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Imagen de referencia de Fiestón Lesbiarte

Fiestón Lesbiarte

Te invitamos a conocer esta colección que tiene como propósito visibilizar las apuestas políticas de las mujeres lesbianas, bisexuales, pansexuales y con orientaciones sexuales no heterosexuales.

Contenidos de esta colección

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Las malas

Por: Camila Sosa Villada | Fecha: 2019

Cuando llegó a Córdoba capital para estudiar en la universidad, Camila Sosa Villada fue una noche, muerta de miedo, a espiar a las travestis del Parque Sarmiento y encontró su primer lugar de pertenencia en el mundo. Las malas es un rito de iniciación, un cuento de hadas y de terror, un retrato de grupo, un manifiesto explosivo, una visita guiada a la imaginación de su autora y una crónica distinta de todas. En su adn convergen las dos facetas trans que más repelen y aterran a la buena sociedad: la furia travesti y la fiesta de ser travesti. En su voz literaria conviven Marguerite Duras, Wislawa Szymborska y Carson McCullers, con tonada cordobesa. Las malas es esa clase de libro que, en cuanto terminamos de leer, queremos que lo lea el mundo entero. "Cuando escribimos, Cami querida, las antepasadas se levantan de la puerca muerte, de la tristeza y la soledad, y vengamos el destino que nos impone este mundo puerco, y somos por fin nuestro sueño, naciendo, hirviendo, naciendo, hirviendo, naciendo..." SUSY SHOCK "La Villada grita verdad en una prosa verídicamente trava y desde ahí exige a toda persona ajena a nuestra comunidad una hermenéutica nueva. ¿Es verdad lo novelado hasta la exacerbación, es verdad toda esta fantasmática? ¡Sí! Porque ahí nos pinta Camila en todas nuestras densidades, y ahí los expone a ustedes en sus mentiras y acciones ominosas con nosotras". MARLENE WAYAR
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Los errantes

Por: Olga Tokarczuk | Fecha: 2019

Una novela única, ligera y honda a la vez, que indaga en las posibilidades del género para hablar sobre el cuerpo, el mundo y las estrategias siempre insuficientes con que intentamos cartografiarlos.  Al principio de Los errantes, la narradora esboza un autorretrato que es también una poética: «A todas luces yo carecía de ese gen que hace que en cuanto se detiene uno en un lugar por un tiempo más o menos largo, enseguida eche raíces. (...) Mi energía es generada por el movimiento: el vaivén de los autobuses, el traqueteo de los trenes, el rugido de los motores de avión, el balanceo de los ferrys.» Inquieta como ella, esta novela no se detiene ni un momento: en bus, avión, tren y ferry, la acompaña a saltos de país en país, de tiempo en tiempo, de historia en historia. Un libro inquieto, pues, y no pocas veces inquietante, como buena parte de los relatos que contiene: «historias incompletas, cuentos oníricos» subsumidos en un libérrimo cuaderno de viaje hecho de excursos, apuntes, narraciones y recuerdos que en muchos casos tienen como tema el viaje mismo: así, el relato de Kunicki, que, en plenas vacaciones, tendrá que enfrentarse a la desaparición de su esposa y su hijo, y a su reaparición enloquecedoramente enigmática. O el del gélido doctor Blau, taxidermista, que visita a la viuda de un ilustre colega con la intención de estudiar su laboratorio. También está el de Ánnushka, obsesionada por comprender los incomprensibles juramentos que profiere una pedigüeña en la estación de metro. O el de la bióloga que vuelve a su país para reencontrarse con su primer amor, ahora agonizante. Y, en medio de todos ellos, el relato real de cómo el corazón de Chopin llegó a Polonia escondido en un tarro de alcohol en las enaguas de su hermana; o el del anatomista flamenco Philip Verheyen, que escribía cartas a su pierna amputada y disecada; cartas, en fin, como las que le mandaba Joséphine Soliman al emperador Francisco I de Austria para recuperar el cuerpo de su padre, disecado como la pierna de Verheyen e infamantemente expuesto en la corte donde había servido en vida... Y así, entre corazones, piernas y cuerpos, Los errantes, una novela inquieta e inquietante, móvil y más que frecuentemente perturbadora, se revela también como una novela esencialmente física: en ella se habla del cuerpo, sí, pero también del mundo, y de las estrategias siempre insuficientes (la ciencia, los mapas) con las que intentamos cartografiar lo existente, apresar lo inasible. Como las galerías de curiosidades que su autora gusta de visitar, Los errantes, galardonada con el Premio Man Booker Internacional, contiene «lo raro e irrepetible, lo insólito y monstruoso», y lo expone en un despliegue de inventiva cuya nómada libertad formal oculta una calculadísima coherencia temática: he aquí una novela única, ligera y honda a la vez, que indaga en las posibilidades del formato como los exploradores más audaces. 
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Mi amiga Gladys

Por: Pedro Lemebel | Fecha: 2017

Entre las muchas mujeres que dejaron huella en la vida de Pedro Lemebel, Gladys Marín es, sin duda, una de las más próximas. La "Gladucha", como él cariñosamente la llamaba, fue su compañera de penas, amores, victorias y derrotas. Tanto las crónicas -escritas entre 1999 y 2008- como las fotografías reunidas en este libro fueron seleccionadas por el propio autor antes de su partida, con el fin de rendir un homenaje a su querida amiga. De esta manera, Lemebel recorre con infinita ternura la historia de esta amistad, sin dejar de clavar su mirada punzante en el marco político en que se desarrolló la "negociada transición" chilena. Mi amiga Gladys es un libro bello e íntimo que relata escenas entrañables como un paseo a la ópera o una Navidad en Andacollo, así como los entretelones de una colorida campaña presidencial. "Pienso en quienes salieron del clóset gracias a Lemebel, pero no me refiero solamente -lo que ya sería bastante- a los que después de leerlo se atrevieron a enfrentar su identidad sexual, sino también a quienes, homosexuales o no, gracias a él descubrieron o redescubrieron el brillo y el poderío de las palabras, la necesidad de una escritura, su urgencia: porque escribir de verdad, mirando a quienes amamos y a quienes odiamos de frente, y sobre todo intentando, por más que cueste o que duela, mirar hacia el fondo de nosotros mismos, es siempre salir del clóset", Alejandro Zambra.
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