En un peculiar rincón del mundo, existe una sociedad compuesta exclusivamente por niños que nunca envejecen. El desafío más significativo que enfrentan es la alimentación, ya que muchos de ellos no tienen todos sus dientes y les resulta difícil ingerir la comida convencional. Para solucionar este problema, una niña inventó barriles gigantes de compota, disponibles en varios sabores y ubicados estratégicamente en las calles de su ciudad. La compota en barriles se convirtió rápidamente en la principal fuente de nutrición para los eternos infantes, resolvió el problema alimentario y fomentó espacios de reunión alrededor de estos para disfrutar de su sabor y compartir.

Descripción del proyecto

Partiendo de la pregunta ¿qué pasaría si no envejeciéramos?, Valery exploró los límites del cuerpo. Dentro de los escenarios resultantes de la ideación, surgió la idea de crear barriles enormes de compota, como alimento esencial para una sociedad de niños que nunca crecerían y, por tanto, no tendrían dientes para triturar la comida. Según Valery, los barriles estarían por toda la ciudad y serían de diferentes sabores. Este proyecto y, en específico, su prototipo diegético, teniendo en cuenta el cilindro de escenarios, se ubica en los futuros plausibles.

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