PERIODICO ~ITERARlO DEDICADO A LA JUVENTUD,
n . .uilREZ y RIVEIU, EmTo:aEs.
Ven, preciosa niña! Deja que por algunos
motiH•ntos te arrulle en mis brazos, qne yo
cuinJiuion mejor que me babta darlo
el ciclo. V e1 la son reir era mi dicha; amarla
era mi Yida; anullarla en mis l)l'azo~ bast;
t dormida era la eRperanr.a que me alJmentaha
en los penosos día~; que he atravrsado.
Cuando uouulniila la jornada iba á busca1·
en mi ca.a de c:w o para la lucha concluida
y fuerzas para b quo hauia ·de empe~ar, mi
e~po¡;a rlonnia en sus brazos al meJ?r. de
nu('stros Lijo ; yo mo apoderaba tas pa'ahras: 1
' Ustecles
!lnbrán qué hat;eu tlc EtriR.\.."
Ni yo podría tleuirtc, ni tú comprende·
riaH lo que sentí al rcciuirte.
Me pareció que mi uomzon volvia fl vivir;
la~ lágrimas se agolparon {\ mis ojos, y por
forlu~:l pulle elw:~rlos en el Cristo que 1lo·
mipalJa y prosiinLeresado
sobre la tierra.
El padre puede ver halagado en el hijo su
amor propio, y algunos sércs mezquinos, hasta
su fortuna.
El padre ama con el corazon y piensa con
la cabeza.
La madre ama, y piensa, y se sacrifica con
el corazon.
De parte del padre hay mayor suma de
intereses¡ de parte r1e la madre hay mayor
tesoro de amor y de temura inagotables.
N o hay sacrificio que ella no sueñe para su
hijo, ni desgracia que no quisiera aceptar pa·
ra ella á trueque de evitársela.
Las primeras impresiones qne uno recibe
son el molde en que se forma el carácter del
intlivi rluo: esas las da et padre. Las primeras
emociones forma ~ el corazon, y esa es la
obr\1 de la madre.
-Duérmete, Elvir' duérmete feliz miéntras
que ra~an estos primeros años en que
no conocerfls de la vida sino la parte dulce¡
guarda bien los recuerdos de tu infancia, que
ellos serán bálsamo para las het·idas del camino.
Duórmete tranquila, hoy que tu madre
espia tu sonrisa, hoy que un coro de angelitos
bate las alas para adormecerte.
* * * Llegará el din en que despiertes úla ra-zou
y te halles ft·ente á frente con el mundo y
con la vida.
Esos mismos ángeles que hoy te acompañan
se llamarán entónuel:l tus ilusiones .....
quiera Dios guardarlos siemp1 e á tu lado, y
que no vayan emprendiendo el vuelo uno por
uno. •
Urecerús en años, crecerás en belleza¡ lla gará
el dia en que tu c01·azon no esté. tran~
uilo, y en que nna vaga in!]uictud te anuncie
qne las pa~!ioncs hacen su primer ensayo
qno narlnui nadio puede evitar.
Cuando eso suceda deja, ELVJRA, deja que
tu mad1·e lea en tu cora zon como en un Ji.
bro, porque olla será el consejero más dcsintere~
ado qne tengas, y oye, y har. lo que te
diga. porque cvi!lcntemenie será Dios quien
hable por sus labios.
Llegará el tlia en que te requieran do amor;
y luégo llegar:'l otro en que hayas de
escoge¡· un compañero á quien confiar tu
suerte y tu vida.
Dio!! te inspiro eniónces, querida niña 1
Dios te recuerde en aquella ocasion solero·
ne y decisiva qne I]Uien más te ama uo será
el qne más te lo diga, sino el que más te rc~:~pcte
.
. Dios te recuerde que el fiel cumplimiento
tlel deber, ser{\ la mejor rocomendacion
de qnien te pretenda y b mejor seguridad
de que él hará tu dicha.
N o te fijes en vanos oropeles: que uesapa·
recerún tal vez mañana:- no olvides nunca
que á veces el brillo mundano que puede
deslumbrar no es otra cosa que el guante
que, bien calzado, oculta una deformidad ó
una mancha en la mano que se te ofrece.
Recu~rda que el alma se asoma en la mirada;
y desconfia de todo aquel que u o se
atreve á soportar tu mirada inocente, ó de
aquel que la desafíe sin rubor.
N o obedezcas los impulsos de tu corazon
sin que tu cabeza , es decir, tu alma, te diga
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IL CA UCA. 2f9
antes que lo que piensas hacer será bien he<>
ho. Si ella lo reprueba será porque el deber
te manda lo contrario; y en ese oaso haz
que el corazon te oLcJezca, aunque sangre,
porque en el mismo sa•·ificio encontrarás la
compensaciou de tu dolor.
. Pero si tu corazon in~ste ...... domínalo ! ...
Si temes que sucumba'n la lucha, es decir,
que la pa!\ion se sobreponga al deber, que tu
alma plegue ante tu corazon ...... mejot· te
seria arrancártelo, porque si triunfa, la victoria
se convertirá en infortunio.
El abismo de las mujeres es la vanidad :
huye de él, ELVlRA! La pendiente que á él
condnce es suave y halagadora, como que se
compone do mil peqneiios incidentes que
adulau al amor propio. Evita dar el primer
paso en esa penclicn~o porque, si aventuras
el spgund0, difícil, sino imposible, será que
te detengas, porque el abismo causa el Tértigo
y atrae de nna manera ine~is~ible. Entre
ese abi,mo y tú :wy una barrera qtlO te
protegerf1: el deber.
Si Dios te concede la feifcidacl, de que sin
duela serás merecedora, esa dicha sera céntupla
si tu corazon te dice que tus deberes están
cumplidos y si tu coOI.licncia no tiene nada
qne echarte en cara.
Si la dC!, y, no quedan ú tu lado sino Rieardo
que espía tn primem f:Onrisa, Vic:enta qne
vela tu sueño, yo qne ni verte en mis brazos
dejo embriagar el alma con los recuerdos
:a humana €e horroriza al verte,
hiena del Inclo tm formarla en hombre;
mas¡ ay de ti, que un dia al comprenderte
no te odiará, despreciara tu nombre !
El tiempo sus momentos te ha ofrecido¡
la fortuna ha rozado t1Ycaboza;
y, bárbaro y no más, tú no has sabido
ui ganar tiempo, ni ganar grandeza.
Tumbaste una república, y tu frente
con di;ldema imperial no eleYas ledo;
murió la libertad, y, omnipotente,
esclavo vives de tu propio miedo.
Quieres ser rey, y temes se convierta
en la corona de Milan la tuya;
quieres ser grande, y tu áuima no acierta
cómo elevarte de la esfera suya.
Tu reino es el imperio de la muerte¡
tu grandeza el tenor por tu~ delitos ·
y tu ambiciou, tu libertad, tu euorte '
ab1·ir sepulcros y formar proscritos.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL e A U e A.
Gancho 8alvaje de la pampa ruda,
<'RO no es gloria ni valor ni vi na;
('SO e& sólo matar porque de!lnnda
te dieron una e::~pada fratricida.
·-'-
Y, grande criminal en la meH1oria
o el m unJo entero, de ttt crímen lleuo,
Sl'rás reptil que pit>ará la historia
con aRco de tu forma ) tu veneno !
N cron na fnego á Roma y lo contempla.
y hay no sé qué de heróico en tal delito;
m3s t1í , con alma que el demonio templa,
cuanto haces lleva tu miseria escrito.
Ningnn Atl·ida al peligrar \'acila,
y tú, más que ellos para el mal, temulaste i
y, rn:'ls sangriento que el sangriento Atila,
jamás la sangre de la lid miraste.
En to clas esaR águilas que asieron
la humanitlad, y, en fiebre carnicera,
con ~us alas metálicas la IW'ieron, ·
cupo nlguua virtud : valor siquiera.
Prro tn corazon sólo rebo1:a
do mi~criaR y crímenes y vicios,
con nna ed estnpida y r:-~bio8a
de hacer el mal y de inventar suplicios.
Ni siquiera te debes al destino
con que tu sed de sangre haq np:~gado,
tigre que te encontraste en el camino
tw herido !con que has derorauo.
E. piritu del mal nacido al mundo,
no haR siLio bueno ni contigo mismo;
y r.;ólo dejarás un nombre inmundo
nl desccnuet· á tu primer abismo.
Te nombrarán las madres :1 sus hijos
cuando asnstarlos en la cuna quieran;
y ellos temblando y en tu imágen fijos
se dormirán soñanJo que te vieran.
Los trovadores pagarán tributo
á lo:; cuentos que invente tu memoria;
y exec1·audo tns erimenes sin ír'uto,
rudo y vulgar te llamará la historia.
¡ Ah! que casi tus crímenes bendigo,
ante el ena¡j de la patria mía,
porque sufras tan bárbaro castigo
miéntras alumbre el luminar del dia!
Porqne rniéntras el sol brille en el Plata,
aquel ca8tigo sufrirás eterno;
nunca á tu nombre la memoria ingrata,
nunca á tu maldicion el pecho tierno 1
Y por último azote de tu suerte,
Yerás, al expirar, que se levanta .
bello y triunüwte y poderoso y fuerte,
el pueblo que ultrajaste con tu planta·
Pues no habrá en él, de tus aleves manos
mas que uua mancha sobre el cuello apénas ;
que tú no sabes, vulgo de tiranos,
ni dejar la señal de tus cadenas!
JoSÉ l\HRMOL.
F.;,ORE..¡ DE l'U1E!1.TO.
Así pnellen llamarse lns que han quedado
present,es siempre en mis sombrías reminis·
cencia!l, gastacJfls al hielo de miR noches eiu
sneiio, y sin émbargo inextinguibles en el
triste desencaríto de mi vida.
Es una honda memor:a, cruel y perscgui·
dora, que eu vano quiero desterrar del alm11.
Sombra que flota ~us alas de vampiro so·
bre el triste Yacio de mi jnveutuJ.
Extinta primavera de mis soles, reeuet·do
de una hermosa pesadilla.
Era el año de 1860, frescos cst~n en mi co·
razon sus acontecimientos, como el remedo
1le una incesante agonía.
Yo era jóYen, alegre y bullicioso, l1ijo úni·
co de una familia acomodada, y con alguna
eciucacion, recibida en la bancas de un cole·
gio de provincia, mi Yida se deslizaba como
las arenas de mifl uativas fuentes.
Era uha especie de Byron, sin su talento y
Ain 811 ueJiez:l, pero Si COn algo de SUS inmenSall
tempestades.
En toda la plenitnd de mis lucidos año~,
y trás los tibios arreboles de mi primera estrella,
amé con ese amor primero, que abre
sus alas de inquieto eolibri sobre los interminables
mnntlos de la fantasía. Idea única
recluida siemp1 e á su primera fe.
Así soñaba uajo el poder de una evocacion
divina, y sentía en mi corazon algo semejante
al despeñado Tequendama, y mi cabeza
hervía como la lava en infnsion. Oh !
la amaba tanto 1 oh sí, ..... tanto, que hoy
deRpues de 14 años ...... hoy despnes de que
por mí han pasado tan duras y terribles prue·
bas, aún me parece verla todavía!
Era más que mi vida, y la amaba tanto,
como el autigno caballero de la Cru::, el in·
separable recuordo ele &us patrias riberas y
el honor de l'll amada.
Pero ay! la noche llegó triste y helada
sobre los limpios paisajes donde soñaba mi
alma.
1:-~s olas de lof! :~contecimientos politioos
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
222 :EL CAUCA.
me proscribían de mi país.
Era preciso decirle adiN ! .. , ...
Con ~a muerte en el nlmn, y con la triste
e~peranza de mi situacion me encaminé á su
casa.
Estaba sola, dulce y hermosa como siempre;
no sé lo que le tlije i~ pero su mano calenturienta
y temblorosa oprimió la mia vacilante.
helaua. Su dorada cabeza cayó sobre
su pecho, y sus ojos dulcemente inclinados,
me dijeron mudos, toda la solemne tristeza
de su corazon. Así lo creí, y el infinito
peso tic mi dolor no tuvo límites. ·
N os dijimos auios! último y triste adios!
que aún hoy despues de tanto tiempo ...... vi·
bra en mis oidos, como el ceo de una maldiciou,
como el hirviente plomo sobre las olas
de un lago.
Ingrata! por ella me babia olvidado de
mi pobre madre. Corrí :í abrazal'ln por la úl-'
tima vez!
Hacia tres meses que me aturdía al agrio
son de los clal'ines gnel'!'cros, en los campameutos
del general l'aris, cuando la carta
enlutada de uu amigo mio, me llevó la nneYa
de sn triste fallecimiento. ¡Pobre madre
mia! ¡ Üu(lnto debió sufrir! Santa y dulce
compañet·a de roit~ al!'gres años, la muerte
~elló sus amarguras con el últin.o sueño. Y
mis labios y rui alma no recogieron ni su úl
tinia plegaria, ni su postrera caricia.
Huérfano desde la cuna, de un padre amante
y cariñoso; tampoco cerré sus ojos;
ni velé sus postt·eras agonías.
La muerte de m1 madre cxtenélió -:,obre mi
frente una visible sombra ele profundo malestat',
que casi ahogaba las locas emocioneR
de mi ~.;oraz011, imponiéndoles un solemne y
silencioso recogimiento. Mi saltid declinaba,
y últimameute tomó caractérca tan serios,
qne mis amigos so alarmaron fundada·
mente.
Mi razon se extraviaba.
¡Quién lo creyera! Mi jóven organizaciou
ardiente y vigorosa, al fin se dió por venci
·da: 18 meses sin conocer á nadie, y en una
situacion do espíritu desconocida, reducido
al lecho, sin conciencia de mi propio destino!
pasé mi vida sin que á mis oidos llegara
ni la más vaga noticia de mi encantadora
amiga.
N un ca supe si me hr.bia escrito siquiera
dpa líneas, acompañándome en el duelo de
mi madre.
Un poco débil, pero ya mejor de salud,
desesperado por la insertidum bre, y un tanto
despejado el horizonte político de mi pais,
me resold á marchar. Dije adios á mis queridos
amigos, lleno de pena y de agradecí-miento,
y cada cual al abra¡¡arme me miraba
triste y pensativo; tomando yo este sentimiento
por efus~{ln de en riño, se lo agradeci
r.n el alma, y emprenuí mi viaje ..
Diez oias de~pues r,..,aba el suelo querido
qnc me vió nacer; mi corazon latia anciot\o
y delirante: en ese su¡o había dejado la infinita
ventura de mis primeros 6ueñoP; de
nuevo sentí desbordarse mis ojos cuando rnia
pisadas resonaron huecas y si enciosas en el
üio y desierto hogat· de rnis padres. _
Una antigua crütla de la casa me recibió
llorando, y ahondando á cada palabra las he·
rielas de mi corazon. Trabajo le costó reconocerme.
¡ Cuánto había cambiado! 1\li vida
babia sido lln cementerio en sus Idos últimos
aüoG y en él ardia una lámpara, única, solitaria,
inextiuguihle ......
N o hacia dos hor\lS que babia llegado
cnando mi casa so licuó de amigos que rcnian
á darme la bienvenida, enlutados y cabiRbajos.
Despues de un rato, la convcrsacion
se animó un.)oco, y uno de ellos me
dijctual~s por conducto de los sonoros
Lle& de la una parte¡ y de la otra don Pedro Uemy y O.•i, de Nue"fa York." .
d G . G ál h Vendo mis reidoras y Ungüento cuando el lmpo.rte
y on rac~::mo onz ez, Cl·manos, como del peclido ascienda á¡, 20, {1. razon de Ss .. 6d., 22s. y ?~s
tambit'n lo eran ellas. Diéronse la batalla !adocena de cajas y botes: debiendo relDltírBeme untJclon
Cllfltro feroces caballos con lanzas Y· escu- parlamente el valor de mi factura ..
. 1 d el f · bl Publicaré al pió do mis anunc1o~ lo s nombres de los
· u os, !In e ueron muertos misera ('mente botical'ios y domas vendedores de m1s verdaderos romo·
don Graciano y don Pedro, quizá por la dios, con tal que aquellos me expreseu el deseo do que
mucha razon qne asistia á las fJOntrat·i¡¡s, pnes asílo h1tga. To;o,u.s ho:uLOWAY•
era ca~o de honra." 7 de abril, de ISH .
.l!:n Lima, el Yin·y no crl'yó conveniente 533, O.xíord Strcet, Lóm1rcs, W. O.
alhorotar el cotarro y mandó echar tierra
s;ol>re el proceso. lH o tiros de conciencia
tenclria el reiior 1uar~ués para ¡n ·cc<'
Citación recomendada (normas APA)
Poder Publico Rama Legislativa, "Ley 89 de 1890", Colombia:GrupoEGS.com, 1890. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3736716/), el día 2025-07-17.
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