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TRIM. ni. AÑO II. Bogota., 8 de no"'Tiembre de 1864, NUMER0'15
REDACTOR, VENANCIO ORTIZ.
Hemos Yisto el númm·o 1. 0 del periódico que
COn e) título: LA VOZ DEL CATOUClSl.\10 7 Se puulica
a espensas de\ sef1m· Arzobispo; i notamos que no
hnya en el unn palnbra parn nosotros que abrimos
aquí la senda a Jos pel'iodi tas católicos en esta
época, i que pusimos gratuitamente nuestras co. 1
lumnas a disposicion de la autoridad eclesiástica,
pa1·a que publica1·a como ha estado publicando en
ellas todo lo que ha creido que dcbia ver la luz
con carácter oficial.
Sentimos la ingratitud i la descortesía con que
se r:os trata, pero como soldados de la causa católica,
saludamos con respeto al nuevo periódico
ofidal ele la Curia.
- ---<;:99+ -<~- · ... ·----
INSTRUCCION POPULAR.
SOBUE LAS FIESTAS CATÓLICAS,
En los dos primeros clias del mes de novieml.n·e,
, l:l Iglesia co· memo1·a la glo1·ia de sus santos i rue-
1 ga por los fieles difuntos.
Para podet· comp1·endet· lo que es un santo, es
preciso snbcr comp,·eudet· lo que es un héroe. El
mundo cM este tftulo a muchos ilrest?·es asesinos,
como dice el poeta Maitin, a muchos que han
inundado en lágrimas i sungre el suelo que ha
servido de teatro a sus hazañas, i que han dejado
en pos de sí una huella de horrores inolvidables,
por defende1· algun capricho qne halagara las pasiones
de cierto círculo, sin proclucil· ningun bien
positivo para la humanidad.
Los santos no son héroes de esa especie. Ellos
no han sacl'ificado sino las tendencias dai'linas de
su propio cm·azon, su bienestal', sns comodidades,
sns apetitos, su yo, al bienestar, a la comodidad,
a la segurillad, al alivio ue los demas hombt·es a
quienes han tratado •·ealmente como a hermanos.
Los héroes del sig)o vencen el temor de un peligro
mome11táneo, pot• la vanidad de Jo que llnman
glol'ia. Los héroes de la Iglesia luchan toda su
viJa por vencer los peligt•os ue su alma i conquistat·
el cielo. Aquellos tienen orgullo, estos humildad,
que es la virtud mas rara i mas difícil, como dice
el Pndre Félix. Aquellos vencen los peligt·os, estos
los dcspt·ec.ian, i muchas veces los buscan. Aquellos
quieren el ruido, estos el silencio. Los héroes
mundanos ansian que se sepan sus hechos~ los santos
procUI'an ocultarlos, po•·que Cristo les dijo: Es
preciso que tu mano izquie1·da no sepa Jo que hace
tu mano derecha,pot·que el que goza con la alaban·
za de sus acciones, ya está recompensado. Por eso
los héroes cristianos se sacrifican en silencio, en
la oscul'idad al bien de sus he1·manos: la fé, la
1 esperanza i la caridad son sus guias. Por In fé
ct·een que hacen bien en imitar a Cl'isto i son abnegados;
por la esperanza en el cielo, desp1·ecian
i sacrifican los bienes de la ti_erra ; pot· la caridad
aman a sus hermanos hasta mol'it· por ellos en
medio de un desierto donde nndie los vé, donde
no hai una mano que cierre sus ojos i eche un puñado
de tiena sobre sns restos.
En los santos tiene 1 los pob1·es sus mejo•·cs amigos
; Jos ·hombres todos, verdaderos hermanos:
sufren el mal con paciencia, i nunca hacen mnl v 1
ninguno : son los guat·dianes dél honor ajeno i
entt·egan el suyo a clisct·ecion confiados eu que DiOs
Jos vé, i les hará justicia: ni atacan ni se defiellden
sino con la orncion: no tienen nada suyo, }
todo es de sus hem1anos; para ellos han fundado
casas de asilo, hospicios, hospitales, escuelas, co·
lejios, talleres. Donde se dct'l'ama una lágdmu de ¡
~lol01·, un santo está pa1·a enjugada con el consue ..
lo. Sob1·e las nieves de Jos A 1 pes como sobre los ,
ro desde el .ha estado velado, i que Jos mado po1' un Dios,
lllfi ~.:.:~· m(!} a@ ·:'1":! ~~~
CONFEUENCI.\S DEL PADHE FÉLIX . ..
SESTA CONFERENCIA.
El Cristo de la critica moderna, delante de la
Historia i del progre so.
Señores :-La cdtica anticl'istinna ensaya vanamente
destruit· .con los milagros del Evanjelio
una de las mas firmes ·oases de la demostracion
cristi:llla. El milagro evanjélico permanece como
la mas populm· i la mas brillunte manifestacion de
la divinidad de Jesucl'isto. Entre la ci'Ítica queniega
los mflagros de Jesucristo i esos milagros
twgados por la cl'Ítica, lllli tres testimonios de que
la verdadera cien~ia hará brillat· cada vez mas Ja
evitlencin. Estos testimonios son: el de la Iglesia
que afirma ; el del Evnnjelio que refiere ; i el de
Jesucristo que ol)l'a. Estos tres testimonios que se
conft ·man i se apoya!1 mútuamente, son de tal
rnaneru el sello de la -verdad, que la crítica no j pueuc emprender negat• los milngt·os, sin afi•·mat~
}· lo incomprensible i sin ernbrollars,e en contradici
cio lCS incxtricnbles; pórque neganclolos, afirma
1, que el hecho in;nenso de la fé de los cristianos no
puede ·e-xistir; que el Evnnjelio que reune todas
• las condiciones ele C'e1·tidurnbre, no es mas que un
~ tejido ele fábulas e impostoras; i que Jesucristo,
-proclamado súbio i virtuoso por excelencia, no es
mas que un bellaco, un titiritero o un monomani:
lno.
La crítica puede continunt' sm ataques, ttue
~ ellós mismos la irán haciendo PLJ 1 ve rizar pasando
l tlc una coott·ndiccion a otra contradiccion, i el
mi!t\g:o quedanl. siempre intacto i proclamando
la divinidad de nuest1·o Cristo TaumatUI·go.
~ 1 Así, señores, pnr·a reasumí!' diremos: Jesucl'isto
npGrece en Jn histori[( con estos tres tftulos que lo
demuest1·nn 1)ios: Posecdm· de los siglos; Refot·rnndor
de In humanidad, i SefiOI' de la naturaleza.
Rei, Refo¡•madot· i Taumntlll·go, llevando como
tal, sobre su frente coronada de' estas tres aureolas,
el triple signo de su -divinidad.
Pero la cdtica negativa se obstina en no ver
estos signos brillantes de lo divino en Jesucl'isto;
r míéntras qne ÉL resplande-ce a la simple vista con
f una claridad popul~u·, la crítica no consiente en
vedo sino al traves de la nube de la preocupacion
\ antict'istianu. Pam ella, es preciso absolutamcute
l que Cristo sen un hombt•e i nada mas que un
• hombre: este errOl' es el centro de toda la crítica t anticl'istianr., es el punto de partida del anticds-tianismo.
Delnnte del siglo que In escucha i la mira,
c\\n despoja al Cristo de su manto divino, de su
coron:l diviun, i pt·esentándolo a la multitud igno-
1 ante esc\ama: bé aquí el homb1·e.. el hombre
il'lcomparable; he aquí el Cl'isto verdadero, el
Cristo del pt·ogreso.
Tal e , en efecto, la (loblé pretension de la crítica
: volvet· al Cl'isto sa vet·dudera fisonomía i
i poco falta para que ella tambien lo adore. 1 bien,.
léjos de proclamar que su t•einndo ha concluido,
decl::tra qne Jesucl'isto no Sérá escedido,_ pot·que es
la mas alta de las columnas que muestran al hombre
a dónde debe dirijirsc. En dos palabras ; la
cl'itica nos dá a ese Cdsto restam·ado i 1·ehecho
pot· ella~ como el Cristo vet·dadero, como el Cristo
1 del progreso. Vamos a demostnu· que nada es
ménos fundado que estas dos p1·etensfones; varnos l
a ver que tu crítica anticristiana quitando al Cristo 1
su carácter divino, deshonra s
1
u carácteL·IlDlU.mano; :l
qne si Jesucl'isto no es aceptac o como e ws que .
el Cristianismo adom, nada en su incomparable
firrma s·e comprende ni se sostiene ya. Añadiremos j
q~e ese Cristo humano que la crítica p1·etende ba..; '
ce1• murchat· a la cabeza de la humanidad, léJOS de 1
podet• ser aceptado como el Cl'isto del pt·ogreso ¡
no puede set· pat·a la humanidad retrógrada sino 1
el Cristo de la decadencia. 1
Es para el que habla una rat·a fortuna ocupat·sc ¡.
de lo que 11 en a su c01·azun ; si, porque en, esta vez l voi a hablar de Jesucristo mismo ; de EL i nada '¡ ·
mas qtle de itL. Pueda su diviria imájen reflejarse
bastante en mi palaura para llegar derecha hasta l
vuestras almas, imprimirse en ellas i quedat· allí ¡
pat·a si€mpre como la luz, el encanto i la fuerza ~~-
de vuestra vida. j
I ~~
Una de las pretensiones mas curiosas de la críti- ~ a~·~
ca anticristi3.na delante ele los hombres i de las
cosas del pasado, es querer dades con relacion al
arte i a la estética, una fisonomía nueva. A nada ~
ménos aspjra que a refundit• los elementos de la J
histoda, a arrojarlos confundidos en el molde ! donde su jénio los funde para bact>r salir de ellos
caractéres ine~perados i :Qguras que la humanidad ¡
no conocía. Esta idea pt·econcebida, los testos,
los documentos, los libros~ los discursos, las ac- ji
~iones trasmitidas por· Ja historia a la cudosidacl 1
de las jenet·aciones, no tienen sino un valot• secun- ;.
dario ; lo que prevalece sobre los elementos histó- ~~
l'icos, lo que vale mas que todas las relaciones tt·a- ,
dicionales, es el gusto, la estética, el sentimiento,
el arte en fin ; i la ci'ltica procura hacet· sn1ir de 1
todos estos elementos depurados, ref'ot·mados i ~
ajustados a su capl'icho artístico, lo que se ha con~ ~]
venido en llamar fl.gm·as vivas, para presentadas J
a la postel'idad en toda su belleza t·ejuvenecida. ¡1
Esta teoría de la mzon de arte aplicada a la ~
historia i a la person& de Jesucristo, tiene algo de ~
tan sacrfleóamente audaz_, que ha 11enndo de sor- 1 ~
presa, de admiracion, de verdadero estupo1· u la · ~
humanidad cristiana. La fisonomía de nuestt·o a
Cl'isto resplandece en los si!:.dos como el ·so( en la ¡j
'-' 11 .naturaleza; es un cuadro que tiene:tpot· marco el \:~~·
infinito, i para realzar .su luz,ese fonCio inmenso de.
las oscuridaaes humanas sobre el cual se destaca su
figura con un relieve que ba fijado todas las miradas,
con una belleza que ba cautivado todos los ~
corazones. Jamas se ha mostrado en fos bol'izon- ' ~
tes de la historia, jamas se ha gravado en la me- :
1 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
212 EL CATO L 1 C O. 1
mol'ia de los hombres una figUI'a m.énos desconocida,
una fisonomía mas popular, un caracter mas
público. Pero hé aq~lÍ lo que s~cede ; desyues de
casi dos mil años, viene un art1sta, cambm todas
' las proporciones esenciales i todas Jas gmndes líneas
de esa fio·um incrustada en el mármol de una
incorruptible
0
historia, i nos dice : mirad; aquí
teneis el verdadero Cristo; estaba perdido, i yo
le he cneoutr~do ; estaba borrado por la mano ele
los hombres i la injut·ia de los siglos, i yo le hé
restaurndo ; héle aquí, héle aquí en su '' ~rdadera
fom1a tal como le hé t•econoeido sob1·e los hodzontes'
de N awret i de la Galilea: este es el Cristo
orijinal, i la 1·a::;on de arte está satisfecha. .
En verdad, seflorrs, esto es de tal modo prodijioso,
que aun despue::; de consumado el hecbo,
aun despues de la celebrid ~;td del escándalo, se
r pregunta uno todavía si tal id.ea ha po~ido cabet·
1
,: en una inteli¡encia humana, st tal audacta ha podido
subil' hasta el comzon de un hombre. Nó, no
se lo crecl'ia si no se supiese que la apostasía hace
f¡ posible todo crímcn contra Jesucristo; testigo la
1
traiC'ion, modelo i profecía de tantas otras.
Sea lo que fuere, como esta empresa tan incomprensible
ha venido a ser un hecho estruendoso,
1 es preciso al ménos que la crítica, suprimiendo lo il divino nos ofrezca un Cristo hombre que la hul
m~mid~d pueda reconocer i respetar. Pero, seiio-
1 res, hé aquí la gran contrudiccion de la crítica soi
dissant restaumdora de la :fisonJmía de Jesucristo:
1
ella nos present::l un Cristo que no so1am~nte no
es el Cl'isto Dios que nosotros adoramos, smo que
1 ni aun es el mismo Cristo hombre que ella pretende
venerar ; es un Cristo falso, un pseudo-Cristo,
el único que poclia espesarse de la cdtica pseudocristiana.
Si yo hubiera de dclineat· los rasgos mas notables
de la fisonomía de Jesucristo, pod1·ia representarlo
pl'incipalmente con t1·es caractéres que le
constituyen una figura enteramente especial, dándole
un relieve i una belleza incomparables : la
kwnzldad, la caTidad i la sinceridall. :Es impo-
, sible pintarlo en su propio pensamient~. sin combinar
at111oniosamente estas tres cosas que constituyen
su grande orijinalidad. Pero si el rayo de
la divinidad deja de brillar en e1 rostro de Jesucristo,
estos tres rasgos se debilitan, i no queda
mas que unn. figura sin carácter; digo mal, una
figura mnrrada con vergonzosos caractéres.
D~ los tres rasgos indicados, el esencial, el que
put!de reputarse como su línea fundamental, si
puedo cspresarme así, es la humildad. «Aprended
de rní que soi manso i humilde de corazon.--Sí,
aprended, porque sin este l'asgo característico, no
poclreis entender nada ni en el misterio íntimo d e
mi vida, ni én los reflejos que brillan en mi semblante;
si no me conoceis humilde, no me conoceis.
>) Esto es lo que dá a Jesus, sobre todas las
figuras qne brillan en la histol'ia, un signo inimitable
i absolutamente único. Nadie; que yo sepa,
se ha complacido jamas en estasiarse aute la humildad
de Aristóteles, de Platon, de Mahomet, de
Zoroastro o de Confucio. Tomar en sério la humildad
de estos grandes hombres, no tendria otro
resultado que escita1· en nosotl'Os lo que siempre es
triste : la risa en un asunto grave. Cuando se
trata de Jesucristo, por el contrario: se sabe tan
bien que la humildad es su signo, que ensayar representado
de otra manem que con esta dulce
aureola, es siempt·e condenarse a desfigurado.
1
-· P:ro- ~ ~ué es la humildad? ¡ Ah ! La hu mil~ l dad es lo que hai de mas raro i de mas difícil,pero
1
¡
al mismo tiempo os lo que puede haber de mas J
simple i de mas divino en el hombre. La humildad
es la verdad, pero la verdad aplicélda n sí
mismo ; es la vista clara i desinteresada de lo que
1 uno es i de ' lo que vale en sí i por sí. La bumil-
1
dad de Jesucristo está, pues, subordinada n ecesariamente
a la vista de sí mismo i a Ie snber; es EL el que ordena todo lo
que se debe hacer ; es EL el , qu3 juzga, ,el que·
castiga, el que pel'dona; es EL el que dira a los
el~jidos: ): el que dirá a
los r~probos: « Uetiraos; Yo no os conozco. >)
Hé nquí lo que Jesus ha dicho i pensnqo. de sí
mismo; i el menor honol' que puede hacm·sele,
es seguramente suponer que hablaba lo que pensaba
i comprendía lo que hablaba, aunque decir lo
que se piensa i cofnprender lo que se dice, es una
gloria· que no se rehusa al mas vulgar intérprete
de una sauiduria humana. Pero entónces, siendo
ineontestal.Jlemente histórico que Cristo ha dicho
esns cosns, i pue.sto que ha dicho lo que pensaba~
comprendido lo que decía, yo pregunto: ¿que
Yiene a ser la aureola de su modestia i la gloria de
su humildad? Si la humildad en un hombre ha
podido hablar de esta suerte, ¿cómo podt·á hablar
el orgullo? Así aunque yo haya querido re.tener
sobt·c su frente esta corona tau bella en la frente
del Dios de Belem i de Nazaa·et, elta se ha desvanecido
al soplo de vuestra impiedad. Ah! Si _Jcsus
no es .Dios, no me hableis, os ruego, del mtlagro
de su humildad. Aunque cien veces me diga i me
repita: Aprended de m,i. que soi manso i humilde
de corazon, me ' 'eré forzado a respondel'le: no,
lo que ap1·endo de vos no es la humildad; lo que
yo aprendo de vos a cada pájinu i casi a cada palabra
caida de vue~tt·os labios, es que os atribuís,
vos hombre, uo valor, una importancia, un papel,
uua funcion, un poder que ninguno de los hombres
conocidos habriu podido atl'ibuirse sin da1· la
prueba o de la vanidad mas atrevida o del orgullo
mas jigautesco.
Así, señores, ya lo veis; suprimiendo la divini-
1 dad de Cristo, se destruye de hecho el rasgo eminentemente
distintivo de su figura histórica ; se
rompe el pedestal de st1 estátua, la humildad,
para levantado ante la humanidad como el tipo
del orgullo.
Hui en la fisonomía de Cristo otro rasgo fundamental
sin el cual me es imposible repJ·csentát·melo:
es el amo1·, el amOl' pUl'o i desinteresado,
la adhesion., el sacrificio, la abnegacion, lo que
hai, en una palabra, de mas radicalmente contradictol'io
a esta cosa vil i vea·gonzosa que se llama
egoismo. Es porque la dulce figura .de Cristo ha
brillado sobre el mundo como el astro del mas
pua·o amor, que ha ejm·cido por todas partes i siempre,
sobre el corazon de nuestra humanidad, este
1 incomparable imperio. Es de tr,, es de su ensei1anza
i de su ejemplo que nació en la humanicl:ld
la grand-e era de la ft-atemidad. Los mismos que
1 niegan o recusan sus otros beneficios, afirman,
aceptan i procl.aman este. Jesucristo reveló la
idea, díó el ejemplo i fundó sobre la tierra el reinado
del amo1· i de la fraternidad. I si creemos a
ciertos apóstoles del Cristianismo puro, la fundacion
de la repub!ica ft·aternal resume toda su obra,
la pa·áctica del amo1· fraternal abriga todas sus
virtudes; i esta palabra: "vosotros sois hermanos,"
condensa toda su doctrina.
Evidentemente, los que limitan a esto 1as revelaciones
dogmáticas i las influencias morales i sociales
de Jesucristo, se engañan ; toman el atTOyo
po1· el río, la luz por el fuego, un elemento
destacado por el total de la cosa, i un ft·acm<'nto
de la estatua por la estatua entera: Pero este 1
mismo eri'Ol', viniendo de nuestros adversarios , es 1
un testimonio precioso. El atestn qt'le aun los
que no adol'!Hl al Cristo que nosotros adoramos,
saludan .en EL con nosotros i como nosotros, la
mas grande figura, el mas sublime modelo de
amot·, el ideal mismo de la fratemidad. Ellos
confiesan, por consecuencia, que un Cristo marcado
en la frente ) Ah! si EL es parte el ideal de Ir. sinceridad total, i si el Ct·isto
Dios sí, yo compt•eudo ese mistel'io del amor que de mi Evanjtlio ha podido menti1· una vez siquiese
da i se inmola por mí: quiet·o a bmzarle, quie 1·o m, una voz íntima gdta en el fondo de mí mis·
besat· sus llagas libertadol'as, quiero l101·ar sobre m o: i No, ese no es ·EL, yo rechazo ese ideal, resus
piés ensang.t·entados, llo 1·a 1• de amor, de dicha nuncio a tal Cdsto, abjuro tal Evanjelio !
i ele alegria 1 Pero si no es mas que ün hombre, I, notadlo bien, cuando se trata de Jesucristo,
¿qué quereis que yo entienda de ese misterio de la cuestion de su divinidad es la de su siuceddncl.
nmo1·, de ese misterio de sacrificio? Cuton, Só- Si Jesus no es el Cl'isto Hombre Dios, no es un
crates i tantos oti·os han muerto tambien, segun hombre sincero.¿ l po1· qué? Porque si no es Dios,
dic~n, por la lihm·tad de los hombres. ¿Acaso el no ha podido sin mentit· proclamarse Dios. 1 si
1 reconocimiento i el amo·¡· me pt·osternan delante hai alguna cosa manifiesta a cada pl.\jinn del
de ellos? ¿Acaso espel'imente )a necesidad de Evanjelio, es que Jesucl'isto no solamente se ha
conmoverme con su recuerdo ni de llorar al pié dejado ct·eet· Dios, sino que él mismo se ha dado
de sus cstátuas? ¿ I qué mas me importa la muer.. por Dios. No se ha co tentarlo con darse todos los
1 te de Jesus, si Jesus es solo un hombre? Su muet·- títulos de que hemos hablado, i que un sét· que se
te 110 tiene delante de la humanidad ni el vulgat· c1·eyera solo homi.H·e no se atrevería a atribuit·se
l onot· de tlll sacrificio voluntario, porque esa sin un inmenso ol'gullo o sin una estrai"la locura ;
muerte lo ha tomado apesa t· suyo, i -é l se ha estre- ha hecho mas, se ha atribuido la dignitlad que enmecido
de terrol' bajo su mano h€1ada. I si quereis cietTa i domina todas lns demas, la dignidad di visostener
contra toda evidencia que esa muel'te fué na. El que no l ..... n esto en el Evanjelio, prut>ba que
una voluntaria inmolacion, hai una cosa mas evi- lo ha leido con los ojos vendados.
dente que todas las demas, i es, que si fué voluntaria,
no fué desinteresada. Dió su Yida para
ilustt'at· su muerte, vertió su sangt·e para cosecha!'
gloria, i lo consiguió; el buen éxito fué su fot·tuua,
i su gloria su recompensa: yo no le debo .nada,
nada sino lo que met·ecen el ol'gullo i el egois·
mo : el desprecio r
El de pt·ecio 1 1 Ah, señot·es! ese Cristo falso,
si existiese, le merecería tanto mas, cuanto que
sobre estas dos señales vergonzosas del orgullo i
clel egoismo, llevada una tet·cem todavía mas
vergonzosa, la del disimulo i la hipocresía. Ya
hemos dicho sobre esto algo, a propósito de su pa·
pel de ta.umatm·go, pet·o es preci-so volver a esta
cuestion que es aquí, en el sentido mas riguroso,
el rasgo decisivo.
En efecto, lo que nos átL·ne a todos ácia esta
figura, la mas dul ce i fue¡·temeníe att·activa de
Yo sé que la cdtiea no tiene vet·gúenza de decir
que Jesucristo no ha Yertido jamas, "una palabra
de donde pueda conc1uil'se que se ha creido Dios·"
¡Dónde estamos gnm Sér de los Sétes! ¡ A horu,
cuando todos tene:nos dial'iamente el Evanjclio en
la mano, se nos viene a anunciat· semejante descubrimiento
1 ¡Cómo! ¿ni una palabt·a, decis?
¡Cuán ciegos estais! El ha dicho, diez, ciento,
mil palabras a este respecto. Eso está escrito de
tal mane1·a en todo el Evanjelio, brilla tan claramente
al tmvez de todo el tejido de las palabras i
de las accioo.es de .Jesucristo, que sola esta afirmacion:
Yo soi Dios, puede dm· sentido al Evanjelio.
No tengo necesidad de hacel' citas pues todos podeis
leerlo, sinembargo, esc.uchad solamente algu~
nas de esas palubms. "Quién dicen que soí? pt·eguntó
Cl'isto a sus dtcíputos.-Vos soi's el Cl'isto, et
Hijo de Dios Vivo.-tOh! Sirnon Pedro, sois bien-
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
1(
t EL CATÓLICO. 215 1
-~ ~:nt=-a~:~,:qu:~;i l::•~ne-~-;1: sangre os ~~ ;,: .;,:::ida~·e:;.~;·a ·;::;:,:::;::;;, q
~. han revelado esto."-"Es cierto,como se te acusa, que hai rnuchas medidas en la since?'idad. Así lo
~ que tú te dices Hijo de Dios! -Sí, vos lo babeis ~ han dicho en efecto nuestros mentirosos contem-dicho:
Yo lo .soi. )~ Así responde al Pontífice que j poránros, de manera que, al creerlos, habria a
f· le intetTogn. ((Nosotros tenemos una lei, gl'ita el lo ménos dos sinceridades; la que no miente ja- 1
[ pueblo, i segun e·!la. el debe mo•·it·, po¡·que. no j mas i la que miente algunas veces; In que dice lo
f siendo sino un hombre., se ha dicho H7)o de verdadero i la que dice lo falso; la que marcha a
[ Dios.>)- ) (quonian homo cumsis facis teipsum 1 si lo que oye, es realmente el e~o de una"?.,. ln~-
1
'. Deum) >) , Así, los mismos enemicros no se enga- mana. i Qt1e! ¡ 1Uztcltas medtdas en la smcenñaban
entónces."- "Si es el Hij~ de D'os que 1 dad, i el Hijo de Dios no teniendo para sí sino la
descienda de la Cruz ¡ que Dios le libre; porque medida mas pequeña, la medida en que la sincel'i- 1
f EL ha dicho· Yo sol el Hijo de Dios. 1 ~acl miente.! 4' ~né ÍI'0
7
nía ele l?s ho.m})l'es. i q.t~e ,J
! quÍ teneis, pues, paJa:.H·as de Jesncl'isto i he· 1 msulto a Dws. 1 .:.Uuc,!las 'tnedzdas en. la sznce1z- ·
f eh os evanjélicos. ¿ Cómo ha beis podiclo a egurar cl.ad ! ¡ ?I: sofist~.; s1, ~ara vos~t1 o~, 1 para v~1cs~
f que Jesus no dijo una !~Ola palabra de domle pn- t1 os maest1 os en '.11 tu~l 1 en sal)}clUIJa, tnl ·Hz .
j diese deducirse que se creÍa Dios? ¿Por quó este ! Para nuestro ~nsto 1 p~ra sus adoradores, nó, 1
~ rnl tel'io de igno1·ancia 0 de olviélo? ¿ Es cálculo, ,l(lllla 1 ~.te Cnsto n~'tn ~~·oso no s~rá nunca el de
distraccion,o nlgun oti'O misterio que yo no pu.edo la hum.atn<.lad que lo a~OJ.a, per? m aun ~1 ~le ~~
peuetrc.\1'? ¿Qué importa por¡ demas el moth'o humamdad.~~e lo.h_on: a 1 esp::andose a "I m1sma.
de vuestra negarion? l .. a nfit'maciou de Cl'isto ~sí, la Cllttca m t1sttca, s?L' ~todos '?i:) punt?s.
queda, queda ea su perpetua evidencia, en su
1
baJO todos as.pecto.s se-l Gran Doctor de la huma- son altamente pet·judiciales a la causa de In. Iglesia;
nidad, del Gran Reveladot· de la humanidad ; i que no pueden redundar en honor para ninguno
qué viene a set· su sinceridad '? ¡ Qué 1 ¿ 1~~. diJO de los rontendot·es. Dos hombres que se ai'I'Ojan
q~1e era Dios i sabia qne no lo era'? ¡ Oh! EL sa- \ lodo, al fin de la contienda no pueden resultar
bm que lo era ; sí, yo no me att·evo~ pot· respeto limpios; i si esto es deplorable t1·atándose de sima
Jesucristo i pot· respeto tambieu úcia ,~osotros, 1 pies pat'ticulat·es, siendo eclesiásticos, i eclesiástiuo
me atrevo a detenerme en la idea insolente que 1 cos de notable posieion los adalides, el hecho toma
supondl'ia en Jesus una fé real en su Divinidad ¡ proporciones tan grandes como malamente sig-
1.
,:1 imaJinaria; es dccia·, la mas ridícula de tc.das las nificatívas.
locnras en el que se supone el mas sábio de todos Deseamos que el Ilustdsimo señot· Arzobispo,
los hombt·es. Esta últ!ma hipótesis es tan estupi- empleando su alta dignidad i su cal'ácter benévolo,
damente sacrflega, que casi es demasiado mencio- concilie esas desavene leías ajenas del sacerdocio
1
nal'la. Es preciso, pues, volver a esta ot1·a: Jesus \ i tan perJudiciales a In edificacion de la sociedad.
no se creía Dios, i, sinembm·go, en sus palabt·as i No es posible que el público se fot·me una buena
' en sus acciones, afit'mó que lo era. 1.;_:s decir, que idea del Glet·o, si este se despedaza con sus propias
1 sob1·e la cosa mas grave, decisiva i sagradn que se 1 manos; romo j3mas se la ha fo1·mado favot·able de
pueda concebit·, afirmó lo falso, lo absolutamente una familia, que si tiene un pat'iente difícil o cen-
' falso ; de donde resulta con las condiciones del suruble publica sus defectos en vez de ocultarlos 1 ' mas solemne i del mas impío de todos los engaña- : para evitar su pt'op-io despt·est1jió. Rn estas paladores.
¡ Ah ! Si fué así, velad me su se!l1blante, bras no nos dil'ijimDs a las personas sino a los
·: porque lo que yo quiero contempla!' en EL, es la 1 principios úe verdadero órden •
.
1
?sonomía de la sinccl'idad, i vuestm crítica tan El inteJ.·cs ·.con que vernos cuanto atañe al decot•o
1
msensnta como sacdlcga, no me deja vet· sino la ele la Iglesia i a la dignic acl de sus Ministros, nos '
faz repugnante del disimulo, de la hipocresía i del 1 dicta estas líneas del todo imparciales.
J
1
engaño. Me muestra no sé qué cat·a maquiavélica, Es sensible que Jos homlHes no vcarnos a veces
con sonrisa menttmsn i mirada equívoca, en vez todo el alcanoe que tienen nuestms acciones; pues
de esa figma radiante i pura que se presenta a la no pocas ocasiones, pot· herit· a otro, nos herimos,
J humanidad con la coronn de una sinceridad abso- i q.uizá mas pt•ofund&mente, a nosotros mismos.
, luta i de un candor divino. 1 En este caso, las palabt·as del Divino .Maestro
1 para asegm·arme sobre el carácter del Cl'isto 1 merecen bien traet'se aquí ahot'a: -
qué me dejais, para calmar e~ grito de la coneien.. · "' Todo reino dividido- perecera:' .,
rd --- --- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
F.L CATOLICO.
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-'81 n~mero 71 de Los Ande$, p:cri
Citación recomendada (normas APA)
"El Católico - N. 76", -:-, 1864. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3687974/), el día 2025-06-21.