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Ciudad

Recursos sobre el territorio, especialmente urbano.

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Imagen de apoyo de  Sociolugares: en el límite entre lo público y lo privado

Sociolugares: en el límite entre lo público y lo privado

Por: Andrea Milena Burbano Arroyo | Fecha: 15/08/2012

La investigación tuvo como objetivo explorar la manera como los individuos conceptualizan acerca de distintos lugares públicos y privados y cómo son valorados para llevar a cabo encuentros sociales. Participaron del estudio 50 personas de ambos géneros, distribuidas por igual en cinco intervalos de edad, quienes fueron entrevistadas de forma abierta a partir de la clasificación libre de un conjunto de 34 tarjetas que incluían nombres de lugares genéricos. Una vez realizada la entrevista se indagó por las preferencias para interactuar socialmente en dichos lugares, a partir de un cuestionario. Los resultados obtenidos mediante el Análisis de Escalamiento Multidimensional muestran que el constructo de “función del lugar” explica la estructura general observada en la valoración de los lugares, y el grupo de edad a que pertenecen los individuos explica las diferencias para socializar en ellos. Se evidencia que la socialización tiene un componente espacial que sirve de escenario y a la vez se constituye en el medio facilitador para las transacciones entre los individuos. Se introduce el sociolugar como un nuevo concepto para comprender las experiencias sociales de las personas en el ambiente urbano.
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Sociolugares: en el límite entre lo público y lo privado

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Imagen de apoyo de  Arquitectura: pensamiento y creación

Arquitectura: pensamiento y creación

Por: Fernando González Gortázar | Fecha: 2019

Una novela única, ligera y honda a la vez, que indaga en las posibilidades del género para hablar sobre el cuerpo, el mundo y las estrategias siempre insuficientes con que intentamos cartografiarlos.  Al principio de Los errantes, la narradora esboza un autorretrato que es también una poética: «A todas luces yo carecía de ese gen que hace que en cuanto se detiene uno en un lugar por un tiempo más o menos largo, enseguida eche raíces. (…) Mi energía es generada por el movimiento: el vaivén de los autobuses, el traqueteo de los trenes, el rugido de los motores de avión, el balanceo de los ferrys.» Inquieta como ella, esta novela no se detiene ni un momento: en bus, avión, tren y ferry, la acompaña a saltos de país en país, de tiempo en tiempo, de historia en historia. Un libro inquieto, pues, y no pocas veces inquietante, como buena parte de los relatos que contiene: «historias incompletas, cuentos oníricos» subsumidos en un libérrimo cuaderno de viaje hecho de excursos, apuntes, narraciones y recuerdos que en muchos casos tienen como tema el viaje mismo: así, el relato de Kunicki, que, en plenas vacaciones, tendrá que enfrentarse a la desaparición de su esposa y su hijo, y a su reaparición enloquecedoramente enigmática. O el del gélido doctor Blau, taxidermista, que visita a la viuda de un ilustre colega con la intención de estudiar su laboratorio. También está el de Ánnushka, obsesionada por comprender los incomprensibles juramentos que profiere una pedigüeña en la estación de metro. O el de la bióloga que vuelve a su país para reencontrarse con su primer amor, ahora agonizante. Y, en medio de todos ellos, el relato real de cómo el corazón de Chopin llegó a Polonia escondido en un tarro de alcohol en las enaguas de su hermana; o el del anatomista flamenco Philip Verheyen, que escribía cartas a su pierna amputada y disecada; cartas, en fin, como las que le mandaba Joséphine Soliman al emperador Francisco I de Austria para recuperar el cuerpo de su padre, disecado como la pierna de Verheyen e infamantemente expuesto en la corte donde había servido en vida… Y así, entre corazones, piernas y cuerpos, Los errantes, una novela inquieta e inquietante, móvil y más que frecuentemente perturbadora, se revela también como una novela esencialmente física: en ella se habla del cuerpo, sí, pero también del mundo, y de las estrategias siempre insuficientes (la ciencia, los mapas) con las que intentamos cartografiar lo existente, apresar lo inasible. Como las galerías de curiosidades que su autora gusta de visitar, Los errantes, galardonada con el Premio Man Booker Internacional, contiene «lo raro e irrepetible, lo insólito y monstruoso», y lo expone en un despliegue de inventiva cuya nómada libertad formal oculta una calculadísima coherencia temática: he aquí una novela única, ligera y honda a la vez, que indaga en las posibilidades del formato como los exploradores más audaces. 
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Los errantes

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