«Hay una literatura colombiana. Teatro, poesía, novela, cuento, ensayo. Letras Nacionales será una revista para mostrarla, juzgarla y exaltarla». Esta es la frase con la que abre la editorial del número uno de Letras Nacionales, revista fundada y editada por Manuel Zapata Olivella en Bogotá en 1965 con el apoyo de su esposa Rosa Bosch, el escritor Manuel Mejía Vallejo y el dramaturgo e investigador Carlos Reyes, entre otros.
Con intermitencias, a lo largo de sus veinte años y cuarenta y dos números, el propósito fundamental de la revista fue divulgar literaturas nacionales. Con esto, Manuel Zapata Olivella se refería a esas producciones escritas con voz propia, fieles a los temas de la tierra y «con amor de patria». Una literatura propia que no reprodujera la tradición literaria europea ni norteamericana, aunque se alimentara de ellas; que cavara más profundo en la vida del colombiano y en sus problemas: el de la costa, el del interior, el negro, el del la calle, el trabajador, el académico; que utilizara sus voces, sus palabras y sus formas de ser para mostrar a Colombia en sus diversidades y multiplicidades; que reconociera el potencial creador que solía ignorarse en el país para publicar, en cambio, escritores extranjeros o escritores nacionales avalados por la academia; que no fuera ajena al desarrollo social sino que evolucionara con él.
Al publicar voces que describieran nuestras experiencias y paisajes sin carecer de méritos artísticos y belleza literaria, Manuel Zapata —y cada uno de los colaboradores de Letras Nacionales— apostaron por mostrar y valorar lo que somos como colombianos y la forma en la que nos narramos. Desde una cuidada selección, la revista buscó mostrar voces y pensamientos múltiples de lucha, reivindicación y exposición de realidades. En los editoriales dejaron claro sus posiciones y objetivos, en oposición a los críticos que despreciaban a los escritores emergentes.
Letras Nacionales se convirtió en una plataforma de difusión para escritores nuevos y reconocidos, viejos y jóvenes, nacionales e internacionales, de la ciudad y de la región. Gabriel García Márquez, José Lezama Lima, Fanny Buitrago, Luis Fayad, Ángel Rama, Eutiquio Leal, Seymour Menton, Jorge Artel, Germán Espinosa, Policarpo Varón, Roberto Burgos Cantor, Ricardo Cano Gaviria, entre otros, fueron parte de la revista y de una generación literaria hasta entonces desconocida; una que empezaba a hacerse camino en el mundo cultural nacional e internacional y que no tenía dónde publicar.
Entre 1965 y 1985 diversos fueron los temas tratados por los invitados a escribir en la revista, así como los que se abordaron en las editoriales de Manuel Zapata. Algunas de estas últimas fueron recogidas por Alfonso Múnera en el libro Por los senderos de sus ancestros: textos escogidos: 1940-2000.
Poco a poco y en una ardua búsqueda de patrocinios, Letras Nacionales creó un espacio para dialogar y difundir la literatura nacional, pero también un espacio para la memoria. Todos y cada uno de sus números son una muestra de las luchas y las literaturas del pasado.
En el editorial del último número de 1985, titulado «Esto somos - esto fuimos», Manuel hace un recuento de la historia y los aprendizajes de la revista:
Cuando reclamamos una literatura nacional no aludimos a esa postura fácil y demagógica del folclorismo, del tema regional, de los vocablos colombianos. Pedimos para la literatura como para todo arte un compromiso con lo más verdadero de la cultura: el hombre con sus dolencias, sus alegrías, sus sueños. Un hombre que no es una simple criatura vestida con ruana y alpargates, sino el creador de nuevas ideas, de un nuevo país, de una realidad social diferente que se está gestando a espaldas de las academias.