Por:
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Fecha:
30/11/1898
Año 11 Bogotá., NoTiembre SO de 1898. NÚJDero 'r1
BOLETIN MILITAR __ ..,.. . ..,_ __
ORGANO DEL MINISTERIO DE GUERRA Y DEL EJÉRCITO
----4-· ...... --
Director, ALEJANDRO POSADA
Son colaboradores natos de este periódico todos los Jeft t
y Oficiales del Ejército de la República.
·-···-··-··· .. -··-··· .. ··········-···-·············-···························-·-····-··-········-····""""············--·-
MINISTERIO DE GUERRA
DECRETO NÚMERO ... DE 1898
(14 DE NOVIEMBRE)
aobre el modo de adquirir veatuario, medicinas y demás objetoa necesario• para el aeni·
cio del Ejército, y sobre tranaportea.
El Presidmte de la República
Teniendo en cuenta el artículo 1538 del Código Fiscal, y
con el fin de uniformar la manera de celebrar ciertos contratos
para buscar la mayor economía posible en beneficio del Tesoro
público y facilitar la Contabilidad militar,
DECR.ETA:
Art. 1.0 El vestuario que se necesite para el Ejército se
construirá únicamente en la capital de la República, en los talle,.
res de la Sociedad de San Vicente de Paúl, conforme á los contratos
con ella celebrados. Si la Sociedad no alcanzare á producir todo
el necesario, el que falte se adquirirá pidiéndolo directamente á
alguna de los casas fabricantes de E u ropa.
§. Lo dispuesto anteriormente no obsta para que, cuando el
Gobierno lo tenga por conveniente, consultando la economía de
los transportes á los Departamentos más lejanos de la Capital,
pueda autorizar á los Gobernadores de esos Departamentos para
contratar en licitación pública y con observancia de las demás disposiciones
pertinentes del Código Fiscal, la construcción del t¡ue
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se necesite para las tropas acantonadas en éstos. En este caso dichos
empleados observarán las prescripciones determinadas en el
artfculo 5.0 del Decreto número 232 de 1896 (de 19 de Junio).
Art. 2.0 Las medicinas y demás objetos ó enseres necesarios
para el servicio de la tropa y de los cuarteles, se obtendrán fuera
de la capital de la Repu blica, por medio de contratos celebrados
por los Gobernadores ó sus Agentes en las Provincias ó Municipiog.
Para la celebración de estos contratos se observarán las form
·aiidades prescritas en el Código .Fiscal, y deben ser sometidos
con esas diligencias, a la censura del Gobierno antes de llevarse á
efecto.
§. En las medicinas de que se trata quedan comprendidas tanto
las de los militares que van á los hospitales como las de los que
no van á ellos, p~ ... r ser leve su enfermedad. En este último caso,
las cuentas q11e presente el contratista serán visadas por el médico
del Cuerpo, y donde no exista este empleado, por el respectivo
Comandante, fuera de los comprobantes del caso,
Art. 3. 0 Los transportes de elementos de guerra se harán
por contrato privado, uando el valor de éste no exceda de $ 8oo,
y los transportes de vestuario y otros artículos para el servicio del
Ejército, se harán en licitación pública, sin perjuicio de lo que el
Código Fiscal preceptúa.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 14 de Noviembre de 1898.
MAl',TUEL A. SANCLEMENTE
El Ministro de Guerra,
PÉDRO ANTONIO M OLIN A
DECRETO NUMERO..... DE 1898
(1 5 DE NOVIEMBRE)
que reduce el personal del vapor de guerra " Hércults. '
El Presidente de la República
CONSIDERANDO :
1.0 ~e próximamente llegarán á Barranquilla los materiales
y el casco de acero pedidos al Exterior para reformar el vapor
de guerra Hércules ;
2.0 Que mientras duren los trabajos de reforma es innecesaria
la mayor parte de los empleados y tripulación del citado buque,
según conceptG del Comandante General de la 2.• División ; y
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BOLE'l'i.N MILITAR 283
3. 0 Que el costo del personal no necesario gravaría infructuosamente
al Tesoro,
DECRETA :
Artículo único. Redúcese el personal del vapor de guerra
''Hércules" á los empleados siguientes : el primer Comandante,
el primer Ingeniero y el Contador.
§. El Comandante General de la 2! División queda encargado
de hacer cumplir este Decreto tan pronto como llegue á su
conocimiento.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 15 de Noviembre de 1898.
MANUEL A. SANCLEMENTE
El Ministro de Guerra,
PEDRO ANTONIO MOLIN A
INFORME
DE LOS INSTRUCTORES CIVILES DE LOS BATALLONES "SUCRE11 Y "GRANADEROS',
NUMEROS 7 Y 8
Rtpública de Colombia-Ejército Nacional-Comandancia gmeral
dt la 1.• División-Número 7,869-Bogotá, 24 de Noviembre
dt 1898.
Señor General Jefe de Estado Mayor general
Para vuestro conocimiento y fine · consiguientes tengo el
honor de transcribiros los informes rendidos por los institutores civiles
de los batallones Sucre y Granaderos números 7. 0 y 8.0
, respectivamente:
"República de Colombia- Ejército permanente-l.• División-3.•
Brigada-Instrucción civil- Batallón 7. 0 de Sucre-Tunja,
31 de Octubre de 1898.
" Señor General Jefe de Estado Mayor de la Brigada.
"Me es honroso presentaros el informe sobre Instrucción
civil dada en el mes que h0y termina al batallón Sucre, y la cual
se halla á mi cargo.
"Sección superior : Lectura en libro y Escritura en papel.
Aritmética, clase en la cual se enseñan las operaciones con los números
decimales, y Urbanidad.
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"Sección media: Formación de las sílabas con las consonantes
G, T, K y L, y su escritura en el tablero; Urbanidad.
"Sección inferior: Estudio y escritura del Alfabeto; U rbanidad.
"En atención á la absoluta escasez de útiles, la instrucción
se hace demasiado difícil y lenta.
"Soy vuestro atento servidor,
"L. Currea."
'' Sogamoso, Octubre 31 de I 898
11 Señor General pr imer Jeíe.
''De conformidad como se ha dado la instrucción á la tropa,
tengo el honor de rendiros el informe como sigue :
"Sección superior : Aritmética, resolución de problemas de
regla de partición. Gramática, sintaxis del verbo. Ortografía y
ejercicios con las reglas de la V. Lectura corriente en libro. Escritura
de frases en papel.
"Sección media: Aritmética, ejercicios con las cuatro operaciones
de números enteros. Gramática, ejercicios de conjugación
con verbos regulares. Lectura en libro. Escritura de frases
en el tablero.
"Sección inferior : Lectura de palabras y frases cortas en el
tablero. Aritmética, lectura de guarismos. Escritura de palabras
en el tablero.
"Dios guarde á usted.
Dios os guarde.
" Alipio HDsa M."
RAFAEL ORTIZ
DE LA ARTILLERIA DE CAMP AftA
! N e O M. B I N A e I Ó N e O N L A S O T R A S A R M A. S
(Continuación)
Como la del ejército· enemigo desempeñará también
este servicio, es claro -1_ue del deseo de ambos ejércitos de
llenar esta misión, resultarán ya desde el principio de una
campaña con1bates de caballería grandes y pequeños, y de
mayor ó menor interés. Esta misión es de una importancia
sumamente capital para las operaciones en grand~ de la
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:BOLETÍN MILITAR 285
guerra. El temor de que la caballería, al llenar su cometido,
sufra perdidas de consideración, al principiar la campaña,
y aun quedar anulada parte de ella, debe posponerse á
la magnitud de los servicios que rinda al cumplir la misión
que está llamada á desempeñar en los grandes ejércitos.
Pero para que de ]a caballería así aislada, obrando en
grandes masas, puedei sacarse el mayor partido posible, es
principio generalmente admitido por todos, que debe ser
apoyada por la artillería, pues siempre se ha visto en los
casos decisivos la utilidad de que dicha arma lleve artillería
á caballo en la proporción conveniente; la consideración de
que esta artilJería pueda hacer más lentos y pesados Jos movimientos
de la caballería, ha impedido dotar de más de
tres baterías á una división de caballería. Tres baterías á
caballo están en perfectas condiciones de apoyar con sus
fuegos á una división de caballería; además, este número
corresponde n1uy bien á la constitución de una división de
caballería en tres brigadas, que generalmente ha sido adoptada
de una manera definitiva.
Cuando tenga que operar aisladamente, es muy conveniente
agregarle una batería de á caballo, y en algunas
circunstancias es de absoluta necesidad, como por ejemplo,
en desfiladeros, bosques, grandes cortaduras del terreno,
etc., no podría maniobrar con todo el desembarazo que sería
de desear, ni siquiera al frente de pequeñas subdivisiones
de infantería, si la batería de á caballo no tuviera en
jaque á aquélla y á respetable distancia. Aun cuando la
caballería, por falta de artillería, quisiera hacer uso de sus
armas de fuego, tan perfeccionadas en el día, haremos notar
que á la infantería en el ataque de las posiciones·, le cuesta
grandes sacrificios si la artillería no ha preparado convenientemente
y de antemano e:,te ataque, con mayor razón
la caballería, por su manera de ser, necesita ser ap~yada
eficazmente por la artillería. De esta necesidad y de la de
tener que emplear lo más pronto posible las bocas de fuego
para sostener el despliegue de Jos escuadrones, se hace preciso
colocar la artillería cerca de la vanguardia; si ésta se
compone de una brigada, se la colocará á la cola; si la vanguardia
no es más que de un regimiento, se la agregará una
batería, yendo las demás detrás del primer regimiento del
grueso. En una brigada marchando aisladamente se puede
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colocar la artillería en el centro de ella, no siendo conveniente,
por regla general, colocarla más á vanguardia, porque
los destacamentos de los reconocimientos del enemigo
son demasiado pequeños y muy movibles, y pudiéndose
ocultar á menudo en las desigualdades del terreno, no vale
la pena de regular el tiro, lo que casi siempre exige algún
tiempo; y el deseo de sostener esta artillería. distrae una
fuerza grande de su objeto propio, cual es reconocer el terreno,
la situación y número del enen1igo, y si no se la da
este sostén, la batería ó baterías están en peligro; además,
estas baterías tendrán cubierto su frente por los escuadrones
que marchan hacia adelante para obligar así al enemigo
á que muestre sus fuerzas ó gran parte de ellas. Solamente
en el caso de que el enemigo disponga de poca cabalJería
y que ésta sea mala y se presente en formaciones
defectuosas, se puede admitir el colocar la artillería más á
vanguardia.
En la di visión de caballería las tres baterías anexas á
ella, en principio se colocarán cerca de la vanguardia, y si
ésta es de una brigada, marcharán inmediatamente á su re·
taguardia. Estas tres baterías estarán siempre bajo el mando
de un solo jete que asegure su unidad de acción en el combate,
para lo cual estará en constante comunicación con el
jefe de la división, para conocer su plan y recibir sus órdenes
para el empleo que ha de dar á su arma : tan pronto como
las tres baterías rompan el fuego, lo mandará en persona,
conservando sien1pre una íntima ligazón con el comandante
en jefe, por medio do un oficial ; aun cuando estas baterías
tengan que rrasladarse más á vanguardia, conviene mucho
que su unidad de acción no se rompa y que todas ellas
tengan un objeto común, y nunca se batan aisladamente ;
procurará siempre el jefe de la artillería estar enterado de
los planes ulteriores del comandante de la división para que
con arreglo á ellos pueda obrar y sacar el mejor partido de
sus bocas de fuego.
El empleo de la artillería á caballo es esencial y de
un uso muy frecuente en el ataque de un1. di visión de
caballería aislada, y debe arreglar su conducta según el carácter
del combate y la constitución del enemigo. Con resp~
cto al combate se debe considerar ante todo si es un
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mero encuentro, ó si se quiere llevar aquél hasta el extremo,
ó si no es n1ás que una diversión, ó si se quiere ganar t_iempo
únicamente sosteniendo un con1bate lento y pausado, y
por último, si el ataque puede hacerse por sorpr~sa ó no ;
con respecto al enemigo, debe tenerse en cuenta su disposición
y nún1ero y la combinación de las diferentes armas.
(Continuará)
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EJ~MPLOS Y ENSE1\t AN~AS PARA EL EJERCITO
EL CABO CASTELLANOS
En la Mayoría del Batallón número r .0 del Ejército de )a
Confederación Granadina se encontró una filiación que <:lecía así:
" Batallón de Infantería ligera-3.• ~ompañía.
''Filiación de José Castellanos : hijo natural de Ana Castellanos,
natural de la Villa de Leiva, su edatl diez y ocho años, su
oficio albañil, su estado soltero, su estatura ciento sesenta y un
centímetros. Sus señales : pelo castaño, frente regular, pocas cejas,
ojos . negros, nariz algo chata, color blanco, picado de viruela.
Se enganchó voluntariamente par.a servir en el ejército por el término
de un año, en Bogot::í, á 22 de .:.\1arzo de 18 58."
Esta filiación está suscrita por el encargado del detall y dos
testigos, y signada con una cruz, porque el cabo Castellanos no
sabía escribir ; pero no imp~rta : la firma más honorabJe no hubiera
respondido mejor del cumplimiento de una promesa solemne
que este signo imperfecto trazado por la dura mano de Castellanos.
En poco tiempo las disposiciones marciales y el bello carácter
de este labrador, lo convirtieron en el hijo mimado de los Jefes y
Oficiale<> del Batallón : sus iguales también lo querían, porque
era bueno é intachable para todos. Pero la estimación que sus
jefes y camaradas tenían por él se aumentó prodigiosamente cuando
descubrieron que á sus cualidades militares agregaba la de un
amor filial extraordinario.
Poco más de seis mt:ses hacía que se encoPtraba sirviendo
cuando se presenta al Jefe del Cuerpo, haciendo en los términos
más sencillo la siguiente solicitud : " Mi Comandante : de mis
raciones he econon~izado y reunido cuarenta pesos, y esta suma
me basta para cercar el solar de b casa de mi madre, porque la
pobre está m u y mal con ese solar así ; necesito una licencia de
veinte días para ir á Leiva."
Concedida la Ji .... acia fue á Leiva y contrató la construcción
de la cerca por el dinero que llevaba; pero quedó sin recursos y
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no quería ser gravoso á su anciana madre durante los días de su
visita: el contratista necesitaba un peón y Castellanos contrató
con él sus servicios. El contratista no habría podido encontrar
mejor peón para esa obra : Castellanos empleó los días de su licencia
en trabajar para su madre y la socorrió con sus jornales.
Desde entonces Castellanos concibió el designio de construír para
su madre una casa más cómoda, y para esto acumulaba sus ahorros,
y no pensaba en otra cosa ni hablaba más que de su empresa ;
pero esta empresa era más árdua que la primera, y la muerte, con
toda su crueldad, vino á frustrarla.
Llegó, en fin, la época de la última prueba del soldado. El
Gobierno de Santander tremoló el estandarte de la rebelión, y Castellanos,
que era ya Cabo, marchó con su batallón á la campaña.
En Vadorreal, límite del antiguo Estado de Santander, iba en la
descubierta, que hizo alto allí, en donde encontró con una mala
hora, cuyas consecuencias decidieron probablemente de su suerte.
Con grande injusticia un Oficial de otro cuerpo lo maltrató de
palabra y de obra : le dio de planazos, y el pundonoroso Cabo,
fuera de sí, le tiró un sablazo, de que lo hirió en la cabeza. La
falta era tan grave, el delito de tal manera contrario y perjudicial
á la disciplina, que Castellanos se juzgaba por todos, y por él
mismo, perdido. Los Jefes y Oficiales del 1.0 que l1egaron después,
sintieron la más profunda pena, y el batallón todo parecía
de duelo. Algunos camaradas de Castellanos, desesperados, se
apresuraron á aconsejarle la fuga, que ~llos podían facilitar, corriendo
el peligro de la responsabilidad, como el único medio de
escapar á una muerte segura.
-" N ó, dijo Castellanos ; yo sé que deben fusilarme por
esta falta ; que me fusilen ; moriré por una desgracia ; pero
jamás, nunca me fusilarán por desertor al frente del ene~Pigo ; mi
honor va en eso, y es enteramente inútil que ustedes me hablen
de fuga ; no me deserto."
Castellanos permaneció en su prisión.
Bien sea porque este hermoso rasgo llegase á noticia del General,
bien porque la rapidez de la marcha hiciera difícil la reunión
inmediata de un Consejo de Guerra, Castellanos siguió preso y
desarmado, en la prevención de su Cuerpo, y guardando el más
profundo silencio.
Cuando el Ejército, comprometido todo en los peligrosos
desfiladeros del Suratá, marchaba á paso redoblado para apoyar á
todo trance la columna de vanguardia conducida por el General
en Jefe en persona, Castellanos habló. Aprovechó el primer momento
en que se le presentó uno de Jos Jefes del C uerpo, y con
gran resolución, y su acento habitual de franqueza, le dijo:
-"Mi Comandante, un favor tengo que pedir á usted, y
espero que no me lo negará, en atención á mi desgracia : que se
me devuelva mi arma y se me ponga en la descubierta, siempre en
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BOLETfN MILITAR 289
la descubierta, y yo prometo portarme de tal modo, que me haga
merecedor del perdón ó quede tendido en el campo."
El Cabo Castellanos sabía cumplir su palabra, y esto lo
sabían mejor que nadie los Jefes de su Cuerpo, que tan bien conocen
á sus soldados ; el fusil le fue devuelto y él formó en la
descubierta.
Esto pasaba el día 29 de J u Ji o de 1 86o ; el 30, á las nueve y
media de la mañana, después de envuelta la descubierta del ejército,
no obstante el valor del Oficial que la mandaba, un puñado de
intrépidos soldados se oponen con heróico esfuerzo al enemigo
para dar tiempo á que la División contramarche y evitar la sorpresa
del ejército; de estos soldados unos mueren, como el valiente
Quiñones, y otros quedan en poder del enemigo, después de
haber lidiado cuerpo á cuerpo con él : entre estos últimos se hallaba
el más arrojado de todos, el Cabo Castellanos, á quien la
suerte dej4ba todavía algún tiempo, corto, es verdad, pero bastante
para que ejecutase nuevas acciones de lealtad.
Cuando el ejército rebelde emprendió su retirada para el Socorro,
nuestro General en Jefe se hallaba muy desorientado sobre
su verdadero estado, z pesar de sus diligencias para averiguarlo ;
pero el 4 de Agosto, en Piedecuesta, se presenta el Cabo Castellanos,
que aprovechándose de la confusión producida por la retirada
en el ejército rebelde, el 3 por la noche se fugó del Guayabal,
llevándose consigo á varios de sus camaradas prisioneros, y
dio al General informes sobre la fuerza, armamento, recursos, disciplina
y moral del enemigo, tan exactos como nunca se habían
tenido en el Cuartel General, admirablemente exactos, según se
comprobó después. Había observado con inteligencia todo lo importante
y aplicado un sano criterio á sus observaciones. El General,
complacido de la acción y de la inteligencia del ex-prisionero,
le mandó dar una gratificación pecuniaria ; el Cabo Castellanos
la rehusó. ¡ Noble y singular desinterés en un hombre de
su clase !
Ya la acrisolada lealtad de este soldado le había hecho acreedor
á un in~ulto; el General en Jefe se lo había hecho comprender,
y los Jefes y Oficiales del batallón á que pertenecía el Oficial
agraviado habían ido en corporación á solicitarla del ciudadano
Presidente de la República ; pero esto no era suficiente para el
Cabo Castellanos: para expiar su delito él quería distinguirse mil
veces. ,
Como se sabe, el día r6 de Agosto el Batallón número 1.0
fue destinado á obrar por la parte occidental del campamento enen.
igo. Luégo que el Alférez Villoría, persiguiendo espontáneamente
una guerrilla enemiga, logró por obra de la casualidad ó de
la fortuna que protegió su arrojo, coronar la ina~cesible roca del
Oratorio con sólo once ó doce hombres, varia~ guerrillas recibieron
orden de apoyarlo, y en una de éstas, en la que mandaba el
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Alférez Teófilo del Río, estaba el Cabo Castellanos. Ganada la
altura, pasada la planicie inclinada, y rebasada la cerca de piedra
en donde el enemigo se defendió algunos instantes, Castellanos se
arrojó adelante de sus compañeros hasta confundirse con los enemigos
; pero su última hora, su hora de gloria, si no fuera tan
vana esta palabra, había sonado : allí cayó herido mortalmente.
En este momento nota el enemigo que la vanguardia que le carga
es de reducido número, al paso que nuestro campamento de la
parte oriental estaba quieto, y vuelve súbitamente y en gran número
sobre las guerrillas conducidas con demasiado ardor por Oficiales
jóvenes, arrojados y guapos, pero inexpertos : las primeras
guerrillas fueron rechazadas, y ellas envolvieron en el rechazo á la
segunda y á la tercera Jíne ,, que tuvieron que retroceder sesenta ó
cien pasos por lo menos, para rehacerse al abrigo de la trinchera
de piedra. .
Veinte ó treinta minutos después se renovó la car~a, que
coincidió con la del lado oriental, y entonces, al pasar el Comandante
Trujillo por el sitio en que había caído Castellanos, lo encontró
completamente desnudo : estaba sentado, con las rodillas entre
los brazos, las manos trabadas, la cara sobre las rodillas, la fisonomía
lívida, verdadera imagen del dolor: los intestinos salían por la
herida. El Comandante sintió tan herida el alma como aquel hijo
suyo tenía el cuerpo, y se detuvo un instante buscando instintivamente
algún socorro : lo llama, lo acaricia . . Castellanos,
oyendo la voz querida de su Jefe, levanta la cabeza, reanímase su
expresión ; su fisonomía cobra vida, y clavando en él sus ojos,
l~! dice :
-"Mi Comandante, atienda usted al enemigo, que es lo
importante. Por mí no se afane. Aquí quedo bien."
El Comandante obedeció.
Al amanecer del día siguiente, entre varios cadáveres de
amigos y enemigos que se veían tendidos en la casa del Oratorio,
yacía el del Cabo Castellanos. U na cruz marca su sepulcro, como
marcó su filiación.
La última nota de este documento dice así : "Falleció el 16
de Agosto de r 86o, combatiendo heróicamente en el campo del
Oratorio, después de haber sido ascendido por el ciudadano General
Emigdio Briceño á A.lférez 2.0
".El encargado del detall,
" Trujillo."
En efecto: el General, en nombre del Gobierno, ofreció la
charretera al moribundo Castellanos.
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BOLETÍN MILI'l'.A.R 291
GUSTAVO ADOLFO Y TURENA
(De la Revista. do Ewe1·cito e da. A.rma.da.)
El ciclo militar que el nombre de Gustavo Adolfo representa, e~
brillante.
Aun cuando sea muy individual el orden dado por este General
á los ejércitos que com~ndaba y á los cuales imprimía su cuño, es fuera
de duda que esos ejércitos representan un excelente modelo de lo
que ae podrá obtener con los recursos de l1 época.
La modificación y aligeramiento del mosquete, libertado de la horquilla
de apoyo; el ensayo de la sustitución de la mecha por la rueda
para el mosquete; la adopción del cartucho, inventado en España, y de
la cartuchera, inventada en Suecia; la sustitución de la larga pica de
1 S á 18 pies, por otra más co::ta y leve, de 1 r pies; el aligeramiento de
la·caballerfa, que era constituída por medias corazas y dragones; su formación
en tres 6 cuatro líneas, en vez de ocho ó diez, como era de
uso; la constitución de esta arma, "en la principal entre todas," operando
principalmente por el choque y preparando las batallas, verdadera
emancipación de los procesos mcdioevalcs, por la afirmación de los
modernos principios en la infantería; la abolición de la coraza; el aumento
en¡ de los mosqueteros, en vez de ~ en relación á los piqueros,
como se usaba; el empleo del fuego por descargas, de rodillas en primera
línea, la segunda inclinada hacia el frente, como en la batalla de
Breitenfeld se inició; la reducción de fondo en el orden de batalla, de
10 ftlas á 6; la creación de la unidad regimiento, con 8 á 10 compatiías,
del puesto de mayor (obristwagmister) y de la columna de dos regimientos,
especie de brigadas incipientes, pues era una masa inseparable,
que se distinguía por el color del uniforme; el empleo de la marcha de
costado y de la forma de acampar en orden de combate, entre nosotros
introducida por Schonberg; el empleo de las reservas en formaciones
ligeras y ágiles; la modificación en los procesos de reclutamiento de la
época, prescindiendo de los enrolamientos forzados, que daban tropas
indisciplinadas é indisoluta,.s: la escuela y promoción de los oficiales por
el mérito, y una atención y solicitud constantes en todos los pormenores
del servicio de seguridad, de administración, de instrucción, del servicio
y de la disciplina, que era animada por el propio ejemplo de las
virtudes personales del rey,-hicieron de Gustavo Adolfo el verdadero
creador de la moderna artillería de campaña, aligerándola y disminuyendo
la extemión de las bocas de fuego, adoptando las piezas de cuero de
pequeño calibre, conocidas después en Europa por pieza¡ suecas, que
acompañaban á la infantería, llevadas por un caballo y servidas por dos
hombres; y más tarde, en 16 30, otras de flerro, llevadas por dos caballos
y seguidas de carros de municiones; tornando más rápida la carga
y el tiro, por medio del cartucho embalado; ai.lmcntando la proporción
de esa arma; atendiendo á su justeza y precisión; adaptándola en dimensiones
y material á sus diversos destinos, y empezando á dar, por lo
tanto, á la artillería un verdadero papel táctico, que se acentuó definitivamente
en el siglo XIII. Fue por eso la artillería sueca la más afamada
en su tiempo.
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292 :BOLETÍN MILITAR
Hay aún quien pretende que Gustavo Adolfo sea el creador del
arte militar moderno ; pero lo que no se puede negar es que fue un
transformador del gran arte, desenvolviendo: fijando, imprimiendo, sobre
todo el cufio genial á cuanto habían dejado consignado como científico,
los métodos orgánicos y tácticos de capitanes como Coligny, Montluc,
Lanou, Biron, Mauricio de Nassau, Enrique IV y Rochau.
Cuando Gustavo Adolfo subió al trono, el ejército sueco en poco
difería de los ejércitos de la época, de los cuales podía servir de modelo
perfeccionado el de Wallenstein. Habría entonces una buena base de
reclutamiento en la institución del servicio obligatorio en cierta proporción
(indemniswerk) á que están ligados los nombres de Gustavo Wasa
y Carlos IX, y que Gustavo Adolfo perfecciol)Ó ; lo demás fue todo
obra del genio de este gran Capitán, que dos resultados tácticos consiguió
principalmente: dar mayor movilidad á sus tropas, y aumentar el
fuego en el campo de batalla y la eficacia de él.
Sus grandes éxitos sobre los polacos, rusos y alemanes que disponían
no obstante de fuerzas imponentes y de una infantería sólida y numerosa,
caballería catrafacta y ligera, debióse á la manera como supieron
reclutar y adiestrar á los soldados sus oficiales, cuidando todos los servicios,
perfeccionando el armamento, modificando la táctica, realizando
marchas y ejercicios constantes y obteniendo la victoria por medio de
operaciones y maniobras hábiles. Fue así como venció en las batallas de
Leipzig y Lech, de Lutzen, derrotando á generales de la importancia de
un Wallenstein, de un Filly, de un Pappenheim.
Inspiróse en los mejores preceptos del arte militar romano. César
fue el modelo que procuró imitar, y comprendió que sólo en una buena
organización podía encontrar el elemento compensador de la franqueza
numérica de su ejército. El orden de batalla que adoptó en dos líneas,
con las respectivas reservas, era semejante al de la legión manipular de
los romanos. Con el perfeccionamiento de las diversas armas de que se
componía el ejército, creó una verdadera fuerza poderosa, y fue él quien,
puede decirse, inició la moderna ofensiva táctica y estratégica.
En el período inmediato que corresponde á la segunda mitad dd
siglo XVI, destácase la figura de Turena.
Turena es el vivo ejemplo de cuanto hay en el arte de la guerra ;
como en todas las artes, es necesaria la perseverancia en el estudio, la
adquisición ~ucesiva de todos los progresos realizados, la atención prestada
á todos los pormenores, por más insignificantes que ellos parezcan.
Su genio fue, puede decirse, el producto de una larga y continua meditación,
á la altura de un Aníbal 6 de un Napoleón. Como talento militar,
sus éxitos no representaban, como en aquellos dos generales, muchas
veces, una explosión súbita del genio, una inspiración momentánea ; de
esa especie de genio iluminativo fue su émulo, el gran Condé. En Turena,
cada acto representaba el resultado de un cálculo meditado y
profundo, producto de una sólida educación y de una larga experiencia,
adquiridas desde los catorce años, en que sentó plaza, siendo obligado
por su maestro y tío Mauricio de Saxe, á ejercitarse desde el manejo
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:BOLETÍN KILIT.A.B 293
del arcabuz, como simple soldado, hasta conquistar, poco á poco, los
diversos grados de la jerarquía militar, siempre vertiginosamente, por
golpes deo talento. Como bien lo observa el Duque de Aumale, cada día
en la vida de Turena marca un progreso, ninguna lección se perdió;
prudente por temperamento, sacaba la audacia de la reflexión.
Turena es el más elevado ejemplo de cómo la guerra es una ver~
dadera ciencia.
. Mariscal de Francia á los treinta y cinco afios, aparece en la gue~
rra de Devolución y en la de Holanda como un genio militar de primera
magnitud. Debe sus victorias á la nitidez con que concibe sus planes
y al vigor y energía con que los pone en ejecución. La tá~o:tica alcanzó
con él una faz admirable, y el estudio del terreno, el empleo y
combinación de las diversas armas, la ciencia de las marchas y de !oa
estacionamientos, los cuidados en la constitución y manutención de las
tropas, la elección de posiciones, las maniobras hábiles para envolver al
enemigo, las concepciones estratégicas en que saca partido de todas las
condiciones favorables que se le ofrecen,-t.,do caracteriza un talento
militar superiormente dotado, realizando en el arte de la guerra progreses
que representan verdaderas conquistas.
Al par de la escuela de Turena, pausada, metódica, reflexiva,
científica, que procedía más por el arte que por la inspiración, que no
producía ataques de frente cuando pudiese volver á las posiciones, que
procuraba siempre obligar al enemigo á abandonar las ventaja• previamente
escogidas y pruducir el mayor efecto con el empleo de todas las
armas; que estudiaba el terreno y le adaptaba formaciones adecuadas, y
hacía la guerra empleando sabias concepciones estratégicas y marchas
hábiles,-al par de esta escuela, toda ella prudencia y método, estaba la
escuela del gran Condé, osada, impetuosa, prefiriendo los ataques de
frente y las violentas cargas de caballería, y que debió las victorias al
ardor con que los ataques eran llevados por el gran jefe de guerra, valiéndole
los memorables éxitos de Rocroi, Nordlingen, Laon Thionville,
Dunquerque, y dándole muchas veces ventajas sobre Montecucul~ dig~
no competidor de Gustavo Adolfo y de Turena.
Puede también decirse que estas dos escuelas marcan una época
distinta : la que comprende la guerra de Devolución y de Holanda
hasta I 678, continuándose la que comprende la guerra de la liga de
Ausburgo (hasta 1698) y es mucho menos noublc, figurando en ellas los
generales Lux:embourg y Catinat.
De la larga controversia entre las dos escuelas, una representada
por Mont~cuculi, y que luchaba por mantener los principios clásicos
del arte antiguo y defender sus ventajas, y la otra, que teniendo por decuriones
á Puyseguer y Fonquieres, pugnaba por la completa elimina~
ción de las armas antiguas y la adopción definitiva de las armas de
fuego, controversia que también se reflejó en Portugal, como se ve por
los documentos de la época, Turena, hombre hábil y práctico, partió
de la combinación entre los dos sistemas, como naturalmente estaba in~
dicado, hasta llegar al triunfo de las modernas ideas con que había de
alborear el siglo xvn1.
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294 BOLETÍN MILlTA..R
LOS BOMBARDEOS
Asegura el escritor francés Marc Landry, que N apole..ón opinaba
que "los bombardeos eran de malos resultados en tiempos
de guerra." La dificultad de lanzar suticientes proyectiles para cubrir
la enorme superficie de una ciudad, le parecía grande. No
creía que el consumo de los proy<"ctiles necesarios para un bombardeo
fuera justificado, y estimaba que las municiones tienen
mejores y más útiles empleos. Otros escritores militare¡¡ han expresado
las mismas dudas sobre el valor eficaz de un bombardeo.
Sin embargo, las f ·Oblaciones experimentan, ante la idea de
un bombardeo, un terror intenso y al cabo muy natural. El uso
de los explosivos modernos, destinado á "hacer maravillas/' ha
venido á acrecentar esa impresión de espanto. En Nueva York,
al recibirse la noticia de que una escuadra española se dirigía á
América, la más viva inquietud se esparció en la ciudad. Los mismos
que hacía poco hablaban de enterrar á la Habana bajo una
lluvia de balas, se sintieron de repente presa de terror, porque corría
la voz de que esa escuadra española debía bombardear uno de
los ;>Uertos más importantes de la U ni6n.
El poco efecto de los bombardeos, aun con los nuevos explosiYos,
ha sido puesto de relieve por un oficial eminente, el señor
General de División Bargnes-Desbordei, en un folleto de gran
aceptación. Ha procurado, por ejemplo, darse cuenta de lo que
podía producir el bombardeo de Marsella. Supónese una escu~dra
que dispara 6,ooo obuses de gran calibre, y sacando las cuentas del
número de proyectiles necesarios para averiar una casa, encuentra
que el resultado final sería la destrucción de tres casas entre I,ooo.
Como se cuentan 3,700 casas en Marsella, eso representaría 1 por
370 de la ciudad, que sería más ó menos destruída. El General hace
notar, además, que una escuadra que quiere bombardear hace preparativos
visibles, durante cuyas operaciones los habitantes tienen
tiempo sobrado para internarse, dejando tras ellos un simple servicio
de custodia ó de incendio, lo que conduce á la conclusión de
que el bombardeo, al causar un número muy limitado de muertos
y de heridos, no conseguirá más que perjuicios puramente materiales
de poca consideración.
En tales condiciones, una escuadra no se decidirá, por tan
sencillo provecho, á ir á sitiar una gran ciudad marítima. Tanto
menos se lo permitirá, que después r.e haber disparado ~,ooo proyectiles-
guarismo enorme,-habría casi concluído sus municiones,
y, por consiguiente, estaría obligada á ir á provisionarse en
alguno de sus puertos.
Lo que el General Bargnes-Desbordes ve más claro en la
cuestión del bombardeo, es el efecto moral qtJe producirá. Una
~scuadra y hasta un buque aislado, obrando inesperadamente en el
instante mismo de declararse la guerra sobre algunas ciudades populosas,
pondrá el desorden en medio de los preparativos de pri-
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BOLE'l'ÍN MILITAR 295
"
mera hora, y contribuirá, hasta cierto punto, á aumentar el alarma
en que se ve precipitado el país mal preparado á la temible eventualidad
de una guerra en la época actual. Por poco que la nación
sea nerviosa, y que la mano que la dirige no tenga la firmeza y
energía esenciales en semejantes circunst:iincia~, el buque podrá
causar, no un perjuicio material de gravedad, sino un perjuicio
moral apreciable, cuyo efecto útil no será por cierto de despreciar.
INFORMACIONES PARA EL EJERCITO
Tomamos de El Por·venir Militar, import.ante periódico
de Buenos Aires, los párrafos que se leerán en seguida,
escritos con ocasión de haber entrado la publicación
non1brada en el ·.¡ño XI de sus tareas :
No hay, no puede haber, no habrá nunca en el ejército argentino
refractarios á la idea de su engrandecimiento ; y si alguna
tendencia existiese por momentos, que pareciera en ocasiones
opuesta á seguir adelante en el camino emprendido, atribúyase
más bien á insuficiencia de los horn bres, por el cansancio físico,
por el exceso de trabajo, que trae el desaliento momentáneo, pero
nunca á la creencia de que ya estamos preparados y que todo ha
concluído en el más perfecto de los ejércitos, ó la más admirable
de las escuadras.
N ó ! nadie cree en esta perfección ; nadie es capaz de detener
el movimiento emprendido; nadie podrá limitar, sin peli¡ro
de sí mismo y de los suyos, las preciosas conquistas, las garantías
sagradas, las consideraciones bien ganadas por el ejército nacional.
Diez años há aparecíamos en el estadío de la prensa con un
programa concreto y definido, el cual, á pesar de las contrariedades
que implican las tareas del periodismo, lo hemos mantenido y
cumplido lealmente.
La evolución producida en este espacio de tiempo en el ejército
la hemos seguido paso á paso y en todas sus manifestaciones,
sin que el apasionamiento de círculo nos haya hecho perder la serenidad
para juzgar con criterio levantad0 sus progresos y necesidades.
Su constitución, las leyes y reglamentos q~e determinan el
funcionamiento de su mecanismo interno, en las columnas de El
Porvenir Militar, han sido estudiadas y comentadas ; muchas de
sus iniciativas se han convertido en leyes y disposiciones de gobierno.
Esta sintética relación de los modestos servicios de esta hoja
periódica, es un reconfortante moral á los propósitos de mantener
en pie nuestra propaganda en pro de la institución, pues á pesar
de lo mucho que creemos haber avanzado, ¿ en cuántas cosas aún
estamos al principio del camino? La instrucción de la guardia
naciona!, el reclutamiento del ejército permanente, la reforma de
la ley de ascensos, el conocimiento perfecto del territorio, la reor-
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!}06 BOLETÍN MILITAR
ganización del Estado Mayor, han de encontrar en ella un estimulante
persistente para todas las ideas que conduzcan á abordar
tales problemas.
El ejército regular de un país no debe ser solamente la manifestación
palpable de su poder material sino también el guardián
severo y orgulloso de sus conquistas cívicas y de S\JS glorias
militares.
La suma de libertad y de constitución adquiridas á costa de
tantos ~acrificios históricos, deben ser su más preciado trofeo.
No debe ser tampoco un símbolo brutal sino una alegría viviente
de excepcionales virtudes. En esto estriba su fuerza, su
dominio y la base de su absoluta é imprescindible disciplina.
El brillo de sus armas no debe ser más espléndido que el de
sus sacrificios, y aquel que moral y valientemente no se vea bien
reflejado en la empuñadura de su espada, debe con espontaneidad y
por patriotismo, abandonar una institución tan estricta como digna.
En toda ella no debe h?ber más que pura selección de espíritu
de ideales.
Puede no existir en su seno una instrucción del todo difundida
y completa, pero no debe faltar en su conjunto una tendencia
enteramente noble y honrada.
En esto no debe diferenciarse el General en Jefe del último
soldado.
A este respecto el sentimiento militar, digamoslo así, debe
ser igual en todos.
Ni aun los arrepentidos deberán tener cabida en sus filas. El
arrepentimiento presupone una grave falta, y quien la haya tenido,
no puede ni debe aspirar honradamente al respeto sincero de
sus subordinados intachables.
En donde la corneta y el tambor suenan á cada momento
para mantener despiertos y vigilantes los espíritus, en donde la hipocresía
no vive porque se la desprecia, en donde la mentira se combate
porque perjudica, en donde el valor se recomienda y se exige en
todo momento porque es el timbre principal de gloria y el orgullo
envidiable de toda nació~, allí, decimos, el arrepentimiento no tiene
cabida, porque cumplir cada uno con su deber, es exigencia de
todos los instantes.
En un campo de acción, todo debe ser serio y arrogante ; las
energías tanto como las bondades.
Para que el sistema, pues, de esa máquina imprescindible que
se llama ejército, no se entorpezca y su corriente clara no se enturbie,
deben hacerse de lado á los inválidos del alma y arrojar de
sus fondos á los débiles de corazón.
La familia militar debe eclipsar con sus virtudes y valor el
brillo de su uniforme.
Si este pensamiento se observa, todas las tallas y gradaciones
nos parecerán iguales.
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Fuente:
Biblioteca Virtual Banco de la República
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Publicaciones periódicas