Mundos de 24 horas
Frente a la exploración espacial ha surgido su contraparte: el turismo microscópico.

Frente a la exploración espacial ha surgido su contraparte: el turismo microscópico. En tarros de vidrio, no más grandes que una mano, se albergan paisajes de distintos tipos: agua recolectada de un estanque donde puedes bucear con algas, amebas y otros microorganismos acuáticos, o selvas extraordinarias que nacen de un puñado de tierra y contienen musgo, líquen y colémbolos. Para visitar estos mundos en miniatura, los turistas toman una pócima que los reduce a un tamaño micro durante veinticuatro horas y, una vez pequeños, se adentran en el tarro elegido. Con el regreso a su tamaño normal, los viajeros traen consigo recuerdos de un mundo que, a pesar de su diminuto tamaño, les ha ofrecido una experiencia colosal.

Descripción del proyecto
Partiendo de la pregunta ¿qué pasaría si pudiéramos reducirnos a lo más pequeño?, Ecce Homo explora los viajes microscópicos. Dentro de los escenarios resultantes de la ideación, surgió la idea de contener micropaisajes en envases tradicionales. También planteó que dichos paisajes podrían ser accesibles a los seres humanos en la medida en que nosotros también nos encogiéramos, creando entonces el turismo microscópico dentro de las experiencias posibles para las personas. Este proyecto, teniendo en cuenta el cilindro de escenarios, se ubica en los futuros absurdos.
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