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Naturaleza

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Coco dátil

Por: José María Gutiérrez de Alba | Fecha: 18/03/1873

En la lámina: "Coco dátil, muy espinoso, de 5 a 20 metros". En el manuscrito: "El día ha amanecido regular, aunque algo entoldado y con anuncios visibles de próxima lluvia. Aprovechando la circunstancia de hallarse nublado el sol, he salido a copiar cuatro palmeras de distintas especies, que se hallaban en el bosque a poca distancia de nuestro rancho, cuyos dibujos deseaba añadir a la colección que de ellas tengo ya reunida: eran éstas la llamada Mil pesos, de tan gallarda forma como útil y sabroso fruto, la coco-dátil, sumamente espinosa, que hace los lugares donde crece de todo punto intransitables; la aguará, cuyo tronco describe casi siempre una curva, y que parece a lo lejos una escoba inmensa, con las hojas vueltas para arriba, y por último, la que lleva el nombre vulgar de zancona, por las muchas raíces adventivas que brotan de su tronco, a veces hasta a más de un metro de altura, y cuyas hojas relativamente cortas, anchas y escaroladas no pasan de cuatro o cinco alrededor de un cohollo estrecho, flexible y largo que les sirve de remate. Esta crece sobre su esbelto y delgado tallo hasta una altura que la permite dominar los árboles más corpulentos, y es uno de los más bellos ornatos de las selvas intertropicales". 17 de marzo de 1873.
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Coco dátil

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Imagen de apoyo de  Indios guaques conduciendo al bosque a un moribundo, a quien abandonan suspendiéndolo de las ramas de un árbol. Apuntes del Caquetá

Indios guaques conduciendo al bosque a un moribundo, a quien abandonan suspendiéndolo de las ramas de un árbol. Apuntes del Caquetá

Por: José María Gutiérrez de Alba | Fecha: 11/11/1873

"Luego que el viento amainó un poco, seguimos navegando hasta la embocadura del río Consaya, a donde llegamos entre cuatro y cinco de la tarde. Salieron algunos indios atribulados y pesarosos a manifestarnos que acababan de conducir al interior de la selva el cadáver de uno de los hombres más importantes de su tribu. Con esta ocasión tomé informes detallados sobre sus ceremonias fúnebres, y me refirieron los pormenores más curiosos. Luego que un indio se siente enfermo de gravedad y lo declara así el médico o brujo, que se guarda muy bien de tomar a su cargo la curación del enfermo, por la responsabilidad que luego le exige su familia, ésta persuade al infeliz doliente de que su fin es seguro, e indispensable llevarlo con tiempo al bosque, para que acabe de morir lejos de la casa común, y el espíritu de la enfermedad no se apodere de otras personas, al salir de su cuerpo. Convencido el enfermo por estas razones, se deja conducir sin oponer resistencia alguna, hacia lo más intrincado de la selva, donde, envuelto en su hamaca y bien liado con cuerdas o bejucos, lo dejan completamente abandonado, para que exhale su último aliento". 28 de febrero de 1873.
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