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Imagen de referencia de P.P.P Valles de Cafam - Complementaria

P.P.P Valles de Cafam - Complementaria

La creación de esta colección de 50 libros, tiene la intención de complementar un pequeño pero potente espacio de lectura, llamado P.P.P ubicado en la localidad de Usme en el parque Valles de Cafam.

Contenidos de esta colección

Imagen de apoyo de  Botánica indígena

Botánica indígena

Por: Florentino Vezga | Fecha: 1936

Con este título, Florentino Vezga (1833-1890) despierta consciencia sobre la importancia de reevaluar y valorar los conocimientos tradicionales de medicina indígena, pues gracias al acercamiento natural que estos personajes tuvieron con el territorio americano antes de la Conquista, se los puede considerar autoridades en el uso de plantas y otros instrumentos para la cura de enfermedades y distintos males. De este modo, la botánica indígena, comprobada en la existencia de los yerbateros, es una fuente de conocimiento no explorado, y muchas veces perdido, en el que se puede apoyar el desarrollo de la medicina occidental.En su texto, Vezga relata anécdotas y experiencias que tuvo con indígenas y personajes de la región que, como privilegio de amistad, le suministraron información sobre botánica y medicina natural. Finalmente, presenta también entre sus anotaciones un inventario de las plantas que mayor impacto le causaron por sus efectos y posible impacto dentro del campo de la medicina, pues, ante todo, al autor lo guía un propósito mayor: el de servir a la humanidad y hacer justo homenaje a una raza condenada.Este título hace parte de la Biblioteca Aldeana de Colombia, selección Samper Ortega de literatura colombiana.
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Botánica indígena

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Imagen de apoyo de  El Pueblo - N. 9

El Pueblo - N. 9

Por: | Fecha: 02/08/1855

TRHI. :1. 0 J ·u,;: 10 ns.) cm&t!L'~>mraurt~ . Ct NDIDATOS .\DOPT.\DOS POR L:\ JlN1'.\ CEX'fRAL ELECCION.\RIA DE MEDELLlN. ciudadanos, n )S croaremos con jui:iscliccion sobre él. Por lo domas poco nos ilnpol·l.a que tenga o no buena cara, que administro o prodigue su fortuna, que sea s~brio o sen­sual, fanático o hereje. En nuestra o pi nion que e time n1as ventajosa a la n1agnitud do sus efectos. El imperio de la libertad no es ya nna aspiracion, sino un derecho. ~~~DC3'-----. -8JO~RGUJTwi o.,--llRnRn~ HL"A Q.R....A----.r 1a prensa tiene un ministerio nws impor- .c 6 .11 6 tante i prostituirlo de esa 1nanera seria ar- No es una mera prornesa del Gobierno, sinó un hecho consumado, irrevocable, im­perecedero. e c.;:.> ...-~-u~cs---~Q....---- rancarla violentamente ele su 1nbor espiri- SENADOREs. l h l . d 1 1 nr. Nicolas F. Villa. $ Dr. José Ignacio Quevedo. lua para . OCCI' a S8fVlr e CSC a VH. a as pa- Dr. Manuel UrilJe A.njcl. $ Dr. Mamerto Garcia. siones del cuerpO. REPRESEl'CT ANTES. Juan d efe tyr:v!o, r/e f'<.f./:.i: Tndn pnre ·e m unci(;lrnos que las luehas 1h>liticns lwyau abandonado en esta pro- ·i rH.:in el earúdcr de rnezquinqad i de cho­ ··nnle acritud que las ha caraderizauo héls­ta hui. !~u vano tralan1os de buscar en ollas (•sa riqueza, esa fecuüdidau de principios, 1 sisternas que anuncia i re-vela en Jos prti­. 'S cultos la luclw. ue ]as inlclijcncias. En vano no , hemos esforzado en vislmnbrllr uulrc el 'speso t jido de tantas pasiones co­JHO hoi se cru~an, ]a presencia de alguna doctrina por cuyo triunfo o por cuya caída !"lU haya encendido el espíritu del pueblo. ~'ubun1o, que donJe hai oposicion do ten­d ' ncins, Jebe h· ber ehoquo i que el cho­que Jebe ser fuerte en razon Jirocla de 1a inlnnsidad ue las tendencias; poro desde qüe vemos los cfcdos de una lucha, sin poder •Hl iviullr sÍnl'undirnos i 1lc;rauws a creer que todo anda trastornado. El elCincnto n1atorial eutra para tan po­co en las acciones i en los destinos de la hunwnitlad, hoi que ]as ideas se han pro­clamado eiioras del 1nundo; las personas lwn quetlado do tal manera eclipsadas, por los poderoso intereses de la especie; la verdad ha andado tanto camino, merced a las cstensas conquistas de la idea sobre la fue?~za, que, con franqueza lo decimos, so­mo incapaces de comprender ninguna lu­cha, sobre todo si en ella vemos tomar par­te al pueblo entero, cuando en la esencia de ellu no encontramos los esfuerzos opuestos de dos inte1ijoncias, de dos tendencias so­ciales, de dos principios que se escluycn. ''El Pueblo,, como órgano de un par­tido, e ha mantenido i espera mantenerse siempre a la altura que le corresponde. Bue­nas o malas, él tiene sus teorías i lucha por realizarlas; pero no ha manchado ni man­chará sus columnas, con nombres i alusio­nes personales. Eso seria descender desde la humanidad hasta el individuo, desde la iuea hasta la materia, desde el derecho hasta el abuso. Solo en tanto que un hombre delinea en u carácter público, o que en su calidad pri­vtv. la, vulnc~e .los derechos pó.bli~os de los El tiempo de ]u política tortuosa f¡ue co­dificó la Constitucion de 181·3 ha pnsndo p«ra siempre. Hoi no busca el pUt~Llo quien vvte por él, sino que vota directun1ente por sí mismo. Por eso nosotros que hemos creí­do i creemos que los principios politicos que el tiempo i la apatía han aclimatado en la provincia, son viciosos, infundados i dañi­nos, predicamos contra los errores, demos­t. ramo~ la verdad i pedimos al pueblo que nos s1ga. Si estamos equivocados, convencednos, pero no nos insulteis. Si pr dicamos una rnentira, detno Lradlo; pero no abuseis de la credulidad de las clases ignorantes pnra rer-resentarnos como no somos. Si nuestros principios son malos, dadnos a conocer los vuestros para que nosotros elijan1os; pero no os contenteis con iniuriarnos i eritar el en1peño en que csta.is de decir qué pre­tendeis, tomando nuestras personas, por materia de discusion. La guerra de las ideas tiene su código que es preciso respetar, porque desde que se renuncia a las ar1nas de la intelijeneia para ocurrir a intrigas, a mentirns, a ata­ques personales, se quita a la lucha lo que tiene do grande i se convierto el campo en palenque de miserias. Querer en estos tiempos imponer a la so­ciedad la voluntad de un hombre i hacer triunfar deseos puramente individuales, es una empresa tan insensata, tan irracional que no debo inspirar en los ánimos del pue­blo otro sentitniento que el de la compa­sion. Las fuerzas sociales en toda su amplitud andan hoi libre1nente buscando su ca1nino i 1noviendo los resortes de la opinion, segun sus distintas tendencias i su manera propia de obrar. Desde que la soberanía se restituyó a ]os ciudadanos i se eliminó esa injusta distincion de blanco i negro, pobre i rico, casaca i ruana, cada una de las fuerzas in­dividuales, tiene el pleno derecho de desa­ro11ar su accion i vence.r o evitar los obs­táculos que s~ le resenten de la Inanora ¿Por qué no miran nuestros adversarios la cue 'tion bajo este aspecto? ¿Por qué nos aborrecen por el sin1ple heeho de que damos a nuestros esfuerzos un jiro distinto del que ellos quisieran que tuvi ra? A la verdad, no lo entendemos. A mé­nos que se confiese que hai hombros a quienes las ideas causan cólera en lugar de hacerlos n1editar. Nosotros no solo aceptamos, sino que provocamos la discusion, porque sin dejar de tener en nuestros principios una fé viva i bien fundada~ queremos infundir a los que sean testigos o partes en la controversia las mismas ideas de que rstan1os poseiuos. Si nlguno llegase a probarnos que el sis ­tema ndunl es mejor que el. que nosotros proponernos, nosotru, nos ad!1eririamos in­tncdiatamente al partido de nuestros adver­sarios. Si nuestras ideas alcanzan por otra parte a victoria ¿ CJUé razon podrrin alegar los nte que esta esdlacion elecdona­r ia, pues manifiesta que tollos i cada uno en par­t ;cular qui ·rcn ya tGtnar injer·pncia en la cnsa pó­:) lÍ t:a . Complúcenos ver al fin entre no~olros una man ;festclcion ilustrada, independiente i vigorosa du la opinion. La mas o ménos influencia que es­ta ti ene en la política de los pueblos~ determina con seguridad el ?:rado de justicia i de liberlud que en ellos rcinn. Examinad o si no a los pueblos drl Orienlc, donde ia tiranía i el fatalismo para­lizan la opinion; lo que succJe en Rusirl, dondé la ' 'oluntad de uno solo suprime la ''olunlad i el pensamiento de los deméls, habiéndose convertido en aqt el país el despotismo en reli.Jion; lo quepa­sa hoi en Francia, nacion de carár.ter· incalifica­ble, pues siendo la mas brava i la mas inlelijent6 de la Europa, ha visto con abyecta indiferencia su prensa esclavizada, su tribuna silenciosa, su anloreha Jc civi1izncion apagada, sus aspiracio­nes jenerosas de libertad suspendi<.las i continúa, eon cseándalo del mundo, postrada a las plantas de un tirano. Dios no castiga ya a los pueblos, ·como en los tiempos bíBlicos, con el agua i el luego; ni come. en épocas postel'iores, hn.ciendo pasar sobre ellos el eaballo de Atila o el snble de Tamerlan: cuando obre una nacion quiere dejar r,aer su cólera om­nipotente, suprim~ en ella la justicia i la liber­tad, i la deja embrutecida, degradada o muerta. Aliado de esos pueblos desgr~ciallos que hemos nombrado, donde la justicia i la libettad !'al tan, por que la tiranía pes:t sobre las manHcsla iones de la opinion pública, citar{~mos la Inglaterra, ejemplo vivo i palpitante de que lajusli<:ia i el derecho pue­den existir en alto grado, cuándo la opinion es ilustrada i libre, aun tenien<.lo que luchar con las tendencias egoístas de un gobierno de banqueros, i con las pretensiones absorbentes de una oligar­quía poderosa. I ¿.cómo podr{t consolidarse la República, es de­cir el gobierno de todos, si In. multitud permanece indiferente delante de cuestiones de importancia trascendental? Cómo podrá establecerse el reina­do del derecho i de la justicia, si los c.it.dadanos continúan inermes, dejúndose condueil' como una máquina a las urnas electon.tles por hombres que, no teniendo en mira sino sus peeuliarcs intereses, han hecho del egoismo un sistema i una idola­tda? No han faltado quienes digan de nuestro artí­culo del número anterior que es peligroso, porque le hace comprer.1dcr al pueblo ciertas cosas de que no deb1era ocupar~e jamas. Esos hom1)res quie­l'en que el pueblo no comprenda las cuestiones e­conómicas, ni los problemas sociales para que· no les pida nunca cuenta de los derechos que le han arrebatado, ni de las injusticias monstruosas· que ban hecho pesar sobre él. Mantener a lns masas siempre en la ignorAncia i la miseria, eternizar en ellas el error i las 1inieblas, ha sido la aspiracion constante, en todos los tiempos i en todos los paí­ses, de mandones sin elevacion, sin dignidad, sin patriof...mo i ~in 'Virtud. El egoi~mo e~ pasion Ll- . ...., .. n.iversal, pero en njnguna parle tiéne manifesta­ciOnes m~s odiosa.s, ni. apóstoles mas fanáticos que en la anllgua Antwqma. Este feo sentimiento se deja senliJ' en la polilica, en Jas relaciones socia­les, en la industl·ia, en todas partes. Hai muchos homi~J·e~ ent~'e nosotros, que querl'ian suprimir del dtcctonano todas lns palabras como inútiles i no dejar sino el pronombre personal yo. Po; fortuna esos hombt'es no tienen ni )a intelijcn­ci<: J-, ni el val_or bastan les para hacer predo­mmar ose quendo yo sobre los iu tereses Jenera­les. El p teblo Ya connciendo ya quienes han tra· ficado cot'l su indiferencia o su ignorancia sabe clonde estan la equidad i la justicia, conoce'su.so­beranía i sus dt'rcchos, i esperamos tentlrá el va­lor bastante para hacerlos triunfar·. Nosotros no aceptamos el egoísmo como una re­lijion verdadera, ni el mantener al pueblo con veuda sobre los ojos como una poHlica elevada. Luz, justicia e if:)·ualdad pam todos es nuestra divi­sa. Lo único que puede sostener i alenllr nuestro corazon, ajado por los desengaños i marchitaclo por el dolor es, la esperanza que tenemos de con­tribuir !11 triunfo de algunas ideas jenerosas, i de cor?IJaftr por qu~ se co~soliden. ~n nuestra patria la Igualdad, la l1bertad 1la JUSticia. Lo repelimos al puehlo: las contribuciones indi­rectéls son un errot· constante, nna injusticia per­manenl~. Estas contribuciones arrebatan a los po­bres pa_rle de s.u miserable salario, del esca~o pan que al1menta su vida, para sostener garantí»s i gobier'?o ~e que ellos casi no necesitan ; al paso que deJan mt.:tctas las rentas del minero, del rico haerndarlo i del banquero a los cuales la fuerza pública les da segurid::td en sus grandes negocios, i tnmquilidad en su ,·ida opulenta. Lo repelimos a los capitalistas: es una manera mui limitada i mezquina de ver las cosas el creer, que haya solidez i estabilidad cuando no existen la igualdad i la justicia. La prosperidad jeneral no puede ser perjudicial a nadie. El órdcn es consc­<: uencia lójica del bienestar público.l\lcjoranjado definitiVI!Illenle estnblecida la posicion de nues­tro pHrlido no ~oto ('01110 cornbauente, sinó cómo pro-p~ gandr:,ta . · La frntf'mida ·! industrial, es el reconocimirnto solem­ne dr;l dererho que tiene todo hornbn,:, luborioso a en­trar l' tl parl.icipacion d~ los respeto_ i consideraciones que se deben a los bueno ciudadanos. Es la santi­flcacion del trabajo i la declaracion espontá net'l, termi­nante i consolador·a que la clase rica tle la sociedad hace de la íntima ali<~nza de todas las fuerztt , de todos los ajenle~, de totios los caritlllf'S, de lodos los talentos. Es en fin la fijacion del verdadero carácter de la riqueza pública, en la cual tienen tnnto derecho a aparecer los brazos del jornalero, como las jigantescas creaciones del capitalista. Al partido liberAl, defensor de las leyes que estn­hlecen la universal armonía de todas las exbtencias i de todas las fuerza~, tocaha tambien ser el primero qne demost¡·aba i luchl'lba po1· snncionar en las leyes civi­les la armonía de todas las industria . De hoi mas la cneslion es de práctico, porque el principio se ha entl·onizado i reinará por si _oto. Si. ya no pensart.mos en el medio de vi\'Ír a costa de los oh·os ainó en la manera de dividir las cargns públ1ras ('On ello~. Ya no oiremos al comercinnto intrllrtuelol' atacar los penies i defend er el monopolio de licores, sinó recla­mando la misma liberlad para el productor de los ~e­gundos. Ya no veremos al usurero gozando grális del é\lll­pnro de la soriodHd i pidiendo g1'avámenes para los de­mns, ino resuelto a contribuir con ellos segun sus nH'­dios i el inler<:>s qno la . ociPdad le ofrece Ya en fin no veremos unas industrias trntélndo de e.;­plotar a otras, sinó a todas marchando como de la nHl­no, bajo el pacto de nnél alianza intima qne las hace _igualmente benéficas, civilizadoras, roJ::.peLables i sagra­< ias. Veame los documentos relativos a la junta comercial. La espostciou del Presidente estaba concebida así: SeñoreA: En estos tiempos cuando dos o rnns hombres se jun- 1an, la cue tion de los intcre~es material~ viene por si sola a ponJ•rse sobre la mesa i todos los esfuerzos i to­das las ideas tienden naturalmente a ocuparse de la m­du, tria. Imposible fuera que en proporcion no nos ajitase a no­sotros el mi~mo rnovimi(~nto com·ubivo qne caracteriza tHtestt'o jg\o. E::.lraordinariu parer.cri:l que nquí en \a pri­mera provincia, i en la egunda ciudad de la República, no tuvieran tambicn apoyo i defen_ores los intereses ma­teriales. lncompren::;ible sería en fin, que el comercio de esta ciudad, cuyas firma ~on conocidas co todos lo · mercados nacionales i estranjr.ros, e hubiera mostrndo indiferente, cuando se ajita una cuestwn que es en el fondo weslion de comercio. Conoceis SS, las disposicione a que está sujeto el sis­t~ ma fiscal de la provin ia i $abeis mni biP.n que ese ~rstema, es el rnas ({tcil, pero el mas malo: sistema de empü·icos, de adi't'i no ~ Pscale!> que decretan una cosa siu saber ni poder r.alcuL 1: su re ' Ir ·tdo. Ignoro i q11i P.ro tgno r:n·, si , ,- alle os llamais con­se~ v~dnr!:'s o libl>nlles. I\ada ~ . ~ an en esta junta léts opmwnes que f ero de ella rut é.t r separarnos. Dema­siado élbd::. qun esas di vi ·ion s son n1 · c(ecto de cuestio­nes personales que de verdadera dife ocia en punlo a ideas i teudencios. A mí me hil::.la abt>r q ' t~' soi:;, comercian ,s i que co mo tale::. venis a tomar en consideracion Jo::. Tltereses de e~a. indnstrin la mas noble, la mas peligrosa, la mas VlVIfkan te i re~ peta ble de todas. El ?rden de cosas qne hoi existe, no es ni puede ser seetemble ante un exá.w.en ii.losó.fico e imparcial. porque Iloi son unos los que sufren de esta manera, maüana serán otros; pues repito que el comercio entre nosotros cambia diariamente i por su propia naturaleza, de mer­cados, de objetos i de Jiro. Por tanto, creo que es del interes jeneral de todos los presentes el mantener o pro­curar que se mantenga siempre abierta la puerta a to­dos los jéneros i a todos los empresarios. El mundo está hecho de tal modo que, por mas que dignn algunos e critores, es imposib1e ser en él, absolu­tamente egoista. No hai paso por indiferente que parez ca cuyos efectos no se hagan estensivos a toda la co­munidad. A veces el movimiento que produc~n llega hasta nosotros, débil i medio perdido, como la última onda sonora de un instrumento, corno 1a postrera vibra­cían de una cuerda herida; pero llega, i aun cuando no lo sintamos, existe i obra. J...as industrias, léjos de estar en oposicion son pues hermanas i ~o se puede deprimir o protejer esclusiva­m nte una sm que sufran todas. Ved aquí por q11é quiero que proclameis hoi la fra­ternidad industrial i porque mi deseo mas ardiente es de ver que ese principio sea reconocido i adoptado por !él parte mas respetable, mas valiosa i mas fuerte de nuestra soc:iedad. La fratemidad de la industria, nos lleva naturalmente a velnr no solo por el comercio que eE: nue tra profe­sion sinó por la~ artes i oficios que son nuestros alia­dos en ln obra de la riqueza; así al propio tiempo qn~ sostengamos nuestros intereses, so~lenemos los de nues­tros con:nmidores. pu es i permitimos que ellos se em­pobrezcan, su mal se liará sentir directa e ·ndirectamen­te -obre nosotros. Yo no creo SS., que haya otro med to de realizar el pritJcipio de la fraternid ad indu stri nl que el de poner a todas las industrias igualmente fuera dPI alcan ce de las leyes fi ·cales: de este modo cada uno tomará su curso natural; cre~erá o menguará segun las leyes sociales; pero no tendrá jiros forzado:;, ni envolverá por tanto el .1érmen, hoi sensible, de una crjsis que todo lo trastor­ne en el órden económico. Cllál será pues, el medio de libertar a la industria en jeneral de la acrion 11scal? Yo creo SS. que solo el esta blecimiento de una con­tribllcion directn, Impuesta sobre la renta i proporcional a ella, pnede salbfncer a esta urjente necesidad i resol­ver e::: le p1·oblema peligroso. Hoi que la esten ·wn ilimitada del derecho de sufra­jio ha puesto a célda uno en la capacidad i en la obli­gacion de entender en los nego:;ios púbtico , creo qne una comision nombrada (al tiempo de hncer las elec­cwnes para el Cabildo) por el sufrajio directo de los ve­cinos de c'ada di ' lrito, seria no solo la mas propia para hacer Ja <.lislribllcion sinó la única que diera completa garantía i ab.:oluta satisfaccion. Esta es la idea. Los pormenores pertenecen a otros hombr,:_:s i a otro lugat·. Nue~tra sociedad e tá dividida en dos fracciones cuyos principios son absolutamente contrarios en materias fis­cales. Unos qnieren la coutinuacion del monopolio de lico­res, otros su caída. U11os quieren la subsistencia de los derechos de peaje, otros ::u abrogac10n. Unos quieren la permanencia del impuesto dir.ecto de caminos, otros creen que ese impuesto es perjudicial i veja torio. Unos quieren las contribuciones indirectas, otros pre­fieren las directas 1 proporcionales a la renta. Unos en fin quieren la desigualdnd dP. los productores i otros la proclamacion de la FRATERNIDAD INDUS­TRIAL. De estos dos ststemas, yo no he vacilado en aceptar i decidirme a sostener el último; pero corno uno i otro tienen sus defensores i como el problema ha de quedar re.:;uelto tan pronto como se reuna la Leji latura pro­vincial i se verifiquen las dAmas elecciones que deben hacer~ e para organizar la nueva, provincia i la adminis­traciOn parroquial, he creido conveniente presentaros al­gunas p1·opo ·iciones que creo necesario adoptar, una vez que los principios que he enunciado, sean de vuestro gusto. Vcdlas aqui. 1. ~ La junta jeneral de comerciantes, adopta como candidato para la Gobernacion de Antioquia, al Sr. Dr. Jorje Gut:errez de Lara. 2. ~ La junta Jeneral de Comerciantes, se adhiere a las candidaturas adoptadas por la y'unta central elec­cionat ·ia;, vara la LeJiSlatura constituyente i para el Ca-bildo de l\Iedellin. / ';\ es La ~un la jencral d~ comerciante$) a.l adopt!t esas Ju~TAS. Todos Jos dias hai alguna convocada por los entusiastas para organizar i discipli­nar sus respectivos partidos. Sentimos que Jos SS. nuestros contrarios (a quienes no sabemos como deberemos llatnar) no tengan un poco de mas franqueza i se an­den siempre con misterios, citándose al oido, concurriendo de uno en uno, ocultando Jo que resolvieron i aun negando que hayan hecho co­sa alguna. Nosotros confiamos algo mas en la opinion i en la justicia. Por eso escribimos cla· ro claro, hablamos alto i hacemos nuestras reuniones a puerta abierta i a la luz del dia. e RA .-En guardia, señor Cura de Hatoviejo! En guardia! Porque "El Pueblo'' no se la per­dona a nadie i parece que U. está haciendo que tome cartas el Diablo en nuestros asuntos. Noso­tros no nos metemos en sus negocios; no se me­ta U. en los nuestros. Nosotros nn melemos a la relijion en la política, no meta U. tampoco la política en la relijion; nosotros no amenazamos con Ja horca a los devotos, no amenace U. a los liberales con la muerte eterna. POLICÍA.--A la policía pública ha opuesto la "Junta central'' una polida privada. Entiéndase que no decimos secreta. Esta tiene por objeto contener con su vijilancia los excesos de Jos se­ñores comisarios. La jente pierde el miedo. EL Psno. GONZALEz.-"Mienten, dicen unos san­tarrosanos, mienten los que dicen que nuestro Cura se mete en elecciones. Él solo ha dicho que Ja lei de censos, era lei de ladrones im­pios i que la culpa la tenian los que habian elejido malos hombres''. Ahora bien, con10 se­gun el vocabulario conservador ladron, impío i liberal son sinónimos, por eso las palabras del Cura tenian sin duda en mira un fin elecciona­rio- ¿1 la circular de los Centuriones?-¿! los fu· siles que le mandó el complacientt> Don l\fariano i que tiene depositados en su casa? REl~I~IDOS. LOS GOBERNADORES DE LAS TRES PROVINCIAS 1 LAS ELECCWNES. EL GOBERNADOR DE A~TIOQU IA SE:-'OR ESTANISLA() BAH HIÉNTOS. Autorizado por elP. E. para designar los cabildos que debieran hacer el escrutinio de las elecciones en caua círculo electoral, léjos de encargar es­ta delicada funcion a los cabildos de las princi· pales poblaciones, como era natural, eseoje los cabildos de H cntos para irse a los pueblos del~ rortc de 1J,•delliiJ, a negoc·os parliculare , i llama a cjel'­(' t·r- Ja Cnbcrnacion nl desig-nad )r. Féli." de "dl· 'que es el rrcsitlentc de la junta eleccionaria d' lo· conset·vauorcs. ¿Qué resulta de aquí? Que el 1 r. ~l ina, no llcw udo el carácter tle Gober­nado!', puct1e tl'abajm· a mansL lnt en Bstos quin­c.: e t Ítis qt e faltan para las elecciones, ic¡uc el Dr. 1,1i de Villa, si por miedo a In re ·ponsnbiliu< tl se abstiene de continuar trabajando en su junta e- · .. : ·ionar· a, alménos logra qnc con la ntbma fir­J 1a que tnn ido poco ha a los pueblos las circu­lares ., i .strucciones del partido conscrntdor para J tr. cleecion s, va. an ahora las órdenes i prc- ·:·Hcionr~ de la Gobernacioo; i así el un empleado dl•ja el mando i marcha a trabajar con el presti­.1 que le el. la autoridad que acaba de ejercer·, i el olro l01na el cj crcicio u e esta misma autori-la ·l pllra fa~ in:w con eJJ, a los bisouos pueblos 411e, uo sabiendo distinguir de tiempos, confnn­dir[ m mui fác'l las instrucciones del presidente de a j·mta eleccionaria con las órdenes del Sr. Go­hl'rnador. Es las intriguillas se parecen a las fini­siJ.. Jas invenciones del dc{ttnto Pedro Thl'írlir Con­Lit'gra en Sabanilla. FL t~OIJER. ·.mOR DE CÓRDODA DOCTOR YE. '.\."CIO HESTREPO . Ig·o mas recatado i timido, no se ha pre­~ cn tado con el cinismo i decision que sus com­p:. tiieros, pel'O Si habremos de observarle, que fenit~udo rn sus manos, como Lo los los Gober­n. H ores, la facultad de indnlt es injus lo, i en una t1S clérigos que fueran n mcler:;e P_n intriga ~ eleeeional'ias uebian respclnt' la antl­dad de la sohcranía, como hacen respetar al pueblo In santidad de su personas. Ellos son los pastores de la grei, sean tambien los <•rá­culos de sus u~rrchos; i no usurpen Ja do_bl~ preponderancia, condenada ya, del saccrdocw t del impet io Voten, enhorabuena, los eclesiásticos como ciudadanos; pero no voten tantas veces como el número de los vecinos de su parroquia. No representen ficticiarncnte a familias enteras que si bien les entregan su conciencia relijiosa., no pueden dal'les su conciencia social, sin degra­dar sus cándidos coruzonos: no prostituyan asi el sufrajio, dejen siquiera es~ resquicio de li­bertad a l pueblo mas cnvileeioo por las sotanas. 1 en cl'eclo, al clero le convjene mucho no mezelarse en elecciones de ningun jénero, por­que teniendo su mantencion asegurada por el p·tcblo i espcrt..ndolo Lodo del Papa i de los obis­pos, su inlcrYencion en las asambleas públieas es tan inconducente como la de un procura­dor "in personería en un juicio o una anciann pobrísima en el capítulo de matrimonio. INSHRGIO·NHS. ENTONCES 1 AHORA. Es tan f;ícil hacer comparaciones entre el in­mediato pnsado i el presente, que sin pensar en ello, a cada paso nos tropezmnos con un he­cho que muestra la. desventajosa diferencia de lo que enlónces fué i de lo iJUC es ahora. Tamos, pues, a echar al publico algunas de estas comparaciones; i si del exámcn de ellas resulta que ganamos o perdemos, mejoramos o e1npcoramos nuestra condicion social, a los que esto escribimos no nos toca deducirlo, calla cual vea, compare i juzgue. Cuando los liberales ocupaban los bancos de la Cúm:ua provincial i del Cabildo, dominaba en attucnils corporneiones el deseo de ali\iar de contribuciones al pueblo pobre, haciendo que ellas pesasen sobre los pudienles. Entónces el agricultor, que casi siempre es pobt·e, concnnia con toda libertad a Jos n1erca­dos, sin tener que pJtgat· nada por el movimien­to de sus frutos i animales; i ahora, a cada paso qne da con una carg·u, una caballería o una. re , tropieza. con un esbirro que le cobra i le cxije en el acto el derecho de peaje, de con­sumo o de pontazgo. Entónc.es el pobre jornalero, que come por la noche con sus infelices hijos lo que gana en el clia Jon su trabajo, no tenia que dividir con nad· e mas sus jornales, ni que pensar sinó en buscar donde ganc1t'los: i ahora dcue ceder dos o tres dias de trabajp al señ.ot Alcalde para rom poner caminos públicos; i tiene que pensar mu­cho de donde sacarú el pan pltra sus h'jo cr. c~·os dias que le obligan a trabaJar tle-halt1c. Enlóncc Ja agricultura, el cornercio, 1oda cla­se de induslria era libre pilra el pobre como pa­ra el rico: i ahora solo- la usm'a, o plata a pre­mio, la minería, el cambio de oros, los sala­dos i dcmas nep-ocios de Jos ricos gozan de c::;­ta libertad; miéntras qnc la agricullm'a, el co­mercio por menor, el lr~sporte i \'Cnla de ,.¡_ vercs i animales, que son los negocios de lo· pobres, están recargados de impuc los. Entónces no hnbia privilejio ~ ni monopolios i ahora, contra la disposir.ion constilueional, !wi privilcjiados para no pag~1· Ja conl¡·ilwcion ele caminos, aunque gcan pudientes, i csLün nw­nopolizados los licores. Entónccs con la misn1a libci'Lad con que 111 capitalista colocaba sus cuan1iosos fonu al in lel'cs de uno i n1edio por ciento mensual, o cs­plotaba una mina de oro, o cJaboraba la sal, uua pobre i tniserable vieja acurrucada ecrca de Uta triste fogon, veía destilar gota a gola, en un sencillo aparato, dos o tt·es botellas de nguar­dicnlc para dar de comer con . u producto a sus desgraciados i tal vez hambrientos hijos: 1 ahora, los señores capitalistas pueden continuar con la mis1na libcrlatl que ántcs sus cmpresns de usureros, mineros, alincros &., sin que lW­Jie los moleste ni perturbe; miéntms que la po .. brc i desamparada dcsliladora, espantada nl as peclo del oprobioso monopolio, rodeada de e~­pias i de gunrdas, asechada i perseguida JHH el a='cntisla i sus ajcnles, Lendrú que morirsC' de hambre o mendigar un pan nmarg-o ¡ t;d vez en la misma puerta donde se usurea con libertad!!!!! l~nlónces las eonlrihucioncs se imponían en razon de los haberes i riqueza de cada contl'i buy<'nlc; de tal modo que el rico, el que m;,· t(~nia, pagaba mas: i ahora lns conlribucione, se pagan en razon de las necesidades; dP- Hln­nera que el que mas 11('Cesidadcs positivas IH' IJr, que es el pobre, pnga mas conlrihllcioncs. Así por rJemplo, el padre u e familia pobre q tw 1 iene diez o doce hijos i que por lo mismo H<·­ccsita mas ropa paea vcslirlo i mas alimudo para nutridos, iienc que pagar mas peajes, nw~· consmno i mas pontazgo que el 1 adre de fa­Inilia que solo tiene dos o tres hijos; porqn~­cstc tiene pocas necesidades reales, i con m{• .. nos ropa ' 'islc sus pocos hijos i con ménos 'í­vcres los manlienc. Entónces el rico ocioso conlribuia. para Jo: gastos públicos, aunque n0 trabajara: i ahora el desocupado nada, o casi nada paga, aunque mucho tenga. El pobre t¡·aba.jador pag;t mas miént1·as mns industrioso es, porque ]as pecpw fias industrias a que puede dedicarse c ... tán put todas partOS gravadas COU Jifcl'entes impllCS{ sueT1o del usurero: ni asentislas, ni (ruartlas, ni colectores, ni esbirros allcran su rcpo:o ... ¡Felices ellos qne porlejidos por una lcjislacion especial gozan las gnran lías de la vcrdaúaa Rc­¡ n1!Jlica ... !!!. 1 el pueblo que esto ''e, compara i toca ¿, rll abrirá al fin los ojos? ¿continuará dcjúndot-ie en gañar· i embaucar con las sagradas pulahl'ns de libertad i rel1jion? No, que el dia del dcscnga üo se acerca. I caerán al fin las carelns con que se disfrazan la ambicion i la hipocrosía : i entónces ... entónces sera lo que delJia ser ahora. COBRESPONDENVI.&. Juan N. Ballesteros, de Zaragoza.-Rccibimos su ·arta i la letra por 6 ps. contra E. B. C. Por lo demas aprobamo absolutamente lo que UU. han hecho acerca de la junta oler cionaria do Nochi. Urbano Botero, Santa-Ro a.-Por un descuido en la 'Ol reccion del n.o 8 no mo lramo

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El Pueblo - N. 9

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