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1906.-N.0 261
( l•taalriil y
LIS IIJUSTICIAS DE FRAY CAIDIL
Pulula en los periódicos del Sur un
articulo de Emilio Bobadilla ( Fray
Candil) contra la gloria de Rubén
Darío.
Emilio Bohadilla esun cubano int~
ligente: Escribe artículos muy juiClOS<
Ds, a ratos, y siempre versos
muy nobles. De tiempo acá ha innovado
en su sistema de crítica insinuando
el método analítico' de
Taine y de Anotole France en sus
puntos de vista, pero hoy lo rompe
vo.lviendo á ser el insultador gratuito
de A fuego lento, destilando
la hiel del más innoble dicterio sobre
la vida privada del más grande de
l?s poetas contemporáneosde Aménca.
E!>c artículo de Fray Candil deshonra
al genial croniq-ueur de las rónicas
escandinavas y holandesas al
psicólogo excursionista, al poet~1 y
al hombre.
Aspira Fray Candil á ser el .Max
Nordau de Paul Verlaineamericano?
Séalo en buena hora, pero despójese
de SIUS personales odios, de su violencia
agresiva, y tenga el tacto ágil
y la perspicacia escrutadora del severo
doctor de Las mentira~ convencionELies
y Degenernci611.
Afirma el colérico escritor que el
alcohol hace que el estilo de Rubén
Da do sea Yago y confuso ? Es un
juicio como otro cualquiera. Acaso
la vaguedad del estado dealma que
Rubén Daríodescriha, reclama para
su expresión patética, vaguedad en
el estilo y en el ritmo. Ello es un
canon del modernismo. En cambio,
dónde pueden hallarse más claridad
de estilo, más sobriedad de ritmo,
más acicalamiento de dicción queen
ese maravilloso libro de Prosas Profanas
donde la musa del ilustre poe.
ta ha puesto torla la enfermiza complejidad
del espíritu de estos días ?
Que Bobadilla no alcanza á comprender
algunos de esos estados de
alma ? Así sucede. El mismo don
J uEtn Montalvo confesó no comprender
la Madama Bovary de Gustavo
Flaubert, lo cual no obsta para que
esa obra sea la primera entre todas
las obras del ~enial novelista fran·
cés. Acaso la mteligencia de Bobadilla
no tenga por exceso de sentido
común óintransigenciade buengusto
la precisa ductibilidad para seguir
y ver las complicaciones de es·
ta alma moderna mixta de Atenas
y de Bizancio, esta alma luminosa
y enferma, que pide paraconmoverse
la rara emoción de Baudelaire,
harta acaso de la sencilla poesía de
Lafontaine y del lirismo sentimental
de Lamartine.
. Cada épo.ca tiene s.us representa·
c1ones. El ctclo antenor al automóvil
n? l.Jegó á concebir la máquina
prod1g10sa, como el de Chateaubriand
110 concibió {L Stephane .Mallanné,
ni Mozart á Wagner, ni los
incipientes de la navegación aérea á
Bantos Dumont. Todos son grandes
porque cada uno encarna una ·
época con todas sus manif staciones.
La revolución francesa pedía
un poeta como Víctor Hugo, tan
augusto como ella y tan soberbio
como el primer imperio. Así como
Bolívar á Olmedo y la zona tórrida
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á Bello. Pero esos estados espirituales
pasaron y han Yenido otros
más complicados y difíciles.
El último épico ha sid<:> Díaz Mirón,
el Benito Juárez de la estrofa
rebelde.
Libertados de España, la influencia
francesa empezó á dejarse sentir
en sus actividades mentales después
de haberse dejado sentir en sus manifestaciones
cívicas. Nosotros somos
hijos de la revolución francesa.
El general Miranda, aquel venezolano
incomparable, precursor de la
libertad suramericana, mariscal ele
campo en Valmy, cofrade de la Gironda,
nos trajo con los principios
de la revolución, los trajes, los modales,
la declamación libertaria, el
heroísmo de los sans cullotes y hasta
el cliché fotográfico de las actas
de independencia. Nariño tradujo á
Voltaire y á Rousseau. Zea se entusiasmaba
copiando á Danton; el
marqués de Toro á La Fayette; Suere
á Hochey Miguel Peñaá Robespierre.
El mismo Libertador adaptaba
á ratos las actitudes de Dumouriez
en el campo de batalla.
Sur América es francesa, más bien
que española. Entre nosotros son
innúmeros los que saben los másíntimos
detalles de la batalla de ] en a
y desconocen la historia patria.
Nuestras nlÍsmas pasiones son francesas
como nuestros gestos y nuestros
defectos. El ir1eal de todos los
escritores ó jóvenes cultos, es ir á
vivir en París. Nuestros comerciantes
poderosos van una vez todos los
años á Pads.
Rubén Darío no puede ser sino un
poeta de médula francesa; y no es
q_ue copie á Verlaine sino que está
nmando las sensaciones que en
Francia han pasado y que en nosotros
empiezan. Sí Rubén Darío es
un poeta enfermo, es porque su época
loes.
No;;otros ya vivimos la época de
Hugo, J1cna, cle lirismo y ele grande-
7-a. Esa época que en . \ mérica representan
Vargas Vila, el \'íctor Hugo
americano; Afontah·o, que es nues-
... '
tro C mer y Julio Arboleda y Olega·
rio .\ndrade y Zorrilla de San Martín.
Después sobrevino un período
de negación, reflejo de la reacción
contra la Madre Iglesia, que repre·
sentaron Rafael1 1 6ñez, el portento·
so colombiano, y Manuel Acuña, el
azteca genial y malogrado. De entonces
acá empieza la reacción modernista,
siguiendo <::1 mo,•imiento
literario de Francia, encabezada por
Rubén Darío, anunciado como un
profeta por los destellos "francesistas"
de Julián del Casal, Gutiérrez
Nájera, de Luis G. Urbina, y precedido
por aquel Augusto (1e Armas
que tánto admiró á Ban ,,ille é hijo
de la misma tierra de Heredia.
Rubén Darío encarnó toda esa
gran reacción con todas sus duali'dades,
sus rnisticísmos y sus negaciones,
su virtudes y sus decadencias,
suscomplejidadesy sus perversiones.
Ese es Rubén Dado. Ecce
homo.
Tras el maestro de .tizul l' los Raros,
siguen cada cual en su originalidad.
Leopoldo Lugones, tan grande
. como Darío, Amado Nen·o, el gran
místico, Guillermo Valencia, Díaz
Rodríguez Tablada, etc. Y voh·icndo
la faz al arte nuevo, Díaz .Mirón con
sus Lascas, donde el poeta hace protesta
de sus cantos anteriores.
Quien lucha así, imponiendo un
ideal, no sólo en los círculos de la
alta intelectualidad americana, sino
en la propia España del clasicismo,
''no es un Yiviclorsin conciencia
literaria ''. Si él tiene grietas en su
·montaña y manchas en su sol, culpa
suva 110 es ser montaña ni hab~rnadCÍo
sol.
Cuando leí el artículo de BobadiJla
sentí pena por el escritor original
que, acaso en un enojo pasajero,
baja hasta confundirse con la traílla
rencorosa de las medianías rurales,-
Valhuenas ele Parroquia-tinterillos
de aldea que escupen malvada
hiel sobre la gloria ele to1los los
grandes tristes, desde el divino Jesús
hasta d humano l\Iartí.
. Ojalá que manos propicias s~ ex-
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tiendan para disipar el dls~o entre
los dos escritores; y pluguiese á
los buenos hados que ambos puedan
leer complacidos estas Uueas
de quien cree con fe profunda E inquebrantable,
en el rayo de luz que
flota siempre sobre la infamia de la
pocilga, ya sea en la gloria del deslumbrami~
to-claro de 1 un a ,-6
sonrisa de estrella.
EMILIANO HEKN.I.NDEZ.
Guayaquil (Ecuad.), Abrilde 1906
yt _¡Lu;~ ~no.
Gris la tarde que agoniza ... gris el
alma ... gris el cielo ... En el aire opaco
y frlo flota un hálito de duelo,y
yo triste err el balcón,-con los codos
apoyados en el bor·de de la re-ja-
de la lluvia oigo la amarga, sostenida,
débil queja-y del viento entreJas
ramas la monótona canción.
Oh ! qué triste está. mi alma J' qué·
pálidas las rosas! Vuelan pétalos
marchitos como azules m·ariposas,las
gotitas de la lluvia son el JJanto
de la flor¡-están mustios Jos geranios,
moribundas las violetas ... ¡cómo
llomn las acacias soñadoras y
coquetas! ... un clavel se ha desmayado
al inrpulso del dolor! .....
Y entre tanto que ellas mueren
ha;' un grillo vocinglero-que encerrado
entre la cárcel de su Ióbrt'go
agujero-alza alegre su cantar,·-él se
vepqa en esta hora de una roJa marganta-
que fuesiempre lá másbe/la,
la más dulce señorita-y ha olvidado
sus promesas por querer á un
azahar .
................... ··································· De la$ tapias de lo iglesia y á través
de las neblinas-se alzó raudo y
bulficioso un tropel de ~1ondrins;,-
visten todas sayal negro ychaleio
de piqué,·-z en et /Ji/o delalll.mbre
que trasm1te el pensam1 n . 1a
bánilad14.. va A po ttr ,eiJfrllllp'J"ada
por el vietlto'. .... - ón J. cue11ü d~
un rt> arlo cu.. o er-tn!tito iio
c~a ,..,,.1 !Y~~~fl!}
el camino
alza lltJ ·.aJI"DGIJi ••••• -muerto-
que '•P.liiiMIW -~""en
las tarnw ~J~'P1r~ ~~lll
nas~••·~~·-.- ~,._._.
rama• ~ 1•••'fllf llores de~ld1111. •• ,.
Y yo tds'l:ti
lUCARDO NIB:-70.
Mi resignada voluntad, .e hu
Y rntentras eorren c,op~ ardiente J...,
Las láa'rimaa que eac:aldan mi nuj~
Mi atñbuládo eora6n te a!ab
Y beso, doblegldldo la .. ódilla,
La Sant~ CrUZ en que et dolor llleell•
MMIOBJ. DB 4NJ)OV Al.,
INGBNU1DADBa.Wiila .. B ,.,.. ~·
Quise llegar á tl qa an aailo
buscar en el j;.;d(a di' ta ternura,
para en ese jardfa cortar el hito
fatal de mis i~ erJ
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2G4~ FjL CORR~O DEL VALLE
cstr~cho y desigual en c1uc me pierdo,
11erá tu nombre para m1, el di,·ino
acento de la música que haya
de arrullarme; será lo quc~s la playa
para el doliente náufrago marino.
Y {t pesar de tu ingrato subterfugio
que el caudal acreció de mis antojos,
siempre en tí bu¡;caré blando refugio
para mis penas; siempre en mi delirio
tendré para tu vida, como un cirio,
el alma arrodillada ante tus ojos.
Quise llegar á tí; quise un asilo
buscar en el jardín de tus ternuras,
para en ese jardín cortar el hilo
fatal de mis ingratas desventuras,
pero el país que te forjó mi mente
pobre lo hallaste, y tus celestes ojos
de mi sendero lóbrego y doliente
no extinguieron la zarza y los abrojos.
Y este mi anhelo-instinto que aletea
en tus jardines y que no desmaya
en su \'Uelo hacia ti-sobre la roca
de tu dura frialdad con ansia loca
quedó golpeando ...... tal como golpea
el ímpetu del mar sobre la playa.
ENVÍO
Que pronto llegue á tí la fértil brisa
éfe alegre juventud, y que en tü alma
muestre la primavera su sonrisa
y batn. la vtrtud su fresca palma.
Y gue si torno á tu jardín lozano
baJO la fiebre que en mis venas arde,
En 'l'ez de "es muy tcntprano,"
que no me di~a el corazón cobarde
como un reloJ adelantado: ''es tt1rde. ''
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1
CARLOS \'ILLAFAÑJ!.
EL PAI'ilUELO
"Un !,eso, nada mfts!. .. Thn solo un beso!"
Te dije apasionado. Y repusiste:
"Mucho pides, amor. Pides con eso
de: mi alma los sccre tos, pue~ existe
una puerta en la~ t~lmae, y con ella
llaTecilln es que !le abre" .... y sonrei~te .
Y tu l!UaYe I!Onri!la, que traYieba
la gracia de tu rostro ¡·edohladn,
me pareció que me üecia: ''besa"!
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TrC::muln mi nlma de emoción estnhct,
, T acercarme no pude; tu hcnnosoru
Ítn lnmeneo re11peto me inspintbn.
Rntonec11, n.•hmmntc de: dulzura,
oc tu pupila el csplcnüor mostraste,
muy llena de pastón y de tcrnurn.
Tu frente )' tus mejilla~ enju)(aHtc
con un blanco pañuelo, y ruborosa~
llevándolo á tu boca, lo besaste.
¡Nunca he \'Ísto tu faz, ni más radiosa,
ni mas fresca y risueña qne aquel día!
Alargaste la mano, temblorosa,
y '·toma" ! me dijiste; y parecía
que al darme ac¡ucl pañuelo perfumado,
el ciclo hacia mts manos descendía.
Ese lienzo hrcvísimo, poblado
de ncYados adornos, en el ciclo
por anRélicas manos fue bordado ?
¿Tu sabes si fue así? ¿O a<¡uí en el suelo
los dedos de algun genio elaboraron
ese arte sin igual de tu pañuelo?
Y o sé que doctas manos }>repararon
esa obra de labores infinitas,
y c¡uc al bordar su orilla, se esmeraron.
¡Suave pañuelo que conmigo habitas,
jirón de bruma transpnrentc ~· leve
que al beso casto y amoroso !11\'itas!
Hermano milagroso de la nie\·e,
donde un heso di' amor esta dormido,
su beso aquel, apasionado y brc\"c!
¿Por qut'! y( ven aún en tu tejido
los blancos hilos? ¿Aun están ilesos,
¡;. • no obstante que mil vece:<> has sentido
d fuego tempestuoso de mis besos?
LUIS A!CDRES ZúÑJGA.
---+••-----
EL ESPECTRO
Nous allons á ladessiccatioD:
squelettes decuir, á luncttcs,
rationalistes, anatomiqucs.
Rctournous, me
fréres, \'ers lesgrandeseaux
de l'Iuconscient.-j. Laforgue .
Tú, joven cuyos ojos seabren
mansos y redondos en el rostro
pálido, tú, cuya boca se contrae
1 con el gesto doloroso de quien quiere
sonreír "ante su propio desaliento'',
qué haces? qué meditas hacer
en la Yida que hostilizó tus Yeinte
, años? No lo sabes. Todo lo dejas al
azar y llevas la Yida como una cars-
a con resignación de camello. No
mquiercs jamás el por qué. Ni lo
quteres saber ni te importa. Sonries
1 á toda hora. Sonreirás á la hora de
• Ja muerte. Llevasmuchasfloresdentro
del alma, pero esas son todas
flores blancas, cada,·éricas, trasparentes.
Y tu alma e!S de tal modo
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l~T~ CORR.EO DEL VALLE 2650
inmcns.a, de tal modo sensitiva, que
aureola con su brillo tranquilo, casi
azul, c.a.si amarillo, ele un color lívido
inclcscifrable, todo tu cuerpo. Eso
es tu alma.
¿En qué consiste que tu vida se
desliza así, como agua tranquil~, si
lle,·as enterradas muchas espmas
en el corazón? En qué consiste que
tu risa llora y que tus tristezas sonríen?
No lo has preguntado. Acaso
comprendiste por una maravillosa
intmción que la suprema belleza habita
en el reino de las inconsecuencias
supremas? Acaso comprendiste
el encanto de los acontecimientos
imprevistos? Ah! ya comprendo. Como
nada quisiste averiguar lo supiste
todo. Comprendiste que 1 a
ciencia de la vida está en esperar, no
importa qy.é, en esperar lo que ha
de venir. O acaso Yives "á la sombra
de un acontecimiento que aún
no ha tenido lugar?"
Quien sabe! Lo cierto es que por
tí yan pasando todas las cosas y
que tú las saludas y las despides con
la misma sonrisa amhigua. La vida
es como lasmujeres, comonolabuscas,
ella te bu sea á tí y te agasaja. N o
ha podido y quiere comprenderte.
Y de la misma ,·ida te has burlado.
Naciste armado hasta los dientes
para la rucha, y has vencido. Eres
el impasible. El que tiene para infinitos
sentimientos una tmsma manifestación.
Y o pensaba' al exta. iarme en tu
ambigüedad esfíngica que eras un
poeta, pero no eras sino un contemplativo,
un misterio ambulante, una
Interrogación, una sonrisa. Eras en
n:z del poel:a, d poema, en vez de
crear el arte ó la poesía, eras la poesía
y el arte mismos.
Con un libro bajo rlel brazo, el
traje escrupulosamente correcto,
á6>il, delgarlo, alto, el rostro fino y
pálido, la nariz recta, los ojos redondos
que se abren inmensos bajo
la frente pensati,·a, te he visto, á
,·eces risueño, á ,-eces melancólico,
siempre triste, atravesar por mi camino
ú la hora ucl crepúsculo. No
• sé si tú peregrinas clelantcdc mí há-cia
algún país mann·illoso, en una
extra i'í a romería el e ensueño,
m i s t e r i o s a m e n t e a r m a d o en
la lucha de la vida, con un alma
tranquila como el sol ele los ,·enados
en las sierras ele mi país, con una
ambigua sonrisa que es la misma
para el que llega que para el que se
va. Yo no sé sifué en alguna melancólica
y vetusta ciudad rlel \'alledel
Cauca donde \'Í por primera Y e z
alargarse tu sr)ln bra á los rayos del
sol poniente. O si en el torbellino de
alguna gran ciudad te me apareciste
en una hora cruel ele nostalgia.
Ó si en algunalarganochecleinsomnio,
en un raye de luna extranjera
que se coló sigilosamente por miventana,
al conjuro inconsciente de un
suei'ío, de la plata inmaterial de la luna
surgieron tus fonnas en una sombría
alucinación de la cual mi pobre
cerebro no ha despertado todavía.
Quién sabe! Pero te he encontrado
muchas \'Cces en mi camino como
aquel enlutado del canto musse-
-tiauo. V te clistingo del resto, en que
tienes una misma manifestación para
m61tiplessentimientos, en tu porte
ner\"ioso y correcto, en qne eres
el impasible y el incomprensible, el
que habita el paraje más lejano ele
mi alma.
M. A. CARYAJAL.
UNA MUJER
Ambos á dos se amaban con ternura;
ella era ladrona, y él ratero. '
Cuando él daba un buen golpe de
mano, se echaba ella en la cama y
se reía.
Pasaban el día en fiestas y jolgorios
: de noche ella descansaba en el
pecho de él. Cuando se lo llevaron á
la cárcel asomóse ella á la ventana
v se reía.
- Él le escribió: "¡Oh! yueiYcá mí;
suspiro por verte, llflmotc desde Jo
1nás hondo ele mi coraz(m Y me muero."
Cuando cll~ n:cihi6- la carta,
mene\> la cabeza. y se reía.
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265l EL CORRJ;~O DEL VALLE
A cosa de las seis de la mañana le
ahorcaron á él; á las siete de lamañana
le arrojaron ú la fosa ; pero
ella ...... una hora después bebía vino
rojo y se reía !
ENRIQUE HEINE.
~!~
El Gigante y la Luna
CUENTO FANTÁSTICO
El gigante que había robado la
luna descendió de la montaña y se
detuvo junto ::1l mar -
El silencio prolongaba, bajo la noche,
su silbido sutil, haciendo la ronda
y velando sobre el sueño del
mundo.
En la solcclacl solemne y penetrante,
el coloso sonrió y dejó caer la luna
en el mar ..... .
Las aguas se encendieron de pronto.
El astro diluyó su claridad en
las tinieblas snbmarinas, y del fondo
del misterio brotaron mnndos
desconocidos.
Primet~o apareció nna gran claridad
azul, entremezclada ele espuma,
por donde navegaban peces brillantes.
Después una vegetación maravillosa
de algas frescas y corales diluídos.
Después nn escalonamiento
de montañas ele un matiz rosa inseguro.
Después un gran vacío verdoso
y movible, doncle parpadeaban
estrellas .... La luna lué clcscencliendo
y rcYelando zonas.
Pero ¿dónde estaba el fondo del
mar?
El gigante, que se había quedado
con la mano ext.emlicla, como si el
gesto insensato le hubiera petrificado
en estatua, asistió atónito ú la
caída ele la inmensa bola de nieve
ante la cual se abda la sombra.
La luna siguió hnjanclo serenamente,
y estuvo al f1u, {t táuta profundidad,
llegó á tau hondos abismos,
que se.: tornó scmi,·elacla y difusa
. .\.cada instante parecía tocar
el límite, y á cada itwlantc se ah dan
ante ella nuevas im.1ensiclades. Hasta
que los "i(l ';, í .. q otc.1tes para seguirla
en ·_ . :a., la perdieron.
Entonces c. rebeHc dejó caer con
desaliento la mano extendida .. Pero,
cuando se alejaba vencido, una claridad
tenue y plateada Je bañó ...
Era la luna, que surgía de nuevo
entre las nubes, como si después de
describir una elipse monstruosa y
de atravesar tinieblas insondables,
reapareciera en la superficie del cielo
azul, para atestig-uar la desproporción
entre los mtsterios de la Na·
turaleza y la \'anidad exasperada
de los hombres. .
MANUEL UGARTE.
Blanca y Lola
Justo motivo de contento ha sido
para todos, especialmente para el
crecido número ue lectores de "El
Correo del Valle," la inopinada aparición
de Blanca Rubio y Lola Mcnéndez
en la arena de la prensa .
De un pasado muy lejano, cuando
apenas empezaban á germinar en
nosotros muy pequeñas ideas, venimos
lamentando con tristeza la falta
que hace la colaboración de las
bellas intelectuales, en la obra lite.
raria que desarrolla el progreso en
la mente de las generaciones. Desgraciadamente
en nuestra infortunada
tierra no sabemos apreciar el
\'erdadero mérito de la mujer y nos
conformamos con darle- cuando no
es que las abandonamos del todouna
educación incompleta y limitada
á un estrecho radio. ¡Cuán desgraciada
es nuestra dulce compañera!
En la masa pensante que contiene
el cerebro de la mujer, allí donde se
crée que sólo existe una como mirla
que gorjea automáticamente, germina
un entendimiento fresco y animado,
capaz de muy felices concepciones
en las esteras de la gaya ciencia.
"El genio viene de Dios, y la inspiración
no es otra col:la que su presencia
en las me~1tes," como decía e 1
brillante literato Bolet Peraza, que
hoy duerme en la tumba. Crt:em os
ademrts que la mujer, C'omo héíbil
traductora del idioma del corazón,
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2653
" El Met·curio "
Este interesante diario de la capi- '
trd de la lkpública, ha en\pczado á
publicar una edición dominical dcstinnda
á ciencias é industrias, agricultura,
páginas selectas ele literatura,
poesías inéditas, revista política
rle la semana. revista extranjera
. El uúmero que tencm.o~ ¡_"1la vista
está dedicado á la memoria del
notable hombre de Estado de
todo gr:t Y amen fisl·al y entn:g ·t ,ulo~
la en las sóilinas.
CAICEUl l .
El Vapor "Sttct·e"
Salió del "Puerto Simmonds" el 4·
de los corrientes, á las H a. m., llevando
3 pas>tjcros de 2a. ,. los si-gnientcs
de prtmcr:t: -
Pen
de la Esctt•~la 1\lililnr.
Lo:; Qllr :~E VAX ... El autor de sentidas
pá~has lllliS!c.dcs, ores.: ::>d el sio·lo' ~x x, resulta que só1 o
desde hace 0 unos treseientos años
dejó de tot'narse la carn.c y demás
viandas sólidas con los cmco mandamientos.
Antes tle esa época sólo se usaban
unos trinchan tes de oro ó plata para
tomar frutas. En el siglo XI ca u·
só g-nm sensaci6n que la princesa
.María, sobrina del Emperador de
Oriente, Basilio u, empl~as~ para
tomar las frutas que le otrecta una
t.1lclan1, una orquilla de oro de dos
dicu tes. •
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EL CORREO ogt VAtLE
EMBLEMA NUPCIAL.-No en todos
los países cultos ostentan las jóYenes
doncellas que Yan á la vicaría la
flor de azahar. Sólo es conocido ese
símbolo de pureza en las ceremonias
nupciales de Francia, Inglaterra,
España y América.
Las novias alemanas, al marchar
á la iglesia, ciñen su frente con una
corona de mirtos, si bien las jó~:enes
de algunas provincias del Imperio,
acostumbran llevar una coronarle
hermosas flores artificiales, que se
trasmite de madres á hijas.
En Italia y en los cantones franceses
de Suiza son las rosas blancas
y los claveles los qne adornan los
vestidos de las desposadas, que son
por lo general de color negro y
amarillo.
Las novias griegas colocan en su
cabeza guirnaldas de hojas de parra,
mientras que las de Bohemia emplean
el romero, que según dicen
ellas, tienen la virtud de asegurar la
felicidad conyugal.
Pero, sean flores ú hojas las que
la formen, la corona forma con el
velo el emblema característico de la
boda.
• Entre ateneistas:
-En todas partes se oye hablar
de la nueva escuela literaria-dice
uno-J?ero, ¿en qué se diferencia de
la anbgua?
-En que de la antigua yáno quedan
más que discípulos, y en la moderna
todos son maestros.
El profesor :
-Un caballero está gravemente
enfermo. Padece de neuralgias horribles.
Va usted á verle como médico.
¿Qué le recetaría usted para
calmarle los dolores ?
El alumno:
-Pues un calmante.
-Muy bien; ¿y luégo, qué le
mandaría usted ?
-¡ La cuenta!
-o-
CONDICION~S 1
11 Corr~ clel Valle fulr.AI ea 189t
·~~· puhlh-n lo~ juen·~ olr l":ula semana.
Y:tlor de la ~r.rie olo • 1 ~ númeroR ..... f. 411.111)
Número ~udto. .. .. .. . • .. .. .. .. • • 4.0u
A tt·a~nrlo. . . . . . . . . . . . . . . . . . • . • . . • r..uo
Anuncio~. pí1gina Plll<'ra............. 20u.oo
La~ r<'peti(•iones..... . .............. IOQJ)O
U>lectill:l, pnlnbra..... . . . . . . . . .. . . . . 0,50
Remitido~, ~:olurnn11. . . . . . . . . . . . . . . . . 2flO.tHJ
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El gasto dlano e11 cont1Justzble
tto excede de tt1t peso
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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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VERDADES SOBRE ~L AZUG1R DE "LA 1\IANUELITA"
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ozítt·ar ltt '.9"ala rn e.vct.deur·ia. C11nmlo <·mnpre wde,f e-sta azúctu,
flCIIérde.-
Citación recomendada (normas APA)
"El Correo del Valle: periódico literario, industrial y noticioso - N. 261", -:-, 1906. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3686368/), el día 2025-08-13.
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