Por:  
              Consejo Nacional de Politica Economica y Social  CONPES
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                Fecha: 
              
              
                  09/05/1906
              
            
          
        
        
        
          
            RepÚblica de Oolom.bia
--~~----~~~~~~-
L L
T " ~ 1
SUPLEMENTO LITERARl:O A "EL CORREO NACIONJ\,~"
Dlre,._r, •• PALAOKJ UIIIE
j3ERI! !."~ ~OGOTÁ, jViAYO ~ 1)& 1906
SUM4R.IQ
rA SALOHXOHA
I
Eaencñ mente frauoesa, la H9J10i- ~e
Enrique Labreuille, qu,e ~o tiene o&inae
ni gasta decoracioneá teatr•Ie~, es lnfini•·
men e t~upe,rlor l. esas agencias ex6tioas1 de
turbulento estruendo, que la ~ovela ha ridiculbsado
con tAnta gracia. El Sr. 14-
breuiHe, activo, dlsortto 7 perfectawente
eorrecto, -no habla de af miSJDo, ui qul,ro
repl'818Jlt&r el _papel de Maaoarrilla; rN&7.
por la. cu~l el Sr • .A.P:tlleo lfal'l', ciada~ 9
del Bstedo de A.ntioqufa, donde ,. e:,;p, ~tan
tAntas minaa de oro, reaolvi6, ~nseJJ~t«~
por un patriota suyo, tratar c;oll aquél p
e'ritarae el fastidio )ropi~ de • ~
nencla en el Extranjero. ¡}DI asunto se ~ra¡
16, paeiaa A loa cuidad91 del ayu~ d~
0611)ara de A.Paleo.
~~ chico, dijo Labre,Wlle 4 •te servidor,
llamado Lisandro; su ~mo de-11ated que
ha venido i viaitar la &po•ioi6~ Univ,r·
aal, tendd para que4tr C • QtiUofJ ~de
proo~e re1oao, AU~bi 1 k glWtfl ~
.,frita.
-Pero, j qu6 nma p.· tt -ed pp.r W!
dijo ~ll41'o. '-¡..:.a t r'J'VO ~viDe J •1 . -
leo ea ñ~ 1..J8NfP80 ; JlO 1Jiif.
mtnon•, yl" ~~ 9QJIJO ~1 asua •P .w
~a boca bajo ; ao me ve.-i ni oiri a.b
~~ mi, y cua)ldo llegue •1 momo:Qto ~
dar,, por couducto ele Qted, lo que 61 quie¡
a. ~Jo un punto me inqo.ieta : ¡ o6mo,
•in obligarle A h•blar 6 A eaerib4" y sm tur·
bf,r su quietud, lop•té iDfQI'IPWmt de IGI
d.Neos 4«e pq.~da ttJ;perimentar •l Sr.
~~
-.-Muy ~encill~1n:a.te, elijo Lisalldro: mi
amo q.coatumbr4' hablar, mi.QrMr ~
de todo Jo qu,e le preooupa ; y pot lo que '
mi toca yo no duermo J&U.ú, porque h&!o
biendo sido pirJta, tema ql}e velar por la
.-gurid•d de mi tripJiaci6Jl. Eato me ha
•rvi4,o para tstar siempre ~ corriente
101 m4& seor.tq• pQ8&Qli n~s del Sr. Al·
fw'-, Jo cWtJ Jqe h~ perQlitido lormar
~uen caqclf.:!. TodaelM m lauu a clr6 oo¡p.
~ted UJlA' gonverqci6 de poCOJ min,tos, ~
-ed IJ&r~ bien iDfor~o.
4U'feo~ll~, ,dJjo LabreuUie. P. o,
eí6 t'-'dien~ j ~ndro, sin OQDtado,
1JD enor)lle paquete de billetes de Baaco ;
uf tie¡a,e 'PJ~d el v Jw ele a aamiaicha.
....-Gr~&eiaa, .-Ql1 replicó Li ll1lro, zeh.u.
do oon get$() p~dti09 y dl r to ; esto lo
~ egl~tmoa o~(lo ~rmüae toflq.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Los Lunes del Oorreo
en muy poco tiempo se le servía al colombiano
un solomo de carne real, verdaderamente
cocido con fuego y acompañado de
vino verdaderamente hecho de uvas; podía,
al caso, dirigirse á cualquier tienda, y el
mercader le vendía, muy baratas, excelentes
mercancías, y le daba la vuelta en mo.
nadas de oro nuevo, perfectamente acuñadas
y que no habían servido antes.
U na noche, mientras dormía, Alfara pronunció
estas solas palabras : " Ser amado
por una princesa ! " Oyólas el ayuda de
cámara, Lisandro, y no cayeron en oreja de
sordo . .Al tlía siguiente, en un baile de embajada,
al cual había sido convidado, vio
Apuleo á la princesa, á esa Celiana, cuyos
nombres parecen brillar como palabras mágicas
en el almanaque de Gotha, y un diplomático
amigo común lo presentó á ella.
A la primera mirada que cambiaron Apuleo
y Celiana, jóvenes y bellos como dioses, se
sintieron quemados por un fuego penetrante,
comprendieron que se amaban, que se habían
amado siemprA, que se pertenecían uno
á otro; y siendo ambos libres como las aves,
no hallaron motivos para esquivar esos amo·
re&l, que fueron orgullo de París y una de
sus glorias triunfales.
Otra ocasión, como Alfara se hubiese
acostado, después de haber leído, ó más bien
devorado febrilmente y de seguida una novela
del más notable de nuestros autores,
dijo en medio del sueño, siempre espiado
por Lisandro: "La gloria literaria en París
!" y esa gloria, que él deseaba por lo
menos dormido, la obtuvo con extrema facilidad.
En uno de sus viajes á las Indias,
acompañado de algunos amigos intrépidos,
Apuleo había cazado tigres; y la relación
de esas aventuras, escritas por él con mucha
sencillez, sin lugares comunes y siempre
en los términos más propios, había sido
publicada.por una revista americana; estas
páginas excelentemente traducidas al francés-
sin permiso del autor-y presididas de
un prefacio alado, rápido y muy divertido,
obra del más agudo de nuestros periodistas,
fueron dadas á luz en el volumen impreso
sobre verdadero papel de hilo y con verdaderos
caracteres modernos.
III
Oon imparcialidad que no es admirable
encontrar en ellos, todos los perióuicos rindieron
justicia á Apuleo Alfara: en todas
partes hubo ecos, hechos diversos, estudios
especiales y artículos de fondo consagrados
á su libro, cuyo éxito fue inmenso y cuya
cuadragésima edición se vendió con tánta
rapidez como se habían vendido las treinta
y nueve primeras, inmediatamente, célebre
ya y poseyendo en París (y accesoriamente
en el resto ien, señor: quiero volver á encon·
trar esa divina impresión y comer otra vez
una buena salchicha.
Al ofr estas palabras, Enrique Labreiulle
se sintió aterrado y la más profunda desesperación
se pintó en su rostro.
Los T.Junes del Correo
-Ay! dijo: antes, señor, nada era más
fácil que fabricar una buena salchicha : Se
tomaba carne de puerco (dos terceras partes
magra y una gorda), se la cortaba en pedazos,
no muy menud_os,_ se sazonaba co~venientemente
con pimienta y sal, y el picadillo
así formado se introducía en una tripa
preparada al efecto ; pero hoy, ¡ dónde están
los tajos, y quién consentirla en cortar la
carne ? ¡,Quién osaría injuriar así á nuestros
mecánicos y á nuestros ingenieros Y Hoy
la carne de puerco triturada por medios mecánicos
y molida con mucha limpieza, forma
una especie de pasta muy apretada, y sin
embargo incoherente. Usted ha visto las
máquinas en la Exposición: las hay capaces
de fabricar murallas de hierro que, sin estar
amarradas con nada, se mantienen en pie
por su propio peso, matemáticamente calculado;
otras pueden echar, en menos de
veinticuatro horas, un puente de acero sobre
un río turbulento; pero ninguna podría
cortar la carne del puerco en justa propor·
ción. Lo que usted me pide sobrepasa en
mucho mi poder y cualquier otro poder humano.
He podido arreglar para usted una
casa en donde no hay armarios de espejo;
he podido encontrarle cal>allos que no ~an
perdido la belleza de su raza; be podido
poner á sus plantas, domados, á los fondistas
y al comercio estupefacto ; he podido
arrojar á una princesa entre sus brazos; he
podido dar á usted la gloria literaria, y he
podido convertirlo en soberano ..... Pero
me es enteramente imposible proporcionarle
una buena salchicha..
TEODORO DE BANVILLE
}.L TRAVÉS DE LOS AftOS
Al través de los años l'adivino
aun en las risueñas alquerías,
cuando al atardecer, todos los días
m'esperaba en la huerta del vecino.
Se la llevó después el torbellino
de las ciudades locas y sombrías:
conoció las mejores alegrías,
vistió de seda y s'embriag6 con vino.
Ya mi convulso labio no la nombra ....
su pálido recuerdo entre mi sombra
tiene fulgores de lejana estrella.
Acaso, en amorosas languideces,
yo la he besado luégo muchas veces
y no be querido imaginar qu'es Ella.
DELIO SERA VILE
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Los Lunes del Correo
~ENUS DE J'l.ILO
(Traducido para Los LuNEs)
Beodito e! aldeano griego que exhum?
á la diOsa sepultada ti urante dos
ll!'Il afíos en un campo de trigo ! Gra.
Clas á ese sencillo aldeano la idea de la
Belleza se levantó á un grado "ublime
Y el mundo plástico encontró su perdida
reina.
i Cuántos altares fueron derribados
Y cuántos prestigios se desvanecieron !
Como eJ? _el templo bíblico, todos lolil
ídolos VInieron á tierra. La Venus de
Médicis, la Venus del Capitolio, la
Venus de .Arles, se postraron ante la
Venus Victoriosa que, al levantarse,
las relegaba á la segunda fila.
Nunca el ojo humano ha contempla.
do una forma más perfecta. Atados in.
dolentemente, sus cabellos ondulan como
las ondas en un mar sosegado.
La frente se alza tal como el trono
oe un pensamiento divino, único, inmutable.
Húndanse los ojos bajo la arcada
profunda de las cejas, y ésta los
cubre con su sombra, imprimiéndoles
aquella. sublime ceguera de los dioses,
cuya mirada, que es ciega para el mun.
do exterior, recoge ea sí misma su luz
Y la, arroja s~bre todos Jos puntos de
su ser. La nanz está unida á la frente
p~r esa línea recta y pura que es preCisamente
la línea de la belleza. La
boca, como si fuera á abrirse, ahuecada
en sus ángulos y animada por el claro.
osc~ro que proyecta sobre ella el labio supenor,
~xhala el soplo no interrumpido
de las VIdas inmortales. U o a sonrisa im.
perceptible anuncia la redondez grandiosa
de la barba marcada en una prominencia
suavísima.
La belleza mana de e~a cabeza divina
y se der~ama á lo largo del cuerpo como
una clandad. La garganta no injuria las
muelles inflexiones del cisne que la estatuaria
profana presta á sn Venus ; es severa,
firme, casi redonda, como un fuste
de columna que sostuviera un busto. Los
estrechos hombros desarrollan, por su
contraste, la armonía de un se u o b la neo,
como el de Helena; seno dotado de una
virginidad eterna, que el amor jamá8 ha
fatigado con sus labios, y en donde, sin
alterar su contorno, podrían beber los eatorce
hijos de Niobe. El torso ensefia los
planos cadencioso'! y simples que marcan
las divisiones de la vida. La cadera dere.
cha, encorvada por la inclinaci6n de la
postura, prolonga sus ondulaciones entre
el ropaje que la pierna delantera deja
caer en pliegne9 majestuosos.
198
La belleza sublime es la belleza inefa.
ble. La lengua de Homero y de S6focles
sería la única digna de celebrar la gloria
d~ esta Venus, y s6lo la amplitud del
ritmo helénico podría modelar, sin envi.
lecerlas, sus formas perfectas. i Cómo ex.
presar la majestad de ese mármol sacnado
el atractivo mezclarlo de terror que i~spir~
y el ideal soberbio que revela t La fisooo.
mía ambigua de las esfinges es menos misteriosa
que esa cabeza joven, en apariencia
cándida. Por un lado su perfil exhala una
exquisita dulzwra, nna dulzura ingenua,
y por el otro lado la boca se contrae, el
ojo toma la oblicuidad de un desdefioso
desafío. Coutempladla de frente: el sereno
rostro no expresa sino la serenidad de la
victoria, la plenitud del goce
La lucha duró s61o un momento. Al
salir de las ondas, Venus midi6 su imperio
con una mirada. Los dioses y los hombres
reconocieron sn poder ... Ella pone el pie
sobre la playa, y se ostenta desnuda, á la
adoracirSn de los humanos.
Pero esta Veou51 no es la frívola Cypris
de Anacreonte y Ovidio, educada por el
amor en loq er6ticos ardides, á la cual se
inmolau las aves lal'civas; es la Veuus Ce.
leste, la Venus Victoriosa, !!iem pre desea.
da, nunca poseída, absoluta como la vida,
cuyo fuego central reside en su seno, in.
. vencible como la atracci6n de los sexos á
que preside, casta como la eterna. Belleza.
que personifica. Es la Venus por quien
suspiraba Plat6n y cnyo nombre-Venus
Victrix-dio César, la víspera de Far8a.
lia, como palabra de orden á sus ejérci ..
tos. Ella eR la. llama que crea y que nutre,
la instigadora do las grandes hazañas y
de loA proyectoR heróicor;~. Lo que hay de
inmaculado en las afecciones t errestres, el
alma de los sentidos, ia chispa creadora,
la partícula sublime mezclada á la liga de
las pasiones groReras, todo es de ella. Lo de.
más pertenece á Jaq Venus vulgares, copias
profanas de su belleza, que se engafan
con sus atributos, y usurpan su pedestal.
Algunos creen adivinar que su pie muti.
lado reposaba sobre un globo: este símbolo
completaría su grandeza. Los astros
gravitan en cadencia al redor de la Venus
Celeste y bajo sus plantas gira armoniosa.
mente el mundo.
Atribúyese á. Praxiteles la Veuus de
Milo : borremos este nombre del z6calo
sin mancha. Pra.xiteles modelaba sus dio.
sas sobre cortesanas y enerv6 el mármol
di vi o izado por Fidias. Su Venus de Guido
infiam6 todo el Archipiélago con un ardor
impuro. Contemporánea del Parten6n, la
gran Venus naci6 como sus héroes y sus
dioses de una concepci6n ideal. No hay
un s6lo átomo de carne en su mfirmol au·
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197
gusto; sus grandiosas facciones no refie.
jan ninguna semejanza ; su cuerpo, donde
la gracia se reviste de fuerza, denota la
generaci6n del espíritu. Brot6 de un cere.
bro viril fecundado por la idea y no por
la presencia de )a mujer. Pertenece al
tiempo en que la estatuaria expresaba
únicamente tipos sobrehumanos y penaamientos
eternales.
¡ Oh diosa ! Tú te apareciste á los hom.
brea un solo instante en el eAplendor de
tu verdad y nos es dado contem piar su
luz!
Tu imagen nos revela el Edén de la
Grecia, cuando el hombre, al primer sol
del arte, arrancaba los dioses á los :Bancos
de la materia adormecida. i De qué océa.
no de aiglos vienes hasta nosotros, oh joven
soberana? i En qué santas tradiciones nos
inicias ? Homero mismo desconoci6 tu
grandeza, porque deslizó tu fantasma en
la trampa donde Vulcano sorprendi6 el
adulterio ! Debiéramos cantarte con aque.
lla lira tricorde que Orfeo hacía resonar,
con religiosa gravedad.
En los valles del mundo naciente ! Den.
tro de poco tiempo tu belleza primitiva
va á corromperse y degradarse. Los poetas
te enervarán en las molicies de Amathonte
; prostituirán tu idea en sus ficciones
licenciosas y voltearán tus miembres profanados
sobre todos los lechos de la tierra.
Los escultores harán de ti una bacante y
una cortesana; te arrastrarán á las orgías
del mármol y del bronce ; en poaturas
lascivas doblegarán tu noble estatura; el
alma de las heteras se insinuará en tu divino
cuerpo y depravará tus imágenes.
Venus va á sonreír, á fingir el pudor, á
salir del bafie, á peinar sus cabellos, á
mirarse al espejo ... Mas i qué te importa.,
oh diosa? Tú sales intacta de esas meta.
morfosis sacrílegas.
Dante, en su poema, nos tauestra á la.
Fortuna agitando su rueda y esparciendo
sobre la humamdad bienes y males, triunfos
y derrotas, prosperidades y catástrofes.
Los hombres )a maldicen y la acusan;
" mas ella no oye esas injurias. Tranquila,
en medio de las criaturas, hace girar la
esfera y se goza en su beatitud." Así la
gran Venus vierte al azar sobre las almas
nobles pensamientos y viles deseos, santas
voluptuosidades y ob-;cenas codicias. Pero
no la hiere el ultraje, la injuria no la
ofende, el oleaje bravío que ha. desenca.
denado no sube hasta ella. De pie sobre
su pedestal, se recoge en sí misma y hace,
tranquilamente, girar su globo de estrellas:
Volge sua sfera beatasi gode. En el
Louvre, bajo el reinado de la diosa, i quién
no ha sentido ese santo teuor-deisadai-
Los Lunes del Oorreo
monia-de que hablan los griegos? Su
actitud arrogante es casi de amenaza. La.
exceba felicidad que anuncia. su rostro, ese
placer inalterable que bebe en su propia
esencia un sér perfecto, os consterna y
humilla.
En ese cuerpo soberbio no hay es.
queleto, ni lágrimas en esos ojos ciegos,
ni entrañas en ese tronco por donde circula
una sangre apacible y regular como
la savia de los árboles. Es de la raza lapidaria
de Deucalion y no de la familia
de sangre y de lágrimas engendrada por
Eva.
Recordad aquel Himno de Apolo atribuído
á Homero, en que parece como si
10nriera esta estrofa de tan olímpico desdén,
de tan cruel serenidad :
" Y las mui:ias en coro, respondíanse
con sus acentos agradables y cantaban loe
dones eternos de los dioses y las infinitas
miserias de los hombres, quienes, como
place á los inmortales, viven insensatos é
impotentes, sin hallar un remedio contra
la muerte ni una defensa contra la vejez."
Dejad que obre el milagro. Fatigado
de las dudas y angustias del pensamiento
moderno, descansad al pie del augusto
mármol, como á la sombra de una vieja
encina. En breve circulará por vuestra
alma una profunda. paz. La estatua os envolverá
entre sus solemnes contornos y os
sentiréis como enlazado por sns brazos au.
sentes. Ella os elevará suavemente á la
contemplación de la belleza pura.
Su inalterable vitalidad entrará en
vuestro ser. El orden y la luz nacerán en
vuesfro espíritu, oscurecido por vagos
sueños, poseído por gigantescos fantasmas.
Vuestras ideas tomarán el giro sencillo de
los pensamientos antiguos.
Creeréis renacer á la aurora del muo.
do, cuando el hombre adolescente bollaba
con leve pie la tierra verdecida. y cuando
la carcajada de los dioses resonaba bajo
las b6vedas del Olimpo como un trueno
de gozo en un cielo sereno.
p .A.UL DE S.A.INT-V fOTO&
-+--
ft. JUGUETE DEL POBRE
Quiero dar idea ele una diversión inocente.
¡Hay tan pocos recreos que no sean cul.
pables!
Cuando salgan ustedes por la mañana con
la intención decidida de curiosear por las
vfas principales, llénense los bolsillos de pequeños
inventos ele á sueldo, tales como el
polichinela movido por un solo hilo, Jos herreros
qu~ golpean el yunque, el jinete y su
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Los Lunes del Oorreo
caballo, cuya cola es un silbato, y á lo largo
de las tabernas, al pie de los árboles, dénselos
á los niños desconocidos y pobres
que encuentren. Ver~n sus ojos abrirse de
una manera desmesurada. Al principio no
se atreverán á tomarlos; dudarán de IU di·
cha. Luégo sus manos agarrarán vivamente
el regalo, y huir~n, como lo hacen los g¡¡.tos
para irse á comer l~JOS de úno el pedazo que
se les ha dado, por haber aprendido á descon6.
ar del hombre.
En un lujoso jardín vi en cierta ocasión á
un muchacho encarnado y fresco, vestido
con uno de esos trajes de campo tan llenos
de coquetería.
El lujo, la despreocupación y el espectáculo
habitual de la riqueza hacen á estos niños
tan lindos, que se les creería formados de
otra pasta distinta de la de las criaturas de
la clase media ó de los pobres.
Junto á él se veía sobre la hierba un juguete
espléndido ; tan fresco como su amo,
barnizado, dorado, vestido con un traje color
púrpura y cubierto de plumas y cosas
relucientes. Pero el nifto no se ocupaba de
su juguete predilecto; hé aquf lo que miraba:
Al otro lado de la verja, en el camino,
entre las ortigas y los cardos, había otro niño,
sucio éste, enfermizo, :haraposo, uno:ae
esos marmotos-parias en que un ojo imparcial
descubriría la belleza, si, como el ojo
del conocedor ve una pint11ra ideal bajo un
barniz de carrocero, le despojase de la repugnante
p~tina de la miseria.
Al través de aquellos barrotes simbólicos
que separaban dos mundos, la carretera y el
castillo, el niño pobre mostraba al niño rico
su propio juguete, que el otro examinaba
ávidamente como un objeto raro y desconocido;
y este juguete, que el porcallón irritaba,
agitaba y sacudía en una especie de
grillera, ¡ era un ratón vivo ! Los padres,
por economía sin duda, habían sacado el
juguete de la vida misma.
Y los dos niños se reían uno á otro fraternalmente,
con dientes de una blancura igual.
0.A.RLOS B.A. UDELAIRE
pon LA INFLUENCIA DSL PLEr-tl~~
1906.
Para Jj}steban Rodrígu,ez Triana : Oomprensivo
Estabas á mi l-ado, muy triste. Parecías
-Oon ese color pálido que denunciaba un mal .... -
La Monja del Convento de las Melancolías,
O la piadosa Hermana de algún viejo hospital.
Tal vez en las veladas galantes de otros días,
Bajo la sombra densa que cubre el arrabal,
Derrochaste el tesoro de tus cortesanías
Oon un Marqués auténtico, pero sin renta anual.
La estrella de tu sino te procuró un encomio : '
En el verano próxhno te· irás al manicomio
Donde la luna es pálida, como tu rostro en flor ....
O acaso en el invierno que ya se acerca, breve,
-Como un enfermo lirio que sueña entre la nieveTe
morirás de tisis, te morirás de amor ....
~N LA REJA
:n. PALACIO URIBE
su sed con nn poquito do agua más pura que
su amor.
Una tarde, cuando iba á morir un bello
día de verano, Juanillo, el hijo del tío
Tomás el labrador, se paseaba por las calles
de su pueblecillo andaluz más contento que
nnos aguinaldos; aquella noche daba la serenata
á Mariquilla, su novia, á la que
rondaba su reja desde niño y cuando venia
de la fuente-cántaro al hombro-calmaba
Oon un ramo de flores tan bellas quizá
como su amada, entró cantando á una taberna
de la plaza. En ella habfa varios mo·
zos : todos vinieron á saludarlo, menos Pepe,
el primo de Mariquilla, que se quedó
sentado fumándose un pitillo eon un aire de
desafio capa1 de infundir miedo al mis
guapo.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
199
Por las calles corría el rumor de que Mariquilla
no saldría aquella noche á la ventana,
pues su corazón ya no era de Juanillo
sino de Pepe, su primo. Esto había llegado
á oídos do Juanillo, mas él no había hecho
caso ; pero al ver la cara de desafío de Pepe,
creyó cierto lo que le habían dicho.
Poco le faltó para caer á tierra.
Ya veía su ramo de flores roto por el suelo,
y á .l\1ariquilla, su amor, bailando la jota
al día siguiente con su novio Pepe; y él,
burlado de todos, dirigirse cabizbajo hacia
la cabaña de su abuelita, el único amor verdadero
que le quedaba.
Esto pasó por su mente con gran rapidez;
y cuando volvió en sí, vio que Pepe echaba
grandes bocanadas de humo con el mismo
aire de