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P E R 1 O DIe o D E DIe A D o A L Á LIT E R A T U R A.
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Serie IV. Bogotá, G de Julio de 1875. Número 42.
•
A~DE.
RESIGNACION.
(,ontinuacion)
Sepa usted, buon caballero, y de hoy en adelante
noble amigo, que Juan Oepeda cs mi nombre,
y que tengo por patria una de las más nota'
bIes villas de esta provincia: mis padres no conservaban
árbol genealógico que indicase la nobleza.
de su linaje, pero en cambio tenian la
virtud, que no se trasmite con la sangre, y en
aquélla quisieron c!'iarme y educarme.
No intento referü' á usted las menudencias
de una vida como la mia, desprovista de interes,
y que por eso mismo futigaria su atencion y embargaria
inútilmente el tiempo que necesitamos
para. continuar nuestro viaje; empero, como
usted es jóven, y por BU bueua disposicion descubro
su buen natural, será bien que le refiera
algunos de los altibajos de mi vida, do los cuales
pudiera usted sacar experiencia y provechosa
leccion.
Habiendo adquirido el conocimiento de las
primeras letras en la escuela de mi lugar, de·
terminaron mis padres enviarme á uno de los
colegios de la capital do la República, donde
cursé lo que entónccs llamaban litn'atura, contenida
toda ella en la gramátioa castellana de
Herranz y Quiroz, la francesa de Ohantreau, la
inglcsa de Urcullu, la retórica de Blair y la
aritmética de Mora; estudios que hice en dos
años, al cabo de los cuales, como cundiesen rumores
de un próximo trastorno de la paz pública,
mis padres, temerosos de que pudiese yo caer,
á. pesar de los cuidados de mis maestros, en la
recluta que en aquella sazon se hacia para le·
vantar ejércitos, resolvicron sacarme del estable·
cimiento y llevarme nuevamente á. San BIas, que
este es el nombre de mi patria, donde ellos vi·
vian, y de donde vengo ahora. Todos desapro·
baron tal aprehension, porque conocian que
mis padres, que, solo á instancias de muchos,
me habia enviado á la ciudad capital, se asirian
de las guedejas que esta ocasion les presentaba
para mantenerme á su lado, con perjuicio de mi
sabel' y experiencia. Oierto, ellos se habian mostrado
renuentes en ponerme en un colegio, no á
causa de que careciesen de la discrecion baso
tante pal'a comprender la estima en que se ha
de tener la instruccion, sino porque, conociendo
mi carácter pacato y tímido, temian que le vencieran
las sugestiones del mal, y en vez de un
hombre de provecho sacar uno de malas iDCli·
-
naciones, que les ocasionaria sinsabores y amargUl'as.
Y no iban fuera de camino: aunque mis
maestros con todo empoño y solicitud me vigilasen
y doctrinasen, eludia su vigilancia y desoia
sus con. ejo'!, tí instigaciones de las amistades
que habia contraido, y por las cuales me iba
deslizando á la pendiente del vicio; de suerte
que á los dos años de aprendizaje, se habia operado
una completa metamorfósis en mi alma, y
en vez de instruecion y buena doctrina, la habia.
colmado de malas pasiones y depravacion. Todo
esto se ocultaba á mis padres, pues mis superio·
res deliberadamente no habian querido hacerlos
partícipes de ello, esperando que á. poder de
exhortaciones y ruegos, fuese entrando yo en
razon, y sc alcanzase lWí mi refOl'ma; mas ay! que
el vicio es impetuosísima corriente que nos arras·
tra, y no se detiene hasta que no ha dado con
nosotros en un golfo de desdichas,
Volví, pues, al lugar de mi nacimiento, con
las necesidades que la molicie me habia criado,
con el corazon lleno de malicia, y sabiendo apénas
vestirme como atildado mancebo.
Notaron mis padres desde luego el cambio
moral efectuado en mí, y dentro de si baldonaron
tí los que con sanar" intenciones los habian
reducido {~ deshacerse de su hijo, á trueque de
la esperanza propincua del bien que yo habia
·de rE;cibir.
Como la vida lugareña sea campo abierto al
desenvolvimiento de los vicios, biceme mozo de
mala yacija, y aborrecedor del trabajo, no tuve
más ocupacion que la de holgar con mis amigos,
divertirme en giras, pelar la pava, andar de bardanza
dándome un filo á la lengua, y barzoneando
por último en el fandango y la pavana.
Mi madre, siempre bondadosa (¿ una madre
cuindo no lo fué?) me llamaba a solas, y me decia.
enternecida: i Cómo que es posible que tú andes
á la. briba con cscándalo de los vecinos, para
dal'nos en qué ~er~cer! ¿ De tal manera pagas
á. tu padre las lllquletudes en que de continuo
ha vivido todo este tiempo, procurando labrar
tu dicha? Ouando nosotros creiamos que tí la
hora de ahora habrias de ser amparo y consuelo
de nuestra vejez, llegamos á téJ'minos de ver en
ti un mozo desenvuelto, cuyas liviandades han
llegado ya á oidos de aquellos á quienes está:!
obligado por respeto y por afecto. Entra en razon ,
hijo mio, y si mis canas no son bastante rueO"o . • o para moverte, SIqUIera te mueva el cariño de
una madre, que no podrá. vivir sino por la hon·
ra de su hijo. Así vivas siempre venturoso y BC
ahuyenten de ti las desdichas anexas á la. huma.na.
vida, que mis consejos y a.dvertimientos en·
cuentren cabida en tu corazon, á.ntes depravado
por el artifioio que por la na.turaleza.
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279 LA TAUDE
Las reflexion e s de mi padre no eran m é n os
afectu osas , aun q u e fu ese n m ás s e veras y acompaña
d as de c eño ; y á una s y á o tra s c a ll a ba yo,
c on oci en do el p es o d e la verd ad qu e ca r g a b a s obre
mí , p e ro era d ar vo ces al vi ento ha b l a r á u n
corazon empedernido, y d ébil p ara e nd er e z'lr al
camino que guia al so s ie g o. Vi endo mi s p a dres
quc era p edir c otufas e n el golfo ob te ne r mi m ejora,
me escatimaron d e t o d o en t od o e l din ero,
para de esta m a n e ro. qui ta r o ca s io n es a l vici o ,
que el din e ro es á las vec es pod e r os o i ncen t ivo
para fomentarl e ; y yo a es ta sazon , apre t a d o
por la d es e s pe raci o n en que m e e nc ontraba, y
dando rie nda suel t a á mis inclinacion es, m e dí
á andar con gente de seguida, por los de sp o bla dos,
pillando aquí, amenazando allí, y por d o nde
quiera causando espanto en los morador es do
la comarca, ó bien, en los ratos de o cio quo s emejante
oficio me d ejaba, enfrascá bam e en ' la
lectura, á que desde el colegio habia sido afi cio nado,
de El S ec 1' eto d e Roma, LOIi JlIist erio s de
Pm'is, el J~t dío En'ante, L as R u i na s d e Palmi-
1'a y en suma, todas las obras de este jaez que m e
llegaban :í. las manos.
Un día aconte ció que, á eso d e la s s eis de la
tarde, mis compañeros resol vieron acometel' á
un c~ballero que por su apostura juzga ron por
hombre d e gran cuenta, el cual llevaba en el arzon
delantero de la silla á un niño d e p o co mas d e
tres años . Hicié ronlos apear, con intento d e abandonar
al niño á su suerte entre unas intrin cadas
selvas que cerca quedaban, pues lo t e nian á. obs táculo
para sus propósitos. Sobrepúso se en mí,
acordándome una vez siquiera d e las advertencias
sabias de mi madre, la compa si on á mis malos
instintos, y desde aquel punto, viendo qu e
ni la misma inocencia se libraba de ser paEto d e
su codicia, determiné despartirme de aqu ella
mesnada de inicuos sin decirles palabra, > y salvar
así á aquel niño del desas trado fin de p e recer
de hambre, ó por las zarpas de alguna bes tia
feroz, ó por la ponzoña de los r ep t iles . A s í,
miéntras que ellos se encaminaban á i nternarse
en el riñon del bos que con el obj eto d e p o ner
al viajero á euestion de t orme n to porque l es
entregase todo su caudal, m e apod e r é d e l niño y
dando de los calcaños á mi c a b a ll e ría , embes tí
de estampía y no paré hasta que no me c o nsideré
libre do la perseeucion que t emia hubiesen
puesto en ef~cto aquellos á quienes ya consideraba
como mis contrarios,. sospechosos acaso d e
que yo los descubriera á la autoridad. Hube de
andar esa noche obra de nueve leguas; mus,
como imaginase que el niño- salvado seria para
mi un estorbo, tuve por bien, ya al reir el alba,
dándole un mendrugo de pan, dejarlo á la vera
de un camino, cerca de los alrededores de una
bellísima casería, confiando en que la pública
caridad se cond::>leria del párvulo arrojado al
acaso en el mundo; y luego al punto me alejé
' de aquel sitio para no dar lugar á s ospecha alguna,
con determinacion de volver á mie padres, >
que no se daban punto de reposo lamentando mi
desventura, y los cual e s esperaba yo tuviesen
los brazos abiertos para recibirme.
A esta relacion había es tado atentísimo Humberto,
y así como llegó el relator á la última
parte, no pudo vencer la turbacion, y gruesas
lágrimas asomaron por sus ojos, bien como do-minado
p o r h ondo pes ar. Arrimó las Ju a n !(Je~
peda á l a extr e m a pesad u mb r e, n aci da de alma
Iolví reprimir
mi carácter levantisco, y en vez de guitonear y
andar á la que salta, tomar asient0 en un lugar
ó manejar ántes el arado ó el recio azadon, granjeando
la voluntad de Céres, que debia do estar
reñida conmigo por haber cortejado á Pilas.
Hice á Sempronio meI!uda relncion de las
últimas cuitas y altibajos de mi vida, y él, condolido,
a cojióme bondadosamente y me agasajú
de buell grado, ofreciéndome su rústioo albergue,
dOllde pasé muchos dias, atormentado por
las r.emiuiscencins de la pasada vida, las ouales .
se habian convertido para mí en afliccion y congoja,
una vez que habia visto la pendiente por
la cual resbalaba á un báratro de miseria, y ha-bia
retrocedido espantado. .
Tomé consejo oon Sempronio para buscar el
lenitivo de mis males, el cual fué de parecer,
experimentado como estaba en la virtud y la
discrecion, que el solo remedio que á mis penas
con venia era acudir á 1lO saoerdote, y en el santo
sacramento de la penitencia cvmunicar con él
los remordimientos que traian conturbada mi
alma i que la confesion sirve á zarandar las pasiones,
y á apartar todo lo que puede empecer
{L su pureza. Vine con el dictámen de Sempronio,
y con solicitud, y despues do agradecerle
su buen acojimiento y sus a.dvertencias,
partí á realizar mi pensamiento. .
Dirigíme al pueblo de La Pradera, á diez leguas
de la villa en que vi por primera vez la
luz del dia i y encontl·é con un eclesiástioo, cuya.
fisonomía, si bien no estaba aún blanqueada por
las canas, infundia. respeto, y ouyas virtudes
hacian felices á sus feligreses. La confesion fué
prolija y fervorosa, y al terminar, sacerdote y
penitente teniamos arrasados los ojos de lágri.
mas, y nues~ros oorazones hermanados en el
amor de Jesucristo i se me dió el pan de los
fuertes i mis amarguras cedieron" la virtud que
sentía penetrar ~n mi alma,"1 al contacto de
aquella la pestilencia del pecado huyó " toda.
• prlsa.
Vuelto, pues, como de muerte á. vida, DO me
faltaba por hacer sino, nuevo bijo pródigo, vol.
ver á oasa de mis padres, postrármeles. y pedir ..
les perdon por mia desav1os. Híoelo as1, diéronme
BU bendioioD, y tuve la dioha de traer' sus
\'lltimos días el gozo y el contento, que .uoedió ,
loa lamentos 1\ que los hablan reduoido mis de ••
• graolas.
Desde aql1el tiempo que, por la kaoe
-
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•
LA TARDE 282
nueve años, no he t.ornado á 'seporarme del hogar
en que nací, ni {~ reincidir en mis desvios
primeros, y he perse,'erado en el bien, aplicán·
dome á menudo lo que :sirvió de cura tí mi
males.
('uatro años há murió mi madre eIl el seno del
Se.ñor, bendiciendo á I!U esposo y á J uau su hijo,
que perdió en ella la mitad dI:! su vida; y dos
meses há, falleció mi padre de la misma manera,
con lo cual quedé por heredero de todos sus
bienes, ménos el sexto de ellos, que me previno
lo entregase religiosamente á una hermana ma·
yor suya, que no conozco y que vive al presente
en la capital de la provin cia, la cual de algunos
años acá ha tenido infortunios tantos, que ni el
entendimiento puede diseurrírlos, ni son para
contarse en tan breve espacio tiempo, y los cuales
la han traído al infausto estado de que la
conmiseracion pública tenga que mirar por ella
y sus hijos, la cual á lo que entiendo ha sido
grande en extremo, pues les ha proporcionado
el sustento, no dejándolus carecer de trabajo á
que se dan con teson y constancia. Sorpresa y
mucha ha de causarles mi llegada, y la dádí va
que les voy á hacer han de considerarla como
recompensa que el cielo les envia, tanto más
merecida cuanto han sacado fortaleza de la flaca
desgracia.
Voy, pues, á c01'l'esponrler á la última voluu·
tad de mi caro padre, y doy por bien servidos
la mole .. tia y afan que el viaje haya podido traerme,
por haber topado con la buella amistad de
un caballero de tan excelentes par~es, y de ha·
ber hecho camarada con él siquiera por un corto
espacio de tiempo.
I
(Se conclui1·á.)
Al GENERAL RAFAEL MARQUEZ
,
IMPROVISACION A BORDO.
Desde el tiempo de mi abuela,
QU€ era una vieja machucha,
Oigo hablar de larga lucha
En la hermana Venezuela.
y una lucha que así asuela
A una tan querida hermana,
Es una plaga tirana;
Una de las diez de Egipto,
Que bien mereoe un rescripto
De la gente colombiana.
Yo soy nieto de mi abuela,
Como juzgo: lo crees;
Pero es ya tál mi vejez;
Tanto lo que desconsuela,
Que un hijo de Venezuela
Como tú, de bizarría,
y de tanta lozanía;
Al ve'rme en tan grande aprieto,
Cree, en vez de juzgarme nieto,
Que mi abuela es nieta mia.
Puedes creer lo que quieras,
y pasemos adelante:
,
No importa nada el sembhLnte
Desapacible de Lléras ;
Te dije, y hablo de veras
Que desde tiempos remotos,
Sean ignotos ó sean notos,
Una cosa desconsuela:
La suerte ele Venezuela
Debida á sus alboroto, .
,
Despues de la independencia
i Qué vino 1 La oligarquía;
Un partido que servía
De bandera ú. la violencia;
Causa que, con imprudencia
Pu o la garra del lobo,
Con el fraude y con el robo,
Sobre la egregia garganta
De esa vírgen sacrosanta
Que naciera en Carabobo!
y el pueblo se volvi6 loco
D erramo/ sangre a/ torrentes
Que aumentaron las corrientes
Del Táchira al Orinoco.
Alguien dijo: " poco á poco, "
"Cese al fin tanto desman,' "
" Los pueblos recibirán"
" Eso á que tienen derecho,"
" Si van á exponer el pecho"
"Como lo expone Guzman!"
--
-
y " Guz man " ! dijo el Océáno ;
" Guzman ! " grit6 la Angostura;
" Guzman! " con grande bravura,
El pueblo Maracaibano.
y temb16 todo tirano:
Por qué 1 Porque estaba viendo
Que opinion iba perd iendo :
Que eran polvo ya sus parques,
Porque estaba Rafael Márquez
La victoria presidiendo!
y Márquez su frente inclina
Ante el poder de la ley:
y hace que el pueblo sea rey
Sobre el valor de Colina.
Desde ent6nces una ondina
Hoy sobre los mares vuela
Diciendo: " ya no desvela"
"Tu horror, guerra; no te embarques;"
"Que las victorias de Márquez : "
"Dieron paz á Venezuela. "
y el ciudadano valiente
Que sin enojo ni zaña
Con una corta campaña
Pacific6 el occidente,
Hoy se encuentra entre la gente
Hija de una gran Nacion,
Recibiendo la ovacion
De aquellos que, Colombianos,
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283 LA TARDE
--- -
VCll en Venezuela, hermanos,
Con fraternal corazOD.
--
-
lIIas . .. qué mucho 1 si tellia
MÚl'quez (con perdon de ustedes),
A la sensi bl e Mercédes,
A su lado noche y dia,
Yo, con semejante guía;
Sin disponer de un fusil,
y siendo un hombre civ il,
Puro ni eto de mi abuela,
DomÍnara á Venezue la
D es de La Guaira al Brasil!
--
Bie n venido seais los dos
D esp u es d e campaña ruda,
Pues bien sabeis que os escuda
Por siempre el pod e r d e Díos !
Mas dejad que alce I4i voz,
Mi voz d ébil y doliente,
Para daros mi ferviente
Saludo más fraternal,
y una corona triunfal
Pedir para vuestra frente.
--
y si no estuviera aCJ.uí ...
Tan oprimido y sujeto
En este bo n go repleto '
De gente que ántes no ví,
Ah ! yo os saludáTa a sí :
" Que Dios con mano prolija"
" A los dos siempre os elija, "
" y os libre de un desengaño"
" Por haber traido tí. Calcaño"
" y á su simpática hija. ! "
I 1 ::\In., no .,·ri, unn not" de llanto ñ lo s amore8,
Porque ellos se extinsuieron, cun llas olne del mar
Que juegan IÍ l a auror", con plácidos nunores,
Y, huyen a l hondo piélago, los \icntos al llega r I
¡ Ni ya será 011'0 himno de cándida alcgrl.l
Cual los que en otro tiempo bájo mi hog"r canté 1
i Ni cánt i co~, como eeos que modular oolía,
.Aqueste ingrato mundo, y ñ cunnto en él soñé!
¡ Oh no 1 1 Que e l desgl'aciado que consumió la suerte,
Sin tregua nl desca.nso, cnrgando e n orme cru z ,
No debe verter llanto, al contemplar su muerte,
Pues su almn vivo en eombr!1s, y anbela velO la luz 1
¡ No d ebe ya su m ente tornar á lo pasado
D e risas y de ensuenoe de l oca vanid.\d 1
1 JlIil'emos, 1 al ma mia! la tumblL que está alIad o,
Y on eete ¡;ério instante cantemos libert"d !
1 Oh si! -j La luz d e l mártir se eleva de la fosa,
Que alll muere n las carnes que causan el dolor!
Y, el alma hb ertlLda de s u cadena odiosa,
En Cl'll'idad ignívoma se eleva á su Señor 1
1 Que rian esperando los que se creen felices,
Antes de que el destino l es grite el 1 alto ah! 1
1 Despnes de dulce. albas, hay noches infelices !. ...
1 Ay 1 1 CuánlaB de esas noches cayeron sobre mi 1. •••
i Oh juventud risueña , que vcis eorrer las horas
• Con esa. indife rencia d e la primera edad!
1 Que os sirva H ebé laa copas dulces, adormidora9,
Bie n pronto-mas, sus vinos del todo no apurad 1
j Mirad que aquellas heces 1 ay r son la desventura I
1 Que del placer las gotas, un mar de llanto son I
1 .Ah ! 1 Cómo cuesta al hombre de cara esa ventura
:Fugaz, que compra dando, su .. ida y corazon 1
j Y cunndo ya se apaga de la iluston la llama;
Cuand o se hiela el alma can sada de gozar ••••
Un sedimento queda l ..... ¡ Y eete cómo se llama 1
-
Bogotá recibirá
Al Bardo venzolano,
, Cual se recibe á un hermano,
Que está. ausente tiempo há;
Y Calcaño encontrará
¡ Oh Byron.'-Tú lo has dicho :-" ¡ Infierno sin cesa.r,I •.••
En Bogotá, una. mansion ;
Que le dé satisfaccion ;
A s us p esar es, consuelo;
A su hija, un amigo suelo
y á su lira, inspiracion.
JOSE MANUEL LLERAS,
• : •
SEÑOR DON IGNAOIO BORDA.
La fina generosidad de usted me autoriza para dedicarle
la siguiente composicioD, dictada en un dia
que creí morir de una terrible fiebre. Tal como la
concebí y dicté, se la envío, aunque ella no tiene
' ningun mérito literario. Acéptela como un recuerdo
de su agradecido amigo,
EL AUTOR.
• EL POSTRER CANTO DEL MARTIR.
¡ Jete salue, ó Mort, libérateur céleste I
J.&1or ABTINE.
¡ Vén, por la vez postrera, ¡ oh lira de mi vida !
A mia endebles manós, un canto á producir!
I Un acorde supremo del alma adolorida!
I Que quiero, como el cime cantar, que "a i. morir! •
1 Por Dios 1-1 T en eel en cuenta las tardes del Invierno,
Los que gustaie ahora de primavera el sol 1
1 Guardad algunas flores-que el tiempo no os eternaPara
esas triste3 tardee, yertas, sin arrebol 1
1 Oh suerte! Cuando vienen de la v e jez los año!,
O un tiempo de desgracias sin término jamás,
¡ Porqué oon rudo encono nos eáusas mntos da.ií08'
¡ Porq]lé botas espin~ por do pasando .vás ,
I Esta es la ley del mundo perecedero y trie te !
¡ El mar como la gota se secarán tam bien 1
Que á todo lo que tuera, lo que vendrá y existe,
Caerán las maldiciones de Dios en el Eden 1
1 Y yo, mártir-poeta, des .. enturado, en brevs
Tam bien seré ya polvo, que mi hora se acercó I
¡ Y ptlrque déje al ~undo, y que nada me lleve,
¡ He de llorar acasoJ-¡ Deél nada quiero yo 1
1 Ay I-¡ s~o á algunas almas me llevára conmlgo,Que
me quisieron siempre, y á quienewtantoamé ••••
Mas, las espero arriba, junto al Mayor Amigo,
Al cual, por mis martirios, aguardo llegaré I
1 Y qu6 me importa luego que el viento de esta Il~a
Disperse mis cenizas, sañudo, bramador I
1 No llora, no, la tterra, la mfaera palada
De tierra, que íi. otro surco, le bota el labrador l '
•
•
,
•
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LA TARDE
-
¡ y qUtÍ és el cuerpo humano! -1 Roy B~r que un alma mueve 1
I1>Iananp, cllando déje su c.plritu Inmortal,
-Un molde amarillento que á n ada se conmueve!
y dontl'o de diez años-ceniza sepulcral I
I Ah 1-1 Y el olvido ctomo-¡ nuevn 10sI1 mort.uoria 1-
Caerá sobre su nombre, si en nadn ilustre fué I
Mas, pnrn e l que fnllecc ¡ qué import.'\ la memoria
Que déje en este mundo, del cual yn nn<>n que lIevabacn el bo 110. -No tcmai , j<Í\'Cm, dij0 e l IIH\l'in0, aquí e tamos
Luego se tendió al sol, y un momento de pn es aque- todos y p ob r e del que inte nte al go contra n osotros.
Ilas patillas negras que tanto modificaban su semblan- Vamos, e muarqucll1 o l10S y !tabl:ll'cmo durante e l p¡\te,
quedaron tan rubias como las del más ca t izo ale · seo. i Parece, agregó ,ol,iéncJo. e al d e Ib¡íñez quo
roan ó ingles, y de apareció el contra to que se nota- podemos haular .. in inconvoniente delante de' este
ba entre las patillas negl'R y los ojos azules . j ó ven?
Rien, dijo, gracias á este expediente, no t engo que -Con toda seglll'idad, contest6 el intC'rpelado.
quitarlllc las patillas, lo cual es una gran y e n taja, El seií0r de IbMí ez tomó el timon y Enrique uno
atendiendo á que si así no fuera me veria j)re c i ado á do l os remus. El marino los d ('jó obl'al' como para.
parecer prior de un convenio esp'lñol Ó panad e ro fla- con,'encel"o de los c onoc imi e ntos y de3treza que temenco.
Ahora dejo de ser el capitan Fran ck , á quien nian en aquel arte. Luego se sonrió con ~aiisf:Jccion
tengo la honra de no conocel" Puede sucecler que u os y dijo:
conozcamos do una manera. bast.anto desagradable Ah ! lo entendeis bien .... Enrique tiC'l1e la. prác-para.
él. tica ; pero vo s teloeis el conocimiento del arte ...•
Veamos si mis credenciales e!'tán en regla ó si se -He s!do tambien mnl'ino.
ha perdido alguno de estos papeluchos .... Con diez -Ahora bablemos, dijo el marino, mi é ntras iban
mil bombas! •... me gusta más entenderme á cañona- abanzando mar adentro. Sabed que el d o n Luis IDa
zo que con estos malditos que se pueden perder de acaba de revelar un plan cuyos motivos y fin no coroun
momento á otro. Si no tuviera tanto deseo de atra- prendo, pues no me atrevo á creCI' que sea el que él
palo á estos dos perillanes, b abria renunciado á la em- manifi c tao
presa. Pero, quien sabe. Tambien puede ser cierto . No erá. ~ada bueno segun las noticias que he poesto
asunto dcl tesoro, y no hay motivo de renunciar dldo adqull'll' acerca de ese hombre. Oh! si yo tuvieá
un buen bocado que nos cae del cielo. ra. certeza de que es él á quien busco. '" Tengo, in
Por lo que me han dicho, esto señor de Ibáñez debe embargo, ?astante~ datos para creer que no me equiser
un hombre de juicio, debe ser lo que se llama todo voco. Decldme cual es el plan que ha concebido y
un hombre. venmos si podemos descubl'Ír el objeto que se propone.
En e te monólogo llegó ú. la aldea y casi sin vacilar -En primer ¡ugal', es preciso que sepais ,que en
se dil'Ígió á la casita que huscaba. Al Bcgar á la virtud de una carta vuestra, di¡'igida á nUdStros amipuerta,
se asom6 á la ventana un sujeto que no podia gos, recibí 6rden de venir á ponerme á vuestra dispo-
6er otro que el que buscaba, y así le preguntó: sicioD, SiD economizar dinero, ni saorificio alguno. En
-Tengo el honor de hablar al señor de Ibáñez 1 Tiaje ya, babiéndome detenido en una posada de un
--Al mismo, señor, qué me quereis? pequeño puerto á donde arribamos, tuvo lugar una de
-Tengo algunos asuntos importantes que oomuni- . aquellas escenas que tanto nos agl'adan cuando j ÓV Q-
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LA TARDE
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lles. Tom'í!,:I\Ilo alguTlo, ':1~0~ ue Vi IlO, cuanuo un I En e~to dCl>e ll1 b'\rc:t l'on .\' BI11'ir)lle par! IIj 1\ todo
hO\llbrc de mal a:pe<:to y clIlllpldall1entc ébr io:,;e pl'C- C01Tel' h:icia. la caUafia. Al Ilegal' halló:l :'l:\ rta lIor3usent6
pregun tando por el ca pil an F r ank. Ya habia do y :\ Ju lia q ue la consolaba . • \ cel'có,¡c a ellas y e11 -
yo oido ese l1(1111bre acompañado de CO lll cnta ri (f . poco tónces oyó la VOl' de d01l L ui" que g r i taba :
l1Onr050- para el que lo lI e \'a ; pero pensando <:11 d i- - Ya lo en t iendes, entn'galos al capi tan F r ank ó
\'l' I·tirme le dije q tll' ) o e ra. E ntónces me c ntrc~(j una yo te en t l'{'g:'\ ré á la ju -ticia.
c:lI'ta, y a llllque qui"e .. acarlo del er ror e l1 que le ba - Y par t ió a gal ope t'11 u c:aballo.
b ia pue to n.i n ·:,.puest.a, el al cal (le de aq uel IlIgar que E ll rique corrió h:ícia u padre, qui en lo r eci bit'> con
e:.taua pre5<:lIte y que c~ de 105 nu lue lo illlpi - l0' brazos abi ert o. , diciéndole :
d i<Í y Ilam:índome a partc, lile lIlal.iJi.·" t(Í q ue ,-ir nclo Hijo mio ! es preciso ql1e os salv(> is ' e preci o quc
aql:eJ hombre Iwlig,l'o o Y estando fuera de la ley, huya i-. Id al ca, tillo y dccid al cO;1(le q 'le qui ero
uq uella carta u(-' I,ia er inte rccptada, y que el COIIIO hab lade inmediatamente. Yo corro cn bu ca dt>1 RenUlorid
a,d, lo hacia. Con c.1 mayor de, enfado la aurió ñor de Ibrder tiempo. Vogad, Enrique, con todas vues- el premio de esta mi eria, y de tanto ~ufrímieuto.
tras f u(> rzas. Capitan, ayudad l e, no tenemos tiempo -Padre, dijo, Ell1'ique, voy á llevar vuestro recado
que p tl·d cr. al conde.
-~r i .-ad dijo el capitan, pnr'ece que hubieran es- -Xo, uo, esperad, dijo el de Ibáñez. y tomando
(: l1cha'ln la 'lectma y que fueran iguiendo la instruc- al capitan por un brazo lo llevó fuera de la pieza y
'Cioncs claeb s. Allí va un barco lleno de gentes como le dijo: .
las han pedido. Alhí, más léjos, se distingue una em- -Es preci o que todo lo sepais : yo S0y .... yacerbarcacilln
mayor que no ha podido llegar á la Co. ta, cándo!:>e al oido del capítan le dijo un nombre en unn
]lera q l1e ha anclado. Ahí los tenemos: deben ser voz tan ba ia que apénas la oyó aquel á quien se diriFrank
.r su gente. gia. Ya veis que mi situ'\cion es angus tiosa, acn'iado
-Si, sí, ellos deben ser; rememos, rememos, para de traidor á mi p tria, huyo de ella y dfl mi- enemi-il
egal' cuanto ántes. gos que son lo suyos. No pnedo dil'jgirme al conde.
El c'¡ pitan tornó un remo y con una calma que de- -y él Y su familia e tán en pelig ro. Qué hacer?
scspcr<1ua al de Ibáiiez empezó á remar; pero al pri - -No o. inquieteis tanto, es perad. Entró, pidió
mel' impulso que cÚlDunic<Í á la barca, faltó poco para papel, plullla y tinta:r escribió :
qué dos compañeros saltarau al mar, tal fué el vi- Señor conde, con el pretexto de que en el castillo
gol' que empleó en le maniobra. hay un t esor'O, quiercn atacarlo fingiendo un desem-
El señor de Ibáñez jadeaba; corriale el sudor á barco de tropa fran ce"a - : si quereis impedirlo, ó por
chorro por la frente: parecia que algun genio babia lo ménos defenderos, venid á la caLaña y hablaremos,
cambiado sus facciones: e taba. herIDO o, pero cou
aquella hermosura de l guerrero, que cau a temor y
asombro: sus negros cabellos que apénas empezaban
á teñirse por las canas, le caiau en de <Írden á un lado
y otro del resto; las cejas arqueada y separadas
por una grande arruga vertical, le daban un aspccto
imponente; la nariz dilatada, parecia que no era bastante
para la respiracion, y que era preci o abrir un
poco la boca, que dejaba ver dos hileras de blanquísimos
dientes; el bigote retorcido y la contraccion de
los músculos de la cara le daban la apariencia de
quien padece un gran terror ó de quien e -tá dominado
por una gran cólera; pero estaba hermoso.
-i Cuántos hombres teneis á vuestras órdenes,
c:lpi tan 1
-No tengo muchos; SQlamente quince; pe-J:o no
sou hombres como aquellos: los mios son de otr a especie;
con ellos DO hay nada que temer, y mañana
colgaremos á Frank del primer palo que encontremos.
-Es preciso i,' C0n cuidado. Mi casa está léjos y
no quisiera que me vierau entrar. Enrique, por pri·
mera vez, acepta vuestro ofrecimientu, tantas veces
repetido, y me albergo con el capitan en la cabaña.
-Ah! cuánto placer me dais, señor de Ibáñez;
me adelanto á prevenir á mis padres, y como conoceis
el camino po deis conducir al señor capitan.
EJ. CAPITAN DICKSON.
Entregó la carta á El1l'ique quien partió á todo c()!
Ter pen ando que ti de la inqui etud en que 103
veia á t odos principalmente á Marta y á Seba tian,
iba á hallar e en un negocio importante, y probablemente
habria que pelea!', á juzgar por Jo que les habia
oido decir al señor de lbáñez y al capitan.
Babia oscurecido completamente, pero Enrique eonocia
muy bien el camino, de modo que muy pronto
cumplió su e, trayendo la siguiente respuesta:
"Dentro de una hora estaré en la cabaña. No tengo
el honor de conocer al capitan Dickson, pero creo
que quien da un aviso de esta especie no puede
engañar." _
-Bueno, dijo el señor de Ibáñez; pero es preciso
que el conde no me vea.
-Por el contrario, es preciso que os vea y que los
d1>s hableis y os recor.czcais.
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Citación recomendada (normas APA)
"La Tarde: periódico dedicado a la literatura - N. 42", -:-, 1875. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2092980/), el día 2025-01-24.