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Fecha:
21/05/1898
Aiio It Bugotá, ~luyo ~1 de 1<398. Xtimero 5~
BOLETJN MILITAR
ORG. 1 O DEL MI ISTERIO DE GUERRA Y DEL EJÉRCITO
Director, ALEJANDRO POSADr .•
Son colaboradores natos de este periódico, todos lo s Jeftr
y Oficiales del Ejército de la República.
EL JURAMENTO DE BANDERAS
De todas las in..,titudonc. h uman as.
no hay ninguna más santa y que mcrc:
¿c:.~, por lo tanto, más respeto que:
b pr<.: taci.Jn del j uramcnto.
Dcsbordelia·s.
El juramento, tal corno s pr· sta, y á nuestro en ten ...
clcr conviene que sub ista, es la palabra de honor dada por
un hombre á su patria, obligándose ft defender sus banderas,
/wsla perder lú última gota de su saJI(.O're, y no abandonarlas
111Íentras le q uedc un soplo de vida~ es el compromiso de
nwrir., defendiendo esas gloriosas nscñas que repr scntan
Jas instttnciones de ]a nación~ es el ofrecimiento de la vida
por a.urm:t tar U" J t ro " . ~s la formal promesa de no empañar
su r .... spectiva. histori, si no es con la sangre de sus
defensores) que mu rcn por ellas antes de abaHdonurlas y
.rnancillarlas: es 1a paial ra dada de repetir la gl riosa jor:na~·
da de 1~rafalgar, si lo cxtt n o dd - a -o Jo reclam,.
_,stc juram l~nto, lejos de rcbajP r á quien lo presta, Jc
e na ltece, bajo todos conceptos, pu~.;s 1 hace lnerecedor de
que se le confíe la honra de la nación y los desti n os del
país.
El juramento de fidelidad á las banderas honra en sumo
grado la ~arr ra de las armas estimul, el espíritu d
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BOLETÍ. MILITAR
cuerpo, y es un gran dique para sostener en ciertas ocasÍ6·•
nes Ja presencia de ánin1o, siempre tan necesaria para impo··
ner la voluntad del alma, y sujetar por la voz. del hon r y
de la conciencia al que vacila en fuerza dd instinto de la
propia conservación. En todos los momentos de nu~stra
existencia, hasta en aquellos que nuestra alma está embargada
por la scn·presa y el desasosiego, st oye la voz de la conciencia
que nos recuerda el juramento prestado; y ei hombre
honrado, aquel que en algo se aprecia, no olvida las pa-labras
de su jefe, que en la b .. ndi ión de la bandera le dijo,
que en su defensa está interesado el ser·vicio de Dios, la gloria
de la nación, el crédito del regimiento y su pro pi~ hono ·r.
Miles de ejemplos podríamos citar como prueba de la
grande influencia que en las acciones de guerra ejercen las
insignias ó banderas que, con1o dice muy bien un escritor
francés, jamás pueden perderse con honor; bastará, no obstante,
que recordemos el glorioso comportamiento de los
alféreces españoles, Hernando de Illescas y Alfonso de las
Parras, en la batalla de Garellano, cuando perdidos sus brazo~,
sujetaban hs banderas con ambos muñones, alentaban
á los suyos> y yá que no podían peleé\r, <'guijoneaban su 9
caballos p:tra salvar las sagradas insignias. Napoleón, en la
batalla de .Areola, en 1796, ve retroceder repetidas veces flsus
rnejores soldados al intentar el paso de un pu:.;nte; cogt.:
una bandera, la coloca en e] punto disputado, y ~sto basta
para enardecer de nuev á las tropas, aun cuar do tuvieron
que ceder á la n1etralla enemiga. En la sangrienta batall,
de Essling, Jos batallones austriacos on cargados dos veces
por la· caballería francesa~ ~1 desaliento e nde en sus filas;
pero su archiduque coge una bandera y los rehace, rcco··
brando la victoria. Y finalmente, no olviden1os la acción de
los Castillejos donde t:into pudo y consiguió la influ<.:ncia
de la bandera y dd ejemplo.
En todos tiempos han servido las banderas para infundir
aliento al soldado; por esto decía un orador en d Con ...
greso de diputados ( 1): "Es sabido <.JUC el color d !<1.
bandera entusiasma al soldado y le lleva ]Jeno de ardor y
~ediento de gloria al combate y á ejecutar las mayores ha-ll)
:,r. Moyano. s~sión del I+ de Diciembre de 1876 ..
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ROLETÍI': MILITAR
·; .. añas por su patria., Bien se comprende por lo tanto q u
el honor no transija la p~rdida de joya tan querida; Massena,
el hijo nlÍmado de la victoria, mandaba al 67 regimien-to
cubrir con crespón negro su bande-ra, y ser disuelto por
su conducta en la de(i nsa de Géno-ra; pero el regimiento
quiso reivindicar su honor, y se portó tan bizarramente en
la primera acción, como que le fue levantado el castigo.
Napoleón, despu~s de la batalla dt: Austtrlitz, preguntaba
al 4.0 regimiento qu~ había hecho d su 'águila, y no se contentaba
con seis banderas cogidas al nemigo; y nuestro regimiento
de Saboya recobró gloriosamente la bandera. que
un escuadrón de húsares franceses había logrado arrebatarle.
Por esto decim0s con ~ocquancourt que la pérdida de la
bandt:ra es principio de desmoralización· y creemos que el
Cuerp que llega á perderla, no tiene más remedio que recobrarla.
Y tal, y tan universalmente reconocida es la influencia
de las banderas en los ej¿rcitos, como que en todas las sublevaciones
en todos lo motines, aún con carácter civil, lo
primero que se hace es levantar una bandera. Los comune·ros
de Ca~tilla alzaron su pendone ; y l\1aría Pacheco, la
heroína de 1'oledo, los sustituyó por un signo religioso para
~ nfundir valor á los yf1. vencidos en Villalar. En 159 r 1
1 ;- .. gón vio en peligro sus fue;-os é invadido su t rritorio
por un ej¿rcito de Castilla: trató de opnnersc, levantó tropas
se reunier n en el campo de 1'oro, y allí e alzó el tradicional
estandarte de San Jorge; todo empero fue en vano:
'.Lanuza fue decapitado por lzal~r lcvanlado e.r/cmdarte contra
su re)'. Sublevósc Puigcerdá en r 829, siguiendo~~ cjem¡Jo
de otros puntos de J~ .. spaña, y su primer acto fue dar é.
viento u estandarte encarnado y blanco con estas palabras:
' Unión y fuerza.,
Tarea algo escabro a y para nosotr s superior sería el
empef1o en trazar un cuadro hi ·tó ·ic:o de la institución de
las insignias ó bander-as· limif'monos pues á. recordar que
os egipcios las llevaron en lo aito de Jas picas, y no eran
sino efigies de los animales objeto de la veneración pública;
que los ej~rcitos griegos y romanos también tuvieron sus
·1 signias, distingui~ndose Jas del egundo por el excecivo
t;1( mero de ellas, pues había una en cada ceJ1tto·ia y en c~da
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turma; prin1ero fueron figuras incadas en picas, posterÍornlente
las llevaron de paño recortadas en cuadro Ja caballería,
y en forma de animales salvajes 1?. infantería. La
enseña imperial y la de la primera c~nturia s~ distinguían
de las demás por ser aquélla el busto del emperador, y la
segunda una águila con las alas extendidas. Los godos Jas
usaron llamándolas banderes. En la Edad Media eran innumerables
las banderas y los estandartes, ya de las ciudades
y villas, ya de Jos caballeros n1esnaderos ó ricos-homes
de pendón y caldera, costumbre que con algunas modificaciones
subsistió en España, hasta que Carlos III dispuso y
decretó la unidad de nuestra bander<¡; con la que viene alternando,
en ciertos casos, el estandarte morado de Castilla.
Las ceremonias con que se ¡:,resta el juramento de
fidelidad á las banderas constituyen un acto in1portantísin1o
de la vida n1ilitar; es necesario, pues, que en tan solen1ne
momento el hombre instruído y el rudo camp\:sino, convertidos
en reclutas, aprendan á fij·ir toda su atención en
la voz. de la patria, que exige; en la voz de Ja religión, que
premia ó castiga.
Este acto solemnísimo de la vida n1ilitar data yá de
antiguos tiempos, lo que prueba una vez n1ás su importancia
y su necesidaá.
En Roma, una vez. reunidos los jóvenes de Ja edad
n1arcada para tomar las arn1as, hecho el sorteo en las tribus
por los tribunos y destinados los elegidos á las legiones, se
les tomaba juramento por ·1 cónsul, ó en su defecto, por
esos nüsmos tribunos, y p< 11 d prometían: "reunirse á Ja.
orden del cónsul, no dejar el n~ icio sin su permiso, obedecer
las órde 1es de los oficiales, hacer Jo posible para ejecutarlas,
no retirarse por n1iedo ni para huír, y no d ~jar el
puesto que se les confiase." Se consideraba este acto como
religioso; se creía que sin él las Jcgiones no podrían pelear
contra los enemigos, y se le acompañaba con terribles n1a1-
diciones para impresionar los ánin1os de las tropas.
Grecia exigía juramento á sus soldados, fundándose en
que un particular no tiene derecho sobre Ja vida de otro,
pero sí el príncipe, ó república, que Je reciben de Dios, y
por medio de este acto lo trasmitían á sus ejércitos; así es,
que sólo por el poder del juran1ento podían luchar, y sin él
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BOLETÍN MILITAR 217
se hacían responsables de la sangre que derramasen. En
Atenas se prestaba á los r 8 años, jurando defender la república
con todas sus fuerzas y en todas ocasiones, y obligándose
á servirla; juramento que subsistía hasta los 6o
años, en cuya edad quedaban exento de su cumplin1iento.
\ F arios ejen1plos célebres pudiéramos citar de juran1ento
de banderas, pero los concretaremos á dos tomados de
la historia de nuestra patria.
El I 2 de Octubre de r 49 2, como es por todos sabido,
fue descubierta tierra por Cristóbal Colón: conseguidos sus
deseos, premiados sus desvelos, tomó posesión de la isla de
San Salvador en nombre de los Reyes Católicos; y hecho
esto, hizo ondear el estandarte español, y, según dice un
historiador, allí se repitió una escena de enternecimiento,
allí todos acataron al hombre grande, y le prestaron jura ....
n1ento de fidelidad.
En r8o8, el pueblo de Zaragoza había sufrido y vencido
el primer ataque de sus sitiadores; días después dichpueblo
se reunió en la plaza pú bJic con todas sus autoridades
eclesiásticas, civiles y militares, y ante un pendón,
donde brillaba la imagen de su patrona la Virgen del Pilar,
se humilló y juró en alta voz defenderse, sin consentir jamás
el yugo extranjero; y aquel juramento convirtió en dique
de Jos triunfos franceses las débiles tapias de la heroica
ciudad; y aquel juramento, al repetirlo el aura en el can1-
pamento enemig >, hizo temblar y retroceder á los vencedores
de naciones coaligadas, y á. los que ni el sol abrasador
deJ Egipto, ni las nieves de los Alp~s fueron obtácuJos
para contcn<:.r el carro de sus victorias.
, J ú zgucse por éstos y cien otros actos de heroísn1o la
influencia de la bandera y la eficacia del juramento en la
carrera n1i litar.
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218 BOLETtN MI LJT A.R
MINISTERIO DE GUERRA
DECRETO NU1\1ERO ...... DE 1898
(MA O I ¡),
por el cual se reconocen sus respc.::tivos empleos militares á los Oficiales
en crvicio activo.
El f/icepresidente de la República, encargado del Poder EjecutiviJ,
CO 'SID ERA 'DO:
Que muchos de Jos Oficiales que prestan hoy sus .crvicios en
las filas del Ejercito no figuran en el Escalaf6n general del mi mo;
Que por el mismo hecho de llamár ele al servicio activo se
les ha reconocido implícitamente el empleo militar en que irven,
DECRETA:
Artículo único. R tconúce e n;
Considerando que realmente la re ·pousabilidad y el trabajo
del Habilitado del Cuartel General de dicha División son mayores
que el de los demás Habilitados de JJivision y de Jefatura Militar,
por cuanto aparte de las funciones ordinari::~s que le cerresponden
tiene á su cargo la Habilitación de las tres Bandas de música
militares de la guarnición de la capital y la del depósito de conscriptos,
mientras se destinan éstos á los Cuerpos de la Di vi ión; y
En u o de la facultad (JUC obre el particular da al Gobierno
el articulo 20 de la Ley 39 de I 896,
DECRETA:
Artículo único. El sueldo que en lo sucesivo devengue el
Habilitado del Cuartel General de la I ... )ivisión, sera el de Coronel,
á cuyo efecto se le a~imila á este empleo. '
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogot~, á I 8 de 1\llayo de 1898.
M. A CARO.
El Ministr~ de Guerra,
IsAÍAs LuJÁN ..
LECTURAS DE HISTORIA P A 1'RIA
PU • ro PRl • CIPALES DE LA VIDA PÚBLI A DE BOLÍVAR
I
Difícil<: ~ , ·n b prc ente epoca, poder · s u traer úno á cierto
influjo maleante y po itivi ta1 que e ha extendido por Jondequicr
Jel indiferenti. mo ocia! que todo lo mvade importancia capital al
t: tuJJO de la hi . tori~l. Sin duda se pretende buscar en el pa~ado la
clave de la .Jbid trÍa política.
1 ótase una inclinacif)n muy dccidid,t, á descubrir en los
hombres del día trasuntos m:ís <> meno fi<:lcs d ·los que han brillndo
en épocas anterior<:~ que nadie olvida. E . te conocimiento lo
creen dicaz. para acertar - como i dijéramo , prácticamente- en
la elección de ios gobernante .
No de conocemos el 'alor de cmejante juicio, antes bien,
aleccionados por la co nsecuencia que de él se desprenden, vamos :í
tratar de penetrar, aunque con inseguro paso, en el va. to templo
que guarda las cenizas de lo Próceres.
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220 BOLETÍN MILITAR
¿ ~Jién habrá que, al alzar el velo que esconde como en mi -
terio a noche los restos de esos héroes del deber y del amor á la
Patria no vacile embargado de natural temor ?
Marchar en bu ca de las huella de e os guerreros con la pretensión
de querer justipreciar el valor de sus actos, acaso parecerá
emprt:sa temeraria, que también al hollar el suelo de las catacumbas
en demanda de sagrados resto. , dij é rase que se efectúa como
una profanación en el lugar en donde reposan tántos mártires y
santos.
Pero la evocación del pasado es un aprendizaje como cualquiera
otro, no exento del encanto que produce en el ánimo el conocimiento
de la verdad.
Cuando se trata d"' juzgar dentro de sus propios límites la obra
de la Independencia, es natural desconflar mucho de las fuerzas propias
y de la deficiente y escasa experiencia que á cada uno nos
toca en lote: las ~udHs surgen hasta en pormenores triviales y no es
fácil poder reunir yá los comprobantes feacientes de toda la larga
epopeya. ·
Hay, sin embargo, una luz que puede servir de guía: es el
fuego agrado, encendido con anhelo patriótico, por el historiador
Jo, e Manuel Restrepo, alimentado luégo con mente y mano previsoras,
por los que á aquél han . ucedido en la inicial tarea; eso
obreros del pensamiento no han hecho otra LOSa, en el fondo, que
prohijar y repetir las nc,ticias y dato del diligente compilador antioqueño,
á veces ampliándolas sin mayor novedad.
Debe saberse q11c los errores que , e sei1alan a} ultimo son muchos
de escasa impor ancia y otros no pueden alterar el criterio del
lector. La aglomeraci<'.ín completa de datos ilu- rrativos reposa en
las páginas de la Rev olución de Colombia, valio o conjunto, algo informe,
si se quiere, pero de maní fiesta y notoria autenticidad.
Compaginados allí los hecho. , grandes y pequeilo, la reflexión
ha de conducirnos ha ta encontrar el rasgo caract.erí rico de valor
inapreciable que permita ensanchar la indagación filosófica.
Desde luégo hacemos ah-edad del cartabcín á que parece querer
sujetar el historiador Restrepo los acto· del Libertadür. O la
facultades analíticas del hijo laborioso de la. montañas de Antioquia
eran debiles, ó dejó e ganar la voluntad por la ostentosa palabrería
de periodistas ambicio os, ó bien, por ser contemporáneo del grande
hombre y en parte actor de los sucesos que refiere, quiso sentar
plaza de imparcial y llcg<Í en sus juicios hasta el punto de repetir
contra Bolí ar cargos que afectan la vida Íntima y privada de
este, cargos con los cuale', yá desde entonc<"s, se pretendió mermar
su gloria de guerrero y de hombre político.
En la indagatoria que ensayamos hacer no hemos de desviarnos
del método literario, porque suponemos, no sin fundamento,
que en los límites de ese campo es en donde mejor se puede juzgar
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BOLETÍN MILITAR 221
del desarrollo de las facultades morale., y son éstas las que impelen
á los actos de carácter heroico en favor de la humanidad, y
]as que a i mismo sirven para graduar y poner de manifiesto el nivel
intelectual de los individuos. En otro'l términos, afirmamos que
no no seduce la belleza infecunda para el bien. El amor á la humanidad
es el entimient' > que avasalla el coraz6n del hombre con
voces poderosas; es el que mayor brillo moral arroja sobre la cabeza
pen adora de un hombre .
.El acrificio de los Prmbatir por arrojar de su uclo á los dominadores
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españoles, abrigase el intento de extcnJer el m~r:ro de sus armas
vencedoras hasra los confine de Loja.
Y á expusimo cómo el hi toriac.lor Rcstrepo supo narrar prolijamellte
la revolución de Colombia, formando un cuadro inmenso,
<:n donde aparecen pormenores de vivo aspecto, reveladores de
lo supremo esfur•7 n · de cinco naciones en la conquista de su libertad.
j Cuántc' a no- de incesante lu h:1, qué de reveses y de dificultade
; ventaj.l::. dbtenidas á favor del d ... tino caprichoso, porque
la acción d ... los ]eres s uperiores no rue ' iemprc unísona, y de enmedio
del conjunt in1¡nn...:nte de la lucha se ven surgir ambiciones
que no iban inspiradas por el móvil de la p:-ttria.
Yá no son de estos tiempos las tradiciones orales, que trasmitían
de padre á hijos el relato fiel, con el acento per uc.si vo que
envolvía ejemplo de enseí. anza indeleble. Y no puede intentarse
formar juicio con datos vagos, ni sobre líneas medio borrada . Al
que pretenda formular cot•c,..ptos sobre los hombres de la Independenci:-
t le es preciso orientarse ante todo en las regiones Je la filosoCia.
El compilador de hechos hist0ricos se esfuerza por allegar
datos, cornpagi nar elementos d!sper-os, desvanecer dudas, y muchas
vccc5 en vista de algún documento ingnorado lt es dado ensanchar
lo hori7,onte' de punto ya tratado. por narradores imparciale .
Pero por regla general, esta tarea de aumentar los materiales hi -
tóricos, no es considerada como benc!l.:iosa para d común :abcr;
las gentes no le Jan mayor importancia, llevadas del deseo de poder
profundizar en el conocimiento filosófico de los hechos y de indagar
co11 su propic personal criterio uál ha sitio el móvil principal
J<~ lo a ·ros tra:-. e ndcntaie~. Hay 'pue que acudir :'i reunir los elemento.
morales que ayuden :í dar l117, en el cstuuio de lo hombres:
mferiguar cuál ha sido ·1 temperar.1ento ck: lO' per. onajes élebrc ·
que han logrado i mpn.:, ionarnus; tratar de dese u brir el secreto de
. 11 hecho , y ha de pro··cclcr e á an:dizar, con par i moniCJ, la vida
de los héroes, para fijar la\' · rdadera grandeza <> ruindad de su . actos.
Cierto que en la labor de indagar lo pa aJo no hay que dejarnos
deslumbrar del aspecto de magnificen ia ni de las enseiías de poder
con que se no prc cntan varias figura., ni tampoco ha de inquietarnos
la ola gloria de l<~s armas, que para la multitudes es imán
¡)()Jero o. En e ·ta atmó fera. uelen co11rundir e tri:temcnte figuras
grandes y pequeña .
Vivimos en época en yue la ilu tración se ha difundido de
tal suerte que de lo que menos necesitan los demá e de cabeza
ajena para pensar. egur:11ncntc que los h01 izonte científico se
han agrandado de tal suerte que no se puede intenrar irnpunemenc
te el conocimiento de todo ello , pero la razc)n particular está suficientemente
educada para juzgar con libertad y eficacia cuando
'e trata de ometer lo:- acto· humanos al criterio moral. Mediante
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BOLETÍN M!LITAR 223
un esfuerzo inductivo, el filósofo ha de echar por tierra esos pesad~)
S muros que nos encubren el misterio del pasado, y nos será
daJo ver, con sus verdadems colore , b figuras que e mueven en
el acto m<Ís solemne y decisivo de la vida de los pueblo ..
• rot~mos in emb:1rgo, que ha·ta ahora e ha concediJo singular
importancia á la C(>Stumbre de grabar en la mente de lo· jóvenes
el lado her\)ico de la lucha, t~ndencia laudabílisima, como
que ~s la que ha ayudado á ennoblecer la patri::t, despertando en
sus hijo el amor á ella.
Pero se ob erva que diariamente se pierde el intenso re peto
que antaño no merecían los Próceres, ]a fecha mi ma, aniversario
de tan gloriosa efeméride, co:n·> es la del día de la Patria, no es ya
, al u dada con aquellas voce in ceras de Ít.timo y espontáneo regocijo,
que ante formaban el rná inget.uo coro de alutaciOI.e, republicana
. ~ ío nos aventuramo~ á ·1ti.rmar que .e haya borrado el nivel
del patrioti mo, ni que lo nor1bre de los héroes dejen de sugerirnos
patriótico in,pulso.
Aún hay un resto de cntu ia mo que no· mueve generosamente
y nos hace mirar el pasado con dolor. Lo c-ual no impiJe reconocer
que ]a niebla del inter·~::;, t>l aüín incesante de c·n anchar
las comodida- personalc., sinto1n~ de vida el m á· manifiesto de la·
generacione. presentes, h;¡ o fu. cado la i ntclig·~ncia, destruyendo las
ilu iones, que no· hacían cnn:-iJcrar con ardor juvenil el tiempo
hcróico de la magna lu ·h ...
li
Dolí var, caudillo \'Cnczobno, lo alcanz:ímos a ver en lontananza,
sicn1pre con la espada al cinto, roJeado Je .oldaclo~ de color,
engreí Jo con el humo de la p<íhora y soberbio al apercibirse de que
J. s bala. no han ido he has para d.
Su En~ iija, olemnemcnte ab traída, el eiiu contraído lo
nervios mO\ irnienw~ de . u labi , su a titud enérgi a, n da conf~
rme on b lcnt~tud de fórmulas ó exigencia. de lo dema , todo
denota las re. olucione · imprcvi~ta., el mal humor de su irritable
temperamento, la vcrti~ino.a moviiidad d..! su marchas, la audac·a
avasalladora del que parece st:jctarlo todo al querer de u caprichoc:
a voluntad.
El representa la fuerza, el dominio. El ha sido la cabeza y el
brazo omnipotente de la guerra, r por c~to mi!:lmO nos alejamo· de
u vista, creyendo que tiene algo que mortifica, que ofende y malquista
con las intenciones de un pecho neta:nente republicano. ::;u
obra ha ido toda de combates, y para lo que c;olo aman la paz no
puede satisfacerles una gloria que denva todo su e plendór de la lucha
de las armas.
La guerra ele Independencia e la epopeya americana de todos
los pueblos del Nuevo l\1undo. o negamo á Bolívar el mérito de
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224 ROLET1~ MILITAR
la supremacítt, le concedemos vol u ntariamer~tc la verde corona del
afamado guerrero, que ha sabido triunfar á despecho de todo.
De pués ...... una voz interior como que nos llama preten-diendo
apagar n u e tra admiración ......
Tratamos de apartarnos del irresistible caudillo y de sus glorias,
y nos embarga la ilusión de que á medida que huímos de la presencia
de aquel guerrero afortunado, se agranda en nue tro pecho el sentimiento
del am r republicano, llegamos á creer que la vista del caudillo
nos hace daíio; el amor á la paz como que nos marea. La
memoria del grande hombre con todo s•1 brillo, nos ofusca, y en
nuestro aturdimiento aun nos imaginamos que todavía pe5a sobre
nuestra.:~ cabezas el poder irre_i , tible de su brazo .....
· (Continuará).
--..... -~ ....... ._ __ _
REFLEXIONES SOBR ~ EL SISTEMA DE COMBA 1 IR
Cada una de las tres arma tiene un sistema de combatir que le
e; propio, y la naturaleza de sus medio. de acci<)n es lo que constiruye
ó se llama u tactica.
La fuerza de la infantería reside en las formaciones que e.
susceptible de tomar y en la superioridad Je su armamento.
Sus dos órdenes de formaciones principales son: el orden cerrado
y el orden abierto.
El orden cerrado le proporciona la fuerza material, que resulta
de la simultaneidad de e fuerzos individuales; y la fuerza moral,
inherentes ambas á todo conjunto de \•oluntades gerárgicas.
Tocándo e los oldado. , uno á otros li geramente por los codo ,
tienden á inspirar-e una mutua confianza, e hallan ometido. á la
cnerg~a del jefe; pero pre ·entan dcma iado blanco al fuego . cnemigo.
El orden abierto permite á la infantería aprovechar los más
pequeíio ac idc ntes del terreno para abrigar e, y sacar el mejor
partido po iblc de la cualidades individuales de una tropa. Pero el
soldado, de esta manera entregado á sí mismo, se deja fácilmente
arrast¡·ar á un exceso de bravura, ó á un exceso de pusilanimidad.
E tá privado de la moral que le comunica el hallar e en la fila tocándose
por lo codo .
Uno y otro orden tienen, pues, su. ventajas y sus inconvenientes.
Combinado , presentan la particularidad de que sus ventaja.
se aumentan y sus defectos e neutralizan; ambos forman un
( 1) Tom:.cla~ ele un opt~sculo. pub ti arlo por un ofi ial general en r:radores.
La fuerza que saca la infantería <.ole us diversos órdenes de
formacio11e , se a ·ocia esencialmente á la que le proporci onan el
fuego de fila ó de hileras y el de los tiradore .
El fuego de filas ó hileras no e eje ·ut ~l má que en orden
cerrado ó en el cuadro, lo que equivale c.Í decir que es pur;liT'C ntc
defensivo. Hay dos clase · de fuegos: á la voz de mando ' a !iscreción.
El fuP.go á la voz de mando r quiere mucha sangre fría por
parte de la tropa, y mucha cualidade · por la del Jefe. Cuando estas
condicione se: hallan reunidas, oti·ecc la ventaja de que permite
pa. ar in rant<1ne~unemc de la Jcfcnsira á b ofensiva y emplear las
municiones con obrieJad.
El fuego á discreción tiene do inconvenientes: ocultar al
enemigo y malgastar con frecuencia la s municiones. Es, sin embargo,
el fuego habitual d la int¡wtería, porque se aviene má::; :l
su temperamento que el fuego á la voz Je rn:wdo.
El fuego en tiradorc es el tínico que la infantería puede ejecutar
eficazmente en mal'l..ha; C' por excelencia el fuego de la infantería,
e incompatablcmcnte e;) m:'i s mortílcro, porque se presta
mucho m-is á fijar la puntería.
E ~ re fuego e tan habitual en la guerra, que ,. apolcón Jijo:
<'Si nuc:ltr::. inf:mtcr ·:l aJ(jllÍr iera. !.1 CO:l urnbr c de no de plegar en
tiradores m(Js que ~ tts compai1 ía ·,de prett·J · ncia, acabaría por no
hacer uso de la pn por u orden disper:;o. Se les relevaba para que
"1 fuego no decayt..:r:.t y se le~ rcforzab.t para lnccrlu má:, eficaz.
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BOLETÍN 1\rtlLITAR
"Acontece nra._ veces, que un eiúcito tenga sus flanco apo•
yados de un modo inespugnable: todas las posiciones contienen
í, ó en la colocación de las.tropas que las defienden, algunos puntos
flaco que fworecen el asalto. Los tirn.Jores, por inspiración,
e oprove han de ellos. Contra el flaco, una vez cogido, se dirigen
todos lo esruerzo . L1 artíllería corre al galope á e tablecerse para
ametrallarlo á quema-ropa.
'·El centro del ejercito empieza á replegarse en la dirección
del i m pul ·o indicado: h infantería en columnas p?rque no time que
haar jut?g:;."
~~ General Duhe me resume el sistema de combatir de la infantería
empleando tiradore'5 en grandes partida , apoyados por batallones
en columna.
La adopción del fusil de largo alcance y de rapidez en el tiro,
no ha ,·enido sino á acentuar má el verdadero carácter de este si -
tema de combatir, sistema ompletamcnte francés, inaugurado en
la' guerras de la rcvolu ion. Bien es verdad que al principio de
estas guerras, la infantería francesa lfcvaba ha ra el abuso este sistema,
y ello le proporcionó muchos desastres.
\ iguiendo el antiguo sistema, caca batallón de la primera línea
debe combatir, p~rte tn tiradores, parte en columna ó batalla. Los
tiradores o tienen el Ú1egu, y el resto del batallón, pronto á r.eforzarlo
, le' irve de apoyv moral. Amb:1s fracciones del batallón
se so:;tienen mutuamente en la orcnsi va )' b defcnsi 'a.
Son partes de un todo, unid:1s íntimamente entre sí, obligadas
con ·tant<.:mente á protc.;gerse, sin que pu<.:dan suplirse, y dando de ·
c. ta suerte car;ictcr á la acci611 de la infantería en el combate.
U na batallc1 es la alternativa incesante c.lc , ituaciones ofensiva~
y deil:n ivas. La inf.1nterÍ :t dotada de aptitud para pasar rápidamente.;
de una situacion á otra, sin vacilación y sin desorden, ac.lquiere
por LSte solo hecho la reput. ción de maniobrera.
D.EL ATAQUE
Cuando l. infa:Hcría ataca, lo tirador·.~ d::: los batallones de
l.t primera línea entran en acción apoyados por u re crvas. El
gruc. o de cada hatallt)n, di puesto en columna pr funda, no pierde
de vi ta d movimiento de los tiradore ·, y en cuanto puede e pone
á cubierto de los fuego. Jel enemigo. A proporci<)n que lo, tiradores
avanzan, el grue. o del batallón ocupa suce. ¡,·amente las mejores
posiciones que en la dir"cciún encuentra. De esta suerte tiraJore
y columnas avanzan de posición en po ición, sin que estas ultima
e concn. ten á marchar precisamente detrlumnas son apoyadas vigoro.
amenre por lo;, batallones de la ..:cgund:t línea. Entonces los
tiradores arrollan con energía al enemigo, pero obrando ·iempn:
con gra!1 prudencia, y pre,•it·n<.lo en todo caso la ofcn · iva contra~
ria, v lo ataques de una numero·a caballería.
rroda p"rse ución ch¡l enemigo p r Jo ~ tiradore tiene u límite
, marcados por la incurnb-..:ncia de Ja cab. Hería, á la cual !.1
infantería no debe nunca quitar su o~1cic.
. Si, por d C< ntrario, en el momento ch:ci:-.i ;o, d enemigo re ..
siste en su posi ione , y tiene en jaque á lo tiradores, ~e refuer ...
zan ~c;tos en cuanto lo permita el terre11w que está á la vi:sta. Su-cdc
á \'Ccc·, que los batallones <.le la primera línea, al llegar á e te
caso, se d ·splen-an en tiradores; pero, entonces, los b:.ttallone~ de la
cgunda l"nea, coll\'"rtidos en re rvas directas de la primera, ponen
.el n a yür cuí J . do en man t '~n 'r:~c en orden, cn estar prontos ~i
·1vanz.ar para ref(xl.ar á los primero::~, y ocupa1 s(>lidas po - iciones
que le~ permitan :-ostencr la retirada en caso ncce :.~rio.
Si el ataque fracasa, i lo:> lance. en que se km ncontrado
lo batallone, de la pri m ' I':J 1 ínca han puc. to á prueba ·u moral, e
preferible dedicarse á saca!' el mejor p. rtido Jc la iniciativa individual
ant"c que neutralizarla co11 intento · de restablecer el orJcn,
en donde yá 11'> e po ihle re tab! ·cerio.
El án ora d · . alv ci<Ín tHl cnton e la~ columna: ele la se~
gunda línea, p rq11e all u h. i te el ,,rd<·n. D .:: e· u aptitu 1 d ·pen<.le
la po::,ibili<.lad da ren vat· el ataq·: ·, o de l .tti:· ,.. cn n.:tir. da . in cxperimtJlt
~lr 1111 d~ a trc. ·
E LA DhF h. ' . \
En la de en,i\'a, Jos batallone Je la pli•n ·ra lfnca se Jesplicuan
siguicn<.lo lo accidcn C::, del terreno v un poco á reta TUardia
de la cresta dt: la po-icic)n; ;i e to ~e llam~t f,t;rdtarla. Po; regla
general se ponen al · hrigo d ·1 enemigo por medio de trincheras improvi
a da . Los ti raJo re::. de estos bat< llonc se c olo ~ n á \'anguar-·
dia y sobre los flanC'J., para ocupar todos los o _t; culo naturale ,
tan lcjo cuanto pueda pL"rmitír·clo su propia scguiridad. Los tira-lorc
están apo rados por hts re C.:r\'a que toman )() ; ión, partiru-
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228 BOLETÍN MILITAR
]armen te en el eje de los intervalos de los batallon~s. Los batallones
de la segunda línea se mantienen en olumna·, y los de las alas e
reservan principal,nelltc para oponer e á los movimientos envolventes
del enemigo.
En la acción, los tiradores no abandonan sus posicione, primitivas
mientras puedan sostenerla t!tilmcnte sin comprometerse.
En tal ca o se baten en retirada sin precipitación, no empleando el
paso algo vivo sino para gusición. En el primer caso) se persigue
al enemigo, ateniéndose á los con <:jos dados para el ataque,
Si es preciso abandonar la po. ición batiéndo e en retirada) e combinan
los C -fuerzo de los batallones Ue Ja pri mcr:t J Í nea, q liC JlO
pueden operar si no en tiradores con los de los batallones de la segunda,
cuya presencia de ánimo puede permitir que se recobre la,
posición, ó cuando meno , que e efectúe la retirada sin convertirse
en desa5trc.
1'ales !:On los ra ·gos característico:> del sistema de combatir de:
la infantería.
Po.· él se impone á los infimrcs el com ·tído de combatir, ya
en tiradores, ya en fih rerradas: en el primer ca o, la infantería
queda entregada á su iniciativa individual, si bien con la obligaci<)
n de subordinar su acci<)n á la del conjunto del movimiento. La
calma que no ·: · \luye la actividad, la o aclía que no ob. tapara
aprovechar cuidado.am ·nte lo< accidente, de! terreno y la prcci. io1
del tiro, que no stá rcii ida con la rapidez, ~on las cualidades pri ncipales
del infante tirador. En el segundo ca. o, no debe.: tomat. e
otro cuidado que permanece!" en u fila atento á las órdcne~ dd
Jefe.
El oldadu en l; fila es gara11tÍa del sol~Ja lo en tirador ' recíprocamente.
El soldallo nunca debe abJndonar ~u fila para ir ·á me?,clarse
conlos tiradore . E te d ·bcr imperio:. de la di ciplina se impone con
doble motivo á la clase~. El cabo, el .argento, d ofi ial, el Capitán,
el Comanuante, Teniente Coronel y Coronel, que se separan
respectivamente de su cscuaúra, Secci6n, Compañía, Batall6n y
Regimiento, cometen la mayor falta que cometer se pueda al frente
del enemigo, y por ello incurren en el más severo castiicndo las ocho de la mafiana, el que suscribe.
p·imcr Jefe del Bata Ión f/afnmy núm ro 2_0, aso iado de los testigos
rciíorcs Miguel M. Martíncz, Pedro Escudero .Y Joaquí¡ Gf.l7.msto 5 de I 897.
Capellán del ~ospital.
Agencia Mortuoria:
El señor Au:relio Forncca a Sahador Linares Debt
Valor de un ataúd para lJa inhumación del cadáver \l.~{ señor.
Victoritio Cristancho ........ : ...•.... · •.•......... : . ... $ 20 ..
\ Alquiler del carro flÍncbrc ............. ; . . . . . . • • • . . . • . 6, .•
Snma .•••••. $ 26 . ·.
C_artagena, Agosto 5 de 1 89¡.
· Recibí, Salvn1or l_innrt.I.
ECI BO de lb!; 1-:ienes y haberes que crej~ el soldado Ctaz Martíne 'l.
que ~crvfa en el !htal16n S ucre númeró ;o. ' ·
Chiquinquir:í, Septiembre 22 de 1897:
En la presente (e<;ha rcci,bí·dd" señor Capi.tán Fernand.o Mutis. M;.,
Comandan te d'e- la Guarnición dé Chiquinquirá, los bienes )• haberes que
quedaron por el fallec im,iento de m.¡ ~nado espo~o- Cruz lV1~ardnez, quiel'l
:~crvía como soldado en el Batallón S Itere mí mero 1 o, y son los ·. ~
guientes:
Un so m brcro jipijnprz, en regular estado, aqtlnado en .•• $ 4
Un pantalón pai'ío, id. i,<;L ...... : •••...... : . .•••. ; . . ..... 4
Una ru~na de raño, id. id .............. ·.•.....•... ... . 2 40
Un pJlr cal?.oncillos id. id . .. . . . . . . . . . . • . • . • . . . . • • . • • . 6o
Un chal1eco de pa11o <.:n n~'al estado .................. ---·-.. 29
Suma total de los bienes.. • • • • • . $ I 20
Ajustamientos correspondientes al mes de Julio.......... 2 50
Alpargatas y" jabón en el mismo mes .......... .'............. 25
Rae iones de-l 6 al 1·7 deo Agosto, á $ 0-70 diarios.. • • . . . . . 8 fO
Aj-ustamientos en 17 días del mismo mes.... . . ...... . • . . 1 2 5
Suma total d.c los bienes y hab~res ...•..•. $ z 3 6o
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Dicho rccib1 está en un todo de acuerdo con la copia del inventario
qnc ante testigos recibí, y que por estar á mi satisfacción, con ellos
firmo.
A ruego de Patricia'Tribilio, por no saber, Sitero Onzco.-Primer
testigo, AfiJnel P útZÓ?J.-Scgundo te tigo, Ricnrtlo Alb11rez.-Tercer
testigo, Attrcl.o Mt~riíiiJ.
Es fiel copia.-EI Ayudante Mayor, CECILIO ZA:-.tuoro. ----
LITERA TU E~~
EL TAMBOR VICTOR
Era el muchacho más bueno y alegre del Regimiento. Siempre
risueño y vivo. Al amanecer de. pcrtaba á los demás con su
ruidosa charla y el ra-ta-plán de su tambor. Los soldados le idolatraban,
lo llamaban ((el nii1o Víctor.'' Tenía diez y siete años y yá
había peleado en varios combates; ostentaba dos cicatrices y un
elogio tartamudeado, que le tributara el grue o cabo Pigeon frente
á la Compañía. Daba gusto ver lo tan animoso, tan resuel~o, marchar
al encuentro del enemigo, .,edoblando su gran tai!Jbor, cobijado
bajo la espaciosa bandera del Regí rliliento, con n tri::or ni,o inclinado
al ojo y chispeante la .mirada. Y cuando' ·e ernpeiiaba la acció'.l,
cuanros y repetido
cntusia m· han y hacían e tremerer ·e al Regimiento. iempre á la
C~tbe7,a de los soldado , s'empre re s igc.ado, ufriJo, d más ágil, el
más servicial y tan jov<.>n. S1, era el encanto del Regimiento.
Su gr:an amor t;:ra la vieja han ·r.a : la ontcmpl:1ba embele~:ado,
se exta iaba en mirar las alas de oro de las grandes aguiJas tan
pri mormamcntc bordadas, en sacudir respctuw ... amente el {·)Qh•o que'
las cubr~a, en admirat: aquellos manchones aZl;l·l oscuro que le habían
dejado la pcílvora y el humo de tanto combate . ¡·Era su mejor
amiga! }~n el combtc se cobijaba bajo su. ampliQs pliegues, y
ella, él y. u CQronel, er· n los que march~ban al frente del Regimiento.
A \'tces lo cn~onHaban dormido, agobiado por la fatiga,
con su cuerpecito envudtc• en una raída manta, su rubia cabecit;:1
reclinada sobre su gran tambor y con ut:a de us manos oprimiendo
los pliegues de la vic}a bandera. Era para el una madre.
La victoria había sido dcci iva. Los austriac')s huran disperso •
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2.3+ QOLE rÍN 1\lflLIT.\R
com:->lct'ltT-t."!nte :_"laiquilado·> y venciJ ~n. Sin OJnb.~rgo, los ánl!nO'l
~·tab,m inC]uicto~; una especia de nwda angu ti3 se retrataba en
oJ·.1s las fisonomÍ-ls¡ alg >a ·í com·J una gran desgracia pesabJ. sopre
toio el Ejércit . Nap león y lo; m..tris:....J.Ies estlban de muy
mal humor. ¿Qué había sucedido?
Al pasar revi ta se notó con supr.:!nto dolor que el e:;tandarte
P~ la guardia imperial CdtabJ! Aquel e3tandc1rte tan regio, tan
querido, el guía y or~ullo del Ejér·..:ito ...... pen{ido, tal vez piso-teado.
¡Pícaros a u ·rriac0s! Quizás lo escupiría 1, se pasarian sobre
las altivas águilas y arrojan . .tn pu~íados de cieno sobre sus reales
coronas.
~s 11~:es:uio re:.catarlo, murmuró un vcterJno General, aune¡
ue Cl\este medio .Ejército. Sin duda, con,testaro11 los demás Jefe~'.l
éitn eso estamos perdidos, deshonrados, y lo demás sería una verg4enza
y una coiJardia.
:{.-as cmnetas vibraron llamando áli.ta, ui) movimiento general
;e hinQ seqtir; lqs soldados corrían pr ... suroscs á st~s puestos; poccl
á poco COtl)eqz.ar.oq á delinearse las filas, á apretarse Jos batallones,
~ formarse los cuadros. S ... pasab;l lista, HaQÍa que contarse.
Un argento muy ira cible grito:
-"¡Tambor Víctor!"
-Ausente, mi sargento, contestíl'fon algunos· soldados.
-¡Cómo, ausente, y en estas cir-cunstancia.! .... . ¡ .Qiablo de
muchacho!
. En este instante p.asab:a frente á la Co!T\paiíía el Mariscal de
ervicio, rodeado de numeroso séquit9.
- --¿Qué hay? preguntó.
-Falta un soldado, Excelencia, el tall'\bor Vktor; cr.:o se ha
~escrtado, re pondió el sargento.
-¡Deserrado, desertJ.d3, ex .:-la m~ el marLsca,l; p.l{es á ll;usc~rlo.
v Consejo con el.
-Ah! de la ronda, gritó el centinela.
- -Herido~ contestaron.
Un pelotón de soldados apareció, llevando en unas a-ngarilh11~
\J.n niiío agonizante. Con su carita muy pálida y ucia, con el ca~
dlo de3greñado y lleno de barro, estaba cubierto de sangre. Daba
compasión. Le habian encontrado en las afueras del campamento,
~leno de h'!rid.t . , a:urrucado contra un:1 ruinas de muralla, agonizante,
oprimiendo contra su pecho un gran paquete. Era ci niño
Víctor.
Cuando los del regimiento lo vieron. en e e estado, lloraron
~omo niños; aquellos rudos veteranos ]e. g¡uerían como un hijo.
Pirlic) ver al Emperador antes de m01·ir¡; Napoleón muy conl,
11ovido, le tome) una mano y se inclinó á oírle. El pequeilo, le
:o}lri ó y k pasó el gran, PflCJ;Uete. L.uégo expiró dulcemen,te.
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f!OLCTfN M!Ll'LA.R ~35
~apoleón abz ió con mano trémula aquel mis.~crtoso b'b'scqu io,
j cayó á sus pies el glorioso estandarte, la gloriosa insignia de su
vieja guardia. El honor d\'!l ejército estaba salvado .
.t-1 Emperador llorÓ'. El tambor Víctor era un héroe.
LEo, ·c.to R')DRÍGu Ei SEÑOR ET.
ESCUELA !VI1LITAR
Saben yá los lectores de esté periódico qtle fa Escuela Militar ha'
tomenzado sus tareas con decidido cmpeüo.
Díctansc los cursos de Gastellano, Geografía , Historia, Aritmética1
Geometría y Drb ·jo. La clase de giiunasia y esgrí'ma funciona á carg~
del Profesor Fcrr..:r y la de Táctica d infanter fa ( en·icio de seguridad
durante las marchas) bajo la diretción óel 1 entente Coronel Lcveque,·
quien ha conducido st · d' ·cípulos al campo para hacer ensayos prác-·
ticos de sus lecciones.
Continúan~· por otra parte~ los trabajos de r~par~ción y arreglo de '
la Quinta LrJ Fttr.,orita1 en donde está instalada la Escuela. EHc local es
úmplio, muy ventilado, con salas espaciosa pata dictar los cursos y para
dormitorios; lo ernbelle0e un hermo o Jardín, y á sus costados tiene dos
grande dehesas en donde }os Oficialc;; r la tropa pueden maniobrar con
toda e omodidad.
Pare~e que e propósito del seiior Mini~tro de Guerra, s;~ñor
General Isaías Luján, as el de formar, á roda costa, Oficia~es }'Yfác tices,
tnuy compct ntes en el manejo de todas armas, bien disciplinudos y
mejor dispuc tos , entre
los cuerpJs que la comp~nen, se hicieron distinguir, p::>r el estricto
cumplimiento d .... u.s lLb::!re, lo· siguientes sci1ores oficiale.s:
Batallón Granad::ns número 8, conducta m!.iy bu .ma, Capitanes
Leonidas S. B uend1a, J ose A. Flores, J ustiniano García y C!emcnte
Aria.>; 'T'enientes Francis .... o Durán y Pablo J. Monroy;
Sub:enienres Miguel Bohórquez, Benjamín J. Ferro y Pablo A.
Alvarez.
llatallón Sucrl! núm_ro 10, Capitanes c~cilio Zamudio, Aureliano
.f'Aora y José S. Alvarez; Teniente Maximino Rivera;
ubtenientes Juan B. Prieto y Alfredo Soto.
Durante el mes de Abril los siguieo~tes:
Batallón Granaderos número 8, Capitanes Rafael V ezga, José
A.. Flores, J ustiniano Glrcía, Clerncnte Arias, Jesú Durán; ·renientes
Juan E. lVIéndez H., Faustino Ralle tero~ y Franci e,
Durán; Subtenientes Miguel Bohórquez, 13enjamÍ~l J. Ferro,
l)aniel Torres, José Concepción Niño y Nicolás Medio<~.
Batallón }./tJñ ·z nÚ•l"cro 9, Sargento Mayor Je. ús Rocha S.;
Capit¡:mes José 1\1. Forero, Adán J. Vargas, Jo.; e 'l'eodoro Silva,
'.t'ernísto .... les Pérez y S.llvador Balbuena; Tenientes R ufi.no Bulla,
Miguel A. ~Iintero, Jorge Aguirre, Roberto "<.·osta y Honifacio1
uro; Subten1ente' Joaquín Llanos R., Rob rto Patiiío y .Fcrmín
"I\t1oreno.
Batallón Sua:c número Io, Capitanes C-.cilio Zamudio y
José S. Alvarez; Tenientes Luis Currea. Maximino Rivera, Alejandro
A ngarita y Santiago Proficci; Sub~enientcs Juan D. Prieto,
Daniel C. A bella, Salomón riana y A b lardo A ranguren.
El Poder Ejecutivo por Decreto de 6 de \llayo dictó las siguientes
disposiciones:
Reconoció al señor Carlo .iV1. Ce pedes el empleo de 'ref!
Íente efectivo que le fue conferido en l;1 guerra de r 89 5 por el .
Gobernador de Bolívar, abonándole la antig\Jedad de 9 de Julio de
1895·
Declaró ihsub i tente el nombramiento hcch en el seiior
Jesús Luenga, pa1a Caji. ta d~ la imprenta del Ejercito, por falta
de cumplimil?nto á cu deberes, y nombró en su lugar al sciíor
Mario t:. Vargas. ,
Nombró al señor Ricardo Brun, Comandante del vapor d
n·ucrra Hércules, con el sueldo señalado en el artícul 3.0 de b Ley
TSOdc1896.
Concedió al Sargento Mayor Agtistín Lindo, 2.0 Ayudante
General de la Comandancia General de la 3·· División la licer..:
~la indefinida que solicitó.
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Fuente:
Biblioteca Virtual Banco de la República
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Publicaciones periódicas