ó la primavera ha disminuído su masa. Fácil es comprender :jUC la línea llamada límde de las mi:­ves perpetuas, se encuentra á una altura absoluta tanto mayor cuan­to má calor hace al nivel del mar. 1.Iientras n las regiones pola-e , por ejemplo en el ~ pitzbcrg, 79° latitud no:te, e tá al ni\·e1 mismo del suelo, tiene grande elevación en las 1·egiones ecuato­riale , como en el Himalaya. falda septentrional á 36° latitud nor­te, donde sube á 5,300 m.· ó en los Andes de Quito, 1° latitud sur, á 4, 20 metros. Pero esto dd límite de las nieves p rpctuas es muy complejo. Depende de la temperatura; del estado higrométrico d 1 air · de la forma de las montaña ; de la dirección de los vientos reinantes; de u contacto, sea con la tierra ó con el mar; de la altura de la montaña· del escarpe de sus faldas, y en fin, de la e.·tcn ión su­perficial y elcYación absoluta de las mest'las que soportan sta 771077- talia. Todo ello contt·ibuve á dar al límite de las mcves su carácter de variabilidad. ~ Este empeño 6 necesidad de dividir y clasificar las monta­ñas por su altura, hace que cada tratado de geografía adopte un método ; pero el más aceptado parece el que la clasifica en cuatro órdenes: el I . 0 , de 3,500 metros arriba, con cuatro regiones 6 zo­nas, que son : la del cultivo, la de los bosques ó forestal, la de los rados 6 pastos, la de las nicYes perpetuas; el 2.0 , de 3,500 metros á 2,700 metros, también con las cuatro regiones; el 3. 0 , de 2,700 metros á 1,200 metros, con tres solamente, pues que se suprime la de las nieves perpetuas; y por último el 4.0 , de menos de 1,200 metros, con sólo las dos primeras regiones ó más bajas, la culti­wada y la forestal. Para darse razón y hacer comprender la disposición ordinaria de una sierra 6 cordz1lera y de sus partes constitutivas, se la pinta ó supone teóricamente como formada por dos planos inclinados que se reúnen en ansia como los de un tejado ; 6 como un prisma triangular, muy prolongado, que insiste sobre una de sus caras en Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Milztar enemigo es fuerte ó está fuertemente atrincherado, la artillería debe hacer sentir su efecto á fin de permitir á la infantería que ata­que sin peligro, aun cuando debe saberse que en casi todas las acciones que tienen lugar en estas guerras, el principio de hacer avanzar la artillería no pierde su valor. Ya sea en las faces preli­minares del combate, durante el desarrollo del ataqu~, ó ya sea en el momento de la crisis de la batalla, la artillería puede y debe maniobrar con un atrevimiento que no se consiente en los com­bates entre ejércitos regulares. La preparación por la artillería ofrece desde luego características que difieren poco de la concen­tración prolongada del fuego de baterías amontonadas, conocida con el nombre de j;nparad(m en la fraseología militar actual. El efecto moral de la artillería es muy grande contra enemi­go irregulare . e ha hablado ya de la alta estimación en que tienen lo asiáticos los cañones. ~ i la posición ó la superioridad numérica es con iderabl , hay que utilizar este efecto moral; pero el efecto material e aún más Yentajoso; y si el enemigo no es formidable, es esencial, cuando se hace uso de la artillería, cau­sarle pérdida . Teniendo n ~enta la~ con ideraciones precedente , 1 prin­cipio, en acciones contra tales adversarios, LS, sin duda, emplear la artillería á corta distancia, de modo de utilizar todas sus ven­taja . E te es un principio verdad ro en ca i todos los caso~ en que se trate de obrar ofensivamente entra adver ario irregula­res, porque el fuego d éstos no s preciso. La gu rra contra los Boers ha sido una . ·cepción ; en la represión de revu ·Ita n país civilizado, el en migo puede tener buena arma de fu ,go y aber hacer uso de ellas; p ro las condiciones no son ordinaria ·. II . . En el alar¡ue !tTS jn'ezas han de 1/n•arse arca del obj¡.:fi7.Jo-En la mayor parte de la p ,qu ñas guerras, las pieza pueden condu­cir e sin pelicrro á di tancia á que inevitablemente serían reduci­das al ilencio por la infantería r .guiar, i é ta no fu se ante · desorganizada por la preparación por la artillería, ó por otro medios. La elección de las posicione frecuentemente s muy limi­tada por la quiebra d ·1 terreno. alvo e te ca o y el de la im­potencia de la artillería cuando está en movimiento, casi se puede asentar como rco·Ja general que la colocación conveniente de las piezas es sobre la línea de fuego de la infantería. Mientras más cerca, el tiro es más eficaz. Si ellas tienen que abrir vías á la in­fantería, deben, tanto como lo permitan las circunstancia , ponerse en acción en el instante mismo en que la infantería ha del ido dete­nerse. Según este principio, cuando las tropas regulares han toma­do la ofensiva, la artillería precede, si está bien montada. La sublevación de la India ofrece numerosos y notables ejem­plos de esta táctica ofensiva de la artillería. Citaremos dos: e~ kunderbao-h y hah Nujeef, en Lucknow. Antes de que la infan­tería pudiese atacar el ekunderbagh, las piezas fueron conducidas á menos de roo yardas de los muros almenados, y tu i ron que emplearlas durante algún tiempo en terreno descubierto, á e a distancia inmediata. Luégo que se tomó por a alto el Sekunder- / Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Mzl-itar 479 bagh, se hizo necesario tomar el Shah Nujeef, no menos formida­ble. Los cañones de la Naval Brigade fueron conducidos por los marinos y el 93. 0 á menos de 20 yardas de los muros macizos del edificio. "El Capitán de buque Peel, como lo escribió Sir C. Camp­bell en su despacho, se portó e ·actamente como si hubiese condu­cido el Shannon al abordaje de una fragata enemiga." La mezquita resistió largo tiempo á todos los esfuerzos de los acometedores. Ya era de noche cuando cayó en manos de los Ingleses. Pero á la mañana siguiente, temprano, señales y toques de corneta que par­tían de la cubierta del grande edificio, informaron á la guarnición ansiosa de la Residencia que todo iba bien, y que concluídas sus penosas velada , iba á poder participar del combate. Hasta el hecho de colocar en batería las piezas á los pies mismos de las murallas del Sekunderbagh y del Shah Nujeef, es un espléndido ejemplo de táctica ofensiva de artillería *. En Amoaful tuvieron que llevar las piezas varias veces sobre la línea del fuego para romper la resistencia del enemigo en el . bosque, y á tan corto alcance, hicieron gran carnicería entre los .. i\.shantis. En Ordahsu una pieza seguida por la infantería, y ga­nando terreno poco á poco, avanzó recta sobre la aldea. Casi la redujeron al silencio, pero prestó servicios t. En el ataque de Konoma, en Jos Taga Hills, en r 88o, luégo que se tomó por asalto la primera trinchera enemiga, las dos pie­zas sio-uieron á la columna al penetrar en esta defensa, y desde allí rompieron el fuego sobre otra trinchera, que sólo distaba 50 yardas, y abrieron brecha. Tres asaltos fracasaron. Después del tercero, 1a retirada de 1a columna qu ..... atacó fue efica7.mente pro­tegida por las pie7.as que, disparando por encima de la cabeza de la columna, barrieron las murallas que habían vuelto á ser ocupa­dos por los ... agas, en el momento en que la infantería intercep­taba el fuego de la artillería ¡ . * Véanse las Expedicioua ingluas en Africa, página II 1. t La descripción del Sekunderbagh ha sido ya dada en una nota prece­dente. El Shah ... ujeef e taba á algunos centenares de metros al TO. del Sekun­derbagh. Era la s e pultura del primer Rey del Oudh: el edificio consistía en una bella tumba blanca en forma de cúpula, rodeada de un patio y cerrada por gran­des muros de piedra almenados de 20 pies de alto. La construcción estaba casi oculta por un matorral espeso, y no se dieron cuenta de su fué\.za de resistencia sino cuando estaban encima de ella Los rebeldes concentraron un nutrido fuego sobre los marinos del Capitán Peel, quienes sufrieron tales pérdidas que una de las piezas ({ucdó sin quien la disparara. ( Forty oue years itt Iudia, by Fidd .flfars­hall Lord Roberts, página 183 y siguientes). t Los Naga Ilills son montañas cerradas del Assam, situadas entre el Bramapoutra y las fuentes del Irawaddy. En el ataque de las trincheras chinas de IIoa :Moc por la columna france­sa que marchaba en socorro de Tuyen Kwang, en el Tonkín, en 1885, ataque en el curso del cual los defensores combatieron con mucha resolución, uno de los reductos resistía aun después de la toma de las otras trincheras. Se condujeron con prontitud dos piezas de montaña á menos de 50 yardas para atacar el para­peto, y en breve se abrió la brecha. Estos episodios se citan como buenos ejemplos del principio de hacer .avanzar la artillería. El medio más seguro, en estas pequeñas guerras, para em. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. B o/etín i11i/z'tar do de las piezas. Así era como procedían en el Tonkín contra la artillería de los Chinos. Pero en lucha contra artillería ene­miga no hay que olvidar que el punto final debe ser la toma ele esta artillería, y que si bien un fuego intenso de granadas la somete casi de fijo al silencio, el resultado de estos disparos puede obligar al enemigo á retirar us piezas al darse cuenta de que está perdido en e te duelo. En estas pequeñas guerras es preciso, sobre todo, que la arti­llería se encuentre inmediatamente disponible en el momento crí­tico y bi~:::n adelante. Las dificultades de terreno en unos casos, y en otros el hecho de que las piezas son de ordinario llevadas, y no arrastradas por caballo , hacen á Yeces imposible los movimien­tos rápidos. Y in embargo, lo que conviene es que puedan ser movilizadas tan prontamente como la infantería. Si 1~s ca­ñon s e tán reunidos en un solo punto, es fácil que no lleguen oportunamente al lugar en que se les necesita. La práctica y la teoría parecen estar de acuerdo para recomendar que las piezas sean fraccionadas en pequeñas unidades, secciones ó medias ba­terías, é independientes. En Tel el I<.ebir, la artillería inglesa es­taba amontonada en el centt·o de la primera formación de ata­que, y formaba 1 eje sobre el cual la· di-visiones de infantería colccada. sobre los flanco~ podían apoyar e en caso de mal é."ito. Per tí la concentración sucedió la dispersión, desde que la in­fantcda p netró 'n las líneas egipcias. To hubo fuego en ma.sa *. V. Dúper //m de la ar/¡J/a!a en la dt:{t'llszva-El principio de la di p r ión de la artillería se aplica igualmente en la def nsiva. Rara v z s n "C ·ario concentrar las pieza· en un punto parti­cular, pu s 1 fin principal s tener una 6 do piezas li ta para di parar por toda partes por donde el nemigo intente acom ter á fondo ..t. .... e ha hablado ya de la colocación de cañon en el in­terioi · de lo cuadros, en el capítulo q~..:e concierne r ecialmente á esta formación. * Véase el croquis de la formación di! ataque en las E. -pcdicioues ingle­sas t'll A.frica, página 320. t esta rcgh se conformó el • in.lar J~itchener al Ji tribuir su n mcrosa artillería el día de la batalla de Ondurmán (2 de . 'eptiembre de 1898). Esta ar­tillería comprendía: 1.0 En la. División ingle a (.Iayor General Gatacre): la batería 32.• de campaña (z cañones Ann trong de á 40 libra.); la batería. 37.n de campaña, con dos obuses de 5 pulgadas; un destacamento de lo Fusileros reales irlandeses con 4 ametralladoras :Jfdxims; una batería de la 16.(\ compailía de artillería con 6 JJ.Iá:cims. 2. 0 En la División egipcia (.Mayor Gl!neral Hunter¡: una bate.ria á caba­llo de. cañones Krupp de 75 milímetros; 4 baterías de campaña con dáxims; 1 batería l\Iáxims de 10 cañones Nordenfelt . El. 'irdar dispuso su ejército en un zeribá en forma de herradura ó de media circunferencia apoyada en el .l ·¡¡o; el río, formando el diámetro de la media circunferencia, e taba inclinado sensiblemente ud norte. La tropas se tepartieron del siguiente modo, part icnclo d.! la extremidad sur del diámetro y siguiendo la media circunferencia: Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín lV/zlz"taP"' VI. Valor de la artz'!lería en la difens/va-Es muy raro que la:S piezas no puedan defender su propio frente, á menos que el campo de tiro no sea muy limitado. En el ataque intentado por los Afga­nes en Ahmed Khel, los esfuerzos del enemigo armado de sables para lanzarse sobre las piezas, no dieron otro resultado que la mortandad de los asaltantes, causada por el fuego de esas piezas, que disparaban á boca de jarro. En Tamay, una batería se en­contró aislada entre los dos cuadros en el momento crítico ; sin embargo, rechazó la acometida de lo Arabes y no cambió dte lugar. El apoyo dado por la artillería á las otras armas, en un momento crítico, por ejemplo cuando la infantería se encuentra mal apostada en pre encía de un ataque del enemigo, es inapre- ..... ciable. Cuando la tentativa desdichada del eneral Lomaldn para tomar por asalto á Denghil Tepe, el fuego eficaz de la artillería detuvo á lo Turcomanos que perseguían las columnas de a alt desconcertadas después del mal éxito. Lo que la artillería á Ycce tiene qu temer má , es ver que el enemigo atropelle su flanco~. En Maiwand se perdió una sección de artillería montada, porque la infantería situada sobre el flanco había ido de organizada por la acometida de los Ghazis. En tanto que los flancos están seguro , el frente nada tiene qué temer, á menos que las piezas e!:)tén e una posición muy de favorabl . En la dcfen a de puesto aislados, la artillería presta gran­des servicio . El General kobelef, en la organización de los depósitos avanzado sobre la 1 ínea que debían seguir sus tropas en marcha sobre Denghil Tepe, colocó varias piezas en cada depó­sito. Durante la deft;nsa del fuerte improYi ado de Potch f trom, en 1881, el fuego de la artillería contribuyó mucho á mantener á los I3oers á re ·petuo a distancia .. e podrían citar mucho casos semejantes. VII. Impoltm:ia relall'va de la arfdhría contra las aldeas difcndt"­das por tapt'as-Aun cuando la cuestión de material y de organiza­ción de la artillería no entra n el cuadt·o de e ta obra, tiene esta cuestión algunos lados que se ofrecen n bs pequeñas guerras y que merecen llamar la atención. El primero es que en la guerra en Asia se evidenció que las aldeas de tierra pi ·ada resi ían muy bien El 21.0 de Lanceros; los dos cañones de á 40 pr. de la batería 32.a (piezas rayadas que se cargan por la boca, de calPl>re Je 12 centímetros poco más ó menos) .M:ixims; toda la División inglesa; Máxims (en la cima de la media circunferencia); tres brigadas de infantería egipcia; la artillería egipcia; la ca­ballería egipcia; el t.amd Corps egipcio (en la extremidad norte del diámetro ; una brigada egipcia que formaba la reserva general. ~e repartieron artilleros arriba y abajo de las extremidades del diámetro; esta artillería tomaba así de flanco toda la media circunferencia. En e ta formilción defensiYa recibió el Sirdar Kitchener el primer choque del ejército del Kalifa, de las sei y media a las ocho de lt mañana. Sólo hasta las ocho y media voh·ió el Sirdar á tomar la iniciativa de los movimiento . Du­rante c·te tiempo, con los caüones y los obuses de 5 pulgada· de l:t 37.n. batería se bombardeaba á Ondurmán Khartum y la isla Tutí. Los Madistas atacaron con su habitual temeridad, y sufrieron pérdidas te­rribles; lo que hizo decir al Corresponsal del Daily .fifail que asistió al combate, que aquello no fue una batalla, sino una ejecución capital. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletfn Jlf·ilzta'l' :i los obuses. Las paredes no se hundían, y las habitaciones peque­ñas, características de estas aldeas, absorben la explosión del pro­yectil y atenúan su efecto: este es hecho importante que no hay que olvidar, porque un bombardeo preliminar puede no desmoralizar del todo á los defensores de la aldea; lo que prueba que sería ventajoso, en semejante ocasión, disponer de piezas de gran calibre ara disparar grandes proyectiles con fuertes cargas de explosión. Pero por otro lado las exigencias de las pequeñas guerras dificul­tan el empleo de otras piezas que no sean de pequeño calibre, á ausa de su acarreo. * VIII. Las pzezas deben ser ligeras y lransporlables.-A. causa de as dificultades del terreno, lo liviano del material de artillería se mpone casi invariablemente. Se reconoce cada vez más que, en la eneralidad de los casos, la artillería uncida no se puede emplear. En las llanuras de la India, ó en la hoya del Pelho, en las estepas del Sir Daría ó en la región situada al pie del I<.ofret Dagh entre 'os Teques, sobre lo grupos redondeado del Zululand y en mu­cha regiones del Maroc y de Argelia, la artillería á caballo y la artillería rodada pueden maniobrar tan fácilmente como en Bél­~ ica ó en Lorena ; pero esto no sucede en la mayor parte de las pequeñas guerras. En los arenales del Egipto en 1882 se probó ue las piezas de montaña eran absolutamente tan movible como la artillería montada. En el Tonkín la artillería arrastrada fue al­o- unas Yeces un grande estorbo. En su marcha de l<.abul sobre Kandahar, ir F. Roberts no tenía sino piezas de montaña. En el Ashante. en el Dahomey, en el Chitral y en muchos teatros de operaciones recientes, no se pueden empkar sino pieza· tran5por­tables ; estas piezas no pueden ser nunca muy fuerte , pero pue­den seguir á la infantería por dondequiera, y generalmente es esto lo que hay que buscar en la guerra irregular. IX. 1\eceúdad de la caja de perlrcc!JOs. -Puesto que en estas campañas el gran principio que rige la táctica de la artillería en el ataque es llevar las piezas lo más cerca ¡~osible del enemigo, y puesto que la defensiva en Marruecos, en Argelia, en el Sudán, en China, en el Afganistán y por todas partes, muestra que la artillería puede parar los ataques á quemarropa, es evidente que * L:\ historia de nue tras primeras campañas en el Sudán demuestra el poco efecto que producían sobre los muros de arcilla de los tatas los proyectiles de .. nuestras antiguas piezas de á. 4 de montaña. Por esto en 1890 el Teniente Coro· nel Archinard tuYo que conducir el 95 delante de Ségu. ,. Más recientemente, en Abril de 1898, en sus notables operaciones de sitio contra Sikasso, el Coronel Audéoud empleó el 95 y el 8o de campaña. En Inglaterra la artillería montada y la artillería á caballo conducen piezas de 75 milímetro : la artillería de montaña se sirve de piezas desmontables del calibre de 63 milímet.,s y que se cargan por la boca. Pero cuando los Ingleses preYén que tienen que destruir poderosos obstá­culo , no Yacilan en arrastrar ó hacer llevar piezas de 40 pr. Como ya se ha di­cho, e;;to son cai'ione rayados del calibre de 12 centímetros, que se cargan por la boca, yobu es del calibre de r6 centímetros. En la India la batería pesada comprende cuatro piezas de 40 pr. y dos obu­ses de 6,3 pulgadas, es decir, del calibre de 16 centímetros (5 oficiales, 95 hom­' Jrcs de tropa. 5 caballos, 12 elefantes y 252 bueyes) . • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Bo!etín Militar tici·s que tenga el Jefe de Estado Mayor y crea conveniente co­mu1icarles, así como las disposiciones convenientes al buen serYi­cio. Este procedimiento tiene la ventaja de que todos los Oficiales de os diversos Estados 1\1ayores, que concurren á la orden, se impongan de la situación general del enemigo y de la de los Cuerpos próximos á los suyos, y puedan comprender mejor las dis¡ osicione s particulares que se hayan dado, así como las miras del G e n e ral en Jefe. En esta reunión sólo se dice lo que conviene al movimiento en ..reneral, sin entrar en detalles. Las órdenes extraordinarias que en el curso del día tengan qu darse, pueden transmitirse por telégrafo ó por teléfono, si hay seguridad de que la línea no esté interru pida ó en poder del ene­mi o; p e ro en todo caso, toda orden dada por una de estas vías, del e rá luégo confirmarse por escrito. Cuando el uso del telégrafo no es posible, hay que recurrir á otrvs medios. Si la orden es de suma importancia, se destinará para llevarla un ficial d e órdenes, á quien se le darán dos ó tres soldados de escolta muy bien montados. Si la distancia pOI- recorrer es muy grande, se establecerán de 10 en 10 kilómetros, puestos de correspondencia, cuyo efectivo se fijará en cada caso, como lp previene la instrucción para el ser­vicio de la caballería en campaña. Estos pue stos se establ ccrán sobre el camino, en lugares bie n visibl e s, aprov chanclo las casas que cerca de allí se encuen­tre n, y e vitando entrar á poblaciones de ci rta importancia, i éstas son hostile s. Se colocará un centinela sobre el camino; y en el lugar cupado por un puesto, debe haber una señal exterior, visibl , tanto de día como de noche. Todos los puestos de corres­pano ncia deben estar informados del lugar que cada uno ocupa. Una te1·cera parte de los soldados estará siempre lista para montar; otra tercera puede desembridar y dar agua y forraje, tener flojas las cinchas; y el resto puede, además, si la seguridad del puesto lo permite, desensillar. Cada Jefe de puesto tiene un cuaderno numerado y sellado por el E tado Mayor de donde depende; en él anota las piezas que recibe, el nombre del que las entrega, las horas de llegada y salida, y otras observaciones que pudieran hacerse. · El soldado que entregue en un puesto la correspondencia que lleva, deberá recoger un recibo, para cubrir su responsabilidad. El portador de una orden urgente no se detendrá, aun cuan­do en su tránsito encuentre á algún superior. Se le dispensa echar pie á tierra para entregar los pliegos de que es portador. Ninguna autoridad que no sea mandada por la superior que dio la orden, deberá detener la correspondencia que lleve un sol­dado ú Oficial, ni enterarse de ella; antes bien, todo Jefe de Cuer­po ó de destacamento, le facilitará al portador lo que necesitare para el pronto cumplimiento de su misión. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boleti1z Mz"f·itar Si la orden dada es verbal, el Jefe que la dé deberá hacérsela repetir por el que la lleva, para cerciorarse de que ha sido bien comprendida. Toda orden verbal será siempre transmitida por un Oficial. Las más veces, es prudente iniciar al portador de un des­pacho, de su contenido, sobre todo si durante el trayecto hubiere peligro de ser sorprendido por el enemigo; el portador de una orden podrá destrufrla, antes de entregar los papeles que lleva. Todo portador de una orden escrita, dede pedir un recibo del destmatario, para cubrir su responsabilidad; en estos casos, es bueno enviar varios individuos, cada uno por distinto camino, para procurar que la orden siempre llegue á su destino, en caso de que uno ó dos de los portadores fueren apri~ionados. La velocidad de la marcha que deberá observar e l portador de una orden, se le indica en el sobre así: un + significa que el ca­mino debe recorrerse al paso y al trote, recorriendo, por término medio, el kilómetro en 6 minutos; tt, que la marcha ha ue ha­cerse al trote, recorriendo el kilómetro yn 4 minutos; y -;~ ... t, que el aire debe ser tan rápido corno sea posible, teniendo en <;onside­ración la re~ istcncia del caballo. Las mismas indicaciones se harán al portador de una orden verbal. , TITuLO III-SERVICIO DE EXPLORACIO. ' 17 .-El servicio de exploración tiene por objeto su mini trar al General en Jefe los informes generales que le son nece sarios para dirigir las tropas y asegurar el éxito de las operaciones. En un ejército, si el enemigo está todavía á gran di tancia, este servicio incumb particularment á las DiYisiones el e caba11e­ría que cuentan con artillería á caballo. La mi ión esencial de ]as Divisiones de caballería qu ejecu­tan el servicjo de e. ·ploración, e~ tomar el contacto con el enemi­go, y con ervarlo constantemente, combatiendo y t·echa.zando á la caballería del adversario, para aproximarse á las masas de la in­fantería enemiga. Pr cediendo de lejos á las cabezas de columna, y averiguando lo que concierne al enemigo, proporcionará los medios de hacerse cargo de la situación general, al mismo tiempo que cubrir los mo­vimiento del Ejército. El General que manda la caballería de exploración, recibirá del General en Jefe de quien dependa, las instrucciones necesarias para la misión que debe desempeñar. Conformándose á estas ins­trucciones, conserva su libertad de acción, y adopta los procedi­mientos que juzga más á propósito para cumplir su misión. Debiendo hallarse siempre apto para combatir, conservará siempre el grueso de sus fuerzas tan agrupado como sea posible, y confiará el cuidado de la exploración del enemigo, á elementos que enviará á ciertos puntos y en direcciones determinadas. Estos elementos constituyen la descubierta. La descubierta desempeñará este servicio, enviando reconoci­mientos de Oficial y destacamentos de efectivo variable, cuya com- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Bolettn Militar posición y fuerza dependen del objeto que se quiere alcanzar y de las circunstancias. El papel esencial de los reconocimientos de Oficial y de los destacamentos, es ver. Los destacamentos de cierta fuerza podrán tener que combatir; pero tanto para ellos, como para los recono­cimientos, la condición principal del éxito está en su movilidad. Importa, además, escoger con el mayor cuidado el Jefe de toda fracción empleada en la descubierta. Las instrucciones que se le den deberán precisar el objeto de su misión y la especie de datos que deberá recoger, y contener las indicaciones necesarias respecto de la manera de transmitir dichos datos. Todo Jefe de reconocimiento ó de de tacarnento, que haya tomado el contacto, está obligado á conservarlo, y no lo abando­nará sino cuando reciba orden para ello. Los reconocimientos y destacamentos emplearán todos los medios de comunicación de que puedan di poner, para la transmi­sión de los datos que recojan: estafeta~, telégrafos, puestos de co­rrespondencia, etc. El jefe de la caballería exploradora se mantendrá constante­mente en comunicación con el General en Jefe, por cuantos medios estén á su alcance.- Cout/mía. --------~~ ----- - ESTU DIO DE LA BATALI:A DE AUSTERLITL POR D. C~STRO BAREAS1N Es ya viejo, pero no por viejo menos provechoso, el consejo aquel de apolcón 1 de estudiar y reestudiat· las campañas de los célebres capitanes, como medio el más seguro de llegar á adqui­rir conocimientos más profundos y seguridad en el arte de la gue­rra. Pudiera parecer, sin embargo, que habrá de ser menguado el provecho que podremos sacar del estudio de las batallas de tiem­pos ya alejados de nosotros ; si es por la lejanía de la época pre­cisamente, por lo variados que están los elementos de la lucha. El curso de estos estudios, no obstante, ha de probar, así á lo menos lo esperamos, que siguen siendo de útil enseñanza aquellos ejem­plos, lo cual quizá pudiéramos demostrar con pocas palabras; pero preferimos no intentarlo, dejando que ellos por sí mismos se en­carguen de evidenciar que en no pequeña parte, y no la menos im­portante seguramente, los problemas siguen planteados de la misma manera, y que hoy, lo mismo que ayer, quizá lo mismo mañana y mientras la guerra exista, y siempre que la batalla sea el acto principal, el atacar con fuerzas superiores el punto decisi­vo, el dejar caer con enérgica resolución, con vigoroso impulso, la masa principal de nuestras fuerzas en el centro de gravedad de las disposiciones del enemigo, ·será lo que concederá la victoria á los ejércitos. Y como la existencia de ese centro de gravedad es tan vieja como el mundo, y las relaciones que lo determinan, aun- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. B oletbz Mzlztar que Yariables al infinito, son también antiguas como la lucha, siem­pre resultará que las líneas generales, el empleo de la masa, la dirección, obedecerán á los mismos principios, en tanto que la ac­tual sociedad siga organizada sobre las mismas bases, si bien las modificaciones introducidas en las armas, la inten·ención de nue­vos agentes ó de agentes transformados y desfigurados, tienen su influencia, é influencia no despreciable y en otro punto interesante, en la modalidad particular que cada época y cada ejército adopta, en presencia de circunstancias accidentales y contingentes, para poder trazar, en la ocasión determinada, esos grandes rasgos que son siempre los mismos. Esos estudios, sin pretensiones, tampoco tienen otro objeto que. el apuntado, ni aspiran á constituír cuerpo de doctrina de nin­guna clase. No estamos obligados, por Jo tanto, á seguir orden al­guno preestablecido : iremos presentando las batallas según Yayan acudiendo sus nombres á la memoria, y saltaremos de unas á otras guerras, de unos á otros teatros, á medida de nuestro gusto, salvo el caso de que dos ó Yarios hechos de armas estén tan relaciona­dos que sean los unos consecuencia táctica de los otros, que enton­ces claro es que no tendremos más remedio que considerar cada conjunto como una bata11a, y los habremos de estudiar en el orden en que se riñeron. Nada perderá llector con estos saltos, pues así conseguiremos dar Yariedad en el tipo, en el desarrollo y en el empleo de los medios, lo cual contribuirá seguramente á hacérse­los menos fastidiosos y monótonos. 1.0 Anteceden/es. La campaña de 1805 e sin disputa una obra. maestra, un mod lo digno de estudio en cuanto á la pr paración y :i las operaciones stratég·icas que e realizaron, y á la e.·qui ita previsión ele que dio muestras apolcón 1 y que dieron por resul­tado la capitulación de 1ack en Ulm, con la que el Emperador de los Franceses se había desembarazado de uno de los ejércitos au - triacos con que la coalición quiso anonadar el poder militar de Francia. Era un bellísimo comienzo sin duda alguna el anular, sin haber librado una gran batalla y sin haber e.·perimentado sino la pérdida de unos 6,ooo hombres, á un ejército de cerca de 40,000; pero al fin y al cabo sólo era un comienzo que aseguraba bri11an­tes resultados : qucdábanle al Austria dos ejércitos más; el mejor, á. cuyo frente habían puesto al General más inteligente, más hábil y más prestigioso, en Italia, donde el Gobierno au triaco creyó erra­damente que se ventilaría la cuestión principal ; y otro en el Tyrol, que había de enlazar á este ejército con el de la Alemania del Nor­te; á marchas forzadas avanzaban dos ejércitos rusos seguidos de una reserva, que estaban destinados á formar el verdadero ejército de operaciones de Alemania, del que el con ti gente de Mack venía á ser la vanguardia ; Prusia, irritada por la violación de su terri­torio en los comienzos de las operaciones, estaba decidida á entrar en la coalición, y por último otro ejército ruso con algunos contin­gentes ingleses y hannoverianos á las órdenes del Rey de Suecia, debía inquietar á los Franceses atacando á Holanda. Era preciso, pues, una victoria soberbia, esplendente, para conjurar aquella Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Bo!et{u .~.11ilitar tormenta que en tan distintas direcciones amenazaba á Napoleón 1, y para lograrla era indispensable proceder con gran actividad y energía, con audacia y rapidez. . Napoleón abía muy bien el peso que en toda campaña tiene la batalla; tenía onciencia de que era superior á sus enemigos en el combate; y la convicción de que por la rapidez de sus manio­bras y la prontitud y precisión de sus decisiones habría de ser fuerte allá donde quisie1·a dar el golpe, le llevaba á buscar la ba­tal! a dt nde estuviera el ~ne migo. Con habilidad dip1omática apresuró la rendición del ejército de Mack; y apenas capitulado, emprendió una persecución activa de los restos que habían podido escapar con el Archiduque Fer­nando, y se apresuró á salir al encuentro del primer ejército ruso antes que pudiera alcanza¡- el Inn. Kutusow, que lo mandaba; tuvo noticia de la d trucci6n del jército de l\1ack, y como ya su a van­ce no tenía objeto ./ . u ·itu·tción podía ser muy peligrosa si se pre­sentaba ai laclamente á apoleón, bu có ante todo reunirse con el segundo ejército ruso. La per ecución que para impedir esta reu­nión emprendió rap león, fu de las más activas é inteligentes, y estuvo á punto de dar· el t·esultaclo apetecido; Kutusow llegó á estar en situación asa'Z críti a n f¡· ·nte de Murat y Lannes; pero 1\tfurat qui ·o engañar al ru o anunciando al jefe de la retaguardia, Bagratión, un ;: rmisticio, y e n el mismo artificio ngañó Kutusow á Murat, haciéndole p rder diez y ocho horas, durante las cuales el grueso del jército u-anó dos jornadas el d lantera y e ·capó de las man s d lo l• rancese'-', Lien ¡u d jand comprometido á Ba­gratión, c.uyo cu q o perdió más 1 1 ter io d · ·u efectivo. La reu­nión de 1,.. u tu ow e n el ej~rcito ruso que conducía el Emperador Al ·jandro y con un e Jntin•rente au triaco que había podido reunir el hmp rador d Austria, no pudo ya evitarse. El 19 de oviem­bre s verificaba en \-\.ischau, y no muy lejos se encontr·aba la re­serva ru a que onducía el ran Duque Con ·tantino. Urgía, sin embarg-o, á ·apoleón 1 librar la batalla cuanto an­tes. Bien que hubiera tomado u. medidas para obligar al Archi­duque Carlos á adopta¡· el camino más largo con su ejército de Ita­lia, para lo cual destacó á Marmot hacia Hungría, y que la ma­yor parte del ejército ud Tyrol había sido destruído por Ney y Augereau, si los aliados maniobraban de concierto y procurando acercarse al Archiduque, las probabilidades disminuían, no sólo por el aumento numérico que representaba el contigente de este prín­cipe, sino por el prestigio y las dotes del Jefe, que era quizá el único capaz de medirse con Napoleón. Esta contingencia podía llegar: los aliados podían darse cita en Hungría y unirse al Archidu­que. Detrás de éste venía, sin embargo, Massena ; el Tyrol, guar­dado por una división bávara, dejaba disponibles los cuerpos de Ney y Augereau ; Mortier era suficiente para asegurar la posesión de Viena, y las tropas que había escalonado en su línea de opera­ciones, en su mayor parte de los aliados, le permitían contar con la totalidad de su ejército : ocho cuerpos y la guardia hubiera po­dido reunir para la batalla : el campo de batalla hubiera sido otro;. TO!riO 1-32 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín M·ilttar los aliados, á las órdenes del Archiduque Carlos, no hubieran come­tido los graves errores que cometieron; Napoleón hubiera tenido que luchar con un ejército hábilmente dirigido ; quizá la fortuna no le hubiese hecho traición, pero las probabilidades del triunfo eran mucho menores. Así se explica que teniendo su ejército diseminado, bien que con habilidad que le permitía reunir para la batalla una masa respetable, pusiera de su parte todos los medios para provocarla, cuando en realidad sólo podía disponer de cuatro cuerpos, la guardia y la caballería, y aun de estos cuatro cuerpos una división no podía tomar parte sino en el caso de retroceder todo el ejércL to, y otras dos, una de infantería y otra de caballería, llegarían durante el curso de ella. Ya sabía que de este modo no alcanzada superioridad numérica, por menguados que fueran los contingen­tes de los ejércitos rusos y de los restos austriacos, que él con su actividad acostumbrada había puesto en estado de defensa; los caudillos de las tropas enemigas no le infundían gran cuidado; sus soldados, hasta entonces vencedores, le inspiraban gran confianza; podía tentar la fortuna, propicia para él hasta allí; tenía, en fin, confianza en sí mismo. 3. 0 El campo de batalla-El terreno donde iba á librarse la batalla era conocido por oult, Lannes y Murat y gran parte de las tropas francesas, porque, como ya hemos dicho, la vanguar­dia francesa había llegado hasta Vischau en la dirección de 01- multz y hasta Austerlitz. Napoleón recorrió la meseta de Pratzen el 30 de Noviembre, y eh jo á los encrales que le acompañaban: " i yo quisiera detener al enemigo, me situada aquí; pero enton­ces se libraría una batalla ordinaria; si, por el contrario, rehuso mi derecha replegándola hacia Brunn y los Rusos abandonan estas alturas, son perdidos sin remedio." Con las tropas de que disponía podía efectivamente ocupar la meseta de Pratzen, extendiendo su línea desde Krzeno al mon­te del Santón por Blasowitz, presentando así una línea de bata­lla perpendicular á la dirección de marcha de los aliados proce­dentes de Olmultz, que era la carretera de esta plaza á Brunn. También si los aliados acentuaban más pronto la tendencia á in­clinarse sobre la derecha de los Franceses, podía extenderse hacia Kowalowitz. De todos modos la derecha hallaría sólido apoyo en las alturas del Krzeno, que dominan el valle de Litta wa, bajo y pantanoso, de difícil paso para un movimiento envolvente: el res­to de la línea encontraría igualmente en las alturas de Stari-Wini­bradi, al NE. de Pratzen, y en el Santón, ó en aquélla y las de Krug y Kowalowitz, de suficiente dominación y pendientes fuertes, lugar apropiado para ofrecer una seria resistencia, juntamente con la que podía organizarse en las aldeas y caseríos allí esparci­dos : en los intermedios podían maniobrar perfectamente las tropas, pues aunque ondulado en general el terreno, se presenta unido por esta parte. El campo exterior, en cambio, se ofrecía quebrado y susceptible de prestar apoyo á unas tropas tenaces que quisieran Juchar; por la derecha del valle de Littawa, no era más propio para Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BolettJt lldilitar 49I la maniobra, y por el frente las alturas de Weilesor, Lla wikowitz, Krazek, habían de hacerla difícil y penosa. Ocupando, pues, Na­poleón la meseta de Pratzen, hacia la vertiente oriental, podía ce­rrar el camino á los Rusos, pero toda la masa compacta y con la superioridad que tendrían, venía á librar batalla contra las tropas del Emperador, y se libraría, según su expresión, una batalla or­dinaria en que la ventaja de la posición estaría compensada en la superiorida.d numérica y en la que todas las tropas de uno de los contendientes tendrían que luchar á la vez contra todas las tropas del otro. Napoleón quería algo más que eso, esperaba conseguir más, sobre todo si los aliados maniobraban para no presentarle la batalla de frente; y por esto, en lugar de quedarse en esta exce­lente posición, se había retirado detrá del Golbach, en donde su línea de batalla quedaba oculta á la vi ta de los austro-rusos entre las aldeas, estanques y bosquecillos que rodean el arroyo. La vertiente occidental de la meseta se e. ·tiende desde Tel­nitz hasta Blasowitz. Desde Telnitz hasta las lagunas de Kobelurtz, las pendientes son rápidas y dan orig n á profundos desfiladeros en los cuales apenas e puede transitar fuera de los caminos; desde 1-coue}nitz la V rtiente no ofrece apenas dificultades, ]a pen­diente es suave y acc sible á todas las armas, y cortada de trecho en tre cho por el cauce de varios arroyo tributarios del Goldbach. La meridional conduce rápidamente al valle pantanoso de] Littawa y á la lagunas de atschau, y no ofrece desarrollo para un cuerpo d e tropas de alguna consideración. En la meseta sobresalen como puntos dominante las alturas de Pratzcn, al S. de la aldea, y la de Stari- Winibradi, al NE., y entre esta aldea y Blasowitz. Está surcada en todas direcciones por camino. naturales que, irradiando de Pratzen de Aujezd y Cirziko en su mayor parte, unen los pueblos de los valles del Littawa y el Goldbach entre sí y con la carretera de Olmutz i Brunn. El curso del Goldbach como Jínea de defensa no es, en ver­dad, un obstáculo de importancia ; pero los pueblos de Telnitz, Sokolnitz, Kobelnitz, Schlapanitz, y las alturas del vivac del Em­perador y el Santón, dominando éstas y cerrando aquéllos las des­embocaduras de los caminos, podían constituír en unas manos há­biles y con buenas tropas, excelentes puntos de apoyo para dete­ner la marcha á fuerzas superiores. Algunos puntos en la izquier­da del Goldbach, como Puntowitz, Cirziko y Dwaroschna, podían considerarse como apoyos para una acción ofensiva sobre la me­seta. Quedaba entonces ésta, como campo exterior de la posición, de fácil acceso, por lo menos en el espacio comprendido entre las lagunas de Kobelnitz y la carretera, y con terreno á propó~ito para las maniobras de tropas de todas las armas. 4· 0 Plan de batalla-Napoleón había deducido de las entrevis­tas de que antes hicimos mención, que los aliados no se contenta­rían con batirle, sino que aspiraban á envolverlo. El movimiento de traslación que habían iniciado los Rusos el día 29 de Noviembre hacia Hodiegitz, le hada prever que trataban de operar por la iz­quierda del Littawa, evitando las lagunas para venir á establecerse Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletfn 114-ibiar en posesión tal que amenazaran su línea de retirada que suponían era sobre Viena. Pero ya el 30 abandonaron aquéllos su propósito de operar estratégicamente, y se presentaron en la meseta de Pratzen, á poca distancia del campo francés. Si los aliado persistían en su propó­sito de envolverle y en el error de uponer que su línea de retirada le llevaba hacia Viena, tendrían que maniobrar inclinando el grue­so del ejército hacia Hostie1·aden Aujezd y T'elnitz; y como no era probable que comprometieran en una marcha de flanco, por te­rrenos estrechos, á todo el ejército, á la vista y al alcance del ca­ñón de Jos Franceses, habrían ele dividirse en dos masa , una mayor que otra.- Co11tz'mía jlfJ::¡1/QNJAS DEL r:ENERAL PABLO ¡Y/QRJLLO Continíta • ' 1 )IERO IV _fe remitiréis en t .l menor término un · stado ele los lugares dep ndicntes de vuc tra juri dicción en lo que la vacuna ·e haya propao·aclo, y de los que aún espet·an la introducción ele 'Stc be­neficio. Cuidaréis de indicarme las u:as 1ue han impedido su propag-ación. Dios os guarde, etc. Cuartel general de . antafé, 29 de .f g\)Sto de r 8 r6. lVíORILLO 1 • 'l.:l\IERO V Considerando q\ole los pobres de los dominios de u Majestad no tienen otros establecimientos ó colegios para aprender oficios y hacerse útiles y diestros artesanos, sino los talleres, canteras y ar­senales del Rey ; Considerando también cuán atrasadas están en estas vastas provincias todas las artes de primera neGesidad, tendréis cuidado de recoger á todos los huérfanos y después á los hijos de mendi­gos, y los encaminaréis hacia esta capital, en donde se les ense­ñará el oficio al cual demuestren más inclinación. Antes de enviar á Santafé aquellos que se encuentren, es me­nester hacer entrar el mayor número posible en los talleres que el Rey posee en esta provincia, y hasta obligar á los artesanos ricos á que se hagan cargo de algunos aprendices que les estarán su­bordinados conforme á los reglamentos de los cuerpos de oficios, y obligados á llenar todos los deberes prescritos por esos negla­mentos. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Milita?' 493 El cumplimiento de esta onlen será un paso asegurado hacia ]a prosperidad de esta provincia, y es esa una recompensa bien Jisonjera para un Jefe que pretende hacer las veces de padre; y así no dudo que desempeñaréis esto con el más diligente celo. No descuidaréis tampoco nada que sirva á propagar la vacuna y á con en·arla; con tal propó ito ,·enceréis todos los obstáculos y em­ple- aréis todos los medios á Yue tro alcance para la prosperidad de la proYincia que mandái . Dios os guarde, etc. antafé, 2 de Septiembre de 1816. MORILLO Inslrucoont'S d que del,en conformarse en sus marcJzas los jifes de cuerpos ó de de /acamen/os 1. 0 La di ciplina de la tropa y su buena inteligencia con los habitante , es el objeto principal. La tropa marchará unida y con las mi -mas precauciones que si tu,·iese el enemigo á la vista. 2. 0 1 -ro se pueden pedir más a u. ·ilios de raciones y transportes de los séñalado en la ord n de marcha, á menos que en ésta haya ido ¡1rcciso incorporar n el destacamento algunos individuos, ca del mi rno cuerp , sea d ~ cualquiera otro; ntonce el comandan­te ó el juez del lugar tomarán nota, á fin ele que se ob erven las fórmulas d l ca o. 3. 0 En 1 ca ·o en que dos d stacamentos en marcha se en­cu ntren, y qu · d han . guir la mi. ma dir cción, ma1·charán jun­to · ha ta el Juo·ar de su común de tino, ó de . u separación obliga­da; ntonccs el mando el las fu .,rza r unida corresponderá al Oficial :argento ó ca¡.~oral más antiguo de los dos d"stacamentos, que erá r sponsable del orden de la marcha, y del e1·á tomar todas las medidas militares que juzgue conY niente ; en cuanto á la adrnini ·tración interior, se observarán la instrucciones particu­lares de los jefes de cada de tacamcnto. 4. 0 Los medios de transporte para los bagajes, e suminisrra­rá. n con regularidad en cada lugar de abastecimiento ; y si algún oficial se opusiere á ello de manera de retardar· el cuerpo ó des­tacamento, e procederá á hacer el gasto, sin pt:rjuicio de la res­ponsabilidad que esto le ocasionará en razón del mal que su falta cause al servicio; el oficial comandante debe dar inmediatamente cuenta al Jefe de 1~ .. tado Mayor general, para que se tomen las medidas del caso. 5. 0 En dondequiera que haya un Comandante de la Plaza, el Jefe del cuerpo 6 del destacamento debe presentar e ante él, aun cuando sea de grado superior; y este militar se pondrá de acue1·do con el oficial de justicia, á fin de que las provi iones y m dios de transporte estén listos sin falta á la hora dicha. Para esto, si la tropa en marcha es de más ele 50 hombres, debe avi­sarse á las autoridad( con Yeinticuatro horas drnp ·ia d' ha1T de cua ro á cinco pies dt: largo y con vari ,., ahu.Jcami 'nt _ n forma de bola, que e comunican unos con mru~, por canaic. C'!::.tr . ches. Estas trompetas dan sonido, ·.·tremaJarn· nte lús·ubn .. Lo. ] ·suítas an cultivado con é.·ito el gu ·tu ncttL.:ral de lus . 'áli,·as por la mús:ca instrumental, y aun despu~s tle la d~;;~truccH)n !e la compañía, los misioneros. del río l\feta han on 'nado en San ~ 1ig·uc·l d ' .._ 1acu­co una bella mú ica de i!rk ia la ('11S ·ñnnza musit ·d d1' h ju­ventud indío·cna. o há m~cho Úunbi 'n qu . un 'iajero que<.ló sor­prendido al oír :.i los naturale · del país tucaT yj lín, ioloncello, triángulo, g-uitatTa y flauta '"'ii. El régimen de las misione aisladas dd Orinocu no es tan fa­\' Orable á los progresos ele la civiliz, ··i-'n y al aumento d J la po­blación de lo . 3liva , como el r¿gimen que St: sigue "n las llanura~ de Casanan.! y d"l ~1 ta p r lo ¡· ·ligi o el an Agustín t. En Macuco Jos naturale se han apro\'cchado ele su comuni­cación con 1 bbncos que hal>itan la mi ·ma aldea, los que casi todo son rifugiados dd Socorrv ¡. En el Orinoco, n tiempo de lu J~. uítas, la ~r •, < lcl as ele Pararuma, del 'astillo ó 1larumasuta y ,h., Carichana: fueron re­fundidas n una sola la d Carichana, qu p01· esto ll o·ó á ser una mi ·ión muy con id raLle. 1:n I 7 59, cuand > la f(Jr/alc::a de .San Franásco Jav/er y su tr s i at .I'Ía · aún .. ·i tían, el Padre Caulin contaba en la misión de Carichana 400 sáliva . En r oo apenas encontré 150. No qul:!dan de la aldea sino al:,.unas cabañas cons­truídas con ti rra gr dosa, y colocada allí im~trirament en tor­no de una cruz de altura prodigiosa. * Cumi/la, tomo 1, c.1p. , Il!, p~í.g ·. 209 · 224; (/J!i, tomo l. p.í¡:;. 57; tomo li, pág. 44- • D1ario dd /)rubitero J'osi Cort.'s 3Imlarriaga, n1 s11 'i'Jaje de .simtaj'! de Bogotd por el r!o .1Jida cf Caracas. IS.t .1 (manuscrito). t Rccoktos que tlependen del gran 'ulegio tlc la Cantlel. ri.t de Santafé de Bogotá. t La ciudatl dd 'acorro, al ·ur dd río Sogamo'-o y al norte norueste de Sant::tfé de Bogotá, era el centro de la asonada que estalló en el reino de la Nueva Granada en 1781, en tiempo Jd Arzobi po Virrey Góngora, por causa de los vejámcnes sufriuo por el pueblo por la introducción Jc la contribución del tabaco. 1\luchos habitantes, trabajad ore Jel . 'ucorro, emigraron en esa épo­ca á los llanos del Meta para escapar á la persecuciones que siguieron á l:t amnistía general concedida por la Corte de Madrid. A estos emigrados los lla­man en l¡¡.o; misiones sororrd'ío.! ?'t'j'ugiados. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletí.'t _;/ú'z"l"l,.. 50I Nueva Geografía de Colombia JSGRITA- POR REG,.ONES NATURALES :.r ESTRAS l E LOS GR. DADOS IANCO LA E U LIC 1 101 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 502 Boletín M-ilz.tar r---------------------~~s------------~--\..o.·s< ~ \" o-S \..o~ . e,"('\ Ó.q,S\ ~ ~ :§ (1) ~ d ;:) ~ o "? 1::. ~ u ~ Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Mz/z:tar 1 z 'L_L_A_V_u_e_I_T_A_d_b _______ _ Gjr~'f dol Río Magdalena-La Vuelta de Girardot Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Bo!etíu, M-ilitar "' (lJ .... o o ~ Bogo/á-Imprenta de Vapor. Calle IO, 1l!Ímero I68 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Publicaciones periódicas

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año V Serie II Tomo I N. 16

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año V Serie II Tomo I N. 10

Por: | Fecha: 09/03/1901

~~ BOGOTA, MARZO 9 DE 1901 SERlE II -TOMO I- N. 0 10 BOLETIN ~iiLITAR DE COLOMBIA Organo del Ministerio de 1 Director ad honorem Guerra y del Ejército F. J. VERGARA Y V. Son colaboradores de este periódico los ~. General de Ingenieros, Miembro de Jefes y Oficiales del Ejército ? vnrir.s Sociedades Cientificas EL C01l!BA TE DEfi'E, \TSJ VO SECU_V C. FISII La defensiva no se justifica en rasa campaña sino cuando es preciso compensar una marcada inferioridad numérica con la fuer­za de la po ición que se ocupa para cerrar el paso al enemigo. El combate defensivo tiene, pue , por objeto mantener una posición dada; pero como la simple defensa de un punto no conduce á nin­gún resultado práctico, por lo cual la táctica la condena de un modo absoluto, tras re i tir el choqu , preci o será pasar de la defen iva á la ofensiva, si se quiere derrotar al enemigo. Luego para librar una batalla defensiva, es indispensable, en primer tér­mino, quebrantar el empuje del agresor, y conseguido esto, atacarlo para obligarlo á que se bata en retirada. De lo dicho resulta qun la defensiva, prima un principio totalmente opuesto al que rige la ofensiva: en ésta para obtener desde luego la superioridad numérica y moral, preciso es consti­tuír fuertemente la primera línea ó frente de combate, en tanto que en aquélla la mayor parte de las fuerzas no entran en línea sino sucesivamente para reforzar los puntos atacados cuando esto sea necesario. En una palabra, en la defensa el frente de combate se constituye con poca tropa y se apoya con sostenes establecidqs á proximidad de los sitios cubiertos, para conservar tropas con qué oponerse al ataque final (al asalto) del enemigo. Resumiendo lo dicho, tendremos que en último análisis los pro­gresos del armamento no han modificado la marcha general de la defensa, salvo en la necesidad de apoyar los flancos de manera que lo sean contra un obstáculo favorable. Pero antes de seguir conviene estudiar un caso concreto, ó sea un ejemplo. Supongamos que se tratara de una fuerza de 7 batallones, 3 escuadrones y una batería de artillería. La posición que va á defenderse está á caballo sobre el camino X Y, se apoya á la izquierda en una casa grande (a), á la derecha en un bosque ó porción de terreno arbolado (e), y en el centro, en una venta á orillas del camino (b). Entre los puntos de apoyo y el camino exis­ten varias alturitas, y á retaguardia (en d) hay otro grupo de ár­boles que también puede servir de punto de apoyo. Sobre el frente de combate hay, pues, tres puntos de apoyo: el bosque, la venta y la casa, cada uno de los cuales será ocupado por un batallón,~ que en primera línea pondrá una cadena de tira­dores apoyada á retaguardia por sostenes. El resto de la fuerza se situará más atrás como reserva. La figura 1." muestra la posición de las tropas antes del ataque. Parte de la caballería (x) ade­lante para explorar el campo. En a y t, apoyos de las alas, 2 com­pañías en primera línea, y en segunda, otras dos del mismo bata­llón, como sostenes, para dar vigor á la cadena de tiradores y que sirven además para reemplazar las bajas que aquélla sufra, para relevarla parcialmente si es preciso, y para neutralizar los éxitos parciales del agresor. El centro (b) lo ocupa una sola compañía, porque el resto del batallón protege la artillería que se establece en las alturas intermedias. El resto de la fuerza (4 batallones y 2 escuadrones) se establece como reserva (cy). Supongamos que el asaltante dirige su ataque preliminar sobre el centro ocupado por un batallón (tres compañías en las trinche­ras- abrigo y la venta; una como sostén, tras de la alturita de la Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín il1ilzta1' izquierda, próxima al camino). El c>bjeHvo general del defensor con respecto al asaltante, desde el punto de vista de un combate deci­sivo, puede ser doble. 1.0 No utilizar la posición defensiva sino para obligar al ene­migo á que ataque, esperando que en su natural maniobra envol­vente ó de flanqueo presente algún punto débil ó algún momento crítico, y aprovechar éste para á su turno, tomar vigorosamente la ofensiva, prevenir el ataque principal y lanzar al asaltante á un terreno en donde tenga que tornarse en defensor y el suelo le sea desfavorable en esa clase de lucha; 2.0 Utilizar la posición para recibir el choque del asaltante, y aprovechando luégo el momento en que la fuerza viva de aquél queda rota, atacarlo vigorosamente y repelerlo. En el primer caso la posición defensiva no es sino una posi­ción de espera, cubierta con puntos de apoyo que facilitan el paso á la ofensiva. En este caso la posición será tanto mejor cuanto menor número de tropas sea preciso para ocuparla y mayor nú­mero quede disponible para la acción ofensiva. Entonces bastará un campo defensivo de poca extensión y con solo un punto de apo­yo, con tal que éste sea bastante fuerte para obligar al enemigo á que ejecute un movimiento envolvente. La acción ofensiva intenta­da en el momento en que el adversario ha ya agotado sus fuerzas en el esfuerzo que intente contra la posición,'es lo que dicta la pru-dencia misma. · En el segundo caso se obtienen mayores resultados si la for­tuna es favorable : en efecto, este método entraña más probabili­dades de éxito, á causa de las ventajas naturales de la iniciativa, si la acción se dirige con habilidad y energía-( Co11/z?uía). Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín JJ(Jz'lz'tar LA ARTILLERIA DE CAMPANA CONDICIONES ESELVCIALES QUE DEBE REUNIR SU DESEMPEÑO EN EL COMBATE Es de mucha importancia para los artilleros, y especialmente para los que se dedican á la artillería de campaña, 6 sea la artillería del campo de batalla, conocer todos los casos en que está llamada á actuar en su calidad de arma combatiente, así como los factores á que debe sujetarse y las circunstancias que favorecerán su mejor aprovechamiento. Su estudio nos ha llevado al convencimiento de que es impo­sible adaptar al terreno una artillería que reúna todas las condi­ciones que debería reunir para que se pueda obtener el máximum de efectos balísticos con el máximum de velocidad, que en este caso estaría conciliado con el mínimum de peso. Bien convencidos de esta verdad científicamente probada, vamos á intentar hacer un pequeño estudio con apreciaciones pro­pias (adquiridas naturalmente con la lectura 6 estudio de las obras de nuestros maestros), de las condiciones y el papel que toda artillería de campaña debe reunir y llenar para su buen desem­peño. Como tendremos oportunidad de Yer más adelante al tratar de los diverso::, casos en que esta arma debe intervenir, varias son las condiciones que debe llenar, según sean los fines que se trate de alcanzar. Tendremos, pues, que la artillería de campaña debe reun*" en sumo grado una gran potencia destructora y grande al­cance, para poder así contener y de truír al enemigo antes de que llegue á la zona eficaz del fusil, para combatir la artillería enemi­ga, para proteger la retirada, y por último, para la persecución, de manera que no encuentre obstáculos en sus fuerzas ni en las otras armas, ni en el terreno. También afirmaremos que debe reunir en proporciones no menos apreciables una gran movilidad para poder ser la iniciadora del ataque; para poder acudir con rapidez en cier­tos momentos del combate á lugares determinados, como el paso de una corriente de agua 6 de un desfiladero, 6 á cualquier punto don­de se considere conveniente su presencia ; para preparar y cubrir el despliegue de las tropas, y en fin, para ayudar á la persecución. Si á esto agregamos la certeza ó seguridad de sus tiros, así como la facilidad de su aprovz'sz'onamúmto y manejo, se verá cuán difícil y hasta imposible es tener una artillería con todas las condiciones re­queridas, optándose, en su defecto, por un justo término medio que reúna todas las ventajas que estas cualidades pueden darnos, aun­que perdiendo en todas también una parte, ora de su potencia, ora de su movilidad. Por estas razones todas las potencias han trata­do de dar á su material de campaña una relativa movilidad adap­table al terreno en que debe operar, pero conciliada con la suficien­te potencia para batir los blancos que puede hallar en el combate. Veamos ahora su papel en las distintas faces del combate. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boleti1Z M-ilitar 2 93 Sabemos que la unidad táctica de la artillería, correspondien­te á la compañía en infantería y al escuadrón en caballería, es la batería. La batería en nuestra artillería de campaña, como en la de otras naciones, está compuesta de seis bocas de fuego con el número de carros de municiones que se ha juzgado necesario para un día de lucha. Se agrega á esto la fragua, los botiquines, la cu­reña de repuesto y los carros de aprovz"szonamzento, de manera de mantener en perfecto estado el material, personal y ganado para el combate. Esta unidad, por sí sola difícil de administrar y atender á su subsi tencia, se hace manejable en el combate, sobre todo si tene­mos presente que sólo han de ser las piezas las que estarán más expuestas á los tiros enemigos, pues los carros de municiones que no sean estrictamente indispensables, así como los demás carruajes complementarios de la batería, permanecerán á retaguardia, con el segundo y tercer escalón. Existen diversas reg-Ias para sacar el mejor provecho posible de esta arma, y toda eiias se sujetan á la táctica, ó sea á su ma­nejo en el campo de batalla y á los métodos de tiro que emplea la. artiiiería una vez mpeñada en combate. A pe ar de lo grandes perfeccionamientos del armamen­to portátil de la infantería, s evidente la inmensa superioridad de la artillería por su mayor alcance, su potencia y aun por su mayor efecto moral ; pero la artillería no es un arma que pueda regir un combate, porque sus condiciones no la hacen aparente para e objeto, antes bien la obligan á estar constantemente su­bordinada á sus hermanas (infanlterfa y caballería) y á conformar­se con el1as n todos sus movimientos de avance ó retirada, para po­der cobijadas con sus fuego 6 protegerlas y permitirles rehacer­se. Bien que ella tenga sus medios especiales de acción, se com­prende la nece idad en que está de sujetar toOR TASSO FRAGOSO Capitán del Estado Mayor del Ejército Drasilero Traducción libre por el Coronel Bernab! Herrera y Obes Continúa Más tarde comprendió Federico u la ventaja de proveer al Estado Mayor de oficiales competentes; aumentó el número de los que servían en el Estado Mayor general, y veló por su in trucción militar. Debido á e to aumentó ca-da vez más en Alemania la im­portancia del servicio del Estado Mayor. Federico Guillermo u refundió en un olo cuerpo, bajo la denominación de Estado Ma­yor del Cuartel General, el Estado Mayor general, al que pertene­cían todos lo oficiales sin mando de tropa, y el Estado Mayor del Cuartel General. Bajo la dirección de hombres como Massenbach, Schanhorst, Muffing, y, finalmente, de Moltke, el Estado Mayor echó raíces profundas, de arrollándo e y progresando en esa forma definitiva que hoy día sirve de modelo á todos los paí­ses militarizados. b.n el transcurso de esa larga evolución se afir­maron todos los puntos capitales relativos al servicio del Esta­do Mayor. e estableció la necesidad de la formación de un gru­po de oficiales dotados dE' conocimientos teóricos y prácticos apropiados para el servicio; se r .... solvió su reclutamiento y su frecuente regreso á los cuerpos regimentados; se crearon los grandes Comandos permanentes, con Estados Mayores también permanentes, y se estableció, por medio de las Academias de gue­rra de Berlín y Munich, esa incomparable emulación entre los ofi­ciales, para quiene , desde aquella fecha, un cargo en el Estado Mayor era la más honrosa recompensa á las arduas tareas de la profesión. Lo mismo que en Alemania, los antiguos ejércitos de Francia no tenían un verdadero Cuerpo de Estado Mayor: "Las funciones de los auxiliares del mando--dice Delaperrierre en su inestimable libro sobre la organización del ejército francés-eran apenas tem­porarias y confiadas en cada arma á M a y ores Generales (major generaux) llamados entonces Mariscales Generales del lugar, del cargo ó empleo de Brig::.tdier, Mariscal de Campo y hasta de Te­niente General. Les servían de auxiliares los Ayudantes Mayores Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Mz.lita'l' Generales (aide major generaux)." H Era de su incumbencia-dice el Mariscal Brion-determinar el sitio del combate, escoger y fortifi­car el lugar ó punto en que debían acampar las tropas, poner al ejército en orden de batalla y dirigir sus marchas." Por Decreto de 18 de Agosto de r 790, la Asamblea Nacional sustituyó esa organización por un servicio especial, desempeñado por Ayudantes Generales ó Ayudantes de Campo, del cargo de Coronel, Teniente Coronel ó Capitán. En su informe de 18 de Noviembre de 1790 decía la Comisión Militar: "Es necesario que los yudantes Generales y los Ayudan­tes de Campo sean elegidos entre los oficiales de filas y que tan solo puedan ascender de empleo volviendo nuevamente á ellas. Des­pués de algunos años de ej~rcicio en esas funciones importantes, los Ayudantes Generales serán designados para mandar un regimien­to, llegando de este modo á Oficiales generales, después de haber adquirido todas las condiciones necesarias para el mando de tro­pas durante la guerra, y sin que les sea extraña ó desconocida nin-guna parte del servicio " ..... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... . . . . . . . . . . . . De lo que precede resulta que los oficiales empleados en las diversas funciones del Estado Mayor, no formaban un cuerpo es­pecial, en la verdadera acepción de la palabra, pues eran obliga­dos á volver á las filas para poder ascender de empleo. Durante la restauración, se reunieron en un solo cuerpo de esta especie, estableciéndolo así la ordenanza de 6 de Mayo de 1818, modifica­da más tarde por la de 10 de Abril de 1826, 22 de Febrero de 1831 y 23 de Febrero de 1833, y por las que el reclutamiento se practicaba por medio de una escuela especial establecida en las diversas armas, así como también la con ervación de Jos oficiales fuera de las filas, siendo estos los caracteres principales de esta organización. A partir de 1818, el cuerpo del Estado Mayor se transformó, pues, en un cuerpo especial cuyos oficiales, desde el empleo de Teniente al de Coronel, se destinaban á ayudantes de campo de los mariscales de Francia y de los oficiales generales, y á la for­mación de los Estados Mayores de los ejércitos y divisiones. Les incumbía, además de eso, ejecutar los trabajos necesarios para la formación del mapa de Francia, preparar estadísticas militares de las otras naciones, recopilar documentos que fueran de utilidad para los ejércitos combatientes; levantar mapas detallados de los diferentes países; reunir, en una palabra, todos· los documentos que pudiesen facilitar la acción de mando desde el comiezo de las hostilidades. En campaña les competía fijar las disposiciones interiores de los campamentos; preparar y dirigir la ejecución de los movi­mientos ; trazar los itinerarios y proceder á los reconocimientos de cualquier especie, á fin de proporcionar informes exactos sobre las posiciones del enemigo, lo mismo que sobre los diversos recursos de los países ocupados. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Bolet{n Militar 2 99 La Ley de 20 de Marzo de x88o, relativa al Estado Mayor, modificó la organización de 18 I 8, operando una reacción en las ideas de 1 790· Varios escritores militares, y:especialmente los Ge­nerales Lewal y Fa y, habían desde 1870 detallado los principios que entonces dominaban. A dos se pueden reducir los desiderátums que ellos consiguieron ver aceptados por los legisladores : r 0 El cuerpo de Estado Mayor no debe ser un cuerpo cerra­do, en el cual el oficial no pueda entrar si por cualquier evento no fue admitido al dejar las escuelas militares, y donde debe perma­necer durante toda su existencia, sean cuales fueren las aptitudes que revele para esa clase de servicios. " La verdadera reforma consistiría en tener en un cuerpo especial, además del peculiar que le corresponde, un servicio de Estado Mayor en el cual se pudiesen iniciar los oficiales más ins­truidos del ejército, sin distinción de armas ni de Cuerpo." De esa manera esos oficiales prestarían un concurso esclare­cido para el mando, sin que cesasen por esa causa de pertenecer á su Cuerpo, al cual volverían después de cada promoción, para que no perdiesen la costumbre de mandar tropas. 2. 0 Es menester que el Oficial del Estado Mayor conozca prácticamente el servicio regimentado. "El servicio de Esta o Mayor suministra á quien lo desempe­ña, conocimientos indispensables al oficial que aspira al mando. Puede ser comparado á una eminencia, á un campanario, desde el cual se puede ver y juzgar bien del conjunto de una ciudad ó de una ·región, aunque el observador tenga algunas veces la necesi­dad de descender de él para conocer de cerca los pormenores, si no quiere quedarse con nociones muy imperfectas sobre los de­talles." Era nuestro objeto aprovechar la feliz ocasión que hoy se nos presenta para trazar á grandes rasgos la historia del Estado Mayor en el Brasil, describiendo las reformas en él realizadas por el movimiento progresivo del militarismo europeo, con especiali­dad en los dos países á que acabamos de referirnos. Desgraciadamente, tan grandes fueron las trabas que halla­mos, tan escasos lo' elementos sobre los cuales pudiéramos·asen­tar una construcción sólida, que casi hubiéramos abandonado la dificultosa empresa, si por acaso hasta el final no nos animara el deseo ardiente, aunque de una manera somera, de tratar este asunto. Casi nada, por no decir nada, existe publicado entre nosotros con respecto á la historia del Ejército brasileño, y asimismo no contamos con una relación de la última campaña en que estuvimos empeñádos. Nuestros archivos, sin duda alguna, deben contener valiosos datos para el historiador que se proponga bosquejar la situación militar del país, en la fecha en que desatámos los lazo.:; ofi­ciales que nos vinculaban á la Metrópoli Portuguesa, y seguir la evolución lenta de nuestras instituciones militares. Es tal, no obs­tante, el estado en que se encuentran, que la más insignificante pes- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 300 Boletín lJ1zlz'tar quisa degenera en extenuante trabajo de meses y hasta de años. * El limitado plazo de que disponemos no nos faculta para describir convenientemente el cuadro del militarismo brasileño, á partir del 7 de Septiembre de r 822 ; pero todo nos induce á creer que ya en aquella fecha existían en el Brasil oficiales de Estado Mayor. Proclamada la independencia de nuestra patria, quedó en pie, reglamentando nuestra vida militar, la antigua legislación portuguesa. La última reforma importante realizada en Portugal antes de 1822, consta en un Decreto de r6 de Febrero de r8r6. En él se señala la composición de los Estados Mayores, del Ayudante General y del Cuartel General del Estado Mayor, y la formación, con esos Oficiales, de los Estados Mayores de las divi­siones y brigadas. En los incisos 4.0 y 5. 0 del artículo 3. 0 se lee: "4.0 Los Oficiales del Estado Mayor serán escogidos en todas las armas, teniéndose tan solo en cuenta su mérito, causa por la cual en este Cuerpo se hace necesario el concurso de Oficiales para escoger los que tengan otra instrucción que la simple rutina. "5.0 Los Oficiales de este Cuerpo tendrán acceso á él, en el orden y proporción de los otros del ejército; podrán, no obstante, pasar á los Cu e rpos del arma en que hubieren servido, cuando el General en Jefe lo juzgue conveniente, entrando á ejercer aque­llos empleo que les correspondan, de conformidad con su antigüe­dad y mérito. Los Oficiales d e l Estadv Mayor empleado en las divi­siones y brigadas, no serán fijo . Los Generales en Jefe los r leva­rán por otros en el servicio cuando lo con ideren conve ni en t ·- ·" E to simples extra to prueban que en Portugal ya exi tían algunas nociones preci,as con relación al servicio del E tado Ma­yor, y que se consid_raba fundamental el principio, hoy dominante en todas partes, de que el oficial de E tado Mayor, ante que todo, debe ser un oficial de filas. Es posible que éstos concurrieran con otros para la promo­ción. in embargo, este punto no queda bastante aclarado en lo que acabamos de transcribir. El4 de Diciembre de 1822 se dictó en el Brasil el primer De­creto capaz de suministrar luces con respecto á la campo ición del Ejército bra ileño en aquel año. No se menciona en él la existen­cia de un Cuerpo especial de Estado Mayor, puesto que sólo se re­fiere al "Estado Mayor empleado en cuarteles generale á. la ór­den es de los comandantes de armas," y á "Dipu~ados y asistentes de los Ayudantes Generales y cuarteles-maestres generales." En r827 tuvimos que hacer frente al ejército del General Al­vear, el cual se batía por la independencia de la Provincia Ci~pla­tina, anteponiéndole las escasas y mal equipadas fuerzas del Mar­qués de Barbacena. El Ejército Imperial, como en aqut.l entonces lo llamaban nuestros contendientes, presentaba una particularidad nunca vista • Cosa igual sucede en Colombia Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar en el Brasil, ni antes ni después de aquella guerra: tenía un Jefe de Estado Mayor en la persona del Mariscal H. Brown, Oficial alemán, contratado especialmente para servir en aquella campa­ña. Apreciando el hecho, escribió el Capitán Ladislao de los San­tos Títara : " Fue la primera vez que en el ejército del Brasil, en el cual aún se seguía en todo la rutina del de Portugal, hubo el em­pleo de Jefe de Estado Mayor General." El ensayo de ese cargo data del siglo pasado, durante el rei­nado de Luis xrv de Francia; pero sólo fue desenvuelta su teoría por Carnot durante la Rev0lución francesa; Napoleón lo elevó á la perfección, y le fue de grande utilidad. Entre nosotros el primer en­sayo que juiciosamente se intentó, trajo la manzana de la discordia, porque en vez de convertirse el Jefe de Estado Mayor en la cúpu­la del gran edificio llamado ejército, para armonizarlo y hacer todo el bien posible, consta que, por el contrario, lo trastornó todo, desmoralizándolo á la vez. Cuando el Jefe de Estado Mayor de un ejército posea las cualidades esenciales para ese cargo, como gran capacidad, firmeza, integridad, inteligencia y actividad ; cuando sus subordinados tan solo piensen en ayudarle y obedecerle por com­pleto; cuando, por último, él no sea el instigador de intrigas, su actuación en el ejército será de prósperos y grandiosos resulta­dos .;¡:-.-Continúa. --- ~e------ SER VICIO PROTECTOR DURALVTE EL REPOSO Ó SER VICIO DE AVAiVZ.dDAS, SEGU.V LE TVAL Las tropa durante su reposo, ya se hallen acantonadas, ya vivaqueen, se encuentran siempre en situación la menos á propósi­to para el combate, y necesitan adoptar medidas especiales que garanticen su descanso y les den tiempo de alistarse para la lucha, caso de ataque del enemigo. En tal virtud, desde que una tropa se estaciona para descansar por una ó más noches, se rodeará de un sistema especial de protección, compuesto de varios elementos ex­tendidos á lo lejos y que se comprenden con el nombre genérico de avanzadas. Las avanzadas, cuya misión es oponerse á todo ataque repen­tino, sostenerse sobre el terreno que ocupan hasta que el grueso venga á reforzarlas, y rechazar al asaltante cuando sus fuerzas sean pocas para no turbar inútilmente el reposo de los más, constan de un conjunto de destacamentos dispuestos de acuerdo con la for­mación de combate, es decir, arreglados como hitos para el des­pliegue de todo el ejército. Este servicio, prestado principalmente por la infantería, requie­re un tipo normal que sirva en todo caso, guíe á los que carezcan de experiencia, y sin poner trabas al valor é iniciativa de los Jefes, contenga el demasiado celo de unos y recuerde su deber á otros. • Del libro Memorias del grmz ejército libertador de Sud América. r852. CO OE l R.EPUBUCA Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 02 Bolet{n Mzlz'tar El tipo normal no admite cambio en sus funda~entos para evitar así la confusión, pero prestándose á modificación en los detalles, se pliega á todo lugar y circunstancias, y eso es lo que constituye su valor. Las avanzadas deberán, pues, tener su tipo normal esta­blecido sobre las necesidades de la guerra: 1.° Como objeHvo, ga­rantir de todo ataque la tropa que cubren, y asegurarle su reposo, y esto siempre, ya sea en la llanura ó en la montaña, ya en el día 6 por la noche, ya se esté cerca 6 lejos del enemigo; y 2.° Como base, la formadón de combate, única posible para combatir siempre. CAPiTULO I.0 -BASES DEL SISTEMA Como la necesidad del servicio protector es siempre la misma, no puede existir sino una especie de avanzadas, cuyo tipo general se estudiará sobre la situación ordinaria en campaña: el reposo de la noche tras cada día de marcha y cuando la lucha no es aún segu­ra para el próximo día. Las demás situaciones, excepción de la re­gla, confirman ésta, pues apenas exigen modificaciones de detal, como en su lugar veremos. Tras cada marcha, aun cuando se llegue de noche al fin de la etapa y sea difícil en la oscuridad reconocer el terreno, el servicio de avanzadas se establecerá siempre, sin dejar de hacerlo confián­dose en el descuido ó cansancio del contrario, para no exponerse á recibir una dura lección. La situación normal de las avanzadas es existir de noche y desaparecer de día, y sobre esto ha de ra­ciocinarse para establecer su servicio. Por lo general, el movi­miento se inicia temprano para lograr que esté concluída la etapa á las 5 p. m. á más tardar; así, será ya á la oración cuando quedan establecidas las avanzadas, cuyo servicio dura hasta el amanecer del día siguiente, al continuarse la marcha, extendiéndose por lo tanto á una ó dos horas de día y á unas doce de noche. Siempre que sea posible, el servicio se establacerá antes de que llegue la noche, como que hacerlo durante ésta es más delicado y penoso; pero la guerra lo exigirá así muchas veces, y eso mismo es una. poderosa razón para crear un método normal que facilite siempre el establecer el servicio protector. Cuestión cardinal es la de la lucha en las avanzadas : se las establece para resistir, no para batirse en retirada, pues que ocu­pan el terreno elegido para el combate, y es allí á donde ha de ir á. desplegarse el grueso. Tal es la regla: hoy se combate en or­den abierto con sucesión de esfuerzos, y por eso la disposición que se da á las avanzadas representa el orden normal del combate, el que deben sostener mientras son reforzadas por el grueso, para en seguida pasar á la ofensiva, no retirándose ó siguiendo á la de­fensiva el total de la fuerza, sino en caso de derrota 6 de marcada inferioridad numérica. No es admisible la retirada de las avanzadas, tanto porque es perjudicial moralmente, como porque acampándose á retaguardia del terreno reconocido y elegido para el combate, ceder es privar al grueso del modo de pelear con éxito, y exponerlo además á que Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín M,ilitar sufra el fuego del enemigo estando aún en formación compacta. Se acampa á retaguardia del teatro probable de la lucha, porque el despliegue á retaguardia es difícil, porque es ccnveniente que se efectúe á vanguardia para animar la tropa, y porque si el grueso quedara sobre el terreno elegido, el despliegue, ya fuera á vanguar­dia ya á retaguardia, lo llevaría á otro terreno y de nada serviría el haberlo elegido. Las avanzadas son las que se sitúan sobre el tea­tro elegido para combatir y lo defienden hasta que llegue allí el grueso ; no puede objetarse contra este modo de obrar el caso de una sorpresa, porque esto lo que prueba es mal desempeño en el servicio de seguridad y la necesidad de ejecutarlo bien. Es, pues, principio al establecer las avanzadas, ocupar con ellas las posiciones elegidas para el combate, reforzándolas cuando fue­re preciso, para que Siempre puedan mantenerse allí. Cierto que no siempre habrá combate en las avanzadas; pero como es difícil asegurar qué día lo habrá y cuál no, en la e ven­tualidad de un empeño lo lógico es que siempre se hallen en situa­ción de combate, con lo que no es necesario sino un tipo normal y ademtís se simplifica el servicio y se consigue formar rápidamente buenos soldados para su desempeño. Siendo el orden de combate la base esencial de la disposición de las avanzadas, se deducen cuáles serán los detalles de su orga­nización ; sólo que como en aquél la disposición de las tropas es muy densa, y en éstas se busca el emplear el menor número de gente para que el mayor pueda descansar, las posiciones elegidas serán ocupadas por el menor número posible de hombres. A causa de lapoca gente empleada, ésta se limitará á marcar las principales líneas que comporta la lucha, de lo que resulta una formación aná­loga á la de combate, aunque más dilatada, y las avanzadas serán el esqueleto del orden de combate. Otra condición del tipo normal es que las fracciones dis­persas sobre el terreno puedan estrecharse fácilmente á la llegada de las reservas, para que la intercalación de nuevas fracciones se haga sin producir confusión ni movimientos peligrosos. El orden normal de combate requiere que cada grupo princi­pal tenga fuerzas en primera línea, y de consiguiente en las a van­zadas, á fin de que cada cuál encuentre señalado su sitio para la lucha, sin llevar, sin embargo, este principio muy lejos, porque en­tonces se rompería la unidad de mando, y sería imposible proce­der por fuertes unidades orgánicas, de lo cual resulta que en esta. materia hay un minímum y un máximum que la enmarcan, y de Jos que no es conveniente separarse. Fácil es comprender que las fracciones inferiores hasta la compañía, á menos de obrar aisladamente, no deben ser repre­sentadas en las avanzadas, porque entonces éstas carecerían de solidez, y no habría ni unidad ni dirección posibles; pero también se comprende que ya un batallón sí puede ser allí representado, pues cualquiera de sus fracciones que lo haga puede dispersarse sobre el frente que aquél ha de ocupar luégo, sin dejar de estar en la mano de su jefe, y también estrecharse para dejar campo á las más ~punidades del batallón, sin tener para esto que efectuar gran- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar des movimientos. Resulta, pues, que el grupo orgánico mínimum que debe ser representado en las avanzadas es el batallón. Es evidente también que si una unidad más fuerte que el ba­tallón, como la brigada, es representada por una sola fracción en las avanzadas, queda destruída la formación de combate. Disper­sada en una extensión enorme, su manejo será difícil si no imposi­ble, sus movimientos lentos y considerables, y sobre todo sobreven­dría, al entrar el resto de fuerza~ en línea, la confusión de las unida­des orgánicas, falta que á todo trance hay que evitar. Aun hay más: al entrar en línea los demás batallones carecerían de hom­bres que, habiendo visto el terreno, los infm m en sobre la localidad, y así se verían obligados á batirse sobre un suelo que no conocen, lo que en la oscuridad podría ocasionar funestos resultados. Por otra parte, las avanzadas resisten sobre la línea que ocupan, y la que nunca deben abandonar, por exigirlo así las necesidades de la lu­cha: al llegar ésta los refuerzos lt) hacen para darles auxilio, y algún tiempo después entran en pugna los batallones que han de formar 1 a primera línea. Llegando éstos de pronto y en la oscuridad, la prime­ra necesidad de sus jefes es ponerse al corriente de la situación, y so­bre todo del terreno en que van á combatir; datos que sólo pueden suministrarles las fracciones que están en las avanzadas, las que de nada servirían si desaparecen agrupándose en un solo punto, de­jando espacio á las demás fuerzas para su entrada en línea. Si las avanzadas no se recogen, se mezclarán los cuerpos, sobrevendrán dificultades, y por último la confusión; tampoco puede r e levárselas, porque hacer esto de noche y ya entre las balas, e imposible, y además porque las noticias que puedan comunicar al relevo serán dadas muy á la ligera y de nada servirían. Por el contrario, si una fracción constituída está desplegada en una línea de corta extensión, los acontecimientos se suceden con extrema sencillez; cada batallón, al entrar en línea. se encuentra informado de todo lo que le interesa saber, y conserva en su seno á los que conocen bien el terreno y han presenciado los hechos desde su principio, y la línea fundamental ni desaparece ni es inte­rrumpida por la lucha. Lo dicho hace concluír que el servicio de avanzadas debe ser practicado por batallón: la brigada, compuesta de varios batallo­nes, como establece dos en primera línea en el combate, los hará representar en las avanzadas, y asf queda establecido el máximum y el mínimum de que atrás se habló. En resumen: las bases sobre que reposa el servicio de a van­zadas s<¡n: r.• Situación del servicio protector sobre las posiciones elegi­das para el combate ; z: Resistencia absoluta de las tropas empleadas en él; serán reforzadas en caso de ataque, pero nunca retrogradarán ; 3 ... La disposición de las avanzadas será calcada sobre la for­mación normal de combate; y 4."' Todo batallón de los que han de luchar en primer3. línea, será representado en las avanzadas por medio cle un destacamento tomado de su seno.-Continúa. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Mz'l·itar 305 PRINCIPIOS GE.VERALES .DE ESTRATEGIA Y DE TACTICA EN LAS PEQUEÑAS GUERRAS por el {ayor C. E. Callwell, del Ejército inglés TRADUCCI6 . DE ISIDORO LAVERDl: AMA YA-Co1ltimía CAPITULO XIII PERSECUCIO~ES Y RETIRADAS I. El en emigo uo estd preparado para una vzgorosa persecuczon si es derrotado, ni r;abe tampoco completar enérgú:amente stt vú:ton·a sz· queda trúm:fante-La cuestión de las persecuciones y de las retira­das en las pequeñas guerras depende en mucho de una particu­laridad de los guerreros irregulares, particularidad de tal manera confirmada en todos los tiempos, que se ha convertido en una ca­racterística distintiva. Esta es la de que, pasado el primer momen­to de excitación, estos guerreros son lentos en la persecución después de la victoria, y que, por otra parte, i los derrotan, no cuentan con que e les perseguirá con energía. Lord N'olseley dice que nada desmoraliza tanto á un enemi­go indisciplinado, como la rapidez de movimientos, la inmediata energía y la renovación constante de los esfuerzos que se hacen contra él. i, por su parte, este enemigo obtiene una victoria, el éxito parece agol.Jiarlo y calma sus movimientos ulteriores. e distrae con el pillaje ó con la alegría de u victoria; y al contrario, se es­panta y se deja dominar por el pánico, si tras una victoria de vuestra parte, procedéis de manera diferente de la suya, activando vues­tros movimiento y desplegando una energía incesante en la per­secución. II. La 1ll07n'lzdad dt·l enem/go lwce difidl su persecuczon-Por otra parte, la rapidez de los movimientos de estos adversarios hace muy difícil una persecución eficaz. Estos guerreros, una vez ven­cidos en el campo de batalla, se retiran con la mayor celeridad. Recorren el terreno con una rapidez pasmosa ; pero después de haber recorrido algunas millas, no suponen que se pueda perse­guirlos aún, y grande es su espanto si no se encuentran entonces en seguridad. Por esto es muy importante tener una fuerza de caballería inmediatamente disponible en el campo de batalla para lanzar­la contra el enemigo que huye; porque la extrema movilidad de este enemigo le permite escapar á la infantería. Esta es una pre­caución indispensable si se prevé un suceso táctico decisivo. En algunas pequeñas guerras, la falta de tropas montadas con este fin, ha sido muy perjudicial. Al comenzar la sublevaci6n de la lndia, durante la marcha del General Haveloc de Allahabad sobre Cawpore, y de Cawpore sobre Lucknow, la falta. de caballe­ría impidió alcanzar todas las ventajas que podían derivarse de los brillantes triunfos alcanzados sobre los rebeldes en combates sucesi- TOMo I-20 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Bolet{n Milt"tar yos. Después del combate de Kwintana, en la Cafrería, en 1877, la pequeña columna de tropas montadas fue insuficiente para verificar una persecucion eficaz. Hicks Pachá no tenía caballería en Marabia cuando su cuadro infligió tan gran derrota á los Madistas, de suerte que éstos se encontraron en seguridad desde que estuvie­ron fuera del alcance de la artillería y de la fusilería. Cuando la posición de Hunza Nagar pudo al fin ser envuelta en I 8g2, no había tropas montadas para ejecutar el ataque; pero este hecho no tuvo importancia porque el enemigo fue completamente des­truído. La infantería no puede llevar á cabo la persecución inme­diata; y si el enemigo no se dispersa, hay mucha probabilidad de alcanzarle á algunas millas del lugar de su derrota. Se imagina que el ejército victorioso descansará sobre sus laureles, y no pien­sa en una persecución enérgica; no prevé tal movimiento, que des­barata todos sus cálculos. III. La tendencia que Henen á d?Spersarse produce el múmo efecto. Otra particularidad que ofrecen los enemigos que las tropas re­gulares encuentran en estas pequeñas guerras, particularidad que influye mucho en la persecución, es la tendencia de estos enemigos á dispersarse en todas direcciones cuando son derrotados. Esta tendencia no es exclusiva de los salvajes ó de los montañeses. En las pequeñas guerras todos los enemigos proceden del mismo modo. Rara vez ensayan batirse en retirada y en orden; en aquel mo­mento sólo se trata de que se salve el mayor número. Los del Zuhí y los del Sudán tuvieron esta afinidad común con las tropas egipcias de Tel el Kebir. Los fanáticos, que atacan con la mayor temeri­dad, no valen más, á este re pecto, que los más débiles ó pusiláni­mes de las ra¿as inferiores. El efecto moral del desastre obra en todos. El vigor y la impetuosidad son la esencia de la persecución eficaz en la guerra; pero en las pequeñas guerras, las tropas lan­zadas á la persecución pueden, por lo general, proceder con una confianza mucho más grande que en la guerra regular. Un ejército disciplinado, á menos que quede íntegramente destruído, se re­tira combatiendo, defendido por una retaguardia. Los perseguido­res son constantemente detenidos en su marcha por pequeños des­tacamentos que ofrecen una resistencia encarnizada y que hasta se sacrifican para cubrir la retirada de la columna ; no acontece lo mismo en las pequeñas guerras. La sola dificultad es conservar el contacto con adversarios que huyen y que se dispersan en todas direcciones. IV. De ord/nan·o, el terrmo hace di.fíálla persecución-Esta es el único tropiezo, en lo que concierne al enemigo. Pero el terreno presenta también generalmente grandes dificultades. En las mon­tañas de la India, frecuentemente la caballería no puede obrar; en los bosques, la persecución es casi imposible ; en el Daghestán y el Transcáucaso, en Nueva Zelandia, en el Achín, en el Daho­mey y en el Ashantí, las victorias nunca han podido completar­se como hubieran debido serlo. El enemigo se dispersaba, á me­nudo sin haber sufrido pérdidas serias. Esta es una de las mayores dificultades con que tropiezan las tropas regulares en sus opera­ciones contra irregulares en terreno quebrado. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletfn Mtlitar V. Empleo de la caballería y de la arlz'llería montada en las per­stcuctones- Algunas veces el enemigo se batirá en retirada con cierta apariencia de regularidad ; pero esta es la excepción. En­tonces, el objeto de la persecución es, como en la guerra regular, tratar de convertir la retirada en derrota, romper los lazos de la disciplina y la cohesión de la columna batida y ya seriamente desmembrada. Para conseguir este fin, el concurso de la artillería montada y de la caballería es naturalmente inapreciable, si el te­rreno se presta á ello. En la sublevación de la India, el concurso de estas dos armas procuró más de una vez en las periecuciones resultados muy notables. El combate de Jaora Alipore, después de la derrota de Tantia Topi en Gwalior, por Sir H. Rose, es un ejemplo notable. Seis­clentos sables y una batería montada bajo las órdenes del Coronel Napier, fueron, tras corto retardo, lanzados en persecución de los rebeldes. El enemigo, que contaba 4,000 hombres y 25 cañones, ocupaba una ventajosa posición. Pero la resistencia no fue larga. Los rebeldes fueron derrotados con pérdida de toda ~u artillería y de sus bagajes, VI. Retiradas-El manejo de una retirada se considera con justa razón como la más delicada de las operaciones de guerra. El papel del que gana es siempre más fácil que el del que pierde ; pero movimientos retrógrados en presencia de guerreros irregula­res presentan ciertas dificultades especiales. VII. Dificultades que ett la retz'rada susczla el lransporle de /oz heri­des- La retirada después de un desastre se hace especialmente difícil · en las pequeñas guerras por la necesidad de conducir los heridos. En combates contra salvajes asiáticos, pieles rojas y otros enemi­gos semejantes, el transporte de los heridos es una necesidad. Hasta en la guerra de guerrilla contra campesinos de regiones civilizadas, no se debe dejar caer á los heridos en poder del enemigo, porque serían maltratados. La guerra civil es desmo­ralizadora : engendra represalias lamentables de parte de los sol­dados y de los insurgentes. La guerra de voluntario¡ en Ven­dee y en la Península, se caracterizó por las atrocidades co­metidas por las guerrillas. Fue una particularidad plausible de la guerra de los Boers el que fuesen bien tratados los heridos ingle,es que no pudieron ser conducidos en la retirada nocturna que siguió al combate de Ingogo; pero este es un hecho completamente ex­cepcionaL En la singular campaña del Príncipe Vorontzoff en los bosques de la Chechnaya, los Rusos salían todos los días á hacer exploraciones y volvían al campo por la tarde; el transporte de los heridos durante la retirada era siempre un motivo de ansiedad y de embarazo. Los heridos son carga muy pesada en el momento en que el ejército está menos en capacidad de transportarlo¡. VIII. Los guerreros z'rrcgulares son activos al comenzar la persecu­ción, pero su ardor decae en breve-En el primer arranque de la vic­toria, los guerreros irregulares son generalmente activos en la persecución. A los primeros indicios de indecisión en las filas de las tropas, aquellos mismos que en las filas enemiga~ han perma- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. J08 Boletín Mz"litar necido vacilantes, irresolutos y escrupulosos, se sienten con valor y se muestran listos á lanzarse al ataque á par de los más atre­vidos. Pero tras la excitación del éxito, su ardor decae; la per­secución se apaga; la tentación de detenerse para entregarse al pillaje es demasiado fuerte. Estos enemigos no comprenden la importancia de hacer la victoria completa y durable; ellos juzgan que su misión ha terminado cuando se ha ganado la victoria, y persiguen con tibieza, dejando que el ejército vencido escape á sus acometidas. Se pueden citar muchos ejemplos de este hecho. Ejemplos-Después del muy serio desastre sufrido por los Ingle­ses en el segundo ataque de Bemaru, cerca de Kabul, en 1841, las tropas, bien que completamente desmoralizadas, no fueron perseguida hasta sus acantonamientos por los Afganes. Si _el ene­migo hubiera procedido con vigor, todo el ejército habría podido ser destruído. * Al comenzar la sublevación de la India, después del levanta­miento de Dinapore, cuando los rebelde se habían dirigido obre Arrah y sitiaban el corto número de europeos encerrados en esta plaza, un destacamento partió por la noche del acantonamiento para tratar de socorrer á la guarnición. Después de acercarse de noche á Arrah, sin encontrar resistencia, la columna cayó en una emboscada, y, sorprendida, fue derrotada. El resto de la columna logró, sin embargo, volver á sus vapores sobre el Canges, y regresó á Dinapore. i los rebeldes hubiesen llevado á cabo una persecu­ción vigorosa, t0do el destacamento, ya e. ·tenuado por una mar­cha nocturna, habría sido probablemente destruído. La persecución de los Afganes despué de Maiwand, fue muy floja. Durante una milla ó dos, el enemigo hizo una persecución muy enérgica, y el regimiento 66 sufrió pérdidas espantosas, com­batiendo con vigor para tratar de detener al enemigo. Pero desde que los Afganes se encontraron libres de esta fracción de infante­ría que les oponía vigorosa resistencia, juzgaron que la victoria estaba completa, y minoraron la persecución. Grandes pérdidas causaron las gentes de las aldeas en la retirada sobre Kandahar, y muy pocas el ejército de Ayoub Khan. Después del mal éxito de los Franceses en Bang Bo, cerca de las fronteras del Tonkín, los Chinos tuvieron una ocasión muy pro-­picia para causar pérdidas irreparables, por medio de una vigo­rosa persecución, á la columna en derrota; pero persiguieron con lentitud, y dieron de este modo á las tropas del General Négrier, tiempo de rehacerse y de medirse de nuevo, algunos días más tarde, en Kailua, en donde tomaron gran desquite del revés de Bang Bo. Los del Manipurí persiguieron con lentitud las tropas que evacuaban su capital en 1 8g2. IX. La deslruccz'ón de las tropas regulares se ha debü:/o general­mente á un completo at'slami'enlo ó á causas espedales-Cuando en estas pequeñas guerras, fuerzas regulares han sido totalmente destruí- • Buen ejemplo de ello tenemos en Peralonso.-N. del D. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletfn Mzlitar das, como el ejército de Hicks Pachá en el Sudán, de ordinario las circunstancias han sido tales que el ejército en derrota se en­contraba en la imposibilidad de batirse en retirada. En las estepas, columnas rusas han desaparecido del mismo modo, á causa de las distancias enormes que es preciso recorrer en este país para alcanzar un objetivo militar. La retirada de Kabul, en 1841-42, se llevó á cabo al través de gargantas y de desfilade­ros en montañas infestadas de enemigos ; este desdichado ejército fue gradualmente aniquilado, más bien por los guerreros de las tribus situadas entre la capital Afgán y Gandamak, que por las fuerzas de Akbar Khan, que lo perseguían. X. El pn"ncipz'o de la retz'rada es el período crítzco-El momento crítico es generalmente cuando comienza el movimiento retrógra­do, porque entonces el enemigo aparece ardiente y resuelto. Acude en gran número, y la prontitud de su marcha le permite guardar el contacto. La retirada de un campo de batalla es siempre una empresa delicada y peligrosa, mucho más difícil hasta en la gue­rra irregular que en las condiciones ordinarias de las operaciones militares modernas, porque ya se sabe que los vacilantes y los tímidos que se cuentan en las filas de los adversarios, entran en línea con los combatientes que han alcanzado la victoria. Es claro que la retirada debe efectuarse gradualmente, haciendo fren­te siem¡:;re una parte de la columna al enemigo. En tal momen­to el concurso de la artillería es inapreciable; ella puede mantener á raya al enemigo, y luégo, si el terreno se presta, retirarse rá­pidamente y tomar una nueva posición. Así fue como la artillería prestó &rrandes servicio en Maiwand. La caballería á pie y la in­fantería montada pueden igualmente prestar grandes servicios. En la guerra regular, perseguidores y perseguidos se mueven durante la retirada con la misma agilidad· pero este no es el caso en la pequeña guerras, en do:1de, si se quiere, el enemigo puede con facilidad adelantarse á la infantería. Por esto los batallones, las compañías ó las secciones designadas para atajar á los enemigos que hostilizan las retaguardias del ejército en retirada en tanto que el resto de la columna gana terreno, tienen que luchar con grandes dificultades. Esta es una operación muy penosa, aun para las mejores tropas; pero si ellas se sostienen con éxito una ó dos horas, por lo común pueden contar con que podrán retirarse en seguida sin ser seriamente inquietadas. En la guerra regular, las tropas vencidas están en situación mucho más mala, porque la persecución del enemigo no cesa en las cercanías del campo de batalla. Los vencedores avanzan, insolentes y en orden, resueltos á no dejar piedra sobre piedra, á fin de consolidar su victoria. La diferencia es muy marcada. Este hecho merece llamar la aten­ción, si se considera que es un principio importante de guerra. Conl'intÍa Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 3IO Bolet{n Mt'litar MARCHAS Y COMBATES SEGUN LOS REGLAMENTOS ARGENTINOS POR EL TENIENTE CORONEL AUGUSTO A. ltALIGNE- ConHnúa 4. 0 Dispositivo de marcha Las tropas, los trenes de combate, las ambulancias, los con­voyes, etc., son los elementos generales de las columnas, dispuestos en orden que responda á la idea siguiente: abordar al enemigo lo más rápidamente posible y atacarlo con el mayor efectivo posible. Su marcha se basa en los principios siguientes : 1. 0 Toda columna debe ser organizada en previsión del com­bate; 2.0 Debe estar al abrigo de sorpresas; 3.0 La posición de las tropas en ella debe determinarse se­gún la urgencia de su llegada al campo de batalla ; 4. 0 Debe dársele la mayor velocidad posible, sin cansar hom­bres ni animales ; 5. 0 Lejos del enemigo, y si se tiene la seguridad de que no hay ataque que temer, se puede subordinar la colocación de las tropas en la columna á la comodidad de la marcha y á las necesi­dades que imponen los aires de las diferentes armas ; pero á proximidad del enemigo, todo se subordina á la condición de po­der aceptar combate en cualquier momento y de cualquier mane­ra que se presente aquél; 6.0 En las marchas en retirada, ya sea después de un combate desgraciado, ya sea para evitarlo, las columnas se dividen, como lo hemos dicho en artículos anteriores, pero como si hubiesen dado media vuelta. La retaguardia tiene entonces la importancia de la vanguardia, pero su misión, su composición y sus distancias son otras, y las estudiaremos cuando tratemos de las retiradas después de la pérdida de una batalla. Veremos entonces que así como el ¡::.apel de la vanguardia es activo y consiste en dañar al enemigo, el de la retaguardia es relativamente pasivo, y consiste en impedir que el enemigo nos dañe. A una columna interior, es decir, á una que marcha entre otras columnas, poco expuesta en sus flancos, le basta mandar algunas patrullas qu establezcan la comunicación con las colum­nas vecinas. Una columna aislada, al contrario, está amenazada por todos lados, y como sus partes débiles son sus flancos, tiene que cubrirlos, á menos que lo haga la naturaleza misma, esto es, que Ia:columna desfile costeando un río no vadeable, ó pantanos intran­sitables, y siempre que úno y ótros la protejan á algunos kilómetros, puesto que la infantería enemiga podrá causarle pérdidas impor­tantes á distancia de 2,000 metros y la artillería desde los 4,000. Suponiendo que la columna marche aislada y no sea cubierta en sus flancos por obstáculos naturales, que es lo ordinario, ¿ cómo los cubriremos militarmente? Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Bolet{n Milt.tar 3II Con destacamentos que marcharán paralelamente á la colum­na y que destacarán flanqueadores. Como la columna principal se­guirá casi siempre el mejor camino, no quedarán para los destaca­mentos sino caminitos, senderos, ó sólo el suelo natural. El servicio de guardaflancos ó flanqueadores sería, pues, muy pesado para la infantería, y se haría mal y resultaría ilusorio. Para que no lo sea, lo haremos ejecutar por la caballería, y si no la hubiere, aprove­chando las aptitudes naturales por infantes montados, organiza­dos de antemano ó improvisados. El servicio de los guardaflancos comprende todo lo que abar­ca el servicio de reconocimientos: ver, avisar á la columna y dete­ner al enemigo hasta que ésta se despliegue. Enumeraremos rápidamente los medios de ejecución : ocupar las entradas y encrucijadas de los caminos, sobre todo cuando son quebrados, ó la salida de los bosques, de las cañadas ; ocupar las alturas, las estancias, los puentes, todo lo que sobre un flanco puede servir al enemigo para emboscarse, ó á la columna para defen­derse. Si la columna es algo importante, como no podría ser atacada. seriamente sino por fuerzas también importantes, las que tampoco podrían acercarse mucho sin ser sentidas, el servicio de guar­daflancos puede simplificarse y ser así menos cansado. Daremos un ejemplo: en un país medianamente quebrado marcha una columna aislada de cuatro batallones, cuatro escuadrones y tres baterías: una brigada mixta con efectivo de cuatro á cinco mil hombres. El camino que debe recorrer:en el día es de 22 kilómetros, y en ese trayecto y á distancia de 4 á 5 kilómetros, término medio, existen en ambos flancos puntos topográfkos de alguna importancia: una loma, una punta de bosque: una estancia, la salida de un camino entre alambrados 6 cercos, etc. El comandante de la vanguardia destaca una sección dividida. en tres grupos en cada flanco. El comandante de la columna también destaca una sección en tres grupos en cada flanco. Ambos les ordenan ocupar sucesivamente la loma, la estan­cia, etc., durante algunos minutos, y hacer, además, cubrir su cos­tado exterior con algunos jinetes que les procuren noticias si las hubiere. Hecho por infantes y jinetes mandados por oficiales que sepan inspeccionar y no crean que hay algo cuando nada hay, este servicio resguardará de todo peligro á la columna sin agotar en su tarea de vigilancia las fuerzas destinadas al combate. En efecto, ¿cómo se deslizaría inadvertido entre dos grupos de guar­daftancos ua enemigo tan numeroso que pudiera ser un peligro para. una columna de 4 6 5,000 hombres? II. Las columnas. 5. 0 Encolumnamiento Acampadas, vivaqueadas ó acantonadas las tropas, no lo es­tán siempre en el camino que seguirán, sino á sus costados. Si el efectivo es de alguna importancia, las distancias que las separan, sobre todo en los acantonamientos, pueden ser considerables • • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. JI2 Boleti1z Militar Estas tropas están obligadas á formar una sola columna, y de­ben ser colocadas en ella según cierto orden sucesivo. Para esta reunión y colocación, que llamaremos encolumna­miento, se adopta un punto fijo, situado hacia adelante, conocido 6 fácil de encontrar en el terreno ó en el plano topográfico, y de fá­cil acceso: es el punto inidal del encolumnamiento y la marcha. 6.o Punto inicial Supongamos una reunión de tropas de las cuatro armas y compuesta como la división que sirve de tipo en el Reglamento de infantería del General Capdevila para fijar los principios del com­bate ofensivo. Tiene dos batallones en una estancia, á dos kilómetros á la de­recha del camino ; dos batallones vz'vaqueados, á dos kilómetros más atrás, y uno más afuera ; cuatro á la izquierda, á la altura de los tres primeros, pero á tres kilómetros ; tres atrás de los cuatro últimos, á tres kilómetros; la caballería á dos.kilómetros adelante; la infantería, parte á la derecha, parte á la izquierda ; la artillería y los ingenieros á la altura de las primeras fracciones de la in­fantería, pero inmediatos al camino. Supongamos que esta reunión de tropas deba emprender mar­cha al día siguiente, en una sola columna, en la siguiente forma: A vanguardia, 2 batallones de infantería, 3 escuadrones de caballería, 3 baterías de artillería y 2 compañías de ingenieros. Atrás, á ocho kilómetros, el cuerpo principal, ligado con su vanguardia por algunas fracciones de tropa. Admitido esto, las horas fijadas para que cada unidad llegue al punto inicial, señalado á dos kilómetros á vanguardia del vi­vac de la caballería, serían las siguientes: Una hora antes de la salida del sol, que suponemos ser á las seis, el escuadrón de descubierta. A las cinco y cuarto, los tres escuadrones y los ingenieros. A las cinco y media, un batallón y las tres baterías. A las cinco y tres cuartos, otro batallón. A las siete y media, los tres primeros batallones de la dere-cha del camino. A las siete y tres cuartos, toda la artillería. A las ocho, el resto de la infantería de la derecha del camino. A las ocho y media, toda la infantería de la izquierda del ca-mino. Pero al fijar las horas en que deben llegar al punto inicial y desfilar, el Estado Mayor, que tuvo en cuenta para ello el ale­jamiento de las tropas, no determinó la hora en que \iebían batir tiendas, detalle que se deja á cargo de los comandantes de unida­des y que se arregla en vista del camino que debe recorrer en­tre el vivac y el punto inicial. Lo esencial es que las tropas lleguen al punto inicial á la hora fijada, que para ello no se les haya hecho tomar las armas con inútil anticipación, ni recorrer malos caminos, cuanao los hay bue­nos; y que no se les hayan impuesto fatigas innecesarias. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Bolet{n Militar Como se ve, la columna se forma por la llegada sucesiva de las unidades principales, formadas á su turno por la de grupos me­nores, como un río se forma con otros ríos y éstos con arroyos; de suerte que á la postre columna y río corren en un solo cauce. Cuando una columna es poco numerosa, el encolumnamiento es fácil, puesto que las unidades están acampadas á corta distan­cia; pero tratándose de una división, las horas de partida del vi­vac y de llegada al punto inicial, deben ser fijadas cuidadosamente, pues todo error ó negligencia i'11plica un aumento de fa ti gas para la tropa, y hoy, más que nunca, es con las piernas con las que se ganan las batallas. Para verificar el orden en que las unidades entran en la co­lumna, darles la hora oficial, recib1r los partes y transmitir las órdenes del General, se sitúa un oficial del Estado Mayor en el punto inicial; este oficial estará autorizado para resolver las dificul­tades de ejecución, la más frecuente de las cuales es la detención de alguna unidad, causada por la llegada tardía de otra que de­bería precederla. i la demora es ya larga, si la interposición no puede causar graves perjuicios, se hace marchar la tropa detenida, y se rectifica luégo, si es indispensable, la colocación relativa de las unidades. Entre no otros, que maniobraremos por muchos años aún con cortas columnas, las dificultades del encolumnamicnto serán siem­pre pequeñas, pero debíamos preverlas. El Comandante en Jefe mismo ó su Jef de Estado Mayor estará en el punto inicial, y su presencia contribuirá á la e.·acta ejecución de las órdenes. Pero aun así, no sed be olvidar que un batallón no debe cargar mochilas y tomar arma , la artillería atalajar y la caballería montar á caba­llo, sino para emprender marcha, y que toda espera inútil e ~ una fuerza 1 erdída que puede causar una derrota. 7. 0 Alargamiento de la columnas Cuando la tropa marcha en columna, sus elementos se alar­gan poco á poco, á consecuencia de falsos movimientos individua­les, de quiebras, de obstáculos del terreno, de la tendencia del soldado á abrir las distancias para marchar con más comodidad, etc., de manera que su profundidad es siempre mayor durante la marcha que á la partida. Esta diferencia entre las dos profundi­dades se llama alarganzzento. El alargamiento varía en razón de la profundidad de la co­lumna de la extensión de la marcha, de la naturaleza del terreno, de la clase de soldados que forman la columna, de las armas, etc., y crece sin cesar desde la salida hasta la llegada. Es imposible evitarlo, y hay que calcularlo para no engañar­se en las disposiciones de marcha; pero una buena disciplina de marcha lo limita. Se calcula que la disciplina de marcha es buena cuando en una columna de las tres armas, de Io,ooo metros de profundidad y después de una hora, en buenos caminos, el alargamiento no pasa de un cuarto de la profundidad á la partida. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletfn M-ilt'tar Hemos visto que el alargamiento es inevitable, que con tro­pas y circunstancias normales es de un cuarto, y que ha y que cal­cularlo para no caer en equivocaciones peligrosas. Para e11o, en la infantería se puede usar de la fórmula práctica siguiente: el alar­gamiento normal de un cuarto iguala en metros el octavo del efec­tivo del batallón. Siendo, v. gr., el pie de guerra de un batallón de 8oo en nú­meros redondos, el alargamiento será de 100 metros ; si el batallón es sólo de 500 plazas, será de 6o metros. Esta fórmula es suficiente. En efecto, si las tropas son malas, reclutas ó cansadas, si el camino es malo, etc., y se prevé que la columna se alargará la mitad, se calcula un alargamiento de dos Teces un octavo. Si al contrario, las condiciones son favorables, se puede calcular medio alargamiento normal, esto es, la mitad de un octavo. Es sencillo, rápido y bastante exacto. El alargamiento de diez por ciento, que calculan algunos vade mécum, es solamente exacto á la partida, en marchas de paz, con carga reducida; y aun así, pronto llega á alcanzar el 25 por 100, ó el cuarto, que consideramos prudente tener por norma. El alargamiento de la caballería y de la artillería se calcula igual al de la infantería; pero el de los convoyes, en razón de la mayor dificultad de conservar en ellos una buena di~ciplina de marcha, puede alcanzar de 30 á 50 por roo. El alargamiento excesivo de las columnas constituye un grave peligro, puesto que demora en un tiempo considerable el despliegue de las tropas, y es necesario para contenerlo, que se observen con exactitud é inteligencia las prescripciones del capítulo que trata de la disciplina de marcha. No basta que los oficiales sean capaces de impedir con energía que e pierdan las distancias; es necesario, sobre todo, que sepan y hagan las marchas menos penosas, pues­to que i es relativamente fácil impedir que la tropa se canse inú­tilmente, es imposible hacer marchar una tropa que ya no puede. 8 ° Profundidad de las columnas Es su largo entre su cabeza y su cola. Se compone del fondo de cada subdivisión y de las distancias que las separan. El vade mécum del ejército francés da las profundidades si­guientes, para columnas en un solo camino : I .° Cuerpo de ejército, 36,500 m., de los cuales la vang-uardia ocupa 7,600 m. y el tren regimentado 6,800 m. La retaguardia se encuentra á 28 kilómetros del cuerpo principal de vanguardia, y necesitará 7 horas para entrar en combate á su lado. 2.0 División de infantería, 15,500 m., de los cuales la vanguar­dia ocupa 5,150 m. y el tren 3,000 m. La retaguardia se encuen­tra á 10 kilómetros de la cabeza de vanguardia, y necesitará dos horas y media para entrar en combate con ella. Si, por imposible, 11egara el caso de tener que formar en una sola columna la división argentina, cuya composición determina el capítulo I.0 del Reglamento de servicio en campaña, 12 batallo­nes, 16 escuadrones, 12 haterías, dos compañías de ingenieros, etc., ocuparían con todos sus servicios, próximamente, 14,000 m., Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Bolet{n ll:filitar debiendo recorrer su retaguardia unos 13 kilómetros para llegar á la línea de combate ya establecida por las tropas de vanguardia, lo que le exigiría tres horas. Como se comprende, esta profundidad de las columnas cons­tituye un peligro á proximidad del enemigo, puesto que las tropas de la vanguardia y aun de la cabeza del cuerpo principal, están ex­puestas á entrar en combate sin poder ser oportunamente sosteni­das por las que la siguen. En consecuencia, es regla no marchar en columnas profundas cuando es posible hacerlo en dos ó tres más pequeñas, en columna de división, v. gr., cuando se puede marchar en columna de bri­gada. En efecto, los despliegues se hacen con más rapidez y faci­lidad cuando proceden de varias columnas paralelas ; pero los in­tervalos entre ellas deben ser bien calculados y sus comunicaciones fáciles. Es así que nuestra división, en vez de formar una columna de 14 kilómetros, formaría tres de 6 kilómetros, separadas por in­tervalos de 3 ó 4 kilómetros.- Coniz'núa. ~i~fnria ZUMALACÁRREGUI GUERRA CIVIL Dlt NAVARitA, 1833-1835 Traducido para el Boldhz llfilitar Continú• Zumalacárregui, después de probar que sabía escapar á sus adversarios, tenía que demostrar que podía combatirlos y aun vencerlos. . u ascendiente sobre los insurrectos dependía de esas condiciones. Resolvió combatir, y para ello atrajo al terreno que había elegido, á la columna de Lorenzo que el Coronel Oraa aca­baba de reforzar con una división del Ejército de Aragón. En esa lid bien sabía que sería vencido; y hasta tomó sus disposiciones para no conservar el campo de batalla, si acaso salía vencedor. Como se verá, pensaba en lo que sucedería después del combate. El punto escogido parece predestinado para campo de carnicerías: fue Asarta, en el valle de Berrueza, en un camino dominado por rocas cubiertas de bosque y que termina en el puente de Arquijas sobre el Ega. Había sido ya fatal esta posición, primero á Mina, quien allí fue rudamente escarmentado por los Franceses, cuando la guerra de la independencia; y después á Quesada, vencido por los constitucionales en 1822. Zumalacárregui mismo lidió allí tres veces con éxito vario. En esta ocasión, la lucha principió el 29 de Diciembre de 1833, una mañana pura y brillante. El combate no fue largo, pero á lo menos los voluntarios se batieron más resueltamente de lo que su jefe esperaba ; resistieron hasta que se les agotaron los cartu­chos. Zumalacárregui entonces, antes de que fueran destrozados, 1 os hizo replegar en buen orden tras del puente de Arquijas, y de a\\í los condujo al valle de las Amescoas. Comprendía muy bien Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 3IÓ Boletín Militar que los cristinos no osarían perseguirlo ; pero no por esto dejó Lo­renzo de dar parte de su triunfo. La exageración era habitual á los dos partidos: si todos los soldados dados por muertos en sus boleti­nes por los Generales españoles hubieran realmente perecido en las batallas, la población entera de España no habría bastado para alimentar esa guerra civil. Como ni Lorenzo ni Oraa persiguieron á los carlistas sobre las Amescoas, y antes bien hasta dos días después de la batalla no volvieron á Arcos, el efecto moral del combate de Asarta aprove­chó á Zumalacárregui. Lo que había previsto sucedió : después de la jornada de Asarta, muchos voluntarios acudieron á reforzarlo en Guezalaz, arriba de Estella; y los ricos propietarios de los valles, hasta entonces indiferentes, se comprometieron entonces con una causa que prometía ser bien defendida en la pelea. Las primeras operaciones de Zumalacárregui dieron por re­sultado la caída del Ministerio en Madrid, la remoción de Saars­field y una conscripción de 25,000 hombres. Una nueva campaña iba á principiarse junto con el año de 1834. El General carlista había tomado por cuartel de descanso á las Amescoas, estrech0 valle encajonado entre dos sierras y por todos lados p1·otegido por peligrosos desfiladeros. Este valle, que encierra diez aldeíllas, há­llase situado entre Pamplona y Salvatierra, á tres leguas de una y otra ciudad, á la misma distancia de Este11a y á seis de Victoria. De ahí Zumalacárregui podía fácilmente obrar sobre todos los centros de operacione de sus adversarios, sjn peligro de ser aco­rralado en su retiro. Valdés, el nuevo Comandante en jefe de los cristinos, creyen­do que la intención de los Na Yarro era llevar el teatro de la gue­rra á la Baja Navarra, qu se extiende de Pamplona hasta el Ebro, desde Victoria envió á Lorenzo y á Oraa la orden de cubrir la Hnea de Puente J .a Reina á Estella. El proyecto de Zumalacárrc­gui, al contrario, consistía en transportar el centro de sus opera­ciones del lado de Lumbier, sobre el terreno má doblado de los valles interiores. Por esto, en tanto que el enemigo se ocupaba en fortificar la línea de Estella, Zumalacárregui ejecutó un movimiento rápido hacia el Norte, y logró la adhesión de los valles de Salazar, de Ayescoa y de Roncal, hasta entonce. esquivos á la insurrección, y regresó á Lumbier, previendo que el enemigo saldría á encon­trarlo. Los valles que el jefe carlista acababa de desarmar y some­ter al paso, lo mismo que las Amescoas, podían servirle de lugar de refugio, como ya Jo habían sido para los voluntarios de 1811 y de 1822 ; además, para Zumalacárregui tenían la ventaja de cubrir el valle de Bastán, á donde enviaba sus reclutas, tenía sus depósitos y se hallaba establecida la junta insurrecciona} de Navarra, bajo la protección de los voluntarios del Brigadier agastibelza. En Lumbier, Zumalacárregui se burló de los golpes de Lo­renzo y de Oraa, como antes se había burlado de los de Saarsfield en Dicastillo, y de tal manera que las columnas cristinas, atraídas sin cesar por la esperanza de un encuentro siempre evitado, volvieron Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletí11, Milita1~ JI7 al cabo á sus acantonamientos, más agotadas por la fatiga y más maltratadas por las nieves y las privaciones que si hubieran sufrido una derrota. Al mismo tiempo que burlaba al enemigo con las dos columnas volantes de Zubirí y de Iturralde, Zumalacárregui, á la cabeza de un tercer destacamento no sospechado por Jos cristi­nos, se apoderó en Ayescoa de la fábrica de Orbaiceta, donde en­contró un cañón, 200 fusiles y 50,000 cartuchos. Siempre aconteció esto mismo con aquel hombre extraordina­rio. No era solamente para fatigar á sus adversarios para lo que emprendía esas marchas y contramarchas fabulosas; también lo hacía ora para alejar al enemigo del punto que quería atacar y sorprender ; ora para regresar por la tarde á la población de donde los cristinos lo habían sacado por la mañana, de manera de hacer creer á los habitantes que había vencido al enemigo en el intervalo; ora para burlar una combinación estratégica de Jo jefes de las columnas enemigas. Una vez que había logrado introducir as( la confusión en los movimientos de los adversarios, Zumalacárre­gui ejecutaba una de esas marchas de noche que sólo los Na­varros pueden hacer y que lo llevaban á doce leguas del punto don­de había sido visto la víspera. Entonces era cuando las guarnicio­nes orprendidas caían en su poder; cuando Victoria, espantada, se atrincheraba en sus calles invadidas; cuando las ricas ciudades del Ebro, que podían creerse fuera de riesgo, veían sus graneros sa­queados por un enemigo venido no se sabía de qué punto. Bien pronto los cristinos se desmoralizaron tanto con los brus­cos movimientos del jefe carlista, que cuando obtenían sobre él alguna ventaja, no se atrevían á aprovecharla ni á perseguirle en su retirada, por el temor en que vivían de que tal movimiento no fuera sino estratagema para atraerlos á segura emboscada. Preciso es anotar, por supuesto, que Zumalacárregui fue mara­villosamente ayudado contra sus adversarios por una población de la cual cada miembro era un espía y un posta. Estableció en todos los pueblos una verdadera conscripción de postas: cada uno debía partir, por turno, cuando llegaba un despacho. La conducción de los despachos de ida y vuelta al campo carlista se hacía de esta manera, de pueblo en pueblo, con maravillosa rapidez. Zumalacá­rregui estaba siempre advertido oportunamente de los movimientos del enemigo, y seguro siempre de que las órdenes que enviaba á sus tenientes llegaban á tiempo y con seguridad: no hubo ejemplo de que ni uno solo de esos postas voluntarios fuera traidor. Un hecho probará hasta dónde llegaba la obediencia leal de las provincias insurrectas. Zumalacárregui envió una circular á las municipalida­des, en la cual les prohibía, bajo pena de muerte, dar ninguna noticia á los cristinos, ya verbal, ya escrita. Todo individuo á cuyas manos llegara la circular estaba obligado á firmarla para probar que asumía la responsabilidad del caso. Pues bien: esa circular pasó por todos los lugares ocupados por los cristinos, penetró hasta el Alto Aragón, y volvió á poder de Zumalacárregui, cubier­ta de firmas. Ninguno había rehusado una responsabilidad que podía perderlo; no hubo uno que se atreviera á denunciar al ene­migo á los que habían firmado antes que él. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Bolettn Mz.iitar. Así, el jefe carlista sabía siempre dónde se encontraban sus enemigos, en tanto que éstos ignoraban completamente su para­dero. ~Podía también . saber sus intenciones por la intercepción de sus despachos, que casi siempre llegaban á su poder, ora en­tregados por los mismos mensajeros enviados por los cristinos, ora interceptados por los aduaneros que había repartido en Ja co­marca por partidas de doce á quince hombres. Estos aduaneros no sólo prestaban á Zumalacárregui el servicio de bloquear los luga­res ocupados por los cristinos, sino que además observaban ]a mar­cha de sus columnas. El jefe carlista los enviaba á menudo en al­tas horas de la noche al campamento enemigo, á inquietar á balazos á los cristinos ya fatigados por los combates ó la marcha del día, los que creyendo en un ataque nocturno, pasaban entonces el resto de la noche sobre las armas. Con todos estos medios fue con los que Zumalacárregui pudo dar las proporciones de una guerra seria á lo que sin él no hubiera pasado de una insignificante insurrección. Valdés acudió en ayuda de sus dos abatidos tenientes; pero no fue más feliz que ellos: nunca pudo atrapar á Zumalacárre­gui, á pesar de todos sus esfuerzos y de disponer de muchos ba­tallones. Estos acontecimientos y los ataques que se le hicieron en los periódicos de Madrid, lo obligaron á dimitir, como su predece­sor Saarsfield. Le reemplazó Quesada. Valdés había dispuesto de 12,000 hombres; á Quesada se le entregaron 20,000. Por este con­tinuo aumento de fuerzas :Se puede juzgar qué progresos había hecho la insurrección en Navarra-Conlznúa. CASOS Y COSAS .DE GUERRA UNA NUBE .DISIPADA Quien se limita á recorrer las diversas partes de un territorio, sin colocarse á veces en puntos desde donde pueda formarse idea del conjunto, nunca podrá guardar en la mente idea fiel de la comarca visitada. Otro tanto sucede cuando se trata de aconteci­mientos lejanos que llegan á saberse en un lugar, por cuanto la cro­nología del conocimiento puede no estar de acuerdo con la de la verificación de los dichos sucesos, y entonces si el criterio no entra en juego para coordinarlos de manera debida, muy fácil será que la impresión que su conjunto produzca en el ánimo, sea una impre­sión falsa ó errónea. Ocúrresenos recordar esta trivial verdad en vista de la poca ó ninguna importancia que muchos ciudadanos han acordado á acon­tecimie} IÍtos militares recientes, por mirarlos como hechos aislados ó sin enl,Áce íntimo, á causa de haberse cumplido aquí y allá, ora por guerrlllas pequeñas, ora en diversas semanas, cuando en realidad todos eran parte de un vasto plan, de una grande empresa, carac­terizan el último considerable esfuerzo de la rebelión agonizante, y así reunidos dejan ver el nuevo peligro de que se han salvado las institucione~ legítimas de Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. B olet{n Mt'litar Invasión del Táchira vencida en el Rosario; combate victorio­so de Chiquinquirá ; desastre de una guarnición en Chita ; sorpresa de Sogamoso por una guerrilla ; formación transitoria de la gue­rrilla de Curití, etc. etc., no son en verdad sino los capítulos del novísimo plan revolucionario tendiente á incendiar el centro de la República después de los desastres de Uribe Uribe en la Costa y de los de las guerrillas combin~das en Girardot. ¿Cuál fue ese plan? De los hechos cumplidos resulta que sus grandes lineamientos consistían en preparar una doble invasión sobre Santander y Boyacá para apoderarse de esta suerte de la frontera y de una parte de las planicies andinas, á fin de aparecer con un ejército considera­ble lo más cerca posible de Bogotá; rodear la capital con sinnúme­ro de guerrillas para impedir que el Gobierno enviara refuerzos y parque á las zonas que carecían de elementos suficientes como Bo­yacá, ó apoderarse de ellos en el tránsito, y por último, librar una gran batalla cerca de la Sabana, para de un solo golpe acabar c0n el Gobierno si la fortuna en ella era adversa á las armas conser­vadoras. Las dificultades con que siempre han tropezado las tropas en Colombia, la extensión de los territorios por recorrer, y la mala calidad de los caminos, impidieron á los rebeldes dar á su plan el de arrollo conveniente, sin lo cual nada valía, y permitieron al Go­bierno atender sucesivamente á los nuevos peligros cuyo enlace era desconocido, á medida que surgían. En efecto, la tercera invasión del Táchira se adelantó muchí­simo en su acción, de seguro en la esperanza de que no sería ata­cada en el acto: natural era suponer que las fuerzas de Cúcuta se replegarían á esperar en buenas posiciones lo refuerzos que se les enviaran del interior del Departamento, lo cual demandaba mu­chos días y además la movilización de tropas que tenían que dejar descubiertos puntos importantes sobre los cuales debería marchar entre tanto la llamada invasión de Arauca. Por fortuna, los soldados conservadores no cuentan el núme­ro de sus enemigos, y la guarnición de Cúcuta atacó y venció en el acto, á la bayoneta porque le faltaban municiones, á los nuevos invasores, infligiéndoles castigo tan severo que habrán de recor­darlo por muchos días. Esta noticia no fue creída por los rebeldes de Casanare, los que en apoyo de sus compañeros siempre cruzaron la cordi11era y senta­ron el pie en la Provincia de Gutiérrez (Boyacá). Los soldados legiti­mistas, allí también se apresuraron á atacarlo~, y aun cuando la for­tuna se les mostró esquiva, á lo menos consiguieron detener el avan­ce del enemigo, muy superior en número, lo cual permitió al Go­bierno reunir un Ejército en Boyacá, después de cerrar el paso á los rebeldes de Cundinamarca y Tolima. En efecto, aun cuando en apa­riencia la derrota de Chita entregó á los rebeldes el Departamento hasta Sogamoso, la mir.ma extensión del territorio que así les que­daba en las manos, demoró sus movimientos y ensanchó sus pre­tensiones, de suerte que cuando lograron reunir en Sogamoso un verdadero ejército, el Gobierno ya. les tenía enfrente otro superior en número y en veteranía. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 320 Boletin Mz"lz'tar Tal concentración, no esperada por los rebeldes> equivalió á la derrota de éstos, puesto que no osando afrontar su ata­que, se dividieron y replegaron á los diversos pasos de la cordille­ra, de donde también fueron lanzados sin mayor trabajo y reduci­dos á partidas incapaces de acción seria y á las cuales no quedó otro recurso que internarse en la desierta y malsana llanura. Pero antes de realizarse la mencionada concentración ya los numerosos guerrilleros de U11oa habían sido derrotados en Chi­quinquirá por un puñado de valientes, cuando por ahí intentaron pasar á Boyacá pretendiendo engrosar las filas del ejército rebel­de de Soga m oso. Dicho jefe toda vía intentó segunda vez el mismo movimiento, pero además de que sufrió segunda y más ruda lección, aun cuando entonces hubiera logrado su designio, ya era tarde por la retirada de sus compañeros. En fin, con estas operaciones fueron correlativas las encami­nadas á vencer á los guerrilleros de Oriente, Sumapaz y porción li­mítrofe del Tolima, lo cual dejó libres varios cuerpos de tropas para atender á donde fuera necesario, los que unidos á los que re­gresan de la campaña de Boyacá, bastarán para terminar la gne­rra en el occidente de Cundinamarca, única zona donde á la fecha hay guerrilleros en el Departamento. Por lo demás, la captura 6 dispersión definitiva de guerrillas en territorios quebrados que les son amigos, demanda tiempo y lentitudes que á veces conmueven los nervios de los amigos, pero que en lo humano son imposible de evitar. En efecto, conforme lo dice Rustow, "si los guerrilleros están siempre en movimiento y es­parcen noticias falsas sobre su situación, sucederá que transcurren semanas enteras ante de que el ejército conozca exactamente su importancia, su número y su plan.' Y Napoleón en España para dominar·Ios guerrilleros tuvo que recurrir á establecer ¡jbestos fortificados (almacén, hospital, parque y guarnición), porque con su genio comprendió pronto que donde las partidas de insurrectos causan muchos daños, no puede darse un paso adelante sin asegu­rar antes las líneas de comunicaciones. Y, detalle característico, para concluír. En los momentos en que los directores secretos de la guerra en Bogotá, se dieron cuen­ta de que el Gobierno sí podía enviar y enviaría algunos batallo­nes de aquí á Boyacá, ora como escolta de los convoyes objetivo de los rebeldes, ora como refuerzo del ejército de operaciones, re­cibió el Ministerio de Guerra un anónimo hábilmente escrito, en el cual se le hacía saber que si el Batallón Artillería se alejaba de la ciudad, en ésta ocurriría un levantamiento. El Ministerio com­prendió lo que el anónimo significaba, y en el acto ordenó la. mar­cha del citado Batallón, cuya presencia en Boyacá, es decir, la de los cañones, produjo tal pánico entre los rebeldes, que por parti­das desertaron de su campo; eran de seguro hombres que habían estado en Palonegro ó Cúcuta y sabían que luchar sin cañones contra artillería, es marchar á segura derrota. Lo propio sucede hoy con todas las fuerzas revolucionarias, á las cuales inspira páni­co la aparición de esa. arma en cualquier campo de batalla. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Publicaciones periódicas

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año V Serie II Tomo I N. 10

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 184

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BoaCTÁ, Dici&WBJtB z9 DE 1900 Or::ano del .Uiai terio de ~ .(;uerro. y del Ejército en ~olaboradores de e11te periódico los Jefe11 1 Oficiales del Ejércitu .A.:S.'TC> X'V' Director ad honorem Franci•co ;J. Ve reara T. General de Ingf'nieros, Miembro de Y&rlaa Sv· c.edades Cientificu :N"U1v.l:. 104 !iDllil ~ID.l?l~ 'O.> h~. o • • . lb)I~ ll~® ~ü) (JO DE NOV · EMBRE) que aprueba la teorganizaci6n del Ejército del Centro del Tolima El Yiupresidtnt~ d~ la RP-pública Enc.1rgad~ dtl Podtr Ejuutiw DECRETA Artículo único. Apt uéhase la reorg-anización del Ejército del Ct.~tttro del Tolima, qnc cou fe(~ha 9 <1.-1 pre~ente mes hizo 8tl tlefe de E .·tado Mayor general, Sr·. Ni(•olás Penlomo, am­pliam ~nt a¡~toriza(lo para ello l•Ol' d P· •l~r Ejecutivo, eu la form~ ~ig-nit.~ute: El Ejót·cito . e compondrú. (los Dh· i. ion<'s y una Brigada llamacla Brigada del Tolima, y t<.HHlrr el siguiente personal: U u A R'l'J·;L (:Hl g. Vill~; SP~mulos Ayns: Primera Brigada-Con los Batallones Jlfarroquín número l.o, Briceño número 2.o y uua Bater{a de Artillería. Segunda Bt··igada.-Con los Batallones Vencedorts número 3.o y Oazado·res núme~·o 4.0 , y Escuadrón T()ba-r, del Regimiento­Moya Vásq·uez. Cuartel General de la División-Comandante geueral, Ge­neral Pedro Sicard Briceño; ,lefe de Estado l\Iayor geueral, General Benjamín Silva; Primer Ayudante geueral, Oorouel Fernando Piuzón; y los demá · empleados que hoy tiene uicho Cuartel general. Primera Brigada. Oua.rtel general -Uoruandaute general,. General Daniel Estévez; Jefe de Estado Mayor, Coronel Prós­pero Piedrahita; y los demús empleados que hoy tiene este ()uartel general. Batallón Marroquín número Lo-Primer JefP, Coronel l:laximino H.h-era; St .. gunuo Jefe, Sargento Mayor Ju~tino Angel. Batallón Briceño núme1·o 2. 0 -Primer Jefe, Teniente Coro­nel Alejandro Srumlwz; S~gnntlo ,Jeü~, Sargeuto l\layor Ramón Rodero. Ba.terírt de A~·tillería-Capit{lll, Fnweisco Villo L. 1-Iatallón 5. 8 de Garz6n-Pl'imer Jefe, Coronel Jlonorat()l Díaz; Seguudo Jef~, Sargento Jt.Iayor Auge! .1\-L SilYa . . Medio Batallón Sanftt Rosa-Primer Jett!, Teuiente Coro· nel Antonio Uánlena~. J.JoS Unart<.•ks geueralc5\ de las lJrigatlas ron. taráu ele do8 prin) ros Ayudantes g·enera1es Ooronelcs ó 'l,euienteN Uorone­les); dos seg·nndos Aylalnnte~ generaleH ( argentos 1tlayores);:; dos Ayudante~ de campo (oticialt-s inferiores); un Col'ucta de órdenes y hasta seb~ iu}ana ~1ayor; y Jo Escuadrones se organizarán couforme Jo previo­no d Oúdi~o Militar. J..JOS C• manda u tes gent-ra1es ra.mieu tos de Oticiah!s inferi01·e~ y Hahili­tauo de tiu.· Ül erpos, ~- wel>crán dar cuenta de ellos al Estado­Mayor geueral del Ejército. Comuniques y publíques(1. Dado en Bogot:'l, á :10 de Noviembre de 1900. JOSE MANUEL 1\IARUOQUIN. El Jrliuistro ele Guerra, JOSÉ DOMINGO ÜSPlNA 0. -----1~··-_._. __ Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR -y---' EN TIEMPO DE GUERRA Prácticas francesa 111 -SOBRE EL CAMPO DI'~ H:lTALLA Disposicionu preliminares-Para las reuniones que en cierto¡ casoc; pueden preceder al combate, la artillería debe desocupar lo¡ caminos. U na batería sola se forma en batalla, con la reserva tras los armones de la batería de combate; varias baterías se forman en masa (una tras otra en batalla) cada una con.su reserva respectiva establecida como acaba de indicarse. Durante el reconocimiento general de la posición, el jefe de la artillería acompaña al jefe superior, y en seguida dirige las baterías á un emplazamiento á retaguardia del que haya reconocido útil para la lucha, al abrigo de la vista del enemigo en cuanto sea posible. Ha­ce saber esto al director del parque, asigna puesto á las secciones de municiones y lo indica á los jdes de las baterías. Por regla gene­ral las municiones de infantería se estacionan cerca de las de arti- 1lería, á menos de orden contraria emanada del jefe superior de toda la fuerza. Los comandantes de batería, después de establecer sus piezas en el sitio designado por el jefe de la artillería, se trasladan á donde él esté, acompañado cada uno por dos ó tres clases y dos cornetas, á recibir órdenes, tras lo cual vuelven á su puesto, y desmontados se adelantan á reconocer el campo, tratando de no llamar la aten­ción del enemigo. Reconocer el emplazamiento de los diversos elementos de la batería, el blanco que debe batirse, apreciar la dis­tancia del tiro y darse cuenta de la posición de las tropas vecinas en estado de proteger la batería es lo que tienen que hacer allí. Durante ese tiempo los jefes de sección lo hacen alistar todo para el combate: asegurarse de que armones y cajillas no están con cerradura; hacer jugar los mecanismos de cierre y de puntería; pasar las barrenas por los oídos; verificar si los sirvientes est~n equipados con Jos juegos de armas completoc: y en ellos se encuen­tran los útiles necesarios; hacer abrir los armones y asegurarse de que saquetes de carga y proyectiles pueden retirarse sin tropiezo; hacer que los soldados recojan los morrales si iban sobre los ar­mones. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR '-y--' 79f Los elementos que deben entrar inmediatamente en accton son la~ piezas con el armón de la derecha de cada sección, y el per­sonal cvmpkto para el servicio de las dos piezas. Los sirvientes de reserva se colocan junto al armón de la izquierda de cada sección. Elección de las posiciones. Baterías-La primera condición que debe llenar un buen emplazamiento de combate es que tenga sufi­ciente vista sobre el blanco indicado, y en cuanto sea posible en todas direcciones, hasta las más próximas distancias. Después se procede á cubrir la batería por medio de abrigos naturales, colú­cándola de manera que no sea vista fácilmente por el enemigo. En una palabra, gran campo de visi0n, no ser vista, y facilidad para dejarla cuando así convenga, es lo que constituye la buena P,osi­ción de combate de la artillería. Buscar á vanguardia un terreno plano y descubierto en toda la extensión del tiro; ocupar los sitios dominante:;, prescindiendo de los muy elevados, que tornarían fijantes los disparos y no deja­' ían barrer las pendientes aledañas; si no interesa batir el pi de la falda, cubrirse con la cresta de la altura; tratar de colocar las piezas sobre fondos sombríos, como cortinas de árboles, etc., y de manera que no se perfilen sobre el cielo; evitar los terrenos pedregosos y aRrovechar los obstáculos que pueden detener los proyectiles ene­migos ó sus cascos (pantanos, fosos, desmontes, etc.). El estado del suelo no debe ser un obstáculo para los movimientos de las baterías. Alejarse de las casas, de los árboles aislados y de todo lo que pueda · ser cómoda señal para el enemigo, buscando en cambio las posicio­nl'! s que le dificulten la regulación del tiro: colocarse entre los cul­tivos, á cierta distancia á retaguardia de las cercas y etos, en es­pecial sobre u na cresta estrecha que no permita observar los puntos de caída adelante y atrás de los cañones y oculte los armones, etc. En cuanto sea posible, alejarse de los barrancos, tallarec:, gru­pos de arbustos, etc., difíciles de vigilar ó no explorados; b11scar desembocaderos fáciles que aseguren la movilidad hacia adelante y hacia atrás; cuidar de que la línea de piezas no pueda ser enfilada ni cogida de revés. En terreno plano cuidar de que los cañones no queden cerca de la espalda de las 11 neas de infantería, y en suelo ondulado establecer varios pisos de fuegos en los puntos que quie­ran tornarse fuertes en extremo. Municiones-Colocarlas unos I ,500 metros á retdguardia de la línea de combate, cerca de los bivios de los caminos, en un pueblo, á orillas de una corriente, en puntos fáciles de ' indicar y de encon­trar; pero en todo· caso á proximidad de caminos practicables, mas no en ellos, y si es preciso hacerlo, disponerlas en una fila para de-jar libre el paso. • Ocupación del terr~no. Battrías-Reconocida la posición, el comandante de la batería la hará amojonar por los dos cornetas mencionados antes, se asegura de que el blanco podrá verse de los Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 798 BOLETlN MILITAR ~ •itios en donde habrán de quedar las piezas, para lo cual se aga­ ·Chará hasta poner el ojo á h. altura del ~uión, y manda avanzar la batería, la cual lo hará á buen paso, en columna de piezas ( ó de sección) por los caminos, ó á campo traviesa, con frente de sección, si se está fuera del alcance de los disparos del enemigo, en línea de columnas si son muchas las piezas. Bajo el fuego, avanzar en bata­lla, cuidando de no dar el flanco al enemigo. Dar á las baterías indicaciones tan precisas como sea posible, para no tener que ejecutar movimientos á brazo; no retirar brus­camente una pieza sobre otra; adoptar frente de despliegue tan perpendicular á la dirección del fuego como sea posible; desenfilar los armones sin alt~jarlos mucho de las piezas, y establecerlos de manera que no haya riesgo de una sorpresa: en este caso hasta se pueden desenganchar las bestias. En caso de tenerse que conservar cerca los avantrenes, alejarlos una veintena de metros por lo menos. Abrigar las cajillas de combate, pero sin alejarlas tanto que sea causa de fatiga para los proveedores. Construír espaldones, á ser posible. Adoptar intervalos de r 5 á 20 metros entre las piezas, y no reducirlos á 1 o sino en caso de necesidad absoluta. Colocar las ruedas á la misma 3ltura. Los sirvi~ntes pondrán su morral en tierra, r metro á reta­; guardia de su puesto; los terceros pasan al armón de su sección; los polvoristas, sin oficio por lo pronto, instalan el anteojo de bate­ría; el sargento brigada toma el tn;tndo de los otros tres armones, , de las bestias de re m u da y de los sirvientes de reserva, y con ellos se sitúa hasta 30::> metros atrás de la batería, según lo indiquen los .abrigos que se encuentren en el terreno. La reserva, i no ha podido seguir á la batería de combate, se aproxima y constituye segundo escalón de 500 á 8oo metros á re­taguardia, al abrigo de los disparos del enemigo, y su jefe se pone en el acto en comunicac:ión con el de la batería. Por regla general, las reservas se agrupan como las baterías, de acuerdo con las formaa del terreno y cerca de un camino ó sendero. Los jefes superiore1 de la artillería harán vigilar e s tas operaciones por medio de sus .ayudantes de campo. Municion~j -Los jefes del parque deberán mostrar grande ini­ciativa y obrar de suerte que las municiones lleguen al campo de batalla Jo más pronto posible. Desde que se empeñe el combate se hará avanzar, stn esperar órdenes, una sección de municiones de .artillería y otra de infantería, haciéndose saber á los jefes respecti­YOS ellu; llamar siempre derecha ó iz­quierda del enemigo lo que éste mismo llamará con esas voces; adoptar como blanco para regularizar el tiro: contra una batería la pieza má visible de la sección d:::l centro, salvo que el viento sople oblicuamen'te, pues en este caso se tomará la pieza colocada en la extremidad ó ala por donde sopla el viento; sobre tropas en formación cerrada, el centro de la primera fila; sobre tropas en or­den disper o, un punto bien visibl~ de la línea de tiradores ó de lai reservas. Regular el tiro ordenada pero lo más rápidamente posible, ¡:or­que esta condición es de la mayor importancia en la lucha de arti­llería contra artillería. Hacer en las circun!'tanctas ordinarias del combate dos á tres disparos por minuto: á ·razón de seis se agotarían en dos h oras todas las municiones de una batería. A las distancias cortas, cuando se puede juzgar bien del efecto producido, tirar rá­pidamente; á las grandes ó cuanJo el fuego es poco eficaz, hacerlo con lentitud. Por regla general no disparar una pieza hasta que no haya estallado la granada de la anterior; aumentar la rapidez del tiro cuando se acentúa el combate, y llevarla á su máx1mum en los momentos decisivos. No emplear el fuego por descargas sino en casos excepcionales, para batir tropas amontonadas, en maniobra é para prevenir una carga de caballería-(Concluirá) DK ESTRATEGIA Y DE TÁCTICA EN LAS PEQUEf;iAs GUERRAS por el Mayor C. E. Callwell, del Ej ército inglés TllADUCCIÓN D~ ISIDORO LAV.;RDE AMATA . (Continuación) XII. Atraer al enemigo exponiendo los bagajes, etc.-Este ejemplo de Arogée muestra de qué m..>do el enemigo se verá al­gunas ocasiones tentado á combatir cebado por el botín. En Aro­gée los bagajes fueron presa que tentó á los Abisinios; pero la marcha del convoy no había sido dispuesta por el comandante in­glés con el fin de atraer al enemigo fuera de su formidable posi- ..ción, aun cuando así sucedió. Este hecho prueba que semejantes Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 800 80LETIN MILITAR ~ adversarios se sienten inclinados á combatir al columbrar expues­tos convoyes, ganado, etc., con la intención de despertar su co­dicia. Los guerreros indisciplinados no sueñan sino con el pillaje .. En las rebeliones el enemigo va movido por el patriotismo ó ex­citado por el d . .:c;eo de vengarse de un pretendido daño; pero en muchas pequeñ - s guerras, opuesto á las tropas regulares, combate principalmente por amor del botín: el pillaje es el fin de su entra­da en campañ~. Se bate por batirse, porque la victoria produce el pillaje. De este modo fácilmente llega á caer en la trampa si el cebo es tentador. XIII. Obligar al tnemigo á que permanti.ca tn su posición cuan­Jo tient dtuos de retiraru- U na vacilación fingida ó una retirada momentánea decidirán algunas veces al adversar!o, inhábil en la apreciación de la situación militar, á permanecer en su posición, cuando en otras circunstancias habría podido e caparse y evitar d combate. Un gran desarrollo de fuerzas puede, como se ha demos­trado en un capítulo precedente, asustar al enemigo, que se retira. Y á la inversa, el enemigo puede <1rriesgar el combate si e le disi­mulan los efectivos. Los resultados del gran reconocimiento que se ejecutó por una parte de la columna de Sir F. Roberts la víspera de la batalla de Kandahar, * es de ello una prueba incontestable. Cuando la tropa del reconocimiento, después de haber logrado su objeto, volvió sobre sus pasos, los A fganes la siguieron á alguna distancia. Ellos se imaginaron que esa demostración había sido tln verdadero ataque sobre su posición, y tomaron de ahí una con­fianza excesiva al ver el mal éxito. Ayub Khan parece que se impresionó tnlJCho con los acontecimientos del día, y que e.)o in­fluyó en su resolución de permanecer en posición. De estt modo, pue~, el reconocimiento no sólo permitió recoger numerosos y pre­ciosos datos para la batalla del siguiente día, sino que produjo el resultado de sostener al ejército afgán en su posición y empeñarlo en un combate decisivo. XIV. Astucias qut conci~rntn al ataqu~-De e!>ta suerte estos adversarios, á pesar de su prudencia y de su astucia de salvajes, no solamente á menudo se les arroja en una acción prematura ó se les saca de una posición favorable, sino que se dejan también en­cañar por -astucias y estratagemas empleadas para cambiar el pun­to de ataque escogido por el comandante de las fuerzas regulares. • • Véanse las Expediciont>s Inglesas en Afin, pá¡. 256. El Mariscal Lord Roberts ha escrito después á este propósito: ·'Según la noticia. ebtenidaa por este reconocimiento, ) o juzgaba que era muy posible flanquear por la derecha i los Af,;anes, y situarme detrás de la altura de Baba Wali; decidí, pues, atacar la posición á la mañana siguiente. Además sabía que el movimiento retrógrado de la pequeña columna tle Guh 5e consitleraría por el enemi3o como una derrota; éste, si nosotros no seguíamos inmediatamente adelante, pensaría de aeguro que teníamos miedo de tomar la iniciativa. y, por conaecuenc:ia1 ae haría mb atrevido ...... " (Furtyone !lea1·1 in India, Capítulo LXJJ. p&\c. 487). Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BDLETIN MILITAR '"-y--" Los maestros en el arte de la guerra de partidas recurren á men·u:­do á tales astucias, y logran así la mayor parte de las veces enga­ñar hasta á oficiales experimentados. Algunas veces, sin embargo, les pagan en la misma moneda. En el combate que siguió á la toma del fuerte de Nilt, en la región del H unza-Nagar, frect!er:t­tes tentativas sobre el centro de la posición enemiga habían a-~ raí­do sobre este punto la atención del adversario. Una columna escaló audlzmente rocas escarpadas y atacó la extrema izquierda , e la posición, en donde el enemigo, que no esperaba el asalto, pe.rmz.­neció sorprendido. Un ejemplo interesante del éxito de eHa cla­se de astucias nos lo ofrece el combate do Batoche en I 88 5, en el cual los rebeldes reunidos por Riel fueron definitivamente di.J­persos. El General Middleton encontró á Jos mestizos ocupand una larga línea cubierta de tiradores, que cerraba el terreno·rode2- do por un extenso ángulo saliente del Sackatchewan. Las fuerzas del Gobierno acamparon enfrente de una de las extremidades de esta línea de defensa, formaron un zeribá, y permanceieron cuatro días disparando contra el enemigo. Al tercero las tropas montadas hicieron una demostración contra el centro del enemigo, y se notó que una partida de Jos soldados de Riel abandonaba la extremida de la línea de defensa enfrente del zeribá para venir á reforzar e punto amenazado. A la mañana siguiente se n:.novó esta demos­tración por las tropas montadas y una se~ción de artillería, las que Yolvieron en seguida tranquilamente al campo. Por l::t tarde toda hls tropas del Gobierno atacaron la extremidad, muy desguarneci­da, de la línea de los rebeldes, arriba del zeribá, la rompieron, y es­peraron .i Batoche. El terreno, ondulado y cubierto de bosque y de sotos, favoreció mucho el logro de esta treta. Por otra parte, Rie1. y sus mestizos parece que supusieron que el ataque tendría luga &obre su centro, y que er. tal virtud habían procedido *. XV .. En algunos casos no u puede lograr qu~ ~1 ~nemigo com­ilata- Se podrían multiplicar los ejemplos que muestran en cuán­to son eficaces estas tretas durante el combate, y de qué manera el enemigo, por una hábil maniobra, llega á abandonar las venta­jas de su posición, ó verifica un ataque prematuro, ó reúne-s fuerzas lejos del punto decisivo. Pero antes de terminar este ca· . ' • Después de la ex!)edi c i6n '!el Rfo Colorado de 1870, exoedici6n de que ya hablado el antnr, Luis Rit>l, Jefe! ele los me!!tizos franco-canadeuses, tn\'() que exp - triaue á los Estados UnidO!', de clondc volvió amnistiado, algunos :~ños mác; tard Obligados por las invasinnf' de los anJ?lo-snjones, los frauco-c:maden eH f.C levant:J ­ron tle nuevo en 1885, y pu,;ieron á Luis Riel á sn cabeza. El General Middelc. ton tomó el mando de las fuerzas del Gobierne Los mestizos franco-cjecuci6n de!!pert6 inJignaci6u e u todo el Car.adi. Ot Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 102 80LETIN MILITAR ~ pítulo, se puede hacer notar que se han pre~entado episodios que demuestran que algunas veces los guerreros irregulares no caen en la trampa. Las campañas de los Ingleses en las fronteras de la In­dia prueban que á mpnudo es muy difícil inducir á los montañe­ses á que se batan en la llanura; los indígenas se dan instintiva­mente cuenta de que al abandonar sus pendientes rocallosas se entregan voluntariamente á sus adversarios. Todas las tentativa¡ para atraer á los Matabclés fuera de sus bosques, fracasaron; ellos no ocultaban que querían escoger el momento para atacar á las fuerzas coloniales. La notable jornada de Toski, en r 889, merece citarse como ejemplo de una columna que contaba sobre todo con musulmanes fanáticos-guerreros particularmente inclinados á de­jarse arrastrar á la persecución de un enemigo en retirada-y que rehuso el combate, bien que una parte de la columna hubiese ya mpeñado la acción, y esto se debió simplemente á que una vo­luntad enérgica se encontraba á la cabeza de esta columna. Ya se ha hablado más arriba de la marcha notable de Wad en Nejumí, hacia el Norte, más allá de Wadi Halfa. El Egipto era su objetivo. Despreciando las amenazas sobre su línea de re-irada y los sufrimientos de su columna por falta de agua y de ví­veres, no dando ninguna atención á la imponente c0ncentración de tropas que él sabía se hacía para librarle combate, este jefe se avanzó resueltamente sobre Toski. Un poco más lejos se encon­craban colmas rocallosas y escarpadas que él quería ocupar á fin de resist1r eficazmente á las fuerzas egipcias. El General Gren­fell resolvió impedírselo, y los hechos lo probaron; d jefe derviche estaba no menos decidido á volver al abrigo de sus rocas. Saliendo de Toski para reconocer la po3ición de los Dervi­ches en el desierto, el General Grenfell oh ervó que el terreno que debía recorrer el enemigo en su próxima marcha era muy descu­bierto y favorable para una acción. Como todas las tropas que se reunían en perspectiva del combate no habían llegado á Toski, se ordenó un reconocimiento de tropas montadas para la mañana siguiente. Se debía mostrar un frente tan extenso como fuera po­sible, y tratar de obligar al jefe derviche á que domorase su mar­cha hacia adelante. Cuando por la mañana la fuerza de reconocimiento se acercó al enemigo, éste iba á ponerse en marcha. A la vista de las tro­pas egipcias el enemigo se desconcertó al punto, y las tropas se vieron obligadas á retirarse poco á poco, arrastrando en su segui­miento á los Derviches. El General Grenfell envió á buscar la infantería, que se mantenía li ta en el campo. P~ro antes de la llegada de ésta, Nejumí había evidentemente resuelto evitar el combate, y se dirigía hacia el terreno quebrado. Se envió á las tropas montadas, dando un largo rodeo, á que le cerrasen el ca­mino; la infantería apresuró su marcha, y el enemigo tuvo al fin t¡ue combatir, y fue derrotado después de un reñido combate. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MiliTAR ~ 803 Al principio se trató de comprometer á los Derviches en un encuentro parcial; pero Nejumí estaba decidido á llevar á cabo su proyecto de marcha; por esto comenzó una marcha de flanco delante de las tropas montadas, cubriendo su flanco en descubier­to con nubes de tiradores. Nejumí se mostraba de este modo como jefe muy capaz y resuelto. Sin la prontitud del General Grenfell en llevar su infantería y en tomar la decisión de obligarle á un en­cuentro general, el ejército maravillosamente organizado de lo~ Derviches habría pasado de To ki y llegado á un terreno quebrado, en donde las cosas habrían terminado de muy distinta manera. Esta cuestión de tretas y estratagemas para estimular al ene­migo al combate, se ha tratado con alguna extensión, porque es hecho reconocido gue los adver.sarios de las tropas regulares hace 1 mucho uso de engaños y de astucias. Hasta se podría suponer que es difícil aventajarles; pero este no es el caso, como lo prue­ban numerosos ejemplos. A pesar de su astucia innata, el salvaje puede ser engañado, lo mismo que el montañés. No son fortuitas las ocasiones tan frecuentes en estas pequeñas guerras, de derrotas de guerreros irregulares con ayuda de una estratagema, porque la disciplina y la cohesión de soldados regulares le permiten á un General hábil maniobrar sin correr riesgos, de manera de hacer creer al enemigo que puede prescindir de toda la prudencia 1 comprometerse en un terreno en donde la superioridad táctica del ejército regular recobra todas sus ventajas. Este es un punto im­portante que no hay que olvidar en la guerra contra gut:rreroi irregulares; porque para batir á estos guerreros de una manera de­cisiva, casi siempre es necesario cogerlos en terreno descubierto. ContinM6 Han sido tan grandes los adelantos conseguidos en el fusil como arma repetidora y de precisión, que el problern.1 objeto de estas líneas puede considerarse hoy de capital importancia, tanto más cuanto cada día se opone más á &u debida observancia la na­turaleza de los factores que en ella influyen. No refiriéndose la disciplina del fuego á la mayor ó menor uniformidad en ejecutarlo, .sino á la cantidad de municiones con­sumidas, á la oportunidad en hacerlo y buen aprovechamiento, tendiendo siempre á obtener el mayor efecto útil con el menor gasto posible de ellas, se comprende fácilmente que son varios lo10 elementos que con sus variaciones modifican aquélla en cada mo­mento del combate, de modo que con relación á la unidad del tiempo vendrá expresada aritméticamente en cada caso particular por un número distinto. En tal sentido, del oficial más que del Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 804 80LETIN MILITAR '--y-"' !oldado depende la ejecución de lo que podemos Jla mar uuocitn d~ la disciplino de/fuego, puesto que siendo ésta variable, el oficial es el llamado á resolverla en cada momento y según las diversas cir­cunstancias, fijándola en números para el soldado, además de vi­gilar su exacto cumplimiento, y sin que esto quiera decir que no flebamm dirigir nuestros constantes esfuerzos á que todos y cada uno adquieran el conocimiento de lo que dicha disciplina signifi­ca, pues si llegáramos á conseguirlo se simplificaría mucho el pa­pel del oficial. Mas cbmo no es probable que el soldado, en medio del acaloramiento y multitud de causas que le excitan durante la lucha, tenga la suficiente serenidad para darse cuenta d~ lo oue nos hemos permitido llamar ecuación, su papel debe limitarse á obedecer lo ordenado por el oficial, adquiriendo en las prácticas de tiro el hábito é instrucción precisa para ello; instrucción tanto más necesaria cuanto hoy, por una especial paradoja, aunque ló­gica socialmente con iderada, no sólo no se ha perfeccionado el soldado en la medida del fusil, sino que, por el contrario, el poco tiempo de servicio vigente, al cual poderosas razones obligan, nos impone también, para manejar armas complicadas y de gran per­fección, hombres q e no reúnen ni con mucho las condiciones de nuestros antiguos soldados, de cuya aptitud no nos cabrá duda al considerar que se pasaban, por decirlo así, toda la vida manejando un sencillo mosquete ó una más se ncilla pica, y por tanto á éstos les bastaba su instrucción individual para el manejo del arma. He:nos dicho que es cuestión de capital importancia y que son varios los elementos que la hacen variar, pudiendo decir que de este número son todos los que influyen en el combate, y hasta los menores detalles ó peripeci..ts de éste; así pues, la calidad del fusil propio y del del contrario, municiones disponibles, naturaleza del terreno y del enemigo, carácter ofensivo ó defensivo del com­bate, y si se lucha en campo abierto ó detrás de trincheras, por lo cual todos los llamados accidentes del combate, terreno y enemigo, serán datos que hay que tener en cuenta y que deben marcar al jefe la densidad y forma del fuego en cada momento. Suponiendo iguales los demás elementos, de dos fuerzas con­trarias podrá abrir antes el fuego aquella que tenga mejor fusil en alcance y precisión, para aprovechar dichas ventajas descon­certando al enemigo y causándole bajas cuando él no está aún en capacidad de hacerlas. Se debe ser muy parco en este fuego á ~randes distancias, y emplear preferentemente el de descargas ce­rradas contra masas enemigas, y el fuego lento á discreción con­tra guerrillas y pequeñas fracciones, mandando á menudo alto ti fuego para que la tropa, obligada durante un momento á no tirar, mire frente á frente el peligro y conserve el do mi ni o sobre sí misma y el oficial sobre ella, puesto que es p~rfectamente ilusorio que en un fuego practicado sin interrupción sea posible fijar y Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 8DLETIH MILITAR ~ comprobar las diferentes velocidades convenientes, dado que no hay nada que se apodere más imperiosamente de los soldados que el deseo de disparar, y si se les permite hacerlo sin interrupción pierden la serenidad y hac;ta son más accequibles al miedo, siendo consecuencia inmediata de ello que al acortarse las distancias, lejos de aumentar los efectos del fuego, di"minuyen. A las grandes dis­tancias, aunque se disponga de un fusil de repetición, no se debe aprovechar, pues esta cualidad debe aplicarse solamente en la ú lti­rna fas'! del combate; en las preliminares todos los esfuerzos del qu~ tiene mejor fusil deben tender á hacerle s:!ntir sus efectos al contrario, y estos efectos serán tanto m a y ores á gran distancia, cuanto mayor sea la lentitud y :;erenidad en hacer los disparos. Las municiones disponibles son muy dignas de tenerse en cuenta, pues de nada serviría tener un buen fusil capaz de las ma­yores velocidades en el fuego, si la escasez de aquéllas nos impo­ne su economía; en general puede decirse que, salvo para un ejér­cito que se mantenga á la defensiva, bien en fortificaciones perma­nentes, bien improvisadas, donde le sea fác-il almacenar repuestos, lo regular será que una fuerza no lleve e-l excesivo número de car­tuchos que las armas modernas exigen, adquiriendo excepcional importancia el talento del jefe en saberlas ahorrar, eligiendo para ello los momentos más oportunos del combate. La naturaleza del suelo in fi uye de una manera poderosa, pues mientras en un terreno llano y despejado ó de suaves pendientes, por prestarse á ello, puede hacerse uso del fuego desde hora muy temprana, continuándolo en la forma ordinaria; en otros terrenos muy quebrados su naturaleza podrá ser tal, que resulte el enemi­go casi por completo desenfilado, y haciendo un fuego inoportuno y poco eficaz cac;i nos ha::emos más daño que al contrario, debili­tando nue tra moral, y por tanto en semejantes caso no se debe romper el fuego hasta que se esté á poca distancia y se haya lo­grado por medio de movimientos enfilarle desde una posición con­veniente. No podemos menos de citar el caso, tan frecuente en Cuba, de una columna que marchando por un camino era atacada por fuego de flancos desde una alta loma; lo discreto en tal ocasión hubiera sido siempre, puesto que se tenía superioridad sobre el ene­migo, escoger posiciones que lo flanqueasen, y de~de ellas comen­zar el fuego y el ataque, procurando quedara la menor fuerza po­sible en la posición desventajosa del camino. En vez de esto, lo practicado regularmente era detenerse en el mismo camino, donde se inmovilizaba y atontaba al soldado con un bonito fuego por des­cargas, siguiendo después la marcha como si hubiera algo más im­portante que destruír á un enemigo que tantas penosas marchas costaba encontrar, tan sólo porque se creía que en el mal terreno donde estaba colocado no se le podía batir, puesto que el fuego no Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 806 BOLETIN MILITAR ~ le hacía suficiente daño, ya que no le impedía contestarnos; esto era verdad, pero obedecía á que no se aprovechaba el terreno, y al mal empleo del fuego. Si la disciplina consistiera sólo en la uniformi­dad de las descargas hechas á Ja voz de mando, no hay duda que en semej~ntes casos se observaba bien; pero ya hemos dicho que la disciplina no estriba precisamente en eso, sino en hacer d fuego más oportuno, cumpliendo con )Js reglas convenientes, lo cual no se realizaba, pues hemos visto hacer descargas tan uniformes como en un simulacro, en las que no sólo se sacrificaba la puntería á la oportunidad para no discrepar, sino que en mucho3 ca.sos, ni si­quiera se colocaba convenientemente el alza, y olvidando lo prin­cipal, mal puede conseguirse ningún efecto, y menos decirse que se observa disciplina. Si se lucha con un enemigo poco organizado ó disciplinado y que no avanza ó aguarda en formaciones correctas, debe procurar­se no acostumbrarle poco á poco al fuego haciéndoselo á grandes distancias, pueSto que esta clase de enemigo suele mover ~ e mucho dificultando los blancos; se debe avanzar ó dejár<>elo hacer hasta qa~ esté á una di ·rancia tal qu .... el fuego sea necesariamente mor­tífero, y sorprenderle entonces de im()roviso con las muchas ba · jas q ut le oca. ion e un fuego nutrido al que, por no estar bien pre-parado, será origen de su espanto y súbita retirada. Luchando contrJ tropas fc)gueadas y disciplinadas, se debe tratar de h r d e ·cargas. Esa ten:5ión de e5píritu d.!be buscarse con un fu>!go ejecutado de t'll m tnera, que las b.tj .ts que sufra el con­trario v.:1yan aumentando progre . ..;i .,S y las b tja;; sufrida haya la misma relación que entre una progresión P' >r diferencia y una progresión p r cocien­te, única forma de llevarle á la creencia de que lubrá un sitio en que el avance será im¡nsible y neces;.¡ri'l la retirada; para esto el fuego rtantes, con recnnocida i nfaioridad numérica respecto al ene­migo, inferioridad que tratará de contrarrestar atrincherándo e, puede decirse que en campo abierto un~ tropa no se mantendrá ... n absoluto á la defensiva, dc!rendiendo su conducta del resultado del primer encuentro y tnodi ficándola siempre según los sucesi-os: la única idea preconcebida que puede tener el jefe que la mande, es la de no tomar la iniciativa para no abandonar posicio­nes ventajosas, á reserva de hacerlo, sin embargo, si la marcha del combate es t-al que la ventaja de una oportuna ofensiva resulta mayor que- la que su po tción le proporciona, y tiene la seguridad de volver á ocupar ésta sin que pueda hacerlo antes el enemigo. Para el objeto que nmotros perseguí m os, de relacion:1r la disciplina del fuego con el carácter ofensivo ó defensivo del com­te> no debemos, l>Ín embdrgn, con :. iderar el total desarrollo de ~ste, sino su marcha ó carácter en cada momento, pue toque uélla será también distinta en cada inst<'nte. Una tropa que e mantiene á la dcf..!nsi\'a puede y deb.., ha­t:. er m,ás u5o del fu eg0 que otra que tome la of-.n - iva. Si es en el Gomien·zo de la lucha, p >rque habiendo tenido tiempo en general para elegir posiciones de atemano, sabe los puntos probables de ataque y conocerá regularmente la'5 t.Jistancias á cada una de las uicb r.ts del terreno, por pequeñ1s que sean, y que el enemigo eng.l que atrave:.ar, con lo que podrá alcanzar gran eficacia en el e-=-o, h que debe aumentarse indudablemente, de un lado por l m:>vimient s del enemigo, que le pondrán al descubierto en casi >nes det ~ rminad.ls, y de otro p~r la baena p •Jntería que pue­den hacer soldados q •te, agurtrd tnd >á pie tlr.ne, no se encuentran fAtigados por lc.1 marcha, y cuyo pulso debe por e nsiguiente estar eren<). Si la actitud defensiva no es tomada al principio de la ac­ión, la única ventaja de que no se gozará será la de no conocer las distancias, pero en todo caso la marcha que debe seguir e en el fue-tt · e~ la que anteriormente hem'>S indicado al tratar del combate Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 809 contra un enemigo organizado y disciplinado, no debiendo olvi­darse, sirviendo e5to de norma, que al prescindir de los movimientos en un momento dado, todo se fía á la acción del fuego, y son po­cos cuantos cuidados se tomen en la buena ejecución de éste. En la ofensiva, por el contrario, se hará poco uso del fuego, pues tratándose de obtener el éxito por la combinación de fuego y movimientos, debe procurarse que el excesivo uso de aquél no impida la ejecución de éstos, clavando inoportunamente la tropa en puntos determinados, é impidiendo su avance y transformando quizá el at:.aque en defensa, con todos sus inconvenientes, pues to­dos sabemos que es muy fácil pasar de la ofensiva á la defensiva, mientras es muy difícil el problema recíproco. Hemos dicho que el que se mantiene á la defensiva conoce las distancias y puntos probables por donde puede venir el ata­cante, y por tanto éste debe procurar, por la variedad y rapidez de sus n'ovimientos, cambiar el frente de ataque creído probable por la defensa, sorteando las mayores dificultades para caer en los puntos débiles y donde no es esperado, ocultando en lo posible sus movimientos y limitando la acción del fuego á lo necesario para quebrantar la defensa, conservando el empuje del que ataca, dando á la fuerza, en lo5 momentos que decaiga su moral, la energía su­ficiente, y teniendo también en cuenta, además de lo expresado, que hasta el mismo cansancio de la tropa haciendo el fuego poco eficaz, aconseja que no se prodigue, pues aumentando el valor y fuerza moral dd contrario, en razón directa del fuego resistido, é in­versa de las bajas sufridas, puule decirse que en tal smtido todos lo1 proyutiles disparados y que no hagan dafí.:; á la defensa, se lo haan al atacante. En resumen: en el ataque debe emplearse el fuego como preparación al paso suce~ivo de una posición á otra, dispa­rando pocos cartuchos para que el soldado no le llegue á coger apego ni al fuego ni á la po ición, y aco tumbrándole á no mirar cacla una de éstas sino como un punto de descanso que debe aban­donar para continuar con nuevo brío la marcha, á tiempo que debe tratarse de fortalecer su moral, arraigando y con firmando la creencia, que él supone lógica, de ser el más fuerte, puesto que ataca. En todo lo que llevamos apuntado hemos supuesto implíci­tameC? te q':ie _el .combat~ se desarrollaba entre dos infant~rías; pero aunque menos frecuente, puede darse también el caso de tener que luchar aquella arma con caballería y aun con artillería, impri­miendo cada una de estas dos armas, por su naturaleza especial, un carácter completamente di tinto al papel que enfrente de ellas desempeña, pues mientras su actitud es defensiva ante la caballe­rí<~, es, por el contr:rio, francamente ofensiva contra la artillería. La gran precisión y rapidez en el fuego conseguidas con las armas modernas han hecho afirmar á muchos rotundamente que VIII-$2 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 810 BOLETIN MILITAR ~ el papel de la caballería había desaparecido del campo de batalla, debiendo limitarse en lo sucesivo á desempeñar el importante y difícil de explorar el terreno y el enemigo antes de llegar á las manos; nosotros, si bien creemos que han dismi:luído mucho las probabilidades de lucha entre infantería y caballería, no la creemos imposible ni con el fusil actual ni con otro más perfeccionado, mientras tenga que manejarlo el hombre, cuyas pasiones y moral no pueden sujetarse con los eslabones de la ciencia, como el me­canismo de un fusil. Las cargas, pues, subsistirán, bien indicadas lógicamente por la desorganización de la infantería contra la que se dirijan, bien por la necesidad de salvar, sacrificándose, una por­ción importante del ejército, impidiendo su persecución ó evitan­do su retirada, ó bien para entretener al enemigo y dar tiempo á la ejecución de un movimiento decisivo. En el combate de infantería y cabaiJería hemos dicho corres­ponde á la primera el papel defensivo, confiando el éxito -al fuego; á la segunda arma el de la ofensiva, que lo fía á la rapidez de sus movimientos, y hasta en gran parte al efecto que espera causen en los infantes el estrépito de una caballería cargando, como la trepi­dación del galope, choque de armas, etc., siendo pues, de capital importancia, y en este caso más que en ningún otro, el conservar la disciplina y serenidad. No siendo de temer que la caballería pue­da causar bajas hasta que la infantería esté al alcance de sus sables, compréndese fácilmente que en todos aquellos casos en que ha ob­tenido éxito una carga, ha sido debido á la moral deprimida por la perspectiva de una avalancha de jinetes, ante los que parece que todo va á desaparecer; el o1icial ó jefe de infantería debe, pues, imbuír á los soldarlos la idea de que, puesto que no han de recibir ningún daño de los jinetes, les basta un cartucho ó dos para des­embarazarse de ellos, y por tanto nada tienen que temer, puesto que pueden aguardarlos impunemente hasta una pequeña distancia en que aprovechen seguramente los cartuchos. Sin embargo, estas ideas no serán realizables prácticamente, pues será muy difícil que una tropa conserve la presencia de áni­mo suficiente para ello, sirviendo sólo para realzar la moral del in­fante, dándole idea de lo que puede frente á la caballería y facili­tando la buena ejecución del fuego, que debe hacerse por descargas siempre, y comenzándolo bajo la dirección de los oficiales á la dis­tancia de 1 ,soo metros en que puede esperarse sea eficaz, no de­biendo nunca hacer uso del fuego á discreción, porque siendo lo regular que individualmente el soldado no se entera del efecto de su fuego, el gran aparato con que la caballería se presenta hace na­cer en él ]a necesidad de ejecutarlo muy nutrido, dando fácilmente paso al miedo si ve que aquélla sigue avanzando. Si es poco frecuente el combate de infantería y caballería, menos frecuente es aún el de aquélla y la artillería, pues antes Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR '--y-"' 811 que los infantes puedan llegar á la distancia del alcance del fusil, se habrá decidido el éxito de una artillería sobre otra, y la vencida habrá quedado desmontada ó se habrá retirado por no caer en po­der del enemigo; mas si llegase el caso de la lucha anteriormente indicada, ha de tener sobre todo presente la infantería que su inte­rés está en salvar prontame nte la distancia que de los cañones la separa para recibir el menor número de disparos, puesto que cada uno de éstos debe ?reducirle muchas bajas, teniendo además en cuenta que por la misma razón no le conviene inmovilizarse para recibir el fuego de aquéllos, aun cuando sea á una ciistancia en que ella pueda causar bajas en los sirvientes. Así pues, la fuerza encargada del ataque debe avanzar en formaciones muy poco com­pactas y con rapidez, reconcentrando preferentemente sus fuegos sobre la escolta de las piezas, y dejando á unos pocos, buenos tira­dores, el cuidado de destruír los sirvientes de aquéllas; por lo de­más, la disciplina que debe observarse en el fuego es Ja de todo combate ofe11 ivo, haciendo aquí menos falta el fuego que la ra­pidez. En resumen, la disciplina del fuego puede definirse diciendo: que es el arte de emplear en cada caso el más apropiado á las dis­posiciones del enemigo, municiones disponibles, condiciones del terreno y demás factores del combate, y siendo esta la idea que so­bre este punto hemos de tener, debe ser cuestión principal el sa­berlo ordenar con élrreglo á las múltiples circunstancias que en él influyen, siendo secundario, aunque siempre importante, lo relati­vo á la ejecución. Debe, pues, desecharse el sistema de hacer siem­pre la misma clase de fuego, como igualmente la arraigada creen­cia de que es el todo en el combate, pues si en esto hay mucho de cierto, es porque nos da el medio de aprovecharnos del terreno pro­tegiendo nuestros mo\'imientos; terreno y movimientos que recí­procamente han de faci litar el uso eficaz del fuego. Es indudable que entre dos enemigos llevará una gran ventaja el que mejorar­mado esté, pero si éste descuida el aprovechamiento de los demás elementos tácticos, puede fácilmente llegar á perder aquélla. En 1870 los franceses, fiados en la superioridad del Chassepot sobre el fusil de aguja, quisieron encomendarlo todo á la acción del fuego, y adoptando generalmente la defensiva para su mejor aprovechamien­to, prescindieron de otros f;.¡ctorcs importantísimos, cuyo abando­no fue causa de su derrota, á pesar de que en casi todas las accio­nes, y no obstante salir victoriosos, eran más las bajas sufridas por los alemanes que por los vencidos. A nosotros en Cuba nos ha sucedido lo mismo, pues si bien es verdad que no hemos ~ido nunca derrotados, salvo algunos pe­queños destacamentos, una derrota moral era, sin embargo, dejar escapar al enemigo (lo que era siempre su objetivo) por conten­tarse con hacer fuego, cuando hubiera podido impedine movién- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 812 BDLETIN MILITAR ~ dose oportunamente las columnas y haciendo menos uso de aquél; pero era la consecuencia de ciertas ideas sustentadas, pues como alguna vez nos extrañáramos de que se desperdiciaran tantas balas sin ver al enemigo ni procurar descubrirle, moviéndonos y sin mandar siquiera colocar convenientem~nte las alzas, alguna habrá, se nos contestaba_--- N o somos partidarios del proverbio ruso de que" la bala es loca y sólo la bayoneta es cuerda;" pero por muy sabia que sea la bala, si por medio del alza no se le dice dónde tiene que ir, mal podrá ella acertarlo, y mereciendo entonces pro­piamente el nombre de loca, el mucho abuso de ella puede at:a­rrear el trastorno de otro factor, cuya cordura es más importante que la de la bala ó bayoneta, cual es el soldado. JOSE YUMREP, Capitán de infantería (De la Revista Técnica de .4rtillería é 111/antería ele 1\fadtid, España) SOBRE EL EJÉRCITO ALEMÁN (Continuación) r I. Ejercicios de fuego- En los primeros días de este perío­do se ejecutan comúnmente al fin de los ejercicios de las baterías enganchadas; después, más tardt>, cuando los reclutas han adqui­rido cierta costumbre y los caballos ya no se espantan, durante el curso mismo del ejercicio. Estos ejercicios de fuego deben servir de preparación al tiro real, y por consecuencia van empre acompañados de explicacio­nes sobre las medidas de precaución que deben observarse en el servicio de las piezas, manejo de las cargas, de los estopines, del mecanismo de cierre, etc. I 2. Cmfección de las municionts- Durante este período, cada batería debe preparar tantas cargas como ha de consumir durante las escuelas de fuego del período siguiente. Todos los reclutas deben concurrir á este trabajo, que bajo la vigilancia de un oficial, los sargentos y oher-gifreite les enseñan á ejecutar. Los candidatos á oficiales, sargentos y artificieros * están igualmente obligados á concurrir á ellos, así como los vo­luntarios de un año. Cada sesión va precedida de explicaciones orales é indicación de las precauciones que es necesario observar cuando se maneja pólvora de cañón. Se dan también algunos detalles sobre el desti­no y empleo de los diferentes proyectiles, y por último, se pasa revista á las cargas confeccionadas. • Ober-Feuerwerker. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 813 13. Tiro de pistola y preparación de cartuchos-Todo el per­sonal de las baterías á caballo y los conductores de las baterías montadas son ejercitados en el tirú de pistola. Primero tiran indi­vidualmente con cartuchos sin bala, después al blanco á la distan­cia de 18 metros. Seguidamente se ejercita la batería entera en el tiro á caballo, ya sea á pie firme ó marchand:J. Los artilleros deben aprender á confeccionar sus cartuchos por sí mismos. 14. Movilización de las baterías-A fin de asegurar que en caso de guerra todo esté presto y cada uno perfectamente al co­rriente del papel que le incumbe en tales circunstancias, se ejecu­ta todos los años en cada regimiento un simulacro de movilización de una batería, sirviéndose del material conservado en los almace­nes del cuerpo. La batería movilizada se forma con todas las demás, las que contribuyen cada una con la fracción que se le ha prescrito. Así, por ejemplo, tal batería movilizará una pieza, tal otra un armón, una tercera facilitará los hombres, etc. Además cada batería mon­tada debe movilizar uno de los carruajes que forman parte de la columna de municiones que se le atribuye. El problema propuesto cambia naturalmente todos los años: la batería que haya puesto al pie de guerra una pieza en 1874, movilizará un armón ú otra cosa en 187 5, etc. Todo el personal de la batería toma parte en estos ejercicios, particularmente los oficiales, sargentos y ober-gefreite, cuya situa­ción á este respecto es objeto de la más seria atención. Si el tiem­po faltara para ejecutar la movilización en esta época del año, la 'operación se deja para el período siguiente, después de las escuelas de fuego, pero se cuida rigurosamente de que cada batería pase todos los años por este ejercicio. I S· Instrucción sobre los transportes por camino de hierro- Para ,este objeto se forma de todas las baterías de un regimiento una lbatería combinada con el efectivo de guerra y provista de todo el material, carruajes, etc., qu~ debería conducir á campaña. Des­¡ pués, al mando de uno de los ca pi tan es, esta b.nerí a se transporta ¡por ca mi no de hierro á una pequeña distancia para enseñar á ttodos á embarcarse y desembarcar rápidamente. Todo lo que se rrefiere á estos ejercicios es organizaJo y reglamentado por el ca­¡ pitán que manda la batería. A él corresponde ponerse en relación ccon la dirección dd camino de hierro, redactar la orden del movi­rmiento, exigir la ejecución de todos los trabajos indispensables y welar que el embarque y desembarque se haga conforme á las pres­ccripciones reglamentarias y en el menor tiempo posible. Le es ¡preciso cambiar, tanto con la compañía del camino de hierro como con otras autoridades, toda la correspondencia que sería necesaria en tiempo de guerra para que la batería fuese transportada y abas- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 814: 80LETIN MILITAR ~ teccrla de todo cuanto tenga necesidad durante la marcha. Des­pués, ter m in a do el ejercicio, eleva un parte detallado de todo lo que haya sucedido. Esta instrucción tiene lugar bajo la vigilancia del jefe que mande la ahtheilung y en presencia de todos los oficiales, sargen­tos, ohtr-gejrcite, voluntarios de un año y candidatos para oficia­les. Sobre el terreno mismo se dan explicaciones á todos, de manera que cada cual sepa lo que tendría que hacer en ocasión semejante. 16. Marchas militarts-No se ejercita en ellas sino á las baterías que se encuentran de guarnición en los puntos inme­diatos á los ca m pos de tiro, porque en el caso contrario, que es muchas veces lo más general, :1l hacer el trayecto necesario para ir al polígono, constituye un ejercicio de marcha muy suficiente. Las blterías de la guarnición de Berlín, por ejemplo, para ir á su campo de tiro sobre las márgenes de la Tégel no andan menos de 15 á 20 kilómetros (ida y vuelta). Por lo q IJe hace á las baterías que no tienen esta ocasión de ejercitarse, se las obliga á ejecutar, como mínimo, cada año, dos paseos por l0 menos de 3 millas (z.2k,soo). Estas marchas se com­binan habi tuJ.!mente con otros ejercicios; así, todas las veces que se.t posible, se deja el camino ordinario para ir á tornar posiciones, medir distancias, etc. Todos los artilleros, cualesquiera que puedan ser sus funcio­nes especiales, deben estar perfectamente al corriente de los prepa­rativos que comprende una marcha, como también de todos los debereJ que incumben al soldado, tanto en las marchas como en los acantonamientos . .ti.! orden más perfecto debe ser siempre, en uno y otro caso, estrictamente observado, y de esto se cuida rigu­rosamente. Como en estos paseos se tiene ocasión con frecuencia de atra­vesar terrenos de aspecto y de naturaleza diferentes, se aprovechan para dar á todos indicaciones sobre el empleo de. la artillería en la guerra, ejercitarles en la apreciación de distancias, á elegir y ocu­par posiciones y ponerse en marcha con precaución, etc. 1 7· Tiro d! fusil -Los hom bre5 descinado á ser agregados á las columnas de municiones están armados de fusiles r se les ejer­cita, así como á los sargentos, en el tiro al blanco. Además de todo lo que hemos enumerado, un regimiento de artillería se encuentra también durante el período que acabo de describir, obligado á aplicar dos semanas próximamente á la ins­trucción de los reservistas y de los hombres de la landwthr. Se les distribuye entre las baterías que los ejercitan para impedir olviden lo que han apre11Jid1J durante su tiempo de servicio activo y para ponerles en e.;tado desempeñar el papel que les correspondería en caso de guerra. Durante los dos últimos días de su estancia se reú- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 815 nen aparte de sus baterías y se les conduce al polígono para prac­ticar las tscutlas de Jutgo. E¡;¡ fin, la artillería se encarga además de los diversos traba­jos relativos á la conservación y reparación de las armas y de los proyectiles en los arsenales y plazas de guerra. El número de hombres que se dan para este trabajo varía mucho de una ciudad á otra. En algunas es bastante considerable, en otras, por el con­trario, es casi nulo. En Berlín no hay, por término medio, sino uno 6 dos hombres por batería cada día-Continúa. __ .__.. __ _ (DEL FRANCES) De actualid a d para Colombia Corta ya la duración del servicio, que está probablemente llamada á reducirse más todavía, se hace indispensable que la inHrucción del hombre sea. dirigida de manera de no perder un mino to de este tiempo precioso. Para tral>::¡jar aprisa y bien es indispensable poseer exce- 1entes útiles en cómodos talleres; es decir, cuadros perfecta­mente instruídos en campos de maniobras y terrenos apropia­dos y bien distribuídos. Esto entado, veamos los modio9 de que tliApone el ejército francé para ht instrucción de la infantería y nt 'S pérdidaA del tiempo á la ida y al regreso), y también cou frecuencia está de8tinado á varios regimientos. Cada uno pnecle utilizarlo nno 6 dos veces á la semana, lo que, descontando los días de muiente; sobre todo es en los fre­cuentes ejercicios ~le conjn nto de ciertas di \'il:;iones del Este más favorecidas, jecutar e á condición re debería tirar "obre blaneo variados que es ne­cesario aparezcan de improvi~o en diferentes tlirecciones. Ado­ruás, eu el stand no se puede tirar iuo paralelamente al (lje del tiro. También la instrucción del tiro de combate individual, CU) a importancia ha u cou tata(lo la generalidad de los oficia­les en las e ·eueb de tiro, es en los stands necesariamente de­fectuosa, y, sin em l>argo, son los úuicos terrenos de que se <.lis­pone. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 81'1 La instrucción del tiro se completa con el tiro de combate, en el cual el hombre debe a prender la disciplina y el su balter­no la le, la creación de cuatro má~: otl'o más en el Este y el resto en el Sur, en el Oesto y en el Centro; lo que potlría ol>teuer~e, sea por t->nsan­chamiento de loR campos ya existentes, sea por compra ras. Eusaucba.r dos campos y crear otros do~, tales serían, pues, Jos primeros gastos que sería indispensable hacer cuanto antes fuera posi hle. EN EI. BX'l'RAN.JERO-Los alemanes nos han precediate rnoderuo por el fuego, es necesario habituar á los jefes y á h\ trop<~ á maniobrar como en tiempo de guerra en granue nnidacl s táctic;as." De ·de 1891 e han comprado diez y siete nuevos campos, lo que, ag-regaclo á los tres sa existentes, eleva su número á veinte. l.JnS principales ~:;on: Dól>eritz para la guardia, on el centro de la Marca de BralHlel>nrgo, en la JH'oximiog; A.rys, cerca de Boyen, para el twirner cuerpo ; l;ol>nrg, para el 1 v ; Bi >rar el otofio de 1900. Los campos de Spottan, para el VI cuerpo; Padeuoru, para el vn; Montjoie, para. el vrrr ; Lockitedt, para el IX ; Soltau, para el x, y Grappc para el XTII. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 811 Alemania ha gastaclo en la aclquigici6n de lo~ 17 campos comprados clespués de 1891, la suma de 80.000,000 de franc.os. Pal':t 1900 se ha presupuesto la st1ma de 2 .500,000 franco:J para la atlqnisición de un Huevo terreno en Alsacia. Los cam­pos tienen, por término medio, 2,500 hectáreas cada. uno, lo que fija el precio de la hectárea en unos 1,900 francos. Examinemos ahora lo que costaría á Francia el estableci­miento 6 ensanchamiento de los campos demandados más arriba. Supong-amos que la hectárea suba al precio muy remune­rador de 2,500 francos, más 6 menos. P.ua ensanchar el campo de Bois- l'E,·eque habría. que agregarle Jo menos 1,200 hectá­reas, lo que repreRentaria un ga~to de 3.000,000 de fraucos. Con 3.000,000 de francos podría duplicarse, sin duda algu­na, el campo le en los grandes ejércitos moderuog. l\1ieutra!i tanto, el presupnesto incluye annalmente un mi ­llón por afio que, pnetle a egurarse, es gastado á pura. pér­dida. En efecto, tan pronto como el E tado hubiera adquiriclo algún terreno en cualqui e r parte, con la intención, para tOllO'i evidente, de ensa.ncllarlo po. teriormente, lo precios llegarían á ser inabordal>les, porque los jurados de expropiación explota-rí< tn la situación egnrameute. . · Estoya ha ocurrido, especialme nte en el E ·te, de manera . que desde luego lla.y ya Departamentos en que el Estado uo encuentra terreno it. menos jos del Unnrtel general; , e hacía, put•s, necesario esperarla para no c.•xpouerla {t las contiugcucia tle umt cterrota probable, si el enemigo, mny npcl'ior en núnwro, alía á su enctwutro y caía. sobro ella ele iruprod~o. Un temor tan ju to me retn,·o alg-u11a ,' horas en .Acbngua:oi, y estt d mo:.·~ sa.1YÓ siu dmla la tropa,· que yo esperaba. El 29 ~~ ('jército r unido marchó hacia lo lng-are"' en donero me vi obligado á abandonar ese proyecto, impo­sibilitado para vencer los numerosos obstáculos que se oponíau á, su ejecución. Desde este instante los enemigos dejaron de presentárse­nos, y hasta renunciaron á, la guerra tle partidas que nos ha­bían hecllo hasta entonces. EL ejército volvió á us acantonamientos de A.chagnas, y d~spués c.le alguno jaron á las tropas reales más ue cincuenta lHW'VOS prisioneiOS, trescientOS animales y almacenes abundantemente ¡n·ovistos tle víveres. La tercera división carecía eu absoluto de sem~jant{)S pro­Yisiones, de suerte que se dedicó milnwiosame11te á, vonerlas en seguridad; salió entouccs de Tn11ja y bajó al llauo el 6 He Abril; derrotó completamente vm íos tlestnmuneutos ien informado. ¡ El servicio de dos aiio8! Uommela, venhulcramente con· suela que haya también ea Ohile gente ignorante y mil· ar Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. , BOLETIN MILITAR ~ 823 de ideas equivocadas. Como Chile y la Argentina tienen igual población de reclutamiento, si flotase en la. ntruó~fera del Pa­cífico ~einte por ciento menos de tonterías qw .. ' ~n la. del Atlán­tico, sería una Yentaja de "'·eiute por ciento que nos llevaría Chile en poder bélico. El General Koroer sabe perfectamente que para formar excelentes solres más. Pero partiremos de la base admitida, 15,000 homht·e y uue\·e me8es, para comparar los rPsultados que producida. con los del er\·icio de dos años. Los dcfensore de ésto, tan ignorantes allá como aquí, afect¡.¡ n corn pa.rar sólo la i 11 trucción de j~uHlo á un hulo los demás facto­res del problema. Podría m os dedl'les que si un soldado sabe bien lo que debe n.her á los tres me ·e·, no lo abrá mt-jor á los u neve, pero creemos que les cou\•euCl.,rá mejot· uu argumen­to numérico. El qne 'tnplea el 11lercurio de Valparaí o. Hélo aqni: 15,000 hombres dura.ute nue\·e meses cuestan lo que 5~1>00 tlurante dos afio~.¿ Prefiereu ustedes 5,600 hombres á 15,000 ~ That is the question. ¡Y como esta. difcreneia anual va sumándo ·e t ¡ Prefioren nstedes un <'jército aclivo formado con diez con­tingentes de 5,üoo ó de 15,00lH Un total
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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 184

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 171

Por: | Fecha: 29/09/1900

BocoTÁ, SEPTIEMBRE 29 DE 1900 -------------------- ------------- -~~ - - -- ---- -- --------------------- Organo del Miailiterio de Guerra y del Ejército Son colaboradores de este periódico los Jefes y Oficiales del Ejército Director ad honorem Franci8co J. Vergara V. General de Ingenieros, Miembro de varias So. ciedades Cientificae liD}]CQJ~¿_g~~ ~~Ql,'liE~Ll'~'ID ®W 1IDJJI 11~~® (20 DE SEPTIEMHRt:) sobTe creación de una Intendencia El Vicepr(sidentc de la República, encargado del Poder Ejecutivo En uso de las facultades que le confiere el artículo 121 de la. Constitución, y CONSIDERANDO ~e se ha efectuado la demarcaci.ón y amojon.tmiento de los límites ent e Colombia y Venezuela en la Sección 6.a determina­da en la farte dispositiva del Laudo proferido por el soberano es­pañol, y que, con motivo especialmente de la perturbación del orden en el país, conviene proveer sin demora á la administración de aquella parte del territorio colombiano, estableciendo las res­pectivas autoridades encargadas, entre otras funciDnes, de la vigi- . lancia y policía de las fronteras, y de fundar, en los lugares más .adecuados, los centros de población necesarios para reducir á la vida civilizada las numero as tribus diseminadas en esas regionts, ' que han venido á quedar definitivamente bajo el imperio y juris­dicción de la República, DECRETA Art. !.° Créase una Intendencia especial, sometida á la au­ttoridad directa del Gobierno, en la parte del territorio de la Re­ública comprendido dentro de los siguientes lí ~ites: VJl,I-~5 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 878 BOLETIN MILITAR ~ El meridiano tercero al Oriente del meridiano de Bogotá hasta cortar el río Meta; este río aguas abajo hasta su desemboca­dura en el río Orinoco; luégo por este río, siguiendo la frontera con los Estados U nidos de Venezuela, hasta la piedra del Cocuy, límite de dicha República con el Brasif; y luégo por los límites con las Repúblicas del Brasil y del Perú, hasta llegar al meridiano tercero, al Oriente de Bogotá. Art. 2.0 El territorio así demarcado se denominará Intenden­cia Oriental, y tendrá provisionalmente por cabecera á Maipures. Art. 3.o El Intendente que se nombre para esta sección queda investido de autoridad suficiente para reglc:lmentar todos los ramos del servicio público, de acuerdo con la Constitución y las leyes y la ulterior aprobación del Gobierno. Art. 4.0 Destínase hasta la suma de seis mil pesos, oro, para los gastos que exija la organización y servicio de ]a nueva In­tendencia. Art. 5.0 Queda á cargo de los respectivos Ministerios la in­mediata ejecución de este Decreto, en lo que á cada uno corres­ponde. Dado en Bogotá, á 20 de Septiembre de I900. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Gobierno, GuiLLERMO QuiNTERO C.-El Ministro de Relaciones Exteriores, CARlOS MAR'IÍNEz SILVA­El Ministro de Guerra, PRÓSPt"RO PHZÓN-El Ministro de Ins­trucción Pública, encargado del Despacho de Hacienda, MIGUEL ABADÍA MENDEZ- El1\1inistro del Tesoro, ENRIQUE RESTREPO GARdA ~~-----'J~g(g~ l.._')~~OT:E:I:N .A.L ~ JI ~ .:.t\~~ill IL~ MÉTODOS DE MANDp, EDUCACIÓN É INSTRUCCIÓN POR EL GENERAL H. BONNAL Traducción para el Bolt>tí11 ltf1litar • PllOEIUIO El GPtlf'ral Moraufl, nno fh'l los iln. trfl~ jPfe. flhrilolionarios que servían á ónl~11e · del .M a rie~cal Davout, e 'cl'il>ió cou razóu: • Con verrlancro pl;~cer no . apresnrilmo á ofrecer á lo~ lectores de est~ sema­nario la traducción del libro del Gc11 e rlll Bonnal que ac·tha de pub licar,.e en París, cuya Dparición se e!iperahn l'On an ia en los círculos milibres clt' Franci11, y qne, en nuestro juicio, f'S en 1ealidad la • hra ntá..; nott~h 1 e 1ne sohre l a materia ha visto la luz púhlice~ en la 6 lt11na clécada del siglo. Su atento e:tnrlio se i ·npone á todo oficial de infanterb que aepire á llenar cumplidamente su obligacióu.-L. D. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR '--y--" 379 "La infant(>rÍa es el ejército: cuando avanza se delínea la victoria, pero si retrocede la tlerrota está próxima." Formar una buena inf¡;¡ntería es, pues, una de las más im­portantes tareas de los jefes, y por buena infantería debe en­tentltJrse la que es capaz de de~empeñar seriamente la~ diver­sas fnncionm~ q ne pne(leu incum birle en campaña. Los jt>fes formados en esta arma, con in8ticia apellidada la reina de las batallas, han contribuí<.lo todos, cuál más, cuál meuos, al pcrfecciouamiento de sus métodos de instrucción y educación. Sobre todo después de la última guerra (la franco - alema­na (le 1870-71) los libro~ y foll~to sol>rt' 1os <.liv•~ rsos modos corno se [Htf'fle emplear la ir ,fantt.:>ría so11 tántos, que ni aun aproximath·amente se puede calcular su número. Y esas publicacione , además de que casi todas encierran ideas y enseñanza· ue un \· alor real, representan en su conjun­to una suma enorme de trabajo. Pero como toda obra retleja el estaclo mental del que la. ejecuta, no carece ucia ejercida en el ánimo l mes de Agosto, lH'ovist.os de las ~ctnaiP armas, sin camhiar una líuea. á u orgauizacióu, ~u mando supremo y di ntlor téc deo, no se ve qué modi tieación .·eria habl'ía i 11 tl'otl nciclo <~1 tmt>vo armamento al re~ultado (le la~ jorll batalla la. infantería al mana pudo apt·o. i 10 trse ha. ta me11o go, la (lestrucción St>gura de todo atnq ue con­sumado al descubierto, la nece ·idajércitos que mauiohrau •. Lo experuueutos del po lígouo son ~imples experimentos de laboratorio: el Cc-ttnpO de lJataiJa es el ÚUÍCO teatro donde se re~mel ven los problemas üe la guerra ¡,Por qué~ Porque el ruando, lct iustrueeión táctica de las tropas, su uwral, las faltas dt->1 t'IIPilllgo, la coo¡wraci •)Jl de las di" el'Si:ts :H'mas, son f f,utol'eS de primer ordeu que i ufluyeu en el r~sulta.do de li:t lucl!a uo weuos que la. velocidad, el alcance y la precisión del tiro. • • • La mayor parte tle los antort>i militare~, preocuparlo~ ante to(lo por dJstUtllttlr la~ pérdidas de la iufa,utel'Ía. eu till rnat•clla de aproXilllaciou al enemigo, hau perdrdo de vi~ti:t el coujuuto de circuustaucicil'lo así. Ahora. lu ·n: no tie pued~ wauiour,u· Slllo ~~~ JUMHL y al a.l1ri~o de la vi~ta. y el fu~go del ~uemigu, pol'LJ ne esta es u u a. v~nhul d~ to1los loti ~ü­gws, que lo~ tlle:t.yores p1'ugresos del armauwu to u o puede u al­tera!'. ¡Y cou quó ohjeto se maniobra eu las litutes del campo de batalla 7 ~IUJpletuellt~ para ascg·urar la l't'particiou de las fuer­zas, de utaut>ra adecuad'" á la coudw1oues tuúltiple de tiu y Wt"uiol'\, y t~llleudo pre~:PHte que t'· a repartición teudrá prepon· Ueraute wtlueueta ~ll los l'eSUI tado~ de la lucha. ~~~ uu t'jérciro tle cuatro ó ciuuu cuerpos (de ejército) por ejemplo, tal r~pal'twiou uo corre,·pouderá siempre, desde el prll10lplo, á las ueuesitlatl s •lo la situacióu, porqu~ ésta, antes del etllpt>ño de las vauguanhas, de onlmario so preseutará a.ún mal c.h·li Lllda. De lo dwllo re ulta que á una primera repartición de las tropa. , onleuatla Ull poco a ci .... ga.~, llat.H:á que 8Ustituír uua se­guuüa, algo mal::i a\lecuada uou lati cirüUll ·tcdJCias, y á veces hasta uua tercera, pal'a alca.uzar el tiu perseguido. • Te .,tigo elocuente la presente guerra civil: el Mánnlint:her, que en Concón causó estragos á l,OJ,J metros, y al cuis .. tas dt: gabinete 1-L. D. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ 381 Y 1a8 modificaciones sucesivas ~ la reparti(~ión y emplaza· miPnto de la!'! tropas 110 pnNlPn rPl:llizane con PI or<..lPII y la ce· leridns t~ctieas lJan Rido pro,~Píoas d~ esa cualidacon~titnyamoR la batalla de Wagran, célebre entre to­das las de la ~poea Na polpóuica, por n sa hia ,Y larg-a prPpa.ra­ción, por la importHtH.da de le~s ftwt· za~ <]tu> ltl libraron, por el ardor eon Qtl(ll se clispntó el triunfo, y, en fin~ por la grau Yalía de loR jefps qne ml:lndaron loR Pjér<'itns conteudort>s En la noche clel 4 al 5 ele Julio St>i~ ctwrpos ele P;]ército, la guardia y cuatro cli d~iont's de ea ha 1 lt>rítl, fi'H nq ne:-tron t>l hrazo menor del Da11nhio por cinco puente.:-:, lanzados por soqn·t-sa entre la parte mPriclional de la isla de Loba.u y la frouteriza y montuosa orilla clel río. La m ;.~ fíana hrni+>lltP. se empleó en tPrminar el pal'lo y en estahlt>c~Pr el Gr' anclp Ejéndto sohre l'Ía f>ll los intt rvalo , . l..JHS ::t. La rt--unión del Granclf> Ejéreito qtwcló eonelnída el 5 entre las 10 y las 11 de..~ la maíiantl., dt>shorchwclo la t--XtrPma. izquier · da anstriaefl. El ptwhlo dP EnzPrl'ldorf, próximo al río, st-ñrda­ba la izquierda francP~a. El artioulo 14 df> ht orden inqwrial pl paso clP.I Dannhio, escrito t>l 2 eh-' .Julio á la· ll de la noelw, elijo: "En tPsis ~reupral, la rnarolJa s<~ P,]Pentará por la dert>eha toman(lo eomo PjP dPI giro á. Enzersjt>cnt:-tron, á la somhra de sus tropas avanzaflas, nll de. plit>gue en abanico con el fin ele rechtlZ la hatalla. St•gún el GenPral Peld, entmtct> . A.rncl:uJtP día. t>l t>j é rcito easi entero, formado en mnsH, cwupaha un ¡wquttíio espacio en el cual hom­br , oaballo y e~i1oues npar' (' ('Íall como amontonados p e ro eu el orc..leu más bello: era una brillante el va de bayonetas y sa­bles, pero muy pronto t- ,·a tropa así reunida iban á extender­se y á ·nhrir vastas llaJtura:-1." A ca u. a de 1m~ eom ha tes rlPl 5 por la tarde, que no teJ·mina. ron sino entraet>r·, ¿.;obre Pl cnPr¡m dt·d centro. Napoleón se pl'ocuraha así la lib rt:td de corulueir sn ejér­cito renni(lo {t, la zona. e~cogida. para dPsplegarlo, porqne se­gón el General Pelet, "teniendo t.odo~:; Jos cuerpos hnjo su mano, pooü\ repart·irU.,s lfl el momento mismo en que convenia emplearlos." " Esta es la veruadet•a mauiobra ele Ja bataJiu." ( Ot>"tin'l!a) Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 382 80LETIN MILITAR ~ LltCCIONJI:S TOMADAS P • .O,RA .EL .EJ É RCITO COLOMBIANO !:N LOS TltXTOS Dl': SORBU:Il1 BOUNJ:It AZIBERT 1 l!:TC. INTRODUCCIÓN Nada de lo que se relaciona con la guerra se puPrle im­pro\ isar: ni el material, ni la organizacióu, ni los soltla<.los, ni Jos oticiaiPs, ni el estndio visto y estudiado: este es el objeto (le la estrategia y de la táctic.a. La e.itrateg·ia es la ciencia de la guerra en su aspecto más elevado: elección de movirniPntos que han de ejecutarse; de­terminación ele las vías auecua(las parét alcanzar con más se­gul'ida< l el fin que se persigue; hábil empleo de couju~!to y de los mes, por lo cual su conocimiento completo se impone á todo oficial. En re, umen, la estrategia os la dirección superior de las operacione~, la cie ucia del manclo en campHñ .. ; la táctica ense­fi. a á la tropa á ejl~Cntar lo mandado por el jeft3, es el arte ú ofi­cio de todos lo que ob rlec n. Las conce pciones e tratégicas pertenecen exclusivamente al m, ntlo uperior de una fuerza, por lo cual, en un estudio como el pre.' ute, no hallan cabida útil. Lo eontrario sucede con los principio. que rigen la táctica, ya que t dos los oficia-l debeu conouel'lo'i, put>sto qne tOgn ra r la más rápida con­dueción posi hle dH las tropas al campo (}e batalla, alwrráudo· les á la vez las fatig-as iuútiiPs, a~wgnrátuloles la alimPntación y poniéndolas a 1 abrigo ·a. Son reglas ele apli­cación pr('cisa fnera del campo de bntalht y qne constitnyen nua verdadera cieJJ<·ia por clt>eir lo así, parar s t>jPcntar una marcha de maut:>t·a intacllahle, 110 sucediendo lo mismo con la táctwa óll como un tratado de pint.ura no forma un Rafael, JH•ro aquél es tan iudispensahle ;.¡) j<.--fe como éste al piutor, Riquier·a sea para e>itarle conwta faltas y errores de cierta rnagnitucl y para formarle un fondo de criterio raci()ual que reemplace, aun cnauclo ea en parte, las enseñanza~ de la experiencia, si carece l E>.stnjércitos rnoderuo¡; corn~ .· ponde á los oficiales hacer &mnplir eu mar<:has y e~taeionamientos las prescripciones re­glanwut~ ria del ca:o, y e~to tanto m{ estriC'tamente cuanto son hoy mayort-. la.~ clifienlt~HlPs (le la mo\' Ílizaeión de las fuer­zas por razón misma ele sns oonsitlf'rahtes efeeth'oS. El Pjército qu puede t>jecut,tr marchas fe; su preparación indica el valor del Estado Mayor; y ~n ejecución sir\'e de piel méto(lo raeioual con i2te en e~t udiar primeto Jo¡;; principios r•1111idos Pn los d •versos reglrgeuma i nteligeute de tod:-ts las voluut;ult.~s haeia un nu~mo Hu. Y para que los priuciJJios se eompl'eudan oi~n, cou . u venhulero alcauce, pre­ciso es ocurrir {t la llistol'ia. rra de Ashantí es igualmente un ejemplo muy bueno. La verdadera Ií nea de ataque era, hacia el Norte, la ruta más corta de Cape-Coast-Castle á Kumasi; pero tres columnas sepa­radas, de poca importancia, procedían de modo independiente sobre los flancos y en defensa de éstos. La de la izquierda no penetró nunca en el territorio A hantí; mas parece que ella, sin embargo, redujo á la inmovibilidad á gran número de los enemigos. Otra columna sobre la derecha marchaba paralelamente y á gran dis­tancia de la columna principal, la cual se retiró sin combatir; esto, no obstante, distrajo la atención de destacamentos considerables Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 388 80LETIN MILITAR '-y--' de los Ashantís. La tercera columna, situada muy lejos, hacia lt derecha, tenía cierta importancia: penetró en el corazón del te­rritorio enemigo, y encontró alguna resistencia que dominó, lo­grando al fin llegar á Kumasi por la derecha, después de que esta ciudad había sido destruída y abandonada por la columna princi­pal de sir G. Wolseley; y dicha tercera columna se retiró por la misma ruta que había seguido la columna principal en su marcha de avance y de retirada. Los Ashantís tuvieron, pues, que enfren­tarse á cuatro columnas y se vieron obligados á desprenderse de numerosas partidas para atajar lo" progresos de la invasión de dos de ellas que no tenían ninguna importancia efectiva. De este modo debilitaron sus filas, sin motivo, desde el punto de vista militar*. V. Varias columnas tienen la ventaja de que, hasta cuando una de ellas jracasa,Jacilitan la marcha de las otras-Hay otra razón para invadir el territorio enemigo con diversas columnas, razón que hará este procedimiento ventajoso en algunas de tales campañas. Es incierto el éxito cuando hay que vencer grandes dificultades de terreno ó que no se pueden obtener noticias exactas en el teatro de la guerra; entonces es difícil alcanzar el objetivo siguiendo una sola línea de operaciones. En tales casos es evidente que, dada la posibiliJad, es una precaución sabia la de march a r siguiendo va­rias líneas, puesto que es justo suponer que todas las líneas de ope­raciones no serán impracticable . Tales condiciones son raras, sin duda, pero la historia muestra que se pre entan algunas veces. En la campaña de los rusos contra Khiva, se recordará qu e la columna que partió de Krasnovod. k se vio obligada á retroceder por causa de falta de agua, pero el oasis fue tomado por las otras dos colum­nas. La reciente campaÍlo del Chitral es también un ejemplo: si la columna del Coronel Kelly no se hubiera podido reunir á la guarnición sitiada, es dudoso que el ejércico que avanzaba del Sur llegara á tiempo para salvar esa guarnición. VI. La separación 11.? se permite hasta tanto que cada destaca­mmto se hallr en estado de luchar solo. Dificultad de prever los efecti­vos necesarios - La di vi ión de la columna se determina así, algunas veces debido á las circunstancias; en otras, la condiciones de un caso particular conducen á que se resuelva la división, á despecho de las objeciones estratégicas, bien conocidas, que se hacen á la división de las fuerzas sobre el teatro de la guerra. E~ta divi ión no se justifica, sin embargo, sino cuando cada destacamento es bastante fuerte para sostenerse solo contra cualquiera columna que el enemigo envíe contra él *· Hé aquí, pues, una dificultad en la • Luego haoer pa~ui'lts 6 sea tlividir lns fuettas ~ · proc()dimiento inadmisible en buena estt·t~tegla-t. D. • 1!1s declr1 cunth1ó el Jnnsor tiehe tal !Utpt>riolidnd l'lútl.~tioa que el sitnple aune~ plJt lt mtlor lti\ea al! bpehoiuhes itbt!ide ~rohtb ltelhtlb de ltt ~atnpdia-L. ;o, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. bOLETIN MILITAR ~ 389 preparac10n de la campaña; porque á menudo es imposible pre­ver hasta qué punto las fuerzas del enemigo puedan ser capaces de reunirse en un punto cualquiera del teatro de la guerra. Cuando es tan Jirícil determinar las fuerzas totales del ene­migo, naturalmente lo e3 mucho más el calcular el grado de resis­tencia con que se haya de tropezar en cada una de las varias líneas de operaciones. La gran movilidad del adversario, lo imprevisto de sus concentraciones y la completa disgregación de sus fuerzas des­pués de un desastre, todo tiend~ á complicar el problema. Por otra parte, existe siempre la po.ibilidad de que los adversarios tengan á ~u cabeza un jefe que sepa aprovecharse del fraccionamiento de las tropas regulare sobre el terreno. En la sublevación de la In­dia, los Jefes rebeldes, en un momento crítico deJa campaña, die­ron prueba de su conocimiento en el arte c1e la guerra, cuando colocaron á los ejércitos ingleses en una situación peligrosa: ellos hicieron avanzar una columna formidable contra Cawnpore, mien­tras que Sir Colín Campbell marchaba por primera vez al socorro de Lucknow. Si estos Jefes hubieran sido más activos, la guarni­ción de Cawnpore habría podido ser destruída antes de que la co­lumna de Lucknow pudiese volver en su auxilio. El tjemplo siguiente muestra los ríe gos inherentes á la di­visión de las fuerzas en las guerras de esta nat11raleza. Ejemplo de desastre d >! bido á la separación-En 1876 hubo fuertes eocuentros cerca de Yellow ·tone Ri ver, entre las tropas de los Estados U nido· y los Pieles Rojas. En el curso cuela de Vcr~alles. Prhnera lección-:Neceaidad de la fortificación lmprovieada Utilidad -De tiempo atrás á la fortificación piden auxilio, el defen or para reforzar las partes débiles del campo de batalla, y el agresor para asegurar la con ervación dd terreno que ha ganado á costa de charcas de sangre. Los atrincher:¡mientos así considera­dos, si antes fueron útiles, son hoy indi pensables, por la tendencia creciente que impone el progreso de las armas, de convertir en sitio rápido las antiguas batallas campales. Los doctos en la materia ocurren á la historia de la época napoleónica en demanda de hechos que prueben cómo entendió el asunto el maestro incomparable y cómo lo realizó en la práctica en sus campañas memorables, por cuanto el Gran Capitán, e.n afo­rismo clásico, pedta que todo oh.lado, junto con el fusil, llevara una herramienta de zapador. Por eso el General Foy, subalterno del Emperador, pudo decir con razón: H Europa queda sembrada con los reductos y las trincheras levantados por nuestros soldaJos." • Y el rcsu ' tado es t:l lllisiTIO. La mejor prtH ba contra e a, ,divhinma se halla en la toma de Tauau:\Tlve por los franceses, quienes entonces no formann sino una sola columna de inva~tióu.-L. D. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 392 80LETIN MILITAR ~ Entre las causales de éxito de las armas napoleónicas, puede figurar el hábil empleo de la fortificación improvisada, señalado por el General Dum<3S en las siguientes líneas: " Todos los mili­tares de Europa reconocen que los ingenieros franceses han sobre­pujado á sus antecesores en esta clase de trabajos, y han utilizado mejor las ventajas nuturales del terreno, dando á sus trazados des­arrollo más hábilmente calculado para el emplazamiento de la arti­llería, la economía del fuego y los movimientos y acción de la tropa destinada á la defensa de las posiciones y de los atrincheramientos." Por su parte, el General Noizet afirma: "Es un hecho que en tiempo de Napoleón se hizo uso prodigioso de la fortificación de campaña, tanto en el ejército francés como en el adversario, siendo de sentir que la historia no conserve recuerdo de tales atrin­cheramientos sino cuando resultaron ligados con los acontecimien­tos de mayor importancia: no es posible olvtdar los reductos de Montenotte y de la Moscowa, las líneas de Torresvedras, las baterías de Bautzen, las lunetas de Dre!'de, etc.; pero á la par con ellos, cuántos campos atrincherados, cuántas cabezas de puente, cuantas líneas y obras de menor importancia no se construyeron en torno de los ejércitos, y no fueron vistos y apreciados sino por un reducido número de oficiales, y hasta quedaron ignorados por el ejército, por cuanto ó oo tuvieron sino influencia indirecta so­bre las operaciones militares, ó resultaron simples obras de precau­ción, que en la marcha de los acontecimientos dejó á un lado. De ahí esa opinión errónea de que la fortificación es inútil, for­mada en los espíritus superficiales, contraria á la de los Generales de más nota, y, sobre todo, á la del mismo Napoleón." En efecto, acaso Napoleón no escribió: "La fortificación de campaña es siempre útil, nunca estorbosa cuando se la aplica con­venientemente." "Sostener que la victoria es del que marcha, se mueve y maniobra, y por lo tanto no hay que trabajar el suelo, puede ser hermosa palabrería, ¿ pero es despreciable? " .Acción del fusil-Y después de Napoleón las cosas han cam­biado, el progreso ha sido incesante y la marcha de la humanidad á este respecto, en vez de hacer inútil la pala en el combate, la de­manda más y más. El fusil moderno, que dispara diez veces más aprisa que el de los soldados de- Napoleón, que á I,ooo metros tiene más precisión que aquél á 200, y cuya tensión de trayectoria hace innecesario el cálculo de la distancia hasta los 500 metros, tiene que ser arma de mayor efecto en el combate, sin contar con que su bala atravie­sa 4 á 5 hombres, y por cuanto emplea pólvora sin humo no revela la situación de los tiradores abrigados en un campo de batalla. Ahora bien: la fortificación improvisada aumenta la eficacia del fuego de la infantería, tanto por las condiciones más ventajo­sas en que merced á ella dispara el soldado, como porque aminora las pérdidas de la fuerza que la defiende. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 393 En el supuesto de dos tropas iguales en número, calidad moral, instrucción y armamento, atrincherada la una y movién­dose la otra al descubierto, preciso será estudiar los elementos que se enumeran en seguida para juzgar con acierto del resultado de la lucha: 1.0 Dimensiones del blanco (en altura y profundidad): me­nores en la tropa atrincheráda; 2.° Condiciones físicas de los tiradores (fatiga y seguridad del puh>o): menores en fu misma; 3·0 Posición del fusil (apoyado ó nó): da más fijeza al tiro de la misma. 4.° Conocimiento de la distancia (medida previa del campo): ídem ídem la misma. 5. 0 Aprovisionamiento de municiones (cartuchos á la mano): ventaja para la tropa atrincherada, porque es más fácil remunicio­nar al que no varía de puesto; 6.0 Rapidez del tiro: superior en la tropa atrincherada, por­que es mayor la fatiga del soldado que camina, y porque el solda­do atrincherado puede tener las municiones á su lado, fuera de la cartuchera; 7. 0 Intensidad y permanencia del fuego: el que ataca du­rante el asalto tiene que suspender sus disparos; 8.0 Dirección del fuego: tarea más fácil para los oficiales cuyos soldados están inmóviles; 9·0 Eficacia del fuego: de ordinario tras la trinchera no ha­brá sino una fila de soldados, y el asaltante llegará formado en enjambres que equivalen á una formación sobre varias filas; 10. Supresión del humo: facilita la puntería del defensor y quita al asaltante la cortina que antes cubría sus movimientos; Ir. Des!Jlazamiento del blanco: es favorable al ataque, pero no debe olvidarse que lo rasante del proyectil mjaudo en el viaje una gran parte del personal. De ahí en adelante fue impo~ible hacerlas ~van­zar un paso á pesar del brío de la tropa, por lo l alza de 2,200 . •• 1 l ti) crl ot; 8 ~ .... -::! ~ ~ Repite : aumen- ~ .§ ten 50 décimos,· or- o·- lQ ~ ~ ). den a á su , ección Repite las voce · ; indi'ca á su Sec­ción 2,250, retorna 2,250 y manda: á mi orden. Hace di paJar las piezas carg•tcla con gran:1da percutante y m a nda: corran el ojillo de desvíos tan .. íd. íd. t ~ 4i 1 2,250,retorna 2,250 ~ ., g ! manda cargen sin E c-t - mterrupciór.. - ..... ~ -- ~,_.. 1 <. d tos mm á la izquierda; destaperl el oJo que el ojillo cohete á 9 segundo.~ 9 décimos; cargucll de d e s v í o s lo ....; ~) m:tnda correr ~ la derecha El fuego de conjunto á 2,300 necesita una corrección de 25 metro . El Capitán determina el alza y la velocidad del tiro. ( Repite las voces del J C:tpitán, anuneia 2,275 y luégo manda: á mi or- 1 dm 2,27 5, desta pen con 10 egnndos 1 décimo (e ·cala recibida de las ~ secciones fusantes y no 1 modificada por el Capi­tán). l Cargen sin interrupción. La 8.• sección dispa1a despuéa de la 1.•, á unos 20 segundos de intervalo. Repite : fijen et alza 6 di.~paros por mirwto; coloca la corredera á 2,275, anuncia 2,275, 10 segundos 1 (cohete arrc­glado) y manda: 2,275= destapen 10 con 1; car· guen sin iutermpción. Lhta la~. • sección, la t.• hace su descarga. íd. íd. ítl. íd. íd. La 1.• sección tira después de la 2.•, á 20 segun­dos de intervalo. ( ContittútJ). Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ DEL GENERAL PABLO MORILLO (Contint'ia) 399 Al otro rlía se supo que un cuerpo de insurgentes parecía pretender reorganizarse. El Brigadier Correa se separó con al­gunas tropas á. ti n ele ir á. oponerse á este proyecto, pero el ene­migo no lo esperó. Fue entonces cuando el ejército realista pudo reconocer sus pér(lidas, las que alcanzaron á cieu muertos y á otros tantos heridos; el Comandante General D. Miguel de la Torre se contaba eu el número de estos últimos; le reempla­zó, en consecuencia, el Jefe ele Estado :Mayor general, Briga­dier D. Ramón Correa. Las tropas os tu vieron, sin tomar ningún alimento, una marcha estias y á cuidar {t los herido¿¡, los que partieron el 4 para. San Carlos bajo la escolta del Batallón Pardos de Va­lencia y algunas otra compañías de Infantería. Por la tarde, el ejército ya pro\·i ·to de recursos, vino á acam­par á la ribera izquierda de Cogedes. Al otro di' a por la maña­na continuó su marcha tra del enemigo, y el 11 llegó á Gua­narito, en la Proviucia. de Barinas, en floude ~e put:;o en comu· nicación con los Coronele Calzada y Reyes Vargas. Todas las tropas que formaban la primera División pasaron á órdmu.)s ele este último ,Jefe, quien recibió orden de mar·char á u cabeza obre Nutria , eu dond , ·egún liver o a\·i ·o , debía encon­trarse uu cuerpo d rebelde •. Al re to del ejército hice tomar la ruta de Baúl, que e con­vertía en pnuto central á causa. de las operaciones del Bri­gadier Iora.les Robre Calabozo, y os tomaron sus acantonamientos. • Es tiempo de volver nue tras miradas sobre la operaciones del Brigadier J\.1orales, á quien dejamos listo para marchar hacia Calabozo. Sólo después de larga tarea. logró él ocupar dicha posición de manera ventajosa; entonces reunió todas las fuerzas puestas á su dispo:iición, y dio batalla entre el Calvario y Ca­labozo. El enemigo perdió eu esta jornada cerca de cuatrocien- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 400 80LETIN MILITAR ~ tos de caballería y trescientos de infantería, y el resto de la pri­mera fue perseguido hasta el paso del Guayabal. Ciento cincuen­ta hombres, todo lo más, llegaron allí en bastante buen orden. Entretanto el batallón del Iufaute D. Francisco fue envia­do de San Carlos á Gnanare, para servir de reserva á las tro­pas de Apure. El Comandante de este cuerpo dio entonces á conocer en el Cuartel general el resultado de la expedición á Nutrias, de que ya hemos hablado arriba. Se mataron más de cien rebeldes, y los prisioneros tomados fueron en número poco más ó menos igual; entre ellos se eucontraron varios jefes. Dos revolucionarios sumamente peligrosos, Romero y Cuesta, pagaron con su vida su acto de rebelión. El Coronel Calzada tuvo en la misma época un encuentro cerca jército real. l puerto de Tola de la H.epública del Ecuador, y la cría de algún ganado, on la pl'incipé 1 s ocupaeiones de di­cho haoitantes, los cua.les vit'en por cierto patriarcalmente, sujeto de he ·ho al má autian de la isla., en la que todos sou parí n te· nuí 6 meno cerca. u o . Auuque uo de sangre de ula.nco • in mezcla, como se lo persuad n, pne to qu , aun cuatHlo no fácil averi uar su origen, debe cousid~rán~elo como cuarterones, tle~;precian al­tamente á los negros y á los iu~lios, á los que anmtajé n, eso sí, bajo todos reRpectos. Los horu l>rcs son robustos é in teligen­tes, y tienen u u trato fino que llan u prendido (l>ll su~' correrías, pues frecuentan todos los puerto' del Pacífico desde Panamá hasta. Guayaquil. Si se cousidBra qne en las dilat~ulas costas del Chocó uo habitan sino indios salvajPs y negros l)ozates, 6 gente de color huitla. de los presidio.', se ve que d~ laR (.le Bar­bacoas, donde moran los i leños radas de raucbo~ en que vh~en los negros, :r euuiertas por una vegetación secular. La ciudad de Barbacoas se eueuentra en la latitud de 1o, 44' 45' ' del N., y en la lougitud de 3° 57' 40' al O. delmeri· diano de .Bogotá, á 22 metros sol>re el uivel del mar, del cual está á 10 leguas grauadinat'i eu clistaucia directa. Está situada. en el extremo it->rto ia.s las cenizas á que redujo sus dos terceras y nwjores partes el fatal incendio que sufrió á principios del presente año de 1853, y que no es el primero que ha experimentado. La parte re tante, con excepcióu ue alguuas casas de ma<.lerH, t:~ Jtj\ m:nr~~~n~EA CAJf.(PAÑA DE 1812 Teatro de la guerra (superficie): 45o,ooo kilómetros cuadrados (ocho veces el De· partamento de Antioquia). Duración: 5 meses 21 días. Principia el 24 de Junio EFECTIVO DE LOS EJÉRCITOS Fra11ceses • Rusos • 442,ooo hombres t (xSs,ooo caballos) (x,zoo cañones) 1 -- -- 2.20,000 infantes al principiar la 2 5,000 jir:etes 1 940 canonea guerra -- 2oo,ooo franceses 242,ooo aliados 1 á principios de G 2 x 3 300 hombres Octubre 2 so ooo hombres ' Tom~ de M.oscu ' l~á fin;;o~~embre ~===-- 6S,ooo hs. Paso del . 1 54-,ooo hombres Beresma • Según los rusos, del pt incipal ejército francés (363 1ooo hombres) hicieron 1 ~o,ooo prisioneros y enterraron 243 1000 cadaveres. ! El mayor ejército que reunido ha visto • El ejército ruso que á mediados de Oc· tubre contaba 12o,ooo hombres, á fines de Diciembre estaba reducido á 421ooo, en Wilna. el siglo. DESTRUCCIÓN DEL EJÉRCITO FRANCÉS 1 .....,.--~-:------~-363,000 hombres 1 229,000 hor~ TI S 5 ,ooo hum bres pasan el Niemen-2.4 de Junio llegan á Vitebsk-Fin de Julio llegan á Smolensk-Io de Agosto salen de Smolensk-2o de Agosto 1 1 s6,ooo hombres 1 I 34,000 hom~ combaten en Borodino -- 1 5,000 hombres entran á Moscu 50,000 hbs. vuelven á Smolensk-9 de Noviembre - 3 3,000 p:~san el Beresina-z8 de Noviembre ~~ repasan el Niemen-15 de Diciembre Napoleón no fue vencido, y sin embargo resultó víctima ele la mayor c:~tástrofe militar que registra la historia. En la retirada caminó 1 ,zoo kilómetros en cincuenta y ocho dÍa1. Fuerzas contendoras LAS BATALLAS fulses pierden el 4- por xoo-Vencedorea Bmolensk.... J......l l pierden el 10 por xoo-Vencidoa rusos .Borodino • ... ~~ III:IIIJ.I pierden el 2 5 por 1 oo-Venced orea pierden el 35 por xoo-Vencidoa rusos LAS MARCHAS NAPOUÓN-Del Vistula á Wilna .........•.••• De Wilna á Smolensk . .••.•••.••• De Smolensk á Moscu.. . . . ••••.. Rusos: BARCLAY-De Wilna á Smolensk . ...... . De Smolensk á Borodino • • • • ••••• BAGU.TlON-De Wolkowitz i Smolensk. •.•••••• soo kilómetros en ZJ días 440 26 días 4-40 27 días s6o kilómetros en 29 días 300 19 días 86o 33 díu Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Formatos de contenido: Publicaciones periódicas

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 171

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